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La bandera de Portugal se compone de un rectángulo dividido verticalmente entre el

color verde, pegado al mástil, y el rojo. En la frontera entre ambos colores se


encuentra una versión simplificada del escudo nacional (incluyendo la esfera
armilar). Fue aprobada por la Asamblea Portuguesa el 19 de junio de 1911. Su
descripción oficial figura en el Decreto número 150, de 30 de junio de 1911, que es
la norma a la que remite la propia Constitución Portuguesa para definirla,
reemplazando a la enseña utilizada durante la monarquía constitucional. El diseño
fue escogido entre varias propuestas por un jurado, en el que participaron
Columbano Bordalo Pinheiro, João Chagas y Abel Botelho.

Los colores, eran tradicionales todos, ya que representaban la dictadura que


juntaba la tradición monárquica y religiosa del país. Tras la insurrección
republicana fallida de 1891, el rojo y el verde pasaron a ser los colores del
Partido Republicano Portugués y se asociaron a todos los eventos que propiciaron la
Revolución del 5 de octubre de 1910 que instauró la república. Durante las décadas
siguientes, los colores fueron ganando popularidad entre el pueblo, pues desde el
gobierno se intentó inculcar que esos colores representaban la esperanza de la
nación (verde) y la sangre (rojo) de aquellos que habían perdido la vida por la
patria. Con estas medidas se intentó dar un carácter más patriótico que político a
la bandera.

La bandera actual constituye un importante cambio en comparación con la evolución


que había tenido la enseña nacional durante las diferentes etapas de la historia,
puesto que hasta esa época había estado íntimamente asociada a las armas reales.
Con la fundación del país, la bandera nacional se basó tanto en la cruz azul del
rey Alfonso I como en el fondo blanco, que representaba la ideología liberal. Los
diferentes sucesos acaecidos en la historia de Portugal afectaron en gran medida al
desarrollo del escudo de Portugal, hasta llegar al diseño actual de la bandera
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