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BREVE
Primer Siglo
I 897-1997
Emilio García Riera
Primer Siglo
I 897-1997
Emilio García Riera
Primer Siglo
I 897-1997
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Cá CON ACULTA
MAPA
© D.R. Emilio García Riera, 1998
© Ediciones Mapa SA de CV, 1998
Ediciones Mapa SA de CV
Paseo de los Parques 4280. CP 45110
Zapopan, Jalisco, México
Indice general
Cine provinciano, 63
Mujeres cineastas, 66
Documentales de largometraje, 67
El cine mexicano y los extranjeros, 68
Otras películas, 71
Actores, 203
Arieles, 206
La calamidad, 304
El cine lépero, 306
Televicine, cine fronterizo y cantantes, 307
El caso de Arturo Ripstein, 309
Del cine de estado a la producción privada, 310
Carreras dificultadas o interrumpidas, 313
Del cine de estado al cine independiente, 315
Documentales independientes de largo y medio metraje, 316
Cine independiente de ficción, 318
Los centros de estudio y las realizadoras de cine independiente, 319
Otros directores de cine industrial, 321
Coproducciones, 223
Arieles, 325
Epílogo
Introducción
Entre 1896 y 1904, llegaron a diversos países los enviados de los Lumiére
con proyectores, aparatos tomavistas, cintas filmadas y película virgen. Claudio
Fernando Bon Bernard y Gabriel Veyre fueron los enviados a México, único país
latinoamericano donde los operadores de Lumiére realizaron una serie de pelí¬
culas, lo mismo que en Francia, Argelia, Túnez, Alemania, Inglaterra, España,
Austria-Hungría, Italia, Rusia, Suiza, Estados Unidos, Egipto, Turquía, Bélgica,
Suecia y Japón. La primera de esas películas hechas en México, El presidente
Porfirio Díaz montando a caballo por el bosque de Chapultepec, resultó indicadora de
otra gracia del nuevo invento: la de mostrar a personajes famosos en la vida
cotidiana o en actos solemnes.
Los personajes famosos, por su parte, encontraron gusto en dejarse retratar
por el cine, posible inmortalizador de sus augustos desplazamientos, y no sería
excepción a la regla el dictador Díaz, tan afecto a lo francés. Don Porfirio, que
recibió en audiencia a los enviados de los Lumiére, participaba además del espí¬
ritu admirativo de la ciencia característico de una época -fines del siglo xix y
comienzos del xx- pródiga en inventos que transformaron al mundo: el foco
eléctrico, el teléfono, el gramófono, el automóvil, etcétera. El cine figuraba como
uno más de esos prodigios del ingenio humano; aún no se entreveía su desarro¬
llo como industria, arte y espectáculo.
Halagado por su conversión en personaje del cine, don Porfirio autorizó a
Bernard y Veyre la realización en 1896 de unas 26 películas. Entre otras cosas,
los franceses mostraron en ellas al presidente en diversas circunstancias (en
carruaje, con sus ministros, en un recorrido del Zócalo el 16 de septiembre), la
llegada de la campana de la independencia, un desfile de Rurales al galope, un
ejercicio militar con bayonetas, el enlazamiento de un caballo salvaje, el de un
toro y el de unos bueyes de labor, unos indígenas comiendo, una danza folcló¬
rica, el mercado del Canal de la Viga, un grupo de indígenas al pie del Arbol de
la Noche Triste, colegiales gimnastas, cadetes del Colegio Militar, una nota roja
(el proceso de Antonio Navarro) y la reconstrucción de un duelo con pistolas
entre dos diputados en Chapultepec; esta última cinta, que provocó protestas
en la prensa, vino a representar un antecedente del cine de ficción. Además,
Bernard viajó a Guadalajara, ciudad de abundante colonia francesa, y filmó seis
vistas en la hacienda de Atequiza, "casi todas retrato de faenas campiranas y
suertes charras", según Guillermo Vaidovits (1989, 23): El amansador, Baño de
caballos, Danza mexicana, Elección de yuntas, Eazamiento de un caballo y Eazamiento
de un novillo.
Vaidovits dice que Bernard debió resultar sorprendido, "seguramente con
enfado", al comprobar que habían llegado poco antes que él a Guadalajara los
enviados de Edison. Empeñado en no dejarse ganar por los Lumiére, Edison
Breve historia del cine mexicano/ 1.1895 a 1915 |
El carácter del cine primitivo hace natural y comprensible que nada o muy
poco tuviera que ver un celo nacionalista con el surgimiento de los primeros
cineastas mexicanos o residentes en México. Sí tuvo mucho que ver ese surgi¬
miento, en cambio, con la insuficiencia del material extranjero para dar
continuidad a la exhibición.
Escribe Aurelio de los Reyes (1983, 27) que "los hermanos Lumiére
concluyeron sus demostraciones en el extranjero en 1897, y desde entonces se
limitaron a la venta de aparatos y copias de las vistas que sus enviados habían
tomado en los países visitados". Ese cambio de política parece confirmar algo
supuestamente dicho por Louis Lumiére en 1896: "El cine es una invención
sin porvenir." Lo que dijo en realidad el inventor, según Georges Sadoul
(1965, 57), fue lo siguiente: "Saben, no es una situación con porvenir lo que
ofrecemos. Es sobre todo un oficio de feriante. Eso puede durar seis meses, un
año, puede ser que menos."
Pasado el primer efecto que su invento tuvo como curiosidad científica,
Louis Lumiére supuso con bastante razón que el cine sólo podía interesar al
público casual de las provincias. En todo el mundo se multiplicaron los exhi-
bidores forains, trashumantes, que buscaban remedio a la limitación de su
material con la muestra del mismo a distintos públicos. A la vez, esos exhibi-
dores se convirtieron en productores al advertir el interés que podían tener en
cada localidad las vistas tomadas ahí mismo. Como la pintura y la fotografía
desde antes, y como la televisión después, el cine trashumante sacó provecho
de la curiosidad humana por verse con ojos ajenos.
México recibió la visita de varios cineastas trashumantes, entre ellos los ya
mencionados norteamericanos Rector y Latham; otro, el francés Carlos
Mongrand, fue el único que se arraigó y estableció en el país. Entre 1896 y 1906,
Mongrand recorrió la república, empezando por Orizaba, antes de retirarse,
volver a Francia y pasar sus últimos años en Guadalajara. A partir de 1900,
Mongrand filmó vistas breves -corridas de toros, paisajes, personajes en oca¬
siones cívicas, etcétera- en Veracruz, Jalapa, Guanajuato, San Luis Potosí, la ca¬
pital, Guadalajara, Chihuahua, Aguascalientes, Zacatecas, Morelia.
Otros dos franceses radicados en México, Enrique Moulinié y Churrich,
se iniciaron como exhibidores en Puebla, en 1897, y filmaron el mismo año y
en la misma ciudad las dos primeras películas -una corrida de toros y una
Breve historia del cine mexicano/ 1.1895 a 1915
Por estas mismas fechas el ingenio de los mexicanos se aplicó al cine. El aristó-
grafo (escritura de las aristas) fue un invento que registró el señor Adrián Lavié
para hacer ver las películas en tercera dimensión. Dicho invento consistía en un
anteojo que ocultaba alternativamente la visión de uno y otro ojo. Aunque fue
el primer aparato diseñado para el efecto en el mundo, pasó casi inadvertido.
de 1 200 metros; El desfile histórico del Centenario (1910), de unas diez partes. Las
dos últimas fueron producidas, dirigidas, fotografiadas y editadas por los
hermanos Salvador, Guillermo y Eduardo Alva y su tío Ramón.
Hasta ahora no se ha hablado sino de cine documental (directo o recons¬
truido, como en el caso del duelo en Chapultepec), término que se usaría años
después para indicar el retrato de los hechos reales tal como se producen. Los
primeros cineastas mexicanos eran por lo general hombres de clase media
(algunos de ellos profesionistas, como Toscano) que se acogían a la objetividad
supuesta en el cine documental: eran los hechos los que hablaban, no ellos. Sin
embargo, cabe presumir que sus testimonios de la vida política y social
mexicana tendían al halago del poder y al desconocimiento de los conflictos
nacionales. Aurelio de los Reyes (1983, 58-59) observa que su cine omitió
acontecimientos como la huelga de Cananea (junio de 1906) o el conflicto textil
de Río Blanco (diciembre de 1906 a enero de 1907).
La revolución
Al empezar la segunda década del siglo xx, el cine documental mexicano fue
enormemente alentado por un acontecimiento confuso, diverso y trágico, a
la vez que muy fotogénico: la revolución (o las revoluciones, porque las del
norte -Chihuahua, Sonora y Coahuila- y la del sur, la zapatista, se produjeron
de modo muy distinto).
También los cineastas norteamericanos se interesaron por la revolución.
Resultaron de ese interés varios documentales que divulgaron una idea de
los eventos mexicanos claramente sugerida por el título de uno de ellos, el
largometraje Barbarous México (1912).
Los documentales mexicanos, realizados con menores recursos que los
norteamericanos, no tuvieron en el extranjero una difusión comparable con
la de los foráneos. Sin embargo, el público del país los acogió con un interés
excepcional: buscaba en ellos, parece, no tanto la ilustración de algo sabido
como la noticia misma, la información capaz de dar sentido a un cúmulo de
comunicaciones imprecisas, contradictorias e insuficientes.
El cine documental sobre la revolución supuso en muchas ocasiones un
riesgo grave para quienes lo hacían, por su presencia en los campos de batalla,
y mereció a veces una proyección privilegiada, según Aurelio de los Reyes
(1983, 118): "Por primera vez en la historia de la producción nacional, las
películas fueron exhibidas solas. No eran material de complemento".
Al principio, ese cine tendió a conciliar el prurito de objetividad con el
halago a quien fue visto como el sustituto democrático del dictador Díaz, el
Breve historia del cine mexicano/ 1.1895 a 1915 |
Si se tiene por cine de ficción al que emplea actores para contar un argumento,
al modo del teatro, cabe ver como su primer ejemplo en México la ya citada
reconstrucción de un duelo con pistolas que en 1896 filmaron los franceses
Bernard y Veyre, empleados de los Lumiére, pese a su intención de hacer
pasar a esa cinta por el retrato de un hecho tan real como los recogidos por sus
otras películas. Fue pues también ejemplo de un primer cine de ficción que se
negaba o disimulaba como tal.
En octubre de 1899, Salvador Toscano filmó una versión de Don Juan
Tenorio, la célebre pieza española de José Zorrilla. Escribiría Ángel Miquel
(1997,18), biógrafo de Toscano:
[...] Toscano tomó un Don Juan Tenorio -que pasa generalmente como la primera
cinta de ficción mexicana-, que rompía con el modelo documentalista de
Lumiére y abrazaba el del "teatro filmado" propuesto por Méliés. Este Tenorio
tuvo también el mérito de contar una historia más o menos larga, con dos partes
divididas en varias escenas. Otras vistas filmadas por Toscano ese año también
tuvieron que ver con el mundo del espectáculo: tomó a la diva española Rosario
Soler bailando unas sevillanas, a la tiple Rosa Obregón y su esposo en la zarzuela
Canarios de café, unas escenas entre bastidores del teatro Principal, al excéntrico
Joaquín de la Cantolla en un ascenso en globo y hasta a su socio Mongrand hacien¬
do un truco de prestidigitación. Hizo, por último, lo que parece haber sido una breve
cinta de argumento, Terrible percance a un enamorado en el cementerio de Dolores.
Esta última película fue de 1899 según el propio Miquel, quien cita junto
con ella otras de ficción: Gavilanes aplastado por una aplanadora (1904), también
de Toscano, con el cantante Paco Gavilanes, y Time is Money (1903), de Carlos
Mongrand. Además, Mongrand exhibió en 1904 en Aguascalientes y en San
Luis Potosí, respectivamente, dos cuadros "sobre episodios nacionales":
Cuauhtémoc y Benito Juárez y Hernán Cortés, Hidalgo y Morelos, muestras de un
cine hagiográfico y conmemorativo que seguramente pretendía, con las armas
del más elemental teatralismo, una suerte de visión seudodocumental, la de
la historia reconstruida. Esos cortos fueron antecedentes de la primera cinta
ambiciosa de argumento hecha en México, dividida en siete cuadros y de
duración hoy desconocida: El grito de Dolores, que dirigió Felipe de Jesús
Haro, a la vez intérprete -seguramente- del cura Miguel Hidalgo. La película,
filmada en 1907, hubo de exhibirse obligatoriamente hasta 1910 cada 15 de
septiembre, en ocasión de las fiestas patrias.
Breve historia del cine mexicano/ 1.1895 a 1915 |
Produjo £/ grito de Dolores una firma, The American Amusement Company,
Lilo García y Compañía, que no era norteamericana, como parecía pretender
por su nombre, sino enteramente mexicana. En julio de 1907, un mes antes de
esa película, la misma firma había presentado el corto (se supone) Aventuras de
Tip-Top en Chapidtepec, con el cómico Tip-Top y Felipe de Jesús Haro. Se puede
dar a esa cinta por la primera mexicana de uno de los géneros triunfantes del
cine de ficción en todo el mundo: la comedia burlesca.
También en 1907 se filmó en Orizaba El san lunes del valedor o El san lunes
del velador, cinta de un rollo, presumiblemente cómica, dirigida por Aguilar y
Bretón (?) e interpretada por el asturiano Manuel Noriega [Colombres 1880-
1961], que haría en los años veinte carrera como director de cine mudo en su
España natal y se incorporaría como actor de carácter, secundario, al cine
mexicano de los años treinta. En 1909, Enrique Rosas realizó y actuó El rosario
de Amozoc, película que puede suponerse también cómica y de corta duración.
Se filmaron por la época otras dos cintas cortas sobre hechos históricos, El
suplicio de Cuauhtémoc (1910) y Colón, atribuida ésta a Pedro J. Vázquez, pero la
tendencia del primer cine mexicano de ficción a preferir la comedia parece
confirmada por El aniversario del fallecimiento de la suegra de Enhart (1912), de la
que, por excepción, se ha preservado una copia y que debió tener duración
originalmente de medio metraje (unos treinta minutos). Interpretada por
Vicente Enhart y Antonio Alegría, cómicos del teatro Lírico, la película fue
filmada con "técnica francesa", según su preservador Edmundo Gabilondo, y
en imitación del célebre francés Max Linder. Sus realizadores, los hermanos
Alva, la hicieron de seguro como publicidad del clown Enhart, que sería en el
futuro actor secundario de algunas cintas mexicanas de los treinta.
El aniversario... fue realizada con bastante torpeza, pero, al mostrar abundantes
escenas callejeras, dio sin querer gran interés a las vistas de algunos lugares
capitalinos de 1912 y de unos transeúntes casuales que miran a cámara; la
trama de la cinta es lo de menos.
Todo indica que el cine no tuvo en México una primera historia muy distinta
a la de los demás países. Después de unos primeros años que benefician al
cine por su calidad de curiosidad científica, se pasa con el cambio de siglo a
una suerte de decadencia prematura, cuando se sacia la curiosidad, y se llega
a la época de trashumancia: el cine parece compartir la suerte de las compañías
teatrales y los circos obligados a enfrentar con giras la precariedad económica
y las limitaciones de repertorio.
| Emilio García Riera
Con justicia o sin ella, suele ser la producción de ficciones de largo metraje lo
que define la existencia misma de un cine nacional. En México, esa produc¬
ción se inició cuando ya en Europa -en Italia, muy notablemente- llevaba
unos cuatro años de haberse hecho sistemática y en los Estados Unidos ape¬
nas dos. (Cabe atribuir la tardanza norteamericana a la importancia de un pú¬
blico de inmigrantes que cumplían jornadas agotadoras de trabajo, ganaban
poco y solían no conocer bien el inglés; en consecuencia, preferían espectácu¬
los breves, baratos y de fácil comprensión y digestión, como el representado
por las comedias cortas a lo Mack Sennett y Charles Chaplin.)
Después de un ensayo yucateco de 1916, del que más adelante se habla¬
rá, el largometraje mexicano de ficción empezó a hacerse en la capital en 1917,
durante la presidencia de Venustiano Carranza, y alcanzó para 1920 un total
de 38 títulos. El promedio fue en consecuencia cercano a las diez películas
anuales: las de 1917 fueron 14, cinco las de 1918, doce las de 1919 y siete las
de 1920. A la distancia, y dado el decaimiento de la producción mexicana en
la década siguiente, hubo quien vio en la relativa animación del periodo 1917-
1920 una suerte de primera "época de oro" del cine nacional, y aun atisbos de
una verdadera industria. Sin embargo, la relatividad aludida queda del todo
clara si se sabe que para 1920 Hollywood producía ya unos 800 largometrajes
de ficción anuales.
Es curioso un paralelo: si la mejor época del cine mudo mexicano se inicia en
tiempos de la primera guerra mundial, la segunda guerra coincidirá años des¬
pués con la llamada "época de oro" del cine nacional ya sonoro, la de 1941 a
1945. Las causas y los efectos de ambos auges son muy distintos, pero algo
contaron en uno y otro ciertas ventajas en la competencia con el cine extranjero.
Breve historia del cine mexicano/ II. 1916 a 1920
A propósito del cine hecho entre 1917 y 1920, escribe Aurelio de los Reyes (1983,
231): "Creemos que la fiebre de producir películas se debía a la disminución de la
producción europea, frenada por la primera guerra mundial, problema grave pa¬
ra distribuidores y exhibidores porque el público rechazaba la producción nortea¬
mericana (independientemente de que los exportadores de esa nacionalidad no de¬
seaban comerciar con México, por su inestabilidad),"
Se solía tener al cine europeo por más refinado que el norteamericano,
pero el rechazo por el segundo fue alimentado sobre todo por una insistencia:
Hollywood dio en atiborrar sus muchísimos westerns y otros productos con
villanos mexicanos y visiones denigrantes de la vida mexicana, sobre todo a
partir del asalto villista a Columbus, Nuevo México, en 1916: el cine nortea¬
mericano llegó entonces a ver en los mexicanos a los enemigos prototípicos,
como lo serían después los alemanes, los japoneses, los coreanos del norte o
los vietnamitas, según la época.
A la distancia, se hace fácil preferir ciertas "vulgaridades" norteamericanas
de la época muda -el extraordinario cine cómico, muchos westerns admirables-
sobre el film d'art francés, vetusto casi desde su nacimiento, o las aparatosas
reconstrucciones históricas y los melodramas del cine italiano. Pero en la
segunda década del siglo no era el público mexicano el único en ver las cosas
de distinta manera. Como en muchas otras partes, tuvo en México enorme
aceptación un cine italiano de divas -las actrices Francesca Bertini, Lyda Borelli,
Pina Menichelli, etcétera- que prestigiaba sus exaltaciones melodramáticas
con la invocación del famoso poeta Gabriele D'Annunzio. Quizá podría ser
imagen resumidora de ese cine, ubicado con frecuencia en medios de alta
sociedad, la de una señora más bien rolliza con el poderoso busto agitado de
modo proceloso ante un galán embutido en frac y de rodillas, avasallado por
esa potencia femenina de la naturaleza y del sentimiento.
Ese cine de las divas marcó con su influencia algunos de los primeros largo-
metrajes de ficción realizados en México con el propósito de fundar una indus¬
tria. Se quería con ellos dar al mundo una imagen del país opuesta a la negativa
difundida por Hollywood, y de ahí el prurito de beber en prestigiosas fuentes
europeas, aunque esas fuentes, para decirlo con el lenguaje de la época, estuvieran
tintas por los ríos de sangre derramados en una guerra espantosa. En las ficciones
mexicanas hechas entre 1916 y 1920 fue casi ignorada, parece, la revolución, que
los cineastas debían ver como una calamidad alentadora de la denigración holly-
woodense. En cambio, sí debió incurrirse en la peregrina suposición, perpertuada
por años, de que un cine prestigia a su país de origen con la elusión de sus proble
mas sociales, la afectación de elegancias cosmopolitas y la muestra turística de sus
bellezas naturales y folclóricas.
Emilio García Riera
En eso último, mal podía un cine mudo encontrar gran apoyo, dada su
imposibilidad de usar uno de los puntos fuertes del folclor mexicano: la música.
De ahí que el cine nacional, desprovisto del que sería uno de sus máximos
atractivos en la época sonora a oídos de todo el continente americano, tuviera,
cuando mudo, muy escasa exportación. Escribe Aurelio de los Reyes (1983,231):
Se supo que La luz llegó a Italia y que otras producciones fueron exhibidas en Los
Ángeles y San Antonio, pero mutiladas, con títulos cambiados y en cines de barrio.
Los cineastas que se enteraron de estos atropellos montaron en cólera, pero nada
pudieron hacer para defenderse. Para mayor desgracia, la crítica norteamericana al
ocuparse de ellas, lo hizo severamente, calificándolas de "anticuadas", con razón,
pues así resultaban a los ojos del país que en ese momento constituía la vanguardia
del lenguaje cinematográfico, Estados Unidos, donde Griffith utilizó adecuadamente
la sintaxis de las imágenes.
Para el documental no era tan fácil ignorar la revolución, pero su gran época ya
había pasado. A partir del largometraje Reconstrucción nacional, filmado en 1917,
se tendió a que ese tipo de cine diera por terminado el periodo violento de la
revolución y se dedicara a celebrar la llegada de una nueva época de orden y
paz. La cinta recogía entre otras cosas la integración del congreso constituyen¬
te en Querétaro y la entrada triunfal a esa ciudad de Venustiano Carranza.
Después, el documental de largometraje Patria nueva, hecho también en
1917 por el Departamento de Enseñanza Militar a cargo del general Jesús M.
Garza, y fotografiado por Ezequiel Carrasco, mostró entre otras cosas la
protesta de Carranza como presidente el primero de mayo de ese año. Resultó
la cinta un documental relativo, pues parece que incluyó unas maniobras de
la Cruz Roja en Chapultepec simuladas por varias actrices -Emma, Celia y
Evelia Padilla, Guadalupe Camargo, etcétera- en papeles de enfermeras.
Otra vez el zapatismo la hizo de pelo en la sopa. Un largometraje
documental de Enrique Rosas, Emiliano Zapata, anunciado unas semanas
después de la muerte del caudillo del sur en abril de 1919, pudo dar idea
de que las turbulencias revolucionarias no habían sido del todo canceladas.
Breve historia del cine mexicano/ II. 1916 a 1920 |
una situación que hoy resulta muy paradójica: los impugnadores de la censura
estaban a la derecha de los impugnados.
Un libro de Gabriel Ramírez, El cine yucateco, parece dejar claro que el primer
largometraje nacional de ficción fue 1810 ¡o los libertadores! (1916), cinta hecha
en un estado, el de Yucatán, bastante aislado en ese tiempo del resto de la
república. Además, Yucatán es un estado de herencia indígena -la maya- muy
específica y de historia también muy particular; en el siglo xix, la región sufrió
una intensa y prolongada guerra de castas y llegó a darse, incluso, una efímera
independencia política.
Los dos realizadores de 1810, Carlos Martínez de Arredondo y Manuel
Cirerol Sansores, eran jóvenes de familias ricas. El primero había estudiado en
el extranjero, lo mismo que tantos hijos de la llamada "casta divina" yucateca.
Era ingeniero y experto en química fotográfica cuando realizó por 1914 o 1915,
a los 26 o 27 años de edad, los primeros cortos de su región: Tiempos mayas y
La voz de su raza, ambos de ficción. Cirerol, nacido en 1890, filmó solo o con
Martínez de Arredondo varios cortos documentales por 1915, fecha coinci¬
dente con la llegada a Yucatán del general carrancista Salvador Alvarado, que
cumpliría como gobernador del estado una de las más radicales gestiones
derivadas de la revolución.
Interesado en difundir entre los yucatecos un cine patriótico, Alvarado
aportó 400 hombres de tropa, utilizados como extras, a la realización de 1810,
cinta ambiciosa que debía celebrar en sus dos horas -más o menos- de
duración (correspondientes en la época a diez partes o a diez mil pies) la gesta
independista de México. Martínez y Cirerol se apoyaron en un argumento de
Arturo Peón Cisneros para ilustrar una trama donde alternan personajes
reales, como los proceres Hidalgo (Alfredo Varela), Allende (José Pacheco) y
Aldama (Virgilio Torres) con otros ficticios, representativos del pueblo
mexicano, como Carmen (Elena Vasallo de Bravo), y alguno alegórico, como
"la Madre Patria de alcurnia pobre" (Carmen Beltrán). El espectáculo resultante,
bastante atenido a los modelos del cine histórico de inspiración europea,
obtuvo un gran éxito en Yucatán desde su estreno en el teatro Peón Contreras
de Mérida, el 27 de julio de 1916, y fue presentado en la capital mexicana en
el teatro Hidalgo, el 15 de septiembre del mismo año, o sea, como parte de las
celebraciones de la independencia nacional. Después, 1810 fue exhibida en
todo el país.
Breve historia del cine mexicano/ II. 1916 a 1920
realizada en 1915 por Giovanni Pastrone, alias Piero Fosco, y basada a su vez
en una obra de D'Annunzio. Se quiso suponer sin mayor fundamento un pare¬
cido físico entre la mexicana Emma Padilla, intérprete de la automovilista y
voluble Ella, con la diva Pina Menichelli, intérprete a su vez de Ilfuoco.
Estrenada el ocho de junio de 1917 en el Salón Rojo (Madero y Bolívar) de la
capital, con asistencia del presidente Carranza, La luz debió desilusionar a
muchos espectadores, a juzgar por las críticas negativas que recibió, y propiciar
con ello el muy duradero rechazo de buena parte del público mexicano a la
producción nacional. Cabe imaginar el efecto causado en tiempos revolucionarios
por algo que Aurelio de los Reyes describe así (1983,216): "En un restaurante de
Xochimilco aparecía una mesera vestida de napolitana y en sus canales, una
góndola veneciana con su gondolero vestido de charro." Sin embargo, las ironías
provocadas por tales fantasías no debieron impedir que La luz diera la pauta de
un cine de la época empeñado en conciliar elegancias y vehemencias cosmopolitas
con toques de mexicanidad pintoresca.
Manuel de la Bandera
Una sola firma produjo durante 1917, a partir de mayo, cinco largometrajes
de ficción capitalinos: En defensa propia, Alma de sacrificio, La tigresa, La soñadora
y En la sombra, en ese orden. Esa firma que pareció demostrar así la posibilidad
de una verdadera industria mexicana de cine fue la Azteca Film, fundada por
la actriz de teatro Mimí Derba [DF 7-1953], Enrique Rosas y, según parece, el
general carrancista Pablo González, a quien los chismes ligaron en amores con
la propia Derba y con María Conesa y en asuntos turbios con la famosa banda
del automóvil gris.
Mimí Derba, que después sería actriz secundaria, "característica", del cine
mexicano sonoro, no sólo participó en la producción de las cinco películas: fue
actriz principal de la primera, la segunda, la cuarta y la quinta; escribió los
argumentos de En defensa propia y En la sombra; quizá dirigió con Rosas La
tigresa, cosa que de ser cierta la convertiría en la primera realizadora del cine
mexicano. Rosas, por su parte, fotografió las cinco películas y fue "director
técnico" de La soñadora. Los "directores artísticos" de las cintas restantes,
según una división frecuente en la época, fueron Joaquín Coss {En defensa pro¬
pia y Alma de sacrificio) y Eduardo Arozamena (La soñadora). Tanto el español
Coss [1866-1947] como Arozamena [DF 1877-1951] eran actores de teatro,
Breve historia del cine mexicano/ II. 1916 a 1920
El automóvil gris
Si una cinta del italiano Pastrone o Fosco, II fuoco, había dado inspiración
-excesiva- a La luz, un personaje propuesto por el mismo cineasta inspiraría
a su vez la realización por el productor y fotógrafo Gonzalo Arrondo y el
argumentista Santiago J. Sierra de Maciste turista, en 1917. Dirigido por el
propio Sierra y por Carlos Fox Martínez, Enrique Ugartechea hacía en la cinta
el papel del fortachón italiano Maciste, que llegaba a México y conquistaba a
una mexicana mientras la cámara se solazaba con vistas de la Casa Cuna, el
manicomio de la Castañeda, el Museo Arqueológico, la Casa de los Ciegos, la
avenida 5 de Mayo y Chapultepec, pues toda la película fue filmada en exteriores.
El tal Maciste había sido antes interpretado por Bartolomeo Pagano para dos
películas de Pastrone: la famosa Cabiria (1913), ya mencionada, y Maciste
(1915). Sierra y Arrondo, realizarían a continuación Barranca trágica, de la que
ya se ha hablado.
En su abundante muestra de lugares capitalinos, Maciste turista emuló a La luz y
antecedió a Santa, que ofreció "una perspectiva de la ciudad de México tomada desde
lo alto de la columna de la Independencia, vistas de Chapultepec y un crepús¬
culo con el que terminaba la película", según Aurelio de los Reyes (1983,216). La
misma preocupación por mostrar bellezas nacionales pesó en otras dos películas de
la época: el melodrama Dos corazones (1919), dirigido por Francisco Lavillete a partir
de una novela del francés Adolphe Belot, no incluía ningún primer plano de sus
personajes, interpretados por Consuelo Mayendía, Mimí Derba y Cristóbal Sánchez
del Pino, pero sí muchos paisajes: en El escándalo (1920), Alfredo B. Cuéllar, sportman
y próspero dueño de una zapatería, la hizo de productor, director, adaptador
(la cinta se basaba en una pieza teatral del norteamericano Cosmo Hamilton)
Emilio García Riera
Ficciones Documentales
Año Capital Provincia Capital Provincia Totales
1921 10 4 6 3 23
1922 10 3 1 - 14
1923 5 - - - 5
1924 2 2 - 1 5
1925 5 2 4 2 13
1926 7 2 1 1 11
1927 4 3 - - 7
1928 4 1 - - 5
1929 2 1 - - 3
Totales 49 18 12 7 86
comercial. La prensa tendió a dar menos importancia que en los años 1917
a 1920 a las películas nacionales; ya se creía inútil, por lo visto, prestar mayor
atención a un cine tenido por deleznable y aun risible. No pocos críticos y
comentaristas mexicanos, como tantos en todo el mundo, se dejaron sorber
el seso por el poderoso star system hollywoodense.
En los tiempos de Douglas Fairbanks, Mary Pickford, Rodolfo Valentino
o Gloria Swanson, "estrellas" elevadas a la condición de semidioses, un cine
como el mexicano parecía demostrar su virtual inexistencia por el mero hecho
de no haber fabricado ni una sola figura famosa y conocida fuera del país. Los
mexicanos Ramón Novarro, Dolores del Río, Lupe Vélez y Gilbert Roland no
habían actuado para ninguna película nacional cuando los hizo "estrellas" el
Hollywood de la época muda.
Durante los gobiernos de los generales sonorenses Alvaro Obregón
(1920-1924) y Plutarco Elias Calles (1924-1928), el cine nacional mereció
menos atención oficial que en tiempos de Venustiano Carranza. Ya no se
alentaba la realización de documentales que dieran reflejo, como en tiem¬
pos revolucionarios, de las luchas por el poder; al contrario: se tendió a
ignorar en el cine las muertes de Pancho Villa y Francisco Serrano, las
revueltas de Adolfo de la Huerta y José Gonzalo Escobar, la persecución
religiosa o la guerra contra los cristeros.
México fue uno de los primeros países que estableció relaciones
diplomáticas con la joven Unión Soviética, y ese hecho favoreció el conoci¬
miento, por exhibiciones públicas o privadas, de algunas muestras de un
nuevo e interesante cine socialista que prescindía de "estrellas" y enaltecía
a la masa proletaria. Serguéi Eisenstein y otros realizadores de películas
soviéticas ganaron el aprecio de intelectuales y artistas de la izquierda
mexicana, como los pintores muralistas Diego Rivera y David Alfaro
Siqueiros, pero esa estima no llegó a promover la realización de un cine que
no fuera el apegado a los modos comerciales impuestos sobre todo por
Hollywood. La mayoría de los intelectuales mexicanos veía el cine con
desdén: por ejemplo, el escritor y filósofo José Vasconcelos, ministro de
educación en tiempos del gobierno de Alvaro Obregón, tenía al "séptimo
arte" por un vulgar producto norteamericano sin tradición cultural. Por la
misma época, no mostraron interés por el cine nacional los escritores
mexicanos Alfonso Reyes y Martín Luis Guzmán, pese a que ambos habían
ejercido años antes la crítica cinematográfica en Madrid con el seudónimo
compartido de Fósforo. (En los años cincuenta, otro escritor, Carlos Fuentes,
haría crítica cinematográfica con el seudónimo de Fósforo II.)
| Emilio García Riera
Géneros y temas
Todo indica que Hollywood sucedió en los años veinte a los cines francés e
italiano como gran influencia en el cine mexicano. Esa influencia debió ejercerse
de igual manera en tres troncos genéricos básicos, si de cine de ficción se habla: el
melodrama de problemas afectivos, la comedia y el cine de aventuras. El afán de
emular al cine extranjero se advierte en el claro predominio de lo urbano sobre lo
rural, o sea, de lo cosmopolita sobre lo regional. Al ver los casos de los directores
Carlos Stahl, Eduardo Urriola y, sobre todo, Gustavo Sáenz de Sicilia, se hablará
de un cine con humos aristocráticos e irritados empeños de desmentir la imagen
"bárbara" de México propiciada por la revolución. Dicho de otro modo, el catrín
procuró marcar en el cine sus distancias con el sombrerudo y huarachudo.
Dominó el melodrama, con unas treinta películas de ambiente urbano y
apenas unas siete de ubicación rural. Unas doce películas de aventuras con
personajes "modernos", o sea, al modo norteamericano, superaron en número
a unas cinco pobladas de personajes rurales, rancheros o indígenas. La comedia,
género poco cultivado en la época, apenas produjo cinco muestras: tres de
ambiente urbano y dos de ambiente ranchero.
Sólo cuatro películas parecieron referirse en mayor o menor medida a la
revolución, no vista aún, naturalmente, como un hecho histórico, sino como algo
muy reciente y de cancelación dudosa. La primera de ellas, Alas abiertas (1921),
dirigida por Luis Lezama y producida por Germán Camus, era más una cinta de
aventuras de aviación que otra cosa; se basó en una novela de Alfonso Teja Zabre
para relatar, con el concurso de cadetes de la Escuela de Aviación y de actores
(Luis Ross, Carlota Santuggini, Carmen Bonifant, Enrique Cantalaúba, Luis
Márquez), im episodio de la lucha triunfante del constitucionalismo sobre irnos
zapatistas retratados como bandoleros capaces de los peores atropellos; cuenta
Gabriel Ramírez (1989, 148) que una compañía norteamericana adquirió la
película, la mutiló, la reeditó y la exhibió en los Estados Unidos, Canadá y otros
países con el título With Wings Outspread y con un elenco de nombres falsos (Fred
Terry, Walter Franldin, Madeline Cassinelli) para disimular su procedencia mexi¬
cana. En Llamas de rebelión (1922), producida por Agustín Elias Martínez y el
periodista Adolfo Quezada [Guadalajara], dirigida quizá por el mismo Quezada
(según Gabriel Ramírez, 1989, 193 y 270) e interpretada por Alfonso Labat y
Josefina López, un ranchero se enamoraba de la prima de un antiguo peón suyo
convertido por la revolución en general; al ver dificultados sus amores, el ran¬
chero se levantaba en armas, pero era amnistiado al final por el gobierno. Las
otras dos películas con referencias a la revolución fueron El coloso de mármol y Raza
de bronce; más adelante se hablará de ellas.
_Breve historia del cine mexicano/ III. 1921 a 1929 |
También fueron cuatro las escasas películas que ubicaron sus tramas en
otras épocas, con las consiguientes complicaciones de escenografía y vestuario:
La dama de las camelias, Sacrificio por amor, El cristo de oro y Conspiración. Eso
quiere decir que se vio casi interrumpida la producción de cintas hagiográ-
ficas, históricas y patrióticas. No estaban los tiempos para tales lujos.
Camus y Vollrath
Descrito por Juan Bustillo Oro (1984, 46) como "un joven terco y alucinado",
el michoacano Miguel Contreras Torres [Morelia 1899-1981], de padre hacen¬
dado, resultaría un caso insólito de tesón y perseverancia frente a una situa¬
ción tan desalentadora como la del cine mexicano en los años veinte. Logró así
prolongar su carrera hasta 1964 y ser el único director mexicano que hizo obra
continuada tanto en la época muda como en la sonora.
Contreras Torres se incorporó en 1914 al ejército carrancista, para el que
filmó seis cortos documentales. Después de producir e interpretar en 1920 la
ya mencionada El Zarco, se inició en la realización de largometrajes con El
caporal (1921), cinta que a la vez escribió y protagonizó; parece que Rafael
Bermúdez Zataraín y Juan Canals de Homs dirigieron con él lo que debió ser
una suerte de western ubicado en un lugar impreciso del norte de México.
Contreras Torres interpretaba a un joven campesino enfrentado a unos ladrones
de ganado en "luchas silenciosas y terribles al borde de los precipicios", según el
propio realizador. En 1922, Contreras Torres dirigió el corto El sueño del caporal
para dar conclusión a esa historia.
Breve historia del cine mexicano/ III. 1921 a 1929 |
película de cuatro rollos Thais, con filmaciones en Churubusco y con ella misma
como la cortesana de la antigua Alejandría cuya redención cristiana exaltó una
ópera de Massenet basada en una novela de Anatole France. Pero la extraña
carrera de Cantoni como cineasta mexicana continuaría en Guadalajara.
Cine provinciano
un ipecado (1924), codirigido por José S. Ortiz, Enigma (1925) y Vicio (1928),
película encargada por el gobierno del estado donde se hizo para combatir
el alcoholismo. Álvarez fue actor de las dos primeras de esas cintas y
alternó en El secreto de un pecado con el poblano Roberto Guzmán, que
trabajaría después en Hollywood y sería director de cine mexicano sonoro.
También en Puebla, el cómico Charles Amador [Guadalajara], burdo
imitador de Chaplin formado en Hollywood, dirigió e interpretó en 1930 la
comedia muda Terrible pesadilla, de la que se conserva copia; puede saberse
por ello que su título equivale a una autocrítica.
Hubo también un largometraje de ficción guanajuatense, Magdalena
(1922), de director desconocido; lo fotografió Manuel Dávalos y lo interpretaron
María Rodríguez, Billie Slude y Joaquín López. Otro se filmó en San Luis
Potosí: el melodrama No matarás (1924), basado en una novela de Agustín
Vera, dirigido y fotografiado por José S. Ortiz e interpretado por Adela
Sequeyro y "miembros de la mejor sociedad potosina". Antes, en 1921, el
mismo Ortiz había realizado en la región petrolera de Veracruz el documental
de largometraje, de producción tampiqueña, En la tierra del oro negro, que
contuvo vistas del incendio de los depósitos de la compañía El Águila, y en
1923, el melodrama capitalino El hijo de la loca, con argumento de Jorge de
Cossío, fotografía del propio director y un elenco encabezado por la debutante
veracruzana Adela Sequeyro y Ángel E. Álvarez. Ella interpretaba a la madre
loca de un niño papelero.
Si no se hacen nuevos descubrimientos de cine provinciano de la época,
cosa probable, la lista de largometrajes de ficción no capitalinos realizados en
los veinte se completa con los ya mencionados de Guillermo Calles y con
otros dos. Uno fue Ea verdad de la vida (1925), producido, escrito y dirigido en
Mérida por Alejandro Peniche Sierra para continuar la labor de sus predecesores
Cirerol Sansores y Martínez de Arredondo y para aprovechar la presencia en
la capital de Yucatán de Fernando Soler al frente de su compañía de teatro.
María Socorro Aguilar y el propio Peniche alternaron en el reparto con Soler,
que ya había trabajado en Hollywood; por lo visto, fue ése el primer
trabajo del notable actor para el cine de su país. En 1928, un tal Lester
Oriel Adams, dizque norteamericano y dizque director prestigioso (según
Gabriel Ramírez, su nombre era quizá un seudónimo del productor J. S.
Joffre), filmó en Hermosillo, Sonora, para una compañía de Mazatlán, El
caballero misterioso, que ningún uso debió hacer de las habilidades musicales
de su intérprete principal Adolfo Girón.
En la tierra del oro negro (1921), de José S. Ortiz, no fue el único documental de
largo metraje hecho en provincia: los directores Roca y Santos Badía filmaron en
| Emilio García Riera
Mujeres cineastas
Documentales de largometraje
Si de extranjeros se habla, quizá no merecieran ser vistos como tales los españoles
mexicanizados Germán Camus, Juan Canals de Homs, Manuel Noriega o
María Conesa. Y un caso similar pudo ser el del también español Pedro J.
Vázquez, que filmó por 1910 el corto Colón, según parece, viajó después a Cuba,
donde hizo cine y teatro, y volvió a México en 1922 para dirigir un largometraje
de ficción y de título curioso: Bolcheviquismo o Bolshevikismo.
No era obviamente una semblanza de Lenin y los suyos, sino un melo¬
drama sobre miserias humanas que no debía remediar el comunismo. (Su
Breve historia del cine mexicano/ III. 1921 a 1929
Otras películas
otros) cambiaron a última hora su razón social por la de Chapultepec Films, que
"era la que se utilizaba para películas progubernamentales". Ramírez supone
además que "había mucho material documental" en los "ocho patrióticos rollos"
que mostraban entre otras cosas el recorrido por la zona del Golfo de una
comisión del gobierno. Esa comisión "dictaminaba que había visto los campos
de exploración, perforación, explotación y exportación" y se asombraba ante "la
fantástica labor que se hacía con el petróleo, la constante perforación de nuevos
pozos y la insultante y palaciega vida de los trabajadores extranjeros en compa¬
ración con la mísera vida del trabajador mexicano".
En 1922, Rafael Trujillo produjo y es casi seguro que escribió y dirigió dos
melodramas: uno basado en una novela de la condesa de Campoblanco, Luz
de redención, con las actrices Amalia Ruanova y Raquel Ruanova, y otro de
ambiente ranchero, La puñalada, con Raquel Ruanova, Miguel Wimer y el to¬
rero Antonio Fuentes. Amor (1922), melodrama producido, escrito y dirigido
por Froylán B. Torres con los actores Sara Chacón y Juan Marquina, contaba
la historia de una "cortesana" capitalina que visitaba una hacienda y se casaba
con un ranchero pese a sus devaneos con un "pillo" que la veía bailar y coque¬
tear con otros en el cabaret Olimpia. De un melodrama más, Azares de la vida
(1926), que se exhibió un solo día en dos salas capitalinas, ni Gabriel Ramírez
ha podido averiguar quiénes lo hicieron: se ignoran su director, sus actores y
todo lo demás.
Una de las pocas comedias filmadas por el cine mexicano de los veinte fue
Yo soy tu padre, que señaló en 1927 el debut como director de Juan Bustillo Oro
[DF1904-1989]. Ante esa cinta, nadie pudo figurarse que Bustillo Oro resultaría en
las décadas siguientes el más importante, por mucho, entre todos los cineastas
mexicanos surgidos en la época muda. Hijo del administrador del teatro
Colón, Bustillo Oro creció en un medio alentador de su vocación artística. Se
aficionó al cine desde pequeño y encontró en la experiencia de Germán
Camus un poderoso incentivo, según él mismo (1984,44): "Cuando me enteré
de la existencia de los Estudios Camus, mi corazón se agitó. Vislumbré vaga¬
mente la posibilidad de que en México la hechura de películas llegara a ser
una profesión, y por primera vez me ilusionó, aunque imprecisamente, el
dedicarme a ella."
Después de terminar sus estudios de abogacía en la Universidad, Bustillo
Oro encontró en un pequeño libro del francés Maurice Leblanc, La vida
extravagante de Baltasar (Le formidable événement), el argumento para su
película, que le produjo Tufic Sayeg y le fotografió Julio Lamadrid; Bruno
Pagazza le hizo los decorados en los estudios de Abitia. Yo soy tu padre, de
ocho rollos, con los actores Agustín Carrillo de Albornoz, Graciela Ortega,
Breve historia del cine mexicano/ III. 1921 a 1929 |
Quintín Gutiérrez Kin Lemus, Alberto Michel, Carmen Torres y Celia Valdés,
fue exhibida a partir del 16 de agosto de 1927 sólo cuatro días en el cine
Imperial, y Bustillo Oro no pudo reanudar su carrera sino en la época sonora.
Mientras tanto, abrazó en 1929, junto con Antonieta Rivas Mercado, Federico
Heuer, Mauricio Magdaleno y otros, la causa de José Vasconcelos, candidato
a la presidencia vencido por Pascual Ortiz Rubio en unas elecciones tan
turbulentas como sospechosas de fraude descarado.
El propio Bustillo Oro afirma en su libro que el Tabaré de 1919 le hizo ver
en su director Luis Lezama al "primer maestro mexicano". Sin embargo,
Lezama, después de filmar para Camus Alas abiertas en 1921, no voivió a
dirigir cine de ficción sino en 1929. Realizó en ese año Los hijos del destino, me¬
lodrama de intención profiláctica producido por la Asociación Nacional de
Protección a la Infancia para hacer propaganda a los recién instaurados
exámenes prenupciales. La trama, actuada por Luis Cots, Juan José Martínez
Casado, Lidia Franco e Irma Vera, era la siguiente: de dos jóvenes amigos,
uno, el más serio, se casaba con su novia, previo examen, y todo iba bien; el
otro, un mujeriego, se reía de los exámenes y contagiaba a su mujer una
tremenda sífilis. Con ese espeluznante y ejemplar contraste se dio formalmente
por concluida en la capital la historia del cine mexicano mudo.
| Capítulo IV 1929 a 1936
> Comienzos de la época sonora:
Santa y el cine "hispano"
> Primeros ensayos sonoros de mexicanos
> Los comienzos de una industria
> Fernando de Fuentes
> Los veteranos del cine mudo
>- Sevilla, Zacarías y Urueta
> Soria y Bustillo Oro
> Otros directores mexicanos
> Extranjeros en México:
Eisenstein y su influencia
> Extranjeros en México:
Arcady Boytler y otro ruso
> De Hollywood a México y viceversa
> Extranjeros de habla castellana
> Actores y actrices
Emilio García Riera
Una nueva versión de Santa filmada a partir de noviembre de 1931 no fue en rigor
la primera película sonora mexicana, pero le dieron prestigios de inaugural y
fundadora los planes industriales y la instalación técnica que respaldaron su
realización y que corrieron a cargo de una nueva firma: la Compañía Nacional
Productora de Películas. Esa Santa fue además, muy seguramente, el primer
largometraje hecho en México con sonido directo, o sea, con una banda sonora
paralela a las imágenes en la misma tira de celuloide. Eso se debió a unos
mexicanos, los hermanos Roberto y Joselito Rodríguez, inventores en Hollywood
de un aparato de sonido dotado de excepcional ligereza. (Roberto y Joselito
Rodríguez se harían con el tiempo directores de cine, y lo mismo su hermano
menor, el entonces niño Ismael.)
Los Rodríguez no fueron los únicos que viajaron de Hollywood a México
para intervenir en la filmación de Santa. La Nacional Productora de Películas,
encabezada por el distribuidor Juan de la Cruz Alarcón, con el apoyo de
Gustavo Sáenz de Sicilia, Carlos Noriega Hope (adaptador para la cinta de la
novela de Federico Gamboa), Eduardo de la Barra, Juan B. Castelazo y José
Castellot, Jr., adquirió los estudios Chapultepec de Jesús H. Abitia, les puso
como nuevo nombre el de la propia productora y creyó necesario contratar en
Hollywood a varios elementos para asegurar la calidad industrial de lo fil¬
mado. La dirección de Santa fue encargada a Antonio Moreno [Madrid 1897-
1967], actor español de fama hollywoodense, y la fotografía al canadiense
Alex Phillips [Ontario 1900-1977], formado en el cine norteamericano; los
papeles de Santa y Marcelino fueron dados a la oaxaqueña Lupita Tovar
[Matías Romero 1911] y a Donald Reed o Ernesto Guillén [DF 1901-1973],
actores mexicanos iniciados en Hollywood.
Breve historia del cine mexicano/ IV. 1929 a 1936
con una sola película e invertir después lo ganado en negocios de menor riesgo,
como los de bienes raíces. De ahí, por ejemplo, que existieran a principios de
1934 16 firmas productoras y sólo diez, entre ellas, hicieran cine. Por lo general,
las películas no eran filmadas como partes de un plan de producción, sino
como obras únicas, de aspiraciones excepcionales. Eso ofrecía la ventaja de
una resistencia a la estandarización y, en consecuencia, de cierta frescura en
un cine más bien ingenuo y aun, muchas veces, primitivo.
La producción de 1932 a 1936 se filmó en cuatro estudios: los de la Nacional
Productora (antes Chapultepec), que serían intervenidos por el gobierno y
después llamados, desde 1938, Universidad Cinematográfica; los México-
Films de Jorge Stahl; los de la Industrial Cinematográfica (en Lomas de Cha¬
pultepec) desde 1933; los más grandes y mejor equipados de Clasa (en la cal¬
zada de Tlalpan) desde 1935, a partir de la filmación en ellos de ¡Vámonos con
Pancho Villa! Por 1933, el cine nacional empleaba de 200 a 300 trabajadores
aún no sindicalizados: la Unión de Trabajadores de los Estudios Cinemato¬
gráficos Mexicanos (Utecm) se fundó en 1934. (El más amplio Sindicato de
Trabajadores de la Industria Cinematográfica (Stic)- fue formado por Juan
Anderson en 1919, en pleno auge anarcosindicalista, con el nombre de Unión
de Empleados Confederados del Cinematógrafo.) El costo promedio de una
película era de veinte a treinta mil pesos (el dólar, que costaba 2.50 pesos en
1932, subió a 3.60 de 1933 a 1938). Un director solía ganar 1 500 pesos y las
aún no populares "estrellas" de 500 a mil pesos por película.
La experiencia todavía reciente de la revolución y, desde 1935, la orienta¬
ción izquierdista del gobierno de Lázaro Cárdenas alentaron en la mayoría de
los productores un afán característico del anterior cine mudo: el de ofrecer de
México una imagen "civilizada" y "occidental" con melodramas mundanos y
modernos. Ese tipo de cine alcanzó 40 por ciento del conjunto de la producción,
y abundaron en él -sobre todo después del gran éxito en taquilla de Madre que¬
rida (1935), de Juan Orol- las madres abnegadas y sufrientes, figuras femeninas
contrarias y complementarias, bajo un mismo signo reductor de lo femenino, de
Santa, La mujer del puerto y otras pecadoras también sufrientes.
Se hicieron 17 películas históricas, de época, varias de ellas acogidas a los
prestigios de la novela de capa y espada. Películas de bohemios y similares,
que admitían cierto relajamiento moral justificado por la inefabilidad del
"Arte", hubo unas cinco; de horror, otras tantas; de aventuras, entre ellas algunos
westerns, unas doce; comedias, muy pocas: apenas unas ocho, porque se tendía
a lo solemne y se seguía identificando al humor con lo frívolo y lo vulgar. La
revolución fue el tema principal de unas siete películas, y debe atribuirse en
parte a la fama de una cinta de Hollywood filmada en 1934 por Howard
Breve historia del cine mexicano/ IV. 1929 a 1936
Hawks y Jack Conway, ¡Viva Villa!, con Wallace Beery en el papel de Pancho
Villa, que dos de las películas mexicanas de 1935 pusieran confianza comercial en
sus títulos: ¡Vámonos con Pancho Villa! y El tesoro de Pancho Villa, aunque la primera
tuviera propósitos muy serios y la segunda muy poco que ver con la revolución.
Cintas de ambiente ranchero sólo se hicieron unas ocho, y habría que
esperar el enorme éxito de Allá en el Rancho Grande (1936) para que se entendiera lo
que después pudo parecer obvio: sería la explotación del folclor mexicano, del
color local y, sobre todo, de las canciones, lo que daría al cine mexicano su
solvencia comercial en todo el continente americano.
Se hizo en la época un número no desdeñable de películas que serían vistas
como obras clásicas del cine nacional, aunque el paso del tiempo haya sido
mucho más cruel con algunas de ellas que con productos tenidos por menores
(El baúl macabro, por ejemplo): La mujer del puerto, El compadre Mendoza, Dos
monjes, Redes, Janitzio y ¡Vámonos con Pancho Villa! 81
Fernando de Fuentes
Dos de esas películas clásicas, y Allá en el Rancho Grande además, fueron obra
de Fernando de Fuentes, sin duda el director más importante de la primera
década del cine sonoro mexicano. Nacido en Veracruz, pero educado en
Monterrey y en los Estados Unidos, De Fuentes [1894-1958] probó a la vez
solvencia en los negocios y preocupaciones literarias y artísticas. Era gerente
del cine capitalino Olimpia cuando ingresó a la producción de cine como
ayudante de Ramón Peón, asistente del director Moreno en la realización de
Santa. Por ese tiempo, De Fuentes resultó el inventor de los subtítulos en las
películas sonoras extranjeras.
Fue poco después el primer director mexicano promovido por la Nacional
Productora. En 1932 codirigió de hecho para ella Una vida por otra, cinta de
John H. Auer, y debutó formalmente como realizador con El anónimo (1932),
melodrama de ambiente moderno interpretado por Carlos Orellana y Gloria
Iturbe; parece que no quedan de esa película ni su negativo ni copia alguna.
El anónimo fue la primera de las once películas que De Fuentes dirigió
entre 1932 y 1936; sólo Ramón Peón hizo más -trece- en el mismo tiempo para
el cine mexicano. Tres de esas once cintas de De Fuentes, El prisionero trece
(1933), El compadre Mendoza (1933) y ¡Vámonos con Pancho Villa! (1935) fueron
-y siguen siendo- bastante celebradas por la crítica. Las tres tocan el tema de
la revolución, aunque esa referencia no sea sustantiva en la primera. Trata
El prisionero trece de un coronel alcohólico (Alfredo del Diestro) llevado por
circunstancias familiares y políticas a ordenar, sin saberlo, el fusilamiento de
| Emilio García Riera
La familia Dressel (1935), hecho durante una interrupción del rodaje de ¡ Vámo¬
nos con Pancho Villa! e interpretado por la michoacana Consuelo Frank [Artea-
ga 1912-1991] y Jorge Vélez [Puebla 1911-1970], exaltó el trabajo de unos ale¬
manes residentes en México, dueños de una ferretería (clara réplica de una
verdadera); en Las mujeres mandan (1936), un maduro cajero de banco provin¬
ciano (Del Diestro) enfrentaba, al enamorarse de una joven actriz (la regio-
montana Marina Tamayo), vicisitudes similares a las del héroe de El ángel azul
(1930), célebre película alemana de Josef von Sternberg.
Su siguiente película, Allá en el Rancho Grande (1936) dio, después de un
estreno flojo en la capital, no sólo un gran triunfo taquillera a De Fuentes, por
primera vez productor además de director, sino la fórmula comercial capaz de
convertir al cine mexicano en una verdadera industria. Era un melodrama
ranchero inspirado por el teatro de revista al modo de su argumentista Guz
Águila [Zacatecas 1894-1958], de historia semejante a la de la cinta muda En
la hacienda, con abundantes canciones interpretadas por el galán Tito Guízar
[Guadalajara 1907], ya popular entre el público de habla castellana de los
Estados Unidos, ubicado en un medio idílico -la hacienda porfiriana- que
parecía ignorar la revolución y la reforma agraria y salpicado de claras
indirectas contra la orientación dada por Cárdenas a su gobierno. Sin mayores
virtudes cinematográficas, pero con un reparto atractivo -Guízar, la joven y
linda jalisciense Esther Fernández [Mascota 1917], el cubano René Cardona
[La Habana 1905-1988], el compositor y cantante veracruzano Lorenzo Barce-
lata [Tlalixcoyan 1898-1943], los cómicos Carlos López Chaflán [Durango 1889-
1942] y Emma Roldán [San Luis Potosí 1893-1978]-, la película obtuvo un
fenomenal éxito en todo el continente americano. Si se hace la excepción de
Redes, caso muy especial, fue además la primera cinta mexicana que mereció
estreno en los Estados Unidos con subtítulos en inglés, para todo el público,
y no sólo para el de lengua castellana, como se solía. Ganó, por otra parte, el
primer premio internacional para el cine mexicano en el festival de Venecia de
1938, en la Italia gobernada por el fascista Mussolini: el concedido a la
fotografía de Gabriel Figueroa.
Allá en el Rancho Grande se estrenó antes que ¡Vámonos con Pancho Villa! pese
a haber sido filmada después. El contraste entre el gran éxito de la primera y
el fracaso comercial de la segunda, que provocó la quiebra de la productora
Clasa, decidió la orientación de la carrera de De Fuentes y, en gran medida,
la de todo el cine mexicano, para el que Allá en el Rancho Grande abrió sus
llamados "mercados naturales", o sea, el de toda Latinoamérica y el de la muy
numerosa población hispanohablante de los Estados Unidos. Su gran éxito
puede compararse con los ganados antes por la cinta argentina Nobleza gaucha
Emilio García Riera
menos continuidad a su labor, cosa que no les fue concedida a sus compañeros
de generación Guillermo Calles y Manuel R. Ojeda.
Después de Dios y leí/, su cinta precursora, después de filmar el mediometraje
Regeneración (1930) en los Estados Unidos y después de otros trabajos menores
cumplidos en México, Calles realizó un largometraje para la Nacional
Productora: Jesús García, el heroe de Nacozari (1933). Parece que su coargumen¬
tista y productor Gustavo Sáenz de Sicilia y otros dificultaron mucho su labor
en esa desconcertadísima película sobre un personaje de la vida real, interpre¬
tado por Ramón Pereda, que impidió con el sacrificio de su vida un desastre
ferroviario. Tampoco tuvo Calles buen éxito al realizar para Pereda, su
productor y actor principal. El vuelo de la muerte (1933), melodrama sobre la
búsqueda infructuosa de los desaparecidos aviadores españoles Barberán y
Collar. En consecuencia, Calles habría de esperar cuatro años para recibir una
nueva oportunidad.
Manuel R. Ojeda debutó en el cine sonoro con otra película de aviación.
Águilas de América (1933), interpretada por Carlos Villatoro y Mercedes Soler, y
sólo tres años después pudo hacer su segundo largometraje. Judas (1936). Cinta
producida por la firma Remex con el apoyo de Emilio Portes Gil (expresidente
de la república y presidente entonces del Partido Nacional Revolucionario, o
sea, el futuro Prm y Pri) y escrita por el diplomático Gustavo Villatoro (hermano
de Carlos), Judas quiso ser un vasto fresco sobre la lucha de los peones mexicanos,
de 1895 a 1936, con referencia principal a la revolución y a los traidores ("los
judas de siempre"). La película, que empieza con escenas en un infierno y deriva
en torpe melodrama, fue interpretada por Carlos Villatoro y Josefina Escobedo
[Aguascalientes ?-1997]. Se dijo que Cárdenas asistiría al estreno de Judas en el
cine Rex, pero el presidente tuvo el buen gusto de no hacerlo y la Remex desistió
de producir una segunda película con Ojeda (Murió por la patria, nunca filmada).
Ojeda y Calles ya no dirigirían sino unas pocas películas más, todas
insignificantes, y el segundo, en protesta por su desempleo, llegaría a hacer en
1954 una huelga de hambre en el Monumento a la Revolución.
Si Urueta prometía más de lo que dio, ocurrió lo contrario con otro director, el
michoacano o capitalino Gabriel Soria [1908-1971], La crítica Luz Alba escribió
en Ilustrado (junio de 1934) que no esperaba nada del "perfecto mequetrefe"
Soria "en vista de su incultura, de su frivolidad, de su charlatanería", pero se
declaraba a continuación agradablemente sorprendida por el primer largome¬
traje del realizador, Chucho el Roto (1934).
Soria había filmado algunos cortos -noticiarios- mudos para Excelsior,
diario que patrocinó sus estudios cinematográficos en los Estados Unidos. En
1928, al dar sonido con ayuda del fotógrafo Javier Sierra a algunos de esos
| Emilio García Riera
Debutaron entre 1933 y 1936 once directores mexicanos más; sólo tres de ellos
-Rafael E. Portas [Orizaba 1899-1975], el pintor Juan José Segura [Guadalaja-
ra 1902-?] y Rolando Aguilar [San Miguel de Allende 1903-?]- lograrían
después seguir haciendo cine. Portas realizó Bohemios (1934), melodrama
-claro- de bohemios y Suprema ley (1936), aceptable adaptación de una novela
de Federico Gamboa con Andrés Soler en el papel de un maduro empleado de
juzgado enloquecido por una joven (Gloria Morel), al modo del protagonista
de Las mujeres mandan de De Fuentes. Segura realizó una de las escasas pelícu¬
las cómicas de la época, El superloco (1936), con Leopoldo Ortín; Aguilar, los
melodramas Madres del mundo (1936) y ¡Esos hombres! o Malditos sean los hom¬
bres (1936); interpretaron el segundo, basado en una pieza de la guanajuatense
Catalina D'Erzell [Silao 1897-1950], Adriana Lamar y Arturo de Córdova.
Ninguno de los tres directores sobresalió por su obra posterior.
De los ocho directores restantes, sólo el escritor sonorense Julián S.
González hizo más de una película. Realizó dos: Tierra, amor y dolor (1934),
melodrama codirigido por Ramón Peón, actuado por Domingo Soler y
Consuelo Frank y ubicado en la Huasteca veracruzana, y una curiosa cinta
con detalles de crueldad extrema y gratuita. El rayo de Sinaloa (1935), biografía
de Heraclio Bernal (Antonio R. Frausto), bandido generoso.
En 1936, cinco meses después del estreno de su segunda película, González
falleció trágicamente. Algo parecido ocurrió con Carlos de Nájera, realizador
en 1934 de El primo Basilio, adaptación de una novela del portugués Eqa de
Queiroz que interpretaron Andrea Palma y Ramón Pereda. Nájera, literato,
autor teatral y publicista, enloqueció al tiempo de estrenar su película, en
junio de 1935, y murió poco después.
Varias películas fueron obras únicas de sus realizadores: El pulpo humano
(1933), de Jorge Bell, miembro de la famosa familia cirquera; Corazones en
derrota (1933), del poeta Rubén C. Navarro; Doña Malinche (1934), del productor José
Castellot, Jr., que utilizó como director el seudónimo de Hilario Paullada; Los
desheredados (1935), del fotógrafo centroeuropeo Guillermo Baqueriza, que
falleció antes de poder concluir su cinta, editada en definitiva por Bustillo
Oro. Mayor comentario merecen los únicos largometrajes de ficción de
Manuel G. Gómez, Rebelión (1934), y Carlos Navarro, Janitzio (1934).
Rebelión fue producida por el Departamento de Antropología de la Secretaría
de Agricultura y Fomento, que acababa de patrocinar un documental de cinco
rollos, realizado por el mismo Gómez, sobre una exposición ganadera. Al
parecer, Gómez usó para Rebelión material mudo filmado entre 1918 y 1921 por
Breve historia del cine mexicano/ IV. 1929 a 1936
No fue Fred Zinnemann el único director europeo que inició en México una
carrera prolongada después en Hollywood. El joven húngaro John H. Auer
[Budapest 1906-?] fue contratado en 1932 por la Nacional Productora para
dirigir -con la ayuda de Fernando de Fuentes- Una vida por otra, melodrama
sobre una joven, Nancy Torres [Guadalajara], obstinada en guardar silencio al
ser juzgada por un crimen del que no era culpable. Después, Auer sólo hizo
otra película mexicana para los mismos productores: Su última canción (1933),
con el médico y cantante sonorense Alfonso Ortiz Tirado [Álamos 1893-1960]
en el papel de un bohemio sufriente (réplica moderna del Pierrot de la comedia
dell'arte). Auer cumplió a continuación en Hollywood una carrera no muy
lucida como director de cintas de clase B.
Otros directores llegaron de Hollywood para incorporarse al cine
mexicano. El más conocido de ellos era David Kirkland, que había dirigido
en los años veinte películas hollywoodenses con "estrellas" famosas como
Constance Talmadge y el cowboy Fred Thomson (no Thompson). En 1929, la
Breve historia del cine mexicano/ IV. 1929 a 1936
Honrarás a tus padres (1936), era un melodrama ubicado en Cuba: Orol alternó
con Victoria Blanco y René Cardona en un papel heroico (el del teniente
Cavalcanti) al modo de los que después prodigaría pese a que su aspecto
físico -era feo, flaco y larguirucho- poco sugería la galanura.
También se dio a delirios megalómanos José Bohr [Bonn 1901-1994], naci¬
do en Alemania y crecido en la Argentina y en Chile, que sería de hecho su pa¬
tria, pero probó mayor sentido del cine que Orol al cumplir su carrera de di¬
rector en México. Antes, su presencia agradable lo hizo actor de Hollywood:
fue protagonista de Sombras de gloria (1929), una de las primeras películas
"hispanas", y como El Malo, bandido mexicano, de Rogue of the Rio Grande
(1930). Ese bandido, muy al gusto del primer cine sonoro hollywoodense, era
simpático y melodioso, pues Bohr componía canciones que él mismo interpre¬
taba al estilo del francés Maurice Chevalier. Ya en México, produjo, dirigió, es¬
cribió las canciones y encabezó el reparto, junto con Virginia Fábregas, de La
sangre manda (1933), divertido melodrama que pretendía plantear y resolver
problemas de capital y trabajo. Escribió el argumento de esa cinta otra chile¬
na, Eva Limíñana, la Duquesa Olga, coproductora de Bohr y concertista de pia¬
no. La siguiente película de ambos, dirigida y actuada por Bohr, fue ¿Quién
mató a Eva? (1934), comedia algo incomprensible, pero también disfrutable.
Después, Bohr dirigió el melodrama Tu hijo (1934), con Julio Villarreal y la ca¬
pitalina Elena D'Orgaz. En 1935, Bohr como director y Limíñana como argu¬
mentista aprovecharon la presencia en México del famoso pianista chileno
Claudio Arrau [Chillán 1903-1991], que había sido condiscípulo de la Duque¬
sa en Berlín, para hacerlo interpretar el papel de Franz Liszt en Sueño de amor,
cinta de ambiciones estéticas desmesuradas.
Las siguientes películas de Bohr, Luponini de Chicago (1935) y Marihuana
(1936), serían las mejores y más divertidas del realizador. En la primera, él
mismo fue el tal Luponini, un gángster al modo de Dillinger con fama (sólo
dicha y no confirmada por la imagen) de ser tan ágil como Tarzán, y dio pruebas
de desenfado delirante y de buen sentido de lo pintoresco. En Marihuana
(1936), hizo el primer papel y contó una historia de narcotraficantes tan
desorbitada como graciosa, pese a sus pretensiones dramáticas. Fueron sus
parejas la española Anita Blanch [Sagunto, Valencia 1910-1983] en Luponini y
Lupita Tovar en Marihuana. Además, al mismo tiempo que Marihuana, Bohr
produjo, escribió el argumento y la música, editó e interpretó, como de costumbre.
Así es la mujer (1936), anunciada como la primera comedia musical del cine
mexicano y demasiado afligida por pobrezas de producción. En Así es la mujer
y en Marihuana actuó Barry Norton [1905-1956], argentino de Hollywood.
El salvadoreño Jorge M. Dada, que hizo obra abundante en los treinta
I Emilio García Riera
Actores y actrices
Una simple comprobación numérica da idea de hasta qué punto influyó Allá
en el Rancho Grande en el desarrollo industrial del cine mexicano; si en 1936
habían sido 24 las películas nacionales producidas, en 1937 se llegó a 38 y, de
éstas, más de la mitad, unas veinte, se acogieron a la fórmula propuesta por
la cinta de De Fuentes: color local, costumbrismo y folclor.
En 1938 se llegó a más: fueron 58 las películas producidas, y otra vez unas
veinte de ellas ofrecieron el atractivo del color local. Entre esas veinte cintas de
1938 hubo una producción provinciana, lo que resultaba ya excepcional: Juan
soldado, melodrama ranchero producido en Tijuana (y en unos estudios de
Hollywood) por cinco capitalistas de esa ciudad fronteriza, realizado por el
trotamundos francés Louis Gasnier (que había dirigido lo mismo a la célebre
Pearl White en los seriáis que a Carlos Gardel en el cine "hispano") e interpretada
por Emilio Tuero, María Luisa Zea [DF 1920-1957] y el cómico Carlos Gómez
Don Chema. El mismo Don Chema, uno de los cinco productores de Juan soldado,
fue en 1939 director, argumentista e intérprete de otra película tijuanense: el
melodrama Perdón madre (1939), con Barry Norton y Estela Zarco. En los años
examinados por este capítulo, sólo se haría, al parecer, un tercer largometraje
provinciano: Aventurero del mar (1939), fulastre melodrama realizado en su Colima
natal por Carlos Véjar [1906- 1996] con Jorge Vélez y María Luisa Zea en los
papeles principales. (De esas tres películas, sólo Juan soldado fue estrenada en la
ciudad de México; Perdón madre lo fue en Los Ángles y Aventurero del mar en
Colima y Guadalajara.)
La prosperidad no tardó en ser frenada por la saturación: en 1939, la
producción mexicana bajó a 40 películas y, en 1940, a 27. Eso se reflejó en el
número de películas folclóricas: fueron sólo siete en 1939 y cinco en 1940.
Breve historia del cine mexicano/V. 1937 a 1940
unos nuevos estudios, los Azteca (fundados por Gabriel García Moreno en la
calzada de Tlalpan), que empezaron a funcionar regularmente en 1939.
Sin embargo, las distribuidoras de material norteamericano, que seguía
siendo por mucho el más exhibido en México (cerca de 80 por ciento del total
de estrenos por apenas 6.5 por ciento de cintas nacionales y 13 por ciento
-aproximado- de europeas, durante la década de los treinta), en connivencia
muchas veces con los propios exhibidores mexicanos, encontraron modos de
minimizar los efectos del decreto presidencial. La Utecm, mientras tanto,
propuso en 1940 medidas cooperativistas para aumentar la producción y
planteó la necesidad de crear un banco cinematográfico. Lo segundo sería
atendido por el siguiente gobierno, el del general Manuel Ávila Camacho, que
ganó en 1940 unas muy discutidas elecciones a su oponente el también general
Juan Andrew Almazán. Pero aun en tiempos de Cárdenas, contaban mucho
más las razones corporativistas en el apoyo al cine del país que el contenido
de las películas mexicanas. Ese contenido solía ser mucho más contrario que
favorable a las ideas avanzadas del gobierno.
Cine y política
El cine de ideas avanzadas, para llamarlo de algún modo, fue ilustrado por
muy escasos y dudosos ejemplos. El debutante Fernando A. Palacios produjo
y dirigió en 1938 Hambre, con Rafael Falcón y Adela Fierro; de esa cinta sobre
problemas de capital y trabajo se dijo que era de "tema socialista" y que el
gobierno impuso su estreno en seis salas de circuito. Sin embargo, la película
fue recomendada por el arzobispo de México, lo que no impidió su fracaso en
taquilla.
En 1939, el también debutante Juan J. Ortega, potosino de Matehuala
[1904-1996], produjo y dirigió para la Comisión Nacional de Irrigación Sendas
del destino, con Gloria Morel y el argentino Luis Aldás [Buenos Aires 1914-
1990]; era un melodrama sobre los problemas más amorosos que laborales de
dos ingenieros empleados en la construcción de la presa de La Angostura,
Sonora. La cinta fue también un fracaso, pero otras construcciones de presas
ilustrarían en el cine futuro la idea del progreso.
Se tendió también a ver como expresiones del espíritu avanzado las
exaltaciones del indigenismo, como era moda en el arte mexicano de la época.
Poco se imbuyeron de ese espíritu dos modestos melodramas de 1938: La india
bonita, del potosino Antonio Helú [1900-1972], y Rosa de Xochimilco, de Carlos
Véjar. Sí se imbuyeron, de seguro, dos empresas ambiciosas prestigiadas
además, en ambos casos, por la música de fondo de Silvestre Revueltas. La
_Breve historia del cine mexicano/V. 1937 a 1940 |
primera, El indio (1938), fue auspiciada, según se dijo, por el gobierno, basada
en una novela de Gregorio López y Fuentes, premio nacional de literatura en
1935, y realizada por el periodista oaxaqueño Armando Vargas de la Maza
[1897-1941], que había sido en 1935 codirector y argumentista de Sor Juana Inés
de la Cruz y que no haría ninguna película más. El indio del título, interpretado
por Pedro Armendáriz, era un rebelde que enfrentaba en un ingenio del estado
de Puebla (Pahuatlán) a unos explotadores de tiempos porfirianos encabeza¬
dos por un patrón español (Eduardo Vivas); en el prólogo de la cinta, se decla¬
raba a los indígenas redimidos por la revolución.
La segunda cinta de indigenismo prestigioso fue La noche de los mayas
(1939) producida por Francisco de P. Cabrera, dirigida por Chano Urueta,
escrita por el poeta yuca teco Antonio Médiz Bolio [Mérida 1884- 1957],
fotografiada por Gabriel Figueroa, interpretada por Arturo de Córdova, Stella
Inda e Isabela Corona y filmada parcialmente en Yucatán. Hubo quienes
vieron un nuevo clásico del cine mexicano en lo que no era sino un melodra¬
ma inspirado por las aventuras "exóticas" hollywoodenses, con todo y la bella
indígena (Inda) enamorada del "hombre blanco" con salacot (Luis Aldás) y
provocadora por ello de las iras de la naturaleza. Para mayor artificio, los
indígenas hablaban en la película un castellano construido conforme a las
reglas gramaticales del idioma maya.
Con más abundancia y menos disimulo se manifestaron las ideas conserva¬
doras, tan implicadas en el género ranchero por la conversión de las haciendas
en arcadias idílicas. El cultivo del costumbrismo tendió en los finales de la
década a hacer la sátira -en microcosmos municipales, por lo general- de la
vida política mexicana, con énfasis en el tema de la imposición de poderes. En
La honradez es un estorbo (1937), comedia melodramática y urbana, Bustillo Oro
puso a su protagonista (Leopoldo Ortín) al frente de un partido "de oposición"
compuesto por ancianos. En Mi candidato (1937, Chano Urueta), un joven
platero (Pedro Armendáriz) de Taxco enfrentaba con un nuevo partido de
trabajadores al cacique (Domingo Soler) del lugar; es posible que la película
se quisiera de izquierda, pero más pareció lo contrario.
Hubo también algo de ambigüedad y ambivalencia en El rosario de
Amozoc (1938), divertida y abigarrada comedia costumbrista de José Bohr
con Lupita Tovar y Emilio Tuero, y quizá más en El señor alcalde (1938),
película dirigida por el debutante, antes fotógrafo, Gilberto Martínez
Solares [DF 1906-1997], basada en un cuento del potosino Jorge Ferretis
[Río Verde 1902-1961] e interpretada por Domingo Soler y Andrea Palma.
Pero Fernando de Fuentes no dejó dudas en El jefe máximo (1940): adaptó al
medio mexicano una pieza del español Carlos Arniches (inspirado a su vez
| Emilio García Riera
por El inspector, del ruso Gogol) para fustigar a un cacique pueblerino, dictato¬
rial, corrupto y llamado con lujo de obviedad Máximo Terroba (Leopoldo
Ortín); el título de la cinta era una clara alusión a Plutarco Elias Calles, el “jefe
máximo" -así le decían- que impuso presidentes sumisos a su voluntad.
Se hicieron además varias películas de tema o espíritu religioso en previ¬
sión de cambios políticos favorables a los creyentes. Otro director debutante,
Fernando Méndez [Zamora 1908-1966], exaltó a la Virgen de Guadalupe en el
mediometraje La Reina de México (1939). Sólo en 1940, año de la elección
presidencial, el español Francisco Elias dirigió El milagro de Cristo, Joselito
Rodríguez [DF 1907-1985] debutó como director de cine mexicano con El
secreto del sacerdote, que trataba del secreto de confesión, y De Fuentes abordó
ese mismo tema en Creo en Dios.
Sin embargo, los mayores logros del cine de espíritu conservador, los mejor
acogidos por el público, fueron los que dieron aliento a la nostalgia porfiriana.
Se inventó para ello una belle époque mexicana con felices personajes de clases
media y alta cobijados por el paternalismo de Porfirio Díaz. El iniciador de ese
cine fue Raphael J. Sevilla, director en 1938 del melodrama nostálgico Perjura,
con Jorge Negrete y Marina Tamayo. Después de debutar como director en 1938
con Su adorable majadero, comedia evocadora de las luchas universitarias de los
años veinte, escrita y actuada por Tomás Perrín [DF 1924-1985], Alberto Gout
[DF 1907-1966] se dio en 1939 a evocar el porfirismo benévolo en el melodrama
Café Concordia, con Raquel Rojas, vienesa bailarina de flamenco, y el mismo
Perrín. Pero el buen éxito en taquilla de Perjura y de Café Concordia fue muy
superado por el de En tiempos de don Porfirio (1939), de Juan Bustillo Oro.
Más animado por la nostalgia que por sus ideas políticas, Bustillo Oro
contó en esa comedia romántica las vicisitudes de unos personajes porfirianos
bien intepretados por Fernando Soler, Emilio Tuero, Marina Tamayo y Joaquín
Pardavé y logró que una gran masa de espectadores pagara a lo largo de tres
semanas los dos pesos -cantidad inusitada para la época- que costaba la
entrada en la sala de estreno de una cinta muy larga: su duración también
inusitada (160 minutos) se justificó por el enorme triunfo que acababa de
obtener Lo que el viento se llevó, la famosa película hollywoodense de casi cua¬
tro horas. Otras cintas mexicanas de la época también se acogieron a la breve
moda de la larga duración, que ni a moda llegó en el propio Hollywood.
El cine cómico
Con el gran éxito de Cantinflas en Ahí está el detalle culminó un proceso por el
que los actores cómicos, antes relegados por lo general a papeles secundarios,
alcanzaron en los años 1937 a 1940 la condición protagónica.
El propio Cantinflas había encabezado, junto con el también cómico Manuel
Medel, los repartos de dos películas dirigidas en 1937 por Arcady Boytler,
| Emilio García Riera
Historia y literatura
pintor Adolfo Best Maugard. La cinta, hecha con medios precarios, ofrecía una
visión realista, descamada e impresionante de los cabaretuchos capitalinos
donde fue filmada en parte; contaba la historia de una prostituta (Stella Inda)
explotada por im "padrote". Intervino la censura y la cinta no pudo ser estrenada
sino en 1943.
También hubo detalles escabrosos, o vistos como tales, en un melodrama
de Fernando de Fuentes, La casa del ogro (1938), con Fernando Soler, Arturo de
Córdova y la novata Gloria Marín [DF 1916-1983] a la cabeza de un extenso
reparto. Se contaban en la cinta las historias entrecruzadas de los inquilinos
de una casa de vecindad capitalina y la del propietario, un avaro y despótico
español (Soler). Otra vecindad muy poblada fue la de Juntos pero no revueltos
(1938), melodrama de Fernando A. Rivero; en ella, dos capitalinos desprejui¬
ciados -Jorge Negrete y Rafael Falcón- protegían y cortejaban a una joven
provinciana deshonrada (Susana Guízar). También aludieron al relajamiento
moral supuesto en la vida urbana el melodrama ferrocarrilero La bestia negra
(1938, Gabriel Soria), con Fernando Soler, la argentina Mary López y Arturo
de Córdova, y Carne de cabaret (1939), del debutante Alfonso Patiño Gómez
[DF 1910-1977], con la colombiana Sofía Álvarez [1913-1985], pese a ser la
segunda menos "fuerte" de lo que su título hacía suponer. Tanto en La casa del
ogro como en La bestia negra se hizo apreciable la influencia del novelista
francés Zola (Pot-bouille y La béte humaine).
Una de las mejores cintas del género urbano fue el melodrama de bajos
fondos Mientras México duerme (1939), tercer largometraje de Alejandro Galindo,
que hizo su aprendizaje en Hollywood -al lado, entre otros, del director
Gregory La Cava- y asimiló las mejores virtudes del cine norteamericano: las
de una técnica ágil y eficaz. Debutó en 1937 con Almas rebeldes, estimable cinta
de aventuras revolucionarias interpretada por su productor Raúl de Anda [DF
1908-1997] y filmada en gran parte al aire libre, como un western. Después de
Refugiados en Madrid, Galindo escribió y dirigió Mientras México duerme a partir
de un hecho de sangre verdadero, como verdaderos eran varios escenarios
capitalinos donde parte de la película fue filmada. Arturo de Córdova inter¬
pretó en ella el papel principal, el del jefe de una banda de traficantes de dro¬
gas redimido al final por el amor de una mujer (Gloria Morel).
Los actores
La época de oro
Suele hablarse de una época de oro del cine mexicano con más nostalgia que
precisión cronológica. Si esa época existió, fue la de los años de la segunda
guerra mundial: 1941 a 1945.
Nada tuvo eso de casual. De los tres países de lengua castellana con
industria de cine, sólo México fue aliado de los Estados Unidos en la guerra
contra el Eje (Alemania, Italia y Japón); España y la Argentina, los otros dos,
se mantuvieron neutrales, y aun, en el caso español, era notoria la avenencia
entre el dictador Franco y sus colegas el alemán Hitler y el italiano Mussolini.
Así las cosas, los Estados Unidos dieron por conveniente la ayuda al cine
mexicano; en caso necesario, la difusión de ese cine entre los países hispano¬
hablantes del continente podía favorecer a la causa de los Aliados en términos
de propaganda y movilización (debe recordarse que aún no existía la televi¬
sión como medio de difusión masiva).
Unos arreglos con la Oficina Coordinadora de Relaciones Internacionales
de Washington, dirigida por Nelson Rockefeller, previeron en 1943 la ayuda
norteamericana al cine mexicano en tres renglones básicos: refacción de
maquinaria para los estudios; refacción económica a los productores de cine;
asesoramiento por instructores de Hollywood a los trabajadores de los estu¬
dios. Otro problema que debió considerarse fue el de la materia prima. Aun
la producción norteamericana de cine resultó afectada por la escasez de
película virgen, dada la prioridad bélica del empleo de la celulosa en los
explosivos; sin embargo, pese a la escasez, el cine mexicano gozó de una cier¬
ta preferencia y pudo por ello librarse de una falta de celuloide como la que
mucho afectó al cine argentino. Esa ventaja mexicana se refleja claramente en
el número de películas hechas por ambos cines durante esos años:
Breve historia del cine mexicano/ VI. 1941 a 1945
México 38 47 71 74 82
Argentina 47 56 36 24 23
(Varias precisiones: las cintas mexicanas son las producidas y las argentinas las
estrenadas cada año en sus países respectivos; uno de los largometrajes mexica¬
nos producidos en 1943 fue el único serial nacional -en doce episodios- de la
época sonora: Las calaveras del terror, western dirigido por Fernando Méndez, con
Pedro Armendáriz: se incluye entre las películas mexicanas de 1943 el largome¬
traje jalisciense El secreto del testamento, dirigido por el mexiquense Antonio
Garay Gudiño, pese a que ese nuevo caso de cine provinciano -único en esos
años- quedó mudo y enlatado.)
Algunas firmas hollywoodenses se cobraron a su modo la ayuda de su
país al cine mexicano. En 1944, la Metro Goldwyn Mayer estrenó en México
algunas de sus películas dobladas al castellano, como Gaslight (La luz c¡ue
agoniza), de George Cukor, pero las autoridades mexicanas no tardaron en
prohibir la tan odiosa práctica del doblaje, que atentaba contra las ventajas del
cine nacional en los mercados de habla castellana y deformaba los productos
en otras lenguas. La Rko tuvo más suerte: participó con 50 por ciento en la
construcción en 1945 de los estudios Churubusco (Tlalpan y Río Churubusco),
los más grandes de América Latina, y coproducir y distribuir la primera pelí¬
cula filmada en esos estudios, La perla (1945). (Otro 50 por ciento en la
construcción de los Churubusco lo aportó Emilio Azcárraga, magnate de la
radio mexicana.)
La situación de guerra también fue benéfica para el cine nacional porque
se tradujo en una disminución de la competencia extranjera, como deja ver el
siguiente cuadro de películas estrenadas en México durante la época.
eran de propaganda bélica y, por lo tanto, poco interesantes para una gran
cantidad de espectadores latinoamericanos.
El auge del cine mexicano favoreció el surgimiento de una nueva e
interesante generación de directores; entre ellos, Emilio Fernández, el Indio,
alcanzaría una fama mundial nunca ganada por ninguno de sus colegas
nacionales. A ojos del gran público fue más llamativa la afirmación en la
época de un auténtico cuadro de "estrellas" del cine mexicano: Cantinflas,
Jorge Negrete, María Félix, Arturo de Córdova, Dolores del Río y Pedro
Armendáriz serían las figuras principales de un star system sin precedentes
en la historia del cine de lengua castellana. Los altos sueldos pagados a los
directores (Julio Bracho, el más cotizado en la época, llegó a cobrar 70 mil
pesos -más de 14 mil dólares- por película) y, sobre todo, a los actores (en
1945, María Félix recibía 166 mil pesos -cerca de 35 mil dólares- por película),
explicaron entre otras cosas que el costo promedio de la película mexicana se
elevara muchísimo durante el periodo. Mientras la moneda mexicana mante¬
nía su tipo de cambio de 4.85 pesos por dólar, esos costos promedio fueron los
siguientes: en 1941, 156 mil; en 1942, 278 mil; en 1943, 350 mil; en 1944, 580
mil; en 1945, 648 mil pesos.
Aun ocurrió que cuatro cintas mexicanas fueron filmadas en colores, pese
al alto costo representado en la época por ese lujo: Así se cjuiere en Jalisco (1942),
melodrama ranchero de Fernando de Fuentes con Jorge Negrete y María
Elena Marqués, Las aventuras de Cucuruchito y Pinocho (1942), cinta infantil de
Carlos Véjar, con la niña Alicia Rodríguez, La china poblana (1943), de Femando
A. Palacios, con María Félix, y Fantasía ranchera (1943), comedia folclórica de
Juan José Segura, con Ricardo Montalbán y Manolita Saval.
Para 1945, ya trabajaban en la producción de cine mexicano unas cuatro
mil personas: 2 500 actores y extras, 1 100 técnicos y manuales, 140 autores y
adaptadores, 146 músicos y filarmónicos y 60 directores, afiliados todos a
secciones del Stic. Este sindicato agrupaba además a los trabajadores de la
distribución y la exhibición cinematográficas. Malos manejos de algunos
dirigentes y la necesidad de asegurar ventajas y privilegios provocaron en
1945 un movimiento de los trabajadores de la producción, encabezados por
los famosos Cantineas y Negrete y el también célebre fotógrafo Gabriel
Figueroa, entre otros, que culminó después de conflictos e incidentes con su
separación del sindicato y con la formación de uno nuevo, el Sindicato de
Trabajadores de la Producción Cinematográfica de la República Mexicana
(Stpc de la RM), afiliado, como el propio Stic, a la Confederación de Trabaja¬
dores Mexicanos (Ctm). Un laudo del presidente Ávila Camacho, fechado el
3 de septiembre de 1945, concedió al Stic la elaboración de noticiarios, la
Breve historia del cine mexicano/ VI. 1941 a 1945
El interés del gobierno por el cine, que llegó a ser en ese tiempo la sexta
industria del país (sólo abajo de la laminación, el ensamble de automóviles,
el acero, la cerveza y los acabados cié algodón), promovió varias medidas:
en 1941, fue ratificado el acuerdo cardenista que hacía obligatoria la exhibi¬
ción de cintas nacionales en todas las salas del país; el 14 de abril de 1942 fue
creado el Banco Cinematográfico, SA, por iniciativa del Banco de México y
con el respaldo moral del presidente.
El banco, que no era aún institución nacional (lo sería en 1947), y que
sustituyó a la Financiera de Películas, SA, filial del Banco de México, suponía
una experiencia única en el mundo: ningún cine de ningún país había contado
-ni contaría, aparte del mexicano- con un banco como fuente crediticia
exclusiva. El primer gerente de la institución, Carlos Carriedo Galván,
explicó a la revista México Cinema (febrero de 1943) que el banco se había
creado para dar respaldo a los "capitalistas que consideran al cine como
una actividad" y, que no fueran, caso frecuente en México, "hombres ricos
a los que tentaba una aventura sugestiva". Gracias al banco, el cine nacional
ya no tendría que financiarse por fuerza, como era costumbre, con anticipos
por distribución (la "venta previa de territorios" que exponía a la ganancia
nula y al fraude).
Se fundaron en 1941 varias firmas productoras capaces de competir
con Grovas en la realización continuada de cine: la Filmex de Simón
Wishnack y Gregorio Walerstein [DF 1913], la Films Mundiales a cargo de
Agustín Fink, la Posa Films de Cantinflas y socios, y la Rodríguez Herma¬
nos, que obtuvieron grandes triunfos en taquilla con sus películas respec¬
tivas El conde Montecristo, ¡Ay, c¡ué tiempos, señor don Simón!, El gendarme
desconocido y ¡Ay, Jalisco, no te rajes! En el mismo 1941, la asociación de Bus-
tillo Oro con Grovas produjo otro "taquillazo": Cuando los hijos se van.
En 1942, el Banco Cinematográfico creó la Grovas, SA, que debía realizar
un mínimo de veinte películas anuales supervisadas por los asociados
con Grovas en la firma: Bustillo Oro, Contreras Torres, Fernando de Fuentes,
Mauricio de la Serna, Vicente Saisó Piquer, Miguel Zacarías y, después,
Raphael J. Sevilla. La Grovas, SA, con un capital entonces enorme de un
millón de pesos (más de 200 mil dólares) fue anunciada como la más pode¬
rosa empresa de cine de América Latina. En 1943, la revivida Clasa Films,
| Emilio García Riera
encabezada por Salvador Elizondo, absorbió la Grovas, SA. Sin embargo, Jesús
Grovas siguió trabajando por su cuenta en sociedad con Juan Bustillo Oro,
Fernando De Fuentes y Miguel Zacarías y con Jorge Negrete como su actor
exclusivo. Agustín Fink murió en 1944 y su Films Mundiales, productora de
las primeras películas de Julio Bracho y de las primeras de Emilio Fernández
con Dolores del Río, fue absorbida también por la Clasa, que pasó a llamarse
en 1945 Clasa Films Mundiales. Otro productor importante de la época fue
Raúl de Anda; aparte de sus acostumbradas películas folclóricas y de aven¬
turas, al modo de El Charro Negro, De Anda produjo un cine con aspiraciones
de mayor calidad; por ejemplo, Campeón sin corona, dirigida en 1945 por
Alejandro Galindo.
Géneros
1931 1937
a 1936 a 1940 1941 1942 1943 1944 1945
Dramas (% 91 75 54 64 72 72 66
Comedias (%) 9 25 46 36 28 28 34
1931 1937
a 1936 a 1940 1941 1942 1943 1944 1945
Urbanas(%) 78 57 76 68 68 69 71
Rurales (%) 22 43 24 32 32 31 29
1931 1937
O
Películas (%) a 1936 ¿ 1941 1942 1943 1944 1945
De época 27 16 22 30 47 32 26
De ambiente extranjero 6 4 11 9 25 15 21
Extranjeras 1 7 23 20 25 125
Mexicanas 112 3 2
con María Félix, Emilio Tuero y Lilia Michel); de Albert D'Ennery, Las
dos huérfanas (1944, de José Benavides, Jr., con Susana Guízar y María
Elena Marqués).
Españoles: de Pedro Antonio de Alarcón, El niño de la bola (Historia de un
gran amor, 1943, de Julio Bracho, con Jorge Negrete y Gloria Marín), El final de
Norma (La hija del cielo, 1943, de Juan J. Ortega, con Susana Guízar y Tomás
Perrín), El sombrero de tres picos (1943, de Juan Bustillo Oro, con Joaquín Par¬
da vé y Sofía Álvarez) y El capitán Veneno (El capitán Malacara, 1944, de Carlos
Orellana, con Pedro Armendáriz); de Benito Pérez Galdós, El abuelo (Adulterio,
1943, de José Díaz Morales, con Rosario Granados, Hilda Kruger y Julio Villa-
rreal); de Vicente Blasco Ibáñez, La barraca (1944, del debutante Roberto Ga-
valdón, con Domingo Soler); de Juan Valera, Pepita Jiménez (1945, de Emilio
Fernández, con Rosita Díaz Gimeno, Fortunio Bonanova y Ricardo Montal-
bán); de Lope de Vega, La viuda valenciana (La viuda celosa, 1945, de Fernando
Cortés, con Amanda Ledesma y Luis Aldás).
Británicos: de William Shakespeare, Romeo y Julieta (1943, parodia de Mi¬
guel M. Delgado, con Cantinflas y María Elena Marqués); de Oscar Wilde, El
abanico de Lady Windermere (1943, de Juan J. Ortega, con Susana Guízar y Ani-
ta Blanch).
Italianos: de Emilio Salgari, El corsario negro (1944, de Chano Urueta, con
Pedro Armendáriz y June Marlowe); de Gabriele D'Annunzio, La Gioconda
(Amar es vivir, 1945, de Juan J. Ortega, con Rafael Baledón y Malú Gatica).
Del venezolano Rómulo Gallegos, Doña Bárbara (1943, de Fernando de
Fuentes, con María Félix), La trepadora (1944, de Gilberto Martínez Solares, con
María Elena Marqués y Roberto Silva), Canaima (1945, de Juan Bustillo Oro,
con Jorge Negrete, Gloria Marín y Rosario Granados) y Cantaclaro (1945, de Ju¬
lio Bracho, con Antonio Badú y Esther Fernández).
Del ruso León Tolstoi, Resurrección (1943, de Gilberto Martínez Solares,
con Emilio Tuero y Lupita Tovar).
Del alemán Hermann Sudermann, El camino de los gatos (1943, de Chano
Urueta, con Emilio Tuero y Carmen Montejo) y El deseo (1945, de Urueta, con
Tuero y Josefina Romagnoli).
Del austriaco Stefan Zweig, Amok (1944, del debutante Antonio Momplet,
con María Félix y Julián Soler).
Del norteamericano Jack London, El mexicano (1944, de Agustín P.
Delgado, con David Silva y Lupita Gallardo).
Del argentino Hugo Wast, Flor de durazno (1945, de Miguel Zacarías, con
Esther Fernández, Fernando Soler y David Silva).
Del chileno Genaro Prieto, El socio (1945, de Roberto Gavaldón, con Hugo
Breve historia del cine mexicano/ VI. 1941 a 1945
Entre los novelistas adaptados por el cine mexicano de la época, merece espe¬
cial atención el venezolano Rómulo Gallegos [Caracas 1884-1969], que sería
elegido presidente de su país en 1947 y derrocado por un golpe militar en
1948. Además de intervenir con opiniones y sugerencias en las cuatro cintas
basadas en su obra, Gallegos escribió un argumento original para el cine me¬
xicano: el de La señora de enfrente (1945), melodrama provinciano de Gilberto
Martínez Solares con Sara García, Carmen Montejo y Rafael Baledón.
Esa contribución de Rómulo Gallegos al cine mexicano pareció servir a
un panamericanismo promovido por la situación de guerra, como lo servía
el cine mexicano al hacer suyos los problemas de otro país latinoameri¬
cano, Venezuela, tal como eran expuestos por el novelista. En 1941, Miguel
Contreras Torres, asociado entonces con Grovas, produjo, dirigió y escribió
| Emilio García Riera
nes incidentales, como la que haría del mismo escuadrón 201, años después,
Emilio Fernández en Salón México (1948).
Las referencias a lo norteamericano en el cine nacional no fueron más
benévolas que de costumbre. En Tribunal de justicia (1943), cinta bien urdida
por Alejandro Galindo, se reconstruyó -con nombres ficticios- el proceso
contra los presuntos asesinos del hijo del aviador Lindbergh; José Cibrián,
Raquel Rojas y los demás actores de las películas hicieron en consecuencia
papeles poco exaltantes de norteamericanos. No se podía tomar en serio la
pretendida ubicación en Chicago de Los misterios del hampa (1944), cumbre del
humor involuntario de Juan Orol con él mismo como un gángster y María
Antonieta Pons como su pareja: Chicago era ilustrado, por ejemplo, con
imágenes del Monumento a la Revolución en la ciudad de México. En ¡Como
México no hay dos! (1944), exaltación folclorista de Carlos Orellana, con Tito
Guízar, lo "pocho" o norteamericanizante era ridiculizado, cosa frecuente en
el cine mexicano de la época.
Películas históricas
El triunfo en taquilla del melodrama ranchero ¡Ay, Jalisco, no te rajes! (1941, Jo-
selito Rodríguez) afirmó la fama de Jorge Negrete, que fue acompañado en la
cinta -como en otras posteriores- por Gloria Marín, su pareja de la vida real.
Negrete se convirtió así en la primera figura de un género apoyado casi siem¬
pre en las habilidades cantantes de sus protagonistas varones. Manuel Espe¬
rón [DF 1911] y el tamaulipeco Ernesto Cortázar [1897-1953], autores de las
canciones de ¡Ay, Jalisco, no te rajes!, compondrían las interpretadas por Negre¬
te en otras películas, entre ellas las comedias de éxito producidas por Grovas:
Cuando quiere un mexicano (1944, Bustillo Oro) con Amanda Ledesma, Me he de
comer esa tuna (1944, Miguel Zacarías) con María Elena Marqués, Hasta que per¬
dió Jalisco (1945, Fernando de Fuentes) con Gloria Marín, No hasta ser charro
(1945, Bustillo Oro) con Lilia Michel. En ese tipo de cintas solía acompañar las
canciones de Negrete el Trío Calaveras y era escudero del galán el cómico Ar¬
mando Soto la Marina El Chicote [Durango 1909-1983].
La fama de Tito Guízar iba en descenso, y aún no podían competir con la
de Negrete la de los jóvenes Pedro Infante y Luis Aguilar, también cantantes.
El sinaloense Infante [Guamúchil 1917-1957] hizo en El Ametralladora (1943) el
mismo papel de Negrete en ¡Ay, Jalisco, no te rajes!: era un pistolero inspirado
por El Remington, personaje de la vida real. El Ametralladora fue la única pelí¬
cula dirigida por el jalisciense Aurelio Robles Castillo, argumentista antes de
¡Ay, Jalisco, no te rajes! El sonorense Luis Aguilar [TIermosillo 1918-1997], des¬
cubrimiento del productor Raúl de Anda, interpretó a partir de Sota, caballo y
rey (1943, Roberto O'Quigley) varias comedias rancheras de algún éxito. Jesu-
sita en Chihuahua (1942, René Cardona), propuso a Susana Guízar (Infante era
su pareja) en un papel de machorra, personaje con futuro en el género.
El melodrama familiar, con sus madres y padres abnegados y sus hijos
conflictivos, encontró su ejemplo clave en la cinta de Bustillo Oro Cuando los
hijos se van (1941), con Fernando Soler, Sara García, Emilio Tuero, Marina
Tamayo y Joaquín Pardavé. Otros melodramas se inspiraron en radionovelas
enredadas, como Ave sin nido o Anita de Montemar (1943, Chano Urueta), con
Isabela Corona y Blanca de Castejón, o en "los peligros de la vida moderna",
como Divorciadas (1943, Alejandro Galindo), con Blanca de Castejón y René
Breve historia del cine mexicano/ VI. 1941 a 1945
Cardona. Una anciana prematura, Sara García, y una niña de infancia prolon¬
gada, Evita Muñoz [DF 1936], perpetuaron la vocación maternalista del melo¬
drama en cintas como La abuelita (1942, Raphael J. Sevilla) con la primera o La
pequeña madrecita (1943, Joselito Rodríguez) con la segunda.
En el cine cómico, Cantinflas ejerció una primacía aún mayor que la de Ne-
grete en el ranchero. En Ni sangre ni arena (1941), buena parodia taurina, el di¬
rector Alejandro Galindo intentó sujetar al cómico a su idea de un cine diná¬
mico, y aun lo hizo correr y lo retrató en planos alejados. Insatisfecho con eso,
Cantinflas, ya coproductor de sus cintas, hizo del debutante Miguel M. Delga¬
do [DF 1905-1994] su director exclusivo y sumiso. La primera película de am¬
bos, El gendarme desconocido (1941), resultó bastante divertida y obtuvo un
enorme éxito en taquilla. Las siguientes, Los tres mosqueteros (1942), El circo
(1942), Romeo y Julieta (1943), Gran Hotel (1944) y Un día con el diablo (1945), fue¬
ron también muy taquilleras, pero empezaron a acusar las limitaciones de un
actor ensoberbecido y proclive a la rutina.
Dos cómicos sobresalieron en el teatro frívolo de la época: Jesús Martínez
Palillo [Guadalajara 1913-1994], famoso por sus andanadas de crítica política,
y el capitalino Germán Valdés Tin Tan [DF 1915-1973], importador del perso¬
naje de pachuco, o sea, del mexicano norteamericanizado y en uso de un len¬
guaje y un vestuario denotadores de tal condición. Palillo no tuvo fortuna en
el cine; Lo que el viento trajo (1941, José Benavides, Jr.) y Palillo Vargas Heredia
(1943, Carlos Véjar) fueron los primeros y poco relevantes títulos de su esca¬
sa filmografía. Tin Tan debutó con una breve aparición en Hotel de verano
(1943) e hizo en El hijo desobediente (1945, Humberto Gómez Landero) su pri¬
mer papel principal, que algo dejó advertir de sus excelentes dotes cómicas.
Otro cómico, Manuel Medel, se lució en el papel principal -un filosófico
vago pueblerino- de La vida inútil de Pito Pérez (1943), una aceptable versión
de la novela costumbrista del michoacano José Rubén Romero y, quizá, la me¬
jor película de su director, Miguel Contreras Torres. Este produjo en 1945 otras
dos películas con Medel, El hijo de nadie, dirigida también por Contreras To¬
rres, y Loco y vagabundo, dirigida por Carlos Orellana, pero no pudo repetir el
éxito de Pito Pérez.
Joaquín Pardavé se inició como director con El baisano Jalil (1942),
comedia donde él mismo interpretó al protagonista, un abonero libanés en
México. En el mismo registro, dirigió e interpretó el papel principal -un
abarrotero español- en Los hijos de don Venancio (1944) y Los nietos de don
Venancio (1945); uno de los hijos del buen gachupín interpretado por Pardavé
fue el futbolista Horacio Casarín [DF 1919], En El barchante Neguib (1945),
cinta dirigida también por él, Pardavé volvió a hacer de libanés. Toda esa
Emilio García Riera
Corona y la cantante Elvira Ríos [DF 1913-1987], Nosotros (1943), curioso melo¬
drama desprejuiciado de Fernando A. Rivero con Ricardo Montalbán y Emilia
Guiú, La casa de ¡a Zorra (1945, Juan J. Ortega) con Virginia Fábregas y Ricardo
Montalbán, Palabras de mujer (1945, Díaz Morales) con Ramón Armengod y
Virginia Serret, La reina del trópico (1945, Raúl de Anda) con María Antonieta
Pons y Fuis Aguilar, Pervertida (1945, José Díaz Morales) con Emilia Guiú y
Ramón Armengod. En el cuadro de un cine de mayor aliento, el prostíbulo y el
cabaret fueron los ámbitos de una nueva Santa (1943), de Distinto amanecer
(1943), de Nana (1943) y de Las abandonadas (1944), cintas de las que se habla en
otras partes de este texto.
Ea omnipotencia del mal tuvo su mejor expresión femenina en una nueva
actriz, la bella sonorense María Félix [Álamos 1914]. Un cuarto de siglo después
de haber tratado de fabricar sus propias divas al itálico modo, el cine mexi¬
cano encontró al fin en ella a la mujer fatal más famosa del cine hablado en
español. María Félix debutó como pareja de Jorge Negrete en El peñón de
las Animas (1942), cinta de buen éxito; el director Miguel Zacarías procuró en
ella una elegancia aristocrática al tratar de venganzas familiares y amores
difíciles entre hacendados de Jalisco. Después, la actriz lució por única vez
en traje de baño para María Eugenia (1942), pésimo melodrama que supuso
la única experiencia en la dirección del después censor veracruzano Felipe
Gregorio Castillo [Huayacocotla 1899-?]. Su siguiente película, Doña Bárbara
(1943), de De Fuentes, dio a la aún inexperta María Félix el primero de sus
papeles "fuertes": el de una poderosa tirana del llano venezolano imaginada
por el novelista Gallegos; alternaron con ella Julián Soler (Santos Fuzardo),
María Elena Marqués (Marisela) y Andrés Soler (Barquero), buen actor fijado
en papeles de cínico o decadente.
Después de que María Félix interpretó en La china poblana (1943,
Fernando A. Palacios) a un personaje legendario del siglo xvi, una princesa
china traída a México por sus raptores piratas, De Fuentes dio a la actriz en La
mujer sin alma (1943) su papel más convincente: el de una ambiciosa e inescru¬
pulosa explotadora del deseo masculino. En La monja alférez (1944, Gómez
Muriel), cinta de capa y espada con acción en el siglo xil, María Félix inauguró
con su papel de falso varón otro aspecto de su personaje: el de la machorra.
Hizo después una doble mujer fatal -rubia y morena- para la presuntuosa y
cosmopolita Amok (1944), primera película mexicana del español Antonio
Momplet [Cádiz 1899-1974], de italiana del siglo xm en El monje blanco (1945),
artificiosa cinta de Julio Bracho (la fidelidad a ia pieza teatral adaptada, del
español Eduardo Marquina, la obligó a hablar en verso) y encarnó de nuevo
a la fatalidad en Vértigo (1945), melodrama de Momplet, con Emilio Tuero y Filia
| Emilio García Riera
Michel, ubicado en el México del siglo xix. Todas las películas de 1944 y 1945
con María Félix fueron producidas por la Clasa.
Los 41 directores debutantes en el periodo fueron más que sus alternantes vete¬
ranos: sólo 35 lograron continuar carreras iniciadas en años anteriores. Quien
más películas dirigió entre 1941 y 1945 fue un debutante, Miguel M. Delgado,
con doce. Le siguieron Martínez Solares y René Cardona con once cada uno,
Contreras Torres, José Benavides, Jr., Juan J. Ortega y Chano Urueta con diez ca¬
da uno, Alejandro Galindo, Bustillo Oro y Díaz Morales con nueve cada uno.
Contreras Torres tuvo mucho mayor éxito con su ya mencionada comedia
costumbrista La vida inútil de Pito Pérez (1943) que con sus biografías históri¬
cas (Bolívar, Morelos, Jesucristo). De Fuentes, aparte de otras películas ya
anotadas, realizó La gallina clueca (1941), aceptable comedia melodramática
con Sara García como una emprendedora madre norteña establecida en la
capital, El rey se divierte (1944), con Fernando Soler como un rey destronado
(clara réplica de Carol de Rumania, uno de los principales animadores de una
nueva vida nocturna y cosmopolita en el México de la época) y La selva de
fuego (1945), melodrama que reunió en un medio selvático de pasiones fuertes
a Dolores del Río y Arturo de Córdova. La película más ambiciosa de De
Fuentes en esos años fue Doña Bárbara, pero ni con ella ni con las demás logró
el director algo mejor que sus obras clásicas de los treinta.
Juan Bustillo Oro, aparte de Cuando los hijos se van, El sombrero de tres picos,
México de mis recuerdos, Cuando quiere un mexicano, Canaima, Lo que va de ayer a
hoy y No basta ser charro, dirigió Mil estudiantes y una muchacha (1941), comedia
estudiantil de 136 minutos con Enrique Herrera. Joaquín Pardavé, Marina
Tamayo, Julián Soler y Emilio Tuero, y El ángel negro (1942), sombrío melodra¬
ma de época (siglo xix) con Tuero, Tamayo, Isabela Corona y Pardavé. Esta
última cinta fue muy elogiada y tuvo buen éxito de público; era de hecho una
variante de Rebeca, célebre película norteamericana de Alfred Hitchcock.
Alejandro Galindo dio un gran paso. Después de dirigir con suerte diversa
varias películas (ya se ha dado noticia de algunas de ellas), realizó en 1945
Campeón sin corona, melodrama de barrio y de boxeo que le ganó elogios críticos
y tuvo buen éxito en taquilla. Su protagonista, inspirado por el boxeador mexi¬
cano Rodolfo Chango Casanova, convertido por la ficción en Kid Terranova e
interpretado con intensidad por David Silva, resentía los complejos de inferio¬
ridad que le causaba su origen humilde y que lo predisponía a la derrota frente
a un contrario (Víctor Parra) de habla inglesa. La acción de la cinta se desarro¬
llaba con agilidad y el lenguaje popular sonaba a verdadero en labios de Silva,
la agradable y muy natural chiapaneca Amanda del Llano [Tapachula 1920-
1964] y el cómico Mantequilla, pese al abuso del tono "cantadito" y arrabalero.
Breve historia del cine mexicano/ VI. 1941 a 1945
Entre las películas de veteranos bien recibidas hubo dos de Miguel Zaca¬
rías: las ya mencionadas El peñón de las ánimas (1942) y Una carta de amor (1943),
buenos melodramas románticos ubicados en el siglo xix. Gilberto Martínez
Solares ganó fama de solvente director de comedias con El globo de Cantolla y Un
beso en la noche (1944), cinta de tema psiquiátrico interpretada por Mapy Cortés,
Julián Soler y Lilia Michel.
La influencia española
ración con Mario del Río. De mejor calidad fue el trabajo del trotamundos
Antonio Momplet, que había hecho ya cine en España y la Argentina. Entre
los argumentistas españoles, apenas sobresalieron Paulino Masip, adaptador
de La barraca, por ejemplo, y el francés de nacimiento Max Aub [París 1902-
1972], adaptador de El globo de Cantolla y autor de unas ideas tomadas por
Julio Bracho para Distinto amanecer, entre otros trabajos.
Quizá fue en la escenografía donde la labor de los españoles resultó más
meritoria: si el cine nacional contaba para esa especialidad con elementos tan
competentes como el duranguense Jesús Bracho, hermano de Julio, Jorge
Fernández [DF 1902-1978], Gunther Gerszo [DF 1915] y el canadiense Edward
Fitzgerald, para mencionar a los mejores, tres españoles, el catalán Manuel
Fontanals [Mataré, Barcelona 1893-1972] y los valencianos Vicente Petit y
Francisco Marco Chillet, llegaron a completar un notable grupo de escenó¬
grafos; debe recordarse, para entender la importancia de eso, que la mayor
parte de casi todas las películas se filmaba en estudio.
Petit, con la ayuda de Chillet, logró para La barraca (1944) de Gavaldón,
una excelente escenografía, que mucho ayudó a recrear el ambiente rural de
1880 descrito por la novela del valenciano Blasco Ibáñez. Si Petit y Chillet eran
a su vez valencianos, también lo eran Fibertad Blasco Ibáñez, hija del escritor
y adaptador con Masip de la novela, Anita Blanch, Amparo Morillo y José
Baviera, principales alternantes del mexicano Domingo Soler en el reparto, e
incluso el autor de la música de fondo, Félix Baltasar Samper, aunque nacido
en Palma de Mallorca. La cinta fue vista en consecuencia, como una suerte de
manifiesto -más sentimental que político- de la emigración española.
Otras películas mexicanas ubicaron su acción en España, y en Andalucía
la mayor parte de ellas: Dos mexicanos en Sevilla (1941), de Carlos Orellana con
él mismo, Sara García y Emilio Tuero; El verdugo de Sevilla (1942), basada en
una pieza de Arniches y dirigida e interpretada por Fernando Soler (el
debutante Ricardo Montalbán hizo en la cinta un pequeño papel); Sierra
Morena (1944, Francisco Elias) con Juan José Martínez Casado y Paquita de
Ronda; Pepita Jiménez (1945); Ea morena de mi copla (1945, Fernando A. Rivero)
con Conchita Martínez como la tal morena, Abel Salazar como un torero y el
español Alberto Galán [Santander 1901-1977] como el pintor Julio Romero de
Torres. Otro pintor español, Francisco de Goya y Lucientes, fue interpretado
por Domingo Soler en El último amor de Goya (1945, Jaime Salvador), con
Rosita Díaz Gimeno. Salvador dirigió también una versión de la famosa
zarzuela española de ambiente catalán Marina (1944), con Tito Guízar y
Amanda Ledesma.
Se dio el caso de que fueran personajes de varias películas unos raros
Breve historia del cine mexicano/ VI. 1941 a 1945
españoles refugiados en México por la guerra civil, pero tan apolíticos como
convenía a los usos del cine nacional: en Dulce madre mía (1942), versión dirigi¬
da por Alfonso Patiño Gómez del cuento de Edmundo D'Amicis "De los
Apeninos a los Andes" incluido en Cuore, el héroe fue convertido en un
pequeño español (Narciso Busquéis) inmigrado en México; en Una gitana en
México (1943, Díaz Morales), la tal gitana (Paquita de Ronda) y su compañero
(Garasa) eran también refugiados; en la comedia Me ha besado un hombre (1944,
Julián Soler), María Elena Marqués era otra refugiada española que se disfra¬
zaba de varón para provocar sobresaltos en su galán mexicano (Abel Salazar)
y en un público muy regocijado -como de costumbre- por el tema de la homo¬
sexualidad sugerida.
Ya se ha hablado del Don Venancio español de Pardavé; en Capullito de alhelí
(1944), Femando Soler se dirigió a sí mismo en otro papel de buen "gachupín",
en ese caso un industrial catalán. Y aun se dio el caso de que Pedro Infante, en
los comienzos de su carrera, interpretara su único papel de extranjero: el del
galán español de La razón de la culpa (1942), melodrama de Juan J. Ortega con
Blanca de Castejón.
Consumiría demasiado espacio el recuento de las numerosas adaptaciones
de autores españoles poco importantes. Baste apuntar que la cinta infantil
Las aventuras de Cucuruchito y Pinocho (1942) se basó en un cuento de los
madrileños Salvador Bartolozzi [1882-1950] y Magda Donato [1902-1966],
matrimonio de autores e ilustradores muy celebrados en la España de üempos
republicanos.
La más aparatosa -y grotesca- exaltación de la "hispanidad" fue Cristóbal
Colón (1942, Díaz Morales), con Julio Villarreal como el navegante y Consuelo
Frank como Isabel la Católica. También dirigió Díaz Morales La luna enamo¬
rada (1945), que aprovechó en el título una canción española de éxito (por la
época, disfrutaban en México del aprecio público conjuntos cantantes espa¬
ñoles como Los Bocheros, Los Xey y, después, Los Churumbeles de España)
y encabezó su reparto con dos famosos gitanos españoles: el torero Joaquín
Rodríguez Cagancho [Sevilla 1903-1984] y la bailaora Carmen Amaya [Barcelona
1913-1963]. El cine taurino mexicano, muy frecuente en la época, también
abundó en el elogio de lo español con la consiguiente celebración de un
entusiasmo binacional por la fiesta brava, la canción ranchera y el flamen¬
co, el tequila y la manzanilla. Si Rodolfo Gaona actuó en el cine mudo mexi¬
cano, y si en los treinta fueron convertidos en actores de cine varios diestros
-Pepe Ortiz en El Tigre de Yautepec, Cielito lindo y La golondrina, Jesús Solórzano
en ¡Ora Ponciano!, Lorenzo Garza en Novillero y Un domingo en la tarde y Juan
Silveti [Guanajuato 1893-1956] en Juan Sin Miedo y Mujeres y toros, cintas dirigidas
| Emilio García Riera
por Juan José Segura en 1938 y 1939, respectivamente- más casos similares se
dieron en la primera mitad de los cuarenta: Pepe Ortiz fue actor de Seda, sangre
y sol (1941, Fernando A. Rivero) con Jorge Negrete y Gloria Marín, la peruana
Conchita Cintrón y el mismo Ortiz de Maravilla del torero (1942, Raphael J.
Sevilla), el torero neoyorquino Sidney Franklin de De Nueva York a Huipanguillo
(1943, Manuel R. Ojeda), Carlos Arruza [DF 1920-19661 de Mi reino por un torero
(1943, Fernando A. Rivero) con María Antonieta Pons), Lorenzo Garza de Toros,
amor y gloria (1943, Raúl de Anda) con la misma María Antonieta Pons, Luis
Procuna [DF 1923-1995] de El niño de las monjas (1944) y de Sol y sombra (1945, de
Rafael E. Portas), además del ya mencionado Cagancho.
Sin embargo, la mejor (la única buena, en rigor) película taurina mexica¬
na de la época, La hora de la verdad (1944), basada en un argumento de Janet
Alcoriza (Raquel Rojas), no fue interpretada por un torero, sino por el joven y
excelente actor Ricardo Montalbán [DF 1920], al lado de Virginia Serret y Lilia
Michel, y no fue dirigida ni por un español ni por un mexicano, sino por el
norteamericano Norman Foster [Richmond, Indiana 1904-1976].
Otros extranjeros
Actores
[...] Atrás de Alarcón y Espinosa, los testaferros visibles del monopolio, está la sinies¬
tra figura de Jenkins y el capital americano. Jenkins es un antiguo y terco enemigo de
México. En alguna ocasión trató de promover un incidente internacional con Estados
Unidos, pretendiendo que interviniera el departamento de Estado a pretexto de que
el propio Jenkins había sido víctima de un secuestro. Más tarde se comprobó que el
organizador del secuestro no había sido otro que Jenkins en persona.
El cine mexicano no está en peligro de desaparecer. Está en peligro de convertir¬
se en el instrumento de los intereses más oscuros y agresivos que existen contra la pa¬
tria mexicana [...].
Cabaret y arrabal
Dramas (%) 66 67 61 69 72 73
Comedias (%) 34 33 39 31 28 27
Lo anterior deja ver que en 1948 se quiso enfrentar la crisis causante en 1947
de un brusco descenso de la producción con una nueva recurrencia al cine
Emilio García Riera
ranchero, como en 1937; sin embargo, apenas dos años después, el crecimiento
del cine urbano fue enorme. Ese aumento se debió al cine de cabaret y de arrabal,
que de apenas tres muestras en 1946 pasó a trece en 1947,25 en 1948,47 en 1949
y 50 en 1950.
En obsequio de ese cine, María Antonieta Pons fue Ángel o demonio (1947,
Víctor Urruchúa), La sin ventura (1947, Tito Davison), La bien pagada (1947,
Alberto Gout), La hija del penal, (1949, Fernando Soler), La mujer del puerto
(nueva versión, 1949, Emilio Gómez Muriel), El ciclón del Caribe (1950, Ramón
Pereda) y La reina del mambo (1950, Pereda); Mercedes o Meche Barba [DF
1922], Cortesana (1947, Gout), La venus de fuego (1948, Jaime Salvador) y Una
mujer con pasado (1948, Raphael J. Sevilla); Emilia Guiú, Pecadora (1947, José
Díaz Morales); Susana Guízar, Señora tentación (1947, Díaz Morales); Esther
Fernández anduvo De pecado en pecado (1947, Chano Urueta) y fue La Santa del
barrio (1948, Urueta); Gloria Marín fue La venenosa (1949, Miguel Morayta);
Rosa Carmina, La Bandida (1948, Agustín P. Delgado) y Traicionera (1950,
Ernesto Cortázar); la tabasqueña Leticia Palma, Hipócrita (1949, Morayta) y
Vagabunda (1950, Morayta); Marga López, Callejera (1949, Cortázar), Una mujer
sin destino (1950, Salvador) y Arrabalera (1950, Joaquín Pardavé); Blanca Estela
Pavón, Ladronzuela (1949, Agustín P. Delgado); Ninón Sevilla, Perdida (1949,
Fernando A. Rivero), Aventurera (1949, Gout) y Coqueta (1949, Rivero); Rosita
Quintana, Mala hembra (1950, Miguel M. Delgado); Guillermina Grin, Burlada
(1950, Rivero). Eso, sin contar a María Félix, que en medios más distinguidos
fue La devoradora, La mujer de todos, La diosa arrodillada y Doña Diabla.
Muchas películas del género contaban una misma historia con leves varian¬
tes: una chica provinciana o, en general, de origen humilde, caía por culpa de las
circunstancias -casi nunca por su propio deseo- en el cabaret, donde un padrote
la acosaba mientras solían revelarse parentescos insospechados; era lo usual que
la chica se hiciera a la vez prostituta rechazante, valga la contradicción, y, con lujo
de facilidad, "artista" famosa gracias a sus capacidades de cantante o, con más
frecuencia, de bailarina rumbera. El doble mensaje hipócrita -típico del melodra¬
ma- declaraba abominable el destino de la heroína y exaltante al cabaret, réplica
convencional (en estudio) de los verdaderos que proliferaron por la época en la
ciudad de México. En ese ámbito, se producían los muchos números musicales
que salvaban los baches de las tramas, sobre todo en el dificultoso segundo tercio
de las películas. La convención aceptaba que intérpretes famosos cantaran o
bailaran en cabaretuchos infames, o que éstos dispusieran de amplios espacios
escenográficos.
Ese cine encontró su máxima inspiración en la música de Agustín Lara.
El propio compositor apareció en varias películas del género, entre ellas las
Breve historia del cine mexicano/ VII. 1946 a 1950
Junco, Andrea Palma, Miguel Inclán y Rubén Rojo, y Sensualidad (1950), con
Fernando, Domingo y Andrés Soler, Andrea Palma, Rodolfo Acosta y Rubén
Rojo, fueron las primeras. Revancha y Aventurera eran a la vez los nombres de
dos canciones de Lara.
Escribió los argumentos de Aventurera y Sensualidad el español Alvaro
Custodio [Écija, Sevilla 1914-1992], crítico de cine, hombre de teatro y her¬
mano de la actriz Ana María Custodio. Con toda evidencia, se inspiró en El
ángel azul para hacer de Fernando Soler en Sensualidad un probo y maduro
juez enloquecido de amor por una pecadora inescrupulosa (Sevilla). Aventu¬
rera llevó hasta el delirio la historia de la heroína (Sevilla), prostituida por
una malvada lenona (Andrea Palma) que se convertía después, inopinada¬
mente, en la aristocrática suegra de su víctima. Ambas cintas, bastante bien
hechas, gustaron en Francia a un importante sector de la crítica; nunca lo
hubieran esperado los Calderón, Gout y Sevilla, ni mucho menos el culto
Alvaro Custodio.
En 1950, poco antes de Sensualidad, Ninón Sevilla protagonizó otra pelícu¬
la de los Calderón, Víctimas del pecado, dirigida por Emilio Fernández y tam¬
bién elogiada por algunos críticos franceses. En ese melodrama desorbitado,
Sevilla, de nuevo cabaretera, recogía de la basura un bebé dejado ahí por su
madre, otra pecadora. No fue la única incursión del Indio Fernández en los
terrenos del melodrama cabaretero: en 1948 realizó con Marga López y
Miguel Inclán (en un papel noble de buen policía) Salón México; ese título era
a la vez el nombre de un famoso y popular centro de baile (de danzón, sobre
todo) que había inspirado una suite del músico norteamericano Aaron
Copland. Marga López era en la cinta una cabaretera dedicada a la mala vida
para pagar los estudios de su hermana menor (Silvia Derbez) en un caro cole¬
gio de señoritas sin que la beneficiada lo supiera. A la vez, la heroína era ex¬
plotada por un padrote.
Tanto en Salón México como en Víctimas del pecado fue intérprete de ese perso¬
naje, el padrote, un nuevo y excelente actor, Rodolfo Acosta [Chihuahua 1921-
1974], En general, las figuras principales del cine de cabaret eran femeninas; se da¬
ba escasa oportunidad de lucimiento a los galanes de bondad convencional y, en
cambio, atributos pintorescos y llamativos a los villanos, como los padrotes inter¬
pretados por el mencionado Acosta, los hermanos veracruzanos (de Gutiérrez
Zamora) Tito Junco [1915-1983] y Víctor Junco [1917-1988] o Víctor Parra [DF
1920-1994].
Víctor Parra, buen intérprete del padrote El Suavecito, personaje secundario
del melodrama Ángeles del arrabal (1949, Raúl de Anda), con Sofía Álvarez y
David Silva, recibió la oportunidad de repetir su papel como "estrella" en otra
Breve historia del cine mexicano/ VII. 1946 a 1950
Melodramas familiares
El cine ranchero
Comedias y cómicos
Gilberto Martínez Solares, con buena mano para el cine ligero, realizó en 1946
Su última aventura, cinta basada en un argumento de los argentinos Sixto
Pondal Ríos y Carlos Olivari e interpretada por Arturo de Córdova y Esther
Fernández. La película, graciosa y bien tramada, resultó excepcional en los
terrenos de la comedia mundana, género que el cine mexicano dio en cultivar
sin vocación, personal adecuado ni referencias sociales válidas.
Mucho más fuertes eran los apoyos de la farsa o comedia burlesca: un
vigoroso teatro frívolo y el sustancioso lenguaje del arrabal capitalino. El pro¬
pio Martínez Solares tuvo la fortuna de hacer equipo en 1948 con el cómico
Tin Tan y con el argumentista (y actor) Juan García El Peralvillo [Matamoros,
Tamaulipas], buen conocedor del habla popular.
Con su primer director, Humberto Gómez Landero, Tin Tan no logró dar
mayor vuelo a su gran dinamismo, a su espontaneidad y a su alegría fáunica,
pero sí pudo hacerlo con el segundo. Después de actuar en 1946 y 1947 cinco
comedias con Gómez Landero, fue dirigido por Martínez Solares en Calaba¬
citas tiernas (1948), divertida fantasía musical con un nutrido elenco femeni¬
no (la argentina Rosita Quintana, la cubana Amalia Aguilar, la brasileña
Rosina Pagán y otras) que rodeó al cómico y propició sus gozosos desbor¬
damientos. Tin Tan interpretó a continuación Yo soy charro de levita (1949) y
No me defiendas compadre (1949), ambas con Rosita Quintana, El rey del barrio
(1949) y la parodia Ea marca del Zorrillo (1950), ambas con Silvia Piñal,
Simbad el mareado (1950), primera de sus frecuentes escapadas tropicales, y
¡Ay, amor... cómo me has puesto! (1950), todas con el concurso de Martínez
Solares, de Juan García y de un heterogéneo grupo de actores reunido por el
propio cómico y compuesto entre otros por sus hermanos Manuel Toco
Valdés [Ciudad Juárez 1931] y Ramón Valdés [DF1923-1988], la cubana Famie
| Emilio García Riera
Kaufman Vitola [La Habana 1927], el enano José René Ruiz Tun Tun [Tampico
1932-1993], el trío las Hermanitas Julián, Wolf Ruvinskis, argentino nacido en
Letonia [1921] y, en lugar destacado, el veracruzano Marcelo Chávez
[Tampico Alto 1911-1970], La mejor entre las películas citadas fue seguramen¬
te El rey del barrio: ya ajeno a su personaje de pachuco, Tin Tan partía en ella
de una caracterización arrabalera para entregarse a una delirante y muy
graciosa orgía de disfraces.
Mientras tanto, Cantinflas siguió avasallando las taquillas con Soy un
prófugo (1946), ¡A volar joven! (1947), El supersabio (1948), El mago (1948),
Puerta, joven (1949), El Siete Machos (1950) y El bombero atómico (1950), dirigi¬
das todas por Miguel M. Delgado. Algunas de esas cintas acusaron demasia¬
do los malos efectos de la rutina y la complacencia, pero Puerta, joven, con
Silvia Piñal, resultó quizá la última comedia que hizo pesar más las virtudes
que los defectos de Cantinflas.
Palillo cumplió un tercer y último intento frustrado (¡Ay, Palillo, no te
rajes!, 1948, Patiño Gómez) de convertirse en "estrella" de cine cómico.
Mayor éxito tendría Antonio Espino Clavillazo [Teziutlán, Puebla 1910-
1993], que se había iniciado en el teatro frívolo como imitador de Palillo con
el sobrenombre de Clavillo y que debutó para el cine en un papel secundario
del melodrama Monte de Piedad (1950, Carlos Véjar). Su estilo enfático, de
supuesta inspiración popular, resultaba monótono, pero cierto público lo
encontró gracioso.
Joaquín Pardavé, que alternaba sus trabajos de actor con los de director,
tuvo regular fortuna en su interpretación de tipos arrabaleros en El ropave¬
jero (1946, Emilio Gómez Muriel), con Sara García, y en dos películas reali¬
zadas por él mismo, Dos pesos dejada (1949) y El gendarme de la esquina (1950);
en la última, rindió homenaje a Porfirio Díaz, dios tutelar de sus mejores
personajes.
Otro cómico provisto por el teatro frívolo fue Adalberto Martínez Resortes
[DF 1916], también bailarín -excelente- de estilo epiléptico y populachero.
Tanto en su primera cinta, la comedia Voces de primavera (1946), como en las
dos siguientes, tuvo la mala suerte de ser dirigido por Jaime Salvador;
Domingo Soler, Louise Burnett y Delia Magaña acompañaron a Resortes en
el elenco. Un cambio radical de fortuna lo puso después en manos del
realizador que más le convenía: Alejandro Galindo. La primera cinta de
ambos, Confidencias de un ruletero (1949), con la simpática y bien hecha Lilia
Prado, resultó una suerte de saga capitalina; en su papel de taxista, Resortes,
espontáneo y desorbitado, recorría ámbitos populares bien visos por Galindo,
entre ellos el célebre salón de baile Smyrna.
Breve historia del cine mexicano/ VII. 1946 a 1950
Resortes fue bien recibido por el público de cine, y lo mismo ocurrió con
la pareja cómica que formaron Manuel Palacios Manolín [DF 1918-1977], como
un "menso" o ingenuo aparente, picaro en realidad, y su neutro acompañan¬
te Estanislao Schillinsky, ruso nacido en Polonia [1910-1985] que había hecho
papeles secundarios en películas de Cantinflas. También venían del teatro
frívolo. En 1947, Bustillo Oro hizo debutar a esta pareja para el cine en segun¬
das versiones de Caballo a caballo y La tía de las muchachas: Dos de la vida airada
y Fíjate qué suave, respectivamente. Después de aparecer en otras tres pelícu¬
las, Manolín y Schillinsky interpretaron, en 1950, una segunda versión de Ahí
está el detalle: Vivillo desde chiquillo, dirigida por Gómez Muriel para Bustillo
Oro, en este caso sólo productor.
Hubo intentos no logrados de convertir en "estrellas" del cine cómico al
Chicote en El Tigre de Jalisco (1946, René Cardona), a un dueto musical, los
Cuates Castilla, en Conozco a los dos (1948, Martínez Solares), y al yucateco
Daniel Chino Herrera [Mérida 1907-1983] en Aventuras de un nuevo rico (1950,
Rolando Aguilar); el último ya había hecho papeles secundarios en muchas
películas. Pero un fracaso más llamativo fue el del cómico norteamericano
Buster Keaton [Kansas 1896-1966], que había visto su carrera exepcional
de la época muda de Hollywood muy disminuida con la llegada del cine
sonoro, y que naufragó del todo al interpretar con Ángel Garasa, Virginia
Serret y Mantequilla una película pésima, El moderno Barba Azul (1946, Jaime
Salvador).
Trabajaron para el cine mexicano tres famosos cómicos del cine argenti¬
no: los porteños Luis Sandrini [1905-1980], Niní Marshall Catita [1903-1996] y
el Zorro Pepe Iglesias [1915-1991]. Sandrini, émulo del hollywoodense Eddie
Cantor en el empeño cómico de abrir los ojos de modo desmesurado, debutó
para el cine nacional en la parodia La vida íntima de Marco Antonio y Cleopa-
tra (1946, Roberto Gavaldón), con María Antonieta Pons, y actuó después en
El ladrón (1947, Julio Bracho), Yo soy tu padre (1947, Gómez Muriel), El baño
de Afrodita (1949, Tito Davison) y El embajador (1949, Davison), sus únicas
películas mexicanas. Catita recurrió a su personaje de sirvienta (gallega)
para interpretar en México sus primeras cintas, Una gallega en México (1949,
Julián Soler) y Una gallega baila mambo (1950, Gómez Muriel), ambas con
Joaquín Pardavé.
Las películas con Luis Sandrini y Niní Marshall Catita fueron más o
menos bien recibidas por el público mexicano. En cambio, el Zorro Iglesias no
logró llamar la atención con su única película mexicana, Si usted no puede yo sí
(1950, Julián Soler), basada en un argumento de Luis Alcoriza y, en mínima
parte, de Luis Buñuel.
| Emilio García Riera
Literatura e historia
De época (%) 26 22 11 9 13 10
De ambiente extranjero (%) 21 19 14 10 4 1
Zamacois, Los vivos muertos, para Las puertas del presidio (1949, Gómez Muriel),
con David Silva y Blanca Estela Pavón; de Ángel Guimerá, Tierra baja (1950,
Miguel Zacarías), con Pedro Armendáriz y Zully Moreno; de Santiago
Rusiñol, El místico, para Entre tu amor y el cielo (1950, Gómez Muriel), con
Rosario Granados y Roberto Cañedo; de Eduardo Marquina, La ermita, la
fuente y el río, para Deseada (1950, Roberto Gavaldón), con Dolores del Río y
Jorge Mistral; de Benito Pérez Galdós, La loca de la casa (1950, Bustillo Oro),
con Pedro Armendáriz y Susana Freyre, y Doña Perfecta (1950, Alejandro
Galindo), con Dolores del Río, Esther Fernández y Carlos Navarro [DF 1921-
1969], actor homónimo del director de Janitzio; en la última, Galindo procuró
reflejar el choque entre las ideas liberales y las conservadoras en la provincia
mexicana del siglo xix.
En otras muchas adaptaciones de obras españolas dominó el humor
(Arniches, Jardiel Poncela, Miguel Mihura, Muñoz Seca, Antonio Paso, Tono
de Lara, los hermanos Álvarez Quintero) o la salacidad pecaminosa (Pedro
Mata y José María Carretero El Caballero Audaz). Cinco novelas del tal Caba¬
llero dieron pie a otros tantos melodramas cabareteros.
Menos adaptada fue la literatura mexicana: de Mariano Azuela, La
marchanta, para La carne manda (1947, Chano Urueta), con Esther Fernández y
David Silva; de José Rubén Romero, Rosenda (1948); de Javier López Ferrer, la
ya mencionada El gallero (1948); del jalisciense Francisco Rojas González, Lola
Casanova (1948) y La negra Angustias (1949), ambas de Matilde Landeta; de
Rodolfo Usigli, la ya mencionada Otra primavera (1949).
Con Rosenda, interpretada por Fernando Soler, la hermosa e interesante
Rita Macedo [DF 1925-1993] y el emotivo y justo Rodolfo Acosta, Julio Bracho
logró una de sus mejores películas; es un buen melodrama ubicado en el
Michoacán de los años treinta. La debutante Matilde Landeta [DF 1910-1999]
fue la única directora de cine mexicano en el periodo, si descontamos la ex¬
periencia de Carmen Toscano [DF 1910-1988] con su ya mencionado docu¬
mental de montaje Memorias de un mexicano (1950). Una larga ejecutoria pre¬
via como anotadora (script girl) y su colaboración con directores como Emilio
Fernández, autorizaban en Landeta la legítima ambición de hacer carrera
continuada como realizadora, cosa nunca lograda antes por ninguna mujer
en el cine mexicano. Tanto en Lola Casanova, historia ubicada en la Sonora de
principios de siglo, entre indios seris, interpretada por Mercedes Barba e
Isabela Corona, como en La negra Angustias, con María Elena Marqués como
una caudilla de la revolución en el estado de Morelos, se advirtieron defectos,
pero también virtudes suficientes para hacer indignantes los obstáculos
puestos por el prejuicio sexista a la carrera de Matilde Landeta.
| Emilio García Riera
cine mudo -la acción acelerada, por ejemplo- e hizo que Pardavé repitiera su
personaje de ¡Ay, qué tiempos, señor don Simón!, pero el público no encontró
mayor gracia en todo ello.
En 1950, Contreras Torres quiso halagar a uno de los mejores "mercados
naturales" del cine mexicano, el de Venezuela, con El amor a la vida, cinta histórica
que hacía elogio de Juan Vicente Gómez, dictador de ese país de 1908 a 1935.
Gómez lucía por poco tiempo el adusto y muy familiar rostro de su intérprete
guanajuatense Arturo Soto Rangel [León 1882-1965], actor secundario de 246
películas mexicanas entre 1938 y 1963, pues el personaje principal era su amigo
Laureano Santos (Lemando Soler).
Nueve películas hechas en la época por Ismael Rodríguez con Pedro Infante
dieron al primero gran prosperidad y al segundo la máxima popularidad de
que haya disfrutado un actor mexicano en su país. Cantinflas aparte. Y aun
cabe un matiz: Cantinflas, pese a su enorme arrastre taquillera, no pudo tener
el aura mítica conferida al simpático Infante por un gran público popular que
lo sentía cercano y propio; el arrogante Negrete nunca logró algo parecido.
Antes de esas películas, Rodríguez dirigió en 1946 Ya tengo a mi hijo,
melodrama sobre un hecho de la vida real: el rapto de un niño (Fernando
Bohigas, que se interpretó a sí mismo) por una madre frustrada (Isabela
Corona). Sin Infante, Rodríguez realizó también la comedia Chachita la de
Triana (1947), con la niña Evita Muñoz en plan andaluz.
Seis de las nueve películas con Infante fueron hechas de dos en dos, como
continuación una de la otra. Así, Rodríguez dirigió al mismo tiempo en 1946
Los tres García y Vuelven los García, melodrama ranchero con Infante, Abel
Salazar y Víctor Manuel Mendoza como tres hermanos del Bajío, Sara García
como una todopoderosa abuela fumadora de puro y Marga López como una
hija de gringo disputada por los galanes. La muerte de la abuela era lamen¬
tada por su nieto más querido -Infante, naturalmente- con desbordes de
trizteza y desolaciones de orfandad que conmovieron profundamente a un
público muy sensible a esas cosas.
En 1947, Rodríguez realizó Nosotros los pobres, melodrama populachero
con Pedro Infante como el carpintero Pepe el Toro, Blanca Estela Pavón como
su pareja y un reparto muy efectivo: Evita Muñoz, Carmen Montejo, Katy
Jurado, Miguel Inclán y varios tipos pintorescos del lumpen, entre ellos Delia
Magaña y Amelia Wilhelmy [Mazatlán 7-1964], aparte de una santa madre del
héroe sordomudo y paralítica, delincuentes, etcétera. Los buenos diálogos
populares del argumentista Pedro de Urdimalas [Guadalajara 1911-1995], la
canción " Amorcito corazón", las situaciones patéticas, los excesos de crueldad
y el abuso sentimental contribuyeron al gran éxito de la película, estrenada en
Breve historia del cine mexicano/ VII. 1946 a 1950
un cine de barrio (el Colonial). Ese éxito se haría descomunal años después con
innumerables proyecciones de la cinta por televisión. Como era de esperar,
Rodríguez no tardó en filmar en 1948 una secuela, Ustedes ¡os ricos, con Infante
y Pavón otra vez a la cabeza del reparto. La idea central deducible de ambas
cintas resultaba bastante demagógica, pero fue aceptada por un solidario gran
público popular; según ella, los pobres sufrían graves carencias materiales y
horribles desgracias, pero se divertían mucho más y tenían sentimientos más
profundos y auténticos que los tristes y aburridos ricos, suposición tranqui¬
lizadora y conformista si las hay.
Entre Nosotros los pobres y Ustedes los ricos, Rodríguez cumplió el alarde de dar
a Infante un papel triple; en Los tres huastecos (1948), acompañado por Blanca
Estela Pavón y por la muy simpática y desenvuelta niña María Eugenia Llamas
[DF 1944], el actor interpretó a tres hermanos: un macho pendenciero de Tamau-
lipas, un cura potosino y un veracruzano capitán del ejército. Después, en 1949,
Rodríguez filmó al mismo tiempo La oveja negra y No desearás la mujer de tu hijo,
con Femando Soler como im arbitrario padre norteño e Infante como su atribula¬
do hijo. Finalmente, Rodríguez dirigió en 1950 una nueva versión, en colores, de
Sobre las olas, con Infante como un Juventino Rosas bohemio, alcohólico y
vehemente, y Las mujeres de mi general, divertido melodrama revolucionario con
Infante, Lilia Prado y Chula Prieto [DF 7-1960].
Las películas mencionadas fueron producidas por la firma Rodríguez
Hermanos o Películas Rodríguez, de la que eran socios Joselito y Roberto, herma¬
nos mayores de Ismael. Menos dado que éste a lo pintoresco, sin su capacidad
excepcional de halagar el gusto del gran público, Roberto Rodríguez se inclinaba
más bien a lo bucólico y a lo religioso. Dirigió a Infante en tres cintas: la comedia
ranchera Dicen c¡ue soy mujeriego (1949), con Sara García de abuela poderosa, otra
vez, del héroe; El seminarista (1949), comedia ranchera en la que Infante acababa
renunciando a la vida religiosa para alivio de sus admiradoras y para casarse con
Silvia Derbez; La mujer que yo perdí (1949), melodrama de principios de siglo que
reunió por última vez a Infante con la sencilla, natural y bonita Blanca Estela
Pavón: la actriz murió ese mismo año en un accidente de aviación. Joselito Rodrí¬
guez, que filmó muchas comedias infantiles con sus hijos Pepito y Titina Romay,
sólo dirigió a Infante en la ya mencionada Angelitos negros (1948).
Galindo dirigió en la época dos películas para la Ramex, Los que volvieron
(1946), con Sara García, David Silva, Rodolfo Landa y Malú Gatica, que era una
versión de la norteamericana Vive Carne Back (1939, John Farrow), y Hernioso ideal
(1947), con Rodolfo Landa y Conchita Martínez, versión a su vez de Beau Ideal
(1930, Herbert Brenon). La primera trataba de lo ocurrido a los ocupantes de un
avión caído en la selva; la segunda, exaltaba a la Legión Extranjera en el África.
(No fue la única cinta "africana" del cine mexicano de la época: en 1946, Abel
Salazar, actuó un árabe al modo de Rodolfo Valentino en El príncipe del desierto, de
Fernando A. Rivero.)
Dos logradas comedias de Galindo, ¡Esquina, bajan! y su secuela Hay lugar
para... dos, ambas de 1948, con David Silva como el atrabancado chofer de un
autobús urbano y Mantequilla como su ayudante, hicieron más convincente su
aguda visión de lo popular que su alegato en favor de la sindicalización de los
trabajadores. Cuatro contra el mundo, dirigida por Galindo en 1949, con Víctor
Parra, Leticia Palma y Tito Junco, fue a su vez un buen melodrama sobre
personajes del hampa; en esa película, lo mismo que en Confidencias de un rulete¬
ro, el pintor Gunther Gerszo colaboró con Galindo no sólo como escenógrafo,
sino como coargumentista.
Bustillo Oro, como ya se vio en referencia a Manolín y Schillinsky, dio en
hacer segundas versiones de sus películas anteriores mientras tenía proble¬
mas de producción con Grovas, después con De Fuentes y Zacarías, y se
asociaba finalmente con Gonzalo Elvira para formar la Orofilms. Con Esther
Fernández y Antonio Badú, pareja ya por él empleada en la comedia ranche¬
ra Las mañanitas, de 1948, dirigió en ese mismo año Sólo Ver acruz es bello,
segunda versión de Huapango. En 1950, realizó la segunda versión de una
película no suya, sino de De Fuentes (La casa del ogro): Casa de vecindad, con
David Silva, Mercedes Barba y Andrés Soler en el papel interpretado en 1938
por su hermano Fernando. Y aparte de las ya mencionadas -En tiempos de la
Inquisición, Cuando los padres se quedan solos, Las tandas del Principal, Vino el
remolino y nos alevantó y La loca de la casa- Bustillo Oro filmó en 1946 la come¬
dia provinciana de época Los maderos de San Juan, con Fernando Soler, Sofía
Álvarez y, en un papel de cura, el argentino Juan Carlos Thorry [Buenos
Aires 1908], en 1949 la comedia astracanesca basada en Muñoz Seca El
colmillo de Buda, con Ángel Garasa, Fernando Cortés y Amalia Aguilar, y en
1950 un melodrama psiquiátrico, El hombre sin rostro, con Arturo de Córdova
y Carmen Molina, que sugirió por sus recursos formales un regreso a las
inquietudes de tiempos de Dos monjes.
A Fernando de Fuentes no le fue muy bien con la nueva Allá en el Rancho
Grande, Jalisco canta en Sevilla y Crimen y castigo, cintas ya mencionadas.
Breve historia del cine mexicano/ VIL 1946 a 1950
Flor de sangre, sobre un argumento de Luis Spota, con Domingo Soler y Esther
Fernández. Otro fue el chileno Tito Davison [Chillán 1912-1985], que había
sido actor en el cine "hispano" de Hollywood, director en la Argentina y argu¬
mentista en México antes de realizar su primera película nacional: La sin
ventura (1947), melodrama con María Antonieta Pons como un personaje del
Caballero Audaz. Después, Davison se probó buen técnico, muy competente
sobre todo para lo sentimental, con otras nueve películas del periodo, entre
ellas Que Dios me perdone (1947), con María Félix, Fernando y Julián Soler,
Medianoche (1948), con Arturo de Córdova, Elsa Aguirre y Marga López, y
Doña Diabla (1948), con María Félix, Víctor Junco y Crox Alvarado, melodra¬
mas de ambiente moderno.
El quinto director que logró entrar a la casi impenetrable sección de direc¬
tores del Stpc fue el español Luis Buñuel.
Luis Buñuel
Hijo de familia rica, el aragonés Buñuel [Calanda 1900-1983] era bastante joven
cuando lo hicieron célebre dos películas de inspiración surrealista que realizó en
Francia: el corto Un perro andaluz (1928) y el largometraje La edad de oro (1930). En
la primera, colaboró con Buñuel el pintor también español (catalán) Salvador
Dalí. Eran películas heterodoxas y rebeldes, y La edad de oro provocó un gran
escándalo. En 1932, Buñuel dirigió en su país un corto documental, Tierra sin pan,
que fue prohibido por el gobierno de la república española. Tres años después, se
inició en la producción de cine comercial en España, pero la guerra civil, que
estalló en 1936, lo hizo exiliarse.
Después de vivir en Francia y en los Estados Unidos, Buñuel llegó a México
en 1946 con la idea de partir de inmediato a filmar una película en París. Fallaron
esos planes y el productor Óscar Dancigers ofreció a Buñuel dirigir su primera
película mexicana: Gran Casino (1946), con Libertad Lamarque, Jorge Negrete y
Mercedes Barba. Basada en una novela de Michel Weber, la trama de la cinta
ocurría en la zona petrolera de Tampico, a principios de siglo, y no inspiró
mayormente a Buñuel; el resultado fue im melodrama honesto y aceptablemente
realizado, pero nada más.
Gran Casino fracasó en taquilla. Buñuel hubo de esperar por ello tres años
para dirigir su siguiente película, El gran calavera (1949), comedia basada en una
pieza española de Adolfo Torrado e interpretada por Femando Soler (a la vez
coproductor y codirector de la cinta) y Rosario Granados. Esa película, divertida
y poco ambiciosa, tuvo buen éxito en taquilla y su productor, el mismo Dancigers,
pudo dar a Buñuel la oportunidad de realizar la que muy seguramente fue la
Breve historia del cine mexicano/ VII. 1946 a 1950
argentino Hugo del Carril, la chilena Sara Guash y la cubana Carmen Montejo
en primer término. La cinta, amenizada por un buen número de tangos canta¬
dos por Del Carril, pareció más argentina que mexicana, como La barraca
había parecido más española que otra cosa.
No fueron pocos los argentinos atraídos en la época por los mejores suel¬
dos y la mayor producción del cine mexicano: los ya mencionados Sandrini,
Lamarque, Catita, Rosita Quintana, Zully Moreno, el porteño Carlos Cores y
otros que redujeron su trabajo en México a una sola película, como el Zorro
Iglesias, Juan Carlos Thorry, Susana Freyre y dos actrices porteñas, Pepita
Serrador [1913-1964] y Tita Merello [1904], que integraron con la española Ana
María Campoy, la checa Miroslava y la veracruzana Carolina Barret el cuadro
femenino avasallado por un hombre "interesante" (Arturo de Córdova, claro)
en el melodrama Cinco rostros de mujer (1946, Martínez Solares). Adaptaron el
argumento de esa película Sixto Pondal Ríos y Carlos Olivari, escritores tam¬
bién argentinos incorporados al cine mexicano.
En cambio, fueron ya escasas, en comparación con años anteriores, las
películas mexicanas ubicadas en medios españoles: cuatro en 1946, una en
1947 y una en 1948 (la coproducción Jalisco canta en Sevilla, única filmada en
España misma). Ya se ha hablado de En tiempos de la Inquisición y La casa de la
Troya. Fueron las otras tres, todas de 1946, Los siete niños de Ecija y El secreto de
Juan Palomo, cintas de aventuras basadas en novelas del autor español Manuel
Fernández y González y dirigidas por Miguel Morayta, con Julián Soler y
Rosario Granados, y La niña de mis ojos, melodrama de Raphael J. Sevilla, con
Sofía Alvarez, Joaquín Pardavé y José Crespo, que se desarrollaba en la Sevilla
de principios de siglo. Por otra parte, aparecían en el melodrama rural de
ambiente mexicano La fuerza de la sangre (1946, Mauricio Magdaleno) unos
refugiados españoles de la guerra civil encabezados por Paquita de Ronda, a
la vez intérprete en el mismo año de Una gitana en Jalisco, de Díaz Morales.
Esas películas eran sin duda remanentes de la época anterior.
Debutaron en el cine mexicano los actores españoles Armando Calvo, su
padre Juan Calvo [Onteniente, Valencia 1892-1962], José María Linares Rivas
[Madrid 1904-1955], Rosario Durcal, Gullermina Grin [Sevilla 1922], Jorge
Mistral [Aldaya, Valencia 1920-1972] y la manchega Sara Montiel [Campo de
Criptana 1928]; los dos últimos se habían dado a conocer, sobre todo, con la
película española Locura de amor (1948, Juan de Orduña); otros sólo aparecieron
en una sola película mexicana: el galán Julio Peña [Madrid 1912-1972] y dos
actrices nacidas en América, Ana María Campoy [Bogotá 1925] en Colombia y
Florencia Bécquer [Resistencia 1910] en la Argentina; Peña actuó con María
Antonieta Pons en Nuestras vidas (1949, Ramón Peón), Campoy en la ya
Breve historia del cine mexicano/ VII. 1946 a 1950
Actores
hollywoodense, al lado de Alan Ladd, en La nave siniestra (Two Years Before the
Mast, 1946, John Farrow). Pedro Armendáriz empezó en Hollywood su carre¬
ra internacional gracias a John Ford: después de emplearlo en El fugitivo, el
gran director lo incluyó en el reparto de su western Sangre de héroes (Fort Apa¬
che, 1947), con John Wayne; al trabajar años más tarde para los cines italiano,
francés, inglés, español y alemán, Armendáriz resultaría el actor mexicano de
más variada ejecutoria extranjera. María Félix dio comienzo con Mare Nostrum
(1948), cinta española de Rafael Gil, a una carrera europea que la llevaría a
actuar también para los cines italiano y francés. Jorge Negrete interpretó en
1949 su única película española, Teatro Apolo, de Rafael Gil; también actuó en
España Manolo Fábregas [Vigo 1921-1996], que nació en Galicia, pero era del
todo mexicano (su abuela fue Virginia Fábregas y su madre Fanny Schiller);
Columba Domínguez actuó en la italiana La hiedra (L'edera, 1949, Augusto
Genina); para Hollywood. María Elena Marqués hizo de piel roja, pareja de
Clark Gable, en Más allá del ancho río (Across the Wide Missouri, 1949, William
A. Wellman). Katy Jurado [DF 1925], excelente actriz, sería bastante solicitada
por el cine norteamericano después de hacer un buen papel en Tarde de toros
(The Bullfighter and the Lady, 1950), cinta hollywoodense dirigida en México
con Budd Boetticher. Además, empezaron a trabajar regularmente para Holly¬
wood algunos actores mexicanos secundarios, como los competentes villanos
Rodolfo Acosta y Alfonso Bedoya.
Arieles
López Moctezuma por Río Escondido; en 1950, Roberto Cañedo por Pueblerina;
en 1951, Fernando Soler por No desearás a la mujer de tu hijo.
Coactuación femenina: en 1946, Lilia Michel por Un beso en la noche; en
1947, Lilia Michel por Vértigo; en 1948, Marga López por Soledad; en 1949,
Columba Domínguez por Maclovia; en 1950, Martha Roth por Una familia de
tantas; en 1951, Stella Inda por Los olvidados.
Coactuación masculina: en 1946, José Baviera por La barraca; en 1947,
Mantequilla por Campeón sin corona; en 1948, Víctor Manuel Mendoza por Cuando
lloran los valientes; en 1949, Víctor Parra por El muchacho alegre; en 1950, Víctor
Parra por Ángeles del arrabal; en 1951, Joaquín Cordero por Las dos huerfanitas.
Papel de cuadro femenino: en 1946, Carolina Barret por Canaima; en 1947,
Fanny Schiller por Cantaclaro; en 1948, Tita Merello por Cinco rostros de mujer;
en 1949, Irma Torres [Monterrey] por Flor de caña; en 1950, Enriqueta Reza
[Acapulco 7-1968] por Una familia de tantas; en 1951, Fanny Schiller por La
mujer que yo amé.
Papel de cuadro masculino: en 1946, Gilberto González por Canaima; en 1947,
Paco Fuentes por Cantaclaro; en 1948, Juan García por La perla; en 1949, Arturo Soto
Rangel por Maclovia; en 1950, Juan García por Cara sucia; en 1951, Gilberto Gonzá¬
lez por Vino el remolino y nos alevantó.
Papel incidental femenino: en 1947, Beatriz Ramos por El socio.
Papel incidental masculino: en 1947, Eduardo Arozamena por Enamorada.
Actuación infantil: en 1949, Jaime Jiménez Pons [DF] por Río Escondido; en
1950, Jaime Calpe [DF] por El dolor de los hijos; en 1951, Alfonso Mejía por Los
olvidados.
Actuación juvenil: en 1951, Roberto Cobo por Los olvidados.
Argumento original: en 1946, desierto; en 1947, Alejandro Galindo por
Campeón sin corona; en 1948, Yolanda Vargas Dulché [DF 1925] por Cinco rostros
de mujer; en 1949, Mauricio Magdaleno y Emilio Fernández por Río Escondido;
en 1950; Juan García por Comisario en turno; en 1951, Luis Alcoriza y Luis
Buñuel por Los olvidados.
Adaptación: en 1946, Libertad Blasco Ibáñez por La barraca; en 1947, José
Revueltas por La otra; en 1948, Tito Davison, Xavier Villaurrutia y Leopoldo
Baeza y Aceves por Bel Ami; en 1949, Alejandro Galindo por ¡Esquina, bajan!;
en 1950, Galindo por Una familia de tantas; en 1951, Alcoriza y Buñuel por Los
olvidados.
Fotografía: en 1946, Víctor Herrera [Guadalajara 1905] por La barraca; en
1947, Gabriel Figueroa por Enamorada; en 1948, Figueroa por La perla; en 1949,
Figueroa por Río Escondido; en 1950, Figueroa por Pueblerina; en 1951, Figueroa
por Los olvidados.
Breve historia del cine mexicano/ VIL 1946 a 1950
De los créditos del costo de una película, 85 por ciento se destinaba a las
de calidad o "de aliento", como se dio en llamarlas. Ya se verá sin embargo
que esa ventaja financiera tampoco alentó demasiado la producción de un
verdadero buen cine.
[Berlín 1906], que lo fue de tres de los cuentos, lograron imágenes de una
calidad neutra, semejante a la del documental, que dieron a la película la
apariencia realista buscada.
Los cuentos fueron filmados en los estados de Hidalgo (El Mezquital),
Chiapas, Yucatán y Veracruz (Tajín). Los cuatro se referían a la vida indíge¬
na, y sólo en el primero era manifiesta la crítica social; los otros renovaron las
equívocas y aún prestigiosas convenciones del indigenismo pintoresquista.
Se emplearon como fondo musical partituras de Silvestre Revueltas y otros
músicos mexicanos importantes.
Raíces fue interpretada por actores poco conocidos o improvisados. Sólo
Alicia del Lago, entre los primeros, haría después una carrera de segundo
plano. El director Alazraki ingresaría tres años después al cine convencional,
para el que acabaría filmando "churros" rutinarios.
En la experiencia de Raíces algo contó el ejemplo del neorrealismo italia¬
no, que tenía en el argumentista Cesare Zavattini a su representante más
conspicuo. Contratado por Barbachano, Zavattini estuvo en México en 1955
para preparar una película sobre el país, pero nunca se filmó.
Otra vez, pues, se acudió al cine ranchero para enfrentar una situación
difícil. Además, se quiso creer que la clase media encontraría interés en un
cine más ligero, y de ahí una radical variación en los porcentajes de dramas y
comedias a finales del lustro. Como prueban los siguientes números, por
primera vez en la historia del cine mexicano las comedias fueron en un año.
Emilio García Riera
1955, más que los dramas, y entre ellas, unas 20 se esforzaron por reflejar un
optimismo clasemediero característico de la época.
Dramas (%) 73 62 60 75 70 49
Comedias (%) 27 38 40 25 30 51
Aún respiraba el cine del arrabal cuando Matilde Landeta dirigió su tercera y
última película en 40 años: Trotacalles (1951), acercamiento compasivo a la
vida de las prostitutas basado en un argumento de Luis Spota e interpretado
por Miroslava, Ernesto Alonso, Isabela Corona y la sonorense Elda Peralta
[Hermosillo 1932], También lamentaron la adversa suerte femenina otras cin¬
tas de 1951: Mujeres sin mañana, de Tito Davison, con Leticia Palma, mostró a
un pintoresco grupo de cabareteras sufrientes: la ya citada Cárcel de mujeres
hizo presidiarías a Miroslava y a Sara Montiel; Miroslava era una cabaretera
del Caribe ligada con el hampa en El puerto de los siete vicios, melodrama
dirigido por Eduardo Ugarte para Manuel Altolaguirre [Málaga 1905-1959],
poeta español convertido en productor y argumentista de cine mexicano; dos
películas de Alberto Gout, No niego mi pasado (escrita por Alvaro Custodio) y
Mujeres sacrificadas, metieron a Ninón Sevilla en los problemas de costumbre.
El pecado arrabalero empezó a escasear en el cine de los años siguientes,
aunque Ninón Sevilla, en su última película con Gout, Aventura en Río (1952,
filmada en Brasil), cayera en un cabaretucho carioca por culpa de la amnesia,
y aunque una pareja de provincianos -Lilia Prado y Roberto Cañedo-
padeciera en Cuarto de hotel (1952, Fernández Bustamante) la descarnada
realidad capitalina. De cualquier modo, Marga López hizo en Una mujer en
la calle (1954, Alfredo B. Crevenna) de callejera protegida por una anciana
| Emilio García Riera
El cine y la virtud
western con Los tres Villalobos y La venganza de los Villallobos (1954), cintas
interpretadas por Joaquín Cordero y otros.
La comedia
Los cómicos
De 1951 a 1955, Tin Tan protagonizó 18 películas, doce de ellas dirigidas por
Martínez Solares (las mejores fueron, seguramente, El revoltoso y El ceniciento,
de 1951) y una por Ismael Rodríguez: ¡Mátenme porc¡ue me muero! (1951), adap¬
tación fallida de la novela de Jardiel Poncela Espérame en Siberia vida mía. En
otra película de Martínez Solares, Dios los cría (1953), hizo su última película
mexicana, al lado de Tin Tan, la argentina Catita.
Resortes se lució como bailarín en dos comedias populacheras, Baile mi rey
(1951, Roberto Rodríguez), con Silvia Derbez, y Rumba caliente (1952, Martínez
Emilio García Riera
Solares), con Lilia Prado. Alejandro Galindo volvió a dirigirlo en Dicen que soy
comunista (1951), comedia menos referida a cuestiones políticas que a líos sindicales.
El género cómico languidecía. Clavillazo, a partir de su debut "estelar" en El
genial detective Peter Pérez (1952, Agustín P. Delgado), no dio señales de verdadero
ingenio. Cantinflas, siempre dirigido (es un decir) por Miguel M. Delgado,
seguía obteniendo taquillazos con sus películas, pero Si yo fuera diputado
(1951), El señor fotógrafo (1952), Caballero a la medida (1953) y Abajo el telón (1954)
no lo apartaron de una rutina cada vez más pesada.
Es curioso, pero la única verdadera revelación cómica de los 50 fue la cantante
María Victoria. En un papel secundario de Maldita ciudad, el de la sirvienta
Paquita, estuvo graciosa, por lo que Ismael Rodríguez decidió hacerla protagonista,
en el mismo papel, de Eos paquetes de Paquita (1954), con resultados muy divertidos.
También en 1954, dirigida otra vez por Rodríguez, María Victoria volvió a ser
en Cupido pierde a Paquita la misma sirvienta sabrosona, respondona, sentimental,
ingenua y frustrada en amores.
Cine y literatura
Los directores
Bustillo Oro, que dirigió trece cintas entre 1951 y 1955, se inspiró en
Zorrilla (Don Juan), Oscar Wilde (Dorian Grey) y Goethe (Fausto) para hacer de
Retorno a la juventud (1953), con Enrique Rambal y Rosario Granados, otra
obra evocadora de sus tiempos de Dos monjes y su película predilecta, según
él mismo. Para el melodrama Siete mujeres (1953), Bustillo Oro dirigió a la
argentina Amelia Bence [Buenos Aires 1910] en su primer trabajo mexicano.
En 1955, Bustillo Oro realizó un melodrama policiaco y de suspenso, El
medallón del crimen, con Manolo Fábregas, Rosario Granados y Rita Macedo,
que resultó excepcional: por su muy bien urdido argumento y su lograda
atmósfera, la cinta es una de las mejores mexicanas en su género.
De Fuentes realizó en 1953 su última película: el episodio mexicano,
con Jorge Mistral, Fernando Cortés y Sara Guash, de Tres citas con el destino,
coproducción con la Argentina y España (Eeón Klimovsky dirigió el episodio
argentino y Florión Rey el español). Retirado ya de la dirección, pero no de
la producción, De Fuentes falleció en 1958.
Contreras Torres sólo dirigió tres películas en la época: Soy mexicano de acá de
este lado (1951), con Rosa Carmina y Roberto Cañedo; la coproducción con España,
filmada en Madrid, Sangre en el ruedo o Bajo el cielo de España (1952), con Gustavo
Rojo; Tehuantepec (1953), filmada en dos versiones: una en castellano con Katy
Jurado y Eduardo Fajardo y otra en inglés con la misma Jurado y Dan O'Herlihy.
Fueron 58 los directores en la época de películas mexicanas. Martínez
Solares y Miguel M. Delgado filmaron, cada uno, 24; Chano Urueta, 20; Gómez
Muriel, 18; René Cardona, 17; Jaime Salvador, Díaz Morales y Gómez Urquiza,
ló cada uno; Miguel Morayta, 15; etcétera. Al irse concentrando el grueso de
la producción en pocas manos, resultó que 70 por ciento de las películas fueron
filmadas por sólo 23 directores.
Del total de 58 directores, sólo seis fueron debutantes regulares, por la vía
del Stpc: Rafael Baledón, Luis Spota, Rafael Portillo, Mauricio de la Serna,
Iñigo de Martino y Tulio Demicheli. (Benito Alazraki, director de Raíces, no
filmaría su primera película con el stpc sino en 1956.) Rafael Baledón, hasta
entonces sólo actor, resultaría un director muy prolífico: fimo trece películas
entre 1952 y 1955, y sólo en algunas, como Una piedra en el zapato (1955),
curioso melodrama policiaco con Fernando Fernández, Ariadna Welter y
Andrés Soler, pretendió una mínima huida de lo convencional. En cambio, el
periodista, novelista y argumentista Luis Spota dirigió poco; debutó con Nadie
muere dos veces (1952), melodrama con Abel Salazar, Luis Aguilar y Lilia del
Valle filmado en Tequesquitengo, pero puso mayor interés en su segunda
película, Amor en cuatro tiempos (1954), que contaba cuatro historias melodra¬
máticas, interpretadas por Arturo de Córdova, Marga López y Silvia Piñal,
| Emilio García Riera
Actores
Mientras la atractiva Leticia Palma debía dejar el cine por una disputa sindical
con Jorge Negrete, líder de la Anda, Silvia Piñal prosperó a partir de Un
extraño en la escalera. Después, entre otras cintas, protagonizó un interesante
melodrama de Alberto Gout, La sospechosa (1954), con Miguel Torruco, fue
pareja de Pedro Infante en la comedia de éxito El inocente (1955, Rogelio A.
González) y trabajó de nuevo para Gout en la divertida comedia Mi desconocida
esposa (1955), con Rafael Bertrand.
En el extranjero, Pedro Armendáriz actuó para los cines francés e italiano
y María Félix para el italiano, el argentino y el francés; hizo para este último
| Emilio García Riera
un tercer papel en French Canean (1954), del famoso Jean Renoir (director por
cierto de otra mexicana, Celia Montalván, en Tani, cinta de 1934). En los Estados
Unidos, Rosaura Revueltas [Durango 1910-1996], poco vista en el cine mexica¬
no, protagonizó la película independiente de izquierda La sal de la tierra (Salt of
Earth, 1953), dirigida por Herbert J. Biberman a partir de un guión de Michael
Wilson sobre la lucha en Nuevo México de unos mineros huelguistas de origen
mexicano. Fue una cinta precursora del futuro cine chicano.
Entre los debutantes de la época alcanzarían fama o prestigio los actores
Antonio Aguilar, Ignacio López Tarso [DF 1925], Carlos Rivas [DF 1925-1994]
y varias actrices: Ana Luisa Peluffo, Kitty de Hoyos, la poblana Maricruz
Olivier [Tehuacán 1938-1984], Yolanda Varela, Rosenda Monteros [Veracruz
1935] y una muy bien formada española, Sonia Furió [Alicante, Valencia 1937-
1996], residente desde niña en México. En cambio, el cine mexicano sufrió en
1953 la primera pérdida de una de sus grandes figuras, Jorge Negrete, que sería
sustituido como secretario general de la Anda por Rodolfo Landa (Echeverría).
Arieles
Papel de cuadro femenino: en 1952, Lupe del Castillo [DF1 por Crimen y
castigo; en 1953, Rosaura Revueltas por El rebozo de Soledad; en 1954. Prudencia
Grifell por La sexta carrera; en 1955, Leonor Llausás IDurango] por Los Fernández
de Peralvillo; en 1956, Carolina Barret por Espaldas mojadas.
Papel de cuadro masculino: en 1952, Luis Aceves Castañeda [Aguascalientes
1913-19731 por Sentenciado a muerte; en 1953, José Elias Moreno por La bestia
magnífica; en 1954, el español Guillermo Alvarez Bianchi [Orense] por Cuarto
de hotel; en 1955, Jaime Fernández por La rebelión de los colgados; en 1956, Piporro
por Espaldas mojadas.
Actuación infantil: en 1952, María Eugenia Llamas por Los hijos de la calle
o Los niños miran al cielo; en 1953, Angélica María por Mi esposa y la otra; en
1954, Alejandro Ciangherotti, Jr. [DF 1940] por El niño y la niebla; en 1955,
Titina Romay [DF] por Píntame angelitos blancos; en 1956, Pepito Romay [DF]
por Después de la tormenta.
Actuación juvenil: en 1952, Alma Delia Fuentes por Historia de un corazón;
en 1953, Jaime Fernández por El rebozo de Soledad; en 1954, Raúl Farell [DF
1928-1971] por Un divorcio; en 1955, Maricruz Olivier por Orquídeas para mi
esposa; en 1956, Annabelle Gutiérrez por Escuela de vagabundos.
Argumento: en 1952, Luis Spota por En la pahua de tu mano; en 1953,
desierto; en 1954, desierto; en 1955, Juan Durán y Casahonda por Eos Fernández
de Peralvillo; en 1956, Alejandro Galindo por Espaldas mojadas.
Adaptación: en 1952, Alejandro Galindo por Doña Perfecta; en 1953,
desierto; en 1954, Edmundo Báez y Roberto Gavaldón por El niño y la niebla;
en 1955, Marco Aurelio Galindo por Eos Fernández de Peralvillo; en 1956, Luis
Buñuel por Robinson Crusoe.
Fotografía: en 1952, Alex Phillips por En la palma de tu mano; 1953, Gabriel
Figueroa por El rebozo de Soledad; en 1954, Figueroa por El niño y la niebla; en
1955, Phillips por Sombra verde; en 1956, Agustín Jiménez [DF 1901-1974] por
Ensayo de un crimen.
Música de fondo: en 1952, Carlos Jiménez Mabarak [DF 1916-1994] por
Deseada; en 1953, Francisco Domínguez por El rebozo de Soledad; en 1954,
Gonzalo Curiel [Guadalajara 1904-1958] por Eugenia Grandet; en 1955, Manuel
Esperón por Cuando me vaya; en 1956, Raúl Lavista por El río y la muerte.
Escenografía: en 1952, Francisco Marco Chillet por En la palma de tu mano;
en 1953, Salvador Lozano Mena [León, Guanajuatol por El rebozo de Soledad;
en 1954, Manuel Fontanals por El niño y la niebla; en 1955, Jesús Bracho por
Retorno a la juventud; en 1956, Edward Fitzgerald por Robinson Crusoe.
Edición: en 1952, Charles L. Kimball [EU] por En la palma de tu mano; en
1953, Jorge Bustos por La bestia magnífica; en 1954, Gloria Schoemann por El
| Emilio García Riera
A fines de los años cincuenta, la crisis del cine mexicano no era sólo advertible
para quienes conocían sus problemas económicos: la delataba el tono mismo de
un cine cansado, rutinario y vulgar, carente de inventiva e imaginación.
Los cines de otros países daban signos de renovación. En los Estados
Unidos, la virtual supresión del código Hayes de censura permitía un
tratamiento más audaz y realista de los temas. En Francia, una joven crítica,
influyente en todo el mundo, preparó la llegada de una "nueva ola" de reali¬
zadores. En Italia, el neorrealismo desembocó en la afirmación de varios
cineastas importantes. El cine mexicano, en cambio, se impedía cualquier
tipo de renovación: a causa del plan Garduño, la producción se había concen¬
trado en pocas manos, y las puertas cerradas del Stpc impedían un natural y
necesario relevo en el cuadro de directores. Reducida ya en mucho la fama
internacional de Emilio Fernández (director de sólo dos películas entre 1956
y 1960), el cine mexicano veía hacerse enormes sus desventajas ante los de
países más poderosos. Al desvanecerse el espejismo de una prosperidad, la
de los tiempos de guerra, la única imagen que el cine nacional podía ofrecer
era la del subdesarrollo.
Varios hechos contribuyeron a agravar la crisis. Pedro Infante murió en
1957, víctima de un accidente de aviación, y el cine mexicano perdió a su actor
más popular. La revolución cubana de 1958 significaría la pérdida para el cine
nacional de uno de sus "mercados naturales" más importantes. Dejaron de
funcionar en 1957 los estudios Tepeyac y los Clasa y en 1958 los Azteca; sólo
quedarían para la producción regular (la hecha con el Stpc) los Churubusco
(adquiridos en 1959 por el Estado) y los San Ángel Inn. A pocos años de
emitida, la ley cinematográfica ya resultaba muy obsoleta; en consecuencia,
Breve historia del cine mexicano/ IX. 1956 a 1960 |
Producción y géneros
Fueron los de la época los últimos años en que la producción regular de cine
mexicano -o sea, la hecha con el Stpc- se mantuvo cerca de las cien películas
anuales, según deja ver el siguiente cuadro:
Regulares 84 91 108 84 90
Series (con el Stic) 3 8 17 23 22
Coproducciones 13 5 7 8 1
Independientes 1 - 3 1 1
Totales 101 104 135 116 114
| Emilio García Riera
Dramas (%) 49 67 62 63 60 60
Comedias (%) 51 33 38 37 40 40
Julián Soler), en colores, con Martínez de Hoyos como Juan Diego. Miércoles
de ceniza (1958, Roberto Gavaldón) se basó en una trama de Luis G. Basurto
[DF 1921-19901 para contar las desventuras de un cura (Arturo de Córdova)
perseguido por el callismo y de su pecadora enamorada (María Félix).
En 1960, el cine mexicano creyó por lo visto apoyar la renovación de la
Iglesia alentada por el papa Juan XXIII con un desfile de curas bragados y
cantarines en varias comedias rancheras: De hombre a hombre, de Benito Alazraki,
con Fernando Casanova, Pobre del pobre, de Jaime Salvador, con Casanova,
¡Qué padre tan padre!, de Salvador, con Demetrio González, y El padre Pistolas,
de Julián Soler, con Piporro.
La situación crítica hizo buscar nuevas vías genéricas al cine mexicano. Una
de ellas fue la del cine de horror, revivificado en la época por las cintas inglesas
(en colores) de la firma Hammer. El cine nacional produjo entre 1956 y 1960
quince réplicas (en blanco y negro) del género.
El director Fernando Méndez resultó el mejor especialista mexicano del
género y obtuvo incluso con su cultivo el elogio de algunos críticos extranjeros.
Fueron sus películas de horror Ladrón de cadáveres (1956), con Columba Domínguez
y Crox Alvarado, El vampiro y El ataúd del vampiro (1957), con Germán Robles
(como una réplica del conde Drácula) y Abel Salazar (productor a la vez de
ambas cintas) y Misterios de ultratumba (1958), con Gastón Santos y Rafael
Bertrand. Se procuró, por otra parte, el hallazgo de espantos mexicanos: La
momia azteca (1957, Rafael Portillo), con Ramón Gay y Rosita Arenas, fue
sucedida por otras dos películas con el mismo personaje: un argumento de
Carmen Toscano dio nueva vida a La llorona (1959, René Cardona), con María
Elena Marqués. En varias películas de horror hicieron papeles secundarios
luchadores profesionales.
La lucha libre fue el tema de otras películas, aparte de la "serie" Los tigres
del ring: una fue La última lucha (1958, Julián Soler), con Carlos Baena y Wolí
Ruvinskis; otras, Santo contra Cerebro del Mal y Santo contra los hombres infernales
(1958, Joselito Rodríguez), hicieron debutar al héroe máximo del género: el
luchador Santo, el Enmascarado de Plata, o sea, el hidalguense Rodolfo Guzmán
Huerta [Tulancingo 1915-1984].
Los boxeadores mexicanos Raúl Ratón Macías [DF 1934] y Ricardo Pajarito
Moreno, famosos en la época, protagonizaron sendas películas: El Ratón (1956,
Chano Urueta) y La sombra del otro (1957, Gilberto Martínez Solares), respectiva¬
mente. La hazaña de unos niños beisbolistas de Monterrey, campones de la Liga
Breve historia del cine mexicano/ IX. 1956 a 1960
Revolución e historia
ocurrió con las cintas interpretadas por cómicos en los papeles principales, y
ambos géneros -los más baratos- llegaron a representar casi la mitad de la
producción total de películas mexicanas. A las cintas cómicas con Cantinflas,
Tin Tan, Resortes y Clavülazo, se sumaron las de otras figuras. Una pareja cómi¬
ca, formada por el gordo infantiloide Capulina (Gaspar Henaine), y el delgado
e incoloro Viruta (Marco Antonio Campos), lamentables réplicas de Laurel y
Hardy, fue promovida al "estrellato" en Se los chupó ¡a bruja (1957, Jaime
Salvador). Viruta [DF 1919-1995] y Capulina [Chignahuapan, Puebla 1927]
habían sido popularizados previamente por la televisión; ése fue también el
caso del mucho más gracioso e inventivo Manuel Loco Valdés, hermano de Tin
Tan, que encabezó por primera vez un reparto en El supermacho (1958, Alejan¬
dro Galindo), en colores. El Loco Valdés no encontró en el cine un medio
propiciador de su mejor virtud, la espontaneidad. En 1960, La nave de los mons¬
truos (1959, Rogelio A. González) fue el primer vehículo "estelar" de Eulalio
González Piporro, cómico que haría gracia sobre todo por su modo de hablar
norteño, y, a la vez, una réplica mexicana de un cine hollywoodense de los
años cincuenta: el que prodigaba horror, monstruos y ciencia ficción indi¬
gentes para el público de los autocinemas.
Otro caso de acumulación resultó bastante curioso: en Viaje a la Luna
(1957, Fernando Cortés), con Kitty de Hoyos, Tin Tan, Viruta y Capulina, el
Loco Valdés y muchos otros, las ocurrencias del argumentista español
Fernando Galiana [Barcelona 1925] dieron pie a una farsa tan descabellada
como graciosa e inventiva. A partir de Las mil y una noches (1957, Fernando
Cortés), con Tin Tan y María Antonieta Pons, hubo cintas cómicas no siempre
muy detestables que pretendieron darse los lujos de las fantasías orientales
en colores y abusaron de los anacronismos.
Resortes protagonizó media docena de películas dirigidas por Alejandro
Galindo: Hora y media de balazos y Policías y ladrones en 1956, Te vi en TV, Manos
arriba y Échenme al Gato en 1957 y ¡Ni hablar del peluquín! en 1958; pese al buen
acuerdo entre el realizador y su populachero intérprete, ninguna de esas cin¬
tas baratas tuvo la buena calidad de Confidencias de un ruletero. Con mayores
pretensiones, Gilberto Gazcón dirigió a Resortes en dos cintas de ambiente
arrabalero agraviadas con toques melodramáticos: El gran pillo (1958) y Suerte
te dé Dios (1959), con Joaquín Cordero la segunda.
Ya habían pasado los mejores años de Tin Tan, que iba perdiendo su energía
gozosa. Además de sus acostumbradas películas con Martínez Solares, el cómico
hizo bastantes con otros directores, incluido Juan Bustillo Oro, que en Las
aventuras de Pito Pérez (1956), cinta ya mencionada, dio idea de lo que pudo
haber sido un nuevo y sabio empleo del cómico. Clavillazo intentó en El sordo
| Emilio García Riera
Logros y frustraciones
Emilio Fernández sólo pudo dirigir en esa época dos películas, las ya
mencionadas Una cita de amor y El impostor, y hubo de resignarse después a ser
actor de otros directores. Así, como se ha visto, hizo un papel en La Cucaracha,
la ambiciosa cinta de Ismael Rodríguez. Aparte de esa película y de las otras
referidas a la revolución, el emprendedor Rodríguez dirigió Tízoc (1956), en
colores, con Pedro Infante como un cazador indígena de la sierra oaxaqueña,
en los principios de siglo, que se enamora con efectos trágicos de una visi¬
tante capitalina (María Félix). Fue uno de los papeles menos convincentes de
Infante; sin embargo, en honor a la rara idea europea de lo indígena mexicano,
le dieron por él un primer premio de actuación en el festival de Berlín.
Rodríguez empezó además una coproducción con los Estados Unidos, La
ciudad sagrada (1959), con locaciones en Tajín, ceremonias mayas y el nortea¬
mericano Jeffrey Hunter y Rosenda Monteros en los papeles principales; lo
filmado para esa cinta inconclusa sólo sirvió para dar material a The Mighty 225
Jungle, insignificancia hollywoodense dirigida Por David DaLie y Arnold
Belgard y no estrenada en México.
Roberto Gavaldón hizo películas más interesantes que las ya mencio¬
nadas Flor de mayo y Miércoles de ceniza. En 1957 dirigió al mismo tiempo, en
locaciones, tres westerns aceptables, Aquí está Heraclio Bernal, La venganza de
Heraclio Bernal y La rebelión de la sierra, con Antonio Aguilar como el héroe
prerevolucionario ya biografiado en 1935 por la cinta El rayo de Sinaloa. En
1959, la Clasa, fortalecida por las buenas relaciones de uno de sus socios,
Gabriel Figueroa, con el gobierno de López Mateos, encargó a Gavaldón la
que fue anunciada como primera de una serie de cintas ambiciosas de la
firma: Macario, sobre una historia de B. Traven inspirada en un cuento de los
hermanos Grimm y adaptada por Emilio Carballido, con Ignacio López Tarso
como el personaje principal, un pobre leñador del México de tiempos
virreinales (siglo xvm) en tratos con la muerte. Pina Pellicer [DF 1938-1964]
hizo de joven esposa del leñador y la muerte tuvo un muy buen intérprete en
Enrique Lucero [Ciudad Juárez 1927-1989]. Realizada con cuidado, bien
fotografiada por Figueroa y muy celebrada en México y en todo el mundo
(fue nominada para un Oscar en Hollywood y premiada en varios festivales
internacionales secundarios), la película no desmintió la insensibilidad de su
director: sería ejemplo típico de un cine "de calidad" frío y académico. En
1960, Gavaldón se basó en un buen argumento de Ricardo Garibay para
realizar El Siete de Copas, con Antonio Aguilar, Elvira Quintana y Julio
Aldama; resultó un melodrama ranchero bastante digerible.
Julio Bracho no dirigió nada de interés aparte de Cada quien su vida y La sombra
del caudillo. De Bustillo Oro cabe mencionar, además de su versión de Pito Pérez y
| Emilio García Riera
También tuvieron interés las películas iniciales de los cuatro únicos directores
admitidos en la época por el Stpc. Ya se ha hablado de Benito Alazraki (Los
amantes) y Luis Alcoriza (Los jóvenes). Quedan por mencionar las de Alfonso
Corona Blake y Gilberto Gazcón.
El camino de la vida (1956), primera cinta del exasistente Corona Blake, se
basó en un argumento de Eduardo y Matilde Landeta sobre niños pobres,
interpretados entre otros por los capitalinos Humberto y Rogelio Jiménez
Pons. La bien lograda atmósfera capitalina y algunos detalles realistas de la
cinta hicieron recordar Los olvidados, pero, al contrario de la cinta de Buñuel,
el tono y las consecuencias moralistas eran melodramáticos y caritativos.
Después, Corona Blake realizó la ya mencionada Felicidad y, en 1957, el
melodrama en colores La torre de marfil, con Marga López, Yolanda Varela y
Ernesto Alonso. Esta última cinta se basó en un argumento de los dramatur¬
gos Emilio Carballido y Luisa Josefina Hernández [DF 1928], adaptado por
Julio Alejandro, para contar una historia sombría del siglo xix ilustrada con
cuadros de pintores mexicanos de esa época, Juan Cordero y José María
Velasco; algunos momentos de la cinta resultaron inquietantes. Después,
Corona Blake no hizo sino películas de mero valor comercial, como las ya
mencionadas Yo pecador y El pecado de una madre, y, en 1958, Sed de amor, fil¬
mada en Pátzcuaro y Janitzio, que trató de emular al cine del Indio Fernández
con fotogenia, folclorismo y erotismo fuerte. En un papel de pecadora nativa,
la actriz italiana Silvana Pampanini [Roma 1925] mostró en esa cinta los
pechos desnudos y acariciados por un muy macho galán (Pedro Armendá¬
riz); la censura cortó -unas veces sí y otras no- la escena. En cambio, Ana
| Emilio García Riera
Pacheco) y, entre otros, el brasileño Wilson Viana, los argentinos Lucy Gallardo,
Alberto de Mendoza [Buenos Aires 1923] y Guillermo Murray [1927], la españo¬
la María Rivas [1931]; dos elementos de Hollywood actuaron en sendas cintas
mexicanas: Lon Chaney, Jr. [Oklahoma City 1915] en La casa del terror (1959,
Martínez Solares), con Tin Tan, y César Romero [Nueva York 1907-1994] en Mis
secretarias privadas (1959, Roberto Rodríguez), con Lilia Prado. Un argumentista
argentino, José María Fernández Unsaín [Santa Fe 1918-1997], empezó en 1958 la
que sería una muy abundante carrera mexicana: su nombre apareció en los
créditos de argumento o adaptación de siete películas nacionales de 1959, de
doce de 1960 y de muchas más de los años siguientes.
En 1958, Hollywood empezó a utilizar los paisajes y locaciones en general
de Durango para la realización en ese estado de un buen número de westerns.
Actores y Arieles
Entre otras pérdidas, el cine mexicano sufrió la de dos actores, Ramón Gay y
el joven Agustín de Anda [DF 1933-1960], hijo adoptivo de Raúl de Anda,
víctimas en 1960 de sendos asesinatos que merecieron un amplio despliegue
de amarillismo periodístico.
Los actores debutantes en la época no harían carreras sobresalientes en el
cine mexicano. Si acaso, cabe mencionar entre ellos al cantante Javier Solís [DF
1932-1966], en quien se buscó un sucesor de Negrete e Infante, al galán Julio
Alemán, a las hermanas Lorena y Teresa Velázquez (la segunda haría una
discreta carrera europea), a Elsa Cárdenas [Tijuana 1935], que trabajaría con
frecuencia para Hollywood, al joven Fernando Luján [DF 1938], buen actor
cómico, a Elvira Quintana [Montijo, Extremadura 1935-1968], española
mexicanizada a golpes de folclor, y a la interesante Pina Pellicer (las carreras de
las dos últimas serían truncadas en los sesenta por sus muertes prematuras),
aparte del curioso caso de una "estrella" sin rostro visible: Santo, el Enmascarado
de Plata.
Antes de interrumpir sus labores por falta de alicientes, la academia
encargada de dar los Arieles concedió los que siguen, últimos de la época.
Película: en 1957, El camino de la vida; en 1958, Tízoc.
Director: en 1957, Alfonso Corona Blake por El camino de la vida; en 1958,
Tito Davison por La dulce enemiga.
Actriz: en 1957, Silvia Piñal por Locura pasional; en 1958, Silvia Piñal por
La dulce enemiga.
Actor: en 1957, Víctor Manuel Mendoza por Talpa; en 1958, Arturo de Córdova
por Feliz año, amor mío.
| Emilio García Riera
Regulares 90 48 56 41 66 49
Series (Con el Stic) 16 23 30 24 29
Coproducciones 7 1 10 13 14
Independientes 3 1 5 10 5
Totales 74 81 86 113 97
modesto, sin pretensiones, con buenos toques de humor, y contó con la cola¬
boración como actores secundarios de personajes importantes de la cultura, el
arte y el espectáculo: el propio García Márquez, Luis Buñuel (en un papel de
cura), José Luis Cuevas [DF 19341, la inglesa Leonora Carrington [1917], Abel
Quezada [Monterrey 1920-1991], Carlos Monsiváis [DF 1938], Juan Rulfo,
Alfonso Arau y otros.
Manuel Barbachano Ponce produjo las cinco cintas de medio y corto me¬
traje que, reunidas bajo el título común de Amor, amor, amor, ganaron el tercer
premio. Cuatro fueron realizadas por directores de teatro: Juan José Gurrola
[DF 1935] dirigió Tajimara, sobre un cuento de Juan García Ponce [Mérida
1932]; Juan Ibáñez [Guanajuato 1938] Un alma pura, sobre un cuento de Carlos
Fuentes [DF 1928]; Héctor Mendoza [Celaya 1932] La sunamita, sobre un cuen¬
to de Inés Arredondo [Culiacán 1928-1989]; José Luis Ibáñez [Orizaba 1933]
(Las dos Elenas, sobre otra historia de Fuentes). El quinto, Lola de mi vida, sobre
un cuento de Carlos A. Fernández y Juan de la Cabada, fue dirigido por un
hermano del productor, Miguel Barbachano Ponce [Mérida 1930]. Resaltaron
en el conjunto los mediometrajes Tajimara y Un alma pura, que serían estre¬
nados juntos con el nuevo título de Los bienamados. Tanto la intensa e intere¬
sante Tajimara de Gurrola, con Pilar Pellicer [DF] y Claudio Obregón [San
Luis Potosí 1935], como la sofisticada Un alma pura, que incluyó locaciones
en Nueva York y fue interpretada por Enrique Rocha [Silao, Guanajuato 1942]
y Arabella Arbenz, abordaban con un tono moderno el tema del incesto. (La
joven Arabella Arbenz, hija del expresidente guatemalteco Jacobo Arbenz,
se suicidaría en 1965.)
Ganó el cuarto premio Viento distante, cinta basada en dos cuentos de José
Emilio Pacheco [DF 1939] y uno de Sergio Magaña [Tecaltepec, Michoacán 1924-
1990] referidos a la infancia; dirigieron las dos primeras partes Salomón Laiter
[DF 1937] y Manuel Michel [Chihuahua 1928-1983], una cada uno, y Sergio Véjar
[Colima 1928] la inspirada por Magaña. Las otras cintas concursantes fueron
Amelia (sobre un cuento de García Ponce) de Juan Guerrero [Culiacán 1936-1970],
con su esposa Lourdes Guerrero [DF 1939-1997], El día comenzó ayer del potosino
ícaro Cisneros [Cárdenas 1927-1984], Mis inanos de Julio Cañero [Villahermosa
1917], El juicio de Arcadio de Carlos Enrique Taboada [DF 1929-1997], Llanto por
Juan Indio de Rogelio González Garza, Una próxima luna de Carlos Nakatani [DF
1934], La tierna infancia de Felipe Palomino [San Luis Potosí 1904-1991] y Los tres
farsantes de Antonio Fernández.
De los 17 directores participantes en el concurso, diez realizarían después
cine profesional: Juan Ibáñez y José Luis Ibáñez, sin parentesco entre ambos,
Alberto Isaac, Salomón Laiter, Manuel Michel, Sergio Véjar (director antes, en
| Emilio García Riera
historia de una venganza pueblerina. Fue una lástima que la moda del western
obligara a vestir a los actores como personajes de ese género en un medio
inadecuado: la película se filmó en Pátzcuaro.
Calidad de rutina
Cine juvenil
Los perversos tuvo otro título: A go go. Fue la tercera película donde el productor
Sotomayor contrastó al maduro De Córdova con una juventud "rebelde" y
loca por el rock. En las dos anteriores, El pecador (1964, Baledón) y Juventud
Emilio García Riera
yo soñé y otra más, Canta mi corazón (1964, Emilio Gómez Muriel), con Enrique
Guzmán. En la comedia ¿Que haremos con papá? (1965, Rafael Baledón), Arturo
de Córdova era empresario cervecero de Orizaba, padre de César Costa y bigamo.
Producida casi al mismo tiempo que ¿Qué haremos con papá?, otra comedia
dirigida por Baledón en 1964, Esta noche no, intentó la ligereza con el tratamien¬
to de un segundo caso de bigamia masculina, ilustrado ahora por Joaquín
Cordero.
Sin embargo, el cine mexicano solía mostrarse incapaz de asumir sin recelo
y con naturalidad las nuevas y más libres costumbres amorosas de los sesenta.
De ahí que la comedia no fuera un género muy favorecido en la época, como
dejan advertir los siguientes porcentajes:
Coproducciones
Directores y actores
En 1966 los estudios San Ángel Inn fueron alquilados por el canal 8 de TV 255
y se perdieron para el cine. También en 1966, 55 de las películas filmadas lo
fueron en colores; a partir de 1967, ya sólo se filmarían en blanco y negro algu¬
nas cintas independientes y unos pocos casos excepcionales. Todo el cine de
todo el mundo se haría en colores, salvo excepciones, para competir con la
televisión (sin embargo, los aparatos de televisión en colores no tardarían en
ser mayoría).
En 1969, fueron más las series realizadas que las películas regulares, pues
el problema de los costos era muy apremiante. Por ejemplo: con respecto a los
de 1952, los salarios habían aumentado en 1966 en 112 por ciento para los técnicos
y manuales, 80 por ciento para los actores, 30 por ciento para los directores y
69 por ciento para los argumentistas. Mientras tanto, el precio máximo de la
entrada en los cines se mantendría hasta el final del sexenio en los cuatro
pesos obligados por el regente de la ciudad, Ernesto P. Uruchurtu. (En Nueva
York la entrada costaba diez veces más y en Buenos Aires cuatro veces más.)
Del dinero ingresado en taquilla por una película, su productor sólo recibía 20
por ciento; el resto era para la exhibición (más de la mitad), la distribución, los
impuestos y el derecho autoral.
Si la mayor parte de los ingresos eran para la exhibición, el estado
fortaleció en ese capítulo sus posiciones: en 1968, las acciones de la Operadora
de Teatros y de la Cadena de Oro fueron traspasadas del Banco Nacional
Hipotecario de Servicios y Obras Públicas al Banco Nacional Cinematográfico,
dirigido entonces por Emilio O. Rabasa. El propio Rabasa presidió en el
mismo año el consejo de administración de una nueva empresa estatal
encargada de la promoción publicitaria del cine mexicano en todo el mundo:
j Emilio García Riera
Procinemex, con un egresado del Cuec, Maximiliano Vega Tato, como gerente.
La Dirección de Cinematografía, a cargo de Mario Moya Palencia, hizo
más permisiva a la censura. Como en los Estados Unidos y en algunos países
europeos, admitió desde 1968 la muestra de desnudos (femeninos) y el
empleo de "palabrotas" en el cine. También en 1968, la Operadora de Teatros
habilitó al cine Regis como la primera "sala de arte" del país y permitió la
exhibición en ella de cintas extranjeras vistas como muy "fuertes". Y también
en 1968, Cinematografía hizo participar en la Reseña, celebrada en Acapulco,
a una cinta independiente de Alexandro Jodorowsky, Fundo y Lis, que provocó
por su audacia un gran escándalo.
Sin embargo, ese aflojamiento de la censura tuvo sus límites, sobre todo
en lo político. Se llegó en el empeño de impedir un cine "inconveniente" al
ejercicio de la anticonstitucional censura previa: en 1969, el rodaje de Zona
sagrada, cinta basada en una novela de Carlos Fuentes, hubo de suspenderse
porque el paranoico presidente Díaz Ordaz no tragaba las críticas a su gobierno
del escritor.
De cualquier modo, ya estaba en marcha un proceso de renovación, y eso
se hizo del todo visible en el cine independiente.
Un grupo llamado Cine Independiente fue formado en 1969 por los jóvenes
directores Arturo Ripstein y Felipe Cazals, el editor Rafael Castañedo, el escritor
Pedro F. Miret [Barcelona 1933-1989], inmigrado español, y el crítico Tomás
Pérez Turrent [San Andrés Tuxtla, Veracruz 1934], Sin entrar en el grupo, les fue
cercano y afín otro joven cineasta, Paul Leduc.
Ripstein dejó por ese tiempo al cine industrial, para el que había dirigido su
segunda y tercera películas. La segunda fue HO, uno de los dos episodios (el
otro era de Alcoriza) de la coproducción filmada en Brasil Juego peligroso (1966);
el episodio de Ripstein, actuado por Julissa y el brasileño Antonio Vilar, fue
escrito por Gabriel García Márquez. La tercera cinta industrial de Ripstein, Los
recuerdos del porvenir (1967), con el actor italiano Renato Salvatori [Seravezza,
Lucca 1933-1988] y Daniela Rosen [DF 1946], hermana del director, se basaba en
una novela de Elena Garro sobre la lucha cristera en los años veinte; la precau¬
ción política obligó a ubicar la trama en los comienzos de la revolución, en 1910,
y eso hizo ilógico el enfrentamiento de unos hacendados con unos militares
federales. Por otra parte, la cinta, bastante larga y muy poco comercial, sufrió
grandes y graves cortes por parte de sus productores (uno de ellos era Alfredo
Ripstein, Jr., padre del director) para su exhibición pública.
Breve historia del cine mexicano/ XI. 1966 a 1970 |
Mientras dos egresados del Cuec, Jorge Fons y Juan Guerrero, debutaban en el
cine industrial, otros exalumnos del mismo centro, Jaime Humberto Hermo-
sillo, Raúl Kamffer, Alfredo Joskowicz, Federico Weingartshofer y Alberto
Bojórquez, lo hacían con cintas independientes de medio y largo metraje.
Breve historia del cine mexicano/ XI. 1966 a 1970 |
Géneros y erotismo
Una cifra da idea de los extremos a que llegó el cine mexicano, antes
pródigo en películas "para todo público": 34 cintas de 1968 fueron destinadas
por Cinematográfica a ser exhibidas "sólo para adultos" (clasificación c) o
"sólo para mayores de 21 años" (clasificación d); eso significaba, sobre todo,
que contenían desnudos femeninos.
Sólo un año antes, en 1967, Miguel Zacarías había tenido dificultades para
exhibir en México su película El pecado de Adán y Eva con desnudos de Jorge
Rivero y de la norteamericana Candy Cave como los personajes bíblicos. Tuvo
que acudir al recurso -frecuente hasta esa época- de hacer dos versiones de la
cinta: una bien desnuda para el exterior y otra con disimulos para el país.
Poco tiempo después, Isela Vega haría una especialidad de aparecer desnuda
sin restricciones en películas como los melodramas moralistas de Francisco
del Villar Las pirañas aman en cuaresma (1969), con Julio Alemán y Ofelia
Medina, y La primavera de los escorpiones (1970), primeras que indicaron la
costumbre en el director de meter animales en sus títulos y que se basaban en
argumentos de Hugo Argüelles. En la segunda de esas cintas se aborda
además de modo claro el tema de la homosexualidad masculina. En la pelícu¬
la de Roberto Gavaldón Las figuras de arena (1969), sobre un argumento de
Hugo Butler adaptado por el director y el mismo Argüelles, un patrón
pesquero (David Reynoso) teme que su hijo adolescente (Valentín Trujillo)
| Emilio García Riera
Comedias
Poncela y con la bien formada Zulma Faiad como pareja del actor.
El aflojamiento de la censura no impidió que Ismael Rodríguez tuviera
problemas con ella al realizar en 1968 Cuernos debajo de la cama, comedia de
líos eróticos dizque basada en Dostoyevski e interpretada, entre otros, por
Isela Vega y Andrés Soler en un sketch muy subido de tono. Otra cinta con
audacias eróticas fue La mujer de a seis litros (1966), realizada por Rogelio A.
González para el productor Gustavo Alatriste y compuesta por tres cuentos
basados en Maupassant, Leónidas Andréiev y Ricardo Garibay; en el primer
cuento, con Kitty de Hoyos y Héctor Suárez, y en el tercero, con Héctor
Lechuga, se intentó una muy vulgar conciliación de lo cómico, lo vernáculo y
lo picante.
Las comedias "blancas" con "ídolos juveniles" de la canción pasaron tam¬
bién de moda, como era de esperar en esos tiempos, pese a que Lemández
Unsaín, en su debut como director trató de reanimar y modernizar al género con
El mundo loco de los jóvenes (1966), cinta interpretada por Julissa y César Costa.
Dos coproducciones con España filmadas en México quisieron aprovechar las
famas musicales de las jóvenes mellizas españolas Pili y Mili [Zaragoza 1947] y
de su paisano Raphael, cantante de gran éxito; fueron, respectivamente, Un novio
para dos hermanas (1966, Luis César Amadori) y El golfo (1968), del también
español Vicente Escrivá ayudado por Juan Ibáñez. Mucho más interesante que
esos intentos de perpetuar la ñoñería resultó Cinco de chocolatey uno de fresa (1967,
Carlos Velo), con Angélica María y Lemando Luján, divertida farsa musical basa¬
da en un argumento de José Agustín [Acapulco 1944], joven escritor de éxito en
sus primeras novelas (De perfil, sobre todo) y era gran conocedor e innovador del
lenguaje juvenil de la época (de "la onda", se decía). Su argumento dio pie
además a un uso de cierto estilo visual -lo llamaban "sicodélico"- derivado
supuestamente del consumo de alucinógenos. Velo, Agustín y Angélica María
no pudieron repetir su logro con otra película del mismo estilo, Alguien nos quie¬
re matar (1969). Tampoco tuvo éxito Agustín en su debut como director con la
comedia de 1970 Ya sé quién eres (Te he estado observando), cinta por él mismo escri¬
ta e interpretada por Angélica María, Claudia Islas y Octavio Galindo.
En un tono más tradicional, Alberto Gout quiso dar a la comedia mundana
nuevo aliento y cierto lujo por vía de Estrategia matrimonio (1966), con Silvia
Piñal como una joven en búsqueda sistemática y planeada de un marido
conveniente. Ésa sería la última película del director, fallecido en 1967.
También languideció el cine cómico convencional. Sólo mantuvieron sus
posiciones Cantinflas, dirigido por Miguel M. Delgado en Su excelencia (1966),
Por mis pistolas (1968), Un quijote sin mancha (1969) y El profe (1970), y Capulina,
que inició con El zángano (1967, Agustín P. Delgado) una nueva carrera sin
Emilio García Riera
Cine de acción
En Hasta el viento tiene miedo (1967), con Maricruz Olivier y Marga López, El
libro de piedra (1968), con Marga López y Joaquín Cordero, y Vagabundo en la
lluvia (1968), con Rodolfo de Anda y Ana Luisa Peluffo, Taboada no provocó
horror con monstruos y sabios locos: lo dedujo del misterio y la psicología.
Luis Alcoriza procuró lo mismo en el mediometraje La puerta (1968), con Ana
Luisa Peluffo y Armando Silvestre, cinta estrenada junto con otra de duración
parecida, La mujer del carnicero (1968, Chano Urueta); ambas debían formar
parte de una Antología del miedo prevista por Ismael Rodríguez con obras -sólo
dos se exhibieron- de diversos realizadores.
Cardona, Jr. mezcló fuertes dosis de horror y erotismo en La noche de los
mil gatos (1970), con Hugo Stiglitz como un playboy que arrojaba los pedazos
de sus conquistas femeninas a una multitud de gatos hambrientos. Actuaron
en la cinta la norteamericana Anjanette Comer, la argentina Zulma Laiad y la
alemana Christa Linder para ofrecer a los gatos un menú internacional.
En otro registro genérico, Taboada adaptó las historietas gráficas (cómics)
Alma Grande y Cluinoc para varias películas de otros directores: en Alma Grande
(1965, Urueta) y Alma Grande en el desierto (1966, Rogelio A. González), Manuel
López Ochoa fue el héroe, un caudillo yaqui, y David Reynoso su compañero
Ll Sueco; en Chanoc (Aventuras de mar y selva, 1966, Rogelio A. González),
primera de una serie de cintas con una especie de Tarzán costeño y playboy,
el forzudo Andrés García fue el héroe y Chano Urueta su compañero, el picaro
vejete Tzekub. Otra historieta gráfica, Kalimán, dio tema en 1970 a una verdadera
superproducción: Kalimán, el hombre increíble, cinta de casi dos horas y media de
duración, dirigida en buena parte en Egipto (durante seis semanas) por
Alberto Mariscal, con un presupuesto de más de cinco millones de pesos
(enorme para ese tiempo) y con el actor hollywoodense Jeff Cooper como el
protagonista, un misterioso y exótico superdotado (telépata, karateca,
etcétera) oriental.
Mariscal logró con Kalimán la más espectacular cinta de aventuras fantás¬
ticas hecha hasta ese momento por el cine mexicano. Sin embargo, fueron
mucho más elogiados por la época los westerns del director: Ll silencioso (1966),
con Gastón Santos, Todo por nada (1968), con Lernando y Mario Almada, El
Tunco Maclovio (1969), con Julio Alemán y Mario Almada, Ll sabor de la venganza
(1969), nueva versión de Los hermanos del Hierro, filmada en dos versiones
(inglés y castellano), con Isela Vega y Jorge Luke, y Los marcados (1970), con
Antonio Aguilar y Llor Silvestre. Era evidente en Mariscal la influencia del
western italiano a lo Sergio Leone, con sus excesos de violencia y crueldad, su
adocenado exhibicionismo formal (en el abuso del zoom, por ejemplo), su
vestuario pintoresco y, para no variar, sus alardes de erotismo "fuerte". En Los
| Emilio García Riera
marcados, por ejemplo, resultaba sin querer más cómico que trágico un caso de
homosexualidad incestuosa entre un padre (Eric del Castillo) y su hijo (Javier
Ruán). José Delfoss, argumentista de El Tunco Maclovio y realizador en 1965 de
El muro de la ciudad, cinta independiente, siguió el camino de Mariscal al debu¬
tar como director profesional con otro western, Chico Ramos (1970): el tal Chico,
interpretado por Rogelio Guerra [Aguascalientes 1936], vengaba en la cinta su
sodomización por un pistolero (Narciso Busquéis) capaz a la vez de dejar
satisfecha a una anciana (Emma Roldán), según se veía, con el ejercicio de su
constante y ecléctica lujuria.
Silvia Piñal fue una sirvienta promovida a “señora" por el amor de su patrón
(José Suárez). La competente Marga López fue una madre sufridora al viejo
estilo en Corona de lágrimas (1967, Alejandro Galindo), aceptable melodrama
basado en otra radionovela y telenovela. Libertad Lamarque trató de dar
nuevos aires a su carrera en El hijo pródigo (1968, Servando González), con el
cantante Carlos Lico, y en uno de los varios melodramas "antirracistas" de la
época, Rosas blancas para mi hermana negra (1969, Abel Salazar), plagio de la
trama norteamericana Imitación de la vida. En la comedia melodramática Los
novios (1969), con Silvia Piñal y Julio Alemán, el director Gilberto Gazcón se
basó en im argumento de Emilio Carballido para fingir la modernidad mientras
insistía -muy a destiempo- en la conveniencia de la castidad prematrimonial
entre gente de clase media. Carlos Enrique Taboada trató también de dar
nuevos alientos al melodrama en tres películas de 1970: El arte de engañar, con
Julio Alemán, Verónica Castro y Sonia Furió, El deseo en otoño, con amagos de
lesbianismo entre Maricruz Olivier y Sonia Furió, y El negocio del odio, con
David Reynoso, Sonia Furió y Andrés García como un boxeador. Pero todo
ese cine melodramático, mejor o peor, no podía ocultar las aprensiones
moralistas que lo alejaban de un deseado público juvenil de clase media.
Precisamente por eso, el mismo Taboada hizo de su cinta Ea fuerza inútil
(1970) un caso límite en el empeño de regañar a los jóvenes: su protagonista
era un profesor maduro (Rafael Baledón) que llegaba a la violencia verbal y
física y a la humillación para ridiculizar a un grupo de muchachas y mucha¬
chos dizque modernos. En El cínico (1968), Gilberto Gazcón se permitió un
ataque al movimiento estudiantil al convertir a su protagonista, Rodolfo de
Anda, en un estudiante tan "rebelde" como sinvergüenza. Antes, Gazcón
había dirigido Al rojo vivo (1968), con Jorge Rivero y Rodolfo de Anda como
dos ambiciosos jóvenes incorporados a la pujante industria regiomontana,
muy admirada por el realizador. En 1970 Gazcón creyó orientar de nuevo a la
juventud con Ya somos hombres, interpretada por Valentín Trujillo y otros como
unos estudiantes obsesionados por el sexo. El director debutante Abel Salazar
advertía a Julissa y Carlos Piñar, intérpretes de Los adolescentes (1967), que no
debían "ensuciar" su amor con lo sexual. Alfonso Corona Blake se despidió
del cine realizando Más allá de la violencia (1970), con Valentín Trujillo y otros
jóvenes como rebeldes motociclistas en contactos peligrosos con los hippies y
la droga. Juan Orol "fustigó" a unos jóvenes demasiado crecidos y pintarra¬
jeados al "sicodélico" modo en El fantástico mundo de los hippies (1970), cinta
filmada en Nueva York y Miami con Eric del Castillo [DF 1935] y Dinorah
Judith, nueva vedette y esposa del director. Alejandro Galindo también preten¬
dió el regaño moralista (no por primera vez, ciertamente) en Cristo 70 (1969),
| Emilio García Riera
con Carlos Piñar como un joven rebelde y vago convertido en una versión
parafrástica de Jesús.
La religión tampoco se libró de contaminaciones modernistas, aunque
Miguel Zacarías (realizador por la época de El pecado de Adán y Eva) se inspi¬
rara otra vez en la Biblia (el Nuevo Testamento) para contar la vida de Cristo
al modo tradicional en tres películas (series de los América): Jesús el niño Dios
(1969), Jesús, María y José (1969) y Jesús nuestro Señor (1970); el papel de Cristo
lo hicieron varios niños, según la edad relatada, y Claudio Brook en su ver¬
sión adulta. Varios sacerdotes del cine nacional fueron movilizados a medios
difíciles. Ya se han citado El oficio más antiguo del mundo y Las chicas malas del
padre Méndez; en la segunda, el cura empeñado en redimir prostitutas fue
interpretado por David Reynoso. En El cielo y tú (1970), Gilberto Gazcón, otra
vez preocupado por esas cosas, metió a un cura (Braulio Castillo) entre unos
jóvenes muy "alivianados" y en amores prohibidos, por culpa de una amnesia
del sacerdote, con una chica (Irán Eory); eso planteaba al final un problema
que el director no logró resolver con claridad.
Literatura y revolución
Nido de tiburones (Shark, 1967), cinta de aventuras con Burt Reynolds y Silvia
Piñal. Albert Zugsmith [Atlantic City 1910], productor de Hollywood, se hizo
director en México para realizar dos espantables bodrios: la fantasía de horror
El cuarto chino (1966), con Guillermo Murray y Elizabeth Campbell, y el west¬
ern paródico El pistolero fantasma (1967), con Troy Donahue. Otro norteameri¬
cano, Anthony Carras, dirigió el melodrama El hacedor de miedo (1967), con
Katy Jurado, Paul Picerni y Fernando Soler, y su paisano Myron Gold,
residente en México, la película de aventuras Temporada salvaje (1968), con Ron
Harper, Diane McBain y Víctor Buono. Los estudios Hal Roach de Hollywood
aportaron (sin saberlo: asunto de piratería) los trucos ya empleados en una
cinta de 1940 (One Million, B.C.) para una falsa coproducción de ambiente
prehistórico: La isla de los dinosaurios (1966, Rafael Portillo), con Armando
Silvestre y Alma Delia Fuentes. Dos norteamericanos, Timothy Leary, presun¬
to inventor del Lsd, y Slavko Vorkapich, famoso especialista en montaje y tru¬
cos, colaboraron con el director José María Fernández Unsaín para la reali¬
zación de la cinta de horror y "sicodelia" Un largo viaje hacia la muerte (1967),
con López Tarso, Fanny Cano, Jacqueline Andere y Miguel Angel Alvarez.
Aparte de las ya mencionadas actuaciones para directores mexicanos del
inglés Boris Karloff [Dulwich 1887-1969], Jeff Cooper, Anjanette Comer
[Dawson, Texas 1942] y John Gavin [Los Ángeles 1931], actuaron en películas
nacionales otros elementos de Hollywood: Robert Conrad en las dos primeras
películas dirigidas, en 1966, por Alfredo Zacarías [DF], hijo de Miguel Zacarías:
la comedia musical Ven a cantar conmigo, con la niña Evita, y Los bandidos, wes¬
tern con los también norteamericanos Roy Jenson y Jan-Michael Vincent
[Denver 1944]; Broderick Crawford [Filadelfia 1911-1986] y la niña Connie Ca-
rroll en la comedia piadosa Gregorio y su ángel (1966, Martínez Solares), con Tin
Tan; Shirley Jones hizo pareja con Raphael en El golfo; Lana Tumer, George
Chakiris y Richard Egan fueron los actores principales del melodrama El terrón
de azúcar (The Big Cube, 1968), dirigido por Tito Davison.
Todas las cintas mencionadas en el párrafo anterior eran coproducciones
con los Estados Unidos; no lo eran otras películas mexicanas con actores de
Hollywood como Autopsia de un fantasma (1966, Ismael Rodríguez), dispara¬
tada comedia de horror con el sudafricano Basil Rathbone [Johannesburgo
1892-1967], John Carradine y Cameron Mitchell. Carradine [Nueva York 1906-
1988] apareció también en dos cintas de horror dirigidas por Jaime Salvador
en 1967, La señora muerte y Pacto de sangre, distribuidas por la Columbia, y
Cameron Mitchell [Dallastown, Pensilvania 1918] en El sabor de la venganza.
Nick Adams y Chuck Anderson actuaron en un western, Los asesinos (1967,
Salvador), y la actriz negra Juanita Moore en Angelitos negros.
| Emilio García Riera
José Bolaños filmó en inglés su segunda película, Arde baby arde (Lucky
Johnny Born in America, 1970), pese a ser de producción mexicana. Ese western
heterodoxo, basado en un argumento de Pedro F. Miret, no se estrenó sino en
1975, después de ensayar Bolaños varias ediciones distintas. Actuaron en la
cinta la italiana Venetia Vianello, esposa del director, y los norteamericanos
Glenn Lee, Virgil Frye y James Westerfield.
Directores y actores
primero apareció por última vez en El profe, con Cantinflas. María Félix y
Dolores del Río actuaron cada una en una sola película (La generala y Casa de
mujeres). Javier Solís murió en 1966 y Antonio Aguilar quedó como único galán
cantante ranchero.
A cambio de "estrellas", se dieron a conocer actores competentes que serían
de buena utilidad en el proceso renovador: los revelados por Los caifanes
(Jiménez, López Rojas y Gómez Cruz), José Alonso [DF1946], José Carlos Ruiz
[DF 1945], Alma Muriel [DF 1952], Gonzalo Vega [DF], Helena Rojo [DF 1944],
Jorge Luke [DF 1942], Héctor Bonilla [DF 1939], Héctor Ortega [DF 1930], el
jalisciense Gregorio Casal [San Miguel el Alto 1935] y otros. Carlos Bracho,
Valentín Trujillo [DF 1951], Verónica Castro [DF 1952], Claudia Islas, Andrés
García y Hugo Stiglitz ganaron cierta fama en la época.
Aparecieron en películas mexicanas actores extranjeros de breve paso
por el cine nacional, como los ya mencionados norteamericanos, el italiano
Salvatori y los españoles Aurora Bautista, Manuel Gil [Logroño 1936] en
Corazón salvaje, Raphael, Pili y Mili y Carmen Sevilla. Algo más se quedarían
la argentina Zulma Faiad, la chilena Nadia Milton, la venezolana Lupita
Ferrer, la alemana Christa Linder, las españolas Irán Eory y Pili (sin Mili), las
peruanas Saby Kamalich y Patricia Aspíllaga, el brasileño Milton Rodrigues
(no Rodríguez), los puertorriqueños Braulio Castillo y Miguel Ángel Álvarez
(apodado El Men) y la norteamericana Amedée Chabot.
| Capítulo XII11971 a 1976
> La estatización virtual del cine mexicano
> Ripstein, Cazals, Hermosillo y Fons
> Otros directores del cine estatal
> Epica y altos costos
> Debutantes para el Estado
> El cine esotérico
> El estado y la generación intermedia
de directores
> El estado y los directores veteranos
>- Documentales de largo metraje
y cine independiente
> Cine de producción privada
> Nuevos directores
en el cine de producción privada
> Coproducciones y realizadores
mexicanos en el extranjero
> Trabajos distinguidos y Arieles
Emilio García Riera
la cinta tiene buenas cualidades: hay en ella fuerza y vehemencia. Aquellos años,
sobre un argumento de José Iturriaga adaptado por Carlos Fuentes y el propio
Cazals, no logró evitar los riesgos del cine hagiográfico, pese a su intento de
mostrar un Juárez lo menos rígido posible. Cazals dirigió además un interesan¬
te documental de largometraje, Los que viven donde sopla el viento suave (1973),
sobre los indios seris de Sonora.
En La pasión según Berenice (1975), de Hermosillo, los amores de una seño¬
rita con un ingeniero capitalino de viaje en Aguascalientes remiten a las
represiones, pasiones, ambigüedades y ocultaciones de una clase media
provinciana. Con esa rica y sugerente película, muy bien interpretada por
Martha Navarro [DF 1937] y Pedro Armendáriz, Jr., la pareja central, Hermosi¬
llo confirmó un progreso señalado paso a paso por sus anteriores largometrajes
industriales: el primero, La verdadera vocación de Magdalena (1971), con Angélica
María, había tratado también de reflejar problemas de clase media, pero resultó
flojo por inexperiencia y pobreza de medios; el segundo, El señor de Osanto
(1972), con Daniela Rosen, Hugo Stiglitz, Mario Castillón Bracho y Femando
Soler, ubicó con regular fortuna en el México rural de tiempos de la interven¬
ción francesa una trama de Robert Louis Stevenson, The Master of Ballanstree,
adaptada por el director y José de la Colina; el tercero. El cumpleaños del perro
(1974), con Martínez de Hoyos, Diana Bracho, Héctor Bonilla y Lina Montes, fue
mucho mejor: describía la también ambigua relación de otros personajes de cla¬
se media, un matrimonio juvenil y otro maduro. Después de La pasión según
Berenice, Hermosillo dirigió la intencionada y divertida Matinée (1976), sobre
dos niños cinéfilos complicados en los líos de dos asaltantes adultos (Héctor
Bonilla y Manuel Ojeda). Se hicieron característicos del cine de Hermosillo el
gusto por la aventura (su mito y su realidad), la revelación del envés del melo¬
drama y las alusiones a la homosexualidad latente o declarada.
Los albañiles (1976), que dio a Jorge Fons un segundo premio en el festival
de Berlín, se basó en una novela y pieza teatral de Vicente Leñero [Guada-
lajara 1933] para describir las reacciones provocadas por un crimen en un
edificio en construcción. Esas reacciones, a cargo de actores bien dirigidos
(Ignacio López Tarso, José Alonso, Salvador Garcini, Resortes), resultan
indicativas de un cuadro social regulado por la explotación y la manipulación.
Fons, buen técnico, confirmó en la cinta sus dotes de observador de lo popular
que habían hecho excepcional y muy conmovedor el tercer episodio -Caridad,
con Katy Jurado, Julio Aldama y Pancho Córdova- de la cinta Fe, esperanza y
candad (1972); los otros episodios, Fe de Alberto Bojórquez y Esperanza de Luis
Alcoriza, no eran tan buenos. Fons dirigió con menor acierto otros tres
largometrajes: Los cachorros (1971), cinta basada en una novela del peruano
Breve historia del cine mexicano/ XII. 1971 a 1976 |
Mario Vargas Llosa a propósito de un joven (José Alonso) de clase media alta
atribulado por la pérdida de su pene; un western en coproducción con los
Estados Unidos para el que hubo de sustituir al realizador inicial Salomón
Laiter: Jory (1972), con los norteamericanos John Marley y Robby Benson; el
western paródico Cinco mil dólares de recompensa (1972), sobre un argumento
de Arturo Ripstein, con Claudio Brook y Jorge Luke.
Las dos cintas de Martínez fueron ejemplos de una épica que dio en hacerse por
esos tiempos al tenor de la demagogia tercermundista. Esa épica no pecó de
optimista: siempre ubicada en tiempos pasados, solía proponer derrotas de causas
populares con sus masacres consiguientes. Tampoco fue barata, ni mucho menos:
promovió filmaciones difíciles con grandes repartos, muchos extras y lujos de
vestuario y escenografía; en eso basaron sus críticas los objetares del cine producido
por el estado. (Sin embargo, no es ocioso apuntar que la inversión de grandes
presupuestos no enriqueció en absoluto a los directores de las películas, honestos
por lo general.)
Un alarde del cine épico fue Actas de Marusia (1975), cinta con la que debutó
en México el director chileno Miguel Littín [Palmilla, Colchagua 1942], emigra¬
do a raíz del derrocamiento en su patria del presidente Salvador Allende. Para
reconstruir en México (Alvarado, Veracruz) la violenta represión militar de una
huelga minera en el Chile de principios de siglo, Littín pudo contar incluso con
el conocido actor italiano Gian Maria Votante [Milán 1933-1994] y con música
de fondo del famoso griego Mikis Theodorakis. El resultado fue satisfactorio.
Diana Bracho, Claudio Obregón, Eduardo López Rojas, Ernesto Gómez Cruz y
Alejandro Parodi, entre otros, secundaron a Votante.
Mucho menos lograda fue Mina, viento de libertad (1976), coproducción con
Cuba dirigida por el vasco Antonio Eceiza [San Sebastián 1935], antes director
en España de cuatro películas. El desconcierto y la precariedad de medios
hicieron muy floja esa pretendida epopeya de la independencia mexicana con
José Alonso como Mina, Héctor Bonilla como fray Servando Teresa de Mier,
Pedro Armendáriz, Jr. como Pedro Moreno y el cubano Sergio Corrieri como
Joaquín Infante.
Sergio Olhovich [1942], nacido en Indonesia de familia rusa, crecido en
México y estudiante de cine en Moscú, como Gonzalo Martínez, hizo de otra
cinta estatal, La casa del sur (1974), con David Reynoso, Helena Rojo, Salvador
Sánchez y Patricia Reyes Spíndola [DF 1953], una suerte de epopeya ubicua
en el tiempo y el espacio: un grupo de trabajadores era reprimido en su viaje
por la historia y la geografía mexicanas. Antes, Olhovich había debutado en
1971 con Muñeca reina (1971), adaptación de un cuento de Cartas Fuentes
sobre un joven (Enrique Rocha) obsesionado por un misterioso recuerdo de
infancia: el de una niña que al crecer se convertía en Ofelia Medina. Otras dos
películas del director fueron Encuentro de un hombre solo (1973), con Jorge Luke
como un periodista que cobra conciencia social al saber la triste suerte de un
indígena compañero suyo de infancia (Rodrigo Puebla), y Coronación (1975),
| Emilio García Riera
sobre una novela del chileno José Donoso, con Ernesto Alonso como un solterón
rico y ocioso.
Marcela Fernández Violante [DF 1941], primera directora mexicana desde
tiempos de Matilde Landeta, fue encargada por Conacine de contar otra lucha
minera violentamente reprimida, ésta en el México de principios de siglo, para
Cananea (1976), con Yolanda Ciani y Carlos Bracho. Antes, Fernández Violante
había dirigido su primer largometraje para la Unam: la cinta independiente
De todos modos Juan te llamas (1974), con Patricia Aspíllaga, Jorge Russek,
Juan Ferrara [DF] y Rocío Brambila; la película, también histórica, se refería a
los cristeros.
Entre los no pocos directores debutantes para el estado, figuró Raúl Araiza
[Minatitlán, Veracruz 1935], antes realizador de series para la televisión
privada. La primera cinta de Araiza fue la impresionante Cascabel (1976),
sobre un joven cineasta (Sergio Jiménez) que filma en la selva chiapaneca un
documental sobre los lacandones y queda atañido por sus problemas. La
película sorprendió por su audacia crítica y por el muy natural comporta¬
miento logrado por Araiza en sus actores; uno de ellos fue el excelente Ernesto
Gómez Cruz en un papel de indígena.
Gabriel Retes [DF 1947], director de teatro y realizador de cine en super 8
mm, debutó como director en la industria con la película estatal Chin Chin el
teporocho (1975), sobre una novela de Armando Ramírez. La cinta, fuerte e
interesante, tenía como personajes principales a unos jóvenes del barrio de
Tepito; los interpretaron Carlos Chávez, Jorge Santoyo, Diana Bracho, Tina
Romero y otros. Después, Retes dirigió también para el estado Nuevo mundo
(1976), con Aarón Hernán [Ciudad Camargo, Chihuahua 1931], Tito Junco y
María Rojo, cinta histórica que hubo de paliar la audaz heterodoxia del argu¬
mentista Pedro F. Miret en su visión del modo en que los conquistadores
españoles trajeron a México la fe católica.
También debutaron con películas estatales los siguientes directores: el
jalisciense Jaime Casillas [San Miguel el Alto 1935], argumentista de El jardín
de tía Isabel, realizó Chicano (1975), con Jaime Fernández en un papel inspira¬
do por Reies Tijerina, líder de los trabajadores de origen mexicano en los
Estados Unidos, y Pasajeros en tránsito (1976), con Rafael Baledón y Gregorio
Casal (hermano del director), sobre la lucha guerrillera en la Bolivia de 1967;
el argumentista y actor Héctor Ortega dirigió en (1976) dos cintas infantiles,
La palomilla al rescate y Vacaciones misteriosas, ambas con Ofelia Medina y
Breve historia del cine mexicano/ XII. 1971 a 1976 |
niños actores; Rafael Villaseñor Kuri [1948], Mil caminos tiene la muerte (1976),
con Ana Martín, cinta de jóvenes motociclistas y drogadictos; Jorge de la Rosa,
egresado del Cuec, Fantoche (1976), comedia de humor negro con Joaquín
Cordero y Lilia Michel; el veterano argumentista Adolfo Torres Portillo [DF
1920-1996] y Fernando Ruiz hicieron Los tres reyes magos (1974), primer largo-
metraje mexicano de dibujos animados. Antes de todos los mencionados,
Rubén Broido, otro egresado del Cuec, dirigió en 1971 para el estado (Estudios
Churubusco) la ambiciosa y fallida cinta histórica Vals sin fin, con Carlos
Bracho como el poeta zacatecano Ramón López Velarde y Ana Luisa Peluffo
como su amada Fuensanta.
Tres realizadores que años antes habían hecho largometrajes indepen¬
dientes recibieron también su primera oportunidad industrial: Jomí García
Ascot dirigió El viaje (1976), sobre una historia de Sergio Galindo, con Enrique
Lucero como un empleado melómano que ve frustrados por líos de amores
sus planes de viajar a Europa; Giovanni Korporaal, El diabólico (1976), western
con Carlos East y Jorge Russek; Archibaldo Burns, El reventón (1975), sátira
muy floja del cine "destrampado" con Ana Luisa Peluffo y Juan David Burns,
hijo del director. Antes, Archibaldo Burns realizó la cinta independiente Juan
Pérez Jolote (1973), versión del libro antropológico de Ricardo Pozas sobre los
indios tzotziles de Chiapas.
El cine esotérico
También hizo cine estatal Rafael Corkidi [Puebla 1930], realizador y fotógrafo
con Antonio Reynoso [Toluca 1917-1996] en un buen corto de 1960, El despojo,
con argumento de Juan Rulfo. Corkidi fue competente fotógrafo de las pelícu¬
las de Jodorowsky, con quien compartía el gusto por lo esotérico. El primer
largometraje dirigido por Corkidi fue la fantasía (religión, erotismo y horror)
Ángeles y querubines (1971), de producción privada, con Ana Luisa Peluffo,
Helena Rojo y Jorge Humberto Robles [DF7-1984]. Realizó después para el
estado Auandar Anapu (1971), cinta bilingüe (en español y en tarasco) filmada
en Michoacán con Ernesto Gómez Cruz como una mezcla de santón o réplica
de Cristo y líder rebelde de unos trabajadores, y Pafnucio Santo (1976), curio¬
so revoltijo de referencias históricas, humor y números musicales con Jorge
Humberto Robles, Gina Moret y otros. Corkidi fue fotógrafo de sus películas
y autor de sus argumentos junto con el escritor Carlos Illescas.
Otras muestras de la vertiente esotérica fueron de producción privada.
Jodorowsky realizó La montaña sagrada (1927), con él mismo como un maestro
zen. Esa película abundante en imágenes extrañas, algunas muy bellas, acabó
Emilio García Riera
Entre los directores de su generación, Luis Alcoriza era visto en la época como
el único precursor válido del movimiento renovador. Antes de hacer a su vez
cine estatal, Alcoriza obtuvo para la productora Escorpión, del colombiano
Ramiro Meléndez, un gran triunfo taquillera: Mecánica nacional (1971), sátira
de intención social, rica en detalles graciosos, con Manolo Fábregas como un
mecánico que iba a ver el final de una carrera de autos con su familia, incluida
la abuela, una Sara García por esta vez malhablada y fallecida de modo
tragicómico. El director logró buenas caracterizaciones populares en los
personajes interpretados por Fábregas, Lucha Villa, Gloria Marín, Héctor
Suárez y Fabiola Falcón, entre otros. También en 1971, Alcoriza realizó en
Colombia la coproducción El muro del silencio, con Fabiola Falcón como una
madre histérica que trastornaba a su hijo (el niño Brontis Jodorowsky, hijo de
Alexandro Jodorowsky).
Breve historia del cine mexicano/ XII. 1971 a 1976
con Marga López y Héctor Suárez; El hombre de los hongos (1975), coproducción
con España, sobre una obra de Sergio Galindo, con el actor español Adolfo
Marsillach como un rico del México del siglo xix en líos con una esposa
ardiente (Isela Vega), una pantera y unos hongos venenosos; Las cenizas de un
diputado (1976), comedia con Piporro como un demagogo diputado pueblerino.
Además, Gavaldón dirigió en España para firmas privadas dos copro¬
ducciones: Don Quijote cabalga de nuevo (1972), sobre una variante de la obra
cervantina escrita por el español Carlos Blanco, con Cantinflas como Sancho
Panza y otro español, Fernando Fernán-Gómez, como don Quijote, y La playa
vacía (1976), melodrama con pasiones fuertes vividas por Amparo Rivelles y
Jorge Rivero.
No puede decirse que el estado beneficiara a otro veterano, René Cardona,
al coproducir con él y con su hijo varias cintas de gran éxito taquillera. Al
contrario: desde un estricto punto de vista económico, los Cardona tuvieron
el mérito de triunfar aun en Europa y en los Estados Unidos con algunas de
sus muy sensacionalistas cintas hechas con participación estatal: La isla de los
hombres solos (1973), de Cardona padre, sobre una novela del costarricense
José León Sánchez, con Mario Almada, Eric del Castillo y otros como actores
de las tremendas aberraciones y crueldades amenizadoras de un penal en el
trópico; El valle de los miserables (1974), de Cardona, Jr., con Mario y Fernando
Almada, Ana Luisa Peluffo, Silvia Mariscal [DF 19481 y muchos más implica¬
dos en las atrocidades de Valle Nacional, campo de concentración de tiempos
porfirianos; la taquillerísima Supervivientes de los Andes (1975), de Cardona
padre, sobre un caso real de canibalismo masivo entre los supervivientes de
un desastre aéreo en los Andes; Prisión de mujeres (1976), de Cardona padre,
con Carmen Montejo, Hilda Aguirre y otras como víctimas de barbaridades
en una cárcel femenina de principios de siglo; ¡Tintorera! (1976), de Cardona,
Jr., con la inglesa Susan George, Andrés García y Hugo Stiglitz amenazados
por una calamidad marina, émula menesterosa y apenas visible de la muy
espectacular manejada por Steven Spielberg en el taquillazo norteamericano
Jaws (Tiburón).
En un registro menos truculento, Cardona, Jr. dirigió en 1974 también con
participación estatal las cintas de aventuras Viaje fantástico en globo, sobre una
novela de Julio Verne, con Hugo Stiglitz y Jeff Cooper, y El rey de los gorilas,
con Stiglitz como una suerte de Tarzán, y Cardona padre la comedia picaresca,
coproducida con España e Italia, Una noche embarazosa (1976), con el cómico
italiano Lando Buzzanca como un supermacho grotesco y Claudia Islas.
Se dio en atribuir a los realizadores jóvenes los excesos de "palabrotas" y
desnudos que hicieron lindar a muchas películas con la pornografía, aunque ésta
Emilio García Riera
largo metraje Chihuahua: un pueblo en lucha (1976), en blanco y negro. Gran parte
del cine militante (de izquierda, siempre) se hizo en el económico formato de
super 8 mm. Un segundo concurso de cine en super 8 mm, celebrado en 1971,
produjo resultados interesantes: la cinta ganadora, Víctor Ibarra Cruz, medióme-
traje documental (30 minutos) de Eduardo Carrasco Zanini [DF 1953] sobre un
paria capitalino, y A partir de cero, cinta de una hora de duración realizada por
Carlos Belaunzarán [Guanajuato 1940]; no eran ejemplos del aludido cine
militante, pero sí pruebas de una efervescencia en el llamado cine marginal.
Varios largometrajes independientes de argumento tuvieron una acen¬
tuada intención política de izquierda. Alfredo Joskowicz dirigió dos muy
interesantes para el Cuec: El cambio (1971), con Sergio Jiménez y Héctor
Bonilla como dos jóvenes que huyen de la capital para toparse en la costa
veracruzana con graves problemas sociales, y Meridiano 100 (1974), con
Héctor Bonilla, Martha Navarro y Eduardo López Rojas, sobre unos guerrille¬
ros que fracasan en su intento de obtener apoyo campesino y son masacrados.
También había referencias a los guerrilleros en Caminando pasos... caminando
(1976), cinta de Federico Weingartshofer con Ernesto Gómez Cruz como un
maestro rural empeñado en integrar una comunidad agraria. El debutante
Carlos González Morantes [Monterrey 1945], egresado del Cuec, dirigió
para esa escuela Tómalo como quieras (1971), película en blanco y negro sobre
los efectos en el ánimo de unos universitarios en las represiones de 1968 y
1970; después, González Morantes realizó Derrota (1973), con Irma Lozano
[Monterrey] y José Alonso, sobre una huelga obrera reprimida al final. Ariel
Zúñiga [DF 1947], con estudios en el Idhec de París y en el Cuec, hizo en
1974 su primer largometraje: Apuntes, con Eduardo López Rojas y Claudio
Obregón; trata esa cinta de un hecho real de 1950: la lucha de unos taxistas
apoyados por el Partido Comunista.
Gustavo Alatriste, que gozaba de una rara impunidad para operar sus salas
de cine sin cumplir requisitos sindicales, pudo exhibir en ellas las películas
independientes por él mismo realizadas: Human (1971), filmada en Inglaterra,
Victorino (1973), Entre violetas (1973), Eos privilegiados (1973) y la muy demogógica
México, México, ra ra ra (1975), con Héctor Suárez en muchos y distintos papeles,
pero indicativos todos de una supuesta índole corrupta del mexicano común.
Otras cintas independientes fueron el muy original e inventivo medióme-
traje de Juan José Gurrola Robarte el arte (1973), sobre una exposición de
pintura conceptual en Alemania, y tres largometrajes: Descenso del país de la
noche (1974), primera cinta de otro egresado del Cuec, Alfredo Gurrola [DF
1943], con su hermano mayor Juan José Gurrola y Diana Mariscal como
actores de una historia basada en una pieza del francés Michel Ghelderode;
Emilio García Riera
Antes de llegar en 1976 a una casi completa inacción, los productores privados
tendieron a hacer un cine cada vez más barato, como lo demuestran las
siguientes cifras.
Falta por mencionar, entre los autores mexicanos adaptados por el cine de la
época, a Luisa Josefina Hernández, cuya pieza La plaza de Puerto Santo, de
tema pueblerino y costumbrista, dio base a la película estatal de ese nombre
dirigida en 1976 por Toni Sbert, con Héctor Suárez, Pedro Armendáriz, Jr. y la
cubana Raquel Olmedo.
El adaptador de esa pieza fue Emilio Carballido, uno de los muchos escri¬
tores distinguidos que trabajaron como argumentistas o adaptadores para el cine
nacional del sexenio. Fueron los demás José Agustín, los inmigrados españoles
José de la Colina [Santander 1934] y Pedro F. Miret, los capitalinos Carlos Fuentes
y José Emilio Pacheco, Gabriel García Márquez, Jorge Ibargüengoitia [Guanajuato
1928-1983], Carlos Illescas [Guatemala, 1918-1998], Vicente Leñero, Eduardo
Luján, Tomás Pérez Turrent, José Revueltas y Josefina Vicens. Tanto ellos co¬
mo un buen cuadro de eficaces actores veteranos y principiantes, José Alonso,
j Emilio García Riera
Alfonso Arau, Pedro Armendáriz, Jr., Femando Balzaretti, Arturo Beristáin [DF
1953], Héctor Bonilla, Diana Bracho, Mercedes Carreño, Gregorio Casal, Delia
Casanova, Carlos Castañón, Pancho Córdova, Malena Doria, Sonia Furió, Salvador
Garcini, Ernesto Gómez Cruz, Ofelia Guilmáin, Sergio Jiménez, Katy Jurado,
Eduardo López Rojas, Ignacio López Tarso, Enrique Lucero, Leonor Llausás, Rita
Macedo, Gloria Marín, Silvia Mariscal, Juan Ángel Martínez [DF 1942-1984], Jorge
Martínez de Hoyos, Carmen Montejo, Lina Montes, Ana Ofelia Murguía, Martha
Navarro, Claudio Obregón, Manuel Ojeda, Héctor Ortega, Alejandro Parodi,
Leticia Perdigón, Rodrigo Puebla [Guanajuato 1932-19931, Resortes, Bruno Rey,
Patricia Reyes Spíndola, Jorge Humberto Robles, Helena Rojo, María Rojo, Emma
Roldán, José Carlos Ruiz, Jorge Russek, Salvador Sánchez, Héctor Suárez, Gonzalo
Vega, Isela Vega, Lucha Villa y otros, como los fotógrafos Alex Phillips, Jr., Jorge
Stahl, Jr. [DF], Gabriel Figueroa, Rosalío Solano y el joven Ángel Goded (colabora¬
dor de Paul Leduc en Etnocidio), como los músicos Joaquín Gutiérrez Heras y el
jalisciense Rubén Fuentes [Ciudad Guzmán 1927], como el escenógrafo Manuel
Fontanals (fallecido después de trabajar en El castillo de la pureza), como los ambien-
tadores Lucero Isaac y Julio Alejandro y como el editor Rafael Castañedo, recibie¬
ron de los mejores directores de ese tiempo el estímulo necesario para dar a
sus trabajos calidades insólitas en el cine mexicano.
Al reanudarse la entrega de los Arieles, se dieron los siguientes:
Película: en 1972, El Águila Descalza y Eas puertas del paraíso; en 1973, El
castillo de la pureza, Mecánica Nacional y Reed; en 1974, El principio; en 1975, Ea
Choca y Ea otra virginidad; en 1976, Actas de Marusia; en 1977, Ea pasión según
Berenice.
Director: en 1972, Jorge Fons por Tú, yo, nosotros; en 1973, Luis Alcoriza
por Mecánica Nacional; en 1974, Gonzalo Martínez por El principio; en 1975,
Emilio Fernández por Ea Choca; en 1976, Miguel Littín por Actas de Marusia; en
1977, Jaime Humberto Hermosillo por Ea pasión según Berenice.
Actriz: en 1972, Rita Macedo por Tú, yo, nosotros; en 1973, Lucha Villa por
Mecánica Nacional; en 1974, Katy Jurado por Fe, esperanza y caridad; en 1975,
Pilar Pellicer por Ea Choca; en 1976, Rocío Brambila por De todos modos Juan te
llamas; en 1977, Martha Navarro por Ea pasión según Berenice.
Actor: en 1972, Alfonso Arau por El Águila Descalza; en 1973, López Tarso
por Rosa Blanca; en 1974, Pancho Córdova por Fe, esperanza y caridad; en 1975,
Héctor Bonilla por Meridiano 100; en 1976, Jorge Russek por De todos modos
Juan te llamas; en 1977, Pedro Armendáriz, Jr. por Mina, viento de libertad.
Coactuación femenina: en 1972, Helena Rojo por Fin de fiesta; en 1973, Diana
Bracho por El castillo de la pureza; en 1974, Lina Montes por El principio; en 1975,
Mercedes Carreño por Ea Choca; en 1976, Patricia Reyes Spíndola por Actas de
Breve historia del cine mexicano/ XII. 1971 a 1976 |
La calamidad
a varios funcionarios del cine; eso costó cárcel y maltratos a los inculpados,
pese a que el fraude no se probó; de 4 500 millones, pasó a ser -eso parecía-
de 50 millones, después de cinco millones, y finalmente nada quedó claro.
El 24 de marzo de 1982, un incendio provocado al parecer por descuidos
imperdonables, dejó en ruinas el edificio ocupado por la Dirección de
Cinematografía y la Cineteca Nacional junto a los estudios Churubusco, con
pérdidas invaluables de películas y documentos y las muy probables de vidas
humanas, pues la impunidad oficial no dejó que se conociera la magnitud
del siniestro.
El cine lépero
Otro buen realizador afectado por la situación fue Felipe Cazals. Empezó
dirigiendo dos películas estatales: La Güera Rodríguez (1977), cinta histórica
agraviada por la floja interpretación que de la célebre mexicana de comienzos
del siglo xix hizo Fanny Cano, y Ll año de la peste (1978), con Alejandro Parodi,
José Carlos Ruiz, Rebeca Silva [Guadalajara 1953] y Daniela Romo, versión
actualizada por los adaptadores Gabriel García Márquez y Juan Arturo
Brennan (egresado del Ccc) de un libro de Daniel Defoe. La segunda de esas
cintas contuvo buenas ideas e imágenes espléndidas, pero no resultó convin¬
cente su descripción de los efectos sociales, políticos y morales de la peste.
Después, Cazals hubo de hacer en 1980 tres películas comerciales de produc¬
ción privada: dos con el popular músico y cantante tropical Rigo Tovar
[Matamoros, Tamaulipas 1950], Rigo es amor y El gran triunfo, y una comedia
de burdel, Las siete Cucas, con Isela Vega, Blanca Guerra [DF 1952], la española
Amparo Muñoz y otros.
De nuevo con el estado, Cazals dirigió en 1982 Bajo la metralla, con
Humberto Zurita [DF 1952], Juan Carlos Ruiz, Manuel Ojeda, María Rojo y
Salvador Sánchez. El argumento escrito para la cinta por Xavier Robles
aborda un tema político de modo algo esquemático y retórico: unos terroristas
Breve historia del cine mexicano/ XIII. 1977 a 1982
Al filo del agua, de Agustín Yáñez, que no pudo exhibir porque la objetaron los
familiares del escritor; al fin, la película, interpretada por Ana Luisa Peluffo y
Ernesto Gómez Cruz, se estrenó en 1983 con el título de Deseos. Alberto
Bojórquez realizó Adriana del Río actriz (1978), con Teresa Álvarez como una
patética aspirante a "estrella" de cine, y Retrato de una mujer casada (1979), con
Alma Muriel como una joven madre de familia de clase media; ambas cintas
resultaron seguramente las mejores de un director muy sensible a los proble¬
mas de la mujer: la primera fue un verosímil, agudo y nada complaciente
reflejo del mundo cinematográfico nacional y la segunda un excelente alegato
en favor de la liberación femenina. Antes de volver a España, Antonio Eceiza
dirigió su segunda y última película mexicana: Complot mongol (1977), con
Pedro Armendáriz, Jr., Gómez Cruz y Blanca Guerra en una intriga policiaca.
Para Oficio de tinieblas (1978), con Enrique Lizalde, Julissa y Manuel Ojeda, el
director Archibaldo Burns adaptó una novela de Rosario Castellanos sobre el
enfrentamiento en 1934 de unos indios chamulas con sus explotadores. Carlos
Enrique Taboada realizó una buena película histórica, quizá el mejor trabajo de
toda su carrera: La guerra santa (1977), con José Carlos Ruiz y Jorge Luke, sobre
la manipulación de los cristeros en 1927 por las fuerzas clericales.
Tampoco se incoporaron al cine de producción privada algunos directores
que debutaron para el cine de estado y otros ya no principiantes que hicieron
sus primeras películas de producción estatal. Entre los segundos figuraron
Guillermo Murray, que dirigió Para usted, jefa (1979), con Teresa Velázquez
como una mujer que recapitulaba su vida frente a la TV, mientras veía boxear
a su hijo, y Juan Ibáñez, realizador en 1977 de Divinas palabras, con Silvia Piñal
y Mario Almada, presuntuosa y fallida adaptación de una pieza esperpéntica
del español Ramón del Valle-Inclán con la que el propio director había obteni¬
do años atrás buen éxito al presentarla en el teatro; también en 1977, Ibáñez
dirigió México nocturno (A fuego lento), melodrama de cabaret y tráfico de
drogas con Óscar Chávez.
Tres de los debutantes, Raúl Zermeño, Luis Mandoki [DF 1947] y Alejandro
Tavera, dirigieron los episodios de Mundo mágico (1980), cinta basada en el
libro de cuentos indigenistas El diosero, de Francisco Rojas González. La única
película dirigida por el sacerdote dominico Julián Pablo fue la muy erótica La
leyenda de Rodrigo (1977), con René Casados con un fraile (también dominico)
que resentía en el siglo xvn y en la actualidad las mismas tentaciones por
culpa de Fanny Cano.
Otro debutante, el colombiano Fernando Vallejo, dirigió tres películas
para el estado: Crónica roja (1977), sobre dos jóvenes delincuentes también
colombianos en México; En la tormenta (1980), con Carlos Riquelme y Carmen
Breve historia del cine mexicano/ XIII. 1977 a 1982 |
libertad (1979), exaltación de la lucha sandinista. Ése fue también el tema del
largometraje El amanecer dejó de ser una tentación (1979), dirigido por Miguel
Necoechea a partir de una entrevista con el comandante sandinista Tomás Borge
y coproducido por la Universidad Veracruzana.
Antes de su película salvadoreña, Leduc dirigió Puebla hoy (1978), docu¬
mental político producido por la Universidad Autónoma de Puebla y formado
por tres cintas de corto y mediometraje. Después, en 1981, Leduc hizo una pelí¬
cula independiente de argumento basada en ima novela de Carlos Fuentes:
Complot petrolero: la cabeza de la hidra, con José Alonso como una suerte de James
Bond mexicano, nacionalista y tercermundista. La cinta, muy divertida, muy
confusa y espléndidamente filmada en locaciones mexicanas y puertorrique¬
ñas, duró en total 210 m, pues se preveía -en vano, hasta el momento- su paso
por TV en cuatro episodios.
Eduardo Maldonado realizó con la colaboración del Archivo Etnográfico
del Instituto Nacional Indigenista, de Fonapás (organismo oficial) y de la Univer¬
sidad Veracruzana un muy interesante documental de largo metraje, Laguna de
dos tiempos (1982), sobre los graves efectos del desarrollo de la industria
petrolera en una zona antes rural del estado de Veracruz. Quizá fue ése el
primer documental importante de protesta ecologista hecho en México.
Rafael Castañedo dirigió también para la Universidad Veracruzana el buen
mediometraje documental Jubileo (1979), conmemorativo de los 50 años de
la Orquesta Sinfónica de Jalapa. Antes, Castañedo ensayó una combinación
de marionetas checas y acción viva en el largometraje Cuentos de príncipes y
princesas (1978), con Héctor Ortega, Max Kerlow [DF 1928], el pintor Luis
Jaso y unos niños como actores.
Ramón Aupart, bien conocido, como Castañedo, por sus trabajos de edi¬
ción, realizó Tatlácatl (1979), largometraje documental sobre una comunidad
indígena poblana reprimida y enviada a Chetumal. Otros documentales de
tema indígena fueron el largometraje Quítate tú pa'ponerme yo (1981), de
Francisco Chávez [DF 1950], y los mediometrajes La mayordomía y El oficio de
tejer, realizados en 1980 por Juan Carlos Colín, Mara'acame (Cantador y
curandero, 1980), de Juan Francisco Urrusti, y La tierra de los tepehuas (1982),
de Alberto Cortés [DF 1952]. El Archivo Etnográfico de Ini patrocinó
generalmente las cintas de ese género, que resultaron en su mayoría bien
hechas e intentaron en muchas ocasiones la crítica social y política.
Esa crítica se hizo fuerte y declarada en otros documentales de medio
metraje dedicados a problemas y luchas de los trabajadores: La expe¬
riencia viva (1977), en blanco y negro, de Gonzalo Infante, La indignidad
y la intolerancia serán derrotadas (1980), de Alberto Cortés y Alejandra Islas,
| Emilio García Riera
complejos con el tiempo y el espacio que le alabó una parte de la crítica. Raúl
Kamffer dirigió ¡Ora si tenemos c¡ue ganar! (1980), con Manuel Ojeda y Patricia
Reyes Spíndola, película apoyada en textos de Ricardo Flores Magón y referida
a una lucha minera contra el ejército porfirista. Federico Weingartshofer realizó
Bajo el mismo sol y sobre la misma tierra (1979), con Ana Ofelia Murguía como una
viuda campesina enfrentada en la capital a una terrible soledad. Eduardo
Carrasco Zanini dirigió en el estado de Morelos Una historia de payasos (1982),
cinta de implicaciones sociales con Eduardo López Rojas, Silvia Mariscal y unos
malabaristas. Claudio Isaac insistió en la referencia autobiográfica: el título de
su película El día c¡ue murió Pedro Infante (1982), con Humberto Zurita como un
joven escritor, aludía a la coincidencia de la muerte de Infante (el 15 de abril de
1957) con el nacimiento del director. Pueblo de Boquilla (1981), de Ángel
Madrigal, con Ernesto Gómez Cruz y Ofelia Medina, exaltó la lucha en un
pueblo chihuahuense de unos trabajadores electricistas.
Entre las películas independientes que significaron para sus realizadores
el debut en el largometraje, llamó mucho la atención Nocaut (1982), buen thriller
de bajos fondos y delincuencia realizado por José Luis García Agraz [DF 1952],
egresado del Cuec, e interpretado por Gonzalo Vega como un boxeador y
Blanca Guerra como su enamorada; en una aparición episódica, Alejandro
Parodi dio excepcional veracidad al ruletero que interpreta. Alejandro Pelayo
[DF 1945] debutó con La víspera (1982), drama político (filmado en 16 mm) sobre
un exministro (Ernesto Gómez Cruz) en espera angustiada de que el nuevo
presidente le dé o no un puesto; la primera película de Benjamín Cann fue Yo no
lo sé de cierto, pero lo supongo (1982), con Diana Bracho y Manuel Ojeda como una
pareja conflictiva aislada en una cabaña, en mitad del bosque; La madre (1979),
de Felipe Casanova y Ángel Madrigal, con Pilar Souza y Ernesto Gómez Cruz,
trasladó a México la trama de la novela rusa de Máximo Gorki (en la versión
teatral de Bertolt Brecht).
El buen director de teatro Ludwik Margules [1933], polaco, realizó dos
películas independientes: el mediometraje documental Cuaderno veneciano
(1977), sobre la obra plástica del pintor Vlady, y el largometraje La madrugada
(1980), registro filmado de la representación teatral (dirigida por José Caballero)
de una obra de Juan Tovar [Puebla 1941] sobre el asesinato de Pancho Villa.
1977), María Elena Velasco (Desempleo, 1978), Dorotea Guerra (Hacer un guión,
1981), Patricia Gilhuys (La improbable Susanita, 1981), María Eugenia Tamés y
María del Carmen Lara (No es por gusto, 1981) y las también egresadas del Ccc
Gloria Ribé (Monse, 1978), Marisa Sistach (¿Y si platicamos de agosto?, 1980),
Elsie Méndez (El Rutas, 1982) y Ángeles Necoechea (Vida de ángel, 1982).
Nunca se había producido, ni de lejos, semejante participación femenina en la
realización de cine mexicano: 16 directoras, por lo menos, se dieron en el cine
independiente las oportunidades negadas tradicionalmente por la industria a
las mujeres.
Por la época, sólo dirigieron cine industrial tres mujeres: Marcela Fernán¬
dez Violante, para el estado, y dos debutantes, las actrices Isela Vega y la India
María, para la iniciativa privada.
respectivas de Pueblerina y La red. Cuando tejen las arañas (1977), cinta estatal
con Alma Muriel, se basó en un argumento de Vicente Leñero, Fernando
Galiana y Francisco del Villar; el tercero fue relevado como director por
Roberto Gavaldón, que hizo así su obra postuma. Alejandro Galindo, director
en la época de varias películas de producción privada -entre ellas, una varian¬
te de Espaldas mojadas: Mojados/ Wetbacks (1977), con Jorge Rivero, realizó para
el estado un melodrama basado en una pieza teatral de Celestino Gorostiza:
El color de nuestra piel (1982), con Gonzalo Vega, Juan Orol produjo y dirigió su
última cinta: El tren de la muerte (1978), western con Julio Alemán y Patricia
Rivera. Antes de dedicarse a la realización de cintas eróticas de producción
privada. Rene Cardona dirigió Carlos el terrorista (1977), con Andrés García
como un personaje venezolano tomado de la realidad, y una segunda versión
de La guerra de los pasteles (1978) con Angélica María y el venezolano Raúl Vale.
Una comedia costumbrista de ambiente campesino e intenciones críticas,
La guerra es un buen negocio o Azogue (1982), con Ernesto Gómez Cruz, fue la
última película de Tito Davison.
También fueron postumos los trabajos de dirección de Julio Bracho y
Julián Soler en Los amantes fríos (1977), cinta erótica estatal de tres episodios (el
restante fue dirigido por Miguel Morayta). Entre otras películas, Rogelio A.
González dirigió para el estado la farsa pueblerina El gran perro muerto (1978),
con David Reynoso y Kitty de Hoyos, y la sátira futurista México 2000 (1981),
con los cómicos Chucho Salinas [DF 1928] y Héctor Lechuga; su última cinta
sería de producción privada: Toña... nacida virgen (1983), basada en la novela
Del oficio de Antonia Mora, producida por Gustavo Alatriste e interpretada
por Dora Elsa Olea en el papel de una prostituta.
Servando González, Alberto Mariscal y Rafael Baledón realizaron pelícu¬
las para el estado. En Las grandes aguas (1978), con Eric del Castillo, el tema de
la construcción de una presa sirvió a González para insistir en los tópicos de
Viento negro. Mariscal, que hizo además cine de producción privada, convirtió
un ocurrente argumento de Pedro Miret en el western convencional Bloody
Marlene (1977), con Hugo Stiglitz. La construcción de una presa fue también
el tema de Chicoasén (1978), cinta dirigida por Rafael Baledón con Julio
Aldama y Narciso Busquets. Después, Baledón intervino en la conflictiva
realización de Nana (1979), película empezada por José Bolados, interpretada
por Irma Serrano e Isela Vega y estrenada en 1985; esa nueva versión de la
novela de Zola fue de producción privada.
También en el cuadro de la producción privada, Miguel M. Delgado
dirigió las dos últimas películas de Cantinflas: El patrullero 777 (1977) y El
barrendero (1981), Gustavo Alatriste produjo y dirigió La casa de Bernarda
_ Breve historia del cine mexicano/ XIII. 1977 a 1982 |
Alba (1980), versión de la pieza del español Federico García Lorca con Amparo
Rivelles y Rosenda Monteros, y Aquel famoso Remington (1981); para la segun¬
da, él mismo escribió el argumento e interpretó, en pareja con Sonia Infante,
el papel principal: el de un pistolero jalisciense de la realidad, inspirador años
atrás de ¡Ay, jalisco no te rajes! y otras películas. Gilberto Gazcón se basó tam¬
bién en hechos reales para su muy taquillera cinta de arrabal Perro callejero
(1979), con Valentín Trujillo y Blanca Guerra; en 1980, Gazcón dirigió Perro
callejero II con los mismos actores. En un registro parecido, Ismael Rodríguez
adaptó un cuento de Armando Ramírez para Ratero (1978), cinta de éxito
comercial con Roberto Flaco Guzmán, e hizo después Ratero II (1981), con Rafael
Inclán y Blanca Guerra.
En total, fueron más de 200 los directores de las películas de la época,
incluidas las independientes. Resultaron los más prolíficos Martínez Solares
con 16, Mario Hernández con 13, ícaro Cisneros con 12, Fernando Durán y
Federico Curiel con 11 cada uno y Miguel M. Delgado con 10. Las de Cisneros
fueron las últimas de su carrera.
Coproducciones
Miguel Littín realizó dos películas muy ambiciosas. Para El recurso del método
(1977), coproducción de Conacine con Francia y Cuba, la novela del cubano
Alejo Carpentier fue adaptada por el propio Littín, el poeta mexicano Jaime
Augusto Shelley y el francés Regis Debray; fotografió la cinta el argentino
Ricardo Aronóvich e interpretó el papel principal de un dictador latinoameri¬
cano prototípico el chileno Nelson Villagra, secundado por Katy Jurado y el
francés Alain Cuny. La viuda de Montiel (1979), sobre una historia provinciana
de Gabriel García Márquez adaptada por Littín y José Agustín, fue hecha
con capitales de México, Venezuela, Cuba y Colombia; encabezó su reparto
Geraldine Chaplin, hija del famoso Charles Chaplin.
Ninguna de esas dos películas resultó muy convincente, pese a sus
bellezas formales y a despecho de su intención de aprovechar para el cine el
llamado boom de la literatura latinoamericana. En plan más modesto, Littín
tuvo mejor fortuna con Alsino y el cóndor (1981), cinta escrita por él y Tomás
Pérez Turrent, filmada en Nicaragua, producida por ese país, México, Cuba y
Costa Rica e interpretada por el norteamericano Dean Stockwell y el niño
nicaragüense Alan Esquivel. La película, referida a la lucha sandinista, ganó
premios en los festivales de Moscú y La Habana.
La dirección de Rtc prefirió otro tipo de coproducciones: las hechas por
realizadores importados de prestigio. El soviético (ucraniano) Serguéi Bondárchuk,
| Emilio García Riera
director famoso (aunque poco apreciado por la crítica seria) de una espectacular
versión de La guerra y la paz, entre otras películas, llegó a México para realizar la
primera de dos cintas dedicadas a las experiencias revolucionarias de John Reed,
el periodista norteamericano ya biografiado por Paul Leduc. Así se hizo, en
coproducción con la Unión Soviética e Italia, y en locaciones mexicanas, italianas
y norteamericanas, Campanas rojas (1981); fueron sus intérpretes la suiza Ursula
Andress como Mabel Dodge, el italiano Franco Ñero como Reed, Jorge Luke
como Zapata y Eraclio Zepeda como Pancho Villa. La cinta (cuya segunda parte
se filmaría en la Urss) resultó plana y aburrida a ojos del público y la crítica pese
a los grandes recursos invertidos en ella.
Otro director de prestigio, el español Carlos Saura, recibió también
facilidades de Rtc para dirigir en México la coproducción con España y Francia
Antonieta (1982). El francés Jean-Claude Carriére (colaborador frecuente de
Buñuel) escribió el argumento de la película, basado en la vida de un interesan¬
te personaje real, la mexicana Antonieta Rivas Mercado, interpretado por la
también francesa Isabelle Adjani. Las incidencias de esa vida hacían aparecer a
otros personajes mexicanos reales como José Vasconcelos (Carlos Bracho) y el
pintor Manuel Rodríguez Lozano (Gonzalo Vega). Además, la alemana Hanna
Schygulla interpretó el papel de una imaginaria periodista francesa. Pese a sus
buenas intenciones y a su talento, Saura no logró sustraerse a ciertas actitudes
típicas de los cineastas extranjeros (incluido Eisenstein) en México: la compla¬
cencia frente a lo "exótico" y el afán de entender y explicar un país apenas
conocido.
Con otro espíritu, y con mejores resultados, Ruy Guerra, cineasta nacido
en Mozambique y formado en el Brasil, dirigió en México la coproducción de
Francia, México y Alemania Eréndira (1982), basada en un argumento de García
Márquez y ubicada en un país hipotético, donde una abuela (la griega Irene
Papas) prostituye y explota a su nieta (la brasileña Claudia Ohana), todo al
servicio de una versión barroca, mágica y crítica de lo latinoamericano.
En coproducción con el estado (Conacine), el norteamericano Hall Bartlett
realizó, con resultados grotescos, Los hijos de Sánchez (1977), sobre el famoso
libro antropológico de Oscar Lewis; encabezaron el reparto de esa visión de la
miseria mexicana Anthony Quinn y Dolores del Río. Fue el último trabajo
para el cine de la actriz.
Alberto Vázquez Figueroa, autor español de best sellers, dirigió en México
dos coproducciones privadas hispano-mexicanas con pretensiones de denun¬
cia política: Oro rojo (1978), con Hugo Stiglitz, Isela Vega y el español José
Sacristán, y Manaos (1979), con los italianos Fabio Testi y Agostina Belli, pues
también fue Italia país coproductor de la película. La primera cinta ocurre en
Breve historia del cine mexicano/ XIII. 1977 a 1982 |
una isla imaginaria del Caribe dominada por una dictadura; la segunda, en
el noreste brasileño.
Con inversiones estatales, foráneas y propias, y con actores extranjeros
(has beens, por lo general aburridos y en trance de desempleo) a la cabeza de
sus repartos, René Cardona, ]r. realizó tres películas capitalizadoras de la
moda de los desastres espectaculares impuesta por Hollywood: Triángulo
diabólico de las Bermudas (1977), con John Huston, Marina Vlady, Gloria Guida
y Claudine Auger, Ciclón (1977), con Arthur Kennedy, Carroll Baker, Lionel
Stander y Olga Karlatos, y Guyana, el crimen del siglo (1979), con Stuart Whitman,
Gene Barry, John Ireland, Joseph Cotten, Bradford Dillman e Yvonne de Cario.
También en el cuadro del cine de desastres, Alfredo Zacarías produjo, escribió
y dirigió la coproducción con los Estados Unidos Las abejas asesinas (1978), con
los norteamericanos John Saxon, Angel Tompkins y John Carradine. Otra
coproducción con los Estados Unidos fue Matar a un extraño (antes Trampa
nocturna) o To Kill a Stranger (1982), de Juan López Moctezuma, con los nortea¬
mericanos Dean Stockwell y Aldo Ray, el inglés Donald Pleasence y Angélica
María como una mujer en dificultades para denunciar a su violador, un héroe
de guerra, en un país de Europa oriental.
Arieles
Montáñez por La pachanga; en 1984, Lucero Isaac por Las apariencias engañan.
Edición: en 1978, Reynaldo Portillo por Cascabel; en 1979, Carlos Savage
por La guerra santa; en 1980, Alfredo Rosas Priego por Mar asesino; en 1981,
Jorge Bustos por Misterio; en 1982, Juan Mora Catlett por ¡Ora sí tenemos c¡ue
ganar!; en 1983, Rafael Ceballos [DF] por La pachanga; en 1984, Ceballos por
Bajo la metralla.
Cortometraje documental o testimonial: en 1978, Vicios en la cocina; en
1979, Iztacalco, campamento 2 de octubre; en 1980, Teshuinada; en 1981, Así es
Vietnam; en 1982, El chahuistle; en 1983, La tierra de los tepehuas; en 1984, ¡Los
encontraremos!
Cortometraje de ficción: en 1978, Preferencias; en 1979, Polvo vencedor del
sol; en 1980, El secreto; en 1981, La mígala; en 1982, Como c\uieres que sea; en 1983,
Patricio; en 1984, Laúdate pueri.
Cortometraje educativo, científico o de divulgación artística: en 1978,
Estudio para un retrato; en 1979, Monjas coronadas; en 1980, Jubileo; en 1981, El
valle sagrado de Urabumba; en 1982, Doctor Atl; en 1983, El tango es una historia;
en 1984, Del viento y del fuego.
Opera prima: en 1978, Raúl Araiza por Cascabel; en 1979, Fernando Vallejo
por Crónica roja; en 1980, Gerardo Pardo por Max Domino; en 1981, Jaime
Carrasco, Francisco Chávez, Luis Lupari y Jesús Sánchez por La mígala; en 1983,
Alejandro Pelayo por La víspera; en 1984, José Luis García Agraz por Nocaut.
Premios especiales: en 1978, Eduardo Maldonado por Jornaleros y Luis
Buñuel; en 1979, Carlos Enrique Taboada por La guerra santa; en 1980, Juan
Bustillo Oro, Rafael Ceballos y Luc-Toni Kuhn; en 1981, Douglas Sánchez por
Cualquier cosa y Alfredo Joskowicz por Constelaciones; en 1983, Eduardo
Maldonado por Laguna de dos tiempos, Francisco López y Emilio Watanabe por
Crónicas del Caribe y Celia Ruiz (técnica de los estudios Churubusco).
Premio medalla Salvador Toscano de la Cineteca Nacional: en 1983,
Hermanos Rodríguez; en 1984, Manuel Esperón.
Las películas premiadas y no mencionadas antes en este capítulo fueron
D.F. o Distrito Federal (1979), de Rogelio A. González, sobre un argumento de
Emilio Carballido, con Sasha Montenegro, Resortes y Katy Jurado, el docu¬
mental coproducido con Italia Mar asesino (1978), de René Cardona, Jr. y
Bruno Vailati, Como México no hay dos (1979), de Rafael Villaseñor Kuri, con
Vicente Fernández, Héctor Suárez y Blanca Guerra, los cortos Vicios en la cocina
(1977), de Beatriz Mira, Preferencias (1976), de Mario Luna, Estudio para un
retrato (1978), de Paul Leduc, Rafael Castañedo y Ángel Goded, Monjas corona¬
das (1978), de Paul Leduc, Kukulkán (1979), de José Nieto Ramírez, El valle
sagrado de Urabamba (1979), de Fernando Martínez Álvarez y el español
| Emilio García Riera
—y
328
[Capítulo XIV | 1983 a 1988
> El Instituto Mexicano de Cinematografía
> Cine estatal: nuevos realizadores
> Cine estatal: otros realizadores
> Ripstein, Cazals y Leduc
> Cine independiente privado
y III Concurso de Cine Experimental
> Hermosillo y el cine en Guadalajara
>- El cine de producción privada:
los directores
> Géneros de la producción privada:
lo lépero y lo violento
> Televicine y otros géneros
en la producción privada
> Videos, mediometrajes y cortos
> Coproducciones
>- Premios internacionales y Arieles
Emilio García Riera
Total 82 64 79 63 65 76
Con participación del estado 9 5 8 4 3 5
Independientes 5 3 12 2 5 5
Cuando Imcine empezó a funcionar, la mayor parte de los foros de los estudios
Churubusco estaban ocupados por la larga filmación de Dunas, costosa
producción extranjera. Pareció pues que Jaime Humberto Hermosillo fue
forzado a realizar en Guadalajara El corazón de la noche (1983), floja ilustra¬
ción de un argumento de José de la Colina sobre una sociedad secreta de
lisiados. Hermosillo ya no hizo en el sexenio otra película para el estado, pero
prosiguió en Guadalajara no sólo su carrera, sino una labor de fomento
cultural, como se verá.
Otros realizadores no debutantes que hicieron cine en parte o del todo
estatal, además de Servando González y Hermosillo, fueron Rafael Baledón
(la comedia El más valiente del mundo, 1983), Jaime Casillas (Memoriales perdidos,
1983, cinta histórica ubicada en el siglo xvi, con Claudio Brook, Rodrigo
Puebla y Carlos Velo), José Estrada (su película postuma fue la estatal
Mexicano... tú puedes, 1983, drama arrabalero con Carmen Salinas y Sergio
Jiménez), Gabriel Retes (Los náufragos del Liguria y Los piratas, 1983, cintas de
aventuras para niños), Julián Pastor (Orinoco, 1984, sobre una pieza de Emilio
Carballido, con Blanca Guerra y Ana Luisa Peluffo), Mario Hernández
(Astucia, 1985, sobre la novela de Luis G. Inclán adaptada por un guión de
Xavier Robles que ganó un concurso; Ignacio López Tarso, Jorge Martínez
de Hoyos y Antonio Aguilar actuaron en la cinta), Alberto Bojórquez
(Robachicos, 1985, melodrama con José Carlos Ruiz y María Rojo), Sergio
Olhovich y Sergio Véjar, de quienes se hablará a propósito de coproducciones,
Emilio García Riera
y cinco más cuya obra de la época merece mayor comentario: Carlos Enrique
Taboada, Luis Alcoriza, Alberto Isaac, Arturo Ripstein y Felipe Cazals.
Taboada hizo en 1984 el que resultaría su largometraje postumo: Veneno
para las hadas, fantasía de horror muy al gusto del cineasta. Esa cinta fue
bastante celebrada por parte de la crítica, premiada con no pocos Arieles e
interpretada por dos niñas, Ana Patricia Rojo y Elsa María Gutiérrez, y por
Leonor Llausás.
Alcoriza moriría en 1992 después de dirigir en España su película postuma,
La sombra del ciprés es alargada (1989); sus últimas películas mexicanas fueron
El amor es un juego extraño (1984), melodrama de producción privada con
Humberto Zurita, Isela Vega y Héctor Suárez, Terror y encajes negros (1985) y
Lo yue importa es vivir (1986), ambas para Imcine, y la comedia alburera para
Televicine Día de difuntos (1987), con el Flaco Ibáñez, Chatanuga, Resortes, Ernesto
Gómez Cruz, María Rojo y otros. Terror y encajes negros, con Gonzalo Vega y la
costarricense Maribel Guardia, es una floja cinta de suspenso, pero Lo yue
importa es vivir, buen drama rural con Ernesto Gómez Cruz, Gonzalo Vega y
María Rojo, resultó la última obra digna de la importancia del realizador en la
historia del cine nacional.
Como es lógico, Alberto Isaac no dirigió ninguna película mientras estuvo
al frente de Imcine, pero en 1986 asumió un proyecto de José Estrada,
fallecido ese año: el de llevar al cine la novela de José Emilio Pacheco Las
batallas del desierto. Así, con el título de Mariana Mariana, y basado en un
guión escrito por Estrada y Vicente Leñero, Isaac filmó para Imcine la histo¬
ria de un niño (Luis María Quiroz) enamorado de una adulta (Elizabeth
Aguilar). El resultado fue una película emotiva, sensible y bien dotada de
sentido de humor.
A Ripstein y a Cazals cabe unirlos una vez más con Paul Leduc, su amigo
y compañero de generación, para hablar a continuación de los tres, que
lograron en esos años obras importantes.
De las tres cintas que Arturo Ripstein filmó en el sexenio, todas con apoyo
estatal, la más floja fue la primera: El otro (1984), sobre un cuento de Silvina
Ocampo adaptado por Manuel Puig, ambos argentinos, delató la precariedad
económica con la que el director hubo de narrar una historia misteriosa que
sobrepone a unos hechos reales su versión literaria; fueron actores de la
película Rafael Sánchez Navarro, Juan Ignacio Aranda, Aliñe Davidoff e Ignacio
López Tarso. Las dos siguientes cintas de Ripstein, El imperio de la fortuna
Breve historia del cine mexicano/ XIV. 1983 a 1988 |
por Patricia Reyes Spíndola, la película no costó sino 100 mil dólares al joven
Hugo Scherer, que produjo también en 1985 para la televisión estatal
(Imevisión) cinco episodios de 47 minutos cada uno dirigidos por Felipe Cazals
y agrupados bajo el título Cuentos de madrugada; esos cuentos eran de horror
gótico y transcurrían en una misma casa (en el último, Pesadillas, Scherer
apareció como actor junto con Diana Bracho y José Alonso). Hugo Scherer
fue uno de los escasos productores privados que intentó hacer cine de buena
calidad sin poner demasiada constancia en ese empeño.
Mucho más constante era sin duda Manuel Barbachano Ponce, que
produjo en 1983 Frida, naturaleza viva, película de Paul Leduc muy celebrada
en México y en el extranjero. Leduc tuvo dificultades con su productor, pero
logró una conmovedora visión biográfica de la pintora Frida Kahlo (Ofelia
Medina), esposa del también pintor Diego Rivera (Juan José Gurrola). Si
Leduc adoptó un relato no lineal, heterodoxo, que puede inducir a confusión,
la película es excepcional por la belleza de sus imágenes. Actúan también en
la cinta Max Kerlow, Salvador Sánchez y Claudio Brook en los papeles
respectivos de Trotsky, David Alfaro Siqueiros y el padre de Frida.
Menos afortunada resultó otra cinta independiente de Paul Leduc, ¿Cómo
ves? (1985), basada en un argumento suyo y de José Joaquín Blanco, interpre¬
tada por Blanca Guerra y otros y referida a jóvenes pobres y marginados de la
ciudad de México.
Los 429 largometrajes mexicanos hechos de 1983 a 1988 fueron obra de 124
realizadores (incluidos 49 debutantes). Entre ellos, quienes más filmaron
durante el sexenio lo hicieron siempre para el cine de producción privada, que
solía costar la mitad -más o menos- que el estatal: Víctor Manuel Castro (21
películas), Alfredo B. Crevenna y Fernando Durán (19 películas cada uno),
José Luis Urquieta (16 películas), Rafael Villaseñor Kuri (15 películas), Alfredo
Gurrola (14 películas) y René Cardona, Jr. (12 películas). Entre todo el celuloi¬
de impresionado por esos prolíficos cineastas, sólo merecieron elogios serios
algunas películas de Alfredo Gurrola y José Luis Urquieta.
Con los auspicios del Programa de Desarrollo de Investigación para la
Planeación Familiar, Alfredo Gurrola realizó en 1986 Va de nuez, cinta muy
bien urdida sobre una joven pareja de clase media (Patricia Reyes Spíndola y
Rafael Sánchez Navarro) que no logra tener hijos. Otra buena película de
Gurrola fue Cabalgando con la muerte (1986), western con Mario Almada que
confirmó la solvencia técnica de su director. José Luis Urquieta se salió de lo
común con Muelle rojo (1987), cinta basada en un guión de Xavier Robles e
interpretada por Roberto Flaco Guzmán, Ignacio López Tarso y Manuel
Ojeda. Producida por una cooperativa, Muelle rojo cuenta la historia de la
| Emilio García Riera
cooperativa más vieja del país: la fundada en 1911 por los alijadores de
Tampico. En El puente (La vida de un latino en los Estados Unidos), cinta de 1984
con Rafael Inclán y Sergio Goyri, Urquieta probó más y mejor ambición de la
acostumbrada en el melodrama fronterizo y la comedia alburera.
Pasando a otros trabajos de directores interesantes y menos prolíficos,
cabe anotar que también fueron de producción cooperativa dos películas
de Gabriel Retes: una de aventuras, Mujeres salvajes (1988), con Tina Romero,
y La ciudad al desnudo (1988), en la que el director partió de un argumento
de Servando González para lograr un buen clima de violencia y dureza
urbanas; actuaron en la segunda Lourdes Elizarrarás y Martín Barraza. En
1985, Alfonso Arau realizó Olido Guan (El tacos de oro), con Mario Almada,
Fernando Arau y Gabriela Roel; esa comedia de barrio y fútbol no dio idea
de cuan provechoso sería en el futuro para el director el trabajo con su es¬
posa Laura Esquivel, coguionista de la cinta. José Luis García Agraz realizó
una cinta de ficheras basada en una novela de Armando Ramírez: Noche de
Califas (1985), con Héctor Suárez y Sasha Montenegro. Eduardo Carrasco
Zanini debutó para la industria con Derrumbe (1986), película muy violenta
con Eduardo Palomo y Yirah Aparicio como actores y, como fondo, las ruinas
provocadas en la ciudad de México por el terremoto del 19 de septiembre de
1985. Raúl Araiza dirigió en 1986 Los camaroneros, que se basó en hechos
reales para contar la tragedia de un honesto líder de pescadores de camarón
(Eric del Castillo); esa cinta resultó muy preferible a otra de Araiza basada
en una novela de Margarita López Portillo y afligida por el olor a rancio: el
drama rural Toña Machetes (1983), con Sonia Infante como una mujer fuerte y
temperamental al modo de María Félix, actriz prevista en el sexenio anterior
para interpretar el papel.
Casi nada de bueno o de curioso se pudo decir de los directores debutantes
para el cine de producción privada. El título alburero de Para que dure...no se
apure (1988) disimuló algunos aciertos de crítica costumbrista en esa cinta de
Víctor Ugalde interpretada por Manuel Flaco Ibáñez y ubicada en una oficina
burocrática. El actor Valentín Trujillo, que se inició como director con Un
hombre violento (1983), recibió elogios del todo inmerecidos por Violación
(1987), cinta dizque basada en estadísticas e interpretada por Eleazar García,
Jr. (hijo del cómico Chelelo) como un violador torvo, corpulento y algo grotesco.
Hubo también quienes encontraron alguna gracia a El narco (1985), película
del debutante Alfonso de Alva con Víctor Junco y Arturo Martínez; es un
thriller que resuelve con alardes de arquería los encuentros de policías y
narcotraficantes. Otro debutante, Humberto Martínez Mijares, filmó una
película duranguense de título llamativo: México contra Estados Unidos (1984),
Breve historia del cine mexicano/ XIV. 1983 a 1988
con Eric del Castillo, Roberto Cañedo y Wolf Ruvinskis; trata de un juego de
basquetbol que no llega a verse en pantalla. Los también debutantes Benjamín
Escamilla y Ángel Rodríguez Vázquez, editores de la muy amarillista publi¬
cación Casos de Alarma, realizaron Lo negro del Negro (1984), cinta infecta sobre
un jefe de policía en quien era fácil identificar al Negro Arturo Durazo, corrrup-
tísimo funcionario del sexenio de presidente López Portillo; lo interpretó
Ricardo Deloera, muy parecido a Durazo. Gilberto de Anda, debutante en 1983
con Cazador de demonios, dirigió en 1988 Durazo, la verdadera historia, que intenta¬
ba una tibia defensa del funcionario, interpretado ahora por Sergio Bustamante.
Animado también por el propósito de referirse a la actualidad política, el
productor Juan Fernando Pérez Gavilán se basó en un argumento de Juan
Miguel de Mora para debutar como director en 1988 con Intriga contra México
{¿Nos traicionará el presidente?), cinta actuada por José Carlos Ruiz, Bruno Rey,
Martha Roth y Evangelina Elizondo: por obra de la censura, se le cortaron esce¬
nas militares y fue enlatada por más de dos años.
Aparte de los ya anotados, debutaron en el sexenio para el cine de
producción privada Juan Manuel Soler (hijo de Julián Soler), el actor Juan
Gallardo, Alfonso Rosas Priego II, Luis Quintanilla Rico, Adolfo Martínez
Solares, Miguel Rico, Alfonso Corona Álvarez, Jesús Marín Bello, Rafael Rosa¬
les Durán, Rubén Galindo, Jr., Damián Acosta, Juan Rodríguez Mas, Julio Ruiz
Llaneza, Hernando Ñame, Jesús Fragoso, Julián Abitia, Raúl Fernández, Jr.,
Antonio de Anda, Gustavo Bravo Ahuja, José Nieto Ramírez, Alejandro Todd,
René Cardona III (o sea, el exactor infantil Al Coster), Alberto Caballo Rojas y
Gabriel Vázquez.
También hicieron cine directores muy veteranos. Miguel Zacarías llegó a
51 años en la realización al dirigir en 1983 96 horas de amor, con Antonio
Henaine, hijo de Capulina, como el músico yucateco Guty Cárdenas (ya se
verá que Televicine produjo en el sexenio otras biografías de músicos: las de
Alvaro Carrillo y José Alfredo Jiménez). La cinta de Zacarías tuvo un estreno
tardío en 1986, pero no corrió con tan mala suerte como Lázaro Cárdenas (1985),
película de Alejandro Galindo aún no estrenada al momento de escribir lo
presente (se dice que no fue el suyo un caso de censura, sino de insolvencia
senil); Gilberto Martínez Solares cumplió en 1988 medio siglo de dirigir cine,
lo mismo que Zacarías: hizo siete películas, dos en 1987 y una en cada uno
de los demás años del sexenio. Ismael Rodríguez realizó cuatro cintas:
Corrupción (1983), segunda versión de Maldita ciudad con Carmen Salinas,
Rafael Inclán y Pedro Infante, Jr.: Masacre en el río Tula (1986), con Cuitláhuac
Rodríguez y Roxana Chávez; Solicito marido para engañar (1987), comedia
sobre la novela Lo prohibido, de Benito Pérez Galdós, con Andrés García y
| Emilio García Riera
Sasha Montenegro: Dos tipas de cuidado (1988), comedia con Sasha Montenegro,
Lilia Prado y el aún gracioso Loco Valdés.
Masacre en el río Tula, basada en un hecho real (la matanza de narcotrafi-
cantes colombianos en la época de Durazo) fue enlatada por la censura
durante nueve años. La censura también retrasó el estreno -por seis años- de
£/ secuestro de un policía (1985), cinta de Alfredo B. Crevenna interpretada
por Armando Silvestre y Sasha Montenegro e inspirada en otro hecho real
ocurrido en México: el asesinato por narcotraficantes de Camarena, agente
norteamericano de la Dea. Tanto Intriga contra México como Masacre en el río
Tula y El secuestro de un policía eran muestras de un cine más movido por el
afán sensacionalista que por otra cosa, pero eso no hizo menos inicuo y
obsceno el ejercicio de una censura que pareció liberalizarse a comienzos del
sexenio: en febrero de 1983, la Dirección de Cinematografía, a cargo de Fernando
Macotela, autorizó la exhibición en la Cineteca de tres películas censuradas
durante el sexenio anterior: Deseos de Rafael Corkidi, La viuda negra de Arturo
Ripstein y Las apariencias engañan de Jaime Humberto Hermosillo.
Como se ve, el cine violento llevaba ventaja al principio del sexenio. Tuvo
por ejemplo gran éxito en taquilla Lola la frailera (1983), cinta de Raúl Fernández
con la frondosa Rosa Gloria Chagoyán [DF 1953] como una conductora de
camiones (trailers) enfrentada en el norte al tráfico de narcóticos y a la prosti¬
tución. Por ese tiempo, el rostro más frecuente del cine mexicano fue el de
Breve historia del cine mexicano/ XIV. 1983 a 1988 |
La única cinta que a fines de sexenio pudo superar en la taquilla al cine lépero fue
Ni de aquí ni de allá (1987), comedia dirigida por la India María con ella misma
como una emigrante a los Estados Unidos. Ésa fue una de las 24 películas produ¬
cidas en el sexenio por Televicine (seis en 1983, dos en 1984, tres en 1985, cinco en
1986, cinco en 1987 y tres en 1988).
A falta de otras cualidades, la producción de Televicine rompió la mono-
toma genérica. En tributo a la moda, incluyó cine populachero (El rey de la
vecindad, 1985, de Raúl Araiza, con Héctor Suárez, El rey de los taxistas, 1987,
de Benito Alazraki, con el cómico Luis de Alba, la ya mencionada cinta de
Luis Alcoriza Día de difuntos, 1987, y El Milusos 2,1983, dirigida por Roberto G.
Rivera, escrita por Ricardo Garibay e interpretada por Héctor Suárez, como El
Milusos original), y también cine violento (El tráiler asesino, 1985, de Alfredo
Gurrola, con Mario Almada, Mauro el mojado, 1986, de Alberto Mariscal, con
Miguel Angel Rodríguez), pero más incurrió en banalidades alimentadas por
los éxitos en la pantalla chica de Televisa, patrona y fundadora de la firma. Así,
Maleficio 2... la película (1985), de Raúl Araiza, con Ernesto Alonso y Lucía
Méndez, prolongó una telenovela de horror y misterio; además, Televicine
produjo dos comedias dirigidas e interpretadas en 1983 por Roberto Gómez
Bolaños Chespirito (Charrito y Don Ratón y don Ratero), la adaptación de un
programa juvenil de tv, Estos locos, locos estudiantes o Cachún cachún ra ra (1983),
de René Cardona, Jr., una comedia a la gloria de la "estrella" telenovelera
Verónica Castro (Chiquita pero picosa, 1986, de Julián Pastor), una exaltación del
programa musical conducido por Raúl Velasco Siempre en domingo, o sea, la
película de ese mismo nombre dirigida en 1983 por Cardona, Jr., varias cintas
de jóvenes cantantes glorificados por el programa de Velasco -Luis Miguel (Ya
nunca más, 1983, de Abel Salazar), Luis Miguel y Lucerito (Fiebre de amor, 1984,
de Cardona, Jr.), Lupita D'Alessio (Mentiras, 1986, de Abel Salazar y Alberto
Mariscal) y Lucerito (Escápate conmigo (1988, de Cardona, Jr.)- y dos biografías
apologéticas de músicos populares dirigidas por Cardona, Jr.: Alvaro Carrillo
fue interpretado por José José en Sabor a mí (1988), cinta con argumento de
Alberto Isaac, y José Alfredo Jiménez por Leonardo Daniel en Pero sigo siendo
el rey (1988). Además de Ni de aquí ni de allá, resultaron muy taquilleras entre
las películas de Televicine Fiebre de amor, Estos locos, locos estudiantes y una
Breve historia del cine mexicano/ XIV. 1983 a 1988
traslado infeliz a la capital; La rielera (1987), de Raúl Fernández, Jr., con Rosa
Gloria Chagoyán en aventuras de la revolución; Trágico terremoto en México
(1987), melodrama de Francisco Guerrero con Miguel Ángel Rodríguez,
Mario Almada, Isaura Espinosa y Rosario Granados como gente afectada por
el sismo de 1985 en la colonia popular de los Doctores; La tumba de Matías
(1987), comedia de humor negro con David Reynoso, Manuel López Ochoa y
Chabelo dirigidos por Alberto Mariscal; La verdad de la lucha (1988), melodrama
de Fernando Durán que pretende revivir con un falso tono realista el cine de
luchadores enmascarados (Mil Máscaras es el protagonista).
Se dijo por la época que una cinta barata que costara unos 150 mil dólares
tenía asegurada la recuperación de un tercio de lo invertido al ser proyectada
en salas de México y la del resto al ser explotada con videos: otro tercio en el
país y uno más en los Estados Unidos. Lo demás era ganancia. No en balde se
fundó en la época una nueva distribuidora llamada Videocine.
Eso explica que muchos productores renunciaran al celuloide y a la
riesgosa exhibición en salas y se dedicaran a la grabación de largometrajes
en video (los llamados video homes): según cuentas por fuerza aproximati-
vas, pues el control de la producción en video resulta imposible, se hicieron
entre 1983 y 1988 unos 120. En su mayor parte, los videos sólo tenían miras
comerciales y fatigaban los géneros de moda, aunque es posible que
algunos trataran de escapar un poco a la rutina. He aquí algunos títulos de
ese cine de consumo casero: Braceras y mojados (1984), de Alfredo B. Crevenna,
con Joaquín Cordero, Maritza Olivares e Isaura Espinosa; Teatro Follies
(1984), de Víctor Manuel Castro, con Rafael Inclán y Alberto Caballo Rojas;
Es'talón y cobra (1987), de Alfredo Gurrola; Escuadrón Sida (1987), de Víctor
Manuel Sánchez, con Pedro Weber Chatanuga; Los fantasmas que aman de¬
masiado (1987), de Julián Pastor, con Lorena Velázquez y Manuel Capetillo;
La leyenda del Manco (1987), de Jaime Casillas, con Julio Alemán y Chelelo;
Los mercenarios o El tanque negro (1987), de Eduardo Carrasco Zanini, con
Roberto Flaco Guzmán; Sexo, sudor y lágrimas (1987), de Antonio Zurita, con
Alfonso Zayas [DF 1940]; Ya se me paró... la moto (1987), de Julio Ruiz Llaneza,
con Lyn May y Sergio Ramos; Alicia en el país del dólar (1987), de Benito
Alazraki (para Televicine), con Maribel Fernández La Pelangocha y Jorge
Ortiz de Pinedo; La ley Simpson me viene Wilson (1988), de José Loza, con El
Fufurufu; Memoria de un mojado (1988), de Antulio Jiménez Pons, con
Enrique Cuenca (uno de los Polivoces).
Breve historia del cine mexicano/ XIV. 1983 a 1988 |
Leduc, Luis Mario Moneada y Damián Alcázar; Final feliz (1986), de Alejandra
Moya, sobre un cuento de Juan Tovar, con Guillermo Ríos; Como una pintura
nos iremos borrando (1987, Unam), documental de Alfredo Robert; Sin motivo
aparente (1987, Ccc), de José Ramón Mikelajáuregui, con las actrices Aurora
Cortés y Evangelina Martínez; Testimonios zapatistas (1987), acucioso y bien
trabajado documental del argentino Adolfo García Videla con entrevistas a
combatientes zapatistas sobrevivientes; Unam: La fuerza de la razón (1987),
documental de Carlos Mendoza con entrevistas a Carlos Monsiváis, Adolfo
Gilly, Carlos Imaz e Imanol Ordorika; Punto de arroz (1988, Ccc), de Pablo
Baksht, sobre un argumento de Marina Stavenhagen, con Lorena González y
Daniel Giménez Cacho; Vieja moralidad (1988, Cuec), de Orlando Merino,
con Jorge Russek; Don Chico que vuela (1988), de Jaime Ruiz.
Algunos cortos: Cuarteto para el final del tiempo (1983, Cuec), de Alfonso
Cuarón; Octavio Paz, lenguaje de los árboles (1983), de Claudio Isaac, con una
entrevista a Octavio Paz; Querida Carmen (1983, Cuec), Una isla rodeada de agua
(1984, Cuec) y Pervertida (1985), de María Novaro; El sheik del calvario (1983,
Cuec), de Gerardo Lara; A Renato Leduc (1984), de Gustavo Montiel; Desde el
cristal con que se mira (1984, Cuec), de María del Carmen Lara, con María Rojo;
La divina Lola (1984, Cuec), de Luis Estrada, con Ramón Barragán, Carmen
González y Lilia Aragón; Don Hermenegildo y Joaquina (1984), de Rafael
Castañedo, con Roberto Cañedo en el papel de un pintoresco personaje real, el
pintor Hermenegildo Bustos; El hijo pródigo (1984), Amada (1988) y Mala yerba
nunca muere (1988), tres dibujos animados de Carlos Carrera; El lugar del cora¬
zón (1984), de Busi Cortés, con Valentina Leduc; Ustedes a la media noche (1984,
Ccc), de Enrique Trigo, sobre un argumento de José Estrada, con el propio
Estrada y Ernesto Gómez Cruz; El abismo (1985, Cuec), de Armando Lazo,
sobre un cuento de José Revueltas, con Ernesto Gómez Cruz; Bandas, vidas y
otros sones (1985), de Sonia Fritz; La felicidad de la señora Consuelo (1985, en
Guadalajara), de Arturo Villaseñor, con Guadalupe del Toro; Paquime, el confín
de Mesoamérica (1985), de Rafael Ortega Esquivel; Pachaco (Asfalto) (1985), de
Alfonso Becerra; El cantante que quería ser como Janis Joplin (1987, Ccc), de Fran¬
cisco Athié, con Antonio Rangel y Emilio Echevarría; La divina providencia
(1987, Ccc y Universidad Anáhuac), de María Rodríguez, sobre un cuento de
Alberto Moravia, con Carlos Chávez y Luisa Huertas; La neta no hay futuro
(1987, Ccc), documental de Andrea Gentile; Y yo que la quiero tanto (1987, Ccc),
de Juan Pablo Villaseñor, con Rocío Sagaón, David Villalpando y Zaide Silvia
Gutiérrez; Geometría (1987, en Guadalajara), de Guillermo del Toro, cuyo otro
corto, Doña Lupe (1985), ya fue mencionado antes; Monarca, adivinanzas para
siempre (1988), de Iván Trujillo.
Breve historia del cine mexicano/ XIV. 1983 a 1988 |
Coproducciones
Películas producidas 92 75 62 58 49 28
Con participación estatal 6 6 14 8 9 3
De Televicine 5 8 8 13 26 19
Imcine en Conaculta
Para que Imcine pudiera jugar su papel, resultó muy saludable un cambio
administrativo que libró al cine mexicano de una absurda tutela, la ejercida
durante largos años por la Secretaría de Gobernación. En 1989, Imcine quedó
desligada de Rtc y pasó a depender de Conaculta, o sea, de un Consejo Nacional
para la Cultura y las Artes creado el 7 de diciembre de 1988 por el presidente
Salinas y dependiente a su vez de la Secretaría de Educación Pública. Víctor
Flores Olea, primer director de Conaculta, dejó ese puesto durante el sexenio
a Rafael Tovar y de Teresa, que siguió ocupándolo después de 1994.
A fines de marzo de 1990 fueron liquidadas las empresas estatales Conacine
y Conacite II (Conacite I había desaparecido en 1977). El 20 de febrero de 1989,
Emilio García Riera
Lo mismo que Carrera, Francisco Athié [DF 1956] era egresado del Ccc,
institución productora con Imcine de Lolo (1991), su primera, bien lograda y muy
dura película. En Lolo, que traslada a un barrio miserable de la actual ciudad de
México la trama de Crimen y castigo, la novela de Dostoyevski, Roberto Sosa es el
joven asesino, Damián Alcázar el policía que lo acosa y Lucha Villa la madre
soltera del primero.
Menos afortunado que los antes aludidos resultó el debut de Carlos García
Agraz [DF 1954], hermano de José Luis Agraz, con la comedia Mi querido Tom Mix
(1991), producida por Imcine, el gobierno de Zacatecas y otros. La cinta cuenta las
aventuras de una solterona cinéfila y un forastero misterioso, muy bien interpre¬
tados por Ana Ofelia Murguía y el argentino Federico Luppi. Las siguientes
películas de Carlos García Agraz, producidas por Televicine, adaptaron novelas de
Paco Ignacio Taibo II con Sergio Goyri en el papel del detective Belazcoarán (ya
interpretado en 1979 por Pedro Armendáriz, Jr. en dos cintas de Alfredo Gurrola):
Algunas nubes (1993), Amorosos fantasmas (1993) y Días de combate (1994).
Ernesto Medina tuvo un deslucido debut como director con Gertrudis (1991),
cinta histórica producida por su hermana Ofelia Medina, junto con Imcine y
otros, e interpretada por ella misma en el papel de Gertrudis Bocanegra,
criolla fusilada por independentista en el Michoacán de fines del virreinato.
También actúan en esa mal concertada película el cubano César Evora, Angéli¬
ca Aragón, Fernando Balzaretti y Eduardo Palomo.
Entre quienes debutaron de 1989 a 1991 con cintas de producción por
entero privada, sobresale por mucho Dana Rotberg [DF 1960]. Su primera
película fue Intimidad (1989), divertida comedia sobre un argumento de Plugo
Hiriart, adaptado por el crítico Leonardo García Tsao [DF 1954], que cuenta
los amores de un maestro de literatura (Emilio Echevarría) y su vecina (Lisa
Owen) comunicados al principio por un agujero en la pared. La segunda pelí¬
cula de la realizadora, producida por Imcine y otras firmas, resultó bastante
mejor que la primera: fue Ángel de fuego (1991), desgarradora y compleja
incursión en el ámbito de un mísero circo callejero donde una adolescente
trapecista "lanzafuego" (Evangelina Sosa) queda embarazada por su padre,
un clown enfermo (Alejandro Parodi).
Los demás debutantes fueron Rafael V. Trujillo, Glenn Hebhard, el cantante
Juan Garrido (productor, realizador, guionista y protagonista en 1989 de
Noche de pánico), Jorge Manrique, Rodolfo Lópezreal, el actor Jorge Ortiz de
Pinedo (director y protagonista para Televicine de las comedias Cándido Pérez,
especialista en señoras, de 1990, y Cándido de día, Pérez de noche, 1990, inspiradas
ambas en una trama argentina de los años cuarenta), Antonio de Anda, Bosco
Arochi (realizador en 1990 de Lucrecia, crónica de un secuestro, cinta erótica
| Emilio García Riera
La primera película de Guita Schyfter [Costa Rica 1947], Novia que te vea
(1992), también tuvo la virtud de la originalidad: basada en una novela
adaptada por ella y su marido Hugo Hiriart, reflejó el medio de la comunidad
judía en la ciudad de México de los años 40 y 50 con la historia de dos chicas
(Claudette Maille y Maya Mishalska) en conflictos de amistad y matrimonio.
Otra vez con apoyo de Imcine, y de nuevo en colaboración con Hiriart, Schyfter
no mostró mayores progresos en su segunda película: Sucesos distantes (1994),
con Angélica Aragón (también intérprete de Novia c¡ue te vea) como una actriz
rusa emigrada y casada con un entomólogo.
Juan Carlos de Haca [DF1962], egresado del Ccc y realizador de un corto.
Me quiero escapar, celebrado por su audacia, debutó en el largometraje con En
el aire (1992), sobre un cuarentón locutor de rock (Daniel Giménez Cacho) que
busca encontrar sentido a su vida; el tema es más interesante que la realización.
Gerardo Lara [Toluca 1958] no confirmó en Un año perdido (1992), su primer
largometraje, el realismo duro y agresivo de sus cortos El sheik del Calvario, Dia¬
mante y Eilí. Nada de eso hubo en la mal contada historia de dos chicas adoles¬
centes (Vanessa Bauche y Tiaré Scanda) en una preparatoria estatal toluqueña
de los años setenta.
Imcine apoyó también el debut del neoleonés Víctor Saca, que empezó en
1993 su primer largometraje, En el paraíso no existe el dolor, y no pudo exhibir¬
lo en la Muestra de Guadalajara sino en 1997; Fernando Leal, Miguel Angel
Ferriz (nieto) y Claudia Frías, son los actores de la película, que cuenta un
drama provocado por el sida.
Otros quince realizadores debutaron entre 1992 y 1994 con películas de
producción privada: Ramón Hernández Corona, Eduardo Martínez, los actores
Andrés García y Hugo Stiglitz (el segundo, en colaboración con Ernesto G.
Cabral), Sergio Andrade y Daniel Goldberg lo hicieron para productores
varios; los otros ocho para Televicine: Joaquín Bissner, el actor Sergio Goyri,
Alejandro Gamboa, Leticia Venzor, el veterano director y actor español de
televisión Manolo García, Jorge Ramírez Suárez, Alberto Vidaurri y Pablo
Gómez-Sáenz. Sólo tres de esos inicios tuvieron interés: Daniel Goldberg [DF
1962], egresado de la Universidad del Sur de California, debutó con Un beso a
esta tierra (1994), meritorio y bien urdido largometraje documental -con fotos
y entrevistas- sobre la inmigración judía en México de 1920 a 1940; Leticia
Venzor [Ciudad Juárez 1959], egresada del Ccc (su corto de tesis, El viudo José,
fue nominado para los Arieles de 1992) hizo una sátira del amor por computa¬
dora en su primer largometraje, El amor de tu vida, S.A. (1994), con Cynthia
Klitbo, Jaime Garza, Darío T. Pie, Regina Orozco y Lisa Owen; Pablo Gómez-
Sáenz, con estudios en el Ccc, mostró cualidades en su primera cinta: Tres
Breve historia del cine mexicano/ XV. 1898 a 1994 |
La generación anterior
Diego López, Alberto Cortés, Alejandro Pelayo, Cristián González, Luis Estrada,
Juan Antonio de la Riva, Busi Cortés, José Luis García Agraz y Alfonso Rosas
Priego II, debutantes en alguno de los dos sexenios anteriores, dirigieron pe¬
lículas con apoyo de Imcine.
La mejor entre ellas fue seguramente Desiertos mares (1992), realizada por
José Luis García Agraz con Ignacio Ortiz de coguionista, producida por Imcine,
el Fondo de Fomento, el gobierno de Sonora y otros e interpretada por Arturo
Ríos, el argentino Juan Carlos Colombo, Dolores Heredia, Verónica Merchant
y Lisa Owen. La cinta, muy bien hecha, es un doloroso y sincero testimonio
autobiográfico, cosa infrecuente en el cine mexicano. En contraste con ese
logro, García Agraz tropezó al filmar para Televicine Salón México (1994); esa
dudosa segunda versión intenta rendir homenaje a la película de Emilio
Fernández con una historia mal urdida por Rafael Ramírez Heredia, el cubano
Elíseo Alberto Diego y el director. Interpretada por María Rojo, Manuel Ojeda
y Alberto Estrella, que hacen los papeles respectivos de Marga López, Miguel
Inclán y Rodolfo Acosta en 1948, y además por Edith González, Demián Bichir
y Blanca Guerra (el reparto es excelente), la película abunda en valores formales
y marchó bien en taquilla, pese a todo.
La cinta con Imcine de Diego López, coproducida entre otros por el gobierno
de Zacatecas, fue muy ambiciosa: Goitia, un dios para sí mismo (1989) cumplió
la hazaña de contar lo más posible de un pintor zacatecano, Francisco Goitia
(1882-1960), que dejó muy pocos testimonios biográficos; para ello el realiza¬
dor le imaginó conflictos interiores que no dan agilidad, ciertamente, a un
suntuoso espectáculo de considerable belleza plástica. El pintor fue muy buen
interpretado por José Carlos Ruiz; lo secundaron Patricia Reyes Spíndola,
Alejandro Parodi y Ana Ofelia Murguía.
Para dirigir con apoyo de Imcine Ciudad de ciegos (1990), Alberto Cortés
tuvo buenos colaboradores: José Agustín y Paz Alicia Garcíadiego, entre otros,
adaptaron el argumento del propio realizador y de Hermann Bellinghausen;
tanto la fotografía de Carlos Markovich como la edición de Rafael Castañedo
fueron excelentes; Gabriela Roel, Carmen Salinas, Arcelia Ramírez, Zaide
Silvia Gutiérrez, Blanca Guerra y Elpidia Carrillo encabezaron un excelente
elenco femenino. Sin embargo, la cinta deja la impresión de que pudo lograrse
bastante más con la historia de lo ocurrido en un departamento de clase
| Emilio García Riera
El apogeo del cine mexicano de autor resultó subrayado por nuevas cintas de
Rubén Gámez, cuya obra anterior (cortos aparte) era de 1965 (La fórmula sec¬
reta), y de Alexandro Jodorowsky, que no filmaba en el país desde 1972 (La
montaña sagrada). Tanto ellos como otros cineastas surgidos en los años sesenta
o setenta -Paul Leduc, Jaime Humberto Hermosillo, Eduardo Maldonado,
Gabriel Retes, Marcela Fernández Violante y Sergio Olhovich- hicieron en el
sexenio películas sin el apoyo de Imcine.
Emilio García Riera
Fons y Ripstein
Rojo amanecer (1989), dirigida por Jorge Fons, escrita por Xavier Robles y
Guadalupe Ortega e interpretada por María Rojo, Héctor Bonilla, Bruno
Bichir y Demián Bichir para productores privados (el propio Bonilla y otro
actor, Valentín Trujillo), marcó un precedente de gran importancia: fue la
primera cinta de ficción que tuvo como tema la matanza del dos de octubre
de 1968 en Tlatelolco. La película resulta estremecedora pese a que la censura,
real o posible, forzó graves inexactitudes en su historia: la familia protagonis¬
ta, habitante de un departamento en el edificio Chihuahua, es masacrada por
unos tipos armados a quienes se tuvo buen cuidado de no ver como militares,
pues no se osó aludir con claridad a las responsabilidades del ejército nacional.
Fons no volvió a dirigir sino en 1994, cuando Imcine, la Alameda Films de
Alfredo Ripstein, Jr., el Fondo de Fomento y la Universidad de Guadalajara
produjeron su película El callejón de los milagros, sobre una novela del egipcio
Naguib Mafuz (ganador del premio Nobel) adaptada por Vicente Leñero al
ambiente del arrabal capitalino (la Lagunilla). Ahí viven unos personajes, que
son interpretados por Ernesto Gómez Cruz, Margarita Sanz, María Rojo,
Salma Hayek, Bruno Bichir, Delia Casanova y Daniel Giménez Cacho y que
resultan tan interesantes como los de Principio y fin, la otra novela de Mafuz
adaptada por el cine mexicano. Alfredo Ripstein, Jr. había comprado los dere¬
chos de ambas obras para que su hijo Arturo llevara al cine una de ellas y
Jaime Humberto Hermosillo la otra, El callejón de los milagros; al fin fue Fons
quien realizó la segunda con su solvencia acostumbrada.
Principio y fin fue la segunda de las tres cintas realizadas en la época por
Arturo Ripstein con la colaboración de la argumentista Paz Alicia Garcíadie-
go y con aportaciones de Imcine. Antes, dirigió en 1991 una muy impresio¬
nante y muy libre cuarta versión de La mujer del puerto (la tercera, risible y sin
incesto, fue La diosa del puerto, dirigida en 1990 por Luis Quintanilla Rico).
Garcíadiego y Ripstein imaginaron que la historia fuera contada en tres
versiones complementarias y algo contradictorias: la de un marinero
afiebrado (Damián Alcázar), la de su joven hermana prostituta (Evangelina
Sosa) y la de la madre de ambos (Patricia Reyes Spíndola); tiene también un
Breve historia del cine mexicano/ XV. 1898 a 1994
Televicine y la taquilla
Ya se han anotado las películas que Alberto Isaac, José Luis García Agraz,
Leticia Venzor y Carlos Carrera dirigieron con apoyo de Televicine. Esas
cintas de 1994 indicaron una novedad: por un breve tiempo, estuvo al frente
de Televicine un francés, Jean-Pierre Leleu, que intentó conciliar la calidad
con la taquilla.
Breve historia del cine mexicano/ XV. 1898 a 1994
Los géneros
Goodman y Don Johnson, y Cuando un hombre ama a una mujer (When a Man
Loves a INornan, 1994), con Andy García y Meg Ryan.
Reconocimientos y internacionales
Según la revista norteamericana Newsweek (24 I 94), Como agua para chocolate
rompió en ese mes de enero la marca de taquilla para una cinta en lengua
extranjera -20.5 millones dólares- que tenía desde 1969 en los Estados Unidos
la cinta sueca Soy curiosa, de Vilgot Sjóman.
| Emilio García Riera
Arieles
De 1990 a 1997, la mayor parte de los Arieles fueron dados a cintas de los años
examinados en este capítulo. De las demás se habla en el capítulo anterior y,
a continuación, en el epílogo.
Los Arieles fueron los siguientes:
Película: en 1990, Goitia, un dios para sí mismo; en 1991, Rojo amanecer; en
1992, Gomo agua para chocolate; en 1993, La invención de Cronos; en 1994, Princi¬
pio y fin; en 1995, El callejón de los milagros; en 1996, La reina de la noche; en 1997,
Cilantro y perejil.
Director: en 1990, Diego López por Goitia, un dios para sí mismo; en 1991,
Jorge Fons por Rojo amanecer; en 1992, Alfonso Arau por Como agua para
chocolate; en 1993, Guillermo del Toro por La invención de Cronos; en 1994, José
Luis García Agraz por Desiertos mares; en 1995, Jorge Fons por El callejón de
los milagros; en 1996, Carlos Carrera por Sin remitente; en 1997, Rafael Montero
por Cilantro y perejil.
Actriz: en 1990, Lourdes Elizarrarás por La ciudad al desnudo; en 1991,
María Rojo por Rojo amanecer; en 1992, Regina Torné por Como agua para
chocolate; en 1993, Beatriz Aguirre por Los años de Greta; en 1994, Lucía Muñoz
por Principio y fin; en 1995, Margarita Sanz por El callejón de los milagros; en
1996, Patricia Reyes Spíndola por La reina de la noche; en 1997, Regina Orozco
por Profundo carmesí.
Actor: en 1990, José Carlos Ruiz por Goitia, un dios para sí mismo; en 1991,
Héctor Bonilla por Rojo amanecer; en 1992, Mario Iván Martínez por Gomo agua
para chocolate; en 1993, Alonso Echánove por Modelo antiguo; en 1994, Bruno
Bichir por Principio y fin: en 1995, Demián Bichir por Hasta morir; en 1996,
Fernando Torre Lapham por Sin remitente; en 1997, Daniel Giménez Cacho por
Profundo carmesí.
Coactuación femenina: en 1990, Laura Forastieri por El homicida; en 1991,
Claudia Fernández por Por tu maldito amor; en 1992, Claudette Maille por
Como agua para chocolate; en 1993, Mercedes Barba por Los años de Greta; en
Emilio García Riera
1994, Guita Schyfter por Novia que te vea; en 1995, Margarita Isabel por Dos
crímenes; en 1996, Ana Ofelia Murguía por La reina de la noche; en 1997, Julieta
Egurrola por Profundo carmesí.
Coactuación masculina: en 1990, Roberto Sosa por Lola; en 1991, Jorge
Fegan por Rojo amanecer; en 1992, Eduardo Palomo por La mujer de Benjamín;
en 1993, Luis Aguilar por Los años de Greta; en 1994, Damián Alcázar por Lolo;
en 1995, José Carlos Ruiz por Dos crímenes; en 1996, Damián Alcázar por El
anzuelo y Jesús Ochoa por Entre Villa y una mujer desnuda; en 1997, Salvador
Sánchez por Amorosos fantasmas.
Actriz de cuadro: en 1990, Patricia Reyes Spíndola por El otro crimen; en
1991, Mercedes Olea por Jóvenes delincuentes; en 1992, Margarita Isabel por
Como agua para chocolate; en 1993, Verónica Lange por Miroslava; en 1994, Blanca
Guerra por Principio y fin; en 1995, María Fernanda García por Bienvenido-
Welcome; en 1996, Margarita Isabel por Mujeres insumisas; en 1997, Angélica
Aragón por Cilantro y perejil.
Actor de cuadro: en 1990, Alfredo Pelón Solares por El homicida; en 1991,
Fernando Rubio por La leyenda de una mascara; en 1992, Farnesio de Bernal,
Luis Ignacio Erazo, Enrique Gardiel y Rubén Márquez por La mujer de Benja¬
mín; en 1993, Daniel Giménez Cacho por La invención de Cronos; en 1994, Luis
Felipe Tovar por Principio y fin; en 1995, Luis Felipe Tovar por El callejón de los
milagros; en 1996, Luis Felipe Tovar por Sin remitente; actor de cuadro, Roberto
Sosa [padre] por De muerte natural.
Argumento: en 1990, Diego López, Jorge González de León y Javier
Sicilia por Goitia, un dios para sí mismo; en 1991, Xavier Robles y Guadalupe
Ortega por Rojo amanecer; en 1992, Alfonso Cuarón y Carlos Cuarón por
Sólo con tu pareja; en 1993, Guillermo del Toro por La invención de Cronos; en
1994, José Luis García Agraz por Desiertos mares; en 1995, Gabriel Retes y
María del Pozo por Bienvenido-Welcome; en 1996, José Buil por La línea paterna;
en 1997, Cecilia Pérez Grovas y Carolina Rivera por Cilantro y perejil.
Guión: en 1990, María Novara y Beatriz Novara por Lola; en 1991,
Xavier Robles y Guadalupe Ortega por Rojo amanecer; en 1992, Laura
Esquivel por Como agua para chocolate; en 1993, Guillermo del Toro por La
invención de Cronos; en 1994. Hugo Hiriart por Novia que te vea; en 1995,
Vicente Leñero por El callejón de los milagros; en 1996, José Buil por La línea
paterna; en 1997, Cecilia Pérez Grovas y Carolina Rivera por Cilantro y perejil.
Fotografía: en 1990, Arturo de la Rosa y Jorge Suárez por Goitia, un dios
para sí mismo; en 1991, Henner Hoffman por La leyenda de una máscara; en
1992, Emmanuel Lubezki por Como agua para chocolate; en 1993, Lubezki por
Miroslava; en 1994, Lubezki por Ámbar; en 1995, Jesús Chávez por Bienvenido-
Breve historia del cine mexicano/ XV. 1898 a 1994
^ El colapso industrial
388
En 1997, a mediados del sexenio del presidente Ernesto Zedillo, los triunfos
electorales de la oposición terminaron con la excluyente prepotencia política
del Prl Eso está muy bien, pero aún es difícil saber si tendrá buenos efectos
en la marcha del cine mexicano, que vive un colapso industrial: según cuentas
quizá inexactas, sólo se hicieron 17 películas en 1995,16 en 1996 y 13 en 1997.
La brutal devaluación del peso ha precipitado lo que hacía previsible:
el fin de los últimos géneros comerciales del cine nacional. Ese fin no sólo
se ha dado en México: el poderío económico y tecnológico norteamericano
ha robustecido la hegemonía de Hollywood en todo el mundo. En México,
nuevas y mejores salas de cine apenas proyectan películas del país, pues no
hay ley o disposición oficial que remedie por sí sola la carencia de produc¬
tos exhibibles. Las carteleras del mundo entero están inundadas de cintas
norteamericanas porque sólo Hollywood puede permitirse la filmación
continua de obras afiliadas a los géneros violentos de moda, y esos géneros
suponen fuertes inversiones en efectos especiales y en toda suerte de alardes
formales (diríase, por ejemplo, que no hay taquilla si no hay explosiones
espectaculares).
Así las cosas, se oyen voces preocupadas: suponen que el fin de la industria
mexicana de cine implica una merma de la identidad cultural. Bueno, más
preocupante debería ser, en ese sentido, la decidida y masiva preferencia de
la juventud de todo el planeta por la música de rock. Sin embargo, esa
preferencia no tiene que provocar por fuerza el ataque a ninguna identidad
cultural: en México, por ejemplo, grupos como Café Tacuba hacen compati¬
ble el gusto por el rock con el cultivo de géneros musicales nacionales. Eso
tiene que ver con los riesgos y las posibilidades de la llamada globalización.
Breve historia del cine mexicano/ Epílogo
Es evidente una cada vez mayor relación con otros países en los asuntos
del cine. Se siguen invirtiendo capitales extranjeros en las pocas películas
mexicanas que pueden aspirar a un mercado internacional (las de Arturo
Ripstein, por ejemplo). La devualación del peso ha alentado el rodaje total o
parcial en México de caras cintas de Hollywood (un nuevo Zorro, de Robert
Rodríguez, un nuevo Titanio, un nuevo Romeo y Julieta), con el consiguiente
empleo de los trabajadores sindicalizados que quedan. A la vez, se ha
invertido dinero mexicano en dos coproducciones filmadas por directores
colombianos, en la primera por Imcine y en la segunda por la cooperativa
Río Mixcoac: Edipo alcalde (Colombia, España y México, 1996), de Jorge Alí
Triana, sobre un argumento de Gabriel García Márquez y otros, con el cubano
Jorge Perugorría, los españoles Ángela Molina y Francisco Rabal y el mexica¬
no Jorge Martínez de Hoyos, y La nave de los sueños (Colombia, Venezuela y
México, 1996), de Ciro Durán, con los mexicanos Luis Felipe Tovar y Lourdes
Elizarrarás entre otros actores de nacionalidades varias; una coproducción
más es Sabor latino (España, Cuba y México, 1996), del español Pedro Carvajal,
con Blanca Guerra y el también español Francis Lorenzo.
Otros directores mexicanos han seguido los pasos de Luis Mandoki en
Hollywood: con Keanu Reeves, Anthony Quinn, la española Aitana Sánchez
Gijón y la mexicana Angélica Aragón, Alfonso Arau realizó en 1995 Un paseo
por las nubes (A Walk in the Clouds), floja pero muy taquillera trasposición a los
viñedos californianos de una trama del cine italiano (Cuatro pasos por las nubes,
1942, de Alessandro Blasetti); también en 1997, Alfonso Cuarón probó su
notable solvencia formal con La princesita (A Little Princess), nueva versión de
una cinta protagonizada en el Hollywood de 1939 por la célebre niña Shirley
Temple, y con Grandes esperanzas, que actualiza la trama de una una novela de
Dickens (ya llevada al cine por el inglés David Lean) y tiene de actores
principales a los jóvenes Ethan Hawke y Gwyneth Paltrow y los famosos
Anne Bancroft y Robert de Niro; en 1997, Guillermo del Toro realizó con gran
virtuosismo Mimic, impresionante cinta de fantasía y horror interpretada por
Mira Sorvino, Jeremy Northam, Giancarlo Giannini y F. Murray Abraham.
También han trabajado en Hollywood fotógrafos mexicanos: Gabriel Beristáin,
con estudios en el Ccc, lo ha hecho con brillantez para Dolores Chibóme (1975,
Taylor Hackford), entre otras películas, después de cumplir un trabajo excep¬
cional para las cintas inglesas Caravaggio (1986, Derek Jarman) y K-2 (1992,
Franc Roddam); Emmanuel Lubezki para Un paseo por las nubes y La princesi¬
ta; el solvente Guillermo Navarro para Pistolero (Desperado, 1995), cinta del
chicano Robert Rodríguez con el español Antonio Banderas y la hermosa
veracruzana Salma Hayek, que lleva paso de "estrella" hollywoodense.
| Emilio García Riera
Cambios administrativos
Películas de 1995
Películas de 1996
Por si no te vuelvo a ver tuvo buen éxito en taquilla, pero mucho mayor fue
el de Cilantro y perejil, primera coproducción de Imcine y Televisa. Además,
Televisa, ya con Roberto Gómez Bolados a la cabeza (desde enero de 1996),
produjo las siguientes películas: El baúl lleno de miedo, de Joaquín Bissner, con
Diana Bracho, Julián Pastor y Carlos Espejel; Elisa... antes del fin del mundo,
comedia infantil de Juan Antonio de la Riva con Sherlyn Montserrat como
una niña que cree cercano el fin del mundo por problemas familiares y
planea asaltar un banco con amigos; Última llamada, de Carlos García Agraz,
con Alberto Estrella como un actor que llega a creerse el personaje de Bandera
negra, pieza representada por él muchas veces; Ea risa en vacaciones 7 y Ea risa
en vacaciones 8, ambas de René Cardona, Jr. Otra película del año fue Alta ten¬
sión, de Rodolfo de Anda, con Gómez Cruz y Evangelina Elizondo.
Películas de 1997
Imcine intervino en unas diez películas filmadas en 1997, entre ellas las
siguientes: De noche vienes, Esmeralda, de Jaime Humberto Hermosillo, sobre
un cuento de Elena Poniatowska, con María Rojo como una enfermera casada
felizmente con cinco hombres, Ernesto Laguardia, Claudio Obregón, Roberto
Cobo, Martha Navarro, Alberto Estrella y Pedro Armendáriz, Jr.; Violeta,
coproducción de México (Imcine y Tabasco Films) y Cuba (Icaic) realizada
por Alberto Cortés, basada en una pieza del cubano Nicolás Dorr e interpreta¬
da por Blanca Guerra; Santitos, del debutante Alejandro Springall (apoyado
también en la producción por el norteamericano John Sayles), con Dolores
Heredia, Alberto Estrella, Demián Bichir, Luis Felipe Tovar y Fernando Torre
Lapham; El evangelio de las maravillas, de Arturo Ripstein, sobre un argumen¬
to de Paz Alicia Garcíadiego (para no variar), con Francisco Rabal, Katy
Jurado, Flor Edwarda Gurrola, Patricia Reyes Spíndola y Rafael Inclán; Un
embrujo, de Carlos Carrera, con Blanca Guerra y Mario Zaragoza, película
coproducida, junto con Bertha Navarro, Tabasco Films y otros, por Guillermo
del Toro, que ha aportado así a una cinta nacional algo de lo por él mismo
ganado en el extranjero. He podido ver ya El evangelio de las maravillas, cinta
compleja, inteligente y deslumbrante: es una suerte de alegoría invertida que
confía a los personajes principales, miembros de una secta religiosa (la Nueva
Jerusalem), la ilustración de la condición humana y de sus reflejos religiosos
y cinematográficos. Como en Profundo carmesí, Ripstein se apoyó en la muy
valiosa colaboración del joven fotógrafo Guillermo Granillo para lograr una
excepcional calidad en las imágenes, quizá las más bellas ofrecidas en toda su
historia por el cine nacional.
Breve historia del cine mexicano/ Epílogo |
El último veterano
Clarens, Carlos, 1971, Horror Movies, An Illustrated Survey. Ed. Panther Books,
Londres, Inglaterra.
Colina, José de la, 1985. "El canto bárbaro de Emilio Fernández", artículo en
El Semanario, suplemento cultural del diario Novedades, 24 de febrero de 1985,
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López Aranda, Susana, 1994. Artículo "Principio y fin" en la revista Dicine 58,
octubre 1994, México DF.
Ramírez, Gabriel, 1989. Crónica de cine mudo mexicano. Ed. Cineteca Nacional,
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Ramsaye, Terry, 1926. A Million and One Nights. Ed. Simón and Schuster,
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Reyes, Aurelio de los, 1983. Cine y sociedad en México 1896-1930. Vivir de sueños,
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Reyes de la Maza, Luis, 1968. Salón Rojo. Ed. Cuadernos de Cine, Difusión
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Sadoul, Georges, 1962. Histoire du Cinéma. Ed. Librairie Flammarion, París, Francia.
Sadoul, Georges, 1965. Louis Lumiére. Ed. Seghers, col. Cinéma d'Aujourd'hui,
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Viñas, Moisés, 1987. Historia del cine mexicano. Ed. Unam-Unesco, Difusión
Cultural/ Actividades Cinematográficas, Universidad Nacional Autónoma
de México, México df.
Indice de películas
A dónde van nuestros hijos, 219 Adán y Eva, 215 226 232
A fuego lento, 314 Adelantados, Los, 258
A go go, 245 Adelita, La, 114
A la busca, 259 Adiós, adiós, ídolo mío, 320
A la sombra del puente, 169 Adiós David, 320
A la sombra del sol, 249 Adiós juventud, 127
A lo macho, 115 Adiós, Lagunilla, adiós, 345
A los cuatro vientos, 195 Adiós mamá, 390
A media luz, 175 Adiós Nicanor, 137
A oscuras me da risa, 392 Adolescentes, Los, 269
A partir de cero, 293 Adorada enemiga, 249
A paso de cojo, 312 Adriana del Río actriz, 314
A Renato Leduc, 348 Adulterio, 126
A ritmo de twist, 246 Adventures of Casanova, 170
ATM, 188 Aigle de la Sierra, L', 58
A través de Sonora, 66 Agente viajero, El, 296
¡A volar joven!, 162 Águila Descalza, El, 266 284 300 301
Abajo el telón, 196 Águila Negra, El, 193
Abandonadas, Las, 125 131 135 137 179 Águila o sol, 108
Abanico de Lady Windermere, El, 126 Águila y el nopal. El, 78 108
Abejas asesinas. Las, 325 Águilas frente al sol, 95
Abismo, El, 348 Águilas de América, 85
Abismos, 78 Aguiluchos mexicanos, 57
Abismos de pasión, 199 Agujero, El, 395
Abnegación, 117 Ahí está el detalle, 107 108 117 163
Abuelita, La, 133 Ahí viene Martín Corona, 205
Abuelo Cheno y otras historias, El, 384 385 Ahijado de la muerte. El, 177
Acapulco, 201 202 Ahora soy rico, 192
Acorazado Potiomkin, El, 91 Al compás del rock'n roll, 213
Acorralado, 377 Al filo de los machetes, 321
Across the Wide Missouri, 179 Al rojo vivo, 269
Actas de Marusia, 285 300 301 Al son de la marimba, 107
Acuérdate de vivir, 202 Al son del charleston, 194
Adán, Eva y el Diablo, 146 Al son del mambo, 155
| Emilio García Riera
Cada loco con su tema, 107 Cándido de día, Pérez de noche, 361
Cada quien su vida, 211 214 225 Cándido Pérez, especialista en señoras, 361
Cada voz lleva su angustia, 249 Canoa, 280 281 301 335
Cadena perpetua, 305 309 325 326 Canta Chamo, 345 350
Cadetes de la naval, 128 Canta mi corazón, 247
Café Colón, 218 Canta y no llores, 160
Café Concordia, 106 Cantador y curandero, 317
Café Tacuba, 320 Cantaclaro, 126 136 180 181
Cafre, El, 350 Cantante de jazz. El, 77
Caída de Noriega, La, 379 Cantante que quería ser como Janis Joplin, El,
Caifanes, Los, 260 275 348
Calabacitas tiernas, 161 Cantar de los cantares, 229
Calacán, 338 Canto a las Américas, 128
Calandria, La, 82 Canto a mi tierra, 116 ▼
Calaveras del terror, Las, 121 Canto de la sirena. El, 177
Calenturas de Juan Camaney, Las, 343
403
Cañones de San Sebastián, Los, 272
Calumnia, 112 Caperucita Roja, 217
Calvario de una esposa. El, 96 Caperucita y Pulgarcito contra los monstuos,
Calzonzin inspector, 284 301 217
Callejera, 154 Caperucita y sus tres amigos, 217
Callejón de los milagros, El, 362 372 375 381 Capitán aventurero. El, 108 112 115
382 383 384 Capitán de rurales, 160 171
Cámara del terror, La, 261 Capitán Malacara, El, 126 127 131
Camaroneros, Los, 340 352 Capitán Mantarraya, El, 266
Cambiando el destino, 375 Caporal, El, 56
Cambio, El, 293 Capullito de alhelí, 143
Camelia, 202 Cara sucia, 180 181
Caminando pasos... caminando, 293 Carabina 30-30, 218
Caminantes... sí hay caminos, 376 Caracol púrpura, 347 353
Camino, Un, 299 Caras nuevas, 194
Camino al cielo. Un, 296 Caravaggio, 389
Camino de Guanajuato, 195 Carcachita, La, 260
Camino de la vida. El, 227 231 232 Cárcel de Cananea, La, 219 228
Camino de los gatos. El, 126 127 129 Cárcel de mujeres, 189
Camino largo a Tijuana, 337 Cardenal, El, 191
Caminos de ayer, 112 Caribeña, 204
Caminos de don Juan, Los, 393 Caridad, 44
Camioneta gris, La, 376 Cariñosas, Las/ 1953, 194
Campanas rojas, 305 324 349 Cariñosas, Las/ 1978, 306
Campeón ciclista. El, 217 Carlos el terrorista, 322
Campeón sin corona, 124 140 179 180 181 Carmen, 55
Canaima, 126 140 180 Carnaval de 1921, El, 66
Cananea, 286 326 Carnaval en el trópico, 139
Canarios de café, 26 Carnaval 1925, 66
Canasta de cuentos mexicanos, 199 232 Carnaval trágico, 64
Canción de cuna, 191 Carne de cabaret, 113
Canción del milagro. La, 115 Carne manda, La, 165
Emilio García Riera
Distinto amanecer, 135 136 142 Dos huérfanas. Las, 126 127
Distrito Federa], 326 327 Dos huerfanitas. Las, 180 181
Divertimento, 264 Dos mexicanos en Sevilla, 142
Divina Lola, La, 348 353 Dos monjes, 81 89 107 172 203
Divina providencia, La, 348 353 Dos pesos dejada, 162
Divinas palabras, 314 326 Dos tipas de cuidado, 342
Divorciadas, 132 Dos tipos de cuidado, 188
Divorcio, Un, 200 207 Drama en la aristocracia. Un, 62 67
Doctor Atl, 327 328 Dreams of Gold, 349
Dolor de los hijos, El, 157 180 268 Duda, La, 202
Dolores Claiborne, 389 Dulce enemiga. La, 221 231
Dollar mambo, 368 378 Dulce madre mía, 143
Domingo Corrales, 345 Dulces compañías, 377 383
Domingo en la tarde, Un, 111 143 Duelo en las montañas, 168
Domingo salvaje, 271 Duelo mexicano con cuchillo, 19
Domingo siete, 384 385 Dunas, 333
Don Chico que vuela, 348 384 Durazo, la verdadera historia, 341
Don Hermenegildo y Joaquina, 348 353 Duro y parejo en la casita del pecado, 343
Don Juan, 77 Eco del abismo. El, 47
Don Juan Manuel, 43 Échenme al Gato, 223
Don Juan 67, 264 Edad de la inocencia. La, 244
Don Juan Tenorio/ 1899, 26 Edad de la tentación, La, 213
Donjuán Tenorio/ 1937, 114 Edad de la violencia. La, 246
Don Quijote cabalga de nuevo, 291 295 Edad de oro. La, 174
Don Quintín el amargao, 199 Edera, L', 179
Don Ratón y don Ratero, 344 Edipo alcalde, 389
Don Simón de Lira, 166 169 Ejército mexicano. El, 57
Doncella de piedra. La, 185 200 Él, 201
¿Dónde estás, corazón?, 218 El que a hierro mata, 63
¿Dónde quedó la bolita?, 375 El que manda... vive enfrente, 384 385
Doña Bárbara, 126 135 140 Elección de yuntas, 20
Doña Diabla, 154 174 179 Elegido, El, 289
Doña Herlinda y su hijo, 338 Elisa... antes del fin del mundo, 394
Doña Lupe, 339 348 Elvira Luz Cruz, pena máxima, 347 353
Doña Macabra, 290 Ella y yo, 189
Doña Malinche, 90 Ellas también son rebeldes, 213
Doña Perfecta, 165 171 202 206 207 Ellos trajeron la violencia, 374
Dorado de Pancho Villa, Un, 271 274 Emanuelo, 306
Dos almas en una, 56 Emanuelo 2, 344
Dos años de vacaciones, 242 Embajador, El, 163
Dos cadetes, 115 116 Embrujo,Un, 394
Dos corazones, 49 Embrujo de rock, 392
Dos crímenes, 362 363 375 382 384 Embustero, El, 345
Dos de la vida airada, 163 Emiliano Zapata/ 1919, 34
Dos Elenas, Las, 237 Emiliano Zapata/ 1970, 257 271 345
Dos galleras, Las, 248 Emperatriz loca. La, 109
Dos gallos de pelea, 160 Emperor Jones, The, 145
Breve historia del cine mexicano / Índice de películas
Imperio de la fortuna. El, 334 335 351 352 Janitzio, 69 81 90 91 92 95 137 165 167
Impostor, El/ 1936, 95 Jardín de tía Isabel, El, 279 281 286
Impostor, El/ 1956, 211 219 225 Jardín de los cerezos, El, 311
Improbable Susanita, La, 321 Jardín del edén. El, 359 360 378
Impuras, Las, 264 Jaws, 291
In'n Out, 349 Jefe máximo, El, 105 111
In necuepaliztli in Aztlan, 360 Jesús de Nazareth, 131
Increíble profesor Zovek, El, 295 Jesús el niño Dios, 270
India, La, 292 Jesús García, el héroe de Nacozari, 85
India bonita. La, 104 Jesús, María y José, 270
Indignidad y la intolerancia serán derrotadas. Jesús nuestro Señor, 270
La, 317 Jesusita en Chihuahua, 132
Indio, 295 Jinete de la Divina Providencia, El, 332 333
Indio, El, 105 110 Jinete fantasma, El, 160 ▼
Indio yaqui. El, 58 Jinete Negro, El, 226
Indolentes, Los, 311 326
413
Jinete sin cabeza. El, 212
Infierno de los pobres. El, 155 Jinete Solitario, El, 222
Infierno de todos tan temido. El, 313 325 326 Jornaleros, 292 327
Inmaculada, 159 169 Jorobado, El, 125
Inmunidad diplomática, 378 Jory, 283
Inocente, El/ 1929, 79 Joven, La, 224
Inocente, El/ 1955, 205 232 Joven Juárez, El, 197 208
Inocentes, Las, 335 347 Jóvenes, Los, 213 227
Inseminación artificial, 350 Jóvenes amantes, Los, 268
Insurgente, El, 109 Jóvenes delincuentes, 377 382
Insurrección en México, 25 Joyas de México, 93
Interesadas, Las, 194 Joyas del pecado. Las, 164
Intimidad, 361 380 381 Juan Colorado, 244
Intimidades en un cuarto de baño, 368 381 Juan Charrasqueado, 160
Intriga contra México, 341 342 Juan Pérez Jolote, 287
Intruso, El, 139 Juan Pistolas, 95
Invasión de los muertos, La, 295 Juan Sin Miedo/ 1938, 143
Invasión increíble, 261 Juan Sin Miedo/ 1960, 222
Invención de Cronos, La, 362 363 375 380 381 Juan soldado/ 1919, 48 64
382 383 384 Juan soldado/ 1938, 102
Irma la mala, 86 Juana Gallo, 218
Isla de la Pasión, La, 137 Juana la cubana, 376
Isla de Lobos, 202 Juanito, 47
Isla de los dinosaurios, La, 273 Juárez, 109
Isla de los hombres solos, La, 291 Juárez y Maximiliano, 84
Isla maldita. La, 94 Jubileo, 317 327
Isla para dos, 227 Juchitán, 347 353
Isla rodeada de agua. Una, 348 353 Judas, 85
Islas Marías, 168 Judex, 37
Iztacalco, campamento 2 de octubre, 318 327 Juego de la guitarra. El, 294
Jagüey de las ruinas. El, 127 129 Juego de mentiras, 260
Jalisco canta en Sevilla, 159 172 176 Juego limpio, 384 392
Emilio García Riera
Juego peligroso, 256 264 Liga de las canciones, La, 128 141
Juicio de Arcadio. El, 237 Lili, 364
Juicio de Martín Cortés, El, 290 Línea, La, 362 391
Jules et Jim, 238 Línea paterna. La, 382 384 391
Juntos, 345 Linterna de Diógenes, La, 60
Juntos pero no revueltos, 113 Linterna mágica. La, 60
Jurado resuelve. El, 234 250 Little Princess, The, 389
Justicia de nadie, 367 Littlest Outlaw, The, 202
Justicia de Pancho Villa, La. 115 Lo mejor de Teresa, 284 326
Justicia tiene doce años. La, 262 Lo negro del Negro, 341
Juventud desenfrenada, 213 214 Lo que el viento se llevó, 106 191
Juventud rebelde, 246 Lo que el viento trajo, 133
Juventud sin ley, 246 Lo que importa es vivir, 334 351
Kalimán, el hombre increíble, 267 Lo que más queremos, 268
Kino, 362 371 383 Lo que va de ayer a hoy, 130 140
Kukulkán, 326 Lobas del ring. Las, 248
Ladrón, El, 163 169 Lobo Solitario, El, 193
Ladrón de cadáveres, 216 248 Loca de la casa. La, 165 172
Ladronzuela, 154 Loco y vagaundo,133
Lágrimas de mi barrio, 296 Locura de amor, 176
Laguna de dos tiempos, 317 327 Locura de don Juan, La, 111
Lagunilla 2, 311 Locura del rock'n roll. La, 213
Lagunilla mi barrio, 311 Locura pasional, 200 204 231
Lamberto Quintero, 345 Locuras de Bárbara, La, 230
Largo viaje hacia la muerte, Un, 273 Lodo y armiño, 191
Las del talón, 306 Lola, 333 359 360 378 380 381 382 384
Las traigo muertas, 344 Lola de mi vida, 237
Látigo Negro, El, 222 Lola Casanova, 165
Latino bar, 368 378 381 Lola la trailera, 342
Laúdate pueri, 327 328 347 Lola la trailera 3, La, 376
Lauro Puñales, 272 Lola Triana, 86
Lazamiento de un caballo, 20 Lolo, 361 362 375 380 382
Lazamiento de un novillo, 20 Longitud de guerra, 284
Lázaro Cárdenas, 341 Los de abajo/ 1939, 110
Lazos de sangre, 345 Los de abajo/ 1976, 289
Leandras, Las, 221 ¡Los encontraremos!, 318 327
Lecumberri, 281 292 Los que viven donde sopla el viento suave,
Lechería, La, 343 282 292
León de Sierra Morena, El, 58 Los que volvieron, 172
Ley del monte, La, 289 Luces de la noche, 391
Ley Simpson me viene Wilson, La, 346 Lucky John Born in America, 274
Leyenda de Rodrigo, La, 314 Lucio Vázquez, 272
Leyenda de una máscara. La, 358 359 382 383 Lucrecia, crónica de un secuestro, 361
384 Lucha con la pantera, La, 284
Leyenda del Manco, La, 346 Luchador fenómeno. El, 193
Libre de culpas, 391 Luchadoras contra la momia. Las, 248
Libro de piedra, 267 Luchadoras vs. el Médico Asesino, Las, 248
Breve historia del cine mexicano / Índice de películas
Reglas del juego, Las, 262 264 Risa en vacaciones. La, 375
Reina de la noche. La, 362 373 378 381 382 Risa en vacaciones 2, La, 375
383 384 Risa en vacaciones 3, La, 375
Reina de la opereta. La, 130 Risa en vacaciones 4, La, 375
Reina de México, La, 106 Risa en vacaciones 5, La, 375
Reina de reinas, 131 Risa en vacaciones 6, La, ver Nueva risa en
Reina del Cielo, La, 215 vacaciones, La
Reina del inambo, La, 154 Risa en vacaciones 7, La, 394
Reina del trópico, La, 135 Risa en vacaciones 8, La, 394
Relicario, El, 58 Robachicos, 333
Remolino, 228 Robarte el arte, 293
Renegado, El, 222 Robinson Crusoe/ 1952, 199 206 207 208
Rencor de la tierra. El, 168 Robinson Crusoe/ 1968, 271
Renglones torcidos de Dios, Los, 308 Rogue of the Rio Grande, 97 ▼
Renuncia por motivos de salud, 290 301 Rojo amanecer, 372 375 381 382 383
Reportaje, 188 205
423
Romeo y Julieta, 126 133
Resplandores del alba, 369 Rompecabezas de Juanillo, El, 47
Resurrección, 126 127 Ronda revolucionaria, 292
Retablos del Tepeyac, Los, 245 Rondalla, 160
Reto a la vida, 202 Ropavejero, El, 162
Retorno a Aztlán, 333 360 380 381 Rosa Blanca, 300
Retorno a la juventud, 203 207 Rosa blanca. La, 197
Retrato de una mujer casada, 314 Rosa de dos aromas, 377
Revancha, 155 156 Rosa de Xochimilco, 104
Reventón, El, 287 Rosal bendito, El, 89
Revista Ehlers, 66 Rosalba, 199
Revista musical, 94 Rosario, 86
Revoltoso, El, 195 Rosario de Amozoc, El/ 1909, 27
Revolución, 84 Rosario de Amozoc, El/ 1938, 105
Revolución orozquista, 25 Rosas blancas para mi hermana negra, 269
Rey de la vecindad, El, 344 Rosas del milagro. Las, 215
Rey de los gorilas, El, 291 Rosauro Castro, 169
Rey de los taxistas. El, 344 Rosenda, 165 169
Rey de oros. El, 345 Rostros olvidados, 202
Rey del barrio. El, 161 162 Rueda de la fortuna, La, 384 385
Rey del talón. El, 306 Rumba caliente, 195
Rey del tomate. El, 248 Rurales mexicanos al galope, 23
Rey se divierte. El, 125 127 140 Rutas, El, 321
Rielera, La, 346 Sabadazo,343
Rigo es amor, 310 Sábado, D. E, 343
Rigo, una confesión total, 318 Sábado más, Un, 345
Rincón Brujo, 166 Sabor a mí, 344
Rincón cerca del cielo. Un, 192 206 Sabor de la venganza. El, 261 267 273
Rincón de las vírgenes, El, 283 Sabor latino, 389
Riña de hombres en el Zócalo, 23 Sacrificio por amor, 55 64 69
Río Escondido, 167 179 180 181 196 242 Sagrario, 96
Río y la muerte. El, 198 207 Sal de la tierra, La, 206
| Emilio García Riera
Alcázar, Damián, 347 348 359 361 363 365 372 382 Álvarez, Ángel E., 61 64 65 78
392 Álvarez, Lucía, 296 373 383
Alcoriza, Janet/ Raquel Rojas, 106 110 116 128 129 Álvarez, Miguel Ángel/ El Men, 273 275
137139 144 226 Álvarez, Sofía, 107 113 116 126 130 134 156 159 166
Alcoriza, Luis, 110 112 131 163 175 180 181 198 201 172 176 178
213 226 227 235 238 239 242 243 256 261 264 267 Álvarez, Teresa, 314
271 282 288 289 300 301 311 312 334 344 384 Álvarez Acosta, Manuel, 198
Alcott, Louisa May, 297 Álvarez Bianchi, Guillermo, 207
Aldama, Juan, 36 Álvarez Félix, Enrique, 251 260 271 289 297
Aldama, Julio, 192 222 225 239 251 274 282 322 345 Álvarez Quintero, Joaquín, 37 165
Aldás, Luis, 104 105 116 126 130 139 166 Álvarez Quintero, Serafín, 37165
Aleandro, Norma, 350 Allégret, Yves, 205
Alegría, Antonio, 27 Allende, Fernando, 294 297 299
Alejandro, Julio, ver Julio Alejandro Allende, Ignacio, 36
Alemán, Julio, 213 231 239 241 245 249 260 261 263 Allende, Salvador, 285 299
266 267 268 269 271 283 322 346 377 Amador, Carlos, 244
Alemán, Miguel, 151 153 184 Amador, Charles, 65 69 79
Alemán Velasco, Miguel, 189 196 205 312 Amadori, Luis César, 173 178 265
Alencar, José de, 320 Amar, Leonora, 146
Alessio, Lupita D', 344 Amaro, Blanquita, 146
Alexándrov, Grigori, 91 Amaya, Carmen, 143 195
Alfaro, Manuel Ibo, 60 Amelio, Sonia, 272 274
Alfaro Siqueiros, David, 53 92 336 Améndolla, Luis, 114 115
Alma Delfina, 312 331 Amerena, Eduardo, 391
Almada, Fernando, 251 267 291 297 376 377 Amicis, Edmundo D', 111 143 242
Almada, Mario, 251 257 267 291 296 309 313 314 339 Amozurrutia, José, 352 383
340 343 344 345 346 376 377 Anahí, 385
Almazán, Humberto, 197 Anaya/ general, 110
Almazán, Juan Andrew, 104 Anaya, Alfonso, 242 261
Almeida, Joaquim de, 378 Anda, Agustín de, 219 231
Alonso, Ernesto, 139 158 169 178 189 199 200 227 Anda, Antonio de, 341 361
286 344 Anda, Gilberto de, 341 343 375 376
Alonso, José, 262 275 282 283 285 293 299 311 315 Anda, Raúl de, 95 98 113 114 115 124 132 135 137144
317 325 336 347 368 369 370 374 378 156 160 166 181 197 222 231 242 321 384
Alonso, María Conchita, 350 Anda, Qr.J, Raúl de, 251 274 298 308
Altamirano, Ignacio Manuel, 43 87 220 Anda, Rodolfo de, 222 242 267 269 271 295 297 394
Altolaguirre, Manuel, 189 201 227 229 Andere, Jacqueline, 251 262 264 268 273 294 297
Altomaro, Martín, 391 Anderson, Chuck, 273
Alva, Alfonso de, 340 353 Anderson, Juan, 80
Alva, Eduardo, 23 24 25 27 Anderson, Maxwell, 169
Alva, Guillermo, 23 24 25 27 Anderson, Michael, 224
Alva, hermanos, 23 24 25 27 Andrade, Sergio, 364 375 392
Alva, Ramón, 24 Andréiev, Leónidas, 265 271
Alva, Salvador, 23 24 25 27 Andress, Úrsula, 324
Alvarado, Crox, 146 174 193 201 213 216 Ángeles del Infierno, Los, 155
Alvarado, Salvador, 36 284 Angélica, Norma, ver Norma Angélica
Álvarez/ cura, 215 Angélica María, 178 207 215 239 241 245 246 249
Breve historia del cine mexicano/ Índice de nombres
289 313 322 333 344 345 350 Bécquer, Florencia, 176177
Baledón, [Jr.], Rafael, 321 Beckway, William}., 71
Balzac, Honorato de, 200 Bedoya, Alfonso, 116 179
Balzaretti, Fernando, 284 300 320 352 361 374 Beer, Margarita, 62
Balzaretti, Jorge, 315 337 Beery, Wallace, 81
Ballesteros, Roberto, 395 Beimler, Hans, 186
Bamberg, David T., ver Fu Man Chu, Belaunzarán, Carlos, 293
Bancroft, Anne, 389 Belén, Ana, 378
Banda del Recodo, La, 376 Belgard, Arnold, 225
Bandera, Manuel de la, 38 39 40 42 43 55 Belmárez Sarabia, Armando, 353
Banderas, Antonio, 389 Belot, Adolphe, 49
Banquells, Rafael, 141 215 Beltrán, Carmen, 36
Baqueriza, Guillermo, 90 Beltrán, Lola, 195 218 243 244 289
Barba, Meche o Mercedes, 154 155 165 172 174 371 Beltrán Rendón, Cándida o Candita, 66 67
381 Beltri, Ricardo, 44 47
Barbachano Ponce, Manuel, 186 187 220 228 229 230 Bell, Alberto, 64
235 237 240 270 336 338 368 369 384 Bell, Celia, 64
Barbachano Ponce, Miguel, 237 Bell, Eduardo, 64
Barberán, 85 Bell, [niño], Eduardo, 64
Barcelata, Lorenzo, 83 85 88 103 215 Bell, familia, 64
Bárcena, Catalina, 67 Bell, Jorge, 90
Barclay, Guillermo, 326 Bell, Nelly, 64
Bardem, Juan Antonio, 230 Bell, Óscar, 64
Baronova, Irina, 145 Bell, Ricardo, 64
Barra, Eduardo de la, 76 Belli, Agostina, 324
Barragán, Ramón, 348 Belli, Marisa, 198 205
Barraza, Martín, 340 Bellinghausen, Hermann, 365
Barreiro, Luis G., 62 63 94 96 98 Benavente, Jacinto, 164 168 200
Barret, Carolina, 176 180 207 Benavides, [Jr.], José, 111 116126 128130131 133 140
Barrió, Alicia, 146 Benavides, Osvaldo, 395
Barriga Rivas, Rogelio, 241 Bence, Amelia, 203 205
Barry, Gene, 325 Bendayán, Amador, 204 244 247
Barrymore, Ethel, 98 Benítez, Rodolfo, 181 208
Barrymore, John, 98 226 Benlliure, José Luis, 319
Barrymore, Lionel, 98 Benoit, Pierre, 125
Bartlett, Hall, 324 Benson, Robby, 283
Bartolozzi, Salvador, 143 181 Bercini, Reyes, 326 392
Bassols, Narciso, 92 Bergman, Ingmar, 235
Basurto, Luis G., 214 216 219 Beristáin, Arturo, 280 283 300 301 332 367
Bauche, Vanessa, 364 378 Beristáin, Dolores, 331 351 363
Baur, Esperanza, 87 Beristáin, Gabriel, 389
Bautista, Aurora, 230 268 275 Beristáin, Leopoldo/ El Cuatezón, 47109
Baviera, José, 141 142 180 204 230 Berman, Sabina, 326 392
Bean, Roy, 21 Bermejo, Gladys, 280
Beatles, The, 246 Bermúdez Zataraín, Rafael, 43 50 56 57
Becerra, Alfonso, 348 Bernal, Farnesio de, 242 257 347 382
Becerril, Guillermo, 23 Bernal, Heraclio, 90
Breve historia del cine mexicano/ Índice de nombres |
199 200 201 203 204 206 214 215 216 221 224 226 Cristal, Linda, 197 205
227 230 231 239 242 245 247 274 371 Cristino, Manuel, 352
Córdova, Pancho, 262 282 294 297 300 301 Crone, George, 181
Córdova, Tomás, 220 Crosby, Bing. 194
Corella, Rafael, 66 Cruz, Carlos, 318
Cores, Carlos, 170 173 176 Cruz, José G., 155
Corkidi, Rafael, 235 287 301 313 342 347 Cruz, Sor Juana Inés de la, 96 109 315
Corona, Isabela, 105 110 117132 134 137140 165 168 Cruz, Vladimir, 378
170 189 309 311 Cuarón, Alfonso, 348 359 360 362 363 382 389
Corona, Sergio, 194 195 Cuarón, Carlos, 382
Corona Álvarez, Alfonso, 341 Cuauhtémoc, 43
Corona Blake, Alfonso, 214 215 219 227 228 231 245 Cuéllar, Alfredo B./ Javier Y. Zayas, 49 50 70
248 264 269 272 Cuenca, Breni, 299 302
Corrales, Roberto, 352 Cuenca, Enrique, ver Polivoces, Los ▼
Corrieri, Sergio, 285 Cuevas, José Luis, 235 237 439
Cortázar, Ernesto, 132 134 154 160 173 Cugat, Xavier, 87
Cortázar, Julio, 260 271 Cukor, George, 121
Cortés, Alberto, 317 320 337 353 365 394 Cuny, Alain, 323
Cortés, Aurora, 348 Curiel, Federico, 221 228 232 245 248 250 268 274
Cortés, Busi, 320 331 348 353 365 366 308
Cortés, Femando, 126 130 145 172 193 194 203 217 Curiel, Gonzalo, 207
223 228 244 245 247 250 264 274 295 Curiel, Gustavo, 44
Cortés, Hernán, 43 96 Curtís, Tony, 224
Cortés, Mapita, 213 214 Curwood, James Oliver, 95
Cortés, Mapy, 108 116 117 125 128 129 130 134 139 Curwood, Robert/ José Ralescu, 95
141 146 147 166 Custodio, Alvaro, 156 189 229
Cortés, Martín, 313 Custodio, Ana María, 139 141 156
Cortés, Rafael, 360 Chabelo, 346
Cortés, Ricardo, 297 Chabot, Amedée, 271 275
Coss, Joaquín, 40 41 45 46 96 Chacón, Sara, 72
Cossío, Jorge de, 65 Chaflán/ Carlos López, 78 83 88 103 108 109
Costa, César, 245 246 247 265 375 Chagoyán, Rosa Gloria, 342 346 376
Coster, Al, ver Cardona, [III], René Chamos, Los, 345
Cots, Luis, 73 Chaney, [Jr.], Lon, 231
Cotten, Joseph, 325 Chapa, Diego F., 61
Cousteau, Jacques Yves, 217 Chakiris, George, 273
Couto, Enrique F., 61 Chapa del Bosque, Francisco Javier, ver Zovek
Cox, Alex, 373 378 Chaplin, Charles, 32 48 65 93 323
Cozzi, María, 61 Chaplin, Geraldine, 323
Cranz, Emily, 251 Chatanuga/ Pedro Weber, 334 346
Crawford, Broderick, 273 Chauvet, Max, 38
Crawford, Francis Marión, 221 Chávarri, Gilda, 43 44 50 71
Crespo, José, 109 176 Chávez, Carlos, 286 348
Crevenna, Alfredo B., 145 146 158 159 164 168 188 Chávez, Francisco, 317 320 327 328
189 198 199 200 204 208 214 215 221 232 243 248 Chávez, Jesús, 382
250 264 274 308 339 342 346 374 376 377 Chávez, Marcelo, 162
Crisa, Erno, 202 Chávez, Óscar, 261 264 314
| Emilio García Riera
Fox Martínez, Carlos, 49 Galindo, Alejandro, 108 110 111 113 115 124 129 132
Fraga, Jorge, 230 134 140 158 160 162 165 171 172 177 179 180 192
Fragoso, jesús, 341 343 196 197 202 206 207 213 214 215 217 223 226 228
France, Anatole, 63 232 250 269 271 290 296 306 307 322 341 384
Francisco de Asís, 131 147 Galindo, Eugenia, 78
Franco, Francisco/ dictador, 96 120 Galindo, Marco Aurelio, 64 71 110 125 139 207
Franco, Francisco/ maquillista, 384 Galindo, Octavio, 265
Franco, Lidia, 73 Galindo, [III], Pedro, 306 308 321 375
Franco, Ricardo, 349 Galindo, Rubén, 274 296 298 306 308 309
Frank, Consuelo, 83 87 88 89 90 96 99 125 143 Galindo, [Jr.], Rubén, 341 343
Franklin, Sidney, 144 Galindo, Sergio/ director, 347
Franklin, Walter, 54 Galindo, Sergio/ escritor, 287 291
Frausto, Antonio R., 82 89 90 98 117 Galván, Jorge, 393
Freud, Sigmund, 55 Gálvez, José, 220 230 241 249 297 ▼
Freyre, Susana, 165 176 Gálvez y Fuentes, Alvaro, 129 138 139
Frías, Claudia, 364
443
Gallardo, Juan, 298 341
Frías Beltrán, Javier, 71 Gallardo, Lucy, 231 232
Fritz, Sonia, 348 Gallardo, Lupita, 82 95 99 109 110 126
Frizac, Matilde de, 88 218 Gallegos, Rómulo, 126 127135 136 200
Frye, Virgil, 274 Gamboa, Alejandro, 364 395
Fu Man Chu/ David T. Bamberg, 146 Gamboa, Federico, 43 44 69 76 90 110 127 173 368
Fuente, Eva de la, 70 Gamboa, Fernando, 186 270
Fuente, Salvador de la, 383 Gamboa, Miguel, 173
Fuentes, Alberto, 42 Gámez, Rubén, 236 238 302 362 367 369 374
Fuentes, Alma Delia, 175 207 273 Gamio, Manuel, 91
Fuentes, Antonio, 68 72 Gannaway, Albert C., 202
Fuentes, Carlos, 53 235 237 240 256 260 270 272 282 Gaona, Rodolfo, 57 62 66 68 69 143
285 297 298 299 317 345 Garasa, Ángel, 134 139 141 143 163 172 177
Fuentes, Fernando de, 81 82 83 84 89 90 92 94 98 102 Garay Gudiño, Antonio, 121
103 105 106 108 111 113 115 123 124 125 126 132 Garbo, Greta, 94
135 140 152 159 164 171 172 173 188 191 203 226 Garcés, Delia, 201 205
384 García, María Fernanda, 382
Fuentes, [Jr.], Femando de, 249 Garcés, Mauricio, 178 222 226 250 264 272 290 295
Fuentes, Paco, 141180 García, Andrés, 261 267 269 275 291 322 341 345 350
Fuentes, Rubén, 300 301 364
Fufurufu, El, 346 García, Andy, 379
Fuller, Samuel, 272 García, Dino, 371
Furió, Sonia, 206 214 228 242 245 259 283 300 García, [Jr.], Eleazar, 340
Furlong, July, 347 García, Guadalupe, 352
Gabilondo, Edmundo, 27 García, Juan/ El Peralvillo, 161180
Gabilondo Soler, Francisco, 244 García, Lilo, 27
Gable, Clark, 179 García, Manolo, 364 375 392
Gabriel, Juan, ver Juan Gabriel García, Sara, 41 84 99 103107111 112 117127128132
Gala, Gonzalo R. de la, 61 133 140 142 146 147 157 162 166 170 171 172 192
Galán, Alberto, 136 142 200 226 227 232 288
Galiana, Fernando, 223 226 322 García, [Jr.], Sigfrido, 383
Galiardo, José Luis, 310 García Agraz, Carlos, 332 359 361 362 394
Emilio García Riera
García Agraz, José Luis, 319 327 328 340 347 349 361 Gazcón, Gilberto, 219 221 223 227 228 242 243 249
362 363 365 374 381 382 390 269 270 323 350 377
García Ascot, Jomí, 186 228 229 230 235 236 239 287 Gelbser, Abraham, 232
García Borja, Hiram, 257 Gélin, Daniel, 249
García Cabral, Ernesto, 62 Genin/ adaptador, 38
García Espinosa, Julio, 230 Genina, Augusto, 179
García Iglesias, Sara, 127 Genovés, Santiago, 272
García Lorca, Federico, 323 Gentile, Andrea, 348 351
García Márquez, Gabriel, 236 237 239 240 256 261 George, Susan, 291
266 289 299 301 310 316 323 324 326 350 389 Geraldo, Pedro, 215
García Moreno, Gabriel, 63 64 104 Gerszo, Gunther, 142 172 181 198 384
García Naranjo, Nemesio, 115 199 Ghelderode, Michel, 293
García Ponce, Juan, 237 240 271 Giaccardi, José, 173
T García Riera, Emilio, 384 Giacometti, Paolo, 50
García Rojas, Dolores, 61 Giannini, Giancarlo, 389
444
García Sánchez, José Luis, 378 Gil, Bárbara, 197
García Tsao, Leonardo, 338 339 361 Gil, Manuel, 275
García Urbizu, Francisco, 64 79 Gil, Rafael, 179
García Videla, Adolfo, 347 348 Gilhuys, Patricia, 321
Garcíadiego, Paz Alicia, 335 365 372 373 383 393 394 Gilly, Adolfo, 348
Garcini, Salvador, 282 300 Giménez Cacho, Daniel, 337 348 359 360 363 364
Gardel, Carlos, 102 366 372 381 382 393
Gardiel, Enrique, 382 Giovanjri, José, 272
Garduño, Eduardo/ actor, 288 Girón, Adolfo, 65 86 96 98
Garduño, Eduardo/ funcionario, 184 185 188 210 Gish, Dorothy, 127
Garduño, José Luis, 301 Gish, Lillian, 127
Garfias, Ernestina, 250 Gobett, D. W., 35
Garibaldi, grupo musical, 375 Godard, Jean-Luc, 235
Garibay, Ricardo, 218 225 241 265 307 344 345 377 Goddard, Paulette, 168
Garrido, Juan, 361 Goded, Ángel, 300 327 352
Garro, Elena, 226 227 249 256 260 262 270 Goethe, 203
Garza, Jaime, 364 Gogol, Nicolás, 106 195 284
Garza, Jesús M., 34 Goitia, Francisco, 365
Garza, Lorenzo, 94 111 143 144 Golconda, Ligia Dy/ Enriqueta Verástegui, 50 56 70
Gas, Gelsen, 259 Gold, Myron, 229 273
Gasnier, Louis, 102 Goldberg, Daniel, 364
Gatica, Malú, 126 146 172 177 Goldschmidt, Alfons, 68
Gavaldón, Roberto, 126 128 138 139 142 155 163 165 Goldsmith, Gabriela, 374
169 170 173 177 179 196 197 198 199 200 202 206 Gómez/ director, 70
207 211 216 221 225 240 245 250 263 268 290 291 Gómez, Beto, 395
322 335 353 Gómez, Carlos, ver Don Chema
Gavilanes, Paco, 26 Gómez, Francisco, 232 353
Gavin, John, 270 273 Gómez, José T., 71
Gavira, Gonzalo, 302 353 385 Gómez, Juan Vicente, 167
Gay, Ramón, 178 193 202 216 221 231 232 Gómez, Manuel G., 90 91
Gaytán, Bibi, 366 375 Gómez, Octavio/ Famoso, 296
Gazcón, Edgardo, 321 374 Gómez Bolaños, Roberto/ Chespirito, 307 321 344
Breve historia del cine mexicano/ Índice de nombres
Gómez Vadillo, Enrique, 377 Goyri, Sergio, 340 350 361 364 377 445
Gomezbeck, Luis, 306 Gracia, María, 215 217
González, Ana María, 155 Gramática, Emma, 170
González, Carlos E., 42 Granados, Rosario, 126 145 146 157 158 159 164 165
González, Carmen, 157 326 348 169 174 176 197 199 200 203 208 268 346
González, Cristián, 337 365 366 Granat, Jacobo, 66
González, Dacia, 239 243 248 Granda, Higinio, 46
González, Demetrio, 195 216 218 221 222 226 245 Granillo, Guillermo, 383 394
González, Dionisio, 19 Graña, Jesús, 70
González, Edith, 345 365 392 Greene, Graham, 168
González, Eulalio, ver Piporro Grever, María, 191 208
González, Gilberto, 116 180 Grifell, Prudencia, 114 117 190 206 207 215 226 227
González, José Luis, 318 Griffith, David Wark, 34 127
González, Julián S., 90 96 Griffith, Melanie, 378
González, Lolita, 116 Grimm, hermanos, 225
González, Lorena, 348 Grin, Guillermina, 154 176
González, Lucy, 197 Grisales, Amparo, 350
González, Mario, 181 Grivas, Alexis, 257 258 299 302
González, Pablo, 40 45 Grombowicz, Witold, 320
González, Rogelio A., 161 173 188 192 194 195 198 Groulx, Gilíes, 298
200 204 205 215 218 219 220 223 226 228 243 265 Gravas, Jesús, 106 107 123 124 127 132 152 172
267 292 306 322 327 Gruener, Daniel, 385 390 392
González, Servando, 229 242 250 269 271 289 290 Guadalupe, Ignacio, 332 366
322 325 331 333 340 Guadalupe, marqués de, ver Rincón Gallardo, Carlos
González, Virma, 289 Guardia, Maribel, 334 344 377 392
González Caballero, Antonio, 271 Guash, Sara, 125 146 176 203
González Casanova, Manuel, 235 Guereca, Longino, 258
González Dávila, Jesús, 377 Guerra, Blanca, 310 311 312 314 315 316 319 320 323
González de León, Jorge, 382 325 327 333 335 336 345 350 351 363 365 366 369
González de León, José Luis, 229 235 301 373 378 382 389 394
González Domínguez, Juan Manuel, 362 Guerra, Dorotea, 321
González Dueñas, Daniel, 320 332 Guerra, Rogelio, 268
González Gancy, Jesús, 208 Guerra, Ruy, 324 350
Emilio García Riera
Lara, Agustín, 79 94 134 154 155 178 213 215 Linares, Marco Julio, 384 392
Lara, Gerardo, 337 347 348 363 364 Linares Rivas, José María, 176 191 208
Lara, María del Carmen, 321 347 348 Lindbergh, 129
Lara, Vicente, ver Cacanw Linder, Christa, 267275 302
Latham, Otway, 21 22 Linder, Max, 27 48
Laurel, Stan, 223 Lira, Miguel N„ 198 218 219
Lavié, Adrián, 23 Liszt, Franz, 97
Lavillete, Francisco, 47 49 Littín, Miguel, 285 300 323 378
Lavista, Raúl, 1S1 207 232 301 384 Liubomirova, Dobrina, 367 391
Lazo, Armando, 348 Lizalde, Eduardo, 235 262
Lazo, María Elena, ver Urrutia, Elena Lizalde, Enrique, 251 266 270 271 289 297 314
Le Bargy, 41 Lizárraga, Cruz, 377
Leal, Fernando, 364 Loaeza, Guadalupe, 366
Leal, Rafael, 302 Lobo Negro/ Guillermo Hernández, 193 ▼
Lean, David, 389 Logan, Janice, 128 145
449
Leary, Timothy, 273 Loggia, Robert, 350
Leblanc, Libertad, 266 Lombardo Toledano, Vicente, 44
Leblanc, Maurice, 72 London, Jack, 126 145 242 298
Lecuona, Mariana, 392 López, Carlos, ver Chaflán
Lechuga, Héctor, 251 265 289 295 317 322 370 López, Daniel, 301 326
Leder, Pablo, 288 López, Diego, 320 332 337 338 352 365 381 382 391
Ledesma, Amanda, 126 132 142 146 177 López, Francisco, 327 328
Leduc, Paul, 235 255 256 257258 292 300 302 316 317 López, Joaquín, 65
318 324 327 334 336 349 351 352 367 368 López, Josefina, 54
Leduc, Valentina, 348 385 López, Juan Nepomuceno, 362
Lee, Glenn, 274 López, Marga, 146 154 156 157 158 159 164 170 174
Leleu, Jean-Pierre, 374 376 392 179 180 188 189 190 191 192 200 202 203 206 208
Lemmon, Jack, 224 214 215 220 221 227 239 243 244 246 267 269 291
Lenin, 68 365 384 395
Leñero, Vicente, 282 289 299 309 313 322 326 334 352 López, Mary, 113
366 372 382 López Antúnez, Luís, 336
León, Fray Luis de, 229 López Aranda, Susana, 338 339 373
Leonardi, Marco, 370 López Aretche, Leobardo, 254 259
Leone, Sergio, 267 López Fandos, Blas, 211
Lepe, Ana Bertha, 194 195 214 242 López Ferrer, Javier, 160 165
Lerdo de Tejada, Miguel, 130 López Lagar, Pedro, 199 205
Lesser, Sol, 92 López Mateos, Adolfo, 211 225
Lewis, Jorge, 95 López Moctezuma, Carlos, 110 116 117 166 167 169
Lewis, Oscar, 324 180 181 192 196 197 200 205 206 219 221 222 230
Leyden, Jan van, 191 272 290 326
Lezama, Luis, 42 54 71 73 110 164 López Moctezuma, Juan, 288 325
Lico, Carlos, 269 López Monroy, Manuel, 347
Licona, Alejandro, 377 López Negrete, Ladislao, 204
Lichine, David, 242 López Ochoa, Manuel, 245 251 261 267 268 271 346
Ligarde, Sebastián, 392 López Portillo, Jorge, 114 115
Lilienthal, Peter, 320 López Portillo, José, 279 304 341
Limíñana, Eva, ver Duquesa Olga López Portillo, Margarita, 304 340
| Emilio García Riera
María, Angélica, ver Angélica María Martínez, María de los Ángeles, 383
María Rebeca, 308 Martínez, Mario Iván, 370 381
María Victoria, 194 195 196 202 Martínez, Paco, 84
Marín, Gloria, 113 116 117 125 126 127 129 132 136 Martínez, Raúl, 202
138 144 147 154 164 166 168 178 191 264 270 288 Martínez Álvarez, Fernando, 327
300 311 Martínez Baena, Carlos, 141
Marín Bello, Jesús, 341 Martínez Cadena, Irene, 260
Marino, Guadalupe, 384 Martínez Casado, Juan José, 62 73 79 86 89 95 98116
Mariscal, Alberto, 244 250 251 267 271 274 289 308 142
322 344 346 377 Martínez de Arredondo, Carlos, 36 37 38 40 65
Mariscal, Carmen, 64 Martínez de Hoyos, Jorge, 178 198 206 213 215 216
Mariscal, Diana, 259 293 218 229 232 239 257 271 281 282 283 284 300 333
Mariscal, Silvia, 291 300 319 389 393
Markovich, Carlos, 365 Martínez Mijares, Humberto, 340
Marley, John, 2S3 Martínez Sierra, Gregorio, 67
Marlowe, June, 126 145 Martínez Solares, Adolfo, 341 343 374
Marqués, María Elena, 122 126 132 135 138 139 143 Martínez Solares, Gilberto, 105 111 126 127 130 134
145 147165 177 179 188 189 191 197 201 216 217 140 141 157 161 163 173 176 177 189 190 195 196
229 242 260 311 203 215 216 217 221 223 227 228 231 245 246 248
Márquez, Evaristo, 295 250 273 274 298 306 341 343 374 385
Márquez, Luis, 54 59 69 91 Martínez Solares, Raúl, 232
Márquez, Luz, 251 Martini, Niño, 242
Márquez, Rubén, 382 Martino, íñigo de, 197 203
Marquina, Eduardo, 135 165 Martorell, Eduardo, 70
Marquina, Juan, 72 Masip, Paulino, 130 142
Marsball, Nim'/ Catita, 103 163 176 195 Massenet, 63
Marsillach, Adolfo, 291 Mata, Pedro, 165
Marta Elba, 146 Mata Hari, 61
Martel, Christiane, 191 205 214 215 221 240 Matouk, Antonio, 239
Martí, José, 197 Maugham, William Somerset, 190
Martí, Nubia, 297 Maupassant, Guy de, 125 164 199 221 265 271
Martín, Ana, 251 261 268 287 309 377 Maximiliano/ emperador, 84 109 166 197 202
Martín, Cristina, 15 May, Bonnie, 70
Martín del Campo, David, 363 May, Lyn, 346 347
Martínez, Adalberto, ver Resortes, Maya, Canta, 146
Martínez, Agustín Elias, 43 47 54 Mayendía, Consuelo, 47 49 61
Martínez, Arturo, 222 228 250 296 298 307 340 343 350 Maza, Margarita de la, 197
Martínez, Conchita, 141 142 172 McBain, Diane, 273
Martínez, Eduardo, 364 McCarthy, John P., 70
Martínez, Evangelina, 348 Medel, Manuel, 86 107 108 131 133 139 146 181 220
Martínez, Fernando, 181 Médico Asesino, El, 193
Martínez, Gonzalo, 262 274 280 283 284 285 300 301 Medina, Ernesto, 359 361
311 313 Medina, Ofelia, 261 262 263 264 272 285 286 319 336
Martínez, Irene, 347 337 351 361 374 378
Martínez, Jesús, ver Palillo Médiz Bolio, Antonio, 105 139
Martínez, Juan Ángel, 300 Meersman, Kay, 224
Martínez, Justo, 393 Mejía, Alfonso, 175 1 80 213
| Emilio García Riera
Neira, Alicia, 160 313 314 315 319 325 332 339 363 365 377 392 395
Nemer, Guillermo, 70 Ojeda, Manuel R., 57 58 59 60 61 85 144
Ñero, Franco, 324 Olea, Dora Elsa, 322
Ñervo, Amado, 35 56 Olea, Mercedes, 371 382
Neumaier, Erwin, 393 Olhovich, Sergio, 280 285 313 333 349 351 352 367
Neumaier, Mónica, 384, 369 377
Nezahualcóyotl, 42 Olivares, Maritza, 259 346
Nieto Ramírez, José, 327 341 Olivares, Rubén/ Púas, 296 307
Nieves, María Antonieta de las, 366 Olivari, Carlos, 161176
Niki, Tania, 59 Olivier, Maricruz, 206 207 214 242 243 245 264 267
Niro, Robert de, 389 269 272
Niven, David, 224 226 Olmedo, Raquel, 299
Noriega, Eduardo, 157 Olszewski, Reinhold, 240
Noriega, Indalecio, 79 O'Neill, Eugene, 145
Noriega, Manuel, 27 37 68 69 114 Ophüls, Max, 221
Noriega, Nenette, 69 Orellana, Antonio, 230
Noriega Hope, Carlos/ Silvestre Bonnard, 47 64 71 Orellana, Carlos, 79 81 84 98 111 126129131 133 134
76 139 142 164 181
Norma Angélica, 239 Ornelas, Gabino, 43
Northam, Jeremy, 389 O'Quigley, Robert/ Bob Quigley, 95 116 117 132
Norton, Barry, 97102 Ordorika, Imanol, 348
Norvind, Eva, 251 Orduña, Juan de, 176 272
Novak, Kim, 224 Orol, Juan, 80 88 96 97 116 129 155 160 177 204 214
Novara, Medea de/ Medea de Movarry, 78 84 99 266 269 322
109 129 131 Oroná, Vicente, 114 168 193 222
Novaro, Beatriz, 359 382 Orozco, Fernando, 251
Novara, María, 337 348 351 359 360 382 384 Orozco, José Clemente, 290 298
Novaro, Tito, 153 261 296 345 Orozco, María Teresa, 91
Novarro, Ramón, 53 70 130 147 Orozco, Pascual, 25
Novarry, Medea de, ver Novara, Medea de Orozco, Regina, 364 370 381 393
Novión, Alberto, 111 Orozco y Berra, Femando, 48
Novo, Salvador, 108 169 219 Ortega, Graciela, 72
Núñez Cabeza de Vaca, Alvar, 359 Ortega, Guadalupe, 372 382
Obregón, Alvaro, 25 53 59 61 68 Ortega, Héctor, 275 283 286 300 301 352 368
Obregón, Claudio, 237 258 285 293 300 301 320 332 Ortega, Juan}., 104 126 134 135 140 143 191 222 228
394 353
Obregón, Rosa, 26 Ortega, Yuliet, 393
Ocampo, Silvina, 334 Ortega Esquivel, Rafael, 348
Ocañas, Antonio, 67 Ortín, Leopoldo, 70 88 89 90 96 98 105 106 107 108
Ocsila/ Riña Alberti Brunetti, 127 109 111
Octagón, 375 Ortiz, Alicia, 95
Ochoa, Jesús, 363 382 392 Ortiz, Alvaro, 249
Ochoa, Leonorilda, 295 Ortiz, Elvira, 45 55 56
Ohana, Claudia, 324 Ortiz, Ignacio, 362 363 365
Ohem, Francisco, 385 Ortiz, José S., 65 67
O'Herlihy, Dan, 199 203 Ortiz, Mecha, 170
Ojeda, Manuel, 281 282 289 290 300 309 310 311 312 Ortiz, Pepe, 82 95 144 202
Breve historia del cine mexicano/ Índice de nombres
Peña, Julio, 176 269 271 272 273 310 314 371 375
Peón, Ramón, 69 81 90 95 96 110 114 115 116 127 176 Pineda, Salvador, 350
193 Pinto, Mercedes, 141 201
Peón Cisneros, Arturo, 36 Piñar, Carlos, 251 269 270
Peralta, Elda, 189 197 Piñeiro, Federico, 146
Peralvíllo, El, ver García, Juan Piñera, Juan Manuel, 380
Peraza Menéndez, Miguel, 383 Piporro/ Eulalio González, 178 207 216 223 243 247
Perdigón, Leticia, 300 311 345 367 392 248 251 266 291 345 376
Pereda, Ramón, 59 66 79 82 84 85 86 89 90 96 98 109 Pirandello, Luigi, 89
114 128 154 218 Pirrín, Eusebio, ver Don Catarino
Peredo, Luis G., 43 44 71 Pita Rodríguez, Félix, 204
Pereña, Nuri, 236 Pitol, Sergio, 360
Pérez Galdós, Benito, 126 165 200 220 341 Pizzini, Denise, 383
"▼ Pérez Gravas, Cecilia, 382 393 Pleasence, Donald, 325 350
Pérez Grovas, Rafael, 297 308 343 Podestá, Rossana, 201 205
Pérez Gavilán, Juan Fernando, 260 341 375 392 Poe, Edgar Alian, 288 297
Pérez Lugín, Armando, 164 Polivoces, Los/ Enrique Cuenca y Eduardo Manzano,
Pérez Padilla, Juan José, 338 266 295 296 346 395
Pérez Prado, Dámaso, 155194 Pompín, ver Iglesias, Alfonso
Pérez Rulfo, Juan Carlos, 385 393 Ponce de León, Rafael, 49
Pérez Taylor, Rafael, ver Hipólito Seijas Pondal Ríos, Sixto, 161176
Pérez Turrent, Tomás, 256 281 299 301 312 323 371 Poniatowska, Elena, 350 394
373 378 Pons, María Antonieta, 116 129 134 135 144 154 163
Perkins, Anthony, 242 174 176 177 181 218 223
Perlita, ver Sequeyro, Adela Portabella, Pedro, 238
Perlman, Ron, 363 Portas, Rafael E„ 90 111 117 134 137 144 160 191
Perrault, Charles, 217 Porter, Julio, 228
Perrín, Tomás, 106 116 117 126 134 139 Portes Gil, Emilio, 85
Pershing, 377 Portillo, Rafael, 203 216 273 306 308 321
Perugorría, Jorge, 378 389 Portillo, [Jr.], Rafael, 321
Perzabal, Jimena, 390 Portillo, Reynaldo, 327
Pesado, Francisco, 60 Posada, Julio, 204
Petit, Vicente, 142 181 Power, Taryn, 299
Petit de Murat, Ulises, 205 Power, Tyrone, 298
Petrone, Francisco, 202 205 Pozas, Ricardo, 287
Philipe, Gérard, 205 224 Pozo, María del, 369 382
Phillips, Alex, 76 91 95 201 207 Prado, Lilia, 157161 162 164 171 178 189 194 196198
Phillips, [Jr.J, Alex, 229 257 300 301 200 201 202 215 227 231 242 342 345 376
Piazza, Milva, 320 Presley, Elvis, 246
Picerni, Paul, 273 Prévert, Jacques, 136
Pickford, Mary, 53 Prida, Lauro de, 71
Pidal, José, 112 Prieto, Carlos, 242
Pie, Darío T., 364 371 392 Prieto, Chula, 171178
Pierkoff, Jorge, 70 Prieto, Genaro, 126
Pili, 265 275 290 Prieto, Rodrigo, 383
Piñal, Silvia, 161 162 178 188 189 190 194 199 200 203 Prinz, LeRoy, 146
204 205 206 221 230 231 238 239 241 244 264 265 Prior, Jorge, 318 320 337 377
Breve historia del cine mexicano/ Índice de nombres
Schillinsky, Estanislao, 163 172 Silva, David, 116 126 128 129 134 137 139 140 145 147
Schoemann, Gloria, 1S1 207 208 384 155 156 158 165 169 172 179 192 193 197 214 241
Schrader, Rainer, 326 Silva, Gustavo, 23
Schwartz, Ernesto, 337 Silva, Howard Da, 145
Schyfter, Guita, 362 363 364 382 384 385 Silva, Leopoldo, 262
Schygulla, Hanna, 324 350 Silva, Marco, 262
Seáñez, Pablo, 258 Silva, Rebeca, 310 312 321 374
Segovia, Tomás, 272 Silva, Roberto, 126 127 130 139 147 177
Segoviano, Enrique, 307 Silva, Vicente, 316
Segura, Aurora, 141 Silver, John, 66
Segura, Juan José, 90 95 122 144 Silvestre, Armando, 201 202 218 221 267 273 289 342
Seijas, Hipólito/' Rafael Pérez Taylor, 38 71 379
Sekely, Steve, 166 173 Silvestre, Flor, ver Flor Silvestre
Selznick, Levvis ]., 69 Silveti, Juan, 143
Sennett, Mack, 32 70 Simó, Josette, 164 177
Sequeyro, Adela/ Perlita, 62 65 67 79 96 99 114 Sinatra, Frank, 224
Serna, Assumpta, 335 Sinclair, Upton, 92
Sema, Mauricio de la, 123 194 201 203 214 215 226 Sisniega, Manuel, 391
227 228 229 241 242 307 Sistach, Marisa, 321 332 347 362 367 391
Serrador, Pepita, 176 Sjóman, Vilgot, 379
Serrano, Federico, 45 Slude, Billie, 65
Serrano, Francisco, 53 219 Smith, Homer, 68
Serrano, Irma, 251 289 294 295 322 Sneider, Roberto, 362 363 384
Serrano, Raúl, 301 Soberanes, Esteban, 368
Serret, Virginia, 116 135 138 163 Sobrino, Fernando, 44
Sevilla, Alfredo, 326 336 Solana, Rafael, 309
Sevilla, Carmen, 159 205 272 275 Solano, Rosalío, 232 300 385
Sevilla, Ninón, 154 155 156 177 178 189 190 202 232 Solares, Alfredo/ Pelón, 382
312 325 345 Solares, Ana, 383
Sevilla, Raphael ]., 78 85 86 87 106 109 111 115 123 Soler, Andrés, 90 98 135 156 172 188 192 201 203 204
129 133 144 154 157 176 229 208 260 265
Shakespeare, William, 126 167 188 312 Soler, Domingo, 82 88 90 93 98 105 111 125 126 128
Shanath, Tamara, 363 130 134 139 141 142 147 156 162 174 179 181 191
Sharif, Ornar, 349 197 217
Shelley, Jaime Augusto, 323 Soler, Fernando, 65 88 94 98 106 107 111 112 113 114
Sheridan, Beatriz, 316 325 326 115 116 125 126 130 132 139 140 142 143 147 154
Sherman, Evelyn, 58 156 157 158 164 165 166 167 171 172 174 175 177
Sicilia, Javier, 382 180 192 199 242 243 246 248 250 264 268 273 274
Sidar, Pablo I., 57 79 282 309
Sidney, George, 224 Soler, Juan Manuel, 341
Sienkewicz, Henrik, 229 Soler, Julián, 87 88 98 125 126 128 130 134 135 139
Sierra, Fanny, 262 140 141 143 147 157 163 174 176 188 190 200 204
Sierra, Javier, 87 214 216 221 228 242 244 245 246 247 250 264 268
Sierra, Milisa, 139 274 296 297 322 341
Sierra, Santiago J., 47 49 Soler, Mercedes, 85 98
Signoret, Simone, 224 Soler, Rosario, 26
Sigüenza y Góngora, Carlos, 315 Solís, Javier, 221 231 243 244 251 275
| Emilio García Riera
Solórzano, Carlos,. 289 300 307 311 313 327 334 340 344 347
Solórzano, Jesús, 88 143 Suárez, Jorge, 382
Sorel, Gaby, 87 99 Suárez, José, 200 202 269
Soria, Gabriel, 79 87 88 89 92 110 125 131 138 Sudermann, Hermann, 126
Sorvino, Mira, 389 Summers, Manuel, 375
Sosa, Evangelina, 361 372 Suzán, Margarita, 320
Sosa, Roberto, 315 361 368 378 382 393 Swanson, Gloria, 53
Sosa, [padre], Roberto, 382 Sydow, Max von, 281
Sotarriba, Francisco, 23 Tabío, Juan Carlos, 378
Soto, Fernando, ver Mantequilla Tablada, José Juan, 28
Soto, Fidencio, 258 Taboada, Carlos Enrique, 237 239 249 251 266 267
Soto, Roberto/ Punzón, 46 78 94 108 134 146 177 269 271 302 314 327 334 351 374 392
Soto Izquierdo, Enrique, 330 331 333 335 Taboada, Julio, 61
Soto la Marina, Armando, ver Chicote, El Taibo, [II], Paco Ignacio, 313 361
Soto Rangel, Arturo, 167180 Talán, Raúl, 96
Sotomayor, Jesús, 235 243 245 246 Talmadge, Constance, 94
Sour, Hilda, 177 Tamayo, Marina, 83 99 106 107 109 112 116 132 140
Souza, Pilar, 319 Tamés, María Eugenia, 321
Spader, James, 378 Tapia, Teté, 48
Spielberg, Steven, 291 Tardán, Isabelle, 392
Spota, Luis, 170 174 189 202 203 207 215 219 241 292 Tariácuri, La/ Amalia Mendoza, 218
309 353 367 Tavera, Alejandro, 314
Springall, Alejandro, 394 Teja Zabre, Alfonso, 54
Stahl, Alfonso, 23 60 Temerarios, Los, 377
Stahl, Carlos, 23 54 60 Temple, Shirley, 389
Stahl, hermanos, 23 Tenes, Froilán B., 84
Stahl, Jorge, 23 60 80 Terry, Fred, 54
Stahl, Qr.], Jorge, 60 300 301 326 384 Testi, Fabio, 324
Stander, Lionel, 325 Theodorakis, Mikis, 285
Stanic, Lita, 378 Thompson, Carlos, 218 230
Stavenhagen, Marina, 348 363 Thomson, Fred, 94
Steinbeck, John, 138 145 Thorry, Juan Carlos, 172 176
Stephen, Daniel, 375 Tigres del Norte, Los, 371 375 376
Sternberg, Josef von, 83 Tijerina, Reies, 286
Stevens, Stella, 249 Tin Tan/ Germán Valdés, 133 147 161 162 178 195
Stevenson, Phil, 240 217 220 223 231 247 261 266 273 375
Stevenson, Robert Louis, 221 282 297 Tip-Top, 27
Stiglitz, Hugo, 267 271 275 282 291 322 324 350 364 Tirado, Romualdo, 37
374 Tissé, Eduard, 91137
Stockwell, Dean, 323 325 378 Tixou, Thelma, 369
Stockwell, Guy, 369 Todd, Alejandro, 341 343
Stracciari, Riccardo, 41 Todd, Michael, 224
Strand, Paul, 92 145 Tokatian, Armando, 145
Su, Margo, 155 312 Tolstoi, León, 126 200
Su Muy Key, 155 Tomassi, Alejandro, 392
Suárez, Alejandro, 295 392 Tompkins, Angel, 325
Suárez, Héctor, 251 261 262 265 288 289 291 293 299 Totigolele/ Yolanda Montes, 155
Breve historia del cine mexicano/ Índice de nombres
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466
Breve historia del cine mexicano
primer siglo: 1897-1997
terminó de imprimir en Xpert Press SA de CV,
Oaxaca 1, San Jerónimo Acúleo, México DF,
en enero de 1999.
Se tiraron 5 000 ejemplares.
Tipografía: Ediciones Mapa SA de CV
Diseño: ¡abaz
DATE DUE
DATE DE RETOUR
JAN 0 9 2002
DEC I 2 2001
TRENT UNIVf RSITY
O 64 0471045 5
m
El primer libro de Emilio García Riera sobre el
tema que acabaría por ser el de la mayor parte
de su obra fue El cine mexicano (Ediciones Era,
1962). Desde aquella primera mirada panorámica
y durante los siguientes cuarenta años, el propósito
de conocer y registrar, relacionar y valorar la
historia del cine de México fue cumplido por
otros cincuenta libros de este autor, alérgico a
los abusos de la generalización indocumentada,
que comprometió en su empresa el afán de ab¬
soluto. Escribió dos versiones de una Historia
documental del cine mexicano que describen
todo lo filmado en México. En ambas empre¬
sas, García Riera ciñó su examen a la época so¬
nora: de 1929 a 1966 en la primera versión y de
1929 a 1976 en la segunda. En este nuevo libro
-todo un prodigio de síntesis- la exploración de¬
tallada queda reducida y al mismo tiempo am¬
pliada por el mayor conocimiento de causa. En la
mención de cada obra, de cada hecho y de cada
persona, habla García Riera con la autoridad que
le da su visión directa de cerca de ochenta por
ciento de todo lo filmado en el país desde la
época muda hasta 1997, a lo largo de todo el
primer siglo cinematográfico mexicano.
IA CON ACULTA