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Episodios de
la modernización
en Uruguay
Martín Craciun, Jorge Gambini,
Santiago Medero, Mary Méndez,
Emilio Nisivoccia (responsable) y Jorge Nudelman
curadores
La aldea feliz
Episodios de
la modernización
en Uruguay
Ministerio de Educacion Y Cultura MINISTERIO DE RELACIONES EXTERIORES
UNIVERSIDAD DE LA REPÚBLICA
Rector
Rodrigo Arocena
FACULTAD DE ARQUITECTURA
Decano
Gustavo Scheps
Un archivo
de la modernización
en la periferia
Hugo Achugar
Director Nacional de Cultura
Ministerio de Educación y Cultura
prólogo
Columna del Ejército italiano. circa 1914. Grupo de escolares en Sarandí Grande. 1914.
Hay niños de todo tipo: unos con mirada fija y otros tan inquietos que tiempo histórico como el que vivimos, donde el destino parece trazado de
no soportaron permanecer inmóviles ni un minuto frente a la cámara. antemano por las lógicas del capital globalizado, la historia no puede ser
Los zapatos, medias y túnicas permiten imaginar las diferencias de ori- un reducto para la nostalgia sino un instrumento de aprendizaje orientado
gen que la escuela pública pretendió eclipsar para construir en su sitio hacia el futuro.
una nación de ciudadanos iguales y demócratas, laicos y alfabetos. Un
La Aldea Feliz lleva el nombre de un proyecto elaborado por Mauricio
mundo de pequeños griegos que la realidad se encargó de desmantelar
Cravotto a lo largo de su vida. Tomado como metáfora el título parece
en los cien años sucesivos. Por eso —y casi como una premonición—
resumir en dos palabras las directrices fundamentales de un sueño
el fotógrafo prefirió colocar el horizonte en el vacío para capturar en el
colectivo bajo el que se forjaron las mejores tradiciones de la arqui-
centro del cuadro el absoluto del espacio y la institución, como si ellos
tectura en Uruguay.
fueran el auténtico sujeto de la historia. Incluso la arquitectura —a
excepción del lavabo— parece estar dimensionada para un mundo de El proyecto es fruto de una elaboración colectiva y del intercambio
adultos incapaz de contener los sueños de sus pequeños habitantes. entre experiencias muy diversas. El catálogo recoge un conjunto de
investigaciones realizadas en el marco del Instituto de Historia de la
En 1914 mientras Europa se lanzaba a la gran guerra, Uruguay inten-
24 Arquitectura (iha) de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de 25
taba construir un proyecto de modernización, dispuesto a realizar los
la República junto a los aportes de investigadores y docentes que tra-
valores de la ilustración. Un «sueño de la razón» repleto de monstruo-
bajan en otros servicios de la facultad. En este sentido el producto que
sidades o, en todo caso, un sueño nunca cumplido. Si la modernidad
presentamos no es ni intenta ser, homogéneo. No obstante, existen
es un tiempo sin dioses ni destino, un hiato en la historia que exige
algunos hilos muy delgados que recorren los distintos artículos y que
de los hombres la capacidad de proyectar su futuro, la historia de la
en líneas generales parten del cuidado puesto en la lectura de los docu-
modernización en Uruguay puede leerse en su costado más heroico a
mentos, en la obsesión por recorrer y ampliar las fuentes originales y
través de un conjunto de proyectos que de una u otra forma intenta-
la vocación por volver a interpretar cada episodio. La historia no es la
ron hacer reales esos mismos deseos de libertad. En el centro de ese
canonización de supuestas verdades eternas sino una construcción que
torbellino llamado modernidad, de ese viento capaz de quebrar las
tiene sentido cuando logra conectar piezas y tanto las piezas como las
alas del «ángel de la historia», la arquitectura y los arquitectos tuvie-
conexiones deben ser revisadas y vueltas a conectar a cada instante.
ron un rol protagónico: ocuparon puestos de mando en el gobierno,
inundaron la administración pública, se involucraron en la economía La elaboración y redacción de los episodios responde al siguiente deta-
liberal y, además, proyectaron en cada trazo y cada línea las formas y lle: «Planificación» fue escrito por Lucio de Souza y Lorena Logiuratto;
las relaciones de un mundo nuevo que debía ser construido con inte- «Laguna Garzón», por Lucio de Souza; «Curtain wall» y «Casas bara-
ligencia y sensibilidad. tas» por Santiago Medero; «Clínicas» por Santiago Medero y Jorge
Sierra; «Aldea feliz», «San Marcos», «Punta del Este» y «Católicos» por
La propuesta de curaduría para el pabellón de Uruguay consiste en reco-
Mary Méndez, «Torres García», «Ranchismo» y «Unitor» por Jorge
rrer dieciséis episodios de la modernización ocurridos durante los últimos
Nudelman, «Grutas y psicodelia» por Leandro Villalba y Nicolás
cien años, seguir la huella de algunos proyectos e ideas que se lanzaron
Rudolph, «Pedagogía viva», «Rambla Horizontal» y «Heraldos» por
al centro del caos para intentar construir un pensamiento coherente que
Emilio Nisivoccia.
fuera capaz de convertirse en realidad. De estos proyectos cabe analizar
su consistencia, medir las insuficiencias e ingenuidades y seguir sus más Por último, queremos hacer público nuestro agradecimiento a Jorge
intrincadas ramificaciones, pero por sobre todas las cosas parece necesario Francisco Liernur y Patricio del Real, que con su apoyo y generosidad
poner de relieve el viejo anhelo de construir un mundo de iguales. En un han aportado inteligencia a esta publicación.
01.
Pedagogía viva 27
The alliance between intellectuals and the State seems to have reached
one of its most genuine expressions towards the end of the 20’s when the
government decided to bet on the renewal of the educational system.
The School Campuses and the Experimental Schools were two proposals
born from the criticism of nineteenth century pedagogy and from the
attempt to conquer spearheading formulas, which turned out arousing in
the architecture its most legitimate elective affinities.
Escuela Experimental
de Malvín, detalle de los
toboganes. Pabellón B.
E
n el n.º 26 de la revista La Cruz del Sur de octubre y noviem- Carlos Vaz Ferreira, filósofo, hombre público, pedagogo casi por
bre de 1929, Eugenio Petit Muñoz publicó una extensa defecto e ideólogo del proyecto fue designado para integrar la Dirección
nota ensayando una defensa casi póstuma de los Parques General de Instrucción Primaria en el año 1900 a los 28 años de edad.
Escolares,1 un proyecto de creación de nuevos establecimien- «Era nuevo; veía simple; y se me ocurrió un proyecto muy simple, que
tos educativos ideado por el filósofo Carlos Vaz Ferreira en me parecía podía resolver muchísimas cosas…»:
1903 y macerado durante más de veinte años de debate entre especialis- Supongamos que los niños de «una ciudad» —sea de esta— salen de
tas, políticos y público en general. Como señala el propio Petit Muñoz mañana de sus casas como para ir a la escuela. Y por allí cerca encuen-
en la nota, una vez que la idea tomó la forma de un proyecto bajo la tran, no una escuela (ahí, en la misma ciudad), sino un tranvía que los
tutela del ministro de Instrucción Pública Enrique Rodríguez Fabregat, lleva a un gran parque donde están las escuelas «urbanas». De tarde el
«fue grande el número de los que se entusiasmaron de inmediato con tranvía los vuelve a traer a la ciudad.3
las ventajas de la enseñanza en escuelas rodeadas de ambiente abierto,
En lo esencial, los parques debían ser grandes concentraciones infan-
con aire puro, sol y naturaleza viva al alcance del niño», al punto tal que
tiles —entre cinco mil y diez mil niños— distribuidos en pabellones
el propio gremio de magisterio aprobó en asamblea apoyar con propa-
de 100 a 250 estudiantes cada uno e implantados en terrenos muy
28 ganda la rápida implementación de la medida y un grueso número de 29
amplios, con aire limpio, árboles y sol en abundancia. Ubicadas en la
hombres públicos e intelectuales enarboló el proyecto hasta exhibirlo
periferia de las ciudades pero próximos y bien conectadas por un sis-
como bandera propia.
tema de transporte público eficiente, estas fortalezas escolares debían
Los Parques Escolares no solo pasaron a condensar en dos palabras las juntar en un solo gesto las aulas con el verde, ofrecer equipamiento
tecnologías higiénicas y pedagógicas más avanzadas de la época, sino cultural y deportivo de última generación, y poner a los niños en con-
que, también, su sola mención se convirtió en sinónimo de futuro tacto con la cría de animales y el cuidado de las plantas. Es decir,
tomado por asalto. El 30 de enero de 1928, Héctor Colombo, cónsul de reunir en pequeñas aldeas las probadas virtudes de la escuela al aire
Uruguay en Turín, hacía saber al ministro Rodríguez Fabregat el interés libre junto con un sistema de aprendizaje de avanzada que buscaba
despertado por la propuesta en la exposición internacional que tenía partir del nivel más inmediato y empírico para luego escalar a las altu-
sede en la ciudad piamontesa. En abril del mismo año, Luis Morquio ras del pensamiento abstracto.
y Rufino Domínguez participaron del Congrés de la Quinzaine Sociàle
Los años clave fueron 1926 y 1927. Fue entonces cuando la fuerza
Internationale en París. Allí, el célebre doctor Dufestel declaró para
acumulada en torno a los Parques Escolares encontró una coyuntura
mayor orgullo de los representantes nacionales que:
favorable para intentar el asalto de la intelligentsia al aparato de Estado.
Un solo país […] parece entrar resueltamente en la vía del progreso, La Ley de Presupuesto de Instrucción Primaria de 1926 decretó la emi-
es el Uruguay. Las autoridades escolares de Montevideo, rompiendo sión de bonos de deuda pública en favor del mejoramiento de todo
con la rutina estudian un proyecto de Parques Escolares que serían el equipamiento escolar. La deuda millonaria asumida por el Estado
edificados en los puntos cardinales de la ciudad.2 debería proveer el dinero necesario para actualizar un conjunto de
La gran historia estaba del lado de los Parques Escolares, pero la inmuebles hecho de edificios en alquiler y construcciones precarias,
pequeña historia mundana acabaría por derrotarlos. donde los grupos de escolares pasaban las horas hacinados recibiendo
una educación enciclopédica. Bancos fijos, pizarrón al frente y largas
exposiciones teóricas a cargo de los profesores, eran la expresión literal
de un modelo disciplinario que exhibía sin reparos ni pudores todas
1. Eugenio Petit Muñoz. «Urbanismo abstracto y Urbanismo vivo». La Cruz del Sur, año V, n.º 26
(Montevideo, octubre-noviembre de 1929): 31 y ss. 3. Carlos Vaz Ferreira. «Un proyecto sobre escuelas y liceos. Discurso en la Cátedra de Conferencias
2. Rufino T. Domínguez. Informe del 29 de agosto de 1928. Archivo General de la Nación. Fondo del de la Universidad, 1920». Homenaje de la Cámara de Representantes de la República Oriental del
Consejo Nacional de Enseñanza Primaria y Normal. Caja 233. 1928. Carpeta 1358. Uruguay, tomo xcii: Estudios pedagógicos (Montevideo: Cámara de Representantes, 1963).
sus fisuras. De hecho, el elemento central de todo el equipamiento
escolar no era tanto el edificio ni el aula, sino un pesado banco de
madera que solo puede funcionar acoplado en línea recta. El «Varela
reformado» fue el resultado de un extenso análisis comparativo reali-
zado sobre modelos extranjeros por Carlos María de Pena en 1886 y la
pieza de diseño criollo más conocida de toda la república.4
En 1926, con la nueva ley de presupuesto aprobada, Rodríguez Fabregat
propuso en primer orden de prioridades la construcción de cinco
Parques Escolares ubicados, cada uno de ellos, sobre los cinco radios de
salida de la capital. Cada equipamiento debería funcionar con cinco mil
niños en predios de entre veinte y treinta hectáreas e incluir un cuerpo
central edificado, pabellones «sencillos» con aulas, salón de actos y con-
ferencias, lugar para exhibiciones, gimnasio e instalaciones. En 1927 el
30 31
ministerio recibió las primeras ofertas de terrenos de la mano de algunos
particulares alentados por la noticia y en este mismo contexto triunfal,
la Dirección de Arquitectura elaboró una serie de esquemas y antepro-
yectos teóricos para ser presentados al ministro como «contribución al
estudio de los Parques Escolares» y al iii Congreso Panamericano de
Arquitectos en Buenos Aires en calidad de «tema libre», «por envolver
este asunto caracteres técnicos, artísticos y sociales» de importancia para
la «ciudad del futuro».5
En el folleto editado para el congreso figura una conferencia de Vaz
Escuela de 2.º grado n.º 7, equipada con el «Varela reformado».
Ferreira, la presentación del proyecto por parte de Rodríguez Fabregat
y tres «ejercicios teóricos» de arquitectura a cargo de Fernando
Capurro, Roberto Bianchi y Raúl Federici. En los tres casos los estu-
dios de arquitectura suponen terrenos ficticios próximos a un curso de
agua, con pendientes moderadas y convenientemente arbolados para
ofrecer resguardo de los vientos del sur en invierno y sombra durante
el verano. Una especie de campamento romano hecho para niños que,
en líneas generales tiene la virtud de poner al descubierto algunos
temas de fondo. El primero es la vocación por definir un programa
4. Carlos María de Pena. Bancos para las escuelas primarias (Montevideo: Barreiro y Ramos, 1886);
Julio Castro. El banco fijo y la mesa colectiva (Montevideo).
5. Fernando Capurro, Parques Escolares (Montevideo: Ministerio de Obras Públicas, 1927).
Eduardo Rodríguez Fabregat y Federico Capurro. «Parques Escolares». Revista de Obras Públicas
y Edilicias (año iv, n.º 37-38, julio y agosto de 1927).
Roberto Bianchi. «Parques Escolares». Revista de Obras Públicas y Edilicias (año iv, n.º 39, setiem-
bre de 1927).
simbólico y encontrar formas elocuentes que lo vuelvan inteligible
sin perder de vista la economía de los medios a disposición. Desde la
planta en forma de estrella de Capurro al Foro antiguo de Bianchi, o
bien, desde el centro de la stadtkrone ocupado por el museo, al espacio
libre que reúne al colectivo, solo existen diferencias en la elección del
referente. Uno y otro parecen incapaces de encontrar un mecanismo
válido —fuera de la cita— a la hora de construir un equipamiento sin
precedentes en la historia. De hecho, la elección supone dar por válido
el papel del arquitecto como constructor de imágenes colectivas y a la
cultura acumulada como fuente de eterna inspiración.
El segundo tema es la consolidación de un esquema lineal aplicado a
los pabellones destinados para escuela: aulas rectangulares agrupadas
en hilera con el lado mayor hacia el patio, abastecidas por un ancho
32 33
corredor que puede funcionar como recreo los días de lluvia y apro-
vechar el sol durante el invierno. El tercero es la declaración en favor
de una arquitectura
simple, lógica, económica, moderna en procedimiento de construc-
ción, acusando el destino del edificio que encierra, en armonía con
nuestro clima y nuestro ambiente luminoso, ostentando la nobleza de
los materiales que nos ofrece nuestro suelo, y, al propio tiempo, que se
advierte en su fisonomía detalles que denuncian la tradición y la raza.
En una conferencia del mismo año, Vaz Ferreira dedicó algunos pasa-
jes a la arquitectura de los parques y con ello selló su alianza con los
jóvenes arquitectos modernos. Está claro, dijo ante el auditorio de la
Comisión Nacional de Educación Física, «que los arquitectos que no
son más que imitadores de cosas viejas, no pueden ser partidarios de
estos parques» y, en cambio,
los arquitectos que siguiendo el impulso, la dirección moderna,
están encontrando, cada vez mejor, en la adecuación, en la misma
adaptación del edificio, por una parte, a su destino, y por otra a los
materiales modernos, el verdadero elemento de belleza.6
En 1927 la discusión sobre el proyecto de Rodríguez Fabregat y Vaz
Ferreira no solo había cosechado el apoyo ferviente y radical de la inte-
lectualidad uruguaya, sino también el rechazo casi obsesivo de algunos
6. Carlos Vaz Ferreira. «Sobre educación física en los parques escolares. Conferencia en la Comisión Na-
cional de Educación Física, 1927». Homenaje de la Cámara de Representantes de la República Oriental del Propuestas teóricas de Parques Escolares.
Uruguay, tomo xxiv: Inéditos (Suplemento) (Montevideo: Cámara de Representantes, 1963): 17 y ss. Federico Capurro, Roberto Bianchi y Raúl Federici.
círculos de poder. Finalmente, en una sesión del Consejo Nacional de arquitectos Mauricio Cravotto y Juan A. Scasso». Ante la derrota nada
Enseñanza Primaria y Normal el proyecto fue rechazado por una ajus- mejor que apostar al futuro, real o imaginado, e incluso saltar más allá
tada mayoría que esgrimió en su contra motivos higiénicos, económicos, de la ideología. Al final del texto Petit Muñoz redobla la apuesta e invoca
morales, entre tantos otros. Argumentos, dirá el maestro Jesualdo cua- la palabra del supremo profeta y mensajero de la utopía: Le Corbusier.
renta años después, «tan increíbles y a menudo tan descabellados, que Y es más —agrega—, a su llegada a Montevideo le fue explicado a Le
más parecía asunto de mofa que de verdad».7 Entre tantas peticiones de Corbusier el proyecto, y el sabio y genial renovador del urbanismo,
principio no faltó la condena de la «pobreza estética» que la gigantesca cuya crítica implacable ignora las cortesías y las complacencias del
obra imponía a los edificios, y de ahí a la defensa de la arquitectura visitante, se posesionó de él y lo llamó idea magnífica, que honra al
moderna realizada por Vaz Ferreira ya citada. Sin embargo, uno de los país en que ha sido concebida y divulgada.
argumentos centrales entre los opositores fue la imposibilidad física y
En el número siguiente de La Cruz del Sur los hermanos Gervasio y
real de trasladar tantos niños cada día a las periferias haciendo uso del
Álvaro Guillot Muñoz publicaron un artículo muy extenso mezcla de
transporte público y de las vías de tránsito existentes, un argumento
reseña, opinión y reportaje a Le Corbusier.8 En la página 14 la pre-
urbano que debía ser rebatido en ese mismo territorio pero que además
gunta de rigor no se hizo esperar más: «¿Qué opina Vd. de la creación
34 se sumaba a algunas opiniones esgrimidas desde el propio ministerio. 35
de los Parques Escolares de Montevideo?», y la respuesta confirma las
En su exposición de motivos, Rodríguez Fabregat había señalado que
afirmaciones de Petit Muñoz y cumple con todas las expectativas:
era imprescindible encontrar un medio ambiente adecuado para la edu-
cación escolar y que ese medio ambiente no era la ciudad. A ojos del Es un proyecto magnífico. Si se lleva a cabo, ustedes podrán ofre-
ministro la ciudad era lugar insalubre y en todo caso alienado, y por ello cer al mundo entero una realización soberbia de altas proporciones
sociales y humanas. Esta obra marcará una etapa pedagógica y será
se imponía desde la salud, la ética e incluso la fenomenología, la vuelta
decisiva para el destino de la cultura y de la raza del Uruguay. Aunque
a la naturaleza. Este mismo filón antiurbano también estaba presente en
haya adversarios encarnizados de los Parques Escolares y timoratos
Vaz Ferreira y no por casualidad Jesualdo señaló con justa ironía «más que tiemblen de miedo ante la originalidad auténtica de ese proyecto,
que un proyecto escolar, parecía de higiene». Los parques no dejaban de no importa: ellos quedarán en una situación tan mezquina y ridícula
ser una incubadora de «valores» románticos incapaces de modificar la como los adversarios de Pasteur o de Galileo ante la ciencia actual.
dura realidad de la incipiente clase obrera.
El segundo frente de lucha entre las nuevas corrientes de la pedagogía
El artículo de Eugenio Petit Muñoz en La Cruz del Sur de 1929 con el y la vieja enseñanza de banco fijo y pizarrón frontal fueron la escuelas
que iniciamos este episodio, llevaba por título «Urbanismo abstracto y experimentales. En 1925, por iniciativa de Luisa Luisi, el Consejo de
urbanismo vivo» en clara alusión a la Lógica viva de Vaz Ferreira. Si el Enseñanza Primaria había autorizado a los maestros Sabas Olaizola,
problema de los parques era la ineficacia de la máquina urbana, enton- Otto Niemann y Olimpia Fernández a organizar nuevas escuelas y
ces la respuesta debía apuntar a la transformación de la ciudad. Por aplicar los métodos de pedagogía que entendieran convenientes. El
fortuna, afirma Petit Muñoz: «existe en Montevideo otra técnica», otra resultado de la iniciativa fue la fundación de la Escuela Experimental
camada de nuevos urbanistas «orientada según las nuevas corrientes» de Las Piedras a cargo de Olaizola; Progreso, de Niemann y luego
que se declara «entusiasta partidaria de los Parques Escolares», «y ella Malvín, en 1927, bajo la dirección de Olimpia Fernández.9
está representada en la cátedra por profesores tan prestigiosos como los
En 1928 la Ley Ghigliardi incorporó formalmente las escuelas experimen-
7. Jesualdo Sosa describe con agudeza el proyecto de los parques y el entusiasmo desatado en el
tales a la enseñanza pública y de esta manera el Estado tomó partido a
gremio de maestros. Jesualdo (Jesús Sosa). Vaz Ferreira pedagogo burgués (Montevideo: El Siglo
Ilustrado, 1963): 73-78. Sobre la polémica y las posiciones en el debate existe una excelente compi-
lación de materiales. Ver: «Parques Escolares. Los documentos del problema». Boletín de la Socie- 8. Gervasio y Álvaro Guillot Muñoz. «Le Corbusier en Montevideo». La Cruz del Sur (año V, n.º
dad de Pedagogía (año iv, n.º 6, Montevideo, 1927); y también Boletín del Instituto Internacional 27, enero y febrero de 1930): 4-18.
Americano de la Protección a la Infancia (año I, tomo I, julio de 1927). 9. Patricia Gómez. «Sabas Olaizola». Disponible en la web.
favor de unas incubadoras pedagógicas donde se debían poner a punto las
metodologías de Maria Montessori y en particular las de Ovide Decroly.
En 1926, Olimpia Fernández había realizado una pasantía en la escuela
L’Hermitage de Bruselas dirigida por Decroly, y el mismo año Alberto
Lasplaces visitó Bélgica para estudiar en directo los nuevos métodos esco-
lares. El propio Sabas Olaizola mantuvo estrecha correspondencia con el
pedagogo belga, al que visitó años más tarde en Bruselas luego de publi-
car en Montevideo La pedagogía decroliana en 1928 y El método Decroly
en Las Piedras en 1932. La conexión belga abarca múltiples contactos e
incluso registra la visita de una estrecha colaboradora de Decroly, Amelie
Hamaide, en 1931 a la escuela de Malvín.10
En 1928, Scasso recibe el encargo de la Comisión de Escuelas Expe-
rimentales para erigir el nuevo edificio de la escuela dirigida por
36 37
Olimpia Fernández en Malvín:
Se trataba de crear el edificio para la implatación de una escuela
decrolyana, en la que el niño aprende, «jugando a vivir». Salones de
clase para niños de todas las edades, salas de trabajo en pequeños gru-
pos, salón de actos, comedor, club para los niños, espacios para juegos
y deportes, jardines, huerta. La naturaleza circundante entrando en
la escuela y el salón de clase abriéndose para que esa penetración sea
fácil y libre. Mucho sol, mucho aire y mucho espacio. El niño como
unidad de escala y punto de mira constante.11
El punto de partida de la escuela consistía en construir una diversidad
de espacios cualitativamente diferenciados de manera tal que el edificio
formara parte del proceso de aprendizaje. El método Decroly partía de
los llamados «centros de interés», es decir, de proponer a los estudiantes
un tema de trabajo que debía ser abordado en sus distintas facetas, escalas
y asociaciones. El rechazo explícito a la lección magistral y a las materias
compartimentadas también significaba utilizar bancos individuales y
mesas colectivas, pizarrones a la altura del niño en cada pared, e incluso
disolver el aula en un conjunto de espacios diferenciados. Scasso incor-
poró un pequeño salón adjunto a cada aula destinado a trabajos en grupos
reducidos, un hogar y un rincón para la lectura de cuentos ubicado sobre
Juan A. Scasso. Plantas baja y alta del Pabellón B
10. En los Anales de Educación Primaria de 1927 figuran los informes de Olimpia Fernández y Alberto de la Escuela Experimental de Malvín.
Lasplaces.
11. Juan A. Scasso. «Augurio». La Cruz del Sur (año V, n.º 25, agosto y setiembre de 1929); «Escuela
Experimental de Malvín». Arquitectura (n.º 174, 1932); «Escuela Experimental de Malvín». Arqui-
tectura (número dedicado al iv Congreso Panamericano de Arquitectos, n.º 203, 1940).
unas salientes agudas que fugan el espacio por la diagonal. Si el aprendizaje y Malvín debieron abandonar sus prácticas de vanguardia para ser
debía transcurrir como suma de experiencias y vuelta «a las cosas en sí incorporadas al sistema de enseñanza oficial.
mismas», la escuela de Malvín también incorporó su pequeña huerta, un
En 1965 la Revista de la Facultad de Arquitectura publicó un reportaje a
bosque, un estanque y un pabellón equipado con una sala de espectáculos
Scasso y sus escuelas experimentales acompañado de buenas fotografías
abierta a todo el barrio. Entre las invenciones de la máquina fenomeno-
en blanco y negro y un fragmento del libro de Olaizola sobre el método
lógica de Scasso también figura un conjunto de toboganes que permitían
Decroly.13 Es imposible saber si existía un discurso previo que unificaba
descender del piso superior al patio en una suerte de promenade lúdica.
el contenido del número de la revista e incluso si ese mismo discurso
Más allá de las referencias bastante obvias a la arquitectura del norte de también abarcaba la selección de obras publicadas, pero a la luz de la
Europa y de algunos amaneramientos innecesarios, el mérito de Scasso nota introductoria todo indica que la responsabilidad editorial acabó
parece descansar en su capacidad para interpretar las circunstancias y por recaer en Nelson Bayardo y sobre todo en un integrante del Núcleo
componentes particulares del proyecto. De hecho, sus guiños formales Sol, el entonces bachiller Rafael Lorente Mourelle. El Núcleo Sol era un
encuentran validez en la vida cotidiana del edificio mucho más que colectivo de jóvenes estudiantes y egresados influido por el revisionismo
en la correcta aplicación de un repertorio enciclopédico. Si bien es de la posguerra y el cisma del Team X que había comenzado a hurgar en
38 39
cierto que el aspecto orgánico del edificio es un efecto producido por las raíces de la cultura arquitectónica local. Al grupo le cabe el enorme
la acumulación de anécdotas y no el resultado natural de la comple- mérito de haber hecho públicos los espacios fuertemente introspectivos
jidad del programa, también es verdad que las inflexiones en la masa construidos en el cruce de fronteras entre los alumnos de Torres García y
encuentran validez en la propia vida del edificio. sus contemporáneos arquitectos. Pero, además, el colectivo parece haber
sido uno de los responsables de la puesta en valor de una arquitectura
El mito de la escuela experimental de Malvín nació con la propia
marcadamente táctil, aunque la palabra siempre puede llamar al engaño.
escuela y con él se abonaron las ilusiones —una vez más— de con-
En esta acepción el término táctil alude a la percepción del espacio y sus
cretar la alianza entre la nueva arquitectura y una modernidad que
límites a través de todos los sentidos y esto supone que es imprescindible
se supone debía abrir nuevos senderos de libertad. En un encendido
conocer la arquitectura desde la experiencia. En las fotografías publica-
elogio, Emilio Oribe saludaba triunfal a Juan Scasso y a su nuevo talis-
das en la Revista de Facultad de Arquitectura la cualidad táctil del espacio
mán, decretando una sentencia condenada a permanecer en la retórica:
está bien representada por los encuadres parciales, la secuencia espacial,
Por fortuna y debido a una de esas coincidencias que no dependen el contraste de grises e incluso la textura rugosa de las superficies. Sin
totalmente de la voluntad de los hombres y sí de la voluntad creadora embargo, el «aquí y ahora» de la obra no puede ser reducido a los puros
de las culturas, en este siglo xx se han hallado frente a frente y se han «valores» espaciales. De hecho, el secreto de Scasso no pasa tanto por
buscado para compenetrarse, dos elementos: una teoría de la enseñanza
los muros del edificio, sino por la coincidencia entre programa, usos,
nueva y una teoría de la arquitectura también nueva. Las escuelas en
que se aplican los procedimientos pedagógicos de la actividad creadora, cliente y arquitectura, en una coyuntura particular de la historia asu-
tienen la suerte inmensa de ser contemporáneas de una arquitectura mida en alguna de sus consecuencias. Es imposible saber —y mucho
que les sirve de ambiente. Este es un detalle importantísimo. Más aun, más ridículo intentarlo— por dónde pasaba la actualidad de la arquitec-
si hay un edificio funcional en el que tiene que triunfar la arquitectura tura en 1965, cuáles eran las preguntas y los instrumentos a disposición.
contemporánea, es el dedicado a la escuela.12 Pero también es imposible dejar de pensar que en la dialéctica de los
sesenta Scasso ya representaba la nostalgia.
En la década siguiente el gobierno de Gabriel Terra decidió la sus-
pensión del régimen de escuelas experimentales. Las Piedras, Progreso
12. Emilio Oribe. «Arquitectura y enseñanza primaria. A Juan. A. Scasso, Arquitecto». En: Obras es-
cogidas. Edición Conmemorativa del Centenario de su Nacimiento, tomo I (Montevideo: Ministerio 13. Juan A. Scasso. «Escuelas experimentales de Malvín y Las Piedras». Revista de la Facultad de
de Educación y Cultura, 1993): 203. Arquitectura (n.º 6, agosto de 1965): 42 y ss.
02.
Clínicas 41
Hospital de Clínicas.
Montevideo, circa 1950.
O
bservemos una fotografía tomada en una terraza del
Hospital de Clínicas cerca del año 1950. En primera
línea y en el medio, vistiendo un traje claro, se encuen-
tra el presidente de la República en ejercicio, don Luis
Batlle Berres. Está rodeado de autoridades ministeria-
les y del propio hospital, denominado entonces Centro Médico de
Montevideo. En segunda fila, exactamente detrás del presidente, hay
un hombre de algo más de cincuenta años, de pelo cano y mirada
severa: es el arquitecto del Centro, Carlos Surraco. En ese entonces
el hospital pasaba definitivamente a la órbita de la Universidad de la
República (1950) y pronto se inauguraría en el año 1953.
Años antes, la revista Mundo Uruguayo había publicado el resultado
del concurso del hospital. Vemos entonces en su estudio de arquitec-
42 43
tura a un joven Surraco rodeado de dibujos de arquitectura y con una
fachada en perspectiva del futuro edificio a su derecha. La revista es de
enero de 1930: más de veinte años llevó la construcción del «Clínicas»
y marcó definitivamente la carrera de su autor. Entre el primer pro-
yecto de 1929 y su concreción hay diferencias: Surraco tuvo que hacer
frente tanto a los cambios vertiginosos en la ciencia y el equipamiento
médico como a las vicisitudes económicas, generalmente adversas. 1
4. Mario Cassinoni, Memoria del Decanato (Montevideo: Facultad de Medicina, Universidad de la Re-
pública, 1954). Discurso del doctor Cassinoni al inaugurar el Primer Congreso Uruguayo de Cirugía
el 15 de diciembre de 1950. Las memorias corresponden a los períodos de 1949-1950 y 1950-1953.
5. Eduardo Wilson, Aron Nowinski, Antonio Turnes, Soledad Sánchez y Jorge Sierra. Hospital de
Clínicas de Montevideo. Génesis y realidad (1887-1974) (Montevideo, 2011): 62. El Parlamento en
Uruguay se conforma con 99 diputados y 31 senadores.
Facultad de Odontología en construcción.
6. Ibídem: 122-124. La foto pertenecía a Surraco y es probable que él mismo la haya tomado.
Surraco también realizó su viaje. Entre la primera y la segunda parte
del concurso visitó los Estados Unidos para conocer de primera mano
sus modernas construcciones. Según declaraba en 1972:
Me dejé llevar a todos lados y así vi lo que nadie ve: los hospitales
funcionando de mañana, de tarde y de noche. Conseguí ver de noche
las policlínicas cuando ingresan los enfermos, ver durante el día cómo
los asisten, ver en las salas de operaciones cuando los intervienen, lo
que yo apenas aguantaba. Y vi los hospitales en altura. Durante meses
estuve viendo y me empapé del tema de tal manera, que aprendí.
Cuando llegué a Montevideo ya tenía yo el hospital en la cabeza, lo
había visto allí.7
Pese a esto, Surraco criticaba a las resoluciones espaciales norteame-
ricanas por su excesiva complicación. El Clínicas, en cambio, lucía
48 a sus ojos como una organización sencilla pensada para un óptimo 49
7. Mariano Arana, Lorenzo Garabelli, Luis Livni, «Entrevista al arquitecto Carlos Surraco». Arqui-
tectura (n.º 259, diciembre de 1989): 8.
8. Surraco, «El Hospital de Clínicas de Montevideo», o. cit: 17.
9. Ibídem.
La idea de la ciudad hospitalaria fue manejada en la época. En julio de
1940, el doctor Eduardo Blanco Acevedo, presidente de la Comisión
Honoraria del Hospital de Clínicas expuso en el Parlamento este
concepto, diferenciando el futuro hospital con otros centros «asisten-
ciales» y comparándolo con los centros hospitalarios más avanzados
del mundo, como el de Madrid, el de Lille y el Columbia Medical
Center de Nueva York.10 El director de esta última institución, el doc-
tor Charles Burlingame había asesorado al propio Blanco Acevedo y
luego viajó a Montevideo para continuar esta labor junto con Surraco.
Las discusiones sobre la mejor resolución tipológica para edi-
ficios hospitalarios estaban estrechamente relacionadas con la
aparición de la administración profesional. En 1929 el economista
y sociólogo estadounidense Michael Davis había publicado Hospital
50 51
Administration: a profession y pocos años después ya se dictaban cursos
en numerosas universidades. La nueva arquitectura debía responder
entonces a los nuevos principios científicos de organización del tra-
bajo. Incluso, la tipología en block ya había sido probada durante los
años veinte en varios hospitales de Estados Unidos y pronto contó con
numerosos defensores. La discusión no solamente se concentraba en Fotografía de la fachada Norte
el tipo arquitectónico sino en la política territorial, en particular en
la necesidad de centralizar y descentralizar al mismo tiempo y de qué
forma llevar esto a cabo.
De hecho, junto con el llamado a concurso para la concreción del
Hospital de Clínicas, el entonces Consejo de Asistencia Pública y más
tarde Ministerio de Salud Pública desarrolló otros intentos de creación
de centros asistenciales que nunca llegaron a construirse. En 1928, el
arquitecto Mario Moreau fue invitado por el director de la Asistencia
Pública Nacional, doctor José Martirené, a trabajar en el proyecto del
«Hospital del Norte», contrapunto y complemento del proyecto de
Hospital de Clínicas.11 En esos momentos Moreau era delegado de la
Asistencia Pública a la Comisión Honoraria del Hospital de Clínicas y
había redactado junto con el doctor Quintela el informe sobre la situ-
ación del momento de la arquitectura hospitalaria y su tendencia hacia
la tipología de hospital en grupo o bloque que quedaría plasmado en
las bases del segundo grado del concurso.
2. Joaquín Torres García al decano de la Facultad de Arquitectura Arq. Armando Acosta y Lara, 6
de agosto de 1934. Archivo iha.
3. Román Berro, Américo Ricaldoni y Emilio Oribe al decano de la Facultad de Arquitectura, Arq.
Armando Acosta y Lara, 28 de agosto de 1934. Archivo iha.
página 53:
4. Joaquín Torres García al decano de la Facultad de Arquitectura Arq. Armando Acosta y Lara, 28 Patio de la casa Leborgne.
de setiembre de 1934. Archivo iha. Relieve Taller Torres García.
No asoma en ese título ninguna referencia a la arquitectura, aunque es contra el adorno y la decoración en los objetos y aún en la arquitec-
posible afirmar que se recoge en un libro aparecido al año siguiente, tura. Un objeto de utilidad debe ser como una máquina, que excluye
Estructura, cuyo título integra vagamente el mundo de aquel arte de todo adorno. Y lo mismo una casa, y un mueble. […] En principio,
reglas con el soporte elemental de la arquitectura real, como tam- la arquitectura debe ser clasificada entre los objetos útiles. Por esto
desnuda de adornos y sin pretensión alguna estética. […] Por esto el
bién por la coincidencia con la temática propuesta en la carta al
constructor de casas ha de ser más bien un científico que un artista.
decano, y por la persistencia en incursionar en temas de arquitectura. Excluido lo estético, de los objetos, del mueble, de la arquitectura,
Agreguemos que en la lista de la Asociación de Arte Constructivo donde se refugia? En el objeto estético sin utilidad práctica. Y aquí el
que tuvo la iniciativa de publicarlo —incluida en el libro—, figura rol del arte aparece manifiesto: sobre la sencilla mesa racional, pon-
al menos media docena de arquitectos (incluyendo en esta catego- dremos el objeto estético: sobre el muro liso, desprovisto de adorno,
ría algunos no graduados y al joven estudiante de ingeniería Eladio el cuadro; en otro sitio la escultura, etcétera.6
Dieste) entre sus veinte miembros. Torres García había conocido a La decoración se agrega: consiste en una serie de obras artísticas de
Eduardo Dieste, tío de Eladio, en España, que según el mismo Torres los amigos del taller, objetos rescatados de demoliciones, o piedras de
fue una de las personas que influyó en su regreso.5 Dieste ensayaría molino convertidas en menhires. De hecho, la atención que concita la
58 literalmente en 1958 gestos pictóricos constructivistas en los lucerna- casa se expresa en fotografías de los objetos de sus interiores, y no de
59
rios laterales de la iglesia de Atlántida, su primera arquitectura. No sus espacios, y en los vericuetos del jardín, que se dibuja con especial
sería la única fuente: Justino Serralta trajo la primicia de los vitrales de atención. Será el jardín donde el arquitecto se libere de la concisa efi-
Ronchamp en 1950 (había ayudado a André Maisonnier en la cons- cacia, para inventar historias: fuentes, monumentos, paisajes breves,
trucción de la maqueta de yeso de la capilla), y su sociedad profesional casi urbanos, en el que los árboles han ido cubriendo el cielo y el suelo.
con Dieste permite ligarlo con el interés del ingeniero en el arte del
número de oro. Sin embargo, la casa para el propio Torres García en la calle Caramurú
revela la imposición de su dueño para reconstruir mucho más lite-
De estos primeros allegados a Torres García, Ernesto Leborgne fue el ralmente «Mon Repós», la casa de campo donde se había instalado a
arquitecto que más se ha asociado a su estética y doctrina. Aunque montar su proyecto grecolatino en Catalunya. Por lo tanto, este episo-
de formación moderna, Leborgne evolucionó hacia una arquitectura dio (aunque se le debe disculpar que él solo terminó el primer proyecto
identificada retroactivamente con lo regional. Sus casas giran alrede- de Juan Menchaca) podría resignificar aquel protorregionalismo de
dor de la idea de patio de concepción «romana» como en la de Mario Leborgne en una adaptación del clasicismo noucentista transmitido por
Lorieto, lo que hace pensar en una referencia colonial. Sin embargo, el catalán. Recordaría Olimpia Torres muchos años después: «[…] Esa
en su propia vivienda en la calle Trabajo el patio se hace simple clau- casa conserva recuerdos de muerte: mi padre, mi madre, mi hermana
sura del jardín. La casa es una estructura de dos plantas sin gestos Ifigenia. […] mi padre pidió que fuera de ladrillo visto para darle un
modernos, conservadora y doméstica, un útil para vivir, totalmente aire de masia [sic] catalana».7 Las imágenes neoclásicas de los patios
consistente con la doctrina torresgarciana (que es llamativamente de Leborgne podrían ser mejor interpretadas si pensamos más en el
lecorbusieriana) y consistente con sus habituales y duras críticas a la mediterranismo impregnado en la prédica de Torres García que en un
decoración neoplasticista. En el curso pudo haber afirmado, como supuesto neocolonial, como han afirmando regionalistas y posmoder-
escribiría en Estructura: nos. Si no, ¿por qué tantos cipreses?
Un objeto útil, con pretensiones estéticas, es una monstruosidad: una
mesa, una pipa, una estufa, una escalera, un reloj. Cuanto más simple
sea y más manifiesten su utilidad, mejor estarán. Y con ésta vamos 6. Joaquín Torres García, Estructura (Montevideo, Biblioteca Alfar, 1935): 117. Los destacados del
original figuran en cursivas.
7. Ramón Mérica, «La casa que Don Joaquín y Doña Manolita concibieron para amar». Diario El
5. Joaquín Torres García (1939), Historia de mi vida (Barcelona, Paidós, 1990): 233. País (30 de junio de 1996, Montevideo. Entrevista con Olimpia Torres).
El interés de los arquitectos en la enseñanza del pintor seguía siendo
escaso hasta sus años finales, tal como rememora Leborgne,8 pero hubo
algunos episodios, finalmente, que los reivindicaron frente al maes-
tro. El hábito de pintar murales, tanto constructivistas como de otras
tendencias, se acentúa por estos años. En 1944 el Taller Torres García
organiza la pintada de los murales del pabellón Martirené (de Surraco y
Morialdo) de la colonia para tuberculosos Saint Bois. Él mismo pintaría
un mural morbosamente nostálgico en la clínica maternal del casmu,
repitiendo a treinta años un fragmento de L’Étatd’Or de la Humanitat,
realizado en 1914 para el salón Sant Jordi de la Generalitat de Catalunya.
La llegada de Mario Payssé Reyes a la revista de la sau parecía poner
de relieve a Torres y la pintura mural en su concepto decorativo, tal
como el pintor la reivindicaba, ajena a la espacialidad u otros usos no
60 61
planísticos. De 1951 es el artículo «La pintura mural en nuestra nueva
arquitectura», en el que se afirma:
Luego de un período de necesaria limpieza de todo lo decorativo
caduco, la Arquitectura Nueva llama cada vez con mayor decisión,
a sus hermanas plásticas, la pintura y la escultura, para que vuelva a
«Mon Repós», casa de la familia Torres García en Terrassa, Catalunya.
complementar sus muros.9
Y siendo consistente con ello, la revista publicaría sucesivamente dos
más: «La escultura en nuestra nueva arquitectura»10 y «Pintura, escul-
tura y arquitectura».11 Los dos primeros, debidos indudablemente
al aliento de Payssé, son la reunión de ejemplos y citas, con breves
comentarios del redactor. El último está extraído de la revista argen-
tina Nueva Visión. Hay algunas contradicciones en el fondo de estos
artículos que, simplificando algunos conceptos, comienzan aceptando
las advertencias de escindir utilidad y arte cuando se trata de pin-
tura (y el T. T. G. es protagonista del primero de ellos), pero cuando
se habla de escultura esos principios ya se diluyen. La cita de Piet
Mondrian llamando a la unificación de la arquitectura, la escultura y
8. Mariano Arana, Lorenzo Garabelli, Luis Livni, «Documentos para una Historia de la Arquitec-
tura Nacional». Arquitectura (Montevideo), n.º 257 (octubre de 1987): 30-36. También en Ernesto
Leborgne (Montevideo, agua, 2005): 38-47.
9. Mario Payssé Reyes (ed.), «La pintura mural en nuestra Nueva Arquitectura». Arquitectura (Mon-
tevideo), n.º 223 (julio de 1951): 18-27.
10. Mario Payssé Reyes (ed.), «La escultura en nuestra Nueva Arquitectura». Arquitectura (Montevi-
deo), n.º 224 (julio de 1952): 17-25.
11. César Jannello, «Pintura, escultura y arquitectura». Arquitectura (Montevideo), n.º 225 (diciem-
bre de 1952): 30-31.
la pintura es casi ofensiva, conociendo los prejuicios de Torres García
con respecto al neoplasticismo. De hecho, la seca dedicatoria de Torres
al holandés en Estructura («A Piet Mondrian») parecía más un gesto
didáctico que afectivo.
El artículo final de la serie, de César Jannello, refuerza esta tendencia
hacia la integración artesanal entre las tres artes.
Mario Payssé Reyes fue el que hizo el esfuerzo más consistente de
construir un universo integral cuya teoría se expresaba en estos artícu-
los, sumando el constructivismo de Torres García a un universo más
amplio que incluye el misticismo12. Aun así, en Payssé se manifiesta no
solo en sus métodos compositivos o la aplicación de arte, aunque los
incluye. Se hace presente en su enseñanza de la arquitectura, aparece
62 también en su vida personal: en su casa las obras de arte constructivo 63
se esparcen en cada estancia, en cada muro, igual que en la casa de
Ernesto Leborgne. Pero a diferencia de este, Payssé compone su propia
casa como un constructivo tridimensional, traicionando, de hecho, la
teoría de Torres García de la necesaria abstinencia de arte en los obje-
tos utilitarios. Mientras que la casa de Leborgne en la calle Trabajo es
un volumen incluido en el jardín de las maravillas —pero compacto
y extraordinariamente conservador—, la de Payssé es rica en expe-
rimentos espaciales, se perfora una y otra vez en dirección vertical
y horizontal y asume varias vertientes modernas, entre las cuales las
referencias a Le Corbusier son obvias. El arquitecto delinea la caja para
después desintegrarla por dentro, probando una síntesis entre la arqui- Rafael Lorente Escudero: casa propia en Bella Vista, 1956.
tectura alveolar y paisajística del suizo y la composición neoplástica.
Después de su muerte Torres García se consolida cada vez más como la
figura representativa del arte uruguayo. En 1958, en el primer número
de la Revista de la Facultad de Arquitectura, se publicó un artículo que
informaba de una exposición de pintura mural.13 El ejemplo, esta vez, es
de un discípulo, Uruguay Alpuy, del que se reproduce a color un mural
ejecutado en el liceo Dámaso Larrañaga, de José Scheps. El mensaje, sin
embargo, es otra vez de ansiedad por la síntesis de las artes.
12. Mary Méndez, Divinos modernos. Tesis de maestría en Historia y cultura de la arquitectura y la
ciudad de la Universidad Torcuato Di Tella, Buenos Aires (inédita, 2012).
13. Jorge Galup, «El Instituto de Estética y Artes Plásticas y la Exposición de Pintura Mural». Revista
de la Facultad de Arquitectura (Montevideo), n.º 1 (diciembre de 1958): 47-51.
Por los mismos años Rafael Lorente Escudero se sumaba al movimiento un proyecto que es sin dudas miesiano, posiblemente la única casa de
de integración de la pintura mural, en la confitería del complejo de cines patios construida a la manera de los ensayos del alemán en los tardíos
Plaza y Central (1947). Pero entre 1956 y 1958, en una serie de cuatro años treinta, específicamente deudora de la casa Hubbe. Torres García
casas en el balneario Bella Vista, Lorente intenta unir el «ranchismo» sería para ellos una figura lejana que se evocaría tardíamente, cuando
—ya con patente de Vilamajó— y las iconografías de Torres García en ya no era novedad sino referencia ineludible.
lo que parecía ser una búsqueda de identidad nacional no estrictamente
Leborgne presenta un dibujo de la planta que ocupa toda la página.
historicista, sino redundando, también universalista en la línea de
No es en razón de alguna particularidad en la composición de la
Torres: primitivismo y símbolos. Pero es tarde: el neobatllismo debía
planta; de hecho, gran parte de la casa es una económica reforma de
modernizar el país, y no quedaban espacios para utopías nostálgicas
una estructura existente. La razón del tamaño de la figura está en el
de un significado trascendente. Más: los humanismos reivindicados
deseo de mostrar el detalle con que se dibuja cada piedra, cada ladrillo,
en esos años surgirían desde la lucha de clases interpretada por una
cada arbusto del patio, éste clausurado como el de la casa del arqui-
intelectualidad (la «generación crítica» o «del 47») a la que difícilmente
tecto, espacio principal de la casa. No alcanza la escasa fidelidad de la
le interesarían símbolos que no fueran políticos.
técnica de impresión disponible entonces para revelar toda la riqueza
64 65
En 1966 la revista Arquitectura, dirigida por Lorente y coordinada por del original, que se adivina. Las fotos se entretienen en los detalles
su hijo Rafael Lorente Mourelle, publicó tres viviendas.14 Una fue la que Leborgne moldea con retranqueos o que subraya con arquitrabes,
casa del pintor Augusto Torres y de Elsa Andrada en la calle Itacurubi cornisas y metopas interpretadas con ladrillos artesanales, y la densa
(hoy José Cúneo) de Leborgne, y las otras eran de Mario Payssé Reyes decoración constructivista que invade rejas, fuentes, pavimentos, y
y de la dupla Justino Serralta y Carlos Clémot. Todas se pueden fechar que incluye los mediterráneos, noucentistas cipreses. Apenas ilustran,
entre 1960 y 1965. La información suministrada es escueta en pala- sin embargo, sobre el espacio en doble altura del estudio del pintor,
bras: tanto Payssé como Leborgne apenas si aportan un párrafo de una caja ciega que se perfora escasamente para dejar entrar un poco de
explicaciones cada uno: el primero sobre el costo y los materiales, y aire y luz: una máquina para pintar.
ambos mencionan los patios. Serralta y Clémot no dicen nada, solo
Al igual que otras tendencias en la recuperación del objeto (arquitec-
muestran. En esta muestra se echa en falta la casa de Julio Gimeno,
tónico) la línea de los alumnos de Joaquín Torres García se cortaría
de 1963, deudora e intérprete de la de Mario Payssé, en una tipología
para solo conservar un dejo de nostálgica artisticidad frente a la urgen-
más urbana.
cia de una arquitectura política. Después de 1959, año del triunfo de
A la casa de Leborgne se dedican seis páginas, cuatro para Serralta y la revolución cubana, la ansiedad integradora de las artes se relegaría
Clémot y dos, apenas, para Payssé. Este último dibuja su planta (como para dejar paso a la discusión sobre la utilidad de la arquitectura en el
lo hacía habitualmente) proyectando sombras de sus muros secciona- futuro productivo. Solo que esta productividad se plantearía en el ape-
dos, haciendo énfasis en el ahuecamiento del espacio, en su relieve. nas teórico campo de lo ideológico, en el mismo terreno de nadie que
El dibujo de los pavimentos y los vegetales es estándar, de un cierto se abrió entre la política de lo real y el futuro después de la revolución
preciosismo gráfico pero indiferente; también el del equipamiento de social. Ningún espacio, pues, para el símbolo.
los jardines (no se dibuja el de los interiores). La planta es económica
y el acento artístico se concentra en la fachada, que se dibuja superpo-
niéndoles sus trazados. Los epígonos corbusierianos Serralta y Clémot
traicionan su referente con su publicación de la casa Acosta y Lara,
14. Mario Payssé Reyes, «Vivienda en Carrasco»; Justino Serralta y Carlos Clémot, «Vivienda en el
Prado»; Ernesto Leborgne, «Vivienda en Punta Gorda». Arquitectura (Montevideo), n.º 241 (mayo
de 1966): 5-16.
04.
Aldea Feliz 67
2. Mauricio Cravotto y otros, «Anteproyecto de Plan Regulador de Montevideo», Arquitectura 3. «Instituto de Urbanismo da Facultade de Arquitetura de Montevideo», Arquitetura e Urbanismo,
(sau), n.º 160 (1931). n.º 225 (setiembre-octubre de 1937).
El Plan para el Cerro exploraba la capacidad evocativa de los pueblos
mediterráneos incorporando imágenes medievalizantes para los case-
ríos y aprovechando las diferencias de niveles que caracterizan el sitio.
Las visuales interrumpidas, las calles ondulantes, la relación entre los
edificios, el borde cerrado de las plazas con centros vacíos, eran tópi-
cos que se alineaban indudablemente con la tradición del arte urbano
difundido por Sitte.
En 1941 el concurso para el Plan de Mendoza, en Argentina, repre-
sentó otra ocasión para poner en práctica buena parte de la teoría.
Obtenido el primer premio, Cravotto y Scasso, junto con los argen-
tinos Fermín Bereterbide y Alberto Belgrano Blanco, definieron
tres etapas consecutivas siguiendo la operativa que solía usarse en el
Instituto de Urbanismo de la Facultad de Arquitectura, que entonces
72 73
era dirigido por Cravotto.4 El preplan estaba basado en los datos pri-
marios obtenidos y pretendía definir un plan de acciones inmediatas
para evitar que se agravaran los problemas de la ciudad. Estaba regido
por una serie de conceptos clave aunque bastante abstractos como la
idea de justicia, entendida como una «concertación urbana» que debía
1
permitir a cada uno de los habitantes «la posibilidad de compren-
der, sentir, hacer y dejar hacer la obra armónica» y «participar de la
felicidad colectiva».5 Siguiendo las lógicas de la Aldea Feliz, el plan
presentaba como prerrogativa fundamental la transformación de tie-
rras privadas en públicas para poder operar libremente de acuerdo con
las conveniencias generales, eliminando los intereses de los privados
que siempre obstaculizan el bien común. Al liberar la propiedad de
la tierra se proponía mejorar el uso del suelo y del subsuelo, aprove-
chando la zona de serranías para habitación, cultivo y forestación.
Los arquitectos buscaban dotar a Mendoza de ciertos elementos con 2
Antonio Cravotto. 6. Mauricio Cravotto. La Aldea Feliz, una teoría para distribuir armónicamente la población en creci-
Anteproyecto para la Villa Humboldt, 1949. miento del Uruguay, Diario Acción, n.º 2417 (Montevideo, agosto 24 de 1955).
referencias corbusieranas. En una de las perspectivas el Geografeum se
presentaba como una torre escalonada, un zigurat.7
En Villa Humboldt la memoria corbusierana se vinculaba a otra ima-
gen relevante para la cultura arquitectónica local: Venecia. La ciudad
lacustre actuaba como cita obligada a la hora de expresar la armonía
y la belleza del núcleo urbano situado en el Bonete. De la mano de
Mauricio Cravotto son los croquis que muestran las típicas góndolas
que permitían circular por la villa instalada «sobre y en el agua, agua
como en Venecia.8
Cravotto percibía en la ciudad italiana la síntesis entre la razón nórdica
y la sensibilidad del sur. Al menos eso afirmó en noviembre de 1952
en la conferencia pronunciada en la Agrupación Universitaria con
76 ocasión del acto académico que conmemoraba el Día del Arquitecto. 77
Venecia era para Cravotto el lugar sugestivo, amado o comprendido
con la sangre, con el espíritu y con el intelecto; lugar de la verdad
certera e inagotable fuente de sugestiones.9 Defender estas referencias
en el momento más violento de las discusiones relativas al Plan de
Estudios de la Facultad de Arquitectura significó para Cravotto una
toma de posición que le costó en 1953 renunciar a la actividad docente
que había desarrollado sin interrupciones durante más de treinta años.
Su renuncia fue la culminación de un proceso caracterizado por las
duras críticas que se alzaron contra su utópica Aldea Feliz.
7. La cita parece obligada por lo conocida en Uruguay. Un museo acuático muy similar al Munda-
neum había sido colocado como pieza central del anteproyecto para Punta del Este que realizó
Carlos Gómez Gavazzo en 1935. El Geografeum de Antonio Cravotto presenta una ubicación Mauricio Cravotto.
prácticamente idéntica. Croquis para Villa Humboldt.
8. Venecia guardaba secretos analizados y ampliamente difundidos entre los arquitectos de la mitad
del siglo xx y fue un referente inevitable para los rioplatenses de la década del cincuenta. Todos la
«vieron» de alguna u otra manera. La relevancia de Venecia para la cultura local fue considerada
ampliamente en la tesis doctoral de Jorge Nudelman defendida en Madrid en junio de 2013, Tres
visitantes en París. Los colaboradores uruguayos de Le Corbusier, y en la tesis de maestría defendida en
mayo de 2013: Mary Méndez, Divinas Piedras. Arquitectura y religión católica en Uruguay, 1950-1965.
Ambos textos están disponibles en el Centro de Documentación e Información del Instituto de
Historia de la Arquitectura (iha) de la Facultad de Arquitectura.
9. Mauricio Cravotto, «Exploración en una región arquitectural», Arquitectura (sau), n.º 226 (1953).
05.
Ranchismo 79
R
80 81
omán Berro polemizaba —como se destaca en el epí-
grafe— en 1920, en su ponencia al Primer Congreso
Panamericano de Arquitectos, con la adaptación del estilo
colonial, particularmente el californiano. De hecho, es
bastante unánime la postura anticolonial de los arquitec-
tos en el contexto uruguayo. Visita al Ventorrillo de la Buena Vista en construcción, 1946.
Por tanto, había que buscar con paciencia un tipo de arquitectura que
se identificara con la política ya moderna, estatista, anticlerical, casi
socialista, del gobierno de José Batlle y Ordóñez. El contexto era apto,
sin duda, para admitir una amplia tolerancia hacia la «nueva arquitec-
tura», enmarcada en la teoría racionalista del académico francés Joseph
Paul Carré, reclutado en la todavía prestigiosa École de Beaux Arts pari-
sina durante la presidencia del fundador del batllismo.
La historiografía, desde Lucchini hasta Arana y algunos críticos más
recientes, reconoce recién en el Ventorrillo de la Buena Vista y en
otras construcciones que Julio Vilamajó construyó en Villa Serrana1
(1945-1948), como los inicios del uso que se hizo —y aún hoy se
hace— de las estructuras de madera rústica y quincha a lo largo y
ancho de la República. Algo más tarde los ranchos de Bella Vista de
Rafael Lorente2 (1956-1958) unieron esta supuesta tradición construc-
tiva nacional con el constructivismo de Joaquín Torres García para
3. Daniel Vidart, El rancho uruguayo: tipología y técnicas constructivas (Montevideo: Centro de Estu-
dios Arqueológicos y Antropológicos Americanos, 1967).
4. Le Corbusier, «Errazuriz, maison en Amérique du Sud, 1930», L’Architecture Vivante (primavera y
verano 1931): 37-42.
reivindicado por su autor.5 Se trata de un proyecto que ordena en planta
una unidad de producción elemental y vivienda mínima, construida
con técnicas tradicionales apenas racionalizadas: tierra, madera y paja.
Su distribución también adopta soluciones directamente derivadas de
la tradición, como la letrina alejada de la vivienda o el patio insinuado
en la planta en «L», insistiendo en el diseño minucioso de las orien-
taciones, o la ubicación de las plantaciones, utilizadas explícitamente
como protecciones para los vientos fríos del invierno. La apariencia
del conjunto se aproxima más a un tributo a la sabiduría popular que
a un «experimento», tal como anunciaba su nombre. El vínculo con
Teófilo Herrán (partícipe en iniciativas sobre vivienda popular)6 y la
filiación socialista de Gómez Gavazzo abre espacio a interpretaciones
que apuntan a la construcción de una cultura de izquierda tendiente a
84 vincular tradición y hábitat democrático. 85
5. Juan Antonio Scasso, «El problema de la habitación rural», La propaganda rural, n.º 784 (mayo
1935): 56-58. Carlos Gómez Gavazzo y Teófilo Herrán, «Vivienda rural», ceda, n.º 19-20, 1950
(folios 15.º al 34.º, sin paginar). Anónimo, «Lo que debe ser una vivienda rural. Un rancho mode-
lo en la Exposición Rural de San José. Concepción de los arquitectos nacionales Teófilo Herrán y
Carlos Gómez Gavazzo», El Pueblo, circa 1935.
6. Teófilo Herrán, «Conclusiones. I Congreso panamericano de la vivienda popular», Arquitectura
(Montevideo, 1939): 19-21.
7. Mariano Arana y Lorenzo Garabelli, Arquitectura renovadora en Montevideo, 1915-1940 (Montevi-
deo: Fundación de Cultura Universitaria, 1991).
dolo extensivo a toda la modernidad local. Tampoco tiene relación con
el heimatstil nacionalsocialista imitado frecuentemente por esa época,
aunque la historiografía lo reconoció escasamente. Lo de Gómez y
Herrán es auténtico barro, paja y madera sin aserrar. Algunos estudian-
tes de Gómez ya lo practicaban, pero la sensibilidad a la construcción
vernácula es anterior a 1945, y traspasa el protagónico vanguardismo
construido por la historiografía uruguaya sobre Villa Serrana, como se
puede comprobar en el ejercicio de urbanismo de una «aldea marítima»
en el que se perciben relevamientos de viviendas lacustres y proyectos
de reinterpretación de aquellas.8
Anteriores también al singular monumento vegetal de Vilamajó son
los trabajos de sus propios estudiantes, como lo prueban los dibujos
de Justino Serralta corregidos por aquel, que no están datados pero
86 87
que no son de más allá de 1943, último año en que fue estudiante del
taller. De hecho, se adivinan en estas correcciones del maestro algunas
soluciones que encarnarían en el Ventorrillo.
También deberíamos buscar nexos con la sensibilidad ruralista en
el Instituto de Urbanismo, creado en 1937. En la ideología de su
1
fundador, Mauricio Cravotto, se aúnan el romanticismo populista
alemán con una disciplina urbanística germinada de raíces diversas:
Jaussely, Poëte, Hegemann. En 1942 un cierto optimismo lo animó
a la ampliación de su estructura con personajes consistentes con la
sensibilidad paisana.9 Gómez pasó a ser «jefe de trabajos prácticos» y
Scasso actuaba como subdirector del instituto desde 1941. Aparecen
en su consejo honorario figuras ya consagradas de la Facultad, y se
agregan protagonistas de la política como Víctor Soudriers (ingeniero
y político vinculado a grandes infraestructuras viales, ferroviarias y de
energía), el doctor Carlos Quijano (director del semanario Marcha),
el doctor Eduardo Couture (abogado y docente universitario), y el
doctor José Antonio Gallinal. Según Jacob:
2
[e]n Uruguay el apellido Gallinal se asocia a la gran propiedad rural,
al fervor religioso, a la modernización agraria y a la mejora de la cali-
dad de vida de sus servidores y colaboradores: los asalariados rurales.10
8. Anónimo, «Una pequeña aldea marítima en las costas del este en la zona de las lagunas», Revista 1. Albergue de playa (el «poncho»),
del Instituto de Urbanismo, n.º 7 (1.er semestre 1942): 75-84. Carlos Gómez Gavazzo, 1938.
9. Revista del Instituto de Urbanismo, n.º 8 (2.º semestre de 1942 y 1943): 1. 2. Dibujos de Justino Serralta y Julio Vilamajó,
10. Raúl Jacob, La quimera y el oro (Montevideo: Arpoador, 2000): 101. de esquicio escolar.
Y 1942 es justamente el año del golpe de Estado del general arqui- Niño del Campo (sin firmarlo). Se requiere su opinión experta y agrega
tecto Alfredo Baldomir. No es casual entonces un refuerzo de las líneas dos artículos independientes más, el rancho experimental y un estu-
de fuerza entre la academia y la ruralidad: Cravotto ya estaba desa- dio paisajístico-productivo para el «naranjal salteño».13 La causa social
rrollando su Aldea Feliz, una utopía conciliadora del campo con la es la dominante que permite articular las preocupaciones de Gómez
ciudad en la dirección de Howard, Scasso colaboraba con la revista La y Herrán (ambos políticamente desmarcados del paternalismo de sus
Propaganda Rural, Gómez ya había construido el rancho experimental maestros) con los estudiantes de la posguerra.
y seguiría insistiendo con la estructuración de un territorio bien ser-
vido para mayor felicidad de los campesinos. Incidentalmente, Gómez nos ilustra sobre las contradicciones en
las que incurrirían esos mismos estudiantes en la revolucionaria
Pero si comparamos aquella conformación optimista del Instituto de «Exposición de Motivos» del Plan de Estudios de 1952:
Urbanismo con la descrita en el n.º 9 de 1950 (tras seis años de silencio
Hace ya más de cuarenta años, que en distintas formas se viene tra-
que incluyen el fin de la guerra), vemos una contracción alarmante. tando el problema de los «rancheríos» sin haberse podido llevar a la
Carlos Gómez Gavazzo es el único que aporta una investigación autó- práctica los pocos medios recomendados en la copiosa literatura que
noma, también sobre problemas rurales. Presenta un trabajo para la este asunto ha venido originando.14
88 89
Fundación Nacional Amigos del Niño del Campo,11 con una grille
ciam adaptada para funcionar a la escala de una villa rural. La frase indica una preocupación social más vieja que lo que «la gene-
ración del 52» pudo o quiso reconocer.
Ese mismo año, apareció un lujoso número doble de la revista del
Centro de Estudiantes de Arquitectura (ceda). El tema central de la Entre 1953 y 1955 Gómez dirige un enorme trabajo de estudio y propues-
revista es un amplísimo reportaje, «El problema de los rancheríos»,12 que tas para Cerro Chato, en el centro del Uruguay profundo. Cada padrón
va a establecer la tradición del carácter y el espíritu de 1952: el compro- y cada casa son meticulosamente registrados en fotografías que cons-
miso militante con la realidad, sobre todo con la pobreza y la injusticia tituyen en sí mismas un hermoso relevamiento antropológico. Se han
social. La relación completa de su contenido incluye: Presentación, escrito en el reverso de cada una, con lápiz, los datos de identificación
cronología, encuesta, arte (antecedentes en la pintura uruguaya), bases del padrón y la manzana, a los que se agrega a veces el nombre del pro-
físicas —estadísticas—, testimonios, conclusiones, síntesis de leyes y pietario. La mayoría solo muestra las casas, pero en algunas se ven a sus
acciones, plan de acción y plano plegado de la ubicación de los ranche- habitantes posando en el frente. Muchas son de quincha y adobe. En el
ríos en el territorio uruguayo. Destaca la apuesta a la interdisciplina, mismo archivo se conservan microfilms de los planos de trabajo, esta vez
propiciando la participación de maestros, antropólogos, políticos, etcé- en el más abstracto lenguaje técnico: «Edad de la construcción», «Nivel
tera. Aparecen, y hoy son para nosotros significativos, nombres como el económico», «Producción zonal», «Habitabilidad. Vivienda salubre-
antropólogo Daniel Vidart y el maestro rural Julio Castro, víctima de la insalubre», «Negativo de la maquette», «Cerro Chato (región)», «Zona
dictadura en 1976 (seis años antes Cravotto había invitado a un Gallinal urbana y suburbana», «Vialidad urbana», «Estructura integral» (con una
a la revista del iu. El doctor Alberto Gallinal sería su continuador en los nota en el sobre que reza: «1 salió para Le Corbusier»).
sesenta). Gómez colabora ampliamente en el número, desde su puesto Sin embargo, luego de Villa Serrana y los ranchos de playa de Bella
en el Instituto de Urbanismo. Incluye el trabajo para los Amigos del Vista, la quincha sólo se usaría para las casas de vacaciones, el ocio. El
fracaso del paradigma romántico y neofolclórico es coincidente con
11. Carlos Gómez Gavazzo, «La recuperación de poblados indigentes Programa-Presupuesto para la explícita modernización del gobierno de Luis Batlle, sobrino del
la Reestructuración experimental de Una Población Indigente compuesta de 300 Habitantes-60
Familias», Revista del Instituto de Urbanismo n.º 9 (1950): 12-17 y un encartado de seis folios:
385 mm por 800 mm. 13. Carlos Gómez Gavazzo, «Arquitectura del campo. Remodelación del naranjal salteño»; Teófilo
12. Centro de Estudiantes de Arquitectura, «El problema de los rancheríos», ceda n.º 19-20 (marzo Herrán y Carlos Gómez Gavazzo, «Vivienda rural». Ibídem.
de 1950), folios 15.º al 34.º, sin numerar. 14. Ibídem.
fundador del batllismo, y confluyente con la herencia modernizadora,
ahora más claramente identificada con la estética maquinista y las pre-
tensiones industrialistas. Los cincuenta están ciertamente marcados por
la unanimidad moderna, que se hace presente en tardías reafirmacio-
nes, como el Plan de Estudios de la Facultad de Arquitectura, o en una
arquitectura de acero y cristal. Para los pobres, nada de barro ni paja ni
madera: serán más higiénicos el hormigón, el acero, y el fibrocemento.
De hecho, ya está anunciado en las páginas de la La Propaganda Rural
que publicara el rancho experimental en 1935, donde puede verse un
aviso en el que se lee: «El Hormigón en el Campo es Oro». Las rei-
vindicaciones ruralistas que se imponen en la política de fines de los
años cincuenta, incluidos los discursos estridentes de Benito Nardone
alias «Chicotazo», no son nostálgicas: están dirigidas a posicionar en su
90 lugar político a los los productores rurales que sostienen la economía de 91
la nación. Para ello, hay que apropiarse de la modernidad: máquinas,
genes, ciencia.
Para Gómez solo quedaba la posibilidad de la reivindicación teórica de
artefactos que contenían técnicas artesanales como la madera o la paja.
En sus proyectos de imagen moderna se incluyen celosías de madera
entramada, un recurso que combinaba las fachadas complejas de Le Fotografías de autores desconocidos
del relevamiento de viviendas de Cerro Chato,
Corbusier con la sabiduría vernácula, como en segundo premio del con- departamento de Treinta y Tres. 1953-1954.
curso para el policlínico del casmu, de 1949. El caso más extravagante
de intento de fusión entre modernidad y tradición es un proyecto no
construido (y jamás divulgado) de alojamiento colectivo en La Paloma.
Por la ubicación del terreno, es probable su relación con las obras de
urbanización del entorno de la iglesia de La Paloma, muy cercana.
Esa vez la operación parte del Pabellón Suizo de Le Corbusier, redu-
cido homotéticamente y manipulado en clave de modelo. Gómez
sustituye el prisma corbusieriano de los dormitorios por una pequeña
nave cuya sección es la de un rancho tradicional, construido con las
técnicas tradicionales: estructura de madera y techo de quincha apo-
yada sobre una base de hormigón armado sobre «pilotis». Quizás,
un último intento de fusión, donde la tradición está literalmente en
brazos de lo moderno o, abusando de una lectura iconológica, en el
pedestal de su monumento funerario.
06.
San Marcos
The St. Mark´s Square of Venice has been obsessively analyzed and
quoted among Uruguayan Architects. The marciano ensemble was
considered example of civic life converted to stone, perfect synthesis of
the Mediterranean cultures and organic result of collective labor. In
its harmonious relations, in the ways to articulate space or the minute
geometric distortions, the architects explored time and time again its
outlines, trying to capture the profound secret of its architecture.
E
n la primera mitad del siglo xx, el conjunto veneciano de
San Marcos fue considerado ideal de belleza, síntesis mate-
rial de las culturas de Oriente y Occidente, expresión del
trabajo colectivo de una comunidad y también, modelo de
vida cívica. Los estudios de John Ruskin fueron sin duda
muy influyentes y sus principales ensayos, Las piedras de Venecia y Las
siete lámparas de la Arquitectura, fueron leídos con interés por las pri-
meras generaciones de arquitectos rioplatenses.
En Uruguay la referencia al conjunto se mantuvo durante años. En
1924 el arquitecto Julio Vilamajó decía, al regresar de su viaje por
Italia, que la plaza conformaba un conjunto armónico por su escala y
proporciones, una maravilla arquitectónica producto de la confluen-
cia de las especiales condiciones naturales y de una mirada artística.
94 95
Consideraba que sus pautas formales podrían ser tomadas como
directivas básicas para construir una ciudad moderna.1 El interés de
Vilamajó en lo que él llamaba su «programa veneciano» se plasmó
en la casa para Augusto Pérsico construida en 1926. Aludió en ella
a los palacios urbanos de Venecia: los vitrales de Arturo Marchetti
presentan vistas de los canales como los óleos que coronan los dinteles
de las puertas, que fueron pintados por el propio arquitecto. Años
después, en 1939, Vilamajó afirmaba que los espacios libres interiores
de su Facultad de Ingeniería fueron realizados siguiendo las suges-
tiones espaciales provenientes de la forma del lugar vacío de la plaza
veneciana.2
Estudio de proporciones y trazados geométricos
San Marcos fue elegida también como modelo por la belleza de sus sobre una planta de San Marcos.
Carlos Gómez Gavazzo. 1933.
proporciones. Carlos Gómez Gavazzo, colaborador de Le Corbusier
entre 1933 y 1934, había considerado en varias oportunidades la impor-
tancia de las armonías geométricas de San Marcos y su utilidad para la
producción arquitectónica del siglo xx. Para mostrarlo «intervino» la
fotografía de sus edificios, dibujando sobre la imagen unas modernas
ventanas apaisadas.3 Los croquis que Gómez realizó en Venecia en 1933
mantuvieron su significación por más de cuarenta años ya que los
publicó sin cambios en 1973 en el libro De la estética a la economía 2.
1. Julio Vilamajó. «Crónicas de viajes de becario». César Loustau, Vida y obra de Julio Vilamajó.
(Montevideo: Editorial Dos Puntos, 1994).
2. Julio Vilamajó, Facultad de Ingeniería. Su edificio en construcción. (Montevideo, 1939). página 91:
Croquis de San Marcos.
3. ceda, n.º 6 (Montevideo: julio 1934). Carlos Gómez Gavazzo. 1933.
En el capítulo «La sensibilidad estética» afirmaba que el conjunto, Desde estos presupuestos abordemos un caso particular: la aparición
edificado en distintos momentos, mantenía misteriosas relaciones de reminiscente de San Marcos en el Seminario Cristo Rey, proyectado
escala y armonía, visibles tanto en la planta como en la percepción por Mario Payssé en 1951. El «carácter» de este edificio se anclaba en
sensible del espacio.4 una comunicación de tipo simbólica utilizando una referencia trans-
parente, a través de la cual el arquitecto dialogaba directamente con
Es posible que el pensamiento de Ruskin adquiriera una mayor rele-
sus contemporáneos.
vancia para la cultura artística y arquitectónica rioplatense con el
retorno a Uruguay de Joaquín Torres García, en 1934. En el artículo El Seminario está ubicado en la localidad de Toledo, a 22 km de la ciudad
«Algunas ideas sobre arquitectura monumental», Américo Ricaldoni, de Montevideo, en el departamento de Canelones. Fue encargado por el
profesor de Teoría de la Arquitectura, exponía el pensamiento ruski- cardenal Antonio María Barbieri, quién imaginó el Seminario magnífico
niano.5 El texto, publicado en 1936 en la revista del ceda, destacaba por su tamaño, con una capacidad para alojar quinientos seminaristas,
la monumentalidad como uno de los medios para alcanzar valores desproporcionada ambición para un país pequeño y con tan escasas voca-
permanentes. Parafraseando «la lámpara del recuerdo», indicaba que ciones religiosas. El edificio se organizó por medio de cinco patios cuya
el edificio debía lograr la comprensión del observador y los medios posibilidad de comunicación constituía la esencia del partido adoptado.
96 97
más eficaces eran la utilización de formas simbólicas convencionales Estos fueron limitados por crujías o pórticos para dar a la imagen arqui-
y la evocación basada en la analogía con formas empleadas en épocas tectónica de la reclusión monacal. La jerarquía compositiva representaba
pasadas o lugares lejanos, en condiciones especialmente significativas y simbólicamente la relación con la divinidad de los rangos eclesiásticos y
concordantes con el espíritu de la obra en gestación. Ricaldoni insistía se aseguraba por la ubicación altimétrica de los cuatro centros. En el eje,
en la necesidad de reforzar el efecto monumental del edificio y ponía, sobre la parte más alta del terreno se colocó la iglesia, el centro espiri-
entre otros ejemplos, la influencia estética de las perspectivas lejanas tual, luego el hogar de profesores, el centro de comando o de gobierno,
de la piazetta veneciana. seguido por el centro intelectual de la biblioteca. A los lados y algo más
abajo se ubicaron el seminario mayor y el menor.
Mario Payssé Reyes fue alumno de Ricaldoni y también de Julio
Vilamajó. En 1939, ya integrado como docente en el Taller Vilamajó, El edificio resultó de un llamado a concurso en dos grados, y al detenerse
publicó en el suplemento dominical del diario El Día una nota sobre en la comparación entre los dos anteproyectos presentados por Payssé
el conjunto de San Marcos.6 El artículo, escrito con su colega y amigo se observan variantes de importancia. Los elementos más relevantes que
Guillermo Jones Odriozola, se basaba en sus diarios de viaje y versaba se ocultan en el proyecto ganador de la segunda fase son bien visibles
acerca de la armonía de su arquitectura. Estaba ilustrado con fotogra- en el que presentó a la primera. La planta es el resultado de usar como
fías de la plaza y con el trazado de Georges Gromort.7 En 1940, una punto de partida la reproducción de la plaza publicada en el libro de
foto de la plaza tomada por Payssé ilustraba la tapa de la revista del Gromort. Si desestimamos la escala y nos atenemos a la configuración
Centro de Estudiantes de Arquitectura. general se observa que no solo el ángulo superior izquierdo coincide
exactamente sino que las proporciones generales de ambos conjuntos
son idénticas. Más aun, la serie de pilares de la galería que rodea el claus-
4. Carlos Gómez Gavazzo, «Hechos y cifras», De la estética a la economía 2 (Montevideo: itu,
Facultad de Arquitectura, 1973).
tro del seminario menor parece haber sido diseñada tomando una de
5. Américo Ricaldoni, «Algunas ideas sobre arquitectura monumental», ceda, n.º 7 (Montevideo: cada dos columnas del plano de la base. Crujías y corredores coinciden
1936). completamente e incluso el tamaño de las aulas fue establecido sobre
6. M. Payssé Reyes y G. Jones Odriozola, «Venecia», Suplemento Dominical, El Día, n.º 325, Año tres módulos de los edificios. En el mismo sentido, la galería que divide
viii (Montevideo: 2 de abril, 1939).
ambos seminarios continúa la de la Libreria Vecchia, superponiéndose al
7. Payssé realizó entre 1937 y 1938 un viaje por el norte de África y Europa con Jones Odriozola. El
artículo sobre Venecia es uno de los que se publicaron en ese suplemento, tomados de su diario área ocupada por el Campanile de San Jorge.
de viaje.
La piedra fundamental del Seminario se colocó el 5 octubre 1952 y
el proyecto ejecutivo se culminó en 1953 con la colaboración de los
arquitectos Walter Chappe y Enrique Monestier. El interés de Payssé
permaneció en la esfera del arte y en los recursos comunicativos, y por
ello, a partir de 1960 se fueron incorporando los elementos escultóri-
cos. Bajo la dirección de Payssé trabajaron los artistas del Taller Torres
García para los que reservó 1600 m2 para frescos, mosaicos y cerámi-
cas. En orden cronológico se realizaron el campanario, la fuente del
patio de los profesores y del seminario mayor, los murales del semina-
rio menor, las fachadas interiores de la iglesia y el bautisterio.
Hacia 1963 se completó la fachada principal del templo. Payssé
propuso dividir la superficie horizontalmente en cuatro grandes rec-
tángulos que representarían cuatro etapas de la historia de la Iglesia,
98 99
comprendiendo cinco siglos cada una. La división se definía en razo-
nes armónicas según la Divina Proporción. En el eje vertical el tramo
central estaría formado por los nombres de los papas más importantes
en cada una de las etapas.
En el interior domina la abstracción más completa. En la cara interior
de la fachada el escultor Horacio Torres realizó un mural constructi-
vista con ladrillos redondeados que se vinculan con la fachada exterior
mediante unos huecos cerrados por vidrios de colores.8 La imagen
sobre el lado izquierdo del altar representa un pez con las letras alfa
y omega en su interior, símbolo del Cristo pero también figura típica
del repertorio torresgarciano. Sobre la derecha un triángulo equilátero,
con el ojo de Dios en la zona superior y debajo tres elementos símbolo
de la Trinidad, la cruz, la paloma y la palma extendida. La fuente del
patio de profesores fue proyectada por Payssé como un pequeño muro
de proporciones áureas, dividido en sectores también áureos. Con las Superposiciones sucesivas
del anteproyecto del primer grado
mismas relaciones definió en 1958 la Fuente de los Teólogos para el presentado por Payssé sobre la
patio del seminario mayor. plancha de la Plaza de San Marcos
del libro de grabados de G. Gromort.
En 1966 las obras se detuvieron definitivamente por falta de fondos,
en 1967 los religiosos abandonaron el edificio y dos años después el
conjunto fue adquirido por el Ministerio de Defensa para alojar la
Escuela del Ejército, función que cumple actualmente. Debido al
nuevo uso se realizaron intervenciones de importancia que buscaban
8. El escultor Horacio Torres era el hijo menor de Joaquín Torres García. Nació en Italia en 1924 y
murió en Estados Unidos de Norteamérica en 1976.
eliminar el simbolismo religioso buscado por el arquitecto. Se destru-
yeron todos los elementos escultóricos que la obra integraba, el mural
del campanario fue retirado completamente, lo mismo ocurrió con las
leyendas del seminario menor y las de las fuentes que presentan hoy
un triste aspecto. Mejor suerte corrió la fachada de la iglesia, ya que
los rejillones con los que se cubrió pudieron ser removidos cuando
el Seminario fue declarado Monumento Histórico Nacional por la
Comisión de Patrimonio Cultural de la Nación, en el año 2005.
El Seminario de Toledo resulta el caso más elocuente de la presencia de
San Marcos como referente entre los arquitectos de Uruguay a mitad
del siglo. Como hemos visto se usó como base para los primeros tra-
zados y es conocido que en el taller que Payssé dirigió a partir de 1948
se procedía de esa forma cuando los estudiantes debían enfrentarse a
100 101
programas que requerían impacto simbólico.
También Justino Serralta, que trabajó para Le Corbusier entre 1948
y 1950, realizó innumerables trazados en papel transparente sobre los
grabados de San Marcos publicados en el libro de Gromort. Sus estu-
dios buscaban descubrir la geometría sobre la que se basaba una belleza
que, en ese entonces, nadie discutía.9 Al parecer, Serralta encontró
Mario Payssé, alguna explicación numéricamente convincente ya que indicó que
Anteproyecto presentado al segundo grado
del concurso, 1952. había logrado demostrar la validez universal del Tetratkys como tra-
zado regulador y que Le Corbusier había quedado «sorprendido por el
hallazgo» cuando se los mostró en 1949.10
La nota se explica porque Le Corbusier había mostrado gran interés
en las proporciones del conjunto desde sus primeros viajes a Italia.11 En
ella había redescubierto «la gran ley del urbanismo».12 La importancia
que tenía para Le Corbusier a fines de los años cuarenta posiblemente
sea la responsable de su aparición recurrente en las propuestas de otros
colaboradores que se trasladaron a estas regiones australes y las de
sus seguidores más convencidos. Su permanencia quedó demostrada
en los fotomontajes que inspiraron los centros cívicos y comerciales
argentinos, en la Urbanización del Bajo Belgrano, en Buenos Aires,
9. G. Gromort, Choix de Plans de Grandes Compositions exécutées (Paris: Vincent, Fréal et Cie, 1944,
3.ª edición).
10. Justino Serralta, El Unitor 2 (Montevideo: Ediciones Trilce, 1995).
11. Le Corbusier, Obra completa, vol. 1, 1920-1929: 20.
12. Le Corbusier y François Pierrefeu, La Casa del Hombre (Barcelona: Poseidón, 1980): 167.
proyectada en 1948 por Antonio Bonet, Jorge Vivanco y Jorge Ferrari
Hardoy y el de la Ciudad Universitaria de Tucumán, de Horacio
Caminos.
Al promediar el siglo se puede descubrir la geometría de la plaza
detrás de las grandes composiciones de los estudiantes de la Facultad
de Arquitectura de Montevideo: eran los alumnos de Payssé o de
Mauricio Cravotto. También Cravotto estuvo interesado en San
Marcos, espacio percibido como la síntesis entre la razón nórdica y
la sensibilidad del sur. Así lo expresaba en noviembre de 1952 en una
conferencia pronunciada en la Agrupación Universitaria con ocasión
del acto académico realizado para conmemorar el Día del Arquitecto.
Según Cravotto, Venecia ofrecía a los arquitectos una nueva lección de
equilibrio y fantasía.
102 103
Más allá de confirmar la importancia del conjunto, la conferencia
citada resulta significativa porque permite enlazar las ideas locales con
las de los arquitectos y teóricos europeos de mitad del siglo xx. Fue
dictada a su regreso de Milán y sus palabras tenían un alto grado de
oportunismo. Cravotto asistió al Congreso de la Divina Proporción
realizado en la Trienal de Milán entre mayo y setiembre de 1951 que
reunió a matemáticos, músicos y filósofos con diseñadores y arquitec-
tos. Allí estaban Matila Ghyka, Rudolf Wittkower, James Ackerman,
Sigfried Giedion, Lucio Fontana, Carlo Mollino, Ernesto Nathan Estudio de proporciones realizado por Justino Serralta.
Rogers, Max Bill, Pier Luigi Nervi y Bruno Zevi. Allí Le Corbusier
dictó la conferencia «Proporción y tiempos modernos» y presentó una
nueva versión del Modulor, dibujada poco tiempo antes por Justino
Serralta en el atelier de París.
07.
Punta
del Este
La consolidación de Punta del Este como balneario y el inicio
del proceso de expansión que le llevaría a ser uno de los polos
turísticos más exitosos de América Latina tiene su correlato en la
instalación de un debate entre académicos, inversores, operadores
culturales y políticos. Frente a una geografía privilegiada, la
promesa de explotación turística puso al descubierto las distintas
estrategias sectoriales y con ello fue terreno fértil para algunos
experimentos arquitectónicos singulares.
A mediados de la década del cincuenta se registraron las primeras cos comenzaron a extender créditos hipotecarios que determinaron
intervenciones edilicias de gran impacto. Los arquitectos Francisco un enorme crecimiento de las inversiones inmobiliarias. Entre enero
Villegas Berro —encargado del área edilicia en la Intendencia de y octubre de 1979 el pbi creció 88% respecto a igual período del año
Maldonado— y Guillermo Jones Odriozola —asesor del Ministerio anterior, cifra que no había sido alcanzada desde 1954. En esta varia-
de Obras Públicas— lograron, en 1952, la sanción de un plan general ción tuvo gran incidencia la industria de la construcción con un
para la península, con una normativa que acotaba la altura máxima a incremento de aproximadamente 23%.
planta baja y dos niveles para toda la ciudad. Perpendiculares a la ave-
nida Gorlero —la principal del balneario— se debían colocar edificios
de treinta metros de altura, bloques angostos y largos que unirían la
avenida con las calles paralelas, permitiéndose solamente dos de estas
placas por cuadra para posibilitar el asoleamiento, la vista de las costas
y un mejor aprovechamiento de la avenida. En el resto de la calle las
construcciones no podían pasar de los tres niveles, destinándose las
plantas bajas a comercios vinculados mediante galerías o corredores
cubiertos. Con esta ordenanza, Villegas y Jones proyectaron en 1955
el primer edificio en propiedad horizontal del balneario, el Península.
Se colocó perpendicularmente a la avenida Gorlero y tenía sus depar-
tamentos completamente equipados, ofreciendo todos los servicios de
un hotel. Lo que se vendía en cuotas era, además de la comodidad y
el confort, el derecho a un paisaje con «la vista panorámica más mara-
villosa del país que abarca el infinito mar y la ondulante costa, desde
las sierras de Rocha hasta las sierras de Piriápolis». Un «majestuoso y
magnífico palacio», una promesa de bienestar con facilidad de pago
para quien acudiera a la cita «en el emplazamiento más codiciado de Conjunto Arcobaleno, foto de la maqueta, 1960.
Punta del Este vivió entonces su primer boom edilicio. En Maldonado
se aprobaron, en 1972, 34 000 m2; en 1976, 250 000 m2; en 1977,
375 000 m2; en 1978, 423 000 m2; y en 1979 se solicitaron 640 000 m2.
Fue en este escenario en el que se desarrolló la actividad de la Sociedad
Anónima para el Fomento Edilicio de Maldonado (safema), que había
comenzado sus actividades en 1971. Esta fue la primera empresa defi-
nida como una estructura técnico-comercial al servicio del desarrollo
de Punta del Este. Estaba integrada por los arquitectos Guillermo
Gómez Platero y Rodolfo López Rey, las inmobiliarias Gattás, Paullier
y Sader, y el estudio contable de Luis Lecueder. La actividad del grupo
se concentraba en la búsqueda de inversores para desarrollar proyectos
inmobiliarios estudiando las operaciones desde sus inicios, desde el
terreno hasta el precio de venta, pasando por la definición de las tipo-
114 logías. La safema aconsejaba a sus clientes las inversiones, desarrollaba 115
la construcción y promovía las ventas bajo la consigna del desarrollo
armónico de la península y la preservación de sus bellezas naturales.
En menos de diez años construyeron unos treinta edificios de gran
porte en el balneario.
horizontal
Cuando William Hudson recorrió el Uruguay en 1868 el
campo era un territorio poblado por nómades y rancheríos
solitarios. Cien años más tarde Raúl Sichero construyó el
edificio Panamericano y con ello también le dio forma al mejor
manifiesto de la construcción en altura sobre el frente costero. El
Panamericano puso en evidencia las nuevas formas de sociabilidad,
la consagración del paisaje como pura contemplación y la distancia
sideral que separaba al mundo civilizado de la tierra de Hudson.
Edificio Panamericano.
Vista desde el Yatch Club.
E
xiste una topología del nomadismo en el mundo de la de una capacidad de observación que pone a prueba en cada instante,
barbarie que puede ser rastreada en las páginas de La tierra lo cierto es que las descripciones de las viviendas se concentran sobre
purpúrea de William Hudson.1 En la novela del natura- las personas y apenas si rozan la superficie de los muros. El verdadero
lista británico el territorio del Uruguay de mitad del siglo sujeto y objeto de La tierra purpúrea son los hombres y las mujeres,
xix parece un enorme desierto apenas surcado por unos mientras el fondo arquitectónico se disuelve en un desierto anodino
pocos caminos miserables y anegados, que cualquier «baqueano» pre- que solo deja al descubierto una estructura mínima. En el mundo
fiere no utilizar. En su lugar, los personajes eligen mover sus pasos privado funciona un sistema topológico muy esmirriado de apenas
por los valles siguiendo el borde de las sierras o guiados por el cauce un par de nodos: la cocina con el fuego, y luego la pieza y el galpón.
de un arroyo; o ser orientados por una isla de árboles, por el vuelo de El primero gira en torno al mate, la comida, la caña y sobre todo la
los pájaros o por el sol y las primeras estrellas. El paisaje de La tierra conversación; el segundo es dormitorio, aunque también la cocina se
purpúrea es un mundo difuso con muy pocos signos humanos donde puede transformar en dormitorio para demostrar que en la economía
los hombres son jinetes convertidos en centauros. de la escasez, la topología acaba siendo cronología.
En esta malla de relaciones espaciales superpuesta a los bosques, cur- Los interiores de Hudson y esta especie de avance al primer plano
120 121
sos de agua, caminos peligrosos y ganado cimarrón, los nudos son los de los personajes, los intercambios, las conversaciones y los mates
emplazamientos fijos. En la tierra purpúrea los hay de dos tipos: las hospitalarios que discurre entre anfitriones, pasajeros y huéspedes, de
pulperías y los ranchos, donde el viajero nunca duda en pedir refugio alguna manera recuerdan un comentario realizado por Robin Evans
al caer el sol. El mundo de los gauchos funciona como una constela- en un texto titulado Figuras, puertas y pasillos.2 En este ensayo, el
ción en perpetuo movimiento que gira en silencio durante el día y que, historiador británico analizaba la introducción del pasillo en la arqui-
por la noche, coloca sus fichas sobre el tablero fijo de la arquitectura. tectura, intentando correr el velo sobre las consecuencias para la vida
Por eso las viviendas son puntos de intercambio social fundamentales de los hombres que supuso esta invención del siglo xix.
que se apoyan siempre en un mismo patrón. En líneas generales, los
Mientras estudiaba el modelo laberíntico de la Villa Madama de
ranchos son una especie de microcosmos en el que se mezclan varias
Rafael Sanzio en Roma, Evans entendió que la trama de habitaciones
generaciones de personas a partir de un centro fijo formado por aque-
comunicadas por múltiples puertas —de manera casi aleatoria— per-
llos que no pueden circular en el carrusel del nomadismo. Hay niños
mitía trazar recorridos diversos y favorecer encuentros impredecibles.
que aún no han ingresado, adolescentes de belleza inocente a punto de
Incluso, que la disolución del orden geométrico en favor de uno feno-
ser robadas, ancianos expulsados por el movimiento perpetuo y muje-
menológico en el terreno inmediato al cuerpo, acababa por borrar la
res adultas que se asumen como el único punto fijo de todo el sistema.
arquitectura para poner en primer plano la experiencia. Al final, con-
A este núcleo familiar extenso y difuso se suman los viajeros de paso
cluye Evans: «la afición por compañías, proximidades y sucesos en
como Hudson, algún bandolero, unos rebeldes de factura poética y
la Italia del xvi concuerdan bastante con el formato de los planos de
los personajes necesarios para alimentar los engranajes de la historia.
arquitectura».3
Pero en esta novela que funciona como una gran maquinaria de movi-
Es evidente que para Evans la aparición del pasillo marca el inicio
mientos teatrales la gran ausente es la arquitectura. Por extraño que
de algunas formas de disciplinamiento doméstico que liquidan una
parezca, el soporte material siempre se consume en unas pocas líneas.
estructura previa que, como en el ejemplo de la Villa Madama, se
Si bien Hudson se reivindica como un naturalista entrenado y dotado
4. Roger Pratt, citado por Evans, señala: el «recorrido común central en toda la longitud de la casa
servía entre tantas cosas, para asegurar que “los sirvientes nunca puedan aparecer públicamente
cruzando de un lado para otro en sus quehaceres”». Ibídem: 87.
empezado a reconocer que detrás del mito del progreso el país seguía
respondiendo a una realidad mucho más cruda, que los desfasajes y los
números en negativo de la economía ya no eran circunstancias pasaje-
ras pasibles de ser corregidas, sino la expresión más fiel de un modelo
de desarrollo que acumulaba diferencias para sobrevivir.
La construcción del edificio Panamericano por parte de Raúl Sichero
sea probablemente el último gran logro de un período cargado de
optimismo y de una ética de la arquitectura que en los años cin-
cuenta apostó fuerte a una alianza con el mercado inmobiliario. A
partir de la sanción de la Ley de Propiedad Horizontal en 1946 y,
sobre todo, de los préstamos inmobiliarios facilitados por el Banco
Hipotecario del Uruguay, la industria de la construcción comenzó a
vivir un período de esplendor que acabó por transformar el paisaje
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montevideano, y en particular el paseo de la rambla a la altura de la
playa Pocitos.
La construcción en altura sobre el frente del estuario llamado Río de
la Plata fue el nuevo estandarte del viejo sueño de modernidad y la
pantalla de edificios bautizados con nombres de parajes exóticos, su
cara más visible. El viejo ideal de la casa propia cedió su puesto frente
Fotografía de la maqueta y croquis interiores.
al departamento y la sociabilidad del barrio, al encuentro fortuito en
Folleto publicitario del edificio Panamericano. la cabina de un ascensor.5
Montevideo, 1958.
Cuando en 1958 Raúl Sichero inició la construcción del Panamericano
es probable no tuviera la menor sospecha del sitio destacado que aca-
baría por ocupar su edificio en la cultura arquitectónica del Uruguay.
El Panamericano representa la última etapa de un ciclo edilicio exitoso
que en diez años construyó el primer tramo de edificaciones en altura
sobre la rambla de la playa Pocitos. En este sentido, marca el final de
un período repleto de ambiciones y riesgos y también, el punto de su
máxima madurez.
El folleto publicitario impreso por Sichero para comercializar las
unidades contiene un excelente material gráfico donde se recoge el
proyecto original del edificio. A través de estas láminas, de las fotos de