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Inicio este breve ensayo con un par de preguntas que ayudaran a entender
este recorrido sobre el dolor ¿Qué es el dolor? ¿Cómo relacionamos el dolor? ¿El
dolor puede ser colectivo e individual?
“Se supone que una fotografía no evoca sino muestra. Por eso, a diferencia
de las imágenes hechas a mano, se pueden tener por pruebas. Todo el mundo es
literal cuando de fotografías se trata.” 2
Las fotografías objetivaron todo lo sucedido, y todo lo que sucede, nos unió
para una transformación grande, una transformación de un país completo, y como
dice en el texto, la fotografía nos ofrece un testimonio. Algo que no se puede
negar definitivamente.
Como dice el autor, Jünger, en el texto sobre el dolor, el dolor sirve como
experiencia, con lo que yo lucho, y manifiesto mi sentir. Es como si uno integrara
ese dolor a uno mismo, y lo utilizara para un bien, con un carácter positivo, uno
se expone a lo que venga. Esto importa en función a solo una cosa, en función de
quienes somos y el momento. Ahí es cuando comienza el dolor como experiencia.
Además, una gran parte del dolor en masa no podría nacer si no tuviésemos
un sentido de la justicia, una necesidad de buscar justicia, buscar una fuerza
revolucionaria que permita alejar a la masa del poder. El poder, sobre todo
político nos crea en una sociedad, jerarquías, que permiten que en una sociedad
haya militantes revolucionarios, en contra de este enemigo.
A partir de esto, entro a otra cuestión sobre el dolor, algo que me cuestiono
usualmente y es algo más personal. Abro la pregunta ¿La vida en general nos trae
dolor para un fin? La pregunta proviene ya que es como si uno estuviese en
constante lucha con los dolores, ya sean externos u internos. El dolor parte hasta
en lo más mínimo de la infancia, como cuando te prometían algo y a uno le dolía
que eso no suceda. Por qué uno se convierte en un personaje que está en luchas
de dolores que nos provoca la sociedad, la guerra, la injusticia, las muertes,
perdidas y valga la redundancia, la vida misma.
Es algo tan real, algo que resulta familiar. Lo podemos ver en la pandemia.
Nosotros en este año nos encontramos en una situación histórica, donde la salud
mental se ha visto afectada. No solo esto, se mezclan una bola de nieve de
problemas que generan dolor, muertes de personas por el virus y por razones
médicas, problemas políticos y económicos de cada país, situaciones personales
y mentales de cada individuo, perdidas de contacto con relaciones interpersonales
por el virus y tener que mantener relaciones vía online. Todo esto suma en la
sociedad, en las personas, y una de las más grandes salidas es el poder encontrar
algo que nos genere satisfacción, porque además de todos los problemas
personales que puede tener una persona, están los problemas que nos afecta a
todos, lo pandémico. Todo suma, y claramente para soportar y poder conllevar
algo que no se puede cambiar, se necesitan distracciones, se necesita tener un fin
sino todo se vuelve terriblemente triste y angustioso.
Pero a que nivel puede llegar este sufrimiento, para buscar una real
distracción, a veces refugiarse en un mundo de sustancias químicas y abusar de
ellas puede ser parte del dolor. Una manera de alejarse de este dolor, del mundo
real, de lo que sucede. Te creas un filtro tan grande para que todo ese dolor
desaparezca con una sustancia que ofrece mejores condiciones de sensación.
Otras personas buscan refugio en la religión, u en cualquier otra actividad que se
considere distractor.