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"SIENTO LUEGO ACTÚO".

UNA REFLEXIÓN SOBRE


EMOCIONES E IMPUTACIÓN PENAL A PROPÓSITO DEL MIEDO
DESDE LA REGULACIÓN PENAL CHILENA

TATIANA  VARGAS PINTO 686 *

"Contemplamos la puerta; está cerrada,


inquebrantable. /Fijamos en ella nuestros ojos; lloramos
bajo el tormento; /No dejamos de mirarla; el peso del
tiempo nos abruma. /La puerta está ante nosotros, ¿de qué
nos sirve la voluntad?"
Simone Weil
RESUMEN: La presentación se dirige al examen de las emociones,
actualmente relegadas, y su relevancia en la atribución de la
conducta humana dentro del contexto de la responsabilidad penal. El
estudio se centra en la legislación chilena y en el miedo de forma
particular. Se advierten sobre complejos instaurados y se desechan
algunos dogmas para reflexionar sobre la noción, la construcción y el
rol de las emociones en general. Luego, se ensaya una propuesta
específica acerca de la estructura de las emociones en relación con
el miedo, que revela una base biológica y un aspecto de apertura
doble. Con ello se rechaza la usual comprensión del estímulo que
provoca el miedo.

PALABRAS CLAVE: emociones, miedo, dominios de la acción,


culpabilidad, pena.

1. EL PROBLEMA DE LAS EMOCIONES ANTE EL DELITO

Hablar de emociones y delito va más allá de la idea de


"crimen pasional". No remite exclusivamente al contexto de
descontrol con el que suele asociarse la idea de conducta
pasional. El problema atiende a la relevancia y rol de las
emociones para el comportamiento humano en general y
luego se enfrenta a la conducta delictiva y a la respuesta
penal. De hecho, se pondrá especial atención a la influencia
del miedo en la comisión de un delito, como estado que se
vincula con una perturbación anímica y no con un
descontrol pasional.

No es posible negar que los seres humanos tenemos


emociones y que nos movemos por ellas muchas
veces,687 si no es que en toda ocasión. Sin embargo, no
solemos reflexionar sobre cuál es el lugar que tienen las
emociones en el comportamiento humano, al imputar a un
sujeto un hecho como suyo y al valorarlo a la hora de
establecer alguna consecuencia. Ni siquiera se ahonda
sobre el rol de las emociones frente a las consecuencias
penales, con la imputación de un injusto penal. Es probable
que la fuerza de la noción de persona humana como ser
individual de naturaleza racional, especialmente
688
desde BOECIO,  determine la consideración exclusiva de
las facultades intelectuales y volitivas.

Sin embargo, no deja de llamar la atención la obra cúlmine


del mismo BOECIO del siglo VI, la "Consolación de la
Filosofía",689 que trata profundamente sobre la tristeza.
Escribe este texto mientras estaba encarcelado esperando
su ejecución, luego de una sentencia en un juicio sin
defensa. Allí dialoga con Philosophiae precisamente para
suprimir o disminuir la tristeza por la injusticia que padece,
en la forma de consolación.690

Las emociones aparecen relegadas a un segundo plano,


cuando se toman en cuenta. Ellas normalmente se asocian
con una característica femenina del actuar, representada
por el corazón. Es probable que la relación de las
emociones con sensaciones, afectos, lleve a rechazar su
consideración en el estudio del comportamiento
humano. MATURANA691 advierte que estamos inmersos en
una cultura que no valora las emociones y las niega, a
pesar de que muestra que ellas fundan la conducta
humana. Luego de distinguir emoción de sentimiento,
destaca la concepción biológica de las emociones, como
"disposiciones corporales dinámicas que definen los
distintos dominios de acción en que nos
692
movemos".  Concluye que lo humano se constituye en el
"entrelazamiento de lo emocional con lo racional".

Es este entrelazamiento el que interesa en este breve


estudio y frente a un contexto particular de imputación, que
ha de enfrentar muchas dificultades. Otra de las objeciones
es la vinculación de las emociones con un carácter íntimo,
desconectado de lo externo.693 ¿Es así? LERSCH694 muestra
que desde que DESCARTES separó res cogitans (conciencia
vivencial) de res extensa (mundo externo) la Psicología de
los tiempos modernos sigue el dogma de la "interioridad" de
lo anímico. Desconoce que la vida anímica está proyectada
hacia el mundo.695KENNY696 también muestra el error
de DESCARTES con esa proyección desde el lenguaje, que
ya advertía WITTGESTEIN. Para el mundo una palabra solo
tiene significado como parte del lenguaje y el lenguaje es
algo eminentemente público, que se comparte.

El olvido de lo emocional puede estar potenciado


recientemente con estudios sobre neurociencia, 697 con
exámenes sobre la mente (parciales) que pretenden
explicar un todo. Varios trabajos, como el
698
de LEÓN,  muestran el yerro de investigaciones
incompletas, con la desatención de las emociones en la
experiencia consciente. Las emociones se pueden estudiar
desde distintos puntos de vitas, biológico; neurológico;
filosófico; psicológico; sociológico; antropológico;
económico, etc.

Se han desarrollado investigaciones sobre las emociones


en distintas áreas y desde hace bastante tiempo en épocas
más recientes;699 pero las investigaciones son antiguas. De
hecho, se destacarán aquí algunas ideas de ARISTÓTELES.
Puede ser que el relego actual de las emociones esté
teñido de complejos y dogmas. Igualmente, es importante
advertir las perspectivas de examen y su extensión. En esta
presentación solo se propone una reflexión global dentro de
un determinado contexto.

En el ámbito penal, las emociones no están del todo


desatendidas, como veremos específicamente al examinar
la regulación del Código penal chileno. A pesar de cierto
reconocimiento legal, no existe mayor desarrollo sobre el rol
que ellas cumplen ni sus efectos. Incluso, no hay claridad
sobre el concepto de emoción.

Desde ya, es interesante recordar algunas ideas


de RADBRUCH,700 quien vincula el "tono emocional" con la
representación de resultados típicos. Distingue el "saber
intelectual" del "saber emocional". Admite la atribución del
hecho consciente intelectualmente, pero excluye la
culpabilidad del agente si falta el saber emocional. 701 Las
emociones se conectarían con las facultades intelectuales
(saberes) no en una primera fase de examen referida a la
constatación del injusto penal. Ellas tendrían relevancia a la
hora de imputar personalmente el injusto, al reprochárselo
al agente. Desde una noción de culpabilidad como
imputabilidad al carácter del autor, RADBRUCH702 habla de
una verdadera representación cuando está "impregnada de
intuición", abierta a la "captación sentimental".
Esta relación tiene sentido frente a la consideración del
miedo o de la ira dentro del contexto de la culpabilidad, ya
como factor de (in)exigibilidad del cumplimiento de la norma
o como circunstancia atenuante de responsabilidad. En
todo caso, para RADBRUCH el problema parece anterior al
examen de las circunstancias concomitantes y la
perturbación de la decisión del agente para seguir o no la
norma. Entiende que la falta del saber emocional puede
deberse a dos razones:703 a la falta de imaginación o
fantasía, como una incapacidad, y a un defecto de la
voluntad, cuando el agente impide que el saber emocional
salga a la luz y lo relega al subconsciente.

Ambos casos parecen vincularse más con un problema de


capacidad de comprensión del significado de la conducta
injusta, por la falta de un saber emocional, que influye en la
conducta. En este estudio se plantea una tesis específica
respecto de la estructura del miedo y su influencia, aunque
se realiza una propuesta general sobre las emociones
dentro del esquema del delito. Así, comenzaremos por
destacar su relevancia general para luego delimitar el objeto
de este examen.

2. IMPORTANCIA DE LAS EMOCIONES Y OBJETIVO

Al parecer, nuestras decisiones están bastante más


influidas por nuestras emociones de lo que pensamos. Las
emociones suelen representarse por el corazón y ellas
tienden a oponerse al intelecto:704 ¿el corazón pesa más
que la mente?, o es que ¿la mente está imbuida por el
corazón? Estas preguntas tienen sentido en la medida en
que se conectan con el actuar humano.
ARISTÓTELES no parece tener dudas sobre la relevancia de
las emociones al actuar cuando examina las "afecciones del
alma". No las trata sistemáticamente. Podría pensarse que
las aborda en De anima, pero se ocupa de ellas
específicamente en la Retórica. En el contexto discursivo,
interesa cómo las emociones influyen en los juicios, cómo
logran persuasión.

Este plano de examen entronca precisamente con la


determinación de lo propiamente humano que
705
destaca MATURANA,  más allá del rol de las emociones en
la selección de premisas, como fundamento de nuestra
razón. Afirma que lo peculiar humano, lo que explica el
crecimiento del cerebro, está en el lenguaje y su
entrelazamiento con las emociones; no así con el uso de las
manos (que ya existía con nuestros ancestros). Muestra
que lo que define al lenguaje no son los símbolos, sino las
coordenadas de acción consensuadas, la comunicación.

Ahora destaca un espacio público hacia afuera, que se


vincula con los distintos dominios de la acción y que termina
de completar incluso la referencia a la selección de
premisas al actuar. Esta idea engarza con la consideración
de las emociones también como explicaciones o razones de
la acción,706 especialmente cuando se advierte en ellas un
aspecto cognitivo.

Las apreciaciones de ARISTÓTELES cobran especial


relevancia desde esta advertencia.707 Veamos algunas
referencias a la ira y al miedo, como supuestos
especialmente considerados en la legislación penal chilena.
"Admitamos que la ira es un apetito penoso de venganza por
causa de un desprecio manifestado contra uno mismo o contra
los que nos son próximos, sin que hubiera razón para tal
desprecio. Ahora bien, si esto es la ira, entonces es necesario
que el iracundo se encolerice contra un individuo concreto —por
ejemplo, contra Cleón, pero no contra el hombre (en general)—;
además, que sea por algo que le han hecho o iban a hacerle a
él mismo o a los suyos...".708

"Admitamos, en efecto, que el miedo es un cierto pesar o


turbación, nacidos de la imagen de que es inminente un mal
destructivo o penoso. Porque, no todos los males producen
miedo —sea, por ejemplo, el ser injusto o el ser torpe—, sino los
que tienen capacidad de acarrear grandes penalidades o
desastres, y ello además si no aparecen lejanos, sino próximos,
de manera que estén, a punto de ocurrir".709

El Código Penal chileno recoge básicamente conductas


asociadas al miedo y a formas de ira o enojo. Al miedo, de
carácter insuperable, se le reconoce un efecto eximente de
la responsabilidad penal (art. 10 Nº 9);710 mientras que a las
modalidades de la ira se les admite un efecto mitigador de
la responsabilidad, al configurar alguna circunstancia
atenuante, como el actuar por provocación o en venganza
de una ofensa grave (art. 11 Nºs. 3 y 4).711

¿Por qué el miedo tiene un efecto mayor que la ira? ¿No


habrá otras emociones relevantes que han de
considerarse? Tanto el miedo como la ira son emociones
que suelen calificarse como primarias o básicas, junto con
otras como la alegría y la tristeza. 712ROXIN713 cuestiona la
distinción de trato, al destacar que es tan comprensible una
reacción como la otra. Plantea así una interpretación
amplia, con la incorporación de la ira extrema como
"emoción asténica" que puede eximir responsabilidad de
modo similar al miedo insuperable.

Intenta explicar el trato diferente desde el fin preventivo de


la pena, pues generalmente los estados pasionales
agresivos, como la ira, son más peligrosos. Sin embargo,
replica que el que es víctima de una agresión y reacciona
por impulsos tan poco típicos de un delito está "socialmente
integrado" y tampoco justifica la pena por necesidades
preventivas. Más que ejemplos de actuaciones respecto de
otro y de razones político-criminales, ¿qué influencia tienen
las emociones en la conducta?; ¿las emociones tienen
menos fuerza que otras circunstancias asociadas
directamente a las facultades intelectuales y volitivas, como
la vis compulsiva? Para responder estos interrogantes
parece ser relevante indagar antes en el rol y en la
estructura de las emociones.

Por la relevancia y profundidad que exigen semejantes


cuestiones, se propone aquí únicamente aprovechar una
oportunidad para reflexionar en general sobre las
emociones y su relevancia en nuestro ámbito, para luego
detenerse en el miedo de modo particular. En la reflexión
general se rescatan algunas ideas ya desde Aristóteles, que
inviten a un estudio más profundo.

3. ANTECEDENTES SOBRE LA NOCIÓN Y LA ESTRUCTURA DE LAS


EMOCIONES

Antes de indagar sobre la estructura general de las


emociones, se ha de comenzar por su noción, qué son las
emociones y qué las distingue. Se habla de afecciones —o
facultades— del alma;714 y suele distinguirse entre
"pasiones" y "emociones".

Cuando ARISTÓTELES715 define afección alude a la cualidad


según la cual cabe alteración. La alteración (alteratio)
importa un cambio, una modificación no de esencia, y cita:
lo blanco y lo negro, lo dulce y lo amargo; pero también
habla de actos y de la alteración misma. Considera afección
las "alteraciones y movimientos dañinos" y,
específicamente, los "infortunios y las penas grandes".

Cuando se trata de seres vivos la alteración se padece. Si


miramos el miedo como pasión, se pone acento en el
acontecer, el padecer, que parece provenir de algo que es
incierto para el agente y que simplemente sucede. Este
padecer se asocia a una causa que no se controla, que
viene, sin perjuicio de que pueda controlarse o guiarse en
mayor o menor medida la conducta según ese padecer. Es
en este segundo aspecto donde aparecen relevantes los
hábitos, las virtudes y los vicios.

Se observa que existe algo que ocurre en el ser y algo que


sale de él, que se condice con el reconocimiento de una
base interna corporal e incluso neuronal de las emociones y
un aspecto prospectivo, abierto, que se refiere a la acción.
Este último aspecto activo es el que normalmente se asocia
a las emociones.

La emoción pone acento en el moverse por ese afecto.


Así, no se separa en realidad de la afección, aunque se
tienda a mirar solo el movimiento. Emoción implica
afectabilidad (dolor y placer), pero hay además un juicio y,
por lo tanto, cognición.716 Existen manifestaciones
fisiológicas y también está presente un elemento oréctico,
elemento desiderativo (deseos).

Las emociones son instancias en las que el hombre se


encuentra en ellas. Se nos vienen encima y se caracterizan
por ser estados pasajeros. Desde esta perspectiva, la
emoción implica un padecer. Igualmente, se advierte desde
ya un espacio de cognición, que se abre a la acción. ¿Cuál
es la estructura, entonces, de las facultades del alma?

Si bien ARISTÓTELES se ocupa de las afecciones del alma


especialmente en La Retórica, aborda el problema de la
estructura de estas facultades en el Libro I de De anima: si
afectan solo el alma o también el cuerpo. Puede ser
interesante plantear esta cuestión ya con relación al miedo.

Puede objetarse la doble composición (alma y cuerpo) del


miedo si el único parámetro para advertir su existencia es el
de una alteración externa visible. Sin
717
embargo, ARISTÓTELES  se pregunta si basta con que la
alteración se dé en alguna sede somática como ocurre con
el inteligir (mente). Es particularmente relevante la pregunta
que plantea respecto del inteligir, como facultad
eminentemente espiritual, que no se da sin imaginación.
"En la mayoría de los casos se puede observar cómo el alma no
hace ni padece nada sin el cuerpo, por ejemplo, encolerizarse,
envalentonarse, apetecer, sentir en general. No obstante, el
inteligir parece algo particularmente exclusivo de ella; pero ni
esto siquiera podrá tener lugar sin el cuerpo si es que se trata
de un cierto tipo de imaginación o de algo que no se da sin
imaginación".

Así, la afección, la alteración que se padece, que afecta el


alma siempre alcanza al cuerpo, tiene una sede somática,
aunque no se observe una manifestación corporal externa.
Estas reflexiones son compatibles con investigaciones
modernas que vinculan las emociones a la constitución del
ser,718 a correlatos neuronales, que además tienen un rol en
lo que vendrá, en el actuar.

4. EL PROBLEMA DEL MIEDO


Como se adelantó, nos centramos en el miedo por la
fuerza de los efectos de su reconocimiento legal
específicamente en Chile, como eximente, y por el interés
que refleja cierta discusión sobre su estructura, con relación
al estímulo que supone. De todas formas, el examen se
hace en su calidad de emoción.

Así, es destacable la relación que hace HERNÁNDEZ719 de


distintas emociones a raíz de la regulación del miedo en el
art. 10 Nº 9 del Código Penal nacional. Señala que algunos
autores excluyen las emociones "fuertes" de ese número
porque están contempladas como atenuantes en el
art. 11.720 Curiosamente se ocupa de las emociones frente a
la discusión sobre la admisión de estímulos internos o
endógenos en la vis compulsiva y omite estas
consideraciones en el miedo, donde advierte otra
discusión.721 Manifiesta que la referencia a factores internos
en la fuerza se vincula con el tipo de pasión jurídicamente
relevante. Cuando alude al miedo, luego de exponer las
distintas posiciones en la doctrina chilena, considera que el
problema alude al carácter individualizador o generalizador
del juicio de exigibilidad, y se desconecta de las emociones
que parecían tan relevantes para el mismo problema en el
caso de la fuerza.722

La discusión sobre la posibilidad de admitir estímulos


internos, además de externos, parece ser más relevante
frente al miedo que a la fuerza. Aquí, se atiende a la
dificultad que se genera en el miedo, pero no tanto sobre la
admisión o no de estímulos internos, sino respecto de una
confusión que parece explicar la general referencia a
estímulos externos (la confusión entre externos y reales).

El miedo suele definirse por un estímulo que produce


perturbación anímica por la previsión de verse víctima de un
mal,723que altere gravemente sus facultades de
determinación. Se trataría de una perturbación anímica que
proviene de un peligro real.724Como perturbación anímica
engarza con una afección del alma, una emoción.

Por su parte, la referencia a un peligro efectivo o real


llama a la existencia de una amenaza cierta, un anuncio
serio de un mal real futuro y verosímil. 725En principio, el
peligro real se asimila a un estímulo real. Así, las falsas
representaciones de peligros ausentes se pueden vincular
con problemas de error o incluso de locura (trastorno
mental transitorio).726

Algunos incluyen peligros aparentes,727 imaginarios728 o


derechamente aceptan su inexistencia, sin una "situación
(objetiva) de peligro".729 Particularmente interesante es la
determinación del miedo como emoción que
730
hace VELÁSQUEZ.  Destaca la "perturbación angustiosa del
ánimo" con independencia de que el riesgo sea real o
imaginario, siempre que exista la emoción. La emoción
aparece con independencia de la realidad del peligro, pero
no deja de vincular esa perturbación con un mal futuro, con
la ocurrencia de que suceda una cosa contraria a lo que el
sujeto desea.

Será fundamental una perturbación anímica y que ella


provenga de la previsión de un mal futuro, como estímulo
desencadenante. Así, parece difícil aceptar estímulos
imaginarios o inexistentes. Si ellos están ausentes no
parece posible admitir un desencadenante. En realidad, el
problema es otro. El estímulo "real" que configura el miedo
se identifica con un "factor externo" desencadenante, que
excluye aceptar el miedo en casos de error respecto de la
presencia del mal o cuando interviene la imaginación y el
recuerdo.
Puede comprenderse el rechazo de peligros irreales frente
a otras situaciones que afectan al sujeto, como el error e
incluso algún estado de locura o perturbación mental por la
creencia de su concurrencia. La exigencia de un peligro real
también puede generar confusiones con la fuerza (moral) o
coacción y aun con estados de necesidad, por la amenaza
que todas suponen. Sin embargo, es usual que distintas
circunstancias compartan algún elemento, como el mal
futuro que se quiere evitar, que puede ser elemento de un
estado de necesidad, de una legítima defensa, de vis
compulsiva y también del miedo. Lo relevante es identificar
el caso específico.

Se trata de definir la estructura del miedo, que además ha


de verificarse en la conducta del agente.731 Con esa sola
proyección, aun antes de verificar una puesta en marcha o
un omitir (dejar que las cosas sigan su curso) que imputar al
agente, es relevante indagar un poco más sobre la forma en
que se integra el miedo como emoción en el
comportamiento humano.

A primera vista, la perturbación anímica afecta la


determinación de la conducta conforme a la norma, cuya
vigencia y alcance se comprende. Así se explica la usual
consideración del miedo al imputar el injusto al agente
frente a la exigencia de la norma. ¿Nada afecta la facultad
intelectual, la comprensión de sentido concreto o incluso la
capacidad para comprender lo injusto? Para reflexionar
sobre este punto, son interesantes algunas ideas
de HEIDEGGER, que refleja en el miedo la estructura general
de toda disposición afectiva (Befindlichkeit).

HEIDEGGER732 distingue tres puntos de vista para analizar


el miedo, desde los que se desprende la estructura de la
disposición anímica en general: el "ante qué" del miedo
(das Wovor der Furcht); el tener miedo (das Fürchten
selbst) y el por qué del miedo (das Worum die Furcht
fürchtet).

El ante qué del miedo, lo "temible", sería lo amenazante;


es decir, se refiere a un mal (lo perjudicial) futuro cercano.
El tener miedo es el "dejar-se afectar que libera lo
amenazante". El "por" lo que se teme se refiere al ente
mismo. Estas perspectivas permiten ver con más claridad
diversos aspectos que contribuyen a la definición del miedo.

El "ante qué" de la angustia no es "un ente intramundano"


como lo temible en el miedo, sino uno indeterminado. La
referencia al mal futuro aparece constantemente. Esta sola
afirmación o constatación solo subraya la presencia de un
mal, pero no implica necesariamente que ese mal ha de ser
un elemento externo al agente. En cambio, este mal, este
ante qué del miedo, sí advierte un aspecto intelectual que lo
capta.

Evidentemente, analizar a HEIDEGGER al respecto


demanda un estudio particular. Únicamente, se pone
énfasis en esas distinciones y especialmente en la
amenaza del mal. Dirigir la atención al "ante qué" del miedo
permite ver una primera apertura del miedo, que se suma a
la proyección en la conducta. Esta segunda proyección se
considera especialmente en sus estudios, al definir la
existencia (Da-sein) por el estar en el mundo.733

Aquí se plantea que el miedo está abierto en dos sentidos:


primero, se desencadena por un factor ajeno a la
perturbación, aunque no necesita ser externo al agente; y,
segundo, tiene una proyección en la conducta, en cuanto
afecta algún dominio de la acción. La tesis se centra en el
primer aspecto, por la discusión que se genera respecto del
estímulo. Así, se sostiene que el factor externo lo es en
cuanto estímulo que genera la emoción que primero se
padece, pero ese elemento puede ser propio del agente
("interno"734) o heterogéneo. Desde algunas
consideraciones de ARISTÓTELES, se postula que la
existencia del miedo no está determinada por una presencia
fáctica.

El "ante qué" del miedo no tiene por qué tener una


existencia fuera del agente, aunque debe haber un "ante
qué". ¿Puede haber un ante qué irreal? Supuestamente
siempre es necesario que concurra un estímulo asociado al
miedo, pero aquel no ha de identificarse necesariamente
con un elemento externo, ajeno al agente. Esta
identificación entre realidad y presencia externa es lo que
se cuestiona en esta reflexión.

Aparentemente, siempre habría un estímulo y lo


fundamental es la clase de reacción que genera. La
inclusión de un peligro aparente o incluso imaginario no
rechaza la existencia de un estímulo, simplemente niega la
restricción a una presencia fáctica real. Al seguir esta senda
son interesantes algunos aportes de ARISTÓTELES.

5. ALGUNAS CONSIDERACIONES DE ARISTÓTELES

La independencia de un factor desencadenante, no


necesariamente externo, parece clave en ARISTÓTELES a la
hora de definir la estructura del miedo. Se recurre
especialmente al Libro I de De anima, por la preocupación
acerca de la estructura de las afecciones del alma en
general en los seres completos.
Destacan algunas referencias que advierten la presencia
de un estímulo sin atender a un peligro real o cierto, como
la alusión de ARISTÓTELES en la Retórica a la "imagen de
que es inminente un mal destructivo o penoso".

Basta la "imagen" de un peligro, un mal futuro cercano, sin


que requiera su existencia fáctica real, que no quiere decir
que un estímulo semejante no sea real para quien se lo
representa y se comporta imbuido por un estado que
provoca esa imagen. Aparentemente es posible sentir
miedo a partir de una representación.

ARISTÓTELES735 expone como problema fundamental la


cuestión de si todas las afecciones del alma son comunes
al cuerpo y al alma o son solo propias del alma. Primero
señala que "parece" haber afecciones del alma que se dan
con el cuerpo, pero cuando menciona esos casos —entre
ellos el miedo— precisa que en "todos" ellos el "cuerpo,
desde luego, resulta afectado conjuntamente".

Muestra esta dualidad particularmente a partir del


estímulo. Señala que la afectación conjunta del cuerpo se
evidencia a partir de tres situaciones distintas:736

1) Casos en los que "no se produce ira ni terror", aunque


"concurran afecciones violentas y palpables".

2) Cuando se "produce la conmoción bajo el influjo de


afecciones pequeñas e imperceptibles"; y

3) Quienes "experimentan las afecciones" propias del que


está aterrorizado "sin que esté presente objeto terrorífico
alguno".

El último caso muestra con mayor fuerza la perturbación


que supone el miedo, que ARISTÓTELES737 cita para mostrar
la afección anímica-corporal de quien está aterrorizado a
pesar de no existir objeto terrorífico alguno. Veamos con
más calma los tres supuestos señalados.

1) Cuando "no se produce ira ni terror" aunque "concurran


afecciones violentas y palpables".

La palabra afección podría hacer pensar que se refiere a


una perturbación anímica, la afección del alma, y lo que
falta es la afección del cuerpo. Sin embargo, parece difícil
aceptar una perturbación anímica violenta y palpable sin
repercusión en el cuerpo. ¿Cómo puede ser violenta y
palpable una afección del alma sin una manifestación
física? La duda se apoya también en el caso de que se
trata, en el que no se produce ira ni terror.

Por lo demás, el planteamiento en las emociones no


cuestiona la afección del alma, sino la afectación "conjunta"
del cuerpo; por lo que la del alma siempre ha de estar.
Entonces, como no hay ira ni terror, la referencia a esas
afecciones parecen aludir a un estímulo importante antes
que a una afección del cuerpo sin la del alma (no ira, ni
temor). La vinculación con el estímulo se explica más con
atención a los casos que siguen.

2) Si se "produce la conmoción bajo el influjo de


afecciones pequeñas e imperceptibles".

Este caso parece exponer la situación inversa a la


anterior, la presencia de una perturbación, de una pasión,
sin un estímulo importante. La idea de influjo y la referencia
de magnitud lleva a un vínculo entre la afección y la
conmoción que se produce.
A primera vista, ambos supuestos parecen reflejar la
relatividad del estímulo frente a la concurrencia de la
afección anímica, más que la repercusión corporal adicional
o conjunta. El tercer ejemplo aclara los dos primeros
específicamente para un caso de miedo, terror.

3) Si se "experimentan las afecciones" propias del que


está aterrorizado "sin que esté presente objeto terrorífico
alguno".

Aquí destaca en primer lugar el "experimentar", que pone


acento en una vivencia práctica o derechamente en la
recepción de un cambio o modificación externa. Esta
experiencia se subraya al conectarse con las afecciones de
alguien que está en una determinada situación,
"aterrorizado", que parece manifestar un especial nivel de
miedo, conocido por sus efectos o expresiones externas.
Por otro lado, la referencia a la falta de un "objeto
terrorífico" aparece como un "ante qué" del miedo, el
estímulo que genera el miedo. Ahora, en este supuesto, el
estímulo es totalmente irrelevante.

¿Tal acotación supone prescindir de todo estímulo en la


construcción del miedo o simplemente de su presencia
externa real? ¿Estímulo es sinónimo de peligro o mal futuro
real? ARISTÓTELES llega a afirmar que si es efectivo ese
tercer caso (experimentar afecciones propias del
aterrorizado sin objeto terrorífico alguno), sería claro que las
"afecciones son formas inherentes a la materia". A partir de
esta propiedad se revelaría la estructura del miedo, como
afección del alma y del cuerpo.

Esa perturbación anímica-corporal parece provenir


igualmente de un estímulo, solo que podría no existir
fácticamente o no tener una magnitud externa que explique
el miedo en términos de racionalidad entre estímulo y
afección. Finalmente, no parece haber duda de que se
perturba el alma y el cuerpo y que hay un factor que
provoca la afección, aunque aquel no tenga una presencia
externa efectiva. La realidad del estímulo no estaría en la
realidad externa del peligro o mal futuro.738

ARISTÓTELES señala que las definiciones de las afecciones


del alma, con el ejemplo de la ira (encolerizarse), han de
ser "movimiento de tal cuerpo o de tal parte o potencia
producido por tal causa con tal fin". Aparece una causa y un
fin, que parece propio de la respectiva afección. Esto podría
ser claro en las pasiones, donde el padecer se explica
causalmente, y se añade como característica propia una
materialidad (un desgaste físico que dificulta o imposibilita
el ejercicio del acto).

ARISTÓTELES739 observa un "movimiento" de las afecciones


en general y específicamente de quien está atemorizado,
que se da en el corazón.740 No es el alma el que se
atemoriza, "sino el hombre en virtud del alma". Esta
consideración central del hombre, con cuerpo y alma,
destaca también en la distinción de HEIDEGGER, en el por
qué del miedo, que se refiere al ente mismo y que tiene
especial relevancia en su existencia, en el estar en el
mundo.

Estas consideraciones solo se muestran como antesala o


aproximación preliminar, que invita a un análisis más
profundo y desde diversas perspectivas para indagar en la
estructura y rol de las emociones en el comportamiento
humano. Aquí se cierra con una propuesta inicial y una
invitación final.
6. BREVES PROPUESTAS FINALES (INICIALES)

Si bien se ha querido indagar en las emociones, a partir


del miedo, con ocasión de un libro que expone distintos
trabajos de mujeres chilenas en las Ciencias Penales, las
emociones no son exclusivamente femeninas. Existe una
confusión importante entre emoción y sentimiento, una serie
de estudios parciales que no suelen enfrentarse y cúmulo
de complejos impiden ver las emociones como base y
motor del comportamiento humano. De hecho, el primer
dogma que habría que desterrar, es la identificación de las
emociones con sensibilidades exclusivamente femeninas.
Otro dogma que habría que echar por tierra es la definición
íntima de emociones, desvinculadas de la realidad externa.

Aunque tal conexión se suele negar, es curioso advertir la


referencia a estímulos desencadenantes de afecciones
como males futuros reales, peligros existentes,
especialmente en el caso del miedo. La advertencia en las
emociones de algo más que un aspecto íntimo no ha de
llevar a identificar estímulos con la concurrencia de peligros
efectivos.

Hay dos cuestiones que parecen ser fundamentales en la


precisión de las emociones y de su rol en el
comportamiento humano: un aspecto de base y otro de
apertura. Destaca una construcción biológica, que va más
allá de las manifestaciones corporales que muestran
emociones. Así, es relevante constatar una base biológica,
un cúmulo de correlatos neuronales, como perturbación
anímica-corporal que se desencadenan por una causa, un
estímulo. Aquí ya aparece una primera apertura. Este
segundo aspecto tiene dos alcances hacia afuera, la
referencia a un estímulo que desencadena la emoción y la
relación con el dominio de la acción.
Si bien atendemos al primer alcance, con independencia
de que el estímulo que provoca la respuesta sea externo o
interno, para efectos de imputación penal es relevante su
consideración global en la conducta, en la realización de un
injusto penal. Desde los distintos dominios de la acción, es
interesante reconocer un rol a las emociones ya en la
selección de las premisas que mueven a la acción.

Si volvemos a la primera apertura que supone admitir un


factor desencadenante de la emoción, observamos que no
hay razones para identificar estímulo con peligro efectivo.
Los desencadenantes de afecciones anímica-corporales
pueden ser variados. La representación de un peligro
actualmente inexistente no solo puede ser un estímulo real.
Su representación, imaginación o recuerdo puede incluso
revelar la real estructura del miedo de modo más radical
que la sola relatividad de un estímulo externo presente (que
no a todos afecta de igual modo).

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686  Doctora en Derecho, Profesora de Derecho Penal, Universidad de los Andes (Chile), tatianavp@uandes.cl.
*

687 Un caso de excepción parece ser el de los psicópatas, que se caracterizan precisamente por la falta de empatía con los
otros, la falta de comunicación sensible y no por el desconocimiento de hechos ni por la comprensión de injusto. En todo caso, cabe
cuestionar la real comprensión del sentido normativo si la perturbación emocional supone una situación de incapacidad para
motivarse por la norma, o afecta la capacidad de sentido. El desarrollo de estudios sobre las emociones debiera resolver también
casos como el de los psicópatas.

688BOECIO (1918) col. 1343, Capt. III: "Persona est rationalis naturae individua substantia". Sin embargo, no deja de llamar la
atención la importancia que da a la tristeza, cuando trata la consolación de la filosofía. Puede ser relevante considerar que Boecio,
en el s. VI, vivió inmerso en el contexto griego que no distinguía esencia de existencia, por lo que persona no puede ser un sujeto de
existencia, como advierte DUSSEL (1967), p. 102. AQUINO (1266-1273) I, q. 29, a. 1., in c, también toma una noción semejante, pero
la depura al independizar a la persona de su condición racional, un subsistente distinto en naturaleza racional (" Distinctum
subsistens in aliqua natura rationali").

689BOETHIUS (2005).

690BOECIO (1997), pp. 27-29.

691MATURANA (2001), pp. 8-10, 13. Declara que decir que lo racional define al ser humano es una "anteojera".

692 Es interesante la observación que hace respecto del cambio de emoción que supone también un cambio de dominio de la
acción; al igual que la selección de premisas para actuar a priori desde la emoción.

693 La crítica va muy en la línea del rechazo de los elementos subjetivos en general en pro de una conceptualización normativa
pura o extrema que alcanza a la definición de dolo, como la propuesta de PÉREZ (2012), pp. 169-211.

694LERSCH (1966), pp. 25-26.

695 Veremos que esta relación con el exterior está dada tanto respecto de la manifestación de la conducta como por el estímulo
que provoca la perturbación que influye en ese dominio de acción. Así, destaca la conexión con el mundo exterior, que
hace GUERRA (2019), p. 67, aunque aquí se cuestiona que la apertura del estímulo sea sinónimo de existencia de un peligro o mal
futuro real. Hablaremos de dos relaciones externas a la afectación propia del miedo como emoción, la referida al estímulo y la
vinculada con la conducta que se desarrolla en el mundo.

696KENNY (1963), pp. 25 y ss.

697 El énfasis en la mente o, mejor, en el cerebro, puede hacer olvidar las emociones. Las investigaciones sobre el cerebro han
pretendido influir en la culpabilidad, el juicio de imputación personal final, y en la pena. Aunque con una mirada crítica, véase el
problema general en FEIJOO (2011), pp. 3-8, 18, 19. No todo estudio neurocientífico las excluye, como los trabajos de
neurofenomenología de VARELA. Así, se mueve más allá de la paradoja entre una impresión original en el tiempo coloreada por
afecto y la primacía de los afectos que subyace a la temporalidad. En cambio, busca y muestra una síntesis no dual de los afectos,
que constituye al ser y al mismo tiempo tiene una apertura radical a lo que va a venir. Enseña que las emociones no pueden
separarse de la constitución recurrente. Neurológicamente, las emociones pueden asociarse a un conjunto relativamente estable de
correlatos neuronales VARELA (1997), pp. VII. 1 y VII. 3.

698LEÓN (2006), pp. 361-381.

699 Destaca especialmente el interés de la filosofía contemporánea desde mediados del siglo XX, como KENNY (1963).

700RADBRUCH (2018), p. 2. Distingue la mera representación de resultados de muerte de la "experiencia fuerte de los valores de
sentimiento involucrado" en concreto.

701 La separación calza con los diversos niveles de imputación, que ya se observa en DARIES con la distinción de una
imputación del hecho de primer nivel y otra imputación jurídica de segundo nivel, del hecho antijurídico a la culpabilidad del
agente, DARIES (1754) obs. XLII, § 21. Como se sabe, la división fáctica y jurídica tiene antecedentes en ARISTÓTELES (imputatio
facti / imputatio iuris). Un desarrollo actual de las categorías de imputación puede verse en la distinción entre normas de conducta y
reglas de imputación con HRUSCHKA; también con KINDHÄUSER; en nuestro país, MAÑALICH; en España, SÁNCHEZ-OSTIZ.

702RADBRUCH (2018), pp. 2-3.

703RADBRUCH (2018), pp. 3-4.
704 Incluso, las tesis que se ocupan por definir las emociones suelen distinguirse entre "teorías del sentir" y "teorías
cognitivistas"; véase, con una opción crítica, VENDRELL (2009), pp. 219 y ss. Aquí se cuestiona también la escisión de tal perspectiva
en un fenómeno global.

705MATURANA (2001), pp. 11-13. Enseña que lo central en la evolución "está en el cambio de modo de vida y en su conservación
en la constitución de un linaje de organismos congruentes con su circunstancia y no en contradicción con ella". La referencia de las
emociones a dominios de acción en el que nos movemos conduce a MATURANA a señalar que no hay acción humana sin una
emoción que la funde. Llega a destacar una emoción como base para que pueda darse un modo de vida en el que se origine el
lenguaje, ella es el amor. No es tan errado así identificar a las emociones con el corazón del ser humano, sin limitarse a algún sexo
o género.

706 En este sentido, es particularmente interesante el estudio de HANSBERG (2001), pp. 6 y ss., que examina las características
de las emociones que les admite un lugar en el "espacio de las razones". Advierte, a su vez, que las emociones responden a
razones, lo que rescata la exigencia de un estímulo o factor desencadenante.

707 Puede ser interesante tener presente en general la noción de sentido de la acción de ARISTÓTELES, como
destaca VIGO (2008), pp. 56-63. VIGO advierte primero la preferencia causalista de la acción ya en un plano lingüístico, por la
confusión entre acción y efecto, que no sigue el alemán ni el griego. En ambas lenguas se emplean términos diferentes para
agencia y para efecto: Handlung y Wirkung y prâxis y poíesis. Subraya que Aristóteles profundiza la diferencia desde la conexión de
sentido de toda verdadera prâxis, que exige también la "capacidad de 'decisión deliberada'", la proaíresis. Precisa además que es
un contexto de deliberación amplio, referido finalmente a la opción por cierta forma de vida. Especialmente,  VIGO (2012), pp. 54, 56-
58. Esta idea se conecta con la relación que, veremos, hace MATURANA de las emociones (referidas a dominios de acción) con cierto
modo de vida, que es lo que definiría a la especie humana.

708ARISTÓTELES (1999) II, 1378a 30.

709ARISTÓTELES (1999) II, 1382a 20 a 26.

710 Art. 10. "Están exentos de responsabilidad criminal: [...]

9. El que obra violentado por una fuerza irresistible o impulsado por un miedo insuperable"..

711 Art. 11. "Son circunstancias atenuantes: [...]

3ª. La de haber precedido inmediatamente de parte del ofendido, provocación o amenaza proporcionada al delito.

4ª. La de haberse ejecutado el hecho en vindicación próxima de una ofensa grave causada al autor, a su cónyuge, o su
conviviente, a sus parientes legítimos por consanguinidad o afinidad en toda la línea recta y en la colateral hasta el segundo grado
inclusive, a sus padres o hijos naturales o ilegítimos reconocidos.

5ª. La de obrar por estímulos tan poderosos que naturalmente hayan producido arrebato y obcecación".

712 Se llaman básicas o primarias porque de ellas se derivan las otras emociones, pero la inclusión de emociones en este grupo
es variada. Véase, ALONSO et al. (2006), pp. 44-47. Especial relevancia tiene el mapa de emociones de EKMAN (1973). Como
emociones básicas aparece el miedo, la sorpresa, la ira, la tristeza, la alegría y el asco. La numeración cambia según los autores,
pero el miedo siempre aparece como básico.

713ROXIN (1981), pp. 65 (nota  ), 80, 81 y 153.


*

714 Esta idea explica la compresión del miedo como perturbación anímica.

715ARISTÓTELES (1997) Libro V, Capítulo 21.

716 En este sentido, es interesante el estudio de GUERRA (2019), pp. 56, 57, 71, 83, 84, del miedo como "impulso irresistible",
que toma de LABATUT. Con esa idea advierte que en el miedo no hay alteración del juicio de la realidad, el agente puede distinguir
actos perceptivos y actos imaginarios. Así, llega a excluir los peligros imaginarios para configurar el miedo. Más que distinguir entre
esos actos, cabría decir que el sujeto es susceptible de ambos actos porque mantiene su capacidad cognitiva. De este modo, el
agente puede percibir peligros y también imaginarlos. Además, concibe este aspecto cognitivo para el miedo, separado de la
angustia, que sería la emoción, GUERRA (2019), p. 84. No parece admitir consideraciones cognitivas en las emociones.

717ARISTÓTELES (1988) Libro I línea 8, p. 25.

718 Como hemos visto, destacan los estudios de VARELA (1997) VII. 1 y VII. 3.
719HERNÁNDEZ (2011), p. 247.

720 Toma la distinción de POLITOFF entre emociones débiles (miedo, confusión, desesperación) y emociones fuertes (indignación
e ira). Aquí se prefiere la separación entre emociones agresivas y emociones defensivas, como plantea  ROXIN (1981), pp. 80, 81 y
153, pues la fuerza puede confundirse con los efectos jurídicos, cuando no se condice con la regulación chilena (la "débil", como
miedo, eximen de responsabilidad; mientras que la fuerte, como la ira, solo puede configurar una atenuante). Respecto de la
clasificación de las emociones según nos mueven a aproximarnos a algo o a evitarlo ALONSO et al. (2006), pp. 44 y ss.

721HERNÁNDEZ (2011), pp. 253-254.

722 La discusión sobre el juicio general o individualizador atiende al baremo de medición del miedo y su magnitud (su carácter
insuperable, o la calidad irresistible de la fuerza), que no ha de confundirse con la estructura del miedo, las exigencias estructurales
que lo definen.

723 En general, CURY (2005), p. 458; ETCHEBERRY (1998), tomo I, pp. 347-348; GARRIDO (2007), pp. 316-317; GUERRA (2019),


pp. 55, 66, 69. Desvinculado de la perturbación anímica, NÁQUIRA (1998), pp. 424, 432. HERNÁNDEZ (2011), pp. 258-259, advierte la
primacía de la conmoción anímica en el miedo, aunque entiende que ello se desprende de las primeras definiciones que lo
concebían como vis compulsiva. Luego incluso agrega que la extensión de la fuerza llevó a cobijar casos de estado de necesidad
exculpante. Sin embargo, son aspectos distintos. La vinculación de la fuerza con el miedo puede ocurrir como él mismo lo señaló
antes, como pasión o, mejor, emoción. En este sentido se explica la perturbación anímica. En cambio, la relación de la fuerza con el
estado de necesidad se da por la presión o poder que experimenta la voluntad. De hecho, también en los inicios se vinculó el estado
de necesidad con el miedo desde la presión de la voluntad; probablemente por la referencia a un mal mayor en su establecimiento,
véase, FERNÁNDEZ (1899), p. 96. Esa presión no es lo que caracteriza al miedo, como tampoco la presencia de un mal mayor.

724 Así, especialmente GUERRA (2019), pp. 57, 59, 66, 68-69, 77-85, aunque con una noción amplia de peligro, que incluye
peligros internos. Esta idea puede ser compatible con la aceptación que aquí se hace de estímulos internos, a pesar de su distinción
de peligros reales.

725 Es interesante la advertencia que hacen POLITOFF et al. (2004), pp. 346-347, sobre la referencia a jurisprudencia española
que alude a un mal efectivo.

726GUZMÁN (2009), pp. 445-447; GUERRA (2019), pp. 56, 57, 83.

727 Así NÁQUIRA (2015), pp. 602-606.

728NOVOA (2005), tomo I, p. 565.

729MAÑALICH (2013), p. 742.

730VELÁSQUEZ (2011), pp. 992-993. Afirma que lo relevante es la existencia de la emoción y cita estudios psicológicos respecto
de distintas causas o estímulos, instintiva, racional o imaginativa.

731 Aunque esta consideración parece evidente frente a la imputación de conductas, no lo es tanto respecto de la definición del
miedo, cuando los estudios se centran en el estímulo y la perturbación anímica.  VELÁSQUEZ (2011), p. 994, también destaca este
aspecto. Considera como un tercer requisito que la conducta realizada sea fruto del miedo.

732HEIDEGGER (2006) § 30, pp. 143-146. Como se sabe, se ocupa del ser en la vida misma, del  Dasein desde el estar en el
mundo. Destaca los modos de vida en el análisis existencial, donde confluye la disposición afectiva (Befindlichkeit) y la comprensión
(Verstehen).

733 "El ente que está constituido esencialmente por el estar-en-el mundo es siempre su «Ahí» [ Da]", HEIDEGGER (2006) (132),
p. 136. En el estar en "ahí" (Da), en el mundo, hay una apertura hacia su facticidad, un estado existencial de aperturidad
(Erschlossenheit). Así lo muestra de modo particular respecto de los estados de ánimo, "el estado de ánimo ya ha abierto siempre el
estar-en-el mundo en su totalidad, y hace posible por primera vez un dirigirse hacia...", HEIDEGGER (2006), p. 161.

734 La aparente contradicción nominal se descarta con el examen del objeto de referencia. Cuando se habla de factor externo se
toma en cuenta a la emoción que se genera, es un elemento externo a ella; y cuando se alude a estímulo interno la referencia es el
propio individuo como contexto en el que surge el estímulo, pero que sigue siendo ajeno con relación a la emoción.

735ARISTÓTELES (1988) Libro I, líneas 7 y 8, p. 25.

736ARISTÓTELES (1988) Libro I, líneas 20-25, p. 25.

737ARISTÓTELES (1988) Libro I, líneas 20-25, p. 25.


738 Podría decirse que también GUERRA (2019), pp. 67, 82 y ss., admite esta idea, cuando reconoce que el peligro real puede
ser interno o externo. Su noción física parece vincularse más con las perturbaciones corporales. Aquí, se parte de otra base, de la
noción de peligro como un mal futuro, que es una situación de amenaza real externa al agente. En cambio, la noción de estímulo
como factor desencadenante puede admitir alteraciones internas, creencias, imaginación o recuerdos de peligros inexistentes, pero
que operen como desencadenantes de una perturbación anímica-corporal.

739ARISTÓTELES (1988) Libro IV, 408 b líneas 6-17, pp. 38-39.

740 En De partibus habla de enfriamiento del cuerpo y de exceso de agua en el corazón y en la sangre, y en otros textos añade
efectos corporales, como el temblor y la palidez. Véase TRUEBA (2009), p. 150.

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