Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Día Del Maestro
Día Del Maestro
Por Decreto Supremo del 4 de mayo de 1953, durante el gobierno del General Manuel A. Odría,
se estableció el 6 de julio como día del maestro. Se tomó esta fecha debido a que el 6 de junio
de 1882 el General Don José de San Martín creó la primera Escuela Normal de Varones del
Perú, con la finalidad de mejorar la instrucción pública, sacar al pueblo de su ignorancia, y
cambiar la forma de vida de los peruanos a través de la educación.
En la actualidad el maestro peruano, a pesar de ser uno de los profesinales peor pagados y
reconocidos por el Estado, lucha por sacar adelante a nuestra niñez y juventud: niños y jovenes
que también sufren los estragos de una severa crisis económica, social y moral.
La Casa del Poeta Peruano - Sede Tumbes, tributa su homenaje a los maestros y maestras de
nuestra patria a través de sus poetas. Muchas gracias por sus comentarios y por los poemas que
nos hagan llegar.
MAESTRO
Hoy he recogido
el silencio de tus libros
mi carpeta
tu pupitre
el rincón donde estudiaba,
hoy escudriñaba
angustiado
en las paredes
el color desdibujado
de las aulas que pintabas,
hoy he recordado
aquellas horas...
el botón de mi camisa
mis calzados sin amarras,
hoy imaginaba
tu dolor en mi garganta
golondrinas anidaban
celebrando
nuestra infancia,
hoy el cielo triste
humedece tus heridas...
tempestades!
vendabales!
... trituradas por deicidas
hoy le canto
al hombre
con amor
mi poesia
al maestro
va llorando
entre calles y avenidas...
En las horas de enseñanza te hemos visto bajar tu mirada marchita, en donde se asoma con
tristeza tu lágrima, como el que ha perdido toda esperanza; cuando con desconsuelo vez que tus
anhelos de enseñanza han sido ignorados por lo que deben de escuchar para aprender, o
ignorado por los que examinas.
Desconsolado por tanto trabajo, llegado el momento en el que te dan como trofeo su indiferencia
o desprecio.
Con gran amargura recordará tus sabias enseñanzas, pero, sólo se, lo lamentará...
Los buenos maestros tienen buena cultura académica y son elocuentes, mientras que los
maestros fascinantes tratan de entender el funcionamiento de las mentes de sus alumnos
para poder educarlos mejor.
Los buenos maestros tienen una metodología y son didácticos, mientras que los maestros
fascinantes tienen la sensibilidad para hablar a los corazones de sus alumnos.
Los buenos maestros educan la inteligencia lógica, mientras que los maestros fascinantes
educan la emoción, enseñan a sus alumnos a explorar su propio ser.
Los buenos maestros usan la memoria como depósito de información, mientras que los
maestros fascinantes la usan para estimular la creatividad.
Los buenos maestros son temporales, mientras que los maestros fascinantes son
inolvidables.
Los buenos maestros corrigen el comportamiento, mientras que los maestros fascinantes
resuelven los conflictos en el salón de clases con inteligencia.
Los buenos maestros educan para una profesión, mientras que los maestros fascinantes
educan para la vida.
Es buena ocasión para reconocer y recordar a esas personas que han estado conmigo en el
aprendizaje no sólo de los libros, sino de la vida... Quiero agradecer a todos mis maestros, esos
que desde los inicios escolares han dejado huella en mí.
A los maestros del kínder, de la primaria. Esos que día a día dedicaron su tiempo para
enseñarnos las letras y los números, que aguantaron gritos y risas de niños inquietos, que
explicaban una y otra vez la lección para que todos la comprendiéramos.
Esos maestros que alguna vez odiamos porque nos dejaban tarea en vacaciones y que amamos
cuando nos dejaban salir temprano al recreo.
Esos maestros que soportaron con paciencia nuestras risas y burlas cuando hablaban de
sexualidad, pero que a la vez nos hacían sonrojar con sus clases, esas que creíamos inútiles
pero que ahora sabemos que son la base de nuestra vida.
A los maestros de la prepa. ¡Ah, aquellos tiempos! esos en los que crees que el mundo gira
alrededor de ti. Gracias a todos esos maestros que nos hicieron poner los pies sobre la tierra y
que poco a poco nos fueron guiando hacia lo que sería nuestra profesión.
Maestros, que nos hicieron llorar con las lecciones de historia, de química y de cálculo y que hoy
son recordados con mucho cariño.
Gracias a todos ellos por los consejos, por los secretos de profesión compartidos, por vernos
como futuros colegas más que como futura competencia, por su apoyo pero sobre todo por la
amistad brindada.
A todos ellos, a los que me regañaron y los que me premiaron, a los que me exentaron de un
examen, y al que alguna vez me reprobó… Gracias porque es por ustedes que hoy soy una gran
profesionista y una gran persona.
Gracias por las enseñanzas del ayer… Y los recuerdos del ahora.
Se dice que nuestro enemigo es nuestro mejor maestro. Al estar con un maestro,
podemos aprender la importancia de la paciencia, el control y la tolerancia, pero no tenemos
oportunidad real de practicarla. La verdadera práctica surge al encontrarnos con un enemigo.
Aquel que desee convertirse en maestro del hombre, debe empezar por enseñarse así
mismo antes de enseñar a los demás; y debe enseñar primero con el ejemplo antes de que
lo haga verbalmente. Pues aquel que se enseña a sí mismo y rectifica sus propios
procedimientos, merece más respeto y estimación que el que enseña y corrige a otros,
eximiéndose a él mismo.
El maestro que intenta enseñar sin inspirar en el alumno el deseo de aprender está
tratando de forjar un hierro frío.