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El fantasma de Eloise

(Vista Gustavo & Omar)

“Cada noche que estoy ahí, Siempre estoy ahí, ella sabe que estoy ahí
y el cielo lo sabe, espero que se vaya…”
Paul Ryan (Eloise, Barry Ryan)

(Gustavo)

Tengo el arma en las manos, hay mucho humo, hay mucho ruido, hay
mucho movimiento, me siento agotado, sudado, sucio, malo.
Me quito el casco, lo tiro a un costado, empiezo a correr de nuevo,
acompañado de un pelotón que gritan y disparan frenéticos, (estoy
seguro que la vista es de un ángulo lateral para darle más realce a la
toma de los soldados corriendo). Aquello es un desgaste de energía
total, que más…Es una guerra.

Pero…No logro ver al enemigo entre la bruma, las nubes de ceniza,


todo eso es simplemente abrumador. Esta misión no es nada fácil.

(Omar)

Estoy en completa oscuridad, me acompaña unos acordes de guitarra


entre estridentes y armónicos, un redoble de tambores bastante
impulsivos. Decido entonces sacar del bolsillo de mi chaqueta un
pliego de papel lo suficientemente grande para poder dibujar algo de
decoración en esta absoluta nada que me rodea.

Con mi pluma favorita he dibujado un rayo de luz.

Una voz celestial desciende, se acopla en la luz, empieza a tomar


forma humana, silueta, femenina, la voz celestial es femenina. Lo es.

A toda velocidad antes que descienda completamente el ente


femenino, dibujo una salida. Por aquello de que se vuelva hostil, es un
presentimiento. Tengo una ligera impresión de que el tiempo va muy
lento. En fin, atravieso el dibujo y me encuentro en un lote preparado
para la edificación de una capilla, el sacerdote está allí de espaldas a
mí. Me acerco a él, conversamos un poco sobre el diseño, me explica
sus necesidades básicas de espacio y requerimientos para la sana
convivencia dentro de dicho aposento. Me explica que antes de alistar
el terreno, existía aquí una casa grande de madera donde vivió mucha
gente por muchos años, por muchos tiempos, refugio de sueños
bélicos.

(Gustavo)

¡Que va! En cualquier momento la bomba de Hiroshima va a estallar.


Vuelvo a correr con el pelotón, disparo, corro, huyo, me arrastro entre
escombros, disparo, me disparan, no me aciertan, corro, me desplazo,
disparo, escucho el estallido de granadas, aviones pasando con su
metralla a tope, disparo, grito, me acongojo, me canso, no hay un
puto lugar donde pueda descansar, no lo hay, no, disparo una vez
más. Corro, tanto he corrido que ya me duelen las piernas, me siento
sucio, malo, agotado, sudado, la bomba a punto de estallar, es
demasiado para continuar, nubes de polvo me cubren el cuerpo, los
ojos. Grito.

(Omar)

He dispuesto unas cuatro mesas de dibujo y un par de ayudantes


(aprendices que me he sacado de una manga, literalmente) y me he
dado a la tarea de pintar la capilla en una técnica mixta con
decoloración vertical en cada columna y con asomos de elementos
circunstanciales y experimentales en techo y vitrales.

Los ayudantes han captado la idea a la perfección por lo que me relajo


un poquito, el sacerdote ha traído una botellita de vino y nos
disponemos a saborearlo, mientras dibujo un par de sofás bien
cómodos para que me siga contando historias del terreno mientras
nos acabamos las copitas. Es curioso, pero aquello se ha convertido en
la sala de estar de una gran mansión con biblioteca y chimenea
alrededor de los sofás, y una hermosa lámpara que ilumina todo el
lugar. He notado un globo flotando un poco agitado cerca del pasillo
que da a la puerta principal, pero se ha desvanecido, más tarde lo
dibujaré.
(Gustavo)

He caído tumbado al lado del sendero, no puedo más, tanta actividad


me mortifica sin piedad y ya no puedo más. Estoy boca arriba, veo dos
aviones de caza pasar encima de mí y disparar a lo lejos, levantando
una nube de polvo y ceniza. He girado la cabeza hacia mi derecha
para evitar que el polvo me caiga en los ojos. Giro de nuevo y puedo
ver a una mujer enfrente de mí, de pie, extendiéndome su mano. Con
su ayuda he logrado incorporarme, estoy frente a ella, escucho
levemente una voz celestial, parece decir su nombre pero no lo he
comprendido, de hecho me ha dado escalofrío su presencia, se ha
vuelto y a empezado a caminar, la sigo, ha señalado con su mano
izquierda hacia el cielo, levanto la vista y de seguro estoy loco o muy
cansado, porque he visto pasar a una persona muy alto, flotando,
como suspendida, amortiguada o cayendo, no se, ha pasado muy alto,
va en la misma dirección que nosotros (si es que existe alguna
dirección).

(Omar)

Se acabó el vino, el padre ha ido por más, pero debo ponerme a


trabajar en todo aquello que sea luminoso para no ceder a la
oscuridad.
Siempre en las iglesias, en cualquiera hay algo diferente, raro acaso,
Pero hago lo posible por aportar luz, claridad, la paleta de color es
muy dorada, amarilla. Entre más claro y brillante sea aquello, será
más acogedor, menos tenebroso, menos maligno.

Mientras pinto, me imagino unos violines cubriendo el espacio, cierro


los ojos, muevo las manos como un director de orquesta, me dejo
llevar.
Estoy en un trance del movimiento rápido del ojo y entre los violines
se escucha la voz celestial, ilumina todo alrededor, me sacude un
poco y me golpea contra una de las mesas de dibujo, tumba a los
pasantes, desarma el caballete, este huye…
(Gustavo)

Una luz se posó sobre aquella mujer, que giraba mientras se dejaba
bañar de luz, mis ojos se empozaron y tuve que contenerme, la mujer
se sonrió.
Busca un unicornio, es el que le ayuda a permanecer con vida entre
dimensiones. Nos encontramos dentro de una capilla, estamos en el
tiempo exacto, (exacto de algo que no tengo idea de que es) pero que
es de esa manera, probablemente y viceversa. Por el costado izquierdo
de la capilla llegamos hasta la primera butaca, ella me ha dejado un
momento para inclinarse a rezar, al hacer esto se eleva hasta casi
tocar el techo, luego desaparece.

-El fantasma de Eloise- Dice el cura que ha aparecido detrás de mí,


Ha comentado que suele rescatar a personas heridas o con mucha
vicisitud de los sueños bélicos.
Ahora comprendo lo de los sueños, más no comprendo como puede
ser un fantasma y menos entiendo como el cura sabe todo eso y con
tanta seguridad lo expresa.

(Omar)

Si no encuentro el punto adecuado de luz mi vida estará vacía y nada


más. Es como amar de pie, dibujo un cordelillo de oro que va desde
mi muñeca derecha hasta el vitral principal del altar mayor, ya casi
esta lista esta capilla brillante, muy brillante, iluminará el sendero de
los soñantes, soy “toda” me acaricio la espalda a mi mismo y me doy
una palmadita en la espalda, los ayudantes hacen lo mismo conmigo.

Color cerveza, es color cerveza, para evitar curiosos metiendo mano


en la pintura mientras esta se cierra, busco debajo de la chimenea un
rótulo que dejé en un sueño pasado con la leyenda de “peligro, no
tocar” y lo coloco sobre el borde del altar. De reojo creo haber visto a
Gustavo medio dibujado en el lado izquierdo del altar, pero lo
descarto enseguida, arrugo aquel pedacillo y lo desecho; con esta
acción descubro a la mujer de hace un tiempo atrás que venía bajando
por el rayo de luz, esta me dice que he plegado ese borde del sueño, si
no lo arreglo se filtraran otros sueños por allí y no se que otros daños
puedan ocurrir.

-El fantasma de Eloise- dice el sacerdote, mientras intento acomodar


el borde. –Siempre aparece para ayudar a otros, creo que vive en una
dimensión alterna- En todo caso eso no me interesa de momento. Sin
embargo, la duda de la dimensión alterna aflora cuando por un
momento tiro del borde con cierta violencia y logro ver un paisaje
distinto al otro lado, asomo un poco y veo que es otro lugar,
probablemente superpuesto sobre este sueño. Es el paisaje de una
casa grande de madera por dentro, y la tonalidad de este sueño es con
matices en gris. Entiendo que tal vez por eso estoy poniendo tanta luz
aquí.

(Gustavo)

Me he quedado solo, observo con detenimiento la capilla, me parece


que son trazos de Omar. Voy a buscar al unicornio, tal vez si lo
encuentro algo bueno resulte.

Me he cambiado de ropa sin percatarme, ya no porto uniforme


militar, sino mi traje de espía habitual de los sueños, debo volverme
un espía para encontrar el unicornio.

El fantasma de Eloise anda cerca, percibo su presencia, escucho


además unos ruidos, como alguien rasgando una pared. Doy la vuelta
por detrás del altar, una mano parece estar rompiendo la pared desde
adentro. Debe ser el cura, no, no es el cura, lo acabo de ver entrar al
confesionario. Eloise desciende del campanario y me dice que busque
al unicornio. Una luz me encandila voy a despertar.

(Omar)

Cuando vi a Gustavo medio borrado y un poco manchado de tinta en


la esquina del papel, a un costado de la iglesia sentí cierta alegría. Voy
a retocarlo para que pueda hablar y moverse. Y luego iremos a esa
casa grande de madera a ver si logramos separar la casa de la capilla.
Voy a darme vuelta para evitar la alarma del despertador.

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