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UNIVERSIDAD TECNICA DE COMERCIALIZACION Y DESARROLLO

Facultad de Derecho Notarial y Ciencias Sociales

TRABAJO PRÁCTICO E INVESTIGACIÓN

DERECHO POLÍTICO
TEMA:

UNIDAD 17: LAS NUEVAS TENDENCIAS POLITCAS DE LA


POST-GUERRA EUROPEA

ALUMNO: OSCAR ALBERTO CICIOLLI PORTA

ÁREA DE FORMACIÓN: PROFESIONAL

CURSO: QUINTO CURSO

CARRERA: DERECHO

Asunción- Paraguay
Año-2021
INDICE

INTRODUCCIÓN.............................................................................................................1

DESARROLLO DEL TRABAJO.....................................................................................2

LAS NUEVAS TENDENCIAS POLÍTICAS DE LA POST GUERRA EUROPEA......2

EL ESTADO ECONOMICO............................................................................................2

EL ESTADO POLITICO..................................................................................................3

LA REPRESENTACION EN LAS CLASES. LENIIN, TROTZKY, STALIN...............4

LENIIN..............................................................................................................................4

TROTZKY........................................................................................................................5

STALIN.............................................................................................................................8

CONCLUSIÓN.................................................................................................................9

BIBLIOGRAFÍA.............................................................................................................10
INTRODUCCIÓN
En este trabajo se describe acerca de las Nuevas Tendencias Políticas de la
Posguerra Europea, se describe sobre el estado económico y político y por
último sobre la representación en las clases; Lenin, Trotzky, Stalin.

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DESARROLLO DEL TRABAJO

LAS NUEVAS TENDENCIAS POLÍTICAS DE LA POST-GUERRA


EUROPEA
La posguerra de la segunda guerra mundial, es el período de la historia que
siguió al fin de la segunda guerra mundial. Este periodo fue definido por el
declive de los imperios coloniales europeos y el surgimiento simultáneo de
dos superpotencias: la Unión Soviética (URSS) y los Estados Unidos (EE.

EL ESTADO ECONOMICO
Concluida la Segunda Guerra Mundial, entre las décadas de 1950 y 1970, algunos
países experimentaron un crecimiento nunca antes visto en la economía. Entre ellos,
Estados Unidos se perfiló como líder, su territorio -a diferencia del de las naciones
europeas- no fue dañado por la guerra en infraestructura urbana ni industrial, lo que le
permitió potenciar el desarrollo de los sectores primarios de producción como la
agricultura y la industria. Por otro lado, la producción de armamento bélico que generó
este país siguió en curso aún llegada la paz, esta vez estimulada por la Guerra Fría y la
Guerra de Corea.

En paralelo, la población siguió aumentando y demandando los nuevos productos de


consumo y tecnologías que comenzaban a ofrecerse. Se utilizaba el dinero ahorrado en
los años austeros que vivieron mientras duró la guerra y más tarde aprovecharon la
tendencia de aumentos salariales del periodo, destacándose en este sentido la
proliferante clase media.

Estados Unidos expandió su economía a través de empresas transnacionales que


comenzaron a operar en distintos países de acuerdo a los intereses de corporaciones
norteamericanas. Estas nuevas empresas movilizaron la industria, el consumo y el
trabajo en sectores que se habían visto afectados por la guerra. Destacan aquellas
dedicadas a la minería e hidrocarburos como el petroleo, corporaciones bancarias,
farmaceúticas, automotriz y otras más diversas como las de consumo masivo entre ellas
McDonald’s y Coca-Cola.

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Las transnacionales, características del escenario que comenzó a desarrollarse hacia la
segunda mitad del siglo XX, son en reflejo de la globalización económica que se
extendió por el globo.

La inversión y la facilidad de crédito son otro eje que explica la prosperidad económica
de la posguerra. Para la Europa destruida, Estados Unidos proporcionó un plan de ayuda
monetaria: el Plan Marshall que a través de una serie de medidas, además de pretender
frenar la simpatía con los sectores comunistas, favoreció el crecimiento económico de la
región. En 1948, a fin de administrar los recursos obtenidos de parte de Estados Unidos,
algunos de los países europeos se agruparon en la Organización Europera para la
Coperación Económica (OECE), predecesora de la actual OCDE.

Al recuperar su industria, la sociedad europea estimuló la demanda de bienes de


consumo y del estilo de vida norteamericano que se vislumbraba a través de la industria
cinematográfica y la televisión. Estos factores permitieron que el escenario de
prosperidad se asentara más allá de las fronteras estadounidenses.

Tanto en el caso norteamericano como en el europeo, la estimulación de la industria así


como el desarrollo de las transnacionales jugaron un rol importante en la bonanza
económica, pero no debe desestimarse el papel del consumo en esta ecuación. En este
respecto, los aumentos en los salarios, duplicados en comparación con cifras anteriores,
fueron decisivos para aumentar la demanda a la industria y propagar la sensación de
prosperidad económica.

EL ESTADO POLITICO
Se trató de una serie de políticas y estrategias de los Estados para intervenir en la
creciente economía capitalista en favor de los sectores sociales mayoritarios de un país.

Una vez que la prosperidad económica comenzó a establecerse, la sociedad comenzó a


demandar mayores garantías económicas tanto a la industria como al Estado.
Principalmente en Europa, los estados intervinieron regulando legislativamente aspectos
laborales como sueldos mínimos, seguros y otros derechos para los trabajadores. Esta
intromisión estatal significó un nuevo paradigma en el modelo económico capitalista
que reinaba.

Pero los Estados además invirtieron sus recursos en beneficios para sus ciudadanos. De
este modo la salud, la educación, la vivienda y otros recibieron subvención de parte de

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los gobiernos o se crearon organismos que satisficieron éstas necesidades aceptándolas
ahora como derechos. El Estado comenzó a intervenir en la economía para velar por el
bienestar de los sujetos.

La prosperidad económica y el estado de bienestar tuvieron auge y expansión entre los


años 1945 y 1973 correspondiendo con el fin de la Segunda Guerra Mundial y la Crisis
del Petroleo respectivamente.

LA REPRESENTACION EN LAS CLASES. LENIN, TROTZKY,


STALIN

LENIN
Lenin, cuyo verdadero nombre era Vladimir llich Ulianov, nació en Simbirsk (hoy
Ulianovsk), en las riberas del Volga, el 22 de abril de 1870. Arriba a la derecha, la casa
en que transcurrió la infancia de Lenin. A la derecha, la familia Ulianov: la madre,
Maria Alexandrovna, el padre, Ilia Nikolayevich, y los hijos. Lenin, sentado en el
extremo derecha, tenía entonces nueve años. Arriba, Lenin a los diecisiete años, al
terminar con gran brillantez sus estudios secundarios[ CITATION Mar97 \l 3082 ].

Militó desde su juventud en la izquierda política revolucionaria. Durante sus estudios


universitarios fue arrestado y exiliado durante tres años en Siberia. Luego huyó a varios
países de Europa occidental, y llegó a convertirse en un destacado teórico del partido.
En 1903 tuvo un papel clave en el cisma vivido por el POSDR, erigiéndose en líder de
la facción bolchevique, en contraposición a la facción menchevique liderada por Yuli
Mártov. Regresó a Rusia durante un breve periodo de tiempo con motivo de la
Revolución de 1905. En 1914, con el estallido de la Primera Guerra Mundial, empezó a
hacer campaña para transformar la guerra en Europa en una revolución de todo el
proletariado.

Ya en el poder, Lenin procedió a aplicar distintas reformas socialistas que incluían la


transferencia del control de propiedades y tierras de manos de la aristocracia, la antigua
corona o terratenientes al Estado o a los trabajadores soviéticos. Frente a la amenaza de
una invasión por parte del Imperio Alemán, firmó un tratado de paz que llevó a su salida
de la Primera Guerra Mundial. En 1921, el gobierno de Lenin instauró la Nueva Política
Económica, que combinaba elementos socialistas y capitalistas y que inició el proceso

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de industrialización y recuperación del país tras la guerra civil rusa, un duro conflicto
que incluyó la participación de diez naciones extranjeras contra el nuevo Estado
soviético. Así mismo, se puede decir que Lenin no defiende la cultura como un objeto
precioso, como una admirable reliquia, sino como un instrumento vivo para despertar la
conciencia, es decir, como un momento en la lucha del proletariado por su
emancipación que a la larga debe, engendrar una cultura superior a la cultura burguesa,
cultura que no destruirá sino que la transcenderá integrándola en un mundo del que
habrán desaparecido la explotación del hombre por el hombre, las clases antagónicas, la
lucha de clases, la división entre el trabajo manual y el intelectual, rasgos todos ellos
que han dejado su impronta incluso en los más altos productos de la cultura burguesa.

TROTZKY
Trotsky no solo fue el tribuno del Sóviet de Petrogrado y el artífice de la toma del
poder. Fue también el que negoció con los imperios centrales en la ciudad de Brest-
Litovsk la salida de Rusia de la guerra, el organizador del Ejército Rojo que combatía en
varios frentes al mismo tiempo a los ejércitos blancos de la contrarrevolución, el
propulsor de la industrialización soviética acelerada, el estratega de la Internacional
Comunista que seguía al día con notable versación los acontecimientos políticos de
Alemania, Inglaterra, Francia o China. Al mismo tiempo, el escritor que se dejaba
tiempo para producir en 1923, en medio del fragor de la revolución, obras como
Literatura y Revolución o Problemas de la vida cotidiana.

Trotsky no fue solo un gran escritor, fue también un gran lector. Como llevó una vida
errante buena parte de su existencia, solía frecuentar las bibliotecas públicas de las
ciudades en las que le tocaba vivir. Los tiempos de reflujo, incluso en situaciones de
prisión, favorecían entre los militantes la organización de proyectos de lectura y estudio,
así como balances histórico-políticos de mayor aliento. Los tiempos más sobresaltados
de movilización, en cambio, dejaron escasos márgenes para este tipo de esfuerzos
sostenidos. Sin embargo, Trotsky encontraba el modo de seguir leyendo y escribiendo.
Así lo reconoce en Mi Vida, su autobiografía escrita durante su exilio en la isla turca de
Prinkipo, tras su expulsión de la Unión Soviética:

«Para mí, los mejores y más caros productos de la civilización han sido siempre –y lo
siguen siendo– un libro bien escrito, en cuyas páginas haya algún pensamiento nuevo, y
una pluma bien tajada con la que poder comunicar a los demás los míos propios. Jamás

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me ha abandonado el deseo de aprender, ¡y cuántas veces, en medio de los ajetreos de
mi vida, no me ha atosigado la sensación de que la labor revolucionaria me impedía
estudiar metódicamente! Sin embargo, casi un tercio de siglo de esa vida se ha
consagrado por entero a la revolución. Y si empezara a vivir de nuevo, seguiría sin
vacilar el mismo camino».[ CITATION Hor20 \l 3082 ].

Es así que durante su exilio en Turquía y en Francia, y más tarde en México, andaba con
su gran biblioteca a cuestas. Uno de sus mayores logros como escritor fueron los dos
volúmenes de su Historia de la Revolución Rusa. Como Tucídides, que había sido
estratega de Atenas y autor de la Historia de la Guerra del Peloponeso, Trotsky fue al
mismo tiempo protagonista e historiador.

Trotsky ya aparece ante sus contemporáneos como una de las grandes figuras históricas
del siglo XX. Aunque es posible hallar en el siglo XIX ejemplos notables de figuras que
podían conjugar al mismo tiempo y con brillantez el estadista con el pensador –pienso
en un Jefferson, en un Thiers, o en un Sarmiento–, en el siglo XX no abundaron los
intelectuales en el poder, si exceptuamos casos aislados como el de Thomas Masaryk al
frente de la República Checa, o más recientemente Fernando Henrique Cardoso en
Brasil. Trotsky aparece como un caso extraordinario en el que se unen de modo
indisociable el estadista revolucionario y el pensador de relieve internacional, el
Tucídides capaz de liderar una revolución y pocos años después consagrarle un libro
histórico.

Pero además, Trotsky fue protagonista de un drama histórico sin precedentes: un


revolucionario que, apenas después de seis años de conquistado el poder, rechazaba el
curso que estaba adoptando el «Estado obrero» que él mismo había contribuido a forjar.
El drama épico dejaba ahora lugar a la tragedia. Una vez más, como ocurrió en un siglo
atrás en Francia, la Revolución se devoraba a sus propios hijos. Pero aquí uno de ellos,
acaso el más brillante, se atrevía a retar al destino. Trotsky aparece ante el mundo como
el protagonista de una tragedia en el sentido clásico del término, en la cual el héroe, si
bien conoce el curso histórico que el destino ya ha fijado, no puede sino asumir el deber
revolucionario de desafiarlo. Trotsky no creía, por supuesto, en un destino
preestablecido, pero como marxista clásico sabía que la dinámica histórica –en la Unión
Soviética y en el mundo entero– había tomado un curso muy difícil de torcer, y que la
relación de fuerzas le era absolutamente desfavorable. Como escribió Guillermo

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Cabrera Infante en Tres tristes tigres: Trotsky fue el «profeta de una religión herética:
mesías y apóstol y hereje en una sola pieza».

Cuando, en palabras de Victor Serge, era medianoche en el siglo, o tiempos de


oscuridad, como los llamó Hannah Arendt a los años 30, los textos de Trotsky
alumbraron un haz de lucidez al mismo tiempo que ofrecieron un cierto optimismo (al
menos un optimismo histórico, desplazado hacia el futuro). Solo una porción muy
pequeña del mundo se sumó entonces a las filas del trotskismo, pero desde todos los
rincones del globo se siguió con expectación el itinerario y la palabra del judío errante
que ningún Estado se atrevía a alojar. Exiliado, perseguido, asediado incluso, ya sea
refugiado en una lejana isla de Turquía o en el México del general Lázaro Cárdenas,
Trotsky era capaz de lanzar en el lapso de diez años cientos de artículos y una docena de
libros que ofrecían claves preciosas para comprender la historia presente. Con su visión
internacionalista, su cultura cosmopolita y su manejo de media docena de lenguas
modernas, era capaz de analizar con lucidez la emergencia del fascismo en Alemania, la
tragedia de la revolución española envuelta en una guerra civil, la Francia del Frente
Popular, la decadencia del Imperio británico, la burocratización de la Unión Soviética,
la situación de los comunistas chinos o los límites de las políticas económicas bajo el
New Deal.

A Trotsky le tocó afrontar la mayor prueba a que la historia puede someter a un


revolucionario: su desencuentro con los resultados de la revolución. Lenin lo entrevió
en sus últimos años de vida, calificando a la Unión Soviética que él mismo había
contribuido como nadie a forjar, como un «Estado obrero con deformaciones
burocráticas». Pero no alcanzó a vivir para enfrentarlas. Trotsky debió recoger la posta
de la lucha contra la burocracia de partido y la burocracia de Estado. Su teoría de la
burocracia, expuesta en ¿Adónde va Rusia? (desafortunadamente traducido como La
revolución traicionada), es uno de los más grandes logros del pensamiento político del
siglo XX. Al mismo tiempo, su derrota política a manos de Stalin es la clave de la
tragedia del socialismo en el siglo XX. Porque la confrontación entre Trotsky y Stalin
no es, como se plantea a menudo, la mera disputa personal entre dos líderes por el poder
estatal, sino la expresión de dos modos antagónicos de comprender los procesos
sociales.

Fracasada la revolución en Occidente, la Revolución Rusa había quedado librada a su


propia suerte. La instauración de un moderno sistema socialista en una región atrasada y
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aislada del mundo no estaba en la perspectiva de los bolcheviques, ni tampoco había
sido prevista en la teoría marxista. Como señaló el principal biógrafo de Trotsky, Isaac
Deutscher,

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STALIN
El dictador soviético gobernó la URSS desde 1922 hasta su muerte y lideró el país
durante la Segunda Guerra Mundial. Nació el 18 de diciembre de 1878 en Gori,
Georgia.

Nacido en una familia de clase baja en la región de Georgia, por aquel tiempo parte del
Imperio Ruso, tuvo una infancia relativamente complicada debido a las constantes
enfermedades que le afectaban y al violento carácter de un padre alcohólico que culpaba
a él y a su madre de los rumores sobre adulterio de esta. En sus primeros años
encontramos una faceta casi romántica y mucho más profunda de lo que se podría
pensar a primera vista para una persona como Iósif Stalin. Su amor por la naturaleza y
su tierra natal fue sustituido poco a poco por el amanecer rojo que se levantaba en Rusia
a través de los bolcheviques de Lenin.

Poco le costó al impetuoso Stalin destacar entre las filas del partido y llegar a ocupar
puestos de relativa importancia. Su frialdad y carácter cruel en estos primeros
momentos le valieron una fama merecida que acabaría por reflejarse a través de su mote
o sobrenombre: ‘el hombre de acero’. Tras la muerte de Lenin, el nuevo dictador
convirtió el PCUS en sus dominios personales y llevó a cabo una brutal purga contra
cualquiera que fuese visto como un opositor. En lo económico, los planes quinquenales
y la reforma industrial hicieron que la Unión Soviética sufriera un espectacular
crecimiento que la convirtió en una superpotencia a la altura de los Estados Unidos.

Sin embargo, su mayor aportación fue el férreo liderazgo durante la Segunda Guerra
Mundial. El Ejército Rojo y la población civil de la URSS se convirtieron en una
incansable oposición contra el avance nazi y fueron batallas decisivas en el frente este
(como la de Stalingrado) las que provocarían la derrota de la Alemania de Hitler. Los
primeros en entrar en Berlín fueron los acorazados soviéticos y en los años siguientes la
política expansionista de Stalin supondría el comienzo de muchos de los grandes
conflictos que traería la Guerra Fría.

Aun teniendo en cuenta todas sus complejas facetas (la de brillante estratega, la de
indómito líder o la de brutal opresor), los historiadores reconocen a Iósif Stalin como
uno de los políticos más inteligentes y relevantes del siglo XX e incluso fue nominado
en dos ocasiones al Premio Nobel de la Paz. Las huellas de su mano de hierro han
quedado grabadas en la historia.

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CONCLUSIÓN
En fin se puede decir que consecutivamente de la Segunda Guerra Mundial
importantes innovaciones económicas y políticas repercutieron en la
sociedad. El mundo de la posguerra fue testigo de un escenario de
crecimiento económico acelerado que sentó las bases de un ambiente de
prosperidad, al mismo tiempo se observó a los Estados asumir un nuevo rol
dentro del modelo capitalista.

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BIBLIOGRAFÍA

Delgado, D. (2019). Iósif Stalin, el hombre tras el terror. Obtenido de


https://www.muyhistoria.es/contemporanea/fotos/iosif-stalin-el-hombre-tras-el-
terror

Escolar net. (2019). Conoce las características del mundo después de la Segunda
Guerra Mundial en cuanto a prosperidad económica y Estado de Bienestar.
Obtenido de https://www.escolares.net/historia-universal/la-posguerra-
prosperidad-economica-y-estado-de-bienestar/

Herzog, M.-P. (1997). El Correo . Obtenido de Lenin,la educacion,la ciencia, la cultura:


https://biblioteca.org.ar/libros/320299.pdf

Tarcus, H. (2020). Trotsky, héroe trágico. Obtenido de https://nuso.org/articulo/trotsky-


heroe-tragico/

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