Está en la página 1de 3

242 HISTORIA D E AM ÉRICA LATINA

rricense en los 4 años que van de 1982 a 1983, un total de 599,5 millones de dó­
lares. Estos recursos, que paradójicam ente obviaban las transform aciones urgen­
tes y necesarias requeridas en el país, se m antenían estrecham ente ligados al
cum plim iento de los recursos con el Fondo M onetario y a la evolución política de
los asuntos centroamericanos.
Tal política pospuso nuevam ente los problemas, agravando la m agnitud de
sus causas. Sin embargo, restableció la confianza, m antuvo la paz social y evitó
ciertos efectos sociales negativos y peligrosos, casi inevitables, dado el deterioro
causado por la crisis. Esto no se logró, ciertam ente, en virtud de las propias recti­
ficaciones gubernam entales fueron más bien las concesiones y ayudas financieras
de los Estados U nidos las que contribuyeron a crear tal clima en más de un sen­
tido de carácter artificial que les era indispensable para influir decisivamente en
el establecim iento de un nuevo punto de equilibrio en las convulsas circunstan­
cias centroam ericanas.
La ayuda externa y su nueva orientación al sector privado, tuvo otra conse­
cuencia social significativa y menos visible. Esta fue la posibilidad de que se es­
tableciera una fracción social, capaz de reunir en sí el poder económico, financie­
ro, social y político necesarios, para constituirse en la fuerza hegemónica que
quebrara el em pate social paralizante de la sociedad costarricense.
Las concesiones hechas a presiones y políticas internacionales que m iraban
claram ente el m onopolio estatal sobre la banca y los depósitos, si bien respondía
a dem andas reales tanto del exterior como nacionales, generó un sector financie­
ro privado que sintetizaba en su composición, el variado espectro de los sectores
sociales dom inantes costarricenses.
Sin embargo, este sector carecía en realidad de poder económico y financie­
ro autónom o. Básicamente especulativo, sus actividades tenían m ucho que ver
con el favorecim iento y las políticas externas de ayuda económica al país. La ca­
nalización de tales recursos ya no por la vía pública estatal tradicional, sino por
conductos privados, fortalecía a estos grupos y los convertía en interlocutores pri­
vilegiados de los dispensadores de la ayuda externa. Internam ente, y precisam en­
te por sus vínculos externos, los hacia interlocutores obligados de los otros secto­
res sociales, que se neutralizaban recíprocam ente.
E l peso financiero internacional a favor de esta nueva fracción social, de vo­
cación hegem ónica y ubicación privilegiada, podía quebrar el equilibrio parali­
zante en que había desem bocado el desarrollo social de Costa Rica.
Pero donde estaba la fuerza estaba la debilidad. Dos factores influyeron para
poner un limite al crecim iento de esta nueva fracción social em ergida en Costa
Rica a partir de 1982. E n prim er térm ino, su dependencia de la ayuda externa y
del favorecim iento privilegiado que se brindaba a sus actividades, se veía condi­
cionado por los vaivenes de la ayuda misma y por la situación económica inter­
nacional, en cuanto a políticas, recursos disponibles, tasas de interés, etc. A l m o­
dificarse el carácter favorable de estos, el im pacto sobre el sector financiero local
era inmediato. Eso fue lo que em pezó a suceder relativam ente pronto. E n segun­
do lugar, el m anejo de recursos m onetarios masivos, la relación con el público y
limitación objetiva de las posibilidades de inversión productiva, más allá de
transacciones en m oneda extranjera y valores del Estado, jugó un rol negativo.
U na p arte im portante de las actividades especulativas tuvo que ver con las trans­
acciones en divisas, en muchos casos con mal disimulados roces legales, dadas las
COSTA RICA D ESD E 1930 243

restricciones establecidas en este sentido por la ley y el Banco Central. Esos y


otros hechos provocaron escándalos financieros y bancarrotas múltiples. Todo
ello ha erosionado sustantivam ente la confianza del público, en la estabilidad y
garantía de tales entes financieros y ha fortalecido de rebote al sistema bancario
nacional.
Todo pareciera indicar que si bien una nueva fracción social ha ido em er­
giendo en el país, vinculada a la actividad financiera, ha sucedido con ella como
ocurrió con las fracciones en que se subdivide la sociedad costarricense. El nue­
vo grupo financiero, al fin de cuentas, carece de la fuerza requerida para poder
establecer hegem ónicam ente un proyecto político propio, y no parecen haber, en
un futuro, condiciones para que lo haga.
Todo esto hace que la situación nacional, unida a la regional, se combine
para atraer al país intereses y supervisiones externos prácticam ente incontrasta­
bles. E l legado dem ocrático de Costa Rica, sin em bargo se ha visto fortalecido a
pesar de los avatares y crisis de los modelos de desarrollo seguidos hasta hoy. E s­
tos m uestran un carácter dual, con im portantes logros sociales y políticos, y con
graves y peligrosas m anifestaciones negativas. E l régimen dem ocrático costarri­
cense, en medio de esta crisis, pugna sin em bargo por encontrar su m anifestación
propia y por convertirse en factor de preservación de su nacionalidad. La actual
situación internacional, agravada por las tensiones en la región, privilegia en cier­
to m odo los valores del sistema dem ocrático de vida del costarricense. Sus índi­
ces de salud y de educación son de los más altos en Am érica Latina; el régimen
de opinión pública, partidos políticos, elecciones libres y respeto a los derechos
humanos, constituyen verdaderos hitos y realizaciones de un pueblo que ha sabi­
do, en m edio de la escasez de recursos y los problem as inherentes a su subdesa-
rrollo y dependencia, preservar su fisonomía como pueblo soberano, dem ocráti­
co e independiente. La abolición del ejército y su repudio tradicional al
militarismo; su resistencia a convertirse en peón pasivo del ajedrez m undial, y a
claudicar de su orientación pacífica y dem ocrática, se corresponden con un des­
arrollo histórico propio y una experiencia de vida sui generis, en toda la historia
de los países que form an la A m érica C entral y la cuenca del Caribe.
Hoy, todo ello se ve som etido a la presión de tendencias disolventes de ori­
gen interno, regional y mundial. Por ahora, la política dem ocrática y pacifista fa­
vorece claram ente la viabilidad histórica de la sociedad costarricense. La guerra,
la pobreza, la supeditación de los intereses nacionales a los de la banca mundial,
o a las percepciones inm ediatas de corto plazo de potencias amigas, o bien a los
cálculos anti-norteam ericanos de potencias hegemónicas adversarias, que buscan
convertir C entroam érica en nuevo campo de batalla, cuestionan de raíz esa via­
bilidad nacional.
La elección en 1936 del Dr. Óscar A rias para el período 1986-1990, ha per­
mitido, destacar este aspecto nacional, dem ocrático y pacifista de Costa Rica. Por
esto mismo fue el país propuesto varías veces como candidato al Prem io Nobel
de la Paz, que finalm ente le fue concedido al presidente Arias por la form ulación
de su Plan de Paz para Centroam érica. Sin embargo, los retos internos no son
menos graves y peligrosos que los externos, con la desventaja de que muchos de
ellos son m enos visibles y espectaculares.
Tales son los peligros y tales las oportunidades. E n el pasado, el pueblo cos­
tarricense m ostró la sagacidad y la tenacidad suficientes para, rem ontar condi-
La Z ona del Canal de Panam á

También podría gustarte