A
A DÍA FIJO O DETERMINADO. (T. I. ciones del título indican que la intención
pájr. 13.) El decreto-ley n<? 5%5 (B. O.
257-1963) derogó el Título X del Código
de Comercio, incorporando un nuevo texto
lepa! bajo XIII Capítulos. El Capítulo V,
arts. 35 a 39, trata "DEL VENCIMIENTO"
introduciendo modificaciones al viejo texto
del art. 609 derogado. Todo este Capítulo
responde, cómo fuente, a la Ley Uniforme
de Ginebra de 1930 (L.U.G.) con excep-
ción del art. 37 segunda parte. El art. 35
dice que la letra de cambio puede girarse:
A la vista; A un determinado tiempo vis-
ta; A un determinado tiempo de la fecha;
A un día fijo; Las letras de cambio gira-
das a otros vencimientos distintos de los
indicados o a vencimientos sucesivos son
nulas.
A su vez el art. 39, conservando una
ueja práctica que había consagrado la "le-
tra de feria" ya abandonada, regla sobre
letras libradas y pagaderas teniendo en
cuenta países que se rigen por diferentes
calendarios. Europa y América, conjunta-
mente con todo el mundo occidental, res-
petan y siguen el calendario gregoriano
( V . nuestro art. 23 Cód. Civil y art. 27
decreto-ley 4773/63) a diferencia de otras
regiones que han adoptado el calendario ju-
liano. En esos casos, "el vencimiento se
determinará contando desde el día que, se-
pún el calendario del lugar del pago, co-
rresponda al día del libramiento. Los tér-
minos para la presentación de las letras
de cambio se calculan de conformidad en
las reídas del párrafo precedente" (art. 39
apart. 2<? y 3 9 ). Esta es la regla, por otra
party, da los arts. 12 y 1210 del Cód. Ci-
vil. Por último, el mismo art. 39, in fine
estalilece que "estas disposiciones no son
aplicables si urta cláusula inserta en la le-
t r a de cambio < > bien las simples enuncia-
ha sido adoptar normas distintas". (Art. 37
L.U.G. 1930.) (C.K.O.)
A LA ORDEN. (T. I, pág. 15.) Al dis-
poner el decreto-ley 5965/63 acerca "de la
creación y de la forma de la letra de cam-
bio", el art. 1?, inc. I1?, dice que "la deno-
minación de «letra de cambio» debe estar
inserta en el texto del título y expresada en
el idioma en el cual ha sido redactado, o,
en su defecto, la cláusula «a la orden»"
(ídem art. 101 para los vales o pagarés).
A su vez, el art. 2° dice que "el título al
cual le falte alguno de los requisitos enu-
merados en el artículo precedente no es
letra de cambio, salvo los casos que se de-
terminan a continuación" (L. U. G., 1930,
con el agregado que precisamente se men-
ciona: "o en su defecto la cláusula a la or-
den"). La cláusula "a la orden" es por otra
parte universal, y caracteriza la función
comercial por excelencia del título. Esto
produce la consecuencia da no abrir la vía
ejecutiva, si el título carece de los atributos
mencionados (C. N. Com. Sala C, J, A., 1966
- VI resumen pág. 10 N? 71, ídem. Sala A,
L.L., 25-XI-1966, pág. 6).
A la vez el art. 3? del decreto ley 5965/63
y art. 8<? del decreto ley 4776 —cheques—
dice que 'estos documentos pueden ser emi-
tidos a la orden del mismo librador, en una
disposición similar al anterior art. 604 del
Cód. de Comercio" y ello importa acumular
sobre un mismo sujeto la condición del li-
brador y librado o girado. Pero la respon-
sabilidad alcanza al librador por la acción
de regreso tratándose de la letra de cambio.
El art. 12 dispone que la letra es trans-
misible por vía de endoso "aun cuando no
estuviese concebida a la orden", introdu-
"ieiído una ni<« .eación al anterior art. 60<i
 y al 624. Correlativamente y admitiendo
que la cláusula a la orden va implícita en el
título, el art. 12 preceptúa: "Cuando el li-
brador haya insertado en la letra de cam-
bio las palabras «no a la orden» o una ex-
presión equivalente, el título sólo es trans-
misible en la forma y con los efectos de una
cesión ordinaria". Las disposiciones de la
"cesión de créditos" no son aplicables a las
letras de cambio, pagarés a la orden, accio-
nes al portador, ni a acciones y derechos
que en su constitución tengan designado
un modo especial de transferencia (art.
1438 Cód. Civil). A la vez, los arts. 21 y
22 del decreto ley 5965/63 fijan ciertas li-
mitaciones a la propia cesión ordinaria y a
sus efectos. Y se exige que ésta sea por
escrito, y si es mayor de mil pesos por es-
critura pública con la debida notificación
al deudor cedido o su aceptación expresa
frente a terceros (art. 1450 Cód. Civil). Ei
mecanismo de la cesión permite que las
excepciones oponibles al tomador pueden
a la vez oponerse a los cesionarios, con el
alcance, además, del art. 1456, in fine del
Cód. Civil.
A su vez, el decreto ley 4776/63 (B. O.
19-6-63) que pasó a ser el Título XIII del
Código de Comercio y substituyó la legis-
lación hasta entonces vigente sobre che-
ques, enuncia la cláusula a la orden entre
las fórmulas que éste puede contener, agre-
gando el art. 6? que el cheque puede librar-
se con la cláusula "a la orden" o sin ella
(inc. a); o con la cláusula "no a la orden"
u otra equivalente (inc. b). El cheque "no
a la orden" sólo ssrá pagado al beneficia-
rio que acredite su identidad, a su cesio-
nario que justifique igualmente su identi-
dad o a un banco en que tenga cuenta
abierta a su nombre, a cuyo único efecto
deberá cruzarlo en especial y endosarlo
(art. 79). .Disposición que restringe la cir-
culación del documento, y que ha sido adop-
tada entre otras razones por seguridad. La
transmisión del cheque "no a la orden" se
rige, como se ha visto, por las disposiciones
del Código Civil, igualmente. (C. R. O.)
A LA VISTA O PRESENTACIÓN. (T.
I, pág. 17.- Las reformas introducidas por
el decreto ley 5965/63 (ley 16.478) al ré-
gimen legal de la letra de cambio estable-
cen que la letra de cambio pueda girarse
"a la vista" y "a un determinado tiempo
vista" (art. 35).
El art. 36 dice que "la letra de cambio
a la vista es pagable a su presentación.
Ella debe presentarse para el pago dentro
del plazo de un año desde su fecha, pudien-
do el librador disminuir o ampliar este
plazo. Estos pinzón pueden ser abreviado.-*
por los endosantes. El librador puede dis-
poner que una letra de cambio a la vista no
se presente para el pago antes de un tér-
mino fijado. En tal caso el plazo para la
presentación corre desde este término".
La consecuencia, como dice la disposi-
ción, es que la misma fecha de presenta-
ción apareja el día del vencimiento, es de-
cir, pagadera en ese momento. La natura-
leza de este vencimiento otorga la oportu-
nidad del vencimiento al portador, el que
sin embargo deberá ejercitar su reclamo de
pago dentro del año de la creación del títu-
lo. El librador puede prolongar o acortar
el término, no así los endosantes que sola-
mente pueden acortarlo, (art. 33, 2* y 3*
partej. Puede también el librador indicar
en la letra que su presentación no se haga
efectiva antes de un término fijado, y en
tal caso el plazo para la presentación corre
desde este término (art. 36 últ. apart.).
La letra sin indicación expresa de venci-
miento, dice el art. 2*?, "se considera paga-
ble a la vista".
Expirados los plazos legales de la presen-
tación de la letra a la vista, o el fijado .por
el librador o endosantes, el portador perju-
dica la letra y pierde sus derechos contra
el librador, endosantes y demás obligados.
A la vez el art. 37, que reglamenta la
letra "a un determinado tiempo vista'' (an-
tes -se decía "a días o meses vista") dice
textualmente: "El vencimiento de la letra
de cambio a cierto tiempo vista se determi-
na por la fecha de la aceptación o del pro-
testo". En los protestos por notificación
postal a cargo de un banco (arts. 68 y si-
guientes) se considera a los efectos del
cómputo del tiempo vista, como fecha de
protesto, la de la recepción de la notifica-
ción postal por el destinatario o, en caso
de no poderse efectuar la entrega de la
pieza postal, la del día que figure en la
constancia del correo de no haberse podido
efectuar la entrega. A falta de protesto, la
aceptación que no indique fecha se consi-
dera otorgada, respecto del aceptante, el
último día del plazo establecido para pre-
sentarla a la aceptación.
En estas letras, el tiempo de pago corre
desde la aceptación o protesto, en su caso,
por falta de aquélla.
Si la letra es aceptada, queda individua-
lizado el responsable y empieza a correr el
plazo a cuyo vencimiento la letra debe ser
presentada nuevamente para su pago. Si e)
girado no acepta, el cierto tiempo vista co-
rre desde la fecha del protesto i art. '*'?
ap. I 1 ?).
Cabe señalar que los protestos* postales
no están reglamentados y carecen, hasta
hoy, de vigencia práctica (art. (58).
Hl art. 37, último apartado, crea una
presunción legal al establecer que, a falta
de protesto, la aceptación que no indique
fecha se considera otorgada, respecto del
aceptante, el último día del plazo estable-
cido para presentarla a la aceptación.
Las normas de interpretación sobre el
cómputo de términos y plazos de venci-
miento (meses y días) están contenidas
en el art. 38. Estos vencimientos coinciden
con el calendario gregoriano y están sufi-
cientemente especificados. Cuando la letra
se ha librado a uno o varios meses y medie
fecha o vista, el cómputo corre para los
meses enteros, y después los quince días del
medio mes. El art. 99 dice que no deben
computarse el día del libramiento ni el de
aceptación, venciendo las letras libradas a
determinadlas días, fecha o días vista el
último día del término. (C. R. O.)
ABANDERAMIENTO DE BUQUES. (T.
i, pág. 21.) En esa voz se hizo una nueva
definición del significado del acto de aban-
derarlo a fectos. de su matriculación y na-
fi'tnalización, por lo cual son estos dos con-
ceptos los que verdaderamente importan
respecto al tema examinado. De todos mo-
dos parsce oportuno señalar que en la ley
20.094 sobre navegación, publicada el 2 de
marzo de 1973, se determina: que el buque
debe ostentar en lugar visible la bandera
nacional (art. 46) ; que la inscripción en
la matrícula confiere al buque o artefacto
naval, el derecho, entre otros, de enarbolar
«I pabellón nacional (art. 51).
ABANDONO DE BUQUE. (T. I, pág.
28.) La nueva ley de navegación N"? 20.094
se ocupa de este tema en los siguientes ar-
tículos :
El 19, que establece el derecho del propie-
tario, armador o explotador de un buque,
artefacto naval o aeronave o de sus restos
náufragos hundidos o varados en aguas ju-
risdiccionales argentinas, a limitar su res-
ponsabilidad por los gastos de extracción o
remoción, haciendo abandono de aquéllos a
favor del Estado mediante declaración prac-
ticada ante la autoridad marítima por bu
propietario o representante autorizado y en-
trega del título de propiedad; no siendo
admisible el abandono como limitación de
responsabilidad, cuando el propietario o ar-
mador hayan incurrido en dolo o actuado
con conciencia temsraria de que el daño po-
dría producirse. Los buques, artefactos na-
vales y aeronaves, o sus restos náufragos,
'¡ne hubieren pasado a dominio del Estado,
pueden ser ofrecidos en venta mediante li-
citación pública por la autoridad marítima.
El 20, que determina los efectos del abun-
riono en el sentido de que la aceptación por
el Estado no compromete su responsabilidad
sino hasta el valor excedente que resulte, de-
ducidos los gastos de extracción o de remo-
ción de la cosa abandonada. El abandono al
Estado no es incompatible con la limitación
de responsabilidad frente a los acreedores
y terceros reclamantes, quienes pueden ejer-
citar sus derechos sobre el buque, artefacto
naval o aeronave, o sus restos náufragos.
Y el 382, preceptivo de que toda persona
que penetre en un buque abandonado con
propósito de salvarlo, debe devolverlo 'i su
capitán o tripulantes cuando regresen a bor-
do, so pena de perder la retribución a que
se haya hecho acreedora y de responder por
los daños y perjuicios.
ABANDONO DE DESTINO O RESI-
DENCIA. (T. I, pág. :?().) Los arts. 673,
674 y 075 del Código de Justicia Militar que
en esta voz se citaron, estaban referidos al
Código anterior que fue sustituido por el
promulgado mediante la ley 14.029. En éste,
que es el hoy vigente, el tema del abandono
de destino o residencia se encuentra tratado
en los arts. 713, 714 y 715, pero el texto es
igual en uno y en otro Código, salvo que en
el derogado el abandono estaba referido a
los jefes u oficiales, mientras que en el ac-
tual se refiere a los ofidalen únicamente, sin
duda porque todos son llamados oficiales,
superiores o inferiores.
ABANDONO DE FLETE (V. la actuali-
zación de la voz ABANDONO DE BUQUE.)
ABANDONO DE LA INSTANCIA. (T.
I, pág. 35). El art. 814 del Código de Pro-
cedimientos en Materia Civil y Comercial,
citado en esta voz, tiene su equivalente, res-
pecto a la derogación de normas anteriores,
en el art. 820 del Código Procesal Civil y
Comercial (ley 17.454). Y como en este Có-
digo tampoco se cita entre las normas dero-
gadas la ley 9, tit. 22, partida 3*, parecitra
que de acuerdo con la opinión de Alsina, ci-
tado por el autor de esta voz, los principios
contenido en la misma siguen siendo de apli-
cación.
ABANDONO DE PERSONAS (T. I, pág.
41). La ley 17.567 ha modificado los presu-
puestos, considerados necesarios por e! Có-
digo Penal anterior, para que se configure
el delito de "abandono de personas".
De acuerdo a la ley mencionada en primer
término "el que pusiere en peligro la v i d a
 " > la salud de otro, sea colocándolo en situa-
ción de desamparo, sea abandonando a su
suerte a una persona incapaz de valerse y a
la que deba mantener o cuidar o a la ;¡ue el
mismo autor haya incapacitado, será repri-
mido con prisión de seis meses a tres año>s''
(.art. 106) ; mientras que el primre párrafo
del articulo 106, en su redacción anterior
decía; "Será reprimido con prisión de seis
meses a dos años el que abadonare a un me-
nor de diez años u otra persona incapaz por
causa de enfermedad, a quien deba mante-
ner o cuidar".
Veamos las diferencias que surgen de am-
bas redacciones. Kn cuanto al sujeto activo,
la modificación estriba en que se considera
que comete el delito en cuestión cualquier
individuo que no cumple en relación -i <>tr<.
ci.n \u¡ deber elemental de protección, resiil-
t a n l i ' de una relación o circunstancia legal
o de hecho, ya sea permanente o transitoria.
Sin (jue se considere indispensable que al
sujeto pasivo sea un menor de diez años ti
una persona incapaz a quien deba mantener
•••• cuidar. Como puede apreciarse se ha am-
pliado el alcance de la responsabilidad, ba-
sándola un principios de solidaridad huma-
na o de conciencia y seriedad profesional,
pero siempre que la situación de desampare
implique peligro para el sujeto pasivo. Esto
permite contemplar, y sancionar, dos Mt'ia-
ciones que, entre otras, suelen darse con re-
lativa frecuencia. Nos referimos en primer
término a los profesionales del arte de cu-
rar que por negligencia no atienden con la
debida presteza a enfermos o heridos g v a-
ves, originando demoras que muchas veces
pueden ocasionar consecuencias fatales. Y
en segundo lugar a los conductores de ve-
hículos que atropellan o hieren a alguna per-
sona, dejándola abandonada y sin posibili-
dad de lograr la atención necesaria. En
ambos casos el abandono, o falta de aten-
ción, acentúan el peligro.
En cuanto al sujeto pasivo, pueden ser
víctimas, no sólo las personas enumeradas
específicamente por la ley, sino también
cualquier individuo "colocado en una situa-
ción de desamparo" o a quien el mismo autor
'haya incapacitado".
El delito se cumple aunque no resulte nin-
gún daño para el sujsto pasivo, por el sim-
ple hecho de haber sido puesta en peligro
su vida o su salud. La pena impuesta por
la nueva ley es más grave que la prevista
por el Código Penal anterior, ya que puede
consistir no sólo en prisión sino también en
reclusión cuyo máximo ha sido elevado de
dos a tres años.
! .as circunstancias agravantes siguen
siendo las mismas, pero, para el caso de que
a consecuencia del abandono se produjere
"un grave daño en el cuerpo o en la salud
de la víctima, el mínimo de la pena, que pue-
de ser de prisión o reclusión, ha sido eleva-
do de dos años a tras (párrafo segundo del
mismo a r t í c u l o ) . Kn el tercer párrafo ,<í
mantiene la misma norma que en la redac-
ción anterior para el caso de muerte.
Kl art. 107 sufrió una modificación muy
importante, ya que en la nueva redacción
omite la agravante que podría resultar d«
la comisión del delito entre padres e hijos o
entre cónyuges. Se limita a fijar una pena
concreta « p r i s i ó n de u n mes a un año) para
la mujer que abandonare a su hijo poco des-
pué.s dol nacimiento, con el propósito dé ocul-
tar su de.shonra.
K n el segundo párrafo se establece: "Si
¡i consecuencia del abandono sobreviene la
muerte, o un grave daño en el cuerpo o en
la salud de la victima, la pena será de un»
a cuatro años". Esta posibilidad, y su con-
siguiente sanción, no habían sido previstas
por el artículo primitivo-,
Kn el art. 108 se ha modificado únicamen-
te el monto de la multa a aplicar, la que en
la actualidad oscila entre die/ y cien mil pe-
sos. ( V. la actualización de la vox CÓDIGO
PENAL.) *
JURISPRUDENCIA. — La nreativa a atender nn e n f e r -
mo no gravo, enviándolo en otra ambulancia K ;ID ho*-
I»ital. no significa la privación d«* asistencia ,v resguardo
.físico comtemphido por el Código Pajuil, porgue -íl *''
g u r a no se tipifica ron la sola omisión ;le la asistencia
dfbida, sino que lia menester de oír* noi.t i-íCin-.ial, el
«.lesamparo con peligro para ' I Mijcto pasív:>. n ' u n i . Na'1..
Criin. y Co:Tí.vi.m;i]. Sula V. lú/:'./lUOH. Á't I t - r f . r l m ,
T. l¡7.) Si la víctima *•• dirigió por *lls propio* mr-lios
a un hospital, donde fue atendida, riu se da :a Mtu:*
'•¡óu do peligro generada por 11 abandono, <lu" exige eí
art. 106 del Código Pt nal. (C. N. Crim. y Corree.,
Sala II, 2 4 / 0 / 1 !)6i>. Kl Derecho, 12/1/1970.1
* NOTA. Ya en prensa este trabajo, <•! <Vmtíreso de
U Nación sancionó con fecha 27-.">-l!>7!l 1« ley 20.!iO»
•flut* derogó, entre otra.s, la ley 17.,".t>7, salvo los »ri*r
) 7 H . ¡ur.-.. 7 y 11, 17» (29 p á r r a f o ) . 1 »(>. 1»4 y 1»H
del ( ódiifo Hi-iml.
A B A N DON O DE SERVICIOS. < T . I,
pág. I I . ) Kl art. 1S)5 del Código Penal ha
sido reformad» por la ley 17.567 al único
efecto de i n c l u i r en la responsabilidad de-
lictual que en el mismo se determina, al per-
sonal de las aeronave». ( V . la actuali/.ación
de la voz CÓDIGO PENAL.)
En lo que se refiere al Código de J usticia
Militar, los arts. 364 a 668 que en esta voy
fueron citados, estaban referidos al Código
ya derogado y que tienen sus equivalentes
en los arts. 708, 709, 710, 711 y 712 del Có-
digo vigente. A su vez el art. 676 tiene su
correspondiente en el art. 731.
La cita que se hizo relativa al Código de
Justicia Policial, ya no es válida puesto que,
acertadamente, ese Código ha sido dero-
gado. *
* NOTA. Ya en prensa este trabajo, •>! Congreso de
la Nación sancionó con fecha 27-5-1.973 !a ley 20.509
que derogó, entre otras, la ley 17.567, salvo los Arts,
173 incs. 7 y 11, 179 (2o párrafo), 190, 194 y 198
del Código Penal.
ABIGEATO. (T. I, pág. 60.) El inc. 1?
del art. 163 del Código Penal, que en este
trabajo se cita, se mantiene íntegramente en
la reforma hecha por la ley 17.567, pero su-
primiendo las palabras "causando su des-
trucción total o parcial". Además, la pena,
que antes era de uno a seis años, se ha ele-
vado hasta ocho años por disposición de la
precitada ley. * (V. la actualización de la
voz CÓDIGO PENAL.)
* NOTA. Ya en prensa 'este trabajo, el Congreso de
!a Nación sancionó con fecha 27-5-1973 la ley 20.509
que derogó, «ntre oirás, la ley 17.567, salvo los arts.
17S. incs. 7 y 11, 179 (2* párrafo) 190, 194 y 198
d,l Código Penal.
ABOGADO. (T. I, pág. 65.) En relación
a los requisitos necesarios para ejercer la
abogacía en la Capital Federal, así como al
organismo encargado de llevar la matrícula
y de velar por la disciplina profesional, se
ha de tener en cuenta que con fecha 17 de
mayo de 1972 se promulgó con el n? 19'.649
una llamada ley creadora del "Foro de Abo-
irados" de la que se tratará en su lugar alfa-
bético oportuno. (V. FORO DE ABOGADOS.)
ABOGADO DE OFICIO. (T. I, pág. 73.)
I.os arts. 9 y 250 del Código de Procedimien-
tos en lo Criminal, deben entenderse refe-
ridos a lus arts. 255 y 519 de su modifica-
ción dispuesta por el decreto-ley 2021/68
(convalidado por la ley 16.478).
ABOGADO DE POBRES. (T. I, pág. 74. >
Como complemento de lo dicho en esta voz,
conviene añadir que el Código Procesal Civil
y Comercia!, sancionado por la ley 17.454,
dispone en su art. 85 que la representación
y defensa de quienes obtuvieron el beneficio
de litigar sin gastos, será asumida por el
defensor oficial (V. DKFKNSOR JIK POBKKS).
.««Iva que deseara hacerse patrocinar y re-
presentar por abogado o procurador de la
A H O G A D O DEL ESTADO. (T. I, pág.
74. ¡ Kl decreto 34.952/47 que reglamentó
l¡i ¡f.v 12.954, fue modificado parcialmente
por el decreto 227/65, según el cual, y a los
finas de- ios sumarios que el art. 5 de dicha
li'y se refiere, el cuerpo de abogados contará
i .' cada «no de los Ministerios, Secretarías
(c listado u Organismos Administrativos,
un u n a oficina de sumarios independiente
de la respectiva delegación, y que depende-
rá de la Dirección General por intermedio
de la oficina de sumarios de la Procura-
ción del Tesoro la que dispondrá lo nece-
sario para su creación. Este decreto fue
a su vez modificado por el decreto 1590/67
en el sentido de que las oficinas de sumarios
de cada uno de los Ministerios, Secretarías
de Estado u Organismos Administrativos
dependerán funcionalmente de la Dirección
del Cuerpo por intermedio de la Direc-
ción General de Sumarios de la Procuración
del Tesoro de la Nación.
La ley 17.51 :> de 31 de octubre de 1967
estableció que salvo en los casos especiales
determinados por la ley, el Estado Nacional
y sus entes descentralizados serán repre-
sentados y patrocinados, en la Capital Fe-
deral, por los letrados dependientes de los
servicios jurídicos de los respectivos Minis-
terios, Secretarías, Reparticiones, o entes
descentralizados; y en el interior de la Re-
pública, por los procuradores fiscales fede-
rales cuando el organismo carezca de los
servicios precitados, y a falta de fiscales
federales por letrados designados especial-
mente, dándose preferencia u funcionarios
de entidades oficiales. El Poder Ejecutivo, ,
cuando lo estime conveniente, podrá orde-
nar que esa representación y patrocinio
sean ejercidos por el procurador del Tesoro
de la Nación.
ABONAR. (T. I, pág. 78.) El art. 443,
inc. 2"? del derogado Código de Procedimien-
tos en lo Civil y Comercial, ha pasado a ser,
aunque con distinta redacción, el art. 209,
inc. 2<?, del vigente Código Procesal Civil y
Comercial (ley 17.454).
ABONO DE TESTIGOS. < T . I, pág. 78.)
En esta voz, y con referencia a la ratifica-
ción de las declaraciones de los testigos del
sumario, se citó por mero error de copia tt\
art. 454 del Código de Procedimientos un lo
Criminal, cuando en realidad se trata del
art. 484.
ABORDAJE. (T. I, pág. 79.) Corno ya se
decía en la voz original, este sistema se tie-
ne que considerar en su doble aspecto penal
y mercantil marítimo, 'afectados ambos por
normas legales posteriores a su inserción
en la Enciclopedia.
Con relación al aspecto penal, se han con-
templado las modificaciones en ¡a actuali-
zación de las voces CÓDIGO PENAL y PIRATK-
KI'A que figuran en esta Apéndice y a las
cuales se hace remisión.
En lo que se refiere al aspecto mercantil,
el asunto ha sido tratado por la nueva ley
de navegación 20.094 publicada en el B. O.
de 2 de marzo de 1973 en sus arts. 358 a
370. Del cotejo de la legislación anterior
con la presente, se advierten diferencias de
alguna importancia.
El art. 358 de la ley 20.094 expresa que
cuando el abordaje de dos o más buques se
origine por causa de fuerza mayor o caso
fortuito, o cuando existan dudas sobre sus
causas, los daños serán soportados por quie-
nes los hubiesen sufrido. El derogado art.
12C1 del Código de Comercio establecía la
misma norma, pero sin aludir al caso de la
posible existencia de dudas respecto a las
causas del abordaje. En cambio dejaba a
salvo las acciones del perjudicado contra el
asegurador, salvedad que no aparece en la
nueva ley, sin duda por haberse estimado
innecesaria, ya que el seguro cubrirá -los
riesgos que se hayan convenido en la póliza,
entre los cuales no dejará de figurar el
abordaje por caso fortuito o fuerza mayor.
El art. 1262 del Código de Comercio, ad-
vertía que si el abordaje se producía por
dolo, impericia o negligencia del capitán o
de la tripulación, o por falta de observancia
de los reglamentos portuarios, el daño cau-
sado al buque o su carga sería sufrido "por
el capitán que hubiera dado causa al abor-
daje". Ese precepto contenía dos fallas: la
primera, que excluía la culpa del capitán o
de la tripulación que no estuviesen origina-
das en la impericia o en la negligencia,
cuando es lo cierto que pueden presentarse
otros muchos casos de culpa, hasta en oca-
siones por exceso de pericia que motiva un
exceso de confianza y en la que, por eso
mismo, inclusive puede acentuarse la dili-
gencia, cual sucedería en el supuesto de
imprimir a la nave mayor velocidad de la
acostumbrada, con objeto de ganar un tiem-
po perdido o por el deseo de batir un re-
cord; y la segunda, que dejaba a cargo "dei
capitán" el daño ocasionado, con lo cual la
reparación resultaría ilusoria, por lo menos
en aquellos casos, los más frecuentes, en
que tales daños alcanzasen cifras millona-
das.* En el art. 359 de la nueva ley se
dice escuetamente que si el abordaje es
causado por culpa de uno de los buques, el
culpable debe indemnizar todos los daños
producidos. Es decir, que ya no es el ca-
pitán quien responde, sino el propio bu-
tripulación". Además, m cuipa se-'iunfii->;i!"3a
amplio sentido y no en los supuestos con-
* !*< be. sin embargo, aclararse que esa defieiencm
< M a L > H subsanada tn el art. 1267 (aplicable asimismo
. « i supuesto 'lo. culpa concurrente).
cretos de la impericia y de la negligem ia.
Naturalmente que en ese concepto de culpa
está comprendido el dolo.
El art. 1263 del Código de Comercio esta-
blecía que si había habido culpa por parte
de los dos capitanes o tripulaciones, cada
buque soportaría su daño siendo los capita-
nes responsables hacia los dueños de los bu-
ques y del cargamento dañado, salvo su
acción, si hubiere lugar, contra los oficiales
e individuos de la tripulación. El art. 360
de la ley 20.094 expresa que habiendo culpa
concurrente, cada buque responderá en pro-
porción a la gravedad de su culpa, y por
partes iguales si esa proporcionalidad no
pudiera ser establecida; pero respecto a las
indemnizaciones derivadas de muerte o le-
siones personales, la responsabilidad de los
buques es solidaria, sin perjuicio del dere-
cho regresivo del que pague una .suma su-
perior a la que proporcionalmente le corres-
ponde. Como se ve, en esta modificación
también se traslada al buque la responsa-
bilidad que estaba atribuida al capitán.
El art. 1272 del Código de Comercio pre-
ceptuaba que la responsabilidad por etilp;1.,
negligencia o impericia que recaía sobre el
capitán, podía éste trasladarla al práctico
cuando lo hubiese a bordo. Pareciera, pues,
que bastaba la presencia del práctico en e!
buque para que pudiera hacérsele respon^a-
ble aun cuando no tuviese culpa ninguna y
fuera ella atribuible al capitán o a la tripu-
lación, inclusive por haber contrariado las
órdenes del práctico. Con mejor sentido el
art. 361 de la nueva ley se limita a estable-
cer que las responsabilidades establecidas
para los casos de abordaje subsisten cuando
el mismo es imputable al práctico, aunque
su servicio sea obligatorio.
La ley 20.094 establece en su art. 362 quí
cuando la culpa del abordaje sea imputable
exclusivamente a un tercero, éste será el
único responsable.
Otro artículo, el 362, preceptúa que en
caso de abordaje con otro buque, el convoy
constituido por el remolcador y el remolca-
do se considera como un solo buque, a los
efectos de la responsabilidad hacia terce-
ros, cuando la dirección la tenga el remol-
cador, sin perjuicio del deracho de repeti-
ción entre sí, de acuerdo con la culpa de
cada uno, recayendo la responsabilidad ha-
~t'\i\j¿cx\vir*'*-sc'hr<=iJi) remolcado, cuando ten-
Como perjuicios resarcibles (art. :564».
se señalan los que pueden ser considerados
normal o razonablemente consecuencia di I
abordaje, con la exclusión de todo enrúi».
cimiento injustificable. La indemnización
debe ser plena, colocando al damnificado o
damnificados en la misma situación en que
se encontrarían si el acídente no se hubiere
producido.
El armador y el propietario del buque no
son responsables del incumplimiento de las
obligaciones del capitán relativas al aloja-
miento y alimentación de la tripulación y
de los pasajeros así como al buen estado sr.-
nitario e higiénico del buque.
Las disposiciones sobre el abordaje son
aplicables a los daños que un buque canse a
otro o a las personas u objetos que se en-
cuentren a su bordo, aunque no haya exis-
tido contacto material.
Las acciones originadas por un abordaje
prescriben por el transcurso de dos años
contados desde la fecha del hecho; y las ac-
ciones de culpa concurrente o entre ¡os in-
tegrantes de un convoy o de un tren de re-
molque, así como las de repetición en oí
caso de haberse pagado una suma superior
a la que corresponde, prescriben por el tér-
mino de un año contado desde la fecha del
pago.
La ley 18.870 promulgada el 11 de diciem-
bre de 1970, creó el- Tribunal Administra-
tivo de la navegación, y entre las atribu-
ciones que se le confieren, figura la de fijar
las responsabilidades de carácter profesio-
nal emergentes de accidentes de la navega-
ción, aplicando las sanciones establecidas
por las leyes y reglamentos vigentes en la
materia .(art. 49) ; considerándose acciden-
tes de navegación, todos los hechos causados
o sufridos por buques, embarcaciones o ar-
tefactos navales que produjeren daño o ries-
go de daño a sí mismo, o a otros buques,
embarcaciones o artefactos navales, o a per-
sonas o a cosas, o un perjuicio injustifica-
do a los intereses comprometidos en la ex-
pedición marítima (art. 5^).
Fácilmente se advierte que ambas nor-
mas afectan al tema del abordaje.
ABORTO. (T. L, pág. 81.) Los artículos
del Código Penal que van del 85 al 88 se
ocupan de las sanciones aplicables a las
personas que, en determinadas circunstan-
cias, provocan el aborto de otras. En la
voz correspondiente se ha formulado una
crítica justa al criterio con que nuestra
legislación penal vigente encara un pro-
blema tan grave y 'de tan hondas repercu-
siones éticas, físicas y sociales.
K n este sucinto comentario nos ocupare-
mos, únicamente, del alcance de las dife-
rencias existentes entre la redacción pri-
m i t i v a de los artículos antes mencionados
y la actual, resultante de las modificacio-
nes introducirlas por la ley 17.567. Dichas
modificaciones han sido insertadas en el
art. KG. único de ese capítulo que se ocupa
de los casos en q u e los abortos no sun
considerados punibles. El criterio general
es muy similar al del Código Penal ante-
rior, pero la ley 17.5H7 ha agregado dispo-
siciones q u e restringen las posibilidades
en que «1 aborto puede ser considerado
como no punible. Asi. vemos que ;il inciso
primero del art. 8(5, que establecía q.u<j el
aborto no era punible a condición de que
fuese practicado por un médico diplomado,
con el consentimiento de la mujer encinta y
"con el f i n do evitar un peligro para la vida
o la salud de la madre. . .". se le agregó el
calificativo de grave. Lo que torna impres-
cindible, no sólo la existencia del peligro,
sino la circunstancia de que esto peligro
sea 0-íYn.V'. Como puede apreciarse, se ha
acentuado el criterio limitativo.
En cuanto al segundo iru-.iso del art. 8v>,
separa en «los las posibilidades que el an-
terior u n í a en u n solo supuesto, al consi-
derar como no punible el aborto: "Si el
embarazo proviene de una violación o de
un atentado al pudor cometido sobre una
mujer idiota o demente." En su redacción
actual, el inciso en estudio dice que no
es punible el aborto: "Si el embarazo pro-
viene de una violación por la cual la ac-
ción penal haya sido iniciada". $
Se manifiesta una mayor lenidad del le^
gislador al no exigir que la mujer sea idio-
ta o demente (aborto eugenésico) ; basta
con que el acceso carnal que ha dado ori-
gen al embarazo haya sido practicado, no
sólo sin el consentimiento de la víctima,
sino mediando también fuerza e intimida-
ción (aborto ético). Se consideran a q u í
los presupuestos esenciales de la voluntad
y la libertad. '9
Resulta indispensable hacer notar la im-
portancia del agregado, "violación por la
cual la acción haya sido iniciada". Esto
significa una restricción en cuanto a las
posibilidades de la víctima de recurrí)' al
aborto y representa un freno destinado a
impedir fraude o engaño en relación a ma-
teria tan importante.
Al haberse eliminado el requisito de la
incapacidad mental, o temporal, de la mu-
jer embarazada, se hizo necesario fijar
un obstáculo objetivo que estableciera u n
límite claro y preciso al profesional inter-
viniente. Y esta límite está dado por la
necesidad de la existencia del proceso pe-
nal que da plena fe de lo sucedido, ya que
la simple asaveración de la actora no po-
dría considerarse, en n i n g u n a circunstaii-
i'ia, como el c u m p l i m i e n t o de u n r e q u i s i t o
suficiente. (V. la actualización de la voz
CÓDIGO PENAL.) *
JURISPRUDENCIA. — Para que se configure penalmen*
re el aborto, es indiferente que se lo provoque con me*
diramc ntos o por maniobras quirúrgicas, pues lo esen<
eial es que el curso nortnal del período de gestación haya
«ido interrumpido de cualquier manera. (Cam. Nac,
Crim. y Correccional. Sala IV. 21/5/1969. El Derecho,
t. 27, pág. 234.)
* ÑUTA. Ya en prensa este trabajo, el Congreso de
la Nación sancionó con fecha 27-5-1973 la ley 20.509
que derogó, entre otras la ley 17.567, salvo los arts.
173, incs. 7 y 11, 179 (2p párrafo), 190, 194 y 198
<lel Código Penal.
ABROGACIÓN. (T. I, pág. 100.) En esta
voz, transcribiendo una opinión de Salvat,
se citaba el art. 17 del Código Civil. Es
•de advertir que el mismo ha sido modifi-
cado por la ley 17.711, en el sentido de
que los usos y costumbres no pueden crear
derechos sino cuando las leyes se refieren
a ellos o en situaciones no regladas legal-
mente. Se advierte, pues, la supresión ex-
presa de que las leyes no pueden ser dero-
gadas parcial o totalmente por otras leyes.
Pero a igual conclusión se llega con la nue-
va redacción, ya que es evidente que si en
términos generales los usos y las costum-
bres no pueden crear derechos, resulta in-
dudable que no podrán derogar los derechos
creados por una ley.
ABSENTISMO. * (T. I. pág. 102.) Los
no residentes con rentas o bienes en el
país tributaban y pagaban el recargo ríe
"'ausentismo" hasta que el 10 rU; enero de
J959, el nuevo texto legal lo eliminó. (De
Juano, Curso de Finanzas y Derecho Tri-
butario, T. I. Parte General p. 340. Revista
"Impuestos", t. XVII, pág. 10, 2* columna.)
En los últimos casos en que se decidió
conforme a la anterior legislación, se dijo:
"las ventas obtenidas por las sociedades
de personas —entre ellas las de responsabi-
lidad limitada— son consideradas por la
ley 11.682 (B. O. 1956) como percibidas por
personas de existencia visible que la inte-
gran; en consecuencia, tales personas es-
tán sujetas al recargo por ausentismo en
el impuesto a los réditos en caso de residir
habitualmente en el extranjero, siendo in-
trascendente para la ley que la sociedad,
y no cada uno de los socios, asuma el ca-
rácter de propietaria del inmueble suscep-
tible de explotación agropecuaria. (Trib.
Fiscal, J. A. 1961 - IV - pág. 608.)
ABSURDO EVIDENTE.** 1. El tema
del epígrafe expresa una firme jurispru-
dencia de la Suprema Corte de la Provin-
* Por la Dra. BLANCA O. TAMAGNO.
"" Por e) Dr. ÓSCAR GARCÍA DUR?".
cia de Buenos Aires, medíante la cual se
admite, por la vía del recurso extraordina-
rio de inaplicabilidad de ley —que e.-» de
derecho— y a título excepcional, el aná-
lisis de la interpretación de la prueba efec-
tuado por los jueces de los hechos o del
razonamiento que conduce al decisorio,
cuando resulta manifiesto y evidente que
se lo ha basado en consideraciones ilógi-
cas, falsas o contradictorias.
2. La etimología griega de la palabra
absurdo Adynaton, que importa imposible
por contradictorio, es la más indicativa de
lo que en el lenguaje habitual quiere men-
tar a lo que no puede ser de ninguna mane-
ra, lo contrario a la razón, lo que no puede
concebirse, todo lo cual ha de revestir el
carácter de notorio y patente. No tiene ello
nada que ver con la reducción al absurdo o
apagoge, que es un modo de argumenta-
ción, y en tales términos puede verse en
los celebrados diccionarios filosóficos de
Ferrater Mora, Goblot y Abbagnano.
3. El supuesto, en consecuencia, para
que sea admisible la condición de fundado
y suficiente que permita acoger el recurso
mencionado, no ha de versar sobre una dis-
crepancia de criterio u opinión con los j u i -
cios lógicos o fácticos del juzgador, sino
que ha de importar un vicio sustancial evi-
denciad», y esto es lo relevante que lo hace
manifiesto, en un defecto ostensible, irre-
fragable y esencial. Es así como se ha men-
cionado el error garrafal —Suprema Corte,
en Diario de Jurisprudencia de la Provin-
cia de Buenos Aires (D.J.B.A. XXXV-26)
en 1952— que significa una falla en la
base del razonamiento que conduce /ícccxa-
rianirnte a un apartamiento de la verdad
buscada, según señala e! único comentaris-
ta del tema, Heberto Amilcar Baños, en
La apri'i-iai-iitn <lr. la prueba en el prorex»
laboral. Buenos Aires, Arayú, ]954, pág. 2(5,
Y añade, que lo garrafal reside en que de
las propias constancias del proceso resulta
desmentido el sentido atribuido por el jii:;/.
a una prueba, y en lo determinante que esa
premisa errónea resulta para la decisión
de la controversia. Ks, pues, el error noto-
rio, palmario y fundamental como lo reite-
ró luego el alto t r i b u n a l en Fallos 195(i-
V-8H.
4. La creación pretoriana del tenia, cuyo
tópico recién aparece en repertorios juris-
prudenciales en c¡ ano laCi, «ero que co-
mienza tres arios antes enunciada en ios
votos del talentoso y nia¡um,u¡o J u l i o More-
no Hueyo, f u e u n a consecuencia cíe la K^-
neralización del f u e r o laboral bonaerense
por la ley .)l" u aii. 47 i n c . e), ai os
\ '",:• T l;i :-.. • i¡ (le la pi'ueba en con-
 ciencia, en un juicio oral concentrado cuya
acta no refleja los dichos de partes y tes-
tigos, generó para muchos la preocupación
por decisorios no siempre ajustados a la
justicia v equidad, en algunos casos debido
a la improvisación de un fuero que fue
paralelo o contemporáneo del notable de-
sarrollo doctrinario, legislativo y científico
del derecho laboral, repentinamente difun-
dido.
.">. Pero no fue causa solamente esa fór-
mula normativa laboral, sino también en
el proceso oral penal de la misma provincia,
en el cual código de Jofré, art. 282 libera
a los magistrados al dictar el veredicto de
toda regla en la apreciación, exigiendo so-
lamente que expresen su convicción since-
ra sobre la verdad de los hechos juzgados.
Los peligros de una decisión sin referencia
concreta y explícita al basamento fáctico
analizado o apreciado por los jueces, que
debe sustentarla, pareció dotarlas, en el
sentir de algunos, incluido el autor, de un
defecto capital que las tornaba voluntaris-
tas, cuando no arbitrarias y violatorias del
precepto constitucional que exige la funda-
mpiitación del voto en las sentencias. Y asi
puede verse como ejemplo y antecedente
de tal inquietud el fallo de la Cámara 3* de
La Plata en La Ley 61-474, reiterado en el
tomo 66-836.
Por cierto que una apreciación en con-
ciencia, que parece fórmula análoga a la
de convicción sincera, implica algo inefa-
ble, pero es una garantía republicana la
fundamentación de las sentencias y una
manera de afianzar la justicia en salva-
guardia de la libertad, la seguridad y la
certeza jurídicas reflejar en ellas, aunque
sea sumariamente, el plexo probatorio en
que funda la decisión, porque, como dijo
alguien, las sentencias no sólo deben ven-
cer sino convencer. Y si ello es importante
en el fuero laboral, donde el tema litigioso
es, podría decirse, normalmente alimenta-
rio, no lo es menos en lo penal en el que
está en juego la libertad del individuo.
6. Como no se trata da un juicio de equi-
dad .sino de un modo de valoración de la
prueba, como entiende Baños (cit. p. 17),
se la estime o no anecdóticamente como vál-
vula de seguridad a esta jurisprudencia, lo
cierto es que otorga al juez una mayor auto-
nomía en el análisis, pero no libertad como
lo seria en el sistema de las libres convic-
ciones, imes su razonamiento debe versar
sobre lo alegado y probado y no fuera de
ello, aunqtio no debe tomarse esta afirma-
cifiíi tampoco como de estrictez absoluta.
Y es perfectamente admisible, y como se
verá no es novedad antojadiza tal f' '.-.—'
a pesar del recelo que trasluce Ibañez
Frocham en su Tratada de lux /?0<wx<>.s,
T' edición, pág. :!14. cuando ya en la nueva,
3", 1!Ki3 pp. 388 y :?89, menciona en la nota
582 bis, cómo tal criterio jurisprudencial
ha tenido prolífico andamiento trascendien-
do a las cuestiones civiles.
7. Porque, en efecto, la fórmula legal no
es original ya que está en el Código del
Trabajo, de Chile, art. 588 de la edición ofi-
cial de 1949, así como en el art. 396 del
Cód. Procesal de Bahía y 118 del de San
Pablo, ambos de Brasil. Y también es un
antecedente argentino el decreto 6005 de
1943, art. 4 sobre cartas de ciudadanía, y
en lo laboral hay una fórmula similar en la
ley de Salta 903, para no citar sino los an-
tecedentes inmediutos. \ralga recordar un
precedente curioso de cómo se consideraba
el alcance de la fórmula: cuando en 1952 s«
discutía en las Naciones Unidas la forma
de admisión de nuevas potencias, se opino
que lo candidatos debían justificar <jue no
estaban inhabilitados por cargo alguno, y
se replicó que debiéndose apreciar en con-
ciencia, según la (arta, los méritos, la prue-
ba era inoperante. No es así lo quti ha ter-
minado por admitirse en el tema, conforme
a la posición que Baños sostuvo en su
obra como resumen final en la pág. 124:
la apreciación en conciencia ha de apoyarse
.siempre en lu prueba de autos.
X. Una rica gama de hipótesis ha refle-
jado la jurisprudencia, que al igual que la
creación prt'toriana de la Corte Suprema
Nacional sobre la sentencia arbitraria, ha
pretendido la misma garantía de los jus-
ticiables. Y así, ha podido decirse que "por
amplias que sean las atribuciones de los
jueces de los hechos para apreciar en con-
ciencia la prueba, es evidente que ellas no
llegan a autorizarlos a llamar prueba a
lo que por su naturaleza no lo es, ni para
tener por tal una constancia inexistente.
; > que de existir no' se refiere al hecho en
cuestión, o demuestra lo contrario du lo
que se dice en la sentencia. Y así. us ab-
surda la conclusión que admite por proba-
da la adhesión del empleador a un convenio
colectivo de trabajo sobre la base de la
confesión que prestan los propios actores'
(S.C.B.A. en La Leí/ 66-672). O cuando,
separándose del dictamen pe) icial, se lo in-
terpreta con evidente error al apoyarse so-
bre bases distintas a las tenidas en cuenta
r:or los expartos; o ss falsea el dicho cié
ios testigos, o se hacen afirmaciones que
contradicen prueba documental, casos men-
cionados en la citada obra de Bañes,
pág. 27. Y del mismo modo ocurra cuando
"I deficiente examan de una prueba y la
 omisión de otra, pero no el dejar de lado
declaraciones testimoniales para aceptar
otras más categóricas mientras no se al-
tere el sentido de la prueba (S.C.B.A., en
Foro Atlántico 1-317 y 883).
9. Fuera de la referida obra del Dr,
Baños, magistrado de la Corte bonaeren-
se que se iniciara en el fuero del traba-
jo, el tema concitó antes su preocupa-
ción en Gaceta del Trabajo (Rosario) 25-60
en nota a sentencia. Y su nutrida y docu-
mentada obra citada, única en la biblio-
grafía, mereció del autor de esta nota una
recensión en Foro Atlántico, órgano fo-
rense marplatense en el t. I pág. 460,
concepto que el tiempo transcurrido ha
refirmado. Hay sobre el tema igualmente
referencias en la nota a sentencia en la
misma revista, y del autor, 1-368 Natura-
leza del veredicto en el proceso laboral;
subsistencia del veredicto frente a la anu-
lación de la sentencia.
10. La Corte bonaerense que había co-
menzado por señalar —La Ley 54-418—
que no existía obligación de consignar en
el veredicto el juego del razonamiento, va-
rió progresivamente su criterio, hasta que
a partir del fallo señalado en n"? 8 que es
el de 1952-11-493 de su colección, sobre
haberlo admitido en cuanto a la prueba del
dolo civil en 1950-1-24, se mantuvo por tri-
bunales de posterior integración, como en
1955-111-367, en lo penal y luego en los
demás 1955-11-137; 1956-IV-10, y 1957-
II1-360, manteniéndose en la actualidad
con firmeza tal orientación.
ABUSO DE CONFIANZA. (T. I, pág,
116.) La ley 17.657 ha elevado la pena
correspondiente a los delitos definidos en
los arts. 172 y 181. inc. 1?, del Código
Penal.*
* XOTA. Ya en prensa este trabajo, el Congreso de
la Nación sancionó con fecha 27-5-1973 la ley 20.509
que derogó, entre otras, la ley 17.567, salvo los aits,
173. incs. 7 y 11, 179 (2» párrafo). 190, 194 y 19H
d f | Código Pena!.
ABUSO DEL DERECHO. (T. I, pág.
124.) El tema ha sido amplia y excelente-
mente desarrollado en esta Enciclopedia,
por lo que nada cabe añadir, desde el punto
de vista doctrinal, del interesante problema
a efectos de su actualización. Lo q u e sí
precisa señalar es que la ley 17.711 ha
introducido muy importantes y acertadas
modificaciones al Código Civil, especial-
mente en lo relativo al derecho de propie-
dad, ya que era en ese aspecto donde en
forma muy característica se presentaba
u n a típica manifestación del abuso del de-
recho. Basta para comprenderlo así, adver-
tir que el art. 2513 establecía como inhe-
rente a la propiedad no sólo el derecho dé
poseer la cosa, de disponer o servirse do
ella, sino también el de usarla y gozarla
según la voluntad del propietario. Y por
si eso fuera poco se reconocía al mismo la
facultad de desnaturalizarla, degradarla o
destruirla. En esa definición, la potestad
dominical no tenía límites ni tomaba en
consideración los derechos de terceros ni
el interés social que debe ser función in-
discutible de la propiedad. Hacia ese fin
han tendido las corrientes jurídicas, tra-
tando de hacer compatibles los intereses
del dueño y los de la -sociedad. De ahí que
ese artículo, en su nueva redacción, haya
adoptado la norma de que "es inherente
a la propiedad el derecho de poseer la co-
sa, disponer o servirse de ella, usarla y
gozarla conforme a un ejercicio regular".
La definición, aun siendo plausible, dis-
ta mucho de ser perfecta y hasta pudiera
ser tachada de tímida y de ambigua, por-
que no siempre será fácil determinar
en qué consiste el ejercicio regular en el
uso y goce de una cosa. Pero evidente-
mente puede servir para evitar abusos tan
característicos como la facultad de degra-
dar y de destruir las cosas.
Completando el precepto anterior, tam-
bién la ley 17.711 ha modificado la redac-
ción del art. 2514 del Código Civil, el cual,
antes de la reforma, decía que el ejercicio
de estas facultades ¡las que estaban deter-
minadas en el art. 2513) no podía ser res-
tringido "porque tuviera por resultado pri-
var a un tercero de alguna ventaja, como-
didad o placer, o traerle algunos inconve-
nientes, con tal que no ataque su derecho
de propiedad". En la nueva redacción se
suaviza el ejercicio de tal derecho con
respecto al que pudieran ostentar terceras
personas, ya que la frase entrecomillada
se substituye por la de "en tanto no fuere
abusivo, aunque privare a terceros de ven-
tajas o comodidades".
Con igual finalidad ha sido modificado
el art. 1071 que en su redacción anterior
declaraba que el ejercicio de u n derecho
propio o el cumplimiento de muí obligación
legal no puede constituir como ilícito nin-
gún acto. Esta norma se mantiene en la
nueva redacción, pero a ella se agrega u n
párrafo según el cual "la ley no ampara
el ejercicio abusivo de los derechos" consi-
derándose tal ' al que contraríe los fines
que aquélla tuvo en mira el -reconocerlos
o al que exceda los limites impuestos por
la buena fe, la moral y las buenas cos-
tumbres.". Como se ve, esta definición ya
concreta más el concepto de lo que puede
 ser abusivo en el ejercicio de un derecho. determinaba que el sucesor universal del
(V. la actualización de la voz Obligaciones.) poseedor del inmueble, aunque fuese de
mala fe, podia prescribir por die/. o veinte
ABUSO DESHONESTO. (T. I, pág. años cuando su íiutor era de buena fe. La
136.) Antes de la última reforma legisla- ley 17.711 ha modificado esa norma para
tiva, el art. 127 del Código Penal se ocu- establecer que el sucesor universal del po-
paba del delito de abuso deshonesto, y en seedor del inmueble, puede prescribir por
relación al mismo disponía: "Se impondrá diez años cuando su autor era de buena fe.
prisión de seis meses a cuatro años al que Es de señalar que el art. 4001 citado en
abusare deshonestamente de persona de esta voz, ha sido derogado por la ley 17.711.
uno u otro sexo, concurriendo alguna de las
circunstancias del art. 119, sin que haya ACCIDENTES DE TRABAJO.* (T. 1,
acceso carnal. Si el autor del hecho fuera pág. 16Ü.) La ley 5)688 a partir de su san-
alguna de las personas mencionadas en el ción en el año 1915 ha sido objeto de
art. 122, se le aplicará de tres a diez años diversas modificaciones y reglamentaciones.
de reclusión o prisión". Publicada la voz correspondiente al epígra-
La ley 17.567 contempla el mismo delito fe el año 1954 en el torno inicial de la
en el art. 124 bis, incorporado dentro del Enciclopedia Jurídica Omeba, allí fueror.
Capítulo II, del Título III, que se ocupa citadas las normas legales que hasta esa
de los delitos contra la honestidad. fecha regían en materia de accidentes de,
El espíritu de ambos artículos es el mis- trabajo.
mo; la diferencia estriba en la distinta Pero con posterioridad al precitado año
graduación de las penas. El Código Penal 1954, se han dictado varias disposiciones»,
preveía una pena menor que la establecida que se citan a continuación a efectos dn
por la ley actual para los casos en que el dejar actualizado el tema a que el presente
delito se cometiere mediando alguna de las comentario se refiere. ,
circunstancias enumeradas por el primer A. — Con fecha 10 de octubre de 1955 se--
apartado del artículo; en cambio no ha dictó el decreto-ley n" <>50 por el que sff>
variado la sanción a aplicar en aquellos sustituían los siguientes artículos de la
casos en que la mayor gravedad del delito ley 9688:
deriva de la personalidad y circunstancias Artículo I'. El campo de aplicación de
de su autor. En su redacción actual, el la ley estaba limitado a la responsabilidad
artículo de referencia dice: "Se impondrá patronal por los accidentes ocurridos a loar
prisión de uno a seis años al que abusare empleados y obreros industriales o de ern-í
deshonestamente de una persona de uno presas que taxativamente se enumeraban;
u otro sexo, concurriendo alguna de las en el artículo siguiente, cuando ocurriesen
circunstancias del art. 119, sin que haya "durante el tiempo de la prestación de !«>.•»
acceso carnal. Si el autor del hecho fuera servicios, por el hecho o en ocasión del»
alguna de las personas mencionadas en el trabajo, o por caso fortuito o fuer/a mayor-
art. 122, se le aplicará de tres a diez años inherente al trabajo".
de reclusión o prisión". Aun cuando la jurisprudencia, con sano
La redacción de los arts. 119 y 122 no criterio social, dio a esa norma una inter-
ha experimentado modificación alguna. (V. pretación lo más extensiva que le f u e po-!
la actualización de la voz CÓDIGO PENAL.)* sible, parece evidente que aplicada la ley-
•IritíspaUDENCiA. — No obstante que so desistiera literalmente, quedaban fuera de la protec-
voluntariamente del delito de violación, corresponde ca-
lificar como abuso deshonesto los actos libidinosos prc-
ción legal los trabajadores del comercio y
pai'fttorins <le la violación lentaela, realizados en la per- de actividades civiles. Además, la determi-
sona de la víctima. (Cám. Nac. Crim. y corree., Sala nación de cuándo el accidente se había pro-.
df Cámara, 29/3/1969. El Derecha, T. 24, pág. 131.)
íío fís únicamente mediante violencia o intimidación que ducido durante el trabajo, daba origen a*
puede ila'.se r l delito de abuso deshonesto, (art. 124 bis constantes litigios, especialmente en lo que*
(JM. Ten,), desde que la norma sancionada abarca la--*
tres hipótesis previstas por el art. 119 del mismo Có se refiere al problema, doct finalmente muy
íiiííii. En el caso se consideró que la víctima se cneonlra discutido, de los accidentes sufridos in it!-í
ha en situación de no poder resistir, (art. 119, inci?o 2, ne-re, es decir, al ir o al volver del trabajo.*
in /¡iie.) (Caín. Nac. Crim. y Co: r< r. Sala V. 19/4/19BH.
Kl Di rucha. T. 24, )iág. Í195.) La modificación de esa norma consistió,
* XOTA. Ya en pvcnsa este trabajo, el Oonprcso de
esencialmente, en extender la responsabili-
la Nación sancionó con f e c h a 27-5-1973 la Ir y 20..">(>!) dad de los empleadores a los accidentes ocu-
' t n « ' -lerogó. entre otras, la ley 17.ñ(i7, salvo ios a : t s - rridos a los empleados u obreros sin espe-
17:¡. in<"i. 7 y 11. 179 (29 p á r r a f o ) . 190. 194 y !!)*<
M ródii;n Penal. cificación de la clase de labores que reali-
zasen y con independencia de la actividad
ACCESIÓN DE POSESIONES. (T. I, -
pátr. 151.) R! a r t . 4004 del Código Civil * Por el Dr. MANUEL OSSORI!) Y FLOH1T.
 a que se dedicase el empresario; y en in-
cluir en la protección los accidentes en el
trayecto, siempre que el recorrido no se
hubiese interrumpido en interés particular
del trabajador o por otra razón extraña al
trabajo.
El art. 2?, como ya se ha dicho, especifica
qué trabajadores, siempre dentro de las la-
bores industriales, se encontraban ampara-
dos por la ley.
En la modificación que es objeto de este
comentario, se estableció que comprendía a
"todos los empleados u obreros ocupados
por cuenta ajena, cualquiera fuere la índo-
le de las tareas desempeñadas o la clase de
actividades practicadas por el empleador,
salvo las excepciones que se establezcan en
la reglamentación pertinente".
En realidad, esa modificación no intro-
dujo nada nuevo, porque el caso estaba
previsto en la ley 11.729, muy posterior a
la 9688, que modificó el art. 155 del Có-
digo de Comercio; y porque la jurispruden-
cia ya se había anticipado en ese mismo
sentido. Pero sirvió para disipar cualquier
duda que pudiera subsistir.
El art. 8"? apareció reformado al solo
efecto de aumentar el monto de la com-
pensación por gastos de entierro; a cam-
biar la palabra familia por la de derechoha-
bientes; a fijar el modo de establecer el
cómputo de la indemnización en caso de
muerte del trabajador, cuando éste hubiese
trabajado menos de mil días para el patro-
no; a elevar el tope máximo de la indem-
nización; a definir las personas que se
consideraban derechohabientes y la forma
de distribuir la indemnización cuando fue-
sen varios; a determinar que en el su-
puesto de incapacidad temporal la indem-
nización ya no sería igual a la mitad de
su salario diario, sino igual al salario medio
diario, sin distinción entre días hábiles,
domingos y feriados; y a consignar la obli-
gación del empleador de proveer u! acci-
dentado de los aparatos de prótesis y or-
topedia que le fuesen necesarios, así como
a renovarlos, obligación sustituible, en los
casos determinados reglamentariamente,
por una indemnización.
El art. 99 ordenaba a los patronos y com-
pañías aseguradoras el depósito a nombre
de la víctima, en una sección especial de la
Caja Nacional de Jubilaciones y Pensiones,
del valor de las indemnizaciones, el cual se
invertiría en títulos de crédito de la Na-
ción, entregando mensualmente a los inte-
resados las rentas que produjesen.
Ese absurdo, por insuficiente, sistema de
reparación ya había sido modificado con
posterioridad a la sanción de la ley 9688,
paro asimismo da modo poco eficiente.
El decreto-ley 650/55 mantuvo la obliga-
ción de efectuar el depósito en la Caja de
Accidentes (excepto tratándose de incapa-
cidades temporales). Si el accidente había
ocasionado una incapacidad parcial perma-
nente, la Caja quedaba obligada a entregar
a sus titulares, la cantidad depositada. En
caso de muerte o de incapacidad absoluta
permanente, la Caja invertiría el importe
de las indemnizaciones en títulos de cré-
dito de la nación, abonando a los benefi-
ciarios las mensualidades correspondientes,
pero estando facultada para hacer entrega
inmediata del capital a los interesados.
El art. 11 del decreto-ley comentado mo-
dificaba la norma anterior en el sentido de
que el salario diario sería el resultante
de dividir por el número de días trabajados,
lo percibido en todos conceptos por la víc-
tima, del empleador que la ocupó durante
el año anterior al accidente, o por los días
trabajados si no hubiesen llegado al año.
En el trabajo a destajo el cálculo se haría
apreciando prudencialmente el que por tér-
mino medio correspondiera a los obreros
en condiciones semejantes a las de la víc-
tima en iguales trabajos o, en su defecto,
en las que ofreciesen mayor analogía.
Cuando el accidentado trabajase para dos
o más patronos en forma simultánea en un
mismo período de tiempo, se computaría
el salario como si todas las ganancias hu-
bieran sido obtenidas al servicio del pa-
trono para quien trabajase en el momento
del accidente. Se comprende fácilmente to-
da la importancia que en beneficio del tra-
bajador, representaba esa modificación.
Se mantuvo la forma de realizar el cálcu-
lo cuando la víctima fuese un aprendiz, pero
se añadía que el salario más bajo no podia
ser inferior al que se determinase en la
reglamentación.
El art. 14 modificaba el régimen a seguir
cuando el accidentado se trasladaba al ex-
terior del país sin haber seguido los recau-
dos establecidos por la reglamentación para
tales casos, y establecía que el pago de las
prestaciones se suspendía desde el día del
traslado hasta el de regreso. Se expresaba
también que la reglamentación determina-
ría los casos en que las prestaciones podían
ser abonadas a los derechohabientes que
tuviesen su domicilio en el exterior en el
momento del accidente o que se trasladasen
con posterioridad.
La modificación del art. 19 consistió en
elevar a dos años el plazo da prescripción
de las acciones que anteriormente era de
sólo un año.
El íirt. 22, además de introducir algunas
variaciones gramaticales y de añadir la pa-
]íú>fíf-rt'niplftí~di> a continuación de la de
 obrero, contenía una modificación de im-
portancia. En el texto anterior se decía
que las enfermedades profesionales deberán
ser taxativamente enumeradas por el Poder
Ejecutivo en decretos reglamentarios. En el
decreto-ley n? 650/55 se suprimió el con-
cepto limitativo de las enfermedades pro-
fesionales para señalar que lo serán todas
las motivadas por la ocupación en que se
emplea al obrero o empleado. En cierto
modo parecería que con la nueva redacción
se daba un paso adelante en favor de los
trabajadores, puesto que se extendía ilimi-
tadamente el campo de las enfermedades
profesionales. Pero aun siendo elogiable la
idea, incurría en un error técnico al deter-
minar que toda enfermedad se consideraría
profesional siempre que estuviese motivada
por la ocupación a que se dedicaba el tra-
bajador. Es decir, que desconocía la dife-
rencia entre la enfermedad profesional y
la enfermedad accidente o la enfermedad
de trabajo.
Con ese criterio se causaba un serio per-
juicio al trabajador, porque aplicado lite-
ralmente, se dejaba a cargo de la víctima
la prueba de la relación de causalidad en-
tre la ocupación y la enfermedad, puesto
que no cabía exigir al patrono la prueba
negativa^, casi imposible de realizar, de
que la ocupación no había sido causa de la
enfermedad. Contrariamente, con el siste-
ma de la enunciación, tan extensa y am-
pliable como se quiera, se establecía la
presunción inris tantum a favor del tra-
bajador, de que ciertas enfermedades eran
producidas por el trabajo (saturnismo en
quienes manipulaban plomo, hidrargirismo
para el mercurio, fosforismo para el fós-
foro, etc.). En la enfermedad profesional
se invertía la carga de la prueba, dejándose
al patrono la demostración de que la víc-
tima había contraído su dolencia por causa
distinta de su trabajo. En la enfermedad
accidente, o sea la producida por un suceso
violento y súbito (golpe o caída que des-
encadena una tuberculosis latente, o un
desequilibrio nervioso, etc.) lo procedente
es darle la misma consideración jurídica
que al accidente de trabajo. Y en cuanto
a la enfermedad de trabajo, es decir, la que
tanto pudo ser adquirida en la ocupación
del trabajador como fuera da ella, la prue-
ba de la causalidad queda atribuida a la
víctima. En realidad, la distinción expuesta
ha sido acogida por la jurisprudencia.
El art. 31? de la ley 9688 exigia para la in-
demnizabilidad del accidente, que la incapa-
cidad laboral excediese de seis días hábiles.
El decreto-léy 650/55 derogó lisa y llana-
mente esa disposición, con lo cual el dere-
cho a indemnización surgía desde el n • i
to mismo en que el accidente se producía.
El art. 7? de la ley originaria facultaba
al patrono para substituir las obligaciones
indemnizatorias por un seguro. En el de-
creto-ley comentado se agregó un párrafo
según el cual se facultaba al accidentado
para accionar contra el patrono y contra
el asegurador, indistinta o conjuntamente.
Finalmente se añadió un art. 79 bis de-
terminante de que las entidades asegurado-
ras no podrían suscribir pólizas por in-
demnizaciones inferiores a las establecidas
en el decreto-ley, debiendo actualizar hasta
esas sumas las pólizas que tuvieren en
curso.
El decreto-ley 650/55 tuvo carácter tran-
sitorio como lo prueba su art. 6^ en el que
se encomendaba al Ministerio de Trabajo
la creación de una comisión encargada de
redactar un proyecto de modificación inte-
gral del régimen sobre accidentes y enfer-
medades profesionales del trabajo.
B.—El decreta-ley" 650/55 fue derogado
por el decrettf-Tey 5005 de 19 de marzo de
1956, salvo en la parte del art. 8"? incisos
a) y b) en cuanto a la indemnización por
muerte o incapacidad que se dejó fijada
en la suma de treinta mil pesos moneda na-
cional y ochocientos para gastos de entierro.
C. — El decreto-ley 15.783 de 29 de agos-
to de 1956, ordenó que todas las rentas
pendientes de pago por accidentes anterio-
res al 10 de octubre de 1955, fuesen abo-
nadas de una sola vez en forma de capital.
D. — El decreto-ley 7604 de 5 de julio
de 1957, a fin de dar cumplimiento al Con-
venio n"? 17 de la O.I.T., ratificado por la
ley 13.560, ordenó agregar al final del
art. 26 de la ley 9688 un párrafo similar
al que había sido acogido por el abrogado
decreto-ley 650/55 que fijó la obligación
patronal de proveer a los accidentados los
aparatos ortopédicos y de prótesis que les
fuesen necesarios, así como proceder a su
renovación, pudiendo, en los casos especifi-
cados en la reglamentación, substituir ese
deber por una indemnización justipreciada
por la propia reglamentación.
En los Considerandos del decreto-ley se
reconoce que esa obligación había sido ya
declarada por la jurisprudencia nacional.
E. — También en cumplimiento del Con-
venio n"? 19 de la O.I.T., el decreto-ley 7606
de 5 de julio de 1957, asimismo ratificado
por la ley 13.560, sustituyó el artículo 14
de la ley 9S88 por otro en el que se decla-
raba la pérdida por la víctima de un acci-
dente productor de incapacidad transitoria,
del derecho a continuar percibiendo la par-
te del salario que le acuerde la ley, desde el
día que *e ausente del país y mientras per-:;
• ".j». «n el extranjero; pero los suceso-
 res del obrero, cualquiera sea la naciona-
lidad de éstos o de aquél, gozarán loa
derechos que la ley les acuerda aunque no
residan en el país.
F. — El decreto-ley 8064 de 17 de julio
de 1957 determinó la obligación de los pa-
tronos de aportar al Fondo de Garantía el
uno y medio por ciento del importe de las
indemnizaciones en él depositadas en cum-
plimiento de lo dispuesto en el art. 9? de
la ley 9688, sancionándose el incumplimiento
con multa del duplo de la cantidad no in-
gresada; obligación que igualmente afecta-
ba a las entidades aseguradoras subrogadas
en el pago de las indemnizaciones.
G.—El decreto-ley 4834 de 15 de abril
de 1958 introdujo una modificación de ver-
dadera importancia al cambiar el art. 9"?
de la ley por otro en el cual, después de
ratificar la obligación patronal, o de las
compañías aseguradoras, de depositar en
la Caja de Accidentes el valor de las indem-
nizaciones, determina que los beneficiarios
mayores de edad podrán optar en percibir
íntegramente o en forma de renta el im-
porte de la indemnización; y que en los
casos en que se haya optado percibir in-
demnización en forma de renta o cuando
los beneficiarios fueren menores de edad, la
Caja invertirá el importe de la indemniza-
ción en títulos de crédito de la nación y
entregará mensualmente a los interesados
sus rentas.
Esa solución ofrece la ventaja de que el
interesado tiene la facultad de exigir la en-
trega del capital para darle la inversión
que crea conveniente, ya que el pago en
forma de renta, es decir, el importe de los
intereses que los títulos de crédito deven-
guen, resulta insignificante dados los topes
máximos de las indemnizaciones. Difiere
además de la norma aconsejada por la
O.I.T., según la cual únicamente en casos
muy justificados se debe entregar el ca-
pital a los accidentados o a sus derechoha-
bientes, porque si como es frecuente y por
razones obvias hacen una mala inversión,
se quedan rápidamente desposeídos de todo
ingreso e imposibilitados de hacer frente
a su invalidez. Por eso el sistema verdade-
ramente útil es el de constituir sobre bases
actuariales una renta vitalicia para que el
inválido perciba periódicamente no sólo los
intereses sino el capital mismo durante su
vida probable, compensándose el exceso de
los que la sobrepasen con el defecto de los
que no la alcancen. De esa manera se puede
proporcionar a la víctima una renta más
elevada. Mas, de todos modos, no cabe des-
conocer que la norma del decreto-ley 4834
representa una mejora en relación al sis-
tema anterior
En esa misma disposición legal se esta-
blece que la Caja de Accidentes entregará
las indemnizaciones o rentas directamente
a los titulares de las mismas, aun cuando
hubiesen otorgado mandato con facultades
de percibir, salvo en los casos de repre-
sentación necesaria.
Finalmente, cuando los empleadores o
compañías de seguros no dieren cumplimien-
to al depósito de la indemnización y los acci-
dentados o sus derechohabientes no inicia-
ren las acciones judiciales correspondientes
a tal fin, o abandonaren las mismas, la
Caja, previa intimación y cuando lo consi-
dere viable, dispondrá que sus representan-
tes promuevan o continúen las mismas para
hacer ingresar definitivamente la indemni-
zación al fondo de la Caja de Garantía en
la medida en que el accidentado o sus dere-
chohabientes hubieran percibido la indem-
nización en forma directa, con transgresión
de la ley, entregándose el exceso a los bene-
ficiarios.
H. — La ley 15.448 promulgada el 24 de
octubre de 19'60 modificó los arts. 8"? y 19
de la ley 9688 por los siguientes:
En cuanto al S9 para fijar el monto de
las indemnizaciones. Si el accidente hubiere
causado la muerte de la víctima, el emplea-
dor queda obligado a sufragar los gastos
de entierro hasta un máximo de tres mil
pesos moneda nacional, y a indemnizar a
sus derechohabientes con una suma igual al
salario total de los últimos mil días de
trabajo o, si no hubiera llegado a cumplir
ese plazo, multiplicando por mil el salario
medio diario que ganó durante el tiempo
trabajado con su empleador. La indemniza-
ción máxima por ese concepto, así como para
los casos de incapacidad permanente, se fija
en sesenta mil pesos moneda nacional.
En el supuesto de fallecimiento, la in-
demnización se reputará como bien ganan-
cial, distribuyéndose entre los derechoha-
bientes en la forma establecida por el Có-
digo Civil, a cuyo efecto bastará con la
simple acreditación del vínculo del paren-
tesco y demás recaudos que establezca la
reglamentación.
Los incisos b) y c) de la ley 9688 se
mantienen íntegramente; y en cuanto al
d) se modifica la cuantía de la indemni-
zación para las incapacidades temporales,
elevándola a la totalidad del salario diario,
en lugar de a la mitad como originaria-
mente se decía. El salario será el jornal
íntegro de acuerdo a los días laborales del
convenio de aplicación. El último párrafo
del artículo contiene también un cambio de
importancia por cuanto establece que al
pasar la incapacidad de temporal a perma-
nente por el transcurso de un año no podrá
descontarse de la indemnización los valores
entregados a título de salario durante di-
cho lapso, contrariamente a lo que expre-
saba la ley 9688 en el sentido de que los
referidos pagos tenían que ser descontados.
El art. 19 se modifica para llevar a dos
años, en lugar de uno, el plazo de prescrip-
ción de las acciones emergentes de esa ley,
y para señalar que las actuaciones admi-
nistrativas interrumpen la prescripción.
La comentada ley 15.448 agrega un se-
gundo párrafo al art. 1? de la ley 9688, que
viene a ser igual al que contenía el decre-
to-ley 650/55 a efectos de incluir en la pro-
tección legal los accidentes ocurridos al
trabajador en el trayecto entre el lugar de
trabajo y su domicilio, o viceversa, siempre
que el recorrido no haya sido interrumpido
en interés particular del trabajador o por
cualquier razón extraña al trabajo. Se aña-
de también al apartado I9 del art. 26 de la
ley 9688 un párrafo determinante de que
en todos los casos el alta deberá ser con-
formada por la autoridad administrativa.
I. — La ley 18.018 de 24 de diciembre de
1968 sustituyó los siguientes artículos de la
ley 9688:
El 39 para declarar que sólo procede la
indemnización por causa de accidente cuan-
do la incapacidad para el trabajo exceda de
cuatro días corridos.
El 8? para determinar el monto de las
indemnizaciones, estableciendo las siguien-
tes:
a) Si el accidente hubiere causado la
muerte de la víctima, el empleador sufra-
gará los gastos del entierro por una can-
tidad que no exceda de $ 50.000 m/n e
indemnizará a los derechohabientes con una
suma igual al salario total de los últimos
mil días de trabajo, o si no alcanzó a tra-
bajar ese número de días, la indemnización
se determinará multiplicando por mil el
salario medio diario que ganó durante
el tiempo trabajado; pero esta indemniza-
ción no podrá ser superior a la suma de
$ 600.000 m/n, considerándose derechoha-
bientes las personas enumeradas en el
art. 17 de la ley 14.370. La indemnización
se reputará como bien ganancial y se dis-
tribuirá en la forma establecida por el
Código Civil, bastando para efectuar la re-
clamación con la simple acreditación del
vínculo y demás recaudos que podrá esta-
blecer la reglamentación;
b) En caso de incapacidad absoluta y
permanente, la indemnización será igual a
la establecida para el supuesto de falleci-
miento ;
c) En caso de incapacidad parcial y per-
manente, la indemnización será de mil Veces
la reducción diaria que haya sufrido el sa-
lario de la víctima a consecuencia del acci-
dente, incrementándose la indemnización
en un 50 % cuando el incapacitado necesite
la asistencia constante de otra persona;
d) La incapacidad temporal se indemni-
zará con una suma igual al 75 % del sa-
lario diario desde el día del infortunio; mas
cuando la incapacidad temporal exceda de
treinta días corridos, la indemnización dia-
ria será igual al 100 % del salario diario
a partir del trigésimo primer día, de acuer-
do a los días laborables del convenio de
aplicación, hasta que pasado el término de
un año la incapacidad se considere como
permanente.
Como se advierte se ha modificado para
la incapacidad temporal una norma ante-
rior que mandaba pagar al incapacitado la
totalidad del salario diario. La ley 18.018
reduce esa indemnización al 75 %, pero sólo
durante los treinta primeros días, a partir
de los cuales se lleva otra vez al 100 %.
Se trata de un punto muy discutido en la
doctrina, a saber: si es lógico que la indem-
nización por incapacidad temporal sea in-
ferior al salario de que el accidentado se
ve privado. Mucha parte de la doctrina y
de las legislaciones se inclinan, con razón,
por la afirmativa, ya que esa norma está
encaminada a evitar que algunos trabaja-
dores poco escrupulosos simulasen enfer-
medades o las prolongasen, con la seguri-
dad de que ello no les ocasionaría ningún
perjuicio económico. Sin embargo, mante-
ner esa situación de merma salarial hasta
el plazo máximo de un año, tampoco resulta
justo, porque no es fácil que un trabajador
simule o prolongue una enfermedad por
más de treinta días. De ahí que el criterio
mantenido en el precepto comentado se deba
estimar como socialmente acertado.
J. — La ley 18.913 promulgada el 31- de
diciembre de 1970, que es la que actual-
mente rige para los accidentes y enferme-
dades de trabajo, recoge algunas de las
modificaciones introducidas en la ley 9688
por las disposiciones a que se ha hecho refe-
rencia en los párrafos precedentes; Su-con-
tenido se encuentra claramente explicado
en la nota de elevación del proyecto al Po-
der Ejecutivo; y en ella se dice lo siguiente:
Que actualmente, es decir, a la fecha de
promulgación de la ley, se encontraban ex-
cluidos del régimen de la 9688 numerosos
sectores de trabajadores, entre ellos los
empleados de comercio sin que ninguna
razón lo justificase, por lo cual en la ley
se hace extensivo el régimen a todos los
empleados u obreros que se desempeñen en
relación de dependencia, sin otras excep-
ciones que las que establezca la, reglamenr
tación teniendo en cuenta las modalidades
 propias de determinados tipos de tareas.
(La exactitud de esa afirmación resulta
muy dudosa por las razones a que antes
nos hemos referido relativas al criterio
jurisprudencial y a lo dispuesto en la
ley 11.729.)
Que otra innovación fundamental con-
siste en establecer la responsabilidad del
Estado nacional, de las Provincias y Mu-
nicipalidades, por los accidentes ocurridos
a las personas obligadas a prestar un ser-
vicio con carácter de carga pública, ya sea
por el hecho o con ocasión del cumplimiento
del servicio que dicha carga implica, gene-
ralizándose así una protección que el de-
creto-ley 2131/63 limitaba a las personas
obligadas a colaborar en la extinción de
incendios de bosques, como carga pública.
Que se suprime el sistema de que todas
las indemnizaciones, sin excepción, debían
depositarse a nombre de la víctima o de
sus derechohabientes en la Caja de Acci-
dentes, a fin de que ésta las entregara a
los beneficiarios íntegramente o en forma
de renta, lo que constituía una traba buro-
crática de conveniente eliminación. Con la
modificación hecha por la ley 18.913, el
pago de las indemnizaciones se habrá de
efectuar directamente del empleador al ac-
cidentado o a sus causahabientes, quienes
en caso de incumplimiento de las obliga-
ciones "que la ley impone a los dadores de
trabajo, podrán ejercer las acciones legales
tendientes al reconocimiento de sus de-
rechos.
Que la ley 9'688 no fija plazo para la
prescripción de las acciones relativas a
Ja percepción de las indemnizaciones ingre-
sadas a la Caja de Accidentes y de las ren-
tas, circunstancia que obliga a mantener
afectados durante años importes que en
definitiva no son reclamados por los acci-
dentados o sus causahabientes, anorma-
lidad que queda subsanada al fijarse un
plazo de prescripción de dos años que se
conceptúa razonable y guarda correspon-
dencia con lo establecido por el art. 19 de
la ley 9688.
Las precitadas modificaciones afectan a
los arts. I?, 9<?, 10, 16 y 19 de la ley sobre
accidentes de trabajo.
La ley 18.913 establece también que en
jurisdicción de la Secretaría de Estado de
Seguridad Social funcionará una cuenta
especial denominada Fondo de Garantía,
cuyos fondos se destinarán exclusivamente
a pagar las indemnizaciones, con exclusión
de intereses, costas y gastos causídicos, que
dejaren da abonarse por insolvencia ab-
soluta de los empleadores, judicialmente
declarada. Para gozar de esa garantía, los
hen:-ficiarios deberán realizar
razonablemente indispensables para ejecu-
tar la sentencia, dentro del plazo de no-
venta días de quedar firme la misma, y
solicitar la declaración judicial de insolven-
cia dentro de los treinta días de vencido el
plazo antes indicado. También el Fondo
de Garantía cubrirá los gastos administra-
tivos propios del servicio que tenga a su
cargo la aplicación del régimen de la ley.
En relación con el art. 10 de la ley 9688,
la 18.913 determina que el Fondo de Ga-
rantía se formará con:
a) Las indemnizaciones que corresponda
abonar por causa del fallecimiento de los
trabajadores que no dejen causahabientes
con derecho a las mismas, debiendo los
empleadores o aseguradores ingresar tales
indemnizaciones en la forma que fije la
reglamentación.
b) El importe del 1,5 % del monto de
las indemnizaciones que se abonen a los
trabajadores, establecido por el decreto-
ley 8064/57 y que los empleadores o ase-
guradores deberán ingresar dentro de los
quince días de pagadas dichas indemniza-
ciones, sufriendo los infractores el recargo
que fija el art. 31? de la ley 18.820 sobre
régimen general de recaudación de las Ca-
jas Nacionales de Previsión, según el cual
se impondrá el 10 % de la deuda durante
el primer mes de atraso, el 20 % durante el
segundo mes y el 30 % durante los subsi-
guientes meses de atraso.
c) Las rentas constituidas con anterio-
ridad a la ley que se está comentando,
cuyos beneficiarios fallecieron sin dejar
causahabientes con derecho a indemniza-
ción.
d) El importe de las indemnizaciones
ingresadas a la Caja de Accidentes con
anterioridad a la presente ley y de las
rentas pendientes de pago cuyo derecho
al cobro hubiera prescripto de acuerdo con
el art. 19.
e) El importe de las multas que se im-
pongan por incumplimiento de esta ley.
La única modificación referida al art. 16,
consiste en que en la ley 9688 se decía que
"el representante del Ministerio Público de
incapaces, tendrá personería para ejecutar
y percibir en su respectiva jurisdicción, los
valores destinados a ingresar en la Caja
de Garantía constituida de acuerdo con la
presente ley, a cuyo efecto las autoridades
pondrán en su conocimiento los accidentes
que a tal efecto reclamen su intervención".
La ley 18.913 limita la expresada facultad
a los representantes del Ministerio Público
de incapaces de las provincias.
En lo que afecta al art. 19 se establece
la nrescrfocinn He dos años tanto para las
ites de la ley de acciden-
tes cuanto para la percepción de las indem-
nizaciones ingresadas a la Caja de Acciden-
tes y de las rentas, aclarándose, en cuanto
a las acciones, que las actuaciones admi-
nistrativas interrumpen el plazo de pres-
cripción.
Al art. 79 se agrega un párrafo por el
cual se permite al trabajador o sus causa-
habientes accionar contra el empleador o el
asegurador, indistinta o 9conjuntamente.
Los párrafos 39, 49 y 5 del inciso a) del
art. 8"? de la ley 9688 se modifican con
objeto de considerar derechohabientes a
las personas enumeradas en el art. 37 de la
ley de jubilaciones 18.037, o sea la viuda,
o el viudo incapacitado para el trabajo y a
cargo de la causante a la fecha del deceso
de éste, en concurrencia con: los hijos o
hijas solteras hasta los dieciocho años de
edad; las hijas solteras que hubieran con-
vivido con el causante en forma habitual
y continuada durante los diez años inme-
diatamente anteriores a su deceso, que en
ese momento tuvieran cumplida la edad
de cincuenta años y se encontraran a su
cargo; las hijas viudas y las divorciadas
o separadas de hecho por culpa exclusiva
del marido, incapacitadas para el trabajo
y a cargo del causante, siempre que no tu-
viesen otros medios de subsistencia; los nie-
tos y nietas solteras, huérfanos de padre
y madre y a cargo del causante, hasta los
dieciocho años de edad; los hijos y nietos,
de ambos sexos, en las condiciones preci-
tadas; la viuda o el viudo en concurrencia
con los padres incapacitados para el tra-
bajo y a cargo del causante, siempre que
no tuvieren otros beneficios; los padres en
las condiciones del inciso precedente; los
hermanos y hermanas solteras, huérfanos
de padre y madre y a cargo del causante,
hasta los dieciocho años, a condición de
que no tuvieren otros beneficios. Se aclara
en el precepto que la mitad de la indem-
nización corresponde a la viuda o al viudo,
si concurren hijos, nietos o padres del cau-
sante, distribuyéndose la otra mitad entre
éstos por partes iguales, con excepción de
los nietos que percibirán en conjunto la
parte de la indemnización a que hubiera
tenido derecho el progenitor prefallecido. A
falta de hijos, nietos o padres, la totalidad
de la indemnización corresponde a la viuda
o viudo. Para reclamar las indemnizaciones
basta con la simple acreditación del vínculo
de parentesco que se invoque y demás re-
caudos que podrá establecer la reglamen-
tación. En lo que se refiere a la enferme-
dad profesional, se considerará como tal
toda aquella que sea motivada por la ocu-
pación en que se emplee al obrero o em-
pleado, modificándose " ' "" •*" '••>
ley 9688. (Es válido aquí el comentario
precedentemente hecho respecto al error
que, a juicio de algunos autores, se deriva
de no haber establecido ninguna diferen-
ciación entre enfermedad profesional, en-
fermedad accidente y enfermedad de tra-
bajo u ocasional.)
También se modifica el apartado 8° del
art. 157 del Código de Comercio, modifi-
cado por el art. 39 de la ley 17.391, en el
sentido de que en caso de muerte del em-
pleado los derechohabientes enumerados en
el precitado art. 37 de la ley 18.037, tendrán
derecho en el orden de prelación y condi-
ciones allí señalado, a una indemnización
igual a la establecida en dicho art. 157
para los casos de despido por disminución
o falta de trabajo, la que no será acumu-
lable con la fijada por el art. 8° inc. a) de
la ley 9'388, deduciéndose del monto de la
indemnización lo que los beneficiarios re-
ciban de cajas o sociedades de seguros por
actos o contratos de previsión realizados
por el principal.
El art. 20 de la ley 9688 que obligaba a
las entidades aseguradoras a efectuar un
depósito de determinada cantidad en el
Banco de la Nación, queda derogado por la
ley 18.913.
K. — A su vez la ley 19.233 de 14 de sep-
tiembre de 1971 sustituyó el párrafo 1? del
art. 2"? de la ley 9688, modificado por la
ley 18.913, a efectos de señalar que en el
régimen están comprendidos todos los em-
pleados y obreros que se desempeñen en
relación de dependencia, cualquiera fuera
la índole de las tareas del trabajador o la
clase de actividades del empleador, con ex-
cepción de los domésticos que estén exclu-
sivamente al servicio personal del patrono.
En realidad no se entiende bien cuáles
hayan podido ser las razones para tal exclu-
sión, pues cualesquiera que ellas sean, re-
sultan injustas, ya que se trata de trabaja-
dores en relación de dependencia que en el
desempeño de su actividad, pueden correr
el riesgo de accidente y de enfermedad. A
lo sumo se explicaría alguna reglamenta-
ción espacial en atención a las circunstan-
cias en que los trabajos de esa índole son
realizados, pero en modo alguno privarles
de la protección legal. En el Mensaje que
eleva al Poder Ejecutivo el proyecto de ley
se dice únicamente, como justificativo, que
tal exclusión figuraba ya en la ley 12.631
(lo cual no es una razón, porque las leyes
posteriores tienen como una de sus finali-
dades, enmendar los errores de las leyes
anteriores). Y se añade que después de un
examen exhaustivo se ha llegado a la con-
clusión de que las notas características del
servicio doméstico aconsejan, por el mo-
 mentó, mantener la exclusión. Lo que no
se dice es cuáles sean esas notas que llevan
a tan lamentable decisión, ni cuáles las di-
ficultades que ofrecería su inclusión.
El artículo 9"? en la ley 9688, modificado
por la 18.913, queda también sustituido por
Ja 19.233 y redactado de la siguiente forma:
"Los empleadores a aseguradores debe-
rán depositar el valor de la indemnización
que corresponda de acuerdo con la presen-
te ley y los intereses que se hubieran de-
vengado en caso de acción judicial, a nom-
bre del accidentado o de sus derechohabien-
tes, en el organismo o repartición nacional
que determine la reglamentación. Si por
cualquier circunstancia el depósito se hi-
ciera judicialmente o ante una autoridad
administrativa nacional, provincial o mu-
nicipal distinta a la indicada, el juez, tri-
bunal o funcionario receptor de los fondos
no podrán disponer su entrega al acciden-
tado o a sus derechohabientes, debiendo
proceder a transferirlos de inmediato al
organismo o repartición antes señalada.
"Todo pago que los empleadores o asegu-
radores hicieren directamente al accidenta-
do o sus derechohabientes, no liberará a
aquéllos de las obligaciones emergentes de
la presente ley. En este caso, si los acciden-
tados o sus derechohabientes no iniciaren
las acciones judiciales correspondientes o
las abandonaren, el organismo o reparti-
ción nacional que tenga a su cargo la apli-
cación de la presente ley, podrá disponer
cuando lo considere viable, y previa inti-
mación, la promoción o continuación de las
acciones tendientes a hacer ingresar defi-
nitivamente la indemnización al Fondo de
Garantía a que se refiere el art. 10 en la
medida en que el accidentado o sus dere-
chohabientes la hubieran percibido directa-
mente, entregándose el excedente a los be-
neficiarios.
"Una vez ingresada al organismo o re-
partición indicada en el párrafo primero,
la indemnización se entregará:
"1. Al accidentado, quien podrá disponer
libremente de ella si tuviere cumplida la
edad de 18 años;
"2. A los causahabientes del accidentado
fallecido si fueren capaces;
"3. A los representantes necesarios del
accidentado o sus derechohabientes si fue-
ren incapaces o aquél no tuviera cumplida
la edad de 18 años".
El art. 10 queda modificado por la ley
19.233 del siguiente modo:
"Ingresarán a una cuenta especial que
se incorporará al Presupuesto General de
la Nación, denominada «Fondo de Garan-
tía» con régimen de administración direc-
ta y que sustituirá a la actual cuenta «Caja
de Accidentes del Trabajo»:
"a) Las indemnizaciones que correspon-
da abonar por causa de fallecimiento de los
trabajadores que no dejen causahabientes
con derecho a las mismas;
"b) Las rentas ya constituidas cuyos be-
neficiarios fallecieren sin dejar causaha-
bientes con derecho a las mismas de acuer-
do con las leyes vigentes al momento de
producirse el accidente;
"c) El importe de las indemnizaciones y
de las rentas ingresadas y pendientes de
pago, cuyo derecho al cobro hubiera pres-
crito o prescribiere de acuerdo con el ar-
tículo 19;
"d) El aporte establecido por el decreto^
ley 8064/57;
"e) El importe de las multas que se im-
pongan por incumplimiento a la presente
ley.
"Los fondos de esa cuenta se destinarán
exclusivamente:
"1. A pagar las indemnizaciones, con ex-
clusión de salarios por incapacidad tempo-
ral, intereses, costas y gastos causídicos,
que dejaren de abonarse por insolvencia
absoluta de los empleadores, judicialmente
declarada. Para gozar de esa garantía, la
víctima o sus causahabientes deberán reali-
zar las gestiones razonablemente indispen-
sables para ejecutar la sentencia, dentro
del plazo de noventa días de quedar firme
la misma, y solicitar la declaración de in-
solvencia dentro de. los treinta días de ven-
cido el plazo antes indicado;
"2. A cubrir los gastos administrativos
propios del servicio específico que tenga a
su cargo la aplicación del régimen de la
presente".
El art. 16, como ya se ha señalado al
hablar del Mensaje acompañado al proyec-
to que fue luego la ley 18.913, aparece re-
dactado en la 19.233 de la siguiente forma:
"Sin perjuicio de lo que dispone la ley
17.516 y su reglamentación, los represen-
tantes del Ministerio Público de incapaces
de las provincias tendrán personería para
ejecutar y percibir en sus respectivas ju-
risdicciones los valores que deban ingresar
al Fondo de Garantía a que se refiere el
r.rtículo 10, como también para intervenir
en los pedidos9 de insolvencia a que alude
el apartado I del mencionado artículo".
El art. 19* de la ley 9688, con su modifi-
cación introducida por la 18.913, queda re-
dactado conforme a lo dispuesto por la
19.233, en los siguientes términos:
"Las acciones relativas a la percepción
de las indemnizaciones e intereses ingresa-
dos a la Caja de Accidentes del Trabajo o
al organismo o repartición a que se refiera
el primer párrafo del art. 9"?, como tam-
bién al cobro de las rentas, prescriben a los
dos años, contados desde el día del ingreso
o de constitución de las rentas. Las accio-
nes que al 31 de diciembre de 1970 no es-
tuvieren proscriptas, prescribirán a los dos
años a contar desde esa fecha".
En el art. 4<? de la ley 19.233 se estable-
cen las normas aplicables a los pedidos de
declaración de insolvencia del empleador:
deberán ser fundados; se correrá traslado
por quince días al organismo o repartición
a que se refiere el párrafo 1? del art. 9<?
de la ley 9688 modificado por la presente;
se dará vista al Ministerio Público de inca-
paces de la Provincia que corresponda; al
contestarse el pedido sólo se podrán solici-
tar medidas de prueba referidas al caudal
ejecutable del obligado al pago de la in-
demnización; de la resolución que recaiga
se notificará a las partes en la forma que
disponga la ley que rija el procedimiento
del tribunal ante el cual se encuentre radi-
cado el juicio; y la resolución será recu-
rrible en el plazo y con los alcances que
pueda serlo la sentencia, según la ley in-
dicada.
En otro artículo, el 5*?, se establece que
las infracciones a la ley 9688, a las leyes
que la modifican y a sus disposiciones regla-
mentarias serán reprimidas con multa de
cincuenta a cinco mil pesos, quedando su
aplicación a cargo del organismo o repar-
tición que en cada jurisdicción correspon-
da; pero las resoluciones administrativas
condenatorias que sobrepasen el monto re.-
glamentariamente determinado, serán ape-
lables ante el tribunal competente de cada
jurisdicción, y cuando la multa fuera im-
puesta por el organismo o repartición que
tenga a su cargo la aplicación de la ley 9388
en el orden nacional, será apelable ante la
Cámara Nacional de Apelaciones del Tra-
bajo de la Capital Federal dentro de los
diez dias de notificada. El testimonio de la
resolución firme que imponga la multa,
expedido por el organismo competente de
aplicación, tendrá carácter ejecutivo y dará
lugar al juicio de ejecución fiscal para su
cobro.
El art. 6° preceptúa que las indemniza-
ciones depositadas en la Caja de Acciden-
tes con anterioridad a la vigencia de la ley
19.233, así como las rentas que no estuvie-
sen prescriptas, serán entregadas a los
beneficiarios o sus derechohabientes en la
forma establecida en el art. 9*? de la ley
9388, modificado por la presente.
También a la ley 19.233 se le dio una
evidente condición de transitoriedad, por-
que en su art. 79 se expresa que el Minis-
terio de Bienestar Social creará una comi-
sión encargada de proyectar la reforma
integral del régimen de accidentes y enfer-
medades profesionales del trabajo, para
adecuarlo —así dice— a los principios de
la Política Nacional N<? 45 y del Plan Na-
cional de Desarrollo y Seguridad 1971-1975.
Finalmente, el art. 8<? de la ley 19.233
deroga el art. 61? de la 18.913, según el cual
las indemnizaciones depositadas en la Caja
de Accidentes y las rentas que no estuvie-
sen prescriptas se entregarán a los benefi-
ciarios o sus derechohabientes.
L. — El decreto N<? 3859 de 14 de sep-
tiembre de 1971, o sea de la misma fecha
que la ley 19.233, reglamenta las disposi-
ciones de esa ley y de la 18.913, modifica-
torias ambas de la 9688. En esa reglamen-
tación se determina:
Que los capitales depositados en el De-'
partamento de Accidentes del Trabajo no*.
devengarán renta alguna.
Que el patrocinio y representación del
Estado ante los tribunales judiciales y or-
ganismos jurisdiccionales y administrativos
sobre aplicación de la ley 9688 y sus modi-'
ficatorias, se ajustarán a las normas esta--
blecidas por la ley 17.516 y su reglamen-
tación. ''
Que la aplicación de las leyes de acciden-
tes de trabajo estará a cargo de la Direc-
ción General de Protección Social del Mi-
nisterio de Bienestar Social - Departamen-J
to de Accidentes de Trabajo. \
Que el valor de las indemnizaciones y los
intereses que se hubieren devengado en
caso de acción judicial, deberán depositarse
por los empleadores o aseguradores, a nom-f
bre del accidentado o sus derechohabientes,*
en la forma que establezca el precitado Mi-**
nisterio, y en tanto no lo haga, por el pro-^
cedimiento vigente el 30 de diciembre de'
1970. -\.
Que la aplicación de las multas estaráf
a cargo de la Dirección General antes men-
cionada, siendo apelables sus resoluciones
condenatorias ante la Cámara Nacional de
Apelaciones del Trabajo de la Capital Fe-
deral cuando el monto de la multa excedie-
se de quinientos pesos, debiendo ingresarse
esas multas en el Fondo de Garantía a que
se refiere el art. 10 de la ley 9688 modifi-
cado por la 19.233, dentro de los treinta
días contados desde la notificación de la
resolución firme, transcurridos los cuales
sin haberse justificado el pago de la multa,
quedará expedita la vía para su cobro ju-
dicial.
ACCIDENTES DE TRÁNSITO. (T. I,'
pág. 188). De los artículos del Código Civil;
que se citaron en este trabajo, han sido mo-*
dificados por la ley 17.711 los siguientes: *.
 El 1108, por el cual se aplicaban a los
actos ilícitos, hechos sin intención de cau-
sar un daño, las disposiciones de los arts.
1070 a 1076, ha quedado derogado.
El 1109, al cual se ha agregado un pá-
rrafo al solo efecto de permitir la acción
de reintegro a favor de quien, por efecto
de la solidaridad derivada del hecho, hubie-
re indemnizado una mayor parte que la que
le correspondía.
El 1113 al que se han agregado dos pá-
rrafos de extraordinaria importancia en
relación con el tema a que nos estamos re-
firiendo. Como es sabido, aquella disposi-
ción del Código se limitaba a señalar que
la obligación del que ha causado un daño
se extiende a los daños que causaren los
que están bajo su dependencia o por las
cosas de que se sirve, o que tiene a su
cuidado. Ese precepto ha sido aclarado en
el sentido de que Íes daños causados con
las cosas, el dueño o guardián deberán de-
mostrar que de su parte no hubo culpa, con
lo cual ha venido a establecerse en materia
de responsabilidad el principio de la inver-
sión de la prueba. Y todavía se va más allá
al añadir que si el daño hubiere sido cau-
sado por el riesgo o vicio de la cosa, sólo
se eximirá total o parcialmente de respon-
sabilidad acreditando la culpa de la víc-
tima o de un tercero por quien no debe res-
ponder, eximiéndose de responsabilidad si
la cosa hubiese sido usada contra la volun-
tad expresa o presunta del dueño o guar-
dián, con lo cual se entra de lleno en el
concepto de la responsabilidad objetiva y
del riesgo creado. Fácilmente se advierte
que desde la sanción de la ley 17.711, toda
aquella persona que con cualquier vehículo
de su propiedad, aun siendo manejado por
terceros, cause una víctima a consecuencia
de un atropello o cualquier otro daño, res-
ponderá por el solo hecho de ser el propie-
tario y no podrá liberarse si no es proban-
do la culpa de la víctima, o de un tercero
que no dependa de él. Es decir, que se adop-
ta para los accidentes de tránsito el mismo
criterio que para los accidentes de trabajo.
El 1133, que ha sido derogado, sin duda
porque con el agregado del art. 1113, su
contenido resultaba no ya innecesario sino
restringido con relación a la mayor ampli-
tud conceptual de este otro.
El 1083 señalaba que la reparación del
daño moral o material causado por un de-
lito, se resolvía en una indemnización pe-
cuniaria a señalar judicialmente, salvo el
caso en que hubiere lugar a la restitución
del objeto que hubiese hecho la materia del
delito. La ley 17.711 ha invertido los tér-
minos al establecer que el resarcimiento de
daños consistirá en la rí. • ' '-" " •.;••'
sas a su estado anterior, y que tan sólo si
esto fuera imposible o si el damnificado
optare por el otro tipo de reparación, la in-
demnización pera fijada en dinero. La mera
comparación de uno y de otro sistema, ya
nos está indicando la importancia que el
cambio representa cuando en los acciden-
tes de tránsito, el daño recaiga sobre cosas
susceptibles de ser reintegradas a su situa-
ción anterior.
Es también de señalar que el art. 4037
ha elevado a dos años el término de pres-
cripción de la acción de responsabilidad
civil extracontractual, que antes estaba fi-
jado en un año.
ACCIDENTES IN ITINERE.* (T. I,
pág. 197.) La sanción de la ley 15.448, dic-
tada el 24 de octubre de 1960, puso fin de-
finitivamente al debate doctrinario y ju-
risprudencial acerca del amparo por la ley
9688 y sus reformas del llamado "accidente
in Hiñere". En efecto, esta ley, en su art.
29, dispone: "El empleador será igualmente
responsable del accidente cuando el hecho
generador ocurra al trabajador en el tra-
yecto entre su lugar de trabajo y su domi-
cilio o viceversa, siempre que el recorrido
no haya sido interrumpido en interés par-
ticular del trabajador o por cualquier ra-
zón extraña al trabajo", artículo que se
agrega como segundo párrafo del art. 1? de
la ley 9688 y que no ha sufrido modifica-
ción alguna hasta el presente. Es decir, el
trabajador que sufre un accidente •/•» -itinere
tiene, en principio, derecho a una indem-
nización al igual que aquél que lo sufre
por "el hecho o en ocasión del trabajo".
Cabe destacar que ya este derecho había
sido consagrado por el decreto-ley 650/55
cuya efímera duración (fue derogado por
el decreto-ley 5005/56) no permitió anali-
zar las consecuencias que de ello se deri-
varían.
La ley mantiene el concepto elaborado
por la doctrina, o sea el infortunio que se
produce en el trayecto del domicilio del
trabajador al lugar del trabajo o a la in-
versa í. 1 ), es decir, aquél que pueda ser con-
siderado como una consecuencia de la pres-
tación de sus servicios, ya que si se detie-
ne o modifica el recorrido en su beneficio
cesa la responsabilidad patronal.
También ha establecido la jurispr iden-
cia la irresponsabilidad patronal en aquellos
casos en que el trabajador se expone a riss-
gos que no son los comunes, o no recorre
* Pov la Dra. VIRGINIA H. RIVAS.
"> Knpri'clil Alfivilo .1., Kufif'nitiilia Jmiilim
:. I.. pát!. 1!)7.
el trayecto más directo, o elige la vía más dujo importantes modificaciones al régimen
peligra.!, etc. legal de las acciones de sociedades o com-
Kespecto a este tipo de infortunio, se pañías mercantiles.
mantiene el régimen general: presunción En la Exposición de Motivos se destacan
de la responsabilidad patronal y sus cau- algunos aspectos de las reformas y se dan
sales de eximición, incapacidades, indemni- razones sobre sugerencias no aceptadas por
zaciones, beneficiarios, seguros. (V. la ac- la Comisión acerca de la implantación de
tualización de la voz "ACCIDENTES DE TEA- las acciones sin valor nominal. Sobre esta
BAJO".) última cuestión, la negativa se fundamenta
en: 1) exigiría la transformación radical
ACCIÓN CIVIL EMERGENTE DEL de los métodos, prácticas y mentalidad ar-
DELITO DEL DERECHO CRIMINAL. (T. gentinos en la materia, para lograr un re-
I, pág. 213.) Al referirse al tema del epí- sultado que, por lo menos, es muy dudoso
grafe, el autor del trabajo hacía mención pueda alcanzarse. La posibilidad de su éxi-
del art. 1083 del Código Civil para señalar to requiere esa previa transformación y el
que el medio reparatorio en el ejercicio de riesgo que se corre de alterar totalmente
la acción civil y con referencia al daño pri- el sistema actual con las perturbaciones
vado, es el dinero, salvo cuando es posible que ocasionará —por lo menos por un lapso
la restitución a su estado anterior del obje- más o menos prolongado— no alienta a
to materia del delito. La ley 17.711 ha mo- propiciar su implantación. El momento por
dificado los términos de la norma, invir- el que atraviesa el país no es el más indi-
tiéndola para señalar que el resarcimiento cado para intentos de esta índole; 2) la ex-
de daños consistirá en la reposición de las periencia no estadounidense (Bélgica, Mé-
cosas a su estado anterior, y que únicamen- jico, Chile) no es alentadora; 3) tampoco
te cuando ello fuera imposible la indemni- existe criterio unánime entre las institu-
zación se fijará en dinero, sin perjuicio de ciones que se expidieron sobre este tópico.
la facultad en el damnificado de optar de- La consideración de que, en el estado ac-
cididamente por la indemnización en dinero. tual del mercado, se favorecería la aporta-
ción de nuevos capitales por los integran-
La excepción contenida en el art. 278 del tes del grupo mayoritario, se satisface con
Código Penal que se citó en este trabajo, la introducción de los debentures converti-
se encuentra ahora establecida, aun cuando bles en acciones (art. 326) que se regula
no en términos literales, en el art. 279. Es en detalle.
de advertir también que el art. 64 ha sido La Comisión particulariza un segundo
derogado por la ley 17.5<57 en cuanto se problema referido a la exigencia de expre-
refiere a la excepción del art. 1101 del sar el valor de la acción en moneda argen-
Código Civil para el caso de oblación vo- tina (arts. 207 y 11 inc. 4"?). Recuérdase
luntaria en los delitos reprimidos con multa. que también en ese aspecto se auspició la
El art. 4037 del Código Civil indicaba la emisión en moneda extranjera favoreciendo
prescripción por un año de la responsabili- la atracción de capitales externos. La Co-
dad civil contraída por injuria o calumnia. misión ha fundado su criterio en: 1) su
La ley 17.711 ha extendido a dos años el aceptación, ingresen o no capitales del ex-
plazo prescriptivo para ejercitar la acción terior, llevará a corto plazo a que todos
por responsabilidad civil extracontractual. estos papeles se emitan en monedas fuer-
Esta reforma parece de importancia en el tes, por mera aplicación de la ley económi-
sentido de que no se limita a la responsa- ca de desplazamiento de la moneda débil;
bilidad civil derivada de la injuria o calum- 2) la emisión en moneda argentina permita
nia, sino que la hace extensiva a todos los el empleo de nuestra moneda de oro para
casos de responsabilidad extracontractual* todas o para ciertas clases de acciones —se-
gún resuelva la sociedad—-, por lo que el
* N O T A : ' Y a en prensa este trabajo, el Congreso de la inversor extranjero puede hallar ahí la
Nación sancionó con fecha 27-5-107'i la ley 20.509 que
derogó, catre otnis, la ley 17.567, sa'vo los arts. 173. debida protección contra la desvalorización
incs. 7 \ 11, 179 (29 párrafo), 190, 194 y 1H8 del monetaria. No obstante la ley 4157, se ha
Código Penal. recurrido muy pocas veces a esta clase de
emisión; 3) el inversor extranjero puede
ACCIONES DE SOCIEDADES O COM- buscar en otras instituciones garantías su-
PAÑÍAS MERCANTILES* (T. I, pág. ficientes: el debenture, expresamente pre-
264.) La nueva ley de sociedades 19.550 dic- visto emitible en moneda extranjera (art.
tada en la República Argentina y que entra- 326), que le asegura interés regularmente
ra en vigor el 25 de octubre de 1972, intro- pagado y garantías efectivas de reembolso.
Existen causas más graves, de mayor in-
* Por el Dr. CARLOS R. OBA¡ fluencia, que alejan al inversor del exte-
 rior y alientan la exportación de capitales bre cuestiones que la afectan en asambleas
(clandestina o encubierta) C 1 ). especiales, aunque éstas deben regirse por
El Capítu!o II, Sección V, apartado 3? las normas de la asamblea ordinaria ( 2 ).
trata de las acciones en los art. 207 y 226,
adoptándose en líneas generales, según pun- II. FORMA DE LOS TÍTULOS. En esta ma-
tualiza la Exposición de Motivos, solucio,- teria se han seguido las previsiones que
nes consagradas ya uniformemente por las ya regían. El art. 208 establece que los tí-
legislaciones de los países de mayor desa- tulos pueden representar una o más accio-
rrollo económico. nes y ser al portador o nominativos; en
este último caso, endosables o no.
I. VALOR Y CLASES. El art. 207 esta- La segunda parte del artículo dispone
blece que las acciones serán siempre de que los certificados provisionales que se
igual valor, expresado en moneda argentina. entregan mientras las acciones no están
En cuanto al valor de las acciones en mo- totalmente integradas, sólo pueden emitirse
neda argentina, la norma adecúa el régimen como nominativos. Cumplida la integra-
a las disposiciones de la ley 18.188 (B. O. ción, los interesados pueden exigir la en-
del 22-IV-69), que en su art. 30 dice: "las trega de los títulos definitivos, que serán
obligaciones que nazcan a partir de la fe- al portador si los estatutos no disponen lo
cha serán expresadas en «pesos moneda na- contrario.
cional», hoy pesos ley de acuerdo con la
paridad resuelta oportunamente. Hasta tanto no se cumpla con esa entre-
ga, el certificado provisional será conside-
El estatuto puede prever diversas clases
de acciones con derechos diferentes; den- rado definitivo, negociable y divisible (art.
208 in fine). Es decir, que los certificados
tro de cada clase conferirán los mismos de- representativos de más de una acción po-
rechos. Siendo nula toda disposición en drán ser negociados en su totalidad o par-
contrario". cialmente en partes del capital accionario
La segunda parte del art. 207 consagra representado.
una particularidad legal que no tenía en el En cuanto a las formalidades y mencio-
derecho argentino, por lo menos en esa nes esenciales de los títulos, el art. 211 dis-
extensión genérica, la importancia que pone que el estatuto social establecerá las
ahora surge del texto. En efecto, la dis- formalidades de las acciones y de los certi-
tinción que se hacía entre las clases de ac- ficados provisionales, siendo esenciales las
ciones —por ejemplo entre ordinarias y siguientes menciones:
preferidas— no era suficiente para consa,- I9) Denominación de la sociedad, domici-
grar a estas últimas como una categoría lio, fecha y lugar de constitución, duración
con los atributos que consagra la nueva e inscripción;
norma. Por otra parte, las acciones prefe- 2*) El capital social;
ridas no formaban parte del quorum legal 3*) El número, valor nominal y clase de
ya que el derecho a voto sólo se computaba acciones que representa el título, y dere-
cuando el estatuto lo establecía en los casos chos que comporta;
de dividendos impagos. Las otras acciones 49) En los certificados provisionales la
ordinarias, aun cuando tuvieran diferen- anotación de las integraciones que se
cias individuales de votos, no alcanzaban a efectúen.
pergeñar categorías o clases como conse- Las variaciones de las menciones prece-
cuencia de esos atributos. dentes, continúa diciendo, excepto las rela-
Consagrando esta nueva modalidad le- tivas al capital, deberán hacerse constar
gal, el art. 250 bajo el rubro de asambleas en los títulos.
especiales dice que "cuando la asamblea El art. 212 completa la caracterización
deba adoptar resoluciones que afecten los formal de los títulos, ordenando que "los
derechos de una clase de acciones, se re- títulos y las acciones que representan se
quiere el consentimiento o ratificación de ordenarán en numeración correlativa", es
esta clase, que se prestará en asamblea es- decir una correlación para los títulos y otra
pecial regida por las normas de la asam- para las acciones.
blea ordinaria". De este modo queda insti- Los cupones, instrumentos con los cuales
tucionalizada, dentro del sistema da la ley, se perciben las utilidades, dice esta misma
no sólo la distinción entre diversas clases norma, pueden ser al portador aun en las
ds acciones, sino la existencia ds una indi- acciones nominativas, siendo esta disposi-
vidualidad que podrá como tal deliberar so-
(2) El art. 2376 del Código Civil italiano (»ío
( 1 ) Exposición de Motivos, Capítulo II, punto 5?. 1942) es más exigente en cuanto somete estas "asam-
l.a L"-y 4157 autorizó precisamente este tipo de emi- bleas especiales" al régimen de las asambleas extraer
sión eu moneda extranjera. dínarins.
I
ción aplicable a los certificados, lo que in-
dica que los cupones pueden ser siempre
al portador.
El mismo artículo regla el problema prác-
tico de la firma, resolviéndolo al ordenar
que serán subscriptas con firma autógrafa
por lo menos de un director y un síndico.
No puede ignorarse que en los hechos, dice
la Exposición de Motivos, en cuanto las
acciones de una sociedad alcanzan cierta
difusión, esa formalidad se transforma en
una tarea penosa, de dificultosa ejecución,
que en determinadas épocas exige la dedi-
cación exclusiva de uno o más directores
(verbigracia, cuando se aumenta el capital,
o se paga el dividendo con acciones, etc.).
De ahí la previsión, dice, de que "la auto-
ridad de contralor podrá autorizar en cada
caso su reemplazo por impresión que garan-
tice la autenticidad de los títulos", tal como
lo establece el art. 212, norma que dispone
igualmente la obligación de la sociedad de
inscribir en su legajo un facsímil de éstos.
Precisamente para resolver la previsión
del art. 212, sobre el reemplazo de la firma,
la Inspección General de Personas Jurídi-
cas dictó con fecha 4 de diciembre de 1972
la Resolución N? 69, en la que se recuerda
que la disposición comentada no significa
que no puedan aprobarse en cada caso con-
creto otras modalidades de impresión, dife-
rentes a las que se describen en la parte
dispositiva de la presente resolución, si el
interesado demuestra que su petición llena
los requisitos legales. Consecuentemente,
dispone que las sociedades pueden emitir
títulos representativos de acciones sin ne-
cesidad de que en ellos figuren firmas au-
tógrafas, debiéndose observar las reglas
que la resolución establece. A este efecto
dispone que al omitirse ese requisito los
títulos deberán ser impresos en la Casa de
la Moneda de la Nación sobre papel afili-
granado en su masa o conteniendo fibri-
llas de seguridad visibles mediante obser-
vación directa o solamente perceptibles a la
exposición de rayos ultravioletas. Los dise-
ños serán particulares para cada sociedad,
y tendrán guardas y rosetas confeccionadas
mecánicamente (guilloches). Se utilizarán
tintas fluorescentes visibles y/o invisibles.
El estampado se hará por el sistema calco-
gráfico, empleándose por lo menos dos co-
lores. Si en los títulos figurasen sectores
de perfecto registro retroverso, podrá pres-
cinda se del sistema calcográfico; y por
último se obliga a que un facsímil del títu-
lo se agregue al expediente de estatutos
de la sociedad.
III. DERECHOS DE LOS ACCIONISTAS. PRO-
TECCIÓN DE LAS MINORÍAS. La disposición
del mencionado art. 250 es materia de co-
mentario en la Exposición de Motivos en
cuanto se afirma que ha sido prevista "con
una regulación que por sus remisiones a
otras normas para fijar su funcionamien-
to, establece un régimen completo".
Esta previsión, que integra una de las
formas de creación del negocio plurilate-
ral( 3 ) se caracteriza por el modo o manera
en que se disponen o procesan las declara-
ciones de voluntad. El acto complejo que
entraña dos o más declaraciones de volun-
tad —según la definición de Messineo—,
que tienen un mismo fin y contenido, se
funden en una voluntad unitaria, de manera
que no es ya posible discernir entre ellas < M .
Este mismo autor distingue entre compleji-
dad y complejidad desigual según que las
voluntades diversas sean equivalentes
(ejemplos ofrecidos del Código Civil Italia-
no, como las declaraciones hechas por va-
rios legitimarios, en el caso a que se refie-
re el art. 50, tercer apartado; en los asen-
timientos a que se refieren los art. 896 y
298, en el procedimiento de adopción), o
bien que una (o más) tenga preeminencia
sobre la otra (o sobre las otras) (ejemplos,
la declaración de voluntad del inhabilitado,
o del emancipado, respecto de la de su cura-
dor; la actividad del testador respecto de la
del notario en el testamento secreto).
El acto complejo desigual tiene, según
este autor, la característica de formarse
progresivamente; y debe distinguirse de
los actos que son complementarios entre sí,
pero que son autónomos y no constituyen
unidad (ejemplo, poder y acto de gestión
representativa) ( 5 ).
Como se ve en la concepción del negocio
plurilateral, de Messineo, la definición del
acto complejo exige siempre la concurren-
cia de dos o más voluntades, cosa que no
ocurre en las figuras típicas de negocios
unilaterales entre vivos, como son la re-
nuncia, la ratificación, la convalidación, la
confirmación, la revocación, el reconoci-
miento de deuda, etc. Por su parte, lo mis-
mo ocurre con las declaraciones de volun-
tad, unilaterales, que no son negocios jurí-
dicos porque para tener efecto necesitan
otra declaración de voluntad que se combi-
ne o se agregue, como la oferta, la acepta-
ción, el asentimiento del ascendiente en el
matrimonio del menor. Es así como Messi-
neo distingue la diferencia fundamental:
el negocio unilateral es un negocio perfec-
to y de ordinario irrevocable, mientras que
(¡DVY'íiso ;t este re sperto la voz *'A •tos Vhr üíitera-
les", Encit'lotifdiíi Jiii ítlit'n Onn'bn, toni i 1", ]>ÚR. 42?.
(4) Messineo F.: Mrinual di' htn'rh í 'ír/7 (/ ('nhtrr-
Hal. t. V pág. :<47, lid. K. .1. K. .\.. ]i u < ios Airi 1 -;. 1ÍJ54.
( ó ) M Í S S Í I K O F.: «/,tí* rit.. t. V, p •í, : i 4 « .
In declaración unilateral de voluntad es
solamente el germen de un posible futura
negocio bilateral ( 6 ).
Kl autor italiano mantiene su consecuen-
cia entre la definición del acto complejo
(.dos o más voluntades) con la solución que
el art. 2376 del Código Civil Italiano ha
previsto para poder reunir el consentimien-
to de una clase determinada de acciones
en una segunda convocatoria de asamblea
extraordinaria: socios que representen más
de un tercio del capital social (art. 236!)).
Y debe ser convocada por los administra-
dores sin retardo cuando lo solicite un nú-
mero de socios que representen al menos la
quinta parte del capital social (art. 2:5ij7),
La categorización de clases de amones
está legislada en forma muy coherente en
el derecho anglosajón, y puede afirmarse
que ha sido uno de los propósitos de la
última reforma de la Ley de Compañía de
1948, de Inglaterra, asegurar la defensa
de los derechos que corresponden a las dis-
tintas clases de acciones. Y entre ellas a
determinadas clases de acciones y a los gru-
pos minoritarios de accionistas.
La Comisión Jenkins, que elaboró su In-
forme en 1962, distinguió muy claramente
entre la protección de clases especiales «
determipiclas de acciones y la protección
df Inx minov-i- -, Estas últimas casi siempre
están, o pueden estar, comprendidas en el
primer concepto, pero no invariablemente
la protección de una determinada clase de
acciones debe estar referida a ellas.
La Comisión Jenkins recordó que la ma-
yoría de las compañías contienen una dis-
posición según la cual los derechos confe-
ridos a cualquier clase de acción pueden
ser modificados con el consentimiento de
una mayoría preestablecida de los tenedo-
res de esa clase. Donde no exista tal pre-
visión, la posición se presta a dudas. En la
práctica moderna, los derechos especiales
rara vez están asignados a una clase de
acciones por el estatuto.
Entre las sugerencias que la Comisión
formuló sobre este aspacto cabe mencionar
el pedido de una previsión, entre otras, en
el sentido de aclarar que cualquier accionis-
ta que posea cualquier número de las accio-
nes afectadas pueda constituir quorum en
segunda convocatoria ( 7 ) . La previsión es
indudablemente correcta, y debe suponerse
que también puede tener vigencia dentro de
nuestro art. 250 tal como está redactado en
función de la segunda parte del 243 que es-
( < i ) Mcssineo F. t. V. pág. 344.
(71 Ri Jifa t of tíie CnmiHltii/ LÍIII' <'t>t,t>tntt,-,- \i,MU
úon). I'rtsentarlo al Parlanu nto ' n .ii.nin rio líHi'J. s. .-
'•ion ls;t. página 7'1
típula el quorum de la segunda convocato-
ria para la asamblea ordinaria( s ). No de-
jamos de advertir que el régimen aun sien-
do más favorable para los afectados tenedo-
res de una clase determinada de acciones,
no concuerda metodológicamente con el art.
234 que contiene la nómina de los asuntos
que integran la competencia de la asamblea
ordinaria.
2) Esta disposición que comentamos, se
vincula substancialmente a la protección de
las minorías en las sociedades anónimas, te-
niendo la cuestión una importancia indis-
c u t i d a f u n d a m e n t a l m e n t e por lo que hace
al sistema de captación del ahorro público
en u n a práctica que se ha generali/.ado en
el país en los últimos tiempos. No son mu-
chas las disposiciones de la nueva ley que
pueden tomarse cabalmente como una pro-
tección de las miñonas entendidas éstas
como aquél o aquellos sectores de accionis-
tas que en su relación c u a n t i t a t i v a en con-
junto o aislados, como clases de acciones »
accionistas, carecen del poder di- decisión
o resolución por si mismos a través del
ejercicio normal de sus derechos.
El sistema tradicional de la ley ha venido
acordando a todos los ac'-ionistas un con-
junto de derechos y defensas o mío el dere-
cho de receso. l;i participación de los divi-
dendos emergentes de ganancias realizadas
y liquidas, el derecho de preferencia para la
adquisición de acciones, el derecho a la par-
ticipación proporcional del activo en caso
de liquidación y sobre los bienes que resul-
ten. Luego, los derechos de representación,
participar, votar y elegir en las asambleas,
fiscalizar a través de los órganos del siste-
ma legal, etc.
La defensa de las minorías no puede, des-
de luego, implicar una d e s n a t u r a l i z a c i ó n
del legítimo principio de la mayoría n i mu-
cho menos facilita!' al accionista i n d i v i d u a l
armas o recursos que entorpezcan la mar-
cha regular de la sociedad o la buena direc-
ción de los negocios.
A este respecto se ha procurado pergeñar
algunas normas generales cuya aplicación
práctica puede ser útil: a ) si la decisión df
( K ) l ' n aeeionistH PUt'dc • • o n s i i i u i r Í;i mayor JA »'•
cesaría, d i n - S» tíovia, L. í e x p i r a c i ó n y • • r i i i t - n f i e ) ÍV.
digo <lt> < ';>mi i «-¡o <lr l;i Kepúhltea Arjíi l l t i n a , t. 1. initit
128ÍÍ, páK. 2HO. Kfl. "La Fiu-ultaH". l í u c u o s AÍ-..-S l í C C l )
lili i ' u i s i i ó n no rtiflicji < ii i-l i j i M i r t i t i i p a r a .-< s i o n a r y;i
<jLH' oí u rt, 24:¡ lo r t s t i ' h ' i ' t>n "-ff-íunda . n i ) \ , , i - » t i ) i ¡a. sim
i n la ni u vori a m r i - s u r i j i p;i¡ a . • o n v o < i : i r f n . A pli»-á ml.ivi
las r< tilas drl ¡i' i. 2-")O M- tu <-i -sira ría el i in •<» por <-¡4>iii"
< 1 ( 1 cjipital < j u o nt;:up{- n la,- ureioiii^ do UI¡H < I¡IM- ( A T I
l¡:i(¡) si los i st a tu tos no f i j a r a n u tía represen nu-ión un*
ñor. K] p: olilcma se ]>vcs<>ntnría para una fluse .!••(' r
minada dr :i"ccione-; ijuí- no loare esc jMireí n t » j i > j>aca i p »n
\oe;i r l)i j i M t n i n l t ' a yn i(in» aun t n esta vim n;» n e í i i . > sin
' j u e p u e d a (Id i I er;ir \» a s t i n i l i l f n esjK'i . ,• i. -i. i i i p j - r se re
i p . i r l « - .-] 1'tntxt nHm¡- <ti,> -, r'llifirftri.in ,t. ••.,•-/ . ' / « w . '.H.'t
la mayoría es indiferente al interés per-
manente de la empresa y perjudica direc-
tamente los derechos de la minoría, ésta
merece protección; b) si perjudica a la em-
presa y al accionista minoritario, la defen-
sa de la empresa debe ser preocupación
fundamental de la ley, así como de la mino-
ría; c) si es perjudicial a la minoría pero
conforme al interés permanente de la em-
presa, los intereses de los accionistas mino-
ritarios no pueden ser considerados legíti-
mos ni deben ser protegidos ('•'). La cuestión
no es fácil de resolver, ya que las situacio-
nes prácticas van más allá de una mera cla-
sificación de los derechos que deben formar
parte del status del accionista con carácter
inmutable. En la complejidad de la actual
vida económica, los negocios adquieren un
dinamismo vertiginoso cuya versatilidad no
se aviene siempre con la plenitud de cier-
tos derechos parapolíticos que los accionis-
tas minoritarios desearían ejercer con ma-
yor amplitud. La doctrina ha ensayado
diversas conjeturas teóricas para estable-
ter el fundamento de los derechos emergen-
tes de la acción, y los límites objetivos y
subjetivos de estos derechos. Alguna vez
será la demarcación de los límites objetivos
que convalidan o no las decisiones de las
asambleas, teoría en cuya bondad creyó As-
carelli al suponer que a través de los dere-
chos individuales y propios del accionista
podía encontrarse una buena base de sus-
tentación teórica no obstante su falta de
sistematización. Otra vez será la teoría de
los límites subjetivos del poder discrecio-
nal de las mayorías, analizando los mó-
viles y los propósitos de una decisión da-
da. Sirven a esta posición, tanto la teo-
ría del abuso del poder como la desviación
de poder y el exceso de poder. Los límites
que consagra la equidad, en cuyos funda-
mentos reposa gran parte de la protección
de las minorías en el derecho anglosajón,
otorgan otra base de apoyo teórico, al igual
que la doctrina de los actos ultra vires co-
metidos en fraude —aunque no necesaria-
mente así— o en perjuicio de una clase de
acciones o de una minoría, y que entrañan
decisiones que están más allá de la propia
capacidad legal del órgano que los resuelve.
Algunos autores, como Goldschmidt, con-
sideran que las bases de sustentación de
estos límites teóricos objetivos y subjetivos
no difieren mucho entre sí, afirmando que
no constituye un progreso consolidar estos
derechos en un debsr de fidelidad o en un
principio de igualdad, habida cuenta ya de
( ! t ) líiné do So!a: La ¡int
"> i'fíiiil'fifiids «nñnimax. Tip.
Irás. I» V í*
los éxitos que había venido obteniendo la
jurisprudencia alemana con la sencilla y
práctica prohibición de toda ación contra-
ria a las buenas costumbres • 1 " ) . Carnelutti
ha criticado la teoría del abuso del derecho
por la imprecisión que implica partir de de-
rechos subjetivos, fundamentalmente, aun-
que admite como posible la extensión del po-
der y su ejercicio cuando éste se orienta a
proteger otro derecho, por cuanto el supues-
to ejercicio discrecional estaría limitado
por los alcances del interés legítimo que el
ordenamiento jurídico ha dispuesto prote-
ger!"). Más inclinado a sostener que cuan-
do la mayoría delibera y resuelve contra-
riando intereses de la sociedad, no abusa de
su derrecho pero sí excede de su poder vio-
lando el sistema legal ya que el exceso de
poder no es sino una especie de violación le-
gal. En sentido parecido —pero con otra
base de sustentación que se vincula al con-
cepto de status que luego desarrollaría ex-
tensamente en sus Apuntes de Derecho Co-
m e r c i a l i 1 - ) — razona Asoirelli otorgando al
voto del acionista un interés social además
del propio individual, diciendo <|i¡e cuando
éste conduce a desbordar el límite discre-
cional de la asamblea afecta al sistema, de-
biéndose decidir por vía judicial sobre «1
contenido de legalidad —' vicio de las deli-
beraciones"— y de equidad de la deci-
sión! 1 : t ).
La mayor parte de las legislaciones han
ordenado con menor o mayor precisión la
defensa o tutela de las minorías. Y puede
decirse del mismo modo, que aunque en for-
ma no suficientemente organizada también
esto ocurre en nuestro país, según se verá
más adelante.
Cuando se examinan las previsiones, por
ejemplo, del ya mencionado Informe Jen-
kins, se advierten las soluciones y remedios
ofrecidos para tutelar por una parte e! de-
recho de las minorías, y por la otra refor-
zar una debida protección para l«s inver-
sores i ").
. .
ííoi-iV./--.; .1 /• "•"'•"•'. K.l. I ) . palma. Un.!..- Miv- l'.llii
pág, tío.
( 1 1 ) Cariifliiiti K.. "Kivi-sii 'li jmtrr.' , ' i p - l . . >|>IÍ|>ITH »
lioni iliill asaniMi'a <M\'i iiminim.' '. HiV. ,1-1 !>¡r <-,M. • .
Vol. X X I V . K.l. l'CJti. pus. 17'; j -v
( I ' J ) Asmivlll '!'.: .l/1/...nfí .(• i/'Vííf., .-,, ,,,;,.-r,-..i/.
(Socidá '' :|s>or¡a/i.MI¡ '•omnifri'ialH. Vol: II: htl . Itoltla
!!):»>, pan. 1 1 4 y s-.
l i l i ) A-i'iiii'lii. ' I ' . : .VII/AI / i r ' i l :inri" itrll" i;< :n,n uní- :
., II,' «iii-iVfri !„ r mn,,ii. A'iV. ,1,1 !>¡r. <'„,„., Vnl. X X V I I I .
Hi.'in. i'iij:. 7:t."> y ss.
< l - l ) Informe - l i n k i n s . I,a ). uislarión inali'-ii tii-n.- .
i:l la l.ov ili- Coinp:iñía~ • ! < • llf-l'J iiiipurtanli-s riM;iiar
dos a i sli rispíelo, v la <'i>mi>¡ún no hi/.o sino aronsc
jar mi iliilas ili- niayin- luli-Ja y previ ni-ióti iiifornmliva
Ivn sll~ Sri-rioiii-. 1S>.1!I7 IvaTa la "proti-rrióíi |rarn
.-l-is;-s .<PII¡JI!IX .!, .!.vinlh V ; i-n las Srrriotli-. I'.IT :i
: I I l;i ' [ i r " f . .-.•¡•.u .| t - l;i> minorías" : > las sv,.,.}!,,,, s .'J I \t
 La legislación francesa —además de las
disposiciones de la ley comercial— es tam-
bién a este respecto bastante expresiva, co-
nociéndose delitos vinculados a falsas de-
claraciones y a inflaciones fraudulentas y
aportes, ciertos delitos e irregularidades en
la emisión de aciones, delitos concernien-
tes a la publicación de ciertos actos sociales,
infraciones relativas a la gestión con abuso
de mandato, etc., dentro de una sistemati-
zación general que desde luego acoge a las
minorías lesionadas o engañadas por esos
procedimientos y actos. Se sanciona inclusi-
ve, dentro de un ordenamiento legal que la
jurisprudencia ha ido perfeccionando, una
adecuada protección penal del derecho del
voto sancionándose el uso abusivo del voto
y de los poderes de los administradores y
sus cómplices (15).
3) El sistema de la ley argentina en la
nueva versión de la ley de sociedades, ha
agregado algunas reformas positivas sobre
esta materia, conservando en general la es-
tructura del sistema que hasta entonces ha-
bía regido.
a) Con una innovación realmente ponde-
rable, la ley regla todo lo referente a la do-
cumentación y contabilidad, en la parte ge-
neral (Capítulo I, Sección IX, arts. 51 a
73) creando mediante estas previsiones y
resguardos pautas adecuadas a la defensa
y seguridad de los derechos patrimoniales
de los accionistas. Estableciéndose en cada
caso, cuándo las previsiones deben ser ex-
tendidas y de qué modo a las sociedades por
acciones.
b) El art. 68 dispone que no pueden ser
aprobados ni distribuidos a los socios divi-
dendos, sino por ganancias realizadas y lí-
quidas resultantes de un balance confeccio-
nado de acuerdo con la ley y el estatuto
aprobado por el órgano social competente,
pudiendo hacerlo sólo en el caso del art. 224,
2* parte, para las sociedades anónimas de
fiscalización estatal que reúnan los requi-
sitos del art. 29'9(16).
c) Por su parte, el art. 69 regla estable-
res". La misma Comisión aconsejó introducir reformas
a la ya casuística Ley de Prevención del Fraude, que en
esta materia a través de sus enunciados —sancionando
actividades fraudulentas para inducir inversiones en di-
nero— es bastante severa. No obstante las grandes di-
ferencias que nos distancian del sistema, puede ser útil
Unor en cuenta esta experiencia en un país como el
nuestro, que requiere cada día mayores protecciones tu-
telares para el inversor individual y para el ahorro pú-
blico captado por sociedades mercantiles y organizaciones
financieras.
(15) Ver Derecho Penal Especial de ios Sociedades
Anónima*, varios autores franceses bajo la dirección de
Joseph Hamcl. Ed. La Ley. Buenos Aires, 1964.
(16) Son las sociedades que además del control de
constitución quedan sujetas a la fiscalización de la auto-
ridad de contralor do su domici'io, durante su funcio-
namiento, disolución y liquidación, en cualquiera de los
supuestos que la ley menciona.
ciendo que el derecho a la aprobación e im-
pugnación de los estados contables y a la
adopción de resoluciones de cualquier orden
a su respecto es irrenunciable, y cualquier
convención en contrario es nula.
d) Las ganancias, dice el art. 71, no pue-
den distribuirse hasta tanto no se cubran
las pérdidas de ejercicios anteriores. Pero
.cuando los administradores, directores o
síndicos sean remunerados con un porcenta-
je de ganancias, la asamblea podrá disponer
en cada caso su pago aun cuando no se cu-
bran pérdidas anteriores; y cuando no «e
distribuyan en efectivos, deberá ser expli-
cado detalladamente en la Memoria (art.
66 inc. 41?). Toda ganancia distribuida en
violación a las reglas del art. 71 es repeti-
ble, con excepción 'de los supuestos de quo
se hubieran distribuido y percibido de bue-
na fe, cuando la sociedad tuviere veinte o
más socios (art. 162), y que por ello mismo
no sean repetibles (art. 225).
e) En el controvertido tema de las retri-
buciones del directorio, la ley consagra una
solución que sólo venía siendo aplicada a
las sociedades que cotizaban sus aciones en
bolsa o por ciertas prácticas bam-arias et>
casos especiales (empresas acogidas al ré-
gimen de rehabilitación de la ley 17.507 de)
año 1967) mediante la cual se limitan .éstas,
incluido el directorio y el consejo de vigi-
lancia, por todo concepto al veinticinco por
ciento de las ganancias i art. 261); pudien
do excederse ese límite en caso.s especiále-s
con acuerdo de la asamblea de accionistas,
previa inclusión del asunto como punto del
orden del día. El monto máximo establecido,
dice el 4? párrafo, se limitará al cinco-por
ciento de las ganancias cuando no se distri-
buyan dividendos a los accionistas y se in-
crementará, proporcionalmente' a la distri-
bución, hasta alcanzar aquel límite.
f) En los casos de transformación dé so-
ciedad, se requiere el acuerdo unánime de
los socios, salvo pacto en contrariólo-lo dis-
puesto para algunos tipos societarios, (art,
77 inc. I 9 ); pudiendo, cuando no se exija
esa unanimidad, que los socios disidentes o
ausentes se acojan al derecho de receso, sin
que éste afecte su responsabilidad^ hacia
terceros por las obligaciones contraídas has-
ta que la transformación se inscriba en el
Registro Público de Comercio. No puede
hacerse efectivo el receso mientras los
acreedores no hayan aceptado la transfor-
mación. Establécese que los socios que con-
tinúan en la sociedad garantizan solida-
riamente a los socios salientes por las
obligaciones sociales contraídas desde el
ejercicio del receso hasta su inscripción
(art. 78). Dice igualmente el art. 79, cu
salvaguarda de ciertas clases de accione*, i
que la transformación no afecta las prefe-
rencias de los socios, salvo pacto en contra-
rio. Para dejar sin efecto la transforma-
ción, se requiere, también, acuerdo unánime,
salvo pacto en contrario y lo dispuesto para
algunos tipos societarios (art. 80). Después
de disponer que no son aplicables a las
trasformaciones de sociedades las disposi-
ciones sobre transferencia de fondos de co-
mercio (art. 81), regla las relaciones con
los socios recedentes cuyas adquisiciones se
regirán por las disposiciones del art. 245,
que fija para el reembolso de las acicones
el valor resultante del último balance.
y) En los supuestos de fusión y escisión,
el compromiso debe contar con las mayo-
rías necesarias para resolver la reforma del
contrato social (es decir voto favorable en
primera y segunda convocatoria) equivalen-
te a la mayoría de acciones con derecho a
voto (art. 244) sin aplicarse la pluralidad
de voto) (17) para la sociedad incorporada
pero la sociedad incorporante se regirá por
las normas sobre aumento de capital (deci-
sión por la asamblea que podrá delegar su
cumplimiento y ejecución en el directorio,
pero publicando,e inscribiendo el acto (arts.
244 y 188). También puede ejercitarse el
derecho de receso y preferencias según lo
dispuesto en los arts. 78 y 79; y al igual
que en el caso de transformación, el com-
promiso puede ser revocado si no se otorgó
el acuerdo definitivo, con los mismos recau-
dos con que se celebró (art. 86). O rescin-
dido siempre que en el caso de escisión no se
trate de la afectación parcial de un patri-
monio societario destinado a crear una so-
ciedad nueva (art. 88). La escisión, dice
el art. 88, importa reducción proporcional
de capital. Las partes sociales o acciones se
atribuirán directamente a los titulares en
proporción a las partes o acciones en la so-
ciedad escindida.
h) Entre los derechos de las minorías
se mantiene el sistema mediante el cual
las asambleas ordinarias y extraordinarias
—entre otros supuestos— puedan ser re-
queridas por accionistas que representen
por lo menos el cinco por ciento del capital
social ( I8 ) si los estatuios no fijaran una re-
presentación menor. En este último supues-
to, la petición indicará los temas a tratar,
y el directorio y el síndico convocarán la
asamblea para que se celebre en el plazo
(17) Se refiere a las acciones ordinarias do votos
pluialcs que según el art. 216 pueden tener hasta cin
eo votos.
(18) El régimen derogado habla de la vigésima par-
te drl capital, expresión que motivó la crítica do Sego-
»U (obra citada, pág. 279. notas 1283/84) diciendo que
le habia omitido agregar el adjetivo suscripto. El art.
236 usa la expresión capital social similar a la redac-
ción del art. 2397 del Código Civil italiano.
máximo de cuarenta días de recibida la so-
licitud (19). Si el directorio o el síndico omi-
ten hacerlo, la convocatoria podrá hacerse
por la autoridad de contralor (2°) o judicial-
mente (art. 236). Obviando igualmente un
vacío, el art. 234 dispone que para tratar el
balance general y la designación de autori-
dades, la asamblea será convocada dentro de
los cuatro meses del cierre del ejercicio (-').
En cuanto al quorum, la asamblea ordinaria
puede constituirse en segunda convocatoria,
"cualquiera sea el número de las acciones
presentes" (con derecho a voto) según lo
dispone el art. 243, segundo párrafo. La
asamblea extraordinaria podrá sesionar en
segunda convocatoria sólo si cuenta con
accionistas que representan el treinta por
ciento, salvo que el estatuto fije un quorum
mayor o menor (art. 244). En ambos casos,
las decisiones serán tomadas por mayoría
absoluta de los votos presentes, salvo que el
estatuto exija mayor número.
Cuando se tratare de supuestos especia-
les como "la transformación, prórroga o t!i-
solución anticipada de la sociedad; de la
transferencia del domicilio al extranjero;
del cambio fundamental del objeto y de la
reintegración total o parcial del capital, tan-
to en primera como en segunda convocato-
ria, las resoluciones se adoptarán por el
voto favorable de la mayoría de. acciones
con derecho a voto, sin aplicarse la plurali-
dad de voto" (art. 244 última parte).
i) Los accionistas disconformes• con. las
(19) El De-creto Reglamentario de la ex Inspección
de Justicia (27 de abril 1933) autorizaba tn su art. 33
—cuando los estatutos no fijaban un plazo— a fijar co-
mo fecha de realización un término de 15 días posterio-
res al pedido. La legislación ita'iana habla de una con-
vocatoria "sin retardo" (art- 2367) y en general la
legislación comparada ha aceptado este derecho" dtv la»
minorías variando el porcentaje numérico para formu-
lar el pedido: Gran Bretaña 1/10 del capital accionario;
Méjico: 25 % ; Italia 1/5.
(20) La Nueva Ley Orgánica de la Inspección. Gene
ral do Personas Jurídicas N? 18.805 (B. O. 4/11/70)
en su art. 49, apartado 4.4 la autoriza precisamente a
convocar "si el Directorio no hubiere resuelto el pedido
dentro de los 10 días de presentado o hubiere sido nc
gado sin fundamento a juicio de la misma Inspección
General ele Personas Jurídicas". Podrá también fusca
lizar en general las sociedades por acciones 'Yuanelo lo
soliciten accionistas quo representen el 5 %. del capital
susaipto". La representación exigida aquí,' como, se ve.
es la del capital suscripto aunque no se halle realizado,
aunque ya el art. 186 dispone quo en el acto de lajcons-
titución éste debe suscribirse integramente. Este mismo
artículo, recogiendo la crítica de Segovia7 diré • que lan
expresiones "capital suscripto" y "capital social"" se em
pican indistintamente. Cabe señalar que e l Cód. de Hon-
duras autoriza este derecho de convocatoria al f titubar de
una sola acción en casos de dos ejercicios vencidos;-
( 2 1 ) El Dec. Reg. daba a la ex Inspección General,
do Justicia la facultad para "retirar indefectiblemente
la autorización para funcionar a las sociedades*- q«« pa
sen dos períodos sin celebrar asamblea, debiendo t tenerse
por no celebradas las que se realicen en controversia de
lo dispuesto rn esa norma" (art. 24). Hoy tiene faculta-
des para pedir al juez del domicilio de la-. so*n<dád; "I»
suspensión ele las resoluciones de los órgano* sociales,
si las mismas fueren contrarias i\ la ley. al estatuto o
al reglamento' 1
resoluciones adoptadas en los casos especia-
les del art. 244, pueden separarse con el
reembolso del valor de sus acciones, salvo
-_<i el caso de disolución anticipada y en el
Ho ¡os accionistas de la sociedad incorpo-
rante en la fusión. También podrán sepa-
rarse en el supuesto del art. 94, inc. 9*, se-
gunda parte (o sea cuando una disolución
ya resuelta quedara sin efecto por resolu-
ción de asamblea extraordinaria reunida
dentro de los sesenta días, de acuerdo con
las mismas disposiciones del art. 244, pá-
rrafo 4*?) y en los casos de retiro de la ofer-
ta pública o de la cotización de las acciones
(art. 245).
"En las sociedades que hacen oferta pú-
blica de sus acciones —dice el art. 245, se-
gundo párrafo— o se hallan autorizadas
para la cotización de las mismas, los accio-
nistas no podrán ejercitar el derecho de re-
ceso en los casos de aumento de capital y
de fusión de la sociedad." La norma, evi-
dentemente, tiene como finalidad reforzar
la capacidad económica de estas sociedades
teniendo en cuenta su régimen especial su-
jeto a la vigilancia y examen permanente
de la Comisión de Valores y la publicidad
que existe en torno a todas ellas.
Por último, el mismo art. 245 regla para
el derecho de receso: a) que podrá ser ejer-
cido por quienes no votaron favorablemen-
te, dentro del quinto día, y por los ausentes,
dentro de quince días de la clausura de la
asamblea; b) que las acciones se reembol-
sarán por el valor resultante del último ba-
lance aprobado; y que es nula toda dispo-
sición que excluya el derecho de receso n
agrave las condiciones de su ejercicio.
La Comisión de Valores, por resolución
n? 31 del 22 de marzo de 1973 (B. O.
29-111-73) ordenó que las asambleas, antes
de tratar el retiro de la oferta pública de
sus acciones, deberán mencionar expresa-
mente en los avisos de convocatoria la posi-
bilidad de ejercitar el derecho de receso por
parte de los accionistas.
j) El tradicional derecho de preferencia
que se otorga a las acitrones ordinarias, de
voto simple o plural, para adquirir las nue-
vas acciones que se emitan, en proporción a
las que se posean, queda reglado en los
arts. 194 a 197.
Este derecho no estaba expresamente es-
tablecido en el régimen derogado, y hoy, al
incorporarlo, se han establecido diversas re-
glas permitiendo cubrir omisiones sobre si-
tuaciones de hecho y modalidades de su
ejercicio. La Comisión de Valores en sus
Normas reglaba este derecho para las accio-
nes que se cotizaban públicamente. A la vez,
en el Decreto del Poder Ejecutivo Nacional
N? 852/>5 los accionistas debían ejercer i:'
preferencia dentro de los quince días de la
última publicación en el Boletín Oficial. En
la ley actual, el plazo es de treinta días, ai
los estatutos no establecieran un plazo ma-
yor (art. 194, párrafo tercero) ; debiendo
la sociedad publicar avisos durante "tres
días en el diario de publicaciones legales y
además en uno de los diarios de mayor cir-
culación en toda la República cuando se tra-
tare de sociedades comprendidas por el art.
299" (suciedades de fiscalización estatal
permanente).
Resolviendo problemas eventuales que pu-
dieran surgir en torno a este derecho de
preferencia, habida cuenta de la existencia
de distintas clases de acciones, el art. l'.)4,
párrafo primero i« f i n í , dispon* que,
"cuando con la conformidad do las distin-
tas clases ite acciones expresadas en la
forma establecida en el art. 250, ñu si>
mantenga la proporcionalidad e n t r e ellas,
sus titulares se considerarán integrantes
de una sola clase para el ejercicio del dere-
cho de preferencia". La disposición contie-
ne una prevención correcta, y quizás el cri-
terio de unificación pudiera ser extendido
a otros supuestos en que pueden encon-
trarse estas distintas "clases de acciones".
Tratando la caiiitalizació» de rc.s-< >'cax y
otrnx xifuarüim's, el art. 189 manda respe-
tar "la proporción de cada accionista cu la
capitalización de reservas y otros fondos
especiales inscritos en el balance en el
pago de dividendos en acciones // en ¡trin-r.-
diiniciitoK ximilares ¡xir ío.s '¡un deltan i n-
í)'í'(/a/'.s't; acciuHvx intruradux".
La ley consagra, igualmente, el derecim
de preferencia u la subscripción «le debeii-
tures convertibles en acciones i a r t . l'.il,
párrafo cuarto) y declara de orden público
estos derechos que no pueden ser suprimi-
dos o condicionados para las acciones unli-
narias, salvo lo dispuesto en el art. 11)7.
pudiendo ser extendidos por el estatuto ¡i
las acciones preferidas < in f i n e ) .
El derecho de preferencia puede ser linii-
fado y coiitlifi'inuilo por la asamblea e.x-
traordinnria en casos particulares y excep-
cionales —dice el art. 197— cuando el
interés de la sociedad lo exija, llegando in-
clusive a la suspensión, bajo las condiciones
siguientes!--) :
í'¿'¿í í£fforil»r :i »-¡>tt' ripéelo \n U.-x \v '¿-¿ 71 • !.••
IlldU ]ICM- III lliKIn-i'i'ii'ill li.-lli'l-'ll .1. I Vi-., l i l i - .l'lriill. »
M ' ^ l a i l I r n t H I l t l o "] « I t T r r l i o .!•• pn íi-<-' n.-i; 1 . I .a l " ; Í ! n . l ' - m ;
Sala (', anuló un ofn.i-iinieiit'i 'i' sux-'-ip.-ii'ni pr.-í"r-' '
|»i; ,,,,,. la sorie.la.l "n.i h u í . ! » . . f , - . - . - i , l . . „ I . , * « . - , - ¡ . , . , : - • »
un ula .1.- .).• , lu '!.'
ri'tirhi. t u lo i|iii lian- ii t i < nipn. l'm nía ¡1.- pai:-. •
r i i l a i l " . ujinvi'ia i-n : a) La .-IIIÍMÓII a | » » r * i - i a > - ' .
¡íiii'-i- a n u a l .Misrripta pur .,111- i vi.-n.ln j t . - . -,:•!.
<n -o,!,,!;,,! i r : i a \;¡ vcv. a. •!•••< . l u í - I,: n. I 'i. .. rn. <l.
-i. 'ni; u) i'Xisli n. ¡a -)»• .-.iliinni. )i.'i.,n- - •!.' :.i - '
.; !-• <||M ,.,tc vn ., ril;,j. ir- ¡ « M I . . •!.- 'H > 1)1-1. T I'..
 1) Que su consideración se incluya en el mentó del capital por oferta pública, a lo»
orden del día; efectos de su registro.
2) Que se trate de acciones a integrarse k) Los arts. 202 a 206 tratan también
con aportes en especie, o que se den ciertos aspectos que pueden afectar a las
en pago de obligaciones preexistentes. minorías, aunque en forma más general.
El art. 195 ha previsto la violación de La norma del 202 define un problema muy
este derecho y fijado, igualmente, el resar- discutido, declarando nula la emisión de
cimiento correspondiente. El afectado pue- acciones bajo la par, excepto en el supuesto
de exigir judicialmente que la sociedad de la ley 19.060, que busca estimular la
cancele las suscripciones que le hubieran inversión bursátil. La segunda parte de
correspondido o en su defecto, por tratarse este artículo, por el contrario, autoriza
de acciones ya entregadas no pudiere pro- la emisión con prima, es di-cir, con u n plus
cederse a su cancelación, pedir que la so- sobre su valor nominal. La emisión deberá
ciedad y los directores solidariamente in- ser autorizada por asamblea extraordina-
demnicen los daños y perjuicios. Ln indem- ria conservándose la igualdad en cada emi-
nización, dice el art. 195 in linc, en ningún sión. I.a última parte del artículo resm-lve
caso será inferior al triple del valor no- la afectación contable que arroje la ope-
minal de las acciones que hubiera podido ración, autorizándose a que una vez des-
suscribir conforme al art. 194. contados los gastos de emisión, esos recur-
Los reclamos del accionista afectado de- sos integren una reserva especial, que puede
ben ser promovidos en el término de seis ser distribuida con los requisitos de los
meses a partir del vencimiento del plazo arts. 203 y 201 <, dimisión por asamblea
de subscripción, pudiendo cursarse estos extraordinaria con informe fundado y opi-
reclamos por el propio accionista perjudi- nión al respecto). Los arts. 203 a 20G tra-
cado o cualquiera de los directores o síndi- tan de las reducciones del capital, por
cos (art. 193). Por último, cuando el au- dec-isión voluntaria, por perdidas habidas
mento de capital se disponga mediante en los ejeri-k-ios sociales, y por obligación
oferta pública (art. 198) —tratándose de legal.
sociedades autorizadas para ello con la 1) En el orden de los derechos que pue-
intervención de la Bolsa de Comercio— se den ejercer las minorías afectadas por
deberá adecuar el procedimiento a las regu- resoluciones asamblearias el actual art. 251,
laciones de las leyes 17.811, 19.060 y semejante al antiguo 353 del Código de Co-
19.061, como igualmente a las normas de mercio, regla el derecho de impugnación
la Comisión de Valores. por actos violatorios de la ley, del estatuto
Los arts. 199 a 201, cubren otros aspec- o del reglamento, los que pueden ser ata-
tos cuyo ejercicio permite igualmente la cados de nulidad por los directores, por los
protección de las minorías, la nulidad de síndicos, por la autoridad de contralor, y
la oferta pública cuando se hayan violado por los accionistas ausentes o que no vo-
las disposiciones legales que la regulan, de- taron favorablemente la resolución ataca-
clarando que los directores, síndicos y da. VA mismo articulo extiende este dere-
miembros del consejo de vigilancia son cho de impugnación a quienes votaron
ilimitada y solidariamente responsables de favorablemente, si su voto es anulable por
las consecuencias resultantes. El suscriptor vicio de la voluntad, o la norma violada es
puede ejercer esa acción de nulidad y exi- de orden público.
gir solidariamente de la sociedad, los di- Esta acción t\v inii>nnnacit»i deberá pro-
rectores, los síndicos y los miembros del moverse contra la sociedad, por ante el
consejo de vigilancia el resarcimiento de juez de su domicilio, dentro de lo?; seis
los daños. A fin de cumplir con los reque- meses de la c l a u s u r a de la asamblea o, si
rimientos informativos del sistema la so- está sujeta a publicación, dentro de los
j
ciedad, deberá informar u la autoridad de seis meses d; la ú l t i m a publicación res-
contralor la forma y cumplimiento del au- pectiva ( a r t . 251. ¡u f i n e ) .
La ejecución de la resolución impugnada
puede ser suspendida por vía judicial, a
ti's balii.in lif-h a u t n r i o : i<l:id d e p ó s i t o s p a " a 'a i TI
tc?rnción df la ició:i; c) sin una tire ¡si un M > c i a l pedido de parte, siempre que existieran
fíbula) ni< nte adoptad —lo (|uc t o r n a r í a i n s e g u r a la motivos graves y no mediare perjuicio para,
lictos Maní Jimio a los ¡ir» -ion islas terceros. Quien la solicita deberá prestar
a c.i.T-f< r su íli r'-i-ho t> suscripción pn f r r * n t c ; d ) t-j: i~-
)ln/ó a los sii8cT¡pton > u i n l ; ¡ÍIHI caución suficiente (art. 252'. Por su liarte
1
tolalnii uto en - 1 térm sif-ti días, ni di (UTO d'' «•• el art. 253 dispone, en favor de los accio-
tívo (o i'on í'h< que l i f i c i t d o ) . Ksía d( cisión, «¡ici' I I i l
•ho Comercial. 1 y 72, u ñu 5'-'. ]>&K nistas que votaron favorablemente, el de- /
• fu Milaiiu'iitos, f i i n c i ' M i y ifü I M I I recho a designar por mayoría I M I repre-
<1-' la ,inri.*|)rud«'ni i t» í KÍI- : n • t, i* •-... \ ,,,,..... \ s e n t a n t e fifí huí: elegido por mayoría, en
7 ii'ihist, ¡n* P, ifforifica* -i • •:• t.<>»•>* > i i ;. 1 i." i i as;imbli';i especial convocada c o n f o r m e al
 art. 250. Si no hubiere mayoría para la
elección, el representante será designado de
entre ellos por el propio juez( 23 ).
Aunque el art. 251 se refiere sólo a las
resoluciones de la asamblea y no a las que
dicte el directorio, dejándose sin resolver
' este aspecto, cabe señalar que es precisa-
mente en el seno del dirctorio donde se
plantean con mayor frecuencia situaciones
que de un modo u otro afectan a los accio-
nistas en general, y en particular a las
minorías. Es conveniente recordar que el
art. 1684 del Código Civil, cuya aplicación
a los administradores de sociedades por
acciones ha sido resuelta por los tribunales
del país con gran cautela por entender que
la asamblea es el órgano superior para
juzgar a los administradores, no ofrece
suficiente ámbito de protección frente a un
directorio que se excede en sus funciones;
no siendo a veces posible esperar la con-
vocatoria de una asamblea extraordinaria
que juzgue la conducta de los administra-
dores y resuelva sobre el particular. El ac-
cionista puede actuar sólo en caso de
omisión (art. 277) de la sociedad y ven-
cido el plazo de tres meses.
Por último, continuando con el sistema
de la ley derogada, el art. 254 establece la
responsabilidad de los accionistas, ilimita-
da y solidariamente, que aprobaron con sus
votos las resoluciones que se declaren nulas,
y sin perjuicio de la responsabilidad que
corresponda a los directores, síndicos e in-
tegrantes del consejo de vigilancia ( 2 *).
El acuerdo impugnado puede ser revoca-
do (art. 254, último párrafo) mediante
decisión de una asamblea posterior, no
procediendo la iniciación o la continuación
del proceso de impugnación, manteniéndose
la responsabilidad por los efectos produ-
(23) La vieja discusión acerca de la titularidad dn
la impugnación es resuelta ahora extendiéndose a favor
de quienes votaron la resolución cuando exista vicio de
voluntad o la norma violada sea tic orden público (art.
251 in fine). Parte de la doctrina ya acordaba la con
veniencia de conceder el derecho al accionista que ha
biendo votado una medida contraria a la ley o al esta-
tuto luego so percibe del prror (Fernández, R,: Código
de Com-rcio Comtntado, t. II, pág. 533).
(24) Fernández, R.: (opua cit., rág. 532) trata so-
bre el carácter procesal y sus efectos de la sentencia que
termina c4 proceso seguido por un accionista en cuanto
a si produce o no cosa juzgada: la cuestión no prrscnt:*
la misma dificultad en el caso de d'clatfición de la nu-
lidad que en el opuesto de rrchazo de la. acción. En el
primero la doctrina está de acue'.'do, en que la sent n~ia
ts oponiblo a todos los asociados pues el mismo acto no
puede ser simultánc-amentc nulo y válido. En el según
do las opiniones están divididas: para unos, como el
accionista no inviste la representación do sus '•oasocia-
dos y el juicio, por descuido o por colusión con los di
rectores, puc-de haber sido llevndo en forma deficiente
(razones equvocadas, falta de pruebas, abandono del pro-
cedimiento, etc.) no puede la sentencia tener el valor
do cosa juzgada respecto ele los demás accionistas.
cidos 25o que sean su consecuencia di-
recta ( ).
Por su parte, el art. 248 resuelve que
todo accionista con un interés contrario
al de la sociedad tiene la obligación de
abstenerse de votar los acuerdos que se
tomen sobre el particular, asumiendo la res-
ponsabilidad por los daños y perjuicios si
contraviniese esta obligación en los casos
en que mediante su voto se hubiera logrado
la mayoría necesaria para una decisión
válida.
4. Oíros Derechos. Además de los dere-
chos que emergen del sistema de fiscali-
zación a través de las sindicaturas, de las
previsiones frente a accionistas con inte-
reses sociales contrarios a la sociedad, y
otros supuestos fundados en el sistema
general establecido en la nueva ley, corres-
ponde señalar algunas reformas que resul-
tan originales a este respecto.
a) Entre ellas, y como una consecuencia
de la categorización de asambleas especia-
les previstas en el ya comentado art. 250,
el art. 262 dispone la elección de directores
por categoría o clase de acciones bajo un
régimen reglamentario que el estatuto pue-
de prever especialmente.
Estos directores, elegidos por decisión
de las diversas clases de accionistas, pue-
den ser removidos por la misma asamblea
especial que corresponda a los accionistas
de esa clase (art. 262, segundo párrafo)
salvo los casos de los arts. 264 a 276. El pri-
mero se refiere a las prohibiciones e in-
compatibilidades para ser director cuya
remoción corresponde a la asamblea ordi-
naria y sólo a los accionistas cuando la
remoción fuera denegada por la asamblea,
pudiendo igual que los directores o síndicos
solicitarla judicialmente. El art. 273 se
refiere a la acción social de responsabilidad
contra los directores que la sociedad deberá
ejercitar previa resolución de asamblea.
Y sólo corresponderá el ejercicio por los ac-
cionistas cuando hubieren hecho oposición
acerca de la extinción de la responsabilidad
de los directores y gerentes para con la
sociedad (art. 275 y 276).
b) El art. 263 que introduce un sistema
de elección por acumulación de votos para
la designación de directores, estableciendo
el modo de proceder, los requisitos del voto
acumulativo y la procedencia de la remoción
de los directores elegidos según el régimen
aludido.
(25) So entiende así que las consecuencias a qur
se refiere la primera parte del nrt. 254, son también las
directas aunque la torminoloKÍa ne> coincida i xaetamenttt
con la clasificación que de las consecuencias traen los
atts. 901 a 905 del 06d. Civil.
 c) Por su parte, el art. 216, que respeta
el principio de que cada acción confiere
un voto, autoriza la creación de otras que
puedan conferir hasta un máximo de cinco
votos declarando que en tal caso el privi-
legio en el voto es incompatible con pre-
ferencias patrimoniales. No pueden emitirse
estas acicones después que la sociedad haya
sido autorizada para hacer oferta pública
y cotización en bolsa.
En la Exposición de Motivos, después de
señalarse que la tendencia actual es con-
traria al reconocimiento de esta preferen-
cia, se explica su acogimiento dentro de la
realidad argentina y la conveniencia de
su mantenimiento "por lo menos hasta que
el país alcance un grado de desarrollo, de
afianzamiento de su evolución industrial,
porque actúa como incentivo y medio de
garantía de «grupos de capital»". Como
un comienzo de la supresión total, dice,
se acepta la modificación introducida por
el art. 9 de la ley 19.060 y en distintos su-
puestos tal preferencia es inaplicable' (quo-
rum, ciertas reformas estatutarias, etcé-
tera) ( 2 «).
La misma Exposición de Motivos recuerda
que los poseedores de acciones ordinarias
hallan garantía de la fuerza del capital en
otras normas: 1) Se limita a cinco el má-
ximo del voto plural; 2) el requisito del
quorum computado sobre el capital (arts.
243 y 244) ; 3) para determinadas resolu-
ciones, la mayoría se computa sobre el
capital (art. 244, párrafo 4<?) ; 4) para
la elección de síndico.
No resulta difícil, sin embargo, admitir
que dentro de la tradición argentina el sis-
tema del voto plural ha sido un serio obs-
táculo para la modernización de las socie-
dades y de las empresas, y que su mante-
nimiento ha facilitado la permanencia de
ciertos "mayorazgos familiares" cerrados
a toda transformación técnica.
d) Con respecto a la privación de voto
a las acciones con preferencia patrimonial,
la Exposición de Motivos señala que el siste-
ma tiene una triple limitación, que pone
dique eficaz a cualquier abuso de la ma-
yoría asamblearia:
— goce pleno de derecho de voto "si
trascurre un ejercicio sin recibir los
beneficios que constituyen su privi-
legio" (art. 217, párrafo 2?);
— igualmente "si se cotizasen en Bolsa
y si suspendiese o retirare dicha co-
( 2 6 ) Cono se sabe, la ley 19.060, dictada con n n t r -
rio'.'idad a la vigencia de la nueva ley de suciedades,
prohibe la t misión do acciones de voto múltiple o voto
plural para las sociedades que hagan oferta pública de
SDK valores (arl. 9).
tización por cualquier causa, mientras
subsista esta situación" art. 217, pá-
rrafo 3"?) ;
— reconocimiento del derecho de voto
para las cuestiones de especial tras-
cendencia, previstas en el art. 244
(véase art. 217).
Continúa aclarando la Exposición de Mo-
tivos, que esta protección se completa con
las normas previstas para la formación de
reservas facultativas y para retribución
de los directores.
e) Por último, debemos señalar la re-
forma introducida mediante la eliminación
de las limitaciones que traía el art. 350 del
Código de Comercio, iniciativa que en su
hora provocó largas y enconadas polémicas.
Se ha justificado la reforma en diversas
razones, entre ellas a la vinculación que
tenía el régimen derogado con la exigencia
del art. 318 en cuanto fijaba el número de
los asociados que no podían ser menos
de diez, requisito que hoy ha desaparecido.
Se ha sostenido también que la limitación
carecía de significación práctica ya que era
burlada permanentemente y de la manera
más sencilla a través de las acciones al
portador.
Al defender la reforma, la Exposición
de Motivos señala, entre otras cosas, el
sistema de formación de quorum para las
asambleas, indicando que se computa sobre
las acciones con derecho a voto y no sobre
el capital. Y que para las asambleas extra-
ordinarias, atento a que las acciones pre-
feridas tienen derecho de voto para las
materias incluidas en el párrafo 49 del
art. 244 (ver art. 217), el quorum es mu-
cho más amplio que el fijado para las
asambleas ordinarias (art. 243).
En un artículo publicado sobre el pano-
rama actual de problemas en la sociedad
anónima, Joaquín Garrigues señala la for-
midable inhibición que se advierte en el
ejercicio de los derechos concedidos a los
socios en este tipo de sociedades. Si los
accionistas no acuden a ejercer el voto, di-
ce, es porque no tienen interés en los
asuntos sociales. Y entonces se produce
el fenómeno de la representación masiva de
los accionistas por los bancos depositarios
de acciones que son los que realmente tie-
nen interés en acudir a la junta y ejercer
en ella el derecho de voto(- 7 ).
El panorama que presenta Garrigues es
ciertamente desolador y posible de ser com-
probado cotidianamente. Muchos problemas
que afectan a las minorías de accionistas
( 2 7 ) Kcv. dr Derecho Comerriat. N' 11. Ano HltiB.
' pég. 549 y ss.
 tienen indudable vinculación en esa indi-
ferencia con que actúan como inversores y
colocadores de sus propios ahorros. Pero
lo que corresponde modificar es precisa-
mente esa realidad, y creemos que el actual
régimen de sociedades por acciones con-
tiene un conjunto de normas suficiente-
mente aptas para provocar no sólo la de-
fensa y tutela de los derechos minoritarios,
sino también como para suscitar el debido
interés de los inversores.
Creemos, sin embargo, que las reformas
introducidas por la ley 19.950 debieron aco-
ger, aunque con los lincamientos más ade-
cuados a nuestros antecedentes propios, un
sistema de control sobre ofertas de trans-
ferencias de paquetes mayoritarios, toman-
do algunos de los atributos con que el sis-
tema funciona en algunos países europeos,
y fundamentalmente en la legislación in-
glesa.
Estas transferencias de paquetes mayo-
ritarios y control de sociedades (Take-
over Bids) han constituido las vias y
procedimientos más usuales y también ge-
neralizados para lograr el dominio y el
control de las sociedades por acciones. Se
han prestado a muchos abusos, y en nues-
tro propio país se han registrado casos
controvertidos que en algunos supuestos
debieron requerir una intervención más
activa de los órganos de contralor y una
tutela más real y franca de los restantes
accionistas ( 28 ).
IV. INTEGRACIÓN DE ACCIONES. 1) El
art. 166, al reglar la suscripción de inte-
gración del capital, exige la determinación
del plazo "el que no puede exceder de dos
años"; y si fueren aportes dinerarios éstos
no podrán ser menores del veinticinco poi
ciento de la suscripción (art. 187). Poi
otra parte, el capital debe suscribirse to-
talmente al tiempo de la celebración del
contrato constitutivo.
2) Si se trata de aportes, éstos deben ser
de bienes determinados, susceptibles de eje-
cución forzada (art. 39). Los derechos pue-
den aportarse cuando debidamente instru-
mentados se refieran a bienes susceptibles
de ser aportados y no sean litigiosos (art.
40). En los aportes de créditos, la sociedad
es cesionaria por la sola constancia en el
contrato social. El aportante responde por
la existencia y la legitimidad del crédito.
Si éste no puede ser cobrado a su venci-
( 2 8 ) Ver Informo Jcnkins. Secciones 265 a 294,
págs. 98 a 110. Australia acaba de dictar una ley que-
reglamenta la adquisición de paquetes societarios por
eii:Hnjeros, y aunque time una corta vigencia y parr-r.p
haber respondido, por ahora, a especulaciones políticas,
«e ospera otra legislación más orgám.n v *1i!rn«Irrn
miento, ) i obligación del socio se convierte
en la de aportar suma de dinero, que deberá
hacer efectiva en el plazo de treinta días
(art. 41).
3) En cuanto a los títulos también pue-
den ser aportados, si se trata de valores
cotizables en bolsa hasta su valor de coti-
zación (art. 42). Si no se cotizan, o co-
tizándose no lo fueran habitualmente en
un período de tres meses anterior al apor-
te, se valorarán según el procedimiento de
los arts. 51 y siguientes (art. 42). El
art. 51 se refiere a los precios de plaza
o a los que fijara uno o más peritos que
designará el juez de la inscripción sin per-
juicio de respetarse las normas del esta-
tuto. Este mismo artículo dispone que en
caso de insolvencia con quiebra de la so-
ciedad, los acreedores pueden impugnar la
valuación en el plazo de cinco años de
realizado el aporte, pero no procederá si
la valuación se realizó judicialmente.
4) Los bienes gravados sólo pueden ser
aportados por su valor con deducción del
gravamen (art. 43). Cuando se aporta un
fondo de comercio deberá practicarse in-
ventario y valuación, cumpliéndose con las
disposiciones legales que fijan su transfe-
rencia (art. 44).
Se presume que los bienes se aportaron
en propiedad y no como de uso o goce. En
las sociedades por acciones el aporte de
uso o goce sólo es admisible como pres-
tación accesoria (art. 45).
5) La ley ha previsto igualmente la evic-
ción autorizando la exclusión del socio, sin
perjuicio de su responsabilidad por los da-
ños ocasionados. Pero si no fuera excluido
deberá el valor del bien y la indemnización
de los daños ocasionados (art. 46). En todo
caso podrá evitar la exclusión y reemplazar
el aporte por otro de igual especie y cali-
dad (art. 47). Si el aporte del socio fuera
el usufructo del bien, para no ser excluido
deberá pagar su valor con más los daños
causados.
6) Cualquier socio afectado por la va-
luación del bien que aporta puede recurrir
contra la decisión de la autoridad de con-
tralor (arts. 53 y 169). Esta valuación
deberá hacerse:
a) por el valor de plaza, cuando se tra-
tare de bienes con valor corriente;
b) por valuación pericial, cuando a jui-
cio de la autoridad de contralor no
pueda ser reemplazada por informe»
de reparticiones estatales o bancos
oficiales.
Pueden admitirse aportes por valores in-
feriores a la valuación, pero en este caso
deberá integrarse la diferencia cuando el
valor fuere superior (art. 53). Todo apor-
tante tendrá derecho a solicitar una reduc-
ción del aporte al valor resultante de la
valuación, siempre que socios que repre-
senten tres "Hartas partes del capital, no
computado el del interesado, acepten esa
reducción (ídem art. 53 in fine).
7) La mora en la integración del capital
se produce por el mero vencimiento del
pla/o con obligación de resarcir los daños
e intereses. Si no tuviere plazo fijado el
aporte es exigible desde la inscripción de
la sociedad. El que ha incurrido en mora
tendrá suspendido el ejercicio de los dere-
chos inherentes a las acciones en mora
(arts. 192 y 37). El estatuto podrá dis-
poner que los derechos de suscripción co-
rrespondientes a las acicones en mora, sean
vendidos en remate público o por medio de
un asente de bolsa si se tratare de accio-
nes cotizables, debiendo soportar el sus-
criptnr moroso los gastos de remate y los
intereses moratorios, sin perjuicio de su
responsabilidad por los daños (art. 193).
Esta misma norma dispone que los esta-
tutos podrán establecer la caducidad de los
derechos, pero en este caso la sanción pro-
ducirá sus efectos previa intimación a in-
tegrar en un plazo no mayor de treinta
días, con pérdida de las sumas abonadas.
Sin perjuicio de ello, la sociedad podrá
optar por el cumplimiento del contrato de
suscripción. Sobre anortes; Res. de la Ins-
pección General de Personas Jurídicas:
N? 56 y 76, del 21-12-72 y 27-12-72, res-
pectivamente.
V. PRESCRIPCIÓN. Aunque la jurispru-
dencia ya había resuelto que era apli-
cable el art. 848, inc. 1, para juzgar la
prescripción de integración de acciones a
contar desde el momento en que el accio-
nista debió integrar, se hacen distin-
gos!-9) :
a) si el llamado a integrar se dejó libra-
do al directorio, la prescripción co-
mien/a desde la fecha del título < Cám.
Com., en La Ley, t. 16, pág. 440; ídem
t. 22, pág. 517) ; en otros fallos, des-
de el llamado a integrar i Cám. Com.,
J.A.. t. 14, pág. 1197; t. 41, pág. 461).
Cualquiera fuere la fecha que se tome
en cuenta para el cómputo, la pres-
cripción se halla cumplida, pero noti-
ficada y puesta en ejecución esta re-
solución, el directorio no puede
cambiar la fecha dispuesta sin el
consentimiento unánime de los inte-
eiit. fallos ordenados oí la fiív. <lr \) rei-ho
./« ;.-* iHtlitíai:ii>n> jf, notas «V Halp«>nn. I.
resados, ni aun por decisión do la
asamblea (Cám. Com., La Ley, t. 93,
pág. 322);
b) si la sociedad se disuelve sin cue se
haya reclamado la integración, la
prescripción se computa desde la di-
solución, poique se torna entonces
exigible (Cám. Ps?. Letrada, La Ley,
t. 14, pág. 1109; con esta solución se
aceptaría la doctrina de los fallos
precedentemente citados) ;
c) en caso de quiebra, se computa desde
la sentencia declarativa (Cám. Com.,
Fallos, t. 85, págs. 212 y 229; ídem
La Ley, t. 13, pág. 851)";
d) la delegación en el directorio para
fijar término implicaría plazo inde-
terminado, de dudosa legalidad fren-
te a los arts. 403 y 404, hoy derogados.
VI. LA ACCIÓN COMO OHJETO DE DERE-
CHO. 1) La ley 19.550 ha llenado un
vacío legal específico al reglar algunas de
las funciones de la acción como objeto de
derecho. En efecto, es considerada un tí-
tulo-valor siendo aplicables a la misma las
normas que rigen para estos papeles en
cuanto no son modificadas por la misma
ley de sociedades (art. 226). La remisión
pone orden en cuanto a la concepción jurí-
dica de la acción, y el sistema facilitará el
encuadramiento de problemas que siempre
se han suscitado en torno a las funciones
del documento y a la relación que a tra-
vés del mismo se representa.
Como título-valor son conocidas las fun-
ciones (probatoria, constitutiva y disposi-
tiva) que se atribuyen a la acción. El haber
comprobado que la acción pertenece a la ca-^
tegoría de documentos que cumplen una f r
función dispositiva tiene una singular im^
portancia, aunque ello no sea suficiente'
para poder comprender la acción entre los
títulos de crédito aun siendo esencial en
éstos la función dispositiva ( 3 0 ).
En el título de crédito, por encima de sus
formas, la función dispositiva es perma-
nente: documento y derecho siempre están
compenetrados de tal modo que el docu-
mento siempre es condición necesaria para
el ejercicio y la atribución del derecho, que
sólo puede disfrutarse por quien a la vez
se halle en una cierta relación jurídica
con el documento. Pero la acción no se
refiere precisamente a un derecho de cré-
dito, sino a un derecho de participación
en la persona jurídica que es la sociedad,
( : t o ) í í n y p - r o n i , N.: LIIH airimifg dr lft« uneif
ñu ¡•••initili K VA. Revista df O'Trrho Intcrnitrioiirtl
vn.l.i. Mailrid lüñ'), pág. «2.
 derivada de la condición de socio conferida
por la misma acción (31).
Es precisamente dentro de ese concepto
que la acción puede ser objeto de derecho.
Son diversas las disposiciones que reglan
estas funciones, todas ellas admitidas en
la vida comercial por la costumbre y por
una práctica que la actual ley ha recogido
razonablemente con buen criterio.
2) Transmisibilidad. La transmisión de
las acciones, dice el art. 214, es libre. Nada
obsta a que las acciones al portador y las
nominativas tengan diferentes regímenes a
este respecto, así como que ciertas socie-
dades —como las que explotan algunos ser-
vicios públicos— sólo puedan emitir ac-
ciones nominales o, en el caso del sistema
bancario, la nominalidad se halle vinculada
a la clasificación de nacional o extranjero
del instituto.
La ley deja librada al estatuto la posi-
bilidad de limitar la transmisibilidad de
las acciones nominativas (art. 214) siem-
pre que ello no importe la prohibición de
las transferencias, debiendo constar esta
limitación en el mismo título.
La ley ha previsto algunas pautas para
la transmisibilidad de las acciones nomi-
nativas: a) las transferencias deben co-
municarse a la sociedad, por escrito, e
inscribirse en el registro de acciones; b)
igual procedimiento con respecto a los de-
rechos reales que afecten a las mismas
(arts. 215 y 213); c) estas transferencias
bajo las formalidades prescriptas surten
efecto contra la sociedad y contra terceros
desde el momento de su inscripción.
Por último, el mismo art. 215 después de
decir que las acciones endosables se trans-
miten por una cadena ininterrumpida de
endosos ( 3 2 ), agrega una modalidad nueva
(31) Gasperoni, ojnu cit., págs. 63 y 65. Por con-
siguiente la acción, dice este autor, es Un título de cré-
dito que a este respecto incorpora en sí la condición de
socio: como tal confiere a su titular el status social del
que so derivan una serie de derechos y facultades
(pág. 71).
(32) Una modalidad muy frecuente está dada por
los negocios jurídicos fiduciarios cursados a través de
instituciones bancarias. El fiduciante o depositante y el
fiduciario o el banco actúan así dentro de una mecá-
nica facilitada por los tílu!os endosan"es al portador. Los
bancos perciben los dividendos como portadores y po-
serdoros do los títulos y ejercitan casi siempre los dere-
chos políticos. Frente a la sociedad actúan como si real-
mente fueran accionistas, y en i elación a su cliente a
través de un contrato de depósito que puede tenor o no
complemento de mandato. Cuando se trati de su-;crbir
nuevas acciones, la sociedad ejercita su derecho a tra-
vés o contra el banco, y el verdadero propietario —dc-
TK>sitante— aparece como extraño al contrato de suscrip-
ción. La actuación del Banco Nacional do Desarrollo o
de otras instituciones como la Caja Nacional de Altor: o
y Seguro es diferente en cuanto efectúan inversiones sobre
valoics mobiliarios con fondos de sus cuentas especiales.
Estas entidades captan ahorro público, y son ellas nuie
lus a su solo criterio disponen las inversiones y so'por
dentro del sistema tradicional: para el
ejercicio de los derechos el endosatario de-
berá solicitar su registro a fin de que
figure en el libro de registro de acciones
previsto por el art. 213. En este libro, que
deberá llenar las formalidades de los libros
de comercio, que será de libre consulta por
los accionistas, se asentarán: a) clases de
acciones, derechos y obligaciones que com-
porten; b) estado de integración, con in-
dicación de! nombre del suscriptor; c) si
son al portador, los números; si son nomi-
nativas, las sucesivas transferencias con
detalle de fechas e individualización de los
adquirentes; d) los derechos reales que
gravan las acciones nominativas; e) la
conversión de los títulos, con los datos
que correspondan a los nuevos; f) cual-
quier otra mención que derive de la situa-
ción jurídica de las acciones y de sus
modificaciones.
3) Indivisibilidad. El art. 209 dispone
que las acciones son indivisibles. Si existe
copropiedad, se aplican las reglas del con-
dominio. La sociedad puede exigir la uni-
ficación de la representación para ejercer
los derechos y cumplir las obligaciones so-
ciales.
La acción es indivisible como lo dice la
disposición, lo que en nada obsta a que los
títulos y los certificados representativos
puedan ser divididos.
4) Cesión de acciones. Las acciones pue-
den cederse y sus efectos están limitados
a lo que dispone el art. 210: a) el cedente
que no haya completado la integración de
tan los quebrantos. Lo lamentable sobro este particular
rs que, no obstante la magnitud de inversiones que se
cursan bajo esta modalidad, no existe rn el país y den-
tro de las propias entidades del sistema una política
suficientemente orgánica que satisfaga expectativas ra-
zonables de coyuntura o a mediano plazo. La f u n c i ó n que
podrían desarrollar estas actividades en beneficio del
mercado do títulos y acciones y en elefensa de los pro-
píos ahorristas debería merecer una atención sistemática,
seria y responsable. Cabe señalar, además, que los de
pósitantes no reciben acciones sino réditos. Kn otro pla-
no, la ley 18.061 autoriza a los luinros comerciales a
recibir valores en custodia y prestar otros servicios afi
nes a su actividad (art. 17, inc. i ) , a reali/ar inversión*»
do carácter transitorio en colocaciones fácilmente liqui-
dables (inc. g), a realizar inversiones en nuevas emi-
siones de acciones u obligaciones (inc. h ) , gestionar ñor
cuenta ajena la compra y venta de valores mobiliarios
y actuar como agentes pagadores de d i v i d e n d o s , amorti-
zaciones o intereses (inc. j). Kn cuanto a las acciones
que tienen cotización pública, la ley 17.811 ha prev'st-)
disposiciones que rcnlan la materia; debiéndose tener en
cuenta, igualmente, la ley 15.8H5 (lí.O. 14/10/61) sobre
fondos fio inversión, y la ley 17.:i!H sobre títulos do so-
cielades anónimas del Estado. La ('omisión Nacional de
Valores (ley 17.811) (B.O. 2 2 / V I I / f i H ) ha regíame»
tado los remates de títulos, valores de sociedades 'H-e
cotizan o no ( n Bolsa, así como e] registro de agciitf*
cxt: abui sátiles y otros aspectos vinculados a la cirou
lación de accioms. Cabe señalar, MI el derecho compa
lado, que- la legislación anglosajona y e-speoiálnient,' h
do (irán Bretaña, ha organizado u n sistema t u t e l a r sobre
esta materia m u y cuidadoso, pre-ventivo > a l t a m e n t e pío
lector para los inversores.
las acciones, responde ilimitada y solida-
riamente por los pagos debidos por los
cesionarios; b) a la vez el cedente que reali-
ce algún pago, será copropietario de las
acciones cedidas en proporción a lo pagado.
Como se ve, en ambos supuestos se apli-
can las reglas generales de las obligaciones
y de los efectos del pago.
5) Usufructo de acciones. El usufructo
de acciones ha sido materia no legislada
expresamente en el régimen derogado, por
lo que las disposiciones que comentamos
vienen, indudablemente, a llenar un vacío
sobre este particular. El art. 2807 del Cód.
Civil lo define como el derecho real de
usar y gozar de una cosa, cuya propiedad
pertenece a otro, con tal que no se altere
su sustancia. Es el derecho real de hacer
propios los frutos del bien ajeno, inmue-
ble o mueble; aunque el usufructo puede
otorgar el uso completo de la cosa y el
derecho de obtener toda otra posible uti-
lidad directa, la situación que define el
art. 218 de la ley actual 19.550, comienza
por limitar que "la calidad de socio corres-
ponde al nudo propietario".
El usufructo se extiende a las demás
ventajas patrimoniales que corresponden a
la acción. Se ha hecho notar que el usu-
fructo asume, frente al propietario de la
acción, una posición autónoma atendiendo
a la relevancia que asume la posesión efec-
tiva del documento para poder alcanzar y
gozar del contenido del mismo. Esto es lo
que torna obligatoria, en el usufructo, la
entrega de los títulos respectivos. El art.
218, tercer párrafo, tratando de los usu-
fructuarios sucesivos, marca la regla a)
establecer que "el dividendo se percibirá
por el tenedor del título en el momento
del pago; si hubiere distintos usufructua-
rios se distribuirá a prorrata de la dura-
ción de sus derechos". Si hubiere dividen-
dos pasivos éstos deben ser pagados por el
usufructuario, sin perjuicio de su reintegro
oportuno al término del usufructo ( 33 ).
El derecho del usufructuario sobre las
ganancias no incluye las ganancias pasadas
a reserva o capitalizadas, pero comprende
las correspondientes a las acciones entre-
gadas por la capitalización (art. 218, se-
gundo párrafo).
Aunque no ha sido previsto en la ley,
nada obsta a que el usufructuario obtenga,
cuando así se justifique, un título separado
emitido por la sociedad, tal como lo esta-
blece el art. 2025 de la ley italiana. Del
mismo modo se ha planteado una duda
acerca de la situación que se crea cuando
(33) Gasperoni, N,: opu» cit., pág. 203. Si son va-
rios los obligados, el compromiso sería solkli'io.
se emiten nuevas acciones y cuando a la
vez el accionista titular de la nuda pro-
piedad renuncia expresa o informalmente
a su derecho de preferencia. El art. 2352
del Código Civil italiano ha previsto la
emergencia disponiendo que "cuando el so-
cio no provea al menos tres días antes del
vencimiento al desembolso de las sumas
necesarias para el ejercicio del derecho de
opción, éste debe ser enajenado por cuenta
de dicho socio por medio de un agente de
cambio o de un instituto de crédito". El
otro aspecto se configura al indagarse,
frente a nuevas emisiones con el derecho
de preferencia ejercido, si se extiende —co-
mo argumenta Messineo— y a cuántas de
las nuevas, el derecho de usufructo en
favor del usufructuario de lus acciones an-
tiguas, estimándose que una parte de las
acciones caen en usufructo por efecto de
la expansión natural del derecho originario
del usufructuario i,-'14). La solución admi-
tiría diversas limitaciones y además un
examen riguroso de la medida en que se
extiende el derecho de usufructo. Entre
nosotros, además de las distinciones que
podrían surgir de aportes en especies in-
corporadas mediante la entrega de acciones
liberadas, lo que evidentemente limitaría
el derecho de preferencia al titular de los
respectivos bienes, el art. 197 agrega a
las acciones que se den en pago de obliga-
ciones preexistentes.
6) Prenda. Aplicando reglas generales
el art. 219 aclara que en caso de consti-
tución de prenda o de embargo judicial,
los derechos corresponden al propietario,
debiendo el acreedor, titular del derecho
real o embargo, facilitar obligadamente el
ejercicio de los derechos del propietario
mediante el depósito de las acciones o por
otro procedimiento que garantice sus de-
rechos. En la emergencia, dice en su últi-
mo párrafo, el propietario soportará los
gastos consiguientes.
Todos estos derechos deben constar, tan-
to en caso de usufructo como de prenda,
debidamente registrados en el libro de ac-
ciones (art. 213) y en las propias acciones
hasta donde ello sea posible dentro de lo
que dispone el art. 211 y los propios esta-
tutos (•'•"').
En la interpretación sistemática de este
derecho de prenda sobre acciones se ha se-
ñalado que el instituto se acerca, más que
( 3 4 ) Messineo. F.: o/n/a eít.. V, pág. 440. No así *n
< l ca.so de- accimn * ircibidas en prenda, «iasijt-roni,
opas s i t . púg. - J 1 H . )
(;ir>) De admitirse esta solución, quedaría eliminada
la controversia sobre lit doble anotación en oí t í t u l o j
en los registros o libros de la sociedad, discusión *|»»*
f i a s w r o n i r r c i t p i t j i l a en sil obra citada más ftrrilia.
a la prenJa de cosas, a la prenda de crédi-
tos, ya que debe c'/nocbivse como un dere-
cho sobre otro de> •••;^o, o sea como un
derecho real de gar;u:;i sobre un derecho
de crédito! 36 ). Esi? ;.o¿ición de Messineo
ha sido controvertí;- sosteniéndose que
parece más preciso i¡. -llar de una perte-
nencia separada de fa~-.¡ltades particulares
a dos sujetos, que constituyen dos partes
de un solo derecho; y de modo especial,
aplicando este concepto a la prenda de ac-
ciones, pensar que el acreedor pignoraticio,
en virtud de la legitimación derivada de
la posesión del título de prenda, ejercita
directamente y con plena independencia
algunas facultades comprendidas en oí con-
tenido del derecho del deudor propietario
de las acciones ( 3 T ).
La prenda de acciones, en cuanto a su
constitución, tiene sus variantes según sean
aquéllas nominativas o al portador, pero
los problemas se resuelven no sólo por las
disposiciones generales sobre prenda, sino
por la ya citada mecánica de los art.s 211
y 213 de la ley.
7) El mismo art. 218 establece otras dis-
tinciones cuya importancia práctica resulta
innegable, entre ellas el derecho al voto.
Éste corresponde a la calidad de socio ins-
trumentado no en la posesión sino en la
propiedad. En este aspecto, el sistema nues-
tro se ha apartado del Cód. Civil italiano,
el que otorga el derecho de voto al usu-
fructuario y al acreedor pignoraticio (art.
2352) salvo acuerdo en contrario. Comen-
tando Messineo la disposición, advierte las
dificultades que el sistema podrá ocasionar
cuando se trate, en los casos de usufructo o
de prenda, de decisiones en asambleas ex-
traordinarias que versen sobre la modifi-
cación del acto constitutivo transformando
en ese instante el derecho del socio tal co-
mo le había sido atribuido ( 3S ). En caso de
copropiedad, el voto corresponde a todos,
pero los accionistas deben actuar en forma
unificada.
8) Acciones en garantía. El art. 222 pro-
hibe a la sociedad recibir sus propias ac-
ciones en garantía. La norma resulta lógica
y no requiere mayor explicación.
VIL OTRAS REFORMAS. 1) Con anteriori-
dad a la vigencia de la ley 19.550, inte-
resa señalar, con respecto al rescate de
nccinnes, que la Comisión Nacional de Va-
lores dictó con fecha 26 de junio de 1972
la Resolución n" 26 en cuya parte dispo-
sitiva se definen como acciones no resca-
tables aquellas que solamente pueden ser
(.".7) Gasprroni. N.; njmt cit., pág. 207.
í.!8) Mrssinro, F.: opun cu., t. V. ¡,ág. 515.
' ;;tn) Messiiico, F.: opus rit. t. V. i - . t . •!.'..
rescatadas como consecuencia de una re-
ducción del capital decidida por la asamblea
de accionistas, sin que oí plaxo de dicho
rescate esté fijado al tiempo de la emisión
o quede librado conforme u las condiciones
do ésta a opción dol accionista.
A la vez, y después de admitir que en
sentido estricto todas las acciones son res-
catables, dispone que acciones rescatables
son aquéllas: a) cuyo rescate o compra
total o parcial por la sociedad o torceros
esté fijado on el tiempo o librado ¡t opción
del accionista según las condiciones de la
emisión; b) cuyo róscate o compra total
o parcial por la emisora o torceros esté
comprometido de c u a l q u i e r otra forma, con
exclusión de la prevista par<i los casos de
reducción de capital anteriormente pre-
vista.
El art. 220 autoriza a las sociedades a
adquirir acciones propias emitidas sólo en
las siguientes condiciones:
a) para cancelarlas y previo acuerdo de
reducción do capital (art. 205) en
asamblea extraordinaria;
b) excopcionalmonte. con ganancias rea-
lizadas y líquidas o reservas libres
cuando estuvieren completamente in-
tegradas y pura evitar un daño gra-
ve r'1!>), lo que será justificado en la
próxima asamblea ordinaria;
c) por integrar el haber de un estable-
cimiento que adquiere o de una so-
ciedad que incorpore.
Por su parte el art. 221 indica el proce-
dimiento que debe seguirse para la posterior
enajenación de las accioiies adquiridas de-
biendo el directorio en los supuestos 2 y 3
transferirlas dentro dol término de un año,
salvo prórroga por la asamblea. Dispone
igualmente, con buen criterio, que se apli-
cará al evento el derecho preferente pre-
visto en el art. 194. Lógicamente, y mien-
tras se hallen en caitera de la sociedad, los
derechos correspondientes a esas acciones
quedarán suspendidos y no se computarán
para la determinación del quorum ni de
la mayoría.
2) Amortización de acciones. Las previ-
siones del art. 223 sobre amortización de
acciones, son en realidad las que debieron
calificarse como de rescate (•"'), pudiendo
(:*!>) Se i n t r o d u c e a q u í un concepto (tl'tñit ;/mrrl
im* puedo «er (íe d i f í c i l y subjetiva a p r < elación, í'fthe
-, <•(,• dar, d e n t r o de f ó r m u l u s de esta índole, la d i f i c i i l
a<! que ha tenido la jurisprudencia inglesa l'ttva ínter-
> r i t a r la Sección 210 de la Ley M e r c a n t i l de Soeiedii
1( s, que versa sobre: el derecho (le u n a n i i u i . ' ' u o dt*
i i i a l q u i ' r socio que p'omueva u n » queja por entender
|iu> los mKocios están siendo rniulueid(.s de una w»«-
tf-rit itiirenira.
Fi'rnamlo H.. />»•?/ ttf Nnrifitíttdrí
t u o Argentino de Cultura Notariül.
el estatuto autorizar la amortización total
o parcial de acciones integradas, con ga-
nancias reali/adas y líquidas, con los si-
guientes recaudos:
a) resolución previa de la asamblea que
fije el justo precio y asegure la
igualdad de los accionistas;
b) cuando se realice por sorteo, se prac-
ticará ante la autoridad de contralor
o escribano de registro, se publicará
su resultado y se inscribirá en los
registros;
c) si las acciones son amortizadas en
parte, se asentará en los títulos. Sí
la amortización es total, se a n u l a r á n
reemplazándose por bonos de goce.
3) Knnnx tic goce y di' partiriparimi.
Los arts. 227 a 232 reglan la emisión do.
bonos de goce y de participación, regla-
mentando las condiciones de la emisión,
los derechos emergentes de los mismos. !o.<
destinatarios posibles, como igualment-'
las modificaciones de las condiciones ori-
ginarias de emisión.
P»r el art. 227. la reglamentación sobre
el particular deberá hacerse en los estatu-
tos siguiendo las normas de la ley bajo
satirión de nulidad.
Rmiof de goce: Deberán emitirse a fa-
vor de titulares de acciones totalmente
integradas ^art. 228). Dan derecho a parti-
cipar en las ganancias y, en caso de diso-
lución, en el producido de la liquidación,
después de reembolsado el valor nomina!
de las acciones no amortizadas. Además,
dice el mismo artículo, gozarán de los de-
rechos que el estatuto reconozca expresa-
mente.
Bwwx fie participación : Pueden emitirse
por prestaciones que no sean aportes de
capital. Sólo dan derecho a participar en las
ganancias del ejercicio (art. 229).
fid/ío.-í (1? participación para t>\ -peritiinal:
Kn este caso las ganancias que les corres-
pondan a estos bonos dentro de las condi-
ciones de emisión, se computarán como
pastos. Estos bonos son intransferibles y
caducan con la extinción de la relación
laboral, cualquiera sea la causa (art. 230),
debiéndose pagar su participación contem-
poráneamente con el dividendo (art. 231).
La modificación de las condiciones de estos
iiniios requiere la conformidad de la ma-
yoría absoluta de bonos de la clase res-
pectiva, expresada en asamblea convocada
al e.ferto por la sociedad. La convocatoria
st> realizará por el procedimiento estable-
cido en el art. 237 (publicaciones durante
Buenos A i r t s . IÍÍ72. rritiou la t r r m i n o l t íí i
"iii'u mío <)iit. «i«»liió mi ncioiíai-sc ••' i "n;i
5 días, con 10 días de u n t J c i p i u - i o n por lo
menos y no más de treinta; deberá men-
cionarse el carácter de la asamblea, indi-
cándose entre otros datos los recaudos es-
peciales exigidos por el estatuto para la
concurrencia de los interusados tenedore*
de bonos). Sin embargo no su requiere est»
conformidad p:ira la modificación refercri»
te al número de. bonos cuando se t r a t e de
los bonos de goce y de los bonos de parti-
cipación para el personal ( a r t . 232).
Estas creaciones, especialmente, las I | U K
se v i n c u l a n al personal de las empresas,
constituyen variantes :il réirimcn ;i*ado en
otros países sobro a c c i o u a r i a d o obrero y
participan en c i e r t o modo «le las diíVrcn-
tus formas de la coges) ion, o por lo me^.
nos la facilitan o promueven.
/ííiy/d.s rtnt;'' /•/ í ' » / f >• * ií urdirán x : Kstn*
bonos fueron establecidos por la iey l'.l.Oti't
1 arts. 1O a 20) y han sido objeto <le una
reglamentación por la ('omisión de Valo-
res mediante Resolución N^ 24 de fecha
2 de julio de 11)71, correspondiendo seña-
lar que de acuerdo al régimen Segal sólo
pueden usar este mecanismo las socieda)
des autorizadas a efectuar oferta pública
de sus títulos y deberá contar con la apro-
bación de la Comisión de Valores. ,j
ACCIÓN POSESORIA. iT. I. pág. 2M.>
V. en este Aprudiee la voy. iNTKKincro Y
ACCIONES POSKSOK1AS.
ACEPTACIÓN DK CAlíliO. iT. I, pájr'
279.» Las normas establecidas en los arts.
170 y 171 del Código de Procedimientos
en Materia Civil, que en esta voy fueron
citadas, deben entenderse referidas al art.
469 del vigente Código Proce.'ul Civil y
Comercial.
ACEPTACIÓN DE H E R E N C I A . iT. I?
pág. 279.) La ley 17.711 ha derogado el
art. 3411 que en esta vo/ f u e citado, y
según el cual si el autor de la sucesión
hubiere fallecido y sus herederos legítimos,
descendientes o ascendientes, estuviesen
fuera de la República o fuera de la Pro-
vincia donde se hallen los bienes, para
tomar ellos la posesión de la herencia, de-
bían pedirla al juez del territorio acredi-
tando la muerte del autor de la sucesión
y su titulo de herencia. (V. la actualización
de la voz BKNKKICJO DK INVKNTARIO. ) *
ACLARATORIA DK SENTENCIA. ¡TÍ
I, pág. 284.) El art. 222 del Código Pro-
cesal en Materia Civil y Conieicial, que
trataba de la aclaratoria de la sentencia,
corresponde sustancialmente al art. 1G<> dei
vigente I'«M|ÍÍ'" Tt-'-esal Civil y Comercial.
Afecta también al tema referido el art. 36,
inc. 3?, del precitado cuerpo legal, que se
refiere a las facultades ordenatorias e ins-
tructorias de los jueces y Tribunales.
ACREEDOR PRIVILEGIADO. (T. I,
pág. 303.) Los arts. 757 y 763 del Código
de Procedimiento Civil que se refieren al
concurso civil, se encuentran ahora com-
prendidos dentro de las normas que para
el mismo se determinan en los arts. 681 a
693 y 694 a 702.
En la nueva ley de concursos y quiebras,
que lleva el N9 19.551 y que será comen-
tada en el lugar correspondiente, el tema
de los créditos privilegiados se desarrolla
en los arts. 263 a 274, por lo que se remite
a la actualización de la voz QUIEBRA.
ACREEDORES DE LA MASA. (T. I,
pág. 309.) (V. la actualización de la voz
QUIEBRA en este Apéndice.)
ACREEDORES DEL FALLIDO. (T. I,
pág. 310.) (V. la actualización de la voz
QUIEBRA en este Apéndice.)
ACTOS ADMINISTRATIVOS. (T. I,
pág. 327.) En este trabajo se citaban los
arts. 40 y 84 de la Constitución Nacional.
Es de advertir que están referidos a la
Constitución en aquella fecha vigente, de
1949, por lo cual se han de trasladar a sus
eorrelativos de 1853.
Con fecha 3 de abril de 1972 se sancio-
nó la ley 19.549 reguladora de las normas
del procedimiento aplicable ante la Admi-
nistración Pública Nacional, centralizada
y descentralizada, inclusive entes autár-
quicos, con excepción de los organismos mi-
litares y de defensa y seguridad. En ella,
y dentro de un título que trata de los re-
quisitos esenciales de los actos administra-
tivos, se determina (art. 71?) que ellos son
los siguientes:
I9) Que sea dictado por la autoridad
competente;
29) Que se sustente en los hechos y an-
tecedentes que le sirvan de causa, así co-
mo 1 el derecho aplicable;
3 ?) Que su objeto sea cierto y física y
jurídicamente posible;
49) Que antes de su emisión se hayan
cumplido los procedimientos esenciales y
sustanciales previstos y los que resulten
implícitos del ordenamiento jurídico;
6') Que sea motivado;
6*"1) Que la finalidad que haya de cum-
plirse resulte de las normas que otorgan
¡as facultades pertinentes del órgano emi-
sor sin poder perseguir encubiertamente
otros fines públicos o privados distintos
de los que justifiquen el acto, su causa y
objeto.
Así, pues, sólo los actos que reúnen esas
condiciones, podrán ser considerados como
administrativos a los efectos de quedar su-
jetos a la precitada ley de procedimientos
sobre dicha materia.
Como el resto de sus normas se refiere
a los trámites procesales, será objeto de
consideración en la voz correspondiente.
(V. PROCEDIMIENTO ADMINISTRATIVO.)
ACTOS ILÍCITOS. (T. I, pág. 371.) El
Código Civil, en su redacción anterior, de-
dicaba a los actos ilícitos los artículos que
van del 1066 al 1072. De estos siete artícu-
los, sólo dos han sido modificados por la
ley 17.711: el 1069 y el 1071. El primero
de los nombrados, en su enunciación pri-
mitiva decía: "El daño comprende no sólo
el perjuicio efectivamente sufrido, sino
también la ganancia de que fue privado el
damnificado por el acto ilícito, y que en
este Código se designa por las palabras
pérdidas e intereses."
La ley modificatoria del Código Civil,
completó el artículo con el párrafo que
transcribimos a continuación: "Los jueces,
al fijar las indemnizaciones por daños, po-
drán considerar la situación patrimonial
del deudor, atenuándola si fuere equitati-
vo; pero no será aplicable esta facultad si
el daño fuere imputable a dolo del respon-
sable".
En cuanto al art. 1071, tampoco fue sus-
tituido, sino complementado como el ante-
rior. En su redacción primitiva decía: "El
ejercicio de un derecho previo, o el cum-
plimiento de una obligación legal no pue-
de constituir como ilícito ningún acto".
La ley 17.711 agregó al artículo en estu-
dio una palabra, intercalada dentro del
párrafo ya reproducido y, además, un nue-
vo apartado. En su redacción actual el art.
1071 dice: "El ejercicio regular de un de-
recho propio, o el cumplimiento de una
obligación legal no puede constituir como
ilícito ningún acto.
"La ley no ampara el ejercicio abusivo
de los derechos. Se considerará tal al que
contraríe los fines que aquélla tuvo en
mira al reconocerlos o al que exceda los
límites impuestos por la buena fe, la mo-
ral y las buenas costumbres".
ACTOS JURÍDICOS PROCESALES PE-
NALES. (T. I, pág. 387.) La única adver-
tencia que cabe hacer con respecto a esta
voz, y a los fines de su actualización, es
que el art. 29'4 del Código de Procedimien-
tos en lo Criminal, que en la misma se ci-
ta, ha sido derogado por el decreto-ley
4933/66.
ACTOS LÍCITOS. (T. I, pág. 422.) El
art. 30 de la Constitución Argentina, que
en esta voz fue citado, está referido a la
ya derogada de 1949, y corresponde al art.
19 de la de 1853 vigente.
ACTOS PREPARATORIOS DEL DE-
LITO. (T. I, pág. 431.) Los actos prepa-
ratorios del delito pueden ser múltiples
y, sin embargo, pasar inadvertidos por su
inocuidad o inoperancia aparentes. En con-
secuencia, resulta sumamente difícil para
el legislador el prevenirlos o sancionarlos.
Pero cuando el delincuente, actual o poten-
cial, se asocia con otras personas con el
propósito de cometer delitos, ya sea a cor-
to o largo plazo, puede decirse que ha "co-
menzado a ejecutar actos preparatorios del
delito".
El Código Penal, en su redacción primi-
tiva, preveía estos "actos previos a la co-
misión del delito en sí" en los arts. 209 y
210, ubicado, el primero, en el Capítulo I
del Título VII, bajo el rubro de "Insti-
gación a cometer delitos", y el segundo, en
el Capítulo II del mismo título, denomina-
do de la "Asociación ilícita".
El primero de los artículos mencionados
decía:
"El que públicamente instigare a come-
ter un delito determinado contra una per-
sona o institución, será reprimido, por la
sola instigación, con prisión de un mes a
cuatro años, según la gravedad del delito
y las demás circunstancias establecidas en
el artículo 41".
La ley 17.567 lo modificó en la siguiente
forma:
"El que públicamente instigare a come-
ter un delito determinado será reprimido
por la sola instigación, con la mitad de la
pena correspondiente al delito instigado.
El máximo nunca excederá de cuatro años
de prisión. El mínimo será de un año de
prisión cuando el que corresponda al de-
lito instigado sea superior a dos años.
El que públicamente incitare a cometer
•delitos, o a la violencia colectiva contra
grupos determinados de personas o insti-
tuciones, será reprimido por la sola incita-
ción, con prisión de seis meses a cuatro
años".
Como puede apreciarse, la nueva redac-
ción no sólo es más amplia y comprensiva,
sino que pena más gravemente la mera
instigación. Prevé y sanciona, además, la
instigación a la violencia generalizada.
El art. 210, en su redacción primitiva.
decía: "Será reprimido con reclusión o
prisión de un mes a cinco años, el que to-
mare parte en una asociación o banda de
tres o más personas, destinada a cometer
delitos por el solo hecho de ser miembro
de la asociación".
De acuerdo a la reforma introducida
por la ley 17.567, el mencionado artículo
dice lo siguiente: "Será reprimido con re-
clusión o prisión de tres meses a seis años
el que tomare parte en una asociación de
tres o más personas, destinada a cometer
delitos por el solo hecho de ser miembro
de la asociación.
"Para los jefes y organizadores el mí*
nimo de la pena se elevará a dos años".
La nueva ley modificó, aumentándolo, el
mínimo y el máximo de la pena imponible
y prevé, además, una pena mayor para
aquellos que revistan el carácter de jefes
u organizadores de esa asociación.
Incorporando también el art. 210 bis,
que impone penas más graves cuando se
dan las circunstancias agravantes que enu-
mera, y que son:
<;
Se impondrá reclusión, o prisión de
dos a ocho años, si la asociación dispusiere
de armas de fuego, o utilizarse uniformes
o distintivos, o tuviere una organización
de tipo militar. La pena será de reclusión
o prisión de tres a ocho años, si la asocia-
ción dispusiere de armas de guerra y tu-
viere una organización de tipo militar.
La pena se elevará en un tercio para los
cabecillas, jefes, organizadores o instructo-
res". (V. la actualización de la voz CÓDIGO
PENAL.)*
JURISPRUDENCIA. — La conducta delictiva de la oso*
dación ilícita (art. 210 del C6d. Penal), por su propi»
índole no es susceptible de afectar, ofender o damnifi-
car de manera directa e inmediata a ninguna persona
particular (Cam. Nac. Crim. y Corree., Sal» III,'
27/8/1968. El Derecho, t. 28 pág. 301).
* NOTA. Ya en prensa oste trabajo, el Congreso de
la Nación sancionó con frcha 27-5-1973 la ley 20.509
que deiogó, entre otras, la ley 17.567, salvo los arts.
173, inca. 7 y 11, 179 (21 párrafo), 190. 194 y 198
del Código Penal.
ACTOS PROCESALES CIVILES. (T. I,
pág. 433.) El nuevo Código Procesal Civil
y Comercial de la Nación, sancionado me-
diante la ley 17.454, legisla en el Título III,
del Libro I, todo lo relacionado con lo que
denomina "Actos procesales". En su ar-
ticulado contempla una serie de aspectos
dal proceso, que en el Código anterior es-
taban agrupados, desordenadamente, bajo
la denominación de "disposiciones genera-
les". (
Para el estudio de cada uno de sus capí-
tulos, cuyos artículos introducen modifica-
ciones importantes en relación a los purti-
nentts del Código similar anterior, nos
remitimos a las voces actualizadas respecti-
vas, que son: I. ACTUACIONES. II. ESCRI-
TOS. III. AUDIENCIAS. IV. EXPEDIENTES.
V. OFICIOS Y EXHORTOS. VI. NOTIFICA-
CIONES. VIL VISTAS Y TRASLADOS. VIII.
TIEMPO DE LOS ACTOS PROCESALES. IX.
TIEMPO HÁBIL. X. PLAZOS. XI. RESOLUCIO-
NES JUDICIALES. XII. NULIDAD DE LOS ACTOS
ÍROCESALES.
ACTOS VOLUNTARIOS. (T. I, pág.
441.) Es de señalar que de los múltiples
artículos del Código Civil que en esta voz
fueron citados, únicamente han sido modi-
ficados los siguientes:
El 521, que anteriormente establecía que
aun cuando la inejecución de la obligación
resultase del dolo del deudor, los daños
e intereses comprenderían sólo los que han
sido ocasionados por él, y no los que el
acreedor ha sufrido en sus otros bienes.
En la redacción dada por la ley 17.711 el
concepto se cambia por completo, ya que
se establece que si la inejecución de la
obligación fuere maliciosa, los daños e in-
tereses comprenderán también las conse-
cuencias mediatas. Sobre que la idea de
malicia parece mucho más amplia que la
de dolo; de acuerdo con la nueva norma,
la responsabilidad del obligado malicioso
se extiende no ya a los daños direcvamente
ocasionados por él, sino igualmente a los
que sean consecuencia de su omisión.
El 906, cuya modificación no afecta al
tema desarrollado en esta voz.
El 954, según el cual era nulo el acto
practicado con los vicios de error, de dolo,
de simulación o fraude. En la nueva re-
dacción se mantiene igual criterio aunque
con distintas palabras, puesto que determi-
na la anulabilidad de los actos viciados de
error, dolo, violencia, intimidación o simu-
lación. Pero amplia la anulabilidad, o la
modificación a los actos jurídicos "cuando
una de las partes explotando la necesidad,
ligereza o inexperiencia de la otra, obtu-
viera por medio de ellas una ventaja patri-
monial evidentemente desproporcionada y
sin justificación". Ks decir, que, en tales
casos se supone que el acto no ha sido vo-
luntario por parte del perjudicado.
Y el 1109, al cual se ha agregado un
párrafo que tampoco varía el sentido de
la voz de que se trata.
ACTUACIONES. (T. I, pág. 443.) El
capítulo 1 del título dedicado a los "Actos
procésala" se denomina de las "Actuacio-
nes en general", y comprende tres artícu-
los, incorporados a! nuevo Código Procesal
Civil y Comercial, que no tienen antece-
dentes en el Código similar anterior.
El primero de los mismos, el lió, dice:
IDIOMA. DESIGNACIÓN DE INTÉRPRETE. Kn
todos los actos del proceso se utilizará el
idioma nacional. Cuando éste no fuere
conocido por la persona que deba prestar
declaración, el juez o tribunal designará
por sorteo un traductor público. Se nom-
brará intérprete cuando deba interrogarse
a sordos, mudos o sordomudos que sólo
puedan darse a entender por lenguaje es-
pecializado."
Los dos artículos rstantes que integran
el capítulo, han sido redactados con el pro-
pósito de eliminar trámites superfino.*,
acelerando, en consecuencia »•! proceso.
Los dos artículos restantes que integran
Art. 116. "INFORME O CKKTIK1CADU l'KKV l<>.
Cuando para dictar resolución se requiriese
informe o certificado previo del .secretario,
el juez los ordenará verbalmente."
Art. 117. "ANOTACIÓN DE PETICIONES.
Podrá solicitarse la reiteración de oficias
o exhortos. desglose de poderes o <Wumen-
tos, agregación de pruebas, entrega do edic-
tos y, en general, que se dicten p n > \ iilencias
de mero trámite, mediante simple anotación
en el expediente, firmada por el solici-
tante".
ACTUARIO. (T. I, pág. 446.1 El art. 29
del Código de Procedimientos en Materia
Civil y Comercial, a cuyo contenido se ha-
cía alusión en esta vo/., carece ya de validez
porque las funciones de los secretarios j u d i -
ciales se encuentran reguladas en el art.
38 del nuevo Código Procesal Civil y Co-
mercial (,ley 17.454.) Ya no se habla de la
forma en que los secretarios tienen qii«
firmar determinadas actuaciones, habién-
dose suprimido la necesidad de insertar la
fórmula "ante mí". Ahora se limita a con-
signar que, sin perjuicio de los deberes que
otras disposiciones del Código les impongan,
deberán firmar las providencias simples
que dispongan agregar partidas, exhortos,
pericias, inventarios, tasaciones, división
de herencias, rendiciones de cuentas y otros
documentos o actuaciones similares; remi-
tir la causa a los ministerios públicos, re-
presentantes del fisco y demás funciona-
rios que intervengan como parte; devolver
escritos presentados fuera de plazo, o sin
copias; y dar vista de liquidaciones. Tam-
bién les corresponde suscribir certificadns
y testimonios, asi como los oficios ordenaik.s
por el juez, excepto los que se dirijan al
Presidente de la Nación, Ministros y Se-
crétanos ;lal Poder Ejecutivo, a funcio-
narios de análoga jerarquía y a magistra-
dos judiciales.
 Parece evidente que se ha tratado de dar
mayor jerarquía a los secretarios ya que se
les concede cierta intervención en el pro-
ceso, en lugar de meros fedatarios y de
ordenadores del funcionamiento interno
de la secretaría a que antes estaban limi-
ACUMULACIÓN DE ACCIONES. (T. I,
pág. 447.) El artículo 74 del Código de
Procedimientos derogado, se' ocupaba some-
ramente de la posibilidad de la acumulación
de acciones. El tema fue tratado también
por los artículos que van del 17 al 19 de
la ley 14.237. Pero los artículos introdu-
cidos por el nuevo Código Procesal Civil
y Comercial (ley 17.454) presentan modi-
ficaciones tan sustanciales como las que
a continuación se indican:
El art. 87, inspirado en la doctrina na-
cional, dice:
"ACUMULACIÓN OBJETIVA DE ACCIONES. —
Antes He la notificación de la demanda el
actor podrá acumular la* acciones que tu-
viere en contra de una misma parte, siem-
pre que:
"!' No sean contrarias en';re sí, de modo
que por la elección, de una quede excluida
la 9otra.
"2 Correspondan a la competencia del mis-
mo juez.
"39 Puedan sustanciarse por los mismos
trámites."
El art. 88 se preocupa del litisconsorcio
facultativo. Conviene aclarar que esa situa-
ción se da cuando la acción es entablada por
una o varias personas contra una persona
o más. La disposición legal que nos ocupa
dispone: "Podrán varias partes demandar
o ser demandadas en un mismo proceso
cuando las acciones sean conexas por el tí-
tulo, o por el objeto, o por ambos elementos
a la vez".
El art. 89 legisla sobre el litisconsorcio
necesario y dice:
"Cuando la sentencia no pudiere pronun-
ciarse útilmente más que con relación a va-
rias partes, éstas habrán de demandar o ser
demandadas en un mismo proceso. Si así no
sucediere, el juez, de oficio o a solicitud de
cualquiera de las partes ordenará, antes de
dictar la providencia de apertura a prueba,
la integración de la litis dentro de un plazo
que señalará, quedando en suspenso el des-
arrollo del proceso mientras se cita al liti-
gante o litigantes omitidos."
.Tn»T«t>i>T'^-"-— - ¿i Htisconeorcio activo procede
ruando los actores acumulan sus demandas t n cali'lad
de "ompradorc s, pri tendiendo la restitución de suma*
de (.'hiero y el pago do inclrmni/aeio' • > • . • t
do la suscripción de boletos de e o m p r - . \ t n ' . k ^ I ' | K ' : - - ' H -
distintas unidades de u n a misma finc;i. (Cam. Nac. Civ
Sala (', 19/9/1968, !.. L.. 1 ¡1-995.) -La suscripción
por e.l mismo deudor de distintos documentos, no auto
riza a considerar que con nupec.to a las acciones simul
táneas deducidas poi lo:, ejecutantes exista la conexidad
de t í t u l o o de oh.it':o que el artículo comentado exige
para l:i procedencia del litisconsorcio facultativo. (Cáiu,
Nac. Com.. Sala A, '¿H/J 1/1968. L. L., 1Ü4-H07.) Cuan
do el litisconsorcio necesario es activo, la demanda
prospera vínicamente si la i n t e n t a n todos los litisconsor-
tt s como actores. En cambio, sí el litisconsorcio ís
pasivo, purde ser acogido sólo si se sigue contra todos
los demandados comprendidos en la relación jurídica
que los une. (Caín. N a c . Com., Sala A, 3/10/1908,
L. L., 1 Ü 5 - 1 . ) En la acción de división de condominio
que- debe sustanciarse con todos los condóminos hay litis-
consorcio necrsario. (Caín. Nac. Oiv.. Sala K, 6/3/1969,
/. A., !)-19liU-»12.)
ACUMULACIÓN DE AUTOS. (T. I, pág.
451.) El Código de Procedimientos en lo
Civil y Comercial para la Capital Federal
no se ocupaba, en su redacción primitiva,
del problema de la acumulación de autos.
Este tema fue tratado, en cambio, por el
art. 17 de la ley 14.237, que al respecto
dice: "Cuando se promovieren varios jui-
cios por acciones emergentes de un título
común, o fundadas en idéntica causa jurí-
dica, o exista entre e\}n¿ comunidad de ob-
jeto, o fuesen cuestiones conexa, ,;¿ n:-;dí
que la sentencia que haya de dictarse en ur
proceso pueda producir en otro cosa juz-
gada, procederá la acumulación de autos
de oficio, o a petición de parte. La acumu-
lación de autos no altera la competencia".
El nuevo Código Civil de la Nación (ley
17.454), no trata específicamente la acu-
mulación de autos, pero se refiere, en for-
ma indirecta, a esta posibilidad, al hablar
en el art. 188 de la acumulación de pro-
cesos.
El artículo de referencia dice: "Procede-
rá la acumulación de procesos cuando hu-
biere sido admisible la acumulación subje-
tiva de acciones de conformidad con lo
prescripto en el art. 88 y, en general, siem-
pre que la sentencia que haya de dictarse
en uno de ellos pudiera producir efecto»
de cosa juzgada en otro u otros.
"Se requerirá, además:
"1? Que los procesos se encuentren en la
misma instancia.
"2"? Que el juez a quien corresponda enten-
der en los procesos acumulados sea compe-
tente por razón de la materia. A los efectos
de este inciso no se considerarán distintas
las materias civil y comercial.
"3° Que puedan sustanciarse por los mis-
mos trámites. Sin embargo, podrán acumu-
larse dos o más procesos de conocimiento,
o dos o más procesos de ejecución sujetos
a distintos trámites, cuando su acumula-
.-ii'ni rt'sultüiv miiisptinsable en ra'/.on de
M ;>i .
c o i n - i i r r i r la r i m m s t a i i c i a prevista en la úl-
tima parte del primer párrafo. En tal caso,
el juez determinará el procedimiento que
corresponde imprimir al juicio acumulado."
El art. 194, último del capítu'o destinado
& legislar sobre la acumulación de procesos,
es el único que ofrece un real interés en re-
lación al tema que nos ocupa, el de la acu-
mulación de autos, el mismo dispone: "Sen-
tencia única. Los procesos acumulados se
sustanciarán y fallarán conjuntamente, pero
si el trámite resultare dificultoso por la na-
turaleza de las cuestiones planteadas, po-
drá el juez disponer, sin recursos, que cada
proceso se sustancie por separado, dictando
una sola sentencia."
JtntisPRrnEXCTA.— No es factible considerar la acu-
mulación de aums hasta tanto no se resuelva la excep
ción de litispcndencia opuesta en olios. (CAm. Nac. do
Paz en Pleno, 27/12/1967, El Derecho, t. 22, pág. 871.)
Los procesos acumulados conservan su independencia y
personalidad. La acumulación sólo significa que al lle-
gar ambos al estado de sentencia es necesario efectuar
un examen conjunto para evitar decisiones contradicto-
rias. (Cám. Nac. de Paz en Pleno, 20/3/1968, L. L.,
131, pág. 1086.) Cuando los litigios se sustancian en
distintas jurisdicciones no puede ordenarse la acumula-
ción. Sólo corresponde hacerle saber al juez de aquella
jurisdicción la existencia del proceso que se sustancia
en el fuero nacional. (Cám. Nac. Civ., Sala P, 7/5/1968,
L. L., 132-248.) No correspondo la acumulación del
juicio ejecutivo y de la petición de quiebra. (Cám. Nac.
Com., Sala B, 24/9/1969, L. L., 136-1147.) Las deman-
das notificadas al mismo tie-mpo son acumulables a la
del expediente de monto mayor, siempre que exista
conformidad de partes. (Cám. Nac. Fed., Sala Civ. y
Com., 19/9/1968.) Se autoriza la acumulación de juicios
que, en razón del monto, corresponden a distinta compe
tcncia. (Cám. Nac. Trab., Sala I, 31/12/1968, L. L., 134,
pág. 610.)
ACUMULACIÓN DE PENAS. (T. I,
pág. 454.) La ley 17.567 ha modificado el
art. 56 del Código Penal que se citó en esta
voz. El párrafo primero, en su anterior re-
dacción, determinaba la aplicación de la
pena más grave cuando concurriesen hechos
independientes reprimidos con penas divi-
sibles "de diferente naturaleza", mientras
que en el nuevo texto se sustituyen las pa-
labras entrecomilladas en el sentido de que
las penas divisibles sobre las que juega la
acumulación, han de ser precisamente de
"reclusión o prisión". Y en el tercer párra-
fo, antes se excluía de lo dispuesto en el
párrafo primero la inhabilitación, en tanto
que ahora se amplía la norma de ese tercer
párrafo a la multa. (V. la actualización de
la voz CÓDIGO PENAL.) La cita que sobre
el tema de la acumulación se hacía al
art. 574 del Código de Justicia Militar,
debe ahora entenderse referida al art. 585
del mismo Código, promulgado por la ley
14.029.*
* NOTA. Ya en prensa esto trab3Jo. r-1 Congreso de
)H N a c i ó n sancionó con fecha 27-5-1973 la ley 20.509
quo di rogó, entre otras, la ley 17.567, &alvo
arts. 173. incs. 7 y 11, 179 (2 párrafo), 100. 1Ü4
y 198 riel Tódij-o Penal,
ACUMULACIÓN DE PROCESOS. (V. la
actualización en este Apéndice de la voz
ACUMULACIÓN DE AUTOS.)
ACUSACIÓN, ACUSADO, ACUSADOR.
(T. L, pág. 457.) Las acciones que nacen de
los delitos, mediante las cuales puede for-
mularse la acusación que corresponda ante
la autoridad judicial pertinente, son con-
templadas por el Código de Procedimientos
en lo Criminal.
El Código de Procedimientos en lo Cri-
minal se ocupa de este tema en los artícu-
los que van del 14 al 17, los que no han su-
frido modificación alguna.
En cuanto al Código Penal, dedica al
ejercicio de las aciones, es decir, a la capa-
cidad y facultad de acusar, los artículos
que van del 71 al 76, de los cuales sólo
han sido modificados los arts. 72 y 73.
El primero de los mencionados, en su re-
dacción anterior decía:
"Son acciones dependientes de instancia
privada, las que nacieran de los delitos de
violación, estupro, rapto y ultraje al pudur,
cuando no resultare la muerte de la persona
ofendida, o lesiones de las mencionadas en
el art. 91. En los casos de este artículo no
se procederá a formar causa sino por acu-
sación o denuncia del agraviado o de su tu-
tor, guardador o representantes legales. Sin
embargo, se procederá de oficio cuando el
delito fuere cometido contra un menor que
no tenga padres, tutor ni guardador, o que
lo fuere por uno de sus ascendientes, tutor
o guardador".
De acuerdo a la modificación introducida
por la ley 17.567, el actual art. 72 dispon^:
'Son acciones dependientes de instancia
privada las que nacen de los siguientes de-
litos :
"I1? Violación, estupro, rapto y abuso des-
honesto, cuando no resultare la muerte d<>
la persona ofendida o lesiones de las men-
cionadas en el art. 91;
"2"? Amenazas, del art. 149 bis, segundo
párrafo;
"31? Lesiones leves, sean dolosas o culposas.
Sin embargo, en los casos de este inciso se
procederá de oficio cuando mediaren razo-
nes de seguridad o interés públicos;
"4° Violación de domicilio, del art. 150;
"5"? Insolvencia fraudulenta, del art. 179,
segundo párrafo.
"En los casos de este artículo, no se proce-
derá a fomar causa sino por acusación o
denuncia del agraviado o de su tutor, guar-
dador o representantes legales. Sin embar-
go, se procederá de oficio cuando un menor
los
o incapaz no tenga representante o se en-
cuentre abandonado, o cuando existan inte-
reses contrapuestos entre el incapaz y su
representante."
Artículo 73 (redacción anterior). "Son
acciones privadas las que nacen de los si-
guientes delitos:
"1<? Adulterio;
"2? Calumnias e injurias;
"39 Violación de secretos, salvo en el caso
del art. 154;
"49 Concurrencia desleal, prevista en el
art. 159."
La ley 16.648 modificó el inciso tercero
del artículo en estudio, incorporando a su
texto una referencia al art. 157. En la ac-
tualidad, dicho inciso queda redactado en
la siguiente forma:
"Violación de secretos, salvo en los casos
de los arts. 154 y 157."
Por su parte, la ley 13.944 agregó al art.
73 un nuevo inciso, el 5"?, que dispone: "In-
cumplimiento de los deberes de asistencia
familiar, cuando la víctima fuere el cón-
yuge."
ACUSACIÓN Y DENUNCIA FALSAS. (T.
I, pág. 461.) El art. 245 del Código Penal,
en su redacción anterior, se ocupaba de la
posibilidad de que se formularan denuncias
falsas, y de las consiguientes sanciones de
esta acción. El artículo a que nos referimos
estaba ubicado en el capítulo destinado a
prever las distintas formas del delito de
desacato, con las cuales el mismo no tenía,
en verdad, una relación muy directa.
La ley 17.567 lo derogó, y lo remplazó in-
corporando los arts. 278 bis y 276 ter. El
primero reprime lo que se denomina denun-
cia calumniosa real, que se concreta cuando
se utilizan pruebas que pueden servir como
indicios de culpabilidad de una persona
cuya inocencia se conoce a ciencia cierta.
Para que se configure el delito es indispen-
sable, en consecuencia, que quien hace o for-
mula la denuncia tenga la certeza de la ino-
cencia del imputado. El art. 276 bis dice:
"Será reprimido con prisión de uno a
seis años, el que ante la autoridad denun-
ciare o acusare como autor o partícipe de
un delito de acción pública a una persona
que sabe inocente, o simulare contra ella la
existencia de pruebas materiales. Si resul-
tare la condena de la persona inocente, la
pena será de tres a diez años de reclusión
o prisión."
El último párrafo del artículo aumenta
el monto y la gravedad de la condena para
el caso de que se impusiese una condena a
la persona injustamente acusada.
En cuanto al art. 27(i ter. contempla, no
el hecho de la formulación de una denuncia
falsa contra una persona determinada, sino
la simulación de la existencia de un delito,
y dice:
"Será reprimido con prisión de un mes a
dos años, el que ante la autoridad afirmare
falsamente que se ha cometido un delito de
acción pública, o simulare los rastros de
éste con el fin de inducir a la instauración
de un proceso para investigarlo". (V. la ac-
tualización de la voz CÓDIGO PENAL.) *
JURISPRUDENCIA. — La reparación de- los perjuicio»
derivados de una denuncia o querella criminal sólo pro-
cede cuando el d e n u n c i a n t e - actúa con temeridad o al
menos i'on ligereza culpable. (Cara. Nac. Civ., Sala D,
29/3/1968. El Derecho, t. 27, pág. 346.)
* NOTA. Ya en prensa este trabajo, el Congreso de 1»
Nación sancionó con ficha 27-5-1973 la ley 20.500 que
derogó, ontre otras, la ley 17.567, salvo los arts. 173,
incs. 7 y 11, 179 (2g párrafo), 190, 194 y 198 del
Código Penal.
AD EFFECTUM VIDENDI. (T. I, pág.
463.) Por erratas de imprenta la palabra
effectum apareció escrita con una sola ' f"
en lugar de con dos; y la palabra videndi
con una "v" en lugar de con una "d".
ADICIÓN DE NOMBRE. (T. I., pág.
470.) La ley 18.248, sancionada e! 10 de ju-
nio de 1969, se ocupa en sus arts. 4 y 17 de
los problemas legales que se relacionan con,
el nombre de las personas.
El art. 4 dispone: "Los hijos matrimonia-
les llevarán el primer apellido del padre. A
pedido de los progenitores podrá inscribir-
se el apellido compuesto del padre, o agre-
garse el de la madre. Si el interesado
deseara llevar el apellido compuesto del pa-
dre o el materno, podrá solicitarlo ante el*.
Registro Civil desde los 18 años. Una vez*
adquirido el apellido, no podrá suprimirse".'
En cuanto al art. 17, dice: "La modifica-
ción, cambio o adición de nombre o apellido
tramitará por el procedimiento sumarísimo.v
con intervención del Ministerio Público. El--
pedido se publicará en un diario oficial una*
vez por mes en el lapso de dos meses. Podrá»
formularse oposición dentro de los 15 días'
hábiles computados desde la-última publi-
cación. Deberá requerirse informes sobre
medidas precautorias existentes a nombre
del interesado. La sentencia es oponible a
terceros y se hará constar en el Registro
del Estado Civil".
La ley de adopción actualmente en vigen-
cia, número 19.134, sancionada el 22 de ju-
lio de 1971, es decir con posterioridad a la
que hemos mencionado anteriormente, se
ocupa, también, de distintos supuestos que
hacen al cambio o adición de nombre del
menor adoptado. Las disposiciones perti-
nentes varían -según se trate de adopción
plena o da adopción simple.
El art. 17 del Capítulo II, dedicado a la
adopción plena, dice: >
 "El hijo adoptivo llevará el primer ape-
llido del adoptante, o su apellido compuesto
si éste solicita su agregación. En caso de
que los adoptantes sean cónyuges, a pedido
de éstos podrá agregarse al adoptado el
apellido compuesto del padre adoptivo, o el
de la madre adoptiva. En uno y en otro
caso, podrá el adoptado, después-de los 18
años, solicitar esta adición. Si la adoptante
fuese viuda, o mujer casada cuyo marido no
hubiese adoptado al menor, éste llevará el
apellido de aquélla, salvo que existieran
causas justificadas para imponerle el de
casada".
Y el art. 23, incluido en el Capítulo III,
que se ocupa de la adopción simple, dice:
"La adopción simple impone al adoptado
el apellido del adoptante, pero aquél podrá
agregar el suyo propio. La viuda adoptante
podrá solicitar que se imponga al adoptado
el apellido de su esposo premuerto."
.Ji'RispRcniíNCiA. — No < s prudente acordar IH aili
ción al aptllido legal de una pt-isona fl ile s >»8 henefae-
torts, puts ese gesto di- leconoeimiento u - ' ' • • • lros;u'.o
violaría las rrglas legras solire, el apellido. La
invocada no constituye justa causa, y no puede tamiu,,'-
aplicarse por analogía lo pitrepinado sobre la adopc ón
(C'ím. 1' Ap.l. Bahía Blanca, 81/7/1970, D.J.H.Á.,
92-78.) Df'be admitirse el nombre que la peticionante
siempre usó adicionado al suyo si as! resulta de las
declaraciones de los testigos, certificados (le bautismo y
del COIIM jo"-Nac. de Educación a la vtz que no s¡> rikix-
tran embargos ni inhibiciones a su nombre. (Cám. Nae
Civ., Sala C. 10/7/1969. L. L.. 138-965. 2.772-8.)
ADMINISTRACIÓN DE LA QUIEBRA.
(T. I pág. 484.) Toda la materia referente
al régimen de las quiebras, que aparecía re-
gulada en ley 11.719, ha sido modificada
por la ley 19.551 promulgada el 4 de abril
de 1972.
En lo que concretamente se refiere a la
administración y disposición de los bienes,
el art. 113 establece que corresponde al sín-
dico, en la medida que la propia ley fija,
siendo ineficaces respecto de los acreedores
y sin necesidad de declaración judicial, los
actos realizados por el fallido sobre los bie-
nes desapoderados así como los pagos que
hiciere o recibiere.
Una vez dictada la sentencia de quiebra,
se procede a la incautación de los bienes y
papelf del fallido, designándose por el juez
al f¡ .cionario que estima pertinente. La in-
ca- ación puede consistir, entre otras me-
d: .as, en la entrega directa de los bienes al
>-.ndico, previa su descripción e inventario
(art. 170), quedando obligado a adoptar y
realizar las medidas necesarias r.ara la con-
seivación y administración de los bienes a
su cargo (art. 172). El síndico debe incau-
íarse de los libros de comercio y papeles del
deudor, cerrando los blancos que hubiei;? y
colocando nota que exprese las hojas escri-
tas que tenga, que deben ser firmadas con
el funcionario o notario interviniente (art.
173). Asimismo deberá reclamar todas las
medidas necesarias para la conservación y
custodia de los bienes situados en locales
que no ofrezcan seguridad, practicando di-
rectamente las que sean más urgentes a
.efectos de evitar sustracciones, pérdidas o
deterioros (art. 174). Los arts. 175, 176 y
177 señalan las facultades del sindico res-
pecto al cobro de créditos del fallido, al de-
pósito de las sumas de dinero, al pago de
determinados créditos y a la venta de bie-
nes perecederos.
Para la conservación y administración de
bienes, el síndico puede realizar los contra-
tos que sean necesarios, previa autorización
judicial, u obteniendo ésta posteriormente
en rasos en que la urgencia lo hiciere im-
prescindible (art. 178).
Para obtener frutos puede convenir loca-
ciones o celebrar contratos sobre bienes,
siempre que no impliquen su disposición to-
tal o parcial, requiriéndose auloi'i/ación
'*» previa del juez (art. 179).
F!-.ialmente, el síndico está aiitori/.¡ulu
para continuar con la explotación du la i-m-
presa o de algunos de sus establee ¡mii-ntos,
cuando la interrupción puriera m.-as^-.uur un
daño grave e irreparable ai ¡Mlt-rés de los
acredores y a la conservación del i>utriino-
nio: pero debe poner ese hecho en conoci-
miento del juez dentro de las 24 horas, i V.
la actualización de la voz QUIKHKA en este
Apéndice.)
• ADMINISTRACIÓN DE SOCIEDADES
(T. I pág. 485.) Todo el régimen legal de
las sociedades comerciales, ha -sido m o d i f i -
cado por la ley 19.550 y su complementaria
19.666. Lógicamente, las nuevas norma* re
lativas a su administración, han afectado ;i!
aspecto administrativo. La reforma sera
considerada juntamente en la voz "SociK-
DADES (EN GENERAL)", a la que se hace re-
misión.
ADMINISTRACIÓN PÚBLICA, i T. 1,
pág. 489.) Con fecha 22 de febrero de li)7:i
se creó mediante la llamada ley 2(1.17H til
Instituto Nacional de la Administración Pu-
blica como organismo descentrali/.ado, de-
pendiente de la Secretaría de la Presidencia
de la Nación, cuya finalidad es entender en
la capacitación, actualización, especUili/.a-
ción y formación de los recursos humanos
requeridos por el sector público en función
de las prioridades y modalidades del profe-
so de desarrollo, modernización y cambio
social y económico de la Xación, asi comci
desarrollar investigacioiu.-s sobre la Admi-
nistración P ú b l i c a .
 La Dirección técnica y administrativa del
Instituto estará a cargo de un directorio
integrado por un presidente y ocho vocales
designados por el Poder Ejecutivo, cuatro
de ellos a propuesta de las dos entidades
con personería gremial del personal del es-
tado, con mayor representatividad, dos por
cada una de ellas.
El Institutito Nacional de Administra-
ción Pública actuará como persona jurídica
capaz de adquirir derechos y contraer obli-
gaciones con las atribuciones que en la pro-
pia ley se determinan. Los recursos con que
contará el organismo creado, consistirán en
los créditos y asignaciones que le acuerden
el Presupuesto General de la Nación y le-
yes especiales; los créditos que pudieran
transferirles los ministerios y organismos
nacionales, provinciales y municipales para
investigaciones y estudios; las herencias, le-
gados y donaciones que reciba, los que esta-
rán libres de todo impuesto; los derechos,
aranceles o tasas que perciba o adquiera en
el ejercicio de sus funciones como así tam-
bién las rentas o frutos de sus bienes pa-
trimoniales; los recursos que determine el
Peder Ejecutivo y el producto de la venta
de publicaciones propias.
ADMINISTRADOR JUDICIAL. <T. 1.
pág. 495.) En esta voz se expresaba que, de
acuerdo con lo dispuesto en el art. 682 del
derogado Código de Procedimientos en lo
Civil, el administrador de la testamentaría
debía rendir cuentas al terminar su come-
tido. La norma se encuentra ahora en el
art. 739 del vigente Código Procesal Civil
y Comercial, pero se modifica su contenido
en el sentido de que el administrador de la
sucesión debe rendir cuentas trimestral-
mente, salvo que la mayoría de los herede-
ros acordaren fijar otro plazo. Ello, sin per-
juicio de la rendición final de cuentas.
ADOPCIÓN *. i,T. I, pág. 496.) ANTECE-
DENTES HISTÓRICOS Y LEGISLACIÓN COMPA-
RADA. La institución de la adopción tiene
antecedentes muy remotos, que en forma
práctica, aunque no legal, se remontan a la
época prehistórica. En los pueblos orienta-
les de la antigüedad fue aceptada, al igual
que en Grecia y Roma, por motivos religio-
sos derivados de la imperiosa necesidad de
perpetuar el culto de los antepasados. Lue-
go tomó forma concreta en las disposiciones
pertinentes del Código de Justiniano, que
sirvieron de base a la mayoría de las dis-
posiciones posteriores relacionadas con e.5
ta materia.
* Por la Dra. MARÍA E. ITZIGSOHN
KTSCHMAN.
Vélez Sarsfield, considerando el escaso
arraigo que la adopción había tenido en Es-
paña, pese a estar legislada en el Fuero
Real y en las Partidas, así como la escasa
simpatía que la institución había desper-
tado hasta esa época en Francia, consideró
innecesario incluirla en nuestro Código Ci-
vil. Su criterio se inspiró también en la
convicción de que la adopción no nsondía
a las costumbres imperantes en el pais y
que, según su parecer, no usiaua úc¿>tl:;atía
a cumplir ninguna función social.
LEYES DE ADOPCIÓN SANCIONADAS EN LA
REPÚBLICA ARGENTINA. La primera ley de
adopción que tuvo vigencia en la República
Argentina fue sancionada el 15 de septiem-
bre de 1948, bajo el número 18.252, e in-
corporada de inmediato al Código Civil. El
análisis y crítica de la misma fueron he-
chos en la voz correspondiente, inserta en
el tomo I de esta Enciclopedia.
En esta nota de actualización volveremos
sobre ella sólo a título comparativo, y nos
ocuparemos, en forma específica, de la nue-
va ley de adopción, sancionada el 22 de ju-
lio de 1971, bajo el n"? 19.134.
A lo largo de los 23 años transcurrido!*
entre la sanción de ambas leyes, se presen-
taron varios proyectos de reforma, entre los
que cabe mencionar, por su mayor impor-
tancia, los redactados por el Dr.. López del
Carril y por la diputada Lidia Valente de
Pérez Tort.
La innovación más trascendente de la
nueva ley es la incorporación del instituto
de la adopción plena, a la que dedica ínte-
gramente el capítulo II.
ADOPCIÓN PLENA. ANTECEDENTES HISTÓ-
RICOS Y LEGISLACIÓN COMPARADA. El Código
de Justiniano legislaba la adopción en las
dos formas más comúnmente'aceptadas; en
la actualidad: la adoptin plt-tta y la adoptio
mimiK ph'na. En el caso de la primera, el
adoptante debía ser un ascendiente'que te-
nia el ejercicio de la patria potestad, incor-
porándose totalmente el adoptado a-la fami-
lia. En la adoptio minitx ¡ilrnn el" adoptante -
podía ser un extraño, y el adoptado no que-
daba sometido a su patria potestad, aunque
le correspondía el derecho a la sucesión.ab
intestato de aquél y también a la de sus pa-
rientes directos.
El Fuero Real y las Partidas, cuerpos le-
gales del Derecho español que rigieron en
nuestro país hasta la sanción- del Código
Civil, contemplaban también las dos •• forma.*1
de adopción, a la que daban el nombre ge-
nérico de i»'iihijaiiiit'ntí>. En la adopción
plena, podía adoptar únicamente el abuelo,
a quien corespondía el ejercicio de, la1 patria
ñu potestad. Kn la adopción común; el adoptan-
te podía ser cualquier pariente y hasta u:i
 extraño, pero no implicaba la transferencia
de la patria potestad.
Pero, pese a estar previstas y legisladas
en detalle, fueron pocas las adopciones que
se concretaron en la práctica. Como ya he-
mos dicho anteriormente, esta situación de
hecho fue uno de los motivos que indujo a
Vélez Sársfield a no incluir la institución
en nuestro Código Civil.
Francia fue el primer país que impuso el
doble régimen de adopción dentro del ámbi-
to de la legislación moderna y lo hizo me-
diante la sanción de la ley correspondiente,
promulgada el 29 de julio de 1934. Instituía
la legitimación adoptiva, que confería al
adoptado la condición de hijo legítimo. La
reforma del año 1958 instauró una nueva
forma de adopción que aparejaba la ruptu-
ra total de vínculos con la familia de ori-
gen, salvo en lo que hacía a los impedimen-
tos matrimoniales derivados del parentesco.
Una ley posterior, dictada en el año 1966,
unificó la legitimación adoptiva y la adop-
ción con ruptura de los vínculos familiares
en una sola instancia, a la que se dio el
nombre de adopción plena. Pero se conser-
varon también las disposiciones relaciona-
das con la adopción simple.
En Bélgica coexisten también la adopción
simple y la legitimación adoptiva con ca-
racteres similares a los de la legislación
francesa.
En el Uruguay se sancionó la primera ley
de adopción en el año 1934, pero a partir
de 1945 se incorporó a la misma la legiti-
mación adoptiva.
MODIFICACIONES INTRODUCIDAS POR LA LEY
19.134. Para una mejor comprensión de la
ley que rige actualmente en nuestro país
en materia de adopción, así como de sus di-
ferencias y semejanzas con la ley que ha
'derogado, haremos un estudio sistemático
de los distintos puntos contemplados por
ambas, y también de las modificaciones in-
troducidas.
DISPOSICIONES R E L A C I O N A D A S CON EL
ADOPTADO. El único requisito que la ley
13.252 imponía al adoptado era que fuese
menor de 18 años. La ley 19.134 se ocupa
de este punto en el artículo primero y re-
quiere la minoridad del adoptante, sin fijar
un límite de edad que, por otra parte, sur-
ge del art. 126 del Código Civil que fija en
los 21 años el límite de la minoridad y de
la consecuente falta de emancipación. Ue
acuerdo al artículo mencionado de la ley de
adopción vigente, puede adoptarse al hijo
mayor de edad del otro cónyuge, el cual, y
dada esa condición de mayor debe ser obli-
gatoriamente oído a efectos de su consenti-
miento.
El art. 2? de la nueva ley de adopción,
lo mismo que el art. 3"? de la anterior,
estipula cuál es la diferencia mínima de
edad que debe existir entre adoptante y
adoptado y dice, al igual que aquélla, que
"el adoptante debe ser por lo menos 18 años
mayor que el adoptado, salvo cuando se
adoptare al hijo propio". Como puede apre-
ciarse, contempla una posibilidad omitida
por aquélla: la de la adopción de un hijo
propio, indudablemente extramatrimonial;
y con muy buen criterio elimina el límite
mínimo de edad, ya que si alguien ha podi-
do engendrar a menor edad, no puede ver-
se obstaculizado por impedimentos legales
para adoptar a su propio hijo al llegar a
la mayoría.
La ley de adopción francesa habla de una
diferencia mínima de 10 años, pero la ma-
yoría de las leyes de adopción sancionadas
en distintos países exigen que el adoptante
sea mayor que el adoptado, sin fijar los lí-
mites mínimos de esa diferencia.
"El art. 2? de la ley 19.134 contempla otro
supuesto que tampoco habia sido previsto
por la ley derogada: el que hace a la posi-
bilidad de la nueva adopción de un menor
que ha quedado "huérfano", por así decir-
lo, a consecuencia del fallecimiento de sus
padres adoptivos. La disposición legal a que
nos referimos dice: "En caso de muerte del
adoptante, o de ambos cónyuges adoptan-
tes, se podrá otorgar una nueva adopción
sobre el mismo menor".
La ley 13.252 manifestaba un criterio li-
mitativo en relación al número de menores
que era posible adoptar. En cambio, el art.
31? de la nueva ley establece que: "Se po-
drá adoptar a varios menores de uno u otro
sexo, simultánea o sucesivamente". Es de-
cir, que deja librado ese número al criterio
del adoptante.
Las únicas limitaciones surgen de lo dis-
puesto por el art. 49, que en el caso de des-
cendientes, legítimos o no del presunto
adoptante posibilita, facultativamente, la
intervención de dichos descendientes, siem-
pre que los mismos fueran mayores de
ocho años. La disposición legal dice: "La
existencia de descendientes, legítimos o no,
del adoptante no impide la adopción, pero
en tal caso aquéllos podrán ser oídos por el
juez o tribunal, si lo considerasen necesa-
rio y fuesen mayores de ocho años",
Este texto ha sido muy criticado, ya que
se consideró que la intervención del hijo
anterior del adoptante debía ser obligato-
ria y no optativa, siempre que el trámite se
iniciase en una etapa de su vida en que tu-
viera el raciocinio suficiente para encarar
un problema tan complejo como el que pue-
de derivar de la incorporación de un nuevo
miembro no consanguíneo, al grupo familiar
ya integrado. Y es absurdo suponer que
una criatura de ocho años puede tener la
madurez mental necesaria para opinar al
respecto.
La última parte del art. 4? establece que
"ello no obstante, cuando existiere más de
un hijo legitimo, o más de un hijo adoptivo,
sólo podrá acordarse la adopción con carác-
ter de excepción, estableciéndose en la sen-
tencia que la acuerde, que beneficia al me-
nor adoptado y no crea perjuicios al nácleo
familiar del adoptante". Corresponde inte-
grar esta norma al inciso d) del art. 10,
que al hablar de las regias a seguir en el
juicio de adopción, dispone: "El juez o tri-
bunal valorará si la adopción es conveniente
para el menor, teniendo en cuenta los me-
dios de vida y cualidades morales y perso-
nales del o de los adoptantes".
DISPOSICIONES RELACIONADAS CON LOS
ADOPTANTES: RESTRICCIONES IMPUESTAS POR
LA NUEVA LEY DE ADOPCIÓN. La ley deroga-
da contemplaba una serie de supuestos que
imposibilitaban la adopción, fijando los lí-
mites mínimos de edad de los presuntos
adoptantes, y la duración del matrimonio
sin que hubiere habido descendencia. En su
art. 5"?, -la ley actualmente en vigencia redu-
ce la edad mínima de 40 a 35 años, y el pla-
zo de 8 años de esterilidad a 5, o aun menos,
cuando se prueba que la imposibilidad de
engendrar no es transitoria.
En cuanto a la existencia del vínculo de
parentesco que imposibilita la adopción,
consideramos que los que contemplan am-
bas leyes no tienen ningún fundamento éti-
co o práctico, y parecen haber sido determi-
nados al azar. La ley 13.252 decía que los
hermanos no podían adoptarse entre sí; en
cambio la ley 19.134 dispone que los abuelos
no pueden adoptar a sus nietos, criterio in-
defendible que no cuenta con ningún tipo
de antecedentes en la legislación compara-
da, tanto histórica como vigente.
Cabe consignar, además, que en la nueva
ley no se ha incluido el impedimento con-
signado en la primera parte del art. 5? de
la anterior, que se refería a la existencia
de hijos legítimos o naturales del adoptan-
te. El art. 49 de la ley 19.134 sustenta
como ya hemos visto un criterio totalmente
opuesto.
Con el propósito de aligarar los trámites,
el art. 69 de la ley vigente redujo a un año
el plazo previsto para que el presunto adop-
tado permanezca al cuidado del adoptante.
Requisito considerado innecesario cuando se
adopta al hijo o hijos extramatrimoniales
de quien hace el trámite, o al hijo o hijos
de su cónyuge.
Las restricciones impuestas al tutor para
que pueda adoptar a su pupilo son las mis-
mas, tanto en la ley de adopción derogada
como en la vigente, y responden a un inte-
rés real en defensa del patrimonio del me-
nor. En este caso, la adopción se permite
únicamente después de que se han extin-
guido las obligaciones emergentes de la
tutela.
El art. 8? de la ley 13.252 y de la 19.134
contemplan situaciones que pueden llegar a
plantearse cuando los presuntos adoptantes
son personas casadas. í,a ley vigente con-
templa algunas situaciones nuevas resultan-
tes, en parte, de las modificaciones intro-
ducidas en el Código Civil a raíz de la san-
ción de la ley 17.711. Una muestra de lo que
afirmamos consta en los incisos a) y b) del
precitado art. 8"? que dice: "Ninguna per-
sona casada podrá adoptar sin el consenti-
miento de su cónyuge. Dicho consentimiento
no será necesario: a) Cuando medie divor-
cio por culpa de uno de los cónyuges, para
el cónyuge inocente, b) Cuando el divorcio
es por culpa de ambos cónyuges o por mu-
tuo consentimiento". En cuanto al inciso
d) del mismo artículo, que establece: "Cuan-
do el cónyuge ha sido declarado insano, en
cuyo caso podrá oírse al curador", habla de
la posible intervención del curador, no pre-
vista por la ley anterior.
ADOPCIÓN DE VARIOS MENORES : El art. 9p
de la ley 19.134 que en el capítulo aparte
prevé la posibilidad de la adopción plena,
no tiene antecedentes en el texto derogado
y dice: "Si se adoptare a varios menores, to-
das las adopciones serán del mismo tipo. En
una misma familia no podrá haber meno-
res adoptados por adopción plena y otros
por adopción simple. Si, de conformidad
con la presente ley, se adoptaren menores
por el sistema de la adopción plena, de exis-
tir otras anteriores, aquéllas deberán ad-
quirir este carácter".
Aunque el texto que acabamos de repro-
ducir pueda parecer prima facie lógico y
equitativo, ya que tiende a lograr que to-
dos los menores se encuentren en la misma
situación legal dentro del régimen de la fa-
milia adoptiva, su aplicación práctica re-
sulta indudablemente difícil y confusa. Las
circunstancias que posibilitan la adopción
simple no son las mismas que permiten la
adopción plena; en consecuencia, si se ha
adoptado inicialmente un menor por el ré-
gimen de la adopción simple, los adoptantes
quedan imposibilitados de incorporar al nú-
cleo familiar a otro menor mediante los
vínculos más definitivos de la adopción ple-
na. Y es indudable que los mismos argu-
mentos son igualmente válidos cuando las
circunstancias se dan en forma inversa.
 PARTES INTERVINIENTES EN EL juicio. El
art. 9° de la ley derogada se ocupaba de las
formalidades inherentes al juicio de adop-
ción. Las mismas, con algunas modificacio-
nes de fondo o de enunciación, figuran en
el art. 10 de la ley 19.134. La prime-
~a de dichas modificaciones consta en
el inciso a) del artículo en estudio, de
acuerdo al cual: "La acción debe interpo-
nerse ante el juez o tribunal del domicilio
leí adoptante, o del lugar donde se otorgó
la guarda." El subrayado indica la parte
agregada. El inciso b) dice: "Son partes el
adoptante y el Ministerio de Menores. Tam-
bién podrán serlo los padres del adoptado
en los términos del art. 12". Elimina así la
necesidad de que comparezca el represen-
tante legal del menor. A nuestro juicio, esta
omisión no presenta ningún aspecto positi-
vo, ya que la comparecencia de dicho repre-
sentante legal implicaba un recaudo más,
que garantizaba la defensa de la situación
presente y futura del m>:".or.
En cuanto a los pai!;-j.s del adoptado, se
considera, al igual i;-.;>- en la ley anterior,
,jue también puedfv. ser partes en el juicio,
pero mientras (ty.i- en el inciso b) del art. 9
,ie dicha ley ' , ú n i c u causa que podía impo-
sibilitar su .'.'^parecencia era la pérdida de
!a patria potestad, el art. 11 de la ley 19.134
prevé un;; serie de circunstancias de aban-
dono y total desinterés que pueden llegar a
determinar también esa exclusión.
Las mismas, taxativamente enumeradas,
son las siguientes:
Artículo 11: "El padre o la madre del me-
nor no serán necesariamente citados al jui-
cio, y no se admitirá su presentación espon-
tánea en los siguientes casos: a) cuando
hubieran perdido la patria potestad; b )
cuando se hubiese confiado espontáneamen-
te al menor a un establecimiento de bene-
ficencia o de protección de menores, público
o privado, por no poder proveer a su crian-
za y educación, y se hubieran desenten-
dido injustificadamente del mismo en el as-
pecto afectivo y familiar durante el plazo
de un año; c) cuando hubieren manifestado
expresamente su voluntad de que el menor
sea adoptado ante el órgano estatal compe-
teine. la autoridad judicial, o por instru-
mento público; d i cuando el desamparo
moral o materia! del menor resulte eviden-
te, o por haber sido abandonado en la vía
miblica o sitios similares y tal abandono sea
coi,., ""bado por la autoridad judicial".
Cromos ,|ue está plenamente justificada
¡a inserción de este artículo en el cuerpo de
la 'ey, ya oiu- «• ^n algunos de los supues-
tos previstos no alcanzan a determinar la
pérdida de !;i patria potestad, son m u e s t r a s
claras e indudables de u n a v o l u n t a d de
abandono que coloca al menor en situeiones
de riesgo gravísimo, que la tutela estatal
debe tratar de remediar.
En cuanto al art. 12 de la nueva ley, men-
cionado en el inciso b) del art. 10, se refie-
re también a las partes intervinientes en el
juicio, y dice: "Fuera de los casos del ¡ir-
ticulo anterior, los padres del menor, o
cualquiera de ellos, podrán ser citados al
juicio. Ellos podrán pedir que se los tenga
por parte, y el juez o tribunal así lo dispon-
drá cuando existan justos motivos".
RECAUDOS QVK DEBEN CUMHLIKSK KM KL
JUICIO DE ADOKCIÓN. Los incisos del art. 10
que van del c) al h ) se ocupan do las reglas
que deben cumplirse en el juicio de adop-
ción e introducen modificaciones muy im-
portantes en relación a los equivalentes in-
sertos en el art. 9 de la ley anterior. Para
una mejor comprensión del nuevo cuerpo
legal consideramos necesario reproducirlos
a continuación, señalando, con un subraya-
do, los términos y alocuciones nuevas que
complementan los incisos que han sido poco
modificados:
"c) El juez o tribunal oirá personalmente,
si lo juzga necesario, al adoptado, siempre
que fuese mayor de 10 años, y a cualquier
peruana que se estime conveniente en bene-
ficio del menor.
"d) El juez o tribunal valorará si la adop-
ción es conveniente para el menor, teniendo
en cuenta los medios de vida y cualidades
morales y personales del o de los adop-
tantes.
"e) El juez o tribunal podrá ordenar, y
el Ministerio de Menores requerir las me'H-
dus de prueba o informaciones que estimen
convenientes.
"f) La acción podía interponerse antes de
cumplido el plax.o del art. ti° pero la senten-
cia sólo surtirá efecto a partir del venci-
miento de aquél.
"g) Las audiencias serán privadas y el ex-
pediente será reservado y secreto, ^«lamen-
te podrá ser examinado por las partís, sus
letrados, sus apoderados y los peri*.-, ¡n-
lervinientes.
"h) El juez i, tribunal no podrá enive.'ür n
remitir los autos, pudietido expedí" te.-ti-
monioa de sus constancias cuando s e - \ n be-
neficiosas para el menor, a juicio de! k;ez
o tribunal de la adopción, y sean requ^ri-
das por otros magistrados".
El inciso d) une los incisos d) y e i del
art. 9 de la ley anterior; en cuant > ¿i los
cuatro últimos incisos del artículo que anu-
l : zam'"< han sido introducidos en U', redac-
ción de la nueva ley y c o n f i g u r a n regias
complementarias de procedimiento ' f e s t i n a -
das a otorgar nuevos recaudos de irarantui
ai t r i i m i t t ; de adopción.
 El art. 13 de la ley 19.134 introduce una
modificación muy importante desde un
punto de vista práctico, ya que mientras el
art. 10 de la ley anterior establecía que la
adopción comenzaba a producirse desde la
fecha de la sentencia, el artículo menciona-
do retrotrae esos efectos a > a fecha de pro-
moción de la acción. Muchos tratadistas
que se han ocupado de la nueva ley conside-
ran que este criterio es poco acertado, ya
que equivale a dar carácter retroactivo a
una sentencia, extendiendo sus efectos has-
ta un momento en que la articulación del
derecho representa una mera exnectativa.
Dejamos para más adelante <:A análisis
del Capítulo II de la ley 19.134 que regla-
menta la adopción plena, y continuamos
con el estudio de las modificaciones irtrct-
ducidas por el Capítulo III de 'ai nueva ley
que, al igual que los artículos finales de la
ley 13.252, se ocupa de los Jist'ntos efectos
de la adopción simple.
ADOPCIÓN SIMPLE. El art. 20 de la nueva
ley agrega, a la afirmación común en am-
bos instrumentos legales de que la adopción
simple no crea vínculos de parentesco en-
tre el adoptado y la familia do sangre del
adoptante, la frase: sino a l<-x efectúa ex-
presamente determinado» por esta ley. E.Í-
pecifica, además, que lr>* hijos adoptivos
de un mismo adoptante m>rnn vonxide-radox
hermanos entre si.
Como en la ley 19.13-1 coexisten los ins-
titutos de la adopción ¡rima y de la adop-
ción simple, al analizar las disposiciones
que se relacionan con t^sta última nos en-
contramos con normas que no tenían razón
de ser en la ley anterior, tal, por ejemplo,
la incluida en el art. 21, que dice: "Es fa-
cultad privativa del juez o tribunal, cuando
sea más conveniente para el menor, y con-
curran circunstancias excepcionales, otor-
gar la adopi-ión simple. El otorgamiento
podrá ser únicamente de oficio y no de-
berán atenderse al respecto peticiones de
las partes".
Posiblemente el legislador ha querid*-.
contemplar con esta disposición algunos ca-
sos especiales, como aquéllos en los que al
menor podía no resultarle conveniente la
extinción total de los vínculos que lo liga-
ban a su familia de sangre, corno podría
suceder si los padres, legítimos o naturales,
fuesen poseedores de una gran fortuna, a la
que el menor no tiene por qué verse obliga-
do a renunciar.
La vigencia y prolongación de los dere-
chos y deberes resultantes de los vínculos
de sangre del adoptado, no se extinguen
por la adopción simple. Esto surge del art.
22 de la nueva ley, que funde los arts. 1 1
v 15 de la anterior, y dice: 'Los derechos y
deberes que resulten del vínculo de sangra
del adoptado no quedan extinguidos por la
adopción, con excepción de la patria potes-
tad, inclusive la administración y usufructo
de los bienes del menor, que se transfieren
al adoptante, salvo cuando se adopta al hijo
del cónyuge".
El art. 23, que se ocupa del apellido del
menor adoptado, reproduce casi exacta-
mente el art. 13 de la ley derogada, al de-
cir: "La adopción simple impone al adop-
tado el apellido del adoptante, pero aquél
podrá agregar el suyo propio", y agrega:
"La, viuda adoptante podrá nolicUnr <¡nt ••<•'
iiiip'iittia al (iduntatli) el apellido de su es-
poso premiicrto'1..
ÜERKCHOS SUCKSORIOS. Los arts. 24 y 2.3 de
la ley 19.134 se ocupan en forma detallada
de los derechos sucesorios resultantes de la
adopción, los que habían sido contemplados
muy someramente por la ley anterior. Ésta,
en su art. 16, decía: "El adoptante no he-
reda ab intestato al adoptado. Los descen-
dientes legítimos del adoptado tienen dere-
cho de representación en la sucesión del
adoptante".
Los artículos antes mencionados, intro-
ducen modificaciones sustanciales, y res-
pectivamente dicen: "El adoptante hereda
ab inténtalo al adoptado y es heredero for-
zoso en las mismas condiciones que los pa-
dres legítimos. Pero ni el adoptante hereda
los bienes que el adoptado hubiera recibido
a título gratuito de su familia de sangre,
ni ésta hereda los bienes que el adoptado
hubiere recibido a título gratuito de su
familia de adopción. En los demos bienes
los adoptantes excluyen a los padres de
sangre".
Artículo 25: "El adoptado y sus descen-
dientes legítimos o extramatrimoniales he-
redan por representación a los ascendientes
del adoptante, siempre que no se dé la
prohibición hereditaria del art. 3582 del Có-
digo Civil: pero no son herederos forzosos.
Los descendientes legítimos o extramatri-
moniales del adoptado heredan por repre-
sentación al adoptante y son herederos for-
zosos, siempre que no se dé la prohibición
hereditaria del art. 3582 del Código Civil".
Además, cabe hacer notar que la se-
gunda parte del art. 25 modifica también el
art. ¡5562 bis de la ley 17.711.
El art. 20 de la ley 19.134 se ocupa de las
prohibiciones en materia de matrimonio y
reproduce, con pocas modificaciones, espe-
cialmente de redacción, el art. 17 de la ley
derogada. Dice así: "No puedan contraer
m a t r i m o n i o : a ) Kl adoptante con el adop-
tado o alguno de MIS descendientes, ni los
hijos adoptivos entre sí; b ) Kl adoptado
con el cónyuge del adoptante, ni el adoptan-
te con el cónyuge del adoptado".
Se complementa con el art. 27 de la mis-
ma ley, sin antecedentes en la anterior, que
fija las sanciones correspondientes a las
violaciones de la disposición anterior: "El
matrimonio celebrado con los impedimentos
establecidos en el artículo anterior, estará
afectado de nulidad absoluta".
POSIBILIDAD DE REVOCAR LA ADOPCIÓN. La
adopción, tal como la encaraba la ley dero-
gada, al igual que la adopción simple pre-
vista por la ley 19.134 crea un vínculo que
puede ser revocado en circunstancias excep-
cionales, contempladas expresamente por la
ley. Es indudable que los redactores de am-
bas leyes han querido dar estabilidad a una
institución que, al estar destinada a cum-
plir funciones sociales y afectivas de gran
importancia, debe encontrarse rodeada del
máximo de garantías de perdurabilidad, las
que pueden ser dejadas de lado únicamente
en casos extremos, enumerados taxativa-
mente por la ley. El art. 28 dice que la
adopción simple es revocable:
"a) por haber incurrido el adoptado o el
adoptante en indignidad, en los supuestos
previstos por el Código Civil para impedir
la sucesión y también por haberse negado
alimentos sin causa justificada; b) por
acuerdo de partes manifestado judicialmen-
te, cuando el adoptado fuera mayor de
edad.
"La revocación extingue, desde su decla-
ración judicial, y para lo futuro, todos los
efectos de la adopción, con excepción de los
impedimentos matrimoniales del art. 26 de
esta ley".
La nueva ley elimina la posibilidad de
impugnación justificada deducida por el
adoptado dentro del término de un año in-
mediato a su llegada a la mayoría de edad,
y que la ley 13.252 había previsto en su
artículo 18.
NULIDAD DE LA ADOPCIÓN E INSCRIPCIÓN
DE LAS ACTAS RELACIONADAS CON LA MISMA.
El artículo 30 de la ley 19.134, que se ocu-
pa específicamente de las nulidades e ins-
cripciones de distintos trámites de la adop-
ción, se refiere, en primer término, a las
causas que pueden determinar esa nulidad,
y dice:
4
Sin perjuicio de las nulidades que resul-
ten de las disposiciones del Código Civil, se
aplicarán las siguientes reglas:
"1) Adolecerá de nulidad absoluta la adop-
ción obtenida en violación a los preceptos
sobre: a) La edad del adoptado; b) La di-
ferencia de edad entra adoptante y adop-
tado.
"2) Adolecará de nulidad relativa la adop-
ción obtenida en violación de los preceptos
sobre: a) La edad mínima del adoptante;
b) Vicios del consentimiento."
Se elimina una causa de nulidad absoluta,
prevista por el inciso a) del primer párrafo
del art. 20 de la ley 13.252 que habla de la
nulidad derivada de la violación de los re-
quisitos formales exigidos por esa ley al
acto constitutivo de la adopción; y otra de
nulidad relativa, contemplada por el inciso
a) del segundo párrafo del artículo que nos
ocupa, y que se relaciona con la exigencia
de que no exista descendencia del adoptante.
La eliminación de esta causa es lógica
consecuencia de la sanción del art. 4° de la
nueva ley que prevé expresamente la posi-
bilidad de la existencia de descendiente* del
adoptante. Además, el inciso b) del párrafo
en estudio habla únicamente de "vicios del
consentimiento", eliminando, así, la expre-
sión "ausencia del consentimiento" prevista
por el inciso c) del segundo párrafo del
art. 20 de la ley 13.252.
El nuevo art. 21 reproduce e\ texto del
art. 21 de la ley anterior, y dice: "La adop-
ción, su revocación o nulidad deberán ins-
cribirse en el Registro del Estado Civil y
Capacidad de las Personas". La única mo-
dificación estriba en el cambio del nombre
del ente oficial donde debe hacerse la ins-
cripción, el que en la época de la sanción
de la ley anterior se llamaba, simplemente,
Registro Civil.
Nos ocuparemos ahora de las dos gran-
des modificaciones introducidas por la ley
19.134. Hablaremos, en primer término, de
la Adopción Plena, a cuya trayectoria his-
tórico-legal nos hemos referido anterior-
mente, y luego analizaremos los efectos de
la adopción conferida en el extranjero.
ADOPCIÓN PLENA. Los que han estudiado
las ventajas y dasventajas que presenta
esta institución, llamada en muchos países
legitimación adoptiva, han llegado a la con-
clusión de que su aspecto más positivo está
representado por la incorporación completa
del adoptado a la familia del adoptante, has-
ta el extremo de que la filiación que le con-
fiere sustituye a la de origen.
Así lo afirma el art. 14 de la ley 19.134:
"La adopción plena confiere al adoptado
una filiación que sustituye a la de origen.
El adoptado deja de pertenecer a su familia
de sangre y se extingue el paü^ntesco con
los integrantes de ésta, así como todos sus
efectos jurídicos, con la sola excepción de
que subsisten los impedimentos matrimo-
niales. El adoptado tiene, en la familia del
adoptante, los mismos derechos y obliga-
ciones del hijo legitimo".
(.¿uiÉNi'.s PUKDEN ADOPTAR. Al ocuparse de
este punto el art. 15 dice: "Podrá ser adop-
tante por adopción plena cualquier persona
casada, viuda, divorciada o soltera que reú-
na los requisitos establecidos por las dis-
posiciones de la presente ley y no se en-
cuentre comprendida en sus impedimentos.
Cuando la guarda del menor hubiera comen-
zado durante el matrimonio, y el período
legal se completare después de la muerte
de uno de los cónyuges, podrá otorgarse la
adopción al viudo o viuda, y el hijo adopti-
vo lo será del matrimonio". Es decir, que
las condiciones requeridas son las misma*
que se exigen en la adopción simple, y que
los impedimentos son también los mismos.
QUIÉNES PUEDEN SER ADOPTADOS. El art.
16 dispone: "Sólo podrá ctorgarse la adop-
ción plena con respecto a los menores: a)
huérfanos de padre y madre; b) que no
tengan filiación acreditada; c) que se en-
contraren en alguna de las situaciones pre-
vistas por el art. 11".
Para que el adoptado pueda incorporarse
a la familia del adoptante, con todas las
características previstas por el instituto de
la adopción plena, es necesario indudable-
mente, que los vínculos que lo han ligado n
su familia de sangre se hayan extinguido
previamente, ya sea por muerte o por aban-
dono. Esto es, al menos, lo que surge de'
artículo que acabamos de reproducir.
Cabe recordar que el art. 11, mencionad^
por el último de los incisos del art. 16, se
refiere a casos en que el abandono del me-
nor puede determinar la pérdida de la pa-
tria potestad de los padres del presunto
adoptado, o crear situaciones familiares lí-
mites, de características muy semejantes,
que implican la carencia total de tutela y
protección.
CONSECUENCIAS DE LA ADOPCIÓN PLENA EN
RELACIÓN AL APELLIDO. Artículo 17 : "El hijo
adoptivo llevará el primer apellido del adop-
tante, o su apellido completo si éste solicita
su agregación. En caso de que los adoptan-
tes sean cónyuges, a pedido de éstos podrá
agregarse al adoptado el apellido compuesto
del padre adoptivo, o el de la madre adop-
tiva. En uno y otro caso podrá el adoptado,
después de los 18 años, solicitar esta adi-
ción. Si la adoptante fuese viuda, o mujer
casada cuyo marido no hubiese adoptado al
menor, éste llevará el apellido de aquélla,
salvo que existieran causas justificadas pa-
ra imponerle el de casada".
OTRAS CONSECUENCIAS DE LA ADOPCIÓN
PLKNA; IRREVOCABILIDAD. Artículo 18: "La
adopción plena es irrevocable. Confiere al
adoptado la situación jurídica ds hijo legíti-
mo, y de acuerdo con el art. 15 in fine, tam-
bién recibe el nombre del adoptante, aun-
que éste falleciese". La irrevocabilidad de la
adopción plena hace a la esencia misma oe
ja institución que otorga, de esta manera,
una situación definitiva al hijo adoptado,
asimilable, en todos sus efectos, a la del hi-
jo de sangre.
Artículo 19: "Después de acordada ia
adopción pieria, no es admisible el reconoci-
miento del adoptado por sus padres de san-
gre, ni el ejercicio por el adoptado de la
acción de filiación respecto de aquéllos, con
la sola excepción de la que tuviere por ob-
jeto la prueba del impedimento matrimo-
nial del art. 14".
Lo dispuesto por este artículo es lógica
consecuencia del espíritu que llevó a la in-
corporación de la adopción plena a nuestra
ley sobre la materia, y que se manifiesta
también, como ya hemos visto, en las nor-
mas sobre irrevocabilidad de la adopción.
DISPOSICIONES TRANSITORIAS. Las dispo-,
siciones que hemos analizado a lo largo de
esta nota, y que se relacionan con la adop-
ción simple tanto como con la plena, se com-
plementan con las normas de los arts. 34 y
35 incluidos en el Capítulo V destinado, en-
tre otras cosas, a las disposiciones conside-
radas como transitorias.
Artículo 34: "Las adopciones anteriores
a. la vigencia de esta ley quedan sometidas
al régimen de la adopción simple, pero po-
drán ser convertidas en adopciones plenas a
pedido de los adoptantes, con consentimien-
to de los adoptados si éstos hubieren alcan-
zado la mayoría de edad. También podían
pedirla los adoptados mayores de edad, con;
consentimiento de los adoptantes. La peti-
ción y el consentimiento podrán formularse
por disposición de última voluntad".
Artículo 35: "En los juicios pendientes,
y a petición de los adoptantes, podrá decre-
tarse la adopción plena, si se reúnen los re-
quisitos exigidos por esta ley".
EFECTOS DE LA ADOPCIÓN CONFERIDA KN
EL EXTRANJERO. La ley 13.252 no se ocujia*;'
ba de las adopciones conferidas en el ex~
tranjero, pero frente a situaciones de het-iui,
muchas veces muy conflictivas, los redac
tores de la ley 19.134 dedicaron dos artícu-
los a prever y reglamentar esta posibilidad.
Nos referimos a los arts. 32 y 33, que en-
cabezan el Capítulo V. El primero dice:
"La situación jurídica, los derechos y debe-
res de adoptantes y adoptados entre sí, se
regirán por la ley del domicilio del adopta-
do al tiempo de la adopción, cuando ésta
hubiere sido conferida en el extranjero".
Artículo 33: "La adopción concedida en
el extranjero, de conformidad a la ley de
domicilio del adoptado, podrá transformar-
se en el régimen de la adopción plena esta-
blecida en la presente ley, acreditándose di-
cho vínculo y prestando su consentimiento
los adoptantes y los adoptados, quienes de-
berán ser mayores de edad".
Para finalizar, debemos' consignar el ar-
tículo 36, que dice: "Entra en vigencia esta
ley desde su promulgación, y quedan dero-
gadas la ley 13.252 y el art. 3569 bis del
Código Civil".
JuHiSPRtinENciA. — Necesidad d" evitar trámites inne-
ccsano-i: La adopción, como instituto comprensivo do
múltiples intprr S fs, con prevalencia del interés público
y en t-' orden privado del menor, induce a eliminar los
trámites que sean inconducentes a! logro de talrs pro-
pósitos. (Cám. Nac. Civ., Sala B, 28/4/1972. El Df
recho 27/7/1972. Quienes purdfn fído))tti'. La adopción
fs improcedente si quienes la solicitan no se encuen-
tran unidos por matrimonio que sí a. considerado válido
ir r.:: ..tro país. (Cám. Nac. Civ., Sala A, 24/2/1972,
L.L, 27/11/1972).
ADQUISICIÓN DE LA HERENCIA. < T .
I, pág. 519). El art. 3410 del Código Civil,
que encabeza, el Capítulo 1 del Titulo IV,
destinado a legislar sobre los derechos del
heredero, después de la sanción de la ley
17.711, dice: "Cuando la sucesión tiene lu-
gar entre ascendientes, descendientes // <-<>n-
yuge, el heredero entn en posesión <le la
herencia desde el día de la muerte del autor
de la sucesión, sin ninguna formalidad e
intervención de los jueces, aunque ignorase
la apertura de la sucesión y su llamamien-
to a la herencia".
La reforma ha modificado la redacción
riel artículo reemplazado, por la sola inclu-
sión del cónyuge entre los herederos. Se
continúa, así, con la "investidura de la su-
cesión al heredero", pero en la realidad na-
die puede comenzar a disponer de bienes
por el mero hecho de suceder al causante,
ya que son muchos los recaudos que antes
debe cumplir.
El art. 341], que se ocupaba de la adqui-
sición de la herencia por los herederos legí-
timos, ascendientes o descendientes, que se
encontrasen fuera de la República, o de la
provincia donde se encontrasen !<>s bienes,
ha sido derogado por.la ley 17.711.
ADQUISICIÓN DEL NOMBRE. (T. I,
pág. 523.) Con fecha 10 de junio de 1969,
es decir, con mucha posterioridad a la apa-
rición de esta voz en la k'iicirl<>i>ri!in, se
sancionó la ley 18.248 reguladora del nom-
bro de las personas naturales, y en ella se
determina el derecho y el deber de usar el
nombre y apellido que corresponda de
acuerdo a las disposiciones de la propia ley;
"a libertad de elección de nombre, con ex-
clusión de los que sean extravagantes, ri-
dículos, contrarios a nuestras costumbres,
pxpresivos dt> tendencias políticas o ideoló-
gicas, o que .susciten equívocos respecto del
sexo de la persona a quien se impone; '"s
nombres extranjeros que nn ostrn ca>t>•••':..-
nizados por el uso, salvo que se tratare de
los nombres de los padres del inscripto si
fueren de fácil pronunciación y no tuvieran
traducción en el idioma nacional. Se cxcejf
túa de estas normas a los hijos de los fun-
cionarios o empleados extranjeros de las re-
presentaciones diplomáticas o consulares
acreditadas ante nuestro país. Prohíbese
también utilizar los apellidos como nombre,
así como aquellos nombres idénticos a los
de los hermanos vivos. Tampoco se pueden
inscribir más do tres nombres.
Por otro urlictilii se establece que la mu-
jer, al contraer matrimonio, añadirá a su
apellido el de su marido precedido p*.r la
preposición "de", pero podrá seguir usando
su apellido de soltera, si fuese conocida en
el comercio, industria o profesión. 1.a viuda
está autorizada para requerir ante <•! Re-
gistro del Estado Cicil la supresión del ape-
llido marital, < • ! cual perderá si contrajere
nuevas nupcias, asi como también en el caso
de decretarse la nulidad del matrimonio,
salvo su derecho a pedir autori/.ación para
usarlo, cuando tuviere hijos y fuese cónyu-
ge de buena fi>.
Regúlase también el apellido de los hijos
adoptivos que será el del adoptante.
Asimismo se establecen las normas para
la modificación, cambio o adición de nom-
bre o apellido y para la rectificación de
errores de partidas.
AFECCIÓN DE BIENES. (T. I, pág
552.) A los diversos casos de afección (o
afectación) de bienes citados en la voz co-
rrespondiente, cabe ahora añadir el señala-
do por la ley 19.724, cuyo art. I9 determina
que todo propietario de edificio construido
o en construcción o de terreno destinado a
construir en él un edificio, que se proponga
adjudicarlo o enajenarlo a título oneroso
por el régimen de propiedad horizontal, de-
be hacer constar, en escritura pública, su
declaración de voluntad de afectar el in-
mueble a la subdivisión y transferencia del
dominio de unidades por tal régimen.
La norma precitada tiene como principal
finalidad evitar que se frustren los dere-
chos en expectativa de los adquirientes, en
el período de prehorizontalidad, es decir,
desde el momento que se ofrece una unidad
que todavía no está en construcción hasta
aquél en que finaliza la edificación y se
cumplen los trámites para adjudicar el do-
minio.
L'na vez inscripta la escritura de afecta-
ción en el Registro de la Propiedad Inmue-
ble, quedan limitadas las facultades de dis-
ponibilidad del propietario, e impedir .'.si
los abusos que en esa clase c'e operat'io-
v i s -i' venían realizando con lamentable
frecuencia, constitutivos de verdaderas es-
tafas.
En la ley comentada se determinan am-
pliamente: las constancias que deben figu-
rar en la escritura; la documentación que
se ha de entregar al escribano; la obliga-
ción de inscribir en el Registro y la inclu-
sión de esa circunstancia en los certificados
que el mismo expida; los efectos que la
anotación produce, inhibiendo al propieta-
rio para disponer o gravar el inmueble, sal-
vo en los casos que expresamente se de-
terminan; los casos en que la desafectación
es procedente; la publicidad de la afecta-
ción; las condiciones de publicidad de las
ofertas; el deber de información a terce-
ros; el registro por el propietario, de los
.contratos que celebre con los adquirientes;
la preferencia de los contratos registrados;
los datos que deben contener las escrituras
de adquisición y cómo deben ser redacta-
das ; la constancia en el contrato de las con-
diciones de reajuste de precio, en el supues-
to de que hubiese sido estipulado, siendo
nula cualquier cláusula que deje librado el
reajuste a la voluntad del propietario, ven-
dedor, constructor o terceros vinculados a
ellos, aunque actúen en calidad de arbitros;
la responsabilidad solidaria de los inter-
vinientes en los contratos, por la restitu-
ción de las señas o anticipos recibidos, sin
perjuicio de la responsabilidad penal; los
requisitos para la cesión, rescisión o resolu-
ción de los contratos; las condiciones que
ha de observar el propietario para poder hi-
potecar el inmueble afectado; y las penali-
dades en que incuren quienes infrinjan al-
gunas de las disposiciones contenidas en
la ley.
AGENTES DE CAMBIO Y BOLSA. (T.
I, pág. 566.) La actividad de los agentes de
bolsa se encuentra reglamentada por los
arts. 39 a 51 de la ley 17.811, en los cuales
se impone a los mercados de valores la obli-
gación de llevar un registro de quienes des-
arrollan aquella actividad, no pudiendo ac-
tuar quienes no estén inscriptos en el mis-
mo, siendo obligación de los mercados dar
información relativa a los agentes a la Co-
misión Nacional de Valores. Para ejercer
esa función se requiere ser mayor de edad,
accionista del mercado de valores corres-
pondiente, constituir una garantía, poseer
idoneidad, solvencia moral y responsabili-
dad patrimonial, así como ser socio de la
bolsa de comercio a la cual esté adherido el
mercado de valores. No pueden ser inscrip-
tos como agentes: los fallidos por cualquier
clase de quiebra ni los concursados hasta
cinco años después de su rehabilitación; los
condenados con penas de inhabilitación pa-
ra ejercer cargos públicos; los condenados
por delito cometido con ánimo de lucro o
por delito contra la fe pública; las perso-
nas en relación de dependencia con las so-
ciedades que coticen sus acciones; los fun-
cionarios y empleados de la nación, las
provincias y los municipios, con excepción
de los que desempeñen funciones docentes
o integren comisiones de estudio; las perso-
nas que ejerzan tareas que las reglamenta-
ciones de los mercados de valores declaren
incompatibles con la función de agente de
bolsa. La ley regula los requisitos para la
inscripción de los aspirantes y señala la
obligación de los agentes de guardar secre-
to de las operaciones que realicen.
AGENTES DE RETENCIÓN. (T. I,
pág. 568.) En lo que afecta al impuesto a
los réditos, ae han publicado, con posterio-
ridad a la aparición de esta voz, un texto
ordenado en el año 1960 y otro en el año
1968 (dec. n' 3523/68) modificatorios am-
bos de algunos preceptos de la ley regula-
dora de esta materia. Asimismo el decreto
n? 4778/61 reglamentario de la ley 11.682,
ha sido modificado por el decreto n' 586/68.
En 29 de diciembre de 1970 se promulgó
la ley 18.891 que introduce nuevas modifi-
caciones a la ley 11.682 (t. o. en 1968).
Conviene también señalar que la ley
18.610, creadora del Instituto Nacional de
Obras Sociales, dispuso en su art. 7? que
los empleadores serán agentes de retención
de los aportes correspondientes a su perso-
nal, que deberán depositar mensualmente
en las condiciones que fije la reglamen-
tación.
AGENTES DIPLOMÁTICOS. (T. I, pág.
581.) La cita que en esta voz se hizo al art.
96 de la Constitución, estaba referida a la
ya derogada de 1949'. Corresponde al art.
101 de la de 1858 vigente.
El Servicio Exterior de la Nación se rige
por la ley 17.702, sancionada y promulgada
(por un gobierno de /ocio) con fecha 9 de
abril de 1968 y que establece normas sobre
los funcionarios (con determinación de sus
categorías); el ingreso al cuadro perma-
nente; el Instituto del Servicio Exterior;
las obligaciones, derechos, prohibiciones y
funciones de los funcionarios; las califica-
ciones, ascensos y separación; la Junta Cali-
ficadora; el régimen disciplinario; los tras-
lados; las retribuciones; los pasajes; los
pasaportes; las licencias; la disponibilidad;
las jubilaciones, retiros y pensiones; y de
los agregados especializados.
AGENTES MARÍTIMOS. (T. I, pág.
585.) .Las normas legales relativas a la na-
vegación, han sido modificadas por la ley
20.094 de 15 de enero de 1973. Véase en
este Apéndice la actualización de la voz
DERECHO MARÍTIMO.
AGRAVIO MORAL. (T. I, pág. 604.) El
art. 1078 del Código Civil, antes de la re-
forma de la ley 17.711 decía: "Si el hecho
fuese un delito del Derecho Criminal, la
obligación que de él nace no sólo comprende
la indemnización de pérdidas e intereses
sino también el agravio moral que el delito
hubiese hecho sufrir a la persona, molestán-
dole en su seguridad personal, o en el goce
de sus bienes, o hiriendo sus afecciones le-
gítimas".
Como consecuencia de esta redacción, mu-
chos tratadistas consideraban que la re-
paración del agravio moral correspondía,
únicamente, si se trataba de un delito del
Derecho Criminal.
En su redacción actual, el mencionado ar-
tículo parte del principio de la "reparación
integral", que ha inspirado a la mayoría de
las disposiciones legales sobre la materia,
y dice: "La obligación de resarcir el daño
causado por los actos ilícitos comprende,
además de la reparación de pérdidas e inte-
reses, la reparación del agravio moral oca-
sionado a la víctima. La acción por indem-
nización del daño moral sólo competerá al
damnificado directo; si del hecho hubiere
resultado la muerte de la víctima, única-
mente tendrán acción los herederos for-
zosos". (V. la actualización de la voz OBLI-
GACIONES.)
AGRAVIOS. (T. I, pág. 313.) El art. 226
del derogado Código de Procedimientos en
Materia Civil y Comercial corresponde al
art. 242 del vigente Código Procesal Civil
y Comercial (ley 17.454), así como el art.
227 tiene su correspondiente en el art. 245.
AGUA. (T. I, pág. 14.) El inc. 5? del art.
2340 del Código Civil, señalaba como del
dominio público los lagos navegables por
buques de más de cien toneladas y sus már-
genes. La ley 17.711 ha suprimido en ese
artículo la determinación del tonelaje de
los buques, limitándose a señalar entre los
bienes del dominio público 'los lagos na-
vegables y sus lechos".
El art. 68 inc. 14 de la Constitución Na-
cional, que se citaba en esta voz, correspon-
de al art. 67 inc. 14 de la vigente Constitu-
ción de 1853. Pero es de advertir que con
relación al tema de esta voz, en la de 1853
no figura la frase "y establecer el régimen
de las aguas de los ríos interprovinciales y
sus afluentes".
La ley 18.870 creó el Tribunal Adminis-
trativo de la Navegación, con jurisdicción
en todas las aguas navegables de la Nación
o de las Provincias que sirvan al tránsito y
comercio interjurisdiccional y en sus cos-
tas y puertos, así como en los accidentes de
la navegación que sufran o causen en alta
mar los buques de pabellón nacional u ocu-
rran a bordo de los mismos.
ALEGATO (T. I, pág. 636.) La norma
contenida en el art. 103 del derogado Códi-
go de Procedimientos en Materia Civil y
Comercial, ha pasado al art. 359 del vigente
Código Procesal.
ALEVOSÍA. (T. I, pág. S38.) El art. 80
del Código Penal (redacción anterior), al
ocuparse de las circunstancias o modalida-
des que, en caso de homicidio, se conside-
ran como agravantes y determinan, en con-
secuencia, la aplicación de una penalidad
mayor, incluía entre las mismas la alevo-
sía. El párrafo pertinente disponía: "Se
aplicará reclusión perpetua o prisión perpe-
tua, pudiendo aplicarse lo dispuesto en el
art. 52:
1) . . . . . .
"2) Al que matare a otro con alevosía o
ensañamiento, por precio, promesa remune-
ratoria, sevicias graves, impulso de per-
versidad brutal, o por veneno, incendio,
inundación, descarrilamiento, explosión, o
cualquier otro medio capaz de causar gran-
des estragos."
La modificación introducida por la ley
17.567 en relación a la agravante que nos
ocupa es sólo de forma, disminuye las cir-
cunstancias contempladas en el inciso 2,
pero conserva la misma penalidad, y dice:
"Se impondrá reclusión perpetua o prisión
perpetua, pudiendo aplicarse lo dispuesto en
el art. 52, al que matare:
1) . . . . . .
"2) Con ensañamiento, alevosía, veneno u
otro procedimiento insidioso" *.
JURISPRUDENCIA. — No existe alevosía en quien, al
practicar una operación quirúrgica careciendo de título
habilitante, causa lesiones, dado que el paciente prestó
su consentimiento, y aquél no creó ni aprovechó el es-
tado de indefensión de la víctima. (Cám. Nac. Orim. j
Correcc., Sala VI, 20/8/1968, El Derecho, t. 24, pás.
756.) Debe desecharse la hipótesis de homicidio con
alevosía (art. 80, irte. 2 del Cód. Penal), si no h>
mediado aprovechamiento del estado de indefensión
del sujeto pasivo, ni tampoco se obró sobre seguro o >
traición. (Cám. Nac. Crim. y Corree., 27/10/1968, El
Derecho, t. 24, pig. 235.) Si lo que caracteriza al homi-
cidio agravado por alevosía es el aprovechamiento insi-
dioso del estado de indefensión de la víctima, quien
mata al que está durmiendo, aprovecha el extremo máxi-
mo de ocultamiento moral, debiendo responder por su
* NOTA. Ya en prensa este trabajo, el Congreso de I
Nación sancionó con fecha 27-5-73 la ley 20.509 c
derogó, entre otras, la ley 17.567, salvo los arts. *
inc. 7 y 11, 179 (29 párrafo), 190, 194 y 198
Código Penal.
conducta en los términos del ai t. 80, inc. 2 del Tód.
Penal. (Sup. Trib. de Just. de Ohubut, 29/G/190S, J.A.,
ÍHÍ8.) Aun cuando e] acto del homicida no baya tenido
por fin el de preordenar el estado de indefensión de la
víctima, su conducta es igualmente alevosa si aprovechó
la oportunidad que ese ;ícto le brindó, en forma insi-
diosa y pérfida, golpeando brutalmente a la víctima Que
estaba de espaldas e inclinada para recoger lo caído.
(Sup. Corte Buenos Aires, 21/7/1968. J.A.. 2 1 - 7 - 1 (><!!>.)
' ALIMENTOS. (T. I, pág. 645.) Acerca
de esta cuestión jurídica, la única parte
que ha sido modificada por la ley 17.711
es la correspondiente a los alimentos entre
cónyuges, por lo cual se hace remisión a la
voz EFECTOS DEL MATRIMONIO.
ALUVIÓN. (T. I, pág. 661.) El art. 1133
del Código Civil, que fue citado en esta voz,
ha sido derogado por la ley 17.711. La res-
ponsabilidad del dueño de las cosas inani-
madas por los daños que las mismas causa-
ren, aparece determinada en un segundo pá-
rrafo añadido por esa ley al art. 1113. Se
mantiene el criterio de que para eximirse
de responsabilidad deberá el dueño demos-
trar que de su parte no hubo culpa; pero
se añade que si el daño obedeciere al riesgo
o vicio de la cosa, sólo se eximirá total o
parcialmente de la responsabilidad acredi-
tando la culpa de la víctima o de un tercero
por quien no deba responder. Se establece,
pues, la teoría pura de la responsabilidad
sin culpa o responsabilidad derivada del
mero riesgo que las cosas representan.
ALLANAMIENTO A LA DEMANDA.
(T. I, pág. 665.) Con posterioridad a la re-
dacción de esa voz, el tema del allanamien-
to a la demanda aparece expresamente re-
gulado en el Código procesal civil y comer-
cial (ley 17.454), cuyo art. 307 determina
que "el demandado podrá allanarse a la de-
manda en cualquier estado de la causa ante-
rior a la sentencia", en cuyo caso "el juez
dictará sentencia conforme a derecho, pero
si estuviere comprometido el orden público,
el allanamiento carecerá de efectos y conti-
nuará el proceso según su estado" y "cuan-
do el allanamiento fuere simultáneo con ei
cumplimiento de la pretensión reclamada, la
resolución que le admita será dictada en la
forma prescrita por el art. 161"; precepto
éste que establece el contenido que han de
tener las sentencias interlocutorias.
Además, el art. 70 de la ley procesal de-
termina que no se impondrán costas al ven-
cido cuando hubiese reconocido oportuna-
mente como fundadas las pretensiones de
su contrario, allanándose a satisfacerlas, a
menos que hubiese incurrido en mora o que
por su culpa hubiera dado lugar a la recla-
mación; así como tampoco si se allanare
dentro del quinto día de tener conocimien-
to de los títulos o instrumentos tardíamen-
te presentados. Para que proceda la exen-
ción de costas —dice el precitado artículo—
el allanamiento debe ser real, incondiciona-
do, oportuno, total y efectivo; norma que se
encuentra complementada por el art. 76 que
impone las costas al vencedor cuando de los
antecedentes del proceso resultare que el de-
mandado no ha dado motivo a la interposi-
ción de la demanda y se allana- e dentro del
plazo para contestarla.
No hay para qué añadir que las conside-
raciones doctrinales que se fijaron en la re-
dacción de este tema, mantienen su absolu-
ta validez.
. H ' R l s P R l ' D K N O l A . — A l l a n a m i e n t o . Requisito*. No hay
allnnamk'nto si se ponen condiciones que suponen la
subsistencia del litigio en el nivel donde se pretenele q u e
el allanamiento se opere. (Cám. 19 C, í'. La IMnu.
Sal» t i l . 2 7 / 4 / 1 9 7 2 . L. 7,.. 20-1 2-1 » 7 2 . )
AMENAZAS. (T. I, pág. 670.) El delito
representado por la formulación de amena-
zas destinadas a la concreción de una ac-
ción u omisión no había sido tipificado en
la redacción primitiva del Código Penal,
pero en la actualidad está contemplado por
el art. 149 bis, incorporado al mencionado
cuerpo legal por la ley 17.567. El mismo
dice: "El que mediante amenazas graves o
violencias compeliere a otro a hacer, no ha-
cer o tolerar algo a lo que no está obligado,
será reprimido con prisión de tres meses a
dos años. El que hiciere uso de amenazas
injustas y graves para alarmar o amedren-
tar a una o más personas, será reprimido
con prisión de un mes a un año. La pena se
elevará al doble cuando los hechos cometi-
dos en este artículo fueren cometidos con
armas de fuego o por tres o más personas
reunidas, o si las amenazas fueren anóni-
mas. En este caso, la acción penal es de
oficio.
El delito que nos ocupa ha sido contem-
plado también por la ley 17.567 en el inciso
2 del art. 72, incluido en el Título XI, "Del
ejercicio de las acciones". El mismo dice:
"Son acciones dependientes de instancia
privada las que nacen de los siguientes de-
litos :
"Inc. 2) : Amenazas del art. 149 bis, se-
gundo párrafo" *.
* NOTA. En prensa ya este trabajo, el Congreso de la
Nación sancionó con fecha 27-5-1973 la ley 20.509 que
derogó, entre otras, la ley 17.587, salvo los arts. 173,
incs. 7 y 11, 179 (2'.' párrafo), 190. 194 y 198 del
Oódieo Penal.
A N O T A C I Ó N PREVENTIVA. (T. I,
pág. 395.) Los artículos del Código Proce-
sal Civil y Comercial que en este trabajo
fueron citados, corresponden ahora a los si-
guientes del vigente Código de Procedi-
mientos Civil y Comercial: el 473 a los 533
y 538; el 482 al 538. Y en lo que se refiere
a los artículos citados en relación cor el
Registro de la Propiedad, es de hacer nocar
que con posterioridad a la inserción de esta
voz en la Enciclopedia se sancionó, primero
la ley 17.417 del año 1967, y más tarde la
17.801 del año 1968, cuyo capítulo VII se
refiere a las inscripciones y anotaciones
provisionales y preventivas.
APERTURA DE LA SUCESIÓN MOR-
TIS CAUSA. (V. la actualización de las vo-
ces SUCESIÓN ABINTESTATO y SUCESIÓN TES-
TAMENTARIA.)
APERTURA DE TESTAMENTO. (T. I,
pág. 730.) El art. 704 del Código de Proce-
dimientos en Materia Civil y Comercial,
que se citó en esta voz, determinaba que la
apertura del testamento se habría de hacer
a presencia del juez y del interesado, ex-
tendiéndose por el actuario diligencia ex-
presiva de cómo se encuentra la cubierta y
sus sellos y demás circunstancias que ca-
racterizasen el estado actual, debiendo ser
suscrita esa diligencia por el juez y por el
que haga la presentación, y autorizada por
el secretario. Ese artículo ha sido modifi-
cado por el 730 del Código Procesal Civil y
Comercial (ley 17.454) en el sentido de
que el juez señalará audiencia a la que cita-
rá a los beneficiarios y a los presuntos he-
rederos cuyos domicilios fueren conocidos
y al escribano y testigos, si se tratare de
testamento cerrado.
APODERAMIENTO ILÍCITO DE AE-
RONAVES. (CONVENIO PARA LA REPRESIÓN
DEL) * Con la firma, el 16 de diciembre de
1970, en la Ciudad de La Haya del "Conve-
nio para la represión del apoderamiento ilí-
cito de aeronaves", culmina un proceso ini-
ciado en la OACI en 1968, cuando en la
reunión de Buenos Aires, su Asamblea Ge-
neral, decidiera iniciar un estudio de este
hecho antijurídico, que con el incremento
logrado en los últimos tiempos, ponía en
peligro la seguridad de uno de los medios
más eficaces de transporte.
Consta de 14 artículos, precedidos por
un preámbulo, siendo sus dos últimos de
mera forma, destacándose de ellos, tan sólo
la mención contenida en el 13, por la cual
se lo abre a la firma, luego de concluida la
conferencia, en tres sitios diferentes, Wash-
ington, Londres y Moscú, continuándose
una postura iniciada en 1967 con el "Trata-
Por el Dr. ÓSCAR FERNÁNDEZ BRITAL.
do sobre los principios que deben regir las
actividades de los Estados en la explora-
ción y utilización del espacio ultraterrestre
incluso la Luna y otros cuerpos celestes"
(Ver Enciclopedia Omeba T. X, pág. 728).
Se tipifica en su artículo primero, el apo-
deramiento ilícito de aeronave, en sus fa-
ces de acción material, control de la aero-
nave o intento, concretado por medio de vio-
lencia, amenaza de violencia o cualquier
otra forma de intimidación.
Ante la imposibilidad de lograr un acuer-
do sobre las penas a aplicarse, se optó por
una mención de difícil interpretación, al es-
tipularse (art. 2) que los Estados partes
".. se obligan a establecer penas severas".
Este concepto, si bien puede parecer cla-
ro, en una primera observación, por tratar-
se de un elemento muy subjetivo dará lugar
a aplicaciones diversas. La Argentina ha-
bía propuesto la calificación, además, de
eficaces, a atribuirse a las mismas.
Siguiendo el criterio elaborado en el Con-
venio de Tokio sobre delitos y ciertos otros
actos cometidos a bordo de las aeronaves,
de 1963, (Art. 5-2) (Ver Enciclopedia Ome-
ba T. XXVI pág. 228) se entiende que la
aeronave se halla en vuelo, desde que se
cierran y hasta que se abren las puertas de
embarque y desembarque. Esta comunidad
así creada, se extenderá, en caso de aterri-
zaje forzoso, hasta el momento en que las
autoridades competentes se hagan cargo de
la misma.
El Convenio (Art. 3-2) no se aplica a ias
aeronaves en servicios militares, de adua-
nas o de policía, con una enumeración apa-
rentemente taxativa, cuando se hubiera de-
bido optar por una enunciación de princi-
pios, como la de haberlas caracterizado
como aeronaves al servicio del poder pú-
blico.
La aeronave se aplica al caso de vuelos
reales internacionales (Art. 3-3), siempre
que los territorios de los aterrizajes y des-
pegues no pertenezcan a Estados Contratan-
tes que constituyan organizaciones de ex-
plotación en común, con aeronaves de
matrícula común (Art. 5).
Las normas relativas a investigación, de-
tención y aplicación de sanciones, se apli-
carán igualmente, cualquiera sea el lugar
de aterrizaje, si el delincuente se halla en
el territorio de un Estado distinto al de ma-
trícula de la aeronave (Art. 3-5).
La jurisdicción del Estado actuante, se
establece para los casos en que el delito se
haya cometido en una aeronave matriculada
en su registro; si la a< i ^nave aterriza con
el delincuente aún a bcrc ?i su territorio;
si el delito se comete a bord-j cié u_na aero-
nave dada en arrendamiento sin trív.ui "'""
a una persona que en tal Estado tenga su
oficina principal, o su residencia perma-
nente.
Además cada Estado Contratante toma-
rá las medidas necesarias para establecer
su jurisdicción sobre el delincuente, si no
concede la extradición a los Estados antes
mencionados. Por último, en el mismo art.
4, se establece que no se excluye la jurisdic-
ción penal ejercida de acuerdo con sus le-
yes nacionales, en ningún caso.
A cargo de los Estados Contratantes, re-
cae la obligación, si el delincuente se halla
en su territorio, de detenerlo y tomar las
medidas necesarias para asegurar su pre-
sencia, de acuerdo a su legislación; de
iniciar una investigación preliminar, comu-
nicando estas situaciones al Estado de ma-
trícula de la aeronave, y al del que sea na-
cional el detenido (Art. 6).
La norma de mayor importancia la halla-
mos en el artículo 7, por el cual, los Estados
se comprometen, si no otorgan la extradi-
ción al delincuente, a enjuiciarlo sin excep-
ción alguna, considerándolo como delito
grave. De esta manera se ha logrado que
los autores del apoderamiento ilícito no
queden sin ser juzgados. Originariamente
se había propuesto la expresión "cuales-
quiera que sean los móviles del delito", pero
no prosperó y se incluyó en la actual fórmu-
la de transacción.
La importancia de perseguir a los delin-
cuentes se reitera en el art. 80, por el cual
se deben considerar como extradibles estos
delitos, debiéndose considerar a este Con-
venio, en los casos en que no haya tratado
sobre ella, "como la base jurídica necesa-
ria para la extradición referente al delito".
Por el art. 9"?, los contratantes se obli-
gan, en todos los casos en que se hayan co-
metido los delitos o intentos de ellos, que
regula, a tomar las medidas apropiadas
para restituir al comandante de la aeronave
el control de la misma, norma ésta tendien-
te a lograr la continuidad de la actividad
aeronáutica.
Se acuerda además (art. 10) la mayor
colaboración en materia penal, con relación
a los actos mencionados.
Esta colaboración, se ve asimismo am-
pliada por el compromiso de información
que contraen, por intermedio de la Organi-
zación de Aviación Civil Internacional, en
su Consejo, sobre lo atinente a la perpetua-
ción de éstos (Art. 11).
Las controversias que se susciten con mo-
tivo de su aplicación, tomándose la norma
del artículo similar 24 del Convenio de To-
kio, se dilucidarán por medio del arbitraje
(Art. 12).
De esta manera se ha procurado estruc-
turar, en la medida en que ello es factible,
un delito de tipo especial, que al poner en
peligro la navegación aérea hacía peligrar
el actual desarrollo obtenido. El texto es
criticable desde muchos ángulos, pero su
importancia por perseguir estas peligrosas
actividades, hace que sus puntos flacos de
momento merezcan dejarse de lado. Una vez
probada su efectividad al aplicárselo, se po-
drá mejorarlo.
APOLOGÍA DEL CRIMEN. (T. I, pág.
734.) La ley 18.953, sancionada el 17 de
marzo de 1971, se ocupó de la Apología del
Crimen en un artículo incorporado al Có-
digo Penal con el número 213 bis. Con éste
se reemplaza a otro de igual denominación,
derogado por la ley 17.567.
En su versión actual, dice: Artículo 213
bis: "Se impondrá prisión de 3 a 5 años
cuando la apología fuere realizada por
quien, en razón de su estado, profesión, car-
go público o condición análoga, pudiera te-
ner natural ascendiente sobre otras perso-
nas". (V. la actualización de la voz CÓDIGO
PENAL.) *
* NOTA. En pronsa ya esto trabajo, el Congreso de la
Nación sancionó con fecha 27-5-197S la ley 20.509 qu«
(leí osó, entre oirás, las leyes 18-953 y 17.567, salvo los
aits. 178, incs. 7 y í l , 179 (2? párrafo), 190, 194 y
198 del Código Penal.
APREMIO ILEGAL, (T. I, pág. 744.)
Los incs. 5^ y 8"? del art. 143 del Código
Penal, en su redacción anterior, se ocupa-
ban del delito denominado de "apremios ile-
gales" y en su parte pertinente decían:
"Será reprimido con prisión de un mes a
un año e inhabilitación especial por doble
tiempo:
"Inc. 59. El funcionario que impusiere a
los presos que guarda, severidades, vejacio-
nes o apremios ilegales, o los colocare en
lugares del establecimiento que no sean los
señalados para el efecto;
"Inc. 89. El funcionario que desempeñan-
do un acto de servicio, cometiere cualquie-
ra vejación contra las personas o les apli-
care apremios ilegales."
La ley 14.616 se ocupó de este delito en
el inc. 3? del art. 2? que, dentro del cuerpo
del nuevo Código Penal, sancionado por ley
17.567, lleva el número 144 bis. El mismo
dispone:
"Será reprimido con prisión o reclusión
de uno a cinco años, e inhabilitación espe-
cial por doble tiempo:
"Inc. 39. El funcionario público que ; —
pusiere a los presos que guarde, SP
des, vejaciones, o aprecios ilegale'
 "Si concurriere alguna de las circunstan-
cias enumeradas en los incisos 1?, 2<?, 39 y
5<? del art. 142, la pena privativa de la li-
bertad será de reclusión o prisión de 2 a
3 años."
Los incisos a que hace referencia el últi-
mo párrafo del art. 144 bis, dicen:
"!' Si el hecho se cometiere con violen-
cia o amenazas, o con propósito de lucro, o
con fines religiosos o de venganza.
"2? Si el hecho se cometiere en la per-
sona de un ascendiente, de un hermano, del
cónyuge o de otro individuo a quien se deba
respeto particular;
"S9 Si resultare grave daño a la persona,
a la salud o a los negocios del ofendido,
siempre que el hecho no importare otro de-
lito por el cual la ley imponga pena mayor.
"59 Si la privación de la libertad durare
más de un mes."
Como puede apreciarse, la ley posterior
castiga con mucha mayor severidad la co-
misión del delito que nos ocupa, ya que ele-
va la pena de prisión, de un mes a un año,
a la de reclusión o prisión de uno a tres
años. Siempre que la misma no sea aumen-
tada por la concurrencia de alguna de las
circunstancias agravantes previstas por el
art. 142. (V. la actualización de la voz CÓ-
DIGO PENAL.) *
* NOTA. Ya en prensa este ti abajo, el Congreso de la
Xación sancionó con fecha 27-5-1973 la ley 20.509 que
(kiogó, c-ntre otras, la Ity 17.567, salvo los arts. 173,
incs. 7 y 11, 17» (2? p á r r a f o ) , 180. 194 V
Código Penal.
ARCHIVO. (T. I, pág. 765.) El decreto
7942/69 que estructura orgánicamente el
Ministerio del Interior, señala como de la
competencia de la Dirección General Archi-
vo de la Nación, entender en la recopilación,
ordenamientos, conservación y publicación
de la documentación escrita, fotográfica,
fílmica y sónica que interesa al país acerca
de su ser y de su historia, de sus institu-
ciones y de sus hombres, sea ella documen-
tación oficial, sea documentación prove-
niente de instituciones privadas o particu-
lares, todo de acuerdo a las atribuciones
que le otorguen las leyes y reglamentacio-
nes vigentes. Determina a continuación las
funciones que le están atribuidas y estable-
ce las divisiones de manuscritos e impresos,
de archivo audiovisual, de recepción e in-
vestigación y de difusión, cada una de ellas
con las irrisiones específicas que igualmen-
te s<> fijan.
,".f
ARMADOR. ( T . 1, pág. 774.) La ley
20.0&4 se ocupa del armador en los arts.
170 a 192 y. lo úefim como quien utiliza un
buque ,lel cual tiene la disponibilidad en
uno o más viajes o expediciones bajo la di-
rección y gobierno de un capitán por él de-
signado en forma expresa o tácita, y que
tenga las cualidades requeridas para ser co-
merciante cuando realice actos de comercio.
El armador, persona o entidad, debe ins-
cribirse como tal en la sección corresponr
diente del Registro Nacional de Buques, re-
quisito que puede ser ampliado por el pro-
pietario si el armador lo hubiese omitido.
En defecto de inscripción responden soli-
dariamente frente a terceros el propietario
y el armador; pero el propietario está exen-
to de responsabilidad en la hipótesis de que
el armador haya hecho un uso ilícito del bu-
que con conocimiento del acreedor.
El armador responde de las obligaciones
contractuales contraídas por el capitán en
todo lo relativo al buque y a la expedición
y por las indemnizaciones a favor de terce-
ros a que haya dado lugar por el hecho suyo
o de los tripulantes; pero no si el capitán
ha tenido noticia o prestado su anuencia a
hechos ilícitos cometidos en fraude de las
leyes por los cargadores, salvo la responsa-
bilidad personal de aquél.
El armador puede limitar su responsabi-
lidad, no existiendo culpa de su parte, al
valor que tenga el buque al final del viaje,
más el de los fletes brutos, el de los pasajes
percibidos o a percibir y el de los créditos
a. su favor nacidos durante el viaje. Mas esa
limitación únicamente será irrevocable por
10H fiel las siguientes causas: muerte o lesiones
corporales de cualquier persona; pérdida de
bienes o de derechos, o daños sufridos en
ellos; responsabilidad u obligación emer-
gente de la remoción de restos náufragos,
o de reflotamiento de un buque hundido o
varado, o de daños causados a obras de arte
de un puerto o vías navegables, salvo en el
caso de abandono a favor del Estado cuan-
do el propietario o armador hayan incurri-
do en dolo o actuado con conciencia temera-
ria de que el daño podría producirse.
No puede ser invocada la limitación de
responsabilidad frente a créditos prove-
nientes de asistencia o salvamento, contri-
bución de avería gruesa, los del capitán y
tripulantes, o sus respectivos causahabien-
tes que tengan su origen en el contrato de
ajuste, y de los otros dependientes del ar-
mador cuyas funciones se relacionen con el
servicio del buque.
La precitada limitación de responsabili-
dad puede también ser invocada por el pro-
pietario del buque o por el transportador
cuando no sea el propio armador, o por sus
dependientes, o por los del armador o por
el capitán y miembros de la tripulación, en
las acciones ejercidas contra ellos. Pero si
el capitán o tripulante es al mismo tiempo
propietario, copropietario, transportador,
armador o administrador, sólo puede am-
pararse en la limitación cuando la culpa
resulta del ejercicio de sus funciones de ca-
pitán o miembro de la tripulación.
La limitación de la responsabilidad de ar-
madores de buques menores de cien tonela-
das será fijada en la suma correspondiente
a ese tonelaje.
ARQUEO. (T. I, pág. 778.) El decreto
1522/70, que modificó parcialmente el Di-
gesto Marítimo y Fluvial, determinó en su
art. 179 que a los efectos del otorgamiento
del certificado de seguridad internacional»
el tonelaje de arqueo se calculará conforme
al sistema establecido para la navegación
internacional; y para la navegación nacio-
nal, según el sistema establecido para la
misma.
ARRAIGO. (T. I, pág. 779.) La norma
contenida en el art. 85 del derogado Código
de Procedimientos en Materia Civil y Co-
mercial, ha sido recogida por el art. 348 del
vigente Código Procesal Civil y Comercial
(ley 17.454). Además, el art. 354 inc. 4"?,
determina que una vez firme la resolución
que declare procedente la excepción previa,
se procederá a fijar el plazo dentro del cual
deben subsanarse los defectos o arraigar.
ARRAS. (T. I, pág. 781.) Con respecto
a esta voz, es de señalar que el art. 1204
del Código Civil que en la misma se citaba,
ha sido modificado por la ley 17.711 en lo
que se refiere al pacto comisorio, a falta
expresa del cual el contrato no podía disol-
verse, dando derecho únicamente a pedir su
cumplimiento. La modificación invierte los
términos de la norma a efectos de estable-
cer que en los contratos de prestaciones re-
cíprocas se entiende implícita la facultad de
resolver las obligaciones emergentes de ellos
en caso de que uno de los contratantes no
cumpliera su compromiso. Sin embargo, es-
ta variación, en cierto modo esencial, no
afecta a la validez de lo dispuesto en el art.
1202, que es el básico en lo que a las arras
se refiere y que no ha sido cambiado en su
redacción.
ARRIBADA F O R Z O S A . (T. I, pág.
788.) Las normas legales relativas a la na-
vegación han sido modificadas por la ley
20.094 de 15 de enero de 1973. Véase en
este ApcnJIce la actualización de la voz
DERECHO MARÍTIMO.
ARRUMAJE. (T. I, pág. 790.) Las nor-
mas legales relativas a la navegación han
sido modificadas por la ley 20.094 de 15 de
enero de 1973. Véase en este Apéndice la
actualización de la voz DERECHO MARÍTIMO.
ARTÍCULO DE PREVIO Y ESPECIAL
PRONUNCIAMIENTO. (T. I, pág. 791.)
Los arts. 83, 84 y 85 del Código de Proce-
dimientos en Materia Civil han sido susti-
tuidos por los arts. 346, 347 y 348 del vi-
gente Código Procesal Civil y Comercial
(ley 17.454). Según el 347, únicamente son
admisibles como previas las siguientes ex-
cepciones: incompetencia; falta de persone-
ría en las partes o en sus representantes,
derivada de carecer de capacidad civil para
estar en juicio, o por insuficiencia de re-
presentación; falta de legitimación para
obrar en el actor o en el demandado, cuan-
do fuere manifiesta, sin perjuicio, en caso
de no concurrir esta última circunstancia,
de que el juez la considere en la sentencia
definitiva (excepción ésta que no figuraba
en el correlativo artículo derogado) ; litis
pendencia; defecto legal en el modo de pro-
poner la demanda; cosa juzgada (siendo de
advertir que esta excepción aparecía en el
art. 95 del Código derogado) ; transacción
(que también figuraba en el precitado art.
95), conciliación y desistimiento del dere-
cho; las defensas temporarias que se con-
sagran en las leyes generales, tales como el
beneficio de inventario o el de excusión, o
las previstas en los arts. 2486 y 3357 del
Código Civil. En cambio, en la nueva nor-
mación no figura la prescripción entre las
excepciones previas.
Como bien se advierte, 'el Código Proce-
sal vigente ha suprimido la división entre
excepciones dilatorias y excepciones peren-
torias que figuraba en el Código derogado,
y las ha refundido en un solo capítulo de
excepciones previas que comprende los arts.
346 a 354, en los que se regula, además de
las excepciones admisibles, la forma de de-
ducirlas, el plazo y efectos, el arraigo (que
reproduce el texto anterior), los requisitos
de admisión, el planteamiento de las excep-
ciones y traslados, la audiencia de prueba,
los efectos de la resolución desestimatoria
de la excepción de incompetencia, la reso-
lución y recursos, y el efecto de la admisión
de las excepciones.
ASCENDIENTES. (T. I, pág. 810.) Los
arts. 186, 207 y 368 del Código de Procedi-
mientos en Materia Civil y Comercial, que
fueron citados en este trabajo, correspon-
den respectivamente a los arts. 427, 456 y
17 del actual Código Procesal Civil y Co-
mercial. Respecto a los artículos del Códi-
go Penal, que asimismo fueron menciona-
dos, se han de tener en cuenta las siguien-
tes modificaciones introducidas por la ley
17.567:
Entre los delitos derivados del abandono
de personas, el art. 107 establecía una dis-
minución de la pena cuando el delito fuere
cometido por los padres contra sus hijos y
por éstos contra aquéllos o por el cónyuge,
siempre que el abandono fuere de un menor
de tres días, aún no inscripto en el Registro
Civil, con objeto de salvar el honor propio
o de la esposa, madre, hija o hermana. Ese
precepto se ha modificado para favorecer
únicamente, con la disminución de pena, a
la mujer que abandonare a su hijo poco
después del nacimiento, a fin de ocultar su
deshonra. Se advierte, pues, que la atenuan-
te no alcanza ya a los demás parientes, lo
que dados los conceptos de la vida actual
sobre la honra en materia sexual, parece
lógico. Y aun podría dudarse de si consti-
tuye un acierto el haber mantenido la nor-
ma con respecto a la madre, pues la única
disculpa que podría tener seria la derivada
de haber actuado en situación de emoción
violenta.
En el delito de corrupción y ultrajes al
pudor, el art. 125 consideraba como agra-
vante la circunstancia de que el autor del
hecho fuera ascendiente, hermano, tutor o
encargado de la educación, guarda o cus-
todia de la víctima o hiciera con ella vida
marital. Esta norma ha pasado a ser el inc.
49 del art. 125 bis, si bien suprimiendo
—con dudoso acierto— lo relativo a la vida
marital.
El art. 127, ha pasado a ser el 124 bis.
El art. 278, que exime de pena en el de-
lito de encubrimiento a determinados pa-
rientes del autor, ha pasado a ser el
art. 279.
El art. 142 que en los delitos contra la
libertad individual establecía un aumento
en la pena para varios supuestos, entre ellos
el de que la víctima fuese ascendiente, her-
mano o cónyuge del autor, ha quedado dero-
gado expresamente por la ley 18.701 que
establece nuevas normas para determina-
dos delitos, entre ellos el de privación de li-
bertad, llegando a señalar la pena de muer-
te cuando resultase la muerte o lesiones
gravísimas para alguna persona. En esta
nueva regulación no se establece diferen-
ciación alguna por razón de parentesco.
ASIGNACIONES FAMILIARES. Como
señala Nápoli (Derecho del Trabajo y de la
Seguridad Social) el régimen de asignacio-
nes familiares fue objeto en la Argentina
de reglamentación en distintos cuerpos le-
gales que afectaban al personal de comer-
cio, de industria, de actividades civiles y de
estiba, de acuerdo a los decretos leyes 7913,
7914, 8879 y 16.811, todos ellos del año
1954. La ley 15.223 incorporó al régimen al
personal en relación de dependencia de
empresas comerciales, al de empresas de
transportes terrestres, marítimos y aéreos
y ai de dadores civiles de trabajo no inclui-
dos en otro régimen. En dicha ley se creó
también el Fondo Compensador de Asigna-
ciones Familiares formado con el aporte
obligatorio de los empleadores comprendi-
dos en dicha disposición legal, a fin de evi-
tar que los patronos diesen preferencia en
el trabajo a los trabajadores sin cargas de
familia.
Actualmente el régimen de asignacio-
nes familiares se encuentra regido por la
ley 18.017 parcialmente modificada por la
18.561, que afecta al personal antes mencio-
nado y al de las empresas estatales. Las
prestaciones que otorga son: asignación por
matrimonio; asignación por maternidad;
asignación por nacimiento de hijos; asig-
nación por cónyuge; asignación por hijo;
asignación por familia numerosa; asigna-
ción por escolaridad primaria; y asigna-
ción por escolaridad media y superior. En
los diversos artículos de la ley se determina
el monto que corresponde a cada una de
esas asignaciones, así como el porcentaje
que los empleadores deben ingresar en las
Cajas correspondientes y la forma en que
deban hacerlo.
La ley precitada fue ampliada por la
19.595' a efectos de agregar una asignación
anual complementaria de vacaciones, con-
sistente en la duplicación de los montos que
el trabajador tuviere derecho a percibir du-
rante el mes de enero de cada año en con-
cepto de las asignaciones previstos en lf.
18.017.
Además de lo dicho, la ley 20.101 ha mo-
dificado el art. 13 de la ley 18.017 sustitu-
yendo el párrafo final por el siguiente:
"Las prestaciones de la naturaleza de las
contempladas por la presente ley cuyas con-
diciones, modalidades o beneficiarios titu-
lares no se ajustaren a las previstas por la
misma se mantendrán congeladas y cadu-
carán el 31 de diciembre de 1973. Hasta di-
cha fecha continuarán a cargo exclusivo del
empleador".
Finalmente la llamada ley 20.262 promul-
gada el 9 de abril de 1973, agrega a la ley
18.017 un artículo, numerado como 61? bis,
sobre el cual el monto mensual de la asig-
nación establecida en el art. 69 se duplicará
cuando el hijo, a cargo del trabajador, fue-
ra incapacitado; y la asignación por esco-
laridad primaria prevista en el art. 8? se
abonará al trabajador cuyo hijo, cualquiera
sea su edad, concurra a establecimiento ofi-
cial o privado donde se imparta educación
diferencial.
ASISTENCIA. (T. I, pág. 828.) Las úni-
cas actualizaciones que cabe señalar a esta
voz están referidas a una modificación de
las penas para los casos previstos en los
arts. 106 a 108 del Código Penal (ley
17.567).
Es de señalar asimismo que ya no son
válidas las referencias que en el trabajo
original se hicieron al art. 49 del decreto
33.302/45 *.
* NOTA. Ya en prensa este trabajo, el Congreso de la
Nación sancionó con fecha 27-5-1973 la ley 20.909 quf
derogó, entre otras, la ley 17.567, salvo Jos arts. 173,
incs. 7 y 11. 17fl Í2'.' p á r r a f o ) . 190. 194 y 198 dd
Código Penal.
ASISTENCIA MARÍTIMA. (T. I, pág.
839.) Las normas legales relativas a la na-
vegación han sido modificadas por la ley
20.094 de 15 de enero de 1973. Véase en
este Apéndice la actualización de la voz
DERECHO MARÍTIMO.
ASOCIACIÓN CIVIL*. (T. I, pág. 846.)
La ley 17.711, sancionada y promulgada el
22 de abril de 1968, de reformas al Código
Civil, sustituyó los textos de los arts. 33,
43 y 46 del Código Civil y modificó, por
agregación de párrafos, el art. 45.
El art. 46 en su redacción actual dice:
'Las asociaciones que no tienen existencia
legal como personas jurídicas, serán consi-
deradas como simples asociaciones civiles o
religiosas, según el fin de su instituto. Son
sujetos de derecho, siempre que la constitu-
ción y designación de autoridades se acre-
dite por escritura pública o instrumentos
privados de autenticidad certificada por es-
cribano público. De lo contrario, todos los
miembros fundadores de la asociación y sus
administradores asumen responsabilidad so-
lidaria por los actos de ésta. Supletoria-
mente regirán a las asociaciones a que este
artículo se refiere las ^normas de la socie-
dad civil".
La reforma substancial que introduce el
actual art. 46 consiste en el reconocimiento
expreso de su personalidad jurídica, supe-
rando así problemas de responsabilidad
frente a terceros y situaciones procesales
emergentes de la ambigüedad del texto
substituido. Sin perjuicio de que la juris-
prudencia dictada por entonces ya les re-
conociera capacidad para estar en juicio y
afectación de un determinado patrimonio.
ba nueva norma sujeta su capacidad ju-
rídica como personas de derecho, a que la
''or el Dr. CARLOS R. OBAL.
constitución y designación de autoridades
se acredite por escritura pública o instru-
mentos privados de autenticidad certificada"
por escribano público. De lo contrario, pre-
ceptúa el mencionado art. 46, todos los
miembros fundadores de la asociación y sus
administradores asumen responsabilidad so-
lidaria por ios actos de ésta. Supletoria-
mente, agrega, regirán a las asociaciones a
que este artículo se refiere las normas de
la sociedad civil.
Estas modificaciones que vienen a acla-
rar la situación incierta en que se encontra-
ban las asociaciones, dentro del texto anti-
guo, ha recibido diversas críticas entre
ellas las de Lezama y Arauz CastexO).
Llambías, en general aprueba la reforma
especialmente en lo que se refiere a su es-
clarecimiento jurídico que el sistema apor-
ta con respecto a su capacidad y personería
como sujeto de derecho ('-).
Con respecto a la responsabilidad solida-
ria por incumplimiento de los requisitos
formales vinculados a su constitución, pa-
recería prudente señalar que el sistema le-
gal equipara a la asociación, que de este
modo actúa, a las sociedades de hecho asi-
milando a las personas que la integran des-
de el primer momento a la situación de los
fundadores de las sociedades anónimas no
autorizadas ni inscriptas legalmente. Los
fundadores, con el alcance del art. 3417
hasta sus sucesores. Para la responsabili-
dad de los directores, ésta estaría vincu-
lada indefectiblemente a los actos de la
responsabilidad misma, aplicándose las nor-
mas generales sobre esta materia. Esta
responsabilidad se extendería a todos los
integrantes de la asociación mucho más si
su régimen de gobierno así lo permite o el
sistema de decisiones internas sea tan pro-
miscuo como para poder acreditar esa res-
ponsabilidad por actos cuando ellos van
más allá de la legislación civil. De cual-
quier modo los fundadores y los adminis-
tradores serán siempre alcanzados por la
responsabilidad solidaria que ha creado la
ley. No creemos que sea aplicable al caso el
art. 1930 del Cód. Civil, presumiendo que
si bien pudieran faltar los requisitos for-
males del art. 45, por lo menos debiera es-
tar presente el documento escrito que a
modo de acta de fundación o contrato de
asociación, vincule a sus miembros concu-,
rrentes mediante la exteriorización cierta
de una voluntad colectiva. Lo que ocurre
(1) Lezama. Julio I., Las "Simples asociaciones"
después de In reforma dtl ait. 46 del Códiffo Civil, La.
Ley, 131-1290.Arauz Gaftix, M. Parte General. La rt-
foi'm.a de 196$, p. 95.
(2) Ldarobías, Jorge J., Apéndice a la Parte General,
págs. 62 y SR.
 generalmente con las asociaciones es que
quienes las gobiernan —hasta tanto éstas
adquieran la realidad de su personería ju-
rídica plena— no son estricta y solamente
mandatarios, porque actúan también en in-
terés propio como miembros integrantes de
la comunidad en formación. Es decir, está
presente una órbita de relaciones que es-
trictamente no existe como tal en el man-
dato. Diferente seria si el administrador
accidental no forma parte de la asociación
"irregular" porque allí serían plenamente
aplicables las reglas del mandato. Con ra-
zón dice Borda, recordando el sistema legal,
que la simple asociación no constituida for-
malmente no es sujeto de derecho ni tiene,
por consiguiente, una personalidad distinta
de sus miembros( 3 ).
ASOCIACIONES DELICTIVAS. (V. la
actualización de las voces ACTOS PREPARA-
TORIOS DEL DELITO. CÓDIGO PENAL.)
A S O C I A C I O N E S PROFESIONALES.
(T. I, pág. 853.) Con posterioridad a la in-
serción de esta voz en el lugar correspon-
diente de la Enciclopedia, se sancionó y
promulgó la ley 14.455 (B. O. 24-9-58) que
es la que básicamente establece el régimen
legal de las asociaciones profesionales de
trabajadores. Sus preceptos esenciales pue-
den resumirse de la siguiente manera:
Se establece el derecho de los trabajado-
res a constituir libremente, y sin necesidad
de autorización previa, asociaciones profe-
sionales, sindicatos o uniones, y asimismo
el de afiliarse a tales organizaciones. Estas
asociaciones, llamadas de primer grado,
pueden constituir federaciones comprensi-
vas de una misma actividad; y, a su vez,
esas federaciones están facultadas para
constituir asociaciones de grado superior.
' El derecho de afiliarse comprende también
el de no afiliarse y el de desafiliarse.
Se prohibe a las asociaciones establecer
diferencias entre sus afiliados, en razón de
ideologías políticas, religiosas, nacionalidad,
raza o sexo, no pudiéndose tampoco exigir
aportes discriminatorios.
Se prohibe a las asociaciones recibir sub-
sidios o ayuda económica de empleadores o
de organismos políticos nacionales o extran-
jeros, con excepción de los aportes que ha-
gan los empleadores en virtud de disposi-
ciones legales o convencionales, con desti-
no a obras de carácter social, asistencial
previsional o cultural.
Se determinan las normas de organiza-
ción y representación de las asociaciones.
( 3 ) Borda, Guillermo A.. La Rríornw del
Civil. El) T. 28-825.
Se regula el funcionamiento de las asam-
bleas o congresos.
Se fijan los derechos y obligaciones de
las asociaciones por el solo hecho de su
inscripción en el organismo de aplicación.
Se declaran los derechos exclusivos de la
asociación profesional más representativa
en cada actividad profesional, y que no tie-
nen las asociaciones que no revistan tal ca-
rácter, entre ellas defender y representar
los intereses individuales de cada asociado,
a petición de los mismos, e intervenir por
derecho propio o como terceristas, cuando
la naturaleza de la cuestión debatida afecte
a los intereses sindicales; participar en los
organismos estatales de ordenación del tra-
bajo y de la seguridad social; intervenir en
negociaciones colectivas; colaborar con el
Estado en el estudio y solución de los pro-
blemas concernientes a su profesión; rea-
lizar sus reuniones y asambleas en local ce-
rrado sin recabar autorización previa.
Se atribuye personería gremial a las aso-
ciaciones de trabajadores más representa-
tivas de cada actividad, regulándose el
modo de determinar dicha representati-
vidad.
Se determina la forma de constituir el
patrimonio de las asociaciones y se declara
la inembargabilidad de los muebles desti-
nados a su funcionamiento.
Se declara que las asociaciones con perso-
nería gremial estarán exentas de toda car-
ga o gravamen en el orden federal, ya sea
por impuestos, tasas o contribuciones, in-
clusive los de actuación administrativa o
judicial y del impuesto a los réditos.
Se establece que los empleadores actua-
rán como agentes de retención de las cuotas
o contribuciones que los trabajadores de-
ben abonar a las asociaciones con persone-
ría gremial.
Se señala cuál es la autoridad y de qué
facultades está investida,
Se especifican los derechos de los traba-
jadores para la defensa individual o colec-
tiva de sus intereses profesionales.
Se fijan normas de estabilidad en las em-
presas para los trabajadores que ocupen
cargos electivos o representativos en aso-
ciaciones legalmente reconocidas, o en orga-
nismos que requieren representación gre-
mial.
Se determinan las prácticas desleales y
contrarias a la ética en las relaciones pro-
fesionales por parte de los empleadores,
Se constituye el Consejo Nacional de Re-
laciones Profesionales, llamado a entender
en las denuncias por prácticas desleales y
contrarias a la ética, determinándose quié-
nes lo han de integrar, así como sus facul-
tades y forma de actuar.
 La reseñada ley 14.455, fue modificada
en varios de sus artículos por el decreto
969/66 a efectos de fijar lo que debía en-
tenderse por asociaciones de primero, de se-
gundo y de tercer grado; de determinar
respecto a las mismas la prohibición de to-
do acto de proselitismo y de ayuda mate-
rial a organizaciones políticas o que persi-
gan finalidades extragremiales; los motivos
únicos permisivos del rechazo de las solici-
tudes de afiliación y su forma de tramita-
ción; la caducidad total de los directivos;
la convocatoria de asambleas o congresos;
las normas garantizadoras de la democracia
interna; las normas de suspensión y expul-
sión de los afiliados así como sus causas de-
terminantes; el sufragio directo y secreto
de los afiliados para la adopción de medi-
das de acción directa; las normas para la
elección de los miembros de los órganos di-
rectivos; las funciones del organismo de
aplicación para el ejercicio de sus funcio-
nes fiscalizadoras; la determinación de los
requisitos para que una asociación ostente
capacidad suficientemente representativa;
las normas para asegurar la estabilidad de
los representantes gremiales en el empleo.
Es también de señalar que el art. 14 bis de
la Constitución Nacional, sancionado por la
Convención Constituyente del año 1957, re-
conoce a los gremios de trabajadores, entre
otros derechos, el de organizarse sindical-
mente en forma libre y democrática. Acer-
ca de si la ley 14.455 representa o no una
auténtica libertad de asociación, se ha dis-
cutido mucho en la doctrina y las opiniones
vertidas son muy contradictorias.
ASTREINTES. (T. I, pág. 930.) V. en
este Apéndice la actualización de la voz
OBLIGACIONES.
ATENTADO A LA AUTORIDAD *. (T.
I, pág. 935.) I. Las reformas introducidas
por la ley n<? 17.567 en lo que atañe a los
delitos de atentado, resistencia y desobe-
diencia a la autoridad, obligan a formular
nuevas consideraciones sobre el tema que
tuvimos ocasión de contemplar cuando se
publicara el primer tomo de la Enciclopedia.
Habida cuenta de que se trata de una ac-
tualización, nos limitaremos a lo indispen-
sable, dando por reproducido todo lo ex-
puesto en relación al tema y en cuanto no
ha sido afectado por la reforma ( ' ) .
II. La acción del atentado ha dejado de
* Por el Dr. ALFREDO MASI.
U) Tomo I, A, pág. 935.
ser un "exigir", sino más propiamente un
"imponer", dando cabida en forma positiva
a lo resuelto en el caso "Palienko"( 2 ) y a
lo expuesto por Carnelli cuando hiciera la
conocida distinción entre el delito que esta-
mos tratando y el de resistencia: un acto
de imposición como configurativo del aten-
tado; un acto de oposición como caracterís-
tico de la resistencia ('")•
Fácil es advertir que la nueva fórmula
adhiere a tal doctrina fielmente, al menos
en lo que concierne al atentado. El acto
debe ser "propio" del funcionario, de don-
de se sigue la diferencia que existe entre
dicho delito y el de amenazas (art. 149
bis), tanto porque en este último el sujeto
pasivo puede ser cualquier persona, como
porque el acto no se vincula con una fun-
ción, deber o servicio, pues la esfera lesio-
nada resulta exclusivamente de orden pri-
vado.
En el atentado se trata de una imposi-
ción dirigida a inhibir la facultad de de-
terminación del funcionario, sea por un me-
dio intimidatorio o material. Debe resultar
una evidente usurpación de la función, en-
derezada a constreñir la espontánea deci-
sión, de tal suerte que la determinación
funcional propia resulta desplazada por la
imposición del sujeto activo. El cambio del
verbo exigir por el de imponer, que signi-
fica "poner carga, obligación; constreñir,
etc.", denota una acción ejecutiva de man-
do, idónea para inhibir al funcionario para
hacer lo que él quiera. La libertad de de-
terminación del sujeto pasivo (funciona-
rio) queda anulada a raíz de los medios
empleados por el sujeto activo. Consecuen-
temente, éste impone su voluntad o, mejor-
dicho, trata de que su voluntad prevalezca
sobre la del funcionario, coartándolo en su
decisión funcional propia.
Surge claro de lo expuesto que la acción
ejecutiva de imposición es posible mientras
el funcionario no ha exteriorizado su acti-
vidad funcional propia. La "orden" no debe
haberse revelado externamente, pues, si asf
fuera, la acción adquiriría las característi-
cas de una oposición (ahora impedimento o
traba) indicativa del delito de resistencia
(art. 238). Compartimos de tal modo la
opinión de Núñez de que el objeto del ata-
que es la decisión del funcionario, pues la
imposición se hace para que el mismo "tome
una resolución de si ejecutará el acto o no
lo ejecutará". Y, como consecuencia de ello,
quedaría excluida del "atentado" no sólo la
violencia ejercida durante la consumación
del acto funcional, sino, también, la ejer-
( 2 ) C. C. O. en pleno, La Ley, t. 49, pág. 125.
(3) La Ley, t. 20, pág. 558, esp. punto 9.
 cida una vez comenzada la acción tendiente
a lograrla, ya que en ese momento, estando
decidida la ejecución del acto propio por
parte del funcionario, "la violencia no po-
dría tener por finalidad lograr esa deci-
sión" ("*)•
Definido así el delito de resistencia, la
conducta del tercero que interviene hallán-
dose la orden dada por el funcionario en cur-
sa de ejecución aparece comprendida como
un acto de resistencia, pues resulta impo-
sible que la decisión libremente adoptada se
cambie, pero sí que se la trabe o se la im-
pida continuar cumpliendo.
III. En lo relativo a los elementos comu-
nes, la ley parifica los medios de comisión.
Efectivamente, las reglas de los arts. 237
y 238, en su actual redacción, aluden al em-
pleo de intimidación o fuerza contra un
funcionario público, es decir, actos idóneos
constitutivos de violencia moral o física di-
rigidos a atemorizar o a compeler en un
caso, o a impedir o trabar en el otro, la fa-
cultad de decisión o la acción en desarrollo,
respectivamente.
La pena se equipara en ambos delitos
para los supuestos simples y agravados.
Aquí se cambia la estructura de la ley dero-
gada, donde las penas eran diferentes, y las
agravaciones sólo propias del delito de
atentado.
IV. En materia de diferenciaciones en-
tre uno y otro delito, es notorio que la re-
forma obliga a considerar especialmente:
1°) El sujeto pasivo: Resulta una exi-
gencia de la ley que el atentado sólo pueda
configurarse cuando el afectado por la ac-
ción típica sea un funcionario público. En
cambio, en la resistencia, actualmente se
hallan comprendidos en calidad de sujetos
pasivos, no sólo el funcionario público sino
también la persona que le prestara a este
último asistencia en virtud de un deber le-
gal o a su requerimiento. La gama de suje-
tos pasivos posibles se ha ampliado, sí se
compara el texto vigente con el derogado.
Al trasladarse a ¡a resistencia los sujetos
pasivos que carecían de los atributos inhe-
rentes a los funcionarios públicos y que an-
tes se encontraban incluidos en la figura
del atentado, la ley se ha ubicado en una
realidad indiscutible.
Sin embargo, no se ha tenido en cuenta
que el delito de atentado es posible contra
quien actúa en cumplimiento de un deber
impuesto o inherente al cuerpo a que per-
tenece. La conclusión expuesta en la nota
a los arts. 237 a 240, resulta exacta en
cuanto alude a la "ayuda" o a! "requeri-
(1) N'ota: J). .í. A.. 20 rio febrero A* 1970.
miento", pero deja de contemplar en la fi-
gura del atentado a quien resulta víctima
—no por prestar ayuda o haber sido reque-
rido— sino en razón de tener que hacerlo
en virtud de un deber lega!.
¿Dejaría de ser atentado a la autoridad
la acción dirigida contra un soldado a quien
se hiciera objeto de una imposición para la
ejecución u omisión de un acto, fuera de
servicio y derivado de sus deberes como in-,
tegrante de las fuerzas armadas a las cua-
les se encuentra incorporado?
Al parecer la reforma no ha contemplado
el vacío a que se alude. El conscripto no se
puede estimar comprendido en la fórmula
del art. 77 del Código Penal, pues aparte de
que no es el caso previsto por el art. 510 del
Código de Justicia Militar, sería necesario
para aplicar aquella disposición, extender
el concepto de funcionario público, cuya in-
terpretación nos brinda la misma ley penal
que al efecto señala la exigencia de la elec-
ción popular o nombramiento de autoridad
ccrr.petente.
Va dicho, por ende, que no siempre el
ejercicio de un cargo o de una función cons-
tituirían elementos omnicomprensivos de la
figura del atentado, pese a que la actividad
funcional sea la hipótesis vinculante más
írecuente.
El hecho de actuar en cumplimiento de
un deber, como posibilidad del delito de
atentado, no debió quedar marginado de la
norma del art. 237. La redacción vigente
de ésta ha olvidado la evolución del art. 336
del Código Penal Italiano, donde se repri-
me al "que emplee violencia. . . contra un
funcionario público o un encargado de un
servicio público para obligarlos a realizar
uri acto contrario a sus propios deberes o a
omitir un acto de su cargo o servicio. .",
debiéndose puntualizar que la ley penal ita-
liana no trae una norma como nuestro art.
77 y la doctrina entiende, con variadas dis-
crepancias, como funcionario público "al
que ejerce una función pública, o, con más
precisión, la persona física de algún modo
llamada a querer y a obrar en interés del
Estado o de una administración pública" ( r > ) .
Como puede apreciarse, nuestra inter-
pretación no puede extenderse de tal mane-
ra, porque se encuentra limitada por la pro-
pia ley. La situación no escapó a las previ-
siones del maestro Peco, quien dio un con-
cepto muy amplio de funcionario público ( f i ),
(5) Definición do Maggiiirc. t. III. pfi(t. í«7. ed.
Temis. Bogotá,
( f i ) Proyecto, art. .'i.r>4: A !os t f e c t o s de la ley pe-
na!, se reputan funcionarios públicos a iodo,*; los que
ejercen nn cargo o desempeñan u n a función retribuida
ü gratuita, permanente o temporaria, de carácter legis
ir., latho, a d m i n i s t r a t i v o o j u d i c i a l , en el Ksíado nacional,
y separó la acción para compeler a ejecu-
tar un acto contrario a los deberes de la de
omitir un acto inherente a sus f unciones C1).
Ya se ha indicado el error de la reforma
cuando se ha señalado que, a partir de ella,
ha dejado de ser atentado toda vez que se
trate de imponer un acto contrario a los
deberes del funcionario ( 8 ) pero esa crítica
no alude a la insuficiencia que venimos
apuntando y referida al "atentado" contra
la persona obligada a actuar en virtud de
un deber legal o servicio.
29) La legalidad o ilegalidad de la reso-
lución impuesta: En cuanto al delito de
atentado, que sólo menciona la imposición u
omisión de un acto "propio", pensamos que
la exigencia de la ley se relaciona con el
aspecto funcional que el funcionario tiene
a su cargo y dentro de la esfera de su com-
petencia. Soler la precisa como una cues-
tión indiferente ( H ) y a sus contradictores
parece no asistirles la razón ("). Es bueno
recordar aquí que se ha destacado que las
diferencias entre las figuras de atentado y
de resistencia (a la autoridad) han sufrido
modificaciones de importancia( tn ), y de
tan exacta observación es conveniente par-
tir para ir poniendo en claro todo lo que
contribuya a una interpretación correcta.
Que el acto sea propio de las funciones
del sujeto pasivo, no conduce necesaria-
mente a sostener que en el atentado es in-
dispensable que lo impuesto tenga que ser
un acto lícito. Es fácil comprender que la
legitimidad de la imposición o de la abs-
tención exigidas, resultan indiferentes. No
supone un acto propio, en el caso, que él
tenga que ser lícito. Los que así lo sostie-
nen, no reparan en el bien jurídico tute-
lado que diferencia a ambos delitos:
a) en el atentado, la libertad de decisión
del funcionario;
b) en la resistencia, el accionar legítimo
del sujeto pasivo que puede ser un
funcionario.
Sea o no lícito el acto impuesto, podrá
haber atentado a la autoridad e tutra el
funcionario a quien se constriñe por algu-
no de los medios comísivos, su voluntad de
determinación. En tanto, en la resistencia,
es menester que se impida o trabe la eje-
cución de un acto propio que a la vez debe
lirovuuiíil o municipal o en cualquier ii>síiíu< ióii
derecho piibleo atitárquica, nackmaS o provincial.
( 7 ) Proyecto, art. 342.
( « ) Derecha Ptrutl A itfíntiuo, t. V, púg. 97. ed. 1970.
(9) Comp. Fontán ISalestra, Manual. p»R. 552. Mi-
Han. parece hacer la distinción (ver Las Reforma*...,
pág. Í I 6 0 ) . Toszini. examina los supuestos de subordina-
ción jerárquica y de estado de necesidad {ver Rer. de
Dtr.rlio Pemil. . .. nú 1. cntro-maizo. aflo 19B9. pág. 61 ).
(10) Ntifiex. li. ( .. nota r i l a d a , supra.
ser legítimo, como condición, para que la
oposición no quede justificada.
Lo "propio" tiene en cuenta la función,
es decir, las facultades que, dentro de su
esfera de competencia, corresponden al fun-
cionario, no la legitimidad intrínseca del
acto. Sólo para la resistencia, donde se im-
pide o traba, es necesario que el acto, ade-
más de "propio", sea legitimo*
BlBLTouis.íí'U. — La citada en el Tomo I A. pág. 935
y la mencionada en Ins notas.
* NOTA. Ya en prensa este trabajo, el Congreso de la
Nación aandunó con fecha 27-5.197» la ley 20.509 que
derogó, entre otras, la ley 17.567, Kalvo los arts. 173,
incs. 7 y 11. 179 ( 2 « p á r r a f o ) . 190, 194 y 1M8 del
Código Penal.
AUDIENCIA. (T. I, pág. 9'39.) El Capí-
tulo III del nuevo Código Procesal Civil y
Comercial, que integra el título dedicado a
ios "Actos Procesales", se compone de dos-
artículos destinados a reglar en términos''
generales la forma de celebración de las
audiencias, así como los requisitos a que
deben ajustarse las mismas.
El primero de los artículos que nos ocu-!
pan es el 125, y dispone: "REGLAS GENERA-;
LES. Las audiencias, salvo disposición ex-
presa en contrario, se ajustarán a las si-!
guientes reglas: 1* Serán públicas, a me-
nos que los jueces o tribunales, atendiendo
a las circunstancias del caso, dispusieren lo
contrario mediante resolución fundada; 2*"
Serán señaladas con anticipación no menor
de tres días, salvo por razones especiales que*
exigieren mayor brevedad, lo que deberá*
expresarse en la resolución. En este ultimó'
caso, la presencia del juez o tribunal podrá'
ser requerida el día de la audiencia; 3* La*'"
convocatorias se considerarán hechas bajo*
apercibimiento de celebrarse con cualquiera:
de las partes que concurra; 4* Empezarán
a la hora designada. Los citados sólo ten-"
drán obligación de esperar treinta minutos ;í
5* El secretario levantará acta haciendo unar
relación abreviada de lo ocurrido y de lof
expresado por las partes".
E! Código de Procedimientos en lo Civilj
y Comercial, dedicaba a las reglas genera-^
les relacionadas con la celebración de la^,
audiencias un artículo muy breve, el 50, que
decía: "Los jueces superiores e inferiores
verán por sí mismos los autos. Las audien-j
cías serán siempre públicas". -,»
El nuevo cuerpo procesal incorporó, ade-t
de más, otro artículo muy importante, ei 126,,
en el que se admite la posibilidad de que
se registren taquigráficamente, o por cual-
quier medio técnico, idóneo, los términos
vertidos en las audiencias. El mismo dice:^
VERSIÓN TAQUIGRÁFICA E IMPRESIÓN FONO-,
GRÁFICA. "A pedido de parte, a su costa, y
sin recurso alguno, podrá ordenarse que
se tome versión taquigráfica de lo ocurri-
do, o que se lo registre por cualquier otro
medio técnico, siempre que se solicitare con
anticipación suficiente. El juez nombrará
de oficio a los taquígrafos, o adoptará las
medidas necesarias para asegurar la auten-
ticidad del registro y su documentación.
Las partes podrán pedir copia carbónica
del acta, que firmarán todos los concu-
rrentes y el secretario".
AUSENCIA. (T. I, pág. 940.) Con pos-
terioridad a la inserción de esta voz en la
Enciclopedia, fue sancionada en el año 1954
la ley 14.394, que modificó sustancialmente
al régimen de la declaración de ausencia.
En ella se establece que cuando una perso-
na hubiere desaparecido del lugar de su
domicilio o residencia, sin que de ella se
tengan noticias y sin haber dejado apode-
rado, podrá el juez, a instancia de parte
interesada, designar un curador a sus bie-
nes, siempre que el cuidado de éstos lo exi-
giese, regla que también se observará sí,
existiendo apoderado, sus poderes fueren
insuficientes, no desempeñare conveniente-
mente el mandato o éste hubiere caducado
(art. 15). Se establece la competencia de1
juez del domicilio o, en su defecto, el de la
última residencia del ausente; y si éste no
los hubiere tenido en el país o no fueren
conocidos, lo será el del lugar en que exis-
tiesen bienes abandonados, o el que hubiese
prevenido cuando dichos bienes se encon-
trasen en diversas jurisdicciones (art. 16),
La declaración de ausencia y el nombra-
miento del curador podrán ser pedidos poi*
el Ministerio Público y por toda persona
que tuviere interés legítimo respecto de
los bienes del ausente (art. 17), el cual
será citado por edictos durante cinco días
y si en ellos no compareciese, se dará inter-
vención al defensor oficial, o en su defecto
se nombrará defensor al ausente, siendo el
Ministerio Público parte necesaria en el
juicio, pero el juez podrá, en caso de urgen-
cia, designar un administrador provisional
o adoptar las medidas que las circunstan-
cias aconsejen (art. 18). Oído el defensor
del ausente, y concurriendo los extremos
legales, se declarará la ausencia y se nom-
brará curador, prefiriéndose para esta de-
signación los parientes idóneos del ausente,
en el siguiente orden: el cónyuge cuando
conservase la vocación hereditaria o subsis-
tiese la sociedad conyugal; los hijos; el
padre o, en su defecto, la madre; los her-
manos y los tíos; los demás parientes en
grado sucesible (art. 19) ; las calidades
personales, facultades y obligaciones del
curador del ausente, se rigen por lo dis-
puesto en el Código Civil respecto de los
tutores y curadores (art. 20). La cúratela
terminj por la presentación del ausente,
sea en persona o por apoderado; por la
muerte del mismo; por su fallecimiento
presunto judicialmente declarado (art. 21).
AUSENCIA CON PRESUNCIÓN DE
FALLECIMIENTO. (T. I, pág. 944.) Lo
mismo que se ha dicho en la actualización
de la voz AUSENCIA, la que lleva aparejada
una presunción de fallecimiento, ha sido
también regulada por la ley 14.394, que
modificó los artículos del Código Civil re-
lativos a esta materia. En el art. 22 de la
misma se dice que la ausencia de una per-
sona del lugar de su domicilio o residencia
en la República, haya o no dejado apodera-
do, sin que de ella se tenga noticia por el
término de tres años, causa la presunción
de su fallecimiento, contándose ese plazo
desde la fecha de la última noticia que se
tuvo de la existencia del ausente. De acuer-
do con lo dispuesto en el art. 23, se presume
también el fallecimiento de un ausente
cuando se hubiese encontrado en el lugar
de un incendio, terremoto, acción de gue-
rra u otro suceso semejante, susceptible de
ocasionar la muerte, o hubiere participado
en una empresa que implique el mismo
riesgo y no se tuvieren noticias de él por
el término de dos años, contados desde el
día en que ocurrió o pudo haber ocurrido
el suceso; o si encontrándose en una nave
o aeronave naufragada o perdida, no se
tuviere noticia de su existencia por el tér-
mino de seis meses desde el día en que el
suceso ocurrió o pudo haber ocurrido. La
declaración del día presuntivo del falleci-
miento —dice el art. 24— puede ser pedida
por todos los que tuvieren algún derecho
subordinado a la muerte de la persona de
que se trate, rigiéndose la competencia por
las normas del art. 16, a que nos hemos re-
ferido en la actualización de la voz AUSEN-
CIA. Advierte el art. 25 que el juez nom-
brará defensor al ausente o dará interven-
ción al defensor oficial, si lo hay dentro de
su jurisdicción, citando a aquél por edictos
una vez por mes durante seis meses, desig-
nando además un curador a sus bienes
siempre que no hubiese mandatario con
poderes suficientes. Determina el art. 26
que pasados los seis meses, recibida la prue-
ba y oído el defensor, el juez, si hubiere
lugar a ello, declarará el fallecimiento pre-
sunto, fijará el día presuntivo de su muer-
¿e y dispondrá la inscripción de la sen-
tencia en el Registro del Estado Civil de
las Personas. De acuerdo con lo dispuesto
en el art. 27, se fijará como día presuntivo:
en el caso del art. 22, el último día del pri-
mer año y medio; en el del art. 23, inc. 1°,
el día del suceso en que se encontró el au-
sente, y si no estuviese determinado, el día
del término medio de la época en que ocu-
rrió o pudo haber ocurrido; en los supues-
tos del art. 23, inc. 2<?, el último día en que
se tuvo noticia del buque o aeronave per-
dido, debiendo determinarse también, si
ello fuere posible, la hora presuntiva del
fallecimiento, teniéndose, en caso contrario,
por sucedido a la expiración del día decla-
rado como presuntivo del fallecimiento.
Dictada la declaratoria, el juez mandará
abrir, si existiese, el testamento que hu-
biere dejado el desaparecido, recibiendo los
herederos y legatarios, previa formación
de inventario, los bienes del ausente al día
presuntivo del fallecimiento. El dominio de
esos bienes se inscribirá en el Registro co-
rrespondiente, con la prenotación del caso,
a nombre de los herederos o legatarios,
quienes podrán hacer partición de los mis-
mos, pero no enajenarlos ni gravarlos sin
autorización judicial. Si hecha la entrega de
los bienes —art. 26'— se presentase el au-
sente o se tuviese noticia cierta de su exis-
tencia, aquélla quedará sin efecto, lo mis-
mo que si se presentasen herederos prefe-
rentes o concurrentes preteridos. Establece
el art. 29 que, transcurridos cinco años des-
de el día presuntivo del fallecimiento, u
ochenta años desde el nacimiento de la per-
sona, quedará sin efecto la prenotación pres-
crita, pudiendo desde ese momento dispo-
nerse libremente de los bienes, quedando
concluida y liquidada la sociedad conyugal.
Una importante norma introducida por
la ley 14.394, es la contenida en el art. 31,
con arreglo al cual, la declaración de au-
sencia con presunción de fallecimiento auto-
riza al otro cónyuge a contraer nuevo ma-
trimonio, quedando disuelto el vínculo ma-
trimonial al contraerse estas segundas nup-
cias, sin que la reaparición del ausente cause
la nulidad del nuevo matrimonio.
AUSENTISMO. (V. la actualización de
la voz ABSENTISMO.)
AUTÓGRAFO. (T. I, pág. 958.) Los arts.
139 a 160 y 161 a 178 del Código de Proce-
dimientos en Materia Civil y Comercial que
en esta voz fueron citados, corresponden
respectivamente a los arts. 387 a 395 y 459
a 478 del vigente Código Procesal Civil y
Comercial (ley 17.454).
AUTONOMÍA. (T. I, pág. 961.) Los
arts. 5?, 98, 99', 101 y 102 de la Constitu-
ción Nacional, que en este trabajo se cita-
ron, están referidos a la de 1949, y tienen
sus equivalentes en los arts. 5?, 105, 106,
108 y 109 de la Constitución, hoy vigente,
de 1853.
AUTONOMÍA CONTRACTUAL. (T. I,,
pág. 962.) Al hacer la necesaria actualiza-
ción de esta voz, y con referencia a los pre-
ceptos legales que en ella se citan, habremos
de referirnos únicamente a los que tienen
una cierta permanencia, como son los que
constan en normas constitucionales y codi-,
ficadas o complementarias de las mismas.
Actualizar aquellos decretos y decretos le-
yes que contienen una limitación contrac-
tual, como son todos aquéllos que con tanto
acierto se mencionaban al desarrollar este
tema, resulta tarea difícil, cuando no im-
posible, ya que son objeto de constantes y
a veces contradictorias resoluciones, sobre
todo si se tiene en cuenta el desmedido afán
legislativo y ordenancista de los gobiernos
autocráticos. Todo intento de actualización
a ese respecto sólo serviría para inducir
al lector a mayor confusión, porque lo más
probable es que cuando se citasen los pre-
ceptos actualizados, en el intervalo hasta la
aparición de este Apéndice, los mismos ya
habrían sido derogados o modificados rei-
teradamente.
Por eso nos limitamos a señalar que lo?*
arts. 37 a 40 de la Constitución Nacional,
estaban referidos a la de 1949 ya derogada,
y se referían: el 37, inc. lp, a los que se
llamaron derechos del trabajador, de la fa-
milia, de la ancianidad y de la educación
y la cultura, que no tiene equivalente en la
Constitución de 1853; el 38 que señalaba
—con propósito ciertamente plausible— la
función social de la propiedad, tiene su co-
rrespondiente en el 17 de la vigente, pero
sólo parcialmente, porque prescinde de
aquella visión social de la propiedad para
declarar su inviolabilidad y las condiciones
para la expropiación por causa de utilidad
pública; y los 39 y 40, relativos al capital
y a la actividad económica, tampoco tienen
equivalencia en la Constitución de 1853.
El art. 5? del Código Civil, también ci-
tado como ejemplo de una de las normas
clásicas restrictivas de la autonomía con-
tractual, por cuanto especificaba que nin-
guna persona podía tener derechos irre-
vocablemente adquiridos contra una ley de
orden público, ha sido derogado por la ley
17.711. j
En materia de locaciones urbanas, las
disposiciones legales que en esta voz se
mencionaban por su sentido limitativo de
la tan precitada libertad de contratar, han
quedado derogadas por la ley 18.880, que
es la que rige ahora esa materia y que tien-
de a la paulatina eliminación de la restric-
ción a la autonomía contu.ctual.
 AUTONOMÍA DE LA VOLUNTAD.* (T.
I, pág. 968.) En la nota concerniente a esta
voz, se ha contemplado en forma doctrina-
ria la llamada "Teoría de la imprevisión",
que a su vez se encuentra tratada en la voz
"Lesión" (Tomo XVIII, pág. 229).
Esta doctrina ha tenido sanción legisla-
tiva en el art. 1198 de la ley 17.711, modi-
ficatoria del Código Civil, cuyo texto es el
siguiente: 'Los contratos deben celebrarse,
interpretarse y ejecutarse de buena fe y de
acuerdo con lo que verosímilmente las par-
tes entendieron o pudieron entender, obran
do con cuidado y previsión. En los contra-
tos bilaterales conmutativos y en los unila-
terales onerosos y conmutativos de ejecu-
ción diferida o continuada, si la prestación
a cargo de una de las partes se tornara ex-
cesivamente onerosa, por acontecimientos
extraordinarios e imprevisibles, la parte
perjudicada podrá demandar la resolución
del contrato. El mismo principio se apli-
cará a los contratos aleatorios, cuando la
excesiva onerosidad se produzca por causas
extrañas al riesgo propio del contrato. En
los contratos de ejecución continuada, la
resolución no alcanzará a los efectos ya
cumplidos. No procederá la resolución, si el
perjudicado hubiese obrado con culpa o
estuviese en mora. La otra parte podrá im-
pedir la resolución, ofreciendo mejorar equi-
tativamente los efectos del contrato"
En la nota sobre "Autonomía de la volun-
tad", al tratar las tendencias socializantes
del Derecho, se contemplan algunas de las
posiciones civilistas que expresan su alar-
ma ante las mismas. Así, se dijo que consti-
tuye un hecho peligroso, capaz de desorga-
nizar el contrato, el que el deudor, llamado
con ligereza de "buena fe", se pueda sus-
traer al cumplimiento de las obligaciones
que adquiere libre y normalmente (Josse-
rand) ; y que la libertad de los contratos es
como el faro que alumbra y dirige todo el
Derecho contractual, y si bien es cierto que
puede dar lugar al abuso, para refrenarlo
basta trazar límites a la libertad para evi-
tar que se haga opresiva (Capitant).
Sin embargo señalábamos que, aun ad-
mitiendo tales posiciones, "los jueces no
pueden limitarse a la simple lectura de los
contratos para hacer cumplir en todos
los casos las obligaciones libremente con-
tratadas". El Juez, como intérprete de la
legislación vigente y como encargado de
hacer justicia, no puede sentenciar lo que
no sea justo. Y allí donde han surgido cir-
cunstancias imprevistas, que hacen exce-
sivamente oneroso el cumplimiento del con-
trato por una de las partes, cabe presumir,
Por el Dr. HUGO CHARNY.
en primer lugar, que el contrato no se hu-
biera celebrado en las mismas condiciones
de haberse producido en su momento di-
chas circunstancias y de haberse podido
prever; y por otra parte, es lógico suponer
la existencia de un enriquecimiento sin cau-
sa para uno de los contratantes, lo que re-
pugna al Derecho.
La norma introducida en el art. 1198,
otorga sanción legislativa a un principio
jurídico fundamental como es el de la bue-
na fe.
Es evidente que, aun sin la sanción legis-
lativa, dicho principio debe preservarse
en toda relación contractual. Pero es evi-
dente también que, incorporado a la norma
que nos ocupa, constituye un medio desti-
nado a eliminar en parte la rigidez de los
principios del individualismo clásico.
La segunda parte del art. 1198, incorpo-
ra expresamente a nuestro Derecho la lla-
mada "Teoría de la imprevisión" como un
modo de lograr la equidad entre las partes,
cuando ésta podría verse perjudicada por la
estricta observancia de !as normas litera-
les del contrato.
Las reformas que se producen en el De-
recho son consecuencia, muchas veces, de
las modificaciones que ocurren en el ámbi-
to de su aplicación. Las épocas de crisis vi-
vidas por el mundo a partir del año 1914,
la inseguridad de los cambios económicos,
las desvalorizaciones monetarias, fueron
causas de inseguridad en unos casos, y de
onerosidad en otros, para el fiel cumpli-
miento de los contratos.
Ante tales situaciones, y a fin de man-
tener el principio de equidad en las recípro-
cas prestaciones, nació la "Teoría de la im-
previsión". La misma tuvo su primera apli-
cación legislativa en Polonia, con el Código
de las Obligaciones de 1934. La siguieron:
Italia, Código de 1942; Grecia, 1946; Egip-
to, 1949; Portugal, 1966. En otros países
donde no tuvo sanción legislativa, la tuvo
en cambio por vía jurisprudencial. Así ocu-
rrió en Alemania, Inglaterra, Suiza, Espa-
ña y Austria.
En nuestro país también existen antece-
dentes jurisprudenciales, tales como los que
se publican en Jurisprudencia Argentina,
Tomo V, pág. 58; Tomo 48, pág. 696; Tomo
2&, pág. 576, y en La Ley, Tomo 40, pág.
226; Tomo 60 pág. 691; Tomo 72, pág. 254.
En el último de los fallos señalados, dic-
tado por la C. N. Civ. IV Sala C. el 18 de
noviembre de 1953, se dijo que la "Teoría
de la imprevisión" puede resolverse en
nuestro derecho por aplicación del art. 1198
del Código Civil, y que "cuando las condi-
ciones de hecho por razón de las cuales las
partes fijaron ciertos precios unitarios, son
considerablemente alterados y cambiados
por hechos no imputables al empresario, o
por circunstancias imprevistas o imprevi-
sibles que quedaron fuera de la atención de
los contratantes, las modificaciones de los
precios o justa compensación de la obra en
tales condiciones confeccionada, se imponen
en homenaje a la equidad y al derecho
común".
AUTORIZACIÓN JUDICIAL. (T. I, pág.
985.) En los preceptos que fueron citados
en esta voz, se advierten las siguientes mo-
dificaciones introducidas por la ley 17.711
al Código Civil:
Art. 126. Señalaba la minoría de edad
hasta los 22 años cumplidos. Ahora se ha
reducido a los 21 años.
Art. 135. Anteriormente, los menores
emancipados necesitaban autorización del
juez: para vender o hipotecar bienes raí-
ces; para vender los fondos o rentas públi-
cas que tuviesen, así como también las
acciones de compañías de comercio o de in-
dustria; para contraer deudas por más de
quinientos pesos; para hacer arrendamien-
tos por plazo mayor de tres años; para re-
cibir pagos superiores a mil pesos; para
hacer transacciones o sujetar un negocio a
juicio arbitral; para estar en juicio en plei-
to civil. Con la nueva norma, únicamente
precisan obtener autorización judicial para
disponer de aquellos bienes adquiridos por
título gratuito antes o después de la eman-
cipación, pues con respecto a los bienes ob-
tenidos por otro título, pueden disponer de
ellos. Y aun en el caso de tratarse de bienes
adquiridos gratuitamente, la autorización
del juez resulta innecesaria cuando media
acuerdo de ambos cónyuges y uno de estos
fuere mayor de edad.
Art. Hl. Antes de la modificación, se de-
claraban incapaces las personas que se
hallasen en estado habitual de manía, de-
mencia o imbecilidad, aunque tuviesen in-
tervalos lúcidos, o la manía fuese parcial.
Tal norma ha sido substituida por la de
considerar incapaces por demencia, las per-
sonas que por causa de enfermedades men-
tales no tengan aptitud para dirigir su per-
sona o administrar sus bienes. A los efec-
tos de la determinación de los actos que re-
quieren permiso del juez, la modificación no
afecta al contenido del tema, mas no cabe
duda de que con la actual redacción, Ir. in-
capacidad ha adquirido mucha mayor am-
plitud ya que se admiten otras causas, no
especificadas, además de la manía, la imbe-
cilidad o la demencia.
Art. 473. No son voluntarios los actos
anteriores a la declaración de incapacidad,
por lo que pueden ser anulados cuando la
causa de la interdicción, declarada por el
juez, existía públicamente en la época en
que los actos fueron ejecutados. A esa nor-
ma se ha agregado un párrafo según el
cual, haya habido o no sentencia de incapa-
cidad, la nulidad no puede hacerse valer
contra contratantes de buena fe y a título
oneroso, si la demencia no era notoria.
Art. 482. La modificación en nada cam-
bia el problema de la autorización judicial.
La ley 11.357 sobre, derechos civiles de la
mujer, también ha sido afectada en los si-
guientes artículos que en este trabajo fue-
ron invocados:
El art. 4"?, que permitía a la mujer dispo-
ner durante el matrimonio, con autoriza-
ción judicial, de los bienes propios de! mari-
do y de los bienes gananciales administra-
dos por éste, a efectos de atender a su
subsistencia y a la de los hijos menores de
dieciocho años, cuando el marido se encon-
trase privado de la libertad por condena por
dos o más años y no tuvieren ni la mujer ni
los hijos otros recursos, ha sido derogado
por la ley 17.711, de donde se deduce que
la mujer no necesita de autorización judi-
cial para disponer de esos bienes cuando se
dan las circunstancias a que el artículo se
refiere.
También ha sido derogado por la mencio-
nada ley el art. 7P de la 11.357, conforme al
cual la mujer casada menor de edaú, aun
teniendo los mismos derechos que la casada
mayor de edad, para disponer de sus pro-
pios bienes necesitaba la venia del marido,
y si éste fuese menor de edad o negase la
autorización, había de obtener autorización
judicial. Esa denegación se explica, porque
de acuerdo con la modificación introducida
al art. 1277, ahora la autorización recípro-
ca de los cónyuges, aun siendo mayores de
edad, es siempre necesaria para disponer o
gravar los bienes gananciales, así como los
propios de uno de ellos, si en el inmueble
está constituido el hogar conyugal o hubie-
re hijos menores o incapacitados. Ante la
negativa de uno de los cónyuges, se puede
solicitar la autorización judicial.
El art. 24 de la ley 2393, normativa del
matrimonio civil, también ha sido modifi-
cado por la ley 17.711, pero sin que la mo-
dificación afecte al argumento desarrollado
en esta voz respecto al mismo.
Otro de los casos de necesidad de autori-
zación judicial, que ha surgido con poste-
rioridad a la inserción de esta voz en la
Enciclopedia, es el previsto en el art. 28 de
la ley 14.394, del año 1954, según el cual,
dictada la declaratoria de ausencia con pre-
sunción de fallecimiento, y después de abier-
to el testamento si lo hubiere, los sucesores
o los legatarios recibirán los bienes del pre-
 fallecido, pero no podrán enajenarlos
ni gravarlos sin la precitada autorización
judicial, y en tanto no se cumplan los pla-
zos señalados en el art. 30 de la precita-
da ley.
AUTORIZACIÓN LEGISLATIVA (T. I,
pág. 993.) La cita que se hizo de los arts.
68, incs. 21 y 22, y 83 inc. 18 de la Consti-
tución Nacional, está referida a la de 1949,
ya derogada, y corresponden a los arts.
67, incs. 21 y 22, y 86, inc. 18. Asimismo,
el art. 101 de la derogada tiene su correla-
tivo en el 108 de la vigente; y los arts. 69
a 74 inclusive de aquélla corresponden a los
68 a 73 de ésta.
AUTORIZACIÓN MARITAL. (T. I, pág.
997.) La sanción de la ley 11.357, llamada
de los Derechos Civiles de la Mujer, signi-
ficó, en el momento de su sanción, un gran
paso adelante en la lucha de la mujer por su
emancipación jurídica y legal. Pero dabido
a la falta de coherencia de algunas de sus
disposiciones, dicha emancipación no llegó
a ser total.
La ley 17.711, modificatoria del Código
Civil y de sus leyes complementarias, conti-
nuó la obra iniciada, dando a la mujer una
plena capacidad civil. Así lo consagra la
modificación del art. 1? de la iey 11.357,
que dispone: "La mujer mayor de edad,
cualquiera sea su estado, tiene plena capa-
cidad civil".
Por obra de esta afirmación terminante,
quedan derogados los arts. 39, 4"? T> y 8"? de
la ley de Derechos Civiles de la Mujer, cu-
yas limitaciones perdieron toda vigencia
frente a la afirmación de su plena capa-
cidad.
El mismo criterio es sustentado por el
art. 1276 de la ley 17.711 que dispone en su
primer párrafo: "Cada uno de los cónyu-
ges tiene la libre administración y disposi-
ción de sus bienes propios y de los ganan-
ciales adquiridos con su trabajo personal o
por cualquier otro título legítimo, con la
salvedad prevista en el art. 1277".
De los dos textos legales que hemos re-
producido surge, en forma fehaciente, que
la autorización marital ya no puede ser
considerada, en ningún caso, como nece-
saria.
AUTORIZACIÓN PARA CONTRAER MATRIMONIO
El libro VII del nuevo Código Procesal
Civil y Comercial de la Nación (ley 17.454)
contempla, en seis Capítulos, los trámites
de una serie de procesos a los que denomi-
na "Voluntarios". Éstos se caracterizan por
no ser controvertidos e iniciarse a pedido
de parte. Reglamentan situaciones previs-
tas por el Código Civil o por el Comer-
cial, y no tienen antecedentes en el Código
de Procedimientos derogado.
El Capítulo 1 prevé, en dos artículos, los
trámites necesarios para lograr la autori-
zación para contraer matrimonio. Los ar-
tículos de referencia, el 801 y el 802, res-
pectivamente, dicen:
Art. 801. "TRÁMITE: El pedido de auto-
rización para contraer matrimonio trami-
tará en juicio verbal, privado y meramen-
te informativo, con intervención del inte-
resado, de quien deba darla y del represen-
tante del Ministerio Público. La licencia
judicial para el matrimonio de los menores
o incapaces, sin padres, tutores o curado-
res, será solicitada y sustanciada en la
misma forma."
Art. 802. "APELACIÓN : La resolución se-
rá apelable dentro del quinto día. El tri-
bunal de alzada deberá pronunciarse, sin
sustanciación alguna, en el plazo de diez
días."
AVAL. (T. I, pág. 1010.) Los artículos
que sobre la materia se citaban en esta voz
(con excepción del 107 y del 480) han que-
dado sin efecto, en virtud de que toda la
regulación de la letra de cambio ha sido
modificada por el decreto-ley 5965/33 (ley
16.478). En la nueva disposición, lo relati-
vo al aval está desarrollado en los arts. 32,
33 y 34 de la nueva disposición, según los
cuales el pago de una letra de cambio pue-
de garantizarse, total o parcialmente, por
un tercero o por cualquier firmante de la
letra, haciéndose constar el aval en la mis-
ma letra, en su prolongación o en documen-
to separado, siempre que se haga constar
en éste el lugar de su otorgamiento. El
aval puede expresarse con las palabras "por
aval" o con cualquier otra expresión equi-
valente, debiendo ser firmado por el avalis-
ta. Asimismo se considera otorgado el aval
con la simple firma del avalista puesta en
el anverso de la letra, salvo que la firma
fuese la del girado o la del aceptante, pero
debe indicarse por cuál de los obligados se
otorga, pues no indicándolo se considerará
otorgado por el librador.
El avalista queda obligado en los mismos
términos que aquel por quien se ha otor-
gado el aval, y su obligación es válida aun
cuando la obligación que ha garantizado sea
nula por cualquier causa que no sea un vi-
cio de forma. El avalista que paga la letra
adquiere los derechos que de ella derivan,
contra el avalado y contra los que están
obligados cambiariamente hacia éste.
 AVALUÓ. (T. I, pág. 1015.) La referen-
cia que en esta voz se hacía a los arts. 648
a 667 del derogado Código Adjetivo, debe
considerarse trasladada a los aits. 742
a 752 del vigente (ley 17.454).
AVERÍAS. (T. I, pág. 1017.) Las nor-
mas legales relativas a la navegación han
sido modificadas por la ley 20.094 de 15 de
enero de 1973. Véase en este Apéndice la
actualización de la voz DERECHO MARÍTIMO.
AXIOLOGÍA JURÍDICA. (V. ESTIMATI-
VA JURÍDICA.)