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R.·. L.·. Perfecta Armonía No. 2. Or.·. de Cumaná. R.·. E.·. A.·. y A.·.
Masonería Regular. Familia venezolana.
Fundada a principios del Siglo XIX (1810 - 1811) en la jurisdicción de la
G.·. L.·. de Maryland con el No. de Orden 74 .
Fundadora de la G.·. L.·. de la Gran Colombia en 1824 y en 1830 de la
G.·. L.·. de la República de Venezuela manteniéndose en su Jurisdicción.
Reactivada el 06 de septiembre del año 2003 (e.·. v.·.)
Personería jurídica en proceso.

“ Pues, así como para el flautista y para el escultor y para todo artesano,
y en general, para todos aquellos que producen obras y desempañan una
actividad, en la obra que realizan se cree que reside el bien y la
perfección, así se cree también que debe acontecer con el hombre en caso
de existir algún acto que le sea propio en cuanto hombre ¿o es que sólo
habrá ciertas obras o acciones que sean propias del carpintero o del
zapatero, y ninguna del hombre, como si éste hubiese nacido cual cosa
ociosa?”

Aristóteles, Ética a Nicomano, Libro II

QQHHAntonio Suárez y Cesar Suárez


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Etica y Moral.

Quisimos comenzar recordando un concepto de moral que debe ser inolvidable para
cada uno de nosotros, ya que lo escuchamos por primera vez, el grato día de nuestra
iniciación. En el Ritual y Catecismo para el Grado de Aprendiz, dice: “La moral es el
ceñimiento a las reglas del buen vivir y una constante práctica del bien, merced a la
cual, alargándose la existencia del hombre y el radio de su acción, puede acrecentar el
acervo de la sociedad en que vive, correspondiendo de ese modo al esfuerzo de quienes
le han precedido en la vida, en beneficio de los que tras él le sucedan”

Ahora bien, del análisis etimológico podemos ver que la palabra latina "moralitas"
incluye no solo las acciones humanas en "cuanto vividas de hecho" sino también las
acciones humanas en cuanto elegidas como rectas de acuerdo con el mundo de valores
permanente del individuo. Hoy en día a las primeras, las estudia la sociología, la
etnología, la antropología o la psicología, mientras que las segundas son el objeto
propio de la Ética o Moral en tanto disciplinas filosóficas.

En el lenguaje corriente hay dos usos de la palabra ética. En algunos casos se la emplea
como sustantivo y en otros como adjetivo. Cuando se le usa como sustantivo ("La
Ética" o "La Moral") se da a entender un saber específico dentro de las disciplinas
humanas que tiene como objeto la fundamentación racional de lo que debe ser la
responsabilidad del ser humano para alcanzar lo bueno o lo recto. En ese sentido,
denominaría el saber filosófico coherente y sistematizado (en teorías orgánicas) sobre
las características que deben tener los valores, principios, normas y virtudes para que el
ser humano se realice como tal en su transcurrir histórico. Ese saber sistematizado
implica una concepción de lo que son los derechos y deberes que le corresponden como
individuo que vive en sociedad, así como las prohibiciones, sanciones y todos los tipos
de medios adecuados para alcanzar "el bien" en la interacción humana.

Pero con frecuencia la palabra "ética" es empleada en el lenguaje corriente como un


adjetivo. Entonces se comenta: "esto no es ético" "fulano es un inmoral". En este caso
la palabra "ética" o "moral" en tanto adjetivo, juzga la cualidad de determinadas
acciones de los individuos en cuanto tienen que ver con la manera que éstos ejercen su
responsabilidad frente a los valores, principios y normas morales. Hace un juicio
evaluatorio de una acción humana en cuanto es capaz de encarnar o realizar en la
práctica, a los valores, principios, y normas éticas.

En realidad, este uso confuso de la palabra ética que se hace en el lenguaje vulgar alude
a la doble dimensión de las acciones humanas que tienen que ver con "el bien" o "lo
bueno". Mientras que el saber filosófico se preocupa de justificar racionalmente
criterios de acción que no sean arbitrarios y que sean universalmente válidos (dimensión
objetiva) la ética en cuanto vivida de hecho, muestra cómo los hombres concretan o no
esos criterios en su acción personal (dimensión subjetiva de la ética ).
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De ahí que nosotros entendamos por "Ética o Filosofía Moral”. La disciplina filosófica
que reflexiona de forma sistemática y metódica sobre el sentido, validez y licitud
(bondad-maldad) de los actos humanos individuales y sociales en la historia. Para esto
utiliza la intuición, experiencia humana, tamizada y depurada por la elaboración
racional.

Escrita con minúscula o usada como adjetivo “ética” o "moral “ hace referencia al modo
subjetivo que tiene una persona o un grupo humano determinado de encarnar los valores
morales. Es pues la ética pero en tanto vivida y experimentada. En ese sentido el
lenguaje popular se refiere a que una persona "no tiene ética" o que "la ética o la moral
de fulano" es intachable.

Tanto en el lenguaje vulgar como en el intelectual a la palabra Moral se le da también


un contenido conceptual similar al de Ética. Muchas veces se alude a la Filosofía Moral
como la rama filosófica que se ocupa del asunto de la justificación racional de los actos
humanos. Por otro lado también se habla de la moral como la dimensión práxica, vivida
de hecho o a lo experimentado por los individuos o por las "tradiciones" morales
específicas de determinados grupos.

A juzgar por lo dicho antes, tanto en el lenguaje ordinario como en el filosófico no hay
un criterio unánimemente aceptado por los autores en cuanto a distinguir los conceptos
de Etica y Moral. (Ya vimos cual había sido el origen etimológico común de estos
términos. En muchos casos se los usa de forma intercambiable. No obstante, hay autores
se empeñan en distinguirlos.

Entre aquellos que diferencian a la Etica de la Moral están los que sostienen que "Etica"
sería la disciplina filosófica que se ocupa de la fundamentación racional del
comportamiento moral del hombre mientras que "Moral" sería todo lo que se refiere a
los valores en tanto asumidos y vividos por la gente, o sea, a la dimensión subjetiva o a
la moralidad vivida de hecho por los individuos o grupos determinados. Esta forma de
diferenciar ambos conceptos parece ser práctica y nosotros nos plegamos a ella.

Otros han preferido distinguir los términos, diciendo que la Etica se ocuparía del
conjunto de principios inalterables por Ej. La defensa de la vida, la búsqueda de aliviar
el sufrimiento, el respeto por la persona humana, la confidencialidad, etc., mientras que
la Moral sería la dimensión subjetiva de quien asume esos principios.

Se adopte la distinción que sea, lo que sí parece ser unánimemente aceptado es que los
términos Etica o Filosofía Moral son equivalentes. Podemos decir pues, que la Etica o
Filosofía Moral no tiene como objeto evaluar la subjetividad de las personas, sino
valorar la objetividad de las acciones humanas en la convivencia a la luz de los valores
morales. Cuando la ética reflexiona no se preocupa por buscar cuales son
sociológicamente hablando, las distintas "sensibilidades" morales subjetivas que se dan
en las sociedades, sino que intenta buscar aquellos criterios universales, que eliminen la
arbitrariedad de las relaciones humanas y lleven a que el ser humano se haga cada vez
más plenamente hombre. De esa manera, la Etica no busca ver si para un sujeto está
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bien matar y para otro sujeto está bien dejar vivir, sino que busca justificar
racionalmente si puede considerarse bueno para todo ser humano (criterio universal
ético) el deber de dejar vivir o de matar. La ética se ocupa pues de encontrar las
convergencias axiológicas racionalmente justificables para todo ser humano, aún
cuando estas convergencias sean muy reducidas y haya todavía mucho por recorrer en
su búsqueda.

La ética o la moral no pueden ser tales si no hay una actividad reflexiva, consciente y
libre del ser humano que se orienta hacia el deber ser.

Origen Etimológico.

Como mencionamos antes, aunque el origen etimológico de las palabras ética y moral es
diverso, el significado último de ambas es idéntico, y alude a las costumbres: En efecto,
la palabra ética proviene del griego éthos, que primitivamente aludía al lugar donde se
habita, pero Aristóteles redefinío este termino, utilizándolo como sinónimo de una
manera de ser, de un carácter, de una segunda casa o de otra naturaleza adquirida, y no
heredada. Una inferencia preliminar a partir de esto es que, una persona puede llegar a
moldear, forjar o construir su modo de ser o éthos mediante hábitos que se alcanzan por
la repetición de actos. Coincidentemente la palabra moral traduce la expresión latina
moralis, que deriva de mos (en plural mores) y significaba costumbre. Con la palabra
moralis, los romanos recogían el sentido griego de éthos, es decir las costumbres que se
alcanzaban con la repetición de actos. Pero pese a este parentesco, con el tiempo la
palabra moralis tendió a aplicarse a las normas concretas que han de regir las acciones,
mientras que la ética llegó a emplearse para aludir al intento racional y filosófico de
fundamentar la moral.

En la tradición Occidental, la ética es también denominada Filosofía Moral y su origen


es atribuido a Sócrates, refiriéndose en ultimo termino a una forma de discernimiento
basado en la introspección. Sócrates sostenía que en el conocimiento se encontraba el
fundamento de la actuación moral: el conocimiento era la virtud, mientras que el vicio
era la ignorancia. Es por esta razón que Sócrates estimulaba a los seres humanos a
preguntarse qué era el bien, sin necesidad de molestar a los dioses. En nuestros días, la
ética es entendida como la rama de la filosofía que estudia los fundamentos de lo que se
considera bueno, debido o moralmente correcto, aunque también se la concibe como el
saber gestionar adecuadamente la propia libertad.

Ambas nociones están estrechamente relacionadas, pero ética y moral difieren en


aspectos relevantes. Por ejemplo, la moral tiene una base social, ya que esencialmente
es un conjunto de normas establecidas en el seno de una sociedad y como tal, ejerce una
influencia muy poderosa en la conducta de cada uno de sus integrantes. En cambio la
ética surge como tal, en la interioridad de una persona, como resultado de su propia
reflexión y su propia elección. Una segunda diferencia es que la moral es un conjunto de
normas que actúan en la conducta desde el exterior. En cambio la ética influye en la
conducta de una persona, pero desde su misma conciencia y voluntad. Una tercera
diferencia se refiere al carácter axiológico de la ética, ya que en las normas morales
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impera el aspecto prescriptivo, legal, obligatorio, impositivo, coercitivo e incluso,


punitivo. En cambio en las normas éticas lo determinante es el valor captado y
apreciado internamente como necesario.

En el presente, las teorías éticas usualmente se dividen en tres áreas generales:


metaética, ética aplicada y ética normativa. La metaética intenta determinar de donde
provienen nuestros principios éticos, y que significan. ¿Se trata de meras creaciones
sociales? ¿Son ellas expresiones de nuestras opciones individuales? ¿Existen verdades
universalmente aplicables o una voluntad divina que determinen nuestra conducta?
¿Cuál es el papel de la razón humana en los juzgamientos éticos?. La ética aplicada
examina aspectos especialmente controversiales valóricamente, tales como el aborto, la
eugenesia, la protección medioambiental, los derechos homosexuales o la pena de
muerte. La ética normativa, por ultimo, tiene pretensiones más prácticas,
específicamente, determinan los estándares morales que regulan una conducta correcta o
incorrecta, lo cual implica determinar los hábitos que debemos practicar, los deberes
que debemos observar y las consecuencias de nuestra conducta personal respecto a
otros.

Los problemas relacionados con los parámetros morales o de ética normativa de la


conducta humana tienen incidencia en prácticamente todas las áreas humanas, y como
tal, la francmasonería no escapa de esta regla. En este caso, los parámetros de ética
normativa han sido expresamente señalados en diversas fuentes, desde el mismo origen
de la francmasonería. Entre otras, estas fuentes incluyen las Constituciones de Anderson
del año 1723, o los discursos pronunciados por Ramsay en 1737. Todos estos cuerpos
contienen alusiones expresas de normas de ética normativa cuya observancia es exigida
a los francmasones del primer grado.

James Anderson (1678-1739) fue el autor del Libro de las Constituciones, un texto que
fue concluido en 1723 y que reunió en un todo orgánico las reglas de la masonería
entonces existentes, siendo reeditado en 1738, 1756, 1767 y 1784. El Párrafo Primero
de las Constituciones de Anderson de 1723, referidas a "Lo que se Refiere a Dios y a la
Religión", establecía que,

"Un Masón está obligado, por su condición, a obedecer la ley moral, y si comprende el Arte,
nunca se convertirá en un estúpido ateo, ni en un libertino irreligioso. Aún cuando en los
tiempos antiguos los masones estaban obligados en cada país a practicar la religión que se
observaba en ese país, hoy se ha creído más oportuno no imponerle otra religión que aquella en
que todos los hombres están de acuerdo, y dejarles completa libertad respecto a sus opiniones
personales; es decir, ser hombres buenos y leales, es decir, hombres de honor y de probidad,
cualquiera que sea la diferencia de sus Denominaciones o de sus Confesiones. De este modo la
Masonería se convertirá en un centro de unidad y es el medio de establecer relaciones
amistosas entre gentes que, fuera de ella, hubieran permanecido separados entre sí."

Por tanto, la obligación fundamental en la perspectiva de Anderson era "ser hombres


buenos y leales, es decir, hombres de honor y de probidad" dejando en un segundo
plano las respectivas Denominaciones o Confesiones religiosas. Esta redacción fue
modificada en la edición de las Constituciones de 1738, en términos tales que en la
nueva edición se señala que la obligación consiste en "ser hombres buenos y leales, es
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decir, hombres de honor y de probidad, cualquiera que sean los Nombres, Religiones o
Confesiones que contribuyen a distinguirlos." Corbiére citando a Maurice Paillard, [ 1 ]
considera que esta modificación tuvo como consecuencia incluir todas aquellas
creencias mediante las cuales se distinguía a estos hombres "buenos y leales", inclusive
el Ateísmo. Desde esta perspectiva, se entendería el que un "estúpido ateo" quedara
excluido como un hombre bueno y leal, no en razón de su ateísmo, sino que de su
estupidez. Sea cual sea la interpretación que se le quiera dar, lo cierto es que la
obligación esencial en cuanto a ser hombres buenos y leales permanece hasta hoy día
como un requisito esencial para todos los francmasones.

En relación con las reglas de conducta que deben observarse por los masones en su
propia casa y entre sus vecinos, el Libro de las Constituciones declara que,

"Los masones deben conducirse como conviene a un hombre prudente y moral... y no perder de
vista, en ningún caso, que el honor propio y el de la cofradía están unidos; esto, por razones
que no podemos exponer aquí, no debe descuidarse los propios intereses, permaneciendo
ausente de su casa después de las horas de la logia; evítense igualmente la embriaguez y las
malas costumbres, para que no se vean abandonadas las propias familias, ni privadas de aquello
que tienen derecho a esperar de los masones, y para que éstos no se vean imposibilitados para
el trabajo."

Así, estándares como la bondad, la lealtad, el honor, la probidad o la prudencia eran


proporcionados como el contenido de las normas éticas normativas en las cuales todos
estarían de acuerdo, sin importar la religión que cada francmasón profesara. Este sentido
es reforzado en el denominado "Discurso pronunciado en la Recepción de los
Francmasones por el Señor de Ramsay, Gran Orador de la Orden" en 1737. En este se
indica que las cualidades necesarias para formar parte de la francmasonería son "la
filantropía prudente, la moral pura, el secreto inviolable y el gusto por las bellas artes",
añadiendo que "la sana moral es el segundo requisito de nuestra sociedad" y que "la
Orden de los francmasones se estableció para formar hombres amables, buenos
ciudadanos y buenos súbditos, inviolables en sus promesas, fieles adoradores del Dios
de la amistad, más amantes de la virtud que de las recompensas." Más adelante, señala
con toda precisión la importancia de la práctica de las virtudes morales en el grado de
Aprendiz, señalando que a los principiantes o aprendices "les damos a conocer las
virtudes morales y filantrópicas."

En la actualidad, nuestra primera aproximación a los estándares de ética normativa que


nos son exigidos como francmasones del primer grado, son las normas contenidas en
nuestro Manual del Aprendiz. Por ejemplo, se nos señala que un masón es "un hombre
nacido libre y de buenas costumbres, igualmente amigo del pobre que del rico si son
virtuosos" y en relación con la virtud, se indica que "el valor individual debe apreciarse
en razón de las cualidades morales." Nuestro manual añade que los deberes del masón
son "huir del vicio y practicar la virtud", y en relación con la práctica de la virtud indica
que ella se ejercita prefiriendo por sobre todas las cosas la justicia y la verdad. En fin,
en relación con los modos de reconocimiento del masón, se nos indica que éste se
reconoce por su manera de actuar siempre justa y franca, y que el masón debe inspirarse
en todo momento en ideas de justicia y equidad. Y como una instrucción que nos
acompañará durante todo el proceso iniciático de aprendiz, hacía la conclusión del
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ceremonial iniciatorio, se nos señala por medio de la marcha del aprendiz, que nuestros
esfuerzos han de estar siempre dirigidos por una recta intención, por un rigor intelectual
y ético que atienda a los principios universales que se nos revelan mediante las leyes y
los ritmos que deberemos respetar en nuestros trabajos. Es decir, por medio de la
instrucción contenida en el Manual del Grado, se nos indican en términos precisos los
estándares éticos normativos que deben regular nuestra conducta. Se trata en estricto
sentido, de las normas éticas a las que debemos atenernos, y como tales, impera e ellas
el carácter prescriptivo, legal, obligatorio e incluso, impositivo.

Las consideraciones contenidas en las fuentes anteriores inevitablemente nos enfrentan


a una cuestión relevante, verdadero desafío y, probablemente, el contenido de las
tribulaciones del grado de aprendiz, consistente en identificar las normas de ética
normativa masónica que nos son prescritas, con los valores captados y apreciados
internamente como necesarios, esta vez por propia convicción.

Es dificultoso, en esta primera etapa del camino de la vida masónica discernir los
aspectos metaéticos que justifican acatar dichos principios normativos, pero con toda
seguridad, ellos dicen relación con el hecho de que, tal como lo señalaba Anderson, "el
honor propio y el de la cofradía están unidos". Por otro lado, como nota característica de
las fuentes citadas, es evidente que la ética normativa de la masonería no está
directamente ligada a ningún sistema filosófico, ni a ningún credo religioso, sino que
más bien está constituido por preceptos universales que debieran enseñar al hombre a
alcanzar la sabiduría y una independencia de conciencia plena. Aun más, la relación
entre moral masónica y religión puede llegar a ser completamente independiente, pese a
una cierta inclinación natural de las religiones consistente en sostener que moral y
religión están esencialmente conectadas, y que la observancia de las leyes morales es
imposible fuera de la religión. Esta es la razón de que se señale que la creencia en el
Gran Arquitecto del Universo sea esencial para cualquier hombre que desea entrar a
nuestra Orden, aunque precisando que se acepta como candidatos a hombres de toda fe
religiosa. La francmasonería, en efecto, no es una religión ni un substituto para la
religión, sino que como lo señalara James Anderson, se trata de un centro de unión entre
hombres buenos y honestos, y la manera alegre de conciliar amistad entre quienes, de
otro modo, tendrían que haber permanecido a una distancia perpetua.

En un plano metaético, en ello reside la extremada importancia, y la responsabilidad de


cada uno de los miembros de la francmasonería, ya desde el primer grado de
instrucción, consistente en observar en todo momento un comportamiento que se ajuste
a la normativa ética que nos es instruida. Es en este ámbito de pluralidad de creencias,
donde el francmasón se encuentra con la búsqueda de una verdad intersubjetiva y la
insoslayable responsabilidad que ello acarrea, un punto donde la francmasonería se hace
eminentemente práctica en razón de la libertad entendida como "autonomía". En último
término, se trata de una instancia de juicio moral que se encuentra por encima de las
creencias personales, sin que por ello constituya una concepción naturalista u objetiva.
Es el imperativo categórico más crucial de nuestra época: ser capaces de vivir en paz,
con justicia y libertad, no obstante nuestras propias convicciones.

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