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Oración del médico. Juramento-oración de Maimonides.

Martha Miniño 3 febrero 2012 Colaboradores, Poesía y prosa 7 comentarios 7,684 Visto

Juramento-oración de Maimonides

Moses ben-Maimon, también llamado Maimonide, acrónimo hebreo para Rabbi Moshe ben
Maimon¨fue un prominente filósofo y rabino judío, quien renovó la Mishné Torá, pero también
fue un eminente médico. Nació en Córdoba en 1135 y murió en Egipto en el 1204.

Se le considera uno de los filósofos judíos más importantes y de mayor número de obras. Su
volumen Mishné Torá es de suma importancia y se emplea como codificación del Talmud y se le
reconoce en el medio Yeshiva como ¨El gran águila¨ por su gran entendimiento de la Torá oral.

En sus 13 principios de la fe 5 se dedican exclusivamente a Dios. Se opuso al misticismo de los


cabalistas, pero lo que más sorprendió a los filósofos judíos fue la adaptación del pensamiento
aristoteliano a los principios de la Biblia sin tergiversarla y que tuvo un impacto histórico notable.

El Juramento Médico de Maimónides es el sustituto del Juramento Hipocrático de los médicos y


que no debe de confundirse con la Oración de Maimónides, que es mucho más larga y que
detallamos a continuación y que se atribuye su autoría de Marcus Herz, alumno de Enmanuel
Kant.

«Tu eterna providencia me ha escogido para vigilar por la vida y la salud de tus criaturas.

Que el amor por mi arte me guíe en todo tiempo.

Que ni la avaricia, ni la mezquindad, ni la sed de gloria ni de alta reputación, halaguen mi mente…


porque los enemigos de la verdad y la misericordia podrían fácilmente engañarme y hacerme
olvidar mis elevadas miras de hacer bien por tus hijos.
Que jamás vea yo en el paciente otra cosa que un compañero en el dolor.

Concédeme siempre fuerza, tiempo y ocasión para corregir lo adquirido… para hacerlo siempre
mejor porque la sabiduría es infinita y el espíritu del hombre puede siempre acrecentarla
infinitamente con nuevos esfuerzos.

Hoy puede descubrir sus errores y mañana obtener una nueva luz sobre aquello mismo de que hoy
se cree seguro.

Oh, Dios!… Tú me has escogido para vigilar por la vida y la salud de tus criaturas: heme aquí
dispuesto a seguir mi vocación!».

Este juramento es el principio de algunos gremios, como el Sindicato de Médicos de Paraguay.

Sin embargo, es en la Oración de Maimónides, de mucho mayor texto, más amplia y explícita,
donde se puede apreciar su amor por Dios y todas las criaturas, el conocimiento de lo
inconmensurable y de las limitaciones de nuestros cuerpos y almas, cuerpo éste envoltura del
alma inmortal, que mantiene una homeostasia que sólo es rota por la fragilidad de la materia o
cuando atacan las pasiones, demostrando así sus amplios conocimientos de la relación cuerpo y
alma, adelantándose en muchos siglos a filósofos, pensadores y estudiosos de la psique humana,
como Kant y Jung.

Maimónides en su oración siempre mantiene la tesitura de la humildad, la modestia, no permite


engrandecerse ni crecer, solo será juzgado ante los ojos de Dios y no de los hombres, algo que
solemos olvidar constantemente.

Si lleváramos en la práctica estos principios la medicina sufriría una revolución, muchos de


nuestros pacientes experimentarían ¨curas milagrosas¨ , sin darnos cuenta manejaríamos a
nuestro antojo interleuquinas, INF y FNT para beneficio de nuestros pacientes, muchos de
nosotros tendríamos una Paz interior que guiaría siempre nuestras vidas.
En el día del médico queremos traer esta reflexión de cómo la medicina ha cambiado nuestras
vidas y de cómo nuestras vidas han cambiado la medicina y cómo y qué podemos hacer para
cambiarla para un mañana mejor, un ejercicio médico que se acerque al paciente, vele por él,
sufra con él y nos acerque cada día más a Dios.

Oración del Médico

Moisés Ben-Maimónides, el español

Dios Todopoderoso, Tú has creado el cuerpo humano con infinita sabiduría. Tú has combinado en
él diez mil veces, diez mil órganos, que actúan sin cesar y armoniosamente para preservar el todo
en su belleza: el cuerpo que es envoltura del alma inmortal. Trabajan continuamente en perfecto
orden, acuerdo y dependencia.

Sin embargo, cuando la fragilidad de la materia o las pasiones del alma trastornan ese orden o
interrumpen esa armonía, entonces una fuerzas chocan con otras y el cuerpo se desintegra en el
polvo original del cual se hizo. Tú envías al hombre la enfermedad como benéfico mensajero que
anuncia el peligro que se acerca y le urges a que lo evite. Tú has bendecido la tierra, las montañas
y las aguas con sustancias curativas, que permiten a tus criaturas aliviar sus sufrimientos y curar
sus enfermedades. Tú has dotado al hombre de sabiduría para aliviar el dolor de su hermano, para
diagnosticar sus enfermedades, para extraer las sustancias curativas, para descubrir sus efectos y
para prepararlas y aplicarlas como mejor convenga en cada enfermedad.

En Tu eterna Providencia, Tú me has elegido para velar sobre la vida y la salud de Tus criaturas.
Estoy ahora preparado para dedicarme a los deberes de mi profesión. Apóyame, Dios
Todopoderoso, en este gran trabajo para que haga bien a los hombres, pues sin Tu ayuda nada de
lo que haga tendrá éxito. Inspírame un gran amor a mi arte y a Tus criaturas. No permitas que la
sed de ganancias o que la ambición de renombre y admiración echen a perder mi trabajo, pues
son enemigas de la verdad y del amor a la humanidad y pueden desviarme del noble deber de
atender al bienestar de Tus criaturas.
Da vigor a mi cuerpo y a mi espíritu, a fin de que esté siempre dispuestos a ayudar con buen ánimo
al pobre y al rico, al malo y al bueno, al enemigo igual que al amigo. Haz que en el que sufre yo no
vea más que al hombre. Ilumina mi mente para que reconozca lo que se presenta a mis ojos y para
que sepa discernir lo que está ausente y escondido. Que no deje de ver lo que es visible, pero no
permitas que me arrogue el poder de inventar lo que no existe; pues los límites del arte de
preservar la vida y la salud de Tus criaturas son tenues e indefinidos. No permitas que me
distraiga: que ningún pensamiento extraño desvíe mi atención de la cabecera del enfermo o
perturbe mi mente en su silenciosa deliberación, pues son grandes y complicadas las reflexiones
que se necesitan para no dañar a Tus criaturas.

Dios Todopoderoso! Concédeme que mis pacientes tengan confianza en mí y en mi arte y sigan
mis prescripciones y mi consejo. Aleja de su lado a los charlatanes y a la multitud de los parientes
oficiosos y sabelotodos, gente cruel que con arrogancia echa a perder los mejores propósitos de
nuestro arte y a menudo lleva a la muerte a Tus criaturas. Que los que son más sabios quieran
ayudarme y me instruyan. Haz que de corazón les agradezca su guía, porque es muy extenso
nuestro arte.

Que sean los insensatos y locos quienes me censuren. Que el amor de la profesión me fortalezca
frente a ellos. Que yo permanezca firme y que no me importe ni su edad, su reputación, o su
honor, porque si me rindiera a sus críticas podría dañar a tus criaturas. Llena mi alma de
delicadeza y serenidad si algún colega de más años, orgulloso de su mayor experiencia, quiere
desplazarme, me desprecia o se niega a enseñarme. Que eso no me haga un resentido, porque
saben cosas que yo ignoro. Que no me apene su arrogancia. Porque aunque son ancianos, la edad
avanzada no es dueña de las pasiones.

Yo espero alcanzar la vejez en esta tierra y estar en Tu presencia, Señor Todopoderoso. Haz que
sea modesto en todo excepto en el deseo de conocer el arte de mi profesión. No permitas que me
ataque el pensamiento de que ya sé bastante. Por el contrario, concédeme la fuerza, la alegría y la
ambición de saber más cada día. Pues el arte es inacabable, y la mente del hombre siempre puede
crecer. En Tu eterna Providencia, Tú me has elegido para velar sobre la vida y la salud de Tus
criaturas. Estoy ahora preparado para dedicarme a los deberes de mi profesión. Apóyame, Dios
Todopoderoso, en este gran trabajo para que haga bien a los hombres, pues sin Tu ayuda nada de
lo que haga tendrá éxito.
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