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LO POSTHUMANO Rosi Braidotti gedisa editorial Traslted from Rosi Braden et eiton, The Powhamuen © Ros Brsidos, 2013 (© De la teadcsin: Juan Carlos Gentile Vita, 2015 sta edicn es publica sen un acuerdo con Polity Press Lid, Cambridge Diseio de cubiera: Joe! Machbrit Primera edicisn: septembre, 2015, Breslona Reservados todos los derechos de esta versin castllana de a obra (© Faivorial Gedisa S.A. Avila. del Tibidabo, 12, 3° (08022 Barcelona (Espa) ‘Tel. 93.255 09 04 Correo electrénico: gedisa@gedisa.com spi wwwgedizs.com Primpresin Editor Servi, SL. Diagonal 299, endo. t* 08013 Barcclona ISBN: 978-86-9786-811-4 exist legal B6596-2015, Impreso por Romany Valls S.A. Impreso en Espa Printed in Spain Queda prohibida la reproduceién total o parcial por cualquier medio de impresion, en forma idéntica, extractada o modifcada, de esta version castellana de la obra Indice Agradecimientos.... Introduceién 1. Posthumanismo: la vida més alld del individuo - 2, Postanteopocentrismo: la vida mas allé de la especie. 3, Lo inhumano: la vida més allé de la muerte 4, Ciencias posthumanas: la vida més all de la teoria. Conclusién. Bibliograia 2% 71 127 171 221 235 Agradecimientos Quiero agradecer a mi editor, John Thompson, por haberme sugerido que empezara a escribir este libro. Estoy orgullosa de ser, desde hace mucho tiempo, autora de la Polity Press. A mi traductora, Angela Bal- zano, todo mi reconocimiento por su espléndido trabajo. Mi sincero agradecimiento también para Jennifer Jahn por sus consejos y su apo- yo. Me han sido de gran ayuda las conversaciones con mis colegas del grupo CHCt (Consorcio de los centros¢ insitutos de ciencias humanas) y €l BCHIC (Consorcio europeo de los centros e institutos de ciencias humanas). Henrietta Moore y Claire Colebrook, Peter Galison y Paul Gilroy se han demostrado formidables lectores y les agradezco sus co- mentarios eriticos. Mi asistente en la investigacién, Goda Klumbyte, me ha auxiliado mucho sobre todo en el trabajo bibliogréfico. Toda mi gratitud para Nori Spauvem y Bollette Blaagard por sus intuiciones Mi agradecimiento también para Stephanie Paalvast por su asistencia critica y editorial, Para Anneke, que ha estado a mi lado, me ha ayuda- do ena revisi6n y aguantado como siempre durante todo el proceso de escritura, va todo mi amor. Introduccién No todos podemos sostener, con un alto grado de seguridad, que he- ‘os sido siempre humanos, o que no hemos sido otra cosa aparte de eso, Algunos de nosotros no son considerados completamente huma- nos ahora, figurémonos en las precedentes épocas de la historia occi dental social, politica y cientifica. No si por “humano” entendemos esa criatura que se nos ha vuelto tan familiar a partir de la Ilustracién y de su herencia: el sujeto cartesiano del cogito, la kantiana comunidad de los seres racionales, 0, en términos més sociolégicos, el sujeto-cindadano, titular de derechos, propietario, eteétera eteétera (Wolfe, 2010a). Y, sin ‘embargo, este término disfruta de un amplio consenso y conserva la ‘tranquilizadora familiaridad del lugar comtin. Nosotros afirmamos nuestro apego a la especie como si fuera un dato de hecho, un presu- puesto, Hasta el punto de construir en torno a lo humano la nocién fundamental de Derecho. Pero, las cosas son de verdad asi? Mientras, hoy cada vez. mas a menudo, ls fuerzas sociales conscrva- doras ¥ religiosas se afanan por reinscribir lo humano en el interior de los paradigmas de la ley natural, el concepto mismo de humano ha ex- plotado bajo la doble presidn de los actuales progresos cientificos y de los intereses de la economia global. Después de la condicién postmo- derma, postcolonial, postindustrial, postconmunista, incluso después de n la contestada condicién postfeminista, nos encontramos viviendo, hoy, la dificil siuacién posthumana. La condicién posthumana, lejos de cons- tituir la enésima variacién » en una secuencia de prefijos que puede pa- recer infinita y arbitrari, aporta una significativa inflexi6n a nuestro modo de conceptualizar la caracteristica fundamental de referencia co- smiin para nuestra especie, nuestra politica y nuestra relacién eon los demas habitantes del planeta. Cuestién que plantea una serie de pre- guntas en torno a la estructura misma de nuestras identidades compar- tides —en tanto humanos—, cogida en el fondo de la complejidad de las ciencias actuales y de las relaciones politicas ¢ internacionales. No humano, inhumano, antihumano estan hoy en el centro de mu- chos discursos y muchas representaciones, mientras deshumano y posthumano proliferan y se superponen en el contexto de las socieda- des globalizadas y tecnolégicamente dirigidas. Los discursos de la cultura mainstream van desde las obstinadas dis- cusiones econdmicas sobre los robots, las prétesis teenolégicas, las neurociencias y los capitales biogenéticos, hasta las més confusas visi nes new age del transhumanismo y la teenotraseendencia. La potenci cin humana es el punto central de estas discusiones. En la cultura aca- démica, por otra parte, lo posthumano es, alternativamente, celebrado como frontera dela teoria critiea y cultural, 0 rechazado como iltimo elemento de moda en la serie de los tediosos post. Lo posthumano sus- cita, al mismo tiempo, entusiasmo y ansiedad (Habermas, 2010), res- pecto de la posibilidad de una seria descentralizacién del Hombre, pri- mera medida de todas las cosas. Existe una difusa preocupacién sobre la pérdida de importancia y supremacta que esté afectando a la visién dominante del sujeto humano, y al campo de estudio contiguo a él, 0 sea, las ciencias humnanas. Desde mi punto de vista, el comtin denomi- nador de la condicién posthumana es la hipétesis segiin la cual Ia es- tructura de la materia viva es, en si vital, capaz de autoorganizacién y, al mismo tiempo, no-naturalista, Este continsom naturaleza-cultura es el punto de partida para mi viaje ala teoria posthumana. Sin embargo, queda por entender si esta hipétesis postnaturalista, al fin, concluye en las experimentaciones Iidicas en torno a los limites de la perfectiblidad del cuerpo, en el pinico moral por la desaparicién de viejas creencias de siglos sobre la “natursleza” humana, 0 en la caza corientada al provecho de los capitales neuro-genéticos. En este libro {ntentaré examinar dichas aproximaciones y enfrentarme eriticamente a éllas, sosteniendo, al mismo tiempo, mis argumentaciones a favor de la subjetividad posthumana, 2A qué se refiere este continuem naturaleza- cultura? Este evidencia un paradigma cientifico que toma distancia de Jaaproximacién socioconstructivista, que ha disfrutado de amplio con- senso. Esta aproximacién postula una distincién categérica entee el dato (le naturaleza) y lo construido (la cultura). Esta distineién hace iis rico de significado el andlisis social y proporciona bases s6lidas para el estudio y la critica de los mecanismos sociales que soportan la construccién de las identidades-clave, las instituciones y las précticas. En has politicas progresistas, los métodos del constructivismo social sostienen los intentos de desnaturalizar las diferencias sociales y de ‘mostrar, asi, su estructura contingente e histéricamente determinada por el hombre. Baste pensar en los efectos revolucionarios que, aescala ‘mundial, tavo ls frase de Simone de Beauvoir: «No se nace mujer, se llega serlo», Esta comprensidn de ls injusticias sociales, cogidas en cl interior de una naturaleza determinada socialmente y variable histéri- ‘camente, abre el camino al proyecto humano de resolvetlas m politicas sociales y aetivismo. Mi tesis es que esta aproximacién, que se sitia en la oposicién bina- riaentre lo dado y lo construido, esta siendo actualmente sustituida por Ia teorfa no dualista de la interacci6n entre naturaleza y cultura. Desde mi punto de vista, esta ilkima aproximacién est ligada y soportada por Ia tradici6n filos6fica monista, autopoiética de la materia viva. Los con- fines entre las categorias de lo natural y lo culeural ban sido desplazados ysen gran medida, esfumados por los efectos de los desarrollos cienti- ficos y tecnolégicos. Este libro parte de la hipétesis de que la teoria social necesita poner las cosas en su sitio sobre la transformacién de los cconceptos, los métodos y las pricticas polticas, causadas por tal cam- bio de paradigma. Al contrario, la pregunta sobre qué tipo de andlisis politico, y qué tipo de politica progresista, es sostenida por la aproxi- ‘macién basada en el continuum naturaleza-cultura, resulta central en la agenda dela situacién posthuman. 13 ‘Los principales interrogantes que quiero plantear en este libro son en primer lugar, gqué es lo posthumano? Y, de manera més especifica, cuales son los itinetarios imelectuales ¢ histéricos que pueden conducir- ros a lo posthumano? En segundo lugar: gdnde se separa la condicién posthumana dela humana? Y, de manera més especifics: gqué nuevas for- mas de subjetividad se destinan a lo posthumano? En tercer lugar: ede qué modo lo posthumano produce sus formas propias de inhumano? Es decir: gedmo podemos resistir a los aspectos inhumanos de nuestra cra? Por tiltimo: zeusles son las consecuencias que lo posthumano tiene sobre las ciencias humanas en la actualidad? Es decir: gcuAl es la uncién. de la teoria en los tiempos de lo posthumano? Este libro cabalga sobre la ola de la simulténea fascinacién por la condicién posthumana como aspecto crucial de nuestra historicidad, pero también de la preocupacién por sus aberraciones, sus abusos de ‘poder y la sostenibilidad de algunas de sus premisas fundamentales. En parte, la fascinacién estéligada a aquello que creo que es el deber de las. icas en el mundo actual, es decir, proporcionar adecuadas representaciones de nuestras ubicaciones hist6ricas y situadas, Este, en sf modesto intento cartogrifico, conectado con el ideal de Ia produc- cién de un saber socialmente ttl, se transforma en la més ambiciosa y abstracta cuestiGn del estatuto y el valor della teoria. misma, ‘Numerosos eriticos culturales han comentado la ambivalente natu- raleza del malestar posteorético que ha golpeado las contemporéneas ciencias humanas y sociales. Por ejemplo, Tom Cohen, Claire Cole- brook y J. Hillis Miller (2012) han evidenciado el lado positive de esta fase posteorética, sobre todo el hecho de que ésta registre efectivamente tanto las nuevas oportunidades como los peligros provenientes de las ciencias actuales. Los aspectos negativos, sorprendentemente, consis ten precisamente en la falta de esquemas criticos aptos para analizar el presente, ‘Yo estimo que la inflexién antiteorética esté ligada a los aconteci- iientos que han sacudido el contexto ideolbgico. Después del fin of- «ial de la Guerra Fria, los movimientos politicos de la segunda mitad del siglo xx han sido marginados y sus esfuerzos teoréticos han sido deste- rrados en tanto considerados experimentos hist6ricos fallidos. La nue~ teorias c “4 va ideologia de la economia del libre mercado ha eliminado todas las oposiciones, a pesar de las masivas protestas de diversos sectores de la sociedad, imponiendo el anti-intelectualismo como caracteristica sa- liente de nuestros tiempos. Este es un duro golpe sobre todo para las ciencias humanas, en cuanto penaliza la sutileza del aniisi, lamada a prestar indebida fidelidad al sentido comin —Ia tirania de la opinién— y al benefieio econémico —Ia banalidad del interés individval—. En este contexte, la teorfa ha perdido valor y a menudo ha sido desaeredi- tada como una especie de fantasia o de narcisista autocomplacencia. En consecuencia, la versién superficial del neo-empirismo —a menudo coincidente con la mera recogida de datos — se ha convertido en la nor- mma metodol6gica de a investigacién en las ciencias humanas. La cuestién del método merece una seria reflexién: después de la caida oficial de las ideologias, a Ia luz de los progresos de las ciencias neuronales, evolucionistas y biogenéticas, gpodemos interpretar la ca- pacidad del anilisis teorético del mismo modo que al inal de la Segun- da Guerra Mundial? ¢La sivuacién posthumana se explica s6lo con la actitud posteorética? Por ejemplo, Bruno Latour (2004) —no exactamente un humanista clisico, como se desprende de su trabajo sobre la produccidn de saber'a través de redes de actores humanos y no humanos, cosas y objetos— recientemente ha comentado la tradicién dela teoria critica y sus vincu~ los con el humanismo europeo. El pensamiento crtico se funda en el paradigma socioconstructivista, que declara implicitamente su fe en la teorfa como medio para interpretar y representar la realidad, gpero di- cha fees legitima atin hoy? Latour ha planteado serias dudas respecto de la funci6n actual de la teoria Es innegable que hay un lado oscuro en la condicién posthumana, especialmente a propésito de las genealogias del pensamiento critico. Escomo si, después de la magnifica explosién de creatividad de los afios setenta y ochenta del siglo x, hubiéramos entrado en un monétono horizonte petrificado, carente de diferencias y caracterizado por un persistente sentimiento de melancolia. Una dimensién espectral se ha infitrado en nuestros esquemas de pensamiento, amplificada por los conceptos tipicos de la derecha politica, del fin de las ideologias (Fuku- yana, 1989) y la inevitabilidad de las cruzadas civilizadoras (Hunting- ton, 1996). En la vertiente de la izquierda politica, en cambio, el rechazo de la teorfa ha conducido a la ola de resentimiento y de pensamiento negati- vo respecto de las generaciones intelectuales precedentes. Fn este con- texto de malestar te6rico, intelectuales neo-comunistas (Badiow y Zi- zzek, 2009) han sostenido La urgente necesidad de regresar a la accién politica concreta, también al antagonismo violento, si es necesario, més ‘que insistir con otras especulaciones teoréticas. Y han contribuido, asi, a volver obsoletas las teoriasfilosoficas postestructuralista. En respuesta a este general clima social negativo, yo quisiera dirigir- me a la teoria posthumana entendiéndola sea como instrumento genes- legico, sea como brijula para la navegacién. Lo posthumano es un término til para indagar en los nuevos modos de comprometerse acti- vvamente con el presente, r2zonando sobre algunos de sus aspectos de ‘manera empiticamente fundada, pero no reduccionista, critica, pero no nibilista. Mi intenci6n es teazar un mapa de algunas de las calles a través de las cuales lo posthumano esté circulando como témino dominante en nvestras sociedades globalmente conectadas y tecnolégicamente me- diadas, Mas precisaments, la teoria posthumana es un instrumento pro- ductivo en tanto capaz de sostener ese proceso de reconsideracién de la uunidad fundamental, referencia comiin delo humano, en esta época bio- genética conocida como antropoceno, momento hist6rico en que lo hu- mano se ha convertido en una fuerza geol6gica en condiciones de influir cen la vida de todo el planeta, Por extensién, éste puede ayudarnos tam- bién a reconsiderar los prineipios fundamentales de nuestra interacci6n on otros agentes huumanos y no humanos a escala planetara. Dejadme dar espacio a algunos ejemplos de las contradicciones fru- to de nuestra condicién hist6rica posthumana. Vitota 1 En noviembre de 2007, Pekka-Eric Auvinen, wn muchacho fnés de die- ciocho ais, dspara asus compaiieras de dase en una escuela superior cer- cana a Helsinki, matando « ocho personas antes de sucidarse, Previamen tea la masace, eljoven homicida babte posteado un video en youtube, en 16 que seretrataba poniéndose una camiseta co la nseipeén: «La byman- dad estésobrevalorade {Que la humanidad se halle en condiciones criticas —alguien diria inelu- so prOximas a la extinci6n— es una afirmacién recurrente de la filosofia ‘europea al menos desde que Friedrich Nietzsche declaré la muerte de Dios y de la idea del Hombre que se habia articulado en torno Esta al- tisonante afirmacién servia para aleanzar un més modesto objetivo. Lo que Nietzsche aseveraba era el fin del estatuto de auto evidencia atri- buido a la naturaleza humana, el fin del sentido comiin y de la fe en la cstabilidad metafisca y la validez universal del sujeto humanistico eu- ropeo. La genealogia nietzscheana pone en relieve la importancia de la interpretacién respecto del dogmitico cumplimiento de las leyes y los valores naturales. Al menos desde entonces, pues, los puntos principa- les de la agenda filos6fica han sido: en primer lugar, cSmo desarrollar un pensamitento eritico después de la sorprendente toma de conci de la incerteza ontol6gica, y, en segundo lugar, cémo reconstituir un sentimiento de comunidad unida por afinidades y responsabilidad éti- ca, sin incurrir en las pasiones negativas de la duda y la sospecha. Sin embargo, como se desprende del episodio finés, el antihumanis- ino filos6fico no debe ser confundido con la misantropfa cinica y nihi- lista. La humanidad podria haber sido sobrevalorada, pero desde que aleanzado la cifra de ocho mil millones, cualquier discurso sobre In extincién parece completamente fuera de lugar. Al mismo tiempo, la cuesti6n de la sostenibilidad ecologiea y social esta presente en los pro~ sgramas gubernamentales de todo el mundo, a la luz de la crisis medio ambiental y ¢l cambio climatico. Pues bien, el interrogante formulado por Bertrand Russell en 1963, al final dela Guerra Fria y de la confron- tacién nuclear, suena hoy més apropiado que nunca: zel hombre tiene, de verdad, un futuro? zLa eleccién entre la sostenibilidad y Ia extincién s, de verdad, la tinica que vemos en el horizonte de nuestro futuro comin, 0 tenemos otras opciones disponibles? El problema de los limites del humanismo y las crticas antihuma- nistas es, en cualquier caso, central para el debate sobre la situacién posthumana, y por este motivo dedicaré a ello el primer capitulo. Vitiera2 Elpperiéico ‘The Guardian ha reproducido la noticia dle que en los paises atrzvesados por guerras, como Afganistan, la gente ha sido obligada « ali- ‘mentarse de bierba para sobrevigir. En el mismio momento historico, las ‘oases de Gran Bretria 9 de otros pases de la Unin Europea evan nntr- das con forvajes base de carne. El sector de la agricultura biotecnolgien de los paises ultra desarrllados se caracteriea por wna inesperada tenden- ci al canibalivmo, desde el momento que hace engordar vac, ovejas 9 pollos con pionso de base animal. Esta eleccin ba sido Iuego estimada la principal causa de la enfermedad letal denominada encefalopatiaespongi- {forme bovina (88), babitualmente Uamade de las “vacas locas”, que con sisteon la degencraciin de la estructura cerebral animal, reducida a papi- a, Sin embargo, agus la locura debe ser localizada decidilamente en la accion de los hombres y de sus industries bioteenolégices. El capitalismo avanzado y sus tecnologias biogenéticas generan una forma perversa de lo posthumano. El fondo de dicho capitalismo con- sisce en el radical cercenamiento de toda interaccién humana y animal, desde el momento en que todas las especies vivas son capturadas en los engranajes de la economia global. El e6digo genético de la materia viva —la vida en si (Rose, 2008)— ¢s el capital fundamental. La globali- zacién comporta la comercializacién del planeta tierra en todas sus formas, a través de una serie de medios de apropiacién interconecta- dos. Segiin Haraway, éstos consisten en la proliferacién de los aparatos tecnomltares y los mieroconflictos a eseala global; en la acumulacién hipercapitalista de la riqueza; en la conversién del ecosistema en el apa~ rato mundial de producci6n, yen el aparato de infoentretenimiento global del nuevo contexto multimedia, El fenémeno de la oveja Dolly representa de la mejor manera las complicaciones producidas por la estructura biogenética de las actua- les tecnologias y de sus defensores en el mercado accionario. Los ani- ‘ales proporcionan material vivo para los experimentos cientificos. Estos son manipulados, maltratados, torturados y genéticamente re- combinados, de modo tal que resulten productivos para nuestra agri- cultura biotecnolégica, para la industria cosmética, farmacéutica y quimi- ‘ay para otros enteros sectores econdmicos, Los animales son incluso inalbaratados como productos exéticos y alimentan el tercer mayor mer- cdo ilegal del mundo actual, después de drogas y armas, antes que las mujeres. Ratas, ove)as, cabras, bovinos, porcinos, péjaros, aves de corral y {gatos son criados en granjas industrales, encerrados en jaulas y dividi- dos en baterfas por unidades de produccién. Sin embargo, como Geor- je Orwell habia escrito proféticamente, todos los animales podrian ser iguales, pero algunos son decididamente més iguales que otros. Ast, siendo parte integrante del complejo industrial biotecnolégico, el gana do de la Unién Europea recibe un subsidio, equivalente a la suma de £03 euros por vaca. Cifra considerablemente inferior ala gara ‘cada vaca americana, equivalente a 1.057 d6lares, o 2 cada vaca japone- sa, equivalente a 2.555 délares. Estas sumas parecen aiin més infelices si se comparan con el Producto Interior Bruto per capita de paises como Etiopia (120 délares), Bangladesh (360 délares), Angola (660) u Hon- dluras (920). La contraparte de esta mercantilizacién global de los organismos vivos es que los animales mismos estén viviendo un proceso de huma- ica, por ejemplo, la cuestién de los “derechos humanos” de los animales ha sido planteada precisamente ‘como medio para problematizar estos excesos. La defensa de los animales cs una cuestién candente en muchas democracias liberales. Esta mezela izada a nizacién. En los ambitos de la de inversiones y abusos consticuye justamente la condicién posthuma- nna parad6jica generada por el capitalismo avanzado mismo, que produ- e,al mismo tiempo, multiples formas de resistencia. Discatiré profun- damente la nueva perspectiva postantropocéntrica sobre los animales cen el segundo capitulo. Vita 3 L10.de octubre de 2013, Muamar el Gadaf, ex lider de Libia, es captura- do en su pueblo de origen, Site, golpeado y muerto por los miembros del ‘Consejo nacional de transicién libio (NTC), Sin embargo, antes de ser tro teado por las fuerzas rebeldes, el convoy del coronel Gadafi habia sido 1. The Gerd Weekly, 11-17 de septiembre de 2003, pi. 5. 19 bombardeado por ls jets franceses y el drone americana Predator, que babi emprendido el ouelo desde la base aévea americana en Sicilia, pero ‘que eva controlado via satélive desde uma base situada en Las Vegas? Desde el momento que la arencién mediatica se ha coneentrado en la brutalidad del verdadero tiroteo y en la indignacién por la imagen glo- bal que expuso el cuerpo herido y sangrante de Gadafi, se ha dedicado menor espacio al aspecto posthumano de la guerrilla contemporsnea! las maquinas teletanatol6gicas producidas por nuestras mismas tecno- logias avanzadas. La atrocidad del fin de Gada, a pesar de su despot ‘mo tirdnico, es suficiente para hacernos advert la vergtienza de ser humanos. Sin embargo, la negacién del papel jugado por las sofisticadas tccnologias de la muerte del mundo avanzado afade un estrato poste- rior de desaliento moral y politica. La situacién posthumana se caracteriza por una cuota signific de momentos inhumanos. La brutalidad de las nuevas guerras, en el mundo globalizado guiado por la gestién del miedo, no remite sélo al control de la vida, sino también a las diversas préeticas de la muerte, sobre todo en los paises en fase de transicién. Biopolitica y tanatopoliti- ‘ca 30n dos caras de la misma moneda, como Mbembe (2003) ha eviden- temente demostrado. Fl mundo después de la Guerra Fria ha asistido 1no slo a un dramético crecimiento de la guerilla, sino también a una profunda transformaci6n de las mismas précticas bélicas en direccién a una mas compleja gestién de fenémenos como la supervivencia y la extincién, Las actuales teenologias de muerte son posthamanas a causa de Ia fuerte mediacién teenolégica mediante la cual actéan. El opera- dor digital que guiaba el drone americano Predator desde una sala de ordenadores de Las Vegas puede ser considerado un piloto? zEn qué difiere de los hombres de las fuerzas aéreas que condujeron el avién Enola Gay sobre Hiroshima y Nagasaki? Las guerras contemporineas han intensificado el poder de la necropolitica hasta hacerle comprendet un nuevo nivel de administracién «de la destruccién material de los cuerpos humanos y la poblacién» (Mbembe, 2003). No sdlo humana. 2. The Daily Telegraph, 2k deostuee e201, 20 Las recientes necrotecnologias actian en un clima social dominado, por un lado, por la economia politica dela nostalgia y dela paranoia, por lotro, dela euforia y del entusiasmo. Lista condicién maniaco-depresiva presenta una serie de variaciones: \losdle el miedo al desastee inminente, a eavéstrofe que espera para veri- fivurse, al huraedn Katrina, hasta el préximoaccidente medioambiental. Unavidin que vuela demasiado raso, las mutaciones genéticas y el fin de |i inmunidad: el accidenteesté ahi, a punto de cumplirse, es virrualmen- lw una certeza; es sélo una cuestién de tiempo (Massumi, 1992). Como Forultado de este estado de insegurided, el objetivo impuesto social- ente no es el cambio, sino la conservacién o la supervivencia, Volveré sobre estos aspectos de la necropolitica en el capitulo 3. Viera ‘Hace wn par de wos, durante un encuentro cientifco promovido por la Real academia de cencias bolandesa, sobre el futsero del humanismo aca- deri, um profesor de cenciascognitiva atacaba frontalmente a las ien- cas bummanas, Si ataque se basaba en su conviccion respecto de los dos imayores defects de las ciencias bumanas sw intrinseeo antropocentrismo 9 su nacionadismo metodologico. Elilustre investigador demostré que tales defectos babar sido letalespara su mismo campo, que era estimado inade- ado para la ciencia contemporanes , por tanto, no elegible para el po yo fnanciero de los Ministerios competenteso del gobierno, { acrisis delo humano, su sucesiva recaida en lo posthumano, ha tenido ‘fectos erigicos para el Ambito académico més intimamente ligado a él, ‘0 sea, para las ciencias humanas. En el clima social neoliberal de la ma~ yoria de las democracias actuales, los estudios humanisticos han sido deselasados al rango de ciencias blandas, estimados materias que pro- funclizar en el tiempo libre al final de la escuela. Consideradas mas una pasion personal que un campo de investigacién profesional, creo que las ciencias humanas estén corriendo el serio peligro de desaparecer del curriculo universitario europeo del siglo 20x (Otra raz6n de mi compromiso con el argumento deo posthumano puede ser, en consecuencia, localizada en el profundo si responsabilidad civica que atribuyen al papel del intelectual académico ificado de 21 de nuestros dias. Un pensador de las ciencias humanas, figura conocida como intelectual, hoy corre el riesgo de no saber qué papel jugar en los scenarios pablicos y sociales. Se me podria criticar sosteniendo que mi por lo posthumano proviene de una preocupacién demasiado hhumana sobre el tipo de saberes y de valores intelectuales que estamos actualmente produciendo como sociedad. Con mayor precisién, me preocupa el estado en que se halla hoy la investigacién universitaria, en inverés el interior de la cual nosotros atin nos referimos a las ciencias humans, « falta de una expresién més adecuada. Desarrollaré mis ideas sobre la universidad actual en el cvarto capitulo. Este sentido de responsabilidad expresa, ademés, un habito del pen- samiento que es grato a mi corazén ya mi mente, puesto que pertene2- co a aquella generacién que tenia xn suefto. Este era y es atin el sueiio de constituir comunidades de aprendizaje reales: eseuelas, univers dades, libros, revistas y periédicos, curriculos, debates, teatros, televi- sidn, radio y programas multimedia —y més tarde sitios de internet y network on line— que se parecen ala sociedad que representan, sirven y ayudan a desarrollar. Es el suefo de la creacién de un saber importan- te desde el punto de vista social, en sintonia con los principios funda- mentales de la justicia social, el respeto a la dignidad humana y la diver- sidad, el rechazo del falso universalismo; el sueio de la afirmacién dela positividad de las diferencias; los principios de la libertad académica, el antitracismo, la apertura al otro y la cooperacidn. A pesar de que yo sea propensa a un cierto antihumanismo, no tengo ninguna dificultad de admitir que estos ideales son perfectamente compatibles con la filosofia de valores humanistas. Este libro no quiere tomar partido en dispuras académicas, mas bien apunta a intentar explicar la complejidad en que estamos inmersos. Propondré, por eso, nuevos modos de combina cri tica y creatividad, poniendo el acento sobre la importaneia del aetivis- ‘mo, moviéndome en la btisqueda de tna representaciéa de la humani- dad posthumana a la altura de la era global. El saber posthumano —y lo sujetos que lo sostienen— se caracte- rizan por una bisica aspiracin a los prineipios que mantienen unida a Ja comunidad, ¢ intentan evitar, por tanto, las tampas de la nostalgia conservadora y de la euforia neoliberal. Este libro parte de mi convie- 22 cin de que las nuevas generaciones de sujetos cognoscentes afirman un tipo constructivo de panhumani liberarnos del provincianismo de la mente y el sectarismo de ls ideolo~ ios, le deshonestidad y el miedo. Esta aspiracién, ademis, nutre mi convieci6n respecto a qué deberia ser, hoy, una universidad — un sni~ vversum, al servicio del mundo actual, no slo en cuanto lugar epistemo- I Ul deseo de aprender a los fines de la mejora que proviene del conoci- miento y que sostiene nuestra subjetividad. Me agrada describir este «leseo como aspiracién radical ala libertad, mediante la comprensién de las condiciones especificas y las relaciones de poder inmanentes a nues- stas condiciones incluyen el poder que cada uno de nosotros ejerce en su cotidiana red de relaciones sociales, tanto a nivel de la micro como de la macropolitica. De algtin modo, mi interés por lo posthumano es directamente pro- porcional al sentimiento de frustracién que advierto en xelacién a los recurs0s y a los limites humanos, todos demasiado humanos, que ca- racterizan nuestro nivel personal y colectivo de potencia y creatividad He aqui por qué la cuestiGn de la subjetividad asume tanto relieve en ecesitamos proyectar nuevos esquemas sociales, éticos y 35 dela formaci6n del sujeto para afrontar los profundos cam- bios alos que nos enfrentamos, Esto implica que tenemos que aprender ‘pensar de manera diversa en nosotros mismos. Yo asumo la condicién posthumana como una oportunidad para incentivar la bisqueda de es- quemas de pensamiento, de saber y de autorrepresentaci6n alternativos respecto de aquellos dominantes. La condicién posthumana nos llama urgentemente a reconsiderar, de manera critica y creativa, en quién y en qué nos estamos eonvirtiendo en este proceso de metamorfosis. 1d, comprometiéndose plenamente a o de produecién del saber cientifico, sino también en cuanto lugar tras ubicaciones histéricas. 28 al Posthumanismo: la vida mis all4 del individuo Al principio de todo esta El: el ideal clésico del Hombre, identificado ppor Protégoras como «la medida de todas las cosas», luego elevado por el Renacimiento italiano a nivel de modelo universal, representado por Leonardo da Vinei en el Hombre vitruviano (véase figura 1). Un ideal de perfeccién corporal que, en linea con el dicho clésico mens sana in corpore sano, evoluciona hacia una serie de valores intelectuales, dis- cursivos y espirituales. Juntos, éstos sostienen una precisa concepcién dle qué es bumano a propésito de la humanidad. Ademés, aseveran con inquebrantable seguridad la casi ilimitada capacidad mana de perse~ guirla perfeccién individual y colectiva. Esa imagen icénica es el simbo- lo de la doctrina del humanismo, que interpreta la potenciacién de las «apacidades humanas biolégicas, racionales y morales a la Inz del con- cepto de progreso racional, orientado teleol6gicamente La fe enlos poderes inicos, autorreguladores eintrinsecamente mo~ rales de la raz6n humana representa parte integrante de esta doctrina ultrahumanista, que ha sido sobre todo difundida durante los siglos Xvilry XIX mediante las reinterpretaciones de la antigiiedad eldsica y los ideales del Renacimiento italiano, Figura ‘The Vierwoien Man (El hombre vitewviano), de Leonaedo da Vinci Facts: Wikipedia Commons, 1492, Este modelo fija los estandares no sélo de los individuos, sino también dessus culturas. El humtanismo se ha desarrollado histéricamente como un modelo de civilizacién, que ha plasmado la idea de Europa como coincicente con los poderes universalizantes de la razdn autorreflexiva La wansformacién del ideal humanista en el modelo cultural hegem6- nico ha sido canonizada por la filosofia de la historia de Hegel. Esta pperspectiva autocomplaciente sostiene que Europa no es una ubicacién ‘geopolitica, sino mas bien un atributo de Ia mente humana que puede 26 prestar sus cualidades a cualquier objeto apropiado. Esta es la concep- cidn expresada por Edmund Husserl (1970) en su famoso ensayo La ctss de las ciencias ewropeas, que constituye una apasionada defensa de Jos poderes universales de larazén contra la decadencia moral eintelec- wal simbolizada por el ascenso del Fascismo europeo de 1930. Segiin Husserl, Europa se presenta a si misma como el lugar de origen de la soz6n critica y autorreflexiva, cualidades que remiten ala norma huma- nista, Igual slo a si misma, Europa trasciende su especificidad en euan~ {o conciencia universal, 0, mas bien, presenta el poder dela trascenden~ cia como su caracteristica distintiva y el universalismo humanista como su peculiaridad. Esto convierte sl eurocentrismo en algo més que una contingente cuestién de atitud: &ste es un elemento estructural de nues- {v1 préctica cultura, arraigado tanto en as veorfas como en las pricticas instiucionales pedagégicas. Como ideal de civilizacién, el bumanismo hia alimentado «los destinos imperiales dela Alemania del siglo xvut, de Francia, sobre todo de Gran Brera» (Davis, 1997, 23). Este paradigma eurocéntrico implica la dialéctica entre el ego y el ‘tro, dems de la légica binaria de fa identidad y la alteridad, en calidad demotores dela légica cultural del humanismo universal. Es central, por «sta actitud universalista y por su légica binaria, la nocién de diferencia, centendida en sentido peyorativo. El sujeto equivale ala conciencia, a Ja racionalidad universal y al comportamiento ético autodisciplinante, ‘mientras que la alteridad es definida como su eontraparte negativa y es- pecular, No obstante, cuando la palabra diferencia significa inferioridad, ésta asume connotaciones esencialistas y letales desde el punto de vista de las personas marcadas como “otras. Estos son los otros sensualiza- dos, racializados y naturalizados, reducidos al estado no humano de ‘cuerpos de usar y tirar. Nosotros somos todos humanos, s6lo que algu- nos de nosotros son més mortales que otros. Desde el momento que su historia en Europa y en otras partes se ha caracterizado por marginacio~ nos nefastas interdieciones fatales, estos otros plantean preguntas s0- bre el poder y la exclusisn, Necesitamos mayor responsabilidad éxica para afrontar la herencia del humanismo. Tony Davies lo afirma hicida- ‘mente: «Todos los humanismos hasta ahora han sido imperialistas. Es- tos hablan de lo humano en los términos y en los intereses de una clase, 27 tun sexo, una raza y un genoma. Su presién sofoca a aquéllos que no ignors. Es casi imposible pensar en un erimen que no se haya cometido en nombre dela humanidad> (Davies, 197, 141). En verdad, en muchos casos, esafortunadamente, diversas atrocidades se han cometido en nom- bre del odio hacia la humanidad, como demuestra el caso de Pekka-Bric ‘Auvinen ilustrado en la primera vifeta de la introduecién, 1a redueida nocién humanista de aquello que define lo humano es suna de las claves para comprender cémo hemos llegado a Ia inflexién posthumana, Elitinerario no es simple e identificable a prior. Edward Said, por ejemplo, complica el cuadro introduciendo una perspectiva postcolonial: «El humanismo entendido como una forma de naciona- lismo protector 0 también defensivo es, ereo, una mezcla peligrosa, aunque a veces inevitable, por su feracidad ideolégica y su implicito triunfalismo. En el contexto colonial, por ejemplo, el renacimiento de las lenguas y ls culturas suprimidas, los intentos de afirmacién nacio- nal y el reclamo a antepasados ilustres (...] son aspectos explicables y comprensibles» (Said, 2007, 64). Este atributo es crucial para evidenciar 1a importancia del lugar desde el que cada uno de nosotros toma la palabra, Las diferentes ubicaciones entre centros y periferias son de primordial relevancia, especialmente en relaci6n a la herencia de un fe~ némeno complejo y multifacético como el humanismo, Por un lado, cémplice de genocidios y crimenes, por el otro, heraldo de enormes esperanzas y deseos de libertad, el humanismo marca la derrota de la critica lineal. Esta proteiforme cualidad es, en parte, responsable de su Jongevidad. Antihumanismo Dejadme poner las cartas boca arriba aun estando sélo al principio de mi razonamiento: no soy en absoluto aficionada al humanismo y a Ja {dea de humano que implictamente contiene. As, el antihumanismo es hasta tal punto parte de mi geneslogia intelectual y personal, como de ‘una tradicién familiar, que, para mi, la crisis del humanismo parece un dato descontado. Por qué? 28 Mi alegrfa al acoger la nocién histérica de In decadencia del huma- histo, con su niicleo eurocéntrico y sus tendencias imperialists, se xplica en primer lugar gracias ala politica y ala filosofia. Ciertamente, cl contexto histérico cuenta mucho. He crecide intelectual y politicamen- te en los afios turbulentos que siguieron a la Segunda guerra mun- dial, cuando el ideal humanista fue radicalmente puesto en discusién. Durante los afi sesenta y setenta un notable aetivismo antihumanista, \rraig6 gracias 2 los nuevos movimientos sociales y a las culturas juve- niles del perfodo:feminismo, anticolonialisme y antirracismo, movimien- {os pacifistas y antinucleares. Cronolégicamente ligados a las politicas sociales y culturales de la generacién conocida como baby boomers, - os movimientos sociales han dado vida a poiticasradicales,teorias so- y nuevas epistemologias. Han desafiado los estereotipos de la re- a de la Guerra Fria, con su énfasis en la democracia occidental y el individualisme liberal Solo la crisis teorética de la mediana edad nos impide reconoeer huestra pertenencia ala generacién de los baby boomers.' Bn este peri dlo, imagen piiblica de aquella generaci6n no es precisamente positi- va. No obstante,a decir verdad, esta generacisn ha sido marcada por la herencia traumstica de los diversos y fracasados experimentos politicos All siglo xx El Fascismo y el Holocausto, por un lado, el Comunismo y el Gulag, por el otro, se equilibran en la balanza ensangrentada de la historia de los horrores. Hay un evidente nexo generacional entre estos momentos histéricos y el rechazo del humanismo en los aos sesenta y setenta, Goncededme explicarl. Al nivel de sus propios contenidos ideolégicos, estos dos fenéme- 10s histéricos, Fascismo y Comunismo, rechazan explicita e implicita- Iente los principios fundamentales del humanismo europeo, traicio~ nindotos profundamente. Sin embargo, son muy distintos por lo que conciemne a estructura y objetivos. Alli donde el Fascismo propugnaba lina despiadada cesura de las raices del eoncepto ilustrado de respeto por ls auronomfa de la r2z6n y de la moral, el socialismo perseguia una 1. Braidot, Mazzanti, Sapogno y Taglnvini, Maby-boomers Vite parallel ag and inguance a cinguantni, Gian, Flores, 2003, 29 versién comunitaria de la solidaridad humanista, Desde los inicios de los movisnientos socialistas ut6picos del siglo xvnt, la izquierda euro- pea ha sentido atraccién por el socialismo humanista. En verdad, el ‘marxismo leninista rechazaba algunos aspectos del humanismo socia- lista, en particular su ensaiiamiento en la realizacién del potencial hu- mano como autenticidad (opuesta a la alienaci6n), proponiendo como altemnativa el humanismo proletario, conocido también como humanis- ‘mo revolucionario tipico de la uRss, famoso por su denodada tendencia a la realizaci6n de la libertad humana, valor dado por universal, pero sélo bajo y a través del Comunisme Dos factores han contribuido 2 la popularidad del humanismo co- munista después de las grandes guerras. El primero esté representado pot los desastrosos efectos que el Fascismo tuvo sobre la historia inte- lectual y social europea. Fascismo y Nazismo fueron causa de enormes dafios también en la historia de la teor‘a critica continental europea, puesto que destruyeron y desterraron de Europa enteras escuclas de pensamiento —en particular, marxismo, psicoandlisis, escuela de Frane- fort la carga rompedora de la genealogia nietzscheana (por mas que el caso de Nietzsche sea bastante complejo)—, que habia sido central en la filosofia de principios del siglo xx. Ademas, la Guerra Fria y la divi- sién en dos bloques geopoliticos, que siguis al final de la Segunda Gue- rra Mundial, resquebrajé y dicotomiz6 Europa hasta 1989, dificultan- do el retorno al continente, que también las habia alejado con violencia eignorancia, de aquellas mismas teorias radicales. Es significativo, por ejemplo, que muchos de los autores que Michel Foucault considera precursores del pensamiento critico de la modernidad avanzada (Marx, Freud, Darwin) sean los mismos pensadores que el Nazismo condend ala hoguera publica en 1930. La segunda razén de la popularidad del marxismo humanista esta representada por el hecho de que el Comunismo, sobre todo gracias a Ja Uxss, desarroll6 un papel central en la derrota del Fascismo y, por tanto, result6 vencedor al final de la Segunda guerra mundial. En estos ‘términos, se explica el hecho de que la generacién politica del Sesenta y ‘ocho haya heredado una concepcién positiva de la praxis y la ideologia ‘marxistas, en evanto resultado de la oposicién comunista-socialista al 30 Hascismo y del compromiso armado de la Uni6n Soviética contra el Navismo. Este dato de hecho choca con el casi epidérmico anticomu- hismo de la cultura americana y esté destinado a permanecer como un punto de fuerte tensién intelectual entre Europa y Estados Unidos. Es \lgo dificil de recordar, al alba del tercer milenio, el hecho de que los partidos comunistas fueron los vinicos verdaderos emblemas dela resis- lwncia antifascista en Europa, Y que ellos jugaron, ademds, un papel significative en los movimientos de iberaci6n nacional en todo el mun- do, en particular en Africa y Asia, El texto fundamental de André Mal- aux La condicién humana (1934) es testigo tanto dela estatura moral como de la dimensién teégica del Comunismo, como lo es, en otro mo- mento histdrieo y contexto geopolitico, fa vida y la obra de Nelson Mandela (2008). Edward Said, tomando la palabra como ciudadano de Estados Uni- los, aftade otra interesante observacién: «El antihumanismo ha arrai- judo en la escena intelectual estadounidense en parte a causa dela difusa repulsi6n suscitada por la guerra en Vietnam, Esta aversién ha implica- do también el surgimiento de un movimiento de resistencia contra el racismo y, en general, el imperialismo, ademas de contra las pedantes, dlisciplinas humanistas que durante afios habian representado un ejem- plo de actitud apolitica, ajena al mundo, deliberadamente ignorante del presente, y alos efectos a veces manipuladores, siempre resuclto a cele borar las virmudes del pasaclo» (2007, 42). Durante los afios sesenta y setenta lanuev izquierda estadounidense se caracterizé por las radicalesinscancias amtihumanistas, que se difun- dieron no s6lo en contraste al liberalismo predominante, pero también en contraste con el marxismo humanista de la izquierda tradicional. Soy perfectamente consciente del hecho de que esta nocién de mar- xismo, hoy considerado una ideologia violenta cinhumana, aproximada al humanismo podré dejar asombradas a las generaciones més jovenes y ‘aquellos que no tienen familiaridad con Ia filosofia continental. Sin em- bhargo, es suficiente recordar el énfasis con que pensadores del calibre de Sartre y De Beanvoir se servian del humanism como método laico de andlisis critico. El existencialismo vuelve a la conciencia humanista ‘como origen, sea de la responsabilidad moral, sea dela libertad politi. 3

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