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1 Jauchen, E. Derecho Al Recurso
1 Jauchen, E. Derecho Al Recurso
b) El Recurso acusatorio
La garantía de recurrir ante un tribunal superior que otorgan tanto la CADH como el
PIDCP está establecida sólo a favor del imputado condenado, quedando vedado
todo recurso acusatorio para los órganos estatales como también para los
particulares que en su carácter de querellantes hayan tenido intervención en el
proceso. En cuanto al actor civil, si bien la mayoría de las legislaciones procesales
admiten su intervención en el proceso y en consecuencia tendría aunque limitada
una facultad recursiva, actualmente la misma queda totalmente excluida ya que
cualquiera fuese el contenido de postulación importaría siempre una impugnación, al
menos parcial, de la sentencia absolutoria, por lo que, en razón de la directa
operatividad de las normas superiores de las referidas convenciones, las
disposiciones de los digestos procesales que le posibilitan al actor civil cualquier
facultad revisora ante un tribunal superior sobre las resoluciones desincriminatorias
devienen inconstitucionales. El derecho del imputado a recurrir la sentencia que lo
perjudica obedece al principio del doble conforme, según el cual, para que el Estado
pueda ejecutar legítimamente una pena contra una persona, si ésta la impugna es
menester la doble conformidad judicial como significativa de que mediante la
instancia de revisión, un tribunal superior, coincidiendo o discrepando con la
condena impuesta, le otorgue mayor legitimidad a la misma como acto jurisdiccional
del Estado y al mismo tiempo una mayor seguridad y tutela mediante la doble
verificación para la persona enjuiciada. Esta mayor legitimación se dará tanto
cuando el tribunal superior confirme la condena o la revoque absolviendo, porque la
anulación o revocación de la condena por un tribunal de mayor jerarquía, y
generalmente de mayor integración, como también su confirmación que implica dos
veces el mismo resultado con aumento en la probabilidad del acierto en la decisión,
confieren en cualquiera de los dos disímiles supuestos un aumento de legitimación
de la decisión judicial. Si actualmente aún se pretendiese afirmar la
constitucionalidad del recurso acusatorio, ello resultaría insostenible e impracticable
debido a que, partiendo de la base ya expuesta de que el imputado condenado
goza siempre de la garantía de recurrir el fallo condenatorio ante un tribunal
superior, si se concediese la posibilidad al acusador de impugnar recursivamente la
sentencia absolutoria y de este modo obtener ante el tribunal superior una condena,
contra esta resolución condenatoria le cabe siempre al imputado el derecho al doble
conforme, o sea, a recurrir la misma ante un tribunal superior de lo cual no puede
ser privado; de este modo aun suponiendo que hipotéticamente este nuevo tribunal
revocare la anterior condena obtenida por vía del recurso del acusador y éste
podría, a su vez, volver a impugnar esta absolución, el imputado continúa siempre
con el derecho a intentar nuevamente contra esta condena un recurso ante un
tribunal superior, derecho del cual no puede ser privado; de inmediato se advierte
que este absurdo mecanismo conduce inexorablemente al infinito, hipótesis
impracticable e inconciliable con la lógica jurídica que preside los procedimientos
judiciales que siempre deben tener un término. Además, indudablemente si se
permitiese que la parte acusadora pudiese practicar un recurso acusatorio con el
cual incluso se podría obtener la anulación del procedimiento de origen que
concluyó con una absolución, se estaría sometiendo luego al imputado a una nueva
persecución penal, lo que implicaría una inconcebible vulneración de la garantía
del ne bis in idem. Pero semejante despropósito, sólo imaginable, ya no puede
existir, no sólo por el absurdo puesto de manifiesto sino porque la vigencia de las
convenciones internacionales ha cambiado la concepción bilateral del recurso en el
proceso penal. Amén de los fundamentos expuestos, la razón de ser tiene aun
raigambre más profunda. En efecto, si la Constitución de la Nación Argentina ha
tomado como fuente la Constitución de los Estados Unidos, ese sistema importa un
mecanismo según el cual al formular la acusación, el Estado por intermedio de los
fiscales, asume de antemano que se provocará un juicio oral, público y ante un
jurado, como única oportunidad para intentar una condena; si el jurado absuelve,
declarando no culpable al imputado, el Estado carece de la posibilidad de intentar
un recurso acusatorio porque ello importaría el riesgo a una doble persecución
penal. En tal sentido, no se pueden ignorar las fuentes de nuestro Derecho
Constitucional y la estructura de proceso penal que en Argentina únicamente puede
comulgar con su Constitución. Sólo lo es aquel que se realiza públicamente, en
forma oral y continuada, con la presencia ininterrumpida del imputado, su defensor
y de los jueces del tribunal por jurados, cuya decisión absolutoria no puede ser
materia de recurso por los órganos acusadores del Estado ni por acusadores
particulares.
c) La ne reformatio in peius
Va de suyo, como ya se expuso más arriba, que del recurso del imputado nunca
puede traer aparejada, por parte del tribunal superior, una resolución que agrave o
perjudique aún más el alcance que tiene la sentencia condenatoria de origen, ello
así en virtud de la prohibición de la reformatio in peius.
Por lo tanto, no cabe duda alguna que en todos los países que se han adherido al
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos o a la Convención Americana
sobre Derechos Humanos, máxime en Argentina que ambos, además, son parte de su
Constitución Nacional, el recurso acusatorio en perjuicio del imputado y todas las
normas procesales que así lo prevén son inconstitucionales.
e) Canales recursivos.
La legislación argentina ha establecido cuáles deben ser los mecanismos y canales
recursivos que el imputado ha de observar a fin de ejercitar su derecho a recurrir la
sentencia condenatoria ante un tribunal superior. Según la interpretación integrativa
que cabe extraer de diferentes pronunciamientos de la Corte Suprema de Justicia de
la Nación argentina, el superior tribunal de la causa a los efectos de deducir el
recurso extraordinario de la ley 48 lo será el máximo organismo judicial que
corresponda a la jurisdicción de radicación originaria del proceso; este órgano
judicial debe ser a su vez el que haya dictado la resolución que se intenta revisar por
la Corte Suprema como requisito para que haya fenecido según la exigencia del
artículo 14 de la ley 48. De forma tal que frente a la sentencia definitiva del tribunal
de origen el recurso debe intentarse ante las Cámara de Casación en las Provincias y
luego sobre la resolución de estas ante los superiores tribunales locales en los
supuestos de justicia provincial, o bien ante la Cámara Nacional de Casación Penal
en los supuestos de la justicia federal. Éstos serán los superiores tribunales de la
causa a los fines del posterior recurso extraordinario ante la Corte nacional, de
modo que siempre es menester recorrer esa jerarquía de tribunales intermedios para
poder llegar a la Corte. Ésta ha declarado que ello obedece al propósito de
privilegiar la intervención de los tribunales intermedios pues ante ellos pueden
encontrar las partes la reparación de los perjuicios irrogados en las instancias
anteriores, además de posibilitar que el objeto a revisar por la Corte sea
seguramente un producto más elaborado.
Fue así que la Corte Suprema de Justicia de la Nación en el caso "Casal", por las
razones expuestas a las que se le añadieron los mandatos de la jurisprudencia de la
Corte Interamericana de Derechos Humanos, declaró que en la legislación argentina
el recurso que debe satisfacer la referida garantía constitucional es el de casación.
Más allá de que el criterio restrictivo que siempre se le había otorgado a la casación
en cuanto al exclusivo propósito de revisar las cuestiones de derecho con el objeto
de unificar la interpretación de la ley se torna atentatorio de la garantía
constitucional en cuestión, lo cierto es que, además, una conceptualización
adecuada a los alcances que merece otorgarle al inciso 2do del art. 456 del Código
Procesal Penal de la Nación viene a solucionar en gran medida el problema si se
tiene en cuenta que a su vez uno de los motivos expresos de nulidad de la sentencia
es aquel en el cual le faltare o fuere contradictoria su fundamentación. Motivación
que conforme al sistema de valoración de la prueba que rige es el de la sana crítica,
esto es, de acuerdo a: las máximas del recto entendimiento humano, el principio de
logicidad mínima, razón suficiente, ausencia de contradicción, la psicología y la
experiencia. En este orden de ideas nada impide que de conformidad con tal
normativa y adoptando el criterio amplio que cabe asignarle a la casación, este
tribunal al resolver el recurso agote su capacidad de revisión con todo el esfuerzo a
su alcance para revisar todo lo que pueda revisar, o sea, por agotar la revisión de lo
revisable.
Lo revisable entonces, que ahora se debe añadir a todas las otras causales de
procedencia del recurso, es la valoración de las pruebas realizadas por el tribunal de
mérito y si estas se compadecen con los principios de la sana crítica y de la
adecuada fundamentación, todo lo cual, como vimos, antes le estaba vedado.
Ahora bien, luego de los conceptos vertidos, cabe discernir qué es lo que la Cámara
de Casación puede revisar teniendo en cuenta que la oralidad del debate se
caracteriza fundamentalmente por su desarrollo de viva voz, públicamente y con la
inmediación de todas los sujetos procesales y que debido a la escasa registración que
de lo actuado generalmente queda de los actos del mismo, desde no son obligatorios
para su validez en razón de su propia naturaleza, resulta aparentemente dificultoso
que el Tribunal de Casación pueda hacer una revisión completa de la sentencia del
Tribunal del juicio.
Por otro lado, en cuanto a la posibilidad que otorgan las normas de los digestos
procesales para que en causas con prueba compleja el Tribunal pueda disponer que
el Secretario resuma al final de cada declaración o dictamen la parte sustancial que
deba tenerse en cuenta, como también ordenar la grabación o la versión taquigráfica
o videograbación, total o parcial del debate, se ha sostenido que estas registraciones
no pueden constituir aporte de carácter probatorio; que no integran el acto del
debate y que solo pueden ser utilizadas por los integrantes del Tribunal en el
momento de la deliberación, razón por la cual no pueden ser agregadas al
expediente en salvaguarda de la oralidad.
No cabe dudas entonces que no solo de lo que surja del contenido propio de la
sentencia sino también del contenido del acta de audiencia, y en algunas ocasiones
en que se efectúen registraciones como las mencionadas, pueden resultar de ayuda
para las parte y para el tribunal de Casación en su tarea de realizar la revisión
amplia de lo decidido.