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Nueva Alianza
Comité de Dirección Nacional

Presidente
Luis Castro Obregón

Secretario General
Luis Alfredo Valles Mendoza

Coordinador Ejecutivo Nacional Político Electoral


Roberto Pérez de Alva Blanco

Coordinador Ejecutivo Nacional de Finanzas


Juan Luis Salazar Gutiérrez

Coordinador Ejecutivo Nacional de Vinculación


Constantino González Alcocer

Coordinador Ejecutivo Nacional de Asuntos Jurídicos


Fernando Medina Villarreal

Primera Reimpresión, 2015


México, D. F.

© Nueva Alianza
Durango 199, Colonia Roma, Delegación Cuauhtémoc,
C. P. 06700, México, D. F.
ISBN 978-607-96511-2-1

Maquetación: Ana Rosa Chacón

Foto de portada: Manifestación de obreras con pancartas, a su paso por una calle.
© (5336) CONACULTA.INAH.SINAFO.FN.MÉXICO.

De liberales a liberadas, es una publicación de Nueva Alianza, sin fines de lucro


y de distribución gratuita. Esta edición consta de 5,000 ejemplares. Producción
editorial e impresión Fineo S.A. de C.V., Héctor 2528 Las Cumbres 3er. Sec. Ciro
y Paseo de las Olimpiadas, Monterrey, Nuevo León, C. P. 64610. Los derechos
de reproducción de los textos e imágenes, están reservados por Nueva Alianza.
Prohibida la reproducción parcial o total del contenido, imágenes y fotografías, por
cualquier medio físico o electrónico, sin previa autorización por escrito.
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DE LIBERALES A

LIBERADAS
PENSAMIENTO Y MOVILIZACIÓN DE LAS MUJERES EN LA
HISTORIA DE MÉXICO (1753 – 1975)
De liberales a
liberadas
Pensamiento y
movilización de las
mujeres en la historia
de México
(1753 – 1975)

Adriana Maza Pesqueira


Lucrecia Infante Vargas
Martha Santillán Esqueda
Presentación

ÍNDICE
Luis Castro Obregón

Introducción
Adriana Maza Pesqueira

I. Las mujeres y el arribo del liberalismo a México: antecedentes,


cambios, permanencias e impactos (1753–1850)
Lucrecia Infante Vargas

II. La consolidación del liberalismo. Del Ángel del Hogar, al


sinuoso camino de la individuación femenina (1850–1910)
Lucrecia Infante Vargas

III. Las mujeres en la Revolución Mexicana (1900–1924)


Adriana Maza Pesqueira

IV. Posrevolución y participación política. Un ambiente


conservador (1924–1953)
Martha Santillán Esqueda

V. Movilización y ciudadanía. Las mujeres en la escena política


y social (1953–1975)
Adriana Maza Pesqueira y Martha Santillán Esqueda

Bibliografía
PRESENTACIÓN
A la memoria le queda la ventaja del reconocimiento del pasado como habiendo
sido, aunque ya no lo es; a la historia le corresponde el poder de ampliar la
mirada en el espacio y el tiempo, la fuerza de la crítica en el orden del testimonio,
explicación y comprensión, el dominio retórico del texto y, más que nada, el
ejercicio de la equidad respecto de las reivindicaciones de los distintos bandos de
memorias heridas…
Paul Ricoeur

En la historia tradicional de México, cuando las mujeres no han sido excluidas han aparecido
como subordinadas, visibilizadas desde un sistema de poder que buscaba legitimar y reproducir
un orden específico. En el mejor de los casos, y como forma sistemática de compensar aquella
exclusión, esa misma historia nos revela las hazañas de mujeres extraordinarias, próceres y
heroínas muchas veces reducidas a monografía escolar por el discurso oficial.
La obra que el lector tiene en sus manos nos ofrece una visión diferente sobre la presencia
de las mujeres en momentos y procesos cruciales de la construcción de nuestro país. Sus autoras
nos presentan una revisión de los principales procesos históricos nacionales desde una perspectiva
de género, teniendo como objeto de estudio el protagonismo de las mujeres en la vida social,
económica, política y cultural de México durante los siglos XIX y XX.
Se trata, como se señala en el texto introductorio, de recuperar experiencias fundacionales
del debate y la política de género actuales, analizando algunas de las “prácticas individuales y
movimientos colectivos de mujeres desde la Independencia hasta 1975, mediante las cuales se
afirman como parte integrante y creadora de la historia… y la forma en que, lejos de la pasividad
con que han sido retratadas, toman la palabra y alzan la voz para expresar su inconformidad de
distintas maneras: resisten, cuestionan, avanzan, se movilizan por su derecho a participar en los
cambios sociales y modifican los esquemas culturales que enfatizan la desigualdad”.
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Con la presentación de este libro, Nueva Alianza rinde un homenaje a la lucha histórica que
las mujeres han sostenido por la conquista y el ejercicio pleno de sus derechos. Lo dedicamos
especialmente a nuestras compañeras del Movimiento Nacional de Mujeres, en reconocimiento
a la determinación y al trabajo cotidiano con que impulsan la agenda de género en nuestro país.
Queremos que esta obra llegue a toda la militancia partidista y que su lectura contribuya
no sólo a reafirmar nuestra vocación como la fuerza política más progresista y más comprometida
con la igualdad de género, sino también a enriquecer el debate desde una óptica que revalora
las extraordinarias aportaciones que han hecho las mujeres mexicanas.

Luis Castro Obregón


Presidente del Comité de Dirección Nacional
Nueva Alianza
INTRODUCCIÓN

Adriana Maza Pesqueira

Los avances logrados en materia de equidad, sobre la condición femenina y la igualdad entre los
reconocimiento de derechos y participación política sexos, con los cuales, las autoridades de los países
de las mujeres en México son relativamente recientes inscritos se ven compelidas a implementar políticas que
y se han concretado en las dos últimas décadas. La promuevan su empoderamiento. Podemos citar, entre
situación presente y el activismo que desempeñan los los más preponderantes, la creación de la Comisión
más diversos colectivos son cuestiones estudiadas a de la Condición Jurídica y Social de la Mujer (1946),
profundidad, tienen visibilidad en todo tipo de medios la Convención sobre los Derechos Políticos de la Mujer
de comunicación y la atención de la mayoría de los (1953), la Primera Conferencia Mundial sobre la
centros de enseñanza e investigación superior. Desde Mujer celebrada en México y la declaración del Año
luego, éstas ocupan también un lugar importante en Internacional de la Mujer (1975), la Convención sobre
la agenda política nacional. la eliminación de todas las formas de discriminación
En el ámbito internacional, la ONU ha contra la mujer CEDAW (1979) y la Declaración sobre la
impulsado, mediante reuniones y convenios, temas eliminación de la violencia contra la mujer (1993).
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Con estos instrumentos, asuntos como cuales han articulado un nuevo lenguaje que les ha
erradicación de todas las formas de violencia, acceso permitido expresar sus más apremiantes reclamos
tanto a la tierra como a un trabajo equitativamente y, han logrado la creación de planes integrales
remunerado, derechos reproductivos, igualdad de de apoyo a la mujer, proyectos de crédito para
participación en instituciones públicas y privadas, fomentar el autoempleo y la vivienda, programas de
en puestos de poder y, por supuesto, al interior de la salud específicos, en fin, campañas que han puesto
familia se han colocado en el centro de los debates el foco de atención en lo que hasta hace algunos
sobre la situación de la mujer. Materias sobre las años era invisible.
cuales México todavía tiene un largo camino por En las áreas rurales una gran cantidad
recorrer, pero también logros que admitir, pues de mujeres no sólo está sujeta a condiciones de
reconocerlo es hacer justicia a las incansables luchas extrema pobreza y discriminación por clase y
emprendidas por las mexicanas que protagonizan sexo, sino también a la total subordinación que
los cambios y, en particular, a los grupos invisibles dictan usos y costumbres milenarios propios de
que desde su espacio cotidiano contribuyen a llevar la cultura patriarcal. Sin embargo, la actividad
a cabo las transformaciones que hacen posibles sus política de las campesinas se ha incrementado de
reivindicaciones. manera sustancial a partir de movimientos sociales
Por citar algunos ejemplos, en el espacio de desde los años setenta, el levantamiento zapatista
la política mexicana no existe todavía la igualdad de 1994 y con éste, la Ley Revolucionaria de
sustantiva ni se ha erradicado la discriminación las Mujeres que entre sus postulados consigna el
hacia las mujeres en cargos de poder: aún son derecho a participar en cargos públicos, a la salud,
cuestionadas en función de su papel de madres y salario justo, educación, elección libre de pareja y
amas de casa; asimismo, su influencia en políticas no violencia. A través de estos movimientos, de los
públicas favorables a ellas es insuficiente. No cuales ellas han formado parte, han logrado hacer
obstante, hoy podemos hablar de un compromiso públicas sus demandas por los derechos humanos
público por promover una cultura de equidad de fundamentales.
género y por apoyar los liderazgos femeninos, así El reconocer las conquistas de las últimas
como del logro reciente sobre la paridad de género décadas no busca, evidentemente, justificar el
en las candidaturas a los puestos de elección. status quo, ni mucho menos condescender ante
Es un hecho que las mujeres enfrentan las injusticias y desafíos vigentes. La situación
carencias muy importantes en materia de vivienda, actual, sin ninguna duda, presenta zonas de franca
servicios urbanos y salud con enfoque de género; inequidad, desigualdades crónicas y una larga
las políticas públicas avocadas a la equidad en lista de asignaturas pendientes. Nuestro propósito
el ámbito social son insuficientes. Por otro lado, es hacer visibles a las mujeres que, a través de
es cierto que las mujeres han sido protagonistas la historia, fueron cimentando los espacios desde
notables de movimientos urbanos mediante los los cuales surgen hoy las nuevas propuestas. Sus
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experiencias en la vida política, social y cultural La presente obra es el estudio de algunas


de México son históricas, han dejado su impronta. prácticas individuales y movimientos colectivos
Reconstruir su memoria nos brinda, por lo tanto, un de mujeres desde la Independencia de México
mejor entendimiento del presente y nos posibilita hasta 1975, mediante los cuales se afirman como
una proyección distinta hacia el futuro. parte integrante y creadora de la historia, a la
La atención que poseen los más vez que dan cuenta de las tácticas empleadas
diversos grupos femeninos en busca de nuevas para cuestionar y cambiar el orden social que las
reivindicaciones tiende a concebirse como producto mantiene subordinadas en diferentes épocas y la
de las luchas feministas de las últimas décadas; forma en que, lejos de la pasividad con que han sido
con ello se olvida que en la base de las mismas retratadas, toman la palabra y alzan la voz para
hay una larga historia de expresiones, ideologías y expresar su inconformidad de distintas maneras:
movilizaciones que las mexicanas emprendieron en resisten, cuestionan, avanzan, se movilizan por
momentos significativos de la construcción del país, su derecho a participar en los cambios sociales y
mismas que han materializado la presencia que modifican los esquemas culturales que perseveran
tienen en la vida pública. Se trata sobre todo de en la desigualdad.
experiencias fundacionales de la política de género, Bajo esta óptica, la historia con
cuya memoria es un legado vital para comprender perspectiva de género ha contribuido a estudiar a
el origen de los logros a partir de los cuales las las mujeres como protagonistas y, además, como
mujeres reafirman sus derechos o los transforman en parte de las relaciones que las definen como
nuevas demandas. sujetos subordinados,1 lo cual se ha justificado
En México, la historia de las mujeres como resultado de un determinismo biológico y
ha trascendido aquella que las incluía como no de factores culturales. Entendemos por género
próceres que, mediante aventuras extraordinarias, el elemento constitutivo de las relaciones sociales
contribuyeron al desarrollo de los grandes basadas en las diferencias que distinguen a los
acontecimientos nacionales, o como heroínas que sexos, es decir, “una forma primaria de relaciones
desafiaban la opresión en todas sus variedades; significantes de poder”;2 concepto que, por lo tanto,
afortunadamente, también ha superado el discurso obedece a la necesidad de dilucidar la diferencia
que las reducía a víctimas de dicha opresión. En
otras palabras, se ha rebasado la historia de las 1 Elsa Muñiz, “Historia y género. Hacia la construcción de una
nueva historia cultural del género”, en Sara Elena Pérez–Gil Romo
apologías sobre personajes femeninos como sujetos
y Patricia Ravelo Blancas (coords.), Voces disidentes. Debates
excepcionales y que, al hacerlo, dejaba de lado contemporáneos en los estudios de género en México, México:
la permanente participación de las mujeres en CIESAS/Miguel Ángel Porrúa/Cámara de Diputados, 2004, p. 35
2 Joan W. Scott, “El género: una categoría útil para el análisis
los procesos históricos. No obstante, es un hecho
histórico”, en El género. La construcción cultural de la diferencia
innegable que no se ha difundido lo suficiente. sexual, Marta Lamas (comp.), Universidad Nacional Autónoma de
México, Programa Universitario de Estudios de Género, México
2003, p. 289.
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entre lo biológico y la construcción cultural de tradicional, no les corresponden. Hacen públicas


lo masculino y lo femenino.3 Es por ello que este sus preocupaciones y sus deseos, las demandas por
enfoque aborda un debate indispensable para el la educación y condiciones laborales igualitarias,
desarrollo de la obra que presentamos: la relación toman las calles y pelean por obtener derechos
entre lo público y lo privado, y la posición de políticos, de tal manera que el imaginario que las
hombres y mujeres en ambos espacios, idea que nos confinó al hogar se trastoca para demostrar que
permite estudiar la manera en que ellas cuestionan ésta no fue, precisamente, la única esfera en que
las relaciones de poder y articulan demandas se desenvolvieron. En otras palabras, estudiamos
igualitarias en todos los ámbitos. los procesos mediante los cuales se reafirman como
En De liberales a liberadas: Pensamiento sujetos capaces de participar en la construcción
y movilización de las mujeres en la historia de nacional.
México (1753–1975), analizamos la respuesta En este orden de ideas, a la par que
de las mujeres frente a los planteamientos del analizamos el discurso que las mexicanas emplean
liberalismo decimonónico, la Revolución Mexicana, como principal arma, atendemos a la retórica de
la reconstrucción nacional posrevolucionaria y la las distintas formas de pensamiento que pretenden
irrupción de los cambios sociales y culturales de las mantenerlas al margen de la vida pública; no para
décadas de los años sesenta y setenta. Cada época, exponerlas como víctimas del sistema de género
con sus particularidades, dictó a las mexicanas el imperante, sino para estar en condiciones de
diseño de estrategias específicas para demandar valorar el horizonte desde el cual se piensan a sí
espacios de participación y la forma de utilizarlas. mismas y para comprender por qué en determinada
Las vemos recurrir a la palabra impresa para coyuntura histórica hacen uso de medios específicos
hacer públicas sus inquietudes y deseos o dentro para cuestionar su subordinación. De esta manera
de las grandes movilizaciones sociales, políticas estudiamos desde los cambios sociales y políticos
y culturales, pero, sobre todo, las descubrimos nacionales más emblemáticos en que participan e
rebatiendo el discurso que justifica su sometimiento indirectamente inscriben sus demandas, hasta las
mediante un cuestionamiento audaz, e incluso expresiones más abiertas del feminismo –visibles
retórico, de aquellos argumentos que, sin embargo, desde el siglo XIX– mediante las cuales pugnan por
les permiten formular reivindicaciones para su sexo. relaciones más igualitarias dentro de los ámbitos
Observamos cómo reconfiguran los familiar, educativo, laboral y cultural.
espacios que les son asignados por la jerarquía Brindamos especial atención al desarrollo
patriarcal para internarse en territorios que, en del feminismo liberal que, mediante modificaciones
teoría, y según lo que ha registrado la historia sustanciales, recorre los siglos XIX y XX y se convierte

3 Celina de Jesús Trimiño Velásquez, Aportaciones del feminis-


mo liberal al desarrollo de los derechos políticos de las mujeres,
Madrid: Congreso de los Diputados, 2013, pp. 331–332.
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en pieza trascendental en el desarrollo de los del Movimiento de Liberación de la Mujer en


derechos políticos de las mujeres. Esta corriente 1974, momento en que, finalmente, las mexicanas
intenta, en un primer momento, hacer compatibles obtienen igualdad jurídica al lograr la reforma del
los espacios público y privado y, con ello, da cuenta artículo cuarto constitucional. Así, a lo largo de dos
de una confrontación histórica con el orden social siglos, revisaremos la historia del pensamiento de
establecido que le niega su participación en la las mujeres como agentes de cambio.
esfera pública. Hacia fines del siglo XVIII en la Nueva
Según Cristina Molina Petit “la liberada España, el arribo de las ideas ilustradas constituye
liberal es una mujer que, definida en primer lugar un antecedente fundamental del liberalismo
como esposa y madre, no termina de realizarse mexicano y, por lo tanto, del orden social que se
en la esfera de lo privado, debiendo acudir a lo buscará consolidar en la nación independiente.
público para encontrar su completa identidad”.4 El Los postulados que enarbola la Ilustración se
feminismo liberal evolucionará en el desarrollo de sus fundamentan en que todos los hombres nacen
planteamientos conforme sus conquistas se concreten, iguales y libres, pero las mujeres quedan excluidas.
y particularmente al constatar que aun con su acceso Por lo tanto, la discusión girará en torno a la
al espacio público subsisten las desigualdades entre diferencia entre los sexos, que exalta la supuesta
los sexos en muchos ámbitos. De esta forma trasciende primacía de una naturaleza biológica y no racional
el proyecto liberal tradicional para colocar en el de aquéllas, idea que, a la postre, respaldará
centro de sus demandas aspectos imprescindibles su total subordinación a los hombres. Si bien lo
para el progreso de sus reivindicaciones, tales como anterior acentúa la exclusión de las mujeres del
el derecho a decidir sobre su cuerpo, la maternidad espacio público, fijará a la vez la justificación de
como única función social de las mujeres, la libertad su ingreso a la educación formal y, con ello, el
sexual, la doble jornada de trabajo y la igualdad de reconocimiento de su capacidad racional. Este
oportunidades en todos los campos. hecho significa apropiarse de herramientas culturales
La obra está dividida en cinco periodos. que les permitan posicionarse como personas con
Se inicia en las últimas décadas del siglo XVIII capacidad de acción en la vida pública y, mediante
novohispano cuando, bajo la influencia del una diversidad de estrategias, expresar sus deseos
pensamiento ilustrado y su idea del individuo libre, e intereses.
se producen cambios de orden legal y cultural que Durante la segunda mitad del siglo
afectan directamente a las mujeres, quienes desde XIX analizamos cómo, con la consolidación del
la concepción ilustrada no fueron consideradas liberalismo, la nueva normatividad emanada de
sujetos de derecho; y concluye con el advenimiento la Constitución de 1857 genera diversos conflictos
dentro del orden familiar que afectan negativamente
a las mujeres, al reafirmar la división de los espacios
4 Cristina Molina Petit, Dialéctica feminista de la Ilustración,
Barcelona: Anthropos, 1994, p. 180.
público y privado, confinándolas al último. Ello un parteaguas en las batallas feministas por
reforzará su papel social como madres y esposas nuevas reivindicaciones, especialmente políticas.
5
subordinadas al poder patriarcal y, a través de esta La guerra brinda a las mujeres la posibilidad de
idea, cobrará impulso el estereotipo de lo femenino participar en una gran variedad de actividades
más representativo del liberalismo decimonónico: en el espacio público además de asumir funciones
el ángel del hogar. Bajo esta concepción, las reservadas a los hombres. Quienes durante el siglo
mujeres se asumen como guardianas de la moral, anterior habían expresado demandas por igualdad,
educadoras de futuros ciudadanos y responsables educación y trabajo, aprovechan la coyuntura
de las labores domésticas. de descontento social generalizado durante los
Para el buen desempeño de estas tareas, últimos años del Porfiriato para reclamar derechos
tal como se señaló, se considerará necesario su de carácter político; asimismo, se involucran en el
acceso a una buena educación elemental. La proceso revolucionario como activistas, ideólogas
historia ha consignado en general que los objetivos partidarias de alguna de las facciones y en diversas
de la instrucción femenina estaban orientados hacia tareas requeridas para el desarrollo de la contienda.
la consolidación del régimen liberal más que al Con la experiencia acumulada durante la
desarrollo intelectual de las mujeres. Si bien ésa guerra surgen voces femeninas que pugnan por una
era la intención, exponemos cómo la misma servirá educación moderna y la igualdad ante la ley; pero,
para impulsar su posicionamiento como sujetos con más relevante, asumen una postura progresista frente
derechos, y cómo a través de este discurso, diversos a temas como sexualidad, matrimonio y religión.
grupos femeninos incursionan en actividades Se trata de un proyecto feminista que reclama su
consideradas masculinas como la educación inclusión en la reconstrucción del Estado en los
formal y el trabajo remunerado, prácticas que se más diversos foros y que, como mujeres liberales,
incrementarán en el tránsito hacia el nuevo siglo, y posicionan sus demandas en términos de derechos
serán vitales al momento de enfrentar los grandes políticos que les permitan influir en el diseño de leyes
cambios sociales de 1910. que brinden mayores beneficios para su causa.
La Revolución Mexicana es indudablemente Estos proyectos feministas encuentran
en los años posteriores a la Revolución nuevos
espacios de participación y formas de encarar las
5 Acudiremos a la definición de patriarcado de Gerda Lerner:
posturas gubernamentales. Asimismo, la modificación
“la manifestación y la institucionalización del dominio masculino
sobre las mujeres y los niños de la familia, y la ampliación de ese
del marco legal ampliará sus oportunidades para
dominio masculino sobre las mujeres a la sociedad en general. intervenir en educación, trabajo y producción cultural,
Ello implica que los varones tienen el poder en todas las institu- entre otros ámbitos. Sus actividades se integran
ciones importantes de la sociedad y que se priva a las mujeres de
al poder político a través del corporativismo y, a
acceder a él. No implica que las mujeres no tengan ningún tipo
de poder o que se las haya privado por completo de derechos, in- veces cuestionándolo otras como aliadas del mismo,
fluencia y recursos”, citado en Celina de Jesús Trimiño Velásquez, persisten en la demanda por el sufragio y la igualdad
op. cit., p. 329.
civil en entornos sociopolíticos tan distintos como la
reconstrucción posrevolucionaria de los años veinte, el
cardenismo y el conservadurismo avilacamachista. Se
enfrentarán además a los prejuicios morales y religiosos
de la época, mismos que sustentan el discurso de la
domesticidad y conciben a la “mujer liberal” como
una visión negativa de la mujer moderna.
Finalmente, en la década de los años
cincuenta, las mujeres obtienen el derecho al
voto, factor que las llevará a participar en otros
espacios de la vida pública. En estos años, los
grandes cambios económicos y sociales permiten
modificar aquellos valores morales que sostenían
la desigualdad entre los sexos: el ambiente
conservador al cual se enfrentan genera una
dinámica social que las motiva a cuestionar
nuevamente su subordinación, a la vez que se
involucran en importantes movimientos de la
época como la contracultura, el movimiento
estudiantil del 68 y el feminismo de la nueva ola.
Este último representará nuevas oportunidades
de emancipación, una transformación de las
mentalidades sin precedente y, por fin, la igualdad
jurídica en la Constitución. Pero más significativo
aún, brindará nuevas pautas para configurar sus
reivindicaciones en términos de una nueva cultura
de género y continuar, con mejores armas, por el
largo y sinuoso camino hacia la libertad.
CAPÍTULO

UNO
Las mujeres y el arribo del liberalismo a México: antecedentes,
cambios, permanencias e impactos (1753 – 1850)
22

Las mujeres y el arribo


imaginó un modelo de sociedad en la que a través del libre
ejercicio de la voluntad (lo cual se consideraba la máxima
expresión de dicha racionalidad), sería posible conseguir la

del liberalismo a México: perfección y el progreso de la humanidad.


A partir de dicho planteamiento, y aun cuando

antecedentes, cambios,
con algunas diferencias, todos los filósofos, escritores,
pedagogos y juristas sumados a esta visión Ilustrada del
mundo, postularon también la imprescindible necesidad de

permanencias e impactos reformular el papel, las actividades y espacios que hombres


y mujeres debían ocupar en este nuevo orden social. Asi-
mismo, y de acuerdo con “la voluntad de crítica y reforma

(1753 – 1850) social […] y la oposición a lo legítimo únicamente por la


tradición”, que caracterizó a la mayoría de los pensadores
ilustrados, la idea de que “la educación era una fuerza
transformadora de la sociedad y de las relaciones entre los
Lucrecia Infante Vargas
sexos”,2 se convirtió en uno de los ejes centrales del discurso
ilustrado; así como la discusión, derivada de ello, relacio-
En las nuevas enciclopedias del siglo XVIII las nada con la “igualdad, inferioridad o complementariedad
mujeres y los hombres eran definidos como opuestos. de los sexos”,3 y de manera todavía más puntual, sobre
Las mujeres eran emocionales, los hombres racionales, la presunta supremacía de una naturaleza biológica, y no
las mujeres pasivas, los hombres, activos. Las mujeres racional de las mujeres, y del fundamento que ello suponía
delicadas, los hombres agresivos. Las virtudes de una para justificar su total subordinación a los hombres.

mujer eran castidad y obediencia; las de un hombre,


el valor y el honor. Las mujeres estaban destinadas al El sexo de las mujeres es más débil en cuanto a las
hogar, los hombres estaban destinados a la vida pública.1 fuerzas corporales que el de los hombres. Por lo que
respecta a las del ánimo, excede en perfección algunas
La influencia del movimiento ilustrado hacia finales del siglo veces, en acciones que siendo fáciles piden cierta
XVIII en Nueva España, fue un antecedente fundamental en movilidad, y presteza en ejecutarlas, pero falta por lo
el advenimiento del proyecto modernizador que a lo largo
del siglo XIX determinó el establecimiento del liberalismo en
México. Con base en la idea de que la racionalidad era 2 Condorcet, De Gouges, De Lambert y otros. La Ilustración olvidada. La
la esencia de lo humano, esta corriente de pensamiento polémica de los sexos en el siglo XVIII. Edición Alicia H. Puleo, Presenta-
ción Celia Amorós. Barcelona, España: Anthropos. 1993, p. 18.
3 Mónica Bolufer, Mujeres e Ilustración. La construcción de la feminidad
1 Bonnie S. Anderson y Judith P. Zinzer, Historia de las mujeres. Una en la ilustración española, Valencia: Instituto Alfons el Magnánim–Diputa-
historia propia, Madrid: Crítica, 2009, p. 618. ción de Valencia, 1998 (Estudios Universitarios, 70), p. 23.
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común en las más difíciles, por la mayor profundidad, Conviene puntualizar, sin embargo, que aun cuan-
do el modelo de mujer ilustrada más difundido en suelo
extensión y constancia que requieren. Dios le hizo
novohispano (más no el único) fue el promovido por los au-
para ayudar al hombre, y por consiguiente le formó
tores antes mencionados (Feijoo, Amar y Borbón), quienes
con relación a este fin, proporcionado para los asuntos abogaron a favor de la igualdad entre los sexos, el conjunto
económicos y para seguir en todo la dirección de los de circunstancias socioeconómicas y culturales propias de
hombres.4 la realidad colonial que determinaron la instrumentación de
las ideas ilustradas mediante políticas y proyectos concre-
Dicha polémica ocupó a los autores que reafir- tos, produjo una compleja adaptación de dicho ideal de
maron “las más antiguas tradiciones heredadas acerca lo femenino. En primer lugar porque, como veremos más
de las mujeres: que éstas eran inferiores a los hombres adelante, aun cuando en términos generales la legislación
en las facultades cruciales de la razón y la ética”;5 entre virreinal (civil y religiosa) “conservó el sistema de privilegio
los más conocidos, los franceses masculino heredado de sus dos
Juan Jacobo Rousseau, el barón
Las francesas Madame nutrientes [las culturas precolom-
de Montesquieu, Voltaire, el esco- bina y cristiana] y centró el papel
cés David Hume y el inglés John
d’Epinay, Madame d’Alembert
de la mujer en el matrimonio y la
Locke; asimismo a quienes en y Olimpia de Gouges, se maternidad”,6 la ambigüedad le-
diversos niveles, cuestionaron e in- opusieron a las más antiguas gal que favoreció a las mujeres en
cluso se opusieron del todo a esta tradiciones heredadas acerca la resolución de conflictos como la
tradición (en su mayoría mujeres),
de las mujeres: que éstas eran bigamia, la patria potestad de los
las francesas, Madame d´Epinay, hijos, o la herencia de propieda-
Madame d´Alembert y Olimpia de
inferiores a los hombres en las des, títulos y negocios, estableció
Gouges, quien pagó con su vida el facultades cruciales de la razón. también un margen de libertad que
atreverse a defender los derechos las mujeres aprendieron a utilizar,
de las mujeres durante los primeros años de la Revolución y al que no estaban dispuestas a renunciar.
francesa, y fue guillotinada en julio de 1793; también a Di- En segundo porque, en el caso específico de la
derot, Marie–Jean Antoine de Caritat (mejor conocido como educación, el interés primordial de las autoridades virrei-
el marqués de Condorcet), Theodor von Hippel en Prusia, nales fue, para el caso de las mujeres de las clases altas,
la inglesa Mary Wollstonecraft y, de manera especial, por modelar su conducta para recluirlas en el matrimonio, o el
haber tenido una influencia crucial en territorio novohispa- convento y, para el caso de las mestizas, mulatas, indígenas
no, los españoles Benito Jerónimo Feijoo y Josefa Amar y y el resto de las castas no privilegiadas, su incorporación
Borbón. a la fuerza de trabajo. Objetivo que, como revisaremos de

4 Manuel Rosell y Viciano, La educación conforme a los principios de la


Religión Christiana, leyes y costumbres de la nación española en tres libros
dirigidos a los Padres de familia, Madrid: Imprenta Real, 1786, p. 55. 6 Julia Tuñón, Mujeres en México. Recordando una historia, México:
5 Bonnie Anderson, op.cit. p. 586. CONACULTA , 1998: p. 55.
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preceptiva moral y legal establecida bajo la influencia del


pensamiento ilustrado, reforzó la permanencia del conjunto
de ideas que, a lo largo de casi dos siglos, habían per-
petuado en la historia de occidente el argumento central
que invalidaba a las mujeres como sujetos políticos y en
igualdad de derechos civiles: la definición de lo femenino y
masculino como esencias vinculadas, respectivamente, con
lo natural–sensible y lo racional–productivo.
Asimismo, de cómo, no obstante lo anterior, el
racionalismo ilustrado sentó las bases para el surgimiento
de un nuevo ideal de lo femenino que permanecería por
más de un siglo: la imagen de la mujer ilustrada como sinó-
nimo de la mujer “instruida” y poseedora de la capacidad
racional, de juicio o intelectual, para recibir instrucción y
aprender. Cambio que resultaría sustancial en la progre-
siva afirmación de una idea de la mujer como individuo y
sujeto social, no importando si desde los parámetros de los
tratados pedagógicos del siglo XVIII, el conocimiento conce-
dido a las mujeres remarcara entonces el sentido utilitario
de dicha educación, “como un instrumento indispensable
para la reforma y progreso del país”; y, en esa medida,
Alexander Kucharsky, Marie–Olympe–de–Gouges. tuviera como objetivo, nuevamente, el de su definición como
madres y esposas, aunque ahora desde el horizonte moder-
Olimpia de Gouges pagó con su vida el atreverse a no de capacitarlas en la “economía doméstica (concebida
defender los derechos de las mujeres durante los primeros ahora, al estilo moderno, con criterios de ahorro, orden y
años de la Revolución francesa.
eficacia) y en cuanto educadoras de sus hijos en los valores
ilustrados”.8
manera puntual más adelante, perdió su vigencia como
criterio rector de la educación femenina ante la idea ilus-
trada de que “la cooperación femenina era esencial para
el progreso y la prosperidad”; e incluso, desde su principal
papel social como madres, “sólo podían cumplir con sus
responsabilidades (como educadoras cívicas de los futuros 7 Silvia Arrom, Las mujeres en la ciudad de México, 1790–1857,
ciudadanos) si ante todo eran ilustradas ellas”.7 México: Siglo XXI , 1988, pp. 28–30.
8 Mónica Bolufer, “Transformaciones culturales. Luces y sombras”, en
Así pues, a lo largo de las siguientes páginas ob-
Historia de las Mujeres en España y América latina, Vol.II, El mundo
servaremos la complejidad del proceso mediante el cual la Moderno, Madrid: Cátedra, 2005, p. 485.
25

Ambos aspectos, heredados y promovidos más de aspiraciones, de-


tarde por el liberalismo decimonónico, llegarían incluso a mandas y luchas. “Considerando que la
configurarse como un ideal de “sentido común” y de la ima- De esta ma- ignorancia, el olvido o el
desprecio de los derechos de
gen de la mujer ilustrada como estandarte o símbolo de las nera, en las siguientes la mujer son las únicas causas
naciones modernas.9 Tal como puede apreciarse, por ejem- páginas atendere- de las desgracias públicas y de
plo, en el siguiente fragmento de un discurso pronunciado mos la polémica la corrupción de los gobiernos,
han decidido exponer en
hacia 1877, en la inauguración de una de las primeras ins- suscitada en torno al
una solemne declaración
tituciones públicas de educación para mujeres en Mérida, argumento de que la los derechos naturales,
Yucatán, el Instituto Literario de Niñas: “La educación de la “naturaleza” sensible, inalienables y sagrados de la
mujer […] es hoy y será siempre, de la más alta significa- mujer”.
y no racional de las
ción social en todo pueblo civilizado y libre, a la par que mujeres, justificaba Olympe–de–Gouges, Declaración de los
la más imperiosa obligación, el más sagrado deber de todo su exclusión de los derechos de la mujer y de la ciudadana.

gobierno ilustrado y liberal”.10 ámbitos públicos, y su


Es en este contexto que a lo largo del presente presunta inclinación a
capítulo revisaremos, en primer lugar, algunas de las voces lo familiar y doméstico. Entre otras, revisaremos las obras
e ideas más importantes que, ya desde la metrópoli o en de los ya mencionados Benito Feijoo y Josefa Amar, autores
territorio virreinal, se manifestaron a favor y en contra de la españoles que, hemos dicho, tuvieron amplia recepción en-
compleja preceptiva ilustrada que imperó en los territorios tre diversos sectores de la élite novohispana. Su influencia
novohispanos. Así pues, daremos cuenta de la manera en se expresó en una amplia gama de obras de orden pedagó-
que las ideas ilustradas y las normas jurídicas y sociales gico y literario, tales como la novela La Quijotita y su prima,
de ellas derivadas, acentuaron la exclusión de las mujeres del famoso escritor José Joaquín Fernández de Lizardi (El
como sujetos de derecho, al negarles los beneficios legales Pensador Mexicano), mejor conocido por su primera gran
y de orden civil que el propio pensamiento ilustrado pos- obra, El periquillo Sarniento; e incluso en la voz de las mu-
tulaba como derecho natural del hombre (sin el cual era jeres novohispanas en tránsito hacia el siglo XIX, cuya opi-
impensable el pleno ejercicio de su libre albedrío); pero, nión sobre muchas de las problemáticas derivadas de este
al mismo tiempo, establecieron la justificación esencial del proceso apareció en diversos medios impresos de la época,
acceso de las mujeres a la educación formal: el reconoci- entre ellos El Diario de México, una de la publicaciones
miento de su capacidad racional. Ello significó, entre otras periódicas más importantes del virreinato.
muchas cosas, la posibilidad de apropiarse de herramientas En un segundo momento, pasaremos revista a dos
culturales que progresivamente les permitirían posicionarse aspectos centrales que, de modo distinto, se vieron influidos
como sujetos sociales y, más allá de la preceptiva legal, mo- por las ideas ilustradas y afectaron de manera sustancial
ral y pedagógica imperante, establecer su propia agenda a las mujeres. El primero tiene que ver con las nuevas y
crecientes oportunidades de acceso a una educación bási-

9 Mónica Bolufer, Mujeres e Ilustración, op. cit., p. 17.


ca (también llamada elemental) de la población femenina,
10 Rodolfo Menéndez, Boceto Biográfico. Magisterio Yucateco. Rita que promovió la política ilustrada con puntualidad hacia
Cetina Gutiérrez 1846–1908, Mérida, Yucatán, 2011, p. 16.
26

mencionó, de manera particular analizaremos el descono-


cimiento jurídico de las mujeres como individuos, y en con-
secuencia como sujetos no acreedores de derechos civiles o
legales, precepto heredado por el liberalismo mexicano a lo
largo de la primera mitad del siglo XIX.

En términos generales, observaremos entonces la


forma en que estas ideas se tradujeron en modificaciones
puntuales que afectaron ámbitos esenciales de la vida social
de las mujeres, como el matrimonio, la relación de potestad
entre padres e hijos, y mecanismos para dirimir conflictos
entre cónyuges, entre otros. Asimismo, daremos cuenta de
cómo todos estos cambios no sólo impactaron prácticas y
costumbres entre los hombres y mujeres de la sociedad no-
vohispana; también establecieron una normatividad jurídica
en la que, al menos desde la formalidad de la preceptiva
legal, aquéllas quedaron supeditadas en todos sentidos a la
autoridad masculina, al desaparecer, por ejemplo, figuras
y mecanismos de acción legal y cultural que hasta entonces
favorecían a las novohispanas en la resolución de diversos
conflictos, entre otros, los tribunales eclesiásticos o los depó-
sitos de esposas.
Finalmente, identificaremos la diversidad de tácti-
José Joaquín Fernández de Lizardi en Vicente Riva Palacio, Julio Zárate, México a
través de los siglos, Tomo III: La guerra de Independencia (1808–1821), México, J. cas económicas, legales y culturales que las mujeres esta-
Ballescá y Compañía, 1890. blecieron para salvaguardar sus deseos e intereses, pues tal
como señala Pilar Gonzalbo: “Si creyésemos en la eficacia
1753, cuando a imitación de lo que años atrás ocurría en la
de los severos pedagogos, que hablaban de encierro, si-
metrópoli española, en la Ciudad de México se produjeron
lencio, sumisión y austeridad, nos quedaríamos sin enten-
importantes cambios relacionados con la educación recibi-
der cómo fue la Nueva España y comprenderíamos muy
da hasta entonces por una minoría de mujeres de las élites.
poco el papel de las mujeres en la formación del México
El segundo aspecto tiene que ver con el impacto
moderno”.11
jurídico de las reformas legales y económicas que, hacia
En este mismo sentido, se enfatizará la idea de que
1765, estableció en territorio novohispano la nueva casa
más allá de las restricciones legales impuestas por la política
reinante de España: los Borbón, dinastía que, vinculada con
el entonces Rey de Francia, Luis XIV, buscó emular en todo
el orbe virreinal el nuevo orden social modelado por los
11 Pilar Gonzalbo, La educación de la mujer en la Nueva España,
pensadores del racionalismo ilustrado francés. Como ya se México: SEP –Ediciones el Caballito, 1985, p. 14 (Biblioteca Pedagógica).
27

ilustrada, el conjunto de acciones implementadas para que Este breve asomo nos ayudará a comprender que,
las mujeres recibieran la educación considerada elemental más allá de la discusión sobre si hubo o no Renacimiento y
para el buen cumplimiento de su deber social como madres Revolución científica para las mujeres, o si de acuerdo con
y esposas representó, de cualquier manera, un impulso no algunas autoras “las Luces [más que iluminar a las mujeres]
previsto para el fortalecimiento de su anhelo por acceder las habrían dejado en una zona oscura”,12 resulta innega-
a la educación superior; es decir, a la escuela secundaria ble aceptar que el arribo de las ideas ilustradas a territorio
y más tarde, hacia finales del siglo XIX, a las profesiones novohispano representó un parteaguas en el devenir de la
liberales. Tránsito que resultaría fundamental en la lenta, historia de las mujeres en México y, de manera especial,
pero irreversible, configuración de una identidad femenina de quienes habitaban en el corazón del antiguo valle de
que, más allá del deber ser impuesto por una preceptiva Anáhuac, entonces mejor conocida como Ciudad de los
cultural dictada desde un criterio masculino, poco a poco Palacios.
consiguió nombrar un ser mujer desde sí misma; es decir,
una identidad que incluyera sus experiencias, emociones,
reflexiones y, por supuesto, sus propias expectativas.
Asimismo, y con el objetivo de precisar los matices
de las múltiples formas en que cada mujer pudo haber per-
cibido, aceptado, rechazado, y sobre todo dar un sentido
propio a “esas palabras que se les dirigían [...] normas que
trataban de dictarles formas de ser y actuar”, retomaremos
algunos aspectos poco conocidos de mujeres excepcional-
mente documentadas por la historiografía de dicho perio-
do: Josefa Ortiz de Domínguez –también conocida como
la Corregidora– Leona Vicario, y María Ignacia (la Güera)
Rodríguez.

Las obras de Benito Feijoo y Josefa Amar,


tuvieron amplia recepción entre diversos
sectores de la élite novohispana. Su
influencia se expresó en una gama de
obras de orden pedagógico y literario,
tales como la novela La Quijotita y su
prima, del famoso escritor José Joaquín
Fernández de Lizardi.

12 Mónica Bolufer, Mujeres e Ilustración, op. cit., p. 18.


28

El pensamiento ilustrado
En el año de 1723, en la ciudad de Madrid, se publicó
el primer tratado en lengua hispana que abogaba por la
igualdad entre los sexos: “Defensa de las mujeres”.14 Su

sobre la mujer en Nueva autor, el benedictino Benito Jerónimo Feijoo, plasmó en esta
obra ideas que promovían la inclusión de las mujeres en el

España
gran proyecto educativo de la Ilustración.
A diferencia de la preceptiva ilustrada que imperó
en Inglaterra, Francia y la mayor parte de Europa, Feijoo se
opuso a la idea de la inferioridad femenina a partir de un
argumento central que “marcó un punto sin retorno” en las
discusiones planteadas por la filosofía racionalista sobre la
La modernización, con sus ambigüedades y sus diferencia de los sexos. En primer lugar, porque contrapuso
limitaciones, fue el resultado de toda una evolución a “los argumentos habituales sobre la inferioridad física,
socioeconómica y cultural: el aumento de la producción, moral e intelectual de las mujeres”, la idea de que éstas
el consumo, y la circulación, la lenta erosión de la eran iguales a los hombres con la histórica frase: “en tanto
sociedad estamental, la difusión más amplia del libro y que seres racionales, pues la razón no tiene sexo (<la Alma
la lectura, la adopción de nuevos valores ilustrados, y lo no es varón ni hembra>)”; misma que, cabe mencionar,
se convertiría en la columna vertebral de la corriente de
fue también de las estrategias de las propias mujeres,
pensamiento que años más tarde argumentaría el derecho
que hicieron uso, en sus vidas y su pensamiento de de las mujeres a emanciparse, el feminismo, conocido
aquellos recursos que estaban a su alcance: la lectura, también –paradójicamente– como el “hijo no querido de la
la escritura y el estudio, el protagonismo en un ámbito Ilustración”.15
doméstico redefinido o la participación en los espacios de En segundo lugar, y a partir de la idea anterior,
sociabilidad.13 Feijoo reelaboró el argumento por excelencia emanado del
pensamiento ilustrado: el papel de la educación como máxi-
mo elemento reformador o modelador de las conductas, con
base en la siguiente premisa: “puesto que las mujeres están

14 Benito Jerónimo Feijoo, “Defensa de las mujeres”, en Teatro Crítico


Universal. Discursos varios en todo género de materias para desengaño de
errores comunes, Madrid, Joaquín Ibarra, 1723. Esta obra alcanzó tirajes
excepcionales para la época –más de 3000 ejemplares– y se reeditó total
o parcialmente en por lo menos 20 ocasiones entre 1725 y 1787. Asimis-
mo, fue traducida al francés, portugués, inglés y alemán.
15 Celina de Jesús Trimiño Velásquez, Aportaciones del Feminismo libe-
ral al desarrollo de los derechos políticos de las mujeres, Madrid: Congre-
13 Mónica Bolufer, “Luces”, op. cit., p. 509. so de los Diputados, 2013, p. 130.
29

dotadas de las mismas capacidades intelectuales que los sexos, sucede a veces que los vicios que se atribuyen a
hombres, es la desigualdad en la educación, reflejo a su
las mujeres se encuentran también en algunos hombres
vez de una desigualdad social, lo que les impide desarrollar
y los de éstos en aquéllas […] los mismos hombres,
su potencial”.16
Muy cercanas a este planteamiento fueron las re-
no son, ni pueden ser todos iguales. Es preciso que haya
flexiones que la también española Josefa Amar y Borbón unos que manden a otros […] Así las mujeres podrán
desarrolló tanto en su famoso Discurso sobre la educación estar sujetas en ciertos casos a los hombres, sin perder
física y moral de las mujeres (publicado en 1790), como en por eso la igualdad con ellos en el entendimiento. 18
una amplia colección de tratados pedagógicos que ocupa-
ron su labor como escritora. Incluso desde una concepción Ahora bien, la recepción e influencia que estos
organicista de la sociedad, Josefa Amar aceptó “como autores tuvieron en territorio novohispano puede apreciarse
necesaria la desigualdad de los sexos en sus ocupaciones con toda puntualidad en al menos tres ámbitos. El primero
y poderes, como necesarias parecían a su autora otras es el de las publicaciones periódicas donde, justamente en
desigualdades”; pero de manera rotunda afirmó “que hom- el más temprano e importante diario del orbe novohispano,
bres y mujeres poseían los mismos talentos” y argumentó El Diario de México (1805–1817), ya desde 1813 encon-
extensamente “la idea de que la educación, entendida en tramos el anuncio ininterrumpido de los “Discursos sobre la
un sentido amplio, como formación intelectual y moral, y educación física y moral de las mujeres. Por doña Josefa
proceso de socialización, producía, en buena medida, las Amar y Borbón, socia de mérito de la Real Sociedad Arago-
identidades masculinas y femeninas”.17 nesa, y de la junta de damas unida a la Real Sociedad de
Así, y tal como expresa en el siguiente fragmento, Madrid” (su costo era de catorce reales, en octavo mayor en
esta autora jamás puso en entredicho la igualdad racional pasta, o de diez reales en pergamino), así como otros textos
entre ambos sexos, y al igual que Feijoo, trasladó la discu- de la autora relacionados con la educación femenina: Re-
sión sobre la presumible desigualdad de éstos al terreno de glamento de la Academia de ilustración de señoritas (a un
la educación: real el ejemplar); y el primer tomo de Educación de las mu-
jeres, con un valor de diez reales en octavo y pergamino.19
No se pueden señalar con certeza las pasiones peculiares
a cada sexo, porque como esto depende de la fragilidad
18 Josefa Amar y Borbón, Discurso sobre la educación física y moral
de la naturaleza, de los vicios de una mala educación, de las mujeres, Madrid, Benito Cano, 1790. Edición moderna de Ma.
del mayor o menor influjo de la reflexión, del ejemplo, Victoria López Cordón, Madrid: Cátedra, 1994, citada por Bolufer,

de las circunstancias en que cada uno se halla, y de otras op. cit. pp. 100–101.
19 El Diario de México (1805–1815), fundadores y editores: Carlos
causas morales y físicas, que son comunes a entrambos María de Bustamante, Jacobo de Villaurrutia y J. Wenceslao Sánchez de
la Barquera; se vendía a medio real en 12 establecimientos de la ciudad,
y fue impreso por María Fernández de Jáuregui durante 1805–1806, y
1812–1813. Cabe hacer notar que, además de la ciudad de México, esta
16 Mónica Bolufer, “Luces”, op. cit., p. 482. publicación llegó a lugares tan remotos como Veracruz, San Andrés Tuxtla,
17 Mónica Bolufer, Mujeres e Ilustración, op. cit., pp. 117–118. Zacatecas, Durango y Chihuahua.
30

Este mismo tipo de registro histórico, publicaciones En este sentido, vale la pena subrayar desde aho-
y revistas, da cuenta de las polémicas y discusiones que res- ra la importancia de la prensa como “uno de los primeros
pecto de la educación femenina mantuvieron los diferentes medios disponibles –si no el único– para que además de
sectores interesados en dicha cuestión, incluidas las mujeres, expresar y polemizar en favor de sus ideas”,22 las mujeres
quienes a través de los “Remitidos” revelan, por ejemplo, se posicionaran gradualmente como agentes de opinión
que además de leer los tradicionales catecismos, las carti- pública, lo cual resultaría fundamental para que, más allá
llas sobre enfermedades y las novelas (en especial francesas de las restricciones legales, culturalmente se constituyeran
e inglesas), estaban al tanto de los autores que reflexionan como sujetos políticos.
20
sobre la educación femenina. Entre los más importantes: La literatura es otro registro que nos permite cono-
José Fernández de Moratín, Luis Vives (Cienfuegos), Tomás cer la amplia difusión del pensamiento ilustrado, aunque en
de Iriarte, la Princesa Beaumont, la Marquesa de Sillery, Fe- este caso más bien en desacuerdo con las ideas propaga-
nelon, Ovidio, Chateubriand, Samuel Richardson y Erasmo, das por Feijoo y Josefa Amar. De manera especial la obra
además de los españoles ya referidos. Tal como expresan del conocido escritor José Joaquín Fernández de Lizardi: La
dos señoritas que señalan haber leído juntas la obra de Quijotita y su prima. Historia muy cierta con apariencias
Feijoo: de novela, publicada en dos tomos hacia 1818 y 1819,
respectivamente. La trama de esta novela descansa en la
¿Qué me dirás amiga mía de todos estos discursos? comparación entre dos hermanas de una familia acomoda-

¡Cuántos nos juzgan incapaces de dictar una carta, no da, Eufrosina y Matilde, así como de sus respectivas hijas,
Pomposa (la Quijotita) y Pudenciana.
diré como las que María Gurmay escribía a Francisco de
Eufrosina encarna el tipo de mujer educada a la
Sales, sino como las nuestras, que no pasan los términos usanza del antiguo orden colonial, y que Lizardi promueve
de la sencillez con que nos comunicamos nuestras ideas! erradicar: “supersticiosa, frívola y vana. Consagrada al
[si bien es cierto] que muchos sabios nos han hecho lujo, la última moda y el ajetreo social”; alejada del cum-
justicia sobre este particular, .. como de la Francia el plimiento de su deber materno, pues además de malcriar a
Abad de Bellegarde, a Mr. Frejin de la Italia […] y al Pomposa con excesivo consentimiento, delega su cuidado

Illmo. Feijoo, cuya obra comenzamos a leer cuando nos y educación a las nodrizas y sirvientas.23 Matilde, por el
contrario, representa el ideal ilustrado de la domesticidad
separamos. 21
que Lizardi admira, y que dibuja en la figura de una mujer

21 “Cartas de una Señorita Mexicana que reside por ahora fuera de su


patria, a una amiga suya que se halla en esta corte“, Diario de México,
20 Con el título de “remitidos” se identifica toda la correspondencia que junio 26 de 1806.
los lectores del Diario enviaban a la dirección editorial del mismo, y que 22 María de Lourdes Alvarado, La Educación “Superior” femenina en
abordaban asuntos muy diversos, desde anuncios e información sobre el México del siglo XIX . Demanda Social y reto gubernamental, México:
acontecimientos sociales, hasta textos breves que discurrían sobre algún CESU – UNAM –Plaza y Valdés, 2004, p. 26.
suceso de actualidad o que había sido tratado en el Diario. 23 Silvia Arrom, op. cit., p. 34.
31

Lizardi coinciden del todo con el discurso ilustrado que se


opuso tajantemente a “los valores propios de una sociedad
tradicional y aristocrática”,26 y cuyo ideal femenino se acer-
ca al racionalismo filosófico y a las teorías pedagógicas de
Rousseau, quien justificaba la exclusión de las mujeres de
cualquier ámbito de la vida pública, con la afirmación de
Testimonios de mujeres revelan a que su “utilidad social” estaba determinada por la esencia
través de los “Remitidos” de su naturaleza como madres y esposas:
que además de leer los
tradicionales catecismos,
Toda la educación de las mujeres debe ser relativa a
las cartillas sobre enfermedades
y las novelas (en especial los hombres. Complacerlos, serles útiles, hacerse amar
francesas e inglesas), estaban y honrar por ellos, criarlos de jóvenes, cuidarlos de
al tanto de los autores ancianos, aconsejarles, consolarlos, hacerles agradable y
que reflexionan sobre dulce la vida; éstos son los deberes
la educación femenina.
de las mujeres en todas las épocas y lo que
han de aprender desde la infancia.27

En ese mismo sentido se pensaba entonces nece-


saria una educación diferenciada que formaría a hombres
y mujeres de acuerdo con su presunta naturaleza “com-
plementaria”. La radical simpleza de este principio sería
dedicada “personalmente al cuidado de su marido, su hija
expresada con toda claridad en Sofía, quinto libro de Las
y su casa [y que] a diferencia de su hermana, amamantó
conversaciones con Emilio (publicado en 1774), secuela de
a su hija, no la mandó a la escuela hasta los cinco años y
la obra que resume la filosofía de Rousseau al respecto:
tampoco la consintió demasiado”.24
Emilio o de la educación (1762), y que seguramente inspiró
El ideal educativo femenino del autor se resume
a Lizardi, quien en el siguiente fragmento de La Quijotita de-
de manera contundente en el desenlace de la historia:
fine a las mujeres y su papel social, en los mismos términos
“Pudenciana prosperó, llegó a ser una excelente joven, se
que el filósofo francés:
casó bien y vivió feliz para siempre; Pomposa cayó hasta
los abismos de la pobreza y la prostitución y encontró una
muerte prematura”.25 Como puede observarse, las ideas de 26 Mónica Bolufer, Mujeres e Ilustración, op. cit., p. 20.
27 Martine Sonnet, “La educación de una joven”, en George Duby y
Michelle Perrot (eds.), Historia de las Mujeres. Del Renacimiento a la Edad
Moderna, Madrid: Taurus, 1993, p. 137. Una brillante revisión de las
discusiones que al respecto se suscitaron entre diversos pensadores ilustra-
24 Ibid.
dos puede consultarse en: Cristina Molina Petit, Dialéctica feminista de la
25 Ibid.
Ilustración. Prólogo Celia Amorós. Barcelona, España: Anthropos, 1994.
32

El último testimonio que nos permite constatar la


Además del Discurso sobre la educación física y moral de recepción de la literatura ilustrada durante los últimos años
las mujeres, la autora publicó otros textos relacionados con del México colonial, proviene de los interrogatorios de la
la educación femenina como el Reglamento de la Academia
causa instruida en 1813 contra María Leona Vicario por
de ilustración de señoritas y el primer tomo de Educación
de las mujeres. el delito de infidencia, gracias a los cuales sabemos que
su biblioteca personal albergaba no sólo Novenas y otros
impresos místicos (las Epístolas de San Jerónimo, y los Avi-
En esta inteligencia has de saber que es un error pensar sos de San Juan de la Cruz); sino también obras ilustradas,
que las mujeres tengan, por ningún título, alguna como la Idea del Universo del jesuita Lorenzo Hervas y Pan-
superioridad sobre los hombres […] Por ley natural, duro, la Historia General y Particular del Conde Buffon, las
por la civil, y por la divina, la mujer, hablando en lo Aventuras de Telémaco, del famoso autor francés François
común, siempre es inferior al hombre. Te explicaré esto. de Salignac, mejor conocido como Fenelon, y de nuevo,
La naturaleza, siempre sabia y obediente a las órdenes el Teatro Crítico Universal de Feijoo, del cual se sabe solía
transcribir páginas enteras.29
del Creador, constituyó a las mujeres más débiles que los
Así pues, y antes de terminar con este breve reco-
hombres, acaso para que esa misma debilidad física de rrido por la diversidad de medios que transmitieron la pre-
que hablo les sirviera como de parco o excepción para ocupación de las distintas posturas ilustradas por “modelar
conservarse en aptitud para ser madres y sostener la los comportamientos sociales y las pautas de relación entre
duración del mundo [...]. En consideración a estas cosas, los sexos de acuerdo con los nuevos valores de racionali-
las leyes las han separado del sacerdocio, gobierno, dad, sentimiento, utilidad y orden que aspiraban imprimir
política y artes de guerra, que les ha confiado a los en la sociedad”,30 vale la pena señalar que, como ya se
ha dicho, la recepción de estos discursos por parte de las
hombres, de cuya privación resulta un justo premio
mujeres fue todo menos pasiva.
debido al bello sexo, y tan justo que los hombres en
haberlas excluido de estos cargos no ha hecho más sino
premiarles sus peculiares ejercicios […]. El hombre que
las vitupere por razón de la diferencia del sexo, debe 28 José Joaquín Fernández de Lizardi, La Quijotita y su prima, México:
ser declarado por necio y por ingrato; pero al fin de Editorial Porrúa, séptima edición (Sepan cuantos, 71) Introducción María
del Carmen Ruíz Castañeda, pp. 32–33.
todo, hemos de confesar que justísimamente las mujeres 29 La participación de Leona Vicario en el movimiento insurgente, así
son inferiores a los hombres por las leyes civiles. ¡Qué como la investigación judicial a que fue sometida, es un episodio refe-

bien se acomodaría un mujer con un niño en los brazos rido por la mayoría de las biografías escritas sobre ella. Véase Carlos
María de Bustamante, “Necrología de la Sra. Doña María Leona Vicario
asido de un pecho y sobre el otro apoyando un fusil! Lo de Quintana”, en El siglo XIX , México, 25 de agosto de 1842; Jacobo M.

mismo digo de una pluma, un formón, un arado u otros Sánchez de la Barquera, Biografía de la Heroína Mexicana Doña María
Leona Vicario de Quintana, México, 1900; Genaro García, Leona Vicario.
instrumentos peculiares de los hombres; era menester Heroína Insurgente, México, Edición de G. García, 1910.

que abandonara el instrumento o el niño. 28 30 Mónica Bolufer, Mujeres e Ilustración, op. cit., p. 18.
33

Por el contrario, y una vez más en la prensa, du-


rante la primera mitad del siglo XIX encontramos evidencia
de que las mujeres expresaron constantemente su opinión
sobre múltiples aspectos relacionados con el polémico tema
de cómo debían ser educadas, y de manera especial sobre
asuntos en los que se decían directamente afectadas, en-
tre los que destacan la discusión sobre el lujo y el vestido:
“¿Qué le importa a usted o a cualquiera de los muchos cen-
suradores de las damas, que las chatres, currutacas, coque-
tillas o como quieran llamarlas, se vistan como más en gana
les venga?”;31 así como el menosprecio de sus capacidades
intelectuales. Tal como se aprecia en este fragmento de la
carta “imaginaria” que –si pudiera– La incógnita enviaría a
esos quejosos:

Sr. Misántropo: Doy a usted en nombre de mi pobre


sexo las más sinceras gracias por los generosos deseos
que animan sus cartas... Si tuviera proporciones,
de la noche haría día para ilustrarme, porque
estoy firmemente persuadida de que la mitad de
la corrupción que lloramos en este siglo nace de la
ignorancia […]. Si deseáis sus adelantamientos [de
la mujer] no lo manifestéis sin agraviarla, si su triste
ceguedad os compadece es insultándola, y esto a pesar
de vuestras luces, de diez
Leona Vicario.
o más años de colegio [… además] hay muchos
señoritos que apenas saben leer y escribir,
Un testimonio que nos permite constatar la recepción
de la literatura ilustrada durante los últimos años del y cuyas ideas jamás se pulen. 32
México colonial proviene de los interrogatorios de la
causa instruida en 1813 contra María Leona Vicario por
el delito de infidencia, gracias a los cuales sabemos que
su biblioteca personal no sólo albergaba Novenas y otros
31 Tomasa Ontonelo Pozi, “Costumbres”, Diario de México, enero 15
impresos místicos.
de 1806.
32 Pepita, “Carta de una señorita a otra, que se halla ausente de esta
ciudad”, Diario de México, septiembre 3 de 1810.
34

La reiterada molestia del orden social tradicional), económica (gasto excesivo


que expresan las mujeres para la economía familiar o nacional) o higiénica (constric-
por ambos temas: la moda ciones al desarrollo saludable del cuerpo)”.33
y la inteligencia femenina, Así, el estrecho vínculo entre dicha intención y el
nos invita a reflexionar desconocimiento de las mujeres como sujetos racionales, y
por qué un asunto que a por tanto, ajenos a toda actividad intelectual y cultural, es
primera vista puede no decir fuera de los parámetros de la educación permitida,
relacionarse con aspectos se evidencia en el estereotipo de la Coquetilla, creado
más complejos de la polé- en contraposición al de la mujer correctamente educada.
mica sobre la educación Conocida también como Currutaca o Bachillera, retrataba
femenina, la discusión con burla a las mujeres que manifestaban públicamente su
sobre la vestimenta de interés en actividades de tipo intelectual como leer, escribir
las mujeres, se vincula sin o participar en sucesos sociales también relacionados con
“La moda elegante ilustrada”. embargo con la especifici- dichas habilidades, como tertulias, y cuya descripción resu-
Archivo Fotográfico del Instituto de dad de formas y ámbitos me el siguiente remitido:
Investigaciones Estéticas de la UNAM.
de lo cotidiano en que
impactó el discurso de la
preceptiva ilustrada, y su
propósito de imponer un nuevo ideal de lo femenino. La discusión sobre la vestimenta
En otras palabras, la discusión sobre el derecho de
de las mujeres se vincula con la
las mujeres a vestirse como mejor les pareciera, es un asun-
to que merece más atención, pues no resulta gratuito que al
especificidad de formas y ámbitos de
unísono, el discurso médico, legal y moral de la Ilustración lo cotidiano que impactó el discurso de
buscara promover entre “las mujeres de las élites unos mo- la preceptiva ilustrada, y su propósito
delos de comportamiento [opuestos a los de] la sociabilidad de imponer un nuevo ideal de lo
mundana en favor de la dedicación doméstica”, y que debi-
femenino.
do a ello, fueran ellas y no los varones, el blanco predilecto
de las críticas al lujo, ya desde “una perspectiva moral (que
aproxima peligrosamente el lujo y la lujuria), social (como
censura de los hábitos aristocráticos, o bien como defensa

33 Mónica Bolufer, “La imagen de las mujeres en la polémica sobre el


lujo (siglo XVIII )”, en VII Encuentro La mujer en los siglos XVIII y XIX . Cádiz
19, 20 y 21 de mayo de 1993. De la Ilustración al Romanticismo. Cádiz,
América y Europa. Coordinadora: Cinta Canterla. [España], Universidad
de Cádiz, p. 179.
35

Gran descaro en el modo de vestir, el pelo bien cortado,


y con su flor, mucha desenvoltura en el decir, ninguna
continencia en el favor […] cata aquí a mi señora doña
urraca, queriendo presumir de currutaca, el bufete con
novelas, la almohadilla sin labor, el estrado con tertulia,
la madre sin precaución, cada visita con riesgo, cada
riesgo sin temor.34

No obstante, el estereotipo cultural difundido sobre la


mujer educada e inteligente fue usado también para
identificar a la Mujer Ilustre pero, incluso desde una
actitud alejada de la sátira, este tipo de mujer fue
considerada siempre excepcional, tal como refiere
Fernández de Lizardi en la ya mencionada novela La
Quijotita:

Los ejemplos de mujeres ilustres que he citado prueban


hasta la evidencia que el sexo [femenino] es capaz de
saber y de pensar lo mismo que los hombres enseñados;
más no por esto digo que se dediquen todas las mujeres
a los estudios serios y abstractos, ni que todas aspiren
a merecer regentear una cátedra, ni pronunciar una
oración en una iglesia. Esto sería pretender que saliesen “La coqueta”. Archivo Fotográfico del Instituto de Investigaciones Estéticas de la
UNAM .
de su esfera […]. Las mujeres sabias y varoniles no
soncomunes […]. Estas mujeres raras son más para
admiradas que para seguidas. 35 El estereotipo de la Coquetilla, creado en contraposición
al de la mujer correctamente educada, conocida también
como Currutaca o Bachillera, retrataba con burla a
las mujeres que manifestaban públicamente su interés
en actividades de tipo intelectual como leer, escribir o
34 Anónimo, “Sobre una currutaca”, Diario de México, mayo 28 de
participar en sucesos sociales.
1806.
35 Fernández de Lizardi, La Quijotita, op.cit., pp. 124, 125.
36

Una última opinión de Lizardi nos permite vislumbrar lo


complejo que para la recién independizada sociedad novo-
hispana, pudo ser conciliar dos ideas sobre la mujer en apa-
riencia contrapuestas. Por un lado, la tradicional, es decir
aquella cuyo destino natural y social era el matrimonio y la
maternidad; por otro, la idea no sólo nueva, sino en más de
un sentido transformadora, de que las mujeres eran iguales
al varón en algo sustancial: el espíritu. Lo cual, desde la
propia filosofía ilustrada, hacía obligado su reconocimiento
como sujetos inteligentes y capaces de discernir y aprender.
Tal como deja ver el siguiente fragmento de La Quijotita:

[…] tú me has oído decir varias veces que las mujeres


pueden saber tanto como los hombres más instruidos.
Portada de la obra La Quijotita y su
Esto se prueba por la causa y por el efecto. Por la causa, prima, José Joaquín Fernández de
porque siendo el alma el receptáculo de la sabiduría y Lizardi, Obras.

no careciendo las mujeres de alma, se sigue que tienen


la misma aptitud que los hombres […] las mujeres
sabrán a proporción de sus talentos y del cultivo que les
dieren, sin que sea su sexo un estorbo para aprender, ni
menos un motivo que justifique su ignorancia [pero] yo
El estereotipo cultural difundido sobre la
estoy muy lejos en persuadir que se hagan las mujeres
mujer educada e inteligente fue usado
estudiantes. A la verdad que no han nacido sino para ser
también para identificar a la Mujer Ilustre,
esposas y madres de familia. En sabiendo cumplir estas
obligaciones, seguramente serán mujeres sabias en su pero considerada siempre excepcional, tal
clase y utilísimas a la sociedad. 36 como refiere Fernández de Lizardi en La
Quijotita.

36 Ibid., pp. 122, 125.


37

El impulso a la educación
Limpia Concepción o Niñas vírgenes, y Nuestra Señora
de los Gozos, conocido popularmente también como La
Enseñanza.
Más de medio siglo después, en 1680, una institu-
Hemos visto que la necesidad de integrar a las mujeres al ción de suma importancia abrió sus puertas en la Ciudad de
desarrollo productivo y social, se mantuvo como un inte- México, el Colegio de San Miguel de Belem, llamado tam-
rés prioritario tanto de los “funcionarios borbónicos como bién de las Capuchinas seglares, y conocido popularmente
de los republicanos mexicanos”, y que la llamada “marca como las Mochas. La trascendencia de este colegio radicó
distintiva de la Ilustración” fue precisamente, la política de en la gran cantidad y heterogeneidad de mujeres que a él
impulso a la educación femenina en que se tradujo dicho ingresaron con el correr de los años; planeada originalmen-
interés.37 te como recogimiento de mujeres adultas, esta institución se
No obstante, la impronta de educar a las novohis- transformó muy pronto en un colegio al que acudían “niñas
panas no se originó en estricto sentido a partir de la influen- o jóvenes solteras que convivían con las mayores”, mismas
cia de Feijoo, pues ya desde 1548 tenemos antecedentes que pertenecían a “todos los grupos étnicos y de cualquier
de una larga lista de colegios para mujeres; entre los más capa social”.39 Un hecho crucial en este sentido, fue el in-
antiguos está, por ejemplo, La Caridad, también conocido greso de las mujeres indígenas a la educación formal con la
como De Niñas, De Doncellas, De Santa Isabel o De la apertura del primer convento para mujeres indias, que, con
Visitación, originalmente pensado para el recogimiento de el nombre de Corpus Christi, se fundó en 1724.
mujeres mestizas, donde de acuerdo con Pilar Gonzalbo, es Es cierto, sin embargo, que el impacto de las nue-
seguro que, al menos durante un tiempo, en esta institución vas ideas ilustradas en la educación femenina puede ubicar-
se impartieron clases de lectura, según consta “en las cuen- se a partir de 1753, al menos en la Ciudad de México, con
tas del año 1569 [con el registro de una partida destinada la fundación del Internado de Primeras Letras para niñas
a comprar] seis tomillos de cartillas para enseñar a leer a indígenas de Nuestra Señora de Guadalupe o Colegio de
las muchachas”. 38 Indias, fundado hacia 1753, bajo los auspicios de la Com-
Dos años más tarde (1571–1575), en Guadala- pañía de Jesús.40
jara se estableció el Colegio de Santa Catarina de Siena, Asimismo, con la inauguración, en 1755, de la
cuya pretensión fue atender de manera particular a niñas primera Amiga (pública y gratuita) de la Ciudad de México
huérfanas y mujeres “virtuosas”. Dos décadas después, a que, financiada por el Ayuntamiento, tuvo como instalación
escasos diez años de que iniciara el nuevo siglo (1590), parte del colegio de monjas de la Compañía de María La
la ciudad de Puebla inauguró tres nuevos espacios para Enseñanza o Colegio del Pilar. Cabe aclarar que Amiga,
la educación femenina: El Colegio de Jesús María, el de

39 Ibid., p. 330.
37 Silvia Arrom, op. cit., p. 29. 40 Al producirse la expulsión de la Compañía de Jesús en 1767, el cole-
38 Pilar Gonzalbo, Historia de la educación en la época colonial. La gio pasó a manos del clero secular para luego, hacia 1811, transformarse
educación de los criollos y la vida urbana, México: El Colegio de México, en convento de la Compañía de María. Véase Dorothy Tanck Estrada, La
1990, p. 329. educación ilustrada. 1786–1836, México: El Colegio de México, 1977.
38

era el nombre que recibían todas las pequeñas e informales Como dato curioso, cabe mencionar que Josefa
escuelas para niñas (es decir no reconocidas por autoridad Ortiz de Domínguez, sobre quien el escritor Francisco Sosa
alguna), pero que ya desde la segunda mitad del siglo XVI se difundió la leyenda de que “recortó pacientemente palabras
abrían en el hogar de aquellas mujeres que, mínima o me- de los libros de su marido para formar el famoso mensaje
dianamente, sabían leer y escribir (por lo general viudas). que envió a Allende, porque sabía leer, pero no escribir”,
En estas escuelas, además del aprendizaje del catecismo y fue alumna de este importante colegio, donde aprendió a
las ya mencionadas habilidades femeninas (costura, borda- escribir, como puede constatarse en varios documentos que
do, etc.), se ofrecía también la enseñanza de las primeras sobreviven en el archivo de esta institución.43
letras, dentro de lo cual solía incluirse el aprendizaje de la De regreso a nuestro tema central, el impulso a la
escritura.41 educación de las mujeres tuvo otro momento importante en
Es importante señalar que, muy probablemente 1786, cuando el Ayuntamiento de la ciudad promovió de-
bajo la influencia del pensamiento ilustrado, La Enseñanza cretos para abrir escuelas primarias gratuitas en parroquias
modificó el parámetro de edad de su población escolar, y conventos. Entre los más importantes están La Enseñanza y
pues durante los primeros años aceptó alumnas que oscila- Las Vizcaínas, que a través de las llamadas “escuelas pías”
ban entre los ocho y treinta años de edad, con un promedio
general de quince, pero luego se determinó que sólo ingre-
sarían niñas menores de quince años.
Un hito fundacional importante fue la inauguración
en 1767 de El Colegio de San Ignacio de Loyola, mejor Un hecho crucial en la historia
conocido como Las Vizcaínas, institución educativa que tras de la educación, fue el ingreso
un proceso de negociación de casi cuarenta años, abrió
sus puertas en la Ciudad de México como Recogimiento
de las mujeres indígenas a la
para niñas pobres fundado por acaudalados caballeros de educación formal con la apertura
la cofradía vasca de Aránzazu, y que “alcanzaría fama y del primer convento para mujeres
sobreviviría al régimen colonial y a los cambios políticos de indias que, con el nombre de
42
los siglos XIX y XX”.
Corpus Christi, se fundó en 1724.

41 Para profundizar en la historia de estas primeras opciones de educa-


ción femenina, puede consultarse la obra de Pilar Gonzalbo, Las mujeres
en la Nueva España. Educación y vida cotidiana, México, El Colegio de
México, 1987; así como el trabajo ya referido de Dorothy Tanck de Estra-
da, La educación ilustrada, op. cit.
42 Pilar Gonzalbo, Historia de la educación en la época colonial, op.
cit., p. 333. Vid. Josefina Muriel, “El Real Colegio de San Ignacio de
Loyola (1734–1863)” en Josefina Muriel (coord.), Los vascos en México
y su Colegio de las Vizcaínas, México: IIH – UNAM – IIE –Cigatam, 1987. 43 Silvia Arrom, op. cit., p. 28.
39

(escuelas diurnas gratuitas) y las Amigas que, durante la


última década de 1790, recibieron en sus aulas a por lo
menos 500 niñas.
Como ya se dijo, la continuidad de esta política
caracterizó el tránsito del México colonial al independien-
te, en tanto que “los gobiernos republicanos, siguiendo
las huellas de sus predecesores coloniales, impulsaron la
expansión de la educación primaria”.44 Así, hacia 1842,
se promulgó una Ley de obligatoriedad de educación pri-
maria para niños y niñas de 7 a 15 años; aun cuando en
la práctica no fue posible implementarla por la escasez de
recursos para abrir más escuelas, esta ley da cuenta de la
preocupación que los sucesivos gobiernos mexicanos de la
primera mitad del siglo XIX tuvieron por mejorar la educación
de las mujeres; tal como manifestó en 1856 el periodista
Florencio del Castillo, estaban plenamente convencidos de
que “El medio más eficaz de mejorar la condición moral del
pueblo es educar a la mujer”.45

Doña Josefa Ortiz de Domínguez.

Doña Josefa Ortiz de Domínguez fue


alumna de Las Vizcaínas, institución
educativa que tras un proceso de
negociación de casi cuarenta años,
abrió sus puertas en la Ciudad de
México en 1767.

44 Ibid., p. 35.
45 Ibid.
40

El reverso legal: conflictos y


las raíces prehispánicas, españolas y africanas), subsistían
desde mucho tiempo atrás de diferentes maneras: como
verduleras y guisanderas en el mercado o la vía pública,

restricción como criadas y cocineras en las casas particulares, o como


parteras, curanderas, cuidadoras de niños, ejerciendo la
prostitución o bien empleándose “en las fábricas de tabaco,
que durante los últimos cincuenta años de la Colonia ocu-
La definición de mujer que predominó en la preceptiva moral paron el segundo renglón en la economía, después de la
ilustrada como sujeto sensible, no racional, y dependiente minas [ambas industrias] utilizaron un 43.3% de la fuerza
en todo sentido del hombre, no fue sólo una idea; significó, de trabajo femenina, sobre todo en labores eventuales, a
también, la reestructuración económica y legal de ámbitos destajo y con mayor cuota de faena y menor salario”.48 La
fundamentales de la cotidianidad femenina. siguiente descripción hace posible imaginar la imparable
En consecuencia, por un lado se consolidó la po- labor de las mujeres:
lítica de incorporar a las mujeres de las clases más pobres
en sectores productivos que “compatibles con su decoro y Del cajón de ropa al puesto de chiles, del expendio de
fuerza”, les habían estado prohibidos, como las manufac-
carne al mostrador de las aguas frescas, las criadas de
turas textiles (tejido, la fabricación de encaje, bordado), la
pintura de abanicos, la repostería o la atención de tiendas
las familias acomodadas y la mujeres modestas hacían
y cajones.46 Así por ejemplo, y a raíz de la queja que doña sus compras en el mercado, platicaban con sus conocidas
Josefa de Celis presentó ante el virrey don Miguel Joseph de y comentaban diariamente las noticias y rumores.
Azanza en 1798, se publicó el histórico decreto que el 12 También eran mujeres casi todas las vendedoras de
de enero de 1799 eliminó las restricciones gremiales contra los tianguis, mujeres que administraban su pequeño
las mujeres y estableció que “con ningún pretexto se permi-
comercio y sabían muy bien cómo pesar, medir y
tiese que por los Gremios ni otras cualesquier personas se
cobrar la mercancía, aunque nunca hubiesen ido a la
impidiese la enseñanza a mujeres y niñas de todas aquellas
labores que son propias de su sexo, ni que vendan por sí o
escuela. Junto al artístico montoncito de duraznos
de su cuenta libremente sus manufacturas”.47 o calabacitas, al lado del bebé que dormía envuelto
Ahora bien, al igual que en el caso de la educa- en el rebozo y de los hermanitos que jugueteaban
ción, esta apertura legal no significó el inicio de la actividad semidesnudos, algún gorrito a medio bordar [...] la
laboral de las mujeres; por el contrario, la gran mayoría de aguja, el dedal y la imaginación femenina combinaba la
ellas, es decir, quienes no formaban parte de la élite social
tradición y la fantasía. 49
(no debe olvidarse que la diversidad étnica se nutrió de
48 Ma. del Pilar Iracheta Cenecorta, Educación Femenina: México El
46 Nombre dado a las tiendas de cualquier tipo, a partir de la costumbre Colegio Mexiquense, 2009, pp. 47,48; Julia Tuñón, Mujeres en México.
colonial de colocar en los mercados un cajón de madera donde se mostra- Recordando una historia, México: CONACULTA , 198, pp. 86, 87.
ban las mercancías. 49 Pilar Gonzalbo, La educación de la mujer en la Nueva España, op.
47 Silvia Arrom, op. cit., p. 44–45. cit., pp. 10–11.
41

Por otro lado, sin embargo, las reformas legales descono- voluntario de la esposa en una casa respetable mientras se
cieron a las mujeres como individuos políticos, es decir las resolvía el conflicto, no implicó la creación de estructura o
excluyeron de la calidad de ciudadanas, y en virtud de ello, mecanismo civil semejante.
favorecieron el control patriarcal sobre el matrimonio y la La continuidad de este proceso fue también otra
50
familia, incluida la potestad sobre los hijos. Un punto de característica del tránsito del México colonial al indepen-
inflexión al respecto fue el establecimiento en 1781 de la diente, así como el recrudecimiento del modelo de familia
Real Pragmática del matrimonio (que tendría vigencia hasta patriarcal como símbolo de la Nación Moderna y Liberal,
1803), que desde la visión secular de una sociedad laica imagen que hasta cierto punto se fortaleció con el conjunto
buscó establecer una nueva concepción de familia, y un legal de reformas establecidas entre los años 1855 a 1867,
modelo de la misma a seguir; política que en términos lite- y de las cuales nos ocuparemos en el siguiente capítulo.
rales desató una batalla entre Iglesia y Estado por el control En este sentido, nos parece atinada la reflexión de la his-
social de las relaciones familiares. toriadora Silvia Arrom sobre el hecho de que “las escasas
En términos generales, este reforzamiento de un divergencias republicanas respecto de la ley colonial son
patriarcado normativo significó el aumento de la autoridad indicios reveladores de nuevas actitudes hacia las mujeres
del marido, no sólo respecto a la resolución de los conflictos [y da cuenta de que] la nueva visión de la utilidad social y
conyugales, sino también en el control de las propiedades la aptitud femenina chocaba con algunas de la limitaciones
de la esposa y sus transacciones legales. Así, por ejemplo, tradicionales de los derechos de las mujeres”.52
en tanto el marido era su representante legal, la mujer “no Todo lo cual, sin embargo, no significa que la
podía representar a su marido [pero] necesitaba su permiso vida de las mexicanas se sujetara en estricto sentido a este
para realizar casi cualquier acto legal en su propio nombre, “deber ser” que, por supuesto, no respondía a sus deseos
específicamente para celebrar contratos, renunciar a una e intereses. Por el contrario, como ya se mencionó, las mu-
herencia o aceptar una herencia hipotecada, para iniciar jeres supieron aprovechar la fuerza de la tradición y las
51
un juicio legal o para hacer donaciones a los pobres”. ambigüedades de la ley para llevar a cabo sus propósitos.
Por otro lado, el aumento de la injerencia de los La siguiente anécdota, protagonizada por María Ignacia
tribunales civiles, y la exclusión del derecho eclesiástico Rodríguez de Velasco, mejor conocida como la Güera
en la resolución de los conflictos relacionados con el ma- Rodríguez (1778–1850), famosa no sólo por su belleza e
trimonio, el divorcio y los convenios de separación, colocó ingenio, sino por el gran interés que siempre tuvo por la filo-
a las mujeres en una situación de mayor vulnerabilidad y sofía y la ciencia de su tiempo, puede darnos una divertida
desprotección; por ejemplo, ante la violencia doméstica, idea de la audacia con que una mujer “ilustrada” como ella,
pues la desaparición de los mecanismos e instancias que pudo enfrentar a las leyes y la moral social.
hasta entonces las habían protegido, como el “depósito”

50 Patricia Seed, Amar, honrar y obedecer en el México Colonial. Con-


flictos en torno a la elección matrimonial. 1574–1821, México: Alianza
Editorial–CONACULTA (Los Noventa), 1991, pp. 17, 20, 158.
51 Silvia Arrom, op. cit., pp. 87, 88. 52 Ibid., p. 71.
42

Viuda y embarazada a los pocos meses de haberse casado


(por segunda ocasión) con Mariano Briones, hombre suma-
mente rico y mucho mayor que ella (rondaba ya los 70
años), María Ignacia fue acusada de “disimulación astuta”
por parte de los hijos y parientes de su difunto marido,
quienes en virtud del presunto engaño que afirmaban iba a
realizar consiguiendo “por ahí un chiquillo llorón y acaba-
do de nacer”,53 reclamaron la totalidad de la herencia de
don Mariano.
Ante ello, María Ignacia decidió que “cuando le
llegara la hora terrible, su hijo le saliera de las entrañas
a los ojos del mundo, delante de testigos fehacientes”; así
pues, el día del alumbramiento, salió “muy decidida y sose-
gada a la puerta de su casa [...], hizo entrar en su residen-
cia hasta seis señores que pasaban muy tranquilos por la
calle [...] les pidió que subieran a su alcoba [y les dijo] que
en ese instante iba a dar a luz y quería que testificaran el
acto [...] con este nacimiento [de una niña] a la que María
Ignacia puso el simbólico nombre de Victoria [...], chasqueó
bien a los tontos parientes de su marido, a quienes les salió
en blanco la esperanza o el tiro por la culata”.54

La Güera Rodríguez, en ¿No queda huella ni memoria? Semblanza iconográfica de


una familia, Aurelio de los Reyes.
Las anécdotas protagonizadas por María Ignacia
Rodríguez de Velasco, mejor conocida como la Güera
Rodríguez (1778–1850), famosa no sólo por su belleza
e ingenio, sino por el gran interés que siempre tuvo por
la filosofía y la ciencia de su tiempo, nos brindan una
divertida idea de la audacia con que una
mujer “ilustrada” como ella, enfrentó a las leyes
y la moral social.

53 Artemio de Valle Arizpe, La Güera Rodríguez, México, Librería de


Manuel Porrúa, 9a. edición, 1960 (Biblioteca Mexicana), p. 54.
54 Ibid., pp. 56–57.
43

La búsqueda de la
desde tiempo atrás les habían brindado espacios de liber-
tad y fortalecimiento de su identidad.
De manera particular todos los que, originados

individuación: una herencia como ámbitos de entretenimiento y recreo, representaron


más bien espacios de sociabilidad a través de los cuales

incómoda
generaron redes de apoyo y comunicación, y fueron útiles
para llevar a cabo diversos tipos de actividades, se tratara
de practicar una receta de cocina, de la lectura clandestina
de una novela o un tratado de filosofía no recomendado
para las mujeres. En este sentido, vale la pena señalar la
Como se ha visto, la irrupción del pensamiento ilustrado fue
importancia de los escasos, pero valiosos testimonios artísti-
un factor determinante en el surgimiento de nuevas posibili-
cos que las propias mujeres crearon para dejar constancia
dades de vida para las mujeres novohispanas. Al menos en
de estos ámbitos.
la vertiente ya señalada en el primer apartado, que favore-
Un caso mínimamente documentado es la pintura
ció la idea de la igualdad intelectual y moral de los sexos,
de las hermanas Juliana y Josefa San Román Castilla (1828),
a partir de la cual, por ejemplo, se produjo una paulatina
alumnas de Pelegrín Clavé y de las primeras mujeres en
aceptación del ingreso de las mujeres a la educación formal
exponer en tan prestigiada institución, junto con otras
de nivel primario.
pintoras. 55 Los cuadros de ambas hermanas recrean algu-
En este sentido, y aun con las restricciones deriva-
nos de los espacios en que, además de aprender y desarro-
das del marco legal ya esbozado, es importante observar
llar diversas habilidades de carácter intelectual, artístico o
un par de elementos que dan cuenta de cómo este conjunto
manual, las mujeres de esta clase social establecían vínculos
de circunstancias impulsó, aun cuando no fuera su propó-
sociales y de acompañamiento; entre sus obras destacan:
sito, la conformación de una identidad de lo femenino que
Gabinete de Costura, Sala de Música, La lectura, Interior
poco a poco afirmó un elemento sustancial para la progre-
del estudio de una artista.56
siva inserción de la mujeres en el marco social establecido
En este mismo sentido, no debe pasarse por alto
por el liberalismo a lo largo del siglo XIX: la individualidad.
que la generación de estos espacios como ámbitos no sólo
En otras palabras, aun cuando, como se ha visto,
de convivencia y sociabilidad entre las mujeres, sino incluso
durante las primeras décadas de este periodo se reforzó
de libertad, tienen un antecedente, pocas veces imaginado
el estatus legal y la mentalidad cultural que en la sociedad
así, en los espacios conventuales, entre cuyos muros las
novohispana destinó a las mujeres los ámbitos de lo privado
mujeres encontraron no sólo “la compañía y ayuda de otras
y familiar, la forma en que las mujeres asumieron dichos
mujeres, la conversación, la lectura de las Escrituras o el
cambios estuvo muy lejos de la aceptación o la pasividad.
Por el contrario, establecieron sus propios mecanismos de
incumplimiento, o bien de negociación con la normatividad
imperante, y aprovecharon al máximo las estrategias que 55 Aurora Tovar Ramírez, Mil quinientas mujeres en nuestra memoria
colectiva, México, DEMAC , 1996, pp. 583, 584.
56 Véase imagen anexa en página 45.
44

de las armas intelectuales más preciadas de la modernidad,


la escritura, aprovecharon esos espacios de libertad para
expresar lo que sentían y pensaban a través de una carta,
un manifiesto, una petición o una conspiración política.
Todo lo anterior, insistimos, se sumaría a la autoafirmación
de una identidad de lo femenino que, más allá de las reco-
mendaciones morales y las restricciones legales, exploraba
por sí y para sí misma, otras posibilidades de ser mujer. Lo
cual, como ha sido estudiado en el caso español, no impli-
caba necesariamente un conflicto ni enfrentamiento con la
aceptación del mandato social:

[…] muchas mujeres, aunque gustaran de representarse


a sí mismas como madres afectuosas y entregadas,
no entendían que ello excluyera necesariamente otros
deberes propios de su rango, otros vínculos de amistad y
relación y otras ambiciones sociales e intelectuales […],
mujeres y hombres de su tiempo, concedieron gran
importancia en sus vidas a las relaciones sociales y a la
Josefa San Román, La lectura, 1854. Óleo sobre tela, 136 x 125 cm. Colección
particular. Archivo Fotográfico del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM.
amistad, que cultivaron a través del contacto personal
y de amplias redes epistolares [esta] correspondencia
La pintura de las hermanas Juliana y Josefa San Román es testimonio de que no vivían ni concebían sus vidas
Castilla (1828), alumnas ejemplares de la Academia
de San Carlos, recrea algunos de los espacios en que,
como volcadas de forma exclusiva en lo doméstico. Y
además de aprender y desarrollar diversas habilidades ello explica la insistencia de algunas, como Inés Joyes,
de carácter intelectual, artístico o manual, las mujeres
establecían vínculos sociales y de acompañamiento.
en defender la capacidad de su sexo para la amistad,
en contra de la opinión común que consideraba a las
rezo”, y en los que una mujer como sor Juana de Asbaje mujeres inclinadas por naturaleza tan sólo al afecto
logró acceder al “viril mundo del conocimiento”.57 conyugal y a la ternura materna. 58
Así pues, como veremos a continuación, ya fuera
en la tertulia o la sala de costura, las mujeres que tuvieron
el beneficio de la educación, y con ello del acceso a una

57 Julia Tuñon, op. cit., pp. 77, 79. 58 Mónica Bolufer, “Transformaciones culturales”, op. cit., pp. 492–493.
45

Interior del estudio de una artista. Óleo sobre tela, 132.5 x 115 cm. Museo Casa de la Bola, Fundación Cultural Antonio Haghenbeck y de la Lama
I.A.P. Archivo Fotográfico del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM.
46

En efecto, estos espacios de reunión y convivencia igualmente organizadoras de tertulias. Prolongación


social promovidos por las mujeres, que en Nueva España se
“natural” del arte de la conversación ejercitada en
organizaban con seguridad por lo menos desde 1760 (en
los salones, la carta favorece el desarrollo de una voz
casa de doña Lorenza Martín Romero, por ejemplo, quien
reunía a diversas personalidades del mundo literario y po-
original. 60
lítico), llegaron a convertirse en sitios predilectos para el
En el caso de México, aun cuando escasas e indirectas,
intercambio cultural e incluso la conspiración política, como
algunas referencias de procedencia literaria indican que
es el caso de las reuniones organizadas por dos de las mu-
además de promover y organizar estas reuniones, las mu-
jeres cuya participación en las conspiraciones proindepen-
jeres participaban directamente en la propagación de sus
dentistas es bastante conocida: Mariana Rodríguez del Toro
lecturas preferidas, entre ellas, la poesía, tal y como ya en
y Josefa Ortiz de Domínguez; así como las ya mencionadas
plena mitad del siglo xix, refiere Guillermo Prieto en sus
María Ignacia, la Güera Rodríguez y Leona Vicario.
conocidas Memorias:
A semejanza de los prestigiados “salones” surgi-
dos en Francia durante los siglos XVII y XVIII, las tertulias repre-
sentaron para las novohispanas, un espacio de acceso tanto Mi predilecto arrimo era mi madre, mis primas y las
al conocimiento indirecto de autores y temas de discusión criadas. Ellas inventaban juegos y recitaban versos,
vigentes en la ciencia, la filosofía y la política, como a la leían Los desengaños de la vida y el Flor Sanctorum, y
oportunidad de acrecentar su relación con el mundo de las me declamaban trozos de Lope y Calderón de la Barca,
letras.59 queyo aprendía de memoria haciéndome de prestigio
para las veladas y tertulias femeninas. 61
El salón y la carta [fueron] espacios culturales femeninos
por excelencia, ya que regulan y canalizan la palabra de
la mujer. Si bien las correspondencias pueden pasar de
mano en mano, por lo general, la circulación del mensaje
se limita a un ir y venir entre remitente y destinatario.
En tales circunstancias, la carta, al igual que el salón
constituye un medio privado apto para la transmisión
tanto de noticias públicas como de secretos íntimos. No
resulta sorprendente que las autoras de epistolarios sean
60 María Cristina Arambel Guiñazú y Claire Emilie Martin, Las mujeres
toman la palabra. Escritura femenina del siglo XIX en Hispanoamérica.
Volumen I, Madrid: Iberoamericana– Vervuert, 2001, p. 20.
59 Un estudio clásico para el caso de Francia: Joan B. Landes, Women 61 Guillermo Prieto, Memorias de mis tiempos, Obras completas, Investi-
and the Public Sphere in the Age of the French Revolution, Ithaca, Nueva gación y compilación de las obras completas Boris Rosen Jélomer, Consejo
York: Cornell University Press, 1988. Nacional para la Cultura y las Artes, México, 1993, pp. 79–80.
47

Como ya se dijo, las tertulias persistieron por lo El primer caso refiere la polémica suscitada en
menos hasta los años sesenta del siglo XIX, y en ellas era ya 1831 entre Leona Vicario y el entonces ministro de Relacio-
una costumbre la lectura de la obra escrita, o traducida por nes, Lucas Alamán, quien publicó un texto en el que acusó
las organizadoras, en especial la de orden poético.62 En a Leona Vicario de aprovechar su vínculo matrimonial con
este sentido, y en coincidencia con lo ocurrido en España, el también conocido –y adversario político de Alamán– An-
es claro que estas reuniones fueron un espacio de sociabi- drés Quintana Roo, para adjudicarse la posesión de una
lidad que las mujeres aprovecharon de diversas maneras, serie de fincas que, en calidad de pensión, el gobierno
y fue propicio para su entre- le otorgaba en retribu-
namiento en prácticas que ción a sus acciones en
fortalecieron la configuración Las tertulias representaron para las favor del movimiento
de una identidad de lo feme- novohispanas un espacio de acceso insurgente. Acciones que
nino que se afirmaba como tanto al conocimiento indirecto de Alamán no consideraba
individuo social; no sólo las merecedoras de tal reco-
autores y temas de discusión vigentes
vinculadas con la lectura nocimiento, puesto que
personal o en grupos, sino de
en la ciencia, la filosofía y la política, su motivación fue en rea-
manera todavía más crucial, como a la oportunidad de acrecentar lidad “cierto heroísmo
las de la escritura de diarios su relación con el mundo de las letras. romanesco [sic] que el
personales, y de intercambio que sepa algo del influjo
de cartas, hábitos que en múl- de las pasiones, sobre
tiples aspectos afirmarían su capacidad para expresar sus todo en el bello sexo, aunque no haya leído a Madame de
ideas no sólo entre sí mismas, sino también frente a otros, Staël, podrá atribuir a otro principio menos patriótico”.63
y en un ámbito en el que se adentrarían poco a poco: el La respuesta de la señora Vicario, publicada doce
espacio público. días después en el Federalista Mexicano, subrayó enfática-
Algunos casos particulares enfatizan el papel de mente el error en que incurría el ministro Alamán, así como
la palabra impresa como una expresión de la naciente mo- el agravio que le producía la suposición de que su apoyo al
dernidad política y, en dicho sentido, de la importancia que ejército insurgente fuera el resultado de sus afecciones senti-
para las mujeres tuvo asimismo la escritura como una herra- mentales. Asimismo, y con un simbólico empleo en femenino
mienta cultural que, gradualmente, les permitió posicionarse de la primera persona del plural, nosotras, afirmó:
como sujetos públicos.

62 Además de la obra de Prieto ya mencionada, véase Alicia Perales,


Asociaciones Literarias Mexicanas, XIX , México, UNAM , 2000 (edición co-
rregida y aumentada). 63 Registro Oficial, lunes 14 de marzo de 1831.
48

No sólo el amor es el móvil de las acciones de las Es importante señalar que la voz plural empleada por Leo-
na Vicario, nosotras, es una representación colectiva de
mujeres; que ellas son capaces de todos los entusiasmos,
lo femenino que permanecerá como una constante en los
y que los deseos de gloria y de la libertad de la Patria
textos que las mujeres publicarán en diversos medios im-
no les son unos sentimientos extraños […]. Si M. Staël presos a partir de la década de 1830. Una voz plural que,
atribuye algunas acciones de patriotismo en las mujeres como hemos señalado, se afirma gradualmente como parte
a la pasión amorosa, esto no probará jamás que sean de una identidad colectiva que no duda de su derecho a
incapaces de ser patriotas, cuando el amor no las expresarse.
estimula a que lo sean. Por lo que a mí toca, sé decir Un caso particularmente dramático, ocurrido du-
rante la guerra de Independencia, nos muestra también el
que mis acciones y opiniones han sido siempre muy
vínculo de este proceso con la actuación de las mujeres en
libres, nadie ha influido absolutamente en ellas, y en
terrenos que, desde la preceptiva moral y legal, presumi-
este punto he obrado siempre con total independencia blemente no les corresponden. Se trata de la autodefensa
[…]. Me persuado que así serán todas las mujeres, presentada por un grupo de 300 mujeres encarceladas en
exceptuando a las muy estúpidas, y a las que por Guanajuato por órdenes de Agustín de Iturbide, bajo la acu-
efecto de su educación hayan contraído un hábito sación de “realizar actividades rebeldes como: seducción
servil. De ambas clases también hay muchísimos de la tropa, contrabando de mensajes y armas, espionajes,
conspiración, abastecimiento económico; por ser soldadas,
hombres […]. Aseguro a Usted, Sr. Alamán, que me
guiar a los rebeldes por los caminos, desempeñarse como
es sumamente sensible que un paisano mío, como
enfermeras en los improvisados hospitales insurgentes, lle-
es Usted, se empeñe en que aparezca manchada la var agua a los soldados y enterrar a los muertos”.65
reputación de una compatriota suya, que fue la única Desde la cárcel, de junio a noviembre de 1816,
mexicana acomodada que tomó una parte activa en estas mujeres enviaron una serie de cartas a diferentes
la emancipación de la Patria. En todas las naciones autoridades para solicitar su libertad (entre ellas Juan Ruíz
del mundo, ha sido apreciado el patriotismo de las de Apodaca y el virrey Félix María Calleja). En dicha co-
rrespondencia, aquellas “labradoras y rústicas” narraban
mujeres: ¿por qué, pues, mis paisanos, aunque no
la injusticia de que habían sido víctimas (puesto que nunca
sean todos, han querido ridiculizarlo como si fuera un
reconocieron haber cometido los delitos que se les imputa-
sentimiento impropio en ellas? ¿Qué tiene de extraño ban), así como los padecimientos recibidos en la casa de
ni ridículo el que una mujer ame a su patria y le preste Recogidas de Guanajuato, y en los diversos presidios a que
los servicios que pueda para que a éstos se les dé, por
burla, el título de heroísmo romanesco? 64
65 María José Garrido, “Entre hombres te veas: las mujeres de Pénjamo
y la revolución de independencia”, en Marcela Terrazas y Felipe Castro
(eds.), Disidencia y disidentes en la Historia de México, Instituto de Inves-
64 El Federalista Mexicano, 2 de abril de 1831. tigaciones Históricas–UNAM , México, 2004, p. 170.
49

fueron enviadas. Llama la atención que como parte de la más convencimiento de esta verdad, lea el art. 18 de
retórica utilizada para demostrar su inocencia, se encuen-
la Constitución y el 371. Y como por dicha mía no soy
tre el argumento de su incapacidad para abordar asuntos
súbdita de Vd., ni su sirvienta no me excluye. Con la
políticos.
Con este recurso, las acusadas buscaban desa-
libertad y licencia que los dichos artículos me dan para
creditar cualquier pronunciamiento –oral o escrito– que las escribir, no necesité de pedírsela a nadie.67
vinculara con el movimiento insurgente, puesto que, según
dijeron en la carta dirigida a Calleja en el mes de junio, era Asimismo lo hace María Josefa Gulberdi, quien en
por todos sabido que las mujeres “[…] ni nos encargamos 1821 escribe La mexicana independiente, poema donde
de los asuntos, ni somos capaces de algún contrapeso a la manifiesta su beneplácito por la consumación del Plan de
revolución. Por falta de conocimiento en los asuntos serios, Iguala, firmado por Agustín de Iturbide y Vicente Guerrero.
las leyes mismas de España dan por nulos los crímenes de Cabe señalar que, tal como muestra el siguiente fragmento,
palabra que cometen las mujeres”. 66 María abunda también en una interesante justificación de
Un ejemplo más de la actividad política informal de las razones por las que se considera a sí misma capaz, y
las mujeres, o no reconocida como tal, es la Respuesta de con la autorización legal requerida para tomar la pluma y
la Americana Constitucional al Amigo de la Verdad, folleto expresar su opinión sobre dichos acontecimientos:
manufacturado en la imprenta de don Mariano Ontiveros,
que hacia 1820 circuló en la capital de la entonces todavía Si estamos ya en los tiempos ilustrados en que todos
Nueva España. En este impreso, aquella “Americana Cons- pueden manifestar sus ideas: si todos escriben lo
titucional” defiende –sin duda ni temor– el derecho que la que les parece, lo que quieren, lo que saben o lo que
propia Constitución española le concede para expresarse
pueden: si el fastuoso día del juramento de nuestra
públicamente, es decir, para manifestarse por escrito en un
medio impreso. Tal como refiere en este breve fragmento de
feliz independencia da mérito para que lo aplauda, el
su discurso: sabio, el ignorante, el rico, el pobre, el niño, el viejo, el
noble, el plebeyo, porque todos nacen con su filosofía
[…] sé que nací para obedecer y para mandar. Nací natural, no sé por qué causa sólo los hombres hayan
para escribir para declamar [sic] mis derechos. Y los de de tener permiso para escribir, discurrir, filosofar y no lo
mis hermanos cuando los veo ultrajados. Sé que debo puedan hacer las mujeres.68
observar y obligar a que se observe la Constitución,
que he jurado como buena ciudadana aunque a Vd.
le pese […] y así ciudadana y muy ciudadana para
67 Americana constitucional “Respuesta de la Americana Constitucional
al Amigo de la Verdad, México, 1820, Imprenta de D. Mariano Ontiveros,
p. 4.
68 María Josefa Gulberdi, La Mexicana independiente, 1821, México,
66 María José Garrido, op.cit., p. 185. Imprenta Ontiveros, p. 4.
50

En este orden de ideas, resulta claro entonces que Para el tema que atendemos, la importancia de
no importando si la ley no las enviste o les niega la ciuda- dicho texto radica, por un lado, en ser ésta la más temprana
danía, ni si les otorga o prohíbe el derecho de participar en oferta editorial dirigida expresamente a las mujeres; y a
el gobierno y las decisiones de la vida pública, las mujeres partir de la cual, como se ha mencionado ya, se produciría
“participaron de manera indirecta en los asuntos públicos”, un mercado de lectura expresamente dirigido a las mexi-
echando mano de diversos recursos vinculados con la ex- canas. Por otro, en que su contenido las reconoce como
presión escrita, entre los cuales, además de los ejemplos integrantes de la nueva nación que recién se construye,
antes revisados, está de manera puntual el de “la petición”, pues además del obligado Santoral, el Calendario ofrecía
que de acuerdo con Silvia Arrom, a lo largo del siglo XIX se la reseña biográfica de cuatro “señoras patriotas”: María
convirtió también en un “arma política” recurrente; pues aun Leona Vicario, Mariana Rodríguez de Lazarín, Manuela
cuando “no era raro que las mujeres presentaran peticiones Herrera y María Fermina Rivera, por cuyas “acciones he-
al gobierno […] después de la independencia empezaron roicas” durante la guerra de Independencia merecían la
a agruparse para hacer peticiones colectivas [...], organi- “atención y reconocimiento de la patria” y a quienes Lizardi
zándose por primera vez como grupo femenino de presión otorga retóricamente el título de “ciudadanas”.71
política”.69
En efecto, más allá de lo que la ley demarcara, en
términos culturales la identidad de las mujeres comenzaba
a percibirse de manera distinta, al menos en dos aspectos
de suma importancia para su posicionamiento como sujetos
públicos. El primero tiene que ver con su identificación como
mercado lector, el segundo, como integrantes de la recién
forjada nación. Un suceso singular nos permite apreciar
lo antes dicho: la publicación que en 1825 hizo Mariano
Ontiveros de un librito del ya referido Fernández de Lizardi:
Calendario para el año de 1825. Dedicado a las Señoritas
Americanas especialmente las patriotas.70

69 Silvia Arrom, op. cit., p. 57.


70 José Joaquín Fernández de Lizardi, “Calendario para el año de
1825. Dedicado a las Señoritas Americanas, especialmente a las patrio-
tas. Por El Pensador Mexicano”, en Obras XIII , Folletos (1824–1827),
México, Instituto de Investigaciones Filológicas–UNAM, 1995 (recopilación,
edición, notas e índices de María Rosa Palazón Mayoral e Irma Isabel
Fernández Arias). De acuerdo con Luis González Obregón, la editorial
Vargas Rea publicó también otra versión en 1955, aunque sólo de las 71 Fernández de Lizardi, Calendario, op. cit., p. 312. Cabe señalar que
biografías, misma que apareció como parte de la Colección Biblioteca de el calendario incluye una larga lista de “mujeres destacadas en la guerra
Historiadores Mexicanos. de independencia”.
51

Reflexiones finales
significación en su identidad que, al fortalecer la imagen de
sí mismas como individuos inteligentes y capaces de expre-
sar sus ideas, las afirmó como sujetos sociales.
En un sentido opuesto, este proceso ha sido con-
siderado más bien como parte de un periodo de transición
en el cual:
Pero dime, amiga mía, ¿no es una cosa extraña y
terrible, que los mismos que anhelan hacernos sabias,
Los mexicanos comenzaron a modificar su concepción
se empeñen en que no leamos una pieza buena? ¿Se
de la desigualdad entre los sexos [y] la creencia en la
ha de dejar al filósofo, al Misántropo, al Antojadizo, y
inferioridad femenina fue siendo moderada cada vez más
quizá,... quizá al Necio, insultarnos hasta que guste, sin
por un mayor respeto a las mujeres [pero] la tensión
hablar palabra? ¡dura e insoportable paciencia! […]
entre la competencia de las mujeres y su sujeción se
A la verdad, querida amiga, si tuviera una bien cortada
resolvió asignándoles una esfera separada que gobernar,
pluma, un estilo florido, y la más persuasiva elocuencia,
solución que evitaba el paso radical de concederles los
tomaría con ardoroso interés la defensa de mi sexo, más
mismos derechos que a los hombres.73
¿qué puede hacer una mujer sin instrucción, que no tuvo
otro patrimonio que la estupidez, que nació para vivir y A partir de dicha consideración, también se ha
morir sepultada en la ignorancia?72 asumido la idea de que el presunto retorno de las mujeres
a la reclusión doméstica tras la guerra de Independencia,
La revisión hasta aquí realizada de los diversos impactos fue el motivo central que detuvo, paralizó o, en todo caso,
que el arribo del pensamiento ilustrado a Nueva España retardó el asentamiento del pensamiento ilustrado, y con
tuvo en ámbitos puntuales de la relación social entre los ello, su demanda de derechos políticos. Asimismo, que no
sexos, nos ha permitido observar la complejidad de escena- sería sino hasta 1910, con el advenimiento de una nueva
rios en que las mujeres y los hombres de las últimas décadas convulsión social: la Revolución Mexicana, que se estable-
de la sociedad novohispana y las primeras del México in- cerían las condiciones para que de cualquier forma muchos
dependiente, enfrentaron los cambios legales, económicos, años después, las mexicanas consiguieran ser reconocidas
morales y culturales derivados de las reformas ilustradas. como sujetos políticos al obtener el derecho al voto.
De manera especial, nos muestra cómo las mujeres Sin embargo, y aun cuando coincidimos en al-
asumieron dichas transformaciones en su quehacer coti- gunos elementos con esta perspectiva, creemos que hace
diano, y de manera todavía más compleja, cómo a partir falta no pasar por alto aspectos que nos permitan construir
de dicha transición se produjo una, si no nueva, sí distinta una historia de las mujeres que subraye la trascendencia
de la subjetividad, en los procesos de configuración de su

72 Pepita, “Carta de una señorita a otra, que se halla ausente de esta


ciudad”, Diario de México, septiembre 3 de 1810. 73 Silvia Arrom, op. cit., p. 322.
52

identidad como individuos sociales. Elementos que hemos identidad puede constatarse en uno de los registros históri-
intentado mostrar a lo largo del presente texto y que dan cos más cercanos al universo de la subjetividad: la palabra
cuenta de un acontecimiento fundamental, aunque por lo escrita. Para el caso que nos ocupa, un amplísimo acervo
general inadvertido: nos referimos a la lenta, pero progre- de testimonios escritos (cartas, ensayos, traducciones, poe-
siva afirmación de una identidad intelectual de lo femenino mas) que las mujeres envían a los medios impresos, y se
que, como ya se dijo, al fortalecer su capacidad de expre- incrementa en muchos otros géneros a lo largo de todo el
sión en el espacio público, las ubicó como sujetos sociales y siglo.
potencialmente políticos. En nuestra opinión, la afirmación de esta Voz fe-
En este sentido, a lo largo del periodo revisado ha menina que a partir de entonces no dejará de contravenir
sido posible vislumbrar algunos de los elementos que dan a quienes ponen en duda su inteligencia, o su derecho a
cuenta de dicho proceso, mismo que desde la perspecti- la libertad de pensamiento y acción, es un resultado con-
va antes mencionada, resulta un precedente fundamental tundente del proceso a través del cual las mujeres supieron
para comprender cómo décadas después, con el arribo beneficiarse de las nuevas formas y espacios de sociabili-
pleno del liberalismo decimonónico, las mexicanas consi- dad inaugurados por la modernidad ilustrada. En otras pa-
guieron pensarse a sí mismas como individuos capaces de labras, de cómo se apropiaron de una herramienta cultural
ejercer la ciudadanía, y luchar entonces por la obtención que les permitiría desarrollar las habilidades necesarias
de derechos de orden civil y político. para librar la primera y más importante batalla del siglo
Así pues, y tal como veremos en el siguiente ca- XIX y los primeros años del XX: el derecho a la educación
pítulo, el surgimiento y la creciente consolidación de esta superior.
53
54

CAPÍTULO

DOS
55

La consolidación del liberalismo. Del Ángel del Hogar, al sinuoso


camino de la individuación femenina (1850 – 1910)
56

La consolidación del
liberalismo, como son el concepto de la soberanía popular,
la división de poderes, la representación, la igualdad de to-
dos los mexicanos ante la ley o la defensa de las libertades

liberalismo. Del Ángel del y los derechos individuales”.1 Sin embargo, el impacto de
esta nueva normatividad en los principios morales y los usos

Hogar al sinuoso camino de


y costumbres que hasta entonces imperaban en ámbitos
centrales de la sociedad, como la familia y el matrimonio,
no sólo generó severos conflictos en ambas instancias, sino

la individuación femenina que afectó de manera negativa a las mujeres, pues desde
las premisas del derecho moderno la familia quedó inscrita
en:

(1850 – 1910) [...] una compleja dualidad no resuelta entre lo natural


privado y lo político público [lo cual] creó las condiciones
Lucrecia Infante Vargas necesarias para que la mujer quedara inmersa en lo
natural y únicamente el varón fuera el sujeto del contrato
El proceso de secularización de la naciente sociedad mexi- social, reafirmándose así la oposición entre lo público y
cana se consolidó de manera formal con la promulgación
lo privado como categorías que estructuran las diversas
de la Constitución de 1857 y las Leyes de Reforma promovi-
actividades de la vida social y [manteniendo] el papel
das por el gobierno de Benito Juárez hacia 1874. La adop-
ción de sucesivos códigos legales de orden civil, comercial
subordinado de las mujeres, pero en un nuevo sistema
y penal entre 1871 y 1894, así como la desamortización de dominación patriarcal fincado en la supuesta igualdad
de los bienes de la Iglesia y la exclaustración de las órdenes jurídica de los individuos.2
eclesiásticas, formaron parte de un programa de cambios
inspirado en el derecho liberal clásico emanado de la Ilus- Desde esta perspectiva, por ejemplo, se estableció
tración, y su búsqueda de las condiciones ideales para que la concepción jurídica del vínculo matrimonial, que redefi-
los mexicanos ejercieran, finalmente, la libertad obtenida nido como un contrato material (y no espiritual) desde la
tras el largo proceso de separación de la Corona española
iniciado con la guerra de Independencia en 1810.
El fortalecimiento legal de una estructura social 1 Elisa Speckman Guerra, “Las tablas de la ley en la era de la moderni-
dad. Normas y valores en la legislación porfiriana”, en Elisa Speckman y
que garantizara la función del Estado como regulador y
Claudia Agostoni (comps.), Modernidad, Tradición y Alteridad. La ciudad
guardián de la vida social, el individuo y la propiedad de México en el cambio de siglo ( XIX – XX ) , México: Instituto de Investiga-
privada, fue un aspecto esencial en este tránsito hacia la ciones Históricas, 2001, p. 243.

modernidad. Tal como afirma Elisa Speckman “la Consti- 2 Ana Lidia García Peña, El fracaso del amor. Género e individualismo
en el siglo XIX mexicano, México: El Colegio de México–Universidad Autó-
tución promulgada en 1857 recogió puntos esenciales del
noma del Estado de México, 2006, pp. 31, 34.
57

Real Pragmática del Matrimonio proclamada por Carlos III abnegación, la belleza, la compasión, la perspicacia y
en 1776 en Nueva España, se tipificó como un convenio
ternura, debe de dar y dará al marido obediencia, agrado,
legal establecido entre dos individuos libres en la Ley del
asistencia, consuelo y consejo, tratándolo siempre con la
Matrimonio Civil promulgada en 1859 por el gobierno de
Juárez. Un contrato–convenio en el que, sin embargo, tal
veneración que se debe de dar a la persona que
como hemos apuntado, la esposa quedaba sujeta del todo nos apoya y defiende y con la delicadeza de
a la voluntad del marido. quien no quiere exasperar la parte brusca irritable
En este orden de ideas, otra continuidad fundamen- y dura de sí mismo.
tal entre el antiguo régimen y el liberalismo decimonónico El uno y el otro se deben y tendrán respeto, deferen-
fue la persistencia de un ideal femenino configurado desde
cia, fidelidad, confianza y ternura, y ambos procurarán que
la asignación esencialista –o biológica–, del papel social
lo que el uno no esperaba del otro al unirse con él no vaya a
de las mujeres al interior de la familia. Un ejemplo magistral
del revestimiento con que la modernidad liberal retomó la
desmentirse con la unión.
dicotomía clásica de la diferenciación sexual, es el artícu-
lo 15 de la Ley del Matrimonio Civil del 23 de julio de
1859, mejor conocida como Epístola de Melchor Ocampo,
cuya definición del “contrato” establecido entre los En la Ley del Matrimonio Civil
cónyuges así reza: promulgada en 1859 por el gobierno
de Juárez, la esposa quedaba sujeta
[El matrimonio] es el único medio moral de fundar del todo a la voluntad del marido.
la familia, de conservar la especie y suplir las
imperfecciones del individuo, que no puede bastarse a sí
mismo para llegar a la perfección del género humano. Así pues, definida entonces como sujeto sólo en
Éste no existe en la persona sola sino en la dualidad función de su rol materno, se consideró pertinente incluir a
las mujeres en el horizonte de la educación laica y moder-
conyugal. Los casados deben ser y serán sagrados el uno
na, es decir la instrucción formal, para que cumpliera de
para el otro, aún más de lo que es cada uno para sí. El
manera adecuada con el importante papel que se aceptaba
hombre cuyas dotes sexuales, son principalmente el valor y le correspondía como formadora de los futuros ciudadanos.
la fuerza, debe dar y dará a la mujer protección, alimento En el caso particular de México, el enlace de dicha concep-
y dirección; tratándola siempre como la parte más delicada, ción con el positivismo comteano, introducido hacia 1860,
sensible y fina de sí mismo y con la magnanimidad y bene- daría impulso a la difusión del estereotipo de lo femenino
volencia generosa que el fuerte debe al débil, esencialmente más representativo del discurso liberal decimonónico: el
ángel del hogar. Y con ello, aunque de manera no pre-
cuando este débil se entrega a él y cuando por la sociedad,
vista, al fortalecimiento de una de las políticas de Estado
se le ha confiado. La mujer, cuyas principales dotes son, la
58

insospechadamente benéficas para el lento, pero inevitable en territorios y actividades de la vida pública hasta entonces
posicionamiento de las mexicanas como individuos y sujetos considerados exclusivamente masculinos. Así, las veremos
sociales: el impulso de la educación femenina en nivel me- confrontando el rechazo social para ingresar a la escuela
dio superior y profesional. de Medicina o Jurisprudencia, sumándose a Círculos y Aso-
La revisión de ambos escenarios que se ofrece a ciaciones de carácter literario, publicando versos, cuentos y
continuación, nos permitirá conocer el origen de las insti- novelas, escribiendo en revistas creadas especialmente para
tuciones que a partir de entonces se convertirían en para- mujeres, asociándose para formar una escuela, un gabinete
digmas de la relación entre las mujeres y su papel como de lectura y, en especial, expresar sus ideas y emociones
instructoras de la sociedad, tales como la creación de la por medio de la escritura, ya fuera de manera individual o
Secundaria para Señoritas (antecedente de la Escuela Nor- colectivamente a través de un proyecto editorial.
mal de Maestras), o el kindergarten, renombrado más tarde En el tránsito al nuevo siglo, las encontraremos
en su traducción más cercana como Jardín de Niños. Asi- caminando por las calles rumbo a la fábrica, la tienda de
mismo, dará cuenta de la forma en que diversos sectores de costura, el almacén, el café o el expendio de abarrotes
mujeres retomaron estos espacios para impulsar proyectos donde trabajan diariamente; las veremos en las aulas, re-
de educación que respondieran a intereses y aspiraciones cibiendo lecciones o enseñando, sumándose a un círculo
no vinculadas en estricto sentido con el destino social dicta- político, actuando en el escenario o participando en alguna
do desde el discurso liberal clásico. obra de beneficiencia. En resumen, como una faceta más de
En el mismo sentido, analizaremos también la for- los cambios que se avecinarían en el tránsito al siglo xx, las
ma en que diversos grupos de mujeres aprovecharon, sin encontraremos redefiniéndose a sí mismas en los espacios
embargo, los elementos de dicho discurso para incursionar conocidos de siempre, y en muchos otros por conocer.
59

El ideal femenino liberal: canario y del gato, porque si no fuera eso, no podría
hablar de otra cosa. Y que en vez de desarrollar su
inteligencia, le hicieron perder el tiempo miserablemente
El Ángel del Hogar y el haciéndole aprender a pespuntar camisas; y que sabe
hacer tejidos de crochet, randitas y deshilados [...]
papel de la mujer como Cuántas veces el marido protesta amargamente contra
la mujer, cuya educación la constituye en el mueble más
educadora del ciudadano inservible de la casa.3

moderno
El ya mencionado afán de convertir a México en un país
moderno, permeó de manera importante muchos de los
elementos ideológico–culturales que dictaban códigos de
conducta y relación entre las diferentes clases sociales, y
por supuesto entre hombres y mujeres. Para el caso de estas
últimas, la definición de la conducta que les correspondía
De naturaleza delicada, porque fuerte y robusta parece
de acuerdo con su presunta naturaleza femenina fue una
un tipo vulgar; de carácter humilde, dulce y débil, para preocupación permanente de filósofos, educadores y políti-
que no impere en el hogar más voluntad que la del cos durante todo el siglo XIX y su tránsito al XX.
esposo, y sobre todo, que no sea sab[h]ionda, porque la Una influencia crucial en dicha discusión fue la teo-
ciencia vuelve a la mujer orgullosa y la descompone, lo ría positivista entonces en boga, en especial la desarrollada
que más importa es que sepa las labores propias de su por el pensador francés Augusto Comte, quien afirmaba

sexo [...] Da gusto verla con la cabeza inclinada y los que emociones y sentimientos eran la vía de interiorización
del pensamiento racional. En otras palabras, la capacidad
ojos bajos; cuando habla es para decirle a su marido:
afectiva de los seres humanos era considerada un elemento
“Como tú quieras, lo que tú mandes”. Y qué sencilla en de cohesión entre los diversos y diferentes sectores e indivi-
su conversación; sólo se le oye hablar de su canario, de duos de la sociedad. Tal como señala Comte en el siguiente
su gatito y de sus flores. Pero sobre todo, qué manos fragmento de su Discurso preliminar sobre la ciencia del
tan primorosas, ¡esa criatura es una hada! Todo esto positivismo:
significa que la niña está flaca y pálida, porque está
anémica por indolencia, o quién sabe si es indolente
por anémica. Que aprueba todas las ideas de su marido
porque no tiene ideas propias; que no hace su propia
3 “El tipo ideal de mujer a principios del siglo XIX ”, en La mujer en el
voluntad porque es incapaz de tenerla. Que habla del hogar. Nociones de economía doméstica y deberes de la mujer, Imprenta
de Eduardo Dublán, México, 1898, pp. 1–2.
60

En la economía individual y sobre todo colectiva, la menor participación en el gobierno político, son más
armonía sólo se fundará sobre el sentimiento [...] La idóneos para sentir la necesidad y las condiciones del
coordinación positiva, sin dejar de ser teórica y práctica, gobierno moral, destinado sobre todo, a salvaguardarles
también debe ser moral y alcanzar en el sentimiento de la opresión temporal.5
su verdadero principio de universalidad, es decir en el
gobierno espiritual de la humanidad.4 Definidas en función de su rol materno, se consideró
pertinente incluir a las mujeres en la educación laica y
Con base en este postulado, el papel de la mujer moderna, para que cumplieran de manera adecuada su
papel. Dicha concepción daría impulso a la difusión del
era considerado vital, en tanto se creía que su presunta na- estereotipo de lo femenino más representativo del discurso
turaleza emocional le atribuía una serie de cualidades de liberal decimonónico: el ángel del hogar.
orden espiritual como el sentimiento y la moral, razón por la
cual se le consideraba la educadora natural de la sociedad.
A diferencia del hombre, a quien se le atribuía el poder Esta definición de lo femenino encarnaría en el

material y social, por ser el depositario de cualidades como estereotipo del Ángel del Hogar, construcción cultural del

la fuerza y una naturaleza racional, activa y constructiva. “deber ser” de las mujeres y su papel social, imagen idílica

Así pues, este poder espiritual femenino, imponía que durante más de un siglo fue tema gráfico y discursivo

a las mujeres el deber moral de fungir como el “regulador de cientos de páginas de múltiples medios impresos, y que

espiritual” de la sociedad desde el espacio que de igual ma- es descrito de manera puntual en el siguiente poema:

nera se presumía como propio de la naturaleza femenina:


el de la vida privada y las actividades domésticas, tal como Ella es el ángel del hogar, miradla;

señala de nuevo Comte: La ligera sonrisa que embellece


De sus labios la gracia seductora,
No tiene la altivez ni los desdenes
Todas las épocas de transición, como la nuestra, han
De la dama soberbia y orgullosa,
suscitado sofísticas aberraciones sobre las condiciones Ni el triste desencanto del escéptico
sociales de las mujeres. Pero la ley natural, que asigna Cuya amargura compasión provoca
al sexo afectivo una existencia esencialmente doméstica, Brilla en su frente luminosa aureola,
nunca se ha alterado gravemente. Dicha ley es de tal Doble aureola que revela a un tiempo
modo real que siempre se preserva espontáneamente La misión de la madre y de la esposa.

[...]. Las mujeres y los proletarios, de acuerdo con su Ella es el ángel del hogar, miradla
Allá en el fondo de su humilde alcoba
Entre su amor y sus faenas pasa
4 Augusto Comte, “Discurso Preliminar sobre la ciencia del positivismo”,
citado por Rosa Manieri en “La mística del hogar doméstico y de la femi-
nidad en A. Comte”, Mujer y Capital, Debate Feminista, Madrid, 1978,
pp. 19–20. 5 Rosa Manieri, op. cit., p. 59.
61

De su existencia las tranquilas horas


La permanente preocupación que
Allí del ruido mundanal no turba
La algazara constante y fatigosa
durante la segunda mitad del siglo
Ni se escucha del alma acongojada XIX se observa por difundir el modelo

El ¡Ay! doliente que derrama a solas angelical de la mujer como sacerdotisa


Tan sólo turba la apacible calma del ámbito doméstico y familiar, nos
que reina siempre en la tranquila alcoba, lleva a pensar en el abismo que muy
Murmullos de plegarias y de besos probablemente existía entre el ideal
Que suenan como notas armoniosas, prescrito y la realidad.
Unidas al trabajo que allí reina
A las iguales y apacibles notas.6

la mujer como sacerdotisa del ámbito doméstico y familiar,


Es oportuno señalar que la preceptiva moral im-
nos lleva a pensar, más bien, en el abismo que muy proba-
plícita en este imaginario cultural responde a la intención
blemente existía entre el ideal prescrito y la realidad.
expresa de las élites sociales en el poder, por establecer una
Desde una perspectiva semejante, y tal como re-
función social única para la población femenina, y promo-
visaremos más adelante, ante la insistencia de un discurso
ver así el tipo de comportamiento que se considera desea-
que buscaba excluir a las mujeres del espacio público: “Cui-
ble. En este sentido, y tal como observa la historiadora Julia
da de tu familia y no salgas a menudo de tu casa, ni te vean
Tuñón, no debe olvidarse que los estereotipos “muestran
por las calles y por la plaza del mercado [...]”,8 es bastante
rasgos de la ideología dominante que seguramente incidían
previsible que desde tiempo atrás las mujeres se ocuparan
en las mujeres de carne y hueso, pero [además] sugieren
en actividades que presumiblemente no les correspondían.
datos de esa realidad con la que se debía mediar: cuando
Experiencia que, de seguro, les fue útil para concebirse a
se insiste en que un sujeto, niño, obrero, hombre o mujer
sí mismas como individuos no determinados necesaria, o
actúe de determinada manera se nos da, entre líneas, la
solamente a partir de la experiencia del matrimonio y la
pauta de cómo sí actúa [...]”.7
maternidad.
En otras palabras, ante la evidencia histórica de
Desde esta misma lógica, también es importante
tantas y diversas conductas femeninas como diferentes
subrayar que, aun cuando por supuesto El Ángel del Ho-
clases sociales y etnias en que se inscriben las mujeres; la
gar reforzó durante casi toda la segunda mitad del siglo
permanente preocupación que durante la segunda mitad
el modelo de la domesticidad femenina, no debe pasarse
del siglo XIX se observa por difundir el modelo angelical de

6 “El Ángel del Hogar”, Violetas del Anáhuac, México, núm. 42, 1888.
7 Julia Tuñón, El Álbum de la mujer. Antología ilustrada de las mexica-
nas. Volumen III . El siglo XIX (1821–1880), México: CONACULTA , 1991, pp. 8 Agustín Rivera, “Pensamientos filosóficos sobre la educación de la
11 y 13. mujer en México”, en El Correo de la tarde, Mazatlán–México, 1889.
62

por alto que el “nuevo modo de representar y experimentar


la subjetividad” y de diferenciación de lo público–privado
emanados del rompimiento entre el movimiento romántico–
liberal y el antiguo régimen que “dio lugar a una nueva
imagen burguesa de la mujer como árbitro angelical de las
relaciones domésticas [y la sometió] a la familia patriarcal”,
también le otorgó un ámbito de autoridad que le permitió
posicionarse como sujeto cultural. Parteaguas fundamental
en la afirmación de la autoridad intelectual femenina en el
9
tránsito al siglo XX.

Revisemos entonces dos de los ámbitos en que se


expresó claramente esta lenta, pero irreversible fractura de
una representación totalizadora y única de la mujer y, en
consecuencia, el reconocimiento de identidades femeninas
diversas: el acceso a la educación superior y la resignifica-
ción de lo público y lo privado.

“Lo novelesco en de un casamiento en segundas nupcias”, en Semana de las


Señoritas Mexicanas, t. III (1851).

9 Susan Kirkpatrick, Las Románticas. Escritoras y subjetividad en España,


1835–1850, Madrid, Cátedra–Universidad de Valencia–Instituto de la
Mujer, 1991 (Las Románticas, 1), p. 63.
63

Herencias de la
XIX, y de manera especial, durante el prolongado gobierno
de Porfirio Díaz (1876–1910). A lo largo de más de treinta
años, el desarrollo de la política de modernización y pro-

modernidad. El ingreso de greso impulsada por el general Díaz permitió consolidar


muchos proyectos de crecimiento económico y social anhe-

las mujeres a la educación


lados por los gobiernos de corte liberal que le precedieron,
entre ellos el de la educación.
En otras palabras, y al igual que ocurrió con la

formal: acciones… y imitación de los códigos legales franceses, modernizar la


educación fue una prioridad del gobierno porfirista que,
como ya se ha dicho, retomó diversos elementos del modelo

discusiones social propuesto por la filosofía positivista que paralela-


mente cobró auge. En particular, la idea de que sólo me-
diante el orden, la estabilidad y la educación, sería posible
que el progreso arribara a nuestro país, y con ellos, la tan
ansiada prosperidad económica y cultural de las naciones
Por ser demasiado extenso el dominio de la ciencia, modernas.
conviene que las mujeres se atengan en él a las cosas En dicho contexto, y bajo la dirección de los dife-
de interés más inmediato para ellas, pues hay materias rentes responsables de la política educacional, de manera
de cuyo conocimiento la gente culta no puede prescindir; especial durante la estancia de Joaquín Baranda como titular
las principales son: Moral y Religión, Historia, Geografía, de la Secretaría de Justicia e Instrucción Pública, se dio im-
pulso y continuidad a varios de los proyectos de educación
Ciencias naturales, Economía doméstica y Literatura.
femenina más importantes hasta entonces, entre ellos, la ley
Si es evidente que no está llamado el bello sexo a de instrucción primaria obligatoria para ambos sexos pro-
dogmatizar, usurpando el papel de los doctores en mulgada en 1861; la fundación de la Escuela Nacional Se-
teología, también lo es que, para el gobierno racional cundaria para niñas (originalmente bautizada como Escuela
de su vida, no le bastan las cortas nociones que, en la Secundaria para Personas del Sexo Femenino) en 1869;
niñez, recibiera del Catecismo.10 la creación de la Escuela de Artes y Oficios para mujeres
(1871), e incluso, con el ánimo de “reforzar la formación
La conveniencia de que las mujeres acudieran a las aulas pedagógica y científica de las alumnas”, la modificación
escolares fue una idea aceptada del todo por la política de los planes de estudio de colegios (Liceos o Institutos Lite-
educativa mexicana, a partir de la segunda mitad del siglo rarios) con un nivel equiparable al de secundaria ubicados

10 D. L. J. Verdollin, Manual de las Mujeres, París, 1881, p. 175.


64

en varios estados y ciudades de la república: Guadalajara, problemas presupuestales y conflictos internos e internacio-
Oaxaca, Durango, Mérida, Guanajuato, Veracruz, Sinaloa, nales que durante aquellos años enfrentaron los gobiernos
11
Jalapa, Córdoba, Orizaba. en turno; así, la inversión requerida para el funcionamiento
No obstante, el caso de la Escuela Nacional de la secundaria, cuyo propósito central era constituirse
Secundaria para niñas merece especial atención, no sólo como “un semillero de profesores de instrucción secunda-
porque representa el antecedente directo de una de las ria” para subsanar la insuficiencia de profesores de nivel
instituciones que más impacto y trascendencia tuvo, y tie- primario y secundario detectada por uno de los principales
ne aún, en la educación profesional de las mexicanas, al promotores de la educación en el Porfiriato, José Díaz Cova-
transformarse entre diciembre de 1889 y febrero de 1890 rrubias hacia mediados de la década de los setenta, nunca
en la Normal de Profesoras; sino también porque su proce- se consideró una prioridad. Pero, asimismo por influencia
so de conversión resume de manera ejemplar el complejo de Horacio Barreda, discípulo directo de Augusto Comte,
horizonte sociocultural desde el cual se dio entonces sentido quien sin titubeos apoyó la creación de la Secundaria para
y pertinencia al ingreso de las mujeres a las escuelas, así Niñas en la Ley de Instrucción Pública de 1867, y cuya opi-
como el impacto y controversia que a partir de los cambios nión respecto del importante papel que “el sexo amoroso”
introducidos en dicho ámbito se generó entre diversos secto- jugaba en el desarrollo de la humanidad se aprecia con
res de la sociedad mexicana, incluidas las mujeres. claridad en el siguiente fragmento de uno de los muchos
La historia de la conversión de la Secundaria de artículos que escribió para el principal órgano de difusión
Niñas en Normal de Maestras ha sido reconstruida con del positivismo en México, la Revista Positiva:
suma dificultad, en parte por la confusión de los documentos
que dan cuenta de su proceso de creación. Para comenzar, Superiores por el amor, mejor dispuestas siempre a
aun cuando su inauguración legal fue aprobada desde subordinar al sentimiento, la inteligencia y la actividad,
abril de 1856 (durante el gobierno de Comonfort), la aper-
las mujeres constituyen espontáneamente los seres
tura real de la escuela se produjo hasta 1867, debido a
intermedios entre la humanidad y los hombres. Tal es
su sublime destino […] el gran ser [la Humanidad]
La conveniencia de que las mujeres les confía especialmente su providencia moral para
acudieran a las aulas escolares sostener el cultivo directo y continuo de la afección
resultaría insospechadamente universal en medio de las tendencias teóricas y prácticas,
benéfica para el lento pero inevitable que nos desvían sin cesar. Esta común aptitud del sexo
posicionamiento de las mexicanas amoroso se hace aún más sensible por la uniformidad de
como individuos y sujetos sociales. naturalezas y de situaciones femeninas.12

11 Lourdes Alvarado, La educación superior femenina en el México del


siglo XIX . Demanda social y reto gubernamental, México: CESU –UNAM / 12 Horacio Barreda, “Apreciaciones de la obra y la vida de Augusto
Plaza & Valdés, 2004, pp. 225–227. Comte”, en Revista Positiva, vol. VIII , 1908, pp. 621–622.
65

No obstante, a pesar de la convicción de las au- En otras palabras, frente a la urgente necesidad
toridades educativas sobre el proyecto, la falta de recursos de disminuir los escandalosos índices de analfabetismo fe-
motivó que durante algunos años la escuela funcionara par- menino (a pesar de la ley de instrucción obligatoria para las
cialmente en las instalaciones del Conservatorio de Música, mujeres de los años cincuenta, todavía en 1895 sólo 32.3%
hasta que finalmente se le reubicó en el hermoso edifico del de las mujeres residentes en la Ciudad de México sabían
ex Convento de Nuestra Señora de la Encarnación, que des- leer y escribir); y de integrar a las mexicanas al mercado
de 1862 había sido también sede de la Lotería Nacional. La laboral formal (objetivo que, por el contrario, fortaleció la
composición del plan de estudios “a tono con la tendencia permanencia y réplica de Escuelas de Artes y Oficios para
liberal de sus promotores” nos da idea de la compleja inte- mujeres), la idea de una educación que tuviera como fin últi-
racción cultural que giraba en torno a este proceso pues, tal mo la formación para impartir enseñanza, no se considera-
como afirma la historiadora ba sustancial, en tanto dicho
Lourdes Alvarado: La Escuela Nacional Secundaria para papel debía ser cubierto de
cualquier modo por todas las
niñas representa el antecedente directo
mujeres en su rol angelical de
La instrucción ofrecida de una de las instituciones que más madres y esposas.
debía abrirse a las impacto y trascendencia tuvo, y tiene Así pues, y en contra
corrientes de los nuevos aún, en la educación profesional de de los propósitos originales,
tiempos, pero sin las mexicanas, al transformarse en la los pronósticos adversos en
abandonar la antigua relación al interés que entre la
Normal de Profesoras.
formación cristiana y población femenina desperta-
doméstica. Encabezaba ría esta nueva opción educati-
va, los problemas financieros que justificaron su conversión
el listado de saberes el estudio de religión y moral
a Normal de Profesoras, e incluso el reforzamiento del este-
cristiana y “social” […]. El resto de las asignaturas se
reotipo tradicional de la mujer–madre–educadora perfilado
organizaba a manera de bloques y en el orden siguiente: en su definición como profesión; lo cierto es que la apertura
gramática castellana, poesía y literatura; música, dibujo y consolidación de la Secundaria para Niñas durante la
y nociones de pintura; bordado en todos sus ramos, década de los ochenta, representó un suceso fundamental
elaboración de flores artificiales y jardinería; historia en el proceso de acceso de las mujeres a la educación su-
general –antigua y moderna–, historia particular del país perior. Durante sus veinte años de vida (1869–1889), un
aproximado de 3 000 alumnas egresaron de ella con un
y principios generales de historia natural; geografía física
título de profesoras de instrucción primaria, y en algunos
y política, con hincapié en el aprendizaje de los principios
casos también de instrucción secundaria. Tal como señala
fundamentales del sistema republicano democrático; Lourdes Alvarado, esta institución “abrió a las mujeres de
aritmética y teneduría de libros; idiomas (francés, inglés
e italiano); higiene, medicina y economía domésticas. 13 Lourdes Alvarado, La educación superior femenina…, op. cit.,
Finalizaba con la innovadora educación física.13 pp. 85,86. El subrayado es nuestro.
66

su tiempo la posibilidad de desarrollar una carrera magis- Justamente debido a ello, tampoco debe pasarse
terial que iba desde las prefecturas interinas en la Escuela por alto que el llamado “fenómeno de feminización cuan-
de Perfeccionamiento anexa a la Secundaria, que parece titativa del magisterio” responde tanto al ya comentado
haber sido el nivel académico más bajo, hasta la dirección reforzamiento de la idea de la enseñanza como a una labor
14
del plantel”. En este mismo orden de ideas, es importante identificada con la maternidad y a lo benéfico que para las
subrayar que: finanzas nacionales resultaba el hecho de que el salario
que las profesoras recibían era menor que el de sus pares
El trabajo femenino en el aula [brindó] alternativas masculinos, pues, de acuerdo también con el estereotipo

de vida más amplias que las del estrecho universo social imperante se pensaba que el ingreso de las mujeres
era “una aportación complementaria y no esencial para el
doméstico [y que] a pesar de que era muy demandante,
sostenimiento de una familia”. 16
la enseñanza era la única profesión remunerada y con
prestigio social (a excepción de las carreras musicales)
que ofrecía márgenes de autonomía personal más El llamado “fenómeno de
amplios que los accesibles a las mujeres en la esfera feminización cuantitativa
privada donde, en casi todos los aspectos de su vida, del magisterio” responde
dependían de la autoridad del padre o del marido.15 tanto al reforzamiento de
Pues, como veremos más adelante, no es gratuito el hecho
la idea de la enseñanza
de que muchas mujeres que años más tarde fundaron ins- como una labor identificada
tituciones educativas cruciales en el devenir de la educa- con la maternidad, como a lo
ción nacional, como el Jardín de Niños, o que impulsaron benéfico que para las
empresas culturales y asociaciones políticas fundamentales finanzas nacionales resultaba
para la afirmación de las mujeres como sujetos sociales,
el hecho de que el salario que
hayan sido primero alumnas de la Secundaria, luego de la
Normal, y en algunos casos, incluso profesoras y directivas. las profesoras recibían fuera
menor que el de sus
pares masculinos.

14 Ibid., p. 202.
15 Gabriela Cano, “Género y construcción cultural de las profesiones en
el Porfiriato: magisterio, medicina, jurisprudencia y odontología”, Historia
y grafía, UIA , núm. 14, 2000, p. 208. 16 Ibid., pp. 207 y 215.
67

La aceptación generalizada de esta lógica se ex- Antes de adentrarnos en los pormenores del de-
presó de manera contundente en el discurso inaugural de la bate ideológico generado por el progresivo ingreso de las
Secundaria ofrecido por el ministro de Educación José Díaz mujeres a la educación secundaria y superior, es indispen-
Covarrubias: “La mujer, que tiene menos carreras abiertas sable atender brevemente a una de las instituciones más ol-
para emplear su trabajo, se dedica más fácilmente al profe- vidadas por la historiografía de las mujeres y la educación
sorado de primeras letras y una vez en esta profesión, per- en México: el Jardín de Niños.
severa más en ella y se consagra mayor número de horas
al servicio de su escuela [...]. De esta manera, la profesora
formada en una escuela normal sale más barata, permíta-
Las fundadoras del Jardín de Niños,
senos la expresión, puesto que servirá mayor número de pertenecen a una generación de
horas profesorado”.17 Idea que igualmente compartían di- mujeres que trascienden
versos sectores de la sociedad, como deja ver el siguiente del estereotipo dominante
fragmento de una nota periodística publicada con motivo
de lo femenino a otro en el que,
del anuncio de transformación de la Secundaria para Niñas
en Normal:
aun sin abandonar del todo el
terreno de lo privado–materno,
se convierten en personajes
Una idea acertada fue la de transformar la escuela Secun- centrales de un espacio que
daria de Niñas en Escuela Normal porque así el proyecto les permitió construir un
se ha hecho fácil; entre nosotros la cuestión de recursos destino personal de
todo lo estorba, una escuela como la de la calle de Santa mayor libertad.
Teresa [Normal de Maestros] costaría cientos de miles de
pesos y años enteros para levantar el edificio y proveerlo
convenientemente.18 La educación de los párvulos, o pequeños (del latín
párvulus), es decir de los niños entre cuatro y seis años, se
estableció de forma institucional durante la primera década
del siglo XX como parte sustancial de la política de instrucción
pública del gobierno porfirista, aun cuando desde 1871 la
idea había sido importada y puesta en práctica de manera
particular por los pedagogos Enrique Laubscher y Manuel
Cervantes Imaz, discípulos directos de los fundadores de
17 José Díaz Covarrubias, La instrucción pública en México. Estado que
este modelo educativo: Federico Froebel y Enrique Pesta-
guardan la instrucción primaria, la secundaria y la profesional en la Repú-
blica, México, Imprenta del Gobierno, 1875, pp. CXXI – CXXII .
lozzi, cuyos nombres recibieron los dos primeros kindergar-
18 Juvenal, “La Escuela Normal de Profesoras”, Boletín del Monitor. El ten (en su nombre original) abiertos en la Ciudad de México
Monitor Republicano, junio 13, 1888, p. 1.
68

en 1904. Como ya se apuntó, con base en la idea de que la


educación era la herramienta más poderosa para hacer de
México un país moderno, la institucionalización del Jardín
de Niños, nació como una adaptación de la experiencia de-
sarrollada por los países pioneros en la instauración de este
nivel de enseñanza: Alemania, Inglaterra, Estados Unidos,
Suiza, Francia y Bélgica.
Para conocer este modelo escolar, el gobierno
comisionó en 1903 a un selecto grupo de profesoras nor-
malistas para que viajaran a dichos países y tras recabar la
información necesaria, diseñaran un proyecto que respon-
diera a las necesidades y cultura de nuestro país. Además
de las responsables del proyecto, Rosaura Zapata y Estefa-
nía Castañeda, el resto de las comisionadas fueron Carmen
y Josefina Ramos del Río, Bertha von Glumer, Amelia Toro
y Viazcán, Guadalupe Varela, Adela Calderón, Luz Valle
David, Virginia Lozano, Guadalupe Tello Menéses, María
Oropeza, Elena Zapata y Laura Méndez de Cuenca. Así Laura Méndez de Cuenca. Poetisas mexicanas, México, Secretaría de Fomento,
1893. Dominio público.
pues, este grupo tuvo a su cargo la fundación de una ins-
titución cuyo sentido original se resumía en los siguientes
términos:

El jardín arranca al niño de los peligros de la calle y de


la vida asfixiante de los hogares en la clase humilde, cuando más treinta párvulos. Los edificios para estas
ofreciéndole oportunidades para que su espíritu, escuelas deben necesariamente satisfacer todas las
esencialmente plástico en esa edad, se moldee en la condiciones higiénicas y pedagógicas. Las asignaturas
verdad y en la belleza […]. Las escuelas de párvulos en las escuelas de párvulos serán: juegos libres y juegos
se destinan a la educación de los niños, precisamente gimnásticos, dones de Froebel, trabajos manuales y de
entre cuatro y seis años, con el objeto de favorecer jardinería, conversaciones maternales y canto.19
su desenvolvimiento físico, intelectual y moral. Cada
profesora, en dichas escuelas, debe tener a su cargo
19 Rosaura Zapata Cano, La educación preescolar en México, México,
SEP (Divulgación), 1951, p. 39; Fernando Solana, Raúl Cardiel (coord.)
Historia de la educación pública en México, México: FCE – SEP , 1981, p.
66.
69

Al igual que en el caso de la Normal de Profe- femenino (donde las


soras, paralela a la inauguración de los primeros kinder- mujeres no son con-
gartens, se implementaron cátedras para la formación de cebidas como indi-
maestras normalistas especializadas en dicho nivel educati- viduos aptos para el
vo; proyecto dirigido por las profesoras Bertha von Glumer desarrollo intelectual
y posteriormente Carmen Ramos del Río, quien años más y la toma de decisio-
tarde inauguraría los primeros cursos de Técnica Preescolar nes en el ámbito ins-
en la Escuela de Altos Estudios, de la Universidad Nacional titucional y público)
de México. Asimismo, la demanda de ingreso a la Escue- a otro en el que, aun
la Nacional de Maestras de Jardines de Niños desbordó sin abandonar del
desde sus primeros años a la institución (que sin embargo todo el terreno de lo
contó con un edificio propio hasta 1960), y aun cuando privado–materno, se
enfrentó un sinfín de problemas presupuestales (agravados convierten en perso-
por los albores de la Revolución que enfrentó el país hacia najes centrales de un
1910), este nivel de enseñanza se consolidó como ámbito espacio que además
profesional exclusivamente femenino, tanto en el ejercicio de haber sido creado
docente como en la administración institucional. y dirigido por ellas,
En ese sentido, debe señalarse que al igual que en les permitió construir un destino personal de mayor liber-
las instituciones de educación antes revisadas, el perfil de tad, y en el que el “incumplimiento” del ejercicio directo de
la maestra de párvulos fue la instancia que con mayor inten- la maternidad (ninguna se casó ni tuvo hijos), pareció no
sidad reforzó la concepción tradicional de la mujer como representar una afrenta social ni un conflicto personal en
madre y educadora; en palabras de Estefanía Castañeda: tanto se ampliaba al conjunto de la sociedad. No sólo en
“Las cualidades de dulzura, paciencia, serenidad, en nin- la formación moderna de los futuros ciudadanos, sino tam-
guna parte como en el kindergarten pueden desarrollarse: bién al subsanar algunas de las problemáticas en relación
20
el amor a la niñez”; es de llamar la atención el hecho de a su posibilidad de ser madre. Tal como señalara Estefanía
que entre las fundadoras de este nivel educativo, destacan Castañeda en la inauguración del kindergarten anexo a la
dentro de la literatura pedagógica: Estefanía Castañeda y Casa Amiga de la Obrera: “Los niños pobres reciben el
Cáceres, Rosaura Zapata Cano, Carmen Ramos del Río; per- cuidado que requieren tanto para el cuerpo como para el
tenecen a una generación de mujeres singulares y de sumo alma, y la madre encuentra ahí un refugio para su tierno
interés para comprender algunos aspectos de un proceso vástago mientras atiende su diaria y ruda labor”.21
de transición complejo entre el estereotipo dominante de lo

20 Estefanía Castañeda, “El kindergarten como escuela de vida para la 21 Archivo Histórico SEP , Colección Personal sobresaliente, caja 8, exp.
mujer”, Boletín de Instrucción Pública, 1906, p. 78. E. Castañeda y Cáceres.
70

Tras esta breve revisión de estos tres grandes pro- crearon algunos de los proyectos más importantes para la
yectos de educación, que en diversas modalidades impulsa- integración de las mujeres a la educación formal.
ron la formación de las mujeres en la carrera magisterial, es Las diversas opiniones al respecto, se relaciona-
posible afirmar que en ellos se conjuga tanto la permanencia ban estrechamente con el conjunto de normas y preceptos
del imaginario cultural de lo femenino como un ser de natu- de orden moral que, hemos visto, perfilaron un prototipo
raleza afectiva, cuya principal misión social descansa en el ideal de la conducta social y moral de las mujeres desde su
rol materno y doméstico, como las grandes preocupaciones presunta “naturaleza femenina”. A partir de este horizonte
del Estado mexicano de fines de siglo respecto a las muje- cultural, es posible observar tres grandes grupos de opinión
res: fortalecer un sentido laico en la mentalidad femenina sobre los contenidos y expectativas que debería tener la
y, en esa dirección, brindar a las futuras madres de familia educación dirigida a las mujeres.
una educación moderna que les permitiera cumplir con su La primera corriente de opinión consideraba que
responsabilidad como mentoras el “ser” de las mujeres debía cir-
de los futuros ciudadanos; asimis- cunscribirse sólo a la institución
mo, brindarles una herramienta La especificación del tipo de familiar; es decir, que su lugar
profesional que les posibilitara conocimiento que era preciso social corresponde a su ubicación
integrarse en mejores condicio- para educar a la población como hija, esposa o madre de
nes a un mercado de trabajo alguien más (el marido, el padre
intermedio, y, en función de las
femenina se convirtió en un o los hijos), alrededor de quienes
necesidades del país, subsanar la tema de constante debate social debe cumplir con su papel de
creciente demanda de maestras y durante toda la segunda mitad educadora y organizadora de la
maestros bien preparados. del siglo XIX. vida doméstica. En este sentido,
Ahora bien, se ha dicho el espacio delimitado como “pro-
ya que la intención de educar a pio” para la actividad femenina
la población femenina fue en general una idea aceptada es el privado; aun cuando en ciertas ocasiones se considera
por los diversos sectores de la sociedad. No obstante, la pertinente su participación en labores externas a éste ám-
definición de los planes de estudio que debían cursar las bito, en tanto resultan una extensión de su labor primor-
nuevas alumnas, generó severas y prolongadas discusiones. dial, como por ejemplo los actos de beneficiencia pública
En otras palabras, la especificación del tipo de conocimien- y religiosa. Sin embargo, como veremos más adelante, la
to que era preciso para educar a la población femenina posibilidad de insertarse en actividades de corte político
se convirtió en un tema de constante debate social durante (asociaciones, instancias de gobierno), laboral remunerado
toda la segunda mitad del siglo, e incluso, y de manera muy (en oficinas, fábricas, comercios) o literario–intelectual (asis-
importante, a lo largo del régimen de Porfirio Díaz; perio- tencia a escuelas de educación superior o colaboración en
do en el que, hemos también señalado, se consolidaron y revistas) era definitivamente rechazada bajo el argumento
71

Mujeres practican ejercicios mecanográficos. © (5124) CONACULTA.INAH.SINAFO.FN.MÉXICO.


Mujeres practican ejercicios mecanográficos. Archivo Casasola, CONACULTA.
72

ya mencionado de que su naturaleza le asignaba el hogar de la secta liberal, hemos combatido y seguiremos
como lugar único de actividades y deberes.
combatiendo, porque esos factores darán si acaso
En opinión de Agustín Rivera, uno de los escritores
marisabidillas, bachilleras y descocadas, pero nunca
más prolíficos de textos pedagógicos del siglo XIX: “El primer
deber de la mujer, es el de cuidar que la vida del hogar
excelentes madres de familia ni mujeres virtuosas.23
se deslice sin el menor contratiempo, que su esposo, sus
Para finalizar con este primer sector de opinión,
hijos, sus padres, sus hermanos, hallen siempre agradable
22 vale la pena comentar que, aun con diversos matices, a él
su casa”.
se sumaron incluso personajes como Justo Sierra, Andrés
En consecuencia con el planteamiento de Rivera,
Molina Enríquez y Horacio Barreda, quienes desde una
este sector de opinión reprobaba el ingreso de las mujeres
perspectiva positivista coincidían con la visión biológico–
a la educación superior y profesional, en tanto consideraba
esencialista del papel social de los sexos. Horizonte a partir
que una preparación intelectual más allá de lo requerido
del cual consideraban que las mujeres deberían estudiar
para cumplir con el papel de educadoras al interior de la
solamente aquello que les permitiera ampliar y consolidar
familia, resultaba impropia e incluso contraproducente y
su función social como educadoras al interior de la familia.
ominosa para la sociedad entera. Tal como expresó el pe-
24
riódico El Tiempo, a un año de que terminara el siglo, y aun
El segundo grupo de opinión sobre la educación
cuando ya para entonces cinco mujeres habían egresado
femenina reconocía la capacidad intelectual de la mujer
de la escuela de Medicina y de Jurisprudencia:
para insertarse como un sujeto “útil” en el medio social y
productivo de la nación, sin que ello se contrapusiera con
Ni ciencia ni educación ha producido ese laicismo,
la ya señalada “naturaleza femenina” ni representara una
prostitución del espíritu, cáncer del corazón, eso amenaza para el cumplimiento de su papel en la familia y
nada más ha dado el sistema masónico implantado el hogar. Se piensa sólo en una expansión de los espacios
en las escuelas del Estado [...] que a la mujer se la en que actúa como buena esposa, madre y mexicana. Esta
instruya como conviene a la delicadeza, importancia y posición presentaba diversos grados de radicalidad, aun-
trascendencia de su misión salvadora [...] no solo en que en general el acceso de la mujer a sectores laborales
y de instrucción antes negados era considerado como un
la maternidad, sino también en la categoría de virgen
elemento más para ayudarla a cumplir con mayor eficiencia
cristiana en el hogar y en la familia, en donde está toda
y “calidad” sus obligaciones como columna de la institución
una misión de paz, de dulzura y de virtudes heroicas familiar (a la que se consideraba base de la sociedad y la
[...]. A todo esto se opone la instrucción laica, la civilización).
charlatanería del Normalismo, el enciclopedismo de los
nuevos programas de enseñanza y todo lo que, nacido 23 “La instrucción laica y religiosa”, núm. 10, año I, t. I, abril 1899,
tomado de El Tiempo (5–09–95).
24 Un estudio detallado al respecto es el de Lourdes Alvarado (comp.), El
22 Agustín Rivera, “Pensamientos filosóficos sobre la educación de la siglo XIX ante el feminismo. Una interpretación positivista, México: UNAM ,
mujer en México”, op. cit. 1991.
73

Sólo hallándose la mujer a la misma altura que el mujeres con “espíritus cristianos, ilustrados y patrióticos [...]
sin gazmoñería ni hipocresía” y permitirá hacerlas “aptas
hombre en conocimientos, podrá levantar su voz
para la vida civil y religiosa”.27
diciéndole: te reclamo mi reivindicación social y civil,
Sin embargo, a estos planteamientos que podemos
te reclamo mis derechos naturales para poder cuidar de considerar de vena liberal, se suman otros que perpetúan
mí misma y de mis principales deberes, que son los de elementos centrales de las entonces concepciones tradicio-
la familia, de cuya educación dirigida por mí depende nales en la sociedad mexicana sobre la naturaleza feme-
la sólida cultura de las generaciones futuras. Conozco nina, sobre todo en relación al ya referido papel que las
el lugar que debo ocupar; yo no soy la esclava, sino mujeres deben jugar al interior del núcleo familiar como
responsables de la formación del corazón y espíritu de los
la conductora de la humanidad. Nuestro último deseo
futuros ciudadanos. Tal como se aprecia en la siguiente
es colocar una partícula de arena en el pedestal del
opinión:
monumento reservado al perfeccionamiento común de la
especie humana.25 Hijas del pueblo pobre [...] puestas en salvo por fortuna
ahora, ya sea en la honrosa práctica del profesorado,
o en cualquier otra posición social que les tenga el
Una interesante vertiente de esta corriente de opi-
nión se vislumbra en el proyecto educativo dirigido a las
destino deparado, poseerán un patrimonio de saber,
mujeres impulsado por el temprano protestantismo asentado virtud y moralidad que nada ni nadie les podrá arrebatar.
hacia mediados de siglo en México. Su propuesta fue guia- De todas maneras serán institutrices de las personas
da por la insistencia en que era necesario que las mujeres que las rodean, e iniciadas ya en los misterios de la
accedieran a una educación de tipo ilustrada no conside- providencia y bondad de Dios, no podrán menos que
rada como opuesta a la impartición de los “principios de
formar ciudadanos instruidos, virtuosos y de invariables
la más sana moral”.26 Es interesante también que se reco-
convicciones, porque aquél que con entendimiento
noce a las mujeres una calidad política ausente para las
mexicanas en esos momentos: la ciudadanía. La educación
ilustrado cree en el Dios de los pueblos, tiene fe en la
moderna de la población femenina logrará –se dice– formar libertad, en la justicia y en el progreso de la humanidad
[...] propagarán entonces el amor a Dios y el amor a la
patria, y serán por lo mismo, el sostén más eficaz de la
autonomía de su país.28

25 Laureana Wright de Kleinhans, “La emancipación de la Mujer”, en La


Mujer Mexicana, Revista mensual consagrada a la evolución y perfeccio-
namiento de la mujer mexicana, año II , núm. 10, 1905.
26 “Una visita al Colegio Profesional de Señoritas”, El Faro. Órgano de 27 Ibid.
la iglesia presbiteriana en México, tomo II, núm. 9, 1886. 28 Ibid.
74

Finalmente, tenemos un tercer discurso sobre la Las feministas quieren preparar a la mujer para que
educación de las mujeres que nos interesa subrayar: el ela-
con paso firme pueda avanzar sin temor en el progreso
borado por ellas mismas y en el que, aun cuando comparten
humano y ser más útil a la sociedad y a sí misma
algunas ideas expuestas en las otras corrientes de opinión,
la tendencia liberal y de librepensamiento que forma parte
[...]. La mujer de clase ínfima no puede aprovechar
de sus planteamientos, jugó un papel indiscutible en la cons- en estos momentos las ventajas del feminismo por el
trucción de un discurso propio sobre las posibilidades y el nivel intelectual y moral en que se encuentra, aunque
papel social de la mujer. ello se solucionará con la difusión de la educación
Como veremos en el apartado siguiente, los me- obligatoria, que el gobierno procura impartir. Las
dios impresos dirigidos por mujeres fueron una plataforma
obreras de los talleres de costura sí pueden ser objeto
crucial en la difusión de esta perspectiva que, en términos
de nuestro estudio ya que suelen confundirse con la
generales, demandó que las mujeres ingresaran sin restric-
ción o diferenciación pedagógica a la educación superior.
clase media. ¿Qué mujer no se sentirá grande y digna
Postura que por supuesto rebasaba ya los planteamientos de su misión cuando vea partir de su lado, en busca de
del liberalismo clásico al respecto, para sumarse a una de pan al padre de sus hijos? Porque al partir el esposo
las corrientes de pensamiento derivadas de la evolución del de una mujer de espíritu fuerte sabrá que al volver
mismo: el feminismo, acepción entonces referida a la defen- encontrará el risueño y cariñoso hogar que le espera
sa de la Emancipación de la Mujer. Una expresión concreta
como recompensa. Causa vergüenza confesar que se han
de ello se prefigura, por ejemplo, en el siguiente fragmento
tenido peligros y dificultades que vencer sobre todo en
de la declaración constitutiva de la primera asociación inte-
grada por mujeres, La Sociedad Protectora de la Mujer (más
los primeros impulsos, pues que hasta la misma mujer
tarde fundaría el Círculo Feminista Mexicano), que justifica y desgraciadamente entre aquellas que ocupen puestos
la inminente necesidad de “instrucción” de las mujeres, al que les permitirían ayudarla, se ha mostrado decidido
afirmar que la educación era una condición elemental para empeño en nulificarla, en negarle la igualdad intelectual
mejorar sus condiciones de vida.29 con el hombre y la ayuda para elevarse.30

30 Fragmento del “Ensayo presentado en la Sociedad Mexicana para el


cultivo de las ciencias, por Esther Huidobro de Azua”, en La Mujer Mexi-
cana. Revista mensual. Consagrada a la evolución y perfeccionamiento
29 La Sociedad Protectora de la Mujer se constituyó el 14 de febrero de de la mujer mexicana. Dirigida, redactada y sostenida sólo por Señoras y
1904 bajo el lema “Patria, Ciencia y Hogar”. Se denominó a sí misma Sritas., México, 1904. Tomo I, núm. 1, Directora Srita. Profesora Dolores
como la primera sociedad feminista de México. Correa Zapata.
75

Antes de concluir este breve recorrido por las diver- En primer término, se observa una defensa absolu-
sas posturas que discutieron sobre lo pertinente o nocivo que ta del derecho de las mujeres a recibir educación (básica,
resultaría el ingreso de las mexicanas a la educación secun- superior y profesional), así como la pertinencia de su argu-
daria y superior, es oportuno señalar que algunos sectores mentación como parte del cumplimiento del espíritu civiliza-
de mujeres difundieron su propuesta no sólo a través de me- dor que presumía la consolidación del país en cuanto nación
dios impresos periódicos, como diarios y revistas, también moderna y liberal. Apegadas a la creencia generalizada
lo hicieron desde una plataforma editorial formal. Es el caso en aquellos momentos de que la “educación intelectual del
de los dos libros de Laureana Wright de Kleinhans: Educa- individuo debía llevar a la reconstrucción de la sociedad”,31
ción errónea de la mujer y medios para corregirla, México, estas mujeres suscribieron también la idea de que el pro-
Imprenta Nueva, 1892; La emancipación de la mujer por greso material (inseparable de la modernidad), requería
medio del estudio, México, 1891; o de Dolores Correa asimismo de un progreso espiritual y del pensamiento. En
Zapata autora de numerosos libros utilizados como lecturas segundo lugar, el desacuerdo respecto a los límites y fines
obligatorias en las escuelas nocturnas y en la Normal de de la educación femenina. La atención se dirige entonces al
Profesoras. Entre las más citadas: Nociones de Instrucción papel que una mujer instruida puede jugar al interior de la
Cívica y Derecho Casual, 7a. edición, México, Librería de familia y, de manera más extensa, de la sociedad.
la viuda de Ch. Bouret, 1907; Conferencias sobre las escue- Como puede observarse, ambos aspectos resu-
las normales de la República. Trabajos iniciados por Alberto men la polémica central respecto a la educación femenina
Correa en el año de 1908 y publicados por Dolores Correa que recorrió todo el siglo: ¿en qué beneficiaría –o haría
Z., México, Carlos Luteroth, 1911; Vida humilde o Memo- peligrar– aquella instrucción a su rol social como madres?
rias de una maestra... Obra escrita para servir de lectura Como veremos a continuación, más allá del discurso y la
en las escuelas nocturnas de obreras, México, Imprenta de suposición, las respuestas a esta preocupación se gestaban
Carlos Luteroth, 1910. ya en otros ámbitos y prácticas de la realidad nacional.
Así pues, y aun cuando más adelante analizare-
mos un aspecto puntual del debate decimonónico sobre el
acceso de las mujeres a la educación superior (el discurso
que en favor de la igualdad intelectual femenina promo-
vieron Violetas del Anáhuac y La Mujer Mexicana, proyec-
tos editoriales a los que pertenecieron Laureana Wright y
Dolores Correa) es importante subrayar que la mayoría de
las revistas para mujeres, dirigidas por ellas mismas, tuvo
elementos unificadores muy significativos respecto a dicha
discusión.

31 Charles Hale, La transformación del liberalismo en México a fines del


siglo XIX , México: Vuelta, 1992, p. 242.
76

Público–privado: la
se les asociaba, sino también a las representaciones cultu-
rales que, a través de diversas manifestaciones discursivas
–textuales, visuales, plásticas– intentaron precisar quiénes y

resignificación del espacio cómo debían ocupar estos espacios. La recreación artística
de este proceso motivó, al mismo tiempo, un valioso registro
de las diversas formas en que se manifestaron estos cam-
bios, mismos que recordando el anterior señalamiento de
La reformulación del sentido y significados de lo público Julia Tuñón, no siempre respondieron a los dictados de la
y lo privado como parte del proceso de secularización y preceptiva moral y los estereotipos de conducta promovidos
del arraigo del liberalismo, tuvo un impacto sustancial en la desde las distintas instancias de regulación social.
redefinición no sólo de los ámbitos y las actividades con que

El quehacer cotidiano de las mujeres


por la ciudad va más allá de los
espacios que cultural y socialmente
les son permitidos. Sin embargo, su
presencia en los espacios públicos
es percibida simplemente como una
prolongación externa de tareas
consideradas femeninas.

Tal es el caso del registro literario que, a través


de la figura de la duquesa Job, personaje inmortalizado
por el poeta y escritor Manuel Gutiérrez Nájera, recrea con
puntualidad el largo proceso, a través del cual durante toda
la segunda mitad del siglo XIX, se gesta “la conquista de
32
la calle por la mujer solitaria”; suceso sustancial que, en
efecto, modifica la idea que todavía hasta los años setenta
del siglo XX se tuvo del México decimonónico como “una
época de inmovilidad, mutismo y encierro doméstico para

“La partera”. Archivo Fotográfico del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM.


32 Vicente Quirarte, Elogio de la calle. Biografía Literaria de la ciudad
de México. 1890–1992, México: Cal y Arena, 2001, p. 308.
77
78

las mujeres […] sombrío y triste, austero y restrictivo para el alto goce, y los placeres del five o’clock […]. Pie
la población femenina”.33 Por el contrario, tal como nos
de andaluza, boca de guinda […]. ¡Cómo resuena su
permite observar Gutiérrez Nájera, fue un periodo donde
taconeo en las baldosas! ¡Con qué meneo luce su talle
el arribo de los paradigmas modernos que acompañaron al
paulatino asentamiento de la república liberal, trajo consigo
de tentación! […] Altas, lustrosas y pequeñitas, sus
la modificación de algunas “normas de género que destra- puntas muestran las dos botitas, abandonadas del catre
baron ancestrales cerrojos”,34 cuya consecuencia inmedia- al pie […]. Toco; se viste; me abre; almorzamos; con
ta fue la modificación de algunos aspectos de la relación apetito los dos tomamos un par de huevos y un buen
social de hombres y mujeres, de manera específica en el beef steak, media botella de rico vino, y en coche,
entorno urbano de la Ciudad de México:
juntos, vamos camino del pintoresco Chapultepec.35

Aun desde la exclusividad de la esfera


En efecto, a semejanza del taconeo de la duquesa
doméstica, las mujeres son un sujeto
Job, el quehacer cotidiano de las mujeres por la ciudad
imprescindible del espacio público. va más allá de los espacios que cultural y socialmente
Una representación magistral de ello les son prohibidos, de manera especial los de orden
es la imagen que hacia 1883 anuncia público. Así, y aun cuando en la mayoría de los casos,
la portada de El Álbum de la Mujer. su presencia en ellos es percibida simplemente como
una prolongación externa de tareas consideradas
femeninas, la ambivalencia simbólica que esto produjo
Desde las puertas de la Sorpresa hasta la esquina del en la dualidad público–masculino/privado–femenino
Jockey Club, no hay española, yanqui o francesa, ni más asignado a los sexos, deja claro que, aun desde la
bonita ni más traviesa que la duquesa del duque Job. exclusividad del espacio doméstico, las mujeres son

No es la condesa de Villasana, caricatura, ni la poblana un sujeto imprescindible del espacio público. Una
representación magistral de ello es la imagen que
de enagua roja, que Prieto amó. No es la criadita de
hacia 1883 anuncia la portada de uno de los proyectos
pies nudosos, ni la que sueña con los gomosos y con editoriales femeninos más importantes de la segunda
los gallos de Micoló. Mi duquesita, la que me adora, mitad del siglo, El Álbum de la Mujer.36
no tiene humos de gran señora. Es la griseta de Paul
de Cock. No baila bostón y desconoce de las carreras
35 Manuel Gutiérrez Nájera, “La duquesa Job”, Los imprescindibles,
selección y prólogo Rafael Pérez Gay, México: Ediciones Cal y Arena,
33 Gabriela Cano y Georgette José Valenzuela, “Introducción. Historia octava reimpresión, 2009.
y género en el México decimonónico”, Cuatro estudios de género en el 36 Se trata de la primera publicación dirigida por una mujer en la ciu-
México urbano del siglo XIX , México: PUEG –Miguel Ángel Porrúa, 2001, dad de México durante la década de los años ochenta. Circuló semanal-
pág. 16. mente del 8 de septiembre de 1883 hasta el 29 de junio de 1890 bajo la
34 Ibid. dirección de Concepción Gimeno de Flacquer, española nacida en 1860.
79

En el plano central, aparece una suerte de ángel como el cuidado y educación de los niños o el aprendizaje
femenino (así lo sugiere el largo de sus cabellos y el pro- de labores manuales y disciplinas artísticas. No obstante,
nunciamiento de senos bajo la túnica que la cubre), a su otros muchos registros de la época dan cuenta de la manera
lado se encuentran una mujer y una pequeña niña; llama la en que éstas y otras actividades, propias de la entonces lla-
atención el vestuario de esta última, no tanto porque, como mada economía doméstica, se convierten en una fuente de
era entonces usual, asemeje al de una mujer adulta y, a tono ingreso cuando se llevan a cabo fuera del núcleo familiar.
con la moda europea en boga, porte un vestido a la rodilla En este sentido, gracias al amplio conjunto de lito-
que se adorna con un grueso listón en la cadera, bies de grafía, acuarela, obra plástica, crónica y novela producida
estola blanco, y sombrero de plumas, sino más bien por los a lo largo de todo el siglo XIX, sabemos que el ejercicio de
zapatos de tacón que calza y que, inevitable, recuerdan el labores domésticas como lavar, cocinar, planchar, barrer
resonar cotidiano de la ya referida duquesita Job por las y sacudir, fue un importante rubro de la actividad econó-
calles de la Ciudad de México. mica urbana.38 De acuerdo con el censo realizado en la
Esta imagen, que fácilmente podemos ubicar en un Ciudad de México hacia 1811, de sus entonces 137 000
espacio cerrado e incluso familiar, contrasta con las otras habitantes, las mujeres representaban 32.4 % de la fuerza
escenas que le acompañan. En la primera, dos mujeres de trabajo; y hacia 1857, cuando la población sumaba ya
se encuentran en una sala de estar conectada al exterior 200 000 habitantes, más de 4 200 mujeres formaban parte
por medio de una enorme ventana; una toca el piano, la del servicio doméstico. 39
otra lee lo que parece ser una revista mientras mece una La inclusión de “La recamarera” en el primer au-
cuna. En la segunda, una joven pinta en una terraza desde torretrato del imaginario sobre lo nacional, Los Mexicanos
cuyo horizonte se observan las torres de la catedral pintados por sí mismos. Tipos y costumbres nacionales, pu-
37
metropolitana. blicado en 1854, da cuenta del arraigo que ya entonces
La imagen descrita entrelaza un referente puntual tiene dicha actividad; pública, si la consideramos parte
de la vida urbana –la catedral metropolitana– con la pri- del intercambio de bienes y servicios que se dan cita en
vacidad del espacio hogareño, lugar donde las mujeres la ciudad; privada, desde la diferenciación de género que
desempeñan labores tradicionalmente asignadas a su sexo, la define como propia de lo femenino y, por tanto, del
espacio doméstico, aun cuando, como refiere el texto que
acompaña la litografía de Hiriarte, la recamarera mantiene
37 Esta portada apareció tal cual sólo durante los primeros cuatro ejem- una interrelación permanente con las calles y sucesos de la
plares. A partir del quinto número, se desdibujan los caracteres femeninos
ciudad.
del ángel: los senos se adivinan apenas bajo una larga y holgada túnica
de color blanco; el cabello que antes caía abundante sobre los hombros es
ahora muy corto y alisado en extremo hacia atrás, por lo que el aspecto
del ángel no se asemeja al de una mujer de aquella época. No tiene ya 38 Algunos autores: Hesiquio Iriarte, Casimiro Castro, E. Pringet, Carl
los pies desnudos, calza una especie de sandalias que se confunden con Nebel, entre otros. Para el caso de la producción literaria, Fernández de
la túnica, sus alas tienen ahora una apariencia menos algodonada y los Lizardi, Ignacio Manuel Altamirano, Manuel Payno, José Tomás de Cuéllar,
bordes son más agudos; ahí incluyó la siguiente especificación: Ilustración Manuel Gutiérrez Nájera.
Hispano–Americana; desapareció entonces la litografía descrita, se incre- 39 Julia Tuñón, Mujeres en México. Recordando una historia, México:
mentó al doble el tamaño del formato, y el número de páginas. CONACULTA , 1ª. Edición en Regiones, 1998, p. 113.
80

Una vez admitida en casa la recamarera, comienza


sus ejercicios cotidianos. Levantarse a las siete, fregar
los orinales, hacer las camas, barrer la casa, lavar las
toallas, hacer algunos mandados cuando no están los
otros sirvientes, y pare usted de contar; tales son las
obligaciones de la recamarera, amén de las que se toma
por comedimiento o por su cuenta y riesgo, como la de
servir a los niños de la casa y llevar cartitas al novio de
la niña y viceversa [...].40

Otras tareas domésticas merecen también ser men-


cionadas: lavar, cocinar y coser, pues fueron de las más
socorridas y mejor pagadas, en particular la de lavandera,
cuyo salario sólo era superado por el de una Ama de Llaves.
Asimismo, fueron actividades que ofrecieron a las mujeres
cierta autosuficiencia económica, pues además de que po-
dían realizarse de forma independiente, como en el caso de
la venta de alimentos, tenían como “local” la vía pública, la
calle, la plaza, el portal. Como ya se dijo, diversos testimo-
nios dan cuenta de dichas actividades a lo largo del siglo y,
más allá de la imagen ya clásica de la vendedora de agua
de Chía, se sabe de muchos otros productos que formaban
“La recamarera”. Archivo Fotográfico del Instituto de Investigaciones Estéticas de
parte de la actividad comercial realizada por las mujeres,
la UNAM.
incluso antes del virreinato, en diversos lugares de la ciudad
y sus alrededores:

Las calles de México presentan a la noche un aspecto


muy animado. En las principales avenidas las “tortilleras”
muestran sus tentadoras viandas iluminadas por un

40 Hilarión Frías y Soto, et al., Los Mexicanos pintados por sí mismos,


México, edición facsimilar de la edición de 1855, Grupo Financiero Inter-
nacional–Librería de Manuel Porrúa.
81

brasero, que sirve para parte del intercambio económico de bienes y servicios,
fueron finalmente identificadas así por la modificación del
conservar calientes las
espacio donde después se llevaron a cabo.
tortillas y el chile colorado.
Tal es el caso de la tendera, es decir de la mujer
A esos puestos acuden los a cargo de las ventas de una tienda o estanco; o de la
arrieros y clientes de todos costurera, cuya solitaria y agotadora labor sufrirá una drás-
tipos […]. A la entrada tica transformación al tener que competir con los modernos
del mercado, pasé por una talleres de costura donde se cose ya con máquinas; o bien
larga fila de indias y otras con la creciente influencia de los modelos parisinos que
introdujeron los cajones: El Correo Francés, El Palacio de
mujeres sentadas sobre
Hierro, y El Progreso, primeros antecedentes de los almace-
el piso vendiendo rosas y
nes departamentales42.
“La costurera”. Archivo Fotográfico del ramilletes de flores. Algunas Algo similar ocurre con la industria textil y taba-
Instituto de Investigaciones Estéticas
de la UNAM.
comerciaban con frutas, calera, cuyas trabajadoras ven amenazada su fuente de
otras tenían pulque de trabajo por la introducción de maquinaria que compite en
colores [en] envases de costos y tiempo con la mano de obra humana; tal como
vidrio; y no eran pocas las que se ocupaban en pequeñas señala el siguiente fragmento de la carta que las “maestras,
oficiales y demás empleadas de la Fábrica de Tabacos” de
fogatas de carbón, preparando panecillos o friendo carne
la ciudad, dirigen a la presidencia para que interceda por
para el consumo de los campesinos, arrieros y léperos,
ellas:
que hormigueaban en la calle y el mercado.41
Exmo. Sr.– Las que abajo firmamos […] con el respeto
Por otro lado, la naciente industrialización en la
Ciudad de México a lo largo del siglo XIX promovió la in-
que le es debido y como mejor proceda aparecemos
serción de las mujeres en los nuevos sectores de la produc- y decimos: que ha llegado a nuestra noticia que el Sr.
ción, el comercio y los servicios. El traslado a la fábrica, la D. Rafael Adorno se halla actualmente en Inglaterra,
tienda, la oficina, el taller e incluso la escuela hacia 1867, de orden del gobierno supremo, y con los fondos
con la inauguración de la Escuela Secundaria de Niñas, necesarios para traer una máquina que elabore los
modificaron también las formas y espacios de interacción
puros y cigarros que ahora se hacen a mano, y de cuyo
social entre los sexos. En el caso particular de las mujeres,
trabajo subsisten, como nosotras, en la república, más
estos cambios transformaron incluso la actitud hacia ciertas
actividades que, aun cuando desde tiempo atrás formaban

42 La máquina Singer, lanzada al mercado por el norteamericano Isaac


41 Julia Tuñón, op. cit., p. 178. Merrit Singer en 1851, comenzó a importarse en México desde 1880.
82

más desgraciada […] cuando una madre tiene que


cuidar del mantenimiento y educación de los hijos, o
(cuando) las hijas o las hermanas se ven obligadas
a proveer su propia subsistencia […] no encuentran
recursos, pues que fuera del servicio doméstico tan
repugnante por su humillación, en las artes manuales
que desempeñan apenas hallan un trabajo muy escaso
y una recompensa más miserable todavía.43

El crecimiento y transformación de la ciudad


motivó también dinámicas de relación entre los sexos
hasta entonces no permitidas; no sólo en tanto generó
la apertura de nuevos sitios para el encuentro de
hombres y mujeres, sino también en cuanto modificó
las normas de la dicotomía público/masculino–
Empleadas de El Buen Tono en una escalinata, retrato (1905). © (5497) CONACULTA.INAH.SINAFO.
privado/femenino; y en algunos casos, determinó
FN . MÉXICO .
incluso el devenir de actividades que, en estricto
sentido, desde la moral predominante, no sólo eran
En las industrias textil y tabacalera, las trabajadoras ven consideradas nocivas, sino también exclusivas de la
amenazada su fuente de trabajo por la introducción de
vida privada.
maquinaria que compite con la mano de obra humana, y
su respuesta no se hace esperar: “Si mañana se despiden
a la operarias cuyo trabajo sea ya inútil ¿en qué parte Tal es el caso de la prostitución, que salvo la ejerci-
encontrarán éstas una ocupación?”.
da de manera eventual y en absoluta clandestinidad, otorgó
a las mujeres dedicadas a esta actividad una libertad ex-
de treinta mil familias menesterosas e infelices […] si cepcional para actuar más allá de las reglas establecidas;
mañana se despiden a la operarias cuyo trabajo sea ya incluso, como afirma Junius (seudónimo de Manuel Gutié-

inútil ¿en qué parte encontrarán éstas una ocupación? rrez Nájera) en su colaboración al periódico La Libertad,
para ejercer su poder como protagonistas de un espacio
[…] si en el estado actual de nuestra sociedad… las
público que fundaba su existencia en la presencia de la
mujeres se encuentran reducidas a una situación aún meretriz, conocida también como mujer de la calle.

43 El Monitor Republicano, 23 de mayo de 1846, citado por Julia Tuñón,


op. cit., pp. 188,194.
83

El sobrenombre de la prostituta, El sobrenombre de la prostituta define con suma


como mujer de la calle, define la representación claridad la representación cultural de su identidad (no im-
cultural de su identidad (no importa si el escenario es
porta si el escenario es en efecto la acera, la casa de citas
la acera, la casa de citas o el burdel), y abreva del
discurso moral que advierte a las mujeres sobre la o el burdel), y abreva del discurso moral que advierte a las
ciudad como un lugar peligroso. mujeres sobre la ciudad como un lugar peligroso si van más
allá de “los estrechos límites de su casa y su hogar para
aventurarse en los espacios públicos”.45 Asimismo, como
un ámbito donde se trastocan las máximas del imaginario
cultural asociado a lo femenino, entre las más importantes,
Las mujeres que trafican públicamente con su cuerpo la experiencia de la maternidad.

son bien conocidas; y las que juegan con cartas de


La mayoría de las prostitutas, que con los productos
la inspección de Policía, son precisamente las que
del vicio han encontrado la manera de vivir con más
escandalizan y alardean de impudor en la avenida
desahogo que las otras, procuran adoptar como hijos,
Plateros. El rigor de las disposiciones recae únicamente
en lo privado, los de otras mujeres o los huérfanos
sobre las mujeres vergonzantes, que no pueden andar en
que les presentan. Otras hay que antes de prostituirse
coche todo el día ni se exhiben en los palcos segundos
tuvieron prole y continuaron viviendo con ella […] pero
del teatro […]. Muchas veces el pacífico transeúnte
la mujer que mancha con sus labios impuros la casta y
que sin tener trato ninguno con las damas alegres
pura frente de seres inocentes, la que no se avergüenza
pasa por la calle, es insultado por ellas con un gesto
de presentarse ante ellos con toda la deformidad de su
obsceno o con una palabra de cuartel. No hay manera
impudicia, no puede ser madre, por más que lo diga.46
de evitarlas; llenan la calle, van y vienen […]. Las
traviatas han convertido las calles en escaparates para El ya mencionado acceso de las mujeres a la edu-
exhibirse; las cantinas son sus estaciones y los carruajes cación formal generó también nuevos patrones de convi-
de providencia parte de sus bienes muebles. Porque no vencia entre los sexos en el espacio público, pues ya fuera
hay señora que se atreva a alquilar un carruaje por temor gracias al aprendizaje de algún oficio técnico o habilidad
de que la confundan con las damas de la noche que se manual (encuadernación, telegrafía, zapatería, estenogra-
fía, mecanoescritura, litografía, tejido de punto industrial,
pasean en ellos a toda hora [...] las de tercera categoría,
y diversas labores decorativas) o a su paulatino ingreso a
porque están clasificadas en varias, se pasean de siete
las Escuelas de Medicina, Jurisprudencia y Odontología,
a nueve en las calles de Plateros, Empedradillo y Tacuba
y durante los entreactos visitan el hotel situado en esta 45 Judith Walkowitz, La Ciudad de las pasiones terribles, Ediciones
última calle para tormento del vecindario.44 Cátedra/Universidad de Valencia/Instituto de la Mujer, 1992 (Colección
Feminismos), p. 22.
44 “Esposas, grisetas y damas alegres”, “Las damas de la noche”, La
46 Manuel Gutiérrez Nájera, Los Imprescindibles…, op. cit., p. 64.
Libertad, 1883, en Manuel Gutiérrez Nájera, Los Imprescindibles…, op.
cit., pp. 32–35, 64.
84

incrementó notablemente la cantidad de mujeres que circu-


laban diariamente por la ciudad. No sólo por el traslado de
ida y regreso a las escuelas; también por las nuevas fuentes
de trabajo en que ingresaron muchas de ellas, en especial
comercios, oficinas y los propios colegios. Así, hacia 1885,
la cantidad de mujeres que trabajaban en todo el país re-
presentaba 26.5% de la población económicamente activa.
Vale la pena señalar que el crecimiento de la bu-
rocracia gubernamental incrementó la apertura de escuelas
de comercio para mujeres, que ofrecían el aprendizaje
de las habilidades secretariales requeridas en este rubro.
Como ya se apuntó, la docencia se perfiló tempranamente
como un área creciente de trabajo para las mujeres, en es-
pecial en la enseñanza básica, la formación de profesoras
normalistas, de maestras de artes y oficios, y de párvulos o
educación para niños menores de seis años.
Así pues, el nuevo ritmo de la ciudad se registra
también en la prensa de la época. La crónica social, la nota
roja e incluso la publicidad, dan cuenta de los espacios en
que día con día se refrenda la identidad de género: cocina,
tienda, mercado, molino, salón de clase, iglesia, tranvía,
lavadero común, entre otros. Los cambios en el tránsito ur-
bano se extienden o modifican de acuerdo con el estrato
social; las mujeres de la élite amplían su estar en el almacén
de ropa, la visita a la modista, la tertulia, la sala de bor-
dado y lectura, la clase de pintura, el carruaje, la visita al
“La estanquillera”. Archivo Fotográfico del Instituto de Investigaciones Estéticas
hospicio, la cárcel y los actos de caridad; e incluso, como se
de la UNAM.
mencionó antes, en el ejercicio íntimo y solitario de pintar,

tejer, redactar un ensayo, un artículo, un poema, una par-


titura, traducción, o pieza teatral. Las menos afortunadas
hacen de un lavadero, un escalón, una fuente, una ventana
Hacia 1885, la cantidad de mujeres
o una azotea nuevos lugares para el descanso, la costura, el
que trabajaban en todo el país tejido y, de manera muy importante, para la conversación.
representaba 26.5% de la población
económicamente activa.
85

En este sentido, y de acuerdo con Julia Tuñón, la es otro acontecimiento


impronta de esta nueva dinámica social promueve también que señala, con suma
una percepción diferente de lo público y privado entre ellas: claridad, el recambio
simbólico que opera
[…] ciertamente, era diferente trabajar en el hogar, ya en la percepción so-

como lo habían hecho siempre –así fuera fabricando cial de lo público–pri-


vado, y su asociación
productos para el mercado, artesanías o comida
cultural con lo mascu-
preparada–, que salir de la casa a cumplir un horario y lino–femenino; pues,
ciertas reglas de conducta, lo cual además implicaba, como señala Michelle
a menudo, dejar solos a los hijos o a los ancianos [...] Perrot, “la palabra y
las mujeres que se incorporaron al trabajo remunerado su circulación modelan
tenían la opción de abrir su visión del mundo y trascender la esfera pública aún

los más o menos estrechos límites de su hogar, así como más que el espacio
material”.48
ensayar formas de participación y poder hasta entonces Semanario de las señoritas mexicanas.
En el mismo Archivo Fotográfico del Instituto de
desconocidas.47 sentido, y de acuerdo Investigaciones Estéticas de la UNAM.

con lo antes dicho, la


El resultado de la modificación de los límites entre lo público
dinámica misma del
y lo privado se convierte asimismo en un factor de cambio
proceso de creación intelectual implícito en la escritura, de-
que impacta otros ámbitos en estricto sentido no físicos: nos
muestra ya entonces la imposibilidad de establecer fronteras
referimos a la afirmación de la capacidad de las mujeres
inflexibles entre el espacio público y el privado a partir de
para generar opinión pública en los medios impresos. El in-
su presunta diferenciación sexual: “Una mujer puede escri-
greso de la autoría femenina en las publicaciones periódicas
bir en la intimidad de su habitación un libro o un artículo
de prensa que la introducen en el espacio público. Por esto
la escritura, que se puede practicar en el domicilio (como
Con el surgimiento en 1838 de la primera publicación la pintura) es una de las primeras conquistas femeninas y
periódica dedicada en exclusiva a las mujeres, el también una de las que suscitan mayor resistencia”.49
Calendario de las Señoritas Mexicanas, se reconocía en
En efecto, la oposición a recibir a las mujeres en
forma tácita la importancia que para el mercado editorial
tenían ya entonces las mujeres como un público lector los nuevos espacios de sociabilidad es otro elemento que da
consolidado. cuenta de la difícil transición que se gesta durante la segun-
da mitad del siglo XIX y su tránsito al xx. Desde mediados

48 Michelle Perrot, Mujeres en la Ciudad, Chile: Editorial Andrés Bello,


1997, p. 61.
47 Julia Tuñón, op. cit., pp. 128–129. 49 Ibid., p. 10.
86

de los años setenta, por ejemplo, la aparición de meseras gobiernan las mujeres, gozó de gran éxito entre la pobla-
en los entonces novedosos expendios de café, muestra los ción que acudía a este tipo de espectáculo. En ella, se hizo
nuevos criterios de diferenciación sexual del espacio que mofa de lo irreal que resultaba imaginar un mundo inver-
dicta el ritmo cotidiano de la ciudad. Asimismo, la pronta tido, es decir, aquél donde los espacios y las actividades
generalización de este empleo, tal como afirmó Juan Pa- hasta entonces todavía percibidas como zona exclusiva de
blo de los Ríos (Nataniel), columnista de El Eco de Ambos lo masculino, eran ocupados por las mujeres, subvirtiendo
Mundos: así toda lógica del orden social.
En muy breve tiempo, sin embargo, el nuevo siglo
La meseras han sido para (el Café del Progreso) como la demostraría que ese mundo “imaginario” era ya tan real,

sangre regeneradora para los anémicos, pues han vuelto como imparables los cambios de la demarcación espacial
de la ciudad, y de las formas en que, a partir de entonces,
la vida al referido establecimiento […]. Ya se hacía
se daban cita en ella sus habitantes.
sentir la necesidad de proporcionar al sexo débil algún
nuevo recurso para vivir, y no cabe duda que el más a Hoy comienzan por meseras, y ya hay encuadernadoras,
propósito es el servicio de esa clase de establecimientos, mañana habrá cargadoras y también carretoneras,
el de las tiendas y aun el de los escritorios, donde podrán remendonas y cocheras algunas se volverán […]. Los
encontrar su bienestar por medio del trabajo, muchas que antes tenían calzones vestirán la crinolina, y la raza
mujeres que hoy tienen que vivir en la miseria más femenina se vestirá pantalones, formadas en batallones
espantosa o que se entregan a la prostitución […].50 a los cuarteles se irán [...]. Ellas se hacen maquinistas,
La renuencia social a la presencia de las mujeres
hagámonos lavanderos, si ellas son talabarteras,
en el ámbito público, tiende en algunos casos barreras me- nos volveremos modistas […]. Dejemos nuestros
nos fáciles de franquear, como la modificación del Código quehaceres pues ellas nos mantendrán, a esto obligadas
Civil que, en 1884, disminuye a las mujeres como sujetos están, puesto que así lo quisieron cuando a México
de derecho, e incrementa la subordinación legal para con trajeron la isla de San Balandrán. 51
sus maridos, padres, e incluso hermanos e hijos (entre ellos
la imposibilidad de contratar y administrar bienes, o ejercer
de manera directa la patria potestad).
La contienda se libra en todos lados, incluida la
sátira. Es el caso de la copla compuesta por JMV, en oca-
sión del estreno de la zarzuela “La isla de San Balandrán”.
Inspirada en la leyenda medieval de una mítica isla donde

50 Clementina Díaz y de Ovando, Los cafés en México en el siglo XIX ,


México: UNAM , 2006. Pp. 78–80. 51 JMV , “La isla de San Balandrán”, citado por Clementina Díaz, Ibid.
87

Más allá del aula. La


batalla impresa por la
igualdad intelectual
Las mujeres que ingresaron
al territorio de la escritura en De modo paralelo a los proyectos de educación formal
el ámbito público enfrentaron hasta aquí revisados, la batalla de las mujeres por ingresar
en espacios y actividades que hasta entonces les estaban
numerosos conflictos, derivados
prohibidos, se libró en muchos otros territorios de la vida
de dos imaginarios culturales social y cultural del México decimonónico y en su tránsito
de difícil transformación: la hacia el siglo xx. Un escenario fundamental que nos permite
supuesta incapacidad “natural” dar cuenta de este proceso es el de los medios impresos. La
de las mujeres para ejercer evolución de la relación entre las mujeres y dicho espacio
de expresión, retrata la manera en que a la par se produjo
cualquier actividad de orden
la afirmación de una nueva identidad de lo femenino que,
intelectual y las presumibles de manera particular, reconocía tanto la capacidad intelec-
consecuencias negativas que el tual de las mujeres, como la posibilidad de que su destino
ejercicio de la escritura pudiera social no se definiera sólo a partir de su rol como madre y
causar en su desempeño como responsable del espacio familiar y doméstico.
A grandes rasgos, el inicio de este importante pro-
madres y esposas.
ceso se ubica en 1838, con el surgimiento de la primera
publicación periódica dedicada en exclusiva a las mujeres,
el Calendario de las Señoritas Mexicanas, financiado por
Mariano Galván, uno de los editores más importantes de la
época; al publicar este impreso reconocía en forma tácita la
importancia que para el mercado editorial tenían ya enton-
ces las mujeres como un público lector consolidado. A partir
de entonces, y a lo largo de las dos décadas siguientes, más
de una veintena de publicaciones femeninas aparecen, en
un ritmo promedio de cinco a seis cada año. Lo único que
por momentos interrumpe esa continuidad son los conflictos
88

a escribir en ellas. Así, en 1838 sólo se publica un texto


Durante las décadas de 1840 y 1850 aparecen firmado por una mujer con su nombre y apellido real; pero
más de una veintena de publicaciones femeninas, hacia 1859, el número de firmas se incrementa a treinta y
entre las que destacan: Presente Amistoso nueve. Si en términos cuantitativos el aumento es indiscuti-
Dedicado a las Señoritas Mexicanas, La Semana ble, el terreno ganado por las escritoras es claro también
de las Señoritas Mexicanas, La Camelia. en la ampliación de las temáticas que abordan y de los
Semanario de literatura, variedades, teatros, géneros literarios en que lo hacen. Con relación a este últi-
modas. Dedicado a las señoritas mexicanas y El mo aspecto, por ejemplo, aun cuando la poesía se mantiene
Álbum de las Señoritas. como género predilecto, aumenta muy significativamente la
cantidad de traducciones, cuentos, novelas y ensayos.
Cabe mencionar también, que ya no sólo escriben
armados de orden internacional (como la guerra de 1847,
sobre los tópicos románticos tradicionalmente asociados a
y la intervención francesa), que de forma directa rompen
la femineidad (el amor maternal, la muerte, la naturaleza,
con el orden cotidiano, e impiden la llegada de los suminis-
o las desavenencias amorosas); tampoco sobre los rubros
tros básicos a las imprentas: la tinta y el papel.
que, para entonces, se han convertido en secciones indis-
Entre las más importantes: El Museo Yucateco
pensables de estas revistas: moda, consejos domésticos o la
(1841), que bajo la batuta de don Justo Sierra O´Reilly
crónica semanal de actos sociales. Ahora también escriben
consigue aparecer cada mes, y durante un año, en la ciu-
sobre asuntos que –dicen– les atañen e inconforman; en
dad de Campeche; el Semanario de las Señoritas Mexica-
particular, el escaso nivel de instrucción escolar de las mu-
nas. Educación científica, moral y literaria del bello sexo
jeres; ciertos comportamientos masculinos que consideran
(1841–1842), editado en la Ciudad de México por Isidro
moralmente ofensivos (como el adulterio); asimismo, y aun-
Rafael Gondra; El apuntador. Semanario de teatros, costum-
que todavía sólo de manera esporádica, traducen las notas
bres, literatura y variedades (1841), revista publicada por
que informan sobre los avances del sufragismo en Inglaterra
Ignacio Cumplido, también impresor del Presente Amistoso
y los Estados Unidos de Norteamérica.
Dedicado a las Señoritas Mexicanas (una verdadera joya
El detrimento del seudónimo es también un cam-
tipográfica), cuyos tomos anuales aparecen en 1847, 1851
bio de suma importancia a lo largo de estas décadas. Por
y 1852. En la década siguiente destacan La Semana de las
lo general, ya sólo se recurre a esta estrategia cuando los
Señoritas Mexicanas, que en sus distintas épocas (1850,
temas atendidos en el poema o el ensayo pueden poner en
1851, 1852) fue impresa por Juan R. Navarro, también
riesgo la honorabilidad de las escritoras; como aquellos que
responsable de la publicación de otro par de importantes
aluden a la experiencia de la sensualidad; o bien cuando se
revistas, La Camelia. Semanario de literatura, variedades,
ejerce una crítica todavía más aguda sobre alguno de los
teatros, modas. Dedicado a las señoritas mexicanas, que
temas vinculados a la condición social de las mujeres, ya
circuló de 1852 a 1853, y El Álbum de las Señoritas
antes referidos: la desigualdad salarial entre los sexos, la
(1855–1856).
negativa a que las mujeres accedan a la educación superior
Este progresivo incremento de publicaciones feme-
y, de manera muy especial, el menosprecio a sus capacida-
ninas fue paralelo al aumento de las mujeres que comienzan
des intelectuales.
89

había enviado un poema de “amor prohibido” (declaraba


Si en 1838 sólo se publica un texto su apasionado afecto por un conocido profesor casado),
firmado por una mujer con su nombre reveló la identidad de la poetisa, que había sido encubierta

y apellido real, hacia 1859, el número por ella con un seudónimo.


Con todo, las mujeres perseveraron en su decisión
de firmas se incrementa a treinta y
y tendieron diversos mecanismos para sobrepasar la hostili-
nueve. dad, la burla e incluso el escándalo que entre algunos secto-
res generaba su manifiesto deseo de ingresar a la república
Es oportuno señalar que el ingreso de las mujeres
de las letras. Uno de los más sobresalientes fue la creación
al territorio de la escritura en el ámbito público no fue una
de las llamadas Amistades Románticas, una suerte de red
batalla fácil de librar, como quizá parezca por lo hasta aquí
de intercambio epistolar entre las poetas, y sus lectoras, que
narrado. Por el contrario, sus protagonistas enfrentaron nu-
llegó a convertirse en todo un género literario, en especial
merosos conflictos, derivados en general de los dos imagi-
de la poesía. En el caso de las escritoras mexicanas, el
narios culturales de difícil transformación ya comentados. El
inicio de esta práctica se ubica hacia 1850, y al igual que
primero, la presunta incapacidad “natural” de las mujeres
en el resto de países donde también surgió (en especial
para ejercer cualquier actividad de orden intelectual; el
España, Francia, y Argentina), esta forma de escritura no
segundo, las presumibles consecuencias negativas que el
sólo tuvo como propósito reconocer la calidad literaria de
ejercicio de la escritura pudiera causar en su desempeño
como madres y esposas. Todo lo cual se percibía como un
peligro para el orden social.
En un sentido figurado, puede decirse que la con-
quista de este continente, el territorio de la escritura femeni-
na, también cobró sus víctimas. Las tempranas y cercanas
muertes de Teresa Vera (1834–1859) y Dolores Guerrero
(1833–1858), fueron una triste prueba de que no bastaba
ser inteligente y talentosa para convertirse en una escritora
aplaudida y, sobre todo, aceptada por la sociedad. Estas
dos jóvenes gozaron de una educación privilegiada, es
decir, por encima del nivel acostumbrado de la enseñanza
básica brindada entonces a las mujeres y su obra escrita (en
especial la poética) fue incluso elogiada por los círculos li-
terarios que frecuentaban, tanto en sus entidades de origen,
Veracruz y Durango, como en la capital del país. Ambas se
quitaron la vida a causa de una presunta decepción amoro-
sa que, además, puso en duda su decencia y honorabilidad.
Sobre todo en el caso de Teresa, pues el periódico al que Concepción Gimeno de Flaquer.
90

la poeta a quien se dirigía la carta (o a quien se dedicaba Un momento vital en el


el poema), sino también, como ya se dijo, generar lazos posicionamiento de las mexicanas
de solidaridad y hermandad entre las mujeres dedicadas al
dentro de la cultura impresa y la
ejercicio de la escritura.
Otra estrategia de acompañamiento fue la crea- generación de opinión pública se
ción de equipos editoriales conformados exclusivamente ubica en la década de 1870, con el
por mujeres; grupos de colaboración reunidos en torno de surgimiento de las primeras 12 revistas
prestigiadas revistas literarias que, además de permanecer para mujeres escritas por ellas mismas.
unidos durante dos o tres años (periodos de tiempo conside-
Entre las más importantes: Las Hijas
rablemente largos, si se toma en cuenta la efímera vida de
la mayoría de publicaciones decimonónicas), incrementan del Anáhuac y La Siempreviva.
sus filas, e incluso se mantienen unidos al trasladarse de un
En este mismo orden de ideas, un momento vital
impreso a otro. Entre las revistas literarias más importan-
en el posicionamiento de las mexicanas dentro de la cultura
tes que abrieron las puertas a las mujeres en sus equipos
impresa y la generación de opinión pública se ubica en la
editoriales están El Anáhuac, dirigida por Manuel Payno
década de 1870, con el surgimiento de las primeras 12
(y órgano de difusión de la Sociedad Netzahualcóyotl) y
revistas para mujeres escritas por ellas mismas. Entre las
El Renacimiento, fundada y dirigida, entre otros, por los
más importantes: La Siempreviva (1870–1872), dirigida y
prestigiados escritores Ignacio Ramírez, Guillermo Prieto y
redactada en Mérida, Yucatán, por las también oriundas
Justo Sierra. La demarcación de este nuevo continente le-
de dicha península Rita Cetina Gutiérrez, Cristina Farfán y
trado en el que las mujeres escribían de sí mismas a partir
Gertrudis Tenorio Zavala; Hijas del Anáhuac (1873–1874),
de su vivencia, de su experiencia particular, fue también la
administrada y dirigida literariamente por Concepción
consolidación de un elemento crucial para la configuración
García y Ontiveros (autonombrada “redactora en jefe”) y
de las mujeres como sujetos modernos: el tránsito de lecto-
elaborada en las prensas de la Escuela de Artes y Oficios
ras a redactoras, y el cruce de la frontera privada hacia el
para mujeres; El Recreo del Hogar (1879), publicada en
territorio de lo público.
Tabasco por las ya mencionadas Rita Cetina y Gertrudis
Tenorio Zavala.
Las escritoras abogaron por una
Otros acontecimientos paralelos dan cuenta tam-
“cultura del racionamiento” en la que bién del impacto que esta afirmación de las mujeres como
todo individuo se apegara a la “ley del productoras de cultura impresa tuvo en la reconfiguración
progreso intelectual”. Afirmaban que de la identidad femenina del México finisecular. Entre ellos,
este “avance universal y progresivo de el reconocimiento (y la publicación) de su obra poética por
editores extranjeros; es el caso del español José Domingo
las sociedades modernas” demandaba
Cortés, quien en 1875 publica Ramillete poético del bello
necesariamente “elevar la instrucción y sexo hispano–americano, donde se reúnen poemas de Jose-
educación de la mujer”. fa Letechipía, Isabel Prieto de Landázuri, Dolores Guerrero
91

y Esther Tapia de Castellanos; asimismo el ingreso de éstas Durante la década siguiente surgen proyectos
y varias otras escritoras a los círculos nacionales de la auto- editoriales de suma importancia para la afirmación de las
ridad letrada, es decir las Asociaciones y Sociedades Litera- mujeres como partícipes de la cultura nacional: El Álbum
rias (en especial la ya referida Sociedad Netzahualcóyotl). de la Mujer (1883–1890), proyecto editorial comandado
Así, un promedio de ochenta escritoras mexicanas durante siete años por la española avecindada en México
se adscriben como colaboradoras permanentes en proyectos Concepción Gimeno de Flacquer; La República Literaria
literarios de renombre, y al menos veinte de ellas se integran (1886–1890) codirigida por Esther Tapia de Castellanos
también a las mesas de redacción de estas publicaciones. En (autora del primer libro de poesía femenina publicado en
El Federalista, por ejemplo, un periódico literario dominical nuestro país, Flores Silvestres, de 1871), y José López Por-
surgido en 1872 (entre cuyos directores se encuentra Ignacio tillo y Rojas; la ya mencionada Violetas del Anáhuac, que
Manuel Altamirano), media docena de ellas se convierten en bajo la sucesiva dirección de Laureana Wright y Mateana
redactoras permanentes durante los cinco años de vida de la Murguía de Aveleyra se publicó en la Ciudad de México du-
publicación (además de quienes sólo colaboran de manera rante dos años (1887–1889); La Palmera del Valle (1887),
eventual). El Eco de Ambos Mundos y El Búcaro (ambos de de Guadalajara, Jalisco cuya directora, la profesora Refu-
1873), publican textos de más de veinte escritoras nacionales gio Barragán de Toscano, es también la primera novelista
y extranjeras (en especial españolas); y lo mismo ocurre en mexicana (La hija del bandido o Los subterráneos del Ne-
La Alianza Literaria (1876), cuya mesa directiva conforman vado, publicada en 1886), y autora del segundo libro de
Isabel Prieto de Landázuri y el siempre entusiasta promotor de poesía femenina publicado en suelo nacional (Celajes de
la escritura femenina y fundador de la Biblioteca Nacional, Occidente, de 1880).
José María Vigil.

Gertrudis Tenorio Zavala. Archivo Fotográfico del Instituto de Investigaciones Esther Tapia de Castellanos. Archivo Fotográfico del Instituto de Investigaciones
Estéticas de la UNAM. Estéticas de la UNAM.
92

Cabe señalar que es tal el auge del mercado de todo al oficio de la escritura, colaboran en múltiples revistas
lectura femenino, que incluso semanarios como La Ilustra- e incursionan en diversos géneros de la narrativa literaria;
ción femenil (1880) o La Mujer. Semanario de la Escuela entre las más conocidas: Dolores Correa Zapata, Trinidad
de Artes y Oficios (1880–1883), se anuncian como revistas Orcilles, Laura Méndez de Cuenca, Mateana Murguía, Ma-
donde sólo escriben autoras mexicanas, aun cuando la di- tilde Montoya (primera mujer en estudiar medicina), Dolores
rección administrativa esté a cargo de varones. Estrategia Jiménez, Antonia L. Ursúa, Severa Aróstegui y María Enri-
comercial o no, lo cierto es que esta oferta es elegida por queta Camarillo.
las lectoras, y que su preferencia será fundamental para Ahora bien, hemos dicho ya que el conjunto de mu-
la supervivencia de muchas de estas revistas, algunas de jeres cercanas a los proyectos editoriales hasta aquí mencio-
las cuales consiguen mantenerse en circulación durante nados, promovieron sin titubeos la pertinencia del acceso de
más de cinco años, tiempo en verdad extraordinario para sus congéneres a todos los niveles de instrucción, aun cuando
publicaciones de esta naturaleza. Es el caso, por ejemplo, no siempre coincidieran en los argumentos y el propósito
de Filomeno Mata, empresario y editor del Diario del Hogar social de dicha demanda. En este sentido, es importante com-
(1882–1912), en cuyas páginas, y sólo durante sus tres prender la perspectiva desde la que estas mujeres se dieron
primeros años de vida, se publican más de quinientos textos a la tarea de crear una tribuna pública que, en su opinión,
firmados por mujeres. atendiera diversas problemáticas relacionadas con la vida
En el tránsito al nuevo siglo, 1896, aparece El de las mexicanas en aquel momento pues, en términos ge-
Periódico de las Señoras, semanario femenino que, funda- nerales, consideraban que esta labor resultaba fundamental
do por las citadinas Guadalupe Fuentes viuda de Gómez para lograr que la población femenina respondiera en forma
Vergara e Isabel M. viuda de Gamboa, se establece como adecuada a los nuevos retos que el país demandaba. Desde
el primer proyecto editorial que surge desde una preclara esta perspectiva, es interesante subrayar la manera en que,
mirada empresarial, es decir, como una actividad ante todo podemos decir, interpretaron una serie de ideas predominan-
rentable. La Mujer Intelectual Mexicana, dirigida en Jalapa tes en el horizonte social para argumentar en favor de sus
por Lucila Rodríguez durante 1906 y, de manera especial La demandas. Tal es el caso de la conocida afirmación positivista
Mujer Mexicana (1904–1907), revista mensual dirigida su- sobre la “ley del progreso intelectual”,52 que acompañaba el
cesivamente por Dolores Correa Zapata, Victoria Sandoval avance de la civilización en todos los pueblos.
de Zarco (una de las primeras abogadas en México), Laura Como veremos más adelante, el significado de este
Méndez de Cuenca y Luz Fernández viuda de Herrera. prometedor acceso a la modernidad se vinculaba también
Este impreso resume con elocuencia el camino con la idea de que el correcto ejercicio del raciocinio hu-
trazado por todas las publicaciones que en su género le mano era lo que permitía la construcción de las grandes
anteceden. En especial, porque en sus páginas se dan cita civilizaciones. Para el caso concreto de las mujeres, la fór-
una buena parte de las fundadoras –o colaboradoras– de mula que les permitiría ingresar al mundo moderno se tra-
la última generación de revistas citadas, y escritoras más ducía en una “[...] noble campaña del pensamiento contra
jóvenes que durante las primeras décadas del siglo xx
emprenden proyectos semejantes; o que, ya dedicadas del 52 Mateana Murguía de Aveleyra, “Nuestro segundo tomo”, en Violetas
del Anáhuac, año 2, tomo 2, núm. 1, enero 6 de 1889.
93

la apatía, del estudio contra la ignorancia, del progreso


contra el atraso“.53 Fue con base en dicha idea, que estas
mujeres difundieron semana a semana su opinión sobre lo
que consideraban “los intereses, los derechos y las prerro-
gativas sociales”54 de las mexicanas. Entre las que, como
ya se dijo, fue permanente la demanda del acceso a la
educación superior.

Matilde P. Montoya. Archivo Fotográfico del Instituto de Investigaciones Estéticas


de la UNAM.

53 Las Hijas del Anáhuac, op. cit. año 1, tomo 1, núm. 1, diciembre 4
de 1887.
54 Ibid.
94

De las mujeres y lo
femenino. El caso de
Violetas del Anáhuac
El análisis de las ideas que sobre la igualdad entre muje-
res y hombres divulgó Violetas del Anáhuac nos permite
observar uno de los matices más interesantes que respecto
a dicha discusión difundió este selecto grupo de mujeres
“ilustradas” que, vale la pena insistir, no sólo pertenecían
a la élite política, sino a las clases medias. Asimismo, su
discurso nos muestra el tipo de estrategias discursivas que
estas mujeres implementaron para adentrarse en temáticas,
espacios y actividades consideradas tradicionalmente mas-
culinas. Tales como la difusión de ideas a través del ejercicio
de la escritura pública, y aunado a ello, la participación en
determinadas polémicas que afectaban de manera directa
a las mujeres, entre ellas, de manera muy importante, la
educación.
Así pues, y de acuerdo con lo ya señalado, en
tanto se pensaban a sí mismas parte del proyecto civilizador
Mateana Murguía de Aveleyra. Archivo Fotográfico del Instituto de Investigaciones
Estéticas de la UNAM. del México moderno, abogaron por una “cultura del racio-
namiento” en la que todo individuo se apegara a la antes
referida “ley del progreso intelectual”.55 Desde su punto de
La mayoría de las mujeres biografiadas en Violetas vista, entre otras cosas ello significaba la abolición de toda
del Anáhuac eran maestras que, aun solas, lograron expresión social no producida por las facultades morales e
“sostener con el fruto de su tiento, con su honorífica intelectuales, como por ejemplo la práctica del duelo o las
profesión, su dignidad de señora y jefe de familia”,
convirtiéndose por ello en una “gran prueba de lo corridas de toros. Actos que se consideraban legados de la
que es la ilustración en el sexo femenino”. barbarie en tanto eran contrarios a “los derechos naturales,

55 María del Alba, “Consideraciones sobre el duelo”, en Violetas del


Anáhuac, año 1, núm. 2, diciembre 11 de 1887.
95

la justicia y la razón”.56 En el mismo orden de ideas, afirma-


ban que este “avance universal y progresivo de las socie-
dades modernas”,57 demandaba necesariamente “elevar la
instrucción y educación de la mujer”.58 Ello se traducía, por
tanto, en la posibilidad de contar con los medios necesarios
para “vivir honrosamente [y] buscar de una manera decente
y honrosa el pan“.59
En otras palabras, el acceso al trabajo productivo,
impulsado ya por el Estado a través de la Escuela de Artes
y Oficios para mujeres, adquiría una nueva connotación en
la identidad moral de aquéllas. No sólo era una política
de respuesta a la demanda de trabajo especializado y de
mano de obra calificada generada por la paulatina indus-
trialización del país;60 significaba también la posibilidad
de conformar un futuro digno para una mujer –con o sin
marido–, ya que “ni todas se casan ni es justo ni digno
que muchas lo hagan por tener cubiertas sus necesidades”;
además, disminuiría el peligro de recurrir a la prostitución
como único remedio frente a las carencias económicas.61
Según nuestras autoras, no era una postura idea-
lista, y así lo demostraban todas las mujeres biografiadas Laureana Wright en portada de Violetas del Anáhuac. Archivo Fotográfico del
en la revista. La mayoría eran maestras que aun solas y en Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM.
circunstancias adversas, lograron “sostener con el fruto de
su tiento, con su honorífica profesión su dignidad de seño-
Laureana Wright dedicó a la discusión sobre la igualdad
ra y jefe de familia”, convirtiéndose por ello en una “gran
intelectual entre los sexos y el derecho a la educación
prueba de lo que es la ilustración en el sexo femenino”. 62 de las mujeres un vasto conjunto de artículos que a
56 Ibid. partir de 1880, y hasta 1907, se publicaron en diversos
57 Carolina Morales, “El trabajo” en Violetas del Anáhuac, año II, tomo semanarios, entre ellos La Ilustración femenil.
II, núm. 9, marzo 3 de 1889, p. 141.
58 Elvira Lozano, “Asociación Minerva Jalisciense”, en Violetas del Aná-
huac, año II, tomo II, marzo 31 de 1889.
59 Carolina Morales, “El trabajo”, op. cit.
60 Milada Bazant, Historia de la educación durante el Porfiriato,
México: El Colegio de México, 1993, pp. 118–119.
61 Carolina Morales, “El trabajo”, op. cit.
62 Violetas del Anáhuac, año I, tomo I, núm. 30, julio 1o. de 1888, y
Laureana Wright “Mateana Murguía de Aveleyra”, Violetas del Anáhuac,
op. cit. p. 350.
96

Además, la mujer debía participar del “derecho legal [...]


Declaraciones publicadas en
de la instrucción” para consolidar su función como “auxiliar
eficaz de la civilización” y guía de las nuevas generacio-
la revista, tales como la condena
nes, pues sólo mediante el cumplimiento de su acceso a del “salario desigual entre profesores y
la educación, la mujer conquistaría también “los derechos profesoras”, o la consideración
innegables de la independencia individual, otorgada al del matrimonio como la “única
adulto emancipado por la ley natural”; y aposentada en el
carrera para las mujeres”, adquieren
“magisterio de su poder intelectual y moral, que es lo único
que la nivela al hombre”, contribuiría en “la difícil tarea de
una dimensión casi política al
modificar las costumbres, de imprimir en la prole el sello de vincularlas con afirmaciones sobre
la virtud, del amor al trabajo [...]”. 63 el sufragio universal como la
En términos generales, lo hasta aquí expuesto “primera garantía” para conseguir la
deja claro que en su argumentación a favor del ingreso
libertad y la igualdad que
femenino a la educación, confluyen diversos rasgos del
horizonte sociocultural predominante en el México de fines
necesita toda “sociedad estable”.
64
del siglo XIX. Entre los más significativos, la convicción
tipo de “reivindicación pedagógica” realizada por algunos
de que la educación no sólo era “una fuerza moral de la
grupos de mujeres en Europa durante la segunda mitad del
sociedad”65 sino un principio central de su regeneración;
siglo XIX. Esta corriente planteaba que el acceso de las muje-
creencia compartida por personajes como Justo Sierra
res a la independencia económica y su papel civilizador en
(secretario de Instrucción Pública y Bellas Artes durante el
la familia, eran beneficios sociales que sólo se obtendrían
régimen del general Porfirio Díaz a partir de 1905), o Ga-
mediante su ingreso a las profesiones liberales (magisterio,
bino Barreda (fundador y director de la Escuela Nacional
medicina, jurisprudencia, ingeniería).68 Así pues, el énfasis
Preparatoria durante sus primeros diez años de existencia,
en que “el hermoso cielo de la emancipación de la mujer” 69
1868–1878). 66
se vinculaba estrechamente con su “instrucción [y] dignifica-
Por otro lado, muchos argumentos en favor de “la
ción como compañera del hombre”,70 es uno de los rasgos
capacidad intelectual de las mujeres y de la necesidad de
que nos hace considerar a las mujeres reunidas en esta
una educación que las [preparara] para un mundo regido
revista como una generación en la que puede observarse
por bruscos cambios de fortuna”,67 coinciden también con el
la decantación del largo proceso cultural que se produjo

63 Catalina Zapata de Puig, “La mujer de este siglo”, febrero 26 de


1888, pp. 151–153. 68 La demanda del acceso a la educación superior fue enarbolada en
64 Charles Hale, La transformación del liberalismo en México a fines del general por diversos grupos de mujeres en Europa, Norteamérica y Amé-
siglo XIX , México: Vuelta, 1992, pp. 9, 345, 348–351. rica Latina. Un texto clásico al respecto: Anne–Marie Kapelli, “Escenarios
65 Ibid., pp. 371, 208. del Feminismo”, en Historia de las mujeres, op. cit., tomo VIII, p. 204.
66 Ibid., pp. 235, 242. 69 Catalina Zapata de Puig, “La Mujer de este siglo”, op. cit.
67 Dominique Godineau, “Hijas de la libertad y ciudadanas revoluciona- 70 María del Carmen Simón Palmer, “Mujeres rebeldes”, Historia de las
rias”, en Historia de las mujeres, tomo VII, Madrid, Taurus, 1993, p. 36. mujeres, op. cit., tomo VIII, p. 326, 333.
97

también en muchos otros puntos geográficos a lo largo del conseguir la libertad y la igualdad que necesita toda “so-
siglo XIX. Nos referimos al fenómeno de recepción, reflexión ciedad estable”.75 Tal como deja ver la nota siguiente, que
e interpretación que las mujeres hicieron de las ideas ilustra- reportó uno de los sucesos más importantes de la lucha por
das de la Francia revolucionaria, y del impacto que dicho el sufragio en Norteamérica, el 40 aniversario de la Primera
proceso tuvo en la reconformación de su identidad y sentido Convención sobre los derechos de la mujer realizada en
de pertenencia social. 71 Seneca Falls en 1848:
En este sentido, Violetas del Anáhuac resulta
una expresión singular de dicho fenómeno, al mostrarnos No sólo fue el sufragio el tema de los muchos discursos
la compleja interacción de ideas que intervinieron en la pronunciados, algunos de mérito notable, y todos por
construcción del discurso decimonónico sobre las mujeres:
bocas femeninas; también se trató de la educación de
radicalmente innovador en algunos aspectos, ortodoxo
y conservador en otros. Para muestra basta un botón: al
la mujer y de sus triunfos en diversas profesiones y
lado de su declarada intención de conseguir la “ilustración esferas sociales; en la medicina, en las leyes, en las
y sostenimiento de los intereses y derechos femeninos”,72 letras, en las artes, en la prensa, en la industria, en
permanece la concepción católica de la mujer como “ins- el comercio. Se trató además del mejoramiento de las
trumento [divino] de quien depende el bien y el mal en la diversas agrupaciones formadas por el sexo femenino;
sociedad”. 73 filantrópicas, de temperancia, de moral social, de
Desde esta perspectiva, resulta interesante la
aspiraciones políticas, y para el adelanto de diversas
presencia de ideas provenientes del “libre pensamiento”
europeo de fines de siglo, tales como la masonería o el
profesiones y trabajos. ¿Cuándo la igualdad de derechos
espiritismo; y de otras cercanas al sufragismo femenino en de los dos sexos será la verdadera regeneración de la
los Estados Unidos de Norteamérica. Así, por ejemplo, la humanidad?76
condena del “salario desigual entre profesores y profeso-
ras”, o la consideración del matrimonio como la “única ca- La presencia de textos como este último, por ejem-
74 plo, hacen pensar incluso en la posibilidad de un contacto
rrera para las mujeres”, son declaraciones que adquieren
una dimensión casi política al vincularlas con afirmaciones muy cercano con dichos acontecimientos. Supuesto no del
sobre el sufragio universal como la “primera garantía” para todo aventurado si pensamos en que la condición de clase y
el nivel de educación de algunas de las principales escritoras
de la revista, podían facilitar tanto la lectura de periódicos
y literatura proveniente del extranjero (al menos de Francia,
71 Marie Claire Hoock–Demarle, “Leer y escribir en Alemania”, Historia
de las mujeres, tomo VII, op. cit, p. 169.
72 Catalina Zapata de Puig, “La mujer de este siglo”, op. cit.
73 “Las Madres” conferencia familiar dirigida al Excmo. Sr. Fco. Nava di
Bontife por Victor Van Tricht S. J., La semana Católica, vol. 1, año 1, núm.
1, junio 4 de 1887; “A ellas”, sin firma, La nueva Semana Católica, año 75 “Autoridad”, E.R., Violetas del Anáhuac, año I, tomo I, pp. 622–625.
1, tomo 1, núm. 16, 1887. 76 “El sufragio de la mujer”, sin firma, Viletas del Anáhuac, año II , tomo
74 “La Novia”, C.F., Violetas del Anáhuac, año I, tomo I, núm. 10, 1888. II , febrero 24 de 1889. El subrayado es nuestro.
98

Reflexiones finales
los Estados Unidos de Norteamérica y quizá España), como
el encuentro con mujeres de éstas y otras naciones.77 Un
dato curioso que ejemplifica los posibles alcances del inter-
cambio de ideas entre estas escritoras y mujeres de otras
latitudes, es la narración hecha por Laureana Wrigth en La
Ilustración Espírita (revista del espiritismo kardeciano en Mé-
La mujer que escribe, medita y desarrolla sus ideas [...]
xico).78 En ella se detalla la discusión espistolar entablada
con una mujer chilena, a partir del inicial descrédito que
la mujer ilustrada, la madre instruida y la esposa
del espiritismo realizó Laureana en un artículo publicado intelectualmente igual al esposo, son las que están
durante el último año de Violetas del Anáhuac. 79 llamadas a regenerar a las sociedades venideras.80

El escenario de influencias en que las mujeres acceden al


llamado mundo moderno “por intermedio de la cultura, que
les permite leer, y de la vía indirecta de lo literario, que
Muchas de las librepensadoras les permite hablar [...]”,81 nos ha hecho posible vislumbrar
del siglo XIX postularon a una lectura más amplia del afán con que estas escritoras
la inteligencia como el otorgaron una prioridad vital a la defensa del postulado de
parámetro incuestionable una mejor instrucción para las mujeres. En el mismo sentido,
uno de los discursos que mejor ilustra la manera en que
de la igualdad entre los sexos, al
estas mujeres reformularon dos ejes rectores del pensamien-
mismo tiempo que aceptaban sin to liberal clásico: la necesaria constitución de las mujeres
extrema preocupación como sujetos útiles a la formación del ciudadano moderno,
la innegable diferencia mediante una instrucción adecuada, y el derecho natural
biológica entre ambos. de igualdad de la humanidad, es el de la ya mencionada
Laureana Wright González (1840–1896), casi siempre más
conocida por su apellido de casada, Wright de Kleinhans.
En palabras de Ana Lidia García Peña, es un ejem-
77 El conocimiento del idioma francés no era raro entre las mujeres plo singular de cómo “las mujeres aprendieron a utilizar un
educadas, el francés fue la lengua extranjera que aprendían los sectores versátil discurso de resistencia que lentamente apuntaló el
acomodados desde comienzos del siglo, la prioridad del aprendizaje del
cambio histórico hacia el sinuoso y difícil camino de la indi-
inglés fue retomado como primera lengua extranjera en las escuelas duran-
te el gobierno de Porfirio Díaz.
viduación femenina”.82 En efecto, Laureana Wright dedicó
78 Esta escuela del espiritismo, desarrollada por el holandés Alan Kar-
dec, parece haber sido la influencia más fuerte en México de esta corriente
de pensamiento. 80 Laureana Wright de K., “Esther Tapia de Castellanos”, en Violetas
79 La Ilustración Espírita. Periódico consagrado exclusivamente a la del Anáhuac, año I, tomo I, núm. 15, marzo 11 de 1888, pp. 170–171.
propaganda del Espiritismo, año XII , tomo XI , núm. 7, noviembre 1o. de 81 Marie Claire Hoock, op. cit., pp. 159, 160.
1891, pp. 189–190. 82 Ana Lidia García Peña, op. cit., pp.31, 51,52.
99

a la discusión sobre la igualdad intelectual entre los sexos transformación de dicho escenario radicaba no sólo en la
y el derecho a la educación de las mujeres un vasto con- modificación de las circunstancias culturales, o las estruc-
junto de artículos que a partir de 1880, y hasta 1907, se turas legales y materiales que restringían el acceso de las
publicaron en diversos semanarios, entre ellos La Ilustración mujeres a una educación superior, sino todavía más en la
femenil. Y aun cuando como ya se apuntó, no fue ella la reformulación misma de la identidad femenina subyacente
única escritora mexicana que dedicó más de un tintero a en la conciencia subjetiva de cada mujer.
dichas reflexiones (Dolores Correa Zapata y Laura Méndez Así, Laureana señaló el imprescindible desarrollo
de Cuenca produjeron también muchos textos al respecto), de una confianza en sí, un proceso de autoafirmación sin el
la escritura de Laureana logró transmitir con suma nitidez cual las mujeres no podrían transitar hacia un nuevo modelo
el sentido vitalmente transformador de esa coyuntura, de de educación que hiciera posible el desarrollo de sus ha-
ese momento histórico en el que todas ellas participaron bilidades intelectuales. El sentido de dicha transformación
como protagonistas directas: la conformación de un nuevo queda bastante claro, nos parece, en este fragmento, uno
sentido de pertenencia cultural de las mexicanas a través de de los muchos incluidos en Educación errónea de la mujer,
su quehacer intelectual. de sus textos más importantes:
En términos generales, la trascendencia de su dis-
curso radica en haber ignorado el escenario hasta entonces Proclamar dentro de los límites del decoro y la
común de los argumentos que justificaban la desigualdad justicia la emancipación de la mujer, la igualdad de la
social entre los sexos para, situándose en un horizonte es-
educación, de principios y de derechos entre ambos
trictamente sociocultural, poner el acento en la necesidad
de crear en dicha dirección un nuevo sentido de pertenen-
sexos por medio de una revolución intelectual que la
cia genérica; en crear una identidad común a partir de la mujer tiene que efectuar por sí misma y con el auxilio
cual, cada mujer construyera una conciencia de sí misma de sus propias fuerzas, como se efectúan todas las
como un sujeto cultural y, por lo tanto, no predestinado por revoluciones [pretende] hacerla apta para atenderse
sus capacidades o limitaciones biológicas. y bastarse a sí misma, dándole la instrucción por
En otras palabras, esta autora consiguió ir más allá salvaguardia, el trabajo por recurso y la dignidad por
de la idea entonces imperante sobre la diferencia sexual
égida […]. ¿Qué necesita la mujer para llegar a esta
(léase biológica o corporal) como el eje a partir del cual
se determinaban las conductas, actividades y espacios so-
perfección? Fuerza de voluntad, valor moral, amor a la
ciales propios de cada sexo; por el contrario, afirmó que instrucción y, sobre todo, amor a sí misma y a su sexo,
la única diferencia esencial entre hombres y mujeres era la para trabajar por él, para rescatarle de los últimos
desigualdad respecto al nivel de instrucción recibida –es restos de esclavitud que por inercia conserva.83
decir de los conocimientos formales adquiridos en la escue-
la–; desigualdad que, en efecto, repercutía en un desarrollo
83 Lourdes Alvarado, (Transcripción y estudio introductorio), Educa-
desigual de las habilidades intelectuales y cognitivas entre ción y superación femenina en el siglo XIX : dos ensayos de Laureana Wri-
un sexo y otro. Asimismo, insistió en que la verdadera ght, México: UNAM , 2005 (Cuadernos del Archivo Histórico de la UNAM ,
núm. 19), pp. 95, 120.
100

A riesgo de generalizar demasiado, finalmen- científico y moral; fue también una expresión palpable del
te podemos afirmar que el siglo XIX fue escenario de una victorioso ingreso en el imaginario cultural de México, de
introducción lenta, pero progresiva, de nuevas ideas que aquella identidad por la que tanto habían luchado ella y sus
cuestionaron y criticaron los modelos femeninos tradicio- contemporáneas, y más atrás, sus madres, sus abuelas, y las
nales, y brindaron elementos centrales para lograr que se abuelas de sus tatarabuelas.
reconocieran las capacidades y el derecho de las mujeres Una identidad de lo femenino que concebía a las
para incursionar en ámbitos externos al doméstico y fami- mujeres como sujetos históricos, como individuos con un
liar, como por ejemplo la educación profesional y el trabajo papel activo en la construcción social y cultural del país al
igualitariamente remunerado; planteamientos que, a su vez, que pertenecían. En otras palabras: por fin, en ese libro,
serían también el punto de arranque de las futuras luchas quedaba registrada por escrito –e impresa– la memoria de
por la obtención de los derechos de ciudadanía y, en ge- aquel conjunto de mujeres que, más allá del origen étnico,
neral, de los espacios públicos y políticos que librarían las la edad, la condición social, la adscripción ideológica, la
mujeres mexicanas desde las primeras décadas del siglo XX. creencia espiritual o la actividad desarrollada en vida, me-
Un testimonio, casi desconocido, pero que resume recían ser adjetivadas como notables, merecían ser postula-
de manera ejemplar dicho proceso es el libro Mujeres No- das como un ejemplo a seguir, a imitar por las generaciones
tables Mexicanas publicado por la Secretaría de Instrucción futuras.
Pública y Bellas Artes hace ya más de un siglo, en septiem- ¿Por qué eran dignas de tal atención? Porque
bre de 1910, como parte de las celebraciones del primer habían compartido también una convicción: más allá de
centenario de la Independencia nacional. A lo largo de qui- ideas, expectativas y deseos de otros, ellas fueron capaces
nientas treinta y cuatro páginas, esta obra da cuenta de la de pensar por sí mismas, de hablar con una voz propia, de
vida de ciento veinte mujeres que, a partir de ese momento, decidir y actuar en consecuencia consigo mismas.
al menos en términos simbólicos, se adentraron formalmente Tal es, entre muchas otras, la trascendencia cultural
en la memoria histórica de nuestro país. de este libro, que sin embargo, yace desafortunadamente
Este libro, en su género el primero, y hasta la fecha olvidado en un par de bibliotecas nacionales y alguna del
todavía el más extenso, fue uno de los legados póstumos extranjero. No obstante, cada una de sus páginas nos re-
de la guerrerense Laureana Wright González, quien no cuerda la batalla librada por aquellas mujeres, y la conquis-
vivió lo suficiente para contemplar la edición de las his- ta final del territorio fértil sobre el cual construyen su vida las
torias que, al menos durante los últimos dieciséis años de mexicanas de hoy: la creación de una identidad femenina
su vida había comenzado a publicar en distintas revistas que se reconoce asimismo como un sujeto cultural, como
literarias y, de manera particular, en aquellas dirigidas a sus un individuo que participa activamente en la generación y
contemporáneas. el registro diario de la historia, de la suya, la de todos los
La publicación de Mujeres Notables Mexicanas, días, y también, aunque a veces lo dude, lo olvide, o no lo
resultó tributo póstumo a la memoria de esta mujer, cuyo crea, la de la historia de su país.
declarado amor por las letras la llevó a incursionar lo mismo Para recordarlo, bien vale la pena aventurarse en
en la prosa y la poesía, que en el ensayo histórico, filosófico, la búsqueda de alguno de los últimos ejemplares de este
101

libro para conocer la historia de las mujeres que ocupan


sus páginas. Ello puede ayudar también a no olvidar que
aquel esfuerzo resultó fundamental en el surgimiento de una
nueva manera de pensar, de una tradición y una cultura
que las reconoció como sujetos dotados de la inteligencia
y sensibilidad necesarias para dar cuenta de la realidad, y
crear un testimonio de su paso por el mundo.
Asimismo, para reflexionar sobre la importancia
de la afirmación subjetiva o identitaria de las mujeres como
sujetos políticos e inteligentes; definición de lo femenino a
partir de la cual, como hemos visto a lo largo de estas pági-
nas, muchas de las librepensadoras aquí esbozadas postu-
laron a la inteligencia como el parámetro incuestionable de
la igualdad entre los sexos, al mismo tiempo que aceptaban
sin extrema preocupación la innegable diferencia biológica
entre ambos. Igualdad y diferencia, mujeres y hombres, una
discusión que hoy permanece, por cierto, en periódicos,
políticas públicas y libros escritos por mujeres.
102

CAPÍTULO

TRES
103

Las mujeres en la Revolución Mexicana


(1900 – 1924)
104

III. Las mujeres en la nación de hombres con una reserva adjunta de mujeres”. 1
Nuevas formas de hacer historia hacen posible que rescate-
mos la participación femenina a lo largo del proceso. Ade-

Revolución Mexicana más, nos permiten reflexionar sobre las inquietudes, ideas
y propuestas de quienes se incluyeron en él para demostrar

(1900–1924)
que, lejos de asumirse como víctimas, ellas fueron capaces
de analizar proyectos y optar por el que mejor se adecuaba
a sus inquietudes ideológicas y a los intereses compartidos
con sus compañeras de lucha.
Adriana Maza Pesqueira La guerra trastocó el orden social vigente y, como
proceso que origina tomas de posición, afectó tanto a
La Revolución Mexicana fue un proceso complejo que trans- hombres como a mujeres. Aquellas que intervinieron en la
formó el orden social, económico y político del país; en Revolución lo hicieron desde diferentes perspectivas y de
la insurrección convergieron movimientos que enarbolaban acuerdo con las posibilidades que les brindó el contexto
distintas demandas, desde la participa- social en que se desenvolvían. Por ello
ción democrática y la defensa de los
Las mujeres que es importante iniciar el presente capítulo
principios liberales consignados en la participaron en la con un análisis sobre el panorama gene-
Constitución de 1857, hasta el reparto Revolución Mexicana ral de las mexicanas en los albores del si-
agrario y el combate a la desigualdad modificaron los glo XX, marco que nos permitirá entender
el origen y la diversidad de causas que
social. Como proyecto nacionalista esquemas del ideal ellas defendieron; evidenciando así que
que abarcó a todas las clases sociales,
cada una de las facciones involucradas,
femenino y con ello la guerra no era espacio exclusivo de los
primero en el movimiento precursor, des- cuestionaron las hombres.
pués en la lucha armada, contó con la formas de dominación Nos adentraremos en el proceso
participación de mujeres en sus bandos. patriarcal. de gestación de la Revolución mediante
Aquellas que lo hicieron modificaron los las mujeres precursoras de la misma.
esquemas del ideal femenino y el orden Autoras de distintos proyectos, ingre-
familiar existente, y con ello cuestionaron las formas de do- saron al espacio público como periodistas, directoras de
minación patriarcal. periódicos y revistas, fundadoras de grupos políticos y clu-
El discurso posrevolucionario relegó a las mujeres bes femeniles. Dispuestas a organizar protestas públicas,
que participaron en el movimiento, de tal forma que no fue-
ron incluidas en la historia del nuevo nacionalismo revolu-
1 Carlos Monsiváis, “Prólogo. De cuando los símbolos no dejaban ver
cionario. Como señaló Carlos Monsiváis, “la Revolución fue el género (las mujeres y la Revolución mexicana)”, en Gabriela Cano,
un asunto de hombres, y las mujeres son el fondo decorativo Mary Kay Vaughan y Jocelyn Olcott (comps.), Género, poder y política
en el México posrevolucionario, Rossana Reyes (trad.), México: Fondo de
de los largos enfrentamientos que dan como resultado una
Cultura Económica, UAM–Iztapalapa, 2009, p. 36.
105

Las mujeres antes de la


demandar derechos políticos, defender los principios del
liberalismo, asumir posturas críticas frente a la Iglesia y, en
otro nivel, ante la falta de democracia y de justicia social;
fueron intelectuales y activistas dentro de las diferentes fac-
ciones revolucionarias. Su producción literaria y periodísti- Revolución
ca constituye una fuente valiosa para analizar su papel en
el desarrollo del movimiento.
La guerra llevó a las mujeres a asumir funciones Como vimos en los capítulos anteriores, la aspiración liberal
reservadas a los hombres, desde su participación en la por modificar los patrones de conducta establecidos durante
producción agrícola y fabril, hasta el diseño de estrategias la colonia enfatizó la separación de los espacios público y
de supervivencia. Muchas aprovecharon este espacio para privado, y colocó a la mujer en el último, lo cual se inter-
involucrarse eligiendo entre opciones como el cuidado de pretaba como la mejor manera de sostener el nuevo orden
los suyos, las armas, o la dirección de tropas; de tal forma, social. Paradójicamente el liberalismo triunfador que pre-
fueron inmortalizadas como las famosas soldaderas. La gonaba la igualdad como uno de sus principios esenciales,
construcción de este modelo, por medio del discurso posre- imponía a la mujer un lugar de sumisión dentro de la familia
volucionario, buscó establecer un estereotipo para todas las y al exaltar sus virtudes como “ángel del hogar” buscaba
mujeres que participaron en la Revolución. Al analizar su reforzar su reclusión dentro de la esfera doméstica.
intervención en las diferentes fases del movimiento revolu- Las restricciones impuestas a las mujeres en el
cionario, buscaremos hacer visibles las formas en que ellas marco jurídico liberal hasta principios del siglo XX reprodu-
contribuyeron en el ámbito de acción propio de la guerra. jeron la separación de los espacios y acentuaron la subor-
Durante los últimos años de la Revolución y en dinación femenina en todos los órdenes.2 Las leyes ponían
torno al proyecto constitucionalista, surgieron las voces énfasis en la obediencia de la esposa, lo que contribuía a
feministas que buscaban tener los mismos derechos que crear la idea de la complementariedad entre los sexos –el
los hombres. Mexicanas que pugnaron por una educación hombre aseguraba el sostenimiento material de la familia
moderna, por adquirir derechos políticos y legales, y que desde el espacio público y la mujer, a su vez, garantizaba
asumieron posturas progresistas frente a temas como sexua- la estabilidad de la institución familiar, pero subordinada a
lidad, matrimonio, religión, trabajo y política. Expondremos las decisiones del marido en todos los aspectos de la vida
cómo lucharon ellas por su inclusión en la reconstrucción doméstica–, discurso que trascendió a los ámbitos educativo
del Estado en espacios como la prensa y los congresos fe- y laboral.
ministas; en ellos, las mujeres liberales abanderaron ideas
tan avanzadas para su tiempo que retaron tanto a las auto-
ridades revolucionarias como a los círculos conservadores 2 Ver Carmen Ramos Escandón, “Legislación y representación de género
en la nación mexicana: la mujer y la familia en el discurso de la ley,
del país. Con sus ideas fueron debilitando los muros que
1870–1890”, en Pérez–Gil Romo, Sara Elena y Ravelo Blancas Patricia
la cultura patriarcal construyó para mantenerlas en lo que, (coords.), Voces disidentes. Debates contemporáneos en los estudios de
hasta entonces, se consideraba su esfera. género en México, México: CIESAS /Miguel Ángel Porrúa/Cámara de Di-
putados, 2004, pp. 96–99.
106

su gran fuerza de voluntad consiste […] en sobreponerse a


la dificultad de obedecer”.3 La obediencia, la docilidad y
el pudor eran virtudes que la jerarquía patriarcal buscaba
resaltar para mantenerlas subordinadas.
El modelo de mujer ideal propuesto por el posi-
tivismo estaba dirigido a la mexicanas de clases media y
alta de la sociedad porfiriana, por lo tanto, distaba de la
gran mayoría de la población femenina, inmersa en condi-
ciones materiales que la enfrentaban a duras jornadas de
trabajo para subsistir. Su situación contradecía el discurso
positivista que interpretaba el trabajo femenino como una
circunstancia anormal, que debía combatirse mediante
reformas económicas que mejoraran la condición material
de las familias. En cuanto a la educación, tanto positivis-
tas como liberales apoyaban la ilustración de las mujeres,
siempre que con ello no transgredieran los papeles que les
correspondían como madres y amas de casa; de hecho, su
instrucción debía estar dirigida a perfeccionar su tarea, pro-
porcionarles conocimientos necesarios para el desarrollo
humano, pero sin ponerlas fuera del margen de su misión.
Durante el Porfiriato, un gran número de mujeres
Mercedes MacGregor de Flores Alatorre, Inspectora de Instrucción Primaria, con se incorporó a las actividades docentes, prueba de ello fue
Porfirio Díaz y Justo Sierra.
la creación de la Escuela Nacional para Profesoras. Esta
El positivismo, como corriente filosófica preponde- profesión, junto con la enfermería, se consideraban traba-
rante durante el Porfiriato, apoyó el marco legal liberal al jos respetables y adecuados para ellas en tanto que sus
confinar a la mujer al ámbito privado; mientras el liberalis- funciones eran vistas como una extensión de las actividades
mo reforzaba la separación de las esferas en las leyes, los del hogar y de la maternidad: educar y cuidar de los otros.
positivistas, mediante la publicación de libros y artículos, se Mientras las profesiones se mantuvieran ligadas simbóli-
afanaban en demostrar la menor capacidad intelectual de camente a la función doméstica y maternal que les eran
las mujeres, sustentándola en tratados médicos, filosóficos y propias, fueron socialmente aceptadas, lo cual impulsó su
políticos, para justificar su exclusión de la vida pública: del crecimiento. El mayor acceso a la educación creó espacios
sistema de enseñanza superior dirigido a los hombres y del que las llevaron a cuestionar su papel dentro del matrimonio
trabajo, por no hablar de la política: “la inferioridad de su
inteligencia y de su carácter la colocará por necesidad, en 3 Horacio Barreda, citado en María de Lourdes Alvarado Martínez Esco-
una posición subalterna respecto del sexo masculino […] bar (comp.), El siglo XIX ante el feminismo. Una interpretación positivista,
México: UNAM /CESU, 1991, p. 61.
107

y de la sociedad, así como las condiciones educativas y Los debates en torno a la educación femenina tuvie-
laborales desiguales entre hombres y mujeres. ron lugar durante los años anteriores a la lucha armada; en
Al iniciar el siglo XX se multiplicaron los artículos el transcurso de la misma la educación en todos sus niveles
que fijaron posturas sobre la educación femenina. Enfren- y modalidades quedó en punto muerto y una vez terminada,
tados entre sí, liberales y positivistas exponían sus puntos todos los esfuerzos se concentraron en la castellanización
de vista en la prensa. Para ilustrar lo anterior, La Voz de y la alfabetización de la población en general. Las escue-
México, “diario político y religioso” de corte positivista, las técnicas industriales y comerciales, así como las voca-
proponía, por ejemplo, que la educación debía orientarse cionales que se fundaron a principios de siglo, siguieron
a la “formación para el gobierno del siendo las mismas cuando se consolidó
hogar” y que las mujeres que ejercían la En la disputa por los la Revolución. Sin embargo, la tarea
licenciatura, la medicina, la anatomía, educativa de los gobiernos posrevolucio-
etc. se degeneraban con su ilustración,4
puestos en el mercado narios ofreció la oportunidad a cientos
de hecho se masculinizaban al ejercer laboral, el patriarcado de mexicanas de integrarse a nuevos
actividades fuera del ámbito doméstico. utilizó su discurso espacios de trabajo y actividades en la
En las mismas fechas El Popular, diario de la separación esfera pública. Serán las organizaciones
liberal, defendía la educación femenina de las esferas para de mujeres surgidas de la Revolución, las
como “medio por excelencia para redi- que demanden con su activismo nuevos y
mir a la mujer, de substraerla de todas
afirmar que el trabajo mayores derechos por la educación.
las funestas sugestiones del vicio […] de remunerado de las El desarrollo económico experi-
enseñarla a ser compañera del hombre”.5 mujeres constituía una mentado durante el Porfiriato, aunado a
Horacio Barreda, uno de los máximos re- amenaza al orden las precarias condiciones materiales de
presentantes de la ideología positivista, familiar. la mayoría de la población, incremen-
agregaba que el sistema de enseñanza taron la incorporación de las mujeres a
tendría que ser inferior al que recibiera la fuerza de trabajo; la mayoría de ellas
el sexo masculino: “Una educación moral e intelectual que empleadas en los ramos textil y del tabaco. Ellas habían tra-
jamás pierde de vista aquellos objetos de eterno amor que bajado siempre, pero con el desarrollo del capitalismo los
6
han hecho latir con fuerza el corazón del hombre”. Para puestos en la industria cobraron otra dimensión; el salario
Barreda, los enemigos de este tipo de educación eran pre- y las condiciones laborales entraron en una dinámica de
cisamente los feministas y la mujer que pugnaba por una competencia dependiente de un mercado que, a principios
educación superior se estaba “virilizando”. de siglo, entraba en crisis. En la disputa por el espacio,
el patriarcado utilizó su discurso de la separación de las
4 Firma “La Provincia” de San Francisco del Rincón, en La voz de Méxi- esferas para afirmar que el trabajo remunerado de las mu-
co, Año XXXVII, 22 junio de 1907, núm. 138, p. 1.
jeres constituía una amenaza al orden familiar: su incursión
5 Sin firma, “El adelanto y la educación de la mujer”, en El Popular, 30
de junio de 1907, año IX, núm. 3804, p. 1.
en el espacio público ponía en riesgo su papel dentro del
6 Horacio Barreda citado en María de Lourdes Alvarado Martínez Esco- hogar y, por ende, su moral. Por un lado, se reconocía la
bar, op. cit., p. 70.
108

necesidad de que las mujeres trabajaran y, por el otro, los ello implicaba que las condiciones laborales de las trabaja-
ideólogos del positivismo sostenían que ellas ingresaban al doras fueran inferiores a las de los hombres, tanto en el tipo
trabajo por un deseo personal y, con ello, generaban un de actividad que desempeñaban como en el salario que
ambiente de rivalidad con los hombres, no por la calidad percibían. La modernización industrial reforzó las diferen-
de su trabajo, sino por los bajos salarios que “estaban dis- cias otorgando a los hombres los puestos mejor calificados
puestas” a recibir. en la operación de las máquinas y dejó a las obreras los
Esta controversia estaba dirigida, desde luego, a trabajos manuales más pesados y peor pagados. La divi-
la clase media y, como en el caso de la educación, si se sión por sexo también se dio en los espacios físicos de las
trataba del empleo adecuado, también era visto como un plantas textiles y tabacaleras; su interacción constante y el
medio de redención: un trabajo “respetable” las salvaría creciente malestar por las condiciones de vida, contribuyó a
de recurrir a la prostitución y al crimen para sobrevivir. Se crear una cultura laboral femenina y a tejer poco a poco un
entendía por ocupación res- discurso propio para defen-
petable aquella que implica- La interacción constante de las mujeres der tanto su situación en la fá-
ba actividades similares a las en los espacios físicos de las fábricas brica, como su concepción de
realizadas en el hogar, como contribuyó a crear redes de apoyo trabajadoras con derecho al
el magisterio y la enfermería, espacio público. Este discurso
y un discurso propio acerca del
o labores que requerían de la se construyó en términos de
delicadeza manual femenina.
trabajo femenino. lograr un mejor desempeño
Así, las mujeres se dedicaban dentro de la familia.
a la producción de artesanías o de artículos utilitarios que Las trabajadoras utilizaron la misma retórica pa-
incluyeran trabajo artístico o decorativo, desde la ilustra- triarcal que las condenaba para legitimar sus demandas;
ción de textos y cartas hasta la sombrerería y la bonetería; apelaron a su situación de madres solas, desamparadas,
también trabajaron en la teneduría de libros, litografía, para reclamar mejores salarios o su derecho a utilizar calles
encuadernación y fotografía. Las mujeres que se integraron y plazas: “Nuestros medios de subsistencia se nos dismi-
a las nuevas fábricas lo hicieron en aquellos procesos que nuyen […], ello nos conduce de la mano y de un modo
significaban la mecanización de las tareas tradicionales irremediable a la desesperación y tal vez al crimen”.9 De
femeninas,7 de ahí su preeminencia en el sector textil, en las
áreas que precisaban labores manuales.
Al interior de las fábricas existía una división sexual 8 La división sexual del trabajo se refiere a la distribución de las acti-
vidades de acuerdo con el sexo, misma que establece jerarquías y des-
del trabajo, tal como la había dentro de la familia –los hom-
igualdad, casi siempre en detrimento de las mujeres; ver Celina de Jesús
bres dedicados a la actividad productiva, las mujeres a la Trimiño Velásquez, Aportaciones del feminismo liberal al desarrollo de los
reproductiva, el cuidado familiar y las labores domésticas–;8 derechos políticos de las mujeres, Madrid: Congreso de los Diputados,
2013, pp. 353–359.
9 “Reducción de salarios a las costureras”, El Periódico de las Señoras,
7 Carmen Ramos Escandón, Industrialización, género y trabajo femenino 1896, p. 5, en Martha Eva Rocha Islas, El álbum de la mujer. Antología
en el sector textil mexicano: el obraje, la fábrica y la compañía industrial, ilustrada de las mexicanas, vol. IV, El Porfiriato y la Revolución, 1ª ed.
México: CIESAS, 2005, p. 237. México: Instituto Nacional de Antropología e Historia, 1991, p. 192.
109

fundaron la primera junta revolucionaria femenina: Las “Hi-


jas de Anáhuac”; las obreras de las fábricas de hilados La
Abeja, La Magdalena, Santa Teresa y La Hormiga, dieron
a conocer el Manifiesto del Partido Liberal Mexicano. Fue
la primera organización de mujeres precursora del movi-
miento revolucionario; asimismo ha sido identificada como
el primer sindicato femenino diferenciado de las sociedades
mutualistas.11

En 1907 las trabajadoras del ramo


textil fundaron la primera junta
revolucionaria femenina: “Las Hijas
“Hombres y mujeres se manifiestan”. © (6350) CONACULTA.INAH.SINAFO.FN.MÉXICO.
de Anáhuac”.

esta forma planteaban, en los mismos términos que el positi- Las trabajadoras fueron un sector muy activo
vismo, que la falta de empleos o los bajos salarios podrían durante la Revolución; organizaron mítines, huelgas y
conducirlas a la deshonra. Hicieron uso de la calle, las manifestaciones en las calles. Sus protestas se centraron
plazas y la prensa para apropiarse del espacio público y, en las condiciones laborales específicas de las mujeres y
aludiendo a las ideas de “vulnerabilidad material y moral” encontraron un lugar privilegiado para su activismo en las
del discurso que cuestionaba su papel en las dos esferas, organizaciones revolucionarias. Como obreras, aprovecha-
enfrentaron a las autoridades y al poder patronal.10 ron el espacio que les brindó la Casa del Obrero Mundial,
Desde finales del siglo XIX las mujeres se habían donde eran consideradas compañeras de los hombres en
organizado en sociedades mutualistas. Estas corporaciones todos los niveles. Jacinto Huitrón, uno de sus principales
de ayuda mutua habían surgido como un medio para hacer dirigentes, exponía que sólo los anarquistas propagaban
frente a las condiciones de explotación del capitalismo; ideas de igualdad considerando a la mujer como compañe-
las aportaciones de sus integrantes constituían un fondo ra de lucha, de sociedad y de vida. “¡No más esclavas de
que servía para auxiliarse en momentos de necesidad. El la familia, de la sociedad, de la religión, del trabajo y del
mutualismo sentó las bases para la conformación de sindi- hogar!”.12 Formaron la Brigada Sanitaria Ácrata mediante
catos en años posteriores y de grupos que participaron en la cual participaron en la lucha armada, realizando labores
los movimientos de oposición al régimen de Porfirio Díaz.
En 1907, por ejemplo, las trabajadoras del ramo textil
11 Ibid., p. 140.
12 Ana Ribera Carbó, “Mujeres sindicalistas; las trabajadoras de la
10 Susie S. Porter, Mujeres y trabajo en la ciudad de México. Condicio- Casa del Obrero Mundial (1912–1916). Una aproximación a las fuentes
nes materiales y discursos públicos (1879–1931), María Palomar (trad.), para su estudio”, en Boletín americanista, Universidad de Barcelona, núm.
México: El Colegio de Michoacán, 2008, pp. 266–267. 54, 2004, p. 170.
110

de espionaje, enfermería y correo. Posteriormente, durante en cambio, si nacía niña, se preparaba un simple atole de
todo el año de 1915, se agruparon en sindicatos. La vida masa,14 costumbre todavía vigente en algunas regiones del
de los grupos anarquistas, al igual que la de la Casa del país. Las mujeres eran valoradas por su potencial casadero
Obrero Mundial fue corta, pero permitió a las mujeres for- y su trabajo doméstico; debido a esto, su educación escolar
mas de organización nunca antes vistas. constituía una amenaza al orden familiar existente y, por
Hacia principios del siglo XX México era un país ello, la asistencia de las niñas a las escuelas mixtas rurales
fundamentalmente rural, y las mexicanas constituyeron una era muy escasa,15 factor que propició una mayor desigual-
fracción importante de la fuerza laboral agrícola. Su pa- dad en los niveles de alfabetización de ambos sexos. Duran-
pel en el campo, como en otros, se subestimó aun cuando te la Revolución, la violencia imperante las alejó aún más de
su trabajo aportaba una parte significativa del sustento las escuelas.
familiar. Las campesinas realizaban tareas agrícolas y de La jerarquía patriarcal impuso un papel de sumisión
acarreo, tanto en los pueblos libres como en las haciendas; en las campesinas, que sumado a sus condiciones materia-
además, como extensión de sus labores domésticas, fabri- les, las convirtió en seres marginados tanto por su condición
caban artesanías que vendían en los mercados, junto con femenina como por su situación social; sin embargo, es
los excedentes de la producción. El desarrollo económico importante resaltar que no siempre permanecieron pasivas
porfiriano requirió su inclusión en la fuerza de trabajo rural, ante el orden impuesto, y muchas resistieron utilizando los
pero también permitió que las mujeres de las clases media y recursos que tenían a su alcance; así las “retobonas”, las
alta participaran en procesos de compra y venta de tierras, “juilonas” (las que se escapaban), o las que engañaban a
13
tomando parte activa en la agricultura. sus hombres, expresaron con sus acciones su desacuerdo.16
De acuerdo con las ideas de la época, el hombre Los motes y castigos que recibían, así como la lucha cons-
aportaba mucho más a la vida familiar porque se incorpo- tante de los hombres por imponer su voluntad, nos hablan
raba a las tareas de producción, mientras que las mujeres, de la inconformidad de las mexicanas por aceptar el papel
además de no considerarse productivas, por su sexo deman- que les asignaban, y de las estrategias que emplearon de
daban un esfuerzo adicional de la familia al tener que vi- manera cotidiana para oponerse a su sumisión.
gilar su comportamiento para garantizar su moral. Por ello,
la tradición campesina dictaba que cuando nacía un niño
se celebraba invitando chocolate a familiares y vecinos; 14 Alicia Villaneda, Justicia y Libertad: Juana Belén Gutiérrez de Mendo-
za 1875–1942, 2ª ed., México: DEMAC , 2010, p. 20.
15 Para conocer más acerca de la educación de las mujeres del campo,
13 Un caso interesante que analiza la naturaleza del trabajo de las mu- ver Mary Kay Vaughan, “El alfabetismo y la educación de las mujeres
jeres en el campo mexicano y los contrastes entre las diferentes clases so- del campo durante la Revolución Mexicana: ¿La subversión de un acon-
ciales, puede consultarse en el estudio de Chassen: desde las propietarias tecimiento patriarcal?”, en Heather Fowler Salamini y Mary Kay Vaughan
que participaban en la especulación de tierras o las poderosas tehuanas, (comps.), op. cit., pp. 177–192.
hasta las esclavas de Valle Nacional. Francie R. Chassen, “Más baratas 16 Soledad González Montes, “La violencia en la vida de las mujeres
que las máquinas: las mujeres y la agricultura en Oaxaca, 1880–1910”, campesinas: el distrito de Tenango, 1880–1919”, en Carmen Ramos Es-
en Heather Fowler Salamini y Mary Kay Vaughan (comps.), Las mujeres candón et al., Presencia y transparencia. La mujer en la historia de Méxi-
del campo mexicano, 1850–1990, México: El Colegio de Michoacán / co, México: 1ª ed., El Colegio de México, Programa Interdisciplinario de
Universidad Autónoma de Puebla, 2003, pp. 77–107. Estudios de la Mujer, 1987, pp. 138–139.
111

La participación de las
Durante la Revolución Mexicana, sobre todo en
la zona zapatista, poblaciones enteras compuestas en su
mayoría por mujeres, ancianos y niños fueron obligadas
a desplazarse hacia campamentos o bien a esconderse
en las montañas.17 La labor de las mujeres en estos esce- mujeres en la Revolución
Mexicana
narios fue clave, porque de ellas dependió la subsistencia
de toda la familia. El mismo fenómeno las orilló en muchos
casos a tomar parte activa en el movimiento armado, como
soldaderas y como soldados. La familia constituyó un apo-
yo fundamental para los ejércitos revolucionarios; como
Tanto en el proceso de gestación de la Revolución Mexica-
“pueblo en armas”, las mexicanas optaron por participar
na como durante la lucha armada, las mujeres participaron
en la guerra, en la mayoría de los casos para subsistir.
activamente desde diferentes perspectivas y de acuerdo con
las posibilidades que les ofrecía el ámbito en que se desen-
volvían. La coyuntura de malestar político y social imperante
a principios del siglo XX motivó que un grupo de activistas,
quienes ya anteriormente había mostrado inquietudes res-
pecto a temas como la igualdad, la educación y el trabajo,
expresaran nuevas demandas de carácter político, aprove-
chando la proliferación de publicaciones de oposición a la
dictadura y la formación de clubes liberales.
El ambiente político, la defensa del liberalismo
decimonónico y la oposición al positivismo, así como la cre-
ciente integración de las mujeres a la educación y al trabajo
remunerado, propició su participación como precursoras y,
posteriormente, como activistas en la Revolución. Fundaron
periódicos y revistas, firmaron artículos en los principales
órganos de oposición, distribuyeron manifiestos, promovie-
ron la formación de clubes femeniles y de mítines públicos.
Participaron en actividades clandestinas, defendieron la
libertad de expresión, fueron perseguidas y encarceladas
al igual que sus correligionarios. También como esposas,
madres y hermanas, apoyaron a los principales precursores
17 Felipe Arturo Ávila Espinosa, “La vida campesina durante la Revolu- del movimiento revolucionario.
ción: el caso zapatista”, en Aurelio de los Reyes (coord.), Historia de la Desde 1900, un grupo de intelectuales empezó a
vida cotidiana en México, Tomo V, vol. 1, México: El Colegio de México/
luchar por la defensa de los ideales del liberalismo del siglo
Fondo de Cultura Económica, 2006, pp. 62–64.
112

de fomentarse el feminismo en México tendrá que consistir


Positivistas y liberales condenaban en afirmar la situación doméstica de la mujer, para la que se
cualquier idea de emancipación: haya admirablemente preparada”.19 Por su parte, los diarios

“las mujeres que hablan de opositores llamaban la atención del público femenino con
artículos dirigidos a su sexo y alentaban su participación,
feminismo no son buenas, y siempre que con ello no contravinieran su función de esposa
quieren llamarse en vez de malas, y madre. Por ejemplo, el periódico El Colmillo Público en
adelantadas y liberales, que es un artículo de junio de 1904 declaraba: “las mujeres que
nombre que suena mejor”, El hablan de feminismo no son buenas, y quieren llamarse en

Colmillo Público, 1904. vez de malas, adelantadas y liberales, que es nombre que
suena mejor”.20 Dejando de lado las contradicciones, cabe
XIX; sus planteamientos se sustentaban en la falta de demo- destacar que tanto positivistas como liberales estaban de
cracia y libertad de expresión, así como en la creciente acuerdo en que las mexicanas se expresaran si con ello no
influencia de la Iglesia católica en el país, especialmente descuidaban su misión suprema de ángeles del hogar.
favorecida por las élites porfirianas. En estos primeros años
de formación de la oposición, las ideas trascendieron el
liberalismo tradicional para incluir demandas de diversos
grupos sociales, entre ellas las de obreros y campesinos.18
Lo anterior abrió un espacio para que también las mujeres
se manifestaran, tanto en mítines callejeros y huelgas, como
en la prensa; demandaron derechos como ciudadanas y
se pronunciaron sobre la situación general del país, pero
también cuestionaron la subordinación a que estaban su-
jetas. Al hacer públicas sus ideas, colocaron a la jerarquía
patriarcal ante un nuevo reto para el cual no tardaron en
encontrar argumentos de réplica.
Su incursión en espacios políticos motivaba opinio-
nes contradictorias entre los círculos positivistas y liberales.
El positivismo condenaba el incipiente feminismo que “mas-
culinizaba a las mujeres” sacándolas de la esfera domés-
tica, lo cual hacía peligrar el orden familiar existente. Por
eso, Horacio Barreda sostenía que “el sentido en que habrá
19 Horacio Barreda citado en María de Lourdes Alvarado Martínez Es-
cobar, op. cit., p. 139.
20 Citado en Ángeles Mendieta Alatorre, La mujer en la Revolución
18 James D. Cockcroft, Precursores intelectuales de la Revolución Mexi- Mexicana, 1ª ed. México: Instituto Nacional de Estudios Históricos de la
cana (1900–1913), 25ª ed. México: Siglo XXI Editores, 2005, p. 9. Revolución Mexicana, 1961, p. 36.
113

Las mujeres se arman de discursos. En el primer número de su periódico, Andrea Villa-


rreal expuso su interés por ocupar un puesto a la vanguar-

El movimiento precursor dia de la lucha por los derechos de la mujer, argumentando


que en esas fechas no existía un periódico dedicado por
entero a ellas. Como en la mayoría de los casos de perio-
distas durante la Revolución, combinó ideas feministas con
El club Ponciano Arriaga se fundó en 1900 y aglutinó en la lucha de oposición al régimen, subordinándolas a lo que
torno a la figura de Camilo Arriaga a connotados intelec- entonces consideraban prioritario:
tuales, entre los cuales se encontraban los hermanos Flores
Magón y Antonio Villarreal. Sus esposas fueron entusiastas
Pero no solamente por nosotras venimos a combatir;
activistas del movimiento precursor, como Avelina Villarreal,
tarea más grande acometemos: Gritaremos si es preciso
esposa de Camilo Arriaga, quien se desempeñó como pro-
pagandista de la causa liberal, escribió para el periódico
para que los hombres recuerden lo que deben ser,
de oposición Regeneración, financió la compra de armas, sientan vergüenza de su infamia actual y despedacen
sirvió de correo y espía para su marido. También María Ta- sus yugos […]. La mujer moderna tiene, más allá de
lavera, compañera de Ricardo Flores Magón, fue integrante los viejos límites marcados, por el capricho masculino,
activa del Partido Liberal Mexicano; fue propagandista de una misión nobilísima que cumplir: La de hacer
las ideas postuladas por el partido y organizó protestas y
rebeldes. Venimos a buscar libertad para nosotras y
mítines en las ciudades fronterizas de Estados Unidos como
también para vosotros.21
apoyo al movimiento magonista.
La hermana de Antonio Villarreal, Andrea, colabo-
La actividad prerrevolucionaria incentivó la crea-
ró en el periódico Regeneración, y cuando los integrantes
ción de múltiples clubes liberales en todo el país; las mujeres
del Partido Liberal se establecieron en San Luis Missouri,
fundaron también los suyos, ya fueran para pelear por sus
participó activamente junto a los Flores Magón. Durante
derechos o para apoyar a la oposición. Una de las prime-
los primeros levantamientos auspiciados por los magonistas
ras organizaciones feministas fue la Sociedad Protectora de
en Coahuila, en 1907, Andrea se encargó de transportar
la Mujer, creada por María Sandoval de Zarco, primera
armas desde la frontera para suministrarlas a los rebeldes.
abogada mexicana, Dolores Correa Zapata y Julia Nava
En 1909 fundó en San Antonio, Texas, el periódico La
de Ruisánchez. Esta sociedad estaba dirigida a lograr el
Mujer Moderna, nombre que retomó Hermila Galindo en
“perfeccionamiento físico, intelectual y moral de la mujer, el
1915 para su revista –la publicación estaba ligada a un
cultivo de las ciencias, las bellas artes y la industria, además
club liberal femenil–. Es conveniente señalar que en esta
etapa los clubes enarbolaron el liberalismo consagrado en
las reformas juaristas, que demandaba derechos como la
democracia, libertad de expresión y Estado laico, de tal
21 Andrea Villarreal, “A qué venimos”, en La Mujer Moderna, diciembre
modo que las mujeres liberales se estaban insertando de 1909, tomo 1, núm. 1, en Ana Lau Jaiven y Carmen Ramos, op. cit., pp.
lleno en el espacio político. 192–193.
114

del auxilio mutuo” entre las asociadas y, atendiendo a este últimos años del siglo XIX publicaron artículos con ideas radi-
propósito, se enfocó a reclamos en materia de educación. 22 cales en los diarios de oposición, como El Diario del Hogar
Editaron la revista La mujer mexicana, que sirvió para plan- de Filomeno Mata, Juan Panadero fundado por Casimiro
tear los problemas sociales de las mujeres y, con respecto a Alvarado y su esposa Guadalupe Rojo, o El Campo Libre
la educación, festejaron las nuevas oportunidades que ellas publicado por Carlota Antuna de Borrego, entre otros.
aprovechaban para su ilustración, con lo cual caminaban Juana Belén Gutiérrez de Mendoza fue una de las
hacia la igualdad con los hombres. Fueron de las primeras principales precursoras intelectuales de la Revolución Mexi-
feministas en hacer pública una demanda de reformas al cana que, junto con Dolores Jiménez y Muro, Elisa Acuña y
Código Civil de 1884, pidiendo que existiera una sola mo- Rosete y Sara Estela Ramírez empuñaron la pluma para ex-
ral para ambos sexos, así como el derecho de disponer y presar el descontento social imperante durante el Porfiriato,
administrar sus bienes. proponer reformas sociales de carácter liberal y motivar a
En 1903 se publicó la protesta del Club Liberal la población a emprender acciones en contra del régimen.
Ponciano Arriaga en El Hijo del Ahuizote. A grandes rasgos Gutiérrez de Mendoza nació en Durango en 1875; vivió la
criticaba la falta de libertad de expresión y de democra- explotación de obreros y la discriminación de los indígenas,
cia, defendía las leyes del liberalismo y el Estado laico. lo cual la motivó a iniciarse en el periodismo publicando
En la redacción del manifiesto participaron mujeres que se reportajes en defensa de los mineros desde 1897; a conse-
incorporaron a la causa liberal; Juana Belén Gutiérrez de cuencia de dichos escritos fue encarcelada y tras la prisión,
Mendoza y Elisa Acuña y Rosete firmaron como vocales. sus opiniones contra el régimen se hicieron más radicales.
La convocatoria muestra una idea de las convicciones en En 1901 fundó su periódico Vésper ¡Justicia y Libertad! en
torno a las cuales se organizaron los liberales: “Sobre las Guanajuato. El semanario la dio a conocer entre el círculo
vejaciones de la tiranía, sobre la intriga del clero, sobre de los liberales opositores y le valió el reconocimiento de los
la absorción del capital y del militarismo, surja el edificio hermanos Flores Magón quienes publicaron al respecto en
grandioso de la fraternidad, de la democracia y del engran- su periódico:
decimiento nacionales”.23
En el Manifiesto Liberal las mujeres más destaca-
das del movimiento precursor encontraron ideales por los
cuales luchar, hicieron suya la corriente de pensamiento
expuesta en sus principios y participaron difundiéndolos de
Juana Belén Gutiérrez de Mendoza,
muy diversas maneras entre la población. El espacio por Dolores Jiménez y Muro, Elisa Acuña
excelencia utilizado por ellas fue el periodismo; desde los y Rosete y Sara Estela Ramírez
fueron las principales
22 La mujer mexicana, 1905, citado en Martha Eva Rocha Islas, El álbum
de la mujer…, op. cit., p. 30.
precursoras intelectuales de
23 El Hijo del ahuizote, 1 de marzo de 1903, en Ángeles Mendieta la Revolución Mexicana.
Alatorre, Juana Belén Gutiérrez de Mendoza, precursora de la Revolución
Mexicana, 1ª ed. México: Talleres Impresores de Morelos, 1983, pp.
90–91.
115

El viril colega Vésper que hábilmente dirige la años; posteriormente fundó su propio periódico Fiat Lux.26
entusiasta Sra. Doña Juana B. Gutiérrez de Mendoza En coautoría con Juana Belén publicó un texto en Vésper
que originó el encarcelamiento de ambas periodistas. En el
[…] ha vuelto a la lid con más bríos que antes.
artículo “A los mexicanos” expresaron una gran inquietud
Vésper es un haz de viriles energías […]. En nuestro
por lograr que las clases trabajadoras se unieran a la lucha
referido colega vemos comprendido en toda su en contra del régimen de Díaz, a la vez que denunciaban su
extensión el amplio criterio liberal. El colega no sólo incapacidad para defenderse como ciudadanos: “La dicta-
ataca la corrupción del fraile, sino que censura al dura ha atropellado garantías, violado derechos y ultrajado
mismo tiempo a los mandatarios que oprimen al pueblo ciudadanos, con ensañamiento salvaje ha destrozado la
[…].24 prensa independiente […]. ¿A dónde está la dignidad de
ciudadanos que así se dejan arrebatar sus derechos?”.27
El tono anticlerical del periódico y su oposición al régimen Dentro del grupo liberal también destacó Sara
provocó a las autoridades de Guanajuato que ordenaran Estela Ramírez, quien fundó el periódico de oposición La
su captura, hecho que originó su huida a la Ciudad de Corregidora y fue muy cercana a Ricardo Flores Magón;
México. La persecución no sólo no la intimidó, sino que trabajaba para la causa magonista desde la frontera. Su
radicalizó aún más su postura, de manera que para 1903 casa fue el cuartel general del Partido Liberal Mexicano en
los ataques contra Porfirio Díaz en su periódico eran fran- Texas cuando sus integrantes se exiliaron. Mantuvo contacto
camente abiertos: “en la guerra un motinero, en la paz un con Elisa Acuña y Juana Belén Gutiérrez, y fue una propa-
intrigante. Como hombre un monstruo, como político un gandista convencida de que el mutualismo era la base de
cobarde […]. El motín injustificado, la intriga burda y ruin, las relaciones sociales y el mejor punto de apoyo para los
la matanza en las sombras tiene que ser obra del monstruo trabajadores.28 Como poetisa, escribió sobre temas filosófi-
moral […]”.25 En el artículo exigía su retiro, demandaba jus- cos y políticos y mostró un gran interés por los derechos y la
ticia y denunciaba la represión en contra de los periodistas igualdad de la mujer.
independientes. Las publicaciones femeninas de esta primera épo-
En 1903 se unió a Vésper Elisa Acuña y Rosete, ca exhibieron no sólo el valor de las mujeres por enfren-
quien anteriormente se había presentado en la sede de tarse al régimen, sino también la audacia de transgredir
El Hijo del Ahuizote para ofrecer sus servicios a la causa espacios que hasta el inicio del proceso revolucionario les
liberal. Acuña nació en Hidalgo en 1887 y sus primeros ar-
tículos en contra de la dictadura fueron publicados en el pe- 26 Elvira Hernández Carballido, Las otras soldaderas. Mujeres periodis-
riódico Excélsior de Veracruz cuando sólo contaba con 16 tas de la Revolución Mexicana. 1910–1917, España: Editorial Académica
Española, 2011, pp. 40–41.
27 “A los mexicanos”, Vésper, 15/mayo/1903, El artículo completo en
24 Sin firma, “Vésper”, en Regeneración, 1ª época, año II, núm. 51, 23 Ángeles Mendieta Alatorre, Juana Belén Gutiérrez de Mendoza…, op. cit.,
de agosto de 1901, pp. 4–5. pp. 125–130.
25 “¡Ecce Homo!” Vésper 15/mayo/1903, en Ángeles Mendieta Ala- 28 Soledad Vidal, “Ramírez, Sara Estela (1881–1910)”, en Vicky L. Ruiz
torre, Juana Belén Gutiérrez de Mendoza, precursora de la Revolución y Virginia Sánchez Korrol (eds.), Latinas in the United States: a Historical
Mexicana, 1ª ed. México: Talleres Impresores de Morelos, 1983, p. 130. Encyclopedia, Indiana: Indiana University Press, 2006, p. 608.
116

Las publicaciones femeninas de propaganda al movimiento liberal. En la Ciudad de Méxi-


co, por ejemplo, se fundó el Club Benito Juárez presidido
la época mostraron además del
por Concepción Valdés.
valor de enfrentarse al régimen, Una de las primeras organizaciones femeniles que
la audacia de transgredir espacios esgrimió los principios del programa del PLM, como ya se
vedados a las mujeres. mencionó, fue la de las obreras del ramo textil “Hijas de
Anáhuac”, integrada por María del Carmen y Catalina
habían estado vedados. Como menciona Anna Macías, las Frías, Justa Vega, Eligia Pérez, María Gómez, Carlota Lira,
oportunidades educativas que ellas tuvieron, añadieron una Leonila Aguilar y Josefa Ortega. Al conocer el Manifiesto,
dimensión intelectual a su participación como precursoras las obreras explotadas en las fábricas vieron que los postu-
de la Revolución.29 Aun con publicaciones esporádicas, lados referentes a la defensa de los trabajadores hacían eco
muchas veces interrumpidas o de tirajes menores, suscitaron de su situación. Las reuniones de la agrupación se llevaban
comentarios positivos entre los liberales opositores, a la vez a cabo en casa de las hermanas Frías y llegaron a contar
que llamaron la atención de las autoridades, de forma que con más de trescientas integrantes. Como en muchos casos
sus imprentas fueron confiscadas en incontables ocasiones de juntas clandestinas de la época, fueron denunciadas y
y las periodistas encarceladas. La persecución de la prensa las reuniones suspendidas. Sin embargo, continuaron con
independiente, lejos de amedrentarlas, promovió entre ellas su labor de propaganda de la causa liberal y en 1910 se
la difusión de amplias protestas. unieron a los Clubes Antirreeleccionistas que apoyaron la
En 1905 el Partido Liberal Mexicano (PLM) cons- candidatura de Madero.31
tituyó la Junta Organizadora y lanzó su programa en un Uno de los antecedentes más significativos de
Manifiesto a la Nación Mexicana con Regeneración como la Revolución Mexicana fueron las huelgas de Cananea
órgano oficial, publicada el 30 de septiembre. Su segunda y Río Blanco, hechos que implicaron una seria amenaza
cláusula fue un aliciente para la organización de clubes para el régimen de Díaz y reflejaron fundamentalmente un
clandestinos: “Los ciudadanos mexicanos que estén de sentimiento nacional de descontento frente al sector patro-
acuerdo con las ideas de este Manifiesto y anhelen la Li- nal y los extranjeros. Las mujeres no fueron ajenas a estos
bertad de la Patria, constituirán en las poblaciones en que sentimientos y participaron activamente en las huelgas,
residan agrupaciones secretas”. Asimismo, la Junta propuso principalmente en la de Río Blanco por estar más ligadas
el fomento de publicaciones opositoras y para ello ofreció al sector textil, dentro del cual comprendían cerca de 25%
fondos a los luchadores liberales.30 De esta forma, el conte- de la fuerza laboral. Jugaron un papel fundamental al tratar
nido del programa estimuló también la fundación de clubes
políticos femeniles en provincia, todos con el fin de hacer
30 Sin firma, “Manifiesto. La Junta Organizadora del Partido Liberal
Mexicano. A la Nación”, en Regeneración, año 1, 2ª época , tomo III,
núm. 48 (Missouri, 30 de septiembre de 1905), pp. 2–3.
29 Anna Macías, Contra viento y marea: el movimiento feminista en Mé- 31 Ver “La primera organización Revolucionaria de Mujeres” Hijas de
xico hasta 1940. 1ª ed. México: Colección de libros del PUEG, Programa Anáhuac, en Julia Tuñón (comp.), Voces a las mujeres: antología del pensa-
Universitario de Estudios de Género, Universidad Nacional Autónoma de miento feminista mexicano, 1873–1953, México: Universidad Autónoma
México, 2002, p. 42. de la Ciudad de México, 2011, pp. 139–144.
117

de impedir el regreso de los trabajadores a la planta ante planeó el Complot de Tacubaya como apoyo al movimiento
la ofensiva del gobierno por suprimir el movimiento. En los maderista. Para el intento de rebelión, traicionado en mayo
enfrentamientos Isabel Díaz de Pensamiento, Carmen Cruz, de 1911, se había diseñado el Plan Político Social procla-
Filomena Pliego, Anselma Sierra, Margarita Martínez y Lu- mado por los estados de Guerrero, Michoacán, Tlaxcala,
crecia Toriz, entre otras, se organizaron y pelearon. Toriz, Puebla, Campeche y el Distrito Federal. Conocer las ideas
por citar un ejemplo, marchó con el pendón del “Círculo que contiene el programa resulta importante porque consti-
Recreativo Mutualista Morelos”, agitando a los trabajadores tuyen la base de planes sociales que se enarbolarán durante
con frases subversivas.32 la lucha armada y porque su redactora fue Jiménez y Muro.
En la época en que se publicó el programa del PLM, Entre los postulados del Plan Político Social se
los intelectuales fundadores del partido ya se habían dividido. proclamaba como ley suprema la Constitución de 1857, el
Entre Ricardo Flores Magón y Camilo Arriaga surgieron pro- voto libre y la no reelección; se proponía la reorganización
fundas diferencias ideológicas que causaron su rompimiento. de las municipalidades suprimidas, y la devolución de las
Las mujeres optaron por seguir a alguno de los líderes; Juana tierras usurpadas a sus legítimos dueños. La intervención
Belén Gutiérrez, Sara Estela Ramírez y Elisa Acuña tomaron de Dolores fue clave en cláusulas como la referente a la
partido por Arriaga. En esta coyuntura, una de las figuras equidad en los alquileres de vivienda, evitando a los pobres
femeninas más importantes dentro del círculo de Arriaga fue el pago de rentas elevadas; la protección y dignificación de
Dolores Jiménez y Muro, quien trabajó con Gutiérrez de Men- la raza indígena y la demanda de mejores salarios para los
doza y Acuña y Rosete en la formación de una agrupación trabajadores de ambos sexos.34 En el plan se reconocía a
llamada Socialistas Mexicanos en 1907. Fundaron también el Madero como presidente provisional y Jefe Supremo de la
periódico antiporfirista Anáhuac como órgano de la agrupa- Revolución, pero su contenido proponía, además, profundas
ción, y se dedicaron a organizar obreros que posteriormente reformas sociales que sólo podían haber sido contempladas
participarían en el Complot de Tacubaya. por actores con una visión clara de la situación nacional en
Dolores Jiménez y Muro nació en 1848, en el seno todos los niveles. El plan llegó a manos de Emiliano Zapata
de una familia de firmes convicciones liberales, hecho que y cuando supo que Jiménez y Muro lo había redactado, la
propició su formación en artes, lectura y creación literaria. invitó a incorporarse a las filas zapatistas. Sin embargo,
Durante el Porfiriato se integró a labores filantrópicas y fue para esas fechas Dolores se encontraba detenida en la cár-
donde tomó conciencia de la situación social del país. Un cel de Belén junto con Gutiérrez de Mendoza.
hecho significativo era que Dolores tenía más de sesenta
años cuando se unió a los precursores intelectuales de la
Revolución, Camilo Arriaga y Antonio Díaz Soto y Gama;
doblaba la edad a sus compañeras precursoras.33 Bajo 33 Para conocer más sobre la vida de este personaje ver Oresta López y
la dirección de Camilo Arriaga, el grupo de intelectuales Varinia Hernández, “La Soledad y el fuego de Dolores Jiménez Muro”, en
La Jornada, 5 noviembre, 2001.
34 El Plan Político Social se encuentra en Gildardo Magaña, Emiliano
32 Bernardo García Díaz, “Apuntes sobre la huelga de Río Blanco”, en Zapata y el agrarismo en México, Tomo I, México: Instituto Nacional de
Anuario II, Centro de Investigaciones Históricas, Universidad Veracruzana, Estudios Históricos de la Revolución Mexicana, edición facsimilar, 1985,
1979, pp. 200–201. pp. 124–126.
118

Las mujeres en el movimiento


antirreeleccionista
En mayo de 1909 se fundó el Centro Antirreeleccionista de
México en torno a Francisco I. Madero. El Centro lanzó un
manifiesto que enarbolaba los principios de “sufragio efec-
tivo, no reelección”, y en donde se invitaba a los ciudada-
nos de todo el país a formar clubes antirreeleccionistas. Su
función era erigirse en pilares del partido para difundir sus
Dolores Jiménez y Muro. © (18906) principios; el otro pilar lo constituyeron las giras de Madero
CONACULTA . INAH . SINAFO . FN . MEXICO . por gran parte del país, siempre acompañado de su esposa
Sara Pérez de Madero.35 Tanto la madre como la esposa del
Dolores Jiménez y Muro “Apóstol de la democracia” fueron mujeres comprometidas
fue la redactora del Plan con el movimiento revolucionario. Se convirtieron en defen-
Político Social proclamado soras de la causa maderista y asesoras que evidenciaron un
por los estados de
Guerrero, Michoacán, amplio conocimiento sobre los actores involucrados en la
Tlaxcala, Puebla, Campeche lucha revolucionaria.
y el Distrito Federal. Las mujeres vieron en la causa maderista una opor-
Consideraba que la
Revolución era “el brazo tunidad de participación y fundaron sus propios clubes;
armado de las aspiraciones aquellas que se habían agrupado en torno a Camilo Arria-
de una inmensa colectividad ga, apoyaron su campaña. En mayo de 1910 apareció la
que ha resuelto establecer
Liga Femenil Antirreeleccionista Josefa Ortiz de Domínguez;
las leyes que garanticen la
equidad entre el capital y el Juana Belén Gutiérrez celebró la formación de esta agrupa-
trabajo con los derechos de ción en su periódico, expresando que las mujeres unidas
todos”. debían contribuir con sus ideas al desarrollo de los partidos
independientes. La organización publicó una excitativa en
la cual invitaba a las mexicanas a adherirse a una liga
femenina en todo el país; la carta es interesante porque
demuestra la perspectiva de quienes se incorporaron a la

35 Santiago Portilla, Una sociedad en armas: insurrección antirreeleccio-


nista en México, 1910–1911, México: El Colegio de México, Centro de
Estudios Históricos, 1995, pp. 45–69.
119

causa maderista, según la cual, su participación se daba que, sólo mediante su participación en la política, podrían
dentro del espacio político, pero sin salir del todo de su hacer evidente su estado de subordinación y actuar en pro
esfera; sus tareas se realizaban siempre desde su papel de de una mayor igualdad.
madres y esposas. El suceso inmediato anterior al levantamiento ar-
mado de 1910 tuvo lugar en Puebla el 18 de noviembre
Ha llegado la oportunidad compatriotas, de que, dentro de en casa de los hermanos Serdán, durante el cual Carmen
jugó un papel relevante. Carmen Serdán fue, de hecho,
nuestra esfera de acción, tomemos parte activa en la lucha
una de las primeras figuras femeninas en ser distinguida
política. Entre tanto llegue el momento de las elecciones, por la historia oficial. A todos nos viene a la memoria la
podemos ayudar a los partidos independientes con nuestros arenga de Carmen, fusil en mano, llamando al pueblo a
óbolos, con nuestras ideas, y con impulsar a nuestros espo- las armas desde el balcón de su casa. Sin embargo, poco
sos, padres, hijos […] a ejercer sus derechos de hombres se ha difundido sobre su participación alrededor de este
libres y de ciudadanos conscientes.36 hecho emblemático. Colaboró con su hermano Aquiles
en la publicación de Luz y Progreso, órgano de un club
En el mismo año se fundó la Liga Femenil de Propaganda Po- antirreeleccionista y a consecuencia de los sucesos del 18
lítica, conformada por Carmen Serdán, María Luisa Urbina, de noviembre fue encarcelada. Desde su encierro coordinó
Teresa Arteaga y María Aguilar, entre otras, para apoyar actividades en apoyo a Madero junto con otras mujeres,
la campaña de Madero. 37
Dolores Jiménez y Muro por su entre las que se encontraban las hermanas Narváez. Se
parte, presidió el club “Hijas de Cuauhtémoc” –formado en encargaron no sólo de distribuir proclamas y armas, sino
junio de 1910–, en el cual participaron también Elodia Arce también de fabricarlas.
Arciniega y Julia Nava de Ruisánchez. Este club lanzó una Después de la muerte de Madero, Carmen organizó
protesta en favor del sufragio efectivo, y aprovechó para una Junta Revolucionaria para combatir a Victoriano Huerta,
hacer públicas sus demandas como mujeres. Sus integran- y participó en la lucha de Carranza organizando grupos de
tes, como ha quedado expuesto, habían participado ya en enfermeras voluntarias. Aludiendo a la reflexión de la histo-
otros movimientos tanto de carácter social como de lucha riadora Carmen Ramos Escandón, es importante recobrar las
por derechos para su sexo. Eran liberales convencidas de características de Carmen Serdán como sujeto social y mujer
inmersa en las costumbres de su tiempo; su heroísmo radicó
en la labor cotidiana con la que disimulaba la actividad sub-
36 “Excitativa a las dignas mexicanas de la Liga Femenil Anti–reeleccio- versiva: de su casa salían “enormes paquetes de pescado,
nista Josefa Ortiz de Domínguez”, mayo 9 de 1910, en Ana Lau Jaiven y
cajas de zapatos, canastas de verdura que ocultan granadas
Carmen Ramos (estudio preliminar y compilación). Mujeres y Revolución
1900–1917, 1ª ed. México: Instituto Nacional de Estudios Históricos de de fabricación casera, armas, pólvora”.38 Desde el espacio
la Revolución Mexicana, Instituto Nacional de Antropología e Historia, cotidiano las mujeres diseñaron estrategias para demostrar
1993, pp. 201–202.
37 Martha Eva Rocha Islas, “Nuestras propias voces. Las mujeres en la
Revolución Mexicana”, en Historias, Dirección de Estudios Históricos del
Instituto Nacional de Antropología e Historia, núm. 25, octubre–marzo 38 Carmen Ramos Escandón, “Carmen Serdán. Mujer de su tiempo”, en
1991, México: INAH , p. 116. Fem, núm. 74, vol. XIII, México, p. 26.
120

© (5966) CONACULTA.INAH.SINAFO.FN.MEXICO.
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que no eran ajenas a la lucha revolucionaria y revelaron una


firme convicción al apoyar sus causas.
El maderismo produjo nuevas instancias de partici-
pación femenina, lo cual se aprecia en la organización de
clubes, la redacción de proclamas, las manifestaciones ca-
llejeras y en la labor de propaganda, vital para la campaña
antirreeleccionista. En esta coyuntura también levantaron la
voz para reclamar derechos para ellas. En junio de 1911
las integrantes del club “Amigas del Pueblo” enviaron una
carta al presidente interino León de la Barra demandando
su derecho al voto. Argumentaron que de acuerdo con la
Constitución de 1857, las mujeres tenían los mismos dere-
chos que los hombres pues no existía ningún señalamiento
sobre el sexo de los votantes.39 Este acontecimiento repre-
sentó uno de sus primeros intentos en la larga lucha que
libraron durante la primera mitad del siglo XX por su derecho
al sufragio.
El asesinato de Madero marcó el inicio de la se-
gunda fase de la Revolución Mexicana. Huerta se constituyó
en el enemigo común, aun cuando las diferencias entre los
grupos rebeldes eran insalvables. En esta nueva etapa las
Carmen Serdán, (1875–1948).
mujeres optaron por seguir a alguno de los bandos; para
ese momento, estas activistas tenían claros los objetivos que
perseguían, eran capaces de analizar posturas ideológicas,
En junio de 1911 integrantes
y libres para elegir la que mejor se adecuaba a sus con-
vicciones. Los clubes femeniles se reorganizaron; se fundó del club “Amigas del Pueblo”
el club “Hijas de la Revolución”, dirigido por Elodia Arce, enviaron una carta al presidente
quien fue muy combativa en sus escritos contra Huerta y no interino León de la Barra demandando
dudó en publicarlos, en una coyuntura de dura represión: su derecho al voto. Argumentaron que
“Pueblo despierta ya, sacude el yugo, no te inclines jamás
de acuerdo con la Constitución
ante el verdugo […]. No ha de quedar impune entre tus
lares, la sangre de Madero y Pino Suárez”.40 Asimismo fijó de 1857, las mujeres tenían los mismos
su postura liberal en contra de la Iglesia: derechos que los hombres pues
39 Shirlene Ann Soto, op. cit., p. 25. no existía ningún señalamiento
40 Elodia Arce, “Voz de justicia”, en Ana Lau Jaiven y Carmen Ramos, sobre el sexo de los votantes.
Mujeres y Revolución 1900–1917, op. cit., pp. 221–222.
122

¡El eterno enemigo del Pueblo está al frente! La hidra la cárcel, Dolores escribió una carta a Aureliano Blanquet,
secretario de Guerra y Marina, en la que expresó su visión
clerical pasea descaradamente su osadía, ante la faz
acerca de la Revolución, “el brazo armado de las aspira-
de toda la República […]. Liberales inútiles resultarán
ciones de una inmensa colectividad […] que ha resuelto
vuestros esfuerzos por impulsar a la Patria por el efectuar reivindicaciones que le son debidas, así como
camino del progreso, mientras permitáis que vuestras establecer leyes que garanticen la equidad entre el capital
esposas, hijas, madres y hermanas se arrodillen en el y el trabajo con los derechos de todos”.43 Jiménez y Muro
confesionario para hacer confidentes de los secretos había entrado en contacto con las comunidades más pobres
de vuestro hogar a hombres que más tarde los utilicen del campo y atestiguado “la explotación del hombre por el
hombre”, comprendiendo desde entonces que la Revolución
contra vosotros.41
no estaba lejos. Estas ideas de corte marxista, pudieron ser
parte de su formación inicial en las reuniones de los precur-
Por su parte María Arias Bernal42 presidió el club
sores liberales de la Revolución. En la carta desde la prisión
Lealtad, conformado por maestras, estudiantes y empleadas
propuso que Huerta convocara a una convención que discu-
del gobierno. Con el pretexto de llevar flores a la tumba de
tiera la forma de hacer efectivas las aspiraciones del pueblo
Madero, las integrantes coordinaban apoyos para los gru-
y pusiera fin a la contienda. Una vez libre, Dolores se unió a
pos revolucionarios. María Arias se dedicó a difundir noti-
Zapata y permaneció a su lado hasta su asesinato en 1919.
cias censuradas por el gobierno de Huerta; por su actividad
Juana Belén Gutiérrez también se trasladó a More-
subversiva fue cesada de su trabajo y finalmente encarcela-
los, fue nombrada coronela por Emiliano Zapata y organizó
da. Posteriormente, apoyó la labor de la Cruz Blanca Neu-
un regimiento al que llamó Victoria.44 En 1913 fue aprehen-
tral junto a Elena Arizmendi, y con el triunfo de Carranza
dida por zapatista y estuvo presa 10 meses. Una vez libre y
obtuvo el cargo de directora de la Escuela Normal. Recibió
de nuevo en Morelos puso en práctica sus ideas anarquistas
el mote despectivo de “María Pistolas” en la prensa y en los
acerca de la unión libre de las parejas y, además, reiteró su
teatros, por un hecho que en realidad estaba dirigido a dis-
anticlericalismo. En 1915 intervino en un proyecto de ley so-
tinguirla por sus méritos: en 1914, cuando Álvaro Obregón
bre el matrimonio aplicable a la zona zapatista, en la cual
visitó la tumba de Madero, habló del valor de la mujer que
se planteaba la libertad de elección, la separación o divor-
a pesar de todos los riesgos, rendía homenaje cada semana
cio de la pareja, el matrimonio natural y la investigación
al presidente asesinado, y como reconocimiento le entregó
de la paternidad; esta propuesta fue compartida por todas
su revólver, manifestando que sólo ella merecía usarlo.
las facciones revolucionarias: en sus programas, villistas,
Dolores Jiménez, Juana Belén Gutiérrez y Elisa
zapatistas y constitucionalistas mostraron posturas similares
Acuña optaron por el zapatismo en su combate a Victoriano
en asuntos relacionados con la mujer, el matrimonio y el
Huerta, hecho que les valió de nuevo el encierro. Desde

43 Dolores Jiménez y Muro, “Carta desde la prisión”, en Gildardo


41 Elodia Arce, “¡Alerta liberales!”, en Ibid., pp. 223–224. Magaña, Emiliano Zapata y el agrarismo en México, Tomo III,
42 Ver Angelina Del Valle, “María Arias Bernal”, en Fem, vol. VIII, núm. op. cit., 1985, p. 398.
30, oct–nov 1983, México, pp. 44–45. 44 Alicia Villaneda, op. cit., p. 93.
123

divorcio. Consolidada la Revolución, Juana siguió publican-


do artículos críticos sobre los gobiernos posrevolucionarios.
Además de las periodistas, la integración plena de
la sociedad en la guerra originó que un buen número de
mujeres de la clase media se vieran inmersas en diversas
tareas nuevas para ellas. Se encargaron de conseguir y
administrar armas y municiones, medicinas y equipo militar;
trabajaron como enfermeras, telegrafistas y empleadas de
oficina. Contrabandearon armas desde la frontera, lo mismo
que participaron en labores de alfabetización en medio de
la guerra o se encargaron directamente del funcionamiento
Elena Arizmendi, la Adriana de José Vasconcelos, y voluntarias de la Cruz Blanca
de las escuelas. Las mujeres de las clases bajas, sobre todo Neutral curan heridos en Ciudad Juárez (1911). Archivo General de la Nación,
rurales, se vieron inmersas en un proceso de cambios sin Colección fotográfica de propiedad artística y literaria, HJ GUTIÉRREZ (PAL HJ.
Gutiérrez/Revolución/56).
precedente y se involucraron en la lucha armada de muy di-
versas maneras, improvisando soluciones sobre la marcha,
por la situación inédita a la que se enfrentaron. Muchas
tuvieron la posibilidad de aprovechar el espacio que la gue-
rra les brindaba para involucrarse eligiendo entre opciones
como el cuidado de los suyos, las armas, la dirección de
tropas o el cambio de identidad de género.
124

Las mujeres en el campo de batalla


La participación de las mexicanas en la lucha armada
estuvo determinada por la dinámica social de su entorno.
La diversidad de roles que ejercieron como apoyo a los
ejércitos, así como el protagonismo que algunas alcanzaron
fueron borrados de la historia oficial por la retórica posre-
volucionaria. La guerra, restringida a los hombres desde
su concepción patriarcal, exaltó las hazañas de los héroes
revolucionarios y redujo a las mujeres al genérico de “solda- Soldado federal con su familia (ca. 1915). © (5015) CONACULTA.INAH.SINAFO.FN.MÉXICO.
deras”, todas en una sola palabra. Así, la famosa “Adelita”
inmortalizada en novelas, murales y corridos, se convirtió
en el mito que perduró en el imaginario de la Revolución, La actividad de las famosas “soldaderas” trascendió la
resaltando los atributos que la jerarquía patriarcal deseaba asignación de roles de género al servir como espías,
correos, contrabandistas de armas y soldadas que
imponer al sexo femenino,45 o bien, denostándolas como
tomaron las armas.
prostitutas por haber transgredido el orden social vigente
que consignaba su actuación a las labores del hogar.
las vigas de abajo, con su carga y sus hijos, porque en el
La soldadera también dio la vuelta al mundo en
carro irán los caballos y en el techo los hombres. ¿Qué más
las fotografías que fijaron su imagen en la historia de la
se escondía detrás de las imágenes?
Revolución Mexicana. La fotografía de Casasola de la mujer
La mayoría de las mujeres que se integró a la lu-
que se asoma desde el tren es emblemática y ha servido
cha armada provenía de los estratos sociales más bajos; su
para ilustrar portadas de libros, acompañar artículos aca-
participación en muchos casos obedeció a la necesidad de
démicos y periodísticos, cursos de historia, etc. En ella se
supervivencia. Muchas lo hicieron por seguir a sus hombres,
ve, más allá de la “soldadera en Buenavista”, un semblante
padres, hermanos, hijos; otras fueron involucradas por la
que expresa temor, desconfianza, zozobra y sobre todo in-
fuerza o debido a los desplazamientos de pueblos enteros.
certidumbre. Atrás, otras mujeres que cargan a cuestas toda
La mayoría se volcó en tareas inéditas sin conocer cuáles
clase de pertenencias, saben que para sobrevivir no tienen
eran los fines; sin embargo, muchas otras expresaban
otra opción que integrarse a la guerra. Verlas en el vagón
ideales de justicia social. Su labor fue fundamental para la
del tren no es lo común: la mayoría de las veces viajarán en
subsistencia de las tropas cuando trasladaron su quehacer
cotidiano a los campamentos, pues no sólo se encargaron
45 Sobre el mito de la “Adelita”, ver Gabriela Cano, “¿Es posible hacer de cuidar heridos y alimentar a la tropa, sino de conse-
la historia de las mujeres en la Revolución Mexicana?”, en Charles B. guir alimentos en una coyuntura de escasez propia de las
Faulhaber (ed.), México’s unfinished Revolutions, California: University of
guerras.
California Press, 2011, pp. 11–24.
125

Los relatos de los soldados veteranos resultan ilustrativos en como militares, asumieron un rol masculino como estrate-
cuanto a la situación de las mujeres en los campamentos: gia de autodefensa y también para demostrar cualidades
como valentía y fortaleza en una época que sólo reconocía
Como toda mujer casada que atiende su hogar, así es a los hombres. Se destacaron en funciones militares que

a lo que se dedicaban las mujeres de los soldados, las llevaron a obtener rangos de oficiales y coronelas. Su
participación se incrementó en la segunda etapa de la Re-
nomás con una diferencia grandísima: que las
volución, cuando los ejércitos rebeldes de Carranza, Villa
soldaderas lavan, planchan, remiendan, hacen tortillas, y Zapata se reorganizaron para combatir a Huerta, cuyo
hacen las comidas, sin nada de comodidades y mucho golpe significaba para ellos el regreso de las élites porfi-
menos que dispongan de tener los medios para hacer rianas y el ejército federal al poder, y el retroceso de los
su trabajo doméstico, pero más de tomarles muy en cambios implantados por Madero. Falta mucho por rescatar
cuenta, es que exponen la vida por su soldado.46 sobre la actividad de las mexicanas en la guerra, indagar
sobre sus motivaciones, analizar qué opciones les ofreció la
La ideología patriarcal destacaba la labor domésti- guerra y si tenían oportunidad de elegir; considerar si per-
ca como actividad principal de las soldaderas y ésta siempre seguían algún objetivo y si al tomar las armas respondían a
fue considerada tarea secundaria, pero conviene no perder un deseo personal, además de muchos nombres propios por
de vista que la participación de las mujeres en la lucha descubrir, pero se pueden citar algunos ejemplos de lo que
armada fue esencial, en la medida en que la familia era algunas de ellas realizaron.
el soporte de los ejércitos revolucionarios; sobre todo en la Carmen Parra viuda de Alanís, originaria de
47
zona zapatista. Su actividad no se limitó a la alimentación Chihuahua, se incorporó al movimiento antirreeleccionista
de las tropas, sino que trascendió la asignación de roles de desde 1910 y se le conoció como la coronela Alanís. Sirvió
género al servir como espías, correos, contrabandistas de de correo para Madero en Casas Grandes y combatió en
armas y soldadas que tomaron las armas. Como afirman las batallas de Ciudad Juárez y Chihuahua. A raíz de la
las historiadoras Ana Lau y Carmen Ramos, “las soldaderas muerte de Madero operó contra Huerta; participó con Villa
fueron doblemente rebeldes: rebeldes a las políticas del ré- en el avance de Torreón y en Ojinaga, en 1913, y sirvió
gimen y rebeldes a su adscripción de género”. 48 de correo entre Emiliano Zapata y Gildardo Magaña, por
Un buen número de mujeres se incorporó a los ejér- lo cual fue aprehendida. De 1916 a 1919 se integró a va-
citos revolucionarios como soldadas en la línea de batalla rias comisiones en Chihuahua y, posteriormente, a diversas
y, ya fuera con las cartucheras sobre sus enaguas o vestidas agrupaciones femeniles de carácter proletario.49 Su parti-
cipación confirma que algunas mujeres tuvieron opciones
diferentes y eligieron libremente la que les convencía. Tal
46 Entrevista con Francisco Ruiz Moreno 17/julio/1973, en Eva Salga-
do, “Fragmentos de historia popular II. Las mujeres en la Revolución”, en
Secuencia, núm. 2, Instituto Mora, sept–dic 1985, p. 26. 48 Ana Lau Jaiven y Carmen Ramos, Mujeres y Revolución 1900–1917,
47 Para conocer más sobre la vida cotidiana en los campamentos za- op. cit., p. 38.
patistas, ver Felipe Arturo Ávila Espinosa, “La vida campesina durante la 49 Ángeles Mendieta Alatorre, La mujer en la Revolución Mexicana, op.
Revolución: el caso zapatista”, op. cit., pp. 49–88. cit., 1961, p. 78.
126

es el caso de algunas soldadas que obtuvieron puestos de Quinteras de Merás a quien dio el cargo de coronela, o a
mando. Mariana Gómez Gutiérrez que se integró activamente en su
Entre aquellas activistas que asumieron una posi- ejército; cuando se enlistó, el general la presentó a la tropa
ción de liderazgo, se encuentra Margarita Neri, de Quin- como la profesora: “Ella escribirá la historia de nuestras
tana Roo, quien comandó una tropa de indios que bajo su batallas y de nuestra causa”.52 María participó en la batalla
dirección derrotó en una batalla al ejército federal en el de Ojinaga en 1913, donde la División del Norte resultó
sur de México. Varias mujeres más asumieron la dirección vencedora. El triunfo de Carranza y la persecución de la
de tropas en los ejércitos como Rosa Bobadilla, coronela facción villista ocasionaron su exilio en Estados Unidos.
zapatista, o Petra Herrera, villista, quien estuvo al mando de De las mujeres que tomaron parte activa en la gue-
tropas de soldados en varias misiones; al no poder acceder rra, muchas adoptaron un rol masculino para sobrevivir, no
a los rangos militares más altos, se autonombró generala sólo en su vestimenta sino también en su actitud, tratando
y formó su propio ejército de mujeres, con más de mil inte- con ello de emular las características más admiradas en los
grantes. Su intervención en la toma de Torreón fue decisiva, hombres, sobre todo en época de guerra. Tal fue el caso de
aunque Villa nunca le reconoció sus méritos.50 Ángela Jiménez, en Oaxaca, que cambió su nombre al de
La guerra de Francisco Villa no era la de “un pue- Ángel, se unió a diferentes grupos rebeldes y posteriormente
blo en armas” como fue la de Zapata, factor que lo llevó al ejército de Carranza. Fue soldada experta en explosivos
a guardar grandes reservas en cuanto a la intervención de y abanderada, logró el cargo de teniente.53 También Petra
las mujeres en la línea de batalla; conforme iba profesiona- Ruiz o Encarnación Mares, Chonita, quien se incorporó al
lizándose el ejército fue limitando su participación. Asimis- décimo regimiento de caballería de Jesús Carranza; partici-
mo, los cambios en la estrategia militar, las condenaron a pó en diversas campañas en Nuevo León y San Luis Potosí y
seguir a los trenes a pie o viajar en las vigas inferiores de fue promovida a sargento primero.
los vagones, pues éstos fueron destinados a transportar a El ejército zapatista también contó entre sus filas
los caballos. Un veterano de la guerra describió la situación con mujeres que se masculinizaron y alcanzaron rangos
de la siguiente forma: “Abajo del tren hacían una cuna y militares medios. Un caso particularmente interesante lo
entonces ahí se metían las mujeres con los bebitos […]. Los representó Amelia Robles, cuya historia ha sido rescatada
soldados mero arriba, los caballos en medio y las mujeres por la historiadora Gabriela Cano.54 Amelia mostró desde
abajo, mero abajo del tren con muchachitos”.51
Sin embargo, hay testimonios de historias de solda-
deras que, arriba de los ferrocarriles de Villa, tomaron las 52 Martha Eva Rocha Islas, “Nuestras propias voces. Las mujeres en la
Revolución Mexicana”, op. cit., p. 116.
armas cuando sus soldados resultaron heridos, para resistir
53 Elizabeth Salas, “La soldadera en la Revolución Mexicana. La guerra
los ataques de los federales durante la retirada. En algunos y las ilusiones de los hombres”, en Heather Fowler Salamini y Mary Kay
casos Villa otorgó promociones militares, como a María Vaughan (comps.), op. cit., p. 167.
54 Gabriela Cano, “Inocultables realidades del deseo. Amelio Robles,
50 Elena Poniatowska, Las soldaderas, 1ª ed. México: Ediciones Era, masculinidad (transgénero), en la Revolución mexicana”, en Gabriela
2007, p. 17. Cano, Mary Kay Vaughan y Jocelyn Olcott (comps.), op. cit., pp. 61–90.
51 Entrevista con Severo Medina, 3/febrero/1973, en Eva Salgado, op. (Atendiendo a la transformación que el coronel Robles defendió siempre,
cit., p. 7. no debería estar incluido en el presente estudio).
127

muy joven cierta predilección por los caballos y las armas,


elementos asociados con lo masculino. La guerra le brindó
la oportunidad de crearse una nueva identidad de género
y demostrar su capacidad como soldado, exhibiendo las
cualidades más admiradas entre ellos como la valentía, el
comportamiento violento y su habilidad en el manejo de las
armas. Cambió su nombre al de Amelio y libró numerosas
batallas dentro de los ejércitos zapatistas, hasta obtener
el rango de coronel. La diferencia con las mujeres que se
vistieron como hombres para sobrevivir o tomar parte activa
en los combates, fue que la masculinización del coronel
Amelio fue permanente y obedeció a un deseo personal que
defendió a ultranza hasta el último día de su vida.
La guerra modificó los estereotipos tradicionales
de género y llevó a las mujeres a asumir papeles antes
reservados a los hombres, desde su intervención en la pro-
ducción, agrícola o fabril, hasta el diseño de estrategias
de supervivencia. Así, la representación de la mujer como
compañera y como madre adquirió una dimensión que
trascendió el ámbito privado. El ideal de domesticidad, por
un lado, y el escenario de la guerra como espacio exclusi-
vamente masculino, por el otro, destacó algunas biografías
de mexicanas notables, pero excluyó la labor colectiva de
todas aquellas a quienes el movimiento armado impactó de
manera espectacular en sus costumbres y trastocó los roles
habituales, presentándoles desafíos nunca antes vistos, a la
vez que demostró su capacidad de enfrentar pruebas a las
que no se habían visto sometidas.

Coronela Amelia Robles, revolucionaria, fuma en habitación, (1914).


© (33492) CONACULTA.INAH.SINAFO.FN.MÉXICO.

Muchas mujeres adoptaron un rol masculino para


sobrevivir, no sólo en su vestimenta sino también en
su actitud, tratando de emular las características más
admiradas en los hombres.
128

Lejos del campo de batalla, pero dependientes del


mismo, estuvieron todas aquellas mujeres que resistieron
la guerra desde otras trincheras. Cuidaban de sus hijos,
apoyaban a los soldados descritos por Nellie Campobello
en Cartucho: “enfermos de la carne sin sal, que querían
ir comidos de frijoles o de algo que estuviera cocido”;55 o
escondían a sus hijas, defendiéndolas de la violencia que la
guerra desató en su contra. Las violaciones y los raptos se
convirtieron en parte habitual, cotidiana de la época, y las
madres ejercieron el papel de jefes de familia que, desde la
visión patriarcal, eran los guardianes de la honra femenina.
Asimismo, en los desplazamientos forzosos, la subsistencia
de la familia dependió enteramente de las mujeres, así fuera
en campamentos, pueblos ajenos a sus costumbres o escon-
didas en las montañas.
A pesar de que muchas revolucionarias se incor-
poraron directamente a los ejércitos federales y rebeldes,
al consolidarse la Revolución la Secretaría de Guerra y Ma-
rina desconoció su actuación y los rangos que alcanzaron En torno al constitucionalismo se
dentro de la jerarquía militar. Fueron excluidas del ejército fue gestando un movimiento
y no se les otorgó pensión alguna, a diferencia de lo que feminista cuya formación estuvo
sucedió con los soldados reconocidos por sus servicios du-
determinada por diversos factores:
rante la guerra. El concepto sobre las mujeres dentro del
discurso posrevolucionario no varió mucho del que impe-
la fundación de nuevas
raba en el Porfiriato. No obstante, la Revolución les abrió organizaciones, la figura de
espacios para salir de su esfera y cuestionar el orden social Hermila Galindo y su revista
vigente. En la medida de sus posibilidades, reaccionaron La Mujer Moderna, la celebración
ante el discurso que reforzaba su confinamiento al ámbito
de dos congresos feministas en
doméstico para demostrar que la guerra las afectaba por
igual, y aprovecharon el caos social producto de la misma
el estado de Yucatán y las reformas
para demandar nuevos derechos. progresistas del gobernador militar
Salvador Alvarado.

55 Nellie Campobello, Cartucho, en La novela de Revolución Mexicana,


Antonio Castro Leal (selección e introducción), México: 10a ed., Aguilar
editor, 1972, pp. 936.
129

Carranza visita una fábrica de uniformes militares. © (5438) CONACULTA.INAH.SINAFO.FN.MÉXICO.


130

Las mujeres y el XXIII.Favorecer la emancipación de la mujer por medio de


una juiciosa ley sobre el divorcio, cimentando la unión
conyugal sobre la mutua estimación y el amor, y no
constitucionalismo. sobre las mezquindades del prejuicio social.56

El proyecto feminista El liberalismo decimonónico que, como se ha he-


cho hincapié, protegía la institución familiar sobre todas las
cosas, produjo leyes muy restrictivas para las mexicanas. En
el Código Civil de 1884 existía una desigualdad expresa
Si bien las distintas facciones revolucionarias encontraron en cuanto a la moral de ambos sexos. La esposa estaba
un enemigo común en Victoriano Huerta, mantuvieron po- obligada a vivir con el marido y a obedecerle en todos los
siciones opuestas desde el inicio del proceso, tanto como ámbitos de la vida conyugal: el doméstico, la educación
diferentes eran sus orígenes y objetivos. Sin embargo, la de los hijos y la administración de los bienes. El adulterio
revolución contra Huerta originó la formación de tres ejérci- de la mujer era siempre causa de divorcio, a diferencia del
tos poderosos que lograron lo que no pudo Madero: destruir cometido por el hombre. Por lo tanto, una ley de divorcio
el Estado y el ejército porfirianos, y construir regionalmente como la que proponía la Convención constituía una nueva
un nuevo orden. Con miras a unificarlos para iniciar las concepción sobre los derechos de la esposa al interior de la
transformaciones sociales y políticas contempladas en los familia.
programas de cada facción, se organizó la Convención de Venustiano Carranza se retiró de la Convención y
Aguascalientes. Los temas de igualdad y derechos de las como facción vencedora, enarboló las banderas de sus opo-
mujeres fueron puestos sobre la mesa aunque, de manera nentes, radicalizó su programa social y promulgó la Ley de
incipiente, algunos postulados significarían cambios sustan- Divorcio en diciembre de 1914. Como inflexible legalista,
ciales para ellas. de formación liberal juarista, aglutinó una fuerza de gran
Los dos artículos que contemplaban algún avance diversidad y con presencia nacional. Este proyecto atrajo
en cuanto a derechos femeninos, tocaron los temas de la a buen número de mujeres que adoptaron la posición más
paternidad y el divorcio: avanzada en materia de derechos para su sexo. De esta
manera, en torno al constitucionalismo se fue gestando un
XXII.
Proteger a los hijos naturales y a las mujeres que movimiento feminista cuya formación estuvo determinada
sean víctimas de la seducción masculina, por medio de
leyes que les reconozcan amplios derechos y sancionen 56 “Proyecto de programas de reformas político sociales de la Revo-
la investigación de la paternidad. lución”, 18 de febrero de 1915. Las posturas ideológicas de villistas y
zapatistas eran similares en respecto a la familia, el matrimonio, el divor-
cio, la situación de las mujeres y la protección de los hijos; véase Felipe
Arturo Ávila Espinosa, El pensamiento económico, político y social de la
Convención de Aguascalientes, México: Instituto Cultural Aguascalientes/
INHERM , 1991, pp. 190 y ss.
131

por diversos factores: la fundación de nuevas organiza- gobierno, dando un ejemplo al mundo de la consagración
ciones, la figura de Hermila Galindo y su revista La Mujer al culto de la civilización y derechos del hombre”.58
Moderna, la celebración de dos congresos feministas en el Desde los primeros artículos periodísticos demos-
estado de Yucatán57 y las reformas progresistas del goberna- tró que su lucha era por las mujeres en el espacio público
dor militar del mismo estado, Salvador Alvarado. Éste, junto –como feminista liberal entendía que los problemas de éstas
con Carranza, fueron los primeros políticos en calcular que descansaban en su exclusión de la esfera política–; en mar-
la participación femenina era indispensable para su causa. zo de 1915 dio a conocer esta demanda en el periódico El
Hermila Galindo fue la máxima exponente de un Pueblo: “La mujer como colaboradora en la vida pública”.59
feminismo inserto en el liberalismo revolucionario. Nació en En él expresó que, ante la evidencia de la participación
1886 en Durango y quedó huérfana muy joven, factor que femenina en el movimiento contra Huerta, los revoluciona-
la alejó del ideal de mujer dependiente de la familia y la in- rios estaban obligados a facilitar a la mujer el desarrollo
trodujo en el mundo del trabajo en la Ciudad de México. En de sus aptitudes intelectuales para integrarse en la recons-
1913 fue secretaria de un funcionario maderista, también trucción nacional. Juzgaba que la mujer estaba “dotada de
maestra de la escuela Miguel Lerdo de Tejada y en 1914 se las mismas cualidades psíquicas que el hombre, como la
incorporó a las filas del constitucionalismo como secretaria inteligencia, la voluntad, el raciocinio” y, al exponer estas
particular de Venustiano Carranza. Su cercanía con el jefe ideas hacía gala de sus lecturas de John Stuart Mill, consi-
revolucionario la llevó a erigirse como firme propagandista derado uno de los ideólogos más importantes de la teoría
del constitucionalismo, a la vez que aprovechaba los es- liberal del siglo XIX, defensor de la igualdad de hombres y
pacios que esto le brindaba para exponer sus ideas sobre mujeres, cuya obra significó importantes aportaciones a la
la emancipación femenina. Combinó viajes diplomáticos al lucha feminista.60
extranjero, a los cuales era enviada para dar a conocer Hermila Galindo fundó su revista La Mujer Moder-
la “Doctrina Carranza”, con giras por diversos estados del na en septiembre de 1915. Su objetivo: combinar la pro-
país para promover la incorporación de las mujeres a la paganda del constitucionalismo con sus ideas feministas,
lucha revolucionaria y exponer su feminismo, con el fin de
“despertar a la mujer para que sea un elemento útil a su
patria, a su pueblo y a ella misma, y ayudar a consolidar al
59 Hermila Galindo, “La mujer como colaboradora en la vida pública”,
en El Pueblo, 3/marzo/1915, en Rosa María Valles Ruiz, Sol de libertad.
Hermila Galindo: feminista, constitucionalista y primera censora legislativa
57 Martha Eva Rocha Islas, “Feminismo y Revolución”, en Gisela Espi- en México, producto de investigación UAEH , México: Universidad Autóno-
nosa Damián y Ana Lau Jaiven (coords.), Un fantasma recorre el siglo. ma del Estado de Hidalgo, 2010, pp. 48–49.
Luchas feministas en México 1910–1920, México: UAM – X /CONACYT / 60 John Stuart Mill (1806–1873) precursor del feminismo liberal, cuya
Itaca/Ecosur, 2011, pp. 40. concepción sobre la igualdad de los sexos fue una constante dentro de su
58 Hermila Galindo, La Voz de la Revolución, mayo–junio 1915, en obra. Su pensamiento giró en torno al matrimonio como esclavitud total, a
Carlota Orellana Trinidad, “’La mujer del porvenir’: raíces intelectuales y la educación para capacitar a las mujeres en el desempeño de profesiones
alcances del pensamiento feminista de Hermila Galindo, 1915–1919”, en y oficios, pero principalmente a los derechos políticos, considerando el
Signos históricos, Universidad Autónoma Metropolitana Iztapalapa, núm. sufragio como un deber moral y social. Véase Celina de Jesús Trimiño
5, enero–junio 2001, p. 117. Velásquez, op. cit., pp. 170–195.
132

y dirigirla a la reivindicación y dignificación de la mujer tutela clerical que “la embota y adormece sus facultades
mexicana. Así lo hizo saber en su artículo inaugural “Labo- todas con la ventajosa arma de la fe” y de la del hombre,
61
remos”, en el cual escribió que, aun cuando a la mujer no para poder “cuidar [ella sola] de su honor y subsistir con
se le habían concedido derechos civiles, aspiraba a que se su trabajo sin considerar la institución del matrimonio como
elevara social y moralmente para que se “compenetre de la una tabla salvadora”.62 Pero, sobre todo, su emancipación
cosa pública” y participe. Argumentó que, si bien no poseía social para tomar parte activa en la política.
la ciudadanía, tenía el medio propicio para alcanzarla y
era el hogar, donde podían forjarse los mejores ciudada-
nos. Se refirió a la participación femenina en la política
cuando afirmó que no era racional ni justo que desconocie-
ra las leyes “tendientes a conquistar su bienestar por medio
del progreso moral y material”, y a compartir las decisiones
de los problemas sociales que afectaban tanto al hombre
como a la mujer “su compañera y su igual”.
En la revista colaboraron otras mujeres liberales
y de ideas profundamente anticlericales como Salomé y
María de Jesús Carranza, María Dilia Macías y Clarisa P.
de Torres, entre otras. Salomé Carranza, en su artículo “La
emancipación de la mujer”, expuso que la educación reli-
giosa era la principal causa de sumisión de la mujer, el fre-
no de su emancipación. “La Iglesia siempre ha sido el más
grande enemigo de la mujer y de su emancipación”, que la
veía como un ser abominable o bien incapaz de discernir.
Salomé reprobó la idea de que ésta necesitara el apoyo
y la dirección del hombre para vivir, pues ello provocaba
la sumisión femenina. Citando los consejos de los librepen-
sadores afirmó que sólo cuando la mujer se instruyera en
la escuela laica, alcanzaría su emancipación, tanto de la

61 Hermila Galindo, “Laboremos”. El artículo completo de Galindo pue- 62 Salomé Carranza G., “La emancipación de la mujer”, en La Mujer
de consultarse en La Mujer Moderna. Semanario ilustrado. México, año 1, Moderna. Semanario ilustrado. México, año 1, núm. 19, 20/febre-
núm. 1, 16 de septiembre, 1915, p. 2. ro/1916, pp. 4–5.
133

Los congresos feministas de formación en la economía doméstica, es decir, educación


para desempeñar su papel dentro de aquella esfera.63

Yucatán Una de las mayores preocupaciones de Salvador


Alvarado fue el fanatismo religioso; derivado de ello se
dedicó a construir escuelas laicas y a cerrar las religiosas.
Organizó dos congresos pedagógicos donde declaró que
Exponer los debates de las mujeres en los congresos feminis- las reformas educativas tenían por objetivo liberar a las mu-
tas que tuvieron lugar entre 1916 y 1923 es imprescindible, jeres del control de la Iglesia. En 1916 también promovió
porque en ellos se revela el desarrollo de su pensamiento, dos congresos feministas; el primero se efectuó en enero y
la lucha por conquistar reivindicaciones para su sexo, y los en su convocatoria se evidenciaron las principales inquietu-
nombres de quienes aportaron ideas revolucionarias a un des del gobernador: la participación cívica de las mujeres
feminismo que estableció las bases de su activismo durante y el combate al fanatismo religioso. En el documento se
las décadas siguientes. Presenta también la forma en que exponían, entre otros considerandos, que la educación es-
sus demandas evolucionaron y cómo, inclusive, algunas taba dirigida a recluir a la mujer en el hogar, cuando lo
fueron incorporadas a la legislación. En suma, constituye la que necesitaba era una formación que le permitiera vivir
historia misma de las mujeres liberales en la época en que con independencia. El congreso ofrecía la oportunidad de
se consolidó la Revolución. Ellas pugnaron por una mayor discutir la manera de prepararla para la conservación de
equidad en los ámbitos económico, social y político que les los derechos que el constitucionalismo había puesto a su
permitiera intervenir en el espacio público, así como en el
diseño de leyes que las beneficiaran con nuevos derechos y,
sobre todo, en la reconstrucción nacional. En el Primer Congreso Feminista de
El general Salvador Alvarado, gobernador militar
Yucatán se plantearon las principales
de Yucatán de 1915 a 1918, se caracterizó por el interés
que mostró en torno a los problemas de las mujeres, pues
inquietudes del gobernador: la
consideraba que para efectuar las grandes reformas que el participación cívica de las mujeres
país demandaba era necesario luchar por la emancipación y el combate al fanatismo religioso.
femenina. Alvarado defendió el derecho de esta mitad de la Asistieron cerca de 700 mujeres,
población por una mayor educación y mejores oportunida-
maestras en su mayoría. Se
des de empleo. Realizó un profundo análisis sobre la situa-
ción de las escuelas vocacionales femeninas, contemplando
evidenciaron posturas avanzadas
que las mexicanas no recibían las mismas oportunidades de sobre temas como sexualidad,
educación que los hombres, ni se les formaba adecuada- divorcio, política y prostitución.
mente para el trabajo. Sin embargo, su visión se enfocaba
en la preparación de las mujeres “como mujeres” y a su
63 Salvador Alvarado, “Escuelas vocacionales femeninas”, en La Recons-
trucción de México, en Martha Eva Rocha Islas, El álbum de la mujer…,
op. cit., pp. 160–163.
134

alcance, tales como el divorcio absoluto, y sus organiza- creencia de vivir un tiempo único, que inauguraba un nuevo
dores consideraban que “el medio más eficaz de libertar y sistema que trastocaría el anterior”.65 Después de repasar
educar a la mujer es concurriendo ella misma a reclamar sus la concepción de la mujer, la maternidad y el matrimonio
derechos, a señalar la educación que necesita y a pedir su a través de la historia, Galindo se refirió al tema de la se-
64
injerencia en el Estado”. xualidad femenina, afirmando que “el instinto sexual opera
Al congreso asistieron cerca de 700 mujeres, de tal suerte en la mujer y con tan irresistibles resortes, que
maestras en su mayoría, y en sus debates se evidenciaron ningún artífice hipócrita es capaz de destruir […], atentar
tres posturas: avanzadas, moderadas y conservadoras. Es contra el instinto soberano es destruir la salud, corromper
conveniente señalar que, si bien todas buscaban trascender la moral”.66 Al respecto es importante señalar que con esta
el espacio privado al participar, las primeras pugnaron por idea revolucionaba las creencias más arraigadas en la so-
su reivindicación como ciudadanas con plenos derechos ciedad porfiriana sobre el pudor femenino, la virtud más
e igualdad de condiciones con los hombres en todos los relevante impuesta a las mujeres desde todos los medios. La
ámbitos de la vida pública, mientras que las más conserva- falta de pudor acarreaba riesgos a la salud moral; incluso
doras reclamaban mejorar su situación dentro del espacio en los tratados médicos del siglo XIX se consideraba que el
privado. Hermila Galindo ha sido señalada por diversos sexo era un asunto temible, ya que el placer intenso era
autores como la persona que influyó en Alvarado para que peligroso para la salud física.
se efectuaran los congresos; no obstante, estimamos que Respecto a esta virtud, Hermila señaló que “un pu-
su organización obedecía en mayor medida a los planes dor mal entendido y añejas preocupaciones privan a la mu-
reformistas del gobernador. Galindo no asistió, pero envió jer de conocimientos que le son sólo útiles […] y serían una
su ponencia, “La mujer en el porvenir”, leída por un re- coraza para las naturales exigencias del sexo: me refiero a
presentante de la Secretaría de Educación. En ésta mostró la fisiología y la anatomía […], que debieran ser familiares
las posturas más avanzadas en temas como sexualidad, en las escuelas y colegios de enseñanza secundaria […]”.67
divorcio, política y prostitución, lo que causó verdadera
conmoción entre las mujeres moderadas y conservadoras, y
aun cuando su liberalismo la llevó a hacerlo sin descuidar el
La maternidad como obligación
espacio familiar y doméstico, sus ideas fueron tachadas de moral, imperante en el siglo XIX, se
inmorales y carentes de pudor. transformó en una obligación política
La ponencia inició con la frase singular “La profe-
al consolidarse la Revolución.
cía del Evangelio se ha cumplido”, que a simple vista con-
travenía la postura anticlerical de las feministas de la época.
Pero, a decir de Laura Orellana, las frases bíblicas surgie- 65 Carlota Orellana Trinidad, “’La mujer del porvenir’: raíces inte-
ron como nuevo lenguaje que daría sentido a su lucha: “La lectuales y alcances del pensamiento feminista de Hermila Galindo,
1915–1919”, en Signos históricos, Universidad Autónoma Metropolitana
Iztapalapa, núm. 5, enero–junio 2001, p. 124.
66 Hermila Galindo, “La mujer en el porvenir”, en Primer Congreso Femi-
64 “Convocatoria”, Primer Congreso Feminista de Yucatán, en Julia Tu- nista de México, 1916, México: INFONAVIT , 1975, p. 198.
ñón, op. cit., pp. 178–181. 67 Ibid., p. 199.
135

Aprovechó para censurar a las madres que “no abren los Las preguntas uno y dos generaron discusiones tan acalora-
ojos a las niñas”, pues con ello contribuían a la degene- das que casi llegaron a la violencia física. Las resoluciones
ración de la raza; la idea daba a la función maternal una aprobadas tuvieron tendencia moderada para todos los
connotación cívica llevándola al espacio público, a la políti- casos: 68
ca en particular, si consideramos que en esos años, cuando
1. Educación laica y anticlerical, pero sin tocar lo relativo al
el conflicto revolucionario todavía no llegaba a su fin, una
sexo; los conocimientos de la naturaleza de la mujer res-
de las principales preocupaciones fue el repoblamiento del
tringidos a escuelas secundarias y Normales, “siempre
país; de ahí que se inculcara en las madres la función de
que se tenga la seguridad de que la mujer ha adquirido
productoras de futuros ciudadanos para la patria. Esta idea
ya la facultad de concebir”.
se convirtió en una constante en el discurso posrevolucio-
nario, de tal manera que la maternidad como obligación 2. Introducción a la educación racionalista, pero no su in-
moral, imperante en el siglo XIX, se transformó en una obli- mediata implementación, sino hasta que las educadoras
gación política. Para Hermila, la mujer tenía el derecho y la conocieran bien sus objetivos.
obligación de orientar su sexualidad hacia la formación de
uniones que repercutieran en la renovación social. 3. Dedicación a nuevas actividades, artes y ciencias, pero
El Congreso se estructuró en función de preguntas sólo las consideradas femeninas: fotografía, encuader-
que fueron elaboradas por el propio Alvarado y que debían nación, joyería, trabajos de henequén, imprenta, litogra-
ser analizadas y respondidas por una comisión. Las interro- fía y medicina (por los cuidados femeninos que puede
gantes planteadas en el primero fueron: requerir un paciente).

4. Puede la mujer del porvenir desempeñar cualquier cargo


¿Cuáles son los medios sociales que deben emplearse para
público que no exija vigorosa constitución física, pues no
manumitir a la mujer del yugo de las tradiciones?
habiendo diferencia alguna entre su estado intelectual y
¿Cuál es el papel que corresponde a la escuela primaria en el del hombre, es tan capaz, como éste, de ser elemento
la reivindicación femenina, ya que aquélla tiene como dirigente de la sociedad. Es decir, crear la posibilidad de
finalidad preparar para la vida? votar y ser votadas.
Si uno de los objetivos de Alvarado para promover el con-
¿Cuáles son las artes y ocupaciones que debe fomentar y greso era que se aprobara la educación racionalista,69 no
sostener el Estado, y cuya tendencia sea preparar a la lo logró. La idea de emancipación femenina a través de la
mujer para la vida intensa del progreso? educación, mostró rasgos innovadores en cuanto al tipo de

¿Cuáles son las funciones públicas que puede y debe des-


empeñar la mujer a fin de que no solamente sea ele- 68 El informe del Congreso, en op. cit., pp. 129–131.
69 Formación científica y racional, mixta y laica, complementada con
mento dirigido sino también dirigente de la sociedad?
educación moral, estética y física para que fuera integral, y en donde
se desarrollaran todas las capacidades del individuo para formar seres
humanos libres.
136

educación que se perseguía, pero todavía supeditada al Yucatán perseguía; además, persistieron ciertas ideas so-
objetivo de inculcar a la mujer los conocimientos que la ayu- bre la complementariedad entre los sexos, sobre todo a la
darían a cumplir sus deberes como esposa. La participación hora de definir nuevos derechos de participación política
de la señorita Ascanio con su ponencia “El feminismo en y educación. De este modo, preparar intelectualmente a la
70
acción” es ilustrativa al respecto. La delegada al congre- mujer serviría para que la pareja pudiera complementarse
so asumió la educación como el punto de partida para la en cualquier dificultad; hacerle comprender la responsabi-
reivindicación de los derechos de la mujer, y se manifestó lidad de sus actos y a la vez instruirla para conocer, al
a favor de la educación mixta, fuente del progreso que la casarse, cuáles eran sus derechos y obligaciones, tenía por
pondría en contacto con el sexo opuesto, para colocarse en objetivo “no acudir a otro confesor que su conciencia”; es
el mismo plano intelectual y hacer frente a la lucha por la decir, para suprimir a la religión del modelo de familia que
subsistencia. No obstante, sus reflexiones estaban encami- se estaba esbozando como pilar del nuevo orden social
nadas a prepararla para “ser alma de su casa”. emanado de la Revolución.
La resolución del congreso de rechazar el sufragio
fue otro duro golpe para Alvarado quien esperaba, en un Galindo se pronunció por
futuro próximo, contar con el voto de las mujeres para su
elección como gobernador de Yucatán. El tema fue muy dis-
el amor libre, entendido
cutido por liberales y conservadoras. Para estas últimas, las como la unión de dos personas
leyes sólo podían ser elaboradas por quienes eran capaces que, gracias a los jefes
de sostenerlas con la espada en la mano, en este caso, los revolucionarios, llegarían a
hombres.71 Las liberales defendían por su cuenta el derecho tener los mismos derechos.
al voto, “por lo menos en las elecciones municipales”, a
manera de ensayo, sí, pero también porque la organización
municipal les parecía similar a la del hogar, además de que El Segundo Congreso Feminista se llevó a cabo en
ahí se trataban asuntos que les concernían directamente, noviembre de 1916. Para realizarlo se argumentó que en
como la higiene y la salud pública. esa nueva ocasión se orientara, mediante un mayor número
En el informe del Primer Congreso Feminista, se de consideraciones y razones, a “lograr la alta finalidad
hizo manifiesto el interés por mejorar las condiciones de las que persigue la mujer moderna, de independizarse, des-
mujeres para reducir la desigualdad entre los sexos, pero enajenándose del viejo tutorado matrimonial, haciéndose
todavía subordinado a los objetivos que el gobernador de fuerte para los combates rudos que tiene que librar por
la existencia y para ser a la vez una eficaz colaboradora
del hombre”.72 Dentro de los temas en torno a los cuales
70 Ascanio, “El feminismo en acción”, en Ana Lau Jaiven y Carmen Ra- se organizó, se incluyeron asuntos de orden político que
mos, Mujeres y Revolución 1900–1917, op. cit., pp. 244–247.
71 Aurora Cortina G. Quijano, “Los congresos feministas de Yucatán 72 La mujer moderna, núm. 75, 7/mayo/1917, citado en Rosa María
en 1916 y su influencia en la legislación local y federal”, en Anuario Valles Ruiz, “Segundo Congreso Feminista en México: Una historia olvida-
Mexicano de Historia del Derecho, núm. 10, Instituto de Investigaciones da”, en Revista de Investigación Social ICSHU, Universidad Autónoma del
Jurídicas, UNAM , México, 1998, p. 177. Estado de Hidalgo, 2012, p. 131.
137

posteriormente serían sometidos a la consideración del si- las preguntas planteadas en la convocatoria. Inició con una
guiente Congreso Constituyente de la Nación. Los cuatro defensa del escándalo que suscitó “La mujer en el porve-
temas generales fueron: nir”; a la acusación de “propagandista de la inmoralidad”
afirmó que la verdad no estaba reñida con las normas de la
1. Si la escuela primaria debe iniciar a las mujeres en
buena conducta, y que el único objetivo de su lucha era la
actividades que hasta ahora fueron únicamente para
emancipación de la mujer de la situación abyecta en que se
hombres. ¿Cuáles son esas artes y ocupaciones?
encontraba. Aunque este texto no suscitó el revuelo del ante-
2. ¿Cómo se hace para “convertir” a la mujer en agente rior, manifestó ideas muy revolucionarias sobre los derechos
de difusión científica y de la libertad? femeninos, y defendió sus tesis anteriores sobre matrimonio
y sexualidad, educación moderna y participación política.
3. Las mujeres y el voto. ¿Electoras y candidatas? En contra de la educación tradicional que mante-
nía a la mujer en constante tutela para evitarle el contacto
4. En caso de divorcio, ¿quiénes deben hacerse cargo de los con la malicia del mundo, Galindo proponía una educación
hijos? abierta a los conocimientos que recibían los hombres, que
De nuevo, en este congreso, en el que participaron combatiera la ignorancia y saciara su curiosidad por lo
cerca de 200 mujeres, se observaron posturas contrarias desconocido para no caer presa del “yugo que la envilece”
de conservadoras y avanzadas. Entre las últimas se encon- o de los peligros que acechaban en un confesionario.74 Se
traban correligionarias de Hermila Galindo, como Elena pronunció por el amor libre, entendido como la unión de
Torres y Salomé Carranza. Ambas delegadas declararon en dos personas que se eligen libremente y que, gracias a los
entrevistas previas a la reunión que era una arbitrariedad jefes revolucionarios, llegarían a tener los mismos derechos
que, siendo la mujer y el hombre iguales, no se hubiera y las mismas prerrogativas, porque “sin amor, el matrimonio
dado a aquélla las mismas prerrogativas políticas, religio- es un negocio, y sin él el hogar se convierte en un infierno,
sas y sociales. Como activistas adscritas a las ideas libera- en lugar de ser el centro de todos los afectos íntimos en
les revolucionarias, buscaban como primera concesión la donde se cultiven las virtudes y en donde se forjen el alma
igualdad política y se declaraban a favor del voto, pero no y el temple de las generaciones del porvenir”.75 Preparar a
en igualdad de circunstancias que el sufragio de los hom- las mujeres del futuro significaba otorgarles una educación
bres. Esta ala radical dominó entre las asistentes al Segundo libre de tapujos morales que desenmascarara los vicios
Congreso. sociales, que enseñara las bondades del amor libre y la
Hermila Galindo no asistió al congreso por cues- sexualidad.
tiones de salud pero, al igual que en el primero, envió una Hermila insistió en la necesidad de educar a las
ponencia, “Soy una mujer de mi tiempo”, leída por su re- jóvenes en determinados conocimientos fisiológicos, sobre
73
presentante, Elena Torres; en ella expuso su posición sobre todo porque en su ignorancia, iría al matrimonio a ciegas y,
víctima de un pudor mal entendido, se uniría a un hombre
73 Hermila Galindo, “Soy una mujer de mi tiempo. Estudio de la seño-
rita… con motivo de los temas que han de resolverse en el Segundo Con-
greso Feminista de Yucatán, Noviembre 20 de 1916”, en Ana Lau Jaiven y 74 Ibid; pp. 257-258.
Carmen Ramos, Mujeres y Revolución 1900–1917, op. cit., pp. 248–269. 75 Ibid; pp. 259.
138

enfermo o incapaz de procrear hijos sanos. Por ello también era mediante la práctica. Éstos y otros argumentos fueron
celebraba la Ley de Divorcio promulgada por el Jefe Supre- puestos sobre la mesa antes de elaborarse los dictámenes
mo de la Revolución, ya que el divorcio como simple sepa- del congreso.
ración de cuerpos, era lo que había empujado al hombre Sobre el tema de la educación en las escuelas, las
a la búsqueda de uniones pasajeras y propiciado la pros- delegadas elegidas se pronunciaron por la formación de la
titución, a la vez que había convertido a la esposa en una mujer en artes y oficios que le facilitaran un medio de sub-
víctima del marido bajo una condición de esclavitud. Por sistencia. La escuela primaria debía incluir en su programa
el contrario, el divorcio sustentado en una moral científica materias como telegrafía, tintorería, fotografía, sastrería,
suponía para Galindo que ambas personas pudieran crear sombrerería, orfebrería, litografía, mecanografía y taqui-
otra unión auténtica y formar una nueva familia que descan- grafía.78 Y aunque el acuerdo se adornaba con un enun-
sara en la sexualidad legítima, el amor y la dignificación de ciado que calificaba estas ocupaciones como exclusivas
la mujer. El otro cimiento de la dignificación femenina con- del hombre, se puede apreciar que, de hecho, no lo eran
sistía en que el Estado proporcionara los medios necesarios tanto ya que eran las mismas desempeñadas por las mujeres
para lograr su manumisión. desde el siglo anterior. Lo no-
En cuanto a la La fracción liberal o avanzada vedoso, en todo caso, estaba
participación política de las defendía el derecho al voto, “por lo en que los conocimientos se
mujeres expresó de manera
menos en las elecciones municipales”, impartieran desde la edu-
contundente: “Es de estricta cación primaria y en que se
justicia que la mujer tenga el
porque la organización municipal les establecieran salas anexas
voto en las elecciones de las parecía similar a la del hogar. para tales fines. Por ello las
autoridades, porque si ella tie- discusiones al respecto provo-
ne obligaciones para con el grupo social, razonable es, que caron varios puntos de desencuentro; las maestras yucate-
no carezca de derecho”.76 Argüía que si ella debía cumplir cas sintieron que, al hablar sobre si los niños podrían o no
los mandatos de las autoridades, entonces debía tener el aprender las nuevas materias, se cuestionaba su capacidad
derecho de elegirlas; además, si existían leyes que deci- como profesoras. En general, la discusión se daba en torno
dían la parte más importante de sus vidas, tales como las a si esas nuevas enseñanzas debían impartirse en escuelas
referentes al matrimonio y a la patria potestad, lo justo era primarias, vocacionales o de artes y oficios.
que interviniera en su elaboración. Las mujeres necesitaban
el voto “por las mismas razones que los hombres: es decir,
para defender sus intereses particulares, los intereses de
sus hijos, los intereses de la Patria y de la humanidad, que 78 Las resoluciones del Segundo Congreso Feminista han sido toma-
miran a menudo bastante distinto que los hombres”.77 Para das de La Mujer Moderna, núms. 53, 18/noviembre/1916, 63, 11/

ella la única forma de avanzar en los asuntos de la política febrero/1917, 66, 4/marzo/1917, 70, 15/abril/1917 y La Voz de la
Revolución, Mérida, 27/noviembre/1916, citados en el trabajo de Rosa
María Valles Ruiz, “Segundo Congreso Feminista en México: Una historia
76 Ibid., p. 265. olvidada”, en Revista de Investigación Social ICSHU , Universidad Autónoma
77 Ibid., p. 266. del Estado de Hidalgo, 2012, pp. 138–153.
139

En cuanto al dictamen sobre la tutoría de los hijos Toda esta discusión se debía a que desde finales
en caso de divorcio, se propuso que el “cónyuge culpable” del siglo XIX, con las influencias extranjeras acerca de la de-
tuviera la posibilidad de observar la forma como el “cónyu- generación en el desarrollo de las sociedades, y el auge del
ge inocente” educaba a sus hijos. En donde se suscitó una positivismo, se consideraba que las enfermedades mentales,
amplia discusión fue en el punto referente al principio de por ejemplo, eran incurables y, por lo tanto, sólo podían
selección en el matrimonio. Había un franco apoyo a que controlarse por medio de normas preventivas; así, “las ten-
el hombre presentara un certificado médico que acreditara dencias hacia la criminalidad y otros fenómenos relaciona-
su buena salud antes del matrimonio, para que la mujer no dos con la marginalidad urbana (prostitución, alcoholismo y
cayera en manos de, por ejemplo, un sifilítico. Sin embargo, toxicomanías) fueron también vistos como efectos o causas
una de las congresistas señaló que el acuerdo sería deficien- de un proceso de degeneración con carácter hereditario”.80
te si sólo se consideraba la selección desde el punto de vista
del hombre: otros aspectos debían tomarse en cuenta: “Los
“Es de estricta justicia que la mujer
jugadores y los briagos son peores que los sifilíticos porque
arrastran a su familia al desastre”.79 Entonces, si las mujeres
tenga el voto en las elecciones de
estaban pugnando por ser iguales a los hombres, también las autoridades, porque si ella tiene
padecían enfermedades y debían someterse a un examen al obligaciones para con el grupo social,
igual que los hombres. razonable es, que no carezca de
Las voces subieron de tono cuando algunas dele-
derecho”, Hermila Galindo.
gadas defendieron que la esposa era pura en el hogar y,
por lo tanto, si enfermaba era culpa del hombre, mientras
otras apoyaban la idea de que también la mujer presentara De hecho, los gobiernos posrevolucionarios consideraron
un certificado. Al no haber acuerdo entre ambas posiciones estas ideas posteriormente para poner en marcha un progra-
se concluyó que, finalmente, si las leyes no podían interve- ma de eugenesia enfocado a controlar los males sociales de
nir en los sentimientos de las parejas, siempre quedaba el la época y, al hacer énfasis en las relaciones madre–hijo, la
remedio de la cuarentena, durante la cual los tratamientos maternidad pasó a ser un asunto del Estado.
médicos adecuados ayudarían a paliar los males. Hablar El tema del sufragio también causó un revuelo
abiertamente sobre estos temas indicaba que el ala liberal formidable; las delegadas se dividieron y fijaron posturas
consideraba la opción de intervenir en la selección de su encontradas. Las que estaban en contra del voto argumenta-
pareja, y en la del divorcio en caso de contraer una en- ban que “todavía era temprano” para que la mujer votara,
fermedad hereditaria, aunque aportaba como justificación pues se necesitaban años, siglos, para estar preparadas.
principal a su descendencia. Una de las congresistas, Consuelo Andrade, replicaba que
su rechazo al voto político se debía a que “nos amargaría

80 Beatriz Urías Horcasitas, “Degeneracionismo e higiene mental en el


79 Porfiria Ávila de Rosado, en La Voz de la Revolución, Mérida, 27/ México posrevolucionario (1929–1949)”, en Frenia, Revista de Historia de
noviembre/1916, en Ibid., p. 144. la psiquiatría, vol. IV, fascículo 2, España, 2004, p. 41.
140

la vida”, porque la mujer era apasionada y tendría muchos


disgustos si sus candidatos no salían triunfadores.81 En ge-
neral, las premisas en contra se centraban en que el ejer-
cicio del sufragio traería como consecuencia el descuido
del hogar y en que la falta de preparación las llevaría al
fracaso. Aprovecharon para tachar a las defensoras del
voto de “exaltadas feministas” y apoyaron la idea de que
su responsabilidad cívica, y por ende pública, estaba en
formar a los ciudadanos honrados del futuro.
Las delegadas de avanzada justificaban sus de-
mandas explicando que el hombre no necesitó siglos de
preparación para votar; además, si a la mujer se le estaban
concediendo todos los derechos, entonces ¿por qué no los
políticos? Pretendían ser compañeras del hombre en todas
sus luchas, incluidas las políticas. En cuanto al descuido del
hogar, el ala liberal señalaba que no se perdía tiempo al Los argumentos en contra del voto
votar, al fin y al cabo, para votar, el hombre no abando- femenino se centraban en la influencia
naba el hogar. En el dictamen final se aceptó que la mujer de la Iglesia católica sobre las
podría votar, pero no ser votada. Asimismo, el diario La
mexicanas.
Voz de la Revolución informó que derivado del congreso, se
habían fundado dos clubes políticos feministas para apoyar
las candidaturas de Venustiano Carranza como presidente
de la República y Salvador Alvarado como gobernador de
Yucatán,82 con lo cual se demostraba que persistió el inte-
rés de las mujeres liberales por involucrarse en los asuntos
políticos.

81 En Rosa María Valles Ruiz, “Segundo Congreso Feminista en México:


Una historia olvidada”, op. cit., p. 149.
82 Aurora Cortina G. Quijano, op. cit., p. 181.
141

Las leyes emanadas de la Algunas propuestas de los Congresos


feministas fueron consideradas dentro
Revolución ¿y los derechos de de la Ley de Relaciones Familiares
las mujeres? en 1917.
En Yucatán, en cambio, con la llegada al poder de
Felipe Carrillo Puerto, se promulgó una ley que otorgaba a
Algunas propuestas de los congresos feministas fueron toma-
las mujeres el derecho al voto en 1922. Ese mismo año, una
das en consideración por el Jefe Supremo de la Revolución
maestra participante del Primer Congreso Feminista, Rosa
a la hora de ordenar la elaboración de la Ley de Relaciones
Torres, fue nombrada concejal de Mérida, convirtiéndose
Familiares en 1917. En el capítulo IV, los derechos y obli-
en la primera mujer en México en ocupar un cargo público.
gaciones de los cónyuges se establecían sobre una base
Esta ley produjo, además, a las primeras legisladoras del
de igualdad; asimismo, se le otorgó a la mujer la mayoría
país en 1923. Elvia Carrillo Puerto, hermana del goberna-
de edad dentro del núcleo familiar y obtuvo el derecho de
dor, Raquel Dzib y Beatriz Peniche, compitieron por los dis-
disponer y administrar sus bienes sin autorización del ma-
tritos quinto, segundo y tercero respectivamente, obteniendo
rido. Estas concesiones no significaron que ellas lograran
la mayoría en las urnas.83 Sus triunfos fueron reconocidos y
las libertades por las que estaban luchando y en algunos
ellas ocuparon sus puestos. Sin embargo, su función como
rubros la ley siguió siendo muy restrictiva en cuanto a sus
legisladoras duró poco menos que el cargo de Carrillo Puer-
derechos. Por ejemplo, no podían trabajar sin consentimien-
to como gobernador, asesinado en 1924.
to del esposo; en cambio, quedaba bajo su responsabilidad
En 1923, el gobernador de San Luis Potosí, Aurelio
la atención de todos los asuntos domésticos.
Manrique, también aprobó una ley en que las mujeres po-
Hermila Galindo, por su parte, envió al Congreso
dían votar y ser candidatas a puestos de elección popular.
Constituyente un escrito pidiendo la igualdad de derechos
Elvia Carrillo Puerto aprovechó el espacio que en Yucatán
políticos. La demanda de sufragio femenino no prosperó:
le había sido vetado, estableció su residencia legal en el
se determinó que la mayoría de las mujeres carecía de las
estado y lanzó su candidatura. Ganó la elección por una
condiciones necesarias para ejercer los derechos políticos
abrumadora mayoría, pero nunca llegó a ocupar su curul.
–premisa que no aplicó a la hora de decidir sobre el voto
El otro estado que promulgó igualdad de derechos políticos
de, por ejemplo, los hombres analfabetas–. Prevaleció como
fue Chiapas en los mismos años. En los tres casos, la ex-
enérgica justificación que las mexicanas estaban influidas
periencia resultó efímera; duró mientras los gobernadores
por la Iglesia, lo cual sólo podía beneficiar a los círculos
progresistas que la aprobaron estuvieron en el poder. No
conservadores del país. Y, aludiendo a las ideas imperantes
obstante, sentaron una base importante para la lucha que
del siglo XIX, se aseveró que la mujer no había salido de su
las sufragistas libraron en pro de sus derechos, hasta la
esfera ni estimaba necesario participar en asuntos políticos,
obtención del voto en 1953.
en tanto que sus intereses estaban representados por los
hombres de la familia. 83 Ibid., pp. 184–185.
142

El feminismo a principios
Su aproximación a los movimientos internacionales
se tradujo en la organización del Primer Congreso Feminista
de la Liga Panamericana de Mujeres en la Ciudad de México

de los años veinte en mayo de 1923. Su antecedente fue el Congreso de Muje-


res Votantes celebrado en la ciudad de Baltimore, Estados Uni-
dos, en 1922, al que asistió una delegación de mexicanas,
entre las que se encontraban Elena Torres, Eualalia Guzmán,
Es importante recordar que la mayoría de las asistentes a Luz Vera y Julia Nava de Ruisánchez.85 Al congreso en México
los congresos feministas fueron maestras; este sector de la asistieron personalidades como Matilde Montoya y Margarita
clase media fue el primero en organizarse al consolidarse Robles de Mendoza, y se destacaron por sus ideas progre-
la Revolución, para seguir luchando por la participación de sistas Elvia Carrillo Puerto y Elena Torres; también acudieron
las mujeres en los ámbitos político y social del país. Una representantes de organizaciones norteamericanas y la Aso-
de estas primeras organizaciones fue el Consejo Feminista ciación de Mujeres Cristianas. Se adoptaron resoluciones
Mexicano en 1919, dirigido por las maestras comunistas encaminadas a otorgar mayores derechos a las mujeres en
Elena Torres, Refugio García y Estela Carrasco, cuyo enfo- todos los planos,86 tanto públicos como de la esfera privada.
que era el trabajo por la emancipación política, económica Como afirma Gabriela Cano, las conclusiones a las que lle-
y social de las mujeres, dirigido especialmente a las traba- garon constituyeron un verdadero proyecto de acción política
jadoras. Su relación más importante se dio con la izquierda, feminista. De hecho, mostraron un significativo avance en
al considerar que la igualdad entre ambos sexos podría relación con los congresos de 1916.
impulsarse a través de la lucha de clases.84 Se reclamó la igualdad civil para que las mujeres
Al involucrar cuestiones de esta índole, su feminis- pudieran ser elegidas en cargos de administración. Respec-
mo fue más allá de la lucha por los derechos políticos y to a la ponencia que presentó Elena Torres –contribución va-
legales de las mujeres. Sus ideas reformistas se transforma- liosa a los temas civiles–, se cuestionaron algunos artículos
ron en experiencias colectivas de mayor alcance al inser- de la flamante Ley de Relaciones Familiares que “constituían
tarse en movimientos sociales y traducirse en agentes de una radical desigualdad”. Se abogó por la aplicación de
cambio. Así, participaron en la conformación de partidos una sola moral para ambos sexos, tanto en asuntos de con-
y agrupaciones, y eligieron para su activismo las reuniones ducta dentro del matrimonio, como en las condiciones de
internacionales, entre otras estrategias. Por otro lado, poco divorcio y patria potestad, ya que las leyes dejaban a la
a poco fueron abandonando la convicción comunista que mujer divorciada en condición de “tutoreada del marido”.
les impedía su interlocución con el Estado, cuestión que juz- Con relación a los derechos civiles, es interesante rescatar
gaban a todas luces imprescindible para que sus demandas
prosperaran. 85 Gabriela Cano, (Selección e introducción), “México 1923: Primer
Congreso Feminista Panamericano”, en Debate feminista, año. 1, vol. 1,
México: marzo, 1991, p. 309.
86 El documento Conclusiones del Primer Congreso Feminista de la Liga
84 Ana Lau Jaiven, “Mujeres, feminismo y sufragio en los años veinte”, Panamericana de Mujeres puede consultarse en Julia Tuñón, op. cit., pp.
en Gisela Espinosa Damián y Ana Lau Jaiven (coords.), op. cit., p. 71. 248–259.
143

la participación de feministas moderadas como Sofía Villa Las congresistas elevaron una petición para que
de Buentello, cuyo juicio expresado en el congreso y publi- se estableciera igualdad de derechos políticos, y también
cado previamente en 1921, en su libro La mujer y la ley, trataron asuntos de carácter económico que incorporaron,
resulta admirable. entre otras cosas, una solicitud para modificar el artículo
Villa de Buentello, como representante de un fe- 123 de la Constitución a fin de que la mujer percibiera
minismo más conservador, no dejaba de tener razón al el mismo salario que el hombre en puestos iguales, y en
argumentar que no aceptaba el divorcio porque, en las todos los casos que éste correspondiera al costo de la vida.
condiciones imperantes de desigualdad sociales y legales, En estas modificaciones incluyeron tomar en cuenta a las
la mujer divorciada era prácticamente ultrajada, mientras la trabajadoras del servicio doméstico, para que tuvieran pro-
sociedad se inclinaba a creer que la conducta del marido tección en salarios, salud, instrucción y buenas condiciones
87
era la autorizada por la ley. Igualmente cuestionaba la de habitación. También se propuso la creación de casas
idea de que el marido mantuviera el hogar como condición de maternidad y de cuna para las mujeres del proletaria-
para limitar el derecho de la esposa al trabajo remunerado, do. En otros rubros de protección a la mujer alcanzaron un
pues este requerimiento podía satisfacerse con una cantidad dictamen muy amplio que abarcó prostitución, migración,
mínima, misma que servía para afirmar su autoridad dentro explotación y alcoholismo.
de la familia.88 Si bien se trataba de un feminismo modera- Abordaron el asunto de la sexualidad consideran-
do de corte liberal –entendido sobre todo desde la igualdad do que era un error admitir dos tipos distintos de conduc-
ante la ley–, este planteamiento de los años veinte sigue ta moral para hombres y mujeres, y que la época actual
vigente en muchas relaciones familiares. Sofía incluso se requería de una conciencia más amplia para juzgar las
adelantó a su tiempo al proponer que la jefatura de familia uniones de las parejas. En el mismo capítulo asentaron que
debía ser responsabilidad del miembro mejor capacitado, el control de la natalidad constituía un verdadero problema
independientemente de su sexo. social y en algunos casos era necesario; no obstante, la
implementación de programas que incluyeran la difusión de
En el Primer Congreso Feminista de métodos anticonceptivos no prosperó y se argumentó que el
la Liga Panamericana de Mujeres, país no estaba preparado para ello. Cabe señalar que esta
discusión se daba un año después de que los grupos con-
celebrado en 1923, las delegadas
servadores del país iniciaran una verdadera cruzada contra
presentaron avances sustanciales en una campaña sobre control de la natalidad, promovida en
sus demandas por derechos laborales Yucatán. De cualquier manera puede apreciarse que, en los
e igualdad dentro del matrimonio. pocos años de distancia entre los congresos yucatecos y
el panamericano, las experiencias de las mujeres liberales
87 Carmen Ramos Escandón, ”Desafiando el orden legal y las limita- produjeron demandas mucho más acabadas y de una cla-
ciones en las conductas de género en México. La crítica de Sofía Villa de
ridad propia de quienes seguían inmersas en la batalla por
Buentello a la legislación familiar mexicana 1917–1927”, en La Aljaba,
segunda época, Revista de estudios de la mujer, vol. VII, 2002, Universi-
sus derechos.
dades de La Pampa, Luján y Comahue, Argentina, p. 85.
88 Ibid., p. 97.
144

Otra batalla feminista


Ideas tan modernas confrontaron de lleno a los gru-
pos conservadores, primero de Yucatán y luego de todo el
país, lo que las llevaría al fracaso en poco tiempo: una cosa
era que el empleo de métodos anticonceptivos tuviera lugar
Durante el Congreso Panamericano, Elvia Carrillo Puerto desde hacía siglos y otra que se hiciera público. Asimismo,
distribuyó un panfleto, que circulaba en Yucatán desde el como señala Anna Macías, los métodos explicados en el
año anterior, referente al control de la natalidad. La Liga folleto eran inaccesibles para la gran mayoría de la pobla-
Feminista Rita Cetina Gutiérrez, de corte socialista, se había ción, tanto por su analfabetismo como por sus condiciones
dedicado a difundirlo desde que, en febrero, el gobernador materiales.90 Otras autoras opinan que el objetivo de la Liga
Carrillo Puerto lo mandó publicar. “La regulación de la nata- Feminista era llamar la atención de las mujeres sobre su
lidad, o la brújula del hogar” de Margaret Sanger contenía derecho a decidir el número de hijos, independientemente
información sobre métodos anticonceptivos, cuya práctica del método, y que la maternidad no estuviera marcada por
estaba prohibida por la ley en Estados Unidos, pero no en una rancia moralidad.91 Aunque se trataba de una visión
México. Su objetivo era evitar que las parejas tuvieran más moderna que no tenía eco en una mayoría rural ajena a
hijos de los que podían mantener, sobre todo las familias dichas prácticas y carente de medios para aplicarlas, hay
de la clase trabajadora. La autora declaraba que “la mujer que reconocer en la difusión de la campaña un feminismo
debe hacer uso de su derecho de negarse a poblar la tierra profundamente liberal, no falto de valor para la época
de esclavos y llenar el Mercado de niños explotados”. 89 en que las ideas conservadoras dominaban en todos los
En Yucatán la idea originó la creación de clínicas para el espacios.
control de la natalidad, con miras a atender a las parejas La propaganda suscitó reacciones muy firmes en
proletarias y a las prostitutas, con lo cual se controlarían de contra; la mayoría de las opiniones iban en defensa de la
paso las enfermedades venéreas. función maternal como misión suprema de la mujer y por
ende, de la tradición y la moral. Además, la campaña de
control natal contribuía a la disminución de la población en
La circulación del panfleto sobre
un momento histórico en que se perseguía lo contrario. El
control de la natalidad en Yucatán escándalo adquirió dimensión nacional y su abanderado
suscitó un escándalo que adquirió fue el periódico Excélsior. El director, Rafael Alducin, reseñó
dimensión nacional. En respuesta, en marzo de 1922 que “el reparto de folletos inmorales
Excélsior organizó e instituyó, relacionados con la maternidad ha causado una enorme
indignación en todos los círculos sociales […], nunca la
en 1922, una celebración a las
sociedad yucateca había recibido ultraje mayor”.92
madres todos los 10 de mayo.
90 Anna Macías, op. cit., p. 118.
91 Martha Acevedo, El 10 de mayo, México: SEP /Martín Casillas Edito-
89 Margaret Sanger, “La regulación de la natalidad o la brújula del res, 1982, p. 16; Monique J. Lemaître, Elvia Carrillo Puerto. La monja roja
hogar”. El folleto puede consultarse en Martha Eva Rocha Islas, El álbum del Mayab, México: Editorial Castillo, 1998, p. 45.
de la mujer…, op. cit., pp. 278–282. 92 Excélsior, 10/marzo/1922, en Martha Acevedo, op. cit., pp. 10–11.
145

El golpe definitivo contra estas ideas progresistas entera manifieste, con una fórmula banal si se quiere,
vino del mismo periódico, al organizar e instituir una cele-
pero profundamente significativa, que no hemos
bración a las madres todos los días 10 de mayo. El 13 de
llegado de ninguna manera a esa aberración que
abril de 1922 publicó:
predican los racionalistas exaltados, sino que, lejos de
[…] a propósito de una costumbre que deberíamos ello, sabemos honrar a la mujer que nos dio la vida.94
imitar imperiosamente y ésta es dedicar un día a
La prensa, como había ocurrido siempre, ejerció
enaltecer a la madre, a hacer un monumento de amor y su papel como garante de la decencia. Mientras las pro-
de ternura a la que nos dio el ser, a manifestar en una gresistas yucatecas combatían en el campo los prejuicios
palabra que todos los sacrificios, que todas las infinitas sexuales y raciales, y el fanatismo religioso aconsejando a
ansiedades de que es capaz el corazón de la mujer las mujeres que se alejaran de las iglesias y se instruyeran
cuando se trata de sus hijos, sean valorados por éstos.93 para hacerse libres, los círculos conservadores obtuvieron
cobertura nacional por medio de los periódicos. Excélsior
Fue así como, enalteciendo las virtudes de la madre, sacrifi- aglutinó a instituciones tan poderosas como las educativas,
cio, ternura y todas las bondades propias de su condición, la Iglesia y el comercio; este último, favorecido especial-
no sólo se impugnaban las ideas liberales sobre el control mente, siguió reproduciendo el ideal de mujer dedicada al
de la natalidad, sino que prácticamente se regresaba a la hogar en la oferta de sus productos. El 10 de mayo fue un
mujer a su esfera, de la cual no debió salir. La campaña factor importante de unidad nacional que, entre otras cosas,
reafirmó su reclusión en el hogar y su subordinación; para contribuyó a marginar los incipientes movimientos socialis-
que al lector no le quedara duda acerca de algunos de los tas con que los gobiernos posrevolucionarios no coincidían.
motivos que originó tan sensible idea, Excélsior explicó que: El periódico publicó cinco años después que el Día de las
Madres era ya una institución nacional que congregaba los
sentimientos de todos los mexicanos y, para 1949, dicha
Hoy, en el extremo meridional del país, se ha venido
institución quedó labrada en piedra cuando se inauguró el
emprendiendo una campaña suicida y criminal en
Monumento a la Madre.
contra de la maternidad, cuando en Yucatán elementos Las mujeres liberales de la época posrevolucio-
oficiales no han vacilado en lanzarse a una propaganda naria se toparon con ésta y otras tácticas, que restringían
grotesca, denigrando la más alta función de la mujer su actuación ante cualquier intento de emancipación –por
que no sólo consiste en dar a luz sino en educar a los ejemplo, el concurso de la “India bonita” auspiciado por
hijos que forma su carne, es preciso que la sociedad el periódico El Universal en 1921, que buscó resaltar los

93 Excélsior, 13/abril/1922, en Ibid., p. 9. 94 Ibid.


146

La autora de “La regulación de la


natalidad, o la brújula del hogar”
declaraba que “la mujer debe hacer
uso de su derecho de negarse a
poblar la tierra de esclavos y llenar
el Mercado de niños explotados”.
María Bibiana Uribe, la India Bonita Centenario de la Consumación de la
Independencia, 1921. Archivo General de la Nación, Archivo fotográfico Díaz,
Delgado y García, caja 3/18 ADAI 2005.
atributos físicos femeninos y de paso abonar al pensamien-
to indigenista, entonces en auge–; ello las llevó en muchas
ocasiones a buscar acuerdos con las élites políticas, para
que sus demandas por una igualdad en todos los ámbitos
fueran escuchadas. También, como apunta Gabriela Cano,
las feministas de esta época tuvieron que marcar las dife-
rencias entre los sexos para pedir nuevos derechos:95 su
concepción como madres capaces de mayores sacrificios
y de una moral superior, ofrecía a la política un elemento
benéfico para la sociedad. Este principio sostenía en buena
La participación de las mujeres
medida su demanda por el ejercicio de la ciudadanía con en la Revolución Mexicana fue
todas las prerrogativas: la diferencia y la maternidad se mucho más allá de la establecida
constituyeron en valiosas estrategias a su alcance. dentro del estereotipo de la
soldadera valiente, sumisa y
servicial, o de la heroína capaz
de sacrificios sobrehumanos.

95 Gabriela Cano, “México 1923: Primer Congreso Feminista Paname-


ricano”, op. cit., p. 312.
147

Reflexiones finales
Algunos autores han dado a la Revolución Mexi-
cana la connotación de madre de los derechos políticos de
las mujeres: podemos afirmar que, si bien no lograron estas
reivindicaciones, el proceso les abrió espacios de partici-
Las mujeres comenzaron a movilizarse tiempo antes de que pación nunca antes vistos y, al incorporarse a la guerra y
iniciara el proceso revolucionario y, con los medios que posteriormente a los proyectos de reconstrucción nacional,
tenían a su alcance, demostraron su inconformidad ante la hicieron política. Enarbolaron las banderas del liberalismo
cultura patriarcal que las subordinaba en todos los órdenes: que la oposición defendía y las utilizaron para demandar
legal, laboral, educativo, cultural y político. Un conjunto de sus derechos. Si había que pelear por la democracia y que
factores, entre los cuales pueden citarse el acceso a una el sufragio fuera efectivo, el derecho al voto para ellas tam-
mayor educación, el trabajo remunerado y el desarrollo de bién. ¿Libertad de expresión?, sí, pero por su prerrogativa
la oposición al régimen de Porfirio Díaz, les brindó un es- al espacio público a través de la prensa, la propaganda,
pacio sin precedentes para organizarse y participar, tanto su organización en sindicatos y las manifestaciones en la
en el proceso de gestación de la Revolución, como en el calle. ¿Regresar al Estado laico?, sí, para emancipar a la
movimiento armado. Con ello, no sólo apoyaron las causas mujer de la dominación de la Iglesia y del pensamiento
que inspiraban a las distintas corrientes ideológicas revolu- conservador. Con la experiencia adquirida durante la gesta
cionarias, sino que cuestionaron el orden familiar existente revolucionaria, transformaron el modelo de domesticidad
al modificar el patrón del ideal femenino dominante en la que les había sido impuesto y fueron desarrollando a la par
época. que sus demandas de justicia para todos, un pensamiento
Al involucrarse en el movimiento, las mexicanas feminista que reclamaba nuevos derechos.
hicieron públicas sus ideas en contra de la dictadura, pero Fue así que al consolidarse la Revolución, las en-
también reaccionaron ante el sistema legal y el discurso contramos debatiendo sobre temas tan progresistas, que
positivista que reforzaba su reclusión. Otras muchas par- pusieron en jaque tanto a las autoridades revolucionarias li-
ticiparon desde los diversos ámbitos que les marcaba su berales, como a los grupos conservadores del país, mismos
contexto social, disputaron las añejas costumbres que las que no tardaron en oponerse a sus ideas. El feminismo libe-
mantenían sometidas y aprovecharon el caos social produc- ral de principios de los años veinte del siglo pasado, avan-
to de la guerra para transgredir espacios exclusivos de los zaba con paso firme en la tarea de lograr reivindicaciones
hombres. En todos los casos, su actuación fue mucho más en todas las áreas; los patrones culturales que las mantenían
allá de la establecida dentro del estereotipo de la soldadera confinadas en su esfera comenzaban a mostrar fisuras y
valiente, sumisa y servicial, o de la heroína capaz de sacri- entonces los portadores de esta cultura se vieron obligados
ficios sobrehumanos. Como mujeres liberales, posicionaron a buscar nuevas estrategias para frenar sus demandas. Ante
sus demandas en términos de igualdad, pugnaron por su la ofensiva, las mujeres comprendieron que era necesario
derecho al espacio público donde se tomaban decisiones hacer política, negociar propuestas, establecer alianzas
que las afectaban directamente, y por su intervención en la con los grupos de poder, aprovechar todos los foros para
formulación de leyes que posibilitaran sus reivindicaciones. hacerse visibles y, con ello, armar a las mujeres para librar
nuevas batallas por la conquista de sus derechos.
148

“Hombres y mujeres se manifiestan”. © (6350) CONACULTA.INAH.SINAFO.FN.MÉXICO.


149
150

CAPÍTULO

CUATRO
151

Posrevolución y participación política. Un ambiente conservador


(1924 – 1953)
152

IV. Posrevolución y
y asociaciones como el Frente Único Pro-Derechos de la
Mujer (FUPDM, 1935–1938), o los congresos Nacionales de
Obreras y Campesinas (1931, 1933, 1934). Igualmente,

participación política. Un diversas mujeres lograron ingresar al mundo de la políti-


ca al obtener importantes puestos dentro del Estado como

ambiente conservador
Matilde Rodríguez Cabo, Concha Michel, Palma Guillén,
Esther Chapa, María Lavalle Urbina (la primera magistrado
de México), entre otras muchas. Ello nos lleva a proponer

(1924–1953) que, aun cuando no se había conseguido la ciudadanía y


el derecho al voto (lucha sinuosa que terminaría años más
tarde), las mujeres fueron encontrando espacios y canales
de participación a través de los cuales, al agruparse, exi-
Martha Santillán Esqueda gir derechos y encarar posturas gubernamentales, hacían
política.
Las décadas que siguieron al triunfo de la Revolución Mexi- No obstante, esta “pequeña política” no se sostu-
cana estuvieron marcadas por cambios significativos en la vo exclusivamente a través de canales políticos. Los años
dinámica de la esfera pública que trastocaron el orden de veinte fueron una década agitada en muchos sentidos. Tras
la vida cotidiana y repercutieron de manera directa sobre la lucha armada, también se trocaron diversas estructuras
los comportamientos femeninos. Para los años veinte, la ne- sociales y morales. Los cambios políticos y la modificación
cesidad de restablecer la paz llevó a los nuevos gobiernos del marco legal posibilitaron la abierta participación de las
a organizar las estructuras políticas y el marco jurídico con- mexicanas en la producción cultural y artística, la educa-
forme a los ideales planteados por la gesta revolucionaria. ción o el trabajo, así como la reorganización de la vida en
En este contexto, el movimiento feminista, que había tomado los hogares. Estas transformaciones, aunque operaron de
un importante impulso en la década precedente, comenzó a manera lenta, a la postre serían inevitables.
fraccionarse y asociarse, según diversas filiaciones ideoló- Abrimos el periodo de estudio en 1924 cuando
gicas (comunismo, socialismo, conservadurismo moderado Plutarco Elías Calles (1925–1928) llegó a la presidencia,
o conservadurismo católico). De este modo, se sentaron las con lo que comenzó la etapa posrevolucionaria marcada
bases para la conformación de dos tipos fundamentales de por la reorganización política y del marco legal acorde
feminismo en ese periodo: el radical y el conservador, los con los lineamientos de la Constitución de 1917: Código
cuales enfrentaron tensiones diversas entre sí y formas distin- Civil (1928), Código Penal (1929 y 1931), Ley Federal
tas de acercamiento y negociación con el poder. del Trabajo (1931). En este contexto, las luchas feministas
Hacia los años treinta, las mujeres feministas orientaron sus esfuerzos, por un lado, a la obtención del
se fueron organizando para manifestar sus demandas voto y, por otro, a lograr espacios de participación en las
conforme a las estructuras corporativistas del Estado pos- esferas del poder. En el presente capítulo analizaremos las
revolucionario; así, surgieron importantes movimientos facetas del movimiento feminista, así como sus filiaciones
153

Tras la lucha armada…


ideológicas y las diferentes tensiones existentes entre las
mismas agrupaciones, conforme al marco sociopolítico de
los años veinte, del cardenismo y del conservadurismo avi-
lacamachista, cuando el feminismo cayó en un impasse al
ser cooptado por el Estado. nuevo marco legal
Nos interesa conocer cómo se integraron las agru-
paciones de mujeres al poder político mediante el corpo-
rativismo posrevolucionario hasta su cooptación. Al mismo La inestabilidad social producida por la Revolución, así
tiempo, estudiaremos la actividad de mujeres que lograron como los conflictos sociales posteriores, posibilitaron que las
integrarse a la vida política, al igual que la creación de mexicanas tuvieran una participación más notoria en activi-
instituciones diversas en favor de las mujeres (como las ca- dades políticas, laborales y culturales. La reorganización ju-
sas de maternidad o la cárcel de mujeres). Por otro lado, rídica que llevaron a cabo los gobiernos posrevolucionarios
pondremos atención en los cambios sociales que, tras la Re- se convirtió en el marco legal que trazaría los lineamientos
volución, posibilitaron la apertura de diversos espacios de sociales que, según las élites, el país necesitaba. Una serie
acción en ámbitos tan variados como la política nacional, de modificaciones relativas al género en el discurso jurídico
el trabajo, la educación e, incluso, el doméstico. Para ello afectó, de manera positiva, la situación social de las muje-
realizaremos análisis estadísticos con tablas y cuadros que res. Las modificaciones propuestas fueron notables ya que
nos permitan evaluar la actividad de las mujeres en diver- les brindaban más protección y mejores oportunidades de
sas esferas sociales. Igualmente, estudiaremos de manera desarrollo en relación con el siglo anterior.
cualitativa los discursos de género al reflexionar de manera Los cambios comenzaron a constatarse en el ámbi-
general en torno a la creación y difusión de modelos feme- to civil desde la Convención Revolucionaria de 1914–1916,
ninos (a través del análisis de revistas y filmes del periodo), en la cual se aprobó la investigación de la paternidad con
lo que en última instancia marcaba importantes límites a los el fin de proteger a las mujeres de los varones que las aban-
feminismos de la época. donaban evadiendo la responsabilidad hacia sus hijos.
En diciembre de 1914 se emitió la Ley sobre el Divorcio,1
mediante la cual se legalizó por primera vez en México la
disolución total del matrimonio y se permitía a los excónyu-
ges contraer nuevas nupcias. Más adelante fue expedida la

1 Se publicó el 2 de enero de 1915 en el periódico El Constitucionalista


(Veracruz). Para las posturas ideológicas de villistas y zapatistas al respec-
to, las cuales eran similares a la constitucionalista en relación a la familia,
el matrimonio, el divorcio, la situación de las mujeres y la protección de
los hijos, véase Felipe Arturo Ávila Espinosa, El pensamiento económico,
político y social de la Convención de Aguascalientes, México: Instituto
Cultural Aguascalientes/INHERM , 1991, pp. 190 y ss.
154

Ley de Relaciones Familiares (1917) en la cual se establecía la responsabilidad de las mujeres que eran provocativas
la igualdad entre los cónyuges, quienes debían decidir de y coquetas, e inclusive se dijo que la iniciación sexual de
común acuerdo la educación de los hijos y la administración los hijos era normalmente impartida por las mujeres que
de los bienes familiares, y se habilitó a las casadas para dis- se quedaban en casa”.4 A pesar de que no fructificó di-
poner de sus bienes; asimismo, especificaba sus derechos cha moción es relevante para dar cuenta, por un lado, de
y obligaciones en caso de separación la necesidad manifestada por cierto
y las causales de divorcio, las cuales La reorganización jurídica grupo de constituyentes de proteger
eran las mismas para ambos salvo en que llevaron a cabo los a las mujeres de los abusos y excesos
el caso de adulterio. Al igual que en masculinos; y, por otro, de la carga
gobiernos posrevolucionarios
el Porfiriato, cuando era cometido por sexual que en el imaginario poseían.
la mujer siempre sería motivo de divor-
afectó, de manera positiva, No obstante, en el código penal de
cio; en cambio, en el caso del marido, la situación social de 1931 se logró un avance importante
sólo cuando el adulterio se hubiese las mujeres. Entre las en materia de aborto al permitir que el
consumado en la casa común, hubiese innovaciones en materia de embarazo producto de una violación
generado escándalo, si el adúltero fuese interrumpido.
género incluidas en la Carta
había vivido en concubinato o si la La Carta Magna sentó los pre-
amante había insultado o maltratado
Magna se conceden las cedentes legales para la elaboración
a la mujer legítima.2 mismas garantías individuales del marco legal posrevolucionario,
Respecto a la incorporación a hombres y mujeres. el cual comenzó a establecerse tras
de consideraciones sobre las mujeres el gobierno de Plutarco Elías Calles
en las reformas constitucionales, vale la pena destacar la (1924–1928). Entre las innovaciones en materia de géne-
interesante discusión que desató una propuesta elaborada ro incluidas en la Carta Magna se conceden las mismas
por un grupo de congresistas para incluir en el artículo garantías individuales a hombres y a mujeres y se estable-
22 la pena de muerte a los violadores.3 De acuerdo con cen derechos laborales relativos a la condición femenina,
Enriqueta Tuñón, la sola sugerencia causó “hilaridad entre aun cuando los derechos políticos “fueron soslayados y no
los congresistas”; contra tal planteamiento “se argumentó trascendieron al plano constitucional”.5 Efectivamente, el
artículo 34 constitucional provocaría muchas discusiones
2 Venustiano Carranza, Ley sobre relaciones familiares, México: imprenta
del Gobierno, 1917, pp. 27–30.
3 El artículo prohibía la pena de muerte, aunque estimaba la posibilidad 4 Enriqueta Tuñón, “Feminismo y constitucionalismo del 17”, en revista Pro-
de que se impusiera “al traidor a la Patria en guerra extranjera, al parri- ceso Bi–centenario, núm. 3: “La mujer en la Revolución”, junio de 2009,
cida, al homicida con alevosía, premeditación y ventaja, al incendiario, p. 32. Véase Olivia Rojas Fidencio, Trabajo histórico sobre la pena capital
al plagiario, al salteador de caminos, al pirata y a los reos de delitos al delito de violación sexual en los debates del Congreso Constituyente de
graves del orden militar”. Este párrafo fue derogado hasta 2005 (véase 1917, tesina de licenciatura en historia, UAM –Iztapalapa, 2005.
Felipe Tena Ramírez, Leyes fundamentales de México 1808–2005, Méxi- 5 Olga Sánchez Cordero de García Villegas, “Los derechos de las mujeres
co: Editorial Porrúa, 2005). No obstante, el código penal de 1931 no la en la historia del constitucionalismo mexicano”, en COMISIÓN BICENTENARIO Y

consideraba entre sus castigos; la mayor sanción aplicable era la prisión CENTENARIO DEL PODER JUDICIAL DE LA FEDERACIÓN, Los Caminos de la Justicia en
por 30 años (art. 25). México, 1810–2010, México: SCJN , 2010, p. 544.
155

posteriores entre las sufragistas feministas; establecía que Trabajo (1931).8 Esta ley reconocía en general los mismos
los ciudadanos de la República eran los que tenían calidad derechos para hombres y mujeres respecto al seguro por
de mexicanos,6 habían cumplido 18 años si eran casados o desocupación, accidente, fallecimiento o vejez; se les exi-
21 si no lo eran, y poseían un modo honesto de vivir. Aun mía de jornadas extraordinarias y de labores consideradas
cuando no se manifiesta una noción específica que excluye- peligrosas e insalubres, se protegió la maternidad y podían
se a las mujeres en su condición de ciudadanas (salvo que laborar sin consentimiento del marido (arts. 25, 48, 76, 77,
el artículo estaba redactado gramaticalmente en masculino), 79, 107); sin embargo, aún no había equidad de género
tampoco había estipulación alguna que las integrase; por entre los trabajadores.9
tanto, ellas no eran consideradas como tales. Aparentemen- Por su parte, los códigos penal (1931) y civil
te esto justificaría que las mexicanas no tuviesen derecho al (1932), les otorgaba, aunque no total autonomía, sí mayor
voto ya que el artículo 35 establecía como prerrogativas del libertad de acción respecto a su entorno. Varias historiado-
ciudadano el derecho a votar y ser votado.7 ras aseguran que las reuniones políticas llevadas a cabo
De cualquier forma, la emisión de nuevas leyes y por agrupaciones femeninas durante la década de 1920
códigos instauró cambios que fueron sustanciales para las coadyuvaron en la configuración, sobre todo, del código
mujeres. Los artículos 3º y 123 constitucionales dictaban civil, donde se estipulaban derechos y obligaciones de las
que tanto hombres como mujeres tenían derecho a la educa- mujeres casadas.10 Este código estableció el mismo nivel de
ción laica y a jornadas máximas de ocho horas. El derecho autoridad de ambos cónyuges dentro del matrimonio para
al trabajo, sin duda, acrecentaría las posibilidades de mo- administrar y disponer de bienes, tomar decisiones y educar
vilidad para el sexo femenino, su autonomía y desarrollo en a los hijos. A partir de entonces, las mujeres ya no perde-
el espacio público a partir de las siguientes décadas; asimis- rían la patria potestad de los hijos; se les otorgaba libertad
mo, posibilitaría una mejora en las condiciones laborales para administrar libremente sus bienes, celebrar cualquier
para las trabajadoras que se reflejaron en la Ley Federal del tipo de contrato y tener un empleo, siempre y cuando no
descuidaran la dirección y los trabajos del hogar.11 Se
promovieron algunas reformas a este código respecto a la

8 A lo largo del periodo de estudio, las reformas realizadas no afecta-


6 Según el artículo 30, mexicanos eran todos aquellos que habían nacido ron los párrafos alusivos al trabajo femenino (Alberto Trueba Urbina, Ley
en el territorio nacional, los hijos de padres mexicanos o bien aquellos que Federal del Trabajo reformada, México, Porrúa, 1956). En adelante, los
se naturalizaban. artículos referentes a esta ley se señalarán en el cuerpo del texto.
7 Véanse los trabajos de Gabriela Cano, en especial “Ciudadanía y su- 9 Habría que esperar hasta la modificación del artículo 4º constitucional,
fragio femenino: el discurso igualitario de Lázaro Cárdenas”, en Marta en 1974, cuando se declaró la igualdad jurídica entre hombres y mujeres.
Lamas (comp.), Miradas feministas sobre las mexicanas del siglo XX, FCE / 10 Véase por ejemplo Anna Macías, Contra viento y marea. El movimiento
CONACULTA , México, 2007; cfr. Carmen Ramos Escandón, “La participa- feminista en México hasta 1940, México: UNAM – PUEG / CIESAS , 2002,
ción política de la mujer en México: del fusil al voto 1915–1955”, en Bole- p. 149.
tín Americanista, núm. 44, 1994, Universidad de Barcelona; cfr. Enriqueta 11 Véase el libro primero de la exposición de motivos del Código civil para
Tuñón, ¡Por fin… ya podemos elegir y ser electas!, INAH / CONACULTA / el Distrito y Territorios Federales (1932), México, Imprenta Aldina, 1928.
Plaza y Valdés, México, 2002. Las referencias a este código se harán en el cuerpo del texto.
156

mujer y la familia, publicadas el 9 de enero de 1954 en el Un avance importante fue en materia de divorcio.
Diario Oficial. Sin embargo, éstas fueron muy sutiles y no A partir del código civil posrevolucionario, por primera vez
cambiaron el rol femenino en el hogar. en la historia de México, las causales de divorcio eran igua-
A pesar de los cambios, sin duda relevantes, desde les para ambos cónyuges (art. 267). No obstante, existía un
el punto de vista legal la función primordial de las mujeres sesgo de género en las resoluciones de la separación, pues
continuaba siendo la procreación realizada de preferencia la mujer debía recibir pensión del marido mientras no se
en el ámbito conyugal. Según el código civil la importancia volviera a casar y viviera honradamente (art. 288); y para
del matrimonio radicaba en la procreación. Y, aun cuando que ella pudiera contraer nuevas nupcias debían pasar tres-
se logró la igualdad entre los cónyuges respecto al régimen cientos días, salvo que diera a luz en ese periodo (art. 158);
del hogar, la educación de los hijos y la administración de ello para asegurar que no llevara al nuevo matrimonio un
bienes (art. 167), legalmente los roles estaban delimitados hijo del marido anterior. No obstante, en el ámbito moral,
por sexos: era obligación del hombre la manutención del las madres solteras o las divorciadas eran “consideradas
hogar (art. 164), y estaba “a cargo de la mujer la dirección bienes mostrencos de fácil acceso”, aseguraba la escritora
y cuidado de los trabajos del hogar” (art. 168). Así, desde y periodista María Elvira Bermúdez; la primera, porque ha-
el punto de vista legal, la realización femenina se presumía bía sido derrotada en su honra, y la segunda porque había
en el ámbito del matrimonio y la procreación, pues ello era fracasado en su realización a través del matrimonio.13
su responsabilidad social, moral y legal. En caso de que El adulterio era castigado por el código penal cuan-
alguna mujer desempeñara una actividad ajena al hogar do fuese consumado y cometido en el domicilio conyugal o
(profesión, industria, oficio o comercio) debía hacerlo sin con escándalo, y no había distinción penal alguna entre el
que ello perjudicara su misión femenina ni dañase la moral adúltero y la adúltera (arts. 273 y 275).14 Sin embargo, en
o la estructura de la familia (art. 169, reformado en 1954); la práctica operaban restricciones morales, ya que era más
de ser así, el marido podría oponerse y, si persistía, un juez escandaloso el adulterio femenino: “para el [varón] mexica-
debía resolver lo más conveniente (art. 170, reformado en no, la fidelidad propia es un ridículo o una afrenta.
1954).12

A pesar de los cambios emanados 12 El art. 171 también fue afectado por las reformas de 1954; se incluyó
de la legislación posrevolucionaria, como la línea final del precedente y se redactó una propuesta más igua-
litaria para la cónyuge al dictar que ella también “podrá oponerse a que
los roles estaban delimitados por el marido desempeñe algún trabajo que lesione la moral o la estructura de

sexo: era obligación del hombre la familia. En todo caso el juez resolverá lo que sea procedente”. Aun así,
a diferencia del varón, la mujer seguía teniendo como misión primera el
la manutención del hogar y estaba desarrollo del hogar.

“a cargo de la mujer la dirección y 13 María Elvira Bermúdez, La vida familiar del mexicano, México: Antigua
librería Robredo, 1955, p. 77.
cuidado de los trabajos del hogar”. 14 Código Penal para el distrito y territorios federales en materia de fuero
común y para toda la República en materia de fuero federal (1931), Mé-
xico: Ediciones Botas, 1936, En adelante las referencias a este código se
harán en el cuerpo del texto.
157

La femenina, por el contrario, es un axioma”.15 Ello explica un grupo uniforme pues se agrupaban según posturas po-
por qué ante las denuncias de adulterio que hemos locali- líticas e ideológicas diversas. De modo que las feministas
zado por parte de maridos, varias mujeres generalmente liberales eran para estos años las que se adscribían a la
eran detenidas, consideradas presuntas responsables y en corriente política liberal retomada por los gobiernos posre-
muchas ocasiones examinadas por médicos legistas a pesar volucionarios y de corte moral conservador. Por otro lado,
de no haber sido sorprendidas consumando el acto en el había feministas que se vinculaban preferentemente al so-
domicilio conyugal o sin que hubiese mediado escándalo cialismo o al comunismo, corrientes ideológicas en boga
público alguno. 16 en el mundo occidental. Con todo, ser feminista –o mujer
Por otro lado, el código penal coadyuvaba con el liberal–, contenía una carga de desacreditación importante
reforzamiento del vínculo entre lo femenino y la procreación vinculada a la “masculinización” de la mujer, al abandono
preferentemente en el marco del matrimonio. Así, el infanti- de las “obligaciones femeninas” y al “libertinaje” sexual.
cidio se sancionaba con seis a diez años de prisión cuando Ciertamente los cambios jurídicos posibilitaron
se mataba a un recién nacido hasta sus 72 horas de vida mayores espacios de acción social y civil para el sexo fe-
(art. 326); a las madres infanticidas sin mala fama y que menino; sin embargo, los esquemas morales y sexuales de
habían ocultado un embarazo ilegítimo ante la sociedad y la época no cambiaron tan fácilmente. En esferas sociales
el Registro Civil, se les aplicaba una pena menor: de tres a más amplias, las mujeres liberales eran equiparadas con
cinco años de cárcel (art. 327). En tanto, el aborto se cas- las mujeres modernas, es decir, con quienes hacían uso de
tigaba con seis meses a un año de prisión cuando la mujer las nuevas prerrogativas legales: las que estudiaban y/o
no tenía mala fama y había ocultado el embarazo resultado trabajaban. Pero, a la vez y como veremos más adelante,
de una unión ilegítima; de lo contrario, se aplicaban de uno en el periodo circulaba una concepción negativa respecto a
a cinco años de cárcel (arts. 329–334). ser mujer moderna: la “liberada”, es decir, la que renegaba
Todo lo expuesto prueba la importancia de la pro- de los valores y obligaciones tradicionales considerados
creación en familia y de la obligación de las mujeres en propios de su sexo (esto es, la realización personal a través
el mantenimiento de este espacio, así como de la fuerza del hogar, el matrimonio y la procreación).
legal normativa sobre el sexo femenino para mantener este
orden. En este escenario legal y político, podemos afirmar
que el concepto de mujer liberal durante la posrevolución
traspasó el ámbito de lo político. Las mujeres liberales solían
ser identificadas con quienes luchaban por obtener dere-
chos: las feministas, las cuales no conformaban ciertamente

15 María Elvira Bermúdez, op. cit., p. 52.


16 Véase Martha Santillán Esqueda, capítulo II: “Mujeres y la ley”, en
Delincuencia femenina. Representación, prácticas y negociación judicial,
Distrito Federal (1940–1954), tesis de doctorado en Historia, México,
Universidad Nacional Autónoma de México, 2013.
158

Los feminismos y la
organización política
Tras la gesta revolucionaria, las mexicanas buscaron le-
gitimar su lucha al influir en las leyes concernientes a sus
derechos y a su situación dentro del nuevo Estado posrevo-
lucionario; de este modo, en la mesa de debates, además
de diversas cuestiones de orden civil implementadas en el
código de 1932, el sufragio y la ciudadanía fueron cuestio-
nes prioritarias encabezadas por los feminismos.
El proceso de pacificación e institucionalización
Las feministas liberales eran del Estado posrevolucionario en la década de los años
para los años veinte las que se veinte, propició el ejercicio de una política bastante activa
adscribían a la corriente política y organizada por parte de las mujeres, al tiempo que sentó
las bases para la diversificación de posturas ideológicas y
liberal retomada por los gobiernos
políticas en los siguientes años. Es importante destacar que,
posrevolucionarios y de corte aun cuando las mujeres no tuvieron derechos políticos –en
conservador. específico derecho al voto–, al unirse, movilizarse y exigir la
modificación legal de su situación, hacían política pues se
relacionaban con las esferas de poder y buscaron acomodo
por medio de las estructuras institucionales disponibles. Des-
de los congresos feministas celebrados en Tabasco (1915) y
Yucatán (1916–1917), así como las reuniones organizadas
entre 1919 y 1925 por el Consejo Feminista Mexicano, se
evidenció esta situación.
Las mujeres feministas, en general, eran instruidas
y se desempeñaban laboralmente como maestras, educa-
doras, periodistas, médicas, abogadas, profesionistas.
Quizá ello les permitió asumir una posición más reflexiva
y comprometida de acuerdo con las ideologías políticas
imperantes en la época; corrientes de pensamiento que, a
su vez, utilizaron para descifrar la situación en que vivían
159

las mexicanas, así como para enfrentar a los gobiernos y


exigir determinadas soluciones para resolver dichas pro-
blemáticas. De este modo, las mexicanas comprometidas
con las demandas feministas fueron afianzando posiciones
ideológicas y políticas diversas.
En 1925 se llevó a cabo el Primer Congreso de
Mujeres de la Raza en el que se trataron temas en torno
a problemas sociales, morales, económicos, educativos,
sexualidad, divorcio, derechos civiles, políticos, penales,
internacionales, derechos de los niños, de las madres, et-
cétera. Preocupaciones que por su gran amplitud temática
brindaron en un primer momento unidad al movimiento Mujeres de la Casa del Obrero Mundial manifestándose por la igualdad civil y
feminista. Con todo, los movimientos de mujeres fueron es- política. © (5884) CONACULTA.INAH.SINAFO.FN.MÉXICO.
cindiéndose y distinguiéndose conforme a ideologías y pers-
pectivas de reflexión diferenciadas en cuanto a la situación problemas de las mujeres trabajadoras. Las mujeres comu-
de las mujeres y las propuestas resolutivas de tan variadas nistas eran básicamente maestras; la relevancia de su par-
problemáticas. Situación que, a la vez, sentaría las bases ticipación en los movimientos de izquierda lo evidencia la
de negociación por parte de cada grupo con el Estado. fundadora del Partido Comunista Mexicano (PCM), Refugio
En estos primeros años del feminismo, estudiosas García, quien era maestra rural, veterana de la Revolución
del tema como Ana Lau Jaiven, establecen que fueron y muy respetada por los generales Mújica, Treviño, Figue-
fundamentalmente dos las vertientes de feminismo que se roa, Leyva y Cárdenas.
consolidarían y se enfrentarían entre sí. Las de izquierda El bando de la derecha moderada–liberal “busca-
(comunistas o socialistas, que podían llegar al radicalismo) ba igualdad, exaltaba los valores de la libertad y deman-
y las de derecha (que podían ser moderadas–liberales o daba cambios dentro de los cauces legales, así como la
conservadoras). La primera facción se caracterizó por dar colaboración en igualdad de condiciones con los varones;
mayor peso a la búsqueda de la igualdad de condiciones y la otra [la conservadora] daba preeminencia a las mujeres
políticas y sociales en relación con los varones, a los as- en la sociedad en tanto madres y amas de casa, ya que
pectos económicos de la situación femenina, así como a los serían quienes implementarían la paz y la concordia”.17 En
realidad, las conservadoras estaban más en sintonía con

La relevancia de la participación de las el tipo de sociedad tradicionalista característica en el país.


Aun cuando las agrupaciones de mujeres tenían una fuerte
mujeres comunistas en los movimientos
de izquierda lo evidencia la fundadora
del Partido Comunista Mexicano, 17 Ana Lau Jaiven, “Mujeres, feminismo y sufragio en los años veinte”,
en Gisela Espinosa Damián y Ana Lau Jaiven (coords.), Un fantasma
Refugio García, maestra rural. recorre el siglo. Luchas feministas en México 1910–2010, México,
UAM –x/ ITACA / CONACYT / ECOSUR , 2011, p. 86.
160

sinarquista mexicano.20 Afirmaba que la “vida moderna


carece de ideales y de preocupaciones propiamente feme-
niles”, de modo que para ella la verdadera misión de la
mujer era “hacer un llamado a todas las mujeres que sientan
que es necesario que conservemos nuestra feminidad que
doctrinas perversas y comunistas nos tratan de robar”.21
Para los años treinta el término feminismo caía en
desuso, lo que pudo deberse, en opinión de la historiadora
Gabriela Cano, al predominio del lenguaje político marxis-
ta que descalificaba al feminismo por considerarlo asunto
de mujeres burguesas ajeno a los intereses del proletaria-
Arzobispo José “Mora del Río” junto a mujeres durante el “Primer Congreso de do;22 a lo que debemos sumar la denostación del vocablo
Damas Católicas”, (1922). © (5299) CONACULTA.INAH.SINAFO.FN.MÉXICO. por parte de los grupos más conservadores. De una u otra
forma, el ser mujer feminista o “liberal” no era en términos
presencia de izquierda, no era nada desdeñable la presen- generales bien visto.
cia de mujeres organizadas en asociaciones católicas y lo- De cualquier modo, los movimientos de mujeres no
gias masónicas, como por ejemplo Soledad Orozco (esposa cejaron sus esfuerzos y orientaron de manera importante
de Manuel Ávila Camacho y militante del Partido Nacional su mirada a los sectores populares e incorporaron a sus
Revolucionario, PNR), Margarita Lozano Garza (católica, agendas políticas demandas de campesinas y obreras, algo
aunque progresista) o la profesora María del Carmen Ro- muy acorde con los intereses del Estado posrevolucionario
dríguez (maestra normalista, soltera y jefa de la sección y establecidos en la Constitución: el trabajo y la tierra. Las
femenina en 1945 de la Unión Nacional Sinarquista, UNS).18 confrontaciones ideológicas entre el feminismo de izquierda
En aquella época se consideraba, en términos ge- radical y de derecha (liberal–moderada o conservadora) se
nerales, que la igualdad entre los sexos era “antinatural” e evidenció en los años treinta y, más precisamente, durante
inalcanzable; se asumía que cuando las mujeres luchaban el cardenismo cuando varias asociaciones de trabajadoras
por sus derechos políticos, civiles o sociales, lo que en rea- se unieron a las demandas feministas. En esta época el
lidad buscaban era convertirse en “remedos de hombres”.19 feminismo tuvo una de sus etapas más agitadas, llena de
Situación que defendían incluso las mujeres inmersas en actividad y beligerancia: las mujeres lograron desafiar más
asociaciones políticas de orden católico o altamente con-
servadoras. Por ejemplo, la joven María del Carmen Her-
nández firmó un artículo titulado “Feminismo”, publicado 20 El movimiento sinarquista mexicano se creó en 1937, en Guanajuato,
en el diario El Sinarquista, órgano difusor del movimiento por Juan Ignacio Padilla y José Antonio Urquiza. Agrupación de ultra-
derecha que se presentaba como anticomunista, antidemocracia liberal,
18 Roxana Rodríguez Bravo, Mujeres sinarquistas en México. Historia de nacional–sindicalista, católica y social cristiana.
una militancia católica fémina (1937–1948), tesis de doctorado en histo- 21 Cita tomada de Roxana Rodríguez Bravo, op. cit., pp. 79–80.
ria, México, El Colegio de Michoacán, 2011, p. 115. 22 Gabriela Cano, “Más de un siglo de feminismo en México”, en Debate
19 “El Congreso de Mujeres”, en El Universal, 8 de julio de 1925. feminista, año 7, vol. 14, 1996, p. 352.
161

MujeresP del Centro Feminista Casa del Obrero Mundial con estandarte durante manifestación (1920-1924). © (287674) CONACULTA.INAH.SINAFO.FN.MÉXICO.
162

y conservadoras), afi-
liadas al PNR y las de
izquierda, afiliadas al
PCM. Las primeras des-
tacaban la importancia
de los temas relativos
al sufragio femenino y
la necesidad de contar
con una organización
exclusiva de mujeres
que mediara con las
instancias políticas. Las
segundas, en cambio,
presentaron propues-
tas concretas para
resolver la situación de
la mujeres obreras y
campesinas.
Miembros del Frente Único Pro–Derechos de la mujer (1934–1940). © (49490) CONACULTA.INAH.SINAFO.FN.MÉXICO. Ambos grupos
encontraron dificulta-
des para darle cauce
El Frente Único Pro–Derechos de la Mujer (FUPDM, 1935–
al movimiento feminis-
1938) aglutinó organizaciones de mujeres con ideologías
y políticas diversas; contemplaba reivindicaciones ta. Las penerristas consideraban que sólo debían crearse
económicas, laborales, salariales, sociales, democráticas asociaciones femeninas desligadas de los hombres porque
y hasta antiimperialistas. Llegó a tener cincuenta mil creían que sólo las mujeres conocían bien sus problemas;
afiliadas.
en cambio, las comunistas sí apoyaban las asociaciones y
frontalmente al Estado, se engancharon con los discursos de
sindicatos mixtos, y confiaban en la cooperación masculina
justicia social y se demostró que las mexicanas eran impor-
para alcanzar sus metas, sobre todo si los varones estaban
tante capital político para los grupos en el poder.
integrados a esferas de poder.
En 1931, 1933 y 1934 se llevaron a cabo tres Con-
Esto último se evidencia en el Congreso contra la
gresos Nacionales de Obreras y Campesinas. Se discutieron
Prostitución celebrado en 1934, en el que las comunistas
temas en torno a las cooperativas de producción en el cam-
planteaban la necesidad de que el oficio fuera reconocido
po, licencias por maternidad, beneficios del reparto agrario
moralmente para que las prostitutas recibieran un trato dig-
para mujeres, así como los salarios mínimos en la industria
no, así como horarios de servicio. Este álgido tema provocó
y en el trabajo doméstico. En este espacio quedó clara la
que las penerristas abandonaran el congreso, pues hacían
postura de las mujeres de derecha (moderadas–liberales
163

hincapié en los aspectos morales y culturales, apostando Dicha situación de desencuentros dentro del mo-
por la eliminación completa del oficio a partir del “esta- vimiento feminista tomaría un cauce distinto durante el car-
blecimiento de un criterio moral igualitario para hombres denismo, sexenio en el que a pesar de las diferencias entre
y mujeres, la coeducación y la responsabilidad sexual de las facciones de derecha y de izquierda, ambos grupos
23
ambos sexos”. En cambio, el ala izquierda consideraba sumaron esfuerzos para conformar el Frente Único Pro–De-
que ello no sucedería en tanto no se atacara el origen social rechos de la Mujer (FUPDM, 1935–1938). Esta agrupación se
del problema: la miseria y la desigualdad económica entre caracterizó por la inclusión de distintas organizaciones de
clases y sexos. mujeres, con ideologías y políticas diversas; llegó a tener
Las comunistas consideraban que las posturas de cincuenta mil afiliadas y ochocientas organizaciones políti-
las penerristas atentaban contra el movimiento femenil. Cier- cas y asociaciones culturales de mujeres de distinta compo-
tamente, las mujeres vinculadas al partido oficial se identifi- sición social, procedencia regional y filiación política.
caban de manera importante con las posturas del partido, y Éste fue un gran esfuerzo que dio unicidad al
en la era cardenista con la política de masas del presidente. movimiento de mujeres, no obstante la creación del FUPDM

Las comunistas aseguraban que: no significó que las discrepancias desaparecieran. Por otro
lado, aunque el programa de lucha era tan amplio, siempre
[…] el PNR empieza a poner en práctica su maniobra hubo puntos en los que la mayoría se mostró de acuerdo,
recuerda Adelina Zendejas (militante del PCM, periodista y
para controlar a la mujer […]. La maniobra es
maestra):25 “¿quién iba a estar en contra de la lucha por
bien clara. Al participar la mujer trabajadora de
abaratar la vida, contra la instalación de servicios médico–
Veracruz en las elecciones internas del PNR (partido de asistenciales que le dieran atención a la maternidad, contra
burgueses y terratenientes del país, fieles servidores el principio de a trabajo igual salario igual? Eso importaba
del imperialismo yanqui) para elegir los funcionarios a todas: católicas, protestantes, comunistas”.26 El FUPDM

municipales, tácitamente se convierten en miembros de contemplaba reivindicaciones económicas, laborales, sala-


ese partido […]. El voto debemos arrancarlo no por riales, sociales, democráticas y hasta antiimperialistas. Las

concesión del partido de nuestros explotadores, sino a mujeres exigieron, por ejemplo, disminuir los costos de los
artículos de primera necesidad, aumentar los sueldos y sala-
base de lucha, ligando nuestras demandas económicas
rios de las mujeres trabajadoras, limitar la jornada laboral
y políticas de los trabajadores en general.24 a ocho horas, rebajar las rentas de las casas habitación y,
por supuesto, obtener el derecho al voto.
Las confrontaciones ideológicas entre el feminismo de
izquierda radical y de derecha se evidenció en los años
24 Cita tomada de Esperanza Tuñón, “El Frente Único Pro-Derechos de
treinta. Las mujeres de derecha destacaban la importancia
la Mujer durante el cardenismo”, en Gisela Espinosa Damián y Ana
del sufragio femenino. Las de izquierda presentaban
Lau Jaiven (coords.), Un fantasma recorre el siglo. Luchas feministas
propuestas concretas para resolver la situación de la mujeres
en México 1910–2010, México, UAM –x/ ITACA / CONACYT / ECOSUR ,
obreras y campesinas.
2011, p. 102.
25 Ibid.
23 Ibid. 26 Esperanza Tuñón, “El Frente Único…”, op. cit., p. 107.
164

Pero no todo era miel sobre hojuelas. Si bien las con el poder político. En este año se llevó a cabo la expro-
facciones buscaron mantener un frente común, los cuestio- piación petrolera y el partido oficial (PNR) se transformó en
namientos entre los grupos estuvieron latentes. Por ejemplo, el Partido Mexicano Revolucionario (PMR). De acuerdo con
en torno a la obtención del voto un sector, conformado por Esperanza Tuñón, estas medidas, máximas expresiones del
mujeres penerristas (liberales y conservadoras) y algunas cardenismo, lograron la “vinculación [del poder] con las
comunistas, consideraba que cuando las mujeres llegasen masas y con el control vertical de las mismas”,28 situación
a ocupar puestos políticos deberían desempeñar labores de que tuvo una repercusión trascendental para el movimiento
índole social más que política. En contraparte, un grupo de feminista. La expropiación petrolera colocó a las facciones
izquierda más radical, aglutinado en torno a Juana Gutié- feministas en una posición de inevitable solidaridad con el
rrez de Mendoza, Concha Michel, Sara y Virginia Godínez entonces presidente Lázaro Cárdenas (1934–1940), en “un
y Aurora Reyes, sostenía que era fundamental cuestionar si pacto político establecido con el Estado”.29 Esta situación,
el voto en manos de las mexicanas no se convertiría en un en contraparte, abrió cauce a la iniciativa presidencial de
medio eficaz al servicio del poder político para la designa- otorgar a las mujeres derechos políticos. Asimismo, permitió
ción de funcionarios preestablecidos. Para ellas, la raíz de la cooptación de una parte importante del FUPDM al integrar
fondo de la problemática residía en la necesidad de romper a diversos grupos feministas oficialmente al nuevo partido.
con la situación de desventaja en que vivían las mexicanas, Así, los movimientos de mujeres terminaron alineándose a
lo que había sido implementado por el patriarcado y la las políticas establecidas por el partido y perdieron toda
existencia de las clases sociales.27 beligerancia: “la forma de controlar a las mujeres fue incor-
Cabe destacar que el desarrollo del feminismo porarlas a cada sector”, aseguraba la maestra y feminista
tuvo un viraje importante en 1938, año que marca una Adelina Zendejas.30
coyuntura en la relación de las agrupaciones de mujeres Para la campaña presidencial de Manuel Ávila Ca-
macho (1940–1946), el FUPDM avaló las posturas conserva-
La expropiación petrolera solidarizó a doras que el candidato expresó respecto a las mujeres. Por
su parte, los sectores de la sociedad que desconfiaban de
las facciones feministas con
las políticas socialistas de la administración cardenista, en-
el presidente Cárdenas y abrió contraron en el nuevo presidente un aliado, sobre todo tras
cauce a la iniciativa presidencial haberse declarado católico creyente. Así, se implementaba
de otorgarles derechos políticos. una política de conciliación con la Iglesia católica y varias
En 1937 el FUPDM demandó agrupaciones de derecha; ello cimentó una atmósfera de
conservadurismo y reedificación de los valores tradicionales
abiertamente al presidente el
que promovían a las familias como base de la sociedad. En
derecho al sufragio. este marco, la política de Unidad Nacional (implementada

28 Ibid., pp. 118–119.


29 Ibid., p. 120.
27 Ibid., p. 114. 30 Idem.
165

por el nuevo presidente para dirimir


los conflictos entre grupos políticos
nacionales en el marco de una posible
amenaza militar venida del exterior a
raíz la guerra en Europa) abarcaba
también, a decir de la historiadora
Martha Eva Rocha, la defensa de la
familia y de la mujer como eje del ho-
gar.31 Desde su campaña presidencial,
el sucesor de Cárdenas consignó su
postura frente a la maternidad en lo
que Excélsior tituló “Bello elogio a la
madre”:

La madre mexicana, la madre


humilde del pueblo, vive Madres tomando clase de primaria (ca. 1940). © (463115) CONACULTA.INAH.SINAFO.FN.MÉXICO.
frecuentemente entre nosotros
sometida a los más duros no debe estar tan desamparada. […Por ello se
abandonos, a las más tristes condiciones […] una comprometía a] organizar una campaña de veneración,
civilización se caracteriza por la protección que la de respeto a la madre.32
comunidad extiende sobre los seres débiles, y la mujer
es la medida de esa debilidad. Sobre todo la mujer en Ávila Camacho evidenciaba en este discurso que
su misión de maternidad y educación de la raza en un para él las mujeres eran intrínsecamente débiles, que

estado bien organizado, una mujer en camino a ser tenían el cometido “natural” de ser madres y que, en todo
caso, las desavenencias que pudieran enfrentar socialmente
madre y en el desempeño de sus funciones maternales,
se debían a abandonos y desamparos por parte de sus
familias. Esta postura se contraponía, sin duda, a los
planteamientos de las agrupaciones progresistas referentes
31 Martha Eva Rocha, “Las mexicanas en el siglo XX”, en Blanco Figueroa
Francisco (director), Mujeres mexicanas del siglo XX, la otra revolución, a la adquisición de derechos y a la conformación de otros
México, Editorial Edicol, 2001, pp. 124–125. Si bien desde el Porfiriato espacios de participación social para el sexo femenino.
se había procurado consolidar el papel femenino dentro del hogar, para el Asimismo, muestra que el Estado posrevolucionario se
siglo xx las políticas estatales de protección a la familia debían enfrentar
una serie de cambios sociales que posibilitaban la realización de la mujer
en espacios distintos a los domésticos. En este sentido, para el estado pos-
revolucionario la familia constituyó un puntal fundamental de la estructura 32 “Bello elogio a la madre”, Excélsior, 12 de mayo de 1940, 1ª secc.,
social que debía fortalecerse. pp. 1 y 14.
166

planteaba la posibilidad de otorgar a las mujeres una mejor


situación social, sólo que a través de su expresa protección
y ayuda para que cumplieran su misión de madres. De esta
suerte, el nuevo mandatario dejaba claro cuál debía ser el
rol de las mexicanas en la nueva época que vivía el país:
estar al margen de los acontecimientos públicos y abocarse
preferentemente al hogar y a la procreación. Esto es mues-
tra de la fehaciente politización de la madre promovida por
los gobiernos posrevolucionarios.
En este escenario, y conforme avanzaba la década
de los años cuarenta, la actividad política de las mujeres
fue perdiendo fuerza e interés. Si bien el presidente Ávila
Camacho no antagonizó frontalmente con el movimiento En el marco de
feminista, lo cierto es que el FUPDM ya había perdido por la Segunda Guerra Mundial,
completo visibilidad e importancia: apenas se mencionaban las comunistas impulsaron dos
de vez en cuando sus inquietudes políticas y sus demandas
organizaciones:
se centraron en programas de tipo social. Ya en el marco de
la Segunda Guerra Mundial, las comunistas impulsaron dos
el Comité Coordinador
organizaciones: el Comité Coordinador para la Defensa para la Defensa de
de la Patria (1941) y el Bloque de Mujeres Revolucionarias la Patria y el Bloque
(1943), instancia dependiente del partido oficial.33 de Mujeres Revolucionarias.
Para entonces, ya se hizo muy difícil para las fe-
ministas, así como para las mujeres de diversos sectores,
reagruparse en un movimiento social específico. Así, a lo
largo de los años cuarenta y hasta la obtención del voto
en 1953, podemos afirmar que los movimientos feministas,
al ser cooptados y verse afectados por la situación política
nacional e internacional, fueron canibalizados; no obstante,
la marxista Concha Michel34 comentó que a pesar de ello,
“nuestra lucha tuvo resultados en la conciencia y allí no la
destruye nadie. Esta lucha seguirá”.35

34 Concha Michel fue folklorista, cantante de canciones populares, perte-


neció al pc . Conoció a Alejandra Kollontai cuando ésta era embajadora
33 Carmen Ramos, “La participación política de la mujer en México: del de la urss en México, por lo que Michel dio recitales en la embajada
fusil al voto 1915–1955”, en Boletín Americanista, Universidad de Barce- soviética.
lona, núm. 44, 1994, pp. 186–172. 35 Esperanza Tuñón, “El Frente Único…”, op. cit., p. 123.
167

La lucha por los derechos


políticos
A pesar de la existencia de posturas ideológicas a veces
antagónicas, la obtención del voto era el tema prioritario
para las diferentes facciones feministas. Las sufragistas, sin
importar su filiación ideológica, estaban conformadas de
manera importante, como hemos comentado, por mujeres
instruidas; ello a la postre posibilitó el enriquecimiento de
las discusiones, así como encuentros y desencuentros.
Una discrepancia importante al interior del FUPDM

se dio cuando Lázaro Cárdenas expresó su apoyo en 1937


a la aprobación del sufragio en el marco de un ambiente
político caldeado por las posturas socialistas gubernamenta-
les, las cuales eran francamente rechazadas por los sectores
conservadores y empresariales; de modo que las demandas
feministas respecto al voto entraron en controversia. Un
sector del FUPDM promovía de manera fehaciente el derecho
al voto pues ello suponía el medio para alcanzar otras de-
mandas del programa del Frente.36 En cambio, otro sector
(incluidas algunas radicales de la izquierda) cuestionó la
Sra. Margarita Robles de Mendoza, sosteniendo un cartel en la espalda
eficacia del sufragio femenino pues creían que ya por fal- (1934–1940). © (49494) CONACULTA.INAH.SINAFO.FN.MÉXICO.
ta de educación o por inclinaciones religiosas las mujeres
no estaban preparadas para votar y podían utilizar este Durante el sexenio de Lázaro Cárdenas la Cámara de
derecho como un instrumento al servicio de los intereses es- Diputados aprobó los derechos políticos de las mujeres;
tablecidos antes que por convicción y conocimiento político. sin embargo nunca se publicó la reforma constitucional
en el Diario Oficial.
De cualquier modo, en 1937 el FUPDM demandó
36 Ciertamente, el feminismo liberal fue esencial en la conquista de
derechos políticos, como se verá en el siguiente capítulo, ya que desde abiertamente a Cárdenas el derecho al sufragio. La res-
su perspectiva consideraban que la obtención del sufragio brindaría a puesta del mandatario no se hizo esperar y fue de absoluto
las mexicanas la posibilidad de intervenir en diversos asuntos públicos y,
apoyo; se envió al senado un proyecto de reforma constitu-
en consecuencia, en la futura aprobación de leyes que favorecieran sus
reivindicaciones.
cional para modificar la definición de ciudadanía de forma
168

conservador.38 Durante su gobierno Cárdenas debió en-


frentar diversos conflictos, a veces violentos, a causa de la
puesta en práctica de políticas democráticas, liberales o
socialistas, consideradas decadentes por diversas organiza-
ciones católicas, moderadas y extremas, como la Unión Na-
cional de Padres de Familia, la Asociación Nacional Pro–
Libertad de Enseñanza, la Asociación Católica de Jóvenes
Mexicanos, la Confederación de Clases Medias y la Unión
Nacional Sinarquista, las cuales agrupaban en sus bases
a un importante número de mujeres.39 Así, por ejemplo, en
1934, con la puesta en marcha de la educación socialista,
Mujer deposita su voto durante una elección presidencial. © (385894) aproximadamente 30 000 mujeres católicas se manifesta-
CONACULTA . INAH . SINAFO . FN . MÉXICO . ron abiertamente en contra del gobierno cardenista.40
Ávila Camacho, dado el contexto bélico internacio-
nal y su filiación con los sectores religiosos y conservadores,
El 17 de octubre de 1953 se publicó
logró evadir las demandas por el sufragio. Por su parte, su
en el Diario Oficial el decreto referente sucesor Miguel Alemán (1946–1952) tras recibir el apoyo
al sufragio pleno para las mexicanas. de las mujeres organizadas durante su campaña, al tomar
la presidencia promovió la participación política femenina
que incluyese a las mujeres para que pudieran votar y ser
limitada al municipio bajo el argumento de que éste era
votadas, pero aun cuando fue aprobada no llegó a imple-
una extensión de lo doméstico.41 El proceso de reestructu-
mentarse. Al año siguiente, tras quejas y enfrentamientos
ración del partido oficial, que tenía como lema en 1946
del Frente con el Estado, la Cámara de Diputados aprobó
“Democracia y justicia social”, permitió la integración de
los derechos políticos de las mujeres; sin embargo, tampoco
un sector femenil en el Comité Ejecutivo Nacional del nuevo
se pusieron en práctica pues nunca se publicó la reforma
partido: Partido Revolucionario Institucional (PRI). Sin embar-
constitucional en el Diario Oficial.37
go, aunque las mujeres comenzaron a intervenir de manera
Varios trabajos historiográficos han argumentado
más abierta en los asuntos políticos, seguía sosteniéndose la
que la omisión se debió a que las élites en el gobierno,
idea de que ellas eran, antes que nada, seres domésticos.
en efecto, llegaron a temer que las mujeres inclinaran su
voto hacia la derecha y favorecieran a un partido político
38 Véase Gisela Espinosa Damián y Ana Lau Jaiven (coords.), op. cit.;
Enriqueta Tuñón, ¡Por fin.. ya podemos…, op. cit.; Gabriela Cano, “Re-
volución, feminismo y ciudadanía en México, 1915–1940” en Duby,
Georges y Perrot, Michelle (dirs.), Historia de las mujeres, vol. V, Taurus,
37 Enriqueta Tuñón, “La lucha política de la mujer mexicana por el dere- Madrid, 2000.
cho al sufragio y sus repercusiones”, en Carmen Ramos Escandón (comp.), 39 Esperanza Tuñón, “El Frente Único…”, op. cit., p. 123.
Presencia y transparencia: la mujer en la historia de México, México: 40 Anna Macías, Contra viento…, op. cit., p. 173.
colmex , 1987, pp. 185–187. 41 Esperanza Tuñón, “El Frente Único …”, op. cit., p. 101.
169

Al llegar Adolfo Ruiz Cortines (1952–1958) a la Considerando que, a partir de la Revolución y consciente
presidencia, debió enfrentar los saldos del alemanismo: des-
de su alta misión en las vicisitudes de nuestras luchas
prestigio de las élites gobernantes por la descarada corrup-
libertarias, la mujer ha logrado obtener una preparación
ción y el encarecimiento del costo de vida, lo que dificulta-
ba el control de las organizaciones de trabajadores y ponía
cultural, política y económica, similar a la del hombre,
en peligro los avances de la industrialización.42 Entre sus que la capacita para tener una eficaz y activa
estrategias para proyectar una actitud progresista y honesta participación en los destinos de México.
promovió inmediatamente una reforma constitucional para Considerando que siempre he abrigado la convicción
otorgar plenitud de derechos políticos a las mujeres.43 Así, de que la mujer mexicana, ejemplo de abnegación, de
el artículo 34 se modificó de tal suerte que “son ciudadanos
trabajo y de moral, debe recibir estímulo y ayuda para su
de la República los varones y las mujeres que teniendo la
participación creciente en la vida política del país.44
calidad de mexicanos, reúnan, además, los siguientes requi-
sitos…”. Finalmente, el 17 de octubre de 1953 se publicó
No hay ningún argumento en la exposición del
en el Diario Oficial el decreto referente al sufragio pleno
mandatario donde se refiera a los derechos inherentes
para las mexicanas.
de las mujeres como ciudadanos participantes en la vida
En el discurso correspondiente, el presidente enfati-
política y cívica, y tampoco hace referencia alguna a la
zó la abnegación como el rasgo fundamental del ser mujer y
inequidad democrática en que vivían las mexicanas. Juan
su importancia como responsable moral de la familia; para
José Rodríguez Prats, biógrafo de Ruiz Cortines, narra que
el mandatario, eran estas características las que le merecían
cuando los sectores del partido en el Estado de Chiapas
adentrarse en la vida política, pero con la vigilancia, orien-
se pronunciaron por Efraín Aranda Osorio, hubo algunas
tación y los estímulos adecuados de la sociedad en general:
inconformidades. Entonces en algún evento al que asistía
Don Adolfo una chiapaneca lo aborda y le reclama por qué
Considerando que la mujer mexicana, generosa y designaron a Aranda Osorio… y Don Adolfo ni siquiera
desinteresadamente ha prestado su valiosa aportación busca explicación […] le dice “claro, lo designamos porque
a las causas más nobles, compartiendo peligros y si dejamos que ustedes lo elijan se agarran de las greñas”.45
responsabilidades con el hombre, alentándolo en sus La iniciativa del voto femenino fue más bien un
empresas, e inculcando en sus hijos los principios morales movimiento político –antes que democrático– del que las
que han sido un firme sostén de la familia mexicana. mujeres no obtuvieron avances reales en ese momento; en

42 Olga Pellicer de Brody y José Luis Reyna, Historia de la Revolución 44 Adolfo Ruiz Cortines, “Iniciativa de reformas a la constitución para
Mexicana: el afianzamiento de la estabilidad política, vol. 22, México, otorgar el voto a la mujer”, en Los presidentes de México ante la Nación,
colmex , 1978, p. 13. 1821–1966, vol. v , México, Cámara de Diputados, 1966, p. 863. Las
43 Con la reforma del artículo 34 se otorgaba plenitud de derechos ciu- cursivas son mías.
dadanos a las mexicanas y, en consecuencia, se derogaba la adición al 45 Enrique Krauze (productor) y Eduardo Herrera (realizador), “Adolfo
artículo 115, fracción I, relativa al voto femenino en elecciones municipa- Ruiz Cortines”, video documental México siglo XX: los sexenios, vol. XI ,

les (aprobada el 31 de diciembre de 1946). México, Editorial Clío, 1998, min 17’23.
170

Mujeres en los partidos


la práctica se mantenía la convicción de que ellas se des-
empeñaban mejor en el hogar y no fuera de ahí, pues se
insistía en que las mujeres debían asumir esta responsabili-
dad con sumo cuidado para que no perdieran su feminidad
ni olvidaran su papel tradicional de esposa y madre. El PRI políticos
pretendía modernizar su imagen y la de los gobiernos revo-
lucionarios, y aprovechó el momento para integrar la fuerza
política que las mexicanas representaban. La participación de las mujeres al interior de los partidos
políticos, antes de que en 1946 se aprobara la adición al
artículo 115 en el que se les reconocía el derecho de vo-
tar y ser votadas en elecciones municipales, se resumía en
apoyar las campañas políticas de los diversos candidatos,
promover los ideales del partido que representaban y atraer
nuevos adeptos. Sin embargo, dentro de las filas del PCM,

el PNR–PRM–PRI y el Partido Acción Nacional (PAN, fundado


en 1939) hubo mujeres que ocuparon importantes cargos,
incluso algunas se lanzaron como candidatas a puestos de
elección popular.
Las mujeres de izquierda solían estar afiliadas al

La iniciativa del voto femenino fue más PCM; en su mayoría eran maestras que habían tenido cierta
participación durante la Revolución. Aunque conformaban
bien un movimiento político –antes un grupo importante hay pocas fuentes que muestren su
que democrático– del que las mujeres actividad dentro de los partidos políticos. Otra mujer des-
no obtuvieron avances reales en ese tacada del PCM fue María del Refugio García, quien tuvo la
momento. iniciativa de crear el FUPDM, y en 1937 lanzó su candidatura
para ocupar una diputación en el estado de Michoacán con
el apoyo del PNR, sin que fuera reconocido su triunfo.
El PCM fue un partido que, a pesar de su ardua
lucha durante las primeras décadas después de la lucha
revolucionaria y su cercanía con las estructuras de poder
durante el cardenismo, no consiguió consolidarse como
partido importante. En realidad, estuvo bastante alejado de
la escena política y no logró ser un verdadero partido de
oposición. Por otro lado, el conservadurismo vigente en el
país dio cabida políticamente a las mujeres que se inserta-
ban al PNR–PRM–PRI o al PAN. Ello dificultó la integración de
171

las mujeres comunistas a las esferas de poder, incluso a las


mismas estructuras fragmentadas del partido. Por ejemplo,
en la Legislatura XLV (1961–1964), Guadalupe Rivera Marín
(hija de Diego Rivera, cofundador del PCM, y de Guadalupe
Marín Preciado) fue diputada tras afiliarse al PRI.

En cambio, las mujeres en el partido oficial en-


contraron mayores oportunidades para ser escuchadas y
buscar influir en las políticas relativas a la situación de las
mexicanas. En 1934, durante la campaña presidencial de
Lázaro Cárdenas, fue instaurado formalmente el Sector Fe-
menil del PNR que tuvo como primera dirigente a la maestra
Edelmira Rojas Vda. de Escudero, quien logró congregar
a un gran grupo de obreras, ejidatarias, profesionistas,
locatarias y estudiantes; grupo importante de mujeres que
trabajaron en apoyo a la candidatura de Lázaro Cárdenas La Sra. Ávila Camacho durante su visita a la Villa Olímpica Femenil (18 de noviembre
a la presidencia.46 1841). Archivo General de la Nación, Archivo fotográfico Díaz, Delgado y García,
caja 73/8.
Una figura femenina relevante dentro de las filas de
PNR fue Soledad Orozco de Ávila. En 1937 el partido, con
pero el Comité Electoral de la Cámara de Diputados se negó
apoyo del FUPDM, la lanzó como candidata a diputada al
a darle el triunfo que supuestamente obtuvo en los comicios.
congreso del estado de Guanajuato por el distrito de León.
Podemos interpretar estos acontecimientos, más
La junta declaró la victoria de la candidata con 13 282 vo-
que como una derrota de los movimientos feministas, como
tos a favor; sin embargo, su triunfo no fue reconocido bajo
una forma de manifestar, por un lado, la capacidad de las
el argumento de que las leyes no permitían a las mujeres
mujeres para participar en las estructuras políticas y de go-
ocupar cargos de elección popular. Dentro de su plataforma
bierno; y, por otro, para evidenciar las incongruencias del
política Orozco incluía hacer efectivo el pago del salario
Estado posrevolucionario, el cual, a pesar de abanderar el
mínimo a las trabajadoras, instalar casas de cuna, distribuir
lema de la justicia social para todos los sectores de la socie-
desayunos gratuitos para todos los niños del estado y crear
dad, mantenía a las mexicanas al margen de las estructuras
cooperativas para disolver los monopolios que se habían
políticas y de gobierno.
creado en torno a los productos de primera necesidad. Ese
Con el cambio del PNR al PRM, en 1940, se recibie-
mismo año, el FUPDM también nombró a María del Refugio
ron afiliaciones de mujeres provenientes de las principales
García (miembro del PCM) como candidata a ocupar una
organizaciones de los diversos sectores que conformaban la
curul en la Cámara de Diputados por Uruapan, Michoacán;
población como la Confederación de Trabajadores Mexica-
nos (CTM), Confederación Nacional de Organizaciones Po-
46 Véase Antonieta Guadalupe Hidalgo Ramírez, “Participación femenina pulares (CNOP), Confederación Nacional Campesina (CNC)
en los partidos políticos mexicanos. El caso de las mujeres en el PRI”, tesis
y el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación
de maestría en Sociología Política, México, Instituto Mora, 1996.
172

(SNTE). Todas estas organizaciones contaban con sectores directora del sector femenil. Había participado dentro del
femeniles que optaron por unirse al partido, con lo cual partido como Secretaria Femenil de la CNOP de Nuevo
podrían tener más peso dentro de las estructuras de go- León en 1949, y había ocupado un cargo en el Comité
bierno. Entre las dirigentes que impulsaron dicha alianza Ejecutivo Nacional del partido por el sector popular. Así,
se encontraba la abogada María Lavalle Urbina, Dolores en la Legislatura XLII (1952–1955), el PRI coloca la primera
Blanco Arvizu, Guadalupe Martínez de Hernández Loza diputada federal en México, por el territorio de Baja Califor-
(representante de las obreras), Aurora Esquerro y Fidelia nia: Aurora Jiménez de Palacios. En la siguiente Legislatura
Brindis; este grupo de mujeres, ya insertas en el partido, (1955–1958) fueron cuatro: Marcelina Galindo Arce (Chia-
orientaron sus esfuerzos en apoyo al pas), María Guadalupe Urzúa F. (Jalis-
En la Legislatura XLII
candidato presidencial Manuel Ávila co), Albertina Ezeta Remedios (Estado
Camacho. 47
Al mismo tiempo crearon
(1952–1955), el PRI de México) y Margarita García Flores
un plan de trabajo que tenía como prin- colocó la primera (Nuevo León). Las primeras senadoras
cipales objetivos la igualdad de dere- diputada federal en llegaron hasta la siguiente década en la
chos para hombres y mujeres; mayores México, por el territorio Legislatura XLVI y XLVII (1964–1970): Ma-
oportunidades de preparación para las ría Lavalle Urbina (Campeche) y Alicia
de Baja California:
mujeres; su acceso a puestos públicos; Arellano Tapia (Sonora).
y, finalmente, la elevación en todos los
Aurora Jiménez En tanto, mujeres con orienta-
órdenes de la mujer y la familia. de Palacios. ciones ideológicas más conservadoras
En enero de 1946, el PMR se encontraron en el PAN un importante
convirtió en el Partido Revolucionario canal de participación que llevó sus
Institucional (PRI). A diferencia de sus antecesores, este orga- experiencias políticas por otro sendero, partiendo de que
nismo reconoció abiertamente la situación de desigualdad era un partido que estaba lejos de las esferas de influencia
cívica y política en que se encontraban las mexicanas. Al política, a diferencia del PNR–PMR–PRI. Con todo, desde la
respecto, uno de sus objetivos fue conseguir la igualdad conformación del partido, se ofreció a las mujeres un espa-
de derechos políticos para las mujeres en relación con los cio abierto para luchar en aras del progreso de la Nación
varones; el primer paso fue la adición al artículo 115 cons- desde una perspectiva conservadora e incluyente.49 En la
titucional, lo que permitió que las mexicanas pudieran votar asamblea constitutiva del partido, en septiembre de 1939,
y ser votadas a nivel municipal. Así, en opinión de María participaron de manera activa once mujeres entre las cuales
Antonieta Hidalgo, “muchas mujeres se sentían atraídas por destacan la madre y la esposa del fundador Manuel Gómez
el partido […], debido a que se sentían incluidas dentro de Morín, Conchita Morín Vda. de Gómez y Lidia Torres. A
48
los estatutos promulgados en la conformación del PRI”. su vez acudieron 21 delegaciones de diferentes estados
En 1951, Margarita García Flores fue nombrada de la República y dos de ellas, Distrito Federal y Toluca,
por el Comité Ejecutivo Nacional del PRI como la primera contaban con la participación de mujeres como delegadas
numerarias.
47 Ibid., p. 56.
48 Ibid., p. 64. 49 Ibid., p. 17.
173

El 16 de noviembre del mismo año se llevó a cabo Mujeres con orientaciones ideológicas
la primera asamblea de la Sección Femenina del PAN; ahí se
más conservadoras encontraron
le otorgó la presidencia a la señora Amelia de Sordo No-
riega y posteriormente a Rosa Yarza de Ayala. La Sección en el PAN un importante canal de
Femenina comenzó a tomar fuerza en diferentes estados participación.
del país como Nuevo León, Michoacán, Guerrero, Yucatán,
afiliadas, no tenían como principal objetivo, conforme a su
Querétaro, Baja California y Estado de México, entre otros.
plan de trabajo, conseguir el sufragio femenino, como sí su-
El 6 de junio la Sección Femenina dio a conocer su pro-
cedía con las militantes liberales del mismo PAN o las mujeres
grama de trabajo en el cual designaron jefas de grupos y
izquierdistas del PCM. En 1945, en una reunión del partido,
secciones.
María Ignacia Mejía, partidaria importante en Michoacán,
Las mujeres panistas que participaron en la Asam-
hizo la siguiente declaración en torno al reconocimiento del
blea General estaban convencidas de que el trabajo reali-
voto:
zado por la Sección Femenina debía “inspirarse siempre
en el pensamiento que Acción Nacional tiene acerca del
sentido y del alcance de la misión de la mujer en la vida Yo os puedo asegurar que el derecho de votar o ser
de la Nación”. 50
En esta asamblea igualmente se sentaron votadas nos tiene sin cuidado. Porque sabemos que no
las bases, ideas y principios bajo los cuales las mujeres es el único medio, y ni siquiera para nosotras es uno
panistas iban a conducir su esfuerzo y trabajo dentro de de los medios principales para obtener la salvación y
dicha sección. La declaración postulaba que:
el engrandecimiento de México […]. ¿He de decir
con esto que la mujer mexicana rechaza el derecho del
La mujer no puede considerarse ajena a los intereses
sufragio? No ciertamente: ni lo exige ni lo rechaza.52
y problemas nacionales, porque también ella debe
reconocer las exigencias impuestas por el Bien Común Sin embargo, una vez aprobada la adición al artí-
y porque el verdadero patriotismo –que es ante todo culo 115, la Sección Femenina del PAN emprendió la tarea
la conciencia del deber para con la Patria y decisión de de empadronar a hombres y mujeres en los lugares donde
cumplirlo– no es patrimonio exclusivo del varón.51 el partido estuviera establecido; y presentó como candidata
a la presidencia municipal de Tacámbaro, Michoacán, a
El trabajo principal de las mujeres dentro del PAN era Delfina Botello en octubre de 1947, aunque perdió los comi-
promover al partido y atraer afiliaciones tanto de hombres cios. En realidad, faltarían varios años para que llegara la
como de mujeres, al igual que organizar las secciones fe- primera alcaldesa panista: Norma Villarreal de Zambrano
meniles regionales y varias actividades de asistencia social. por el municipio de San Pedro Garza García, Nuevo León
Las mujeres no militantes del PAN, es decir, las simplemente (1966–1969).

50 Ibid., p. 21.
51 Idem. 52 Ibid., p. 28.
174

Mujeres en la actividad
Las mujeres del PAN se caracterizaron por ser perso-
najes activos dentro del partido. Desde su conformación en
1939 desempeñaron cargos en la Sección Femenina. Dentro
del Comité Ejecutivo Nacional del Partido de 1953–1956,
Luisa Isabel Salas y Concepción Zambrano fueron las prime- política
ras mujeres en formar parte de ese órgano. Sin embargo,
en cuanto a cargos de elección popular las mujeres panistas
no tuvieron una participación tan activa, sino a partir de los Lázaro Cárdenas habló, durante su campaña presidencial,
años sesenta en que se registra a la primera diputada fede- de integrar a las mujeres al PNR, así como de incorporarlas a
ral por el PAN, Florentina Villalobos Chaparro (1964–1967); la vida política. En enero de 1935, a unos meses de haber
a su vez, la primera diputada local, Soledad Hernández de asumido la presidencia, designó a Palma Guillén embaja-
Pérez Rivas, llegó hasta el periodo 1974–1978. dora de México en Colombia (1935–1936); esto convirtió
La participación de las mujeres en los partidos a México en el primer país de América Latina en tener una
políticos fue muy importante pues ayudaron con su trabajo embajadora. En 1939 Cárdenas nombró a Matilde Rodrí-
como promotoras de los ideales partidistas, así como con guez Cabo titular del Departamento de Previsión Social del
su apoyo a ciertos candidatos, a la consolidación de los Departamento del Distrito Federal, y a Esther Chapa direc-
mismos. Igualmente sus esfuerzos coadyuvaron para eviden- tora del Comité de Ayuda a los Niños del Pueblo Español.
ciar inquietudes de las luchas feministas al menos de los Ello indica que efectivamente había interés por incluir a las
sectores liberales y moderados, los cuales a la postre fueron mujeres en su gobierno y por mejorar las condiciones de
encontrando cauce en las estructuras políticas. vida para las mexicanas.
Rodríguez Cabo estudió medicina y se especializó
en psiquiatría. Trabajó en el pabellón de niños enfermos
del Manicomio General La Castañeda, organizó escuelas
para menores infractores, formó parte del FUPDM, fue directo-
ra de Asistencia Pública y se desempeño como catedrática
en la Escuela de Medicina, en la Escuela Nacional de Ju-
risprudencia, en la Escuela Nacional de Trabajo Social y
como Inspectora de la Dirección General de Incorporación
53
y Revalidación de Estudios de la UNAM. Su pensamiento
de avanzada se patentiza cuando, junto con la abogada
comunista Ofelia Domínguez Navarro, propuso reformas
al código penal para despenalizar el aborto cuando fuera
perpetrado por motivaciones económicas y sociales.

53 Gregorio Sosenski y Susana Sosenski, “En defensa de los niños y las


mujeres: un acercamiento a la vida de la psiquiatra Mathilde Rodríguez
Cabo”, en Salud Mental, México, vol. 33, núm.1, enero–febrero de 2010.
175

Por su parte, Esther Chapa estudió medicina, for- Bloque Nacional de Mujeres Revolucionarias, dos organi-
mó parte del PCM y se adscribió a la ideología marxista. A zaciones feministas surgidas a finales de los años veinte.
principios de los cuarenta fungió como jefa de la Academia El principal objetivo de Ríos Cárdenas y sus colaboradoras
de Ciencias Penales del área de Prevención Social de la era unir a las mexicanas de todas las clases sociales y ten-
Penitenciaria de Lecumberri. Chapa proponía la creación dencias ideológicas para formar una organización unifica-
de una cárcel exclusiva para mujeres pues consideraba que da que presionara al gobierno para reconocer y satisfacer
ello mejoraría las condiciones de vida de las presas. En sus necesidades y demandas, tal como sucedió con el FUPDM.
1944 se llevó a cabo el Congreso del Vicio, convocado por
Ávila Camacho y que tenía la finalidad de elaborar pro-
puestas para atacar males sociales como el alcoholismo, la
Con el nombramiento de Palma Guillén
vida nocturna viciosa, la prostitución y la delincuencia, entre como embajadora en Colombia
otros. En este encuentro Chapa aseguró que la importancia (1935–1936), México se convirtió en
de edificar una prisión exclusiva para reas se centraba en el primer país de América Latina en
que debían recibir un trato diferenciado para corregir con
tener una embajadora.
efectividad sus desvíos, así como para propiciar en ellas el
desarrollo de hábitos de trabajo adecuados para su sexo y
encaminados a su regeneración.54 Chapa estuvo muy com- María del Refugio García, mujer marxista y comunis-
prometida –incluso obsesionada, comenta Enriqueta Tuñón– ta, apoyaba abiertamente a Francisco Múgica, fue fundadora
con este proyecto hasta su realización. Sin embargo, nunca del FUPDM, maestra rural, directora de debates de la agrupa-
llegó a ser directora;55 la primera encargada fue María de ción de socialistas michoacanos residentes en el D.F., y oficial
Lourdes Ricaud, trabajadora social y exreina de belleza de tercero en el Departamento de Aprovisionamientos Genera-
la Facultad de Derecho.56 les. En 1923 fue jefa de la Comisión de Maestros Misioneros
Entre las mujeres que destacaron en su lucha fe- Rurales que acudió a Yucatán para estudiar la labor social y
minista y mantuvieron importantes nexos con las esferas cultural desarrollada por el gobernador Felipe Carrillo Puerto.
de poder podemos citar a María Ríos Cárdenas, quien fue Participó en la Confederación Revolucionaria Michoacana
una de las principales artífices de los Congresos de Mujeres del Trabajo. Militó en el Partido Comunista, fue delegada en
Obreras y Campesinas de 1931, 1933 y 1934. Se alió el Congreso Socialista Femenino realizado en Pátzcuaro en
a las dirigentes del Partido Feminista Revolucionario y del 1934, y compartió nexos con militantes socialistas del PCM. Se
desempeñó como educadora y periodista, colaboró de mane-
ra regular con artículos en El Machete, órgano del partido co-
54 “Cárcel de Mujeres”, Criminalia. Revista de Sociología Criminal, munista mexicano. Al igual que varias de sus correligionarias
año X, núm. 8, abril de 1944 (especial Congreso contra el Vicio), pensaba que la única forma para gestionar la mejoría de los
pp. 471–472. Abordamos más a fondo este Congreso en el capítulo III. niveles y condiciones de vida de las mexicanas, era mediante
55 Enriqueta Tuñón, ¡Por fin… ya podemos…, op. cit., pp. 71–73.
56 Gerardo López, “De la cárcel al aula”, en Divulgación uacm , disponi-
canales políticos como las organizaciones de campesinas y
ble en http://www.uacm.edu.mx/Sedes/AulaLopez/tabid/2836/Default. las uniones laborales existentes.
aspx
176

de la Escuela Normal
y de la Escuela Nacio-
nal Preparatoria; fue
ministra de México
en Dinamarca (1938)
y representante de la
delegación mexicana
ante la Liga de las
Naciones (1939);
tiempo después fue
nombrada Consejera
en la Habana por
el presidente Ávila
Camacho.
Pero la lucha
de las mujeres por la
obtención de mejores
espacios de desarro-
llo y participación
social y política no se
Miembros del Comité Femenil del PNR. © (230377) CONACULTA.INAH.SINAFO.FN.MÉXICO.
limitó al ámbito de las
estructuras de gobier-
Diversos son los nombres importantes para los mo-
no, como tampoco
vimientos de mujeres en este periodo, muchas de ellas emer-
fue sólo un asunto proyectado desde los feminismos. Los
gidas del magisterio; por supuesto, no todas alcanzaron a
cambios de actitudes y las maneras en que muchas mujeres
posicionarse en puestos políticos, lo cual no deja de lado la
relevancia de su participación. Sin duda hacen falta estudios
biográficos de muchas de ellas para recuperar, además de
sus biografías, un aspecto fundamental de la historia de Mé-
Matilde Rodríguez Cabo tomó
xico y sus mujeres. Vale la pena destacar algunos nombres posesión como titular del
más: Consuelo Uranga, esposa del comunista Valentín Cam- Departamento de Previsión Social del
pa, profesora de una escuela normal de Chihuahua y dele- Departamento del Distrito Federal,
gada comunista en el Congreso de Mujeres Obreras y Cam-
y Esther Chapa como directora del
pesinas. Edelmira Rojas viuda de Escudero fue la primera
dirigente del sector femenil del PNR en 1934. Palma Guillén
Comité de Ayuda a los Niños del
fue profesora normalista, doctora en psicología. Profesora Pueblo Español.
177

Mujeres en la educación y
la cultura
se desenvolvían en su vida cotidiana, la modificación de Los procesos de modernización del siglo xx coadyuvaron
conductas, la búsqueda de mejores oportunidades dentro a promover la educación media y superior para todos los
y fuera del hogar, fue un fenómeno igualmente relevante mexicanos bajo el fundamento de que, a través de la pre-
que, a la par de las exigencias y negociaciones más fron- paración técnica y profesional, se fortalecerían los nuevos
tales de las agrupaciones de mujeres, permitió a la postre espacios laborales más orientados hacia la industria y los
ir modificando, aunque lentamente, estructuras patriarcales servicios. La reducción del analfabetismo, el aumento en los
que confinaban a las mexicanas simbólicamente al espacio índices de escolaridad y el incremento de las aulas univer-
doméstico. sitarias benefició también a las mujeres. Su incorporación a
la educación superior les permitía especializarse para inte-
grarse al mundo laboral, particularmente en la administra-
ción pública, el magisterio y la vida académica y cultural.
Desde finales del siglo XVIII hasta las primeras dé-
cadas del XX, la educación femenina estuvo pensada en fun-
ción de hacer mejores madres y esposas; era un adorno de
la feminidad. Para el siglo XX, la educación tenía la función
social de mejorar las habilidades femeninas respecto a la
maternidad. De acuerdo con la historiadora Asunción La-
vrín, el papel más significativo de la educación femenina se
dio en razón de la conciencia propia que impulsó a algunas
mujeres a modificar sus roles sociales.57
Para la década de los años treinta, el hecho de
que las universidades comenzaran a tener mayor asistencia
de mujeres, posibilitó abrir un foro, aunque limitado, donde
se escuchaban voces femeninas hablando sobre sí mismas.
En primer lugar, este espacio se convertía en un terreno de
negociación de poder social menos desigual entre los sexos,

57 Asunción Lavrín (comp.), “Introducción”, en Las mujeres latinoamerica-


nas, perspectivas históricas, México: fce , 1978, p. 21.
178

que consentía la participación de las mujeres en la construc- En México la inversión en educación durante los
ción de la normatividad de lo femenino y les permitía hacer gobiernos de Miguel Alemán y Adolfo Ruiz Cortines repre-
frente a los discursos que las colocaban en situación de sentó entre 10 y 14% del presupuesto federal.58 La cons-
inferioridad, al tiempo que les brindaba herramientas para trucción de la Ciudad Universitaria (1951–1952) fue una
encarar a los grupos en el poder que restringían sus dere- obra de gran envergadura urbanística, que se erigía como
chos políticos y sociales. En segundo lugar, la posibilidad un “monumento que el primer gobierno de universitarios se
de cuestionar los esquemas de género facilitaba a las muje- levantaba a sí mismo”.59 La educación superior se impulsó
res una interpretación distinta y más autónoma, lo que iba de manera notable ya que se necesitaban técnicos y profe-
minando los discursos oficiales sobre su sexo. En tercero, sionales preparados para realizar los proyectos industriales
este proceso de autoafirmación colocaba a las mujeres en para el desarrollo y crecimiento del país. En 1950, había
una situación política distinta: gracias a una presencia pú- 24 929 alumnos inscritos en la Universidad Nacional Autó-
blica diferente –y más visible– fueron adquiriendo un mayor noma de México (UNAM) y 13 480 en el Instituto Politécnico
control sobre su entorno y más poder social, lo que permitía Nacional (IPN).60 Este fenómeno incluía al sexo femenino; no
su paulatina inclusión en los asuntos sociales y culturales. obstante, la cantidad de mujeres marginadas de la educa-
ción era todavía muy alta: había 13 094 082 mexicanas,
de las cuales 23.4% eran analfabetas y sólo .035% estaban
61
inscritas en la UNAM.

HOMBRES MUJERES TOTAL DE ALFABETOS HOMBRES MUJERES TOTAL DE ANALFABETOS


AÑOS
ALFABETOS ALFABETAS AMBOS SEXOS ANALFABETOS ANALFABETAS AMBOS SEXOS

1900 1 277 203 908 558 2 185 761 3 377 643 3 908 438 7 286 081

1910 1 680 918 1 311 108 2 992 026 3 408 029 4 057 385 7 465 414

1920 1 878 434 1 686 333 3 564 767 3 195 842 3 778 013 6 973 855

1930 2 460 614 2 064 421 4 525 035 3 100 946 3 861 571 6 962 517

60 nafinsa , 50 años… op. cit., pp. 320–321.


61 La disparidad en las cifras era parecida en la población masculina,
pero no tan brutal como en la femenina respecto de la educación superior;
58 nafinsa , 50 años de Revolución Mexicana en cifras, México: Presi- 19.10% de los mexicanos eran analfabetas y .16% estaban inscritos en
dencia de la República/nafinsa , 1963, pp. 318–320. la UNAM . Secretaría de Economía, Séptimo censo general de población,
59 Enrique Krauze (productor) y León Sermet (realizador), “Miguel Alemán México, 1953. p. 83; UNAM , Anuario estadístico, 1959, México: UNAM
Valdés”, video documental México siglo XX: los sexenios, vol. X , México: (Secretaría General, Departamento de estadística), 1959, pp. 129 y 132.
Editorial Clío, 1998, min 18’05. Los porcentajes respecto al estudiantado son míos.
179

Para la década de los cincuenta, la matrícula


femenina disminuyó dramáticamente. La Escuela de Altos
Estudios, inaugurada en 1910, abrió las puertas de la edu-
cación superior para las mujeres. En 1924, se convirtió en
la Facultad de Filosofía y Letras. En 1926, su población
femenina era de 78%;62 sin embargo, para 1958 el porcen-
taje se redujo a 16.23% del total de inscritos:63

Un grupo de alumnos de la Academia Moderna Comercial Pitman (23 de mayo


TOTAL INSCRITOS
AÑOS HOMBRES MUJERES % MUJERES 1940). Archivo General de la Nación, Colección fotográfica de la Presidencia de la
UNAM República, Manuel Ávila Camacho, expediente 120/416.

1945 23 300 18 193 5 107 21.91


Entre 1928 y 1954 sólo quince mujeres obtuvieron
1950 24 929 20 374 4 555 18.27 el grado de maestras en historia, letras o filosofía, y tres el
1955 37 094 30 948 6 146 16.56 de doctoras (entre ellas se encuentran Rosario Castellanos,
Luz Vera, Concha Meléndez, Eulalia Guzmán y Soledad
1958 43 924 36 791 7 133 16.23
Anaya Solórzano).64 Asimismo, como señala el siguiente
cuadro, decaía el porcentaje de mujeres que obtenían títu-
los universitarios:65

AÑOS TÍTULOS UNAM HOMBRES MUJERES % MUJERES

1945 900 709 191 27.22

1950 1 167 939 228 19.53

1955 1 531 1 241 290 18.94

1957 1 503 1 203 300 19.96

62 Lucrecia Infante Vargas, “Por nuestro género hablará el espíritu: las


mujeres en la unam ”, en Francisco Blanco Figueroa (director) Mujeres
mexicanas del siglo XX , t. III, México: Editorial Edicol/ uam / ipn / unam /
uaemex / uanl / uaem / uacd , 2001, pp. 79–80. 64 Lucrecia Infante Vargas, op. cit., p. 80, nota al pie 11.
63 unam , Anuario…, op. cit., pp. 7, 12 y 22. Los porcentajes son míos. 65 unam , AnuArio…, op. cit., pp. 127 y 133. Los porcentajes son míos.
180

Ello se debía con toda seguridad a los discursos normativos


de corte conservador y tradicionalista, lo cuales insistían
en que las mujeres debían realizarse prioritariamente en
el hogar, antes que en el terreno profesional. Además, el
control del ámbito educativo estaba en manos de varones
que no aceptaban fácilmente la participación femenina.
Por ejemplo, ninguno de los intelectuales del Ateneo de la
Juventud, eligió como esposa a una mujer dedicada a la
vida cultural, ni fomentó el desarrollo intelectual de sus hi-
jas.66 Clementina Díaz y de Ovando, historiadora y primera
mujer que formó parte de la Junta de Gobierno de la UNAM,

cuenta que no se veía bien a las mujeres que estaban en la


Universidad: “en 1943 entré al Instituto de Investigaciones
Estéticas […] el maestro Justino Fernández durante mucho
tiempo no contestó a mis saludos, hasta que un día leyó un
artículo mío en los Anales […]. Entonces, se me acercó y me
dijo: ‘no es usted aviadora, la invito a comer’”.67 UNAM. Archivo fotográfico del CEMOS. II. Mítines, marchas y manifestaciones.
Medicina o enfermería y las disciplinas humanísti- Serie 6. Movimientos estudiantiles. Subserie 4. Estudiantes UNAM, caja 104.
cas (filosofía, letras, historia y pedagogía) se habían conver-
tido en áreas de estudio feminizadas por su cercanía con el
magisterio y las semejanzas que se suponía tenían con la
maternidad.68 En cambio, las científicas o tecnológicas se-
guían considerándose áreas masculinas. Para 1945, en la
Facultad de Filosofía y Letras se inscribieron 216 alumnas,
mientras que en la de Ciencias hubo 61 inscritas; en 1955,
fueron 241 y 82, respectivamente.69 Medicina o enfermería y
las disciplinas humanísticas
(filosofía, letras, historia y
pedagogía) se convirtieron
en áreas de estudio
66 Gabriela Cano, “Las mujeres y las humanidades”, en Francisco Blanco feminizadas.
Figueroa (director), op. cit., t. II, p. 43.
67 Clementina Díaz y de Ovando, citada por Lucrecia Infante Vargas,
op. cit., p. 83.
68 Gabriela Cano, “Las mujeres…”, op. cit., pp. 37–38.
69 UNAM , Anuario..., op. cit., pp. 7, 8, 12, 13.
181

ESCUELAS Y FACULTADES MUJERES TITULADAS POR DÉCADA

1920 1930 1940

ESC. NAL. DE ARQUITECTURA 0 1 5

ESC. NAL. DE ARTES PLÁSTICAS 0 0 5

FAC. DE CIENCIAS 0 4 27

ESC. NAL. DE CIENCIAS POLÍTICAS Y SOCIALES 0 0 0

ESC. NAL. DE CIENCIAS QUÍMICAS 15 131 349

ESC. NAL. DE COMERCIO Y ADMINISTRACIÓN 0 6 6

FAC. DE DERECHO 1 19 101

ESC. NAL. DE ECONOMÍA 0 0 13

ESC. NAL. DE ENFERMERÍA Y OBSTETRICIA 482 868 728 Amalia González Caballero.

FAC. DE FILOSOFÍA Y LETRAS 15 53 90

ESC. NAL. DE INGENIERÍA 0 3 6

ESC. NAL. DE MEDICINA 30 68 293

ESC. NAL. DE MÚSICA 24 17 11 Entre 1928 y 1954 sólo


ESC. NAL. DE ODONTOLOGÍA 15 80 176
quince mujeres obtuvieron
el grado de maestras en
FAC. DE PSICOLOGÍA 0 0 2
historia, letras o filosofía,
ESC. NAL. DE VETERINARIA Y ZOOTECNIA 0 0 3
y tres el de doctoras.
ESC. NAL. DE TRABAJO SOCIAL 0 0 0
TOTAL DE MUJERES TITULADAS POR DÉCADA 582 1 250 1 815

número de la Revista Ideas, órgano difusor del pensamiento


Por otro lado, en 1934 Amalia González Caballe-
femenino.70 Ese mismo año, Adela Formoso de Obregón
ro de Castillo Ledón fundó el Ateneo Mexicano de Mujeres
Santacilia, afiliada del Ateneo, fundó la Universidad Fe-
con la finalidad de educar y atender las inquietudes intelec-
menina de México donde se preparaba a jóvenes –que
tuales de mujeres. En agosto de 1944, apareció el primer

70 Marcela Del Río, “Ateneo mexicano de mujeres”, revista El Búho,


año 6, núm. 70, diciembre de 2005, p. 1.
182

cuarenta, tiene como antecedente al Ateneo, ya que fue


un lugar donde mujeres de familias con recursos pudieron
educarse y capacitarse para luchar por mejores espacios
sociales y políticos para su sexo.72
Estos nuevos espacios posibilitaron el encuentro de
muchas mujeres deseosas de organizar agrupaciones artísti-
cas, literarias, culturales y educativas. Emma Saro y Carmen
Toscano crearon en 1941 la revista literaria Rueca (que en
once años publicó 20 números) editada completamente por
mujeres; tenía la finalidad de promover la actividad literaria
femenina, pero con una postura inclusiva publicaban tam-
bién trabajos de hombres. A lo largo del proyecto, se fue
modificando el grupo de editoras hasta la dispersión total
de las participantes en el último número. El matrimonio fue
el principal motivo de ello: “solamente Emma Saro y yo,
casada ya desde el primer momento, quizá por el entre-
namiento que teníamos, pudimos resistir la doble tarea”,
comentó Carmen Toscano.73
Otro espacio importante de desarrollo artístico
para las mujeres en estos años, sin duda fue la pintura.
Entre las artistas más reconocidas hoy en día se encuentra
Frida Khalo. Sin embargo, son varios los nombres que jun-
to al de Khalo dieron vida al mundo de la creación visual
en México, entre las que se encuentran varias extranjeras,
Rosario Castellanos. Archivo fotográfico del CEMOS. XI. Expresiones artísticas y
culturales. Serie 6. Artistas e intelectuales. Subserie 21. Rosario Castellanos, como Leonora Carrington (pintora inglesa), Remedios Varo
caja 485. (pintora española), Alice Rahon (pintora francesa), Angeli-
na Beloff (pintora rusa) o Tina Modotti (fotógrafa italiana),
pudieran pagar las colegiaturas o recibieran beca– para
quienes decidieron radicar en el país y desarrollar aquí
aprender actividades consideradas propias para ellas como
su obra. La situación para las pintoras, escultoras o fotó-
docencia en escuelas primarias, labores de oficina, decora-
grafas en México no resultaba fácil, pues el arte era un
ción, etcétera.71 De acuerdo con Marcela del Río, el boom
de escritoras que se dio en México después de los años 72 Marcela del Río, “Ateneo mexicano…”, op. cit., pp. 2–3.
73 Carmen Toscano (pres.), Rueca, tomo I, méxico : fce , edición
facsimilar, 1984, p. 8. Cfr. Elena Urrutia, “Rueca: una revista literaria
71 Carmen Ramos Escandón, “Señorita porfiriana”, en Carmen Ramos Femenina”, en Elena Urrutia (coord.), Nueve escritoras mexicanas
Escandón (comp.), Presencia y transparencia: la mujer en la historia de nacidas en la primera mitad del siglo XX , y una revista, México:
México, México: colmex , 1987, pp. 165–166. inmujeres / colmex , 2006.
183

Imaginarios culturales y
conservadurismo
coto masculino que no les daba mucha cabida; así, la ba- Hacia los años cuarenta, bajo el cobijo del eminente con-
talla no fue sencilla para creadoras como, María Izquierdo servadurismo, el papel diseñado para las mexicanas era
(pintora), Rosario Cabrera (pintora), Nahui Ollin (pintora), mantenerse al margen de los acontecimientos públicos y
Carmen Antúnez (escultora), Lola Álvarez Bravo (fotógrafa), dedicarse preferentemente a la procreación y el cuidado
entre muchas otras.74 del hogar. Ese estereotipo también era avalado por el ca-
tolicismo que enaltecía a la virgen María, arquetipo de la
madre perfecta.75 De hecho, para hacer frente a la devas-
tación del mundo moderno, el papa Pío XII aseguró, en un
discurso dirigido a la Acción Católica en 1940, que las
mujeres eran responsables de restituir el matrimonio, de re-
novar el ámbito familiar y difundir la forma de vida católica
en los hogares.76 Para este sector religioso, las jóvenes no
debían fijarse en propuestas que desviaran sus intereses por
formar y consolidar una familia católica; es decir, su única
circunstancia de vida debía ser el matrimonio y garantizar
la transmisión de la fe.
Diversos grupos conservadores aprovecharon el
giro en las políticas del nuevo régimen gubernamental avi-
lacamachista para evidenciar sus preocupaciones ante la in-
tromisión de estilos ajenos a las formas de vida nacionales,

75 Para un análisis más detallado del vínculo de la maternidad y la virgen


de Guadalupe, véase Valentina Torres Septién, “Una familia de tantas. La
celebración de las fiestas familiares católicas en México (1940–1960) en
Pilar Gonzalbo Aizpuru (dir.), Historia de la vida cotidiana en México,
t. V , vol. I : “Siglo XX . Campo y ciudad”, FCE /COLMEX, México, 2006; cfr.
María Luisa Aspe Armella, La formación social y política de los católicos
mexicanos. La acción Católica Mexicana y la Unión Nacional de Estudian-
74 Véase Mujeres artistas en el México de la modernidad: las contemporá- tes Católicos, 1929–1958, Universidad Iberoamericana, México, 2008.
neas de Frida, México: Museo Mural Diego Rivera, 2007. 76 Aspe, Formación…, op. cit., p. 143.
184

sociedad), y planteaban que ello podía evitarse al limitar la


autonomía de las mujeres –consideradas pilar del hogar– a
través del sometimiento y la sujeción económica al marido
que coartaría sus posibilidades de acción, o al menos las
ceñiría al arbitrio y la vigilancia de éste.
Por su parte, el famoso criminólogo mexicano
Alfonso Quiroz Cuarón igualmente tenía la convicción de
que la participación femenina en la vida social podía tener
consecuencias negativas: al abandonar el espacio domésti-
María Lavalle Urbina, juez, durante una sesión en el auditorio. © (19525)
CONACULTA . INAH . SINAFO . FN . MÉXICO .
co las mujeres debían considerar que “la mala constitución
familiar puede ser el origen de la agresividad infantil. En
A pesar de que los movimientos feministas se silenciaban,
todas las formas de disociación familiar: niños ilegítimos,
el número de mujeres participando en la esfera pública
crecía de manera considerable. adulterinos, adoptivos […]”.79 La obligación de las mujeres
sobre todo en el ámbito familiar; en otras palabras, ante la no sólo era dar a luz a los hijos sino educar a los futuros
posibilidad de que las mujeres adquiriesen una responsabi- ciudadanos como sujetos de bien; es decir, al no mantener
lidad (trabajo o educación) adicional a la doméstica. Por un hogar estable la madre se convertía en la responsable de
ejemplo, para el reconocido politólogo de la época José la procreación de sujetos indeseables y transgresores de la
E. Iturriaga, el hecho de que ellas trabajaran les otorgaba normas adecuadas de socialización.
una actitud de autosuficiencia económica que confería “al
matrimonio una estabilidad menor, pues como se sabe la AÑOS SOLTERAS CASADAS VIUDAS DIVORCIADAS
solidaridad de la familia radicaba en la dependencia eco-
1910 2 376 275 2 053 055 659 637 ***
nómica absoluta de la esposa con respecto al marido”.77 Los
atributos de la vida familiar que, según el autor, se estaban 1920 1 714 039 2 228 253 747 754 111 667
contaminando por la modernidad eran el fuerte apego a 1930 1 668 076 2 252 364 770 449 29 078
la tradición, la cohesión y vigorosa solidaridad, el celoso
1940 1 827 555 2 734 746 782 357 30 285
cuidado del patrimonio, la convivencia de tres generacio-
nes (abuelo, padres, hijos), la incuestionable autoridad del
jefe de familia y la docilidad absoluta de sus dependientes
En México, desde una perspectiva moral, era
(hijos y esposa).78 Estos argumentos revelan un miedo ante
generalizada la idea de que al contraer matrimonio las
el posible colapso de la familia (entendida como el eje de la
mujeres que se desenvolvían en otros ámbitos más allá del
doméstico debían renunciar a ellos; esto es, interrumpir sus
77 Iturriaga, Estructura, social y cultural en México, México, 1ª edición estudios, dejar las actividades políticas y trabajar sólo en
facsimilar de la edición FCE – NAFINSA 1951, INHERM , 2003, p. 14. Itu-
rriaga fue asesor de la presidencia durante las administraciones de Adolfo
Ruiz Cortines y Adolfo López Mateos. 79 Alfonso Quiroz Cuarón, La criminalidad en la República Mexicana,
78 Ibid., p. 12. México: UNAM – IIS , 1958, p. 74.
185

casos excepcionales y por necesidad, pues se creía que Así, los discursos se convertían en un intento de estos gru-
ello podría corromper el “espíritu femenino”, y por tanto pos conservadores por frenar una serie de avances sociales
las desviaría de su misión social en el ámbito doméstico. que, en el terreno cultural, comenzaban a asimilarse.
Ciertamente, aquellos grupos, entre ellos la prensa en voz La discordancia y tensiones entre las transforma-
del “Diario de la Vida Nacional”, se mostraban atemori- ciones sociales que experimentaban las mujeres –que para
zados ante dicho fenómeno; parecían convencidos de que entonces tenían ya un carácter irreversible– y la necesidad
el abandono de la familia tradicional mexicana tendría re- de consolidar la domesticidad y la maternidad como des-
percusiones sociales serias como la masculinización de las tino femenino, se evidencia en un artículo de Ana Salado
mujeres o la delincuencia infantil. Álvarez, publicado por Excélsior en 1941; en él la autora
Desde esta lógica, se fortalecieron una serie de aseguraba que la “chica moderna” además de tener ideas
discursos que aseguraban que la liberación femenina era sanas también ostentaba “las más torcidas y enfermas”, y se
un peligro para la sociedad, al tiempo que se enaltecía le reconocía porque
la domesticidad de las mujeres modernas a quienes se les
adjudicaba la responsabilidad absoluta del hogar y la edu- trabaja, estudia, es desenvuelta, viaja sola, habla
cación de los hijos, aun cuando realizaran otro tipo de acti- idiomas, tiene ideas, deseos de conquistar derechos,
vidades; la plena aceptación de esta obligación ayudaría a
que lee, que discute, que es inconforme, que lanza
que ellas se mantuviesen alejadas de cualquier otro tipo de
actividad y, en consecuencia, a que la familia estuviese a
su actividad a todas direcciones y proyecta su
salvo. En otras palabras, al enfatizar la trascendencia social personalidad en las demás mujeres, como la que
y política del papel de madres se buscaba evitar que las fuma, bebe, es indolente, maleducada, sale sola con
mujeres optasen por formas de realización personal distin- los amigos, es libre y frívola, viste con desvergüenza,
tas al matrimonio y la procreación, ya que ello debilitaría la desprecia el hogar y el matrimonio y cree en el control
estructura familiar y social. de la natalidad, en el divorcio y en iguales derechos,
Sin embargo, en este punto existe una contradic-
absolutamente hablando para hombres como para
ción entre el discurso y la realidad en función de lo que
se asumía –y pretendía– debía ser el papel de una mujer
mujeres.80
moderna; pues, a pesar de que los movimientos feministas
se silenciaban y se difundían más abiertamente las preocu-
paciones de los sectores tradicionalistas, crecía de manera
considerable el número de mujeres participando en la esfe-
ra pública a través del desarrollo de actividades laborales,
políticas, culturales y educativas. Con todo, las cifras de
mujeres desenvolviéndose en los espacios públicos, aunque
eran reducidas en comparación con las de los varones, mar-
caban un fenómeno irreversible y en constante crecimiento. 80 Ana Salado, “El modernismo”, Excélsior, 27 de abril de 1941, 1ª
secc., p. 3, México. Las cursivas son mías.
186

Aunque la periodista reconocía que la sociedad


debía modernizarse y vivir los cambios que ello traía apare-
jados, en lo referente a las mujeres afirmaba la existencia de
“ciertas leyes que por ser universales, eternas e inmutables,
no pueden variar. Y que éstas son las normas morales […].
Porque cuando se trata de su decoro, de su moralidad […la La prensa en general se
mujer] es siempre la misma, ni moderna ni anticuada, sino
encargaba de encumbrar
sólo una mujer que guarda y defiende un sitio en este mun-
do, con el ánimo y la valentía”. Así, la escritora aseguraba
el modelo femenino considerado
que la mujer moderna aceptaba “serenamente […] todas el correcto. Excélsior patrocinaba
las obligaciones que le tocan”.81 Con aseveraciones de este concursos que exaltaran la
tipo queda claro que se buscaba, por un lado, propagar maternidad; en específico el de
el imperativo de consolidar la unidad familiar, siguiendo
“la madre prolífica”, que apelaba a
la lógica del Estado, a través de la maternidad y de los
esfuerzos femeninos cifrados en el hogar; y, por otro, frenar
la necesidad del gobierno
la toma de espacios ajenos a la domesticidad al asumir que de reafirmar el discurso sobre
la feminidad era incompatible con el desenvolvimiento de una supuesta
las mujeres en los espacios públicos. Es decir, pareciera determinación biológica.
que ante el hecho de no poder negar las transformaciones
sociales consecuencia de la modernización, se buscaba
estigmatizar las formas en que la mujer se adscribía a estos
cambios estableciendo una diferenciación entre la buena y
la mala mujer moderna.

Festival organizado para conmemorar el Día de las Madres en el Estadio Olímpico.


(9 de mayo de 1948. Fotógrafo: M. Flores). Archivo General de la Nación, Colección
Presidencia de la República, Miguel Alemán Valdés, expediente 256/1.
81 Idem.
187

% H ECONÓMICAMENTE %M
M ECONÓMICA-
ACTIVOS ECONÓMICAMENTE
AÑOS POBLACIÓN TOTAL HOMBRES MUJERES MENTE ACTIVAS*
RESPECTO A LA ACTIVAS RESPECTO A
POBLACIÓN* LA POBLACIÓN*

1930 16 552 722 8 119 004 29.76 8 433 718 239 575 1.44

1940 19 653 552 9 695 787 27.60 9 957 765 432 457 2.20

1950 25 791 017 12 696 935 27.94 13 094 082 1 137 646 4.41

1960 34 923 129 17 415 320 26.45 17 507 809 2 035 293 5.78

La prensa en general –al igual que otros medios de “la madre prolífica”, apelaban, sin duda, a la necesidad
de comunicación como revistas o cine– se encargaba de del gobierno de reafirmar el discurso decimonónico sobre
encumbrar el modelo femenino considerado el correcto. Al una supuesta determinación biológica que enraizaba al
respecto, la labor de Excélsior fue determinante. Desde los sexo femenino en la maternidad, lo cual permitía controlar
años veinte este diario, considerado entonces el más im- el acceso a otros espacios de participación social que no
portante de México y con una sólida visión conservadora, fuese el doméstico.83
según anota Arno Burkholder,82 se había dedicado a enal- Este fenómeno comercial y mediático se contrapo-
tecer la maternidad y a protegerla de aquellas ideas que nía a todas las corrientes sociales e ideológicas que hasta
proponían un desenvolvimiento social distinto para las mu- el inicio de los cuarenta habían buscado fervientemente la
jeres. En los años cuarenta, colaboraba abiertamente con obtención de derechos políticos, laborales y sociales para
el Estado y otros grupos, entre ellos la Iglesia católica, al el sexo femenino. Con el inicio del sexenio avilacamachis-
emitir en 1941 de manera enfática su reconocido concurso ta parecía que en dicha batalla, al menos en el terreno
“la madre prolífica”. Este tipo de concursos de exaltación a cultural, los sectores conservadores tomaban ventaja al ir
la maternidad patrocinados por Excélsior, en específico el difundiendo a través de diversos aparatos discursivos –entre

83 Aunque en los discursos de Ávila Camacho subyacía esta idea desde su


candidatura, como ya hemos mencionado, igualmente el partido opositor
82 Para una comprensión de las visiones y tendencias conservadoras (Partido Revolucionario de la Unidad Popular, PRUN ) se dirigía a las mexi-
de Excélsior, así como de sus relaciones con el Estado, véase Arno Bur- canas afirmando: “El gobierno te ha negado derechos políticos porque la
kholder, “Crecimiento y consolidación del diario Excélsior (1932–1968), imposición [sic] sabe que tú no venderías por ningún precio el porvenir
Secuencia. Revista de Historia y Ciencias Sociales, enero–abril 2009, de tus hijos [...] Tu revancha consistirá en hacer valer tus derechos de
Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, pp. 87–104; “La red mexicana, de mujer, de madre, de esposa, de amante, de hermana, por
de los espejos. Una historia del diario Excélsior (1916–1976)”, tesis de conducto de los hombres que amas y sobre los que puedes influir”. Véase
doctorado, Instituto Mora, México, 2007. “Mujer mexicana”, Excélsior, 25 de junio de 1941, 1ª secc., p. 3.
188

Las mujeres liberales y la


comercialización del ama
de casa
ellos, prensa, cine, música popular– la necesidad de retener El crecimiento económico y la estabilidad social consecuen-
en el hogar a las mujeres que pretendían encontrar su reali- cia de la modernización, permitió el fortalecimiento de
zación personal fuera de éste. la clase media y la difusión de la idea del ama de casa
moderna, estereotipo que se convertía en la otra cara de
la moneda de la “mujer liberal”, imagen asumida como
algo negativo por el tipo de accionar fuera de la norma
tradicionalista de género. En esta lógica, se promovería
con fuerza la modernización de las mujeres, no a través de
la obtención de derechos o prerrogativas sociales, sino a
través de la adquisición de tecnología para el hogar. Así,
los electrodomésticos se convertían en los asistentes de esa
gran ejecutiva del hogar; el ideal femenino porfiriano se
renovaba: el “ángel del hogar” fue sustituido por la “mujer
moderna”.

Los electrodomésticos se convirtieron


en los asistentes de esa gran ejecutiva
del hogar; el ideal femenino porfiriano
se renovaba: el “ángel del hogar” fue
sustituido por la “mujer moderna”.

Los aparatos del hogar fueron los principales ar-


tículos de importación que penetraron las barreras de la
sustitución de importaciones implementada en los años
189

cuarenta. En 1946, 11% de los artículos procedentes del ex- La naciente industria de los medios masivos de
tranjero eran bienes de consumo durables como lavadoras, comunicación junto con sus novedosas técnicas de comer-
refrigeradores, radios, automóviles, etcétera.84 Entre 1945 cialización, también promovía los hogares como el lugar
y 1947 se introdujeron al país 45 900 refrigerado- ideal para el desenvolvimiento femenino. La propaganda
res, 20 650 lavadoras y 1 260 276 pares de medias de publicitaria de cualquier producto destinado a mujeres, las
nylon.85 Estas importaciones se redujeron a 7% en 1950,86 retrataba como una ensoñadora y tradicional ama de casa,
pues comenzaba a gestarse una producción nacional; a preocupada por su aspecto físico y por el hogar.89
mediados de esta década ya se producían en el país todo En la época circulaban diversas revistas para mu-
tipo de electrodomésticos (máquinas de coser, aspiradoras, jeres que se ocupaban de difundir una serie de consejos
acondicionadores de aire, ventiladores, batidoras).87 para el funcionamiento del hogar y la buena apariencia
José E. Iturriaga, politólogo y estadista, estaba con- femenina.90 En Paquita se aseguraba que la madre era la
vencido de que la invasión de electrodomésticos permitía responsable de la buena educación de los hijos: “La mujer
que las mujeres ya no se dedicaran al hogar ni a la familia es para todos, y ella es la que, para llegar al maravilloso
y le dieran prioridad a otras actividades; por ello advierte triunfo hogareño, sacrifica en todos los momentos del día
que se debían evitar los engaños de “influencias extrañas, sus propias predilecciones para acatar las de los suyos”.91
88
encubiertas de progreso tecnológico”. El estadista asegu- También se recordaba a la madre que “la naturalidad que
raba que ello promovía la relajación moral respecto a las inculques a tu hijo será la conformidad con lo irremediable,
conductas femeninas y una distensión de la presión familiar con las leyes divinas, con la condición humana”.92 En La
sobre las casadas o las solteras, que provocaba el aumento Familia podía leerse que las madres modernas eran mujeres
de divorcios. “bien intencionadas que hi-
Sin embargo, la intrusión de estos aparatos estuvo cieron estudios serios, que Las revistas femeninas
acompañada de una importante campaña de comercializa- están ávidas de conocer y se ocupaban de difundir
una serie de consejos
ción, principalmente en impresos, que promovía la adop- son amantes del progreso para el funcionamiento
ción de una actitud moderna, ejemplificada en el american en todas sus formas, que del hogar y la buena
way of life: mujeres empleadas en los servicios (vendedo- tienen un libro en una apariencia femenina.
Incluían además una serie
ras, secretarias, administradoras) o que realizaban estudios mano y cocinan con la
de relatos literarios que
en áreas consideradas femeninas, pero siempre casadas y otra”; pero, les advertían propagaban el estereotipo
redescubriendo los encantos del hogar a través de la meca- contra el peligro al educar de la mujer abnegada.
nización que les ayudaba a no descuidar sus actividades de
madre y esposa.
89 Luisa Passerino, “Sociedad de consumo y la cultura de masas”, en
84 Tzvi Medin, El sexenio alemanista, México: Era, 1990, p. 116. Georges Duby y Michelle Perrot, Historia…, op. cit., p. 394.
85 Ana Cecilia Treviño, “Radios, refrigeradores, relojes y medias para 90 Elvia Montes de Oca Navas, “La mujer ideal según las revistas femeni-
muchos años”, en Excélsior, 25 de julio de 1947, 1ª secc., p. 1. nas que circularon en México. 1930–1950”, Convergencia, vol. 10, núm.
86 Tzvi Medin, El sexenio…, op. cit., p. 116. 32, uaem , p. 147.
87 nafinsa , 50 años…, op. cit., p. 153. 91 Paquita, abril de 1946, p. 9.
88 José E. Iturriaga, Estructura…, op. cit., p. 224. 92 Paquita, mayo de 1957, p. 22.
190

a sus hijos con las nuevas formas “racionales” desdeñan-


do los “métodos empíricos de antaño”.93 Ambas revistas, La época de oro del cine mexicano
al igual que otras de su género, 94
contaban con secciones adquirió una fuerza social fundamental
de moda, corte y confección, consejos para el hogar, una y transmitía los modelos de género
serie de relatos literarios que propagaban el estereotipo
de la mujer abnegada, así como anuncios publicitarios de
imperantes a través de estereotipos
electrodomésticos, artículos para la limpieza del hogar y la femeninos dicotómicos de la “buena”
higiene personal. y la “mala”. Las “liberales” enfrentan
Otras ediciones, como Social, se dedicaban a mos- además del castigo merecido, la
trar la vida de la alta sociedad a través de notas fotográ- imposibilidad de “ser a través” del
ficas que exhibían bodas, bautizos, primeras comuniones,
amor de un buen hombre.
recepciones, baby–showers, fiestas infantiles: imágenes en
las que se podía ver el interior de los hogares modernos, de De acuerdo con Julia Tuñón, “pese a la simplicidad
salones exclusivos, así como los modos de ser y de presen- del estereotipo que muestra a la madre plana y monocorde,
tarse de las mujeres pertenecientes a la élite posrevolucio- el cine mexicano más barato muestra también temores pro-
naria. Entre sus anunciantes había principalmente marcas fundos, ideas remotas y, destacadamente, los mecanismos
de electrodomésticos, artículos para la higiene personal, de nuestra sociedad para doblegarlos”. Dichos temores se
joyería, ropa fina, cosméticos. En general, todas las revistas ubican en los sucesos políticos y sociales experimentados
femeninas hacían un fuerte hincapié en mostrar a las muje- tras la Revolución, y que para los años cuarenta habían
res la senda para lograr ser una “buena” mujer, es decir, generado “cambios efectivos” para las mexicanas; de este
formar una familia y existir maternalmente. modo, continua la autora, “pareciera que […] el discurso
Por otro lado, el cine mexicano adquiría una fuer- fílmico hubiese fungido como instrumento de la tendencia
za social fundamental; era la época de oro. En la pantalla a influir a favor de los esquemas tradicionales del sistema
se transmitían los modelos de género imperantes a través de género, devolver a las mujeres al orden, al ámbito de
de estereotipos femeninos dicotómicos de la “buena” (la lo privado, al reposo del guerrero, a la unidad primigenia
sacrificada) y la “mala” (la egoísta que se divierte) que atra- del todas–las–mujeres–son idénticas, del arquetipo esencial
vesaban todos los estratos sociales: la madre pura, la novia, femenino”.97 Por ejemplo, las mujeres “de celuloide” que
la esposa desvalida, frente a la devoradora, la rumbera, la atentan contra el ideal femenino, las “liberales”, enfrentan
prostituta.95 Además, la narrativa melodramática cinemato- además del castigo merecido, la imposibilidad de disfru-
gráfica muestra la necesidad de resguardar el amor familiar tar –de realizarse, de ser a través– del amor de un buen
en peligro.96 hombre y/o de los hijos, de ahí el dolor y el sufrimiento.

93 La Familia, 2ª quincena de abril de 1954, p. 104.


94 Por ejemplo, El hogar, Negro y blanco, Romances. 96 Carlos Monsiváis, “Notas sobre la cultura mexicana en el siglo XX”,
95 Julia Tuñón, Mujeres de luz y sombra en el cine mexicano. La cons- en Daniel Cosío Villegas, Historia de México, vol. 4, México: colmex ,
trucción de una imagen 1939–1952, México: imcine / colmex , 1998, pp. 1976, p. 449.
78–79. 97 Julia Tuñón, op. cit., pp. 288–290.
191

En la película Victimas del pecado (Emilio Fer- seguía siendo el


nández, 1951) Rosa, una cabaretera subyugada por su pilar moral de la
explotador y amante, abandona durante una noche fría a familia en Méxi-
su hijo recién nacido en un basurero ubicado en un oscuro y co y, por tanto,
sórdido rincón de la ciudad de México. Violeta (Ninón Sevi- su espacio de
lla), compañera de profesión de la “malvada” mujer, se da realización ideal
cuenta de los hechos y salva a la criatura; se convierte en su era el doméstico.
madre putativa y logra educar a Juanito, un niño amoroso y A me-
trabajador. En contraparte Rosa, tras abandonar a su hijo, diados del siglo
se pierde en un lóbrego destino al lado de un hombre que XX, el hecho de
la golpea y maltrata sin que se vuelva a saber más de ella. que existieran
Violeta encontrará definitivamente su exoneración de toda madres trabaja-
mancha en el amor de Juanito. doras o jefas de
A través de las pantallas cinematográficas se difun- familia solteras
día con visión oficialista y de manera masiva una imagen no había cambia-
ideal de la mexicana: la mujer “domada”, que se encuentra do por completo
Ninón Sevilla, primer plano. © (327720)
en el polo extremo de las que han pretendido violentar con el ideal femenino CONACULTA . INAH . SINAFO . FN . MÉXICO .

su conducta descarriada los modos en que deben vivir las decimonónico de


“buenas” mujeres, a saber, las dedicadas al hogar y a la “estar casada;
maternidad y que se comportan de manera sumisa frente a y los cambios que ha habido en relación con las mujeres
la autoridad masculina. solteras pueden haberse efectuado más bien en el área del
Así, las novedosas campañas mediáticas, las revis- trabajo y de la educación que en el área de los valores
tas femeninas y el cine nacional, difundían el mensaje de la sociales”.98 De acuerdo con June Nash, la familia latinoa-
emancipación femenina a través del aligeramiento de los mericana moderna era entendida como una forma nuclear
trabajos domésticos y del gozo por el espacio doméstico y dominada por el varón. Aun cuando existían bastantes ho-
respeto a la jerarquía del varón protector, mas no el cambio gares encabezados por mujeres y cuando muchas debían
de estatus para la mujer en la sociedad: el sexo femenino trabajar para apoyar el ingreso familiar, el espacio simbóli-
co de la mujer era antes doméstico que público.99

Los discursos sobre lo femenino


no se transformaban; se
98 Asunción Lavrín, “Algunas consideraciones finales sobre las tendencias
elaboraban renovaciones de la y los temas en la historia de las mujeres de Latinoamérica”, en Asunción
ética tradicionalista aplicada a la Lavrín (comp.), Las mujeres latinoamericanas, perspectivas históricas,
México: fce , 1978, p. 359.
mujer moderna –redomesticación 99 June Nash, “Perspectiva de la mujer latinoamericana en las ciencias

femenina–. sociales”, en María del Carmen Elu de Leñero, La mujer en América


Latina, tomo II, México: sep Setentas, 1975, p. 18.
192

La idea de la madre–esposa era fortalecida tam- En refuerzo de lo anterior, los discursos existentes
bién a través de la ya extendida comercialización del Día sobre lo femenino no se transformaban por completo, más
de la Madre y de las doctrinas católicas que enaltecían a bien se elaboraban renovaciones y actualizaciones de la
la Virgen María (madre de Dios).100 Ello debió repercutir ética tradicionalista y conservadora aplicada a la mujer
fuertemente en las mentalidades católicas y conservadoras moderna –redomesticación femenina–, que era entendida
mexicanas que tenían a esta figura religiosa como arqueti- como la mujer tradicional inserta en una domesticidad mo-
po de la mujer ideal. dernizada. Es decir, que las mujeres debían ser ajenas a
Así, la maternidad pasó de ser un asunto privado a la vida pública. La modernización que se experimentaba
una responsabilidad social de las mujeres. Los Estados mo- era diferenciada, y la mujer era la única responsable de
dernos se dieron a la labor de recordarles que su misión en las actividades domésticas y sólo tenía derechos como ma-
la vida era ser madres de buenos ciudadanos, y enseñarles dre–esposa, y en todo caso debía modernizarse según los
a educar correctamente a sus hijos para evitar sujetos de- esquemas tecnológicos dentro del hogar, estudiar y trabajar
lincuentes, viciosos o flojos que generaran problemas socia- pero siempre y cuando ello no interviniera con su “misión
les.101 De esta manera, los cambios vividos por las mujeres a femenina”.
raíz de los nuevos procesos económicos, políticos y sociales En la modernización experimentada en México,
traídos por la modernización, se encontraban constreñidos según Barbara Potthast y Eugenia Scarzanella, las mujeres
por la fuerza de discursos religiosos, morales y sociales, corrían el riesgo de que los discursos sobre la maternidad
que se imbricaban con aquellos cientificistas y comerciales y la domesticidad que las acosaban las hicieran “prisione-
importados. Todos insistían en que el lugar ideal del sexo ras de una ciudadanía limitada al ejercicio de sus tareas
femenino era el hogar, a pesar de su notable y necesaria ‘exquisitamente femeninas’”.103 Ciertamente, las relaciones
participación pública. de género ya no eran las mismas que en el siglo XIX, las mu-
De esta suerte, hubo dos tipos de modernizaciones: jeres se encontraban en una situación menos desventajosa
una para los hombres y otra para las mujeres. Según refie- en cuanto a lo laboral, lo educativo y la política que les
ren Elsa M. Chaney y Marianne C. Schmink, la situación permitía actuar desde un lugar menos subordinado y poseer
social del sexo femenino empeoró; las mujeres se vieron herramientas distintas para negociar una mejor posición
atrapadas entre el trabajo fuera y dentro del hogar, mien- social y enfrentar aquellos discursos conservadores.
tras tenían una participación reducida en decisiones políti- En suma, los discursos sobre lo femenino seguían
cas referentes a las esferas públicas y privadas, así como fundamentándose en la idea decimonónica de una supuesta
la validación en la esfera social para el cuidado de niños y naturaleza que ataba a las mujeres, ahora desde una visión
las tareas domésticas de lo cual eran responsables.102 politizada, a la maternidad y al hogar. Aquellas mujeres

100 El papa Pío XII declaró en noviembre de 1950 el Dogma de la 102 Elsa M. Chaney y Marianne C. Schmink, en María del Carmen Elu de
Asunción de la Virgen María, y le dedicó el año de 1954. Leñero (intro.), op. cit., p. 26.
101 Véase Asunción Lavrín, “Puericultura, Public Health, and Motherhood”, 103 Barbara Potthast y Eugenia Scarzanella (eds.), “Introducción: las mu-
en Women, Feminism and Social Change in Argentina, Chile and Uruguay, jeres y las naciones”, en Mujeres y naciones en América Latina, problemas
1890–1940, USA: University of Nebraska Press, 1995. de inclusión y exclusión, Madrid: Iberoamericana, 2001, p. 15.
193

que no se apegaban a esta norma,


no sufrieron la misma represión que
en el siglo XIX, pero sí tuvieron que
rivalizar con una fuerza normaliza-
dora que las marcaba con la deva-
luación moral de su persona.
De cualquier manera, a
diferencia de los otros ámbitos públi-
cos, la vida cultural fue un escenario
importante para las mujeres pues
les permitía, aunque limitadamente,
demostrar su capacidad intelectual
y manifestar sus ideas respecto a la
vida social y la situación femenina.
En este contexto, nuestro análisis
permite establecer elementos impor- María Izquierdo, pintora, de pie junto a una de sus pinturas. © (18803) CONACULTA.INAH.SINAFO.FN.MÉXICO.

tantes para comprender la actuación


de las mujeres insertas en la vida
cultural (como escritoras, pintoras, escultoras, pensadoras,
académicas e, incluso, científicas) del periodo. Primero, las
mujeres que estuvieron más involucradas en la vida cultu-
ral, fueron las que con sus comportamientos quebrantaron
más abiertamente el ideal femenino. En segundo lugar, sus
conductas están enmarcadas en un momento histórico con-
tradictorio para el sujeto femenino en México: por un lado,
las transformaciones que estaban sufriendo las estructuras
sociales del país en razón de los procesos de moderniza-
ción, posibilitaban una participación femenina más abierta
en la vida cultural; por otro, al desdeñarse la figura de la
mujer liberal como la que atentaba contra los valores tradi-
cionales, se restringía la participación de las mujeres en el
ámbito público, circunscribiendo por tanto su realización
como sujetos únicamente al ámbito del hogar, lugar de la
buena mujer moderna.
194

Reflexiones finales
tomaban las mujeres como capital político fue utilizada
por los gobiernos que terminaron por otorgar el sufragio
femenino y absorber los movimientos sufragistas en su bene-
ficio. No obstante, las mujeres ganaron terreno y obtuvieron
En el presente capítulo se buscó establecer cómo en las mayor protección social, así como la oportunidad de des-
décadas de los años veinte a cincuenta las mexicanas se envolverse con un poco más de libertad. A su vez, fueron
organizaron de una manera efectiva y trabajaron insistente- ocupando plazas laborales y educativas (preferentemente
mente para conseguir igualdad civil y derechos políticos; las aquellas consideradas femeninas y menos remuneradas)
reformas integradas al marco legal posrevolucionario dan que les abrían canales de participación social, de desarro-
fe de ello, al igual que las distintas formas de organización llo personal y cierta independencia económica, lo que las
y la congregación de muchas feministas en movimientos y colocaba en una situación de subordinación más laxa frente
organización diversos, todos con miras a exigir a los go- a los jefes patriarcales.
biernos en turno cambios legales y morales para mejorar la Por otro lado, la presencia femenina en la escena
situación social en que se encontraban las mexicanas. pública, que aumentaba de manera gradual e irreversible,
Las luchas del movimiento feminista en el México no era aún un fenómeno altamente representativo. Existían,
de este periodo lograron relevantes frutos, sin duda alguna. además, prejuicios morales y religiosos que sustentaban el
Sin embargo, una de sus debilidades fue la falta de conti- discurso de la domesticidad natural del sexo femenino y
nuidad de sus dirigentes, la discrepancia –a veces irreconci- su incapacidad para participar en espacios considerados
liable– de posturas ideológicas, así como la cooptación de masculinos. En un ámbito social y cultural más amplio, se
diversos grupos de mujeres por parte del Estado al integrar- crearon discursos que pretendían restringir la participación
las al partido oficial. Cabe destacar que el mejor momento de las mexicanas en la escena pública y retenerlas en el
del feminismo mexicano se registra en la década de los hogar, al consolidarse en el imaginario la idea de la “mujer
treinta, ligada al socialismo del régimen cardenista, cuyo liberal” como una versión negativa de la mujer moderna, en
discurso sostenía su interés por alcanzar una sociedad más tanto rechazaba los valores tradicionales designados para
democrática. A pesar de que varias de las demandas no el sexo femenino.
lograron convertirse en cambios inmediatos para beneficio
de las mujeres, se sembraron las bases para que en años
posteriores la lucha continuara.
La fuerza que tomaban las mujeres
De otro lado, en los años subsiguientes a la Revolu- como capital político fue utilizada
ción, años de industrialización y modernización en México, por los gobiernos que terminaron
se hizo posible que las mujeres tuvieran una mayor parti- por otorgar el sufragio femenino y
cipación en la vida política, laboral y cultural. Las luchas
absorber los movimientos sufragistas
políticas buscaban el reconocimiento de los derechos civiles
del sexo femenino en sociedades en que su participación
en su beneficio.
social era distinta y se hacía más necesaria. La fuerza que
195
196

CAPÍTULO

CINCO
197

Movilización y ciudadanía. Las mujeres en la escena política y social


(1953 – 1975)
198

Movilización y ciudadanía.
como la Unión Nacional de Mujeres Mexicanas (1964)
de filiación soviética y comunista, Mujeres en Acción So-
lidaria (1971) o el Movimiento de Liberación de la Mujer

Las mujeres en la escena (1974). En este contexto estudiar la participación femenina


en planos diversos es materia fundamental ya que tanto la

política y social
actividad política como la cotidiana llevó a las mujeres a
posibilitarse otros –y mejores– espacios de desarrollo, al
tiempo que enfrentaban estructuras de poder más amplias.

(1953 – 1974). Abrimos el estudio en 1953, pues este año marca


un hito en la historia de las mujeres en México. Tras varias
décadas de lucha sufragista, finalmente Adolfo Ruiz Cor-
tines (1952–1956) otorga derechos políticos plenos a las
Adriana Maza Pesqueira mexicanas para votar y ser votadas. Considerar el marco
Martha Santillán Esqueda legal internacional es relevante pues, a partir de la emisión,
auspiciada por la ONU, de la Declaración de los Derechos
Las décadas de los años cincuenta y sesenta forman parte Humanos en 1948, el “Pacto Internacional de Derechos Po-
de lo que se conoce como el “milagro mexicano”, etapa de líticos y Civiles” y el de “Derechos Económicos y Sociales
gran crecimiento económico y estabilidad política, que pro- y Culturales” (ambos en 1966), las autoridades políticas
yectó al país a la modernidad. En este periodo la participa- se vieron compelidas a tomar una actitud más progresista
ción del sexo femenino en otras esferas además del hogar respecto a la actividad femenina en la vida nacional, lo
(como la educación, el trabajo y la vida política) comenzó que se evidencia en 1975 con la celebración en México
a ser notable. No obstante, en diversos ámbitos sociales y de la Conferencia del Año Internacional de la Mujer; para
culturales existían resistencias ante la modificación de, por ello se reformó el artículo 4º constitucional, con lo cual las
ejemplo, las estructuras de género patriarcales, la sexua- mexicanas obtuvieron la igualdad jurídica.
lidad en el ámbito conyugal, el rechazo a la maternidad A partir de la obtención de la ciudadanía la parti-
y la realización femenina fuera del hogar, entre otros. De cipación femenina en el ámbito político permitió –al menos
cualquier forma, esta época de grandes transformaciones en teoría– el acceso de las mujeres a procesos electorales,
permitió que se fueran modificando, aunque lentamente, puestos en el poder y su desarrollo dentro de los partidos
aquellos valores morales que sostenían la desigualdad entre políticos. Ello requirió de un despliegue táctico que les facili-
los sexos. tara su inserción en un sistema político bien consolidado en
Tras la obtención del voto en 1953, el feminismo el cual la cultura patriarcal continuaba permeándolo todo.
dio un giro importante al centrar sus preocupaciones en otros De esta forma, analizaremos los retos a los cuales se enfren-
ámbitos, además del político, como el social y el cultural, taron, las formas discursivas que utilizaron y las acciones
lo que podríamos proponer como una politización de estas mediante las cuales incursionaron en la vida política del
otras esferas de la vida nacional. Así surgen agrupaciones país.
199

El milagro mexicano
Dentro del ámbito social, vinculado a la política,
factores como el modelo de desarrollo estabilizador y el
desbordado crecimiento urbano, requirieron la intervención
de las mujeres en gran diversidad de movimientos popula-
res y culturales. El ambiente conservador dentro del cual Desde el gobierno de Lázaro Cárdenas (1934–1940) hasta
desarrollaron su actividad les presentó nuevos desafíos la administración de Gustavo Díaz Ordaz (1964–1970), la
y generó una dinámica social que las llevó a cuestionar economía mexicana tuvo un crecimiento sostenido, atrave-
nuevamente su subordinación y a elaborar estrategias de só por un proceso de industrialización y experimentó una
resistencia –y en ocasiones de subversión–, que culminaron etapa de elevada producción agrícola. Se trató de un logro
con su participación en importantes movimientos de esta conocido como “el milagro mexicano”. Particularmente,
época: la contracultura, el movimiento estudiantil del 68 y durante el periodo comprendido entre 1958 y 1970, de-
el feminismo de la nueva ola. nominado “el desarrollo estabilizador”, México alcanzó un
A la par de las grandes transformaciones sociales, crecimiento anual promedio de 6.8%; mantuvo el equilibrio
el agotamiento del modelo de desarrollo estabilizador, la de las finanzas públicas, la estabilidad del tipo de cambio
creciente dependencia económica de Estados Unidos y el (12.50 pesos por dólar, de 1954 a 1976) y una tasa infla-
abrumador imperialismo cultural norteamericano, afectó las cionaria relativamente baja que, excepto en 1953 cuando
estructuras mentales de la población mexicana que vio en su se ubicó en 13.4%, no llegó a rebasar un dígito.
vecino del norte al referente del sujeto moderno y que, des- De acuerdo con Roger Hansen, de 1940 en ade-
de luego, implicó también una fuerte influencia en la forma lante, la participación del Estado mexicano fue determinan-
de ser mujer, alterando su concepción sobre la educación, te para detonar el crecimiento. “Entre 1935 y 1960 más
el mundo laboral, el espacio doméstico y materno, y las re- de la mitad de la inversión del sector público se destinó
laciones entre los sexos. En el proceso, el cine, la televisión, a gastos de capitales de infraestructura, transportes y co-
la radio y la publicidad jugaron un papel relevante. municaciones”. En ese lapso, el financiamiento público se
Esta inminente expansión de los medios de comu- elevó a una tasa anual de 4.9%, lo cual permitió abarcar
nicación, actores sociales –y sin duda políticos– sentó las a “más de 60% de toda la tierra irrigada en México, en
pautas de lo que serían las industrias culturales en México, comparación del 13% que era en 1940”.1 Con base en
fenómeno que ciertamente tuvo importantes repercusiones esta política, más la respuesta positiva de los inversionistas
en la reconfiguración de espacios femeninos. Así, dedicare- privados, el mejoramiento de la producción y productividad
mos espacio para la reflexión, desde el terreno discursivo, agropecuaria, el “milagro” del crecimiento económico fue
sobre la producción cinematográfica, los mensajes televi- posible.
sivos y radiofónicos, y las publicaciones periódicas para
mujeres (revistas femeninas), que tuvieron una influencia
sustancial en los esquemas de género que en la época se
trastocaban o reforzaban y que, a su vez, formaron parte
de las tensiones en torno a la actividad femenina fuera del 1 Roger D. Hansen, La política del desarrollo mexicano, 25 ed. México:
hogar, incluida su participación política. Siglo XXI editores, 2004, pp. 61–62.
200

México se encontró frente a una virtual autosuficiencia socio y protector en caso de producirse estrangulamientos o
alimentaria; impulsó el crecimiento acelerado del sector cuando hubiera que reducir riesgos excesivos”.4
manufacturero y detonó las exportaciones; al comercio exte- Estrechamente vinculado con el proceso de desa-
rior le suministró algodón, café, azúcar, legumbres, frutas y rrollo, los avances económicos también se vieron favore-
ganado, logrando que la actividad agropecuaria se convir- cidos por la creciente urbanización. La población mayori-
tiera en una fuente crucial de captación de divisas. Si bien tariamente concentrada en el área rural, sistemáticamente
de 1935 a 1955 la agricultura fue el sector más dinámico empezó a congregarse en las grandes ciudades. Con base
de la economía nacional, “de 1955 a 1970, el sector de en las cifras del INEGI, la ciudad de México, por ejemplo, en
desarrollo más rápido fue el industrial (electricidad, petróleo 1940 reunía en su territorio a 9.17% de la población total
y manufacturas) [En ese lapso] la agricultura disminuyó su del país, y en 1980 llegó a 19.98%.
tasa de crecimiento a 3% anual, por debajo del incremento Mientras el “milagro mexicano” ocurría en el
de la población; en cambio, las manufacturas aumentaron ámbito de las cifras agregadas de la economía, y en el
a 8.6%, mientras la electricidad y el petróleo subieron a buen manejo de la política fiscal, monetaria, comercial y
11.6% y a 9.2%, respectivamente”.2 laboral, el prodigio estuvo acompañado, tal como señala
Asimismo, en el comportamiento de la economía Roger Hansen, por un incremento veloz y significativo de los
mexicana, influyeron otros factores relevantes: la protección precios, y “una pauta muy inequitativa en la distribución del
ante la competencia externa, el apoyo al florecimiento de ingreso […], en estos últimos treinta años, una gran parte de
industrias específicas, la política de sustitución de impor- la cuenta de la rápida industrialización se ha pagado con
taciones y los efectos positivos derivados de la elevación mayores reducciones en el consumo de la gran mayoría de
de la demanda del mercado norteamericano de productos la sociedad mexicana situada en los últimos peldaños de
industriales, la cual se vio favorecida por la participación la escala de ingresos”.5 Entre 1940 y los primeros años de
de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial. la década de 1970, se abrió considerablemente la brecha
Durante el sexenio de Miguel Alemán (1946– económica entre las clases sociales. La enorme desigualdad
1952) las inversiones asignadas a las empresas públicas en la distribución del ingreso en México, en buena parte fue
(ferrocarriles, PEMEX, CFE) aumentaron considerablemente. consecuencia de una política de contención salarial.
La importancia de la intervención del Estado fue tanta que Desde el punto de vista político, el llamado “mila-
en el gobierno de Adolfo Ruiz Cortines (1952–1958), la gro mexicano”, principalmente a partir de 1940, se basó
capacidad instalada de la CFE se elevó en 80%.3 En ese en un sistema autoritario sustentado en la hegemonía po-
mismo lapso, PEMEX aumentó su capacidad de refinación de lítica del PRM–PRI, el corporativismo y un presidencialismo
petróleo en alrededor de 50%: “el Estado actuaba como omnipotente que distribuyó discrecionalmente premios y
castigos. Los incentivos individuales y colectivos, se repar-
tían en función de la capacidad de presión de los distintos

2 Leopoldo Solís, La realidad económica de México: retrovisión y


perspectivas, México: Siglo XXI , 1981, p. 169.
3 Raymon Vernon:, El dilema del desarrollo económico de México, 4 Ibid., p. 125.
México: Diana, 1975, pp. 120–125. 5 Roger Hansen, op. cit., p. 97.
201

liderazgos y grupos sociales, con la condición de que no se instituciones y programas sociales, algunas de las cuales
propusieran cuestionar al sistema, sino legitimar la política fueron la culminación de demandas de las activistas mexica-
y las decisiones gubernamentales. Fue en esta coyuntura en nas. En la contraparte, los actores sociales (maestros, ferro-
donde las demandas que las sufragistas habían planteado carrileros, médicos, telegrafistas, estudiantes, electricistas y
desde principios de siglo encontraron respuesta al integrar- quienes optaron por la vía guerrillera) que tuvieron la auda-
se al corporativismo. cia de cuestionar la desigualdad económica, la pobreza y
No obstante el carácter autocrático en el ejercicio la antidemocracia, padecieron “todo el poder del Estado”
del poder político, en la forma se cuidaban los requerimien- mediante la represión policiaca y militar.
tos constitucionales concernientes al principio de separación Lo cierto es que a pesar de la admiración desper-
de poderes y a la celebración periódica de los procesos tada por los indicadores macroeconómicos y los niveles de
electorales para re- crecimiento indus-
novar al Congreso y trial, agropecuario
al titular del Ejecutivo Entre 1940 Y 1970, la economía mexicana y de servicios que
tanto a nivel federal tuvo un crecimiento sostenido: Se trató México logró, el
como estatal. Con modelo de desa-
ello, el sistema políti-
de un logro conocido como “el milagro rrollo capitalista
co mexicano cumplía mexicano”. En esta coyuntura, las demandas adoptado, en reali-
algunos de los requi-
que las sufragistas habían planteado desde dad generó agudas
sitos de un régimen diferencias econó-
democrático; en este principios de siglo, encontraron respuesta al micas y una serie
sentido, otorgar el integrarse al corporativismo. de contradicciones
derecho al sufragio sociales. Sin duda,
femenino y posterior- la politización e
mente apoyar las candidaturas de algunas mujeres –desde ideologización de los liderazgos obreros, magisteriales y
el partido en el poder–, constituía un factor importante campesinos desempeñaron un papel esencial en la irrupción
para dicha práctica. Los logros políticos de las mexicanas de los movimientos sociales contestatarios que terminaron
actuaron precisamente como hechos que legitimaban a la sofocados por acciones de fuerza del Estado. En este con-
autoridad y que, en adelante, fragmentarían a los diversos texto, a mediados de la década de los setenta, el “milagro
grupos femeniles que se habían organizado en torno a las mexicano” se desfondó. Desde el punto de vista de algunos
luchas por el voto, todo bajo la lógica de los incentivos y los analistas económicos, su agotamiento se explica, entre otros
castigos. factores, porque fue un modelo fiscalmente oneroso y cada
Las representaciones colectivas alineadas y dis- vez más dependiente del endeudamiento externo y de los
ciplinadas en torno a la estrategia y los intereses del go- recursos petroleros; junto a lo cual abandonó la política de
bierno en turno, eran recompensadas con la creación de desarrollo industrial y agropecuario.
202

Últimas batallas por el


En el marco nacional, la consolidación del sistema político
mexicano, con un gobierno capacitado para intervenir en
los procesos electorales, facilitaba la inclusión de las mexi-

sufragio canas como ciudadanas con todos los derechos. La lucha


por el voto, en la cual las agrupaciones femeniles habían
propuesto como estrategia el sufragio gradual –primero en
los municipios, posteriormente a nivel federal–, fructificó en
La piedra angular que sostenía al feminismo liberal fue la 1947, cuando el presidente Miguel Alemán les otorgó el
lucha por los derechos políticos. Se trataba de un proyecto derecho al voto municipal; la aprobación descansaba en
organizado que, aunque abarcaba otros espacios como el la idea de que con ello no se ponía en riesgo su función en
educativo y el laboral, buscaba en el acceso al sufragio ob- el hogar. Este argumento estaba ligado al discurso posre-
tener la ciudadanía que el propio liberalismo había vedado volucionario que, desde los años veinte, había politizado
a las mujeres y, a través del voto, incidir en el diseño de la maternidad y exaltado el papel de las mujeres dentro de
leyes y políticas públicas que les concernían directamente, la esfera doméstica, como la mejor manera de contribuir al
tanto dentro de la familia, como en lo referente a su exclu- desarrollo nacional.
sión del espacio público. Las mujeres, a su vez, utilizaron este recurso en su
Como ya se señaló, las políticas económicas im- favor para el reclamo de los derechos políticos, hecho que
plementadas durante el periodo conocido como “desarrollo sumado a las condiciones de estabilidad, les brindó buenos
estabilizador”, insertaron a México en la modernidad. En resultados. Como señala la historiadora Enriqueta Tuñón,
este escenario, varios factores se aglutinaron para crear las sufragistas de la época de Alemán pugnaron por un
condiciones favorables a la concesión de los derechos polí- feminismo liberal, no beligerante, que perseguía la igual-
ticos plenos para las mexicanas. En el ámbito internacional, dad social, política, económica y educativa en el ámbito
con la Declaración de los Derechos Humanos emitida por legislativo,7 y alegaron que la mujer virtuosa y abnegada
la ONU en 1948, los países inscritos a la organización se aportaría una nueva moral a la política. En estos años se
vieron compelidos a instrumentar políticas que coadyuvaran destacó como líder del movimiento sufragista Amalia de
al cumplimiento de igualdad en derechos y libertades “sin Castillo Ledón. Su actividad política la llevó a participar en
distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, diversos organismos internacionales –entre otros cargos, ha-
opinión política […]”6 consignados en su artículo 2º, entre bía fungido como presidenta de la Comisión Interamericana
otros. Asimismo, para esas fechas, ya más de una decena de Mujeres– que, de alguna forma, ejercían presión sobre
de países latinoamericanos habían concedido el voto a las los países que no habían otorgado igualdad de derechos a
mujeres; por lo tanto, un país que se proyectaba hacia la las mujeres, a la vez que afianzó su relación con el poder.
modernidad, no podía excluir del goce de derechos políti- Su discurso iba muy acorde con el oficial cuando afirmaba
cos a la mitad de la población.

7 Enriqueta Tuñón, ¡Por fin… ya podemos elegir y ser electas! El sufragio


femenino en México, 1935–1953, 1ª Ed., México: Instituto Nacional de
6 Declaración de los Derechos Humanos, ONU , 1948. Antropología e Historia, Plaza y Valdés, 2002, p. 160.
203

que “la era del feminismo primitivo asexual” había pasa- oposición. En este sentido, los apoyos del PRI a los grupos
do y ahora “la reivindicación femenina estaba basada en femeniles se fueron otorgando como respuesta a la forma en
elevar la condición general de la mujer y especialmente la que los partidos de oposición movilizaban a sus cuadros;
función de esposa y madre […]”.8 como en casi todos los campos, el partido demostraba su
El movimiento sufragista, por su propia naturale- capacidad de institucionalización ante el crecimiento de la
za, ofreció la ventaja de aglutinar a mujeres de diversas participación femenina de todas las corrientes en la política
corrientes ideológicas. Lo anterior, aunado al liderazgo nacional.
que representaba Castillo Ledón y al apoyo de las autori- Las panistas habían demostrado ser una fuerza
dades, culminó en la fundación de la Alianza de Mujeres electoral importante para su partido durante los primeros
de México (AMM). De esta forma las demandas feministas comicios municipales en que pudieron votar. Por su parte,
se institucionalizaron y se eliminó todo intento de belige- el movimiento encabezado por Miguel Henríquez sumó a
rancia. La AMM sirvió al régimen para legitimar su proyecto sus filas diversos grupos de mujeres; entre sus contingentes,
modernizador y su imagen democrática y, además de tener las jaramillistas de Morelos formaron un comité femenil y se
el apoyo del presidente, también contó con el del candidato pronunciaron a favor de una campaña electoral que con-
del PRI a la presidencia, Adolfo Ruiz Cortines. Cabe señalar tribuiría a la liberación económica de toda la población,
que para esta coyuntura electoral, los candidatos de todos y sería parte de una estrategia para conquistar los dere-
los partidos se pronunciaban ya a favor chos cívicos que toda mexicana debía
del sufragio femenino. Exceptuando a los tener.10 Asimismo, dentro de la Organi-
Ruiz Cortines expresó abierta- candidatos Lombardo zación Nacional Única del Magisterio
mente su apoyo argumentando que “la Henriquista, las mujeres ocupaban los
mujer mexicana ha compartido las luchas
Toledano y Miguel cargos de mayor relevancia, desde la
por la libertad, pero lo que es más valio- Henríquez, en los Secretaría General hasta carteras como
so, está siempre presente, abnegada y discursos de campaña Finanzas, Acción Popular, Comisión de
alentadora, en el diario combate por la de 1952 se enfatizaba Estudios Políticos y Acción Femenil.11
vida”.9 El discurso enfatizaba la posición la abnegación como la En cuanto al Partido Acción Na-
de la mujer dentro del hogar y, a la vez, cional (PAN), su candidato Efraín Gonzá-
la estrategia de cooptar las demandas
cualidad ideal de las lez Luna declaraba que:
femeninas servía para hacer frente a la mexicanas.

8 Citado en Sarah A. Buck, “The meaning of the women’s vote in


Mexico, 1917–1953”, en The women’s revolution in Mexico, 1910–1953,
Stephanie Mitchell y Patience A. Schell (eds.), Maryland: Rowman &
Littlefield Publishers Inc., 2007, p. 83. 10 Tanalís Padilla, Rural resistance in the land of Zapata: The jaramillis-
9 Citado en Antonieta Guadalupe Hidalgo Ramírez, Participación ta movement and the myth of the Pax Priísta, 1940–1962, Carolina del
femenina en los partidos políticos mexicanos. El caso de las mujeres en Norte: Duke University Press, 2008, p. 175.
el PRI, tesis de maestría en Sociología Política, México: Instituto de 11 Gisela Zaremberg, Mujeres, votos y asistencia social en el México
Investigaciones Dr. José María Luis Mora, 1996, p. 67. priista y la Argentina peronista, México: FLACSO México, 2009, p. 282.
204

Tampoco es verdad que la participación de la mujer en porque, precisamente el rechazo a la misma, fue una de
las primeras banderas de la nueva ola del feminismo, como
la política implique el abandono de su misión esencial
veremos más adelante.
en la familia. […] Es suficiente el tiempo de que
Finalmente, el 17 de octubre de 1953 se publi-
puede disponer, conservando el cuidado escrupuloso que caron en el Diario Oficial las reformas a los artículos 34 y
dedica a su hogar, para trabajar por el bien de México, 115 de la Constitución, con las cuales se otorgaba la ciuda-
para realizar esa tarea esencial y en ciertos casos más danía plena a las mexicanas. Este logro originó posiciones
esencial, si vale la expresión, que la que hace dentro diferenciadas entre las activistas de tendencias izquierdistas
del hogar. Necesitamos, por tanto, la presencia nueva, que se habían escindido del PRI y las militantes del mismo.
Las últimas adoptaron una postura de reconocimiento al pre-
limpia, purificadora, abnegada y generosa de la mujer,
sidente y se alinearon a su partido de manera disciplinada;
en esta realidad sucia, sombría, injusta y dolorosa que es
juraron lealtad al programa del gobierno y a los principios
la vida pública de México.12 de la Revolución Mexicana, y se apresuraron a asegurar,
mediante sus discursos, que no tenían la menor intención
Exceptuando a los candidatos Lombardo Toledano
de alejarse de su desempeño como madres y esposas. Al
y Miguel Henríquez, en los discursos se enfatizaba la abne-
respecto es necesario reconocer esta posición como una
gación como la cualidad ideal de las mexicanas. Conviene
táctica que a la postre rindió resultados muy positivos. La
hacer un paréntesis para compararla con aquellas que la
labor de Amalia de Castillo Ledón, María Lavalle y Esther
cultura patriarcal había exaltado desde el siglo XIX. La obe-
Chapa, entre otras, fue de gran influencia en la consecución
diencia, la docilidad y el pudor eran los ejes bajo los cuales
de las demandas sufragistas y debe observarse a la luz de
se mantenían subordinadas a las mujeres. El discurso dio
la situación política imperante de la época.
un giro con la politización de la maternidad pero también,
Por el contrario, las líderes de izquierda que no
y esto hay que subrayarlo, los años de batallas feministas
mostraron disciplina hacia el partido dominante, perdieron
lograron desterrar estas virtudes de la retórica masculina,
toda capacidad de negociación y quedaron marginadas
orillada a buscar nuevas formas de control. La abnegación,
de los cargos públicos. La siguiente carta dirigida al pre-
por un lado, tenía una connotación de entrega desinte-
sidente y firmada por antiguas dirigentes feministas, así lo
resada a la Patria y, por otro, recordaba que la función
demuestra:
femenina era dentro del hogar. Lo anterior es importante

12 Efraín González Luna, “Mensaje del Candidato Nacional a la mujer


mexicana…” del 9 de junio de 1952, en La Nación, citado en Antonieta
Guadalupe Hidalgo Ramírez, Las mujeres en Acción Nacional: 60 años de
trabajo y consolidación política, México: EPESSA , 2000, pp. 71–72.
205

Hemos observado […] que dentro del Partido


Revolucionario Institucional existe una fuerte Las mujeres en la política
corriente de oposición a nuestra participación […]
que dentro de nuestro Partido poco o nada significa
Si bien las corrientes de izquierda habían sido las que, des-
la antigua actividad y militancia en las filas de la de décadas anteriores, apoyaron en mayor grado la parti-
Revolución Mexicana, ya que se subestima el trabajo cipación política de las mujeres y su derecho al sufragio,
social y político de las viejas luchadoras que han estas demandas, como vimos, fueron cooptadas por el PRI,

consagrado su vida a la mística cívica, poniendo y capitalizadas a favor de su proyecto reformador. No obs-
su capacidad y energía al servicio de la Patria para tante la imagen moderna que este último deseaba proyectar,
elegir como candidatos del mismo a jóvenes, sin una las mexicanas que buscaban acceder a las candidaturas
debieron demostrar que no competirían con los hombres por
trayectoria social y política con lo que prácticamente nos
los cargos públicos y que, desde luego, no abandonarían
sentimos postergadas.13 su perfil tradicional de madres y amas de casa. Asimismo,
como señala Gisela Zaremberg, otro requisito indispensable
Con la estrategia de mujer disciplinada a la autoridad, a
lo constituyó el demostrarse libres de todo rasgo comunista;
la vez que madre y esposa, las mexicanas accedieron a los
figuras como Esther Chapa y Fidelia Brindis se alejaron de
primeros cargos de elección popular.
las instituciones oficiales e ingresaron en las filas del Partido
Popular para la campaña de 1958, mientras a la conocida
activista María Lavalle Urbina se le objetó su candidatura
por considerarla comunista, y debió echar mano de todas
las redes de apoyo que había construido para ser postulada
Las líderes de izquierda que no
como senadora por Campeche en 1960.14
mostraron disciplina hacia el Por su cuenta, el PAN alentó a las mujeres en la
partido dominante, perdieron toda participación política una vez conseguido el sufragio, y las
capacidad de negociación y quedaron panistas no tardaron en expresar sus opiniones de manera
marginadas de los cargos públicos. pública y convertirse en un apoyo importante para su parti-
do. A raíz de la obtención de la ciudadanía, se fortaleció la
Sección Femenina y, como oposición, aunque se tratara de
un sector claramente conservador, ésta adoptó una actitud
más beligerante que su contraparte en el Revolucionario Ins-
titucional. Con todo, no abandonaron su imagen de amas
13 Citado en Gisela Zaremberg, op. cit., p. 283. Firmaron Consuelo M.
De Cuervo del “Grupo Precursor de los Derechos Políticos de la Mujer”,
de casa como estrategia de participación, al igual que las
Fidelia Brindis de las “Logias Femeninas”, Josefina Reynoso de la “Alianza integrantes de todas las corrientes políticas:
Nacional de Clase Media” y Dolores Grimaldo del “Frente de Mujeres
Revolucionarias”. 14 Gisela Zaremberg, op. cit., p. 284.
206

Las mujeres quisieran estar en su casa que es un


santuario, pero sabemos que tenemos que salir a limpiar
la casa grande, al santuario de la Patria, y saldremos no
a luchar contra el hombre, sino junto a él, porque, de la
misma manera que en el hogar uno y otra planean lo
mejor para la familia, así en la vida pública debe haber
un diálogo entre autoridades y pueblo para discutir los
problemas de la comunidad y buscar el bienestar de la
familia nacional.15
Soy diputada 11-ARC545.21. Archivo General de la Nación.
En julio de 1954 fue electa la primera diputada
del por el estado de Baja California, Aurora Reyes de
PRI
Sí. Esto quiere decir que estoy dedicada a la Política.
Palacios, licenciada en Economía por la Universidad de
Pero yo, tengo hijos […]. Los amo como toda madre
Guadalajara. Analizar su propaganda de campaña resulta
interesante porque demuestra precisamente aquellos requi-
mexicana sabe amar a sus hijos. Tengo a mi esposo y
sitos de perfil subordinado, acorde con la cultura patriarcal, lo cuido y atiendo como sólo la esposa mexicana sabe
que las candidatas debían exhibir para acceder a los car- hacerlo. Pero ahora soy “diputada”. ¿Quiere decir esto
gos de elección: que voy a desatender a mis hijos, mi esposo, mi hogar?
De ninguna manera. [La política es] buscar el beneficio
Soy una representante popular, que es a la vez esposa, de nuestras mujeres trabajadoras; la seguridad en el
madre, mujer del hogar, como todas las mujeres futuro de nuestros hijos basada en el progreso de nuestro
mexicanas. […] Está tú segura de que nunca, una País […].16
mujer pierde su femenina característica al participar en
cuestiones políticas […]. Yo soy una “diputada”. Para las elecciones de la XLIII Legislatura (1955–
1958) resultaron vencedoras solamente las candidatas
a diputadas del Revolucionario Institucional: Marcelina
Galindo Arce, profesora normalista, diputada federal por
el IV distrito de Chiapas; María Guadalupe Urzúa Flores,

15 Celia G. de Hernández Díaz, en La Nación, 15/noviembre/1953,


citada en ibid., p. 99. 16 “Soy Diputada”, folleto de campaña, AGN FARC 545.2:1.
207

maestra rural, diputada federal por Jalisco; Remedios Al-


bertina Ezeta Uribe, Licenciada en Derecho por la UNAM y
única mujer notario público para 1955, diputada por el IV

distrito del Estado de México, y Margarita García Flores por


el estado de Nuevo León.17
Las panistas participaron con una actitud crítica
hacia la política nacional, y en una situación de franca
desventaja. En un sistema que utilizaba métodos represivos
para neutralizar a sus contrarios, no dudaron en salir a las
calles a repartir volantes, pronunciar discursos y realizar
manifestaciones después de cada elección local o federal,
aun bajo las amenazas de los guardianes del orden públi- Julio 3 de 1955: por primera vez votan las mujeres en elecciones federales.
Archivo General de la Nación, Archivo fotográfico Hermanos Mayo, sobre 9013.
co. Con ello trataban de evidenciar la falta de democracia
y la corrupción imperante en los procesos electorales. Sus
opiniones comenzaron a adquirir peso aunque sólo fueran
El voto de la mujer pesará mucho en las próximas
publicadas por el órgano de su partido. En 1957, en “Pren-
elecciones, pues ya gran número de mujeres se han dado
sa frente a las elecciones de 1958”, Luisa Isabel Salas, cuenta de sus deberes y derechos cívicos y que para
presidenta de la Sección Femenina del PAN (1953–1959), cumplir y ejercitar unos y otros hay necesidad de luchar
declaró: constantemente. Hasta ahora, debido a las fallas de que
adolece la Ley Electoral –que debe ser reformada–, se
han cometido numerosas burlas al voto público, pero a
Las panistas participaron con una cada fraude hemos ido reafirmando nuestra convicción de
actitud crítica hacia la política trabajar más y emplear la escoba y el plumero para hacer
nacional: “…a cada fraude hemos una limpia total en la política de México.18
ido reafirmando nuestra convicción de Utilizando el modelo de género impuesto a su
trabajar más y emplear la escoba y el sexo, bien como un sarcasmo, o como estrategia de partici-
plumero para hacer una limpia total en pación, para las elecciones de 1958 lograron 20 candida-
la política de México”. turas a diputadas y 8 para senadoras, aunque la coyuntura
no les permitió un solo triunfo.19

18 En La Nación, 5/09/1957, citado en Antonieta Guadalupe Hidalgo


17 Antonieta Guadalupe Hidalgo Ramírez, Participación femenina en los Ramírez, Las mujeres en Acción Nacional: 60 años de trabajo y consolida-
partidos políticos mexicanos. El caso de las mujeres en el PRI, op. cit., ción política, op. cit., p. 161.
p. 101. 19 Antonieta Guadalupe Hidalgo Ramírez, ibid., pp. 171–172.
208

El 6 de julio de 1958, las mexicanas participaron


En 1958 Macrina Rabadán, candidata
por primera vez en unas elecciones presidenciales. Las re-
señas en el periódico El Nacional, portavoz del gobierno, del Partido Popular, se convirtió en
hicieron gala del acontecimiento: “Fue resaltante un hecho la primera legisladora federal de
que constituye una característica: la responsabilidad femeni- oposición.
na. No había, prácticamente, casilla en la que no estuviera
presente la mujer en un elevado porcentaje”; pero los repor- Para estas elecciones se eligieron ocho diputadas
teros destacaron aquellos hechos o entrevistas en que las por el PRI; ninguna del PAN resultó triunfadora. En cambio, un
mujeres evidenciaban su ignorancia sobre el proceso, o su hecho destacado fue el triunfo de Macrina Rabadán por el
preferencia por el candidato del partido en el poder; así por Partido Popular, quien pasó a la historia como la primera
ejemplo una votante abordada después de cumplir con su legisladora federal de oposición en resultar electa. Como
deber cívico declaraba: “Las mujeres de este barrio, aunque luchadora social, se dedicó a denunciar los abusos del caci-
ignorantes deseamos en forma unánime la continuación de quismo en Guerrero y participó junto con Vicente Lombardo
los gobiernos revolucionarios […]”. 20 Toledano en la fundación del Partido Popular en 1948. Se
En sus artículos, los periodistas aseguraban haber había postulado como candidata a diputada por el distrito
visto mayor número de mujeres que de hombres en las filas de Acapulco en dos ocasiones (1953 y 1955), pero no fue
de las casillas, y se dieron a la tarea de señalar que no por sino hasta 1958 que se reconoció su triunfo y ocupó su
ello las ciudadanas abandonaban sus deberes primordiales cargo como representante del distrito de Iguala.
al redactar que “fue común observar a las amas de casa, Durante el gobierno de Adolfo López Mateos el
quienes, sin descuidar sus funciones hogareñas, salieron a apoyo a la participación de las mujeres en los cargos públi-
cumplir su compromiso ante la sucesión presidencial, for- cos se tradujo en la elección de 16 diputadas, distribuidas
mando con el hijo pequeño en brazos o la cesta del ‘man- en las XLIV y XLV Legislaturas, y sólo dos de ellas pertenecían
dado’ […]”. En cuanto a las jóvenes solteras, el periódico a la oposición; en el nombramiento de Amalia de Castillo
resaltó sus cualidades físicas antes que algún razonamiento Ledón en la Subsecretaría de Asuntos Culturales de la Secre-
de índole política: “Una hermosa señorita ataviada con taría de Educación Pública, y en la designación de Cristina
un ‘chemisse’ color rosa pastel, que enmarcaba su bello Salmorán de Tamayo como Ministra de la Suprema Corte
cuerpo, era el mayor atractivo en la casilla 22, en la calle de Justicia en 1962,22 siendo la primera mujer en ocupar
Luz Saviñón, 18 años esplendorosos”.21 Los comentarios di- ese cargo, y ratificada durante el mandato del presidente
fundidos mostraban que las mujeres todavía tenían muchas Díaz Ordaz. Para este periodo presidencial, fueron electas
batallas que librar. por primera vez dos senadoras: Alicia Arellano Tapia, por

20 El Nacional, al servicio de México, 7/julio/1958, año XXX , tomo XXXII , 22 Luz de Lourdes de Silva Ruiz, Las mujeres y los cargos públicos en Mé-
4ª época, núm. 10 510, pp. 1, 7, 10. xico, 1954–1984: Perfil sociopolítico, tesis de licenciatura, UNAM , México,
21 Ibid., pp. 7, 10, 11. 1986, pp. 51, 53.
209

Sonora, y María Lavalle Urbina, por Campeche. El número TABLA 2


de diputadas aumentó casi de manera simbólica. Por parte SENADORES / SENADORAS TODOS LOS PARTIDOS
de la oposición, Florentina Villalobos Chaparro se convirtió TOTAL DE %
AÑO HOMBRES MUJERES
en la primera diputada panista en 1964, por el II distrito de CARGOS MUJERES
Chihuahua, para lo cual tuvo que defender el resultado ante
1952–58 60 60 0 0.0
el Colegio Electoral.
1958–64 60 60 0 0.0
Conviene aquí, más que buscar incrementos en los
números absolutos, analizar los porcentajes en los cargos 1964–70 64 62 2 3.1
de elección popular por sexo, para evaluar los avances 1970–76 64 62 2 3.1
reales para las mexicanas durante el período estudiado.
Fuente: Antonieta Guadalupe Hidalgo Ramírez, Participación feme-
nina en los partidos políticos mexicanos. El caso de las mujeres en
TABLA 1 el PRI, op. cit., p. 103.
DIPUTACIONES SEGÚN LEGISLATURA Y SEXO / TODOS LOS
PARTIDOS

LEGISLATURA AÑO DIPUTADAS DIPUTADOS MUJERES Las cifras nos revelan que el acceso de las mujeres
a los cargos de elección popular se dio de manera fran-
XLII 1952–55 1 s/i camente lenta, a la vez que la enorme diferencia en los
XLIII 1955–58 4 158 2.5 porcentajes evidencia la inequidad imperante en la década
XLIV 1958–61 8 154 4.9 de 1970. Este desequilibrio planteó al feminismo mexicano
grandes desafíos en el ámbito de la política hacia el último
XLV 1961–64 8 170 4.5
cuarto del siglo, y no fue sino hasta el siguiente que las
XLVI 1964–67 13 166 7.3
mujeres se encontraron ante la posibilidad de discutir sobre
XLVII 1967–70 12 166 6.7 paridad de género en las candidaturas al Poder Legislativo.
XLVIII 1970–73 13 165 7.3
XLIX 1973–76 18 178 9.2

Fuente: Antonieta Guadalupe Hidalgo Ramírez, Participación feme-


nina en los partidos políticos mexicanos. El caso de las mujeres en
el PRI, tesis de maestría en Sociología Política, México: Instituto de
Investigaciones Dr. José María Luis Mora, 1996, p. 105.
210

Participación ciudadana y
El reclamo de las mujeres por mayores derechos,
sumado a la política posrevolucionaria dirigida a ellas
como madres formadoras de ciudadanos productivos, in-

políticas públicas. centivaron la creación de instituciones que mejoraran su


tarea como encargadas del bienestar familiar; éstas, a su
vez, garantizaban la estabilidad nacional y legitimaban al
Estado. Sin embargo, el partido hegemónico se convirtió
La conquista de los derechos políticos reorientó la actividad en gestor de las demandas ciudadanas, lo que llevó a las
de las mujeres hacia nuevos ámbitos de la vida pública. Una mujeres de las bases a hacer política dentro de los canales
vez superada esta etapa, la ciudadanía adquirió una di- del PRI. Su activismo se centró en establecer enlaces comu-
mensión social que debía desarrollarse dentro de un Estado nitarios que fueran reconocidos por los comités del partido,
benefactor, en una coyuntura de estabilidad política y fuerte que a la vez les brindara la oportunidad de obtener benefi-
conservadurismo, lo que llevó a las nuevas ciudadanas a cios materiales y sociales para los suyos, sobre todo en las
gestionar beneficios a través de los cauces institucionales, zonas urbanas marginadas.
sin que ello significara la demanda de reivindicaciones Los beneficios se otorgaban básicamente de dos
para su sexo. maneras: directos, en forma de material para la construc-
Aludiendo a la definición de Julia del Carmen Chá- ción, medicinas, desayunos y meriendas para los hijos de
vez, “la construcción de ciudadanía es un proceso histórico, las demandantes, clases que les sirvieran para mejorar su
político y social entre el Estado y la sociedad que coadyuva desempeño como madres y amas de casa, o festejos por una
a la generación de prácticas y valores gran variedad de motivos, con
democráticos para el ejercicio de la
Si en el campo los hombres comida y transporte incluido. La
ciudadanía”.23 En este sentido, las mexi- otra forma de apoyo consistía
canas adquirieron un papel relevante
peleaban por el reparto
en trámites que el PRI gestionaba
en la gestión de derechos sociales y se de tierras –promesa de ante las autoridades, general-
integraron a la tarea de hacer política la Revolución–, en las mente en materia de vivienda,
como mediadoras entre el Estado y la ciudades eran las mujeres las servicios urbanos o legaliza-
sociedad, en una etapa en que el de-
principales, y a veces únicas, ción de predios; se trataba de
sarrollo económico propiciaba mayor acciones a largo plazo y ahí la
movilidad social e incrementos en las
protagonistas en la lucha por
constancia de las mujeres jugó
demandas de la población. la legalización de predios. un papel fundamental.24

23 Julia del Carmen Chávez Carapia, “Cultura de participación y


ciudadanía, desde la perspectiva de género”, en Cátedra UNESCO de Dere-
chos Humanos de la UNAM , p. 11, artículo disponible en línea:
http://www.eumed.net/jirr/1/AMECIDER2006/PARTE%206/292%20
Julia%20del%20Carmen%20Chavez%20Carapia.pdf 24 Gisela Zaremberg, op. cit., pp. 276–279.
211

Consideramos importante resaltar el papel de las las políticas públicas a favor de sus reclamos. Su trabajo
ciudadanas como gestoras de bienestar social, aun cuando cotidiano en demanda de derechos sociales, políticos o ci-
esta acción las hiciera parte del clientelismo del PRI, pues viles fue duramente censurado, al ser realizado fuera de su
a través de sus batallas diarias por la supervivencia y el espacio tradicional; al igual que las trabajadoras de princi-
cuidado de los suyos, incursionaron de forma admirable en pios de siglo, estas ciudadanas y las que se presentaban en
espacios inéditos, donde aprendieron las prácticas políticas juntas sindicales o huelgas obreras fueron cuestionadas en
necesarias para desarrollar sus funciones. Su participación su comportamiento moral. Sólo hasta los años setenta, con
constituyó además un antecedente muy importante de los la nueva ola del feminismo, se comenzaría a vislumbrar un
movimientos ciudadanos posteriores. Como señala Ale- cambio de mentalidad al respecto.
jandra Massolo, para exponerse a los espacios públicos Las políticas aplicadas al campo, por otra parte,
las mujeres tuvieron que transgredir la dimensión social, estaban dirigidas a adoctrinar a las mujeres en la organi-
política y de género: “de las discretas preguntas cuando zación de la esfera doméstica; mediante la introducción de
gestionaban demandas […] transitaron al poder de réplica nociones sobre nutrición e higiene, se reforzaba su papel
y discurso, con diferentes lenguajes que expresan las formas de madres y, a través del uso de prácticas culturales ances-
de hacer política desde los barrios”.25 trales, la sumisión al patriarcado. Las iniciativas del gobier-
Esta praxis también se dio mediante los movimien- no tenían que ver más con incluir a las campesinas en la
tos urbanos independientes. Las amas de casa entraron en economía rural y asegurar su adhesión al sistema, que con
contacto directo con los problemas de vivienda y servicios su desarrollo individual. No obstante, como propone Lynn
públicos; si en el campo los hombres peleaban por el repar- Stephen, con sus programas también favorecieron ideas
to de tierras –promesa de la Revolución–, en las ciudades sobre los derechos y oportunidades que podían desarrollar
eran las mujeres las principales, y a veces únicas, prota- fuera de sus comunidades.27 El cambio se dio de manera
gonistas en la pugna por la legalización de predios y la gradual y no fue sino hasta la década de 1980, cuando
demanda de servicios ante un enorme crecimiento urbano y, las mujeres del campo adoptaron una posición más crítica
con acciones colectivas, se convirtieron en las interlocutoras sobre la desigualdad, de acuerdo con su sexo y clase.
primordiales entre las autoridades y su comunidad. Enfren- Si las etapas de mayor desarrollo generan mayor
tadas a las carencias de todo tipo, “convirtieron esas condi- movilidad social, también es cierto que producen manifesta-
ciones de vida en objeto de lucha y formas de participación ciones de oposición. Bajo esta premisa, hacia finales de la
pública de resistencia […]”,26 logrando a veces reorientar década de los años cincuenta, en pleno periodo electoral,

25 Alejandra Massolo, “Las políticas del barrio”, en Política y Cultura,


núm. 1, otoño, 1992, Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Xochi-
milco, México, 1992, pp. 66, 71. 27 Lynn Stephen, “Epílogo. El activismo de las mujeres del campo,
26 Alejandra Massolo, “Las mujeres en los movimientos sociales urbanos 1980–2000: la nación vista desde abajo”, en Gabriela Cano, Mary Kay
de la ciudad de México”, en Iztapalapa, Revista de Ciencias Sociales Vaughan y Jocelyn Olcott (comps.), Género, poder y política en el México
y Humanidades, núm. 9, Universidad Autónoma Metropolitana, México, posrevolucionario, Rossana Reyes (trad.), México: Fondo de Cultura Eco-
1983, pp. 156. nómica, UAM –Iztapalapa, 2009, pp. 380, 405.
212

el sector obrero, y en menor medida el campesino, se movi- Salazar fue detenido y encarcelado en septiembre de ese
lizaron. En 1958 surgió un movimiento campesino bajo el año y Demetrio Vallejo a los pocos meses de que el presi-
liderazgo de Jacinto López, dirigente de la Unión General dente López Mateos asumiera el poder.
de Obreros y Campesinos, que consistió en la invasión Faltan investigaciones sobre la participación de las
de tierras en Sonora, Nayarit, Colima y Baja California. mujeres en los movimientos obreros y magisteriales de la
Asimismo, mientras los trabajadores ferrocarrileros orga- década, que nos permitan evaluar el desarrollo de su acti-
nizaban manifestaciones y paros escalonados en todo el vismo en estos ámbitos. Desde luego, el Movimiento Revolu-
país, bajo la conducción de Demetrio Vallejo, los maestros cionario Magisterial contó entre sus filas con un contingente
también se movilizaban comandados por Othón Salazar, muy importante de maestras. Ya hemos destacado cómo a lo
quien fundó el Movimiento Revolucionario Magisterial. Los largo de la historia del México independiente, fueron ellas
maestros organizaron una manifestación en el zócalo de la el sector más propositivo y combativo: en la demanda de
capital en abril de 1958, a la que se unieron estudiantes, derechos tanto laborales como políticos, en el advenimiento
ferrocarrileros, telegrafistas y petroleros. Como en todos del incipiente feminismo, la lucha por el sufragio, su partici-
los casos, la manifestación fue duramente reprimida.28 Los pación en la Revolución Mexicana, la defensa de la educa-
conflictos obreros persistieron; para liquidar el problema, ción socialista y la pugna por reivindicaciones para su sexo.
y bajo la lógica de “todo el poder del Estado”, Othón De manera similar, tanto las obreras como las compañeras
de los trabajadores protagonizaron una historia de combate
por mejores condiciones laborales y derechos sociales.
Un ejemplo lo representó el caso de los mineros de
Nueva Rosita, Coahuila que, en 1951, marcharon durante
cincuenta días hasta la Ciudad de México buscando que
sus demandas laborales y sindicales fueran escuchadas
por el presidente Alemán. Durante la huelga las mujeres
formaron la Alianza Femenil Socialista Coahuilense y se en-
frentaron a la represión de las autoridades. En una marcha
sin precedente en la historia obrera, algunas participaron
caminando al lado de los mineros, y fueron encerradas con
ellos tras las alambradas del deportivo “18 de Marzo”. Las
que se quedaron al cuidado de los suyos hicieron frente a
las armas del ejército en la mina, a las medidas represivas
Manifestación de maestros el 18 de agosto de 1956. Archivo General de la Nación, de las autoridades patronales y se dedicaron a presionar a
Archivo fotográfico Hermanos Mayo, sobre 10,313.
los detractores de la movilización.29

29 El caso puede consultarse en “Caravana de 1951”, en el Portal del


28 José Agustín, Tragicomedia mexicana 1, México: Editorial Planeta, Gobierno Municipal de San Juan de Sabinas, http://www.nuevarosita.
Colección Espejo de México, 1990, p. 158. gob.mx/nuevarosita.php?qry=caravana
213

Caminata de Nueva Rosita a la capital, nombrada por los diarios como la “caravana del hambre”. © (224212) CONACULTA.INAH.SINAFO.FN.MÉXICO.
214

Fin de una época, inicio del


familias; su radicalismo llegó al grado de afirmar que “los
comunistas estaban presentes en las escuelas normales, en
el SNTE, la Universidad Nacional, el INAH y en puestos clave

movimiento contracultural
32
de la SEP”. Esta idea se vio reforzada con la creación, en
1959, de la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratui-
tos, la cual fue percibida como una acción de tendencia
comunista.
Lo visto hasta ahora nos muestra que las mujeres tuvieron En el ámbito internacional, principalmente en Eu-
que desarrollar el reclamo de sus reivindicaciones sociales, ropa y Estados Unidos, la época de posguerra recuperó
políticas y civiles insertas en una sociedad hermética y pro- el discurso de domesticidad, reconstruyó el patrón cultural
fundamente conservadora. Durante los años cincuenta, las de la mujer dedicada al hogar y, a través de los medios de
posibilidades de participar en política se reducían a las acti- comunicación y las revistas del corazón, la regresó a “su es-
vidades delimitadas por el partido en el poder, a la vez que fera”. Este modelo, como afirma Mary Nash, tuvo un fuerte
seguían consolidándose los dos pilares del orden social: la arraigo internacional. La feminidad se convirtió nuevamente
familia y el Estado. Para normar el comportamiento social en la apropiación de la maternidad como vía de realización
el gobierno recurrió a decretos presidenciales, impuso la y produjo un fuerte retroceso en la presencia pública de
censura y confluyó con la Iglesia católica en una campaña las mujeres.33 En México, donde la situación era similar,
30
nacional a favor de la decencia. En 1951, por ejemplo, se esta influencia se tradujo en el reforzamiento de la figura
lanzó la Campaña Nacional para la Moralización del Am- de esposa abnegada y, entre la clase media en particular,
biente que, sobre todo, se dedicó a diseñar las pautas de en un aumento al consumo de artículos para el hogar y el
conducta femenina, misma que era asumida como garantía rechazo sistemático al feminismo.
del orden familiar vigente.
Por otro lado, la agitación social acaecida entre
1958 y 1959, motivó una campaña anticomunista, también
a cargo de la jerarquía católica. Se organizaron manifes-
La época de posguerra recuperó el
taciones de repudio y la leyenda de “Cristianismo sí, co-
munismo no” invadió las calles.31 El Movimiento Familiar
discurso de domesticidad. En México
Cristiano condenaba que el comunismo desintegraba a las esta influencia se tradujo en el
reforzamiento de la figura de esposa
30 Laura Pérez Rosales. “Censura y control. La Campaña Nacional de
abnegada.
Moralización en los años cincuenta”, en Historia y grafía, núm. 37, ju-
lio–diciembre, Departamento de Historia, Universidad Iberoamericana,
México, 2011, p. 83.
31 María Martha Pacheco, “¡Cristianismo sí, comunismo no! Anticomu-
nismo eclesiástico en México”, en Estudios de Historia Moderna y Con- 32 Ibid., p. 161.
temporánea de México, núm. 24, julio–diciembre, México: Instituto de 33 Mary Nash, Mujeres en el mundo. Historia, retos y movimientos, 2ª ed.,
Investigaciones Históricas, UNAM , 2002, p. 152. Madrid: Alianza Editorial, 2012, pp. 167–168.
215

La etapa de transición de los gobiernos de Ruiz Cortines Para 1964, después de un impasse en el activismo
y López Mateos se dio en medio de un cuestionamiento a de las mexicanas, diversas organizaciones entre las que
la autoridad absoluta del presidente y, con ello, al orden se encontraban la Vanguardia de la Mujer Mexicana, el
posrevolucionario. Los conflictos obreros y magisteriales Bloque de Mujeres Revolucionarias, el Comité de Mujeres
se insertaron en un contexto de crisis familiar y falta de Economistas de la UNAM y la Organización de Estudiantes
disciplina, idea que fue difundida por los medios, tal como Universitarias, se fusionaron en la Unión Nacional de Muje-
se puede observar en el siguiente texto de un artículo publi- res Mexicanas (UNMM), afiliada a la Federación Democrática
cado por el periódico Excélsior en julio de 1958, titulado Internacional de Mujeres, y a la que se le atribuyó cierta
“La autoridad en crisis”: tendencia comunista. Su primera presidenta fue Clementina
Batalla de Bassols. Entre sus actividades más destacadas
Es una pena contemplar que en México el principio de impulsó un proyecto nacional de guarderías, apoyó a las

autoridad se ha perdido y así los nuevos problemas campesinas en sus demandas de tenencia de tierra, y pro-
movió la organización del Frente Nacional para la Infan-
surgen a diario: desde la aparentemente insignificante
cia.35 Durante los acontecimientos del 68, sumó contingentes
ruptura de la armonía familiar, debida a la falta de a las protestas estudiantiles y posteriormente encabezó las
influencia de los padres sobre los hijos, hasta los luchas por la liberación de los presos políticos.
trascendentales disturbios nacionales como el paro de La transformación cultural y social de los años
los trabajadores ferrocarrileros, el reciente golpe de los sesenta fue común en varias latitudes del planeta y culmi-
maestros y los desórdenes en el IPN. Vandalismo juvenil, nó con el estallido de grandes movimientos entre los que

cuya semilla se encuentra en el seno de la familia, es destacaron los estudiantiles. Tal como sostiene Ricardo
Pozas, en estos procesos mundialmente compartidos, los
otro matiz de este grave problema […].34
estudiantes fueron el actor social y cultural que trascendió
el ámbito privado y cuya acción colectiva resquebrajó las
El autoritarismo, el conservadurismo y las políticas de censu-
estructuras dominantes tanto en lo social y político, como en
ra y control terminaron por generar la contraofensiva. Para
lo ideológico y cultural.36 También en México los estudian-
mediados de los años sesenta, México era testigo de un inci-
tes cuestionaron el rígido sistema social, el autoritarismo,
piente movimiento contracultural, importado principalmente
el intervencionismo norteamericano, el puritanismo sexual
de Estados Unidos, que llegó en forma de cuestionamientos
y otros tabús. La literatura de “La Onda” encabezada por
a las estructuras sociales y culturales tradicionales de estos
años.

35 Delia Selene de Dios Vallejo y María Esther Navarro Lara, “El femi-
nismo como movimiento social”, en Julia del Carmen Chávez Carapia
(coord.), Perspectiva de género, núm. 1, México: Escuela Nacional de
Trabajo Social UNAM , Plaza y Valdés, 2004, pp. 23–56.
34 Excélsior, 13/julio/1958, citado en Eric Zolov, Refried Elvis. The rise of 36 Ricardo Pozas Horcasitas, “Los 68: encuentro de muchas historias y
counterculture, Berkeley: University of California Press, California, 1999, culminación de muchas batallas”, en Perfiles latinoamericanos, núm. 43,
p. 51. enero–junio de 2014, México: FLACSO México, 2014, pp. 43, 51.
216

José Agustín y Gustavo Sainz, entre otros escritores, con- La historia determinó que su participación no coadyuvó al
tribuyó a transformar la visión de las juventudes. Al mismo desarrollo de los acontecimientos y las mujeres acabaron
tiempo, en el campo surgieron focos guerrilleros que dieron por creerlo y asimilarlo. Sin embargo, estudios posteriores,
cuenta de hechos como el asalto al cuartel de Madera en entre los que destacamos el realizado por Deborah Cohen
Chihuahua, en 1965, o las luchas sociales comandadas y Lessie Jo Frazier, han demostrado que con sus acciones
por Lucio Cabañas y Genaro Vázquez en Guerrero, desde contribuyeron a generar valiosos apoyos fuera del campus
1967 y que, en la mente de los estudiantes, convergían con de la universidad.37 Fueron ellas las que, ocultas bajo los
el ícono de la contracultura y la batalla por la libertad: el estereotipos asignados a su sexo, pudieron infiltrarse en
Che Guevara. espacios prohibidos para los líderes masculinos, fácilmente
Dentro de este reconocibles, para hacer
ambiente de cambios se propaganda, convencidas
iniciaron nuevas pugnas Las mujeres que participaron y comprometidas con sus
por la autonomía universi- en el movimiento estudiantil del ideales; esta operación
taria, se multiplicaron las 68, transgredieron los esquemas resultaba crucial ya que,
manifestaciones estudian-
impuestos a su género: desafiaron al llevar el movimiento a la
tiles y se conformó el Con- calle, evitaban su derrota
sejo Nacional de Huelga
a la autoridad de su núcleo por aislamiento.
(CNH) con el objetivo de familiar y al contingente de líderes Después de los hechos
convertirse en interlocu- universitarios del CNH compuesto del 2 de octubre, las mu-
tor con el Estado, mismo exclusivamente por hombres. jeres se encargaron de
que, de forma paralela, alimentar a los presos,
fue organizando grupos sirvieron de abogadas,
de choque y paramilitares y, de una vez, tomó por asalto doctoras y maestras y, algo vital, fueron un enlace muy
las oficinas del Partido Comunista Mexicano porque, como importante entre la cárcel y el espacio público. De igual
siempre, la culpa la tenían los comunistas. Todo lo anterior valor resultaron las movilizaciones de las madres, esposas,
culminó en el movimiento estudiantil del 68. hermanas e hijas de los desaparecidos y los presos políti-
Las mujeres que participaron en el movimiento estu- cos, que con su activismo protagonizaron uno de los hechos
diantil, transgredieron los esquemas impuestos a su género más emblemáticos de la participación femenina. Una de las
en, por lo menos, dos espacios: desafiaron a la autoridad causas por las cuales la historia del 68 no incluyó a los
de su núcleo familiar, al apelar a su derecho de salir a las grupos de las bases, y entre éstos a las mujeres, puede con-
calles, y al contingente de líderes universitarios del CNH com- sultarse en el ya citado trabajo de Cohen y Frazier, quienes
puesto exclusivamente por hombres. Este último las confinó a
las labores de cocinar para los militantes y limpiar los loca-
37 Deborah Cohen y Lessie Jo Frazier, “México 68: hacia una definición
les de reunión, mismas que pasaban inadvertidas pero que, del espacio del movimiento. La masculinidad heroica en la cárcel y las
a la vez, las llevaron a cuestionar la asignación de tareas. ‘mujeres’ en las calles”, en Estudios Sociológicos, XXII, septiembre–diciem-
bre, México: 2004, pp. 591–623.
217

proponen una teoría interesante: el sufrimiento y el heroísmo cambiar el orden social, entonces vigente, ante la imposibi-
de los líderes estudiantiles en la cárcel, virtudes inaccesibles lidad de hacerlo por la vía democrática. La participación
para las bases, avasallaron la memoria colectiva y borraron femenina en la guerrilla no fue masiva debido precisamente
las acciones de los miles de participantes que no tuvieron un a que las condiciones sociales y económicas las obligaban
papel protagónico o de dirección. El espacio de la cárcel a sustituir en el trabajo agrícola a los hombres que tomaban
convirtió a los líderes en mártires portavoces de todos los las armas. No obstante, muchos nombres de mujeres deteni-
activistas políticos, en la voz del pueblo, y reconfiguró la das, encarceladas y desaparecidas integran las listas de los
interpretación del movimiento estudiantil.38 informes de la Fiscalía Especial para los Delitos del Pasado,
En el campo, las mujeres parecían haber quedado publicados en 2006,39 como testimonio de su intervención
al margen de los cambios sociales acontecidos en la déca- en distintos grupos subversivos.
da. Sin embargo, a partir de la experiencia del 68, algunas Lo cierto es que la participación de las mujeres
se incorporaron a los grupos armados que operaban a en los cambios sociales fue un parteaguas en el adveni-
principios de los años setenta, principalmente en Guerre- miento del nuevo feminismo –uno de los movimientos más
ro. Muchas de las campesinas que vivían en las zonas de significativos del siglo xx–, y representó una oportunidad de
conflicto, comenzaron a involucrarse cuando las funciones emancipación y una transformación de las mentalidades sin
asignadas a su sexo –dentro y fuera del hogar– se volvieron precedente.
irrealizables debido a la precariedad de las condiciones en
que estaban inmersas. Su activismo se debió en ocasiones
a sus lazos familiares o comunitarios con los guerrilleros,
pero en la mayoría de los casos, a un deseo auténtico de

El activismo de las mujeres en


39 Para conocer más sobre las mujeres en los movimientos armados,
los cambios sociales de los años consultar Autores varios, Informe Histórico presentado a la Sociedad Mexi-
sesenta fue un parteaguas en el cana, Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado,
serie “México: Genocidio y delitos de lesa humanidad Documentos bási-
advenimiento del nuevo feminismo. cos 1968–2008”, 1ª ed. México: edición del Comité 68 Pro Libertades
Democráticas, A. C., 2008; Adela Cedillo, “Mujeres, guerrilla y terror
de Estado en la época de la revoltura en México”, en La guerra sucia en
México (Blog) en: http://guerrasuciamexicana.blogspot.mx/2010/03/
mujeres–guerrilla–y–terror–de–estado.html; Macrina Cárdenas Montaño,
“La participación de las mujeres en los movimientos armados”, en Verónica
Oikión Solano y Marta Eugenia García Ugarte (eds.), Los movimientos
armados en México, siglo xx, México: El Colegio de Michoacán/CIESAS,
38 Ibid., pp. 594–604. 2006, pp. 609–624.
218

La nueva ola del feminismo


sudamericanas. Ante la supuesta apertura, y la presión
de la política internacional sobre la igualdad de derechos
promovida por la ONU a través del Pacto Internacional de
Derechos Políticos y Civiles y el Pacto Internacional de Dere-
A finales de los años sesenta surgió en el mundo occidental chos Económicos, Sociales y Culturales, ambos en 1966, el
un nuevo feminismo considerado de la segunda ola y deno- feminismo encontró nuevos canales de expresión.
minado de manera general como Movimiento de Liberación Al igual que en otras latitudes, el movimiento en
de la Mujer (MLM). Se caracterizó por su pluralidad e inde- México difería del feminismo liberal que buscaba la igual-
pendencia de cualquier corriente ideológica anterior y sólo dad en la obtención de derechos políticos, y trascendió
a través de su desarrollo impulsó el rescate del activismo también las demandas de derechos sociales para “colocar
precursor. “El epicentro definitorio de este nuevo movimiento al cuerpo femenino y sus manifestaciones como centro de las
era la enunciación acerca de que ‘lo personal es político’, exigencias”.41 Se distinguió como una corriente de expresión
deshaciendo las fronteras entre lo público y lo privado”.40 marcadamente contracultural, interesada en forjar nuevas
Dos obras fueron precursoras emblemáticas del mismo: La formas de vida y cuestionó los patrones sociales, políticos
mística de la feminidad de Betty Friedan de 1965, donde e ideológicos que mantenían subordinadas a las mujeres,
definió el inicio del movimiento a partir del “malestar que no las relaciones desiguales entre ambos sexos y la imagen ob-
tiene nombre”. La otra, El segundo sexo de Simone de Beau- jetivada de la mujer en los medios de comunicación.42 Una
voir que, aunque se publicó en 1949, hizo eco al feminismo
hasta finales de la década de 1960.
En México el feminismo de la nueva ola se inició
alrededor de 1970 entre mujeres de la clase media urbana, A finales de los años sesenta surgió
promovido por la influencia del norteamericano, el desarro- en el mundo occidental un nuevo
llo de métodos anticonceptivos más eficientes y accesibles, feminismo considerado de la segunda
y un mayor ingreso de las estudiantes a la universidad, todo
ola y denominado de manera general
lo cual convergió con los recientes movimientos sociales, de
los cuales, como vimos, el estudiantil incidió especialmente
como Movimiento de Liberación de la
en los cuestionamientos de las jóvenes respecto a las fun- Mujer, (MLM).
ciones que se asignaban a su sexo. Sumado a lo anterior,
en 1970 el presidente Luis Echeverría asumió el poder;
buscando proyectar una nueva imagen que dejara atrás los
acontecimientos del 68, anunció una apertura democrática, 41 Ana Lau Jaiven, “Emergencia y trascendencia del neofeminismo”, en
Gisela Espinosa Damián y Ana Lau Jaiven (coords.), Un fantasma reco-
derogó el delito de disolución social, y abrió las puertas a
rre el siglo. Luchas feministas en México 1910–1920, México: UAM – X /
los militantes de izquierda perseguidos por las dictaduras CONACYT /Itaca/Ecosur, 2011, p. 152.
42 Estela Serret, “El feminismo mexicano de cara al siglo XXI”, en El
Cotidiano, vol. 16, núm. 100, marzo–abril 2000, México: Universidad
40 Mary Nash, op. cit., pp. 169–170. Autónoma Metropolitana Azcapotzalco, p. 45.
219

de sus características básicas fue su autonomía de grupos significaba reconocer que su opresión no era personal sino
de oposición, partidos políticos, organizaciones obreras e de todas; de ahí que en sus inicios se desarrollara mediante
instituciones, buscando articular un nuevo discurso en el cual pequeños grupos de reflexión.
volcar la vida cotidiana y privada al espacio público. El 15 de febrero de 1971 Rosario Castellanos
La influencia del feminismo norteamericano tam- pronunció un discurso para la conmemoración del Día In-
bién se difundió en México gracias a la publicación de dos ternacional de la Mujer, “La abnegación, una virtud loca”,
artículos que hacían referencia a la manifestación realizada que también invitó a las mexicanas a la reflexión. A pesar
en San Francisco, California, para celebrar el cincuen- de que no se consideraba feminista, hizo público el rechazo
tenario de la emancipación de la mujer norteamericana a la virtud “más celebrada de México”, que había colocado
por medio del sufragio, el 26 de agosto de 1970. Rosario a las mujeres en la condición de subordinación a la que
Castellanos publicó “La liberación de la mujer, aquí” en el estaban sujetas. Se preguntó si la abnegación era realmente
periódico Excélsior, en el que hacía una invitación a imitar una virtud y expuso una crítica lapidaria a quienes se com-
el movimiento norteamericano. Elaboró una dura crítica a placían en ella. La escritora estimaba que lejos de ser una
la pasividad de las mexicanas y agregó: “¿Es que no hay cualidad, la abnegación se apropiaba de toda la familia
mujeres entre nosotros? ¿Es que el sahumerio de la abnega- provocando hijos no aptos para la vida, esposos tiranos y
ción las ha atarantado de tal manera que no se dan cuenta males sociales como el alcoholismo, el machismo y la hipo-
de cuáles son sus condiciones de vida?”. 43 cresía. Sólo cuando la mujer ganaba una batalla, gestaba
De igual forma, Martha Acevedo publicó un artí- seres humanos más completos, familias más armoniosas y
culo titulado “Nuestro sueño está en escarpado lugar” en una nación de ciudadanos más conscientes y libres. Con
la revista Siempre! Y, mediante una reseña del mitin de San respecto a la desigualdad expresó:
Francisco y los testimonios de las feministas que participa-
ron en él, realizó un análisis de la condición subordinada
de la mujer, arguyendo que “la emancipación de la mujer No es equitativo –y por lo tanto no es legítimo– que uno
y su igualdad con el hombre son y seguirán siendo imposi- de los dos que forman la pareja, dé todo y no aspire a
bles mientras permanezca excluida del trabajo productivo
recibir nada a cambio.
social y confinada dentro del doméstico que es privado”,
el cual era –y sigue siendo– aportado en grandes cantida-
des sin remuneración alguna.44 El movimiento de liberación No es equitativo –así que no es legítimo– que uno tenga
la oportunidad de formarse intelectualmente y al otro no
le quede más alternativa que permanecer sumido en la
43 Rosario Castellanos, “La liberación de la mujer, aquí”, publicado ignorancia.
originalmente el 5 de septiembre de 1970, Excélsior, en Debate feminista,
año 6, vol. XII, octubre de 1995, México, pp. 351–354.
44 Marta Acevedo, “Nuestro sueño está en escarpado lugar”, publicado No es equitativo –por lo mismo no es legítimo– que uno
en La Cultura en México, suplemento de Siempre!, el 30 de septiembre de
1970, en Debate feminista, año 6, vol. 12, octubre, México, 1995, pp.
encuentre en el trabajo no sólo una fuente de riqueza
355–370. sino también la alegría de sentirse útil, mientras que el
220

otro cumple con una labor que no amerita remuneración Pero el cambio de mentalidades, que poco a poco fue intro-
duciendo el feminismo, originó que las batallas cotidianas
y… que por su misma índole perecedera, no se puede
de las clases subalternas cobraran una nueva dimensión
dar nunca por hecha.
y fueran reconocidas como un derecho que legítimamente
les pertenecía al participar en todos los ámbitos de la vida
No es equitativo –luego no es legal– que uno sea dueño pública.
de su cuerpo y disponga de él como se le de la real gana Durante el primer lustro de los años setenta, se
mientras que el otro reserva ese cuerpo no para sus constituyeron varias asociaciones, todas mediante el traba-
propios fines […].45 jo de concientización sobre temas como maternidad, sexua-
lidad, doble jornada de trabajo y el aborto como problema
de las mujeres que debía, por tanto, ser resuelto por ellas
mismas. El primer grupo que se formó en 1971 fue Mujeres
en Acción Solidaria (MAS). En el mes de mayo, se manifestó
frente al Monumento a la Madre, en la Ciudad de México,
en contra del mito de la madre y la celebración del 10
de mayo. Sus integrantes repartieron un folleto en el que
explicaban que el mito consistía en “exaltar la función bio-
lógica de la mujer para volverla el reflejo de la voluntad del
hombre […] y para relegarla a la tarea de la reproducción
de la especie y los quehaceres domésticos”.46 Los concursos
auspiciados por el periódico Excélsior que premiaban a las
madres por diferentes motivos, y que con ello reforzaban
Rosario Castellanos. Archivo fotográfico del CEMOS. XI. Expresiones artísticas y
culturales. Serie 6. Artistas e intelectuales. Subserie 21. Rosario Castellanos,
caja 485.

En mayo de 1971 Mujeres en Acción


Los estudiosos del feminismo coinciden en que, en
Solidaria (MAS), se manifestó frente al
sus inicios, el movimiento no alcanzó mayor éxito por la
extracción de clase de las mexicanas que lo conformaban. Monumento a la Madre, en la Ciudad
Las reivindicaciones que ellas planteaban eran ajenas a de México, en contra del mito
las necesidades de las grandes masas que seguían deman- de la madre.
dando justicia social y luchando por la subsistencia diaria.

45 Rosario Castellanos, “La abnegación: una virtud loca”, discurso pro-


nunciado en el acto conmemorativo del Día Internacional de la Mujer el
15 de febrero de 1971, en Debate feminista, año 3, vol. 6, septiembre de 46 El folleto puede consultarse en Martha Acevedo, El 10 de mayo,
1992, México, p. 291. México: SEP /Martín Casillas Editores, 1982, pp. 64–67.
221

las políticas del Estado en la construcción del orden que que daría igualdad jurídica a los sexos: “el varón y la mujer
deseaba mantener, dejaron de practicarse justamente a par- son iguales ante la ley. Ésta protegerá la organización y
tir de la manifestación del MAS. Sólo un periódico, El Día, el desarrollo de la familia. Toda persona tiene derecho a
cubrió el acto con una breve nota en la que destacaba que decidir de manera libre, responsable e informada sobre el
la manifestación se había llevado a cabo a pesar de la ne- número y el espaciamiento de sus hijos”.48
gativa de las autoridades del Distrito Federal para conceder El MLM en México, como en otros países, no sólo se
el permiso, y explicaba someramente sus objetivos. mantuvo al margen de la Conferencia sino que organizó un
Entre 1972 y 1973 se formó el grupo Movimiento contracongreso como medida de oposición al Año Interna-
Nacional de Mujeres integrado principalmente por perio- cional de la Mujer; lo anterior obedecía a su forma inicial
distas atentas al desarrollo del feminismo en Estados Unidos de operar: el movimiento buscaba perdurar de manera
47
y Europa, y en 1974 el MLM. En este año, la ONU convocó autónoma y lejos de la imposición de líderes, jerarquías e
la Primera Conferencia del Año Internacional de la Mujer, instituciones que lo intentaran organizar. El contracongreso
para celebrarse en junio del siguiente año, cuyo tema y otras movilizaciones posteriores de la primera mitad de
general era la igualdad de la mujer y su contribución al los años setenta, tenían un carácter más simbólico que polí-
desarrollo y la paz. La Ciudad de México obtuvo la sede tico, cuyo objetivo era atraer la atención del mayor número
en un momento en que las mexicanas todavía no gozaban posible de actores, sobre la opresión de las mujeres y la
de igualdad jurídica en la Constitución. Ante lo inminente desigualdad.
de la Conferencia, el 31 de diciembre de 1974 se publicó
en el Diario Oficial, la reforma al artículo 4º Constitucional

El 31 de diciembre de 1974
se publicó en el Diario Oficial,
la reforma al artículo 4º
Constitucional que daría
igualdad jurídica a los sexos.

47 Ana Lau Jaiven, “Emergencia y trascendencia del neofeminismo”, op. 48 Felipe Tena Ramírez, Leyes fundamentales de México 1808–2005,
cit., p. 161. México: Editorial Porrúa, 2005, p. 983.
222

Modernización y desarrollo provenía de ese país51 y, por otro, la debilidad de la indus-


tria nacional se veía opacada por fuertes importaciones y
por subsidiarias extranjeras, en su mayoría norteamerica-
nas, establecidas en el país. Además, los productos del ve-
Al concluir La Segunda Guerra Mundial, en 1945, Estados cino del norte tenían mejor calidad, precios más accesibles
Unidos se convirtió en la principal potencia económica; con y mejores métodos de comercialización.
ello comenzaba una larga y tensa batalla por el control po- Ello tuvo repercusiones económicas para el país,
lítico, económico y militar del mundo con la URSS, conocida indudablemente, pero también afectó las estructuras men-
como la Guerra Fría. Mientras tanto, en México las élites tales, así como la situación social de los mexicanos y las
gobernantes se ocuparon de apuntalar la imagen de un país mexicanas. En primer lugar, a la par del proceso de moder-
moderno, democrático, con una rica identidad nacional nización, México sufría una fuerte explosión demográfica,
49 al tiempo que se fortalecía la clase media metropolitana. En
competente en el mercado capitalista. Ello sin duda tuvo
consecuencias importantes a nivel social y cultural, lo que a segundo, se modificaba el ideal de familia, constituida por
la vez reflejaba situaciones distintas para las mujeres, sobre un padre proveedor y una madre dedicada exclusivamente
todo tras la obtención del voto en 1953, al tiempo que se al hogar y a la educación de los hijos; comenzaba a tole-
preparaba el escenario político para una de las coyunturas rarse –y a requerirse– cada vez más, el trabajo femenino.
más importantes vividas en el país, el movimiento estudiantil En tercero, de la cultura norteamericana se tomó el referente
de 1968. del sujeto moderno, el cual sin duda se adecuaba a los
Uno de los temas prioritarios de la agenda política esquemas de género esperados. A este respecto, se evi-
fue impulsar el desarrollo económico; así, la industrializa- denció un replanteamiento discursivo del papel de la mujer
ción se convirtió en la vía para modernizar y encarrilar a
la nación en la senda del progreso. Sin embargo, el ahorro
interno era insuficiente y los ingresos gubernamentales muy Con la creciente industrialización
reducidos por lo que “la industrialización fue requiriendo
se modificaba el ideal de familia
un ingreso de divisas cada vez mayor para poder importar
los bienes de capital y ciertos bienes intermedios necesarios
constituida por un padre proveedor y
a la actividad manufacturera”.50 Así, para la década de los una madre dedicada exclusivamente
años sesenta había aumentado la dependencia económica al hogar y a la educación
hacia Estados Unidos; por un lado, 95% del financiamiento de los hijos.

49 Soledad Loaeza, “Modernización autoritaria a la sombra de la super-


potencia, 1944–1968”, en Nueva Historia general de México, México:
COLMEX , 2010, p. 653.
50 Lorenzo Meyer, “La encrucijada”, en Daniel Cosío Villegas, Historia de 51 Blanca Torres, Historia de la Revolución Mexicana, 1940–1952: hacia
México, vol.4, México, COLMEX , 1976, p. 223. la utopía industrial, México: COLMEX , 1984, p. 154.
223

moderna, ciñéndolo fundamentalmente al hogar pero con viviendas, drenaje, alcantarillado, agua potable, servicios
una participación más activa dentro del mismo, sirviéndose de higiene), lo que provocó la disminución de las tasas de
de la emergente tecnología doméstica (electrodomésticos), mortandad y un considerable aumento de la población. Los
así como de novedosos productos para el perfeccionamien- centros urbanos, principalmente la capital nacional, comen-
to de su feminidad como alimentos procesados, vestimenta zaron a jugar un papel político y económico muy importante
de moda, cosméticos, artículos diversos para su belleza y al convertirse en los receptores de tales beneficios, al tiempo
salud, etcétera. que eran vistos como emblemas de progreso y modernidad.
Los procesos de modernización, que se dieron Ello se tradujo en constantes inmigraciones de personas
en términos económicos (industrialización) y sociocultura- en búsqueda de mejores niveles de vida (bienestar social,
les (urbanización, estilos de vida), generaron relevantes empleo, educación, salud, etc.), lo que tuvo como conse-
transformaciones. Los gobiernos llevaron a cabo políticas cuencia una alta concentración de población en las grandes
a favor de la salud (control de enfermedades infecciosas metrópolis, así como el abandono del campo, que tampoco
y parasitarias, campañas de vacunación, aparición de la recibía la atención ni la inversión adecuada por parte de los
penicilina) y mejoras de urbanización (construcción de gobiernos.

TABLA 3

POBLACIÓN

CENSO 52 CENTROS URBANOS DE TODO DISTRITO


PAÍS MONTERREY GUADALAJARA
EL PAÍS * FEDERAL

1930 16 552 722 5 540 631 1 229 576 132 577 117 556
1940 19 653 552 6 896 111 1 757 573 186 092 229 235
1950 25 791 017 10 983 483 3 050 442 339 282 380 226
1960 34 923 129 17 705 118 4 870 876 601 085 740 394
1970 48 225 238 28 308 556 6 874 165 858 107 1 199 391

*
Se considera centro urbano aquellas localidades con una población mayor a 2 500 habitantes.

52 Censos Generales de Población 1930, 1940, 1950, 1960, 1970.


De todas estas cifras, las mujeres representan alrededor de la mitad.
224

Dicho fenómeno propició que se fuera modificando estabilizador”.53 El Instituto Nacional de la Vivienda (INV)
la geografía urbana y social. La capital del país, hacia los presentó proyectos para sustituir a las vecindades por mo-
años cincuenta, se había convertido en el mayor símbolo de dernos departamentos con una mejor distribución de los es-
la modernidad nacional, contaba con espléndidas colonias pacios que permitiera la intimidad y mejorara la moralidad
para las clases alta (Las Lomas, El Pedregal) y media acomo- de sus habitantes.54 Chava Flores hace alusión a la aspira-
dada (Juárez, San Miguel Chapultepec, Del Valle, Narvarte, ción de muchos por vivir en aquellos novedosos y modernos
Guadalupe Inn, San Ángel, Coyoacán); con fraccionamien- departamentos:
tos y centros habitacionales para la creciente burocracia
(Multifamiliar Miguel Alemán en la colonia Del Valle, el Cen-
Promesa es promesa y no miento
tro Habitacional Presidente Juárez o la Unidad Esperanza
te tengo ya un apartamiento
en la colonia Narvarte) y para las clases medias en ascenso
(Postal, Álamos, Portales); con colonias proletarias, obre-
con agua caliente, dos rentas, fiador.
ras y populares (delegaciones Azcapotzalco y Gustavo A. Contrato forzoso de un año, cocina recámara y baño,
Madero). Los sectores para los pobres se ubicaban hacia el un poco de sala y su güen comedor
noreste de la ciudad (Peñón, Romero Rubio, Valle Gómez); Está rete–chula la casa; por eso, querida
también existían multitud de vecindades sobre todo en la Tomasa, quiero que te cases con un servidor […]
parte céntrica de la ciudad (la colonia Guerrero, Tepito, La
Hay radio pegado a la puerta,
Lagunilla, La Merced y Jamaica).
si tú hablas por él te contestan.
Había vecindades de distintos tipos, unas mejor
avenidas y que contaban con servicios de luz eléctrica,
Si dices ‘qué quieren”,
drenaje y agua potable; otras muy precarias –prácticamen- te dicen yo soy […].55
te jacalones– donde se vivía en condiciones deplorables,
sin servicios ni higiene y en grave hacinamiento, tal como La vida moderna en México se pensaba desde nue-
lo consignó Oscar Lewis en su ensayo antropológico Los vos espacios y estilos reflejados en las representaciones
hijos de Sánchez, con lo cual se cuestionaba fuertemente identitarias de la clase media urbana, se entendía como
la vida en tiempos del “milagro mexicano” y el “desarrollo “una propuesta de transformación global del habitar metro-
politano”.56 A partir de la segunda mitad del siglo XX, en el

El Instituto Nacional de la Vivienda


(INV) presentó proyectos para sustituir
a las vecindades por modernos 53 Oscar Lewis, Los hijos de Sánchez, México: FCE , 2012. Editado en
1961 en Estados Unidos y en 1964 en México por el Fondo de Cultura
departamentos con una mejor Económica. Cabe destacar que este texto fue censurado y el director de la

distribución de los espacios que editorial, Arnaldo Orfila, fue destituido.


54 Véase INV , Herradura de tugurios: Problemas y soluciones, México:
permitiera la intimidad. 1958.
55 Chava Flores (intérprete y compositor), El apartamiento, 1975.
56 Ballent, El arte, México: 1998, p. 72.
225

país se consolidaba el poder de las clases medias que, en publicidad y representado en ídolos artísticos o deporti-
opinión de Soledad Loaeza, presentaban como principales vos.58 Dicho esquema se construía en torno a la familia hete-
características la implantación de un estilo de vida ligado rosexual nuclear con casa propia, con automóvil, electrodo-
al medio urbano occidentalizado, el desarrollo socio–pro- mésticos, aparatos de radio y televisión y un gran nivel de
fesional vinculado a la educación y patrones de consumo consumo. Para 1950, “quien no poseía un artefacto [radio
específicos.57 eléctrico o de pilas] era pobre o no estaba a la moda”;59
Así, los integrantes de las clases medias citadinas una de cada 5.1 familias urbana tenía uno de los más de
eran quienes se modernizaban cada vez más, es decir, se 324 000 aparatos de radio existentes en la República.60 En
urbanizaban siguiendo el american way of life, difundido tanto, los televisores se integraban a la vida familiar a partir
fehacientemente a través de cine, televisión, canciones, de los primeros años de la década de los cincuenta.61

TABLA 4

VIVIENDAS
POBLACIÓN DEL
CENSO 62
PAÍS # EN EL PAÍS CON ELECTRICIDAD CON RADIO CON TELEVISIÓN CON RADIO Y TELEVISIÓN

1960 34 923 129 6 409 096 1 120 020 * 1 799 775 26 850 372 444
1970 48 225 238 8 286 369 4 876 745   3 839 701 153 163 2 435 888

*
En este caso el censo registra para este rubro “viviendas con gas o electricidad”.

57 Soledad Loaeza, Las clases medias y política en México, México:


COLMEX , 2012, pp.1, 30–33.
58 Carlos Monsiváis, “Notas sobre la cultura mexicana en el siglo XX ”,

Los integrantes de las clases medias en Daniel Cosío Villegas, Historia de México, vol. 4, México: COLMEX ,

1976, pp. 415–416.


citadinas se modernizaban cada vez 59 Luis Leñero, Representaciones de la vida cotidiana en México, México:

más siguiendo el american way of life, Instituto Mexicano de Estudios Sociales, 1982, pp. 166–167.
60 José E. Iturriaga, Estructura social y cultural en México, México: FCE ,
difundido a través de cine, televisión, 1951, p. 203.

canciones y publicidad. 61 El 31 de agosto de 1950, se inaugura en México y América Latina


el primer canal comercial de televisión; un día después se transmite por
primera vez el informe de gobierno presidencial, en este caso de Miguel
Alemán (1946–1952). A partir de entonces comenzaron a comercializarse
estos aparatos, lo que se evidencia en el aumento de su publicidad en los
diarios.
62 Censos Generales de Población 1960, 1970.
226

Por otro lado, en este periodo aumentaban los si- familia tradicional era presentada como consustancial a lo
tios de diversión para todos los bolsillos: cafés, restaurantes, mexicano. En este sentido, se puede plantear que durante el
bares, cabarets, prostíbulos, salas de cine, teatros, parques, desarrollo experimentado en las décadas de los cincuenta
centros deportivos, etcétera; asimismo, la mayoría de los y los sesenta hubo, en el plano ideológico, una moderniza-
más de mil impresos que circulaban en el país estaban en ción diferenciada por sexos.
las ciudades.63 En este escenario, nos preguntamos qué papel des-
Con todos estos cambios políticos, tecnológicos, empeñaban las mujeres, qué oportunidades tenían para de-
urbanos y sociales, las repercusiones en la vida cotidiana sarrollarse socialmente y como personas; en otras palabras,
y en las estructuras mentales y culturales comenzaron a ¿a partir de la obtención del voto en 1953 y los sucesos
evidenciarse. En un primer vistazo hubo consecuencias en el políticos, sociales y culturales acaecidos, cómo se afectaron
desarrollo de las actividades femeninas tanto fuera del ho- los roles de género y las formas de vida para las mexicanas?
gar como al interior del mismo. La incursión de las mujeres
en la esfera pública, aunque no demasiado importante en
cifras, era sumamente significativa.
Para el medio siglo, la preocupación a nivel inter-
nacional por la situación de desigualdad política y social
del sexo femenino fue teniendo efectos en México. A la par,
la inserción creciente de las mexicanas en el ámbito laboral
propició el reconocimiento de sus derechos y beneficios,
en principio como trabajadoras y madres, pero también
como ciudadanas (tal como se reflejaría en 1974 con la
reforma constitucional para establecer la igualdad ante la
ley de hombres y mujeres). En lo referente a la educación,
su presencia era más notoria en las aulas universitarias, al
tiempo que en el renglón cultural se daban a la tarea de
organizar clubes, publicar revistas y hacerse presente tanto
en cuestiones intelectuales como artísticas. No obstante, y
a pesar de todo, también comenzaban a fortalecerse las
industrias culturales (prensa, radio, cine, televisión, revistas,
discos) a través de las cuales se afianzaban esquemas de
género de corte principalmente conservador, en los que la

63 Por su contenido, las publicaciones estaban catalogadas en informati-


vas, políticas, literarias, científicas, religiosas, deportivas, humorísticas, so-
ciales, comerciales. José E. Iturriaga, Estructura…, op. cit., pp. 198–199.
227

Lucha de los actores contra el antirreeleccionismo (Febrero de 1969). Archivo General de la Nación, Archivo fotográfico Hermanos Mayo, Cronológico, sobre 26,243.
228

Mujeres en escena
Desde finales del siglo XIX, las mexicanas se fueron incorpo-
rando al mundo laboral asalariado, fundamentalmente en la No obstante el desarrollo
industria y en el sector de los servicios, aunque las cifras
experimentado en las
vieron un acelerado aumento a partir de los años treinta: de
4.6% en 1930 a 7.4% en 1940, 13.6% en 1950, 18% en
décadas de los cincuenta
1960 y para 1969 llegó a 19%.64 Cabe destacar que los y sesenta, en el plano
censos no tomaban en cuenta diversas ocupaciones remu- ideológico, hubo
neradas ejercidas por las mujeres, que iban desde empleos una modernización
informales hasta el trabajo doméstico (limpieza, lavandería,
diferenciada por sexos.
cocina, cuidado de infantes o enfermos, etc.); de modo que
la cantidad de trabajadoras era bastante mayor a la consig-
nada por las estadísticas oficiales.

TABLA 5

% HOMBRES
MUJERES % MUJERES
POBLACIÓN ECONÓMICAMENTE
CENSO 65
HOMBRES MUJERES ECONÓMICAMENTE ECONÓMICAMENTE ACTIVAS
TOTAL ACTIVOS
ACTIVAS* RESPECTO A POBLACIÓN*
RESPECTO A POBLACIÓN*

1940 19 653 552 9 695 787 27.60 9 957 765 432 457 2.20

1950 25 791 017 12 696 935 27.94 13 094 082 1 137 646 4.41

1960 34 923 129 17 415 320 26.45 17 507 809 2 035 293 5.78

1970 48 225 238 24 065 614 71.7 24 159 624 2 654 292 16.4

*Incluye ocupados y desocupados a partir de los 12 años de edad.

64 Gloria González Salazar, “La participación de la mujer en la actividad


laboral de México”, en María del Carmen Elu de Leñero (intro.), La mujer
en América Latina, t. I, México: SEP Setentas, 1975, p. 111.
65 Censos Nacionales de 1950, 1960 y 1970.
229

Se puede observar que el movimiento de los TABLA 6


porcentajes es constante, aunque ciertamente tímido. Ello
TOTAL SECTOR SECTOR
es consecuencia de que culturalmente se asumía que las 1960 INDUSTRIA **
OCUPACIÓN PRIMARIO * TERCIARIO ***
mujeres debían dedicarse de manera exclusiva al hogar;66
de modo que las mujeres trabajando o desarrollándose pro- Total 11 332 016 6 144 930 2 147 963 3 039 123
fesionalmente eran quienes lo hacían muchas de las veces
Hombres 9 296 723 5 481 354 1 871 121 1 944 248
por necesidad o antes del matrimonio.
Para mediados del siglo, la modernización había Mujeres 2 035 293 663 576 276 842 1 094 875
provocado el engrosamiento del sector terciario o de ser-
vicios, en empresas privadas o en el gobierno, el cual se * Agricultura, ganadería, silvicultura, caza, pesca.
convertía en un espacio laboral fundamentalmente femenino ** Extractivas, de transformación, construcción, electricidad, gas.
debido a que se le vinculaba con actividades secretariales, *** Comercio, transportes, servicios, actividades insuficientemente
especificadas.
administrativas y de organización de oficina.

TABLA 7

1970 MUJERES LABORANDO EN EL SECTOR TERCIARIO

INSUFICIENTEMENTE
TOTAL COMERCIO TRANSPORTE SERVICIOS GOBIERNO
ESPECIFICADAS

1 716 050 333 941 17 389 1 057 700 68 903 238 117

A diferencia del sector primario y secundario, la ellos podían acceder más fácilmente; y, también, porque
situación en el terciario podía llegar a ser un poco más al sexo femenino se le consideraba menos capaz y se le
equitativa entre los sexos en cuanto a cantidad de traba- integraba en puestos considerados de menor categoría y de
jadores y trabajadoras; y, aún así, los varones ocupaban poca competitividad. Elsa Chaney y Marianne C. Schmink,
67
los puestos de mayor envergadura y mejor remunerados. aseguraban, a principios de los años setenta, que el sector
Esto se debía a que esos cargos requerían una especia- de los servicios era un espacio con pocas ventajas reales
lizada preparación técnica y educativa, misma a la que para las trabajadoras: “el hecho de que la modernización

66 Para más detalles sobre una serie de discursos que en el ámbito cultural
buscaban reinsertar simbólicamente a las mujeres en el ámbito doméstico,
véase Martha Santillán Esqueda, “Discursos de redomesticación femenina
durante los procesos modernizadores en México, 1946–1958”, en Histo-
ria y Grafía, núm. 31, diciembre 2008, Universidad Iberoamericana, pp. 67 INEGI , VIII censo general de población, México, Secretaría de Industria y
103–132. Comercio, 1960, p. 417.
230

cree un tercer gran sector compensa en muy poco a las sueldos– fue fundamental. En primer lugar, el trabajo feme-
mujeres […] significa para ellas trabajo inseguro, de bajo nino podía ser mejor visto social y moralmente, incluso por
nivel y mal pagado, como sirvientas […]; como vendedoras las mismas mujeres; en segundo, ellas podían romper con
callejeras y empleadas; como prostitutas […] como oficinis- la dependencia económica absoluta hacia el marido o su
68
tas de bajo sueldo”. familia, lo cual les otorgaba cierta movilidad dentro de la
El porcentaje de mujeres dedicadas exclusivamente sociedad; en tercero, la fuerza laboral femenina se conver-
a los quehaceres domésticos (actividad considerada no pro- tía en un importante factor de presión social, pues se hacía
ductiva) pasaba de 53.48% en 1950 a 54.96% en 1960 indispensable su presencia –al menos en el sector terciario–
y a 43.46% en 1970. Un dato que vale la pena resaltar para el desarrollo de las nuevas formas de productividad,
es que en ninguno de los censos de esos mismos años, se consecuencia de la industrialización, lo cual posibilitaba la
aplicó al sexo masculino la pregunta sobre el desempeño obtención de derechos laborales y sociales.
de dichas tareas; definitivamente era considerada una labor El aumento de las mujeres en el mercado del traba-
jo estuvo vinculado, entre otras cosas, al incremento de la
preparación técnica y a la educación. Gracias a los proce-
La fuerza laboral femenina se
sos de modernización la educación superior fue impulsada
constituyó como un importante factor de manera notable ya que se necesitaba gente preparada
de presión social, pues se hacía para los proyectos industriales, empresariales y burocráti-
indispensable para el desarrollo de las cos. La inversión en educación al cierre del gobierno de
nuevas formas de productividad. Ruiz Cortines, en 1958, llegó a 21.58% del presupuesto
ejercido; en el último año del sexenio de López Mateos,
1964, fue de 29.31%; para el de Díaz Ordaz, en 1970, al-
femenina y mal remunerada. canzó 34.57%.69 La reducción del analfabetismo, el aumen-
A pesar de que seguía existiendo una división to en los índices de escolaridad y de las aulas universitarias
del trabajo en razón de los sexos, el aumento de muje- benefició a las mujeres, ya que les permitía especializarse
res laborando –aunque inequitativo en tipo de empleos y para integrarse al mundo laboral, el magisterio y la vida
académica y cultural.

68 Elsa Chaney y Marianne C. Schmink, “La mujer y la modernización:


acceso a la tecnología”, en María del Carmen Elu de Leñero (intro.), La 69 inegi , Estadísticas históricas de México, t. 1, México, inegi , 2000,
mujer…, op. cit., p. 32. p. 98.
231

TABLA 8

TOTAL DE TOTAL DE
HOMBRES MUJERES HOMBRES MUJERES
AÑOS ALFABETOS ANALFABETOS
ALFABETOS ALFABETAS ANALFABETOS ANALFABETAS
AMBOS SEXOS AMBOS SEXOS

1940 5 321 131 5 533 676 10 854 807 2 221 772 2 561 329 4 783 101

1950 6 123 450 5 642 808 11 766 258 4 019 171 4 923 228 8 942 399

1960 9 102 747 8 311 928 17 414 675 4 783 709 5 358 764 10 142 473

1970 14 133 236 12 380 515 27 513 751 4 916 617 5 940 070 10 856 687

No obstante, la cantidad de mujeres margina- A pesar de las transformaciones políticas y socia-


das de la educación era muy alta: en 1950 de un total les acaecidas, los varones tenían mayor acceso a la educa-
de 13 094 082 mexicanas, 23.4% eran analfabetas y ción. En 1970 el rezago educativo, esto es, la población
sólo .035% (4 555) estaban inscritas en la UNAM ; en sin instrucción, con primaria incompleta o completa y con
1970 24.58% de las mujeres no sabían leer ni escribir y secundaria incompleta, en varones mayores de 15 años
en 1971 se inscribieron en la UNAM sólo 0.14% (34 889) era de 88.7%; en cambio en las mujeres dentro del mismo
del total de mexicanas (24 159 624). 70 Los varones ins- rango de edad era de 92.6%.71 Una vez más consideramos
critos en dicha casa de estudios representaban 81.72% que ello se debía a los esquemas de género imperante los
(20 374) de la matrícula total en 1950 y 74.80% (103 cuales justificaban darle prioridad a la educación masculina
599) en 1971. como acceso al desarrollo, pues se asumía al varón como
proveedor y a las mujeres dedicadas al hogar.

70 Censos 1950 y 1970; Anuarios estadísticos de la UNAM 1959 y 1971. 71 INEGI , Indicadores sociodemográficos de México (1930–2000),
Los porcentajes respecto al estudiantado son nuestros. México, INEGI , 2001, p. 130.
232

TABLA 9

MUJERES TITULADAS EN LA UNAM

ESCUELAS Y FACULTADES MUJERES TITULADAS POR DÉCADA

1950 1960 1970

ESC. NAL. DE ARQUITECTURA 15 184 464

ESC. NAL. DE ARTES PLÁSTICAS 5 14 27

FAC. DE CIENCIAS 35 321 1 058

ESC. NAL. DE CIENCIAS POLÍTICAS Y SOCIALES 6 101 299

ESC. NAL. DE CIENCIAS QUÍMICAS 604 832 1 180

ESC. NAL. DE COMERCIO Y ADMINISTRACIÓN 24 229 2 834

FAC. DE DERECHO 202 480 1 289

ESC. NAL. DE ECONOMÍA 9 159 251

ESC. NAL. DE ENFERMERÍA Y OBSTETRICIA 883 1,046 1 850

FAC. DE FILOSOFÍA Y LETRAS 120 436 820

ESC. NAL. DE INGENIERÍA 7 10 43

ESC. NAL. DE MEDICINA 551 1,218 4 823

ESC. NAL. DE MÚSICA 17 16 15

ESC. NAL. DE ODONTOLOGÍA 152 570 3 804

FAC. DE PSICOLOGÍA 15 276 917

ESC. NAL. DE VETERINARIA Y ZOOTECNIA 8 76 165

ESC. NAL. DE TRABAJO SOCIAL 56 0 267

TOTAL DE MUJERES TITULADAS POR DÉCADA 2 709 5 968 20 106


233

Los discursos intelectuales


Por otro lado, en opinión de Soledad Loaeza, el
incremento de las clases medias “se vio limitado por las
restricciones del sistema educativo”.72 Para los años setenta
era evidente que las ventajas de la vida moderna no habían
alcanzado a toda la población pues estaban “reservadas de género74
para las clases medias y altas, que tenían teléfono, radio
y televisión en casa”.73 De modo que eran inobjetables
los marcados contrastes entre la riqueza y la pobreza, así Tras la institucionalización de la Revolución, los gobiernos
como las desigualdades de género imperantes en los espa- priístas, para contrarrestar la intromisión de valores cultura-
cios laborales, los ámbitos de poder político y en el terreno les norteamericanos, mantuvieron un discurso nacionalista
cultural. con dos caras. Por un lado, impulsaron una doctrina de lo
mexicano para el fortalecimiento de una identidad nacio-
nal,75 que llamaba a la unificación de los diferentes sectores
del país para hacer frente al imperialismo extranjero econó-
mico y cultural, así como a las disidencias políticas internas
que contravenían la ideología del régimen político.76 Por
otro, atendía a la inquietud que provocaba la creciente
imitación en la sociedad mexicana del modo de vida esta-
dounidense. Los intelectuales fueron los encargados de con-
solidar una idea de lo mexicano ad hoc al sistema político;
se alentó la creación de murales, danzas típicas, música,
literatura, cinematografía y otras manifestaciones artísticas,
así como programas de radio y televisión que en su conjun-
to representaran –e impulsaran– la cultura mexicana.

74 El contenido de esta sección fue tomado de Martha Santillán Esqueda,


“Discursos de redomesticación femenina durante los procesos moderniza-
dores en México, 1946–1958”, Historia y Grafía, núm. 31, diciembre
2008, Universidad Iberoamericana.
75 Luis Medina, Historia de la Revolución mexicana (1940–1952):
civilismo y modernización del autoritarismo, vol. 20, México: COLMEX ,

1979, p. 178.
76 Tzvi Medin, “La mexicanidad política y filosófica en el sexenio de
Miguel Alemán, 1946–1952”, en revista electrónica E.I.A.L. (Estudios
Interdisciplinarios de América Latina y el Caribe), v. 1, núm. 1 (enero–
72 Soledad Loaeza, “Modernización…”, op. cit., p. 684. junio 1990): Nacionalismo en América Latina, Universidad de Tel Aviv,
73 Idem. http://www.tau.ac.il/eial/I_1/
234

En los años cincuenta, el filósofo Leopoldo Zea77 Octavio Paz, heredero de esta corriente filosófica,
fue director del proyecto intelectual “México y lo mexicano”, en El laberinto de la soledad (1950) dedicó varias páginas
que constaba de una serie de publicaciones que buscaban a sostener la idea de la inferioridad de las mujeres en razón
repensar y reedificar la mexicanidad. Este pensamiento en- del llamado irrevocable de una naturaleza femenina perte-
marcaba el ideario del discurso nacionalista y desarrollista, neciente a lo doméstico y ajena a la vida social. El poeta
y tenía como objetivo reivindicar lo propiamente mexicano introduce al tema a partir de la idea de lo “rajado”; apunta
estudiando las características de su contexto y especialmen- que la hombría consiste en no rajarse nunca. En contrapar-
te los defectos psicosociales que dificultaban romper con los te, las mujeres “son seres inferiores porque, al entregarse,
78
atavismos que le impedían progresar. Pero, al mismo tiem- se abren. Su inferioridad es constitucional y radica en su
po, elaboraba un discurso homogéneo sobre los mexicanos sexo, en su ‘rajada’, herida que jamás cicatriza”.79 A partir
en general. Y, aunque tomaban en cuenta las características de esta diferencia anatómica, de corte freudiano, el autor
propias de las clases urbanas o campesinas, pretendían desencadena una serie de argumentos para justificar la ex-
guiar los comportamientos de todos los mexicanos hacia el clusión de las mujeres de la producción social y cultural, así
mismo fin: la modernización. Obviaban las particularidades como su subordinación a los varones.
concretas de los individuos por clase, raza o género, y pre- En suma, las mujeres eran para el ensayista la
sumían que todos los sujetos tenían que encarrilarse en el “cifra viviente de la extrañeza del universo y de su radical
desarrollo y el nacionalismo propuestos por las élites. heterogeneidad, la mujer ¿esconde la muerte o la vida?,
Los intelectuales a cargo del proyecto no considera- ¿en qué piensa?, ¿piensa acaso?, ¿siente de veras?, ¿es
ron en qué medida eran afectadas las mujeres por las nuevas igual a nosotros?”.80 Esta diferencia de género era resulta-
circunstancias sociales, no las pensaban como individuos do, según Paz, de fuerzas más allá de la voluntad femenina,
que debían poseer los mismos derechos sociales, políticos lo que situaba a las mujeres como un ser pasivo y transmisor
y económicos que los varones. El sexo femenino parecía no de valores, incapaz de trascenderse ni de crear. Señala que
ser un asunto relevante y daban por hecho que ellas debían la feminidad no es un fin que se logra en sí mismo como la
ocuparse idealmente del hogar y la maternidad. hombría, y que está dictada por fuerzas naturales, cósmicas
e irrevocables. Ahora bien, bajo esta lógica cualquier acti-
vidad realizada por ellas, que no sea la maternidad, es de
muy poca monta y, además, transgrede lo establecido.81 Por
ello el problema para el escritor no era la esencia como tal
de las mujeres, sino que ellas corrompieran su instinto de
procreación y enfrentaran la autoridad masculina.
77 Heredero del pensamiento filosófico de Samuel Ramos, estaba al frente
del grupo Hiperión, formado por los filósofos Ricardo Guerra, Joaquín Sán-
chez MacGrégor, Jorge Portilla, Salvador Reyes Nevárez, Emilio Uranga,
Fausto Vega y Luis Villoro. En 1952, fundó el Centro de estudios sobre lo
mexicano. 79 Octavio Paz, El laberinto de la soledad, Madrid: Cátedra, 2000,
78 Patrick Romanell, La formación de la mentalidad mexicana: panora- p. 165.
ma actual de la filosofía en México, 1910–1950, México: COLMEX , 1954, 80 Idem.
p. 211. 81 Ibid., pp. 171–175.
235

radica en una serie de actitudes femeninas tales como la


El proyecto intelectual no pensaba exagerada sumisión al hombre al grado de aceptar la infi-
a las mujeres como individuos que delidad y la sevicia, el afán de subsistir económicamente a

debían poseer los mismos derechos expensas del varón, una inclinación a sentirse incapaz, el
apego a la queja y al llanto, debilidad y actitud pasiva.83
sociales, políticos y económicos que Aseguraba que el hembrismo había sido desarrollado por
los varones. La escritora y periodista las mujeres como una manera de adaptación a entornos
María Elvira Bermúdez aseguraba que sociales hostiles.
el hembrismo había sido desarrollado Esta idea era innovadora para la época, pues aun

por las mujeres como una manera cuando Bermúdez se mostraba en sintonía con los discursos
referentes a la familia, la maternidad y la domesticidad fe-
de adaptación a entornos sociales menina, asumía que las características negativas del sexo
hostiles. femenino habían sido adquiridas socialmente, no de modo
natural y, por tanto, podían ser modificadas.
La fuerza de estas ideas (heredadas por Paz y moneda
corriente en la época) radica en el afán de replantearlas
y reforzarlas, cobijado bajo el discurso de la mexicanidad
y la modernidad. En un momento en que la movilidad social
femenina se encuentra en ascenso parece necesario para
las élites políticas e intelectuales insistir en que las mujeres
no deben buscar espacios de desarrollo personal más allá
del doméstico; es decir, en redomesticarlas.
En contraparte, las reflexiones de la escritora y pe-
riodista María Elvira Bermúdez en su libro La vida familiar
del mexicano (que formaba parte de la colección “México y
lo mexicano”) delineaba un punto de vista distinto sobre lo
femenino y la situación de las mujeres. La autora analizaba
el entorno familiar y sus repercusiones en la vida social y
nacional; sostenía que los defectos y el sentimiento de in-
ferioridad del mexicano se cultivaban en la vida familiar,
pues era el espacio donde se recreaban los falsos conceptos
de hombría (machismo) y de feminidad (hembrismo).82 Éste

En el hipódromo. Archivo General de la Nación, Archivo fotográfico Hermanos Mayo,


82 Elvira Bermúdez, La vida familiar del mexicano, México: Antigua Concentrados (HMNC-1305/1-A It-51), sobre 1,305, 1.
Librería Rebolledo, 1955, p. 101.
83 Ibid., p. 93.
236

Imaginarios y vida
Asimismo, la autora señalaba que las mujeres se en-
contraban en desventaja ya que tenían menos oportunidades
laborales y educativas para subsistir por sí solas. El hembris-
mo, aunque común entre las mujeres mexicanas, no era de-
finitorio por su naturaleza, sino resultado de todo un sistema cotidiana
de aprendizaje reforzado culturalmente: “las cualidades que
adornan a un individuo (hombre o mujer) vienen a ser, en la
mayoría de los casos, más la resultante de la autodisciplina y Para los años cincuenta, en el ámbito cultural se patenti-
de la cultura que rasgos innatos y espontáneos dados gratui- zaban dos importantes fenómenos que repercutieron en la
tamente”.84
Bajo esta idea, Bermúdez aseguraba que la infe- consolidación de los esquemas tradicionales de género: los
rioridad femenina era, más bien, producto de todo un sistema electrodomésticos y los medios de comunicación. La ima-
de valores; de ese modo, al renovar los sistemas educativos y gen de la mujer moderna –liberal o liberada– comenzaría
culturales se podría modificar la situación de las mexicanas. a vincularse cada vez más, ya no sólo con la crianza y la
educación de los hijos, sino también con la moda en el
vestir, los estereotipos de belleza y la tecnología hogareña.

La imagen de la mujer moderna


–liberal o liberada– comenzaría
a vincularse cada vez más con la
moda en el vestir, los estereotipos de
belleza y la tecnología hogareña.

El contexto que da forma a esta figura se centra


en el asentamiento de la élite política nacional, en la ima-
gen de un México moderno, el afianzamiento de las clases
medias, la tecnologización de la sociedad como símbolo
de modernidad, en el surgimiento –y el incremento de su
consumo– de aparatos electrodomésticos (refrigeradores,
aspiradoras, licuadoras, batidoras, radio, televisión, toca-
discos etc.), en el asentamiento de las industrias culturales
de comunicación (productoras y reproductoras de imagina-
rios) y en los movimientos contraculturales como respuesta a
una sociedad que seguía siendo bastante tradicionalista.
84 Ibid., p. 129.
237

Los electrodomésticos junto con los alimentos pro- buscando promover la compra vinculada a un deseo de
cesados (leche en polvo o condensada, café soluble, aceite ser alguien diferente y conforme a ideales culturales más
85
vegetal, pan de caja, conservas enlatadas, etc.), que ya amplios.87
se comercializaban de manera importante desde los años Por ejemplo, en los diarios de mayor circulación
cuarenta, para las siguientes décadas se convertían en herra- nacional, como Excélsior o El Universal, es común encontrar
mientas indispensables dentro del hogar. Por supuesto, ello en los anuncios publicitarios dirigidos a mujeres (referentes
afectaría las prácticas cotidianas al interior del espacio do- a artículos de belleza, ropa, electrodomésticos, modernos
méstico, a la vez que se les veía como aparatos de lujo y ali- guisos o postres cocinados con alimentos procesados), re-
86
mentos a veces inalcanzables (dado sus altos costos) y, por presentaciones femeninas con semblantes de felicidad, mu-
tanto, símbolo de estatus social; de modo que eran las fami- jeres blancas y esbeltas, vestidas a la moda norteamericana
lias de las clases altas y medias las principales consumidoras y con una actitud conservadora, en escenarios domésticos
de estos artículos. Su consumo se vincula con la expansión de como telón de fondo. Son anuncios sin duda dirigidos a la
los medios de comunicación (prensa, radio, cine y televisión) clase media que se convertían en referentes simbólicos que
pues éstos eran los espacios donde se publicitaban. también buscaban nutrir las aspiraciones del resto de las
Para mediados del siglo XX, la publicidad era el mujeres.
principal elemento económico–comercial de todo medio. Para entonces, los medios de comunicación masi-
Asumimos a la publicidad como un agente ideologizante en va se convertían en importantes reproductores de cultura,
tanto que su labor ha sido, no sólo en México, sino en
desde su surgimiento en el Las principales industrias el mundo occidentalizado;
siglo XIX, la elaboración de (re)productoras de cultura, difusoras en este sentido, eran también
discursos que oscilan entre la de mensajes homogéneos y masivos, herramientas que colaboraban
información y la seducción,
construían y reconstruían imaginarios y con la prolongación de los es-
quemas de género imperantes.
estereotipos de género tradicionalistas. Teresa De Lauretis considera
que a través de sus represen-
85 Un interesante análisis sobre los cambios alimenticios en México a me-
taciones se pretende inducir a los sujetos a actuar y a tener
diados de siglo y sus implicaciones de género y de clase, visto a través de
la publicidad y de entrevistas, en Sandra Aguilar, “La mesa está servida:
determinado tipo de experiencias de acuerdo con su sexo,
comida y vida cotidiana en el México de mediados del siglo XX ”, HIb. a autorrepresentarse y configurar su universo de vínculos
Revista de Historia Iberoamericana, vol. 2, núm. 2, 2009. sociales, a relacionarse entre sí, en fin, a constituir su identi-
86 Por ejemplo, el salario mínimo hacia mediados de los cincuenta era de
dad genérica ya sea como hombre o como mujer.88
5.53 pesos, mientras que, según los anuncios publicitarios en prensa, una
licuadora podía alcanzar los 250 pesos, una plancha rebasaba los 30,
una aspiradora 750, una estufa costaba casi 450, una televisión estaba
etiquetada en tres mil pesos, sólo por mencionar algunos ejemplos. Datos 87 Martha Santillán Esqueda, “Deletreando ensueños”, en Origina, año
tomados de Andrea López Ortiz, Promoción publicitaria en la prensa mexi- 11, núm. 125, julio 2003, Giraldi Editores, pp. 26–31.
cana y su proyección de un modelo del deber femenino. Prensa capitalina 88 Véase Teresa De Lauretis, “La tecnología del género”, en Carmen Ramos
en la década de 1950, licenciatura en historia, Instituto de Investigaciones Escandón (coord.), El género en perspectiva: de la dominación universal a
Dr. José María Luis Mora, en preparación. la representación, México: UAM –I, 1991, pp. 233–235.
238

En el México de aquellos años, la prensa, la radio Kena, otra importante publicación del periodo, al
y el cine eran medios bastante extendidos, los cuales, junto igual que La Familia, Claudia de México, Rutas de Pasión
con la naciente televisión, se convirtieron en las principales o las filiales norteamericanas Vanidades, Cosmopolitan,
industrias (re)productoras de cultura; en otras palabras, en “confinaban a la mujer a la cocina, la costura y confección,
tecnologías difusoras de mensajes homogéneos y masivos a a los chismes sobre artistas, a la apología de las modas y
través de los cuales se construían y reconstruían imaginarios de la vida de los ricos…”.90 Kena buscó desde sus orígenes
y estereotipos de género tradicionalistas que mostraban a a mediados de los sesenta, hacer frente a los “discursos
mujeres cuya máximo anhelo era ser una ama de casa mo- de la revolución cultural juvenil con sus ideas de libertad
derna. Conforme a los mensajes de los medios, entendemos en cuanto al amor y al sexo; la liberación femenina y el
que en el ámbito cultural de la época la “liberación” de la movimiento feminista con sus peticiones de igualdad laboral
mujer, la mujer liberada o la mujer liberal, era la que, sin y de control natal; y el psicoanálisis y la publicidad con sus
desatender su rol femenino dentro del hogar, se servía de nuevas formas de concebir al ser humano”.91 De acuerdo
las nuevas tecnologías y se ocupaba de mantenerse atracti- con Laura Mena, esta revista presentaba un doble discurso:
va para el sexo opuesto. por un lado, daba a conocer los nuevos modos de vida para
Avanzados los años cincuenta, comenzaron a la mujer moderna, en tanto reforzaba el papel tradicional
aparecer revistas con contenidos que rebasan las simples de la mujer ligada al espacio doméstico; por ejemplo, ante
tareas del hogar y la crianza de los hijos, mostrando los la temática
intereses vinculados a las mujeres de las clases medias urba-
nas: moda, belleza, viajes, restaurantes, imagen personal, De la libertad sexual, aceptó el placer como un
situación sentimental, etc. Por ejemplo, Feminidades, que se
elemento para ambos cónyuges, promovió el matrimonio
publicó por primera vez en los años cuarenta, para 1954
modificó su título por el de Feminidades: una revista para
pero criticó la unión libre y el sexo fuera del matrimonio. Ante
la mujer moderna; ahora los contenidos se ocupaban de el movimiento feminista argumentó que la libertad femenina
la vida de las estrellas de cine, de los signos zodiacales, consistía en apoyar al esposo de manera incondicional para
de temas de arte, psicología o medicina relacionada con preservar a la familia y en que la mujer casada se preparara
el día a día de las mujeres. Hacia el segundo lustro de los para desempeñar mejor su papel de madre y esposa. Ante
sesenta, se realizó una encuesta a las lectoras para conocer el discurso del psicoanálisis, la revista remarcó la respon-
su opinión sobre la libertad femenina.89 También se aborda-
sabilidad de la madre para educar a su hijo. Finalmente,
ban, de manera más constante aunque moderada, algunos
asuntos referentes a la sexualidad y tipos de ropa íntima
ante la publicidad, le presentó al ama de casa los productos
para seducir. necesarios para decorar su casa; los cosméticos y ropa de

90 José Agustín, La tragicomedia…, op. cit., p. 212.


91 Ana Laura Mena, La identidad femenina presentada por la revista Kena
89 Feminidades: una revista para la mujer moderna, núm. 266, febrero en la década de los años setenta, tesina de maestría en Historia de Méxi-
1966, año XX. co, Instituto Cultural Helénico, México, 2013, p. 48.
239

moda para embellecerse con el objetivo de retener al esposo, la pantalla chica melodramas radiofónicos exitosos como
Anita de Montemar o El derecho de nacer.94
y todo un estilo de vida que representaba su status social. La
La estructura narrativa clásica de estos productos
publicidad invitaba al ama de casa a unirse a la corriente de
culturales giraba en torno a una mujer buena que era “res-
modernidad a partir de consumir productos pero manteniendo catada” por un hombre de sentimientos sinceros, guapo,
su rol de esposa, madre y ama de casa.92 caballeroso, atento y con posibilidades de brindarle segu-
ridad económica y amorosa para el resto de su vida. Las
Por otra parte, las radionovelas,93 al igual que las historias de radionovelas y de telenovelas, invitaban a las
telenovelas, mantenían modelos de género conservadores, espectadoras a soñar con el amor de su vida, a no pensar
establecidos desde las décadas anteriores (que ya había en apuros económicos o simplemente a encontrar un prín-
explotado la cinematografía), y que eran una adaptación cipe azul que las sacara de los quehaceres diarios.95 Éste
de los modelos mediáticos norteamericanos. En 1958 se sería también el destino del contenido de las fotonovelas
transmitió la primera telenovela en México: Senda prohibi- que lograron un gran auge en la década de los setenta.96
da con el lema “La novela de las 6.30, su novela Colgate”. Para los años sesenta, las representaciones de
Una de las telenovelas más famosas en los años setenta fue mujeres dedicadas exclusivamente al hogar y a los hijos
Los ricos también lloran. De acuerdo con Alfonso Regala- habían disminuido; y, al igual que en las revistas y la publi-
do, las estructuras y contenidos de las telenovelas venían cidad impresa, comenzaba a notarse un importante acento
directamente de las radionovelas; de ahí que se llevaran a en la atención o seducción al marido, lo que se relacionaba
con la belleza, el vestir y ser “mujer de mundo”.
Las revistas femeninas presentaban En síntesis, el tipo de mujer moderna que, en ge-
un doble discurso: daban a conocer neral, retrataban todos los medios de comunicación en este
periodo, no era aquella que se realizaba fuera del hogar
los nuevos modos de vida para la
en actividades profesionales o de interés personal, sino más
mujer moderna, en tanto reforzaban el bien a través de una domesticidad reconfigurada gracias a
papel tradicional de la mujer ligada al los novedosos aparatos y tecnologías para el hogar, o bien,
espacio doméstico. gracias a la “modernización” de actitudes tradicionales a

92 Ana Laura Mena, La identidad femenina presentada por la revista Kena


en la decada de los años setenta, tesina de maestría en Historia de Méxi-
co, Instituto Cultural Helénico, México, 48–49.
93 Desde principios de la década de los treinta las radionovelas fueron
importantes espacios de divertimiento; desde entonces se produjeron entre 94 Alfonso Regalado Hernández, Los estereotipos de las telenovelas,
1932 y 1952 alrededor de 60 radionovelas. Entre las más destacadas tesis para optar el título de Licenciada de Ciencias de la Comunicación,
contamos “Anita de Montemar”, “Chucho el Roto”, “El Derecho de Nacer” Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, UNAM , 1998, pp. 12–13, 23.
Maritza Barrera, La producción de algunas radionovelas de la XEW en sus 95 Entre 1932 y 1952, se emitieron alrededor de 60 radionovelas.
orígenes, tesis de licenciatura en ciencias de la comunicación, Facultad de Maritza Barrera, La producción…, op. cit., p. 153.
Ciencias Políticas y Sociales, UNAM , 1995, pp. 150–151. 96 José Agustín, La tragicomedia…, op. cit., p. 212.
240

Mujeres, transformaciones
través del consumo de productos que exaltaran sus atrac-
tivos físicos y la expansión de sus intereses. En otras pala-
bras, una “mujer liberada o liberal” es en este periodo la
que estudia, viaja, está a la moda, tiene –y se ocupa– de
un hogar tecnologizado, cocina novedosos platillos con y conservadurismo
alimentos procesados, disfruta de sus relaciones de pare-
ja; una mujer urbana con más mundo pero conservadora
(sobre todo sexualmente). Esquema no sólo bien visto, sino Los años sesenta es una época de cambios en el ámbito
deseable y perseguido por muchas mujeres de la época. sociocultural y en las mentalidades de los mexicanos. Por un
lado, los medios de comunicación mostraban nuevas formas
de ser y de consumir cultura. En segundo lugar, la juventud
se convertía en actor político y social fundamental que cues-
tionaba el fracaso de las grandes estructuras nacionales. Y,
en tercero, el control de la natalidad cobraba auge gracias
Una “mujer liberada o liberal” es en a la expansión de la pastilla anticonceptiva.
De Estados Unidos se importaron desde música
este periodo la que estudia, viaja,
(como jazz, blues, rock&roll) o la cultura hippie, hasta
está a la moda, tiene –y se ocupa– la moda en el vestir y en las relaciones de noviazgo (las
de un hogar tecnologizado, cocina películas en los sesenta protagonizadas por jóvenes como
novedosos platillos con alimentos Enrique Guzmán o César Costa, son muestra de ello). En el
procesados y disfruta de sus relaciones caso de las mujeres, las faldas se acortaban rápidamente,
vestían ropa de fábrica, calzaban zapatos de tacón alto,
de pareja.
aparecieron los bikinis, las pantimedias; los peinados altos
de principios de los sesenta cedieron paso a los peinados
lacios con raya en medio, los lápices labiales rojos y seduc-
tores bajaron un poco sus tonos.97 En tanto, las Lupes y las
Chayos empiezan a llamar a sus hijas Sylvias, Gladys y has-
ta Déboras.98 Aunque tímidamente y con mucho rubor, ya se
hablaba de sexo en las revistas. Una anécdota curiosa al
respecto y vinculada al Movimiento Estudiantil: Constantine

97 Ibid., pp. 222, 242, 249–250.


98 José Joaquín Blanco, “La cultura social mexicana a mediados del siglo
XX”, en Carlos San Juan Victoria (coord.), El xx mexicano. Lecturas de un
siglo, México: Editorial Ítaca, 2012, p. 51.
241

Paul Lent escribió al presidente Díaz Ordaz el 1º de octu- La revolución sexual encontró su mejor aliado en la
bre de 1968 para externarle que, desde su opinión, los comercialización de la píldora anticonceptiva, autorizada
disturbios de los jóvenes en todo el mundo eran de origen en el vecino país del norte en 1960 y en prácticamente
sexual, es decir, provocados por “la exposición indiscreta toda América Latina a mediados de la década. Las mujeres
99
del cuerpo de las mujeres cuando visten minifaldas”. pudieron, a partir de entonces, redefinir la idea de materni-
En este contexto, como vimos anteriormente, el dad y apelar a sus derechos sexuales, aunque el cambio de
feminismo en México cobró nuevos aires gracias a “las mentalidades se dio de manera paulatina.
búsquedas libertarias inspiradas por la contracultura en am- El control de la natalidad era ya en los años se-
bientes universitarios”, situación que recibió influencia del senta un tema de relevancia política; hacia finales de la
movimiento de liberación de la mujer en Estados Unidos.100 década se registraba el pico más alto de fecundidad en
Lo cierto es que para los años setenta, las mujeres conti- México con un promedio de siete hijos por mujer.101 A pesar
nuaban simbólicamente confinadas a la domesticidad y la de que la píldora anticonceptiva fue creada en México en
inferioridad en todos sentidos frente al varón. De modo que 1951 por el químico Luis Ernesto Miramontes,102 en el país
las denuncias feministas versaban en torno a la desigualdad estuvo excluida de la lista de medicamentos autorizados en
en la vida cotidiana en la esfera pública y en la privada, los establecimientos públicos de salud (ISSTE e IMSS, por ejem-
en el trabajo, en la moral sexual; a cuestionamientos a la plo), al tiempo que su uso fue rechazado abiertamente por
figura tradicional de la familia, a la autoridad, educación, los grupos sociales tradicionalistas o por instituciones como
sexualidad, relaciones de pareja. la Iglesia católica.103
No obstante, al empezar la década de los setenta,
ante la explosión demográfica, la crisis económica tras el
desengaño del “milagro mexicano”, el alto índice de des-
El feminismo en México cobró empleo y un sistema educativo deficiente, al gobierno “no
nuevos aires gracias a “las le queda otra solución que tratar de frenar el crecimiento de
la población por un sistema nacional de planeación fami-
búsquedas libertarias inspiradas liar”, sentenciaba en 1968 el organismo privado Fundación
por la contracultura en ambientes para Estudios de la Población A. C.104 Con todo, fue hasta
universitarios”. 1977 que el gobierno tomó acciones al respecto cuando
se implantó por primera vez en México el Plan Nacional
de Planificación Familiar del Sector Salud, con el lema “la

101 Ma. Eugenia Zavala de Cosío, Cambios de fecundidad en México y


99 Ariel Rodríguez Kuri, “El lado oscuro de la luna”, en Érika Pani (coord.), políticas de población, México, FCE /COLMEX, 1992, pp. 32–33.
Conservadurismo y derechas en la historia de México: t. II , México: FCE / 102 “La píldora anticonceptiva, ¿un invento mexicano?”, en Financiero,
CONACULTA , 2009, p. 529. 9 de marzo 2014.
100 Gabriela Cano, “Un siglo de feminismo en México”, revista Debate 103 Ma. Eugenia Zavala de Cosío, Cambios…, op. cit., p. 174.
Feminista, año 7, vol. 14, octubre 1996, p. 354. 104 Cita tomada de ibid., p. 177.
242

y su sexualidad, así como el tiempo dedicado a los hijos, al


hogar y a la relación de pareja. Ello les brindó una mayor
autonomía fuera del ámbito doméstico e, incluso, mayor
capacidad de acción y toma de decisiones en el ejercicio
de sus relaciones amorosas y sexuales.
Así pues la mujer liberal, tan mal vista en las dé-
cadas precedentes, a partir de los sesenta, y a pesar del
conservadurismo aún existente en México, se convirtió en
un modelo perseguido por las jóvenes de los años setenta:
era bien visto estudiar, saber de política, de ciencia, de
arte, trabajar, controlar el número de sus hijos, ejercer una
sexualidad más abierta (aunque en pareja) –y hablar del
tema–, así como para disminuir la dependencia económica
y moral hacia los varones. Las estructuras mentales habían
Manifestación de mujeres en apoyo al movimiento estudiantil, septiembre de 1968. sido, finalmente, trastocadas de manera más profunda y
Archivo General de la Nación, Fondo Hermanos Mayo, sobre 24613.
considerable.

familia pequeña vive mejor”; así, comenzó una importante


campaña en medios para la difusión –y uso– de los métodos
anticonceptivos.105
A la par, las transformaciones de mentalidades en La mujer liberal, tan mal vista en
torno al cuerpo femenino y a la desigualdad de género, lle- las décadas precedentes, a partir
vó a las mujeres jóvenes en los años sesenta a controlar los
de los sesenta, y a pesar del
nacimientos gracias a la pastilla anticonceptiva. De acuerdo
con Ma. Eugenia Zavala, fueron las mujeres nacidas des-
conservadurismo aún existente en
pués de 1937 quienes encabezaron dicho cambio,106 sobre México, se convirtió en un modelo
todo las de los sectores medios urbanos. De modo que, al perseguido por las jóvenes.
admitir la regulación de la natalidad, controlaron su cuerpo

105 Ibid., p. 182.


106 Ibid., p. 198.
243

Reflexiones finales
campañas ideológicas que dictaron las pautas de conducta
femenina, y de políticas públicas enfocadas a mejorar su
desempeño dentro de su espacio tradicional.
Para 1970, la situación política y social había
Tras la obtención del derecho al sufragio en 1953, el pano- cambiado, al tiempo que las estructuras de género habían
rama político y social para las mexicanas cambió de mane- sido profundamente trastocadas. El aumento de las mujeres
ra importante. Ante la posibilidad de votar, de ser electas participando en política, estudiando, laborando, incluso
y de integrarse a los puestos de participación política, las divorciándose, posibilitó que las mexicanas desearan rea-
mujeres encontraron nuevos espacios de desarrollo profesio- lizarse personalmente en espacios diferentes al hogar y al
nal; no obstante, el lento posicionamiento en los mismos, las matrimonio. De testigos presenciales a protagonistas rele-
enfrentó a diversos retos, ya fuera para reafirmar las deman- vantes de los cambios sociales y culturales de estos años, se
das existentes o para abrir el camino a nuevos reclamos. sumaron a los cuestionamientos sobre los rígidos esquemas
Trascendida la batalla por los derechos políticos, dominantes que originaron el movimiento contracultural y el
la ciudadanía adquirió una dimensión social que llevó a las advenimiento del feminismo de la nueva ola, el cual repre-
mujeres a internarse en nuevos territorios de la vida públi- sentó una oportunidad de emancipación y una transforma-
ca; motivadas algunas por modificar las rígidas estructuras ción de las mentalidades sin precedente.
socioculturales propias de un ambiente todavía muy conser- El Movimiento de la Liberación de la Mujer brindó
vador, y otras –las menos favorecidas– por una imperiosa a las mexicanas nuevas formas de expresión y, mediante la
necesidad de supervivencia, quebrantaron las normas que sentencia –mundialmente compartida– de que “lo personal
fijaban la frontera entre lo público y lo privado, lo permitido es político”, hicieron frente a las estructuras de poder pa-
y lo censurado, y el estereotipo tradicional de mujer abne- triarcal que dominaban el orden familiar y la sexualidad,
gada, para desafiar a la jerarquía patriarcal que observa- volcando sus inquietudes al espacio público; trascendieron
ba con recelo o condenaba abiertamente su participación las reivindicaciones sociales y políticas, para reclamar el
en los cambios sociales acontecidos en los años sesenta y derecho a decidir sobre sus cuerpos, cuestión sobre la cual
setenta. quedan deudas pendientes: a partir de la emergencia del
En lo cultural, las tecnologías de comunicación
(prensa, cine, radio, televisión, fotonovela, publicidad), El Movimiento de la Liberación de la
del quehacer doméstico y la industria de los alimentos co- Mujer brindó a las mexicanas nuevas
menzarían a reproducir esquemas de género en los que las
formas de expresión; trascendieron las
mujeres continuaban en desventaja dentro del hogar, pero
también laboral, social y cívica, enalteciendo roles tradi-
reivindicaciones sociales y políticas,
cionales –aunque ya con ciertas fracturas, sobre todo en para reclamar el derecho a decidir
el terreno de lo sexual– en torno la realización femenina a sobre sus cuerpos, cuestión sobre la
través del amor maternal, de pareja y la vida doméstica. cual quedan deudas pendientes.
Esta función social única se enfatizó también a través de
244

nuevo feminismo, las mujeres han tenido que recorrer un


sinuoso camino para que sus voces sean escuchadas y sus
reclamos atendidos.
Reflexionar sobre su propia historia, es traer a
cuenta la infinidad de desafíos que las generaciones pre-
cedentes enfrentaron, para aprender de ellas y comprender
que, aun cuando quedan muchas batallas por librar, la po-
sición desde la que hoy se organizan en busca de nuevas
reivindicaciones, fue posible gracias a la lucha incansable
de sus antecesoras.
Los desafíos a los que nos referimos han quedado
planteados a lo largo de estos capítulos, cuyo objetivo ha
sido dar a conocer una pequeña muestra de su pensamiento
y su activismo: en el lento tránsito hacia la individuación, en
la lucha por las demandas igualitarias de la Ilustración, en
el esfuerzo por reafirmar una identidad intelectual que forta-
leciera su capacidad de expresión en el espacio público y
las posicionara como sujetos sociales, en la conquista de los
derechos políticos y en su intervención en los grandes cam-
bios sociales, para culminar con nuevas expresiones que
indiscutiblemente las afectan: el derecho a decidir sobre su
cuerpo, a disfrutar de su sexualidad, a políticas públicas e
instituciones que atiendan en profundidad los problemas de
salud, de trabajo, de seguridad; en fin, el derecho a una
estricta equidad en todos los planos de la vida pública y
privada.
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Este libro se terminó de imprimir
en México, D.F. en 2015
para el partido Nueva Alianza.

La producción editorial estuvo a cargo de Editorial FINEO y


el cuidado de esta edición a cargo de Silvia Garza y Anael Moreno Muñoz.

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