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Cantos y oraciones

de la

FRATERNIDAD SACERDOTAL SAN PÍO X


Cantos y oraciones
Todos se reúnen en la capilla después de la santa Misa.
Se reza el primer misterio del santo Rosario; al iniciar el
segundo misterio sale la procesión, rezando de manera
habitual. Al final del Rosario se cantan las:

Letanías de la Santísima Virgen María

V. Kyrie, eléison. R. Kyrie, eléison.


V. Christe, eléison. R. Christe, eléison.
V. Kyrie, eléison. R. Kyrie, eléison.
V. Christe, áudi nos. R. Christe, áudi nos.
V. Christe, exáudi nos. R. Christe, exáudi nos.

V. Pater de cælis, Deus, R. miserére nobis.


V. Fili, Redémptor mundi, Deus, R. miserére nobis.
V. Spíritus Sancte, Deus, R. miserére nobis.
V. Sancta Trínitas, unus Deus, R. miserére nobis.

V. Sancta María, R. Ora pro nobis


Sancta Dei Génetrix,
Sancta Virgo vírginum,
Mater Christi,
Mater Ecclésiæ,
Mater divínæ grátiæ,
Mater puríssima,
Mater castíssima,
Mater invioláta,
Mater intemeráta,
Mater immaculáta,
Mater amábilis,
Mater admirábilis,
Mater boni consílii,
Mater Creatóris,
Mater Salvatóris,
Virgo prudentíssima,
Virgo veneranda,
Virgo prædicánda,
Virgo potens,
Virgo clemens,
Virgo fidélis,
Speculum iustitiæ,
Sedes sapiéntiæ,
Causa nostræ laetítiæ,
Vas spirituále,
Vas honorábile,
Vas insígne devotiónis,
Rosa mystica,
Turris Davídica,
Turris ebúrnea,
Domus áurea,
Fœderis arca,
Iánua cæli,
Stella matutína,
Salus infirmórum,
Refúgium peccatórum,
Consolátrix afflictórum,
Auxílium christianórum,
Regína angelórum,
Regína patriarchárum,
Regína prophetárum,
Regína apostolórum,
Regína mártyrum,
Regína confessórum,
Regína vírginum,
Regína sanctórum ómnium,
Regína sine labe originali concépta,
Regína in cælum assúmpta,
Regína sacratíssimi rosárii,
Regína pacis,

V. Agnus Dei, qui tollis peccáta mundi.


R. Parce nobis, Dómine.

V. Agnus Dei, qui tollis peccáta mundi.


R. Exáudi nos, Dómine.

V. Agnus Dei, qui tollis peccáta mundi.


R. Miserére nobis.

V. Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios,


R. para que seamos dignos de alcanzar las promesas de
Nuestro Señor Jesucristo. Amén.

Bajo tu amparo nos acogemos, oh Santa Madre de Dios; no


desprecies las oraciones que te hacemos en nuestras
necesidades, antes bien, líbranos de todos los peligros, oh
Virgen gloriosa y bendita.

Cuando se llega a la capilla con los santos peregrinos, se


procede a:

PEDIR Y DAR POSADA

Afuera Adentro
En el nombre del cielo Aquí no es mesón,
os pido posada, sigan adelante,
pues no puede andar yo no debo abrir,
mi esposa amada. no sea algún tunante.

No seas inhumano Ya se pueden ir


tennos caridad, y no molestar,
que el Dios de los cielos porque si enfado
te lo premiará. les voy a apalear.

Venimos rendidos No me importa el nombre


desde Nazaret, déjenme dormir
yo soy carpintero pues que yo les digo
de nombre José. que no hemos de abrir.

Posada te pide, Pues si es una reina


amado casero, quien lo solicita
por solo una noche, ¿cómo es que de noche
la Reina del cielo. anda tan solita?

Mi esposa es María, ¿Eres tú José?


es Reina del cielo, ¿tu esposa es María?
y Madre va a ser Entren peregrinos,
del Divino Verbo. no los reconocía.
Dios pague, señores, ¡Dichosa la casa
vuestra caridad, que alberga este día
y que os colme el cielo a la Virgen pura,
de felicidad. la hermosa María!

Para recibir a los santos peregrinos, todos en coro cantan las


siguientes estrofas: al abrir las puertas:

Entren santos peregrinos, Esta noche es de alegría,


reciban este rincón, de gusto y de regocijo,
aunque es pobre la morada porque hospedamos aquí
os la doy de corazón. a la Madre de Dios Hijo.

Cantemos con alegría


todos al considerar
que Jesús, José y María,
nos vinieron hoy a honrar.

Después de haber entrado a la capilla, todos se hincarán con


devoción para rezar, primero el Acto de Contrición y después la
jornada que corresponde al día.

Acto de Contrición
¡Señor mío Jesucristo, Divino y Eterno Verbo y Dios Encarnado
en el seno de María Santísima! El amor que me tienes te hizo
bajar del Cielo a la Tierra hasta ponerte en un establo. ¡Oh
cuanto siento haberte cerrado las puertas de mi corazón,
dándote con ellas en la cara y haciéndome sordo a tus divinas
inspiraciones y llamamientos, cuando con tanto amor viniste a
los desiertos del mundo a buscar la oveja perdida de mi alma y
con tanto trabajo para llevarla a los apriscos de tu gloria!
Rompe, Señor, los cerrojos de este ingrato corazón mío con la
luz y conocimiento de mi aborrecible ingratitud. Si buscar
pesebre donde reclinar la cabeza, miserable pesebre es mi
corazón. Consume con el fuego de tu amor hasta las pajas de
mis imperfecciones, destruye las bestias de mis abominables
culpas, las cuales, de todo corazón me pesa de haberlas
cometido contra Ti y delante de Ti, por ser quien eres. Puesto
que viniste al mundo a buscar no a los justos sino a los
pecadores, yo soy el mayor de ellos y quien más que todos te
ha ofendido. Confío en tu misericordia, me perdonarás y me
darás gracias para saberte amar y servirte con perseverancia
hasta el fin de mi vida. Amén.

Primera Jornada
En la dulce quietud de su casa en Nazaret estaba la Santísima
Virgen y su castísimo esposo el Señor San José; un ángel
enviado por Dios apareció anunciando al santo matrimonio, que
deberían partir hacia Belén, guiados por la señal de una
estrella. Porque ahí había de nacer el Hijo de Dios. Ese día
empezaron las fatigas y trabajos dulce madre mía, humildes
peregrinos llenos de obediencia y fe que partisteis a cumplir el
mandato divino. Con el corazón os ayudaré en vuestras
jornadas y fatigas, sabré disponernos el corazón para daros
abrigo en estas noches invernales y se alegrará el alma mía al
saber que han pasado por mi casa en estas nueve jornadas la
dulcísima María y el Castísimo José.
Benditas sean las disposiciones de Dios en cada instante y
momento y obedecida su voluntad en todos los corazones. Así
sea.

Terminada la oración de cada jornada, se rezarán 9 Avemarías


y Gloria al Padre. Después de cada Avemaría se canta una de
las siguientes estrofas:

Humildes peregrinos Estrella de redención


Jesús, María y José Peregrina Inmaculada,
Mi alma doy con ellos Yo te doy mi corazón,
Mi corazón también (bis). Para que tengáis posada.

Del cielo cayó una palma ¡Oh Peregrina agraciada!


De la palma una flor, ¡Oh bellísima María!
De la flor nació María Yo te ofrezco el alma mía
Y de María, el Redentor. Para que tengáis posada.

De mi corazón quisiera
Haceros una carroza
Para que con ella fueran
El casto José y su esposa.

Despedida
Mil gracias os damos, que en esta ocasión,
posada nos disteis con leal corazón.
Pedimos al cielo que esta caridad
os premie colmándoos de felicidad.
Jesús, José y María, os doy el corazón y el alma mía. (3 veces)

Segunda Jornada
Qué dicha tan la grande la mía, ¡oh Inmaculada Virgen María!,
de teneros por Madre y medianera entre el cielo y la tierra. Y
esta mi alma pecadora se conforta al saber que, no obstante
mis innumerables culpas, esperas impaciente mi arrepenti-
miento para hacerme partícipe de las bendiciones de tu
corazón, guarda amoroso para quienes llegan a tus divinas
plantas implorando misericordia y perdón de todas sus culpas.
Bendita sea la misericordia de Dios por haber dispuesto que
fueras nuestra intercesora y Madre de los pecadores.
Bendita sea tu pureza, ¡oh celestial Princesa!, como bendito
también el castísimo san José. Así sea.

Tercera Jornada
¡Oh glorioso Patriarca San José!, que resignado y solícito,
humildemente aceptaste cumplir la misión impuesta por la
voluntad del Eterno Padre.
¡Cuántas penas tuviste que salvar, qué desprecios llegaste a
soportar para llevar a cabo el heroico cumplimiento del Divino
precepto! La obediencia y la castidad te hicieron el varón
escogido para llevar a cabo el mandato de Dios. Por eso te
reverenciamos y alabamos, por haber tenido a Dios Salvador
entre tus brazos.
Bendita sea la voluntad del Eterno Padre, cumplida en todo
momento. Así sea.

Cuarta Jornada
¡Gloriosísimo Patriarca San José!, que en unión de tu castísima
Esposa la Virgen María, llegabais humildemente pidiendo un
lugar para poder pasar una noche de vuestras caminatas, al
llegar a la tercera jornada no sabías si al día siguiente os
recibirían, pero la fortaleza de que Dios dotó a tu castísimo
corazón te hizo alcanzar las fuerzas hasta llegar al lugar que el
Ángel del Señor te había enseñado.
Haced, ¡oh dulcísima María!, que sepamos conocer la humildad
que Dios comunicó a vuestro castísimo esposo. Así sea.

Quinta Jornada
¡Oh dulcísima María Santísima!, elevada y llena de gracia
sobre todas las hijas de Sión. ¡Qué peregrinar tan humilde
supiste soportar para llevar a cabo el santo cumplimiento del
divino mandato! Sabiendo que estabas destinada a ser Madre
del Divino Salvador y Reina del Cielo, aceptabas ya también
ser Madre de los pecadores.
¡Oh Reina del Cielo y Madre mía, suprema medianera entre el
Cielo y la tierra!, alcanzadnos de vuestro divino Hijo el perdón
de nuestras culpas.

Sexta Jornada
En esta jornada consideramos, ¡oh María Santísima!, la
fortaleza de vuestro corazón amantísimo. ¡Qué caminata tan
interminable la que tuviste que salvar de Nazaret a Belén, y los
ángeles os consolaban los egoísmos, y las ofensas herían
nuevamente cuanto teníais que solicitar posada al día
siguiente!
Haced, María Santísima, que mi corazón os desagravie junto
con vuestro castísimo esposo el señor san José, y que este
ejemplo que me enseñáis jamás se aparte de mi corazón, para
que siempre viva alabándoos y glorificándoos eternamente. Así
sea.

Séptima Jornada
¡Madre Purísima María y Castísimo Señor San José!, que en
medio de los rigores invernales camináis penosamente
pidiendo de casa en casa un lugar donde pasar la noche y así
descansar de las fatigas de la caminata, yo os acompaño, ¡oh
humildes peregrinos!, os doy posada en este corazón pecador,
y os prometo enmienda completa de todas mis faltas.
Caminaré con alegría porque está cercano el día en que ha de
nacer mi redentor, mi Jesús, y tú le dirás que soy tu hijo, ¡oh
Purísima María! Así sea.

Octava Jornada
¡Padre infinitamente grande y poderoso!, con cuanto amor
consideramos las fatigas y penalidades que han pasado mi
Madre Santísima María y su castísimo esposo el señor san
José. Ahora que llegan casi al final del camino trazado por Ti, a
pesar de sus penalidades y sufrimientos deben tener en su
alma un gozo muy grande, pues está cercano el momento de
estrechar en sus amantísimos brazos al Niño Dios, al Salvador
del mundo, a quien vamos a cantar con alegría y amor en
nuestro corazón. Así sea.

Novena Jornada
La estrella de redención se detiene en la ciudad de Belén, que
se engalana con los fulgores de su luz.
Nuestro corazón se llena de regocijo al saber que viene al
mundo el Hijo de Dios vivo, nuestro Salvador.
Al igual que los profetas, todos cantamos alabándote:
“¡Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de
buena voluntad!”.
Humildemente reverenciamos a los tres dulces nombres de
Jesús, María y José. El de mi divino Jesús, porque quiso nacer
en un pesebre para enseñarnos la humildad gloriosa de su
corazón. El de mi Madre amorosísima, la Virgen María, porque
habiendo nacido nuestro Salvador en sus purísimas entrañas,
nos enseñó el dolor de ver a su santísimo Hijo apostrofado,
humillado y crucificado para salvarnos del pecado. Y el del
Patriarca San José, porque resignado y callado, obedeció y
cumplió la voluntad divina del Eterno Padre. Así sea.
Los pastores a Belén El niño del tambor
Los pastores a belén
 El camino
corren presurosos
 que lleva a Belén 

llevan de tanto correr
 baja hasta el valle
los zapatos rotos.
 que la nieve cubrió. 


Los pastorcillos
Hay hay hay 

quieren ver a su Rey, 

que alegres van
 le traen regalos
hay hay hay 
 en su humilde zurrón 

si volverán.
 al Redentor, al Redentor. 


 

Con la pan pan pan
 Yo quisiera
con la de de de 
 poner a tus pies 

con la pan con la de
 algún presente
con la pandereta
 que te agrade Señor, 

y las castañuelas.
 mas Tú ya sabes

 que soy pobre también, 

y no poseo más que un
Un pastor se tropezó

viejo tambor. 

a media vereda

(rom pom pom pom, rom
y un borreguito grito:
 pom pom pom) 

¡este aquí se queda!
 ¡En tu honor

 frente al portal tocaré 

Hay hay hay 
 con mi tambor! 
que alegres van
 

hay hay hay 
 El camino
si volverán.
 que lleva a Belén 


 voy marcando
Con la pan pan pan
 con mi viejo tambor, 

con la de de de 
 nada hay mejor
con la pan con la de
 que yo pueda ofrecer, 

con la pandereta
 su ronco acento
y las castañuelas. es un canto de amor 

al Redentor, al Redentor. 


Cuando Dios me vió
tocando ante Él me
sonrió.

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