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In Vertebra Dos
In Vertebra Dos
études andines
2003, 32(1): 51-67
Resumen
El sitio arqueológico de Pachacamac, a pesar de su importancia para la costa central
del Perú, es poco conocido a nivel de su economía de subsistencia. Los primeros resultados del
estudio de los invertebrados y peces marinos excavados en las unidades 24 y 25 de la pirámide
No III indican que las especies identificadas son habitantes comunes del litoral arenoso actual que
se encuentra frente a Pachacamac, Lurín. En referencia al valor nutritivo, los peces constituyen
la primera fuente de proteina animal, seguidos por las conchas y los camarones de río. La
presencia de Donax obesulus (palabrita) como de Katsuwonus pelamis (barrilete) podría indicar
la ocurrencia de un evento El Niño a mediados del siglo XV.
Palabras claves: Pachacamac, Valle de Lurín, costa central, Período Intermedio tardío, recursos
marinos, malacología, ictiología.
*
ESA 8045 CNRS, Muséum national d’histoire naturelle, 55 rue Buffon, 75005 Paris, France.
E-mail: bearez@mnhn.fr.
**
Museo de Arqueología y Antropología de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos,
Av. Nicolás de Piérola 1222, Lima 1, Perú. E-mail: gorritimanuel21@hotmail.com.
***
Faculté de Philosophie & Lettres (CP 175), Université Libre de Bruxelles, Av. F. Roosevelt
50, 1050 Bruselas, Bélgica. E-mail: peeckhou@ulb.ac.be.
52 Philippe béarez, manuel gorriti, peter eeckhout
Mots clés : Pachacamac, Vallée du Lurín, côte centrale, Intermédiaire récent, ressources
marines, malacologie, ichtyologie.
Introducción
El sitio de Pachacamac, en la costa central del Perú, constituye uno de los
mayores centros arqueológicos de la prehistoria andina tanto por su superficie —más
de 500 hectáreas— como por su profundidad temporal: una ocupación permanente
de más de 1 500 años confirmada desde los inicios de nuestra era hasta la conquista
española. Por esta razón ha sido objeto de estudios esencialmente arquitectónicos y
funcionales (Bueno Mendoza, 1982; Franco Jordán, 1993a; 1993b; 1998; Jiménez Borja,
1985; Paredes Botoni, 1988; Ühle, 1903) bastante inspirados en datos etnohistóricos.
(Rostworowski, 1972; 1992) En este lugar se desarrollaron, una tras otra, cuatro culturas
prehispánicas (Lima, Huari, Ychsma e Inca), dejando cada una impresionantes vestigios
en el centro monumental, entre otros bajo la forma de arquitectura de adobe (Bueno
Mendoza, 1982; Shimada, 1991; Ühle, 1903). Considerado durante mucho tiempo
únicamente como un centro ceremonial o de culto, los niveles de habitación fueron
frecuentemente descuidados. Como esta visión ha sido parcialmente reformulada por
uno de nosotros (Eeckhout, 1999a; 1999b; 1999-2000), ahora ya es seguro que la
ocupación doméstica del sitio y la subsistencia de residentes han dejado numerosos
restos de fauna proveniente del consumo humano. En particular se encuentran numerosos
residuos de productos marinos: conchas, quelas de cangrejos y huesos de pescado. La
ausencia de información sobre el origen y el uso de estos recursos vivientes por las
diferentes categorias sociales durante el período tardío de funcionamiento del sitio de
Pachacamac nos ha llevado a estudiar este material. Los primeros resultados de estos
estudios se presentan a continuación.
El sitio de Pachacamac
Pachacamac se sitúa a unos treinta kilómetros al sur de Lima (12º14’S – 76º53’O)
pachacamac (perú), siglo xv: el uso de invertebrados y peces 53
a aproximadamente un kilómetro del Océano Pacífico, sobre la margen derecha del río
Lurín, cerca de su desembocadura (Fig. 1). La ocupación permanente del sitio comienza
probablemente durante el período Intermedio Temprano (200 a.C. – 550 d.C.). En esa
época, los valles bajos del Lurín y del vecino Rimac estaban bajo control de una entidad
política estratificada cuyo centro se encontraba en el Valle del Rímac (Earle, 1972;
Patterson et al., 1982). La cultura Lima, así se la denomina, se caracteriza por tener un
estilo propio de cerámica (cf. Kroeber, 1954; Patterson, 1966; Stumer, 1957) y por la
presencia de grandes montículos compuestos por plataformas superpuestas hechas de
adobe (Agurto Calvo, 1984; Jijón y Caamaño, 1949; Stumer, 1954, 1958). La mayoría
de los autores estiman que el sitio era ya un importante centro religioso en ese período
(Bueno Mendoza, 1982; Franco, 1993b, 1993c; Jiménez Borja, 1992). A inicios del
Horizonte Medio (ca 550 – 900), Pachacamac sucumbe a la influencia Huari y pasa a ser
un centro interregional de difusión de la iconografía y de la ideología religiosa de esta
cultura de las tierras meridionales (Menzel, 1964). El período siguiente, el Intermedio
Tardío (900 - 1470), es el menos conocido tanto en lo que se refiere a Pachacamac como
a la costa central en general (Shimada, 1991). Según las fuentes etnohistóricas, la etnia
Ychsma dominaba el valle de Lurín a fines del Período Intermedio Tardío (Rostworowski,
1992). La conquista de la región por Topa Inka Yupanqui hacia 1470 marca el comienzo
del Horizonte Tardío y Pachacamac (que se llamaba hasta ese entonces Ychsma) es
integrado al imperio inca. Los nuevos dirigentes realizan profundos cambios en el sitio,
y construyen particularmente un Templo del Sol y un Acllahuasi (casa de las mujeres
escogidas). Cuando los españoles entran a Pachacamac en enero de 1533, lo describen
como uno de los establecimientos más vastos y más impresionantes del Perú (Cieza
de León, 1994; Estete, 1992; Pizarro, 1872). Sin embargo, algunos años después de la
Conquista, se lo abandona completamente (Rowe, 1946).
El sitio cubre una superficie de unas 572 hectáreas de las cuales cerca de un tercio
está ocupado por los edificios del sector monumental (Fig. 2). Dos murallas concéntricas
lo dividen en dos partes principales. La primera muralla o Muralla Sagrada, encierra
el Templo Viejo de Pachacamac, el Templo Pintado, el Templo del Sol, un cementerio
importante y los cimientos de una estructura rectangular hoy totalmente destruida. La
segunda muralla encierra calles, cementerios, numerosas plazas y explanadas, así como
la mayor parte de las pirámides con rampas (ver inmediatamente después), excepto
las Pirámides V y VIII, situadas al borde de la zona desértica que separa la segunda
muralla de una tercera, la misma que marca el exterior del sitio. Una cuarta muralla se
1. Material y métodos
La totalidad del sedimento de las unidades 24 y 25 fue tamizado con malla de
Cuadro 1 - Fechado de una muestra extraída en la unidad 24, Pirámide N° III.
2. Resultados
Presentamos los resultados en forma de cuadros, individualizando cada grupo
58 Philippe béarez, manuel gorriti, peter eeckhout
Unidad 24 Unidad 25
Taxa NR % NMI % NR % NMI %
Donax obesulus 478 22,6 229 39,3 213 7,2 103 12,3
Mesodesma donacium 931 44,0 108 18,6 1411 47,7 250 29,9
Aulacomya ater 315 14,9 88 15,1 580 19,6 175 20,9
Semimytilus algosus 176 8,3 62 10,7 315 10,7 117 14,0
Diversos 214 10,2 95 16,3 438 14,8 191 23,4
Total Mollusca 2114 100 582 100 2957 100 836 100
Trachurus murphyi 33 32,4 7 20,0 127 34,4 15 23,4
Sardinops sagax 12 11,8 3 8,6 163 44,2 11 17,2
Engraulis ringens 20 19,6 4 11,4 16 4,3 2 3,1
Sciaena deliciosa 8 7,8 4 11,4 11 3,0 6 9,4
Scomber japonicus 10 9,8 3 8,6 5 1,4 3 4,7
Diversos 19 18,6 14 40,0 47 12,7 27 42,2
Total Chrondrichthyes
+ Teleostei 102 100 35 100 369 100 64 100
unidades tienen superficies diferentes y las cuatro capas grosores diferentes y variables
dentro de una misma unidad, lo que hace difícil la interpretación cuantitativa. A grosso
modo, siendo las capas de la unidad 24 mas gruesas y la superficie excavada menor que
en la unidad 25, se puede considerar que los volúmenes de sedimentos tamizados en
las dos unidades son de un tamaño similar. La unidad 25 es notoriamente más rica que
la 24, lo que parece lógico en la medida en que la primera es una sala que ha podido
albergar una actividad doméstica, mientras que la segunda es un lugar de paso, un
pasadizo. La única excepción notoria es la abundancia particular del bivalvo Donax
obesulus (“palabrita”) en la unidad 24, particularmente en la capa 3.
Desde un punto de vista cualitativo hay pocas diferencias entre las dos unidades
y se observa que en los dos casos, las principales especies identificadas pertenecen a
biotopos marinos bastante definidos: las playas de arena para los moluscos y el mar
pachacamac (perú), siglo xv: el uso de invertebrados y peces 59
abierto (zona pelágica nerítica) para los peces. Entre las especies secundarias (ver
Anexo) se encuentran algunos habitantes de zonas rocosas, como los Muricidae, pero
en número muy reducido, y sobre todo recordaremos la muy escasa representación de
los Fissurelidae (“lapas”).
3. Discusión
El espectro fáunico tal como aparece luego de un análisis fino de los restos
testáceos y óseos es notoriamente representativo del medio ambiente marino inmediato
a Pachacamac: grandes playas de arena con un habitat rocoso esencialmente presente en
las islas costeras cercanas. Polinices sp., Donax obesulus, Mulinia edulis y Mesodesma
donacium son características de las playas de arena bañadas por el océano y se pescan
a pie en muy poca agua: las cuatro representan 60,8% de los restos de moluscos. Los
chitones, gasterópodos y mitílidos están enfeudados en los substratos rocosos pero, a
pesar de su diversidad, aquí son minoritarios. Observemos que Crepipatella sp. esta
frecuentemente asociada con el choro Aulacomya ater y podría haber llegado hasta
allí asida a este último, por consiguiente no haber sido objeto de recojo voluntario ni,
tal vez, de consumo alimenticio. La presencia de algunos choros grandes o “choro
zapato” (Choromytilus chorus), que actualmente viven a partir de cuatro metros de
profundidad y sólo en el sur del Perú, plantea el problema recurrente de la explicación
de su ocurrencia en los sitios arqueológicos de la costa central o incluso en la costa sur.
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¿Cómo fueron recolectados y por qué y cuándo desaparecieron de casi todo el litoral
peruano? La pregunta se mantiene y su respuesta exigirá un estudio detallado de la
ecología de esta especie.
Trachurus murphyi (jurel), Sardinops sagax (sardina), Engraulis ringens
(anchoveta), Sarda chiliensis (bonito) y Scomber japonicus (caballa) son peces pelágicos
costeños que se encuentran frente a las playas, manteniéndose generalmente detrás de
la barrera de las olas: pueden ser pescados mediante redes o para algunos mediante
pequeños anzuelos. A las corvinas y lornas, Cilus gilberti, Sciaena wieneri, Sciaena
deliciosa, y al lenguado (Paralichthys adspersus) les gustan las aguas turbulentas de
las playas, delante de las olas, donde vienen a cazar “muy–muy” (Emerita analoga,
crustáceo) y peces pequeños: allí se los puede pescar con redes o anzuelos, incluso con
arpones de punta suelta en el caso de peces grandes. Las chitas (Anisotremus scapularis),
trambollos (Labrisomus philippii) y cabrillas (Paralabrax humeralis) viven típicamente
en los fondos rocosos y se pescan mas bien con anzuelos.
De este análisis se concluye que tanto las orillas de las playas como el alta mar
constituían el medio de pesca privilegiado pero que a la vez se practicaba una búsqueda
de los recursos en las rocas y en los fondos rocosos de las islas vecinas. Por otro lado,
la presencia de algunos restos de “camarón de río“ (Cryphiops caementarius) no es
nada sorprendente en la medida que el cercano río Lurín debía albergar en esa época
una población explotable de esta especie.
El eclectismo del consumo, reflejado en la gran variedad de taxa, podría explicarse
como una forma de tributo entregado a los consumidores en la pirámide, por parte de
pescadores-recolectores que laboraban en varias zonas. Las fuentes etnohistóricas del
siglo XVI señalan en este sentido que los pescadores de Pachacamac, especializados
únicamente en esta actividad, ejercían su arte en el litoral de Maranga, o sea Lima, a
unos 30 km al norte de su curacazgo de origen (1), lo que hace suponer que a semejanza
de los agricultores y criadores, los pescadores de recursos marinos eran beneficiarios
de una especie de territorialidad ampliada, y de derecho de pesca en diferentes lugares,
seleccionados seguramente en función de sus particulares recursos (cf. Rostworowski,
1981: 85). Por otro lado, dentro de la pirámide (Plaza V, cerca de la U24) se encontró
la mayor diversidad de osamenta de animales usados con fines alimenticios, sobre todo
cérvidos, pequeños mamíferos, diferentes camélidos y tal vez perros. Existe un contraste
total con lo que se observa en las cabañas del común de la gente, hacia la parte baja de
la pirámide, donde hay pocos restos de mamíferos grandes, por no decir nada, y muy
poca diversidad (Eeckhout, 1999a: 370-72). Así pues, parece que los ocupantes de la
pirámide, dado su status social más alto, tenían acceso a un abanico más amplio de
alimentos que los pobladores. Esto se verifica igualmente cuando se compara el estado de
dentadura de los individuos enterrados en las pirámides —generalmente muy bueno— y
de aquellos enterrados en los cementerios —generalmente deplorable— (Eeckhout,
1998). El acceso a una mayor variedad de productos alimenticios (en este caso tanto
(1) En el Horizonte Tardío, uno de los cuatro linajes tributarios del cacicazgo Ychsma, el
linaje de los Quilcaycuna, se componía de pescadores especializados establecidos en el litoral de la
margen izquierda del río Lurín (Rostworowski, 1978: 93; 1992: 93-95).
pachacamac (perú), siglo xv: el uso de invertebrados y peces 61
de mar como de río) podría pues constituir una característica del acceso al recurso de
las élites, reflejado en cierta medida en el registro arqueológico. Sobre este tema es
importante precisar que ningún artefacto que tenga relación con la extracción de los
recursos marinos (redes, anzuelos, trampas, puntas de arpones, restos de embarcaciones,
etc.) ha sido encontrado hasta hoy en las excavaciones hechas en Pachacamac, mientras
que sí se han encontrado herramientas e infraestructuras destinadas al tejido o a la
cerámica, por ejemplo.
En lo que concierne a las biomasas y a las cantidades de carne fresca disponibles
para el consumo, el alto número de moluscos en relación a los pescados no debe llevar
a falsas interpretaciones. En efecto, una macha (Mesodesma donacium) de tamaño
promedio (7 a 8 cm) proporciona tan sólo 15 g de materia fresca orgánica consumible
mientras que un simple jurel (Trachurus murphyi) de 500 g proporciona 256 g de filete
(IMARPE / ITP 1996). En el caso presente, el tamaño promedio de los jureles puede
ser evaluado en aproximadamente 1 kg, lo que significa que cada individuo equivale a
34 (512/15 = 34) machas! Notemos que el pescado más grande que se ha identificado
es un robalo (Sciaena wieneri) cuyo peso se estima en 7 kg: el pescado representa pues
la primera fuente de proteínas animales de origen marino.
La presencia de un depósito importante de Donax obesulus en la capa 3 de la
unidad 24 no es altamente significativa en la medida en que esta especie está también
presente, en diferentes grados, en las 4 capas de las dos unidades estudiadas. Este
pequeño bivalvo de playas arenosas es considerado por algunos autores (Rollins et
al., 1990) como un indicador de aguas calientes y partiendo de ahí, como indicador
biológico del fenómeno ENSO (El Niño – Southern Oscillation). Por otra parte, su
identificación dentro del material malacológico del sitio arcaico “El Anillo“, cerca de Ilo
(Sandweiss et al., 1989) ha contribuido, con otros datos del norte del Perú, a la emisión
por esos autores (Sandweiss et al., 1996; Sandweiss et al., 2001) de una hipótesis de un
recalentamiento global del Pacífico peruano en esa época. Aunque esta posición no sea
compartida por todos los arqueólogos y paleoclimatólogos (Díaz & Ortlieb, 1993), es
seguro que en condiciones oceanográficas “normales” —no El Niño— las “palabritas“
no están significativamente presentes en el litoral meridional o central del Perú. El hecho
de encontrarlas en Pachacamac denota por lo menos una actividad pesquera de verano
y probablemente en un período de penetración de aguas calientes. Este acontecimiento
esta corroborado por la presencia en la misma capa 3 de la unidad 24 de una vértebra de
bonito o “barrilete” (Katsuwonus pelamis), especie de afinidad tropical. Finalmente , se
puede notar en esta misma capa un número reducido de machas, afectadas clásicamente
por los fenómenos ENSO, y una ausencia de especímenes de Mulinia edulis, el mismo
que es en verdad escaso en otras capas. En efecto, esta última es una especie de agua
fría, frecuente en Chile, pero paradójicamente era común en los depósitos arcaicos
del litoral central del Perú (L. Ortlieb y V. Mogollón, comunicación personal, 2001).
Igualmente, la anchoveta, pez de agua fría asociado al ecosistema de la Corriente de
Humboldt, está ausente en las capas 3 y 4 de las unidades 24 y 25.
Estos escasos índices del advenimiento de un fenómeno ENSO hacia mediados de
siglo XV (1430 – 1470) podrían sin embargo ser cercanos al muy fuerte Niño descrito
por Wells (1987) en el caso del norte peruano y por Villalba (1994) en el caso del
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4. Conclusión
El presente ensayo constituye una primicia en el sentido en que hasta la fecha
ningún estudio detallado de los recursos marinos en Pachacamac había sido publicado
sobre la base de material excavado, salvo algunas consideraciones generales obtenidas
sólo de la identificación de registros malacológicos (Eeckhout 1999 a: 373–79, Rodríguez
de Sandweiss, 1998). Evidentemente, los resultados obtenidos deben ser relativizados en
razón del pequeño tamaño de la muestra analizada, pero de todos modos son bastantes
instructivos en dos puntos esenciales:
n El eclectismo del consumo, que más allá de mostrar los hábitos alimenticios
refleja tal vez algunos aspectos de la organización social y económica de esa época
pachacamac (perú), siglo xv: el uso de invertebrados y peces 63
sobre la fauna marina, pero sobre todo la remarcable facultad de adaptación de las
poblaciones humanas afectadas. Efectivamente, parece que los pescadores Ychsma no
se dejaron vencer por los cambios que producía en su cotidianidad un eventual ENSO,
sino que por el contrario se adaptaron inmediatamente pescando otras especies que sin
duda conocían menos bien.
Finalmente, es evidente que los datos aquí presentados son preliminares y
que el estudio de los recursos marinos debe ser continuado, sobre todo para verificar
o invalidar los índices biológicos de un Niño excepcional durante el siglo XV en la
costa central peruana. Además, el resto del material faunico y vegetal debe también ser
estudiado, no sólo en el término de identificación taxonómica (lo que ya se ha hecho
en parte) sino en términos cuantitativos para poder colocar en perspectiva el conjunto
de los datos y elaborar un cuadro exhaustivo de la dieta y de los hábitos alimenticios
de los habitantes de Pachacamac durante el Período Intermedio Tardío.
Agradecimientos
Agradecemos al Instituto Nacional de Cultura del Perú por habernos autorizado a hacer
excavaciones en Pachacamac. La campaña 1999 fue financiada por el Fonds de la Recherche
Fondamentale Collective (Bélgica) y la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Libre
de Bruselas. El análisis malacológico se financió gracias a la ayuda del Committee for Research
and Exploration de la National Geographic Society (Washington). Por sus valiosos comentarios
agradecemos a Luc Ortlieb, Valentin Mogollón, Daniel Sandweiss y Elizabeth Reitz.
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pachacamac (perú), siglo xv: el uso de invertebrados y peces 65
ANEXO 1