EL PARO JUSTIFICADO EN COLOMBIA

Cristian Lizarazo 1101

La Reforma Tributaria, un proyecto en donde se colocaban impuestos a los productos de la

canasta familiar, además de que gravaba con tributos a la renta de los más humildes; fue
una de las gotas que rebosaron la copa.

La Reforma a la Salud, un solapado proyecto que está haciendo curso en el congreso, pero
que no mejora los ya menguados salarios del personal de la salud; ni la atención a los
pacientes, como tampoco La de los hospitales.

Los sucesivos cierres de la economía, con el objetivo de disminuir los contagios del
COVID 19, que en este momento va con 70000 fallecidos; y que han aumentado
exponencialmente la pobreza en los, ya de por sí 70% de economía informal.

Además de lo anterior, la lentitud de la vacunación; provocada por la tardía compra de las

vacunas retarda la apertura de las empresas y la reactivación económica.

El descontento social causado por todos estos factores, encontró cobijo en miles de jóvenes
desempleados y estudiantes que vieron interrumpidas sus carreras por falta de recursos.

Contrastando con ellos, miles de marchantes pacíficos, inundaron las avenidas de las
principales ciudades del país, tiñendo del amarillo, azul y rojo el recorrido y el aire se llenó
de consignas: “El pueblo unido, jamás será vencido”.

Cientos de vándalos se colaron en las marchas con el objetivo de destruir bancos, asaltar
supermercados, incendiar estaciones de buses y destruir automotores.

El poco o ninguno entrenamiento policial en el manejo de mítines urbanos, conllevó a

excesos policiales que acarrearon muertes de jóvenes en medio de violentos desmanes.
Varios factores han justificado el paro que ya lleva 6 días en Colombia y que ha despertado
la solidaridad internacional. Michelle Bachelet, alta comisionada de la ONU recibió una
carta de 30 congresistas solicitándole la verificación del cumplimiento de los Derechos
Humanos durante el cese de actividades.

¿Qué lección se aprenderá de esto? Dependerá de la conciencia, madurez e inteligencia

tanto de gobierno como de gremios, estudiantes, indígenas y sindicatos. Un diálogo franco
y abierto que propenda por oportunidades equitativas para todos, será lo único que salve a
Colombia y las próximas dos generaciones de la debacle.