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Sueños que se rompen en pedazos

10. Durante décadas parecía que el mundo había aprendido de tantas guerras y
fracasos y se dirigía lentamente hacia diversas formas de integración. Por ejemplo,
avanzó el sueño de una Europa unida, capaz de reconocer raíces comunes y de
alegrarse con la diversidad que la habita. Recordemos «la firme convicción de los
Padres fundadores de la Unión Europea, los cuales deseaban un futuro basado en la
capacidad de trabajar juntos para superar las divisiones, favoreciendo la paz y la
comunión entre todos los pueblos del continente»[7].También tomó fuerza el anhelo
de una integración latinoamericana y comenzaron a darse algunos pasos. En otros
países y regiones hubo intentos de pacificación y acercamientos que lograron frutos y
otros que parecían promisorios.

11. Pero la historia da muestras de estar volviendo atrás. Se encienden conflictos


anacrónicos que se consideraban superados, resurgen nacionalismos cerrados,
exasperados, resentidos y agresivos. En varios países una idea de la unidad del pueblo
y de la nación, penetrada por diversas ideologías, crea nuevas formas de egoísmo y de
pérdida del sentido social enmascaradas bajo una supuesta defensa de los intereses
nacionales. Lo que nos recuerda que «cada generación ha de hacer suyas las luchas y
los logros de las generaciones pasadas y llevarlas a metas más altas aún. Es el camino.
El bien, como también el amor, la justicia y la solidaridad, no se alcanzan de una vez
para siempre; han de ser conquistados cada día. No es posible conformarse con lo que
ya se ha conseguido en el pasado e instalarse, y disfrutarlo como si esa situación nos
llevara a desconocer que todavía muchos hermanos nuestros sufren situaciones de
injusticia que nos reclaman a todos»[8].

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