Está en la página 1de 1

Carora 17 de noviembre de 2020

A mi madre:
Mis sentidos te extrañan, mi corazón los consuela. Mi alma solloza y unas lágrimas de vez
en cuando lubrican mi vida que se seca (estanca) sin ti.
Mi razón choca con la emoción y saco una conclusión, mi vida no será la misma si tú no
estás. Es allí, donde Dios interviene y me dice que todo va a estar bien, consuela mi espíritu y me
hace confiar que volveré a verte con mis sentidos, pero ya no seré el mismo, estaré transformado al
igual que tú, y, seremos felices de verdad, no como en un espejo, porque juntos habremos vencido
el miedo, nos amaremos igual que aquí solo que perfectamente. Gracias por amarme y enseñarme a
amar, porque así aprendí que Dios existe, gracias madre por hacerme mejor de como nací, tu amor
cinceló a un ser humano capaz de amar y todo con el sencillo método del dar. Tu interés personal
fue siempre ver a tus hijos volar y a tu familia triunfar.
Y mientras mis sentidos se convencen de que no estás, mi espíritu me grita con tu voz que
no has muerto que viva estás, que junto a todos puedes orar y que tu bendición todos los días nos
das. ¡El Dios te bendiga! que al pasar me recitabas y mucha confianza me hacía respirar, y mis
cosas en la calle con seguridad podía enfrentar, era Dios que a través de ti ángel mío me
encomendaba a amar, aún la puedo y quiero escuchar.
No tiene otro sentido la vida, conocer a Dios, amarlo, dejarse amar por El y amar a otros
como Él nos ama y como debiéramos amarnos nosotros. ¿Qué si te extraño? En exceso ¿que si te
amo? Mucho más ¿Qué si vives y espero verte? Es una realidad. ¿Por qué lo digo? Porque el amor
no pasará, lo sé porque te amo, te amo porque me enseñaste, me enseñaste porque Dios te mandó.
¡Gracias madre por obedecerle! ¡Gracias Dios por elegirla a ella!

También podría gustarte