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Cuadernillo de lengua

4to año A-B


Jorge Castillo- Noelia Coronel
EPGCBII N° 1 Cuadernillo de Lengua: crímenes perfectos

INTRODUCCIÓN

Estimado alumno:
Antes de que comiences a leer y a resolver algunas situaciones que requieren de tu astucia e inteligencia a
pleno, queremos contarte que este ‘cuadernillo’ es el resultado de un trabajo que demandó casi un año
completo de búsqueda, de revisión y de ajustes; lo han leído al menos una decena de profesores y, aunque no
lo creas, serás vos el que tenga la última palabra, la del veredicto final.
¡Es así!
Pusimos nuestro compromiso en el diseño, en la redacción, en la edición de imágenes, en la selección de
textos, en la lectura y la resolución de las actividades como si fuéramos alumnos, y sin embargo, todas esas
horas de trabajo intenso las habremos gastado en vano si en el transcurso de este año no logramos que
aprendas mucho, muchísimo más de lo que hoy sabés, que de seguro ya es bastante.
Los textos y las actividades que vas a resolver fueron tomados de variadas fuentes. En algunos casos,
reproducimos de la fuente actividades casi de manera fidedigna; en otros casos, las adaptamos ora para
reducir la complejidad, ora para aumentarla un poquito; en muchos de los casos, sin embargo, las actividades
nos pertenecen por completo; aunque en todos, reparamos con ahínco en la claridad de la consigna para que
la resolución te resulte amena y en todo sentido fructífera.
Sabé, desde el inicio que intentamos entrenar tanto la LECTURA, la ESCRITURA, la ESCUCHA y el HABLA;
pero haremos hincapié sobre todo en las en las dos primeras. Sin embargo, dado que las cuatro
macrohabilidades tienen un denominador común relacionado con la INTERPRETACIÓN vamos a ejercitar
sobre todo tu capacidad interpretativa.
Es necesario aclararte que no deberás realizar los ejercicios en el cuadernillo salvo en los casos en que la
actividad te diga que lo hagas. Tampoco debés permitir que otros hagan las actividades que te toca resolver a
vos, porque si lo lo permitís estás perdiendo no sólo la oportunidad de crecer sino también tu capacidad de
pensar, de actuar, por vos mismo. No dejes que eso pase. Resolvé las actividades y cuando no lo puedas hacer
BUSCAME; me vas a encontrar dispuesto a explicarte muchas, muchas veces.
No dudes en preguntar pero no copies la respuesta de tu compañero, mejor pedile que te explique lo que
tenés que hacer, es bueno trabajar en equipo pero no es bueno que el equipo trabaje por vos.
Espero podamos hacer de este año, un año de grandes éxitos, que la materia te resulte COPADA;
pondremos muy buena predisposición (¡La mejor onda!) para que lleguemos a cumplir todas las expectativas.

Jorge Castillo
EPGCBII N° 1 Cuadernillo de Lengua: crímenes perfectos

ÍNDICE GENERAL

INTRODUCCIÓN...................................................................................................................................................................................1

ÍNDICE GENERAL..................................................................................................................................................................................3

CRÍMENES PERFECTOS........................................................................................................................................................................4

Una muerte y una brújula:.........................................................................................................................................................13

Ahora escribimos….......................................................................................................................................................................14

Una cuestión de tiempo...............................................................................................................................................................16

Los tiempos de la narración. .....................................................................................................................................................18

Cine y Literatura:................................................................................................................................................................................22

El cine policial.................................................................................................................................................................................23

Los personajes de siempre….....................................................................................................................................................25

El psicoanálisis.................................................................................................................................................................................26

INTEGRACIÓN FINAL PRIMER CUATRIMIESTRE 2021...............................................¡Error! Marcador no definido.

Evaluación final.......................................................................................................................¡Error! Marcador no definido.


EPGCBII N° 1 Cuadernillo de Lengua: crímenes perfectos

LA MUERTE Y LA BRÚJULA

Jorge Luis Borges


De los muchos problemas que ejercitaron la temeraria perspicacia de Lönnrot, ninguno tan extraño -tan
rigurosamente extraño, diremos- como la periódica serie de hechos de sangre que culminaron en la quinta de
Triste-le-Roy, entre el interminable olor de los eucaliptos. En verdad que Erik Lönnrot no logró impedir el
último crimen, pero es
indiscutible que lo previó.
Tampoco adivinó la
identidad del infausto
asesino de Yarmolinsky,
pero sí la secreta morfología

Jorge Francisco Isidoro Luis Borges Acevedo (Buenos Aires, 24 de agosto de de la malvada serie y la
Jorge Francisco Isidoro Luis Borges Acevedo (Buenos Aires, 24 de agosto de
1899–Ginebra, 14 de junio de 1986) fue un escritor argentino, uno de los autores
1899–Ginebra, 14 de junio de 1986) fue un escritor argentino, uno de los autores
participación de Red
más destacados de la literatura del siglo XX. Publicó ensayos breves, cuentos y
más destacados de la literatura del siglo XX. Publicó ensayos breves, cuentos y
poemas. Su obra, fundamental en la literatura y en el pensamiento universales y Scharlach, cuyo segundo
poemas. Su obra, fundamental en la literatura y en el pensamiento universales y
que ha sido objeto de minuciosos análisis y de múltiples interpretaciones, apodo es Scharlach el
que ha sido objeto de minuciosos análisis y de múltiples interpretaciones,
trasciende cualquier clasificación y excluye todo tipo de dogmatismo.
trasciende cualquier clasificación y excluye todo tipo de dogmatismo.
Es considerado uno de los eruditos más reconocidos del siglo XX.
Dandy. Este criminal (como
Es considerado uno de los eruditos más reconocidos del siglo XX.
Los aspectos que aborda su obra son innumerables; es recordado por la inventiva tantos) había jurado por su
Los aspectos que aborda su obra son innumerables; es recordado por la inventiva
del inmenso paisaje que las obras de Borges ofrecen tanto a los estudiosos como
del inmenso paisaje que las obras de Borges ofrecen tanto a los estudiosos como honor la muerte de Lönnrot,
al lector casual.
al lector casual.
pero éste nunca se dejó
intimidar. Lönnrot se creía
un puro razonador, un
Auguste Dupin, pero algo
de aventurero había en él y
hasta de tahúr.
El primer crimen ocurrió en
el Hôtel de Nord - ese alto
prisma que domina el estuario cuyas aguas tienen el color del desierto. A esa torre (que muy notoriamente
reúne la aborrecida blancura de un sanatorio, la numerada divisibilidad de una cárcel y la apariencia general
de una casa mala) arribó el día 3 de diciembre el delegado de Podólsk al Tercer Congreso Talmúdico, doctor
Marcelo Yarmolinsky, hombre de barba gris y ojos grises. Nunca sabremos si el Hôtel du Nord le agradó: lo
aceptó con la antigua resignación que le había permitido tolerar tres años de guerra en los Cárpatos y tres mil
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años de opresión y de pogroms. Le dieron un dormitorio en el piso R, frente a la suite que no sin esplendor
ocupaba el Tetrarca de Galilea.
Yarmolinsky cenó, postergó para el día siguiente el examen de la desconocida ciudad, ordenó en un placard
sus muchos libros y sus muy pocas prendas, y antes de media noche apagó la luz. (Así lo declaró el chauffer
del Tetrarca, que dormía en la pieza contigua.) El 4, a las once y tres minutos a.m., lo llamó por teléfono un
redactor de la Yidische Zeitung; el doctor Yarmolinsky no respondió; lo hallaron en su pieza, levemente
oscura la cara, casi desnudo bajo una gran capa anacrónica. Yacía no lejos de la puerta que daba al corredor;
una puñalada profunda le había partido el pecho. Un par de horas después, en el mismo cuarto, entre
periodistas, fotógrafos y gendarmes, el comisario Treviranus y Lönnrot debatían con serenidad el problema.
- No hay que buscarle tres pies al gato - decía Treviranus, blandiendo un imperioso cigarro-. Todos sabemos
que el Tetrarca de Galilea posee los mejores zafiros del mundo. Alguien,
para robarlos, habrá penetrado por aquí por error. Yarmolinsky se ha
levantado; el ladrón ha tenido que matarlo. ¿Qué le parece?
- Posible, pero no interesante -respondió Lönnrot-. Usted replicará que la
realidad no tiene la menor obligación de ser interesante. Yo le replicaré que la
realidad puede prescindir de esa obligación, pero no las hipótesis. En la que usted ha improvisado, interviene
copiosamente el azar. He aquí un rabino muerto; yo preferiría una explicación puramente rabínica, no los
imaginarios percances de un imaginario ladrón. Treviranus repuso con mal humor:
- No me interesan las explicaciones rabínicas; me interesa la captura del hombre que apuñaló a este
desconocido. - No tan desconocido -corrigió Lönnrot- Aquí están sus obras completas. - Indico en el placard
una fila de altos volúmenes: una Vindicación de la cábala; un Examen de la filosofía de Robert Flood; una
traducción literal de Sepher Yezirah; una Biografía del Baal Shem; una Historia de la secta de los Hasidim; una
monografía (en alemán) sobre el Tetragrámaton; otra, sobre la nomenclatura divina del Pentateuco. El
comisario los miró con temor, casi con repulsión.
Luego se echó a reír.
- Soy un pobre cristiano -repuso-. Llévese todos esos mamotretos, si quiere; no tengo tiempo que perder en
supersticiones judías.
- Quizá este crimen pertenece a la historia de las supersticiones judías- murmuró Lönnrot.
- Como el cristianismo -se atrevió a completar el redactor de la Yidische Zeitung. Era miope, ateo y muy
tímido.
Nadie le contestó. Uno de los agentes había encontrado en la pequeña máquina de escribir una hoja de papel
con esta sentencia inconclusa:
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La primera letra del Nombre ha sido articulada.


Lönnrot se abstuvo de sonreír. Bruscamente bibliófilo o hebraísta, ordenó que le hicieran un paquete con los
libros del muerto y los llevó a su departamento. Indiferente a la investigación policial, se dedicó a estudiarlos.
Un libro en octavo mayor le reveló las enseñanzas de Israel Baal Shem Tobh, fundador de la secta de los
Piadosos; otro, las virtudes y terrores del Tetragramaton, que es el inefable Nombre de Dios; otro, la tesis de
que Dios tiene un nombre secreto, en el cual está compendiado (como en la esfera de cristal que los persas
atribuyen a Alejandro de Macedonia) su noveno atributo, la eternidad - es decir, el conocimiento inmediato
de todas las cosas que serán, que son y que han sido en el universo. La tradición enumera los noventa y nueve
nombres de Dios; los hebraístas atribuyen ese imperfecto número al mágico temor de las cifras pares; los
Hasidim razonan que ese hiato señala un centésimo nombre - el Nombre Absoluto.
De esa erudición lo distrajo, a los pocos días, la aparición del redactor de la Yidische Zeitung. Éste quería
hablar del asesinato; Lönnrot prefirió de los diversos nombres de Dios; el periodista declaró en tres columnas
que el investigador Erik Lönnrot se había dedicado a estudiar los nombres de Dios para dar con el nombre del
asesino. Lönnrot, habituado a las simplificaciones del periodismo, no se indignó. Uno de esos tenderos que han
descubierto que cualquier hombre se resigna a comprar cualquier libro, publicó una edición popular de la
Historia de la secta de los Hasidim.
El segundo crimen ocurrió la noche del 3 de enero, en el más desamparado y vacío de los huecos suburbios
occidentales de la capital. Hacia el amanecer, uno de los gendarmes que vigilan a caballo esas soledades vio en
el umbral de una antigua pinturería un hombre emponchado, yacente. El duro rostro estaba enmascarado de
sangre; una puñalada profunda le había rajado el pecho. En la pared, sobre los rombos amarillos y rojos, había
unas palabras con tiza. El gendarme las deletreó… Esa tarde, Treviranus y Lönnrot se dirigieron a la remota
escena del crimen. A la izquierda y a la derecha del automóvil, la ciudad se desintegraba; crecía el firmamento
y ya importaban poco las casas y mucho un horno de ladrillos o un álamo.
Llegaron a su pobre destino: un callejón final de tapias rosadas que parecían reflejar de algún modo la
desaforada puesta de sol. El muerto ya había sido identificado. Era Daniel Simón Azevedo, hombre de alguna
fama en los antiguos arrabales del Norte, que había ascendido de carrero a guapo electoral, para degenerar
después en ladrón y hasta en delator. (El singular estilo de su muerte les pareció adecuado: Azevedo era el
último representante de una generación de bandidos que sabía el manejo del puñal, pero no del revólver.) Las
palabras de tiza eran las siguientes:
La segunda letra del Nombre ha sido articulada.
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El tercer crimen ocurrió la noche del 3 de febrero. Poco antes de la una, el teléfono resonó en la oficina del
comisario Treviranus. Con ávido sigilo, habló un hombre de voz gutural; dijo que se llamaba Ginzberg (o
Ginsburg) y que estaba dispuesto a comunicar, por una remuneración razonable. Los hechos de los dos
sacrificios de Azevedo y Yarmolinsky. Una discordia de silbidos y de cornetas ahogó la voz del delator.
Después, la comunicación se cortó. Sin rechazar aún la posibilidad de una broma (al fin, estaban en carnaval)
Treviranus indagó que le había hablado desde Liverpool House, taberna de la Rue de Toulon - esa calle
salobre en la q}}}}}ue conviven el cosmorama y la lechería, el burdel y los vendedores de biblias. Treviranus
habló con el patrón. Éste (Black Finnegan, antiguo criminal irlandés, abrumado y casi arruinado por la
decencia) le dijo que la última persona que había empleado el teléfono de la casa era un inquilino, un tal
Gryphius, que acababa de salir con unos amigos. Treviranus fue en seguida a Liverpool House. El patrón le
comunicó lo siguiente: Hace ocho días, Gryphius había tomado una pieza en los altos del bar. Era un hombre
de rasgos afilados, de nebulosa barba gris, trajeado pobremente de negro; Finnegan (que destinaba esa
habitación a un empleo que Treviranus adivinó) le pidió un alquiler sin duda excesivo; Gryphius
inmediatamente pagó la suma estipulada No salía casi nunca; cenaba y almorzaba en su cuarto; apenas si le
conocían la cara en el bar. Esa noche, bajó a telefonear al despacho de Finnegan. Un cupé cerrado se detuvo
ante la taberna. El cochero no se movió del pescante; algunos parroquianos recordaron que tenía una máscara
de oso. Del cupé bajaron dos arlequines; eran de reducida estatura y nadie puedo no observar que estaban
muy borrachos. Entre balidos de cornetas, irrumpieron en el escritorio de Finnegan; abrazaron a Gryphius,
que pareció reconocerlos, pero les respondió con frialdad; cambiaron unas palabras en yidish - él en voz baja,
gutural, ellos con voces falsas, agudas - y subieron a la pieza del fondo. Al cuarto de hora bajaron los tres,
muy felices; Gryphius, tambaleante, parecía tan borracho como los otros. Iba, alto y vertiginoso, en el medio,
entre los arlequines enmascarados. (Una de las mujeres del bar recordó los losanges amarillos, rojos y verdes.)
Dos veces tropezó; dos veces lo sujetaron los arlequines. Rumbo a la dársena inmediata, de agua rectangular,
los tres subieron al cupé y desaparecieron. Ya en el estribo del cupé, el último arlequín garabateó una figura
obscena y una sentencia en una de las pizarras de la recova. Treviranus vio la sentencia. Era casi previsible,
decía:
La última de las letras del Nombre ha sido articulada.
Examinó, después, la piecita de Gryphius - Ginzberg. Había en el suelo una brusca estrella de sangre; en los
rincones, restos de cigarrillos de marca húngara; en un armario, un libro en latín - el Philologus
hebraeograecus (1739) de Leusden - con varias notas manuscritas. Treviranus mirón con indignación e hizo
buscar a Lönnrot. Éste, sin sacarse el sombrero, se puso a leer, mientras el comisario interrogaba a los
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contradictorios testigos del posible secuestro. A las cuatro salieron. En la torcida Rue de Toulon, cuando
pisaban las serpentinas muertas del alba, Treviranus dijo:
- ¿Y si la historia de esta noche fuera un simulacro?
Erik Lönnrot sonrió y leyó con toda gravedad un pasaje (que estaba subrayado) de la disertación trigésima
tercera del Philologus:
Dies Judaeorum incipit a solis occasu usque ad solis occasum diei sequentis.
Eso quiere decir -agregó-: El día hebreo empieza al anochecer y dura hasta el siguiente anochecer.
El otro ensayó una ironía.
- ¿Ese es el dato más valioso que usted ha recogido esta noche?
- No. Más valiosa es una palabra que dijo Ginzberg.
Los diarios de la tarde no descuidaron esas desapariciones periódicas. La Cruz de la Espada las contrastó con
la admirable disciplina y el orden del último Congreso Eremítico; Ernst Palast, en El Mártir, reprobó "las
demoras intolerables de un pogrom clandestino y frugal, que ha necesitado tres meses para eliminar tres
judíos"; la Yidische Zeitung rechazó la hipótesis horrorosa de un complot antisemita, "aunque muchos
espíritus penetrantes no admiten otra solución del triple misterio"; el más ilustre de los pistoleros del Sur,
Dandy Red Scharlach, juró que en su distrito
nunca se producirían crímenes de ésos y acusó
de culpable negligencia al comisario Franz
Treviranus.
Éste recibió, la noche del 1° de marzo, un
imponente sobre sellado. Lo abrió: el sobre
contenía una carta firmada Baruj Spinoza y un
minucioso plano de la ciudad, arrancado
notoriamente de un Baedeker. La carta
profetizaba que el 3 de marzo no habría un
cuarto crimen, pues la pinturería del Oeste, la
taberna de la Rue de Toulon y el Hôtel du Nord
eran "los vértices perfectos de un triángulo
equilátero y místico"; el plano demostraba en tinta roja la regularidad de ese triángulo. Treviranus leyó con
resignación ese argumento more geométrico y mandó la carta y el plano a casa de Lönnrot - indiscutible
merecedor de tales locuras.
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Erik Lönnrot las estudió. Los tres lugares, en efecto, eran equidistantes. Simetría en el tiempo (3 de diciembre,
3 de enero, 3 de febrero); simetría en el espacio, también… Sintió, de pronto que estaba por descifrar el
misterio. Un compás y una brújula completaron esa brusca intuición. Sonrió. Pronunció la palabra
Tetragrámaton (de adquisición reciente) y llamó por teléfono al comisario. Le dijo:
- Gracias por ese triángulo equilátero que usted anoche me mandó. Me ha permitido resolver el problema.
Mañana viernes los criminales estarán en la cárcel; podemos estar muy tranquilos.
- Entonces ¿no planean un cuarto crimen?
- Precisamente porque planean un cuarto crimen, podemos estar muy tranquilos.
-Lönnrot colgó el tubo. Una hora después, viajaba en un tren de los Ferrocarriles Australes, rumbo a la quinta
abandonada de Triste-le-Roy. Al sur de la ciudad de mi cuento fluye un ciego riachuelo de aguas barrosas,
infamado de curtiembres y de basuras.
………………………………………………………………………………………………………………
Del otro lado hay un suburbio fabril donde, al amparo de un caudillo barcelonés, medran los pistoleros.
Lönnrot sonrió al pensar que el más afamado -Red Scharlach- hubiera dado cualquier cosa por conocer esa
clandestina visita. Azevedo fue compañero de Scharlach; Lönnrot consideró la remota posibilidad de que la
cuarta víctima fuera Scharlach. Después, la desechó… Virtualmente, había descifrado el problema; las meras
circunstancias, la realidad (nombres, arrestos, caras, trámites judiciales y carcelarios), apenas le interesaban
ahora. Quería pasear, quería descansar de tres meses de sedentaria investigación. Reflexionó que la
explicación de los crímenes estaba en el triángulo anónimo y en una polvorienta palabra griega, El misterio
casi le pareció cristalino; se abochornó de haberle dedicado cien días.
El tren paró en una silenciosa estación de cargas. Lönnrot bajó. Era una de esas tardes desiertas que parecen
amaneceres. El aire de la turbia llanura era húmedo y frío.
Lönnrot echó a andar por el campo. Vio perros, vio un furgón en
una vía muerta, vio el horizonte, vio un caballo plateado que
bebía agua crapulosa de un charco. Oscurecía cuando vio el
mirador rectangular de la quinta de Triste-le-Roy, casi tan alto
como los negros eucaliptos que lo rodeaban. Pensó que apenas un
amanecer y un ocaso (un viejo resplandor en el oriente y otro en
el occidente) lo separaban de la hora anhelada por los buscadores
del Nombre.
Una herrumbrada verja definía el perímetro irregular de la
quinta. El portón principal estaba cerrado. Lönnrot, sin mucha
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esperanza de entrar, dio toda la vuelta. De nuevo ante el portón infranqueable, metió la mano entre los
barrotes, casi maquinalmente, y dio con el pasador. El chirrido del hierro lo sorprendió. Con una pasividad
laboriosa, el portón entero cedió.
Lönnrot avanzó entre los eucaliptos, pisando confundidas generaciones de rotas hojas rígidas.
Vista de cerca, la casa de la quinta de Triste-le-Roy abundaba en inútiles simetrías y en repeticiones
maniáticas: una Diana glacial en un nicho lóbrego correspondía en un segundo nicho otra Diana; un balcón
se reflejaba en otro balcón; dobles escalinatas se abrían en doble balaustrada. Un Hermes de dos caras
proyectaba su sombra monstruosa. Lönnrot rodeó la casa como había rodeado la quinta. Todo lo examinó;
bajo el nivel de la terraza vio una estrecha persiana.
La empujó: unos pocos escalones de mármol descendían a un sótano. Lönnrot, que ya intuía las preferencias
del arquitecto, adivinó que en el opuesto muro del sótano había otros escalones. Los encontró, subió, alzó las
manos y abrió la trampa de salida.
Un resplandor lo guió a una ventana. La abrió: una luna amarilla y circular definía en el triste jardín dos
fuentes cegadas. Lönnrot exploró la casa. Por antecomedores y galerías salió a patios iguales y repetidas veces
al mismo patio. Subió por escaleras polvorientas a antecámaras circulares; infinitamente se multiplicó en
espejos opuestos; se cansó de abrir o entreabrir ventanas que le revelaban, afuera, el mismo desolado jardín
desde varias alturas y varios ángulos; adentro, muebles con fundas amarillas y arañas embaladas en tarlatán.
Un dormitorio lo detuvo; en ese dormitorio, una sola flor en una copa de porcelana; al primer roce los pétalos
antiguos se deshicieron. En el segundo piso, en el último, la casa le pareció infinita y creciente. La casa no es
tan grande, pensó. La agrandan la penumbra, la simetría, los
espejos, los muchos años, mi desconocimiento, la soledad.
Por una escalera espiral llegó al mirador. La luna de esa tarde
atravesaba los losanges de las ventanas; eran amarillos, rojos y
verdes. Lo detuvo un recuerdo asombrado y vertiginoso. Dos
hombres de pequeña estatura, feroces y fornidos, se arrojaron
sobre él y lo desarmaron; otro, muy alto, lo saludó con gravedad y
le dijo:
- Usted es muy amable. Nos ha ahorrado una noche y un día.
Era Red Scharlach. Los hombres maniataron a Lönnrot. Éste, al
fin, encontró su voz. - Scharlach, ¿usted busca el Nombre
Secreto? Scharlach seguía de pie, indiferente. No había
participado en la breve lucha, apenas si alargó la mano para
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recibir el revólver de Lönnrot. Habló; Lönnrot oyó en su voz una fatigada victoria, un odio del tamaño del
universo, una tristeza no menor que aquel odio. No -dijo Scharlach-. Busco algo más efímero y deleznable,
busco a Erik Lönnrot. Hace tres años, en un garito de la Rue de Toulon, usted mismo arrestó, e hizo encarcelar
a mi hermano. En un cupé, mis hombres me sacaron del tiroteo con una bala policial en mi vientre. Nueve
días y nueve noches agonicé en esta desolada quinta simétrica; me arrasaba la fiebre, el odioso Jano bifronte
que mira los ocasos y las auroras daba horror a mi ensueño y a mi vigilia. Llegué a abominar mi cuerpo,
llegué a sentir que dos ojos, dos manos, dos pulmones, son tan monstruosos como dos caras. Un irlandés trató
de convertirme a la fe de Jesús; me repetía la sentencia de los goyim: Todos los caminos llevan a Roma. De
noche, mi delirio se alimentaba de esa metáfora: yo sentía que el mundo es un laberinto, del cual era imposible
huir, pues todos los caminos, aunque fingieran ir al norte o al sur, iban realmente a Roma, que era también la
cárcel cuadrangular donde agonizaba mi hermano y la quinta de Triste-le-Roy. En esas noches yo juré por el
dios que ve con dos caras y por todos los dioses de la fiebre y de los espejos tejer un laberinto en torno del
hombre que había encarcelado a mi hermano. Lo he tejido y es firme: los materiales son un heresiólogo
muerto, una brújula, una secta del siglo XVIII, una palabra griega, un puñal, los rombos de una pinturería. El
primer término de la serie me fue deparado por el azar. Yo había tramado con algunos colegas - entre ellos,
Daniel Azevedo - el robo de los zafiros del Tetrarca. Azevedo nos traicionó y acometió la empresa el día antes.
En el enorme hotel se perdió; hacia las dos de la mañana irrumpió en el dormitorio de Yarmolinsky. Éste,
acosado por el insomnio, se había puesto a escribir. Verosímilmente, redactaba unas notas o un artículo sobre
el Nombre de Dios; había escrito ya las palabras: La primera letra del Nombre ha sido articulada. Azevedo le
intimó al silencio; Yarmolinsky alargó la mano hacia el timbre que despertaría todas las fuerzas del hotel;
Azevedo le dio una sola puñalada en el pecho. Fue casi un movimiento reflejo; medio siglo de violencia le
había enseñado que lo más fácil y seguro es matar… A los diez días yo supe por la Yidische Zeitung que usted
buscaba en los escritos de Yarmolinsky la clave de la muerte de Yarmolinsky. Leí la Historia de la secta de los
Hasidim; supe que el miedo reverente de pronunciar el Nombre de Dios había originado la doctrina de que
ese Nombre es todopoderoso y recóndito. Supe que algunos Hasidim, en busca de ese Nombre secreto habían
llegado a cometer sacrificios humanos… Comprendí que usted conjeturaba que los Hasidim habían
sacrificado al rabino; me dediqué a justificar esa conjetura.
Marcelo Yarmolinsky murió la noche del 3 de diciembre; para el segundo "sacrificio" elegí la noche del 3 de
enero. Murió en el Norte; para el segundo "sacrificio" nos convenía un lugar del Oeste. Daniel Azevedo fue la
víctima necesaria. Merecía la muerte: era un impulsivo, un traidor; su captura podía aniquilar todo el plan.
Uno de los nuestros lo apuñaló; para vincular su cadáver al anterior, yo escribí encima de los rombos de la
pinturería
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La segunda letra del Nombre ha sido articulada.


El tercer "crimen" se produjo el 3 de febrero. Fue, como Treviranus adivinó, un mero simulacro. Gryphius -
Ginzberg - Ginsburg soy yo; una semana interminable sobrellevé (suplementado por una tenue barba postiza)
en ese perverso cubículo de la Rue de Toulon, hasta que los amigos me secuestraron. Desde el estribo del cupé,
uno de ellos escribió en un pilar La última de las letras del Nombre ha sido articulada. Esa escritura divulgó
que la serie de crímenes era triple.
Así lo entendió el público; yo, sin embargo, intercalé
repetidos indicios para que usted, el razonador Erik Lönnrot,
comprendiera que es cuádruple. Un prodigio en el norte, otros
en el Este y en el Oeste, reclamaban un cuarto prodigio en el Sur;
el Tetragrámaton - el nombre de Dios, JHVH - consta de
cuatro letras; los arlequines y la muestra del pinturero
sugieren cuatro términos. Yo subrayé cierto pasaje en el
manual de Leusden; ese pasaje manifiesta que los hebreos computaban el día de ocaso a ocaso; ese pasaje da a
entender que las muertes ocurrieron el cuatro de cada mes. Yo mandé el triángulo equilátero a Treviranus. Yo
presentí que usted agregaría el punto que falta. El punto que determina un rombo perfecto, el punto que
prefija el lugar donde la exacta muerte lo espera. Todo lo he premeditado, Erik Lönnrot, para traerlo a usted a
las soledades de Triste-le-Roy.
Lönnrot evitó los ojos de Scharlach. Miró los árboles y el cielo subdivididos en rombos turbiamente amarillos,
verdes y rojos. Sintió un poco de frío y una tristeza impersonal, casi anónima. Ya era de noche; desde el
polvoriento jardín subió el grito inútil de un pájaro.
Lönnrot consideró por última vez el problema de las muertes simétricas y periódicas.
- En su laberinto sobran tres líneas -dijo por fin-. Yo sé de un laberinto griego que es una línea única, recta.
En esa línea se han perdido tantos filósofos que bien puede perderse un mero detective. Scharlach, cuando en
otro avatar usted me dé caza, finja (o cometa) un crimen en A, luego un segundo crimen en B, a 8 kilómetros
de A, luego un tercer crimen en C a 4 kilómetros de A y de B, a mitad de camino entre los dos. Aguárdeme
después en D, a 2 kilómetros de A y de C, de nuevo a mitad de camino. Máteme en D, como ahora va a
matarme en Triste-le-Roy.
- Para la próxima vez que lo mate -replicó Scharlach- le prometo ese laberinto, que consta de una sola recta y
que es invisible, incesante.
Retrocedió unos pasos. Después, muy cuidadosamente, hizo fuego.
………………………………………………………
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Una muerte y una brújula:

Primero, un breve comentario acerca de estos personajes.


 Lönnrot
 Treviranus
 Red Scharlach

 La pregunta es… ¿Cuál es el primer suceso importante, es decir, el primer conflicto?


 De ese conflicto surge un enigma que queremos resolver. Te proponemos que lo escribas brevemente;
recordá que el enigma debe estar escrito de manera precisa así nos orientará hacia una explicación
satisfactoria.
 Veamos los caminos que cada uno
toma para explicar el problema:
 Vamos al primer crimen.
Comparemos ¿Qué explicación ofrece
Treviranus? ¿Qué explicación ofrece

Para recordar: la palabra ‘enigma’ nos llega de


la palabra ‘a e n i g m a’ en latín. A su vez, a los
latinos les llega del griego ‘αἴνιγμα’ que
significaba ‘lo que se da a entender’. Enigma se
decía de las cosas que tienen significado
oscuro y que tenemos que develar.

Lönnrot?

 Armá un mapa con los lugares donde tuvieron lugar los címenes e intentá trazar entre ellos el
triángulo equilátero que se forma por los puntos cardinales.

 En una página del cuento, se menciona una revista llamada Yidische Zaitung, cuyo periodista le hace
una nota a Lönnrot: redactá el artículo de la revista teniendo en cuenta la información que te da el relato.
EPGCBII N° 1 Cuadernillo de Lengua: crímenes perfectos

 Leé atentamente la siguiente cita extraída del cuento: “(…) El día hebreo empieza al anochecer y dura
hasta el siguiente anochecer.” ¿Qué información nueva con respecto al día de los crímenes nos aporta esta
cita?

 En los policiales clásicos, el detective siempre llega a la verdad de los hechos y atrapa al culpable.
Además, siempre sabe más que el policía y es más astuto. Teniendo en cuenta esta afirmación: ¿por qué
podemos decir que este cuento rompe
con lo típico del policial clásico?

 En el final Lönnrot le propone a


Scharlach otro laberinto en línea recta:
dibujá lo que propone el detective.

 Con la información que te da el


final del cuento, modificá el dibujo de
los puntos cardinales y el cuadro de los
crímenes.

 Ahora que conocés el final, podrías darte cuenta de las pistas que la historia nos dejó ver en ciertos
pasajes de la trama ¿Cuáles son esas pistas o indicios? Vamos a releer el cuento para buscarlos y
subrayarlos.

Ahora escribimos…
A continuación, les proponemos esta actividad para que sus alumnos practiquen la autocorrección de un texto
narrativo, a partir de una estructura típica:
Escribir un breve relato (entre 20 y 25 renglones):
1. Situación inicial: Un joven se va de su pueblo en busca de aventuras, para probar su honor y su
valentía.
2. Complicación: Es sometido a tres pruebas que supera valerosamente. En la última, rescata a una
muchacha en peligro.
3. Resolución: Finalmente, el joven se casa con la jovencita que rescató, vuelven al pueblo de
donde él había partido y viven felices.
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Hablando de acción… ¿Cómo se
llama la clase de palabra que Antes de empezar a escribir, hacer una lista de acciones posibles
expresa acción? borrador respondiendo las siguientes preguntas (y otras que puedan
Vamos a marcar ahora las acciones resultarles útiles para redactar la historia).
que aparecen en el texto ‘Una
o ¿Quién es el joven? ¿A qué pueblo pertenece?
señora’. ¿Dónde está ubicado?
¿Cuál es la diferencia entre decir o ¿Cuándo decide marcharse? ¿Por qué lo hace?
por ejemplo salto, saltas, saltan? o ¿Qué pruebas debe superar? ¿Cómo logra
¿Qué es lo que está mal cuando superarlas?
digo *él saltan? o ¿Quién es la joven? ¿Cuál es su pueblo de origen?
Entonces… la relación entre el ¿Dónde está ubicado?
verbo y los pronombres se o ¿Por qué la joven estaba en peligro? ¿Cómo logra
llama…………………………… rescatarla el héroe?
Hablemos del narrador: o ¿Cómo los reciben cuando regresan a su pueblo?
¿Quién nos cuenta la historia? A partir de la lista que confeccionaron, hacer un borrador del relato,
Mirá los modos de contar la respetando las pautas de la consigna. Respetar la división en
historia: párrafos y ponerle un título al texto.
‘salí de casa a las ocho de la Paso 1. Releerlo y corregir la redacción. Revisar si se saltearon
mañana’ palabras o letras; si el texto se entiende; si no hay contradicciones.
‘Salió de su casa a las ocho de la También es importante evitar las repeticiones innecesarias, ver si es
mañana’ posible cambiarlas por pronombres (“él” en lugar de “el joven”),
sinónimos (“la chica” por “la muchacha”) o frases equivalentes (“su
¿Cuál es la diferencia?
lugar de origen” por “el pueblo”). Este será el texto 2.
Escribí en tu carpeta la respuesta.
Paso II. Releerlo y corregir la ortografía. Prestar atención a los
errores que marque el corrector del procesador de textos y revisar
las opciones que este proporciona para la corrección. Frente a dudas
de vocabulario, consultar el diccionario incorporado en los equipos
portátiles. Este será el texto 3.
Paso III. Releerlo y corregir la puntuación. Pueden ayudarse leyendo
en voz alta, prestando atención a las pausas largas (¿debería haber
un punto?) y breves (¿debería haber una coma?). Si hay diálogos
entre los personajes, estos deben estar indicados con guiones o entre
comillas.
Paso IV. Ahora vamos a buscar dar un giro en la historia.
 ¿Y si en lugar de venir en busca de aventuras el joven vino
huyendo por un crimen que cometió?
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 ¿Y si siendo un poco imprudente se le caen durante la historia algunos elementos que lo


comprometen?
 ¿Y si al final se descubre su crimen porque su novia, la joven a quien había rescatado?

Ahora vamos que has podido leer un texto policial te pedimos que deduzcas y que escribas en tu carpeta
cuáles son los elementos que debe tener una narración para ser ‘policial’. Pensá en los personajes que están
siempre; en las acciones que se repiten en todos los policiales, en la situación inicial, en el desarrollo y en la
resolución.

Una cuestión de tiempo


Especial atención a los marcadores temporales.
“Una señora”, de José Donoso (fragmento)
No recuerdo con certeza cuándo fue la primera vez que me di cuenta de su existencia. Pero si no me equivoco,
fue cierta tarde de invierno en un tranvía que atravesaba un barrio popular.[…] No recuerdo el momento
exacto en que ella se sentó a mi lado. […] Era una señora. […]Iba tan distraído que no noté el momento en
que mi compañera de asiento se bajó del tranvía. ¿Cómo había de notarlo si después del instante en que la
miré ya no volví a pensar en ella? No volví a pensar en ella hasta la noche siguiente. Mi casa está situada en
un barrio muy distinto a aquel por donde me llevara el tranvía la tarde anterior. […] Caminaba a mi casa con
el cuello del abrigo muy subido. Antes de atravesar una calle divisé una figura que se me antojó familiar,
alejándose bajo la oscuridad de las ramas. Me detuve observándola un instante. Sí, era la mujer que iba junto a
mí en el tranvía de la tarde anterior. […] Crucé a la otra acera. Esa noche me dormí sin pensar en la figura
que se alejaba bajo los árboles por la calle solitaria. Una mañana de sol, dos días después, vi a la señora en una
calle céntrica. El movimiento de las doce estaba en su apogeo. […] La reconocí de nuevo al verla pasar
mezclada con todo esto, aunque no iba vestida como en las veces anteriores. Me cruzó una ligera extrañeza de
por qué su identidad no se había borrado de mi mente, confundiéndola con el resto de los habitantes de la
ciudad. En adelante comencé a ver a la señora bastante seguido. La encontraba en todas partes y a toda hora.
Pero a veces pasaba una semana o más sin que la viera. Me asaltó la idea melodramática de que quizás se
ocupara en seguirme. Pero la deseché al constatar que ella, al contrario que yo, no me identificaba en medio
de la multitud. A mí, en cambio, me gustaba percibir su identidad entre tanto rostro desconocido. […]Poco a
poco la comencé a buscar. […]A veces sentía tal necesidad de verla, que abandonaba cuanto me tenía
atareado para salir en su busca. Y en algunas ocasiones la encontraba. Otras no, y volvía malhumorado a
encerrarme en mi cuarto, no pudiendo pensar en otra cosa durante el resto de la noche. Una tarde salí a
caminar. Antes de volver a casa, cuando oscureció, me senté en el banco de una plaza. […]Por uno de los
senderos vi avanzar a la señora, del brazo de otra mujer. Hablaban con animación, caminando lentamente. Al
pasar frente a mí, oí que la señora decía con tono acongojado:─¡Imposible! La otra mujer pasó el brazo en
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torno a los hombros de la señora para consolarla. Circundando la pileta inconclusa se alejaron por otro
sendero. Inquieto, me puse de pie y eché a andar con la esperanza de encontrarlas, para preguntar a la señora
qué había sucedido. Pero desaparecieron por las calles en que unas cuantas personas transitaban en pos de los
últimos menesteres del día. No tuve paz la semana que siguió de este encuentro. Paseaba por la ciudad con la
esperanza de que la señora se cruzara en mi camino, pero no la vi. […] No la vi en toda esa semana. […]Pero
después de algún tiempo la volví a ver. Me había inclinado para atar un cordón de mis zapatos y la vi pasar
por la soleada acera de enfrente, llevando una gran sonrisa en la boca y un ramo de aromo en la mano, los
primeros de la estación que comenzaba. Quise seguirla, pero se perdió en la confusión de las calles. […]Una
mañana, tiempo después […].

Les proponemos que lean la selección del cuento “Una señora”, de José Donoso y realicen las siguientes
actividades:
1) Subrayar en el texto todas las expresiones que indiquen tiempo. ¿Qué información aportan acerca de
los hechos que ocurren y las acciones de los personajes?
2) Con la ayuda de los marcadores temporales, ordenar los hechos cronológicamente.

Ahora les sugerimos los siguientes ejercicios para que practiquen el uso de los marcadores temporales:
“Historia del que se desgració en el tren”, de Alejandro Dolina
1) Utilizando la lista que está debajo del texto, completar los espacios en blanco con los elementos que
fueron sacados del texto (no se olviden de poner mayúsculas cuando sea necesario). Para realizar este
ejercicio, copiar el texto de Dolina en el procesador de textos de los equipos portátiles.
Jaime Gorriti tomaba _________________ el tren de las 14:35.
Y _________________ se fijaba en una estudiante morocha. Con prudente astucia trataba de ubicarse
cerca de ella y –_________________– ligaba una mirada prometedora.
_________________ empezó a saludarla. Y _________________ tuvo ocasión de hacerse ver,
ayudándola a recoger unos libros desbarrancados.
_________________, un asiento desocupado les permitió sentarse juntos y conversar.
Gorriti aceleró y le hizo conocer sus destrezas de picaflor aficionado.
No andaba mal. La morocha conocía el juego y colaboraba con retruques adecuados.
Sin embargo, los demonios decidieron intervenir.
Saliendo de Haedo, la chica trató de abrir la ventanilla y no pudo. Con gesto mundano, Gorrito copó la
banca.
–Por favor…
Se prendió de las manijas, tiró hacia arriba con toda su fuerza y se desgració con un estruendo
irreparable.
Sin decir palabra, se fue pasillo adelante y se largó del tren en Morón.
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_________________ empezó a tomar el tren de las 14:10.

a veces; algunos días después; desde ese día; por fin; todos los días; todos los días; una tarde

2) ¿Qué información aportan los elementos que faltaban?


3) ¿Cómo decidieron dónde iba cada uno? ¿Qué elementos / datos del texto les permitieron ubicarlos?
A partir de “Parábola china”, de Herman Hesse
4) Dividir el texto en párrafos.
5) Reponer los marcadores temporales que fueron eliminados del texto.

Parábola china
Un anciano llamado Chunglang, que quiere decir “Maese La Roca”, tenía una pequeña propiedad en la
montaña. Sucedió que se le escapó uno de sus caballos y los vecinos se acercaron a manifestarle su
condolencia. Sin embargo el anciano replicó:
─¡Quién sabe si eso ha sido una desgracia!
Y hete aquí que el caballo regresó, y traía consigo toda una manada de caballos cimarrones. De nuevo se
presentaron los vecinos y lo felicitaron por su buena suerte. Pero el viejo de la montaña les dijo:
─¡Quién sabe si eso ha sido un suceso afortunado!
Como tenían tantos caballos, el hijo del anciano se aficionó a montarlos, pero se cayó y se rompió una
pierna. Otra vez los vecinos fueron a darle el pésame, y nuevamente les replicó el viejo:
─¡Quién sabe si eso ha sido una desgracia!
Se presentaron en la montaña los comisionados de “los Varas Largas”. Reclutaban jóvenes fuertes para
mensajeros del emperador y para llevar su litera. Al hijo del anciano, que todavía estaba impedido de la
pierna, no se lo llevaron. Chunglang sonreía.
Herman Hesse
6) ¿Por qué les pareció que era necesario agregar esos marcadores temporales? Pueden comprobar si lo
hicieron correctamente consultando el texto original.

Los tiempos de la narración. 1


Los textos narrativos, como los cuentos, son aquellos en los que predominan los elementos que hacen avanzar
la acción, pero en esos textos aparecen, también, elementos descriptivos, que nos dan, a veces más y a veces
menos datos sobre los personajes, el lugar y el tiempo en que los hechos transcurren.

1
Esta actividad ha sido adaptada de La narración y la descripción: avance y detención de la acción; Roberto P. Finocchio; Bs. As.
2008
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¿Cuál de estos fragmentos del cuento “Una de terror” de Pablo De Santis, hace avanzar la acción y cuál, por el
contrario, la demora?
Escondí la cámara, pero no podía ocultar la revista. Lucía fue más rápida que yo: abrió la puerta, de la que
llegaba la luz implacable de una ventana, y atrapó al gato, colgándoselo de la camisa. Cuando el viejo vio que
la puerta estaba abierta, entró corriendo horrorizado; Lucía simulaba defenderse del pobre gato. Dijo que la
había atacado y que casi se muere del susto. El coleccionista ni siquiera la miró...
Lucía era terriblemente alta. Me llevaba una cabeza y media. (Pero de eso me enteré sólo al salir del bar.) Creo
que los dos estábamos nerviosos y si no hubiera sido por Forbes, cada uno hubiera salido corriendo por su
lado. Teníamos pocos datos de Forbes, pero entre los dos reconstruimos parte de su historia.
Ashton Forbes era un dibujante norteamericano que se había venido a
Buenos Aires en 1956.
¿Podrías señalar en el siguiente texto, los fragmentos narrativos y descriptivos?

El fantasma del Teatro Royal


Un día de 1848, algunos trabajadores estaban haciendo reparaciones en el famoso y antiguo Teatro Royal en
Drury Lane. Echaron abajo una pared en la galería superior del teatro, y encontraron un pequeño cuarto
secreto. Sobre el piso del cuarto, hallaron el esqueleto de un hombre con un cuchillo clavado. ¿Quién habría
matado a este hombre? ¿Cuándo y por qué?
Muchas personas han visto un fantasma en el Teatro Royal. Piensan que es el espíritu del hombre muerto en el
cuarto secreto. ¿Por qué? Porque el fantasma siempre desaparece en el lugar donde estaba dicho cuarto: a
través de la pared. Este fantasma viste siempre las mismas ropas: un abrigo gris, un sombrero y altas botas de
montar. También lleva una espada. En efecto son ropas de un caballero inglés de 1750. Y usualmente hace las
mismas cosas. Aparece en un asiento en la galería alta. Luego se pone de pie, camina lentamente cruzando el
teatro y desaparece en la pared. Siempre de día, entre las 10 y las 18. Actores y actrices suelen verlo cuando
están ensayando una nueva obra, o durante la función de la tarde.
Una matiné, en 1950, el actor británico Morgan Davis vio al fantasma. “Yo estaba actuando en Carrusel la
tarde del sábado. En cierta parte de la obra, permanecía sobre el escenario veinticinco minutos. Miré hacia
arriba y vi un palco vacío. Cuando volví a mirar, había un hombre con un abrigo gris. Se estaba parando.
Luego levantó el brazo y no pude ver a través de él. Lo observé durante diez minutos hasta que desapareció”.
Otra vez, en que estaban ensayando una obra nueva, había cerca de cien personas en el escenario. El fantasma
dio su habitual paseo, desde el asiento en la galería alta hasta desaparecer por la pared, y setenta actores lo
vieron.
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Y luego está el gato del teatro, que anda por todo el edificio, pero nunca se aventura por la galería alta.
El fantasma del Teatro Royal no intenta conversar con la gente, y no escucha a la gente que trata de conversar
con él. Pero los actores creen que es amistoso.
“Nosotros nos alegramos de verlo”, dice uno de ellos. “Si aparece antes de un estreno, al público le gustará la
obra. Mucha gente irá a verla. Ha aparecido antes de varios éxitos, pero nunca antes de un fracaso teatral.

En Great British Ghosts, Essex, England, Longman, 1982 (Traducción adaptada).

¿Qué datos aporta el texto acerca del fantasma?


¿En qué tiempo y en qué lugar transcurren los hechos? ¿En qué partes del texto aparece?
Observá los verbos destacados en el siguiente fragmento:
Vi en el suelo una caja de cristal negro. El viejo la abrió: allí estaba el ejemplar de una especia extinguida, la
última huella del paso de Forbes por el mundo. Pero no habíamos venido solamente a mirar las revistas.
Éramos traidores y habíamos organizado todo para fotografiar las páginas. A la hora señalada el teléfono
sonó y el viejo no tuvo más remedio que dejarnos solos para hablar con uno de mis amigos que trataría de
entretenerlo durante diez minutos.
¿Cuáles son los verbos que están en el mismo tiempo en que vi?
¿Cuáles son los que indican acciones anteriores a la expresada por vi?
¿Qué verbo indica una acción, aún no realizada, posterior a vi?
Si el punto de partida es el pasado, debemos tener en cuenta las siguientes relaciones entre los tiempos:

Si el punto de partida es el presente, debemos tener en cuenta las siguientes relaciones:


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¿Podrías indicar en el siguiente fragmento cuáles verbos indican el punto de partida, cuáles acciones
anteriores y cuáles, posteriores?

Si Ernesto se enteró de que ella había vuelto, nunca lo supe, pero el caso es que poco después se iría a vivir a la
chacra del Tala, y, en todo aquel verano, sólo volvimos a verlo una o dos veces. Costaba trabajo mirarlo de
frente. Era como si la idea que Julio nos había metido en la cabeza, nos hiciera sentir culpables. No era que
uno fuera puritano, no. A esa edad, y en un sitio como aquel, nadie era puritano.
Fue hace mucho. Todavía estaba el “Alabama”, aquella estación que habían construido a la salida de la ciudad,
sobre la ruta. El “Alabama era una especie de restorán inofensivo, inofensivo de día, al menos, pero que
pasadas las once de la noche se transformaba en algo así como un rudimentario club nocturno.
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Cine y Literatura:

Pensemos primero ¿Qué sabemos sobre cine y su lenguaje?


Queremos que pienses y nos digas algunas diferencias OBVIAS entre el cine y la literatura ¡Las que se te
ocurran!
Bien…
Comencemos por decir que cada película cuenta su propia historia y se desarrolla mediante el proceso de
realización. El responsable de este proceso es el director y de sus cualidades y defectos dependerá la calidad
del film. Ahora bien, ¿cuáles son los elementos indispensables a la hora de poner en marcha la filmación? 2

2
Monsalvo Malvina; El Lenguaje cinematográfico, pág. 25; Bs. As. 2009
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Seven es un film de 1996


Mirá cómo comienza la historia… ¡Muy curioso! que…………………………………
………………………………………
El cine policial
………………………………………
Ahora vamos a observar una película muy famosa que posiblemente ………………………………………
ya hayas visto ¡Tanto mejor! Ahora te vamos pedir que después de ………………………………………
verla completes la ficha técnica de la película. ………………………………………
Ficha técnica ………………………………………
………………………………………
Título ………………………………………………
………………………………………
Ficha técnica
………………………………………
Dirección ………………………………………….
………………………………………
Producción ………………………………………….. ………………………………………
………………………………………….. ………………………………………
Guion ………………………………………….. ………………………………………
Música ………………………………………….. ………………………………………
Fotografía ………………………………………….. ………………………………………
Montaje ………………………………………….. ………………………………………
Protagonistas ………………………………………….. ………………………………………
………………………………………….. ………………………………………
………………………………………….. ………………………………………
………………………………………….. ………………………………………
………………………………………
Después de verla: ¿Te gustó la película? ………………………………………
………………………………………
Es muy interesante que puedas escribir una sinopsis de la película. ………………………………………
………………………………………
Recordá que no podés contar
………………………………………
el final; pero tenés que
………………………………………
describir algunos pasajes que ………………………………………
sean interesantes; así completá ………………………………………
………………………………………
el dorso de la peli.
………………………………………
………………………………………
………………………………………
.........................................
.
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Algunos planos del Film que deberás ordenar…


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Bien… Ahora te proponemos que agregues en una llamada el pecado capital al que corresponde cada imagen.
Entre paréntesis escribí el tipo de plano que muestra la imagen. Ordená cronológicamente las imágenes
mediante una serie alfabética mayúscula. Es decir, A, B, C…

Los personajes de siempre…


Detectives:
B
A

¿Y él qué función cumple?


C
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Actividades de integración

Ahora queremos que sigas este razonamiento guiado con algunas preguntas: ¿Te acordás de los detectives
de La muerte y la brújula?
Bien. Si los comparáramos… ¿Con cuál de ambos personajes del filme podemos relacionar a Lönrot? ¿Qué
detective procede de manera similar? ¿Y como Treviranus?
Busquemos similitudes entre los detectives del filme y los del cuento.
¿El malhechor del filme, Jhon Doe, no teje también un laberinto? Vamos a compararlos haciéndonos
preguntas como por ejemplo ‘¿Qué libros inspiran Scharlach?’ ‘¿Qué libros inspiran a Doe?’.
Hagamos una breve descripción de nuestros personajes. No olvides escribir un texto que cumpla con todas
las características de este tipo de texto.
Leamos el cuento Psicoanálisis. Hay personajes que aparecen siempre en la Literatura o el Cine policial
¿Cuáles son? (Pensá en los cuentos y en el Filme que observamos)
Existen también otros elementos narrativos que se repiten en la trama del policial ¿Cuáles?
Vamos a aplicar todo lo que hemos aprendido sobre el género policial a la lectura del cuento de Velmiro
Ayala Gauna.

EL PSICOANÁLISIS

En el amplio rancho donde funcionaba la comisaría de Capibara-Cué se encontraban, en la mañana de


un cálido verano, los más distinguidos representantes de la autoridad policial lugareña, vale decir,
don Frutos Gómez, el comisario; Luis Arzásola, el oficial
sumariante y el cabo Leiva, amén de un agente que cebaba
mate para los tres primeros. La conversación, aburrida por
falta de temas, se arrastraba de silencio en silencio, cuando
Arzásola, de pronto, interrogó:
—¿Conoce usted el psicoanálisis, don Frutos?
—No m'hijo. . . Ese circo nunca vino pu acá.
El cabo Leiva interrumpió diciendo:
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—Circo lindo era el Olivood, Joligú que el decían algunos que se daban de leídos. . . Traiban una mocita
alambrera con unos pantaloncito muy ajustaos que sabía hacer unas pruebas de equilirbio muy difíciles . .
.
— ¡Pero, no! . . . No hablaba de eso, yo dije psicoanálisis . . .
—Ya te dije nicó*que el Circo Análisi no vino pu acá, al meno dende que soy comesario.
¿Gringos los dueños, pa?
—¿Qué dueños?
—Los del circo . . . los Análisi esos, pues . . .
— ¡Oh, señor! ... Parece que lo hiciera a propósito. . . yo dije psicoanálisis, de psico, que quiere decir:
alma y análisis, investigación o sea la investigación del alma.
—¿Y por qué pa no haula en crestiano, m'hijo? Yo a esos idiomas extranjeros no loj entiendo.
—Yo sí... —dijo el cabo vanidosamente— ¡Y hay que oír cómo haulamos con el míster 'e la estancia!
— ¡Pero si apenas sabes la castilla qué vas a haular en gringo! —se rió el comisario.
—Y de no, don Frutos. . . Fasilidá que tiene uno.
—Pero eso es imposible —exclamó el oficial—. ¿Cómo va a hablar un idioma sin conocerlo?
—Yo no sé, pero cuando él me ve, me dice: Tuyuyú hú (Cigüeña negra) y yo le contesto: Juera güey pirú
(Fuera buey flaco). Dispué me dice Uruguay y yo li rispondo Paraguay . . .
— ¡Ja ... ja! . . . —se lanzó a reír Arzásola—. ¡Qué fantástico! ¿Sabe lo que pasa, comisario?
—No ... Y si vo sabe esplieate pue.
—Muy bien. El inglés le dice "How do you do? " que quiere decir: "¿Cómo le va? " y cree que Leiva le
contesta: "Very well, thank you" o sea: "Muy bien, gracias". Entonces se despide diciéndole: "Good bye"
que significa "Adiós" y se va convencido que el cabo le ha contestado lo mismo. Lo que pasa es que en
inglés esas palabras se pronuncian de manera muy parecida a lo que él entiende.
— ¡Vea si serán atravesados los gringos pa la conversa! —dijo el aludido—. Si alguna ve me nuembran
comesario del mundo yo les vua a obligar a todos a que haulen bien, así como haulamos nosotro u
seáse en castilla guaraní, lo idioma 'el crestiano y no ese entreviere 'e palabras.
—Bien —continuó el oficial—; volviendo al psicoanálisis, es una ciencia muy útil para la policía.
— ¡No digas! —expresó don Frutos, interesado.
—Sí comisario. Mediante preguntas bien calculadas se consigue que el delincuente sea delatado en sus
respuestas por el subconsciente.
— ¡Qué lástima que aquí no haiga subconsciente! Supo haber un subcomisario y una ve vino un
subteniente pa las elesiones, pero subconsciente no conocí... ¿Y qué grado es?
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¿Encima 'e sargento pa*?


—El subconsciente ... —siguió el oficial sumariante con inagotable paciencia— es aquella parte de ...
—Párate m'hijo —interrumpió don Frutos— que aquí viene doña Moncha muy apurada... Vamo a ver qué
le pasa.
La noticia que trajo la buena mujer fue que, cerca del boliche, detrás de un corral, habían encontrado,
malamente herido, a don Casiano, el resero, por lo que lo habían llevado, sin pérdida de tiempo, a
casa de doña Belén, la curandera.
Rápidamente fueron hacia el rancho de la "médica" y allí hallaron al hombre, tendido sobre el lecho, con
la cabeza y el hombro derecho vendados, en estado de semiinconsciencia.
—¿Qué tal, pa, doña Belén? ¿Hay peligro que se corte?
—No, don Frutos... Ya dentro a bajarle la fiebre, pero va a tener pa rato . . .
—¿No dijo nada?
—Nada, se quejaba nomás.
Él comisario lo observó detenidamente y volvió a preguntar:
-¿Algún hachazo o qué?
—Pa mí. . . —respondió la vieja— un garrotazo que le agarró 'e refilón la cabeza y le rompió
l'islilla. . .
-¡Ah!
—Endemá tenía los bolsillos 'e la blusa daos güelta y sin un peso.
—Pa robarlo entonse jue . . .
—Sí, pero no le encontraron una bolsita llena 'e plata que tenía colgada del pecho . . . Aquí está.
—Güeno —dijo don Frutos—, vua llevarla a la comesaría pa que allí la reclame cuando sane.
De mientras cuídelo, doña . . .
—Pierda cuidao, don Frutos, como si juera 'e la familia lo voy a tener.
Los policías se despidieron y fueron al lugar donde se había encontrado al herido.
Numerosos árboles rodeaban un corral de palo a pique. Muy cerca del mismo pasaba un tortuoso
sendero que, no lejos de allí, empalmaba con el camino real.
—Don Casiano haberá dejao el boliche medio en tranca y agarrao pu aquí como de costumbre, porque es
más cerca —explicó el comisario.
—El malhechor, sin duda —intervino el oficial— lo habrá esperado escondido detrás de esos troncos.
—Ansí parece —confirmó el superior.
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Observaron el lugar donde el hombre había caído. El fino polvo estaba aplastado y conservaba malamente
la forma del cuerpo. Unas manchas oscuras, eran los rastros que quedaban de la sangre vertida. A su
alrededor había confusas pisadas de hombres y animales. Revisaron concienzudamente el lugar y
hallaron entre la hierba algunas monedas y una gruesa rama con rojizas señales.
—Con esto le pegaron —exclamó el oficial— Si pudiéramos sacarles las impresiones digitales...
—Nú hace falta. Déjame estudear el asunto. Pa mí el creminal lo esperó escuendído atra 'ese paraíso y
cuando el viejo Casiano pasó le abajó el garrotazo. Felismente di apurao o por ía escuridá le erró el
viscachazo y por eso le agarró el costao 'e la cabeza y le rompió el güesito ese del hombro.
—La clavícula, señor.
—Será, pa nojotro es l'islilla. Dispué le revisó y le sacó la plata que encuentro en la blusa.
—Si le acierta bien lo dijuntea —afirmó el cabo Leiva.
—Meno mal, ansí sólo tendremos que meterlo preso por robo y heridas y no por muerte qu'es cosa más
seria.
—Pero antes hay que saber quién es, señor.
— ¡Claro, pué! Pero ya lo agarraremos... Por más que quiera esconderse al zorrino lo traiciona l'olor.
El comisario fue y habló con don Pedro, el bolichero, luego consultó con los parroquianos que habían
estado esa noche en el negocio. De un rancho se trasladó a otro, conversó, tomó mate, siguió conversando
y tomando mates y, cuando hubo efectuado todas sus averiguaciones, quedó con dos sospechosos alojados
en la comisaría.
Eran dos peones que habían conducido una tropa de hacienda para el carnicero y luego habían
permanecido en el pueblo a la espera de otra changa.
Los dos habían estado en el negocio jugando al monte la noche anterior y salido con intervalos de
minutos, un rato antes que don Casiano, y sus explicaciones no eran muy satisfactorias.
Uno decía que, como había perdido todo lo que llevaba encima había ido hasta donde se alojaba a buscar
más dinero y que, al volver, encontró el negocio cerrado por lo cual volvió a dormir.
El otro dijo que, después que perdió los veinte pesos que se había propuesto arriesgar esa noche y, para no
volver a caer en la tentación, salió a caminar y se estuvo un largo rato sentado sobre una piedra a orillas
del río.
Ninguno, sin embargo, pudo citar testigos o presentar pruebas en favor de su aserto.
—Pa mí —decía el comisario— es uno de estos dos. L'otra gente qu'estuvo esa noche son gente vieja 'el
pueblo y no son capaces 'e una jechuría mesejante con don Casiano. ¿Y a vo qué te parece oficial?
—Yo comparto su opinión, señor.
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—Güeno, ¿pero cómo hasemo pa saber quién es?


—Si usté me deja, don Fruto —dijo el cabo Leiva— a lo mejor yo li hago hablar con una güeña estaquiada.
..
— ¡No sea bárbaro, cabo! —saltó Arzásola—, hay que proceder con métodos humanos.
—Güeno —accedió don Frutos—, te los dejo a vo hasta mañana. L'único que te pido es que los tengas sin
comer y sin darles agua. ¡Total! 'un día de ayuno no hace mal a ninguno.
Un poco a regañadientes el oficial consintió a esta última petición y procedió a interrogarlos.
Toda la noche estuvo valiéndose de las preguntas más sutiles sin ningún resultado. Finalmente, perdida su
paciencia, gritó y amenazó con gran contento del cabo Leiva y del agente de turno pero tampoco obtuvo
fruto alguno. Cuando, cansado, renunció a su tarea para ir a dormir no había sacado nada en limpio.
Él también tenía el convencimiento que uno de los dos era culpable, pero no acertaba a determinar
cuál de ellos con precisión. Desesperado acudió a sus libros y, a la mañana siguiente, después de saludar a
don Frutos, dijo:
—Vea, comisario, ayer no conseguí nada, pero hoy espero tener éxito porque voy a aplicar el psicoanálisis.
—Métele nomá, muchacho . . . L'único que te repito es que los tengas sin comer y sin agua mesmo que si
jueran a comulgar. Eso ayuda.
El oficial hizo traer a uno de los detenidos y le dijo:
—Le voy a decir una serie de palabras y usted me va a contestar lo primero que le venga a la cabeza.
¿Entendió?
-No.
Una y otra vez repitió Arzásola su explicación y, al final logró hacerse entender.
Empezó:
—Blanco.
—Blanco.
—Rancho.
—Rancho.
— ¡Oh! dígame otra cosa, lo primero que se le ocurra.
—Y no se me ocurre nada, pue, sino lo que usté me dice.
Después de luchar media mañana decidió probar con el otro de modo diferente.
—Vea, —le dijo— aquí tiene una serie de palabras. Léalas y abajo de cada una de ellas escriba lo que le
venga en gana, ¿sabe?
—Sí oficial, pero el caso es que no sé escrebir.
EPGCBII N° 1 Cuadernillo de Lengua: crímenes perfectos

Viéndolo sudoroso y fatigado don Frutos le invitó:


—Mira, mándalo adentro otra vez y descansa un poco.
—Gracias, don Frutos.
Cuando hubo cumplido el mandato y vino a sentarse junto al viejo,
éste le preguntó, después de alcanzarle un mate:
— ¿Y cómo pa trabaja el sircoanálisi ese que decí vo?
—En lo substancial no es sino el estudio de las palabras o de los actos
que dicen o realizan las personas, en forma inconsciente, para
relacionarlas con un hecho determinado . . .
— ... ¡Cha que sos difísil, m'hijo! ¿Y qué pa 'e inconsciente?
—Lo que se hace sin pensar, en forma habitual y automática. . . casi
por costumbre, como usted por ejemplo, cuando está preocupado, se
tira de la barba . . .
-¡Aja!
—Con esos actos el individuo, sin querer se traiciona y suelta cosas ocultas. . .
Don Frutos pensó un rato y dijo:
—¿Sabes que teñe razón, m'hijo? Mirá, no te preocupes más y déjame a mí que yo le vua aplicar el
sircoanálisi. A mí también me gusta '1 progreso.
Arzásola suspiró, resignado, y mansamente aceptó:
—Como usted quiera, don Frutos.
La siesta fue calurosa en extremo y los dos detenidos se desesperaban pidiendo agua al inmutable cabo
Leiva o a los inconmovibles agentes.
Cuando, después de una larga siesta, apareció don Frutos en el local, ya lo estaba esperando el oficial.
—Mira —dijo el viejo al cabo—, anda a traerme unas naranjas, un plato y un cuchillo.
Cuando tuvo las cosas pedidas en su poder, el comisario acomodó sobre la mesa una naranja en un plato
y, a su lado, colocó el cuchillo.
—Hace pasar al más flaco —ordenó después.
El detenido vino y se quedó esperando, pensando en la clase de suplicio a que sería sometido.
—Sentate ahí —ordenó don Frutos— y tomate esa naranja. Dispué vamoj a haular.
Brillaron los ojos del sediento al oírlo y después de sentarse, empezó a pelar la dorada esfera con todo
cuidado, luego la succionó golosamente hasta la última gota, colocando las semillas en el plato.
—Pónete en ese rincón y espera —le dijo don Frutos enseguida.
EPGCBII N° 1 Cuadernillo de Lengua: crímenes perfectos

Mandó al cabo que limpiara el plato y colocara sobre él otra naranja y el cuchillo como antes.
Cuando el segundo sospechoso oyó la invitación, se arrojó sobre la fruta, le arrancó un pedazo de cascara
de un mordisco y empezó a chuparla a los estrujones.
—Este es... —sentenció don Frutos— Mételo otra vez n'el calaboso.
Después dirigiéndose al del rincón se disculpó:
—Perdona m'hijo l'encerrona… pero tenía qu'encontrar al culpable y vo no tenías naides que te hubiera
visto junto al río, como dijiste. Ándate nomá. '
Arzásola que no salía de su asombro, interrogó atónito:
—Pero, don Frutos. ¿Cómo puede resolverlo con tanta seguridad? ¿Y si se equivoca?
— ¡Qué me vua equivocar m'hijo! El sircoanálisi no engaña . . .
—No entiendo, comisario.
—Sos lerdo, muchacho. ¿No les viste tomar naranjas a esos dos?
-Sí.
—Y güeno, al primero, a pesar de haber pasao desde ayer a la tarde sin tomar agua no se impacientó,
peló la fruta con calma y puso las semillas n'el plato; el otro, en cambio, anduvo a los empujones, se
atropello todo y tiró las cascaras y semillas donde cayeran . . .
—¿Y eso qué tiene que ver con don Casiano?
—Que el que lo golpió jue un atropellao que de puro nervioso le erró el garrotazo a la cabeza y le pegó
solamente de refilón, dispué, di apurao, apena si lo revisó por arribita y se jue. . . Perdé cuidao que si
hubiera sido el primero no le fallaba ni un negro 'e uña y luego li hubiera sacao hasta laj media pa ver si
no tenía escuendido algo. Estos tipo sin yel, tranquilos como agua 'e tanque son una cosa seria cuando les
da por hacerse los malandras.
—Tiene razón, don Frutos.
—Güeno y aura vamoj al boliche a tomar una cañita . . .
Salieron y a la media cuadra oyeron un alarido de angustia que erizó los pelos del oficial.
—¿Y eso? . . . ¿Oyó, don Frutos?
—Sí pero no te apures, muchacho. Es el cabo Leiva que le está aplicando el sircoanálisi a su modo al
malevo, pa hacerle firmar la confesión y averiguar ande ha escuendido la plata que le sacó al viejo.

Actividades: ¿Por qué podemos decir que el cuento es ‘policial’? Justificá tratando de aplicar todo lo que
aprendiste sobre el género.
¿Podrías resumir los conceptos más importantes en un esquema?
EPGCBII N° 1 Cuadernillo de Lengua: crímenes perfectos

Una vez hecho este último ejercicio; estás preparado para pasar al siguiente nivel: te proponemos la lectura de
‘El Diario de Ana Frank’ que encontrarás como anexo del cuadernillo.
¡Mucha suerte!

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