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Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación y
líbranos del mal.
Amén.
Dios mío, estoy contento porque puedo alguna vez, no obstante mi nada, hacer que te amen.
Dios mío, estoy contento porque puedo sufrir algo por tu amor.
Dios mío, estoy contento porque tu presencia bendita en mi morada ilumina mi vida.
Dios mío, estoy contento porque eres mi fuerza en los desfallecimientos de mi alma.
Dios mío, estoy contento porque eres mi consuelo en las angustias de mi corazón.
Dios mío, estoy contento porque Tú eres mi luz en las oscuridades de mi camino.
Dios mío, estoy contento porque si me has quitado mucho, me has dejado todavía mucho más.
Dios mío, estoy contento porque Tú eres mi Padre, mi Esposo, mi Hermano, mi Amigo, mi
Salvador, el Huésped divino de mi corazón, por medio de la gracia, la Vida de mi vida, porque Tú
eres mi todo.
Dios mío, estoy contento porque Tú eres la Belleza, la Bondad, la Verdad resplandeciente de la que
mi alma está sedienta.
Dios mío, estoy contento porque Tú eres la eterna felicidad de aquellos que he perdido.
Dios mío, estoy contento porque creo que los he de ver y gozar en los esplendores de la vida eterna.
¡Oh mi buen Maestro! Te doy gracias de haberme hecho encontrar tantos corazones nobles y
buenos.
¡Oh mi buen Maestro! Te doy gracias del perfume de las flores, de la hermosura de las almas, del
reflejo aquí debajo de todas las inmortales bellezas.
¡Oh mi buen Maestro! Te doy gracias de haberme permitido gozar de todas las maravillas de tu
creación.
¡Oh mi buen Maestro! Te doy gracias de todos los bienes que poseo todavía y de todos aquellos que
espero de tu misericordia infinita en este mundo y en el otro para mí y para todos aquellos que me
son queridos. Amén.
NADA TE TURBE (SANTA TERESA DE ÁVILA)
¡HÁGASE VUESTRA VOLUNTAD, DIOS MÍO! cuando me abruman los pesares de la vida; mi
cáliz es muy amargo, pero yo quiero unirlo con el pensamiento al que Vos aceptasteis por mí en el
huerto de Getsemaní y hallare fuerzas para beberlo a mi vez.
¡HÁGASE VUESTRA VOLUNTAD, DIOS MÍO! cuando me vea víctima de la injusticia, cuando
me abandonen los amigos, cuando la soledad me parezca más amarga, porque también vos
conocisteis la amargura y el abandono... ¿No podré soportar la indiferencia y la ingratitud de los
hombres cuando mi Dios fue traicionado por sus discípulos?
¡HÁGASE VUESTRA VOLUNTAD, DIOS MÍO! cuando el trabajo me parezca penoso, cuando el
desaliento se apodere de mi alma... Vos sois quien permitís este desfallecimiento, Salvador mío,
para que me acerque a vuestra cruz y vaya a buscar, en ese manantial bendito la fuerza y el valor
que me faltan.
¡HÁGASE VUESTRA VOLUNTAD, DIOS MÍO! cuando lloro la ausencia de un ser querido...
Siento despedazado mi corazón, pero se que Vos habéis bendecido las lágrimas llorando a vuestro
amigo Lázaro, y me siento más resignado al venir a suplicaros que bendigáis las mías.
¡HÁGASE VUESTRA VOLUNTAD, DIOS MÍO!, en todo el curso de mi vida; cualesquiera que
sean mis trabajos, os los ofrezco, divino Redentor mío; Vos habéis aceptado, siendo víctima
inocente, el peso de los pecados del mundo; dadme fuerzas para sobrellevar a mi vez las pruebas
que he merecido y que me envía vuestra divina mano... ¡Las consideraré como una prenda de
vuestro amor a fin de que sean prenda de mi salvación!
Bendito seas Señor, Padre que estás en el cielo, porque en tu infinita misericordia te has inclinado
sobre la miseria del hombre y nos has dado a Jesús, tu Hijo, nacido de mujer, nuestro salvador y
amigo, hermano y redentor. Gracias, Padre bueno, por el don del Año jubilar; haz que sea un tiempo
favorable, el año del gran retorno a la casa paterna, donde Tú, lleno de amor, esperas a tus hijos
descarriados para darles el abrazo del perdón y sentarlos a tu mesa, vestidos con el traje de fiesta.
Padre clemente, que en el Año Santo se fortalezca nuestro amor a ti y al prójimo: que los discípulos
de Cristo promuevan la justicia y la paz; se anuncie a los pobres la Buena Nueva y que la Madre
Iglesia haga sentir su amor de predilección a los pequeños y marginados.
Padre justo, que el gran Jubileo sea una ocasión propicia para que todos los católicos descubran el
gozo de vivir en la escucha de tu palabra, abandonándose a tu voluntad; que experimenten el valor
de la comunión fraterna partiendo juntos el pan y alabándote con himnos y cánticos espirituales.
Padre, rico en misericordia, que el santo Jubileo sea un tiempo de apertura, de diálogo y de
encuentro con todos los que creen en Cristo y con los miembros de otras religiones:
en tu inmenso amor, muestra generosamente tu misericordia con todos.
A ti, Padre de la vida, principio sin principio, suma bondad y eterna luz, con el Hijo y el Espíritu,
honor y gloria, alabanza y gratitud por los siglos sin fin. Amén.
CREO EN TI
Cuando llega la dificultad y las pruebas, en los momentos de angustia, de duda o enfermedad, es
bueno decir al Señor que seguimos creyendo en El.
ORACIÓN DE CONFIANZA
ANTE LA ENFERMEDAD
Señor Jesús, Te agradezco por el don de la vida. Tú conoces las personas y las circunstancias que
me han formado ya sea física como emocional y espiritualmente. Ellas, y las más íntimas
experiencias de mi mente y de mi corazón, me han hecho la persona que soy ahora.
Perdóname, Señor, por todas las veces que te he fallado, por mi fallos contra mí mismo y los demás.
Al mismo tiempo, perdono a todos los que me han fallado de alguna manera y me han herido.
Ayúdame a ver que mi enfermedad tiene una parte muy importante en mi vida. Ella me ayudará a
ser plenamente la persona que Tú quieres que yo sea. No permitas que yo pierda o desperdicie lo
que Tú quieres hacer conmigo para hacer completa mi vida en esta tierra y para preparar mi vida
contigo en el Cielo.
Ahora yo no puedo orar de la manera que quisiera. (Estoy dolorido, cansado confundido). Te pido
que aceptes cada mi respiro como un acto de amor y de confianza en Ti.
SALVE
Dios te salve,
Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra;
Dios te salve.
A Ti clamamos los desterrados hijos de Eva;
a Ti suspiramos, gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora, abogada nuestra,
vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos;
y después de este destierro muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.
¡Oh clemente,
oh piadosa,
oh dulce siempre Virgen María!
R/. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
Oración
Omnipotente y sempiterno Dios, que con la cooperación del Espíritu Santo, preparaste el cuerpo y
el alma de la gloriosa Virgen y Madre María para que fuese merecedora de ser digna morada de tu
Hijo; concédenos que, pues celebramos con alegría su conmemoración, por su piadosa intercesión
seamos liberados de los males presentes y de la muerte eterna. Por el mismo Cristo nuestro Señor.
R/. Amén
ACORDAOS
Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen María!, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han
acudido a vuestra protección, implorando vuestro auxilio, haya sido desamparado. Animado por
esta confianza, a Vos acudo, oh Madre, Virgen de las vírgenes, y gimiendo bajo el peso de mis
pecados me atrevo a comparecer ante Vos. Oh madre de Dios, no desechéis mis súplicas, antes bien,
escuchadlas y acogedlas benigna mente. Amén.
Bendita sea tu pureza y eternamente lo sea, pues todo un Dios se recrea, en tan graciosa belleza. A
Ti celestial princesa, Virgen Sagrada María, te ofrezco en este día, alma vida y corazón. Mírame
con compasión, no me dejes, Madre mía. Amén.
BAJO TU AMPARO
Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios, no desprecies nuestras súplicas en las
necesidades, antes bien líbranos de todo peligro, oh Virgen gloriosa y bendita. Amén.
¡Oh Señora mía! ¡Oh Madre mía! Yo me ofrezco enteramente a ti y en prueba de mi filial afecto te
consagro en este día, mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón; en una palabra, todo mi ser. Ya
que soy todo tuyo Oh Madre de bondad, guárdame y defiéndeme como a pertenencia y posesión
tuya. Amén.