Está en la página 1de 5

CARTILLA DE LENGUAJE

(1er Trimestre) 6to


UNIDAD EDUCATIVA: 9 DE ABRIL NIVEL: SECUNDARIO COMUNITARIO PRODUCTIVO

MAESTRA: LIC. MARIANA TEREZA TITO YUJRA CAMPO: COMUNIDAD SOCIEDAD


GESTIÓN: 2021

EL TESTIMONIO
COMO GÉNERO LITERARIO
Novela testimonio o Novela no ficción es un género literario híbrido que
mezcla la novela tradicional y el discurso testimonio (proveniente de
los estudios de historiografía). Al igual que otros géneros literarios de
la posmodernidad, la novela testimonio presenta características de
ambos géneros. También se lo ha llamado Relato Real, o "relato meta
ficcional". En definitiva, es un relato literario pero de factura
periodística.

En efecto, las reflexiones de las que el testimonio ha sido objeto en las


últimas décadas coinciden en caracterizarlo como una particular forma
de lenguaje, vinculada a la producción social de la verdad, la memoria
y la justicia, pero difieren sensiblemente en el alcance histórico que
otorgan a la noción.

El testimonio latinoamericano de prisión política y tortura ha sido abordado desde distintos puntos de vista
disciplinares: psicológico, literario, etnográfico, antropológico, filosófico e histórico. La perspectiva literaria
ha sido una de las más productivas, no obstante, a pesar de haber logrado importantes avances, se
detuvo ante ciertas dificultades teóricas específicas, dejando en ciernes varias líneas de interpretación del
corpus testimonial. El rescate de esas líneas hace necesario abordar el testimonio desde una apertura
interdisciplinaria que, partiendo del análisis textual, se desplace hacia otros niveles de lectura, como el
histórico y el filosófico. Para ello propongo considerar el testimonio de prisión política y tortura como un
texto portador de sentidos, no solo a través de los hechos que
narra, sino especialmente de las formas escogidas por quien
testimonia para dar un cauce significativo a su experiencia. Esto
implica comprenderlo, más que como un transmisor o vía de acceso
expedita al referente, como un operador de estructuras narrativas,
facultad que le que permite dar contorno a situaciones extremas
para las cuales la pura denotatividad del lenguaje no es nunca
suficiente.

La caracterización del testimonio como un género literario surgido


en Latinoamérica hacia el final de la década de 1960 se sostiene,
para nosotros, en una serie de premisas teóricas, relativas al
estatuto de los géneros literarios y, más ampliamente, de los
géneros discursivos.

El testimonio literario cobró centralidad en los círculos académicos latinoamericanos a finales de la década
de 1980. Pese a lo cuantioso de la crítica dedicada desde ese momento al género, su discusión básica, en
torno a su estatuto y al corpus textual que delimitaría, no se encuentra saldada. Así, se atribuye al
testimonio una notoria flexibilidad en la descripción de materiales textuales y de los procesos históricos a
que estos reenvían.
Una definición del testimonio debería tal vez apuntar hacia la peculiaridad de su origen. Es, casi siempre,
una imagen narrativizada que surge, de una atmósfera de represión, ansiedad y angustia, como también
en momentos de exaltación heroica, en los avatares de la organización guerrillera, en el peligro de la
lucha armada. Más que una interpretación de la realidad esta imagen es, ella
misma, una huella de lo real, de esa historia que, en cuanto tal, es inexpresable.
La imagen inscrita en el testimonio es un vestigio material del sujeto.

También se considera que el testimonio es “una novela cultural de rescate de la


contra historia”

Mabel Moraña es una de las teóricas que mejor ha sabido recoger, desde mi
punto de vista, los aspectos distintivos del género. Tan sólo señala tres
características, pero son tan generales que comprenden tanto a los testimonios
mediatos cuanto a los testimonios de denuncia y los que tienen una mayor
elaboración literaria.

La primera de las características es que todo testimonio está escrito o es


producido a partir de la información que da un o una testigo que, o bien
experimentó lo que se cuenta, o bien, es conocedor o conocedora de lo que se narra, a modo de
observador u observadora. Aunque, debe tenerse en cuenta que aquellos testimonios que se escriben a
raíz de la vivencia, se dan no sólo para denunciar lo sucedido y acusar a los responsables de los actos
atroces perpetrados, sino por “... la necesidad de testimoniar para sobrevivir, dar testimonio [en este
caso] es una forma de confrontar el horror otorgándole sentido no al pasado sino al presente”, es decir,
tienen un interés más allá del vínculo con la historia social del país.

El segundo rasgo es “la voluntad documentalista”. En este caso, se refiere


exclusivamente a los testimonios mediatos, que conllevan “un verdadero trabajo de
campo, que hace que el texto final pueda ser visto como producto de una labor
interdisciplinaria (en que se entrecruzan, por ejemplo, antropología, historia,
literatura, ciencias políticas)”. Lo que diferencia al testimonio mediato es la forma en
que se presentan y se incorporan las voces y las declaraciones de los diferentes
testigos en el texto final. Los autores las incorporan a su narración sin explicitar -salvo
al final de la obra o en el prólogo, donde se explica el proceso de creación de la
misma- a quién pertenece tal versión de lo vivido. Esta estrategia puede interpretarse,
como se ha hecho con los testimonios mediatos, como una apropiación de la voz
subalterna, o, siguiendo otra dirección, como un modo de señalar el alcance colectivo
de lo sucedido, de manera que no importa quién habla ni quién escribe, sino la
realidad plural que surge en la lectura de la narración testimonial.

Por último, el tercer rasgo constitutivo es la “relación ficción/realidad”, ineludible al referirse al “valor de
verdad, que se otorga en el pacto de lectura al enunciado testimonial”. Me temo que este aspecto podría
escindirse en dos polémicas creadas en torno al género: la ficcionalización de la memoria y la participación
del testimonio en el ámbito de lo literario, y el valor histórico que lo convierte en un documento
imprescindible para hacer justicia y completar la interpretación histórica que se hace de una época.

Pese a la necesidad de ir matizando los asertos señalados por Mabel Moraña, a mi parecer, logra recoger
los rasgos distintivos de la modalidad discursiva testimonial en
cualquiera de sus tipologías. Aun así, será necesario ahora
analizar las distintas genealogías que se han propuesto para
justificar el testimonio como un género inscrito en la evolución
histórico literaria de Latinoamérica.

La propuesta taxonómica

El criterio de clasificación más recurrente es el de la polaridad


historia/ficción, es decir, se distinguen aquellos testimonios
mediatos que se escriben a partir de la entrevista y el
reportaje, fruto, por tanto, de una transcripción -que conlleva, igual que los testimonios que se colocan en
el otro extremo, una intervención de los editores, aunque se pase por alto- de aquellos otros que
presentan, aparentemente, una mayor elaboración literaria. Así, Víctor Casaus
establece cuatro tipos de testimonios:

A. Una vertiente testimonial muy cercana al periodismo, realizada


fundamentalmente a través de la crónica o el reportaje, estructurada casi
siempre a través de capítulos independientes que muchas veces han tenido
vida propia antes en la prensa.

B. Una línea en la que el testimonio se expresa directamente a través de


los que tomaron parte de manera protagónica en los hechos narrados,
convirtiéndose aquellos, así, en participantes y autores de los mismos.

C. Una forma de expresión testimonial que parte del relato etnográfico,


grabado o en todo caso siempre recogido de manera directa de labios
de un informante único que se convierte en personaje central del libro.

D. Una vertiente testimonial que aprovecha más abiertamente los recursos, medios y métodos de
otros géneros y aún de otras formas artísticas.
La novela testimonial
La novela testimonial tiene un carácter historiográfico, pero a la vez subjetivo: es
un alto en la historia para apreciar un fragmento individual y contextualizado de
ella en su desnudez: es una expedición hacia la verdad de un asunto, en forma de
lucha personal, donde el “Yo” cobra una importancia vital en su elaboración,
creando así un género literario que mezcla ficción e historia, mediante vivencias
personales de un personaje, de forma que se crea una historia valorativa, casi
siempre de carácter aflictivo, rememorando una época difícil, y a menudo con fines
catárticos, bien para el escritor o bien para los lectores.

Es un género literario hibrido que mezcla la novela tradicional y el discurso


testimonio. Al igual que otros géneros literarios de la postmodernidad, la novela
testimonio presenta características de ambos géneros. En definitiva, es un relato
literario pero de factura periodística, también llamado relato real o relato meta
ficcional.

Es una expresión intrahistórica, un trozo minúsculo y personalizado de historia, una recuperación de un


pasado desconocido que queda inmortalizado mediante su escritura. Esa interpretación por parte del autor
lleva a considerar este género bajo la fórmula ficción + historia, con la denominación Norteamericana
"Facción", literatura de hechos o Novela de no ficción. El novelista es testigo de los dilemas morales, y se
preocupa más por lo verosímil que por lo estético, generalmente. Elige qué inmortalizar, qué extraer del
anonimato y conseguir que esos personajes intrahistóricos, continúen vivos en el recuerdo de los lectores.

Este género literario es posible cuando la cultura de la


objetividad entra en desuso, en la década de los 70, ya que
toda interpretación artística o no de la realidad implica un
punto de vista, por lo que la subjetividad y la opinión son
ineludibles.

La novela de no-ficción es también llamada “Nuevo


Periodismo” en Estados Unidos, porque surge de un contacto
con el periodismo. Los relatos de no-ficción no son solo
transcripciones de hechos, sino que establecen una relación
entre la ficción y lo real. Para el escritor Tom Wolfe se trataba
de hacer un periodismo que pudiera ser leído igual que una
novela, entonces era posible escribir artículos de la realidad
pero empleando las técnicas narrativas, con la idea de hacer un periodismo literario.
El género puede mostrarse como una ficción, pues los hechos ocurrieron y el lector lo sabe, o por la
imposibilidad de mostrarse como algo verídico de los hechos porque lo real no es describible “tal cual es”,
sin embargo lo específico del género está en el modo en que resuelve la intersección entre lo ficcional y lo
real. El encuentro de lo ficcional y lo real no da como resultado una mezcla, sino una nueva construcción
en donde desaparecen los límites entre los distintos géneros".

Refo
rzan
1. ¿Por qué actualmente se considera al testimonio como género literario?

R.-

do lo
apre
2. De acuerdo a lo leído, Realice una definición del testimonio y el testimonio como género literario.

R.-
ndid
o
3. Menciona las 3 características esenciales sobre este el testimonio como género literario.

 -

 -

 -

4. ¿Qué es la novela testimonial?

5. De acuerdo a lo leído señala seis características esenciales de la novela testimonial.

 .

 .

 .

 .
 .

 .

6. Realiza una breve entrevista a alguien de tu familia y con los resultados obtenidos redacta un breve
relato (en tu cuaderno)

También podría gustarte