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Nombre

Reynol Rosado

Materia:

Español 01

Profesora:

Tina Berberé

Tema

Teología Fundamental
QUE ES LA TEOLOGIA FUNDAMENTAL?

La teología fundamental investiga las bases, los fundamentos de la teología, es decir, los
presupuestos y condiciones de la posibilidad de una teología en general.

Como la teología es la reflexión metódica sobre la fe en Dios que se ha revelado en


Jesucristo, cuya palabra y obra permanecen vivientes en la Iglesia, afectan a los
fundamentos de la teología las cuestiones referentes a la fe y a su correlato la revelación,
así como a la mediación y tradición de la fe por la Iglesia. Estos fundamentos no son a su
vez una especie de ventaja que se conceda a la fe por representar una forma de
conocimiento más débil, sino que son ellos mismos objeto de conocimiento humano y de
comprensión racional.

En la teología fundamental se trata, por tanto, de demostrar la credibilidad de la fe, para


que el cristiano esté en condiciones de responder a cualquiera que le pida razón de su
esperanza, como se dice en un texto clásico del Nuevo Testamento (lPe 3,15). Los
fundamentos de la credibilidad crean los presupuestos y las condiciones de una fe
responsable y hasta vinculante.

La fe cristiana como respuesta del hombre a la revelación de Dios sólo es posible y


razonable, si esta fe tiene una relación interna y esencial con el hombre y con su modo de
existencia en el mundo y en la historia. Sólo si la constitución del hombre es tal que
éste pueda creer, sólo si en él hay una disposición para la fe, fe y revelación son
razonables para el hombre y representan para él una auténtica provocación. Si no fuera
así, la fe no sería más que una simple ideología ajena a la realidad y no podría tomarse
en serio.

De aquí se desprende que los temas tratados por la teología fundamental son centrales
para el hombre de hoy. Pues no se trata de alguna que otra cuestión de la fe cristiana,
sino del fundamento que precede y abarca toda la fe y esto es precisamente lo que da al
planteamiento su actualidad.

Hoy ya no basta con afirmar y anunciar la pretensión de universalidad de la fe cristiana.


Más bien hay que fundamentarla, y hacerlo frente al poder imponente de la experiencia
del existir en el mundo de hoy y de la provocación que esto supone.
FE Y CIENCIA DE LA FE

Cuanto vamos a decir y exponer a continuación sobre el tema de la fe es un tema clave


en el planteamiento de la teología fundamental y que reaparece en las distintas partes. Se
encuentra en el tema de la revelación, porque la fe es el correlato subjetivo de la
revelación. La fe equivale a la revelación que ha llegado a sus destinatarios y que, por lo
mismo, ha alcanzado su meta. Sin fe la revelación deja de ser aquello que debe y quiere
ser: una revelación para el hombre. Si la Iglesia es otro de los temas de la teología
fundamental, habrá que preguntarse en qué sentido tiene que ver la Iglesia con los
supuestos y condicionamientos de la posibilidad de la fe, y cuál es la función que asume
como instancia para la transmisión de la fe.

En líneas generales cabe decir que cuanto tiene que ver con la fe, la revelación y la
Iglesia, o sea, con el ser cristiano, puede reducirse a algunas estructuras fundamentales.

La variedad y multiplicidad, que también en la teología producen a veces una imagen de


confusión, adquiere una conexión y una forma simple y transparente gracias al
descubrimiento de unas estructuras fundamentales. Lo que en ocasiones parece una
superposición o repetición constituye una prueba de la forma universal que por tal motivo
encontramos siempre y necesariamente. La teología de un teólogo, cuando no es
precisamente la recopilación de materiales tomados de otra parte, se caracteriza por esos
modelos básicos, que le son típicos y específicos.

El que en los distintos apartados vuelva a aparecer este tema no es indicio de


repeticiones vacías o inadvertidas, sino más bien una demostración de lo justo del
planteamiento, que puede reconocerse en muchos campos de aplicación concreta.

Fe y condicionamiento antropológico

Hoy ya no podemos partir, como antaño, de la fe y de sus contenidos como de una


realidad incontrovertida y aceptada como algo evidente en todas partes, sacando después
algunos desarrollos o derivaciones.

Antes hay que dejar expedito el acceso a Dios, a su revelación y la fe que a Dios
conduce, pues de lo contrario lo teológico corre el peligro de aparecer como una
superestructura o una alienación sin relación alguna con la realidad, y sobre todo con la
realidad del hombre, con sus obras y su conducta.
Por este motivo buscamos un posible punto de apoyo para la fe teológica en el campo de
la antropología.

Si hablamos de la fe en sentido teológico y antropológico, es signo de que entre ambos


campos hay algo en común. De lo contrario no se podría emplear la misma palabra, a no
ser que supusiéramos que sólo se trata de la misma palabra en cuanto al sonido pero con
un contenido diferente en ambos casos, es decir, de una palabra equívoca. Por ello
nuestro primer esfuerzo tiende a encontrar ese camino.

Lo cual no puede significar que de ese modo queramos o podamos adentrarnos sin
advertirlo en la fe cristiana, sino que hemos de centrar la atención en las conexiones
explícitas que hoy se establecen. Pueden incluso servir de guía a la fe cristiana, que
consta de conexiones internas.

CREER Y ENTENDER

A propósito del tema conviene recordar una expresión con la que nos hemos encontrado
en el análisis de la fe. Es la conexión, específica de la fe, que existe entre el «estado de
fe» y la «inteligencia en la fe» Sóhngen, la interconexión de «creer y entender». Este
hecho va a ser ahora objeto explícito de una breve reflexión.

Para ello hemos de recordar algunos impulsos importantes cuya eficacia se ha


demostrado en la historia. Es desde la historia que podemos desarrollar y exponer en sus
dimensiones el tema que nos ocupa. Los datos bíblicos El verbo «entender» no es
específico de la Biblia; se trata de un verbo genérico en el lenguaje humano gnosis. Por lo
que a su uso respecta hemos de decir lo siguiente: en la lengua griega entender y
conocer equi vale a intuir y penetrar en virtud de una visión. Conocer es la visión del
espíritu. A esa visión responde lo visto, la idea, el eidos, la verdad en tanto aletheia, en
tanto que des-cubierta. Para el hombre griego esa visión -del espíritu- representa una
perfección de la actividad humana, y la visión de la divinidad la entiende como un estado
de felicidad. A diferencia de esto, en e1 Antiguo Testamento el conocer pertenece al
campo de la audición: se entiende algo en virtud de una palabra o de una llamada que se
escucha. Con lo cuate! entender no se ordena, como en el mundo griego, a una idea
temporal, sino mÆs bien a una experiencia histórica, a la persona, a su palabra y
voluntad. En consecuencia conocer significa ciertamente tomar conocimiento de algo,
pero a la vez impulsa al reconocimiento; conocer se convierte en una forma de encuentro,
en una comunión vital.

En el Nuevo Testamento

Vemos -de conformidad con la conexión ya mentada entre oír y ver- una vinculación
estrecha de ambos motivos del conocer como una forma de audición y visión --espiritual-,
como una forma de conocer y reconocer.

En los Sinópticos se encuentra la frase significativa de Jesus a los doce: «A vosotros se


os ha concedido conocer los misterios del reino de los cielos; pero a ellos, no» (Mt 13, 11).

Y no es una frase aislada en el Nuevo Testamento, sino que se recoge sobre todo en la
proclamación de Jesus como el Cristo y el Kyrios. Pablo habla de la gnosis que va unida a
la pistis, a la fe. La gnosis como conocimiento es un don del Espíritu de Dios, un don que
se le otorga al creyente a fin de que pueda comprender el inmenso don de la gracia
divina. «Ahora bien, nosotros hemos recibido, no el espíritu del mundo, sino el Espíritu
que viene de Dios, para que conozcamos las gracias que Dios nos ha concedido» (1 Cor
2, 12). Frecuentemente Pablo menciona la gnosis junto con la sophia, la sabiduría. Ella
nos permite penetrar en los misterios de Dios, y nos descubre una realidad que
permanece cerrada al hombre meramente natural y a sus capacidades. Aun cuando la
sabiduría de Dios se presenta bajo la forma de la cruz, y por tanto bajo la forma de
necedad a los ojos de! mundo, no deja de ser una sabiduría. Y si requiere una metanoia
-un cambio mental- de la sabiduría humana, desde ese nuevo origen asegura a la vez una
sabiduría nueva.
LA IGLESIA COMO TEMA DE LA TEOLOGlA FUNDAMENTAL

iEn que medida entra la Iglesia1 en los temas de la teología fundamental? La respuesta
solo puede ser esta: la Iglesia es objeto de la teología fundamental porque se cuenta
entre los supuestos y condiciones que hacen posible la fe, y exactamente la fe cristiana.
Tiene esa función, porque la Iglesia es constitutiva para la fe como comunidad de los cre-
yentes y de la fe referida a Jesucristo.

Se puede esclarecer esa conexión en el acto inicial dentro de la vida cristiana, dentro del
cristianismo: en el dialogo que tiene lugar en el bautismo.

Al que va a ser bautizado se le pregunta: «lQue pides a la Iglesia?» Y la respuesta no es,


como cabria esperar, «el bautismo», sino «la fe». Lo cual significa que la fe, en tanto que
fe cristiana, no es algo que primordial y originariamente se realice, sino algo que se
desea, se pide, se recibe y se conserva. Se conserva como un don de Dios y de su
Espíritu a través de la Iglesia como comunidad, que vive de esa fe y por ella se define, y
que por lo mismo puede transmitirla.

Esto se comprende, cuando en este contexto se parte de la fe cristiana tal como ella se
entiende a si misma, y a partir de ahí pregunta por las condiciones de su posibilidad. De
ello hemos ya hablado; pero el nuevo contexto exige que nos repitamos.

La ley fundamental o, mejor, la estructura básica en el proceso de la fe cristiana, la


formula así la carta a los Romanos (10,13-15): Pablo cita al profeta Joel « Todo el que
invoque el nombre del Señor será salvo», y luego prosigue su reflexión: «Ahora bien,
lComo podrán invocar a aquel en quien no tuvieron fe. l Y como podrán tener fe en aquel
de quien no oyeron hablar? y como van a oir, sin que nadie lo proclame? ly como podrán
proclamarlo, sin haber sido enviados?»

Con ello no se piensa en una estructura de los tiempos antiguos y primitivos, en que la
gente no sabia leer ni escribir y en que se dependía de otros mediante la escucha y la
proclamación, y por ende, mediante la fe. Tampoco se alude a una estructura de una
época socialmente superada o que habría de superarse y en la que solo hablaban y
podían hablar los dominadores, mientras que los oprimidos tenían que escuchar,
obedecer y creer. Mas bien se menciona una estructura que es constitutiva de la fe y que
por lo mismo es algo permanente; por ello se trata de una estructura que en principio no
puede ser sustituida por ninguna otra.

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