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LA EDUCACION UVERSITARIA EN AL ERA DEL CONOCIMIENTO

La educación es nuestro pasaporte hacia el futuro, el mañana pertenece a las personas que se preparan para hoy.

Malcolm X

Licenciado Jaime E. Rodriguez V. T 4

INTRUDUCCION

La sociedad del conocimiento es la resultante de la institucionalización y progreso de la ciencia y,


como tal, se encuentra en plena fase de construcción. El conocimiento ha sido siempre un factor de
producción; no obstante, en la actualidad, la capacidad para administrar, almacenar y transmitir
grandes cantidades de información a bajo precio es un elemento central de los procesos
organizativos y de la sociedad; Más aún, en nuestra sociedad, la información se encuentra al alcance
de centenares de millones de personas a través de Internet. Así, en la actualidad existen cientos de
millones de páginas electrónicas en la red y más de 73 millones de blogs; además, se envían
alrededor de 60 mil millones de correos electrónicos diariamente. La digitalización de la información y
el empleo de Internet han facilitado un uso intensivo en la aplicación del conocimiento,
transformándolo en un factor predominante de la creación de valor tanto para las personas, como
para organizaciones y países. Consecuentemente, hoy la fuente de la ventaja competitiva reside en
la capacidad para adquirir, transmitir, y aplicar el conocimiento. Éste proporciona capacidad de
acción y decisión; otorgando poder a quienes lo poseen. Así, la sociedad del conocimiento será cada
vez más competitiva, dado que el conocimiento es ahora universalmente accesible. La creación de
un mundo de contacto digital y en donde la esfera social supera a la física, junto la interdependencia
de los mercados, favorecida por las nuevas tecnologías de información y comunicación y la apertura
de esos mercados, constituyen las características más relevantes de la globalización. La
simultaneidad e instantaneidad de los acontecimientos es otro de los rasgos de la globalización, que
se une a un contexto de apertura de mercados y al libre flujo de capitales. En este marco de análisis,
se identifican un conjunto de roles esenciales para las universidades en la sociedad del conocimiento
y en la era de la globalización. Dichos roles son la formación de capital humano avanzado, la
creación de conocimiento avanzado, y la contribución a la equidad y al desarrollo territorial. Los
mismos son tareas básicas para que las universidades puedan responder a los requerimientos de la
sociedad, fortaleciendo la competitividad del país y las oportunidades laborales de las personas.
Rol de las Universidades

La sociedad del conocimiento y la era de la globalización imponen a los sistemas universitarios


ciertos desafíos centrales para las instituciones ubicadas en cualquier parte del mundo. Primero, las
instituciones universitarias deben constituirse en un elemento básico para generar mayores niveles
de competitividad en el país. En efecto, en la sociedad del conocimiento y en un ambiente
globalizado la formación de capital humano avanzado, así como la investigación, el desarrollo y la
innovación constituyen pilares fundamentales de la ventaja competitiva para la nación y sus
organizaciones. Segundo, las instituciones universitarias deben constituirse en una fuente esencial
de oportunidades de formación continua y movilidad social. Ciertamente, la rentabilidad privada de la
educación superior universitaria es significativa y es probablemente una de las mejores inversiones
que una persona puede realizar en la sociedad actual. Tercero, las instituciones universitarias deben
velar por la calidad y pertinencia de su oferta académica, cuestión de la mayor importancia para
generar programas de formación e investigación que efectivamente impacten sobre la capacidad
competitiva del país y permitan la inserción exitosa de jóvenes de familias vulnerables al mercado del
trabajo. Cuarto, las universidades deben vincularse con su medio aportando al desarrollo de la
cultura, las artes, las letras y el desarrollo territorial. Bajo esta perspectiva, las instituciones
universitarias tienen los siguientes roles básicos; Por otro lado, más allá de la transformación que ha
supuesto en la Universidad el establecimiento de un nuevo diseño de las enseñanzas universitarias
(guías docentes, nuevas metodologías de enseñanza, nuevas formas de evaluación de los
estudiantes y, sobre todo, la integración “obligatoria” de los sistemas de garantía de calidad), se tiene
una Universidad ubicada en una nueva sociedad. Iniciado ya el siglo XXI, se está ante un mundo
caracterizado por un avance tecnológico exponencial sin precedentes y una penetración en la vida
personal y profesional en todas las edades de las Tecnologías de la Información y de la
Comunicación, que está cambiando íntegramente toda la vida de las personas, la globalización de un
modo de vida, la multiculturalidad, las crisis económicas, y hasta las crisis de pensamiento. La
Universidad, en todas sus facetas, debe responder a esta digitalización, tanto desde el punto de vista
de adecuar todos sus procesos, como desde la reflexión para comprender los nuevos actores y los
cambios en las reglas de juego que están aconteciendo en el panorama de la educación superior, los
cuales amenazan su situación de privilegio sostenida por más de ocho siglos. La universidad
publicas está en un proceso de cambio impulsado por la influencias de las nuevas tecnologías, pero
resulta paradójico que la idea actual de Universidad apenas haya cambiado en relación al concepto
tradicional de la misma y, sin embargo, hayan sido los últimos movimientos relacionados con la
tecnología educativa los que están provocando aires de cambio en los modelos de gestión
universitaria, habida cuenta de que se esté poniendo en jaque el papel predominante de la
Universidad en el panorama de la Educación Superior, especialmente por la aparición de nuevos
agentes de los que no se tenía conocimiento hace apenas un lustro. Por todo esto, no debe
replantearse la renovación únicamente por la eterna tendencia al cambio y a la evolución, sino,
además, por el ritmo impuesto por estas transformaciones y demandas sociales, culturales,
científicas y tecnológicas. Por tanto, se requiere una universidad flexible y abierta para responder a
los retos que la sociedad, el desarrollo cultural, científico, técnico y profesional le demandan en cada
momento histórico. Al mismo tiempo es necesaria independencia y autonomía para mantener su
capacidad de crítica. Debe existir también un equilibrio entre sus componentes local y universal.

Con relación, sobre las consecuencias en los procesos educativos de la Sociedad del Conocimiento,
es nuestra consideración, uno de los aspectos en donde las sociedades del conocimiento, junto con
las tecnologías de la información y el conocimiento, han incidido es en las maneras de interactuar
entre los elementos que componen las comunidades académicas y, finalmente, en el tipo de
relaciones que se establecen. A partir de ello se sigue que se ha venido a replantear la manera en
que se está formando al capital humano en los centros escolares y cómo se ha modificado la manera
en que los individuos y las organizaciones se relacionan. Por un lado, las tecnologías han facilitado
la transmisión casi instantánea de las ideas y, por consiguiente, de las acciones que ellas produzcan.
En el caso de la educación, que es lo que nos ocupa aquí, esto presenta enormes ventajas de
transmisión de contenidos y pensamientos. Por otro lado, la rapidez de emisión y respuesta presenta
el peligro de la falta de una reflexión sobre dichos contenidos y a una limitada maduración de los
procesos mentales que lleven a un manejo de la información de maneras imaginativas o
innovadoras. En el establecimiento de relaciones, las nuevas tecnologías las hacen trascender en el
tiempo y en el espacio, pues ya no es necesario que las personas, docentes y estudiantes, dialoguen
cara a cara pues ahora existen escenarios virtuales. Esta transformación va estrechamente ligada a
la transformación de las prácticas en el ámbito escolar. En el caso de las prácticas, éstas también
han sufrido cambios evidentes, pues si en el pasado inmediato estudiantes y docentes asumían
pasivamente su papel, los segundos de emisores sapientes del conocimiento, y los primeros como
receptores pasivos del mismo, en la actualidad este tipo de práctica resulta completamente
anacrónico e ineficaz en la mayoría de los casos. Ahora el docente es visto sólo como un instructor-
guía que acompaña al estudiante en su proceso de aprendizaje, mientras que éste último se asume
como responsable de su propio crecimiento intelectual, en un binomio de relación supuestamente
basado en valores como la honestidad, la responsabilidad o el compromiso, por mencionar algunos.
También las maneras que tienen los docentes de acompañar al estudiante en su proceso de
enseñanza-aprendizaje ha cambiado sustancialmente, pues ante el cúmulo de información que
existe, por ejemplo, en internet, resulta imposible que una sola mente pueda abarcar de manera
cabal tal cúmulo de información. Por ello, se requiere de la guía experta del docente, a fin de que
éste logre generar en sus estudiantes los criterios necesarios para poder discriminar la información
que resulte relevante o pertinente para las necesidades de ellos. Por otra parte, en el caso de los
procesos, éstos se han transformado definitivamente, pues no sólo se trata del proceso de
enseñanza-aprendizaje, sino de los procesos y prácticas de cómo se transmite y construye el
conocimiento; asuntos que van desde la redefinición de metodologías y recursos diversos hasta el
aprendizaje personal y en colaboración, esto es, la formación de comunidades de aprendizaje.

En relación con el reto de los docentes, podemos aportar; Uno de los problemas que enfrenta la
educación Universitaria, es el de lograr una participación más significativa por parte de los
estudiantes en el proceso de aprendizaje. Esto implica una responsabilidad muy concreta e
insoslayable del profesor. Lo primero que hay que aclarar es que esa participación de los alumnos no
se refiere al hecho de que sean ellos los que preparen y presenten al grupo "los temas",
individualmente o en equipo. Por razón obvia esto es muy cuestionable, en primer lugar, porque ellos
no tienen la preparación necesaria para poder discriminar, integrar, relacionar, una serie de
conceptos relevantes; no conocen la estructura de la disciplina. Generalmente se concretan a leer
información o presentar láminas, esquemas, etc., en forma desarticulada y descontextualizada con la
finalidad de cumplir con la tarea y obtener una calificación. Tampoco podemos seguir pensando en el
docente que va a "exponer la clase". Si convenimos en que el aprendizaje es un cambio en la forma
de actuar, pensar y sentir de un individuo como resultado de su experiencia, podemos descartar la
posibilidad de que el alumno aprenda, si sólo se concreta a contemplar la actuación del docente.
Dentro de las actividades de aprendizaje no podemos omitir el papel que le corresponde al docente
desde el punto de vista del constructivismo, que califica la enseñanza como una "ayuda ajustada" al
proceso de aprendizaje, porque ésta no puede sustituir la actividad mental de construcción del
alumno ni ocupar su lugar El aprendizaje es un proceso activo por parte del alumno, durante el cual
construye, modifica, enriquece y diversifica sus esquemas de conocimiento, a partir del sentido y
significado que puede atribuir a los contenidos escolares. Al preparar, planear o diseñar un curso, el
profesor es el que selecciona y construye los objetivos de aprendizaje, investiga sobre los
contenidos, los analiza, organiza, relaciona, prepara material de apoyo, expone y evalúa los
resultados. Si aceptamos que la educación, como la gimnasia en la que sólo se benefician de ella
quienes la practican, podemos explicarnos por qué los profesores aprenden tanto dando clases.
CONCLUSION

Si bien los requerimientos y desafíos que la sociedad del conocimiento y la era de la globalización
imponen a la educación superior en los diferentes países del orbe parecen ser de sentido común, la
evidencia en Chile muestra:

Primero, que no todas las instituciones cumplen siquiera con alguno de estos roles de manera
satisfactoria y acreditable.

Segundo, que un grupo muy reducido de instituciones cuenta con las capacidades para abordar
todos estos desafíos de manera conjunta.

Tercero, que las tareas más difíciles de asumir parecen ser la formación de capital humano
avanzado a nivel de postgrado, y la creación de conocimiento humano avanzado.

Cuarto, que de todas maneras el sistema, de manera agregada, es capaz de cumplir con los roles de
formación de capital humano avanzado de pregrado y postgrado, la creación de conocimiento
avanzado, y la vinculación con el medio, contribuyendo a la equidad y al desarrollo territorial.

Por lo demás, esta discusión conceptual es de alta relevancia y pertinencia para la definición de
políticas públicas, principalmente en países emergentes. Ciertamente, los mecanismos de mercado y
la regulación por calidad son insuficientes para lograr que los países cuenten con los mejores
esfuerzos de las universidades para lograr niveles de competitividad que les permitan efectivamente
insertarse con éxito en un mundo globalizado, en el cual la fuente de la ventaja competitiva está en el
conocimiento.

La definición de claros incentivos para que las universidades atiendan a los requerimientos de los
países, más que a sus propios intereses, así como la dotación de los recursos suficientes para que
las economías locales puedan acceder a una formación de postgrado de excelencia, es un
imperativo estratégico de primer orden, que solo se puede asumir con políticas públicas. Aunque
exista una intención democrática y de estabilidad, explícitos en las políticas de los diferentes países,
sobre los posibles beneficios específicamente para la educación, nos damos cuenta cómo estos
discursos “Educación para todos, a lo largo de toda su vida” carecen de efectividad, como lo ha
expresado repetidas veces el sociólogo argentino Juan Carlos Tedesco, al referirse a que esta
sociedad basada en el conocimiento podría ser mucho más inequitativa e injusta... porque genera
nuevas desigualdades y características distintas a las tradicionales; a esto él lo llama “nuevo
capitalismo” y, parafraseándole, nos comparte que este Orden Mundial, rompe con el pasado de los
sujetos, donde el futuro es incierto y sobre todo, para las nuevas generaciones que se quedan en la
oquedad. Finalmente, ahora no basta con evitar la brecha digital y la falta de credibilidad en el
beneficio de la educación, sino que también se corre el riesgo de no comprometernos
verdaderamente en esta transición de lo teórico a lo práctico, de aumentar la brecha entre la
academia y la sociedad. Se asistiría al divorcio de realidades entre los intelectuales y la población en
general. Pues cuando un intelectual afirma que es la voz de la razón o que es la voz de la
conciencia, no es necesariamente una de esas voces Está claro que un intelectual que no sirve a su
sociedad es un intelectual inútil, innecesario para la misma.

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