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de la
Afuera Adentro
En el nombre del cielo Aquí no es mesón,
os pido posada, sigan adelante,
pues no puede andar yo no debo abrir,
mi esposa amada. no sea algún tunante.
Primera Jornada
En la dulce quietud de su casa en Nazaret estaba la Santísima
Virgen y su castísimo esposo el Señor San José; un ángel
enviado por Dios apareció anunciando al santo matrimonio, que
deberían partir hacia Belén, guiados por la señal de una
estrella. Porque ahí había de nacer el Hijo de Dios. Ese día
empezaron las fatigas y trabajos dulce madre mía, humildes
peregrinos llenos de obediencia y fe que partisteis a cumplir el
mandato divino. Con el corazón os ayudaré en vuestras
jornadas y fatigas, sabré disponernos el corazón para daros
abrigo en estas noches invernales y se alegrará el alma mía al
saber que han pasado por mi casa en estas nueve jornadas la
dulcísima María y el Castísimo José.
Benditas sean las disposiciones de Dios en cada instante y
momento y obedecida su voluntad en todos los corazones. Así
sea.
De mi corazón quisiera
Haceros una carroza
Para que con ella fueran
El casto José y su esposa.
Despedida
Mil gracias os damos, que en esta ocasión,
posada nos disteis con leal corazón.
Pedimos al cielo que esta caridad
os premie colmándoos de felicidad.
Jesús, José y María, os doy el corazón y el alma mía. (3 veces)
Segunda Jornada
Qué dicha tan la grande la mía, ¡oh Inmaculada Virgen María!,
de teneros por Madre y medianera entre el cielo y la tierra. Y
esta mi alma pecadora se conforta al saber que, no obstante
mis innumerables culpas, esperas impaciente mi arrepenti-
miento para hacerme partícipe de las bendiciones de tu
corazón, guarda amoroso para quienes llegan a tus divinas
plantas implorando misericordia y perdón de todas sus culpas.
Bendita sea la misericordia de Dios por haber dispuesto que
fueras nuestra intercesora y Madre de los pecadores.
Bendita sea tu pureza, ¡oh celestial Princesa!, como bendito
también el castísimo san José. Así sea.
Tercera Jornada
¡Oh glorioso Patriarca San José!, que resignado y solícito,
humildemente aceptaste cumplir la misión impuesta por la
voluntad del Eterno Padre.
¡Cuántas penas tuviste que salvar, qué desprecios llegaste a
soportar para llevar a cabo el heroico cumplimiento del Divino
precepto! La obediencia y la castidad te hicieron el varón
escogido para llevar a cabo el mandato de Dios. Por eso te
reverenciamos y alabamos, por haber tenido a Dios Salvador
entre tus brazos.
Bendita sea la voluntad del Eterno Padre, cumplida en todo
momento. Así sea.
Cuarta Jornada
¡Gloriosísimo Patriarca San José!, que en unión de tu castísima
Esposa la Virgen María, llegabais humildemente pidiendo un
lugar para poder pasar una noche de vuestras caminatas, al
llegar a la tercera jornada no sabías si al día siguiente os
recibirían, pero la fortaleza de que Dios dotó a tu castísimo
corazón te hizo alcanzar las fuerzas hasta llegar al lugar que el
Ángel del Señor te había enseñado.
Haced, ¡oh dulcísima María!, que sepamos conocer la humildad
que Dios comunicó a vuestro castísimo esposo. Así sea.
Quinta Jornada
¡Oh dulcísima María Santísima!, elevada y llena de gracia
sobre todas las hijas de Sión. ¡Qué peregrinar tan humilde
supiste soportar para llevar a cabo el santo cumplimiento del
divino mandato! Sabiendo que estabas destinada a ser Madre
del Divino Salvador y Reina del Cielo, aceptabas ya también
ser Madre de los pecadores.
¡Oh Reina del Cielo y Madre mía, suprema medianera entre el
Cielo y la tierra!, alcanzadnos de vuestro divino Hijo el perdón
de nuestras culpas.
Sexta Jornada
En esta jornada consideramos, ¡oh María Santísima!, la
fortaleza de vuestro corazón amantísimo. ¡Qué caminata tan
interminable la que tuviste que salvar de Nazaret a Belén, y los
ángeles os consolaban los egoísmos, y las ofensas herían
nuevamente cuanto teníais que solicitar posada al día
siguiente!
Haced, María Santísima, que mi corazón os desagravie junto
con vuestro castísimo esposo el señor san José, y que este
ejemplo que me enseñáis jamás se aparte de mi corazón, para
que siempre viva alabándoos y glorificándoos eternamente. Así
sea.
Séptima Jornada
¡Madre Purísima María y Castísimo Señor San José!, que en
medio de los rigores invernales camináis penosamente
pidiendo de casa en casa un lugar donde pasar la noche y así
descansar de las fatigas de la caminata, yo os acompaño, ¡oh
humildes peregrinos!, os doy posada en este corazón pecador,
y os prometo enmienda completa de todas mis faltas.
Caminaré con alegría porque está cercano el día en que ha de
nacer mi redentor, mi Jesús, y tú le dirás que soy tu hijo, ¡oh
Purísima María! Así sea.
Octava Jornada
¡Padre infinitamente grande y poderoso!, con cuanto amor
consideramos las fatigas y penalidades que han pasado mi
Madre Santísima María y su castísimo esposo el señor san
José. Ahora que llegan casi al final del camino trazado por Ti, a
pesar de sus penalidades y sufrimientos deben tener en su
alma un gozo muy grande, pues está cercano el momento de
estrechar en sus amantísimos brazos al Niño Dios, al Salvador
del mundo, a quien vamos a cantar con alegría y amor en
nuestro corazón. Así sea.
Novena Jornada
La estrella de redención se detiene en la ciudad de Belén, que
se engalana con los fulgores de su luz.
Nuestro corazón se llena de regocijo al saber que viene al
mundo el Hijo de Dios vivo, nuestro Salvador.
Al igual que los profetas, todos cantamos alabándote:
“¡Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de
buena voluntad!”.
Humildemente reverenciamos a los tres dulces nombres de
Jesús, María y José. El de mi divino Jesús, porque quiso nacer
en un pesebre para enseñarnos la humildad gloriosa de su
corazón. El de mi Madre amorosísima, la Virgen María, porque
habiendo nacido nuestro Salvador en sus purísimas entrañas,
nos enseñó el dolor de ver a su santísimo Hijo apostrofado,
humillado y crucificado para salvarnos del pecado. Y el del
Patriarca San José, porque resignado y callado, obedeció y
cumplió la voluntad divina del Eterno Padre. Así sea.
Los pastores a Belén El niño del tambor
Los pastores a belén
El camino
corren presurosos
que lleva a Belén
llevan de tanto correr
baja hasta el valle
los zapatos rotos.
que la nieve cubrió.
Los pastorcillos
Hay hay hay
quieren ver a su Rey,
que alegres van
le traen regalos
hay hay hay
en su humilde zurrón
si volverán.
al Redentor, al Redentor.
Con la pan pan pan
Yo quisiera
con la de de de
poner a tus pies
con la pan con la de
algún presente
con la pandereta
que te agrade Señor,
y las castañuelas.
mas Tú ya sabes
que soy pobre también,
y no poseo más que un
Un pastor se tropezó
viejo tambor.
a media vereda
(rom pom pom pom, rom
y un borreguito grito:
pom pom pom)
¡este aquí se queda!
¡En tu honor
frente al portal tocaré
Hay hay hay
con mi tambor!
que alegres van
hay hay hay
El camino
si volverán.
que lleva a Belén
voy marcando
Con la pan pan pan
con mi viejo tambor,
con la de de de
nada hay mejor
con la pan con la de
que yo pueda ofrecer,
con la pandereta
su ronco acento
y las castañuelas. es un canto de amor
al Redentor, al Redentor.
Cuando Dios me vió
tocando ante Él me
sonrió.