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icástico
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Les comparto el artículo que escribí sobre la experiencia en el taller Pre-Textos El Salvador.
Está publicado en la revista digital Contracultura y en el blog Talpajocote.
Como niña de kínder
Por María Tenorio
¿Usted ha visto cómo los niños de kínder se la pasan jugando, experimentan con materiales,
hacen “arte”, crean libremente? Antes de entrar en la seriedad de primer grado, ir al “cole” para
ellos es maravilloso. Pues, la semana pasada experimenté en carne propia, por primera vez en la
vida, una experiencia semejante a la de la escuela parvularia contemporánea: bailé, canté rap,
recorté y pegué papeles de colores, dibujé y coloreé, modelé plastilina, escribí un cuento breve,
representé una obra de teatro, e hice amigos de otras instituciones y de otros países. Me la pasé
genial, aprendí mucho, y terminé agotada y sudada, como niña de kínder.
Todo eso lo viví en el taller de lectoescritura e interpretación creativa, titulado Pre–Textos, que
tuvo lugar en la Escuela Superior de Economía y Negocios (ESEN) del 9 al 13 de julio. Este
espacio formativo es ofrecido, desde el 2007, por la Universidad de Harvard y su
iniciativa Cultural Agents en distintos países del mundo para enseñar, combinando la literatura
y el arte, cómo desarrollar en los jóvenes la curiosidad intelectual, estimular el pensamiento
crítico y fomentar la participación ciudadana. El taller fue guiado por la académica
norteamericana Doris Sommer, creadora de la iniciativa, y sus estudiantes Gabriela Poma-
Traynor, salvadoreña, y Jerónimo Duarte, colombiano.
En este taller se mezclan, como ingredientes insustituibles, un fragmento de “alta” literatura,
entendida esta como un texto desafiante intelectualmente para el nivel de los estudiantes;
abundantes dosis de creatividad, expresada en diversidad de lenguajes; voluntad de
participación activa de parte de todos los talleristas; y una sólida fundamentación crítica que
retoma prácticas culturales latinoamericanas y elementos de teoría literaria. A continuación, le
cuento, con algunos ejemplos, cómo fue la dinámica de Pre-Textos en su primera edición
salvadoreña.El primer día todos los participantes –profesores, artistas, capacitadores y algunos
estudiantes– recibimos un fragmento de dos páginas de Prometeo encadenado de Esquilo, un
texto antiguo en verso, con muchas palabras rebuscadas y figuras literarias. Arrancamos con “la
fábrica de tabaco” que consiste en que alguien lee en voz el alta el texto mientras los demás se
dedican a una actividad manual. Para el caso, todos los talleristas diseñamos y produjimos
portadas artesanales para el clásico griego. El equipo de Harvard traía planificada la jornada
inicial con otras dinámicas como la de “retratos hablados”, “hazle preguntas al texto”,
“intertexto” y “literatura de cordel”. La información sobre ellas está recogida en
el Texto departida disponible en línea.
La creatividad la seguimos desplegando todos los participantes quienes, a partir del segundo
día, nos volvimos facilitadores: guiamos actividades artísticas o lúdicas para continuar la
exploración de las posibilidades de Prometeo. Así fue como algunos compañeros nos hicieron
cantar rap a partir de los diálogos entre Hermes y el titán encadenado; otros nos pusieron a
escribir cuentos y monólogos, a transformar objetos cotidianos en elementos de la obra, a
producir sellos de foamy, a esculpir algún personaje, a tomar fotografías artísticas, entre otras
dinámicas.
Este taller, que a simple vista parece un juego de niños, se alimenta de la reproducción de
prácticas culturales latinoamericanas y teoría literaria. La dinámica del libro artesanal, por
ejemplo, se inspira en las editoriales cartoneras que nacieron en Argentina a raíz de la crisis del
2001 y que han proliferado en distintas partes del continente, incluso en nuestro país.
La “fábrica detabaco” recupera la lectura en voz alta que un lector realizaba en las tabaqueras
de Cuba desde el siglo XIX y que convirtió a sus trabajadores en uno de los sectores más cultos
y politizados de la isla. El teatro foro, que desarrollamos en la cuarta jornada, viene del llamado
“teatro del oprimido” del brasileño AugustoBoal, que promovía, en los años sesenta, la
intervención voluntaria de personas del público en el escenario.
Uno de los principios del taller es el espíritu de riesgo, promovido por Paulo Freire, para
fomentar el pensamiento libre y creativo. Esto implica, desde la posición del profesor,
arriesgarse a no saber cómo saldrán las cosas, en vez de atenerse a un programa detallado de
insumos, métodos y resultados. Como docente, Pre-Textos me cuestiona la forma de interactuar
en el aula. La pregunta que me hago, por ahora, es ¿en realidad funciona esta metodología para
que los estudiantes aprendan a disfrutar la lectura? El otro año, muy probablemente, me
arriesgaré a romper paradigmas con mis alumnos hasta que todos quedemos cansados, pero
contentos.
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Este artículo hace una reflexión sobre las mediaciones pedagógicas que se realizan en el
aula con estudiantes de la Universidad Pedagógica Nacional,
específicamente en el espacio académico de Producción Discursiva. En él, el autor define
sus principios metodológicos y expone nociones planteadas por varios autores respecto al
ejercicio de la escritura. El autor se centra en el trabajo de dos tipos de talentos, el
narrativo y literario, dos aspectos de un conjunto general de saberes que la clase debe
desarrollar.
Palabras clave: discurso, cultura, voluntad de saber, escritura creativa, talento.
La clase como espacio discursivo
Teóricos como Gastón Bachelard, Marc Augé y Zygmunt Bauman, pueden ayudarnos en
la actualidad a comprender la clase como espacio, pues más allá de la delimitación física
del aula, la clase se convierte en un espacio que es necesario construir desde varios
horizontes: las necesidades individuales, sociales y culturales, los deberes curriculares y
las mediaciones posibles para lograrlo. Esto conduce a establecer múltiples relaciones
académicas en el espacio, que van de lo imaginario a relaciones estéticas, cognitivas,
psicológicas y sociales. En una clase como esta a menudo pueden identificarse ciertos
imaginarios frente a la escritura literaria, por ejemplo, que se necesita haber nacido con el
talento, que es un privilegio de gente que puede estudiar en otras universidades, que no
vale la pena escribir si no le van a publicar. Siempre es bueno explorar los
imaginarios sociales y tratar de afectarlos positivamente desde nuevas mediaciones que
busquen innovar en el aula de clase los procesos metodológicos y epistemológicos en las
relaciones de enseñanza-aprendizaje, maestro y estudiante.
Relación con el sujeto, los otros y los saberes culturales
Para teóricos como Luis Alfonso Ramírez Peña (2008), el discurso es una constante
reelaboración de lo ya dicho sumado a las nuevas connotaciones que
los sujetos son capaces de agregarle, a la capacidad infinita que los seres humanos tienen
para crear, así como a las necesidades y propósitos que los seres
humanos determinan. El discurso se origina en la necesidad que tienen los
seres humanos de expresarse, relacionarse y saber, tres motivaciones de los
sereshumanos los lleva a relacionarse con tres instancias interrelacionadas entre sí:
el individuo, la sociedad y la cultura. Conducir la clase hacia un conocimiento de sí mismo
en cuanto a sus potencialidades y visiones de mundo, al reconocimiento de
la diferencia con los otros y a la inmersión y distancia con la tradición cultural, permite no
solo revitalizar las propias condiciones de producción discursiva de los sujetos sino la
generación de nuevos discursos, pues no se llega al conocimiento de sí, si no se toma
conciencia tanto de uno mismo como de los otros y de la cultura, solo en esa medida se
es capaz de visionar e ir más lejos.
Liberar la voluntad de saber
Tal como lo propone Jacques Ranciére, para concebir la educación desde este horizonte
es necesaria “la vía de la confianza en la capacidad intelectual de todo ser humano”
(2002, p. 12). Se trata de nivelar las inteligencias y de liberar la voluntad de conocer por
parte del estudiante. Ranciére opone al maestro emancipador el maestro atontador o
explicador, y al maestro sabio el maestro ignorante, y dado que la escritura literaria
finalmente es un acto privado y solitario, nada mejor que ser un maestro ignorante que
puede enseñar lo que ignora; si se logra emancipar al estudiante de la dependencia
absoluta de la explicación, de los pasos seguros y claros, de sus miedos, el estudiante se
verá obligado a usar su propia inteligencia, a reconocer el verdadero poder del espíritu
humano, a pasar de ser potencia a acto, y, entonces, sí, como sostuvo el filósofo Séneca,
si quieres escribir, escribe.
Escrituras académicas y escrituras creativas
Llamamos escrituras académicas aquellas que se orientan hacia la producción de un
saber sistemático, informativo, crítico o argumentativo, como pueden ser las reseñas,
resúmenes, artículos, monografías, ensayos y los géneros periodísticos; y denominamos
creativas al ejercicio escritural que tiene por objeto la producción de mundos posibles,
especialmente en del género narrativo como el cuento o la
novela, y la producción audiovisual como el filminuto o el cortometraje, aunque también el
teatro y la poseía. Para las escrituras académicas preferimos la noción de competencia,
esto es, la posibilidad de educarse en saber ser y saber hacer, mientras que para las
escrituras creativas preferimos la noción de talento, esto es, el ingenio creativo. Para
alcanzar la competencia en la escritura académica los estudiantes deben a aprender a
manejar tres estructuras esenciales: la macroestructura, la microestructura y las
superestructuras propias para una tipología textual específica. En cambio, en las
escrituras creativas esas categorías no funcionan por la naturaleza misma de la escritura
literaria; esta se enfoca en el desarrollo del talento narrativo y del talento literario
orientados hacia la producción de un género especifico. Así como no es lo mismo escribir
un ensayo o una reseña, tampoco lo es un cuento y una novela, ni son de la misma familia
el ensayo y el cuento, aunque en ellas podamos encontrar elementos compartidos que
nos no son objeto de exposición en este artículo.
Recordar, imaginar, investigar
Estas son tres de las mediaciones constantes a las que es necesario estar dispuestos, es
decir poner en contacto al escritor primero consigo mismo, y luego con procesos
investigativos que le permitan conocer lo que no sabe. El escritor puede hacer uso de
estas formas primordiales: una imagen, una anécdota sobre una experiencia vivida, un
sueño pueden ser la idea germinal de una gran historia;
luego, puede imaginar las situaciones en las que podrían suceder los hechos, actuar los
personajes, usando el detonador condicional, como si: que haría mi personaje si fuera
como, si viviera así, etc. Pero cuando estos dos recursos se agotan es necesario pasar a
un tercero más elaborado, la investigación. Si el escritor quiere crear la imagen de un
avión de la Segunda Guerra Mundial, es necesario que sepa con claridad cómo eran los
aviones de dicha época, no basta con decir que era un avión, la imagen no será jamás
nítida, pero igual podría suceder con lograr la verosimilitud de un hecho histórico.
Talento narrativo
Para el cineasta E. Robert Mackee (2011) “las facultades sensoriales e imaginativas no
son los únicos requisitos previos a la creatividad” (p. 46), sino que
la redacción también exige dos talentos singulares y esenciales: talento literario y talento
narrativo. Para él, el talento narrativo es primero que el talento literario: “El
talento narrativo puro es infrecuente. ¿Qué escritor es capaz, basándose únicamente en el
instinto, de crear historias bellamente narradas año tras año sin
dedicar un solo pensamiento a cómo hace lo que hace si lo podría hacer mejor? El genio
instintivo podría producir un trabajo de gran calidad una vez, pero la
perfección y lo prolífero no surgen de lo espontáneo y descontrolado. Los talentos literario
y narrativo no solo son totalmente diferentes sino que, además, no
guardan relación, dado que las historias no necesitan estar escritas para ser relatadas
(desde el punto de vista del cine). Las historias pueden expresarse a
través de cualquier medio de comunicación humano. El teatro, el cine, la ópera, la mímica,
la poesía, la danza, son todas formas maravillosas de realizar un ritual
narrativo, cada una de ellas con sus propias delicias” (p, 47). Para el cineasta, el material
utilizado por el talento literario son las palabras, mientras el material del
talento narrativo es la vida misma. Muchos dramaturgos y novelistas se niegan a aceptar
como principio absoluto que primero es el talento narrativo y luego el
talento literario, pues los buenos narradores saben sacar vida de las cosas más diminutos
e incluso triviales, mientras que los malos narradores reducen lo
profundo de la vida a banalidades. Es necesario aprender a contar historias dentro del
género que se quiere lograr,
ya sea desde la narración oral, hasta la lírica popular como los corridos populares en los
cuales se cuentan buenas historias asociados a las realidades del bajo
mundo, hasta los cuentos maravillosos, y los que no lo son, así como las buenas novelas
con sus diferentes tipologías. En clase nos gusta leer la novela Paris no
se acaba nunca (2003) de Enrique Vila Matas porque allí la literatura habla desde sí
misma, y hace que los chicos se centren, aunque irónicamente, como lo hace el
narrador en la novela, en aspectos que resultan relevantes para un escritor: “1. Problemas
de escritura; 2. Unidad y armonía; 3. Trama e historia; 4. El factor
tiempo; 5. Efectos textuales; 6. Verosimilitud; 7. Técnica narrativa; 8. Personajes; 9.
Diálogo; 10. Escenarios; 11. Estilo; 12. Experiencias; 13. Registro lingüístico (p.
29). Otro maravilloso texto de la tradición cultural es la obra de Umberto Eco Seis paseos
por los bosques narrativos en el cual el autor nos lleva a las instancias del autor-narrador,
lector empírico y modelo, así como a las estrategias narrativas de las cuales hacen uso las
grandes obras literarias.
Talento literario
El tema del lenguaje ha preocupado a teóricos y escuelas completas desde la Grecia de
Aristóteles hasta el Formalismo Ruso, y a escritores contemporáneos
como Ítalo Calvino que hacia 1985 pensaba cómo sería la escritura para este siglo en el
que ya estamos, y, entonces, descubría en la tradición literaria grecolatina ciertas
características que él consideraba deberían tenerse en cuenta: levedad, rapidez,
exactitud, visibilidad, multiplicidad, y una más que no alcanzó a desarrollar, la consistencia.
Para escritores actuales, aunque no del campo
narrativo literario sino cinematográfico que ya hemos citado, como Robert Mackee, el
talento literario consiste en la “conversión creativa de un lenguaje ordinario en
una forma superior, más expresiva, que describa el mundo con elocuencia y capture las
voces humanas. Este talento, sin embargo no es común. En cada
comunidad literaria del mundo hay, si no miles, cientos de personas que pueden partir del
lenguaje ordinario de su cultura y alcanzar algo extraordinario, con más o
menos calidad” (2011, p. 46).
Para escritores como Roland Barthes (2006), imprescindibles en el estudio de la literatura,
“la lengua está más acá de la Literatura. El estilo casi más allá:
imágenes, elocución, léxico, nacen del cuerpo y del pasado del escritor y poco a poco se
transforman en los automatismos de su arte. Así, bajo el nombre de estilo,
se forma un lenguaje autárquico que se hunde en la mitología personal y secreta del autor,
en esa hipofísica de la palabra donde se forma la primera pareja de las
palabras y las cosas, donde se instalan, de una vez por todas, los grandes temas verbales
de su existencia” (p.18). Así, el estilo tiene sus raíces casi biológicas,
está imbricado, en la profundidad vivencial del sujeto, “es una forma sin objetivo,
el producto de un empuje, no de una intención, es como la dimensión verbal y
solitaria del pensamiento. Su referencia se halla en el nivel de la biología” (p. 19).
Escribe Ítalo Calvino (1989): “En el universo infinito de la literatura se abren siempre otras
vías que explorar, novísimas o muy antiguas, estilos y formas que pueden cambiar nuestra
imagen del mundo” (p. 19). Cada una de estas características del lenguaje que son
extrapoladas al mundo contemporáneo, exige horas de dedicación y experimentación con
los estudiantes, no son solo datos, sino que se debe explorar una nueva percepción del
mundo, restarle dramatismo, por ejemplo, al sinsentido vertical y pesado de la existencia,
y, entonces, uno pide a los estudiantes que empiecen a desautomatizar el uso de las
palabras, que escriban como si el mundo hoy fuera mejor, que describan un despertar
alegre, que escriban palabras pesadas y otras más livianas.
Con la rapidez nos gusta leer principalmente los cuentos de Julio Cortázar para descubrir
los elementos que omite el narrador y que harían la lectura más lenta, iterativa, o hacerla
caer en la digresión, y escribimos muchas versiones haciendo lo contrario; por ejemplo,
hemos creado muchas versiones contrarias a ese
maravilloso primer párrafo de Casa tomada: “Nos gustaba la casa porque aparte de
espaciosa y antigua (hoy que las casas antiguas sucumben a la más ventajosa
liquidación de sus materiales) guardaba los recuerdos de nuestros bisabuelos, el abuelo
paterno, nuestros padres y toda la infancia” (2010, p. 9). Con solo esta
entrada uno ya se siente en la casa, pero el narrador omite los detalles descriptivos y
condensa su universo en los adjetivos espaciosa y antigua, y así
con muchos de los cuentos de Julio Cortázar. La pregunta que nos hacemos siempre es:
¿qué no dijo el narrador?
La exactitud exige de las palabras que sean usadas como notas musicales. Al comienzo
es difícil, pero los jóvenes son hábiles en crear juegos con las palabras,
en ponerlas de una y otra forma hasta encontrar el efecto musical y rítmico con ellas. Ítalo
Calvino propone, al menos, tres procedimientos clave para lograr la
exactitud en literatura: un diseño de la obra bien calculado y definido; la evocación de
imágenes nítidas, incisivas, memorables, lenguaje icástico; y un léxico preciso
que apunte a superar la indeterminación. Escribe Ítalo: “Por eso para mí el uso
del lenguaje es el que permite acercarse a las cosas (presentes o ausentes) con
discreción y cautela, con el respeto de aquello que las cosas (presentes o ausentes)
comunican sin palabras(1989, p. 91).
Para hablarnos de la multiplicidad, Ítalo Calvino, diserta sobre la novela contemporánea, la
cual define como “enciclopedia, como método de conocimiento,
y sobre todo como red de conexiones entre los hechos, entre las personas, entre las
cosas y el mundo” (p. 121). Desde esta perspectiva el mundo se entiende
como un “sistema de sistemas” en el cual “cada sistema singular condiciona los otros y es
condicionado por ellos”. El escritor italiano Carlo Emilio Gadda y el irlandés James Joyce
le sirven de punta de referencia. Aunque parezca contradictorio con categorías como la
exactitud o la rapidez, aquí el escritor se enfrenta a sus pasiones y a sus propias neurosis,
a cierta forma de erotismo con
las palabras y a la pérdida exuberante de palabras; quizá, una especie de barroquismo en
el “ que cada mínimo objeto está visto como el centro de una red de relaciones que el
escritor no puede dejar de seguir, multiplicando los detalles de manera que sus
descripciones y divagaciones de los detalles se vuelvan infinitas” (p. 122), pero en últimas
se trata de una tensión del escritor que se
enfrenta al mundo y pretende hacerlo hablar desde su relato.
La visibilidad, otra de las categorías propuestas por Ítalo Calvino parte de una cita del
poeta Dante Alighiere: “la fantasía es un lugar en el que llueve” (p. 98). Con
este verso de la Divina Comedia nos enfrenta como creadores de imágenes y los lugares
en las que se producen. El autor de las Cosmicómicas y Las ciudades invisibles distingue
entre la alta fantasía como la parte más elevada de la imaginación y las imágenes
corporales que se manifiestan en los sueños y el caos, o en las biológicas que percibimos
a diario. Refiriéndose a Dante, pero igual
a todo aquel que quiere ser escritor, sustenta que “el poeta debe imaginar visualmente
tanto lo que su personaje ve como como lo que cree ver o está soñando, o recuerda, o ve
representado, o le cuentan, así como debe imaginar el contenido visual de las metáforas
de que se sirve justamente para facilitar esta
evocación visual” (p. 99). Para Ítalo se trata de acceder primero a la parte visual,
la fantasía anterior a la imaginación verbal; se trata de una visión interior que luego
toma forma en la expresión verbal. Pero, igualmente, una imagen verbal
puede conducirnos a la evocación de imágenes, se trata de un doble camino para
alcanzar el significado de los conocimientos profundos. Como parte de su experiencia el
autor nos dice: “Cuando empecé a escribir relatos fantásticos aún
no me planteaba problemas teóricos; lo único de lo que estaba seguro era de que en el
origen de todos mis cuentos había una imagen visual” (p. 1004). Entonces,
siempre resulta útil hacer el ejercicio consciente con los jóvenes y entrenarse en el relato y
la creación de imágenes memorables.
Hasta aquí hemos abordado aspectos teóricos que orientan los desafíos prácticos. Cada
clase compone ejercicios relacionados con el manejo de la narración y el
desarrollo del talento narrativo, pero, en general, los jóvenes pasan por los siguientes
etapas: a) elección de un género en el que les gustaría incursionar, esto
varía cada año y cada cual es libre de elegir el cuento, la novela corta, géneros infantiles,
música, audiovisual, incluso, estrategias comunicativas, etc.; b) profundización y estudio
de la historia y las convenciones del género en el que trabaja; c) conocimiento de la
tradición, es necesario que entre en el mundo creativo que lo antecede; d) planeación-
escritura-reescritura; e) intercambio de
artefactos escritos en el curso para ser leídos y analizados por los compañeros; f) proceso
de entrevista a autores y producción de reseña crítica del trabajo; g)
socialización de trabajos, en esta fase los lectores hacen pública su lectura crítica y
cuentan cómo fue el trabajo creativo; y, h) evaluación final. Esta no se hace
sobre el trabajo creativo del autor, sino sobre el trabajo crítico y la producción discursiva
de cada lector.
Bibliografía
Barthes, R. (2006). El grado cero de la escritura. México: Siglo XXI Editores. Título
original: Le degré zéro de l’écriture, 1972) Traducción de Nicolás Rosa.
Calvino, Í. (1989). Seis propuestas para el próximo milenio. Madrid: Ediciones
Siruela. Título original: Six Memos for the Next Millenium.
Cortázar, J. (2010). El bestiario. México: Punto de lectura.
Mckee, R. (2011). El guión. Sustancia, estructura, estilo y principios de la escritura
de guiones. Barcelona: Alba Editorial. Título original: Story, Substance,
Structure, Style and the principles of Screenwriting, 1997. Traducción de
Jessica Lockart.
Ranciére, J. (2002). El maestro ignorante. Cinco lecciones sobre emancipación
intelectual. Barcelona: Editorial Laertes. Título original: Le maitre ignorant.
Cinq lecones sur l’émancipation intellectuale.
Vila Matas, E. (2009). París no se acaba nunca. Barcelona: Editorial Anagrama.
*Máster en Literatura Hispanoamericana, Instituto Caro y Cuervo; Licenciado en
Filosofía y Letras de la Universidad de la Salle; Especialista en Formación de
actores para Teatro, Cine y Televisión, Academia Cinematográficas Ser. Este
artículo hace parte de la aplicación de metodologías desarrolladas en el libro Leer
y escribir en el aula universitaria. Metodología y práctica. (2010), Educc, una
investigación de la Universidad Cooperativa de Colombia. El autor es además
profesor de la Universidad Pedagógica nacional, y autor de la novela RISA (2009),
Editorial Sumasaberes.
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