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Ejercicios Espirituales 2011. www.reflejosdeluz.net 3
LINEAS GENERALES
- Queremos vivir unos días de encuentro con Dios y con nosotras mismas.
- Nos unimos en la oración personal desde la comunidad y fraternidad.
- Intentaremos entrar en un silencio exterior e interior fundamentado en la Palabra de Dios y en
nuestro momento actual.
Alejarse del ruido, de la actividad normal, huir del mundo, hacia la interioridad de nuestro ser,
dejar la actividad mental de pensamiento e imaginación, y ubicarnos en el corazón.
Recordar la idea del desierto, la soledad, la arena y el cielo azul o estrellado. El desierto, tema
bíblico, lugar de la elección de Dios, lugar de la alianza, del encuentro con Él sin distracciones ni
estorbos de nada ni de nadie.
El desierto como condición y ambiente propicio para una comunicación intensa con Dios: pero
también lugar de batalla espiritual con el Enemigo, tema típico de la espiritualidad.
Percibir y sentir nuestro propio cuerpo, obra maravillosa de Dios, microcosmos, en sus partes y
miembros, en sus procesos internos, usado como un instrumento que propicia la quietud de la
mente, y la concentración en Dios sin dispersión ni movimientos.
Una voluntad decidida a vivir esta experiencia que implica silencio exterior e interior, recogimiento
total; alejamiento de las distracciones por pensamientos, fantasías, recuerdos o preocupaciones.
Escapar, huir del mundo, del ruido exterior e interior, de tanto movimiento e inquietud del cuerpo y
de la mente; buscar el desierto, la quietud, la paz y la calma interior.
Nuestra carne y el mundo metido en nosotros se resiste a entrar en el desierto; tal vez costará
trabajo, no hay un gusto sensible al principio, pero al final no querremos terminar, desearemos
continuar gozando del silencio, de la interioridad, de la comunión.
Solo la razón iluminada por la fe, animada por el amor al deseo de Dios, nos hace aceptar y tomar
este tiempo, uno o varios días, para esa experiencia de interioridad y de contemplación.
Quiera Dios que llegues a participar en esta experiencia, vivir con intensidad y con profundidad ese
tiempo de gracia. Fruto y consecuencia de esta
experiencia de interiorización, de contemplación y
comunión directa con Dios; que a fin de cuentas nos
ayudará a superar el pecado, las malas inclinaciones, las
ataduras desordenadas; nos ayudará a vivir mejor, con
mayor profundidad. Nos hará apreciar los diversos tipos
de oración personal y comunitaria, así como aprovechar
mejor el fruto espiritual de los sacramentos.
ANEXO 1
LUNES SANTO
MEDITACIÓN - “Encontrar la ARMONÍA”
En este día, al comenzar estos Ejercicios, es necesario que reconozca una cosa: para construirme como
ser humano, como persona, necesito partir de lo que soy, de mi propia verdad, necesito
ARMONIZARME POR DENTRO.
Esto es lo primero, lo más necesario, abrirme a mi verdad, decirme a mí mismo la verdad de lo que me está
pasando. Sólo a partir de ello podré pensar y ver con claridad lo que será mi vida. Pensar en lo que quiero
ser sin antes reconocer lo que en este momento soy, es empezar a pisar sobre terreno poco firme, sobre
arenas movedizas.
El primer paso es decirme la verdad de lo que soy. No lo que dicen de mí, ni siquiera lo que creo o quiero
ser, sino lo que soy. Así, desnudándome, mirar lo que soy.
¿Quién soy yo?... Difícil saberlo. Cuesta responder esta pregunta porque es compleja en sí misma y porque
llevo ya mucho tiempo viviendo lejos de mí. Es más fácil mirar a los otros, hablar de los otros, encontrar
valores y defectos en los otros...; pero ¡qué difícil es hablar de lo que yo soy! ¿Qué valores tengo? ¿Cuáles
son mis defectos? ¿Cuáles son mis anhelos y mis dificultades? ¿Cuáles son mis dudas? Es difícil hablar de
lo que soy, porque no tengo la costumbre de mirarme para reconocer mi verdad.
Me desconozco. Sé dos o tres datos superficiales sobre mí y con esos pobres datos suelo definirme. Pero
no me conozco. Como diría San Agustín que “es grande la distancia que me separa de mí mismo”.
Así pues, si quiero transformar mi vida tengo que empezar por aceptar aquello que ahora soy, aceptar mi
historia, mi pasado, mi presente. Aquí está el secreto de estos días de retiro: decirme la verdad, para
empezar a “nacer de nuevo” (Cf. Jn 3,1ss). Si oculto mi verdad nada podré descubrir, sólo yendo con la
verdad se puede alcanzar la libertad. “Conoceréis la verdad y la verdad os hará libres” (Juan 8, 31-32). Es
hora de decirme la verdad, de sacarlo todo afuera, para que dentro nazcan cosas nuevas.
Para poder mirarme por dentro me puedo ayudar de la imagen de una cebolla,
al igual que ella yo también tengo muchas capas.
Primera capa: Yo soy un ambiente. He nacido en un ambiente, durante años he
respirado el aire de ese ambiente y, por tanto, tengo las mismas actitudes del
ambiente. Pero, ¿quién ha hecho el ambiente? Hombres, mujeres, seres humanos
como yo. Hombres y mujeres que en la vida cotidiana, casi sin darse cuenta,
empezaron a vivir los valores falsos del ambiente. Así surgió el ambiente, y así se
mantiene. Y, ¿cuáles son los cimientos de mi ambiente?
a mi ambiente le interesa el Tener. Mi ambiente me ha enseñado que uno de
los objetivos de la vida es tenerlo todo, tener hasta lo que no es necesario?
en mi ambiente interesa ser el mejor, “deslumbrar”, llamar la atención, ser el centro de todo, Valer.
Muchas veces hago las cosas para ir delante, para que me aplaudan, para “tener los primeros puestos”
de los que habla el Evangelio?
mi ambiente gusta del dominio, del Poder. Me gusta que me sirvan y que hagan lo que yo quiero. Me
gusta manejar a los otros, con palabras, con argumentos, con sentimientos.
en el ambiente en el que vivo se trata a las personas como si fueran objetos, se las utiliza, se las
degrada, se las compra. Muchas veces nos acercamos a los demás sólo en beneficio propio?
en mi ambiente la responsabilidad siempre es de otros. Si alguien es rico es “porque se lo ha
ganado” en el libre mercado; si alguien es pobre es “porque quiere”?
mi ambiente confunde divertirse con re-crearse?.
mi ambiente es envidioso, receloso, cotilla... Mi ambiente no confía en nadie; por eso muchas veces
prefiero callarme mis problemas, sin importarme el dolor?
Segunda capa: Yo soy un cuerpo y unos sentidos. Mi cuerpo, ¿qué expresa?, ¿para qué lo uso? Mi
cuerpo termina expresando lo que mi ambiente con ganas de lucir y aparentar le impone en cada momento.
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El cuerpo es quizá el mayor medio de comunicación que tenemos. Por el cuerpo podemos expresar todo lo
que nos sucede; por los sentidos podemos captar todo lo que le sucede al mundo, todo lo que le sucede a
los demás.
Y mis sentidos, ¿qué siento con ellos?, ¿pueden ver mis ojos los sufrimientos que hay a mi alrededor?,
¿escucho los lamentos de los pobres?, ¿he tocado el dolor de los que viven cerca de mí?. Mi ambiente me
ha enseñado a ser insensible. A pesar de todo lo que sucede, tiendo a ser indiferente: miro sin ver, oigo sin
escuchar, toco sin palpar, gusto sin sentir. Mi vida es superficial, porque la forma como siento el mundo es
superficial?
Tercera capa: Yo soy una afectividad, unos sentimientos. Mi afectividad es un don, la capacidad que me
permite sentir la vida, con sus alegrías y tristezas. Hace que la vida no me sea indiferente, que la realidad
me afecte; pero ¿Qué es lo que yo siento normalmente? A veces siento soledad, aburrimiento, inseguridad,
mal genio, dolor, tristeza. A veces siento unos complejos que me llenan de timidez, de introversión o de
deseos de llamar la atención o de huir. Otras veces siento como siente el ambiente y busco amores fáciles,
busco que me quieran, que me reconozcan, que me alaben, busco toda una serie de experiencias que no
me dejan nada en el corazón. No me conmueve el mendigo, ni el drogadicto, ni me conmueven los que
pasan hambre. Me preocupo sólo por mí y la mayor parte de las veces lloro por mí, porque de la única
persona que llego a sentir lástima, es de mí. Inconmovible, sintiendo dolor o ternura sólo por mí, amando
para que me amen.... así me voy quedando en las profundidades de una gran soledad.
Cuarta capa: Yo soy una mente. Mi mente tiene tres funciones básicas: inteligencia para descubrir y
conocer; libertad, para elegir y voluntad, para realizar lo elegido. Pero, ¿qué es lo que yo conozco,
especialmente: qué conozco acerca de mí?, ¿qué decisiones tomo? o ¿me toman mis decisiones?, ¿qué
cosas valiosas he hecho, sobre todo: qué he hecho por los demás?
Indudablemente mi inteligencia, contaminada por el ambiente, muchas veces me ha engañado. Por eso no
me conozco, por eso no sé quien soy. Peor aún, mi inteligencia suele justificar toda mi mediocridad con
bellas ideas: “es que soy joven”, “es que así es la vida”, “es que yo soy así”. Y así, con tres razones tontas,
permanezco en la mediocridad.
Pero en el fondo, hay una quinta capa no contaminada, aunque si escondida por toda la contaminación de
mi ambiente: Yo soy lo mejor de mí. Lo mejor de mí son todos esos valores, todas esas realidades
auténticamente positivas que yo tengo. Es difícil captar lo mejor de mí, porque o me han dicho tantas veces
que no sirvo para nada y han exagerado tanto mis defectos, o me han alabado tantos valores falsos que
aparento tener, o me han apreciado por tener cosas que el ambiente considera valores (dinero, fama,
belleza física, posición social), que al fin de cuentas me es difícil saber qué es lo mejor de mí. Sí, es difícil
descubrir cuáles son mis valores auténticos, diferenciándolos de las caricaturas que admira y aprecia mi
ambiente.
Con todo, aunque sea difícil necesito descubrir qué es lo mejor de mí, pues sólo desde mis valores
auténticos, desde lo mejor de mí, puedo reconstruir mi vida.
I. Preguntas de Reflexión
Hacer una radiografía de mí mismo. Describir lo que hay en cada una de mis capas, descubriendo la
contaminación que hay en ellas:
Mi ambiente, mi sociedad ¿Cómo es? ¿Qué características tiene?
¿Cuáles son mis actitudes POSESIVAS? ¿Qué cosas o personas poseo?
¿Con qué actitudes suelo llamar la atención y buscar reconocimiento?
¿Cómo busco ser más que los demás?
¿Quiénes me dominan? ¿A quiénes domino? ¿De qué forma suelo dominar a los otros?
Mi cuerpo y mis sentidos: ¿Como vivo mi corporalidad? ¿Cómo me siento con mi cuerpo? ¿Qué es lo
que siento con mis sentidos?
Mi afectividad: ¿Qué sentimientos tengo? ¿Cuáles son mis complejos, mis tristezas, mis sufrimientos?
¿Qué me conmueve?
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Mi mente: ¿Qué uso hago de mi inteligencia, mi libertad y mi voluntad? ¿Cómo suelo justificar mis
mediocridades para quedar bien?
Confesiones I, 1, 1.
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ANEXO 2
LUNES SANTO - ORACIÓN MEDIODÍA
“La armonía de la Palabra”
CANCIÓN
LECTURA:
ADORA Y CONFÍA
No te inquietes por las dificultades de la vida, por sus altibajos, por sus decepciones,
por su porvenir más o menos sombrío.
Quiere lo que Dios quiere. Ofrécele en medio de inquietudes y dificultades el sacrificio
de tu alma sencilla que, pese a todo, acepta los designios de su providencia.
Poco importa que te consideres un frustrado si Dios te considera plenamente
realizado, a su gusto.
Piérdete confiado ciegamente en ese Dios
que te quiere para sí.
Y que llegará hasta ti, aunque jamás lo veas.
Piensa que estás en sus manos, tanto más fuertemente cogido, cuanto más decaído y
triste te encuentres.
Vive feliz. Te lo suplico. Vive en paz.
Que nada te altere.
Que nada sea capaz de quitarte tu paz.
Ni la fatiga psíquica. Ni tus fallos morales.
Haz que brote, y conserva siempre sobre tu
rostro, una dulce sonrisa, reflejo de la que el
Señor continuamente te dirige.
Y en el fondo de tu alma coloca, antes que
nada, como fuente de energía y criterio de
verdad, todo aquello que te llene de la paz de
Dios.
Recuerda: cuanto te deprima e inquiete es falso.
Te lo aseguro en el nombre de las leyes de la vida y de las promesas de Dios.
Por eso, cuando te sientas apesadumbrado, triste, adora y confía.
Teilhard de Chardin
PALABRA DE DIOS
Mateo 13:44-46
“Además, el reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo, el cual
un hombre halla, y lo esconde de nuevo; y gozoso por ello va y vende todo lo que tiene,
y compra aquel campo. También el reino de los cielos es semejante a un mercader que
busca buenas perlas, que habiendo hallado una perla preciosa, fue y vendió todo lo que
tenía, y la compró.”
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ANEXO 3
LUNES SANTO - ORACIÓN DE LA TARDE
Jesús fue con ellos a Nazaret, y les estaba sumiso. Su madre guardaba todas estas
cosas en su corazón. Jesús crecia en sabiduría, en estatura y en gracia delante de
Dios y de los hombres” (Lc 2, 51-52)
Pautas:
Os invitamos a descubrir lo que nos trae este tiempo de semana santa tiempo de enraizar,…
… la armonía y necesidad de revisarme por dentro…
Hay vidas que están desencajadas: desequilibrio entre la vida interior y exterior… Basta echar una
mirada al mundo en el que vivimos: mientras que unos están preocupados por sus millones en los
bancos,… otros en Congo, se pelean por una cesta de comida… mientras que unos promocionan artículos
de lujo,… otros llegan, esqueléticos, en las pateras a nuestras costas,…
Jesús viene a restaurar la armonía, la justicia, el orden, el cosmos… viene a quitar el “caos”.
Jesús opta por amor para salvarnos y asume la vida humana tal cual es y desde ahí crece,
madura,…y va ya acercando el Reino de Dios a esta tierra.
¿Descubro la “sinfonía de Dios” que hay actualmente en mi vida y cómo desde ahí voy
colaborando en la extensión del Reino de Dios?
Venga tu Reino
Siglo tras siglo hay un clamor,
es lo inquietud del corazón:
quiere sentir fraternidad,
quiere vivir la libertad.
Señor el reino me empujó
a construirlo aquí por Ti,
pero me siento pecador
y en la impotencia te diré:
VENGA TU REINO,
VENGA TU REINO,
VENGA TU REINO,
SEÑOR, SEÑOR
ANEXO 4
MARTES SANTO
MEDITACIÓN - “Interiorizar la MELODÍA”
Todas estas imágenes falsas de Dios me impiden acercarme al Dios verdadero. En ese Dios estático,
lejano e inquisidor no se pueda creer. Dios tiene que ser distinto.
Y es verdad. Dios es distinto. Es distinto de esas imágenes falsas que me ha dado la sociedad. Es
distinto, incluso, de lo que muchas veces me han anunciado los que dicen conocerlo.
BUSCAR A DIOS
Para encontrar a Dios tengo que tener claro que Dios no es una idea, ni un concepto, ni una imagen. Dios
es una Persona y, por tanto, sólo puedo encontrarme con Él, mediante una experiencia. A Dios se le
encuentra, no se le demuestra.
Ahora bien, para encontrar a Dios es necesario buscarlo. ¿Dónde busco yo a Dios?
Hay “espacios” privilegiados para encontrarse con Dios.
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La Palabra (la Biblia): es un lugar privilegiado de encuentro con el mensaje de Dios para cada uno.
En ella está escrita toda mi vida. Es el único libro que en vez de leerlo, me lee a mí. Cuando
ESCUCHO la Palabra descubro que está dicha para mi vida y que en ella puedo descubrir la voluntad
de Dios.
La Historia de mi vida: a lo largo de mi vida Dios ha ido acompañándome de muy distintas formas.
Siempre ha estado ahí aunque yo no haya sido capaz de reconocerlo. Si me paro a mirar, con “otros
ojos”, seguro que descubro acontecimientos en mi vida donde Dios ha estado de una manera muy
especial: apoyándome, amándome incondicionalmente, haciéndome vivir una alegría profunda,
llamándome a crecer como persona…
En los demás: Dios nos habita a todos, por eso cada persona es lugar de encuentro con Dios. Los
demás serán muchas veces las mediaciones que Dios utiliza para llamarme al encuentro con Él. Dios
actúa a través de los demás y actúa a través de mi convirtiéndome en instrumento de su amor.
La Palabra, Mi historia y los Demás son espacios privilegiados de encuentro con Dios, pero para vivirlos
auténticamente tengo que tener como modelo a Jesús.
Sí quiero conocer a Dios, debo abrirme a Jesús, mirarlo en el Evangelio y allí descubrir sus valores, su
manera de ser y de vivir, pues la manera de ser de Jesús, es la manera de ser de Dios.
Muchas veces me hago mil preguntas abstractas y teóricas sobre Dios. Busco la respuesta en lo que dicen
algunos libros, en lo que opina la gente, en lo que se dice por ahí. Olvido que Dios ya dio la respuesta
definitiva a todas nuestras preguntas sobre Él.
Cuando Dios quiso mostrarse y explicar su divinidad, se hizo hombre en Jesús. Dios, el Creador, el
Todopoderoso, el Eterno, se manifestó en la humanidad y en la historicidad de Jesús.
Así, pequeño y humano,
humilde y misericordioso,
pobre y cercano a los más débiles,
incapaz de juzgar y siempre pronto al perdón,
enamorado de los pecadores
y apasionado por todas las criaturas;
así, incapaz de apagar la mecha que aún humea
o de quebrar la caña cascada,
así como Jesús, así es Dios.
Tal vez sería más cómodo para mí que Dios fuera sólo una idea abstracta, una teoría que en nada
cuestiona. Pero no, Dios se manifestó en Jesús y es incómodo como incómodo es Jesús...; porque una vida
entregada y llena de amor misericordioso, siempre será para mí una pregunta, una denuncia, un grito que
me interpela.
Acercarme a Jesús, abrir mi vida a él, mirarlo, dejarme cuestionar por su manera de vivir, ese es el paso
que ahora se me pide para poder ir encontrándome con Dios.
No se trata de creer en nada. Se trata de vivir.
Cuando tengo esa melodía de Dios resonando dentro de mí es cuando me lanzo a hacer caminos: me lanzo
a construir amores. Sé que en mi andar, Dios camina conmigo.
ANEXO 5
MARTES SANTO - ORACIÓN MEDIODÍA
“PERMANECED EN MI MELODÍA”
AMBIENTACIÓN:
Jesús es el que más ha amado y es el Señor del amor y de los que aman. En la medida en
que nuestra vida se va llenando de amor, Jesús se va «enseñoreando» de ella. Cuando el amor
mueve enteramente nuestra vida, Jesús toma definitivamente posesión de ella. Y así, no es
que tengamos el amor de Cristo, sino que su amor nos tiene, nos puede, nos dirige y nos
domina. Jesús será nuestro Señor en la medida que sea él quien viva en nosotros, en la
medida en que nos compenetremos con sus pensamientos, sentimientos y actitudes, en la
medida en que nuestra voluntad esté entregada a la suya y podamos decir: “Vivo yo, pero no
soy yo, es Cristo quien vive en mí”.
Tú estabas conmigo
y yo no estaba contigo ni conmigo.
Al retenerme las cosas lejos de Ti,
yo no te veía
ni te sentía,
ni siquiera te echaba de menos.
Como el Padre me ama a mí, así os he amado yo; permaneced en mi amor. Si guardáis mis
mandamientos, permaneceréis en mi amor, como yo he guardado los mandamientos de mi Padre
y permanezco en su amor. Os he dicho estas cosas para que mi alegría esté dentro de vosotros y
vuestra alegría sea completa. Éste es mi mandamiento: amaos unos a otros como yo os he
amado. Nadie tiene mayor amor que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos si
hacéis lo que yo os mando.
ORACIÓN FINAL
Padre, míranos con amor y fortalece el compromiso de comunión entre todos, para que
guiados por la luz del Espíritu Santo, llenemos el mundo de amistad y solidaridad, de
alegría y esperanza, de fe y verdadero AMOR. Amén.
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ANEXO 6
MARTES SANTO - ORACIÓN DE LA TARDE - LA MELODÍA DE DIOS
Ambientación:
Dios padre ha derramado sobre nuestra comunidad innumerables gestos de amor. Él nos eligió
y nos llamó “para estar con Él”, haciendo de nosotras su porción elegida, el lote de su heredad. El nos
trata con exquisito cariño paterno, “como a las niñas de sus ojos”, y nos lleva sobre sus plumas como
el águila a sus polluelos. Jesús de Nazaret es el nombre histórico que dramatiza este loco empeño
de Dios por todos nosotros y en especial por esta comunidad que hoy está en su presencia. En Él nos eligió,
en Él sigue manteniendo con nosotros su alianza de amor.
CANCIÓN
SALMO
Preces
Llenos de alegría y gozo por sentirnos llamados a la gran misión de anunciar la Buena nueva a todos los
hombres, dirijamos al Padre nuestra oración confiada.
Padre, que quisiste que tu Hijo, resucitado de entre los muertos, se manifestara en primer lugar
a los apóstoles, haz que también nosotros seamos testigos de Cristo hasta los confines del mundo,
roguemos al Señor. Te rogamos, óyenos.
Tú que enviaste a tu Hijo a sembrar la semilla de la palabra, danos también a nosotros sembrar
nuestra semilla con nuestro trabajo, para que, alegres, demos fruto con nuestra perseverancia,
roguemos al Señor. Te rogamos, óyenos.
Tú que enviaste a tu Hijo para que reconciliara el mundo contigo, haz que también nosotros
cooperemos a la reconciliación de los hombres, roguemos al Señor. Te rogamos, óyenos.
Tú que nos has llamado a seguirte más de cerca desde la Congregación de Agustinas
Misioneras, haz que, con nuestro testimonio personal y comunitario, atraigamos operarios
generosos a tu mies, roguemos al Señor. Te rogamos, óyenos.
ORACIÓN
Padre, Me pongo en tus manos. Haz de mí lo que quieras. Sea lo que fuere, Por ello te doy las
gracias. Estoy dispuesto a todo.
Lo acepto todo, Con tal de que se cumpla Tu voluntad en mí Y en todas tus criaturas. No deseo
nada más, Padre.
Te encomiendo mi alma, Te la entrego Con todo el amor de que soy capaz, Porque te amo y
necesito darme, Ponerme en tus manos sin medida, Con infinita confianza, Porque tu eres mi
Padre.
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ANEXO 7
MIÉRCOLES SANTO
MEDITACIÓN “al COMPÁS de Jesús”
“Os daré un corazón nuevo, infundiré en vosotros un espíritu nuevo, quitaré de vuestra carne el
corazón de piedra y os daré un corazón de carne. Infundiré mi espíritu en vosotros y haré que os
conduzcáis según mis preceptos y observéis y practiquéis mis normas. Habitaréis la tierra que yo
di a vuestros padres. Vosotros seréis mi pueblo y yo seré vuestro Dios.”
(Ez 36, 26-28)
He sido llamado. Llamado a nacer de nuevo. Llamado a ser persona. He sido llamado al amor. Llamado a
amar a los más cercanos, aunque cueste; llamado al encuentro afectivo en la amistad, llamado a ese amor
más audaz que es el amor a los empobrecidos.
Pero existe en el fondo de mi ser una llamada aún más radical, una llamada al primero y más grande amor.
Y es que estoy llamado a amar a Dios.
La radical necesidad
Pero si pongo más atención a lo que clama en mi interior, descubriré una profunda y radical necesidad. Me
han llamado a la vida plena, a nacer de nuevo, al amor, y yo -ingenuo de mí- me he creído capaz de
responder a esa llamada.
Y yo me he creído capaz de cambiar, capaz de ser distinto al ambiente, capaz de curar mis heridas y mis
dolorosos recuerdos, capaz de arrancar de mí mi Pecado, capaz de darme en amor a los pobres, a los
amigos, a la familia, a quien es más especial para mí. Pero la gran verdad es que por mis propias fuerzas
no soy capaz.
No fui capaz antes, y no lo seré ahora.
Pronto me cansaré, pronto abandonaré mis propósitos de cambio, porque no soy yo la fuente de la vida y no
soy yo el origen del amor.
Y desde aquí descubro que Dios sí puede. Que Él, que me creó a su imagen y semejanza, puede ahora
transformarme y hacerme una criatura nueva.
Que Él, que es el mismo amor, puede poner su amor en mí.
Tengo profunda y radical necesidad de Dios. Él no es un añadido en mi vida. Él lo es todo. Sin Él, ya nada
es posible, ya nada tiene sentido. Yo no soy capaz; pero para Dios nada hay imposible,
“Porque no hay nada imposible para Dios”. (Lc 1,37)
Este es el segundo momento del amor a Dios: aceptar que lo necesito, que Él es para mí lo único realmente
necesario, y, entonces, buscarlo sin cesar.
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Jesús dice que Dios es Padre. Más aún, Jesús dice que Dios es “Abbá”, un papaíto lleno de cariño
por sus criaturas. Jesús siempre se sintió ante Dios, como un niño pequeño ante su Padre. Por eso -decía
él- a Dios sólo lo descubren los que acogen y miran como los niños.
El Padre nos llama a ser sus hijos. Ser hijos de Dios es llevar en nosotros la misma vida de Dios y, por
tanto, romper con el pecado y con la muerte y no tener otra ley que el amor. Ser hijos de Dios es ser libres,
ser, sobre todo, libres para amar.
“La prueba de que sois hijos es que Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su
Hijo que clama: ¡Abbá! ¡Padre! De modo que ya no eres esclavo, sino hijo”.
(Gálatas 4, 6-7a).
Jesús dice que Dios es Hijo. Dios es Jesús, pues Dios se manifestó totalmente en la vida de Jesús;
de tal forma que el vivir de Jesús, su amar, su manera de ser, es el vivir, el amar y la manera de ser de
Dios. En Jesús, Dios manifestó ante todo su misericordia. La misericordia es el amor típico de Dios, amor
que se hace “siervo” para levantar al caído. Jesús nos llama a su mismo amor, nos invita a reproducir en
nuestro propio ser su vida, para que el mundo vea a Dios, cuando nos vea amar a nosotros.
“Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí. Si me conocéis a mí,
conoceréis también al Padre, desde ahora lo conocéis y lo habéis visto”.
(Jn 14,6-7)
Jesús dice que Dios es Espíritu. La palabra espíritu, viene del griego “pneuma” (y el hebreo ruah)
que significa “aliento de vida”, “viento”. El Espíritu es Dios mismo que habita en mí y que me da su Vida. El
Espíritu es ante todo el Amor de Dios, la fuerza de Dios que me empuja en todo momento y hace nacer lo
Mejor de Mí.
Él desde nuestro interior nos abre al Amor de Dios que nos hace semejantes a Jesús, para transformarnos
en hijos de Dios.
“¡En verdad, en verdad te digo: el que no nazca del agua y del Espíritu no puede entrar en el
Reino de Dios. Lo que nace de la carne, carne es. Lo que nace del Espíritu, espíritu es. No te
asombres de que te haya dicho: Tenéis que nacer de nuevo. El viento sopla donde quiere, oyes
su voz, pero no sabes de dónde viene ni adónde va. Así es todo el que nace del Espíritu”.
(Juan 3, 5-8).
Y con lo que dice Jesús de Dios, viene la invitación a la Plenitud: ser hijos del Padre, llevando en nuestro
ser las marcas de Cristo, impulsados por la fuerza del Espíritu Santo.
Un ser humano así transformado, encuentra el amor que en verdad llena la vida. Un ser humano así
transformado, recibe el don de ser capaz de amar.
Este es el tercer momento del amor a Dios: aceptar que Él es el mayor amor y dejarme transformar por el
Padre y el Hijo y el Espíritu Santo.
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El camino
Se trata de dejarme transformar por Dios, pero lentamente, porque Dios siempre camina al ritmo nuestro,
nos aguarda, nos espera. Se trata de hacerle espacios a Dios en mi interior, de hacerme cada día más
disponible para que Él me pueda ir transformando. ¿Cómo hacerlo?
en la oración: Ese rato diario en el cual me pongo en presencia de Dios y junto a Él miro mi vida y
mirándola, descubro lo que Dios ha hecho ese día en mí y a través de mí y descubro también mi Pecado,
las resistencias que yo le sigo poniendo a Dios. Ese rato diario en el cual miro a Jesús y mirándolo,
descubro lo que en mí hay de Él y lo que de Él todavía no está en mí. Orar para tomar conciencia del Dios
que me habita. Orar para pedir ser aún más disponible.
en la escucha de la Palabra: aprender a descubrir en la Biblia el plan que tiene Dios para mí. Mirar el
Evangelio para conocer a Jesús y para aprender de Él: la vida auténtica, la sencillez de corazón, el amor
que entrega la vida…
en la Eucaristía: Esa fiesta en la que Cristo mismo se me da como pan de vida y de fortaleza; fiesta
que es, además, comunión con los hermanos, especialmente con los empobrecidos; fiesta en la que voy
aprendiendo a dejarme transformar en pan partido y en sangre derramada por amor.
en la reconciliación: Ese encuentro con mi propio pecado, que me destruye y con la misericordia de
Dios que me ama incondicionalmente; encuentro en el que el Señor, me da su fuerza para hacerme capaz
de romper con el mal.
en los empobrecidos: Esos hermanos que son los preferidos de Dios y ellos me abren a la gratuidad
y me ofrecen un lugar privilegiado para transformar la sociedad.
en comunidad: Ese caminar juntos, porque en este mundo dominado por el mal, el que se queda solo
se cansa y, más aún, porque a través de los hermanos, Cristo mismo se hace presente allí donde dos o tres
se reúnen en su nombre.
Este es el cuarto momento del amor a Dios: aceptar que es largo el camino, que me costará mucho dejarme
hacer por Dios y transformarme en su hijo y poner, por tanto, todos los medios a mi alcance, para ser más
disponible, más dócil a la acción de Dios.
En este camino aprenderé a encontrarme con un Dios que está presente en mi historia y que me lleva a
descubrirle en todo y en todos
Y habrá un quinto momento, cuando Dios sea todo en todos...
Ha llegado la hora del amor más grande. Ha llegado la hora de Dios. Es tiempo ya de buscar el único amor
que puede transformar mi ser, el único amor que puede arrancar de mí la angustia, el único amor que puede
llenar mi vida, el único amor que me puede liberar del egoísmo y del mal, el único amor que puede dar fruto
en mi esterilidad, el único amor que puede hacerme capaz de amar. Es tiempo de buscar el primer amor y
sé, que lo encontraré; pues si mucho busco a Dios, mucho más me busca Él a mí.
“Se levantó un maestro de la ley y le preguntó:
- Maestro, ¿qué he de hacer para tener en herencia la vida eterna?
Jesús le dijo:
- ¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?
Respondió:
- Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con
todas tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo.
Le dijo Jesús:
- Has respondido bien. Haz eso y vivirás”.
(Lucas 10, 25 - 28).
ANEXO 8
MIÉRCOLES SANTO - ORACIÓN MEDIODÍA
“Al compás de Jesús”
SALMO
SEÑOR:
Aquí estoy delante de Tí, para ponerme en tus manos:
Para decirte que te amo y que sin Tí mi vida es muy difícil.
Concédeme el perdón por todas mis faltas y todo aquello con lo cual te he ofendido.
Ayúdame a ser mejor todos los días, yo se que puedo mejorar muchas cosas.
Perdóname sobre todo, si he hecho daño a alguien y Bendice a quien haya hecho sufrir con mis actitudes.
Dame un corazón nuevo SEÑOR, para poderte amar como tu quieres.
Amado SEÑOR, quiero agradecerte este día y todas las cosas buenas que me has regalado.
Especialmente te doy gracias, por creer en mí y por darme hoy otra nueva oportunidad para vivir y para ser
mejor.
PADRE BUENO, dame el pan de cada día; sobre todo dame la alegría necesaria para poder vivir; dame la
esperanza para no llenarme de temor en los momentos de dificultad; dame la fe para saber que nunca me
abandonarás y dale a mi corazón toda la paz y serenidad que necesita para afrontar los momentos difíciles
de la vida.
YO te Amo SEÑOR y quisiera demostrártelo con mi propia vida.
Si Tu me ayudas todo es más fácil.
Me pongo en tus manos SEÑOR y en tus manos pongo también mi misión para que me ayudes siempre.
Bendíceme y guíame SEÑOR en este día no permitas que me aleje de Ti. Amén.
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ANEXO 9
MIÉRCOLES SANTO - ORACIÓN DE LA TARDE
“Al compás de Jesús”
1. Ambientación
A todos nos gustaría ser ejemplo de solidaridad, de entrega, de amor. Pero nos cuesta darnos por entero.
Nos gustaría exigirnos algo más. Y, sin embargo, nos resulta difícil dar el paso, lanzarnos, «salir de nuestra
tierra».
La tentación de la mediocridad, de eludir compromisos que conlleven sacrificios demasiado grandes, sigue
siendo algo atrayente. Sin embargo, Jesús nos pide que nos entreguemos por entero a él, que no le
andemos regateando. Y, paciente, sigue esperando nuestra respuesta.
Contigo estoy vencido, Señor. Aquí estoy, sólo para ti, mi Dios.
Por más que luche, tú acabas conquistándome. Aquí estoy, sólo para ti, porque eres mi Señor.
Contigo nunca me perderé. Aquí estoy, sólo para ti. Eres mi Salvador.
Por más que ame lo que tú no amas, Aquí estoy, todo tuyo, sólo para ti.
cuando te siento en mi alma
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3. Lectura
A otro le dijo: «Sígueme». Él respondió: «Déjame ir primero a enterrar a mi padre». Le respondió: «Deja que
los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el Reino de Dios».
También otro le dijo: «Te seguiré, Señor, pero déjame antes despedirme de los de mi casa». Le dijo Jesús:
«Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás es apto para el Reino».
Lc 9,59-62
4. Reflexión
Si hay alguna tentación grande para nosotros, esa es la de ser mediocres. No es tan difícil serlo. Muchos
cristianos han sido seducidos por esta tentación porque prefieren lo cómodo. Incluso puede que se crean
buenas personas. Y lo más triste es que algunos llaman «tontos» a los que se comprometen de verdad.
Es difícil comprometerse cada día más, ser exigente consigo mismo. Es difícil. Pero ese es el camino de
Jesús, no otro. Él te quiere por entero, no a medias. Quiere que cada día ames más, perdones más, ayudes
más...
Si eres comprometido, mostrarás a los demás el verdadero rostro de Dios. Pero, si eres mediocre, darás a
conocer un Dios mediocre. Muchos se han convertido al cristianismo al ver creyentes comprometidos. Pero
también es verdad que muchos se han alejado de Dios al ver creyentes carentes de un testimonio de vida
evangélica.
No olvides las palabras de Jesús: «Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás es apto para el
Reino». Y...
Necesitas testigos de tu amor que derrochen cariño y entrega por donde quiera que vayan; que hagan
realidad tu gran mandamiento del amor. CUENTA CONMIGO, SEÑOR
Hacen falta sacerdotes, religiosos y religiosas que vivan el evangelio con radicalidad; que se entreguen
totalmente para anunciarte y predicarte por todo el mundo; que estén libres y sin ataduras para ser
apóstoles tuyos en medio de este mundo. Si algún día tú me llamas... CUENTA CONMIGO, SEÑOR
En el mundo necesitas personas que sean capaces de amar sin límites, querer sin límites, entregarse sin
límites... Tu invitación es exigente pero, a pesar de todo... CUENTA CONMIGO, SEÑOR
La fe vivida en familia está en crisis. No es fácil encontrar familias que vivan su fe en la casa. Yo quiero
romper con eso, quiero ser testigo tuyo en medio de los más cercanos a mí mismo. CUENTA CONMIGO,
SEÑOR
Tú no quieres hacer nada sin nosotros. Nos quieres evangelizadores que anuncien por todo el mundo las
enseñanzas que dejaste a tus discípulos. CUENTA CONMIGO, SENOR
6. Padre Nuestro.
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ANEXO 10
JUEVES SANTO
MEDITACIÓN “La CLAVE del Amor”
Es común que las personas que van a morir escriban un testamento dirigido a sus familiares y amigos. A
través de este acto disponen de sus bienes y los reparten entre sus herederos.
Antes de morir Jesús también nos deja su testamento y nos invita a ser sus herederos. Pero, a diferencia de
lo que suele pasar con las herencias, en este caso no recibimos algo sino que somos invitados a poner,
todo lo que somos y tenemos, para vivir según el ejemplo de nuestro maestro.
El texto en que Jesús lava los pies de sus discípulos resume las enseñanzas del Señor y nos ayuda a
repensar nuestra fe y cómo vivirla para ser fieles a su proyecto.
"Antes de la fiesta de Pascua, sabiendo Jesús que le había llegado la hora de salir de este mundo para ir al
Padre, como había amado a los suyos que quedaban en el mundo, los amó hasta el extremo.
Estaban comiendo la cena y el diablo ya había depositado en el corazón de Judas Iscariote, hijo de Simón,
el propósito de entregarle. Jesús, por su parte, sabía que el Padre había puesto todas las cosas en sus
manos y que había salido de Dios y que a Dios volvía. Entonces se levantó de la mesa, se quitó el manto y
se ató una toalla a la cintura. Echó agua en un recipiente y se puso a lavar los pies de los discípulos, y
luego se los secaba con la toalla que se había atado.
Cuando llegó a Simón Pedro, éste le dijo: "¿Tú, Señor, me vas a lavar los pies a mí?" Jesús le contestó: "Tú
no puedes comprender ahora lo que estoy haciendo. Lo comprenderás más tarde." Pedro replicó: "Jamás
me lavarás los pies." Jesús le respondió: "Si no te lavo, no podrás tener parte conmigo." Entonces Pedro le
dijo: "Señor, lávame no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza."
Jesús le dijo: "El que se ha bañado está completamente limpio y le basta lavarse los pies. Y vosotros estáis
limpios, aunque no todos." Jesús sabía quién lo iba a entregar, por eso
dijo: "No todos están limpios." Cuando terminó de lavarles los pies, se
puso de nuevo el manto, volvió a la mesa y les dijo: "¿Comprended lo
que he hecho con vosotros? Vosotros me llamais Maestro y Señor, y
dicen bien, porque lo soy. Pues si yo, siendo el Señor y el Maestro, os
he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a
otros. Yo os he dado ejemplo, y vosotros debeis hacer como he hecho
yo. En verdad os digo: El servidor no es más que su patrón y el enviado
no es más que el que lo envía. Pues bien, vosotros ya sabeis estas
cosas: ¡felices si las ponéis en práctica!"
Jn. 13, 1-17
Jesús se dirige a sus discípulos y les dice, vosotros ya sabéis estas cosas, ¡felices si las ponéis en práctica!
Los discípulos habían pasado un largo tiempo junto a Jesús. Aprendiendo y descubriendo las cosas de
Dios.
Gran parte de su vida pública, como podemos ver en los evangelios (especialmente en los sinópticos),
Jesús se dedica a la formación e instrucción de sus seguidores. Ahora ha terminado el tiempo de aprender,
por eso Jesús orienta el sentido de estos aprendizajes: Felices si lo practican.
La fe es para ser vivida y practicada, no sirve ni alcanza decir "Señor, Señor" (como nos enseña la parábola
de la casa edificada sobre piedra, ver Mt. 7).
Jesús quiere e invita a sus discípulos a demostrar con gestos y actitudes nuevas el conocimiento de las
cosas de Dios que hay en nuestro corazón. En esto se encuentra la felicidad, el sentido pleno de la
existencia: en vivir para los demás como servidores.
Evidentemente la propuesta de Jesús no tiene nada que ver con el modelo de
felicidad que nos propone la sociedad de nuestros días…
¿es díficil vivir esto? ¿por qué?
¿cómo puedes vivir este mandato del amor a los demás en tu vida concreta de
todos los días?
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Muchas veces queremos enseñar el amor por medio de palabras. No nos damos cuenta que Jesús propone
otro camino. Más difícil y comprometido, pero también más efectivo y cercano al sentir de Dios.
El amor se enseña a través del ejemplo. La vida pública de Jesús es una constante preocupación y
actividad en bien de los demás. Jesús anuncia el Reino a través de gestos liberadores, haciendo presente el
Reino en la vida de la gente de su tiempo, especialmente de los más sufridos, que son los preferidos de
Dios.
Al acercarse el fin de su vida quiere enseñarles a sus discípulos que esto es lo más importante, lo que
permite conocer a Dios, lo que lo anuncia y hace presente con fidelidad. El amor llevado a la vida práctica.
¿Seguimos el ejemplo de Jesús?
¿Por qué nos cuesta?
¿Dónde ponemos el acento en nuestro anuncio?
¿Seguimos los pasos de Jesús?
Al finalizar el gesto Jesús pregunta a sus discípulos sin han entendido lo que ha hecho.
Nos muestra, una vez más, su pedagogía para enseñar las cosas de Dios.
Primero viene la vida, el gesto, la actitud nueva, en este caso el lavado de pies a los discípulos. Luego,
entonces, y porque el gesto es capaz de abrir el corazón y movilizar el entendimiento, viene la explicación,
el por qué, las palabras que dan sentido a lo vivido y ayudan a aprenderlo.
Al enseñar las cosas de Dios,
¿Seguimos la pedagogía de Jesús? ¿O comenzamos por las explicaciones, usando palabras difíciles
y complicadas para dar a entender lo que Jesús enseña de manera tan sencilla?
¿Nuestras explicaciones sobre Dios refuerzan lo que mostramos con el testimonio de vida?
¿O sólo nos quedamos con las ideas y dejamos para después los actos (expresíon del compromiso
verdadero con las cosas de Dios).
Así comienza el capítulo 13 del evangelio de Juan, a partir del cual, el evangelista irá presentando el
cumplimiento de la obra de Jesús, la llegada de su hora, el tiempo de su glorificación.
Esta se inicia con este gesto testimonial que busca expresar lo más importante de su predicación: amar a
los demás como servidores, buscar el bien de los otros por encima del propio, enseñar con el ejemplo de
vida.
Para meditar
ANEXO 11
HORA SANTA. JUEVES SANTO
MONICIÓN DE ENTRADA
Nos hemos sentado esta tarde a tu mesa, Señor. Hemos escuchado tus palabras, hemos contemplado tus
gestos, hemos compartido tu copa y tu pan. Queremos seguir contigo esta noche, siquiera una hora, y no
dejarte solo, porque es una noche difícil. Volveremos a recordar sus palabras y sus gestos, que no se nos
olviden, que sean luz y vida para nosotros. Nos importa esta cerca del Señor, escucharle y comulgar con él.
Queremos adentrarnos en el misterio de su amor y de su dolor. No lo agotaremos, porque es misterio y
porque se prolonga hasta el fin.
Aquí no hace frío, hace calor, porque está Cristo.
Aquí no es de noche, es de día, porque está Cristo.
Aquí no hay desesperación, hay esperanza, porque está Cristo.
Aquí no hay violencia, hay paz, porque está Cristo.
Aquí no hay división, hay comunión, porque está Cristo.
Nos dijo Jesús que en esta hora el amo a los suyos llegaba hasta el fin, llegaba a su máxima expresión.
Vamos a recordar algunas de las manifestaciones de este amor sin límites.
Condición previa: dejarse amar. Interesa conocer los aspectos de este amor, pero interesa más abrirnos al
amor. Si te acercas a la hoguera es para dejarte calentar, no para estudiarla. No pongas obstáculos, no
cierres tus puertas. Dejarse amar es creer en el amor. No dudes que Dios te ama, a ti, tan pequeño, tan
indigno. Dejarse amar es aceptar ese amor, hacerle hueco, que entre en ti. Dejarse amar es posibilitar que
ese amor venza otros amores, que sea el centro de tu vida.
CANTO
REFLEXIÓN
El signo de identidad del cristiano es el amor. Jesús nos dice: “Por el amor que os tengáis los unos a los
otros reconocerán todos que sois discípulos míos”
Más allá del hermano en la fe, el amor ha de ser amoral prójimo, el amor no es un proyecto, ni un sueño
lejano, sino la práctica cotidiana de la misericordia con aquellos que Dios ha puesto en nuestro camino.
Pero para Jesús, la caridad ha de ser también amor al enemigo.
Si amamos a quienes nos aman, vivimos un amor aprovechado. Debemos se capaces de amar a quien no
lo merece, a quien no es amigo, a quien no nos quiere, al enemigo; sólo entonces se podrá amar a todos,
sólo entonces habremos entendido el amor de nuestro Padre celestial que hace llover sobre justos e
injustos.
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ANEXO 12
VIERNES SANTO
MEDITACIÓN “El SONIDO del SILENCIO”
Alguien para acompañarte en las horas difíciles. Alguien que te abrace ahora que lloras a mis pies. Alguien
que te sostenga en estos momentos trágicos. Alguien que comparta tu pérdida...
y que también estará en las horas buenas, que llegarán. Alguien que te cuide y a quien cuides...
No estamos solos, ni en las horas más oscuras. Amigos, madres, hijos, parejas, colegas. Y como creyentes,
tenemos a más gente al pie de la misma cruz, a innumerables hombres y mujeres de Iglesia que han sido y
son compañeros de camino, de esfuerzo, de lucha, de errores, de búsquedas y de amor. Ahí estamos
¿Te sientes solo en el seguimiento de Jesús? o, por el contrario, ¿Sientes que hay más gente
como tú, acompañando, a veces animándote, abrazando?
¿Y sientes que ayudas a otros a afrontar los momentos difíciles?
¿Quiénes sientes que son “los tuyos”?
¿Quién puede contar contigo?
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¿Quién no tiene momentos de escepticismo, de sinsentido, de amargura? ¿Quién no se pregunta, tal vez
por un instante fugaz pero punzante, dónde está Dios ahora?
La duda no es inhumana, ni el enfado, ni el miedo... El reto está en no ceder, en no creer que todo ha sido
una mentira. El desafío es no abandonar, no rendirse, no capitular en esos momentos. Después de todo, el
salmo 22, que comienza con el llanto del justo: “Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”, termina
cantando la presencia del Señor en edades futuras: “..hablará del Señor a la edad venidera, contará su
justicia al pueblo por nacer. Así actuó el Señor”.
¿Alguna vez sientes que actúas por impulsos, y a momentos de euforia suceden otros de
duda? ¿Te sientes solo en el seguimiento de Jesús?
¿Aceptas el que pueda haber momentos en que “no sientes” a Dios, y sin embargo, te
atreves a seguir adelante con proyectos, compromisos y esfuerzos en su nombre?
"No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir sino a
dar cumplimiento. Sí, os lo aseguro: el cielo y la tierra pasarán antes que pase una i o
un ápice de la Ley sin que todo se haya cumplido. Por tanto, el que quebrante uno de
estos mandamientos menores, y así lo enseñe a los hombres, será el menor en el
Reino de los cielos; en cambio el que los observe y los enseñe, ese será grande en el
Reino de los cielos" (Mt 5, 17-19).
Las autoridades religiosas de Jerusalén no fueron unánimes en la conducta a seguir respecto de Jesús (cf.
Jn 9, 16; 10, 19). Los fariseos amenazaron de excomunión a los que le siguieran (cf. Jn 9, 22). A los que
temían que "todos creerían en él; y vendrían los romanos y destruirían nuestro Lugar Santo y nuestra
nación" (Jn 11, 48), el sumo sacerdote Caifás les propuso profetizando: "Es mejor que muera uno solo por el
pueblo y no que perezca toda la nación" (Jn 11, 49-50). El Sanedrín declaró a Jesús "reo de muerte" (Mt 26,
66) como blasfemo, pero, habiendo perdido el derecho a condenar a muerte a nadie (cf. Jn 18, 31), entregó
a Jesús a los romanos acusándole de revuelta política (cf. Lc 23, 2) lo que le pondrá en paralelo con
Barrabás acusado de "sedición" (Lc 23, 19). Son también las amenazas políticas las que los sumos
sacerdotes ejercen sobre Pilato para que éste condene a muerte a Jesús (cf. Jn 19, 12. 15. 21).
Y es necesario reconocer que nuestro crimen en este caso es mayor que el de los judíos. Porque según el
testimonio del Apóstol, "de haberlo conocido ellos no habrían crucificado jamás al Señor de la Gloria" (1 Co
2, 8). Nosotros, en cambio, hacemos profesión de conocerle. Y cuando renegamos de El con nuestras
acciones, ponemos de algún modo sobre El nuestras manos criminales (Catech. R. 1, 5, 11).
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Y los demonios no son los que le han crucificado; eres tú quien con ellos lo has crucificado y lo sigues
crucificando todavía, deleitándote en los vicios y en los pecados (S. Francisco de Asís, admon. 5, 3).
Es verdad que en esta ciudad hubo una conspiración de Herodes con Poncio Pilato, los paganos y el pueblo
de Israel contra tu santo siervo Jesús, a quien tú ungiste. Pero solamente consiguieron lo que tú habías
decidido y llevabas a efecto. Hch 4, 27-28
Al enviar a su propio Hijo en la condición de esclavo (cf. Flp 2, 7), la de una humanidad caída y destinada a
la muerte a causa del pecado (cf. Rm 8, 3), Dios "a quien no conoció pecado, le hizo pecado por nosotros,
para que viniésemos a ser justicia de Dios en él" (2 Co 5, 21).
"En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que El nos amó y nos envió
a su Hijo como victima por nuestros pecados" (1 Jn 4, 10; cf. 4, 19). "La prueba de que Dios nos ama es que
Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros" (Rm 5, 8).
"no hay, ni hubo ni habrá hombre alguno por quien no haya padecido Cristo" (Cc Quiercy en el año 853: DS
624).
"Mi alimento es hacer la voluntad del que me ha enviado y llevar a cabo su obra" (Jn 4, 34). El sacrificio de
Jesús "por los pecados del mundo entero" (1 Jn 2, 2), es la expresión de su comunión de amor con el
Padre: "El Padre me ama porque doy mi vida" (Jn 10, 17). "El mundo ha de saber que amo al Padre y que
obro según el Padre me ha ordenado" (Jn 14, 31).
"Este es mi Cuerpo que va a ser entregado por vosotros" (Lc 22, 19). "Esta es mi sangre de la Alianza que
va a ser derramada por muchos para remisión de los pecados" (Mt 26, 28).
El sacrificio de la Nueva Alianza (cf. 1 Co 11, 25) que devuelve al hombre a la comunión con Dios (cf. Ex 24,
8) reconciliándole con El por "la sangre derramada por muchos para remisión de los pecados" (Mt 26, 28;cf.
Lv 16, 15-16).
Fuera de la Cruz no hay otra escala por donde subir al cielo. Sta rosa de Lima
El segundo árbol contestó: "Llegará un día en que yo seré un navío poderoso. Llevaré a reyes y reinas a
través de las aguas y navegaré hasta los confines del mundo. Todos se sentirán seguros a bordo, confiados
Ejercicios Espirituales 2011. www.reflejosdeluz.net 39
en la resistencia de mi casco". Finalmente, el tercer árbol dijo: "Yo quiero crecer hasta ser el árbol más alto
y derecho del bosque. La gente me verá sobre la colina, admirando la altura de mis ramas, y pensarán en el
cielo y en Dios, y en lo cerca que estoy de El. Seré el árbol más ilustre del mundo, y la gente siempre se
acordará de mí".
Después de años de rezar para que sus sueños se realizasen, un grupo de leñadores se acercó a los
árboles. Cuando uno se fijó en el primer árbol, dijo: "Este parece un árbol de buena madera. Estoy seguro
de que puedo venderlo a un carpintero". Y empezó a cortarlo. El árbol quedó contento, porque estaba
seguro de que el carpintero haría con él un cofre para un tesoro. Ante el segundo árbol, otro leñador dijo:
"Este es un árbol resistente y fuerte. Seguro que puedo venderlo a los astilleros".
El segundo árbol lo oyó satisfecho, porque estaba seguro de que así empezaba su camino para convertirse
en un navío poderoso. Cuando los leñadores se acercaron al tercer árbol, él se asustó, porque sabía que, si
lo cortaban, todos sus sueños se quedarían en nada. Un leñador dijo: "No necesito nada especial de mi
árbol. Me llevará éste". Y lo cortó. Cuando el primer árbol fue llevado al carpintero, lo que hizo con él fue un
comedero de animales. Lo pusieron en un establo, y lo llenaron de heno. No era esto lo que él había
soñado, y por lo que tanto había rezado.
Con el segundo árbol se construyó una pequeña barca de pescadores. Todas sus ilusiones de ser un gran
navío, portador de reyes, se acabaron. Al tercer árbol simplemente lo cortaron en tablones, y lo dejaron
contra una pared. Pasaron los años, y los árboles se olvidaron de sus sueños. Pero un día un hombre y una
mujer llegaron al establo. Ella dio a luz, y colocaron al niño sobre el heno del pesebre que había sido hecho
con la madera del primer árbol. El hombre querría haber hecho una pequeña cuna para el niño, pero tenía
que contentarse con este pesebre.
El árbol sintió que era parte de algo maravilloso, y que se le había concedido tener el mayor tesoro de todos
los tiempos. Años más tarde, varios hombres se subieron a la barca hecha con la madera del segundo
árbol. Uno de ellos estaba cansado, y se durmió. Mientras cruzaban un lago, se levantó una tormenta
fortísima y el árbol pensaba que no iba a resistir lo suficiente para salvar a aquellos hombres. Los otros
despertaron al que estaba dormido.
El se levantó, y dijo: "¡Cállate!", y la tormenta se apaciguó. Entonces el árbol se dio cuenta de que en la
barca iba el Rey de reyes. Finalmente, tiempo después, se acercó alguien a coger los tablones del tercer
árbol. Unió dos en forma de cruz, y se los pusieron encima a un hombre ensangrentado, que los llevó por
las calles mientras la gente lo insultaba. Cuando llegaron a una colina, el hombre fue clavado en el madero,
y levantado en el aire para que muriese en lo alto, a la vista de todos.
Pero cuando llegó el siguiente Domingo, el árbol comprendió que había sido lo suficiente fuerte para estar
sobre la cumbre y acercarse tanto a Dios como era posible, porque Jesús había sido crucificado en él.
Ningún árbol ha sido nunca tan conocido y apreciado como el árbol de la Cruz.
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ANEXO 13
VIA CRUCIS VIERNES SANTO
Oración: Señor, a pesar de que todos estaban en contra tuyo y pedían tu muerte, tú te mantuviste firme
hasta el final, sosteniendo que tú habías venido al mundo para dar testimonio de la Verdad. Sólo Tú, Señor,
eres la Verdad y sé que Tú, que eres la Verdad, escuchas mi voz. Ayúdanos a tener tu fortaleza y a dar
testimonio de Ti, Verdad absoluta, ante nuestros familiares y amigos, y en todos los ámbitos en los que nos
movemos diariamente. Te pido también por los cristianos de todo el mundo que hoy son perseguidos,
encarcelados y hasta asesinados por dar testimonio de la Verdad, para que les des la fortaleza necesaria
para no dejarse vencer. Perdón Señor, pecamos contra Ti.
Padrenuestro, Gloria.
El camino de la Cruz: “Los soldados llevaron a Jesús dentro del palacio, y convocaron a
toda la guardia. Lo vistieron con un manto de púrpura, hicieron una corona de espinas y
se la colocaron. Y comenzaron a saludarlo ¡Salud, rey de los judíos! Y le golpeaban la
cabeza con una caña, le escupían y, doblando la rodilla, le rendían homenaje. Después de
haberse burlado de él, le quitaron el manto y le pusieron de nuevo sus vestiduras. Luego
lo hicieron salir para crucificarlo. Jesús, cargando sobre sí la cruz, salió de la ciudad para
dirigirse al lugar llamado del cráneo, en hebreo: Gólgota” (Mc 15,16-20; Jn 19,17)
Oración: Señor, esa cruz que cargaste sobre tus hombros eran todos nuestros pecados, MIS pecados.
¿Qué amor es más grande que aquel que es capaz de asumir las culpas ajenas? Bien sabes Señor que
nosotros también cargamos una pesadas cruces en nuestra vida diaria. Ayúdanos Señor a hacer de
nuestras cruces, no un motivo para autocompadecernos, para quejarme, para renegar de la vida, sino que
sepamos asumirlas con alegría y fortaleza, como tu hiciste con tu Cruz, y llevarlas por el camino de la vida
con el orgullo de saber que tenemos la posibilidad de compartir tu sufrimiento redentor. Te ofrecemos Señor
nuestras cruces de cada día por nuestros pecados y por la conversión de todos los pecadores. Acéptalas
como humilde ofrenda para que se unan a tu cruz por la salvación del mundo entero. Perdón Señor,
pecamos contra Ti.
Padrenuestro, Gloria.
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El camino de la Cruz: Jesús, llamando a la multitud junto con sus discípulos les dijo: “El
que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me
siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá y el que pierda su vida por mí y por
la Buena Noticia, la salvará. ¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero si
pierde su vida?” (Mc 8,34-36)
Oración: Señor, Tú nos dijiste que para seguirte era necesario abandonarlo todo,
cargar nuestra cruz y caminar tras de ti. ¡Cuántas veces no nos aferramos a nuestras cruces y nos
dejamos vencer por el miedo y la desesperanza y caemos por tierra! Te pedimos Señor que nos ayudes a
renunciar a nosotros mismos, a nuestros miedos, a nuestros egoísmos, a nuestras exigencias, a pensar
solamente en nuestras necesidades cuando hay muchos a nuestro alrededor que también tienen sus
problemas y preocupaciones. Ayúdanos a salir al encuentro de los demás, a renunciar a querer ser el
centro de atención, cuando el centro debes ser sólo Tú. Te damos gracias Señor porque has dado un
sentido a nuestras vidas mostrándonos la vocación misionera, y te pedimos por todos los hombres del
mundo que han perdido la esperanza, para que te encuentren a Ti, que eres el Camino la Verdad y la Vida.
Perdón Señor, pecamos contra Ti!
Padrenuestro, Gloria.
Oración: Señor, tu Madre María te acompañó en todo momento, hasta en los más duros. Ayúdanos a
imitar su ejemplo, acompañándote nosotros también. Sabemos que cuando nos sentimos solos, no es
porque Tú dejaste de acompañarnos, sino porque nosotros dejamos de acompañarte a Ti. Danos fuerzas
para perseverar junto a Ti y nunca renegar de tu Amor infinito, por más difíciles que sean las situaciones
que nos toquen vivir. Te ofrecemos Señor nuestra débil voluntad, que quiere serte más fiel, diciendo, al igual
que María: “Yo soy la esclava del Señor, que se haga en mí su Voluntad”. Nosotros también queremos ser
tu madre y tus hermanos, Señor, por eso escuchamos tu Palabra y te pedimos que nos des fuerza y coraje
para practicarla. Te pedimos Señor por todos los hombres del mundo que no te conocen, para que
encontrando a María, tu Madre, te encuentren también a Ti. Perdón, Señor, pecamos contra ti!
Padrenuestro, Gloria.
Oración: Señor, aquel Cireneo fue capaz de salir de sí mismo para ir a tu encuentro y ayudarte.
Enséñanos a descubrir que nosotros también estamos llamados a ser Cireneos en nuestras vidas
ayudando en la medida de nuestras posibilidades a aquellos que nos necesitan. Te pedimos perdón
por todas aquellas veces que viendo la necesidad de un hermano que solicitaba nuestra ayuda, miramos
para otro lado y le negamos nuestro apoyo. Te pedimos también Señor por todos los Cireneos del mundo,
que trabajan día a día por la propagación del Evangelio y de tu Iglesia por el mundo y, especialmente, por
aquellos que dedican su vida a la primera evangelización, dales fortaleza y perseverancia para cumplir con
su misión. Perdón, Señor, pecamos contra Ti!
Padrenuestro, Gloria.
El camino de la Cruz: El rostro de Jesús está marcado por el dolor y el cansancio y bañado
de sudor y sangre. De entre la multitud, aparece una mujer que se apiada de él, y con un
pañuelo le seca el rostro. Tu rostro bendito, Señor, queda para siempre estampado en ese
paño que fue como un bálsamo en medio de tu sufrimiento…
Oración: Te damos gracias Señor porque en el mundo existen personas capaces de “secar el
rostro de los demás”. Danos señor la sensibilidad necesaria para percibir la necesidad de consuelo en
nuestros hermanos, y la caridad para acercarnos a aquellos que nos necesitan y brindarles nuestro apoyo.
Te pedimos perdón señor por todas aquellas oportunidades que tuvimos de consolar a algún hermano que
estaba sufriendo, y no lo hicimos. Te pedimos perdón por nuestras faltas de caridad y de compasión con los
demás. Te pedimos por todos aquellos hombres, mujeres, niños, jóvenes y ancianos que sufren en los cinco
continentes, para que haya una mano cerca que les brinde ayuda y consuelo. Transforma su sufrimiento en
bienaventuranza, cumpliendo aquella promesa tuya: ¡Bienaventurados los que hoy sufren, porque serán
consolados! Perdón, Señor, pecamos contra ti.
Padrenuestro, Gloria.
El camino de la Cruz: Jesús sigue su camino, pero el peso de la cruz lo agobia, las
fuerzas le fallan, y cae por tierra nuevamente. En El se cumplen las palabras del
profeta Isaías: “Despreciado, desechado por los hombres, abrumado de dolores y
habituado al sufrimiento... Pero El soportaba nuestros sufrimientos y cargaba con
nuestras dolencias y nosotros lo considerábamos golpeado, herido por Dios y humillado. El fue traspasado
por nuestras iniquidades y por sus heridas fuimos sanados” (Is 53,3-5). Pero a pesar de la nueva caída,
Jesús se levanta y continúa su camino...
Oración: Señor, danos la fuerza para afrontar las dificultades, tal como tú lo hiciste en tu camino hacia la
cruz. Y lo que es aún más importante, lo hiciste por amor. Lo soportaste todo por nosotros y por nuestros
pecados. Y nosotros, a pesar de saber esto, seguimos pecando una y otra vez, renegando de Ti. Danos un
corazón valiente capaz de enfrentarse de una vez por toda a nuestras miserias, tentaciones y debilidades, y
a decirles ¡no!, a renunciar a nuestro pecado y convertir nuestra vida a Ti. Te pedimos por todos los
pecadores del mundo, para que se conviertan y vuelvan sus rostros hacia Ti, único Dios verdadero. Perdón,
Señor, pecamos contra ti.
Padrenuestro, Gloria.
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El camino de la Cruz: “En el camino hacia el calvario, seguían a Jesús muchos del
pueblo y un buen número de mujeres que se golpeaban el pecho y se lamentaban por
él. Pero Jesús, volviéndose hacia ellas les dijo: Hijas de Jerusalén! No lloren por mí,
lloren más bien por ustedes y por sus hijos” (Lc 23,27-28)
Oración: A aquellas mujeres les dijiste que era inútil lamentarse en vano, que
más valía preocuparse por cambiar la vida. Ayúdanos a no ser como aquellas mujeres, a no vivir
quejándonos y lamentándonos por nuestros problemas. Sabemos que eso es inútil Señor y que solo
contribuye a hacernos infelices. Enséñanos, por el contrario, a buscar primero tu Reino, convencido que
todo lo demás nos será dado por añadidura y a esforzarnos por llevar una vida santa y que sea testimonio
de amor para quienes nos rodean. Ayúdanos a enfrentar nuestra vida con esperanza, y a desear
ardientemente vivir de acuerdo a tus enseñanzas, renegando de todo lo que nos aparte de Ti. Te pedimos
Señor por todos aquellos que no encuentran sentido a su vida, para que en Ti encuentren la esperanza y la
paz. Perdón, Señor, pecamos contra Ti.
Padrenuestro, Gloria.
El camino de la Cruz: El camino es largo y difícil y la cruz se vuelve cada vez más pesada. Por tercera vez
cae en tierra rendido por el cansancio, y el dolor, la falta de comida y de bebida. Pero no se da por vencido:
ya se ha puesto en las manos del Padre y tiene que llegar al final, así que se sobrepone y se pone de pie.
Años más tarde, Pedro escribirá en una de sus cartas: “¿Qué gloria habría en soportar el castigo por una
falta que se ha cometido? Pero si a pesar de hacer el bien, ustedes soportan el sufrimiento, esto sí es una
gracia delante de Dios. A esto han sido llamados, porque también Cristo padeció por ustedes y les dejó un
ejemplo a fin de que sigan sus huellas”. (1Pe 2,20-21)
Oración: Señor, a pesar de haber caído por tercera vez, te levantaste y seguiste adelante. A veces nos
cuesta tanto perseverar en tu camino.... Ayúdanos a nunca dejar de seguirte, que nunca bajemos los
brazos ni nos demos por vencidos ante el pecado. Una y otra vez hemos caído, y Tú una y otra vez nos has
ofrecido tu perdón y nos has recibido con los brazos abiertos. Perdón Señor por ser tan inconstantes, por
nuestras reiteradas infidelidades. Danos fuerzas para ya no pecar más. Te pedimos por todos aquellos
cristianos que se han alejado de Ti y que hoy viven como si no te conocieran. Suscita misioneros que les
hablen de Ti y los acerquen nuevamente a la fe y a la comunión plena con la Iglesia. Perdón Señor,
pecamos contra Ti.
Padrenuestro, Gloria.
El camino de la Cruz: “Los soldados tomaron las vestiduras de Jesús y las dividieron en
cuatro partes, una para cada uno. Tomaron también la túnica, y como o tenía costura,
porque estaba hecha de una sola pieza de arriba a abajo, se dijeron entre sí: No la
rompamos. Vamos a sortearla para ver a quién le toca. Así se cumplió la escritura que
dice: Se repartieron mis vestiduras y sortearon mi túnica.” (Jn 19,23-24b)
Oración: Señor, en tu cruz, te quitaron hasta lo último que tenías: tus ropas, tu túnica,
pero no pudieron quitarte lo más grande que tenías y que era el AMOR tan grande a los hombres, que fue
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capaz de llevarte hasta la muerte. Te pedimos Señor que nos ayudes a no aferrarme a las cosas
materiales, a no depender de ellas, a no desesperarnos si a veces no son suficientes, o a no almacenarlas
inútilmente si son demasiadas. Te pedimos perdón Señor, por todas aquellas veces que desnudamos a
nuestros hermanos con nuestro egoísmo, guardándonos aquellas cosas que no necesitábamos y que para
ellos hubieran sido imprescindibles. Enséñanos a ser pobres y generosos, Señor, como Tú lo fuiste en la
cruz. Te pedimos por todas las personas que sufren la pobreza en el mundo, para que no les falte lo
indispensable. Y te pedimos también por aquellos que tienen de sobra, para que no se pierdan en su
egoísmo y aprendan a compartir con los que no tienen. Perdón, Señor, pecamos contra Ti.
Padrenuestro, Gloria.
Oración: Señor, hasta en el último momento mientras sufrías los dolores de los clavos que te traspasaban,
pensaste en cada uno de nosotros suplicando a tu Padre que nos perdonara. Enséñanos a perdonar a
nuestros hermanos. Te pedimos perdón Señor por ser rencorosos, resentidos, vengativos y duros de
corazón para perdonar. Ayúdanos Señor a convertir nuestro corazón de piedra en un corazón de carne,
capaz de amar y de perdonar. Danos la humildad de los grandes para reconocer nuestros errores ante los
demás y pedir perdón. Te ofrecemos a todas aquellas personas a las que les guardamos rencor y
resentimiento: bendícelas Señor. Te pedimos por todos los hombres del mundo que viven corroídos por el
rencor, libéralos de ese peso que carcome sus almas y sus corazones. Te pedimos por la paz del mundo,
especialmente en este momento tan duro para muchos pueblos que viven en guerra o en peligro inminente
de guerra. Perdón, Señor, pecamos contra Ti.
Padrenuestro, Gloria.
Oración: "No hay mayor amor que dar la vida por los que se ama", nos dijiste una vez, y no fueron sólo
palabras sino que lo comprobaste con hechos, muriendo por nosotros. Tú lo diste todo, sin medida, diste
tu propia vida. ¿Qué somos capaces de dar por Ti y por los que nos rodean? Enséñanos a amar como Tú
lo hiciste: a todos por igual y sin medida, y que seamos capaces de entregarlo todo por todos. Te
pedimos Señor por todos aquellos que en distintos lugares del mundo, entregan su vida por amor a los
demás a través de su trabajo, especialmente a los que se dedican a la evangelización de aquellos que no te
conocen o de los que están alejados de Tí. Fortalécelos, Señor, y haz que la entrega de sus vidas no sea en
vano. Perdón, Señor, pecamos contra Ti.
Padrenuestro, Gloria.
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El camino de la Cruz: “Al atardecer, llegó un hombre rico de Arimatea, llamado José,
que también se había hecho discípulo de Jesús y fue a ver a Pilato para pedirle el
cuerpo de Jesús. Pilato ordenó que se lo entregaran. Entonces José, bajó el cuerpo de
Jesús de la cruz y lo envolvió en una sábana limpia.” (Mt 27,57-59)
Oración: Señor, con tu muerte nos diste la Vida, y Vida en abundancia. Tu muerte
nos trajo la salvación. Ayúdanos a se dignos merecedores de tu salvación buscando
siempre la santidad en las cosas de todos los días. Señor, tu muerte no ha sido en
vano. Gracias a Ti, muchos hoy podemos vivir la alegría de ser hijos de Dios. Te damos gracias porque con
tu muerte en la cruz nos reconciliaste con Dios y hoy podemos ser sus amigos. Te pedimos Señor por todos
los hombres del mundo que no te conocen, que no saben de esta obra redentora maravillosa que hiciste por
la humanidad, para que reciban esta Buena Noticia y lleguen al conocimiento de la Verdad. Perdón, Señor,
pecamos contra Ti.
Padrenuestro, Gloria.
Oración: Señor, tu muerte nos abrió la esperanza de la resurrección. Tú nos prometiste la vida eterna.
Haz que vivamos de acuerdo a esta Gracia que nos regalaste, buscando siempre amarte y amar a
aquellos que nos diste por hermanos. Muchas veces nosotros también nos siento sepultados por nuestros
problemas y por nuestros pecados. Ayúdanos a no quedarnos sumergidos en el dolor, sino que sepamos
resucitar como Tú a una vida nueva, con la mirada puesta en la salvación que nos regalaste y en la Vida
Eterna que nos tienes preparada. Danos fuerzas señor para ser testigos de esperanza entre quienes nos
rodean, y acuérdate de todos aquellos valientes misioneros, hombres y mujeres, que asumen la
responsabilidad de llevar tu esperanza a todos los pueblos del mundo. Perdón, Señor, pecamos contra Ti.
Padrenuestro, Gloria.
Oración final:
Seguirte, Señor, es emprender contigo el camino de la cruz.
Confiarse en Dios, abandonarse en él, ser fiel hasta en lo más difícil.
Seguirte, Señor, es aprender a caminar al lado de María la senda que nos marcaste.
Es descubrir que todo en la vida puede ser fuente de amor,
aún los problemas y caídas, si sabemos mirarlo todo con ojos de esperanza.
Seguirte, Señor, es comenzar a dar la vida como Tú, para que otros vivan más y mejor.
Seguirte, Señor, es dejarse transformar para ser fieles a tu Palabra y vivir siguiendo tus pasos.
Señor, me pongo en tu presencia.
Aquí estoy para emprender contigo el camino que conduce al Reino.
Ayúdame a recorrerlo sirviendo y dando lo mejor de mi vida por los demás. Como Tú lo hiciste.
Que así sea, Señor de la Vida.
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ANEXO 14
ADORACIÓN DE LA CRUZ. VIERNES SANTO
1.- La liturgia del Viernes Santo se concentra, como único sacramento, en la cruz desnuda. Que ninguna
otra cosa que no sea la cruz y el crucificado distraiga hoy nuestra mirada, y que sean ellos los que susciten
la curación de la mirada.
Mirada contemplativa. Tiempo de silencio. Nos hemos reunido para estar en silencio ante la muerte, para
que se nos revele la verdadera hondura del mal, para reconocer nuestra responsabilidad en el sinsentido
que destruye a Jesús, el siervo inocente. El crucificado es elevado ante nosotros. "Mirad el árbol de la cruz
donde estuvo clavada la salvación del mundo".
2. Miremos la cruz para aprender realismo. La cruz produce escalofrío; nos sitúa en el corazón del
sufrimiento humano. Descubrir que aquella vida tenía un precio, que toda vida tiene un precio; que por lo
que has elegido te van a pasar por el madero.
3.- Miremos la cruz para descubrir cómo sufre Cristo en su humanidad. "Desfigurado, sin aspecto atrayente,
sin belleza, despreciado, rechazado, abrumado de dolores, familiarizado con el sufrimiento, sin defensa ni
justicia" nos dice Isaías. Es el reflejo del pecado del mundo que mata al Hijo y llega al Padre. La cruz que
afecta a Dios mismo. En toda carne herida crucificado Cristo. "No te cierres a tu propia carne". El dolor de
cualquier hombre o mujer dolor de la familia humana.
4.- Miremos la cruz para saber de Dios ante las desgracias, las catástrofes, el dolor muerte nos
preguntamos, ¿dónde está Dios? cruz nos dice que el problema no es dónde está Dios, sino ¿cómo está
Dios? En la desgracia el dolor insoportable, Dios Padre está herido como lo están los padres y las madres
ante el dolor y la muerte de sus hijos. Pero la cruz nos dice también que Dios es misericordia; que la
brutatilidad de los hombres es acogida misteriosamente en el que es misericordia absoluta. Desde lo alto
de la cruz Dios muestra su amor infinito.
5.- Miremos a las mujeres junto a la cruz Jesús para aprender compasión. También estas mujeres nos dicen
que Dios no nos quiere omnipotentes, haciendo declaraciones de fidelidad sino poniendo en juego nuestra
debilidad. Los varones huyen, las mujeres permanecen inaugurando la iglesia de la misericordia. En la cruz
la Iglesia del poder y la prepotencia masculina queda derrotada por esta iglesia femenina de humildad y la
valentía.
6.- Miremos la cruz para aprender confianza. "En tus manos pongo mi vida". Uno como nosotros, hecho de
nuestra misma carne, humano hasta sudar sangre, uno entre tantos, como decía la carta a los Hebreos, ha
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sido capaz de vencer los miedos, la angustia y la desesperación y "permanecer". Se trata de permanecer. El
verdadero discípulo permanece junto al Maestro; permanecer junto al que llegó hasta el final. "Junto a la
cruz estaban su madre..." Permanecer para verificar la autenticidad de las palabras, la correspondencia
entre vida y palabra. En la cruz está aquél que dijo: "Nadie tiene mayor amor a su amigo que el que da la
vida por él"."El buen pastor da la vida por sus ovejas". Si el grano de trigo no muere, queda infecundo..."
7.- Miremos al crucificado para aprender por dónde se va hacia el futuro, para descubrir que la cruz es la
penúltima de las paradojas del evangelio. Cuando todo parecía acabar fue cuando todo comenzó. Juan
recurre al lenguaje de los signos y afirma que de aquel cuerpo agotado y colgado brotó sangre y agua;
brotó la vida. Al expirar entregó el espíritu para filtrarse por todos los rincones y grietas del universo.
8.- Miremos al crucificado para hacemos compañeros de Jesús. Si por un lado la cruz nos invita a
reconocemos pecadores porque somos agentes en la situación de tantas cruces en el mundo, también nos
invita a descubrimos pescadores, llamados a ser misericordia. Nos reunimos a los pies de la cruz como
testigos y discípulos, escuchando la invitación del crucificado a vinculamos unos con otros a cuidar unos de
otros e inaugurar la nueva familia de Dios.
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ANEXO 15
SÁBADO SANTO
MEDITACIÓN “SUSURROS del viento”
«Consolad, consolad a mi pueblo, dice vuestro Dios:
hablad al corazón de Jerusalén y gritadle que se ha cumplido su servicio y está pagado su crimen,
pues de la mano del Señor ha recibido doble castigo por sus pecados. Súbete a un monte elevado,
alegre mensajero de Sión, alza fuerte la voz, heraldo de Jerusalén; álzala, no temas; di a las ciudades
de Judá:
‘¡Aquí está vuestro Dios!»» (ls 40,1.9).
El verbo «consolar» tiene en hebreo un sentido mucho más fuerte que en castellano: expresa, más que
animar a alguien abatido, la acción eficaz de conseguir que desaparezcan los motivos de su abatimiento.
Cuando el Señor que vive no es el centro, la consecuencia es un «estado de indigencia» que se manifiesta
en oscuridad, miedo y encerramiento, dudas y desconfianza, alejamiento de la comunidad y desencanto,
búsqueda de un cadáver y lágrimas, dispersión y trabajo estéril...
Pero el Resucitado se acerca como Presencia viva que da Vida: se deja ver, sale al paso, habla, interpela,
corrige, anima, comunica paz y alegría...: da el Espíritu. Su manera de hacerse presente es personal,
personalizante, identificadora: de nombre a nombre, suscitando recuerdos y experiencias comunes,
haciendo vislumbrar proyectos de futuro, rehaciendo el yo filial y fraterno...
Consigue construir una comunidad de salvación: los discípulos comen y oran juntos, trabajan, se alegran y
descansan unidos. Y experimentan que el mal es vencido, que su vida se reorienta, que brota una
existencia nueva, una re-creación, en la que son posibles el perdón, la conversión, la reconciliación, el gozo.
Experimentan que son llamados y enviados a comunicar vida, a ser testigos, a hacer discípulos, a ser
«cómplices» del Espíritu... Viven la certeza existencial de que el Crucificado es el Vencedor de la muerte; de
que ha sido constituido Señor; de que la vida humana, aun en «fase precaria», se manifestará cuando el
Resucitado enjugue todas las lágrimas.
1. Detente allí donde experimentes consolación y, si te ayuda, reza con Jesús Resucitado el capítulo
51 del Eclesiástico:
Pero ahora, cuando han perdido su imagen de seguidores, cuando han tocado fondo en la insatisfacción
que les ha producido aquello en lo que creían que estaba su vida, el Resucitado se pone en medio, y eso
les trae alegría, paz, perdón, sentido...
— siguen siendo pobres; pero ahora las cosas elementales que están al alcance de su pobreza (pan, vino,
pesca...) se convierten en celebración;
— siguen referidos al humilde servicio y a cuidar de otros («apacienta mis ovejas...»); pero el Resucitado les
ha revelado la fecundidad de esa actitud;
— no se les oculta el «precio a pagar» («otro te ceñirá.. »); pero Jesús les dice; «Yo estoy con vosotros
todos los días...»;
— sigue «cayendo el día» y llegando la noche; pero ahora la presencia del Viviente les hace estar «en
ascuas...»
* Déjate encontrar y consolar por Jesús resucitado; ábrete a su presencia y pídele que te siga
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mostrando «sus manos y su costado» para que no olvides nunca dónde está la vida verdadera...
3. Acércate a algunos de los iconos de encuentro de los relatos de apariciones y fíj ate cómo expresan los
textos las «consecuencias» de su encuentro con Jesús:
Siéntete, como María Magdalena, enviado a dar a otros la buena noticia de que Jesús vive, y que tú
«lo has visto» (Jn 20,18).
Siéntete, como Tomás, invitado a tocar las heridas del Resucitado y a seguir tocándolas en tantos
hermanos heridos de hoy (Jn 20,27-29).
Siéntete, como los de Emáus, con el corazón ardiente y la fe recuperada, y vuelve a la comunidad
sabiendo que en ella vas a seguir encontrando a Jesús al partir el Pan (Lc 24,32-35).
Siéntete, como las mujeres que fueron al sepulcro con perfumes en la mañana de Pascua, capaz de
ver más allá de una tumba vacía y de decir: «¡Está vivo!» (Lc 24,24).
Siéntete, como Juan en Tiberiades, capaz de reconocerle en la orilla y de saber que «es el Señor» y,
como Pedro, de tirarte al agua para ir a su encuentro (Jn 21).
Recorre en un «via lucis» los lugares de la pasión y, lo mismo que las mujeres escucharon del
ángel: «Mirad el sitio donde lo pusieron...», escucha lo que te dice Jesús en cada uno de esos
lugares: «Aquí dije ‘sí’ al Padre...»; «Aquí me dejé atar y detener»; «Aquí me coronaron rey...»;
«Aquí extendí mis manos para ser crucificado...» Reconoce al Crucificado en el Resucitado y
agradécele lo que ha hecho por ti.
Recorre luego otros lugares donde la Iglesia vive la alegría pascual del servicio, el amor fraterno,
las bienaventuranzas y el martirio; donde los pobres comparten fraternalmente lo que tienen;
donde la gente sufre, pero resiste y es capaz de esperanza y de fiesta... Reconoce también ahí la
presencia del Resucitado, agradece su victoria sobre la muerte y pídele que te aproxime a esos lu-
gares de vida.
«El término ‘espiritualidad’ podría traducirse como ‘la capacidad de estar vivo’. ‘Espiritual’ quiere
decir ‘viviente’, ‘intensamente vivo’. El hecho de que no estemos muertos no basta para decir que estamos
vivos. La vida se mide por el grado de alerta de la conciencia, y el trabajo espiritual consiste en estimular
esa vigilancia.
»La vida espiritual es, ante todo, relacional; se tratará, entonces, de ser conscientes de una
presencia en nosotros que se manifiesta de muchas maneras. Para los cristianos, eso se da en términos
humanos en Jesús, Palabra de Dios, que nos invita a una intimidad. La vida espiritual no consiste en
prácticas, rezos o doctrinas, sino en una atención alerta a la gente y a los acontecimientos de cada día, que
revelan así lo sagrado presente en ellos. El Reino de Dios no es un lugar, sino una experiencia de
intensidad, de calidad, de profundidad, de embeleso» (T. RYAN).
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Nos das a comer un pan y unos peces que has preparado para
nosotros, y en esa comida compartida aprendemos a entregar sin reservas lo que gratuitamente
hemos recibido de ti.
SEÑOR, TÚ LO SABES TODO. ¡Tú SABES QUE TE AMO!
Tú reclamas de nosotros la confesión de nuestro amor, y nos envías después a sostener, a apoyar, a
defender la vida de nuestros hermanos. No tenemos más que un poco de pan y la pobreza de nuestro amor,
pero eso es lo que podemos ofrecerte, y con eso estamos dispuestos a seguirte.
SEÑOR, TÚ LO SABES TODO. ¡Tú SABES QUE TE AMO!
Con todos los que creen sin haber visto, con todos cuantos buscan sin desfallecer, con todos los
pequeños y humildes de corazón, creemos y proclamamos que en ti la muerte ha sido vencida, que
estás vivo y nos precedes en el camino.
SEÑOR, TÚ LO SABES TODO. ¡Tú SABES QUE TE AMO!