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Concilio lugdunense.
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Intensión respecto a lo propiamente militar como lo que atañe a las
leyes morales.
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Dionisio.
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San Agustín
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Con presencia y fortaleza de ánimo se hace frente a una guerra
por causas justas y necesarias; actuando cuando el deber exija llevarla a
cabo, siendo propio del hombre magnánimo y valeroso afrontar el peligro
o imponer justicia cuando las circunstancias lo exijan. Así es que nunca
se debe apetecer a la guerra en sí, sino que solo cuando es razonable
aceptara con la esperanza de un gran bien o incluso cuando la contienda
es el único camino por donde se llega a satisfacer una necesidad vital de
tal o cual nación, como puede ser la recuperación de cierto territorio que
por derecho es legítimo recuperar por medio del uso de la violencia.
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Nació en Córdoba (España) en el año 1490 y falleció en Ledesma en el
año1573 .gran teólogo y filósofo. Cronista del emperador Carlos V y
Felipe II, siendo también tutor de este último. Amigo de Hernán Cortés.
En el colegio de Bolonia (auspiciado por los Medici, Carpi, Gonzaga y
el Papa Clemente VII) se le encargo la traducción de toda la obra de
Aristóteles. Cabe destacar que se enfrentó personalmente con Martín
Lutero que por aquella época agito a Europa, a causa de su herejía
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y tranquilidad con justicia y virtud, quitando a los malvados la facultad
de hacer daño y pecar, y velar por el bien público de nuestra
humanidad. Este es también el fin de todas las leyes justamente
promulgadas en una república recta y normalmente constituida
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el gobernante debe poseer legítima autoridad al momento de realizar el
llamamiento agresivo. Para que así, la razón del justo fin sea la cosa
principal, y la rectitud de la obra el efecto dominante de los demás.
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solo se deben tomar las armas por un mero deber hacia Dios o la Patria,
sino también por una ley natural a la que todo hombre de bien debe
cumplir obligadamente. Así decimos que la recta razón y la recta
inclinación al deber, aceptando las obligaciones que la virtud imponga,
esto es y se llama ley natural.
San Pablo se refirió a los hombres que eran buenos entre los
paganos, y que a pesar de no ser cristianos guardan una recta conducta
causa de la ley natural, alagando que ellos son ley por sí mismos, porque
muestran la obra de la ley grabada en sus corazones. Continuado a ello
llega a hora aquel texto de san Cipriano donde visiblemente expresa que
la ley divina escrita en nada repugna a la ley natural, sino que tan
gravada esta por Dios en el alma racional la reprobación del mal y la
elección del bien, que de esto nadie puede alegar excusa, pues todos
tienen el discernimiento y poder para conseguir estas cosas.