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1. La persona humana:
Concepto: cuando hablamos de persona natural o persona humana
estamos haciendo alusión a la humanidad en su totalidad, es decir,
hombres y mujeres. Cuando al humano se le llama persona natural se le
está invistiendo de un ropaje jurídico, el cual le adscribe de derechos y
obligaciones.
Entendemos por persona natural a uno de los cuatros sujetos de derecho
cuyo inicio se da con el nacimiento (pero que desde la concepción ya
merecía tutela e incluso era titular de ciertos derechos, aunque como un
sujeto de derecho distinto, el concebido) y termina con la muerte, al cual
el ordenamiento jurídico le adscribe derechos y obligaciones.
Diferenciándose de las personas jurídicas y los entes no personificados
en cuanto a su dimensión biológica.
El concepto de persona que utiliza nuestro Código civil hace una
separación entre “existencia legal” de la persona y existencia natural: la
primera comenzará con el nacimiento y la segunda con la concepción.
Una interpretación sistemática del Código civil, y del texto recogido en la
Constitución, junto con las leyes que acabamos de mencionar, me lleva a
afirmar que el nasciturus, el que está por nacer, es considerado un ser
humano y, por ello, una persona con derecho a la vida, no con un simple
interés o bien jurídico.
La vida humana: El Código civil, de 1984, en su artículo 1° regula que:
“la vida humana comienza con la concepción. El concebido es sujeto de
derecho para todo cuanto le favorece. La atribución de derechos
patrimoniales está condicionada a que nazca vivo”.
En nuestro ordenamiento la vida humana comienza con la
concepción, pero la condición de “persona humana” o “persona
natural” se adquiere a partir del nacimiento y no antes. No
existiendo en absoluto contradicción entre los conceptos
de concebido y persona natural, ya que ambos son sujetos de
derecho autónomos y de seguir el curso de las cosas, el concebido
pasará a convertirse en persona natural a partir del nacimiento lo
cual no implica que desde antes (concepción) no merezca tutela e
incluso derechos.
En el Derecho peruano se protege la vida desde la fecundación hasta la
muerte natural. Es sujeto de derechos desde su concepción en todo
cuanto le favorece. Por lo tanto tenemos normas protectoras de la vida
humana y de la persona física: el ser humano es inviolable desde la
concepción hasta la muerte natural.
1.2. EL CONCEBIDO:
El concebido no es aún persona. Es un sujeto de derecho distinto y autónomo, un
centro de referencia de derechos desde el instante de la concepción y hasta el
nacimiento.
Por tanto el concebido es uno los cuatro (o cinco) sujetos de derecho, aún no persona,
contemplados en el ordenamiento jurídico nacional que reúne características comunes
a los sujetos de derechos restantes, como el ser titular derechos y obligaciones, pero
diferenciándose de las personas jurídicas y los entes no personificados en cuanto a su
dimensión biológica.
Recordemos que si bien la vida humana comienza con la concepción, la persona
humana llega a ser sujeto de derecho a partir del nacimiento y no desde antes. No
obstante, en el caso del concebido, es un sujeto de derecho distinto y autónomo que
gozará de los derechos patrimoniales que le sean favorables de manera actual a no
ser que por alguna causa muera antes del nacimiento. Pues a partir de ese momento
habrá perdido los derechos patrimoniales en su favor (condición resolutoria) y no
antes.
Personal Jurídica: Se llama persona jurídica, una persona ficticia, capaz de ejercer
derechos y contraer obligaciones civiles, para cumplir con su objeto y con los fines
para los cuales fue creado. Las personas jurídicas de derecho privado en el
Estado Peruano adquieren personalidad jurídica con su inscripción en el Registro
de Personas Jurídicas, salvo disposición distinta de la ley, conforme al primer párrafo
del artículo 77 del Código Civil Peruano de 1984
Persona Natural: “Todos los individuos de la especie humana, cualquiera que sea su
edad, sexo, estirpe o condición”. Se distingue entre existencia natural y existencia
legal de la persona.
1.3. LA IMPORTANCIA DE LA PERSONA HUMANA COMO OBJETO DE
DERECHO: LIMITACIONES Y PROHIBICIONES PARA LA
DISPOSICIÓN DE LA PERSONA HUMANA COMO OBJETO DE
DERECHOS.
Sin duda alguna, la persona humana es el eje central del derecho y su importancia
transciende las fronteras del derecho civil para ingresar a otras como el derecho
laboral, tributario, procesal, constitucional, de los derechos humanos, etc. De esa
manera lo han expresado diversos juristas en Perú, Argentina, España, Alemania,
Francia y el resto del mundo.
Recordemos que en sede constitucional peruana “La defensa de la persona humana y
el respeto de su dignidad son el fin supremo de la sociedad y del Estado” (art.1
Constitución Política del Perú, en adelante CP). Habiendo, en el artículo siguiente
(art.2 CP) un listado de los diversos derechos constitucionales correspondientes a la
persona.
Entre los derechos civiles y políticos podemos mencionar el derecho al libre desarrollo de la
personalidad, el derecho a la vida, el derecho a la identidad, el derecho a la integridad
personal, el derecho a la libertad personal, el derecho a la libertad religiosa, el derecho a la
igualdad, el derecho a elegir y ser elegido representante, entre otros.
2.1 LA CAPACIDAD
Capacidad: es un atributo o aptitud (de ser apto o adecuado) que tiene toda persona
humana para adquirir y ejercer derechos y obligaciones. La capacidad de adquirirlos
se conoce como capacidad de goce mientras que la segunda se llama capacidad de
ejercicio.
La capacidad de goce que es la aptitud para ser titular de derechos o para ser sujeto
de obligaciones, ya que si se niega o suprime esta característica, desaparece la
personalidad del sujeto, impidiendo la posibilidad jurídica de acción del mismo.
La capacidad de ejercicio plena: Art.43: Artículo 42.- Toda persona mayor de
dieciocho años tiene plena capacidad de ejercicio. Esto incluye a todas las personas
con discapacidad, en igualdad de condiciones con las demás y en todos los aspectos
de la vida, independientemente de si usan o requieren de ajustes razonables o apoyos
para la manifestación de su voluntad.
Excepcionalmente tienen plena capacidad de ejercicio los mayores de catorce años y
menores de dieciocho años que contraigan matrimonio, o quienes ejerciten la
paternidad.
La capacidad Jurídica: La capacidad jurídica es en el derecho civil, la aptitud de
una persona para asumir derechos y obligaciones por sí mismo.
La incapacidad: Es aquella que adolecen ciertas personas que la ley declara
incapaces en razón de su edad, de su estado civil o de otras circunstancias. Existe
incapacidad absoluta e incapacidad relativa.
Incapacidad Absoluta: La “incapacidad absoluta” involucra el hecho de que los actos
jurídicos llevados a cabo por personas, a quienes se les atribuye este título, son nulos.
Actualmente, según el artículo 43 del Código Civil, son incapaces absolutos “los
menores de dieciséis años
Incapacidad Relativa: Es aquella que sufren ciertas personas cuyos actos, en ciertas
circunstancias y en determinados supuestos previstos por las leyes, pueden tener
valor legal, por esto se dice que la ley a estas personas les concede cierto grado de
capacidad.
De conformidad con el artículo 43 del CC son incapaces absolutos:
Los menores de dieciséis años, salvo para aquellos actos determinados por la ley.
Por ello, como regla general se ha establecido que nadie puede cambiar su nombre ni
hacerle adiciones. Sin embargo, existe una excepción, la misma que se presenta cuando
existan motivos justificados y se haga mediante autorización judicial, publicada e
inscrita.
Por ello, como regla general se ha establecido que nadie puede cambiar su nombre ni
hacerle adiciones. Sin embargo, existe una excepción, la misma que se presenta
cuando existan motivos justificados y se haga mediante autorización judicial, publicada
e inscrita.
Por ejemplo, se puede decir que una persona tendría un motivo justificado para
realizar un cambio de nombre, cuando se le ha asignado uno que sea extravagante,
ridículo, que sea móvil para la burla de terceras personas, con la consiguiente
afectación de su tranquilidad y bienestar.
Así mismo, creemos que sería procedente el cambio de nombre de una persona que
es homónima[11] de un avezado y famoso delincuente o de persona que ha sufrido
escarnio público, que le impide realizar normalmente sus actividades cotidianas, por
las continuas discriminaciones o temores de la que es víctima.[12]
Estos cambios de nombre deben ser debidamente garantizados por la publicidad, con
la finalidad de que las personas que se sienta afectadas con tales hechos, puedan
impugnarlos oportunamente en sede judicial.