Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Presentación
1. ¿Qué es el ocasionalismo?
En una aproximación general, el ocasionalismo es la tesis filosófica que sostiene que los
entes o substancias no pueden actuar como causas eficientes, siendo los eventos y procesos
del mundo el resultado de la intervención divina. Mahid Fakri lo define como “la creencia
en la eficacia exclusiva de Dios, de cuya intervención directa los acontecimientos de la
naturaleza son la manifestación evidente o la "ocasión"” (1965). De este modo, los
ocasionalistas sostienen que las causas segundas que parecen obrar en la naturaleza son en
realidad “ocasiones” en las que se manifiesta la voluntad divina, causa primera y la única
eficiente de todo cuanto sucede en el mundo. En palabras de Fakri, “las causas naturales no
son las reales, sino simplemente las causas ocasionales de los efectos naturales” producidos
por la determinación divina. Para el ocasionalismo, los entes constituyen instantes sin
continuidad espaciotemporal propia, siendo necesaria la intervención constante de una
fuerza externa para preservar su existencia o para asegurar su mutua interacción. En otras
palabras, los ocasionalistas son quienes postulan que ciertos procesos aparentemente
continuos, sustantivos y naturales están compuestos en realidad de ocasiones discretas y
accidentales para la intervención sobrenatural (Castro, 2020).
Para el ocasionalismo nada está excluido del futuro. La omnipotencia divina puede alterar a
voluntad el curso regular del universo introduciendo eventos inéditos que, incluso, pueden
contravenir las propias legalidades ontológicas previamente decretadas. Por esta razón no
es apropiado para el ocasionalista otorgar un estatus de necesidad a las conexiones causales
que percibimos en nuestra interacción empírica con el mundo. Aun cuando los datos de
nuestra experiencia sensible permitan constatar reiteradamente la existencia de una
estructura legaliforme en el universo, nuestra razón no está en condiciones de legitimar
como necesarias las interaxiones regulares en las que se manifiesta dicha estructura. Sin
embargo, es necesario señalar, que el ocasionalismo no se levanta, per se, en contra del
principio de causalidad. Lo que el ocasionalismo encuentra intolerable es la consideración
de que las causas segundas o naturales se encuentren revestidas de un estatus de necesidad.
a) Consideraciones onto-epistemológicas
Fue el filósofo judío Maimónides quién permitió que la tradición escolástica
occidental conociera las bases ontológicas del ocasionalismo musulman. El filósofo judío
tradujo al latín las enseñanzas de los mutakallimun ash’aríes, teólogos musulmanes
expertos en el estudio del Kalam, la ciencia teológica del islam que buscaba someter los
datos de la revelación al ejercicio de la lógica y la dialéctica. Según Maimónides, los
mutakallimun ash’aríes habrían introducido eclécticamente elementos del atomismo griego
para configurar una cosmovisión discontinuista en consonancia con el ocasionalismo. En el
capítulo 73 de su Guía (primera parte), Maimónides resume las enseñanzas de los
mutakallimun en doce proposiciones de las cuales, las tres primeras se refieren a la
composición atómica de los cuerpos, el carácter atómico del tiempo y la existencia del
vacío. Estas tres proposiciones, siguiendo a Fakhri, confluyen en la noción de un ser
"discontinuo", piedra angular del ocasionalismo atómico musulman (1974, 26).
Maimónides señala que, a diferencia de los atomistas griegos, quienes afirmaban que el
universo estaba compuesto de un número determinado y finito de átomos, los mutakallimun
habrían sostenido que los átomos eran creados, modficados y aniquilados constantemente
por Dios. En la proposición 6, Maimónides afirma que el accidente de la duración, como el
resto de los accidentes, no puede durar dos instantes. De este modo, cuando Dios crea un
átomo al que imprime un determinado accidente, éste deja de existir inmediatamente dando
lugar a la creación de un nuevo átomo con su respectivo accidente, el cual también deja de
existir inmediatamente y así de forma indefinida hasta que Alá lo desee (Fhakri, 1974, 54).
En relación con lo anterior, la teoría atómista de los mutakallimun sostiene que la "fijeza
relativa" que percibimos en las cosas debe atribuirse a la ininterrumpida labor divina
consistente en aquella creación constante de átomos y accidentes. La duración y
persistencia de las cosas y de sus propiedades a macro-escala encubriría así la sucesión
discontinua pero permanente de átomos creados por Dios. Esto nos debe servir para insistir,
siguiendo a Fhakri, que “el interés de los mutakallimun (y especialmente de los asaríes)
por la metafísica contingente de los átomos y de los accidentes venía motivado
sencillamente por el deseo de reivindicar la potencia absoluta de Dios y de adscribir a su
directa intervención no sólo la venida al ser de las cosas, sino también su permanencia en el
ser de un instante al siguiente”. También podemos resumir, para continuar al siguiente
apartado, en palabras de Bausani, que:
“[…] más fiel a la inspiración coránica […] la cosmología que se refleja en la síntesis asarí,
salva antes que cualquier otra cosa no los fenómenos […], sino la libertad de Dios […]El
mundo está compuesto de átomos indivisibles que Dios crea y sucesivamente destruye en
cada momento o átomo de tiempo […]. La regularidad en el fluir de los eventos de la
naturaleza es aparente, se podría comparar a las imágenes discontinuas de los fotogramas de
una película que, proyectados a gran velocidad uno tras otro, producen la impresión de un
movimiento continuo. Dios, si quisiera, podría asimismo hacer discurrir al contrario la
película, interrumpirla, saltar de un átomo a otro y así sucesivamente. Con lo que queda
abolida toda causa secunda”. ()
Dicho esto, analicemos los apartados del Tahāfut en los que se manifiesta con mayor
claridad el ocasionalismo teológico de al-Ghazālī.
b) La cuestión XVII del Tahafud
En términos más cercanos a la actualidad, Al-Ghazālī sostiene que las leyes naturales
pueden cambiar, aunque no suelan hacerlo. ¿Debe seguirse de esto que el devenir de los
procesos naturales pueda dar lugar incluso a lo absurdo o lo imposible? No necesariamente.
Por un lado, el hecho de que Dios pueda introducir modificaciones al orden natural pre-
establecido por él mismo, no implica que lo haga constantemente. Tal modificación
conduciría a un indeterminismo absoluto contrario a la relativa estabilidad que atestigua
nuestra experiencia sensible. Así, la posibilidad de la aparición de lo absolutamente nuevo,
no implica que dicha posibilidad llegue necesariamente a consumarse. Al-Ghazālī sostiene
la posibilidad de un futuro contingente para legitimar la idea de que la omnipotencia de
Dios implica su capacidad para realizar milagros. Sin embargo, tal omipotencia pareciera
obrar para Al-Ghazālī dentro de los márgenes de lo posible, esto es, dentro de los márgenes
del principio de no-contradicción. Al-Ghazālī afirma que “todo lo posible está dentro del
poder de Dios”, estableciendo más adelante que “lo imposible consiste en afirmar una cosa
conjuntamente con negarla, […], o en afirmar dos cosas mientras se niega una [de ellas]-
subrayando que- lo que no se reduce a esto no es imposible, y lo que no es imposible está
dentro del poder [divino]” (1786). Así, dentro de los límites de lo posible, el curso regular
de los acontecimientos es contingente, aunque las posibilidades inéditas no lleguen a
realizarse y aunque se encuentren delimitadas por el principio de no-contradicción.
Así, de acuerdo con Averroes, la negación de la necesidad lógica de la relación entre causa
y efecto resulta ser una tesis auto-refutatoria. Aristotélicamente, Averroes concibe el
conocimiento como la aprensión mimética de las causas que afectan necesariamente a las
sustancias. Ahora, si no podemos considerar necesarias las relaciones causales observadas,
no podemos tener conocimiento seguro sobre nada y, sobre esta base, nada podríamos
afirmar con seguridad, ni siquiera que las interacciones causales de la naturaleza carecen de
necesidad. Como señala Campanini, para Averroes, “negar las causas eficientes significa ir
en contra del testimonio de los sentidos y de la mente; negar las causas eficientes significa
negar el evidente principio filosófico de que todo efecto debe tener un agente. Aún más: la
concepción gazaliana no solo destruye el orden causal necesario que rige el universo y que
es fruto de la sabia intervención divina, sino que pone en entredicho la inteligibilidad
misma del universo” (1435).
Ahora bien, determinar hasta qué punto el ocasionalismo constituye una postura vigente o
periclitada, es algo que excede nuestras posibilidades dentro de este espacio. Como el
objetivo de esta intervención es analizar las transformaciones del ocasionalismo teológico
de Al-Ghazali al ocasionalismo secular de Graham Harman, vamos a conformarnos con lo
dicho y a pasar al siguiente punto.
a) Consideraciones onto-epistemológicas
En 2016 Harman publica El objeto cuádruple, obra en la que sistematiza de forma más
completa su Ontología Orientada a los Objetos, desde ahora, abreviada como OOO. La
filosofía de Harman parte, ante todo, de una reinterpretación de Heidegger que pretende ser
realista y que, sin duda, es bastante idiosincrática. La OOO puede definirse como una
tradición filosófica contemporánea que afirma que los objetos existen independientemente
de la percepción humana y que la relación de nuestro pensamiento con el mundo no es más
importante que la relación entre los objetos inanimados. Es por rechazar el privilegio de la
existencia humana sobre la existencia de otros objetos que, la OOO, ha sido caracterizada
como una “ontología plana”: todo cuanto existe en el mundo son los objetos con sus
propiedades y relaciones, siendo el ser humano uno más entre ellos. Harman busca
deliberadamente ir en contra de lo que denomina “filosofías del acceso”, esto es, aquellas
corrientes filosóficas que, desde la “Revolución Copernicana” de Kant, han considerado
que es imposible conocer las cosas al margen de nuestro acceso subjetivo a ellas. La OOO
se levanta así contra el supuesto carácter antropocéntrico que ha caracterizado a la filosofía
desde Kant hasta la posmodernidad, llevándola al subjetivismo y al menosprecio por la
investigación de las cosas en sí mismas.
Volviendo al Objeto Cuádruple, hay que resaltar que el título de la obra se refiere a la idea
de “cuaternidad” que Heidegger comenzó a emplear desde la conferencia “Vistazo en lo
que es” de 1949. Heidegger utiliza metafóricamente la idea de cuaternidad para afirmar que
el mundo es una comunidad originaria o “juego de espejos” entre cuatro elementos: la
tierra, el cielo, los divinos y los mortales. Cada elemento remite a los demás y es
impensable de forma aislada. La cuaternidad puede interpretarse en dos sentidos: a) como
la contraposición entre lo cismundano (la tierra, los mortales) y lo trasmundano (el cielo,
los divinos); y, b) como la contraposición entre lo uno (el cielo, la tierra) y lo múltiple (los
divinos, los mortales); o c) entre lo manifiesto (el cielo, los mortales) y lo oculto (la tierra,
los divinos). Harman toma estas dos últimas interpretaciones y establece una
correspondencia entre la cuaternidad heideggeriana y su cuaternidad orientada a los objetos.
“En esta última, los mortales se convierten en el objeto sensible, lo que Husserl llamaba el
noema o contenido de un acto mental; la tierra se convierte en el objeto real, la cosa cuyo
ser consiste en ocultarse según Heidegger; el cielo se convierte en las cualidades sensibles,
las impresiones de las que hablaban los empiristas británicos; y los divinos se convierten en
las cualidades reales, los eidoi obtenidos mediante la variación imaginativa” (Castro, 2020,
).
Con estas concerniente a las relaciones entre objetos y propiedades, es posible manifiesta el
ocasionalismo harmaniano.
Harman emparenta la causalidad vicaria con la causa formal aristotélica, afirmando que
esta última “opera vicariamente” dado que las “formas no se tocan una a otra directamente,
sino que de alguna manera se derriten, se funden y se descomprimen en un espacio común
compartido del que todas están parcialmente ausentes” (132). Ahora bien, si los objetos
reales junto con sus propiedades permanecen ocultos o retraídos en su ser y sólo
interactúan, a modo de objetos sensibles, por medio de sus cualidades sensibles, cabe
preguntarse si los objetos reales realmente interactúan entre sí entre sí pues pareciera que la
esencia íntima de las cosas permanece siempre en una dimensión ontológica inasible e
infranqueable. En De la causación vicaria, Harman señala que “los objetos reales se retiran
hacia los oscuros submundos cavernosos, privados de vínculos causales”, en tanto que, “los
objetos sensuales están tan inclinados a interactuar con sus vecinos que nos preguntamos
por qué fracasan en hacerlo a cada instante”, de modo que, “el único lugar en el cosmos en
que las interacciones ocurren es el ámbito sensual y fenoménico” (136). Claro que, valga
recordarlo, para Harman el mundo fenoménico no remite a la experiencia puramente
humana sino a toda interacción entre objetos mediante sus cualidades sensibles.
Sin embargo, y a pesar de que su OOO pretende eliminar todo antropocentrismo de la
filosofía, no deja de resultar llamativo que Harman siga empleando términos de la relación
entre ser y pensamiento para explicar su teoría de la causalidad vicaria. “La clave de la
causación vicaria-dice Harman- es que dos objetos deben de algún modo tocarse sin
tocarse. En el caso del ámbito sensual, esto ocurre cuando yo, el objeto intencional, sirvo
como causa vicaria para la fusión de múltiples objetos sensuales: una fusión que es solo
parcial y que está incrustada con otros accidentes residuales” (158). Sin embargo, para
entenderle debemos perdonar cierta arbitrariedad en su terminología y concederle, por
ejemplo, que los objetos sensibles poseen intencionalidad, en tanto que están “dirigidos”
hacia otros objetos manifestándoles sus propiedades sensibles y dejándose afectar por las
propiedades objetos a los que los primeros están dirigidos intencionalmente: “las relaciones
entre todos los objetos reales, incluyendo los montones de basura, privados de sentido,
ocurren solamente por medio de alguna forma de alusión”(159.)
Por otra parte, Harman considera que la causalidad vicaria es indirecta, asimétrica, y
amortiguada o protegida. En palabras del autor:
"Vicariato" significa que los objetos solo se confrontan a través de un [proxy], utilizando
perfiles sensibles que solo se encuentran dentro de otra entidad. "Asimétrico" significa que
la confrontación inicial se desarrolla entre un objeto real y uno sensible. Y "protegido"
[buffered] implica que no me fusiono con el árbol o el árbol con su vecindario sensible, ya
que todos se mantienen a distancia por firewalls desconocidos que preservan la privacidad
de todos. En ocasiones surgen conexiones indirectas (en ambos sentidos del término) de la
vida interior asimétrica y amortiguada de un objeto, dando lugar a nuevos objetos con sus
propios espacios interiores. Dentro de un objeto unificado dado, hay una confluencia
constante de socios asimétricos: lo real se encuentra con el vicario sensible o representante
de otro. La causalidad ocurre cuando esas barreras se eliminan o suspenden de alguna
manera. En términos del siglo XVII, la vecindad de los objetos reales y sensibles son
simplemente la ocasión para una conexión entre un objeto real dentro de la intención y otro
objeto real ubicado fuera de él. De esta manera, se construyen túneles o galerías entre
objetos que de otra forma permanecerían en cuarentena en vacíos privados (140-141).
.
No obstante esta falta de claridad en algunos aspectos, lo dicho vasta para mostrar las
relaciones de continuidad y cambio operado por la OOO de Harman respecto de la tradición
ocasionalista. Harman es uno de los primeros filósofos en intentar una propuesta de
secularización del ocasionalismo siendo esta, tal vez, una de sus mayores virtudes. En lugar
de negar a priori la necesidad y eficiencia de la relación causal en virtud de un dogma
como el de la soberanía de Dios, el ocasionalismo harmaniano propone nuevos caminos
para investigar la causalidad, no para llegar a una verdad pre-establecida por la fe, sino para
intentar comprender su naturaleza ontológica independientemente de las conclusiones a las
que esta nos pueda llevar. Por su parte, dentro de los elementos de continuidad entre el
ocasionalismo teológico de Al´Ghazali y el ocasionalismo secular de Graham Harman, el
más importante es su concepción crítica del carácter eficiente y necesario de la causalidad.
Hasta qué punto la propuesta de Harman significa una mejor opción que la de Al Ghazali y
sus sucesores es algo difícil de determinar. Sin embargo, diremos, para concluir, que la
propuesta de Harman presenta dificultades insalvables, al menos, si se la intenta armonizar
con el estado actual del conocimiento científico. Como señala Castro, “esta teoría, por
supuesto, atenta contra principios físicos firmemente establecidos: contra el principio de
acción y reacción, afirma que un objeto real puede afectar causalmente a un objeto sensible
sin que esta afección sea simétrica; y, contra el principio de conservación de la energía,
afirma que un objeto puede afectar causalmente a otro y este último a otro más sin que el
primero afecte transitivamente al tercero” (2020, 345). Tal vez la única virtud de la
propuesta harmaniana, respecto al problema de la causalidad, sea la de haber rescatado el
problema de las sombras del olvido. Bien o mal lograda, la propuesta de Harman parece
abrir una grieta en el subjetivismo dominante en buena parte del pensamiento
contemporáneo pues, como señala el propio autor,
Y con esto, damos por finalizada esta intervención. Muchas gracias por su atención.