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ISFD “José Manuel Estrada” - Profesorado de Educación Inicial

Sociología de la Educación – 3ro 1ra, 2da y 3ra división


Profesores Myrna Rodas, Andrea Marturet y Víctor Leyes

Clase 4: Sociología del Consenso y Sociología del Conflicto

¡Bienvenidas a un nuevo encuentro virtual!


Anteriormente, estuvimos viendo los aportes de los precursores o autores
clásicos de la Sociología de la Educación, como por ejemplo Comte, Marx,
Durhkheim, Weber. En esta clase retomaremos estos aportes para
continuar trabajando sobre el Eje 2 de nuestro programa, revisando algunos
debates teóricos desarrollados en el campo de la Sociología de la Educación y sus
representantes. Los aportes de esta clase les permitirán avanzar en la resolución del TP
N°1.
Vamos a trabajar principalmente a partir de lo desarrollado por Ana María Brígido (2006)
en su libro “Sociología de la Educación: Temas y perspectivas fundamentales”, Capítulos
1 y 2.
En primer lugar, haremos la distinción entre dos grandes perspectivas sobre el estudio
de la sociedad que aparecen como polarizadas: la sociología del consenso y la sociología
del conflicto.
Luego de esta primera diferenciación general, profundizaremos en dos grandes
enfoques de la sociología de la educación:

• el funcionalismo estructural, que se ubica dentro de la sociología del consenso


y en donde encontramos a autores como Durkheim; y
• la sociología marxista, que responde a la sociología del conflicto y en la que
veremos los aportes de Althusser, Baudelot y Establet, Bowles y Gintis, entre
otros.

¡Comencemos!

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Polarización del pensamiento sociológico en el tratamiento de la educación


Al recorrer el pensamiento sociológico sobre la educación a lo largo de la historia, se
pone de manifiesto la clara diferencia de perspectiva con que la sociología, desde sus
orígenes como disciplina científica, aborda el estudio de la sociedad: el consenso y el
conflicto. En el tratamiento de la educación, estas perspectivas se traducen en diferentes
concepciones sobre la educación y su función en la sociedad. Subyace a cada una de
ellas una particular postura filosófica sobre el hombre y la sociedad, cuyo origen se
remonta a la filosofía social de los siglos XVII y XVIII. Podríamos decir que la sociología
del consenso tiene sus raíces en el pensamiento de John Locke, uno de los padres del
liberalismo moderno, mientras que la del conflicto se funda en las ideas de Tomas
Hobbes. La primera considera al hombre como un ser cooperador y pacífico,
incorporado a un orden social que es el producto de un acuerdo entre individuos
razonables; se trata de un orden que permite la realización de los valores humanos
fundamentales: la vida, la propiedad y la libertad. La segunda considera al hombre como
un ser dotado de razón al servicio de su pasión, es decir, de su deseo de poder y
bienestar material, en permanente lucha con los otros hombres para satisfacer esa
pasión. Este hombre está incorporado a un orden social que es producto de la coacción
ejercida por un estado político absoluto.
El análisis de cualquier problema que se aborda en sociología de la educación se verá
afectado por la adhesión personal del sociólogo a una u otra de estas opciones. Por lo
tanto, resulta imprescindible conocer los supuestos y las ideas fundamentales de estos
dos enfoques para poder comprender el tratamiento que cada uno de ellos hace de la
educación. Veamos brevemente cuáles son las ideas más importantes de la sociología
del consenso y del conflicto, y su particular enfoque de la educación.

1. Sociología del consenso


Las ideas centrales de la sociología del consenso, claramente expresadas en el
pensamiento de A. Comte, son las de orden y equilibrio. La sociedad es concebida como

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un todo, semejante a un organismo biológico, constituido por partes interrelacionadas


de tal manera, que un cambio en alguna de ellas provoca cambios en las restantes. Cada
una de esas partes cumple funciones, es decir, contribuye a mantener el equilibrio del
sistema. Este equilibrio es de tipo dinámico. Hay factores que pueden perturbarlo y
conducir al sistema a una inestabilidad temporaria, pero en el largo plazo, la sociedad
vuelve a su equilibrio originario. Los cambios provienen de fuentes externas al sistema
y éste tiene la particularidad de ajustarse paulatinamente a ellos.
Para esta sociología, el orden d el sistema social se logra gracias al consenso entre
los actores sociales acerca de los valores y las normas que rigen las relaciones en
la sociedad. Como resultado de esta concepción sobre la sociedad, la sociología
del consenso, cuya expresión más cabal es el funcionalismo, se caracteriza por una
visión conservadora de la sociedad.

La educación, en efecto, cumple funciones imprescindibles para el mantenimiento de la


sociedad:

1. Trasmisión de la cultura, o sea, una función básica de socialización de los


individuos en las actitudes, creencias, normas y valores propios de la sociedad.
El resultado de esto es la incorporación de los nuevos miembros a la sociedad
y la creación de un consenso general sobre la legitimidad del orden social
existente.
2. Entrenamiento para el ejercicio de roles. Es decir, prepara al individuo para
incorporarse en la división funcional del trabajo. Al cumplir estas funciones, la
educación actúa como un factor de integración social y de adaptación
individual.

La principal crítica que se hace a la sociología del consenso es que no ha sido capaz de
analizar y explicar adecuadamente los fenómenos de la contradicción y del cambio, a
causa de su excesivo énfasis en el orden, la armonía y la integración.

2. Sociología del conflicto


Esta sociología se presenta como la antítesis de la sociología del consenso; se vincula,
en primer lugar, con el pensamiento de Karl Marx, y luego, con el de Max Weber. Las
diferencias entre uno y otro son muy importantes, ya que sus puntos de partida y sus
concepciones sobre las raíces y características del conflicto son diferentes. Marx vincula
el conflicto a la organización económica, particularmente a la propiedad privada de los
medios de producción. Weber, en cambio, lo vincula con la distribución del poder. Para
el primero el conflicto se da entre clases sociales, es decir entre grupos con intereses
económicos antagónicos; para el segundo, se da entre grupos de actores ubicados en
diferentes posiciones en la estructura de poder y cuyos estilos de vida son distintos.
Marx acentúa las consecuencias disociadoras del conflicto, Weber le atribuye algunas

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funciones integradoras. En Marx la lucha ocupa un lugar central en la explicación del


conflicto, en Weber es la competición la clave explicativa.
La preocupación central de la sociología del conflicto es la explicación de los
fenómenos del poder, del cambio social y de las contradicciones que caracterizan
la formación y la integración de los grupos sociales, las organizaciones humanas y
la sociedad.

Al tomar al conflicto como hecho social central, esta sociología sustituye las nociones de
orden y progreso del organicismo positivista por los conceptos de movimiento y
transformación. En vez de considerar el estado de consenso y armonía como factor de
progreso, considera la contradicción y la lucha entre diferentes intereses y grupos
sociales como factores de transformación de la sociedad. La dinámica social no se explica
como resultado del consenso universal, como había predicho Comte, sino como
consecuencia de la tensión entre lo tradicional y lo nuevo, lo normal y lo extraño, la
reproducción y la construcción. En síntesis, la vida social se define como un juego de
fuerzas antagónicas y no como un estado de equilibrio basado en la integración
armónica.
Los supuestos fundamentales de la teoría del conflicto son los siguientes:
i. El conflicto es un hecho normal en las sociedades. Su ausencia es lo que se podría
considerar inusual. Como resultado de la ubicuidad del conflicto, las sociedades
están sujetas permanentemente a cambios.
ii. Cada elemento de la sociedad contribuye a su transformación.
iii. El orden social resulta de la coacción que ejercen algunos individuos o grupos
sobre otros.
En lo que respecta a la educación, la sociología del conflicto considera que la falta de
consenso sobre objetivos, normas y valores es una evidencia de que el conflicto es un
lugar común y que el conflicto social es intrínseco a la educación (conflicto entre
individuos, entre individuos e instituciones, entre instituciones, y entre éstas y la
sociedad). Además, la estructura presente de la educación es un resultado o un producto
de los conflictos en la sociedad más amplia.

En lo que hace a una de las funciones básicas de la educación, la trasmisión de la


cultura, según la sociología del conflicto, las escuelas se dedican principalmente a
entrenar al estudiante para consumir y producir bienes, y este entrenamiento
beneficia, fundamentalmente, a los propietarios y a quienes controlan el mundo
de los negocios. La educación sirve, de esta manera, a los intereses de la clase
dominante; es una fuerza conservadora que preserva, reproduciéndolo, el orden
social existente y actúa como un medio de control social en manos de la clase
dominante.

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Enfoques actuales en sociología de la educación


Luego de realizada esta primera diferenciación general entre la sociología del consenso
y la sociología del conflicto, profundizaremos en dos grandes enfoques de la sociología
de la educación:

• el funcionalismo estructural, que se ubica dentro de la sociología del consenso;


• la sociología marxista, que responde a la sociología del conflicto.
En lo que sigue vamos a tratar de caracterizar los diferentes enfoques en función de los
principales supuestos que les sirven de punto de partida, los aspectos distintivos de su
marco teórico y su manera particular de analizar el fenómeno educativo. Se trata
únicamente de presentar, de modo general, sus rasgos más sobresalientes.

1. Funcionalismo estructural
Este enfoque, es el que más ampliamente se ha usado en los estudios
sociológicos de la educación y ha dominado este campo desde 1950 hasta
fines de la década del sesenta. Sus raíces intelectuales están en los trabajos
de Spencer, Comte y Durkheim, entre otros. Como sabemos, de todos ellos, el más
significativo para la sociología de la educación es Durkheim. Veamos ahora cuáles son
los rasgos distintivos del funcionalismo.
a) Supuestos fundamentales
El punto de partida del enfoque estructural-funcional es la consideración de la sociedad
como un sistema. Como todo sistema, la sociedad sólo puede ser comprendida en
términos de las interrelaciones entre sus partes; cada una de éstas opera para asegurar
el mantenimiento del equilibrio y la integridad del sistema. La modificación de una de
ellas produce cambios en las restantes. Para asegurar la supervivencia de la sociedad, es
necesario que se satisfagan ciertos ‘requisitos funcionales’; estos requisitos son el
mantenimiento de las pautas y el manejo de las tensiones, la adaptación, el logro de
fines y la integración. En lo que respecta al cambio, el funcionalismo sostiene que el
sistema social tiende a mantener un estado de equilibrio dinámico y a adaptarse suave
y fluidamente al cambio. Las perturbaciones pueden conducir a una inestabilidad
temporaria, pero en el largo plazo la sociedad retorna a su equilibrio original. Además,
el cambio proviene de fuentes externas al sistema; dichas fuentes son, por una parte, el
crecimiento y la diferenciación estructural, y por otra, las innovaciones e invenciones
que llevan a cabo los miembros de la sociedad. Por último, un supuesto clave del
funcionalismo es que existe un consenso general acerca de las normas y los valores que
rigen la convivencia en el sistema. Este consenso ayuda a convertir a la sociedad en una
totalidad unida y cohesiva.
Respecto de la educación, los funcionalistas suponen que existe una íntima relación
entre ésta y la sociedad. Como cualquier otra institución social, la educación cumple

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funciones; un cambio en la educación provoca cambios en la sociedad y viceversa. Hay


consenso respecto de las normas y valores educacionales. Por otra parte, la educación
es meritocrática, lo cual implica que el proceso de selección social que opera la
educación está basado en la capacidad y el esfuerzo personal, no en características
adscriptas al individuo, como el sexo, la raza, el origen social o la religión.
b) Marco teórico
La noción clave de este enfoque es la de sistema social, entendido como un conjunto
complejo de elementos en interacción e interdependencia mutuas. El sistema tiene
límites definidos que lo distinguen de su entorno. El sistema social es, además, un
sistema abierto, por lo tanto, recibe influencias de ese entorno y, a su vez, actúa sobre
él. La educación es percibida como un sistema de esta naturaleza.
Todos los fenómenos deben ser analizados en términos de la estructura de la sociedad,
es decir, de la organización de las partes que componen el sistema, y de las relaciones
entre esas partes. Estas ‘partes’ o elementos que componen la sociedad pueden ser
pensadas como instituciones (familia, escuelas), como roles sociales (madre, padre,
maestro, trabajador, administrador), o como prácticas o costumbres sociales. El modo
en que estas partes se adaptan unas a otras es similar a la adaptación que se produce
entre las partes de un organismo viviente.
El proceso de socialización (educación) constituye el mecanismo social por excelencia
para el cumplimiento de los requisitos funcionales y con ello, para asegurar la
supervivencia de la sociedad. Dicho proceso consiste en el entrenamiento de los recién
llegados para que puedan convertirse en miembros plenos de esa sociedad y puedan
participar en ella como tales (adaptación y diferenciación social). En general, los
funcionalistas piensan que la educación es funcional a la sociedad; las funciones que le
asignan -trasmisión de la cultura, entrenamiento para el ejercicio de roles, selección
social, integración, innovación- son indispensables para el mantenimiento del orden
social existente.
La educación es vista como un sistema social
cuyas partes constitutivas están unidas por la
interdependencia interaccional. Se analiza cada
parte del sistema en función del todo para
determinar si es funcional o disfuncional. Un
elemento es funcional cuando contribuye a la
operación y al equilibrio del sistema. Este
esquema es aplicado por los funcionalistas para analizar tanto el nivel microsociológico de la
educación, o sea la escuela o la clase, como las relaciones entre la educación y la sociedad global,
es decir el nivel macrosociológico.

Otro concepto fundamental de este enfoque es el de función. Función es toda


consecuencia observable de la acción de cualquier unidad del sistema social que

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contribuye al mantenimiento del equilibrio del sistema. Existen funciones manifiestas y


latentes. Las funciones manifiestas son aquellas consecuencias buscadas
deliberadamente. Las latentes, en cambio, se producen sin ser perseguidas de manera
conciente.
c) Temas de interés
Los sociólogos funcionalistas se han interesado, básicamente, por las funciones
manifiestas de la educación:
1. Trasmisión de la cultura, es decir, la trasmisión de conocimientos, actitudes,
valores y normas, lo cual asegura la continuidad sociocultural y la adquisición,
por parte de los individuos, del sentido de la herencia social.
2. Selección social: al entrenar para el ejercicio de roles, la educación asigna a las
personas a determinadas posiciones en la estructura social. Esta selección se
lleva a cabo en base a las habilidades, los talentos y el esfuerzo individual, por
lo tanto, es meritocrática.
3. Entrenamiento para el ejercicio de roles: al cumplir con esta función la
educación asegura la provisión de personal capacitado para ocupar diferentes
posiciones laborales.
4. Innovación: la investigación que se realiza en las instituciones educativas es la
responsable de la producción de nuevos conocimientos; esta función es esencial
para la adaptación de la sociedad a su entorno y para el logro de mayor
eficiencia.
5. Integración: la educación provee las experiencias compartidas necesarias para
crear un sentido de identidad cultural entre los miembros de la sociedad
(lenguaje, historia, normas y valores, etc.). Junto a estas funciones manifiestas,
la educación cumple también funciones latentes; son todas aquellas
consecuencias observables de la acción educativa que no son buscadas
explícitamente.
Además de los temas
mencionados, los funcionalistas
han estudiado las relaciones del
sistema escolar con otras
unidades del sistema social, como
la estructura económica, la
política, la estratificación social, la
familia. Desde el punto de vista de la vida interna de las escuelas, su interés central se
dirige a los aspectos organizativos, la división del trabajo y los diferentes roles que se
ejercen dentro de ella. Algunos funcionalistas, cuya orientación es más psicologista, se
han interesado por la relación entre educación y personalidad, y las patologías de los
conjuntos escolares.

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2. Sociología marxista de la educación: reproducción, correspondencia y


resistencia
Se trata de una perspectiva claramente ubicada en la corriente conflictivista
en sociología.
La orientación marxista representa la postura exactamente opuesta al funcionalismo, y
como ocurre con éste, no constituye una posición única ni monolítica. Hay variaciones
entre autores que suponen diferentes lecturas o interpretaciones del pensamiento de
Marx. Aquí vamos a tratar de identificar aquellos rasgos que son más o menos comunes
a todos los que comparten esta perspectiva. Podríamos afirmar que los sociólogos
marxistas son, ante todo, actores comprometidos en la transformación de la sociedad
capitalista, a la que consideran básicamente injusta y alienante. Ese cambio está dirigido
a imponer las condiciones necesarias para el desarrollo de una sociedad socialista, de la
que se hace una defensa dogmática. Además, y también en claro contraste con el
funcionalismo, acusado de defender el statu quo, la sociología es concebida como parte
de la praxis, no como una actividad políticamente neutra.
a) Supuestos fundamentales
El enfoque marxista comparte con la sociología del conflicto, de la cual es su fuente
principal, los supuestos sobre la naturaleza del hombre y la sociedad propios de esa
sociología.
Para el marxismo el rasgo fundamental de la vida social no es el consenso sino el
conflicto, y concretamente, el conflicto de clases, es decir, la lucha entre grupos con
intereses económicos opuestos, los capitalistas de un lado, y los trabajadores del otro.
La función de la educación es la reproducción de la división capitalista del trabajo.
Mediante una formación diferencial de trabajadores y capitalistas, asegura la
reproducción de las condiciones objetivas y subjetivas necesarias para mantener esa
división. El conflicto de clases, propio de la sociedad capitalista, tiene su contrapartida
en la educación. La clase dominante usa la educación para legitimar las desigualdades
sociales. El cambio educativo no es posible sin un cambio de la estructura social. Por lo
tanto, las reformas educativas destinadas a corregir las desigualdades sociales no
pueden servir a ese objetivo si no cambia previamente el sistema de relaciones de
producción y la desigualdad inherente al mismo.
b) Marco teórico
Todo el instrumental teórico de este enfoque está basado en los conceptos marxistas
de clase, lucha de clases, ideología, división social del trabajo, alienación,
superestructura, estructura, plusvalía, reificación, contradicción, etc. Una parte
importante de este marco teórico constituye una crítica a la visión funcionalista en
sociología, la cual, según los marxistas, con su pretendido conocimiento objetivo y
científico de la realidad, ha impedido el descubrimiento de las cosas tal cual son. En

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consecuencia, la sociología marxista se propone ‘desmitificar’ un conocimiento que sólo


ha servido para legitimar las desigualdades propias de la sociedad capitalista, con sus
secuelas de opresión, alienación e injusticia.
La sociedad es definida como un conjunto de relaciones de producción; éstas
constituyen la estructura de la sociedad. En el modo de producción capitalista, dichas
relaciones se establecen entre los propietarios de los medios de producción, los
capitalistas, y el proletariado, cuya única propiedad es su fuerza de trabajo.
La educación forma parte de la ‘superestructura’ de la sociedad, y como tal, es un
resultado de la ‘estructura’, es decir, de las relaciones de producción. La educación en
la sociedad capitalista constituye un ‘aparato ideológico del estado’ cuya función es
reproducir las condiciones técnicas y sociales del modo de producción capitalista, y
asegurar de esta manera su continuidad; es un instrumento de la clase dominante para
perpetuar las condiciones que hacen posible la dominación.

En síntesis, la educación en estas sociedades, cumple la función de reproducir


mentalidades y conductas apropiadas para asegurar la división social del trabajo,
trasmite la ideología de la clase dominante y legitima las desigualdades sociales
características del modo de producción capitalista. Es, en consecuencia, una
fuerza conservadora. Para cambiarla es necesario cambiar las bases del orden
social existente, es decir, suprimir la propiedad privada de los medios de
producción.

Los dos trabajos de investigación considerados clásicos en la sociología marxista de la


educación, el de Baudelot y Establet en Francia y el de Bowles y Gintis en los EEUU,
tratan de proporcionar evidencia empírica para probar el carácter reproductor de la
escuela en las sociedades capitalistas y la estrecha correspondencia entre las relaciones
sociales propias del modo de producción capitalista y las relaciones sociales en la
educación. A los primeros se los identifica con la ‘teoría de la reproducción’ y a los
segundos con la ’teoría de la correspondencia’.
La teoría de la reproducción se asocia con el trabajo de L. Althusser (1974), que abrió las
puertas al análisis la escuela como aparato ideológico del estado y el papel que le
compete en la reproducción de las relaciones de producción y de los actores del
capitalismo. Desde su punto de vista, la reproducción de la fuerza de trabajo no tiene
lugar en la empresa sino en la escuela. Para que esa fuerza sea efectivamente
reproducida es necesario asegurar, no sólo su supervivencia material, sino su
supervivencia técnica, es decir, crear las competencias, destrezas, actitudes, etc., más o
menos diferenciadas, que se requieren según la complejidad de la división del trabajo;
ésta es la principal función que cumple la escuela en la sociedad capitalista.
Inspirada en la visión de Althusser, la investigación de Baudelot y Establet (1976) sobre
el sistema educativo francés muestra que, bajo las apariencias de una escuela única, se
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dan en Francia dos redes escolares diferentes, una destinada a los hijos de obreros (la
red primaria profesional), que prepara para los trabajos manuales y los puestos de
menor jerarquía en la producción, y otra, destinada a los hijos de la burguesía (la red
secundaria superior), que prepara para los cargos de mando y gerenciales.
Bowles y Gintis (1981), con su
investigación sobre el sistema
educativo de los EEUU, dan lugar a lo
que se conoce como ‘teoría de la
correspondencia’ en sociología de la
educación. En ese trabajo muestran
que la escuela americana tiene una
estructura estratificada, similar a la de
las fábricas, y desarrolla en los hijos de los obreros las aptitudes necesarias para ejecutar
las órdenes emanadas de la jerarquía, mientras que los miembros de las clases
dominantes reciben la preparación adecuada para impartir órdenes y desempeñarse en
lo cargos gerenciales de las empresas.
Bajo la influencia del pensamiento de A. Gramsci se desarrolla una tercera línea de
investigación en la sociología de la educación marxista, conocida como ‘teoría de la
resistencia’. En algún sentido, esta corriente se podría considerar más como una
pedagogía crítica que como una expresión de la perspectiva sociológica. En realidad,
pareciera que está a mitad de camino entre una y otra, según sea el aspecto de la misma
que se considere: la prescripción de líneas de acción para crear la contrahegemonía en
las instituciones escolares (H. Giroux, 1992; M. Apple 1986, 1987), o la investigación de
cómo y bajo qué condiciones se produce la resistencia a la ideología dominante en el
interior de dichas instituciones (P. Willis, 1988).

La teoría de la resistencia pone el acento en lo que ocurre dentro de las escuelas, y


sostiene que no hay una correspondencia sencilla entre las estructuras económicas y las
instituciones educativas. Se preocupa por descubrir la forma en que surge la hegemonía
y los mecanismos mediante los cuales ella es producida en las escuelas, entre otros, las

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interacciones curriculares, pedagógicas y evaluativas. Se interesa, también, por los


conflictos y las contradicciones que se producen en la escuela.
c) Temas de interés
En la perspectiva marxista más ortodoxa, con diferentes matices, el tema de interés
predominante es la relación entre educación y sociedad. En general, el análisis se centra
en una crítica al sistema educativo en las sociedades capitalistas y la visión que de éste
tiene la ‘sociología burguesa’. Especial importancia se asigna al análisis del conflicto en
la educación, el cual es visto como un reflejo de la lucha entre capitalistas y proletarios
en el campo económico. Además, gran parte de la producción intelectual de la sociología
marxista de la educación está destinada a refutar los hallazgos de investigación de la
‘sociología burguesa’, objetando sus puntos de partida, la metodología utilizada y su
pretendida neutralidad científica. En definitiva, podríamos decir que los temas de
interés propios de la sociología de la educación marxista son, en gran medida, los
mismos que interesan a los funcionalistas, pero enfocados desde la orilla opuesta.

A modo de cierre
En esta clase profundizamos un poco más en algunos debates teóricos desarrollados en
el campo de la Sociología de la Educación y sus representantes. Distinguimos dos
grandes perspectivas sobre el estudio de la sociedad y profundizamos en algunas teorías
que pueden ubicarse dentro de ellas:
La sociología del consenso, que entiende que la sociedad debe tender a la armonía. En
esta perspectiva encontramos la teoría del funcionalismo estructural (Durkheim, Comte)
para la cual las funciones que se le asignan a la educación (trasmisión de la cultura,
entrenamiento para el ejercicio de roles, selección social, integración, innovación) son
indispensables para el mantenimiento del orden social existente.
La sociología del conflicto, en la que la contradicción y la lucha entre diferentes intereses
y grupos sociales es el motor de la historia posibilitando la transformación. Desde esta
mirada, la clase dominante usa la educación para legitimar las desigualdades sociales y
el cambio educativo no es posible sin un cambio de la estructura social. Aquí ubicamos
las teorías vinculadas al marxismo, como la teoría de la reproducción (Althusser,
Baudelot y Establet), la teoría de la correspondencia (Bowles y Gintis), y la teoría de la
resistencia (Giroux, Apple, Willis).
Esperamos que estén avanzando en la producción del TP N°1. Saben que
pueden comunicarse con nosotros por la mensajería interna ante cualquier
inquietud. ¡Nos encontramos la próxima semana en una nueva clase!
Bibliografía:
Brigido, A. (2006). Sociología de la Educación: Temas y Perspectivas Fundamentales (Cap. I y II).
Córdoba, Argentina, BRUJAS.

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