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206 La existencia humana como llamada y tarea 1. Indicacién general de la libertad humana ‘Afirmar que el hombre es libre significa en primer lugar que hay en él una semilla de libertad, esto es, un principio o capacidad fundamental de tomar en sus manos su propio obrar, de forma que éste pueda llamarse verdaderamente canio», «tuyor, «suyor. Este principio de libertad inherente a todo ser humano era el que los antiguos llamaban «liberum arbitrium». En el fondo se trata de la misma realidad que se llama también libertad ®, a) Libertad y obrar con responsabilidad Mis especificamente esta libertad se opone, en sentido negativo, a la inconsciencia (por ejemplo, del animal), a la locura, a la irres- ponsabilidad fisica o moral. Indica que la persona humana, aunque sigue ampliamente ligada y sometida al mundo y a los demas, no est4 totalmente determinada por las fuerzas determi- nistas de la naturaleza, no totalmente sometida a Ja tiranfa del estado, de la sociedad 0 de los demas en general, sino que code- termina esencial y concretamente a su propio obrar. Positivamente, esta libertad indica la capacidad de obrar sa- biendo lo que se hace y por qué se hace. En este sentido el cono- cido vocabulario filosdfico de Lalande define asi la libertad: Estado de aquel que, tanto si obra bien como si obra i tras una reflexion, con conocimiento de causa; es el ee lo que quiere y por qué lo quiere, {eague ule y or qué le quer, y que no obra més queen conform~ La libertad como poder de dominacién sobre el i ¢s cl motor fundamental de la liberacion, Le See cl Maine 210 La existencia humana como llamada y tarea ninguno.quesseamaseevidentey *?. La tarea del fildsofo consistiré en hacer ver que el principio del obrar libre pertenece estructural- mente a la existencia humana y que de ninguna manera es posible climinarlo sin negar radicalmente la misma existencia- . Este es segura- mente el motivo de que una larga tradicidn filosofica haya encon- trado la libertad sobre todo en el nivel del obrar, mas exactamente como una propiedad del obrar humano. Sto se yerifica de manera especial en el nivel de la rario, esto es, de la inteligencia discursiva que expresa la naturaleza de las cosas. Es totalmente imposible que el hombre pueda sustraerse a la aparicién de significados y valores. La inteligencia los ve necesariamente y los reconoce en su objetividad. No se queda hechizada ni ce- gada por un solo valor, ya que los valores aparecen como multi- plicidad y como valores limitados. Aun cuando por una hipétesis imposible apareciese solamente un valor, seria siempre un valor limitado. El que conoce, por ejemplo, el cristianismo e*ignora las demas religiones, ve este valor como limitado, ya que ¢s tam- dién posible no practicar el cristianismo. gue se ssomen aia concen obetva Es en este sentido como fos reconocian también la libertad: totius liber- 42. HH. Bergson, Essai sur les données 41936, 169; K. Jaspers, Phi a . 43, Tomas de Aquino, De verre, 22: a. 5: Cf. la crition sophie de le voloné 1. Le volontaire et T'involontaire, 180-1 de los Phil Accién humana y libertad 2 ‘“ObramSu verdadera raiz estd en le subjetividad del hombre, esto n el hecho de que ¢l hombre existe de un modo con que no existe ningun otro ser. Es la subsistentia del sujeto humano lo que permite juzgar de las cosas y conocerlas con objetividad. El hombre como persona no existe solamente como ratio, sino tam- bién como /umen naturale: distancia de las cosas que permite Teconocerlas en su objetividad y expresarlas en palabra y discurso. En esta existencia como /umen naturale es posible conocer las co- sas, los procesos deterministas, las leyes, los instintos, pero tam- bién los valores, los bienes, las posibilidades de reconocimiento y de promocién de los demas “. bodniesaani re am p a qu 0 ‘a fundamentacion y comprension fundamental sea precisamente el ser auténomo del hombre Io que hace inteligible el obrar libre. La evidencia de la pertenencia estructural de Ja libertad al ser humano contrasta fuertemente con la dificultad de juzgar so- bre el grado concreto de libertad que se verifica y se realiza en una accion concreta, La mera «impresién» de obrar con libertad no es necesariamente criterio o garantia de libertad efectiva, La liber- tad no es objeto de introspeccién ni pertenece al orden del sen- timiento. Es facil engafiarse sobre la medida concreta de libertad que esté presente en el propio obrar o en el obrar de otra persona, ya que es dificil darse cuenta de todos los motiyos concretos por los que se deja uno guiar, como también es dificil darse cuenta de todas las formas de alienacién y de ignorancia que todavia pesan sobre la existencia. Todo esto depende no en iiltimo lugar del hecho de que la percepcién de los valores es un conocimiento conereto y practico, que no coincide necesariamente con las yaloraciones teoréticas de las acciones. 214 La existencia humana como llamada y tarea la libertad. Existiré una especie de tension permanente entre Jas exigencias concretas de reconocimiento y las estructuras que an que asegurarlo. Muchas veces las fuerzas conservadoras de la sociedad se empefiardn en atrincherarse detras de las estructuras y de las leyes existentes para neutralizar la inquieta aventura de Ja libertad. b) Libertad y amor El cuadro de la libertad seria unilateral si, tras las huellas de Kant y de Levinas, nos dedicdsemos tnicamente a subrayar la dimensién de la exigencia ¢tica, Existe ademas un vinculo inse- parable entre la libertad y el amor, A primera vista parece como si la libertad precediese al amor, ya que entrar en una relacién amorosa es algo que depende de una opcidn libre. En realidad ninguna libertad puede desarrollarse hasta Ja edad adulta fuera del contexto de una relacidn de amor. Para entrar en Ja posesién plena de la propia libertad, el hombre tiene que pasar a través de la gracia y del don de! amor. En otras palabras, el amor en el sentido de reconocimiento y de promocién del otro, es e] verdadero ambiente de Im libertad. Mas concreta- mente, el amor es el espacio que la libertad se crea para realizarse y liberarse a si misma. El amor (la relacién de amor) es por tanto, al mismo tiempo, el «signo» de la libertad madura y también el lugar, esto es el ambiente propio, en donde la libertad se va afirmando y madu- rando. El amor es el sacramento de la libertad. Un hombre que no vive un verdadero amor en su vida no puede Ilamarse un hom- bre completo y verdaderamente libre. Seguird estando prisionero de su egoismo, cerrado en si mismo, lejos de las maravillosas posibilidades que estan insertas en el ser humano®. 48. Cf. G. Girardi, El problema de la libertad en el didlogo entre ereyentes Y no creyentes, en El ateismo contempordneo IV, Madrid ; Lape peed 385" 1973, 347-380; W. . ibertad y de emancipacién, caracteriza a: ‘tiempo, se olvide a voces de que la verdadera libertad puede ser solamente a que permite el desarrollo objetivo del hombre. En contra de tna idea bastante difundida, la libertad auténtica no puede concebirse como ausencia de vinculos ‘La verdadera libertad rompe los vinculos alienantes para que existan vinculos ‘auténticos y liberadores. El suefio de ser como el ave del cielo 0 el perro de la Calle es sofiar con una libertad que no esti a la altura del hombre, La bering tampoco puede ser ausencia de preocupaciones: tenet todo lo que se desea, no cargar con él peso ni con la responsabilidad de nadie, dejar que los demas 218 La existencia humana como lamada y tarea lado de las fuerzas causales de la naturaleza y por consigulense como una realidad en competencia con las fucrzas fisicas. | pierde de vista que la libertad pertenece en primer lugar al orden de los valores y de los significados. No es una fuerza fisica, pero se sirve de las fuerzas fisicas. 3 Por oiro lado, el equivoco sobre ¢! determinismo en la propia fisica. Las ciencias tienen que vérselas indudablemente con el de- terminismo en el mundo, ya que buscan precisamente descubrir las relaciones deterministas entre los fendmenos. Presuponen metodolégicamente que existen esas relaciones y que se prestan 2 la investigacién cientifica. No pocos cientificos del siglo pasado sofiaban con descubrir todo el sistema de las relaciones determi- nistas entre los fenémenos. Alguno Hlegé a pensar en una especie de mathesis universalis: descubrimiento de una formula muy compleja que proporcionaria la clave para descifrar todos los fendmenos existentes. De este modo el presupuesto legitimo de la fisica estaba a punto de convertirse en una tesis de otro orden: solamente existe el determinismo, todos los fenémenos son de- terministas. A este propésito se cita con frecuencia una frase de P. S. La- place: ‘Hemos de considerar el estado presente del universo como el efecto del estado anterior y como la causa del siguiente. Si por hipétesis una inteligencia conociese en un momento determinado todas las fucrzas de las que esta animada la naturaleza, asi como la situacion respectiva de los seres que la componen, y si fuera ademas Io suficientemente am= para datos, lograria abrazar en una misma formula tanto los movimientos de los cuerpos mis grandes tomo los de los atomos més ligeros. No habria nada incierto para ella; el fu- turo, lo mismo que el pasado, estaria presente a sus ojos £2. No se puede ciertamente discutir la solidez del determinismo como presupuesto de las ciencias fisicas. El determinismo se da real ¢ indiscutiblemente, Un cientifico no puede presuponer que haya ciertas zonas en las que no funcionen estas leyes. Por tamo una libertad presentada como excepcidn a las mismas tiene que parecer necesariamente absurda e inconcebible. Quizés por eso es por lo que la libertad ha sido negada con tanta pasion, Pero de este determinismo no se puede pasar a la afirmacién de un determinismo universal, entendido como afirmacién de que $2. P. S. Laplace, Théorie analytique des probabilités, Paris + jr trod. 20, citado por P. Foulquié, La volonié, Paris 1961, 49,775 1820: ine La existencia humana como Hamada y tarea Sin el determinismo de las leyes fisicas no seria posible hacer nada en el mundo, Por ejemplo, la construccién de una casa pre- supone el conocimiento y el funcionamiento de muchas leyes de- terministas: ley de la gravedad, resistencia de los materiales, etcétera. En general puede decirse que la organizaci6n de un mundo més humano esta ligada a las estructuras deterministas y al conocimiento que ¢l hombre posee de ellas. Por eso las ciencias son algo precioso para la realizacién de la libertad. % Todo esto presupone que el mundo es ulteriormente organi- zable y que el hombre mismo tiene cierto dominio sobre las fuer- zas de la naturaleza, que le permite orientarlas hacia unas finali- dades humanas. El cuerpo humano es precisamente el centro de este dominio. El simple gesto controlado de la mano contiene ya todo el misterio de la libertad y de Ja liberacién, ya que en ese gesto el hombre esté dinamicamente inserto en el mundo y puede orientarlo y organizarlo con vistas a su propia liberacién. El hombre probablemente no acabaré nunca de asombrarse suficientemente ante este hecho, o sea, que el cuerpo sea capaz de este dominio liberador y que por su parte el mundo se preste a ser organizado y trasformado por el hombre. En la lucha despro- porcionada entre la fragil criatura humana y las fuerzas desatadas de la naturaleza es donde mejor se revela la grandeza de la li- bertad. c) La situacién corpérea de la libertad En el conjunto de fuerzas y de estructuras del mundo, (que son la condicién fundamental en donde tiene que realizarse la libertad, esas fuerzas y estructuras del mundo constituyen una realidad privilegiada. El,cuerpores también asiento-de:los:dinamismos:involuntarios Yedeslanvidawafective. Ninguna libertad humana es capaz de rea- lizarse sin integrar sustancialmente estos dinamismos, como ha puesto de relieve lngeicalorin contemporanea *, Dinamismos inyoluntarios. Podosorganismosvivientevestaueas racterizado. por-un-conjunto-de,fucrzas dinamicas: que:le Seti mantenersesyemultiplicarsesensesteemundo. Esos dinamismos ani- males estin también fundamentalmente presentes en el hombre: el hambre, Ja sed, las necesidades sexuales, la necesidad de un espa Ch. A. de Waelhens, La psychose. Essai a’ i : et Crise e Vovvain-Pais 1972, 217-219. ‘interprétation analytique 222 La existencia humana como lamada y tarea apartados, rechazados bajo la presién de la cultura y de la opi- nién publica, Surge entonces ese problema enormemente com- plejo que ha sido identificade por el psicoanilisis: esos mismos dinamismos siguen influyendo en el comportamiento humano, muchas veces bajo otras formas y revestimientos, pero siempre desde el inconsciente, dandole ai comportamiento del hombre una connotaci6n patolégica o neurdtica. La ensefanza del psicoandlisis. Frente a una antropologia exageradamente racionalista y cspiritualista, el psicoandlisis de- muestra el enorme peso que tienen los dinamismos involuntarios en la realizacion del hombre. El racionalismo veia con demasiada exclusividad el poder dominativo del yo espiritual. Sofaba con un ser humano per- fecto en el que fueran prdcticamente inexistentes los dinamismos involuntarios, 0 por lo menos no dejaran sentir su peso, lo cual equivaldria a negar su presencia. En este mismo marco la libertad es superespiritualista, ya que en la interioridad de la conciencia en donde ella se realiza prevalentemente no hay ni pasiones ni dinamismos involuntarios. Esta libertad racional seria siempre y en cualquier hipdtesis capaz de negarse a los impulsos y a los dinamismos, que vienen desde fuera. Muchos rasgos de la antropologia filosdfica de Sartre van por esta linea. Se exagera la libertad. Se subraya fuertemente la posibilidad permanente de negarse y de dominar ®, La antropologia de Freud corre el peligro de caer en el otro extremo. E] yo espiritual y personal es sumamente débil frente a Jos dinamismos involuntarios. Si se prescinde de los epcuadra mientos deterministas y materialistas en los que con frecuencia ha expresado Freud sus propias ideas, se puede de todos modos reconocer la posibilidad de alcanzar una libertad humana equi- librada. Pero ¢s posible unicamente por el camino de la aceptacién y de la integracin de los dinamismos involuntarios, especialmente de la sexualidad, en el conjunto de la existencia humana. A este ideal de liberacién es al que miraba toda la prdctica de Freud ®, 59. J. P. Sartre, L'existentialisme est un humanisme, 37-38: aE] existen- cialista no cree en la fuerza de la pasién. No pensaré jamds que una hermosa pasion es un torrente devastador que conduce fatalmente al hombre a ciertos ‘actos y que, por consiguiente, ¢s una excusa. Piensa que el hombre es respon- sable de su pasién». oO. Ct's. Freud, Das Jch und das Es, en Gesammelte Werke XII, Lou don 1940, 280; A. Vergote, Psychoanalyse en filosofische anthropoiogie fluber-H. T, Piron-A. Vergote, Psychoanal, “ae

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