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Murta, María Valeria – DNI 29.651.

896
Historia del Arte – Cátedra Casullo
Monografía Final - Año 2008

Hamlet: la vuelta a lo trágico en el renacimiento

Volver implica haberse alejado. En la Edad Media, el Catolicismo, elemento


aglutinante luego de la caída del Imperio Romano, hizo virar el eje hacia el cual
miraba el hombre. Todas las respuestas podían encontrarse en Dios. Así, las
distintas manifestaciones del arte (la literatura entre ellas) se vieron influenciadas
por los postulados de la fe Cristiana. En la época medieval, el relato bíblico era
considerado “el relato”.

Estos mismos postulados comienzan a resquebrajarse a partir de nuevas


expresiones: certificas, artísticas y sociales. Es el despertar renacentista, la vuelta
del hombre a escena. Sin afán de simplificar, este paso desde el Medioevo, desde
la fe cristiana, desde la moral cristiana a toda una nueva serie de experiencias que
significó el renacimiento, nos interesa concentrarnos en algunos rasgos típicos del
período renacentista, específicamente aquellos que marcan una cierta vuelta de
“lo trágico” en éste nuevo período histórico. Aquellos que se manifiestan en las
producciones renacentistas: obras de arte, la concepción del mundo, del hombre,
en síntesis, en el teatro.

William Shakespeare incorpora elementos de la Antigua Tragedia Griega a


la compleja sociedad moderna emergente, haciendo de sus obras un fiel reflejo de
su época. De ésta manera Hamlet, se presenta en este trabajo, como exponente
de la vuelta a lo trágico, al mundo clásico, en el Renacimiento.

Lo trágico como género

El Genero Trágico representa un modo de ver el mundo, una forma de


existencia. La consideración trágica del mundo implica la relación del hombre
consigo mismo, con el mundo y con la muerte. Entre el mundo y el deseo del
hombre hay contradicciones: el deseo es ilimitado y el mundo y las capacidades
del hombre son limitados. El tiempo y la muerte, le ponen al deseo un límite. El
hombre al encontrarse con ese límite, al experimentarlo, sufre. La tragedia, como
género, expone a través de sus representaciones, lo que es el dolor y el
sufrimiento, exponiendo así, el límite. Vivir es aprender a soportar el límite.

1
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La tragedia griega nació del ditirambo1, de la danza mímica, del coro. Éste
originariamente improvisado, asume luego, una forma escrita y preestablecida.
Posteriormente el mismo coro, daría vida a un diálogo entre dos corifeos. Luego
se introduce un contestador, que pronunciaba las palabras de Dionisio, dando así
nacimiento al drama.

Este se fue desarrollando: Esquilo agregó personas a la escena (de una a


dos), inventó el concepto del protagonista y restringió el carácter coral. Sófocles
agregó la tercera persona e inventó el escenario. Finalmente, la innovación que
aporta Eurípides, se encuentra en el realismo con el cual el dramaturgo traza la
dinámica psicológica de los personajes.

En el origen de la Tragedia Griega, podemos encontrar los elementos que


distingue Aristóteles como reglas del teatro: unidad de tiempo, de lugar, de acción.
“Aquella simplicidad del argumento griego, aquella sobriedad de las costumbres
griegas, aquel continuo calzar el contorno de la expresión, la música, el escenario,
la unidad de lugar y tiempo, todo esto estaba implícito en el origen de la tragedia
griega”2.

La tragedia griega sigue una estructuración básica. Según Aristóteles, se


inicia con un prólogo, que es lo que antecede a la entrada del coro, y mediante
éste se informa al espectador del porqué del castigo que va a recibir el héroe.
Luego comienzan los episodios (que pueden ser hasta cinco). En ellos hay diálogo
entre el coro y los personajes o entre personajes. Expresan el pensamiento e
ideas de los personajes. Por último, el éxodo es la parte final de la tragedia, hay
cantos líricos y dramáticos; el héroe reconoce su error. A veces es castigado con
la muerte por los dioses y es allí donde aparece la enseñanza moral.

Aristóteles en Poética escribe que la tragedia es “la representación


imitadora de una acción seria, concreta, de cierta grandeza, representada y no
narrada, por actores, con lenguaje elegante, empleando un estilo diferente para
cada una de las partes, y que, por medio de la compasión y el horror, provoca el
desencadenamiento liberador de tales afectos”.

1
Señala Aristóteles que la tragedia nace al inicio como improvisación, precisamente
"del coro que entonaba el ditirambo" , un canto coral en honor a Dionisio.

2
Herder, Johann Gottfried, “Shakespeare”

2
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Refiere a imitación, no de personas, sino de acciones de la vida. El concepto


de mimesis (imitar) es fundamental. En la representación se busca imitar una
acción que por medio de la piedad y del miedo, termine con la purificación de las
pasiones. El espectador experimenta piedad y terror, simpatiza con el héroe
trágico a través de sus emociones (pathos), comprende su castigo, y finalmente
arriba a un estado de conciencia, de catarsis.

La catarsis3 final representa la toma de conciencia del espectador, que,


comprendiendo a los personajes, alcanza este estado. Así logra distanciarse de
sus propias pasiones, toma conciencia de sus límites, de la muerte, y arriba a un
saber.

A esa determinada sabiduría se llega, entonces, experimentando el terror y la


piedad a través de las representaciones teatrales. Ambas son pasiones generadas
por el dolor o sufrimiento de otro. El terror surge ante lo aberrante de ciertas
situaciones expuestas, ante lo tremebundo. La piedad, ante la miseria ajena, ante
la contemplación del sufrimiento de otro. Esto está acompañado por la conciencia
de que lo que le sucede a los personajes podría ocurrirle al espectador, da cuenta
de la propia vulnerabilidad.

Lo trágico es un saber que no se adquiere con la teoría. Para el saber


trágico, la aceptación no es estar de acuerdo con algo. Lo trágico no es
resignación. Aceptar el dolor significa un orden de la realidad ya que del destino
no se puede escapar. Ya que no se puede eludir el final, la muerte, hay que vivir
de acuerdo a la contingencia, al límite.

3
Katharsis como purgación o purificación, consiste en la liberación del peso de una
realidad que se nos está volviendo pesada, es la purificación psicológica por el terror y
la piedad. Poética en Aristóteles

3
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La vuelta a la tragedia

Para hablar de la vuelta a la tragedia hay que hablar del Renacimiento,


como movimiento intelectual y artístico que abandonó las tradiciones de la Edad
Media para inspirarse en la antigüedad clásica. Este retorno al ideal antiguo se
verificó entre los siglos XIV al XVI, en Europa Occidental4.

Desde fines del siglo XII comenzaron a producirse en Europa los síntomas
de una lenta pero profunda transformación en la mentalidad del hombre medieval
frente al mundo que lo rodeaba. Entre las causas que provocaron el cambio, se
pueden citar las cruzadas, que debilitaron el poder de los señores feudales,
provocaron la renovación de la antigua economía rural a favor del dinero y el
rápido ascenso de la burguesía. También la cultura recibió influencias bizantinas y
musulmanas y cobro importancia el pensamiento griego y latino.

Se planteo una nueva forma de ver tanto al mundo, como al ser humano.
Durante la Edad Media, el pensamiento del hombre se encontraba subordinado
por los dogmas de la religión católica. Así, el sentido religioso, lo espiritual, la fe y
la esperanza que brindaba la eternidad en el más allá, fue el fundamento de todas
las respuestas y verdades del hombre medieval. El Renacimiento planteó una
nueva cosmovisión.

La influencia del mundo Antiguo aportó una concepción antropocéntrica y


materialista de la vida, en oposición a la concepción teocéntrica medieval. Se
vuelve al hombre como centro, a la razón, a la inteligencia, al conocimiento, a la
vida material, a sus placeres y a la belleza, cuyos cánones se relacionaban con la
naturaleza, con el equilibrio. Comienzan a aparecer nuevos valores que exaltan al
hombre y al desarrollo de su intelecto. Aparece el humanismo como movimiento
intelectual-político que revaloriza la dignidad del espíritu humano. Se busca el
conocimiento con espíritu crítico y se intenta explicar los fenómenos de la
naturaleza por medio del razonamiento. Se leen las doctrinas materialistas del
árabe Averroes, mientras se valora la cultura clásica sin temor a la influencia
pagana.

En el mundo de las artes, también cobro importancia el individuo. El artista


comenzó a estudiar los modelos y valores de la época antigua, investigaba las
técnicas del claroscuro, la perspectiva y la naturaleza.

4
Surgía en Florencia, Italia, el arte del Cuatrocento o primer Renacimiento italiano, así
llamado por desarrollarse durante los años de 1400 (siglo XV).

4
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En éste contexto puede hablarse de un resurgimiento del Yo 5, del


renacimiento como momento histórico de eclosión del individuo. El “Yo
shakesperiano”6 enfrentado al horror de la vida. La vida es precisamente a lo que
se enfrenta el sujeto renacentista, a la naturaleza misma, diversa e infinita que
desafía y amenaza en cada decisión y en todo momento, su unicidad. Su
subjetividad. Esta es la tensión, el antagonismo que buscamos rescatar como
motor de la tragedia en Shakespeare, el individuo frente a lo diverso, aquel que
pretende conocerlo todo y frente a quien se erige la naturaleza y la vida con su
infinita diversidad.

De ahí que no sea una creencia del sujeto en su poder ilimitado (ilustrado –
racionalista), sino el poder continuamente contrastado con su propia impotencia
donde se alimenta ya no solo el concepto de “genio” sino todo el surgimiento del
Yo en el renacimiento, y su resurgimiento en el romanticismo.

Desde este punto de vista puede decirse que el “espíritu moderno” nace en
el momento mismo en que el “hombre renacentista” percibe el verdadero
significado de su “fuga sin fin”, maravillándose de su poder y estremeciéndose
ante su impotencia.

5
Argullol, Rafael, “El resurgimiento del Yo”. Introducción
6
Idem

5
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Ser o no ser Hamlet

Herder7 habla de una génesis del Drama Griego al Drama Nórdico, de una
trasformación tal que dejan de ser la misma cosa. Así, “tal como todo cambia en el
mundo, debió transformarse también la naturaleza que en el fondo creo el drama
griego. Cambiaron la constitución del mundo, las costumbres, el estado de las
repúblicas, la tradición de la época heroica, la fe religiosa y hasta la música, la
expresión y la medida de la ilusión”8. Pero la esencia del argumento es la misma,
la concepción trágica del mundo. Así como también su finalidad, “…tenemos que
acordarnos del poder enorme de la tragedia, poder que excita, purifica y descarga
la vida entera del pueblo…”9.

En este sentido Hamlet se presenta como una tragedia clásica. Denota la


concepción trágica del mundo, representa mediante sus personajes la venganza,
la culpa, la corrupción, la traición, el amor, los límites, la desmedida, la locura, la
tiranía, la ignorancia y la indecisión. Hace partícipe al espectador de estos
sentimientos, hace que se sienta identificado, logrando generar, por un lado temor
de poder verse envuelto en una situación similar, y por otro lado, la compasión
hacia ese personaje (Hamlet) atormentado por la moral propia y la moral cristiana.

Pero al mismo tiempo que comparte las características esenciales de la


tragedia, recrea su propio espíritu de época: la multiplicidad de clases sociales, de
formas de vivir, de pensar de pueblos y lenguajes, etc. Si “un pueblo crea un
drama de acuerdo con su historia, en lugar de imitar servilmente a otro, crea su
propio espíritu de época, las costumbres, opiniones, el lenguaje, los prejuicios
locales…”10 .

De todas formas Shakespeare, pudo producir con esta materia opuesta a la


de los griegos, el mismo efecto: miedo y compasión. Por lo que si aquella tragedia
mediante su representaciones lograba enseñar, conmover y educar griegos,
Shakespeare “enseña, conmueve y educa” hombres nórdicos.

7
Herder, Johann Gottfried, “Shakespeare”
8
Ídem
9
Nietzsche, Friedrich Wilhelm, "El Origen de la Tragedia", Terramar Ediciones, Año
2004.
10
Marí, Enrique, “Johann Gottfried Herder y el movimiento del Sturm und Grang”

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Los elementos básicos del arte griego: la simplicidad, la sobriedad de


expresión, la unidad de lugar (templo, palacio, plaza pública) y tiempo, se fueron
diversificando. Herder se pregunta ¿No es acaso allí justamente el lugar, el tiempo
y la abundancia de circunstancias exteriores lo que tiene que dar a toda la trama
sostén, duración y existencia? Justamente de las escenas y épocas, de los
cambios de tiempo y de lugar, se hace la “historia del mundo”. Se nutre de su
época, que contribuye a la creación de la ficción.

Shakespeare, en su tragedia de cinco actos11, plasma las pasiones clásicas:


la traición, la venganza y la muerte, pero incorpora elementos propios del
renacimiento: el individualismo12, la influencia de la moral cristiana y la indecisión
que ésta genera en ese individuo.

Este individuo, nuevamente, está parado frente a las circunstancias de su


tiempo. Hamlet debe enfrentar los requerimientos de la venganza, debe reconocer
en su decisión su capacidad de actuar13, y así ser, y también sufrir por ese actuar.
Toda acción del sujeto implica una decisión, ser o no ser, esta decisión de Hamlet
es trágica porque lo sitúa frente a un mundo diverso, una situación que lo
antecede, en este marco su decisión tendrá consecuencias, su acción o su
omisión tendrán definitivamente consecuencias. Hamlet será en la venganza, o no
será en la inacción. Este es el dilema que debe resolver el héroe trágico.

Shakespeare respeta las convenciones literarias del género al que


pertenece Hamlet. Es una tragedia de la venganza, la repugnancia del
protagonista respecto a ella permanece en un estado de pensamiento. Durante
toda la obra Hamlet delibera entre los actos que puede o n o cometer. “En este
sentido el hombre dionisiaco se parece a Hamlet: ambos han visto una vez
verdaderamente la escencia de las cosas, ambos han conocido, y sienten nàuseas
de obrar; puesto que su acciòn no puede mortificar en nada la esencia eterna de
las cosas, sienten que es ridìculo o afrentoso el que se les exija volver a ajustar el
mundo que se ha salido de quisio. El conocimiento mata el obrar, para obrar es
preciso hallarse envuelto por el velo de la ilusiòn – esta es la enseñanza de

11
“Hamlet, el Príncipe de Dinamarca”. Tragedia de cinco actos escrita en verso y
prosa.
12
La época de Shakespeare fue una época de marcada individualización, emanada de
las reflexiones filosóficas sobre el hombre.
13
Hamlet durante toda la obra, delibera acerca de los actos que podría cometer. Se
presenta como una conciencia sin acción.

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Hamlet (…) el reflexionar – es el conocimiento verdadero, es la mirada que ha


penetrado en la horrenda verdad lo que pesa mas que todos los moticos que
incitan a obrar…”14

¿Qué gran temor frena al sujeto todo poderoso del renacimiento? ¿Son solo
las consecuencias de su decisión? En parte sí: el sujeto es siempre dueño de su
condena o de su salvación; en parte no: hay un límite que se le presenta a Hamlet
y es el “no mataras”, el “no harás tuya la venganza”, es el temor a “que otros me
hagan aquellos que les ocasiono”. Este límite es el padre de la indecisión del
sujeto. Esto es el “horror de Shakespeare”, la moral cristiana que se encuentra
internalizada en Hamlet es un claro limite a sus deseos de venganza. Ser, implica
ser uno, definirse en un hacer, Hamlet es en la venganza y así es uno frente a la
diversidad del mundo. Frente a todos aquellos que puedan condenarlo, o puedan
reclamar frente a él su venganza. Ser es todo esto y, por supuesto, sus
consecuencias.

Shakespeare nos representa esta indecisión, este momento trágico que el


individuo renacentista debe superar. El progreso indefinido del sujeto sobre lo
múltiple, su decisión, traen para él y para la sociedad consecuencias. Estas son
producto directo de su acción, con esto debe convivir día a día el sujeto. Hamlet lo
pone sobre el tapete, al igual que lo hace Romeo y Julieta, siempre hay lugar para
una decisión que me ayude a superar un límite, pero esta decisión de manera
alguna es pasiva. Todo lo contrario, la decisión implica elegir pero también
abandonar.

“¡ Ser o no Ser: he aquí el problema!¿ Que es mas levantado para el


espíritu: sufrir los golpes y dardos de la insultante Fortuna, o tomar las armas
contra un piélago de calamidades y haciéndoles frente, acabar con ellas”?

La representación de Shakespeare pone en el centro de la escena la fuerza


de la decisión, pero también lo angustiante de la indecisión. Este es el momento
trágico y se representa en la persona del héroe trágico que por cierto es toda una
definición. Héroe es aquel que se eleva sobre la media, alguien que actúa y en
ese actuar se distingue, así supera los límites que al resto detienen. Este héroe es
trágico porque justamente es representado por Shakespeare en el momento
preciso en que decide ser héroe o no, más modestamente, decide ser sujeto o no.
14
NietzscheNietzsche, Friedrich Wilhelm, "El Origen de la Tragedia", Terramar
Ediciones, Año 2004.

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Hamlet intenta decidir “ser o no ser”, la obra es acerca de su indecisión y es por


ello trágica.

“¡Morir…,dormir! ¡Dormir! ¡Tal vez soñar! ¡Si, ahí está el obstáculo! ¡Porque
es forzoso que nos detenga el considerar què sueños pueden sobrevenir en aquel
sueño de la muerte, cuando nos hayamos librado del torbellino de la vida! ¡He
aquí la reflexiòn que da existencia tan larga al infortunio! ¡Sí ahí está el obstáculo!
¡Porque es forzoso que nos detenga el considerar qué sueños pueden sobrevenir
en aquel sueño de la muerte, cuando nos hayamos librado del torbellino de la
vida!

¡He aquí la reflexión que da existencia tan larga al infortunio!

Porque ¿Quién aguantaría los ultrajes y desdenes del mundo, la injuria del
opresor, la afrenta del soberbio, las congojas del amor desairado, las tardanzas de
la justicia, las insolencias del poder y las vejaciones que el paciente mérito recibe
del hombre indigno, cuando uno mismo podría procurar su reposo con un simple
estilete?

¿Quién querría llevar tan duras cargas, gemir y sudar bajo el peso de una
vida afanosa, si no fuera por el temor de un algo, después de la muerte, esa
ignorada región cuyos fines no vuelve a traspasar viajero alguno, temor que
confunde nuestra voluntad y nos impulsa a soportar aquellos males que nos
afligen, antes que lanzarnos a otros que desconocemos? Así la conciencia hace
de todos nosotros unos cobardes; y así los primitivos matices de la resolución
desmayan bajo los pálidos toques del pensamiento, y las empresas de mayores
alientos e importancia, por esa consideración, tuercen su curso y dejan de tener
nombre de acción."

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Bibliografía

• Argullol, Rafael, “El resurgimiento del Yo”. Introducción, Material de Càtedra


Historia del Arte, Cátedra Casullo.

• Aristóteles, "Poética", traducción a cargo de Valentìn García Yebra,


Editorial Gredos, Madrid, 1988

• Shakespeare, William, “Hamlet”, Editorial Club Internacional del Libro,


España,1997.

• Herder, Johann Gottfried, “Shakespeare”, Material de Càtedra Historia del


Arte, Cátedra Casullo.

• Marí, Enrique, “Johann Gottfried Herder y el movimiento del Sturm und


Grang”, Material de Càtedra Historia del Arte, Cátedra Casullo.

• Nietzsche, Friedrich Wilhelm, "El Origen de la Tragedia", Terramar


Ediciones, 2004.

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