Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
INTRODUCCIÓN
Aunque conocido como el Bautista, Juan hizo mucho más que bautizar. Su vida adulta
se caracterizó por la devoción y la entrega a la misión divina que le fue encomendada.
La voz de Juan era «la de uno que clamaba en el desierto» (Juan 1:23), 23 —Yo soy la
voz del que grita en el desierto: “Enderecen el camino del Señor” [a] —respondió
Juan, con las palabras del profeta Isaías. mientras proclamaba la venida del Mesías
a un pueblo que desesperadamente necesitaba un Salvador. Juan el Bautista es el
modelo de un auténtico llamado de Dios para cumplir y obedecer las tareas
especificas que el Señor delega. El éxito de ese cumplimiento radica en la voluntad
rendida al señorío de Dios y el proceso en los diferentes desiertos de la vida.
II- Una vida con lo esencial. En sus retiros de soledad en el desierto, Juan había
comprendido que la crisis por la cual pasaba Israel era mucho más honda de lo que
parecía a primera vista. No solo afectaba al pueblo judío y a los sacerdotes encargados
de mediar por el pueblo, sino incluso la vida al interior del templo de Jerusalén. La
familia del sumo sacerdote alardeaba de una vida suntuosa y extravagante frente a un
pueblo empobrecido que apenas sobrevivía. La rusticidad del vestido de Juan era
considerada significativa. Elías, el osado profeta cuya morada fue el desierto, había
sido conocido en su época como un «varón que tenía vestido de pelo, y ceñía sus
lomos con un cinturón de cuero»; esa indumentaria rústica había llegado a calificarse
como rasgo distintivo de los profetas. La comida de este extraño predicador tampoco
era de lujo y comodidad, sino que se alimentaba con lo que el desierto le
proporcionaba: langostas y miel silvestre. Con esto, tanto Elías como Juan,
delineaban aquello que auténticamente es esencial. Una lección que se aprende muy
bien en los desiertos cuando solo se tiene lo necesario.
CONCLUCION:
Juan el Bautista fue un profeta que anunciaba y denunciaba. Sin temor alguno
predicaba con intensidad y era un hombre justo a los ojos de Dios y de los hombres,
por ese motivo, Jesús llegó a decir de él: «Les digo: Entre los nacidos de mujer no hay
ninguno mayor que Juan» (Lc 7:28). ¿Ha descubierto como los desiertos de su
infancia han sumado a la causa del Reino de Dios? ¿Ha descubierto su propósito de
vida en Dios?