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BREVES NOTAS DE LA INFLUENCIA DEL “COMPLIANCE” EN EL DERECHO

TÍTULO:
PENAL TRIBUTARIO
AUTOR/ES: Yebra, Pablo
Suplemento Especial. Responsabilidad Penal de Personas Jurídicas y el "
PUBLICACIÓN:
compliance"
TOMO/BOLETÍN: -
PÁGINA: -
MES: Abril
AÑO: 2018

PABLO YEBRA

BREVES NOTAS DE LA INFLUENCIA DEL “COMPLIANCE” EN EL


DERECHO PENAL TRIBUTARIO

I - INTRODUCCIÓN
Nos proponemos, por medio del presente, efectuar una breve introducción respecto de una herramienta
que ya hace un tiempo ha dejado de ser una novedad para convertirse en una realidad, nos referimos al
compliance y su función preventiva y de detección temprana de conductas que, dentro de la empresa, se
encuentren en posible conflicto con la normativa legal vigente y, específicamente, con el derecho penal
tributario.
Se ha llegado a hablar de una suerte de “privatización” del derecho penal -y resaltamos el entrecomillado-,
pues la empresa -como ente- pasa a ser una suerte de auxiliar o colaborador de la sociedad en la investigación
de aquellos delitos que causan un gran estupor en aquella, como por ejemplo, el lavado de activos y la evasión
fiscal de las grandes corporaciones.
También se ha sostenido que las estructuras de compliance en las organizaciones son el producto derivado
de cambios importantes en la forma de comprender el derecho penal. (1)
Al respecto, explica Percy García Cavero que en la actualidad las empresas están optando
mayoritariamente por conformar sistemas de cumplimiento normativo por razones de orden empresarial, por lo
cual “...el sistema jurídico ha empezado progresivamente a enlazar consecuencias jurídicas específicas al
hecho de que la empresa haya incorporado o no un compliance. A los estudios jurídicos les corresponde entrar
en este último aspecto, aunque sin renunciar a una visión general del tema que evidentemente abarca la
perspectiva empresarial...”, por lo cual “...puede decirse que la finalidad del compliance es asegurar la
observancia de la ley en las actividades empresariales (‘to be in compliance with de law’). Esta finalidad
esencial se bifurca, a su vez, en dos objetivos diferenciables. Por un lado, se procura evitar la realización de
conductas infractoras de la ley (función de prevención). Por otro lado, si las infracciones legales igualmente se
producen, la actitud de fidelidad al derecho por parte de la empresa se traduce en la implementación de
mecanismos y procedimientos para su oportuna detección y eventual comunicación a las autoridades
correspondientes (función de confirmación del derecho)...”.(2)
Así, se ha dicho que el hecho de que en ocasiones se considere el compliance como “...una moda pasajera
vacía de contenido encuentra su razón esencialmente en que en la mayoría de ocasiones en mayor o menor
medida en el concepto se subsume de manera arbitraria todo aquello que constituye tanto el objeto de estudio
de la ciencia jurídico-penal como de la discusión de la praxis penal, atendiendo exclusivamente a su objetivo
común, esto es, la evitación de la responsabilidad penal anticipada...”.(3)
Ello está vinculado con el denominado deber de vigilancia, designándose con el nombre compliance a
“...las medidas mediante las cuales las empresas pretenden asegurarse de que sean cumplidas las reglas
vigentes para ellas y su personal, que las infracciones se descubran y que eventualmente se sancionen”.(4)
Compliance significa “autovigilancia”; la cultura del compliance “...se enmarca en la tradición de aquella
variante de la prevención general positiva que hunde sus raíces en la doctrina de Welzel sobre el fomento de
los valores ético-sociales de la acción como vía de protección indirecta de los bienes jurídicos. Por tanto, la
relación entre compliance y deber de vigilancia jurídico-penal es, en cierta medida, una relación de género a
especie”.(5)
Los “programas de cumplimiento” -es decir, aquellas estructuras establecidas por las empresas tendientes
al cumplimiento normativo- promueven la reubicación de la empresa en el camino de la legalidad y la ética
societaria; el Estado, al entrar en crisis en sus funciones de control, es “sustituido” por el sector privado en esa
originaria obligación, por ello, el compliance “...tiende a convertirse en un instrumento de gobernanza global o
global law”, por lo que estamos “ante un fenómeno de autorregulación (self regulation) por la propia empresa
regulada (por el Estado), lo que implica la adopción por las mismas de medidas organizativas encaminadas a la
prevención de ilícitos penales en su seno a controlar ex post por el Estado. La regulación se reduce a prevenir
delitos y está unida normalmente a la teoría de los sistemas que diferencian distintas formas de (auto, hetero
y co) regulación...”.(6)
Con acostumbrada claridad, explica el Dr. Bonzón Rafart que “...El compliance es un sistema de
colaboración entre el derecho público y la autorregulación privada, que tiende a prevenir la comisión de delitos
mediante la estructura societaria y que en caso de que se produzca la infracción, se detecten sus autores
materiales”.(7)

II - FINALIDAD
Su finalidad principal es, bajo esta perspectiva, la de “...neutralizar estados de cosas defectuosas
(defectos de organización) existentes en la persona jurídica, favorecedores de hechos delictivos individuales, y
sustituirlos progresivamente por estados de cosas favorables al cumplimiento del derecho por parte de los
subordinados. Una vez implantado un programa de cumplimiento razonablemente eficaz ex ante, el principio
de desconfianza que rige las relaciones verticales se ve sustituido por el principio de confianza”. (8)
Es decir que con estos programas de cumplimiento se pretende “...de modo sistemático y como una
manifestación más del buen gobierno corporativo, llevar a cabo un conjunto de actuaciones tendientes a
asegurar que las actividades llevadas a cabo por la empresa no vulneran la legislación aplicable...” (9), por lo
cual se puede decir que la finalidad es advertir, de manera temprana, aquellos riesgos penales previsibles de
manera objetiva, y de esa manera vertebrar o poner en funcionamiento mecanismos de prevención, es decir,
control y reacción ante las eventuales conductas.
Esto, desde un plano más práctico, ya que no existe el “riesgo 0”, poder “... atenuar su responsabilidad o,
incluso, que la empresa pueda quedar exonerada”.(10)
Ahora bien, en el eje de las finalidades del compliance está la empresa, no el individuo; sin embargo, no
en todos los países se reconoce la responsabilidad penal a la persona jurídica, como lo ha hecho España o,
como por el contrario, no lo reconoce Alemania.(11)
Sin inmiscuirnos en el arduo y exigente debate respecto de la posibilidad de delinquir de una persona
jurídica (“societas delinquere potest o non potest”), ni respecto de sus implicancias vulnerando derechos y
garantías constitucionales -epígrafe que amerita otro estudio más profundo que el presente-, lo cierto es que
en ciertas ocasiones el legislador ha adoptado la decisión de sancionar a la persona jurídica.
Por ello, partimos de la base de que nuestro país ha aceptado la posibilidad de sancionar al ente ideal,
aunque, como enseña Bonzón Rafart, se lo ha hecho de manera incongruente, pues algunas veces se ha
responsabilizado a las mismas conjunta o supletoriamente a sus órganos o dependientes y otra en forma
inversa, sancionando primero a las personas físicas que las representen y luego a los entes ideales, y en otros
casos únicamente sancionando a los representantes, con exclusión de la persona jurídica representada, así
como tampoco son claras en cuanto a la forma y límite de la imputación, mezclando normalmente la
responsabilidad directa por actuación de sus órganos, con la indirecta o refleja por actuación de sus
dependientes.(12)
En diversas leyes especiales se ha visto reflejado ello: ley 19359, ley 20680, ley 22415, ley 24769, ley
25156, así como en el artículo 304 del Código Penal.
Ahora debemos preguntarnos, a los fines de arribar a una conclusión en el presente, ¿qué rol cumple el
compliance en la estructura legal que se nos presenta?
Bonzón Rafart entiende que son importantes los protocolos sobre la conducta a desarrollar por los
integrantes de una persona jurídica, pero “...al solo efecto de: 1) determinar quiénes son las personas físicas
que aprovecharon irregularmente sus funciones para delinquir y 2) determinar si la persona jurídica se
benefició con ese actuar ilícito desarrollado por sus directivos y/o dependientes. Ello así, porque el reproche
penal debe ser dirigido únicamente a las personas físicas que actúan aprovechando las facilidades de la
estructura empresaria. Es más, normalmente se amparan en el anonimato empresarial a efecto de
imposibilitar el reproche personal y que responda el patrimonio colectivo sin arriesgar el suyo propio”.(13)
Sin embargo, aclara -y nos parece acertado- que ello “...no significa la falta de reproche al ente ideal por
las consideraciones expuestas anteriormente, pero para llegar a responsabilizarlas civilmente no es necesario,
aunque sí conveniente, contar con un sistema autorregulatorio, llámese compliance o ‘protocolo de conducta’,
o como se quiera designar”, destacando que lo importante es minimizar los riesgos empresarios, exigir a las
personas jurídicas que sean diligentes en su control de órganos y dependientes y que se hagan cargo de los
daños causados a la sociedad por la acción ilegal de sus miembros, que afectan bienes jurídicos socialmente
importantes.(14)
En cuanto al funcionamiento, es decir, en cuanto a la aplicación efectiva de un programa de cumplimiento,
deben darse al menos dos condiciones esenciales al decir de Balcarce-Berruezo (15): por un lado, debe ser
realmente eficaz para evitar la realización de delitos en el marco de las actividades de la empresa y no una
simple operación de marketing y, por otro lado, no basta con que la regulación legal recomiende, estimule e
incluso disponga la conformación de un criminal compliance, sino que su conformación debe resultar
económicamente atractiva para la empresa.
III - CONCLUSIONES
Comenta Nieto Martín que conforme al carácter de ultima ratio del derecho penal, deberíamos dar por
buenos los estándares de prevención que ha desarrollado esta normativa específica de carácter administrativo
o las normas de autorregulación, pues la relación entre los diversos sectores de la autorregulación empresarial
y la prevención de hechos delictivos no solo es significativa para establecer la relación entre normas (normas
administrativas, de estandarización, de un lado, y penales, de otro), sino también para determinar la
organización de la empresa y atribuir responsabilidades. (16)
Ahora bien, el derecho penal se ha convertido en un aportante estratégico en los sistemas de
cumplimiento normativo en las empresas, máxime cuando el ordenamiento jurídico incluye -de una u otra
manera- la responsabilidad penal de personas jurídicas.(17)
Esta función de prevención de los compliance programs es vinculada por la doctrina estrechamente con el
sector empírico de las ciencias penales como la criminología y su función de búsqueda del origen de las
conductas delictivas dentro de la empresa, es por eso “...que se fomenta su compromiso con la confección de
sistemas de cumplimiento. El ideal para la conformación de la regulación es un sujeto con especiales
conocimientos en criminología, auditoría y management empresarial”.(18)
Tampoco debe olvidarse la creciente atención que la sociedad pone en los delitos contra la corrupción y
evasión impositiva (principalmente en cuanto a la preocupante utilización de paraísos fiscales), lo que denota
un endurecimiento en la persecución de esta clase de delitos (como el lavado de activos, cohecho y los delitos
que afectan la hacienda pública).(19)
Lothar Kuhlen comenta que cuando se habla de criminal compliance “de evitar, o al menos reducir, la
‘responsabilidad penal por riesgos’ de las empresas y sus trabajadores, sobre todo de sus órganos de
administración, la explicación que resulta más lógica de la creciente importancia de los esfuerzos por el
cumplimiento normativo es la de que esa responsabilidad por riesgos se ha intensificado...”, lo que ha
conducido “...a un aumento alarmante del derecho penal, tanto escrito como puesto en práctica para las
empresas y los trabajadores de estas, y que se inserta perfectamente en el proceso de expansión del derecho
penal analizado por Silva Sánchez”.(20)
En el derecho penal moderno -a partir de Binding, dice Bacigalupo- se ha desarrollado la idea de la
protección de los bienes jurídicos. Ahora bien, al haber extendido sus funciones el derecho penal, la moderna
doctrina ha acuñado aquella expresión -expansión del derecho penal- para definir este fenómeno (21). Así, se la
ha definido como un “...fenómeno por el cual el derecho penal ha pasado, bien a intervenir en ámbitos que
anteriormente no eran objeto de regulación penal, bien a ampliar los supuestos típicos en terrenos donde el
derecho penal ya intervenía con anterioridad”.(22)
En efecto, Silva Sánchez comenta que los casos de derecho penal económico tensionan especialmente la
teoría del delito, porque suelen ser casos de: derecho penal de la empresa, referido a un grupo organizado de
personas, lo que produce algunas distorsiones como la disociación entre acción y responsabilidad, la escisión o
fragmentación de los elementos del tipo o la aparición de efectos derivados de las dinámicas de grupo (déficits
cognitivo-valorativos o volitivos que afectan a los sujetos que integran el grupo); o por su naturaleza, derecho
económico-patrimonial, en el cual el carácter patrimonial-económico de las relaciones constituye su objeto de
protección, actividad esta que se halla en el núcleo de nuestro sistema social y por la especial configuración de
sus bienes jurídicos afectados.(23)
Ahora bien, particularmente, en los delitos tributarios -aunque también resulta aplicable a cualquier otro
delito-, si tenemos en cuenta que existen dos sistemas claramente diferenciados, uno ex ante y otro ex post,
analizándose en el primero de ellos directamente el comportamiento y su desvaloración penal y en el segundo
todo aquello vinculado con el hecho punible en sí, el resultado y aquellos elementos que condicionan la
aplicación de la sanción penal (24), antes de que el Estado tome intervención ante una conducta disvaliosa,
mediante la aplicación de una adecuado programa de compliance -que cumpla con los protocolos específicos y
que respete adecuadamente las garantías constitucionales, sobre todo cuando afectan al trabajador- puede
traer aparejada la solución ante una conducta incorrecta y evitar graves consecuencias penales (función de
prevención) para la empresa.
De esta manera -temprana y preventiva-, se podría imprimir una solución tanto para el Estado como para
la empresa, por un lado, la colaboración que puede surgir desde el ente ideal, en cumplimiento de los “códigos
éticos”, debe tender a minimizar o neutralizar los riesgos de responsabilidad, y en casos de que las conductas
que sean descubiertas sean criminosas en el seno de aquella, deben ser denunciadas ante las autoridades
estatales a los fines de su investigación, pues sigue siendo el Estado quien conserva el monopolio y la
regulación del sistema represivo.(25)
Visto de esta manera, resulta alentador, y debería ser tenido en cuenta por el legislador la figura del
compliance, ya que la búsqueda de mecanismos extrapenales “...para prevenir los delitos en el ámbito de la
empresa no puede sino calificarse a priori como positiva. Ello, especialmente en relación con la responsabilidad
penal de la persona jurídica, ya que, en tanto el cumplimiento efectivo del compliance puede eximir de
responsabilidad a la empresa, ello permite fundamentar la condena en un defecto de organización y no ser una
mera responsabilidad objetiva. Cuestiones diferentes, aunque importantes, son si realmente esos programas
de prevención serán efectivos para prevenir delitos...”(26), aspectos positivos que deben ir acompañados con un
certero respeto a las garantías y derechos constitucionales de los individuos.
Debe recordarse que acudir al derecho penal para “subsanar” implica el inexorable olvido de una de las
principales características de aquel, es decir que las sanciones que conlleva son de ultima ratio(27) y que
entendemos, en el caso, que van en claro detrimento de los principios de conservación de la empresa y de la
fuente de trabajo.

Notas:
(1) Jorge, Guillermo: “Estructuras de compliance y responsabilidad penal de las personas jurídicas” - LL - Suplemento
de la Universidad de San Andrés - 30/9/2011 - 2-Enfoques - febrero/2012 - pág. 119. Sostiene el autor -con cita de
Garland- que “se trata de un enfoque de corte preventivo antes que reactivo, cuyo objetivo principal es reducir la
disponibilidad de oportunidades para delinquir, incrementar los controles situacionales y sociales y modificar las
rutinas cotidianas”
(2) García Cavero, Percy: “Compliance y lavado de activos” - CIIPDE - Centro de Investigación Interdisciplinaria en el
Derecho Penal Económico - 17/6/2015 - www.ciipde.com.ar
(3) Rotsch, Thomas: “Criminal compliance” - InDret 1/2012 - Barcelona - enero/2012 - www.indret.com
(4) Balcarce, Fabián I. y Berruezo, Rafael: “Criminal compliance y persona jurídica” - Ed. BdF - Bs. As. - 2016 - pág.
140, con cita de Lothar Kulhen
(5) Silva Sánchez, Jesús M.: “Fundamentos del derecho penal de la empresa” - Ed. BdF - Bs. As. - 2013 - pág. 193.
Explica el autor que esto se debe a que “en primer lugar, porque las medidas de compliance tienen un objetivo más
amplio que la evitación de delitos: a saber, otros ilícitos jurídicos a éticos. En segundo lugar, porque tratan de obtener
dicho objetivo mediante medidas que van más allá de la mera imposición de deberes de vigilancia. En tercer lugar,
porque de la mera implantación formal de un programa de compliance no puede inferirse automáticamente el
cumplimiento cuidadoso del deber jurídico de vigilancia por parte de los administradores”
(6) Balcarce, Fabián I. y Berruezo, Rafael: “Criminal compliance y persona jurídica” - Ed. BdF - Bs. As. - 2016 - pág.
144, con cita de Lothar Kulhen
(7) Bonzón Rafart, Juan C.: “Responsabilidad penal de las personas jurídicas (posibilidad de sancionarlas y naturaleza
de las sanciones a imponer)” - Gómez, Teresa (Dir.) - ERREPAR - DPTyE - setiembre/2016 - pág. 29
(8) Silva Sánchez, Jesús M.: “Fundamentos del derecho penal de la empresa” - Ed. BdF - Bs. As. - 2013 - págs. 195/6
(9) Gallego Soler, José I.: “Criminal compliance y proceso penal: Reflexiones iniciales”, en Mir Puig, Corcoy Bidasolo y
Gómez Martín (Dirs.): “Responsabilidad de la empresa y compliance” - Ed. BdF - 2014 - pág. 195
(10) Gallego Soler, José I.: “Criminal compliance y proceso penal: Reflexiones iniciales”, en Mir Puig, Corcoy Bidasolo
y Gómez Martín (Dirs.): “Responsabilidad de la empresa y compliance” - Ed. BdF - 2014 - pág. 196. A pesar de ello,
explica el citado autor: “...hay un sector de opinión que pretende que estos programas de cumplimiento vienen a
suponer algo así como una certificación técnica de que la empresa ha hecho todo lo exigible para prevenir los riesgos
penales y, por tanto, en caso de que se produjera un delito en su seno, no estaríamos hablando de un hecho que
permita la atribución de responsabilidad penal a la propia persona jurídica...” (pág. 197)
(11) Kuhlen, Lothar: “Compliance y derecho penal en Alemania”, en Mir Puig, Corcoy Bidasolo y Gómez Martín (Dirs.):
“Responsabilidad de la empresa y compliance” - Ed. BdF - 2014 - pág. 89 y ss. Vale recordar aquí la definición que
hace el catedrático de la Universidad de Mannheim de compliance, quien sostiene que son “medidas de prevención a
través de las cuales las empresas pretenden asegurar tanto el cumplimiento de las normas aplicables a la misma y a
sus trabajadores, como la denuncia eventual de sus infracciones...” (pág. 91)
(12) Bonzón Rafart, Juan C.: “Responsabilidad penal de las personas jurídicas (posibilidad de sancionarlas y naturaleza
de las sanciones a imponer)” - Gómez, Teresa (Dir.) - ERREPAR - DPTyE - setiembre/2016 - pág. 24
(13) Bonzón Rafart, Juan C.: “Responsabilidad penal de las personas jurídicas (posibilidad de sancionarlas y naturaleza
de las sanciones a imponer)” - Gómez, Teresa (Dir.) - ERREPAR - DPTyE - setiembre/2016 - pág. 29
(14) Bonzón Rafart, Juan C.: “Responsabilidad penal de las personas jurídicas (posibilidad de sancionarlas y naturaleza
de las sanciones a imponer)” - Gómez, Teresa (Dir.) - ERREPAR - DPTyE - setiembre/2016 - pág. 29
(15) Balcarce, Fabián I. y Berruezo, Rafael: “Criminal compliance y persona jurídica” - Ed. BdF - Bs. As. - 2016 - pág.
159, con cita de Lothar Kulhen
(16) Nieto Martín, Adán: “Problemas fundamentales del cumplimiento normativo en el derecho penal”, en Kuhlen,
Lothar; Montiel, Juan P. y Ortiz de Urbina Gimeno, Iñigo (Eds.) “Compliance y teoría del derecho penal” - Ed. Marcial
Pons - 2013. Dice el autor que “antes de llegar el derecho penal a las empresas, estas contaban ya con personas
responsables para gestionar riesgos legales en buena parte de lo que ahora se ha convertido en riesgos penales. Esta
distribución de riesgos debe seguir vigente, en cuanto que obedece además a criterios de competencia técnica. La
organización del compliance puede pasar por integrar estas responsabilidades y saberes técnicos en un órgano matriz
(‘Comité de prevención’) que coordine las distintas políticas y cuide del cumplimiento de los aspectos comunes o
transversales (canal de denuncias, documentación, formación, revisión del sistema, etc.)” (pág. 28 y ss.)
(17) Anota (Nieto Martín, Adán: “Problemas fundamentales del cumplimiento normativo en el derecho penal”) que si
los compliance programs hubieran sido estudiados y definidos por los criminólogos “sin duda, los hubieran designado
como medios de control social, cuya finalidad es impedir conductas desviadas dentro de una organización. La función
de prevenir y detectar hechos delictivos ha sido tradicionalmente uno de los objetivos de la criminología. La estrategia
de prevención de los programas de cumplimiento tiene bastantes puntos en común con algunas teorías de la
criminalidad como la prevención comunitaria [reforzar los valores éticos, la cultura de cumplimiento de la comunidad-
empresa, asumir una actitud activa frente al delito, denunciándolo, buscar liderazgo en esta tarea (tone from the top)]
o las técnicas de neutralización” y que “el derecho penal puede contribuir además a formalizar, aún más, los sistemas
de cumplimiento empresarial y a dotarlos de mayores garantías, introduciendo en ellos los valores propios del sistema
penal liberal”, ya que “el derecho penal necesita seguridad jurídica y puede aportarla al sistema interno de prevención.
Por esta razón me parece adecuada la opción que se ha seguido en aquellos países como Italia o Chile, que, siguiendo
el ejemplo de las Guidelines, han señalado los elementos básicos de los modelos de organización. Igualmente las
garantías y los valores del derecho penal pueden ayudar a perfilar la regulación de los canales de denuncias, la
imposición de sanciones disciplinarias o la realización de investigaciones internas” (págs. 29/30)
(18) Balcarce, Fabián I. y Berruezo, Rafael: “Criminal compliance y persona jurídica” - Ed. BdF - Bs. As. - 2016 - pág.
179, con cita de Lothar Kulhen
(19) Nótese que recientemente la Sala II de la Cámara Federal de Apelaciones de La Plata ha declarado la
imprescriptibilidad de los delitos de corrupción: “...Acreditado que en el caso de los tres primeros párrafos del art. 36
de la Constitución Nacional los delitos respectivos son imprescriptibles, también habrán de serlo los que ingresen en la
descripción de su párrafo quinto -graves delitos dolosos contra el Estado que conllevan enriquecimiento-, pues
denegar dicha equiparación significaría dejar de lado el significado especialísimo que han adquirido los hechos de
corrupción” y que “en el campo de los delitos de corrupción en el que existen tratados y convenciones para su
prevención e investigación que contiene siempre la cláusula aut debere aut judicare, puede sostenerse la existencia de
un sistema regional de persecución e imprescriptibilidad entre los países suscriptores” [causa “M. D. M. y otros s/296
en función del 292, 172, 54 y 55 CP (N° FLP 3290/2005)” - 6/10/2016, del voto del Dr. Schiffrin] Diario LL -
25/10/2016, con nota de Alberto L. Zuppi
(20) Kuhlen, Lothar: “Compliance y derecho penal en Alemania”, en Mir Puig, Corcoy Bidasolo y Gómez Martín (Dirs.):
“Responsabilidad de la empresa y compliance” - Ed. BdF - 2014 - págs. 92/3
(21) Bacigalupo, Enrique: “Derecho penal. Parte general” - 2 a ed. - Ed. Hammurabi - Bs. As. - 1999 - pág. 43 y ss.
(22) Pozuelo Pérez, Laura: “De nuevo sobre la denominada ‘expansión’ del derecho penal: una relectura de los
planteamientos críticos”, en “El funcionalismo en el derecho penal. Libro homenaje al profesor Günter Jakobs” - Univ.
Externado de Colombia - 2003 - pág. 109
(23) Silva Sánchez, Jesús M.: “Fundamentos del derecho penal de la empresa” - Ed. BdF - Bs. As. - 2013 - pág. 7 y
ss.
(24) Ver al respecto Laporta, Mario H.: “Delito fiscal” - Ed. BdF - 2013 - pág. 146 y ss.
(25) En similar sentido, Balcarce, Fabián I. y Berruezo, Rafael: “Criminal compliance y persona jurídica” - Ed. BdF - Bs.
As. - 2016 - pág. 179, con cita de Lothar Kulhen
(26) Corcoy Bidasolo, Mirentxu: “Algunas cuestiones político-criminales sobre la corrupción privada. Límites y eficacia
de los compliance”, ver en Mir Puig, Corcoy Bidasolo y Gómez Martín: “Responsabilidad de la empresa y compliance” -
Ed. BdF - 2014 - pág. 193
(27) Wolfgang Naucke sostiene que para cada sanción hay que tener en cuenta la relación entre el motivo y la
consecuencia. La pena debe ser únicamente la ultima ratio en la implementación de los medios estatales. “Estas
condiciones de legalidad para la promulgación de una sanción con fines penales o semejantes deberían sistematizarse
y ser más elaboradas. Esto no va a ser sencillo, puesto que no existe una tradición confiable para trabajar en esta
dirección. Ante todo, debería estar fijamente establecido, previamente, que en este camino se puede alcanzar un
control del derecho penal preventivo desde un punto de partida inseguro”. Confrontar en Naucke - Hassemer -
Lüderssen: “Principales problemas de la prevención general” - Ed. BdF - Colección Maestros del Derecho Penal - Bs.
As. - 2004 - pág. 35

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