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Reflexión parala primera reunión del grupo diversidad

Muchas hermanas parece que tienen daltonismo, les mortifica tanto que no pueden ver nuestros
colores brillantes y nos ven como las ovejas negras, “hay esas ovejas negras”, Jesús predicaba en
la sinagoga, y les causaba indignación sorpresa desconfianza, ver que alguien como Jesús, es
decir alguien de origen humilde, de una familia normal de Nazaret se atreviera a enseñar en el
templo. Nadie es profeta en su tierra, les dice Jesús pues no se le reconoce ni se le acepta ni en su
propia familia, ni en su propia casa. Igual que él, nosotras hacemos rebaños aparte porque siguen
sin aceptarnos, porque en nuestras iglesias se nos discrimina, estigmatiza, incluso todavía hoy se
nos trata de “curar”. Como si fuéramos los modernos leprosos, apestados, que no pueden entrar
en iglesias decentes y santas.
Ya que según ellos Dios, no nos quiere. Y nos solamente somos diversos, somo hombres y
mujeres pobres, desempleadas, obreras, indígenas, padres, madres que han formado familias a
bases de protestas, y dolorosas exclusiones. En este mundo cada día mas polarizado en el que
solo existimos pobres y ricos y mucho más pobres. Muchas de nosotras nos hemos reubicado en
espacios donde se nos respete nuestra identidad cristiana. Donde no se nos violente, donde
podemos adorar a la divinidad sin censura, donde podamos recibir su amoroso abrazo
sintiéndonos creaturas dignas de la creación.
Y somos seguidoras de Jesús, aunque nos sigan llamando “ovejas negras” algunas y algunos
hemos intentado los pasos de Jesús llevando las buenas nuevas, no somos rechazadas por Dios
madre-Padre, Dios no hace acepción de personas. Dios ama la diversidad sexual y nos ha creado
tal cual somos. Naturalmente estas afirmaciones causan retortijones en nuestras hermanas y
hermanos que se sienten poseedores de la verdad absoluta. Esos que toman la biblia para
golpearnos con ella.
La experiencia de muchas es no quedarse en esos espacios en donde les aceptan, en donde no son
bien recibido, en donde a pesar de las palabras lindas, el ambiente espiritual y en paz, se les sigue
viendo como “oveja negra”, sobre todo cuando en esos espacios se niega nuestra identidad. Una
persona de tercera o quinta clase. Para algunas de nuestras iglesias, somos clasificadas como
enfermas, no vamos a cambiar nuestra identidad. Solo Dios en su infinita sabiduría sabrá como
en algún día en algún momento, a lo mejor deposita semillas de compasión, claridad en sus
mentes y corazones en quienes hoy por hoy dicen amara a Dios, mientras que, al mismo tiempo,
rechazan, excluyen a la persona diferente. La verdad hay sobradas razones para saber que esto no
va a suceder pronto.
Ya no estamos dispuestas de que se nos ame a medias, a cuartas. Ya no estamos dispuestas a
seguir escuchando condena a la homosexualidad que Jesús no pronunció. Y no pasaremos la
tortura psicológica de querer expulsar de nosotras los demonios que nos hacen actuar como
actuamos.

Las palabras de aliento, de aceptación, inclusión que no llegaron a nosotras en nuestras Iglesias.

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