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sediento mundo, comienza a revelarse algo a aquel que tiene fe: la [2i]

resurrección de Jesucristo. ¿Por qué hemos de avergonzarnos de tener un Dios que obra
Aquí ha ocurrido el milagro. Aquí se ha roto la sentencia de milagros, que crea vida y vence a la muerte? Un dios incapaz de
muerte: el reino de Dios acude a nosotros en la tierra, en nuestro milagros somos nosotros mismos. Y si Dios es realmente Dios...
mundo; aquí está la afirmación de Dios al mundo, la bendición de Dios entonces es él mismo, su reino milagroso, el propio milagro. ¿Por qué
que levanta la maldición. En este acontecimiento es donde únicamente somos tan miedosos, tan precavidos y tan cobardes? Será Dios mismo
prende la oración por el reino; en este acontecimiento es donde la vieja quien nos llene de vergüenza cuando algún día nos muestre cosas mil
tierra dice sí, y Dios es invocado como señor de la tierra; en este veces más maravillosas que todo lo anterior. Tendremos que
acontecimiento se levanta la maldición sobre la tierra maldita y aparece avergonzarnos ante él, ante el Dios maravilloso. Y así dirigimos nuestra
la nueva tierra. El reino de Dios es el reino de la resurrección en la mirada a su obrar milagroso, y decimos: «Venga a nosotros tu reino».
tierra. [2j]
[2g] La oración por el reino no es la mendicidad de una alma miedosa
Pero con nuestra ambigua incredulidad nos alzamos contra este que pide por su bienaventuranza, ni es un adorno cristiano para los
reino. Ponemos fronteras a Dios diciendo con fingida humildad que correctores del mundo. Es la oración de la comunidad sufriente y
Dios no puede venir a nosotros, que es demasiado grande, que su reino militante en el mundo, oración por el linaje humano y por la realización
no es para este mundo, que Dios y su reino son una perpetua de la gloria de Dios en él. Hoy ya no nos planteamos el «yo y Dios»,
trascendencia. ¿Que humildad se creería capaz de determinar el límite sino el «nosotros y Dios». Nuestra oración de hoy no consiste en pedir
de su hacer, a un Dios que muere y resucita? que Dios penetre en mi alma, sino en suplicar que surja entre nosotros
Esta humildad no es sino el orgullo mal encubierto de quien su reino.
pretende saber por sí mismo qué es el reino de Dios, y que, en su celo [2k]
mal disimulado, quiere hacer por sí mismo el milagro y ser él quien ¿Cómo viene a nosotros el reino de Dios? Simplemente viniendo
construya el reino de Dios, viendo su venida en la vigorización de la él mismo, con la ruptura de la sentencia de muerte, con la resurrección,
iglesia, en la cristianización de la cultura, la política y la educación, en con el milagro y, simultáneamente, con la afirmación de la tierra, con la
el resurgir de la moral cristiana. Pero con ello tan sólo recae en la irrupción en su estructura, en sus comunidades, en su historia. Ambas
maldición de la tierra, en la que el reino de Dios se halla oculto como cosas se corresponden, pues sólo en la afirmación total de la tierra
un tesoro. ¿Quién erraría tanto que no acertase a ver que sólo Dios puede ésta ser seriamente desgarrada y aniquilada; y sólo en el hecho
puede provocar esta irrupción, este milagro, este reino de la de que la maldición de la tierra haya sido quebrada, permite una
resurrección? aceptación seria de ésta.
[2h] En otras palabras: Dios dirige a la tierra de modo que pueda
Lo que funda nuestra oración por la venida del reino no es lo que romper la ley de la muerte que pesa sobre ella. Así Dios es, al mismo
Dios puede y lo que nosotros podemos, sino lo que Dios hace y quiere tiempo, el que acepta la tierra y el que rompe su maldición. La tierra
seguir haciendo en nosotros. Es reino de Dios para la tierra, sobre la con la que Dios solidariza es la tierra que él mantiene; la caída, perdida,
tierra bajo la maldición, es rompimiento de la ley de la muerte, de la maldita tierra. Frente a ella él se reconoce como autor frente a su obra.
soledad y de la sed en el mundo; y es totalmente reino de Dios, su Pero donde está Dios allí está su reino. Dios acude siempre con su
hacer, su palabra, su resurrección. Éste es el auténtico milagro, el reino. Su reino ha de recorrer el mismo camino que él mismo. Adviene
milagro de Dios de destruir la muerte y hacer surgir la vida, el milagro con él a la tierra, y entre nosotros no está sino bajo su doble aspecto:
que sustenta nuestra fe y nuestra oración por el reino. como el reino de la resurrección, del milagro que rompe, niega, supera

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y aniquila todos los reinos de la tierra, todo reino creado por el hombre muerte en el mundo de la resurrección. Y la iglesia, con su testimonio
y sometido a la maldición de la muerte y, simultáneamente, como el de la resurrección, remite al obrar conservador y ordenador del estado
reino del orden, que afirma y mantiene la tierra con sus leyes, sus en el mundo maldito que ha recibido. Así es como ambos atestiguan al
comunidades y su historia. reino de Dios, que es totalmente reino de Dios y totalmente reino para
[3a] nosotros.
Milagro y orden: he aquí los dos aspectos en los que se configura [3c]
el reino de Dios en la tierra, en los que se manifiesta escindido. El El reino de Dios se configura en la iglesia en la medida en que
milagro como superación de todo orden, y el orden como supuesto para supera la soledad del hombre con el milagro de la confesión y del
el milagro. Pero también el milagro late oculto en el mundo de los perdón. Porque en la iglesia, en la comunidad de los santos creada por
órdenes, y el orden sólo se manifiesta en su total limitación a través del la resurrección, uno puede y debe llevar la culpa del otro, y esa es la
milagro. El aspecto bajo el cual el reino de Dios se manifiesta como razón de que se haya roto la última cadena de la soledad, el odio, y se
milagro lo llamamos iglesia; y el aspecto bajo el cual el reino de Dios haya vuelto a fundar y restaurar la comunidad. Es el inexplicable
se manifiesta como orden lo llamamos estado. milagro de la confesión, el que hace ilusoria toda comunidad anterior,
El reino de Dios en nuestro mundo no es otra cosa que la dualidad suprimiéndola, aniquilándola, rompiéndola y creando, pues aquí, la
de iglesia y estado. Ambos se hallan necesariamente en relación. nueva comunidad del mundo de la resurrección.
Ninguno de los dos existe sólo para sí. Cualquier intento por parte de El reino de Dios se configura en el estado, en la medida en que
uno de apoderarse del otro desprecia esta relación del reino de Dios en conserva el orden de las comunidades existentes dentro de la autoridad
la tierra. Toda oración por la venida del reino que no se refiere a iglesia y la responsabilidad. Ante el hecho de que la humanidad se desmorone,
y estado, es o «trasmundanismo» o «secularismo», y en todo caso, por voluntad de individuos obstinados en su deseo de desintegración, el
supone una incredulidad en el reino. estado se declara dispuesto a mantener, en el mundo de la maldición,
[3b] los ordenamientos propios de sus comunidades, matrimonio, familia,
El reino de Dios se configura en la iglesia en la medida en que ésta pueblo. No crea nuevas comunidades, sino que conserva las
da testimonio del milagro de Dios. El testimonio de la resurrección de precedentes: éste es su ministerio.
Cristo de entre los muertos, del fin de la ley de la muerte establecida El poder de la soledad ha sido aniquilado dentro de la iglesia en el
bajo maldición en este mundo, del poder de Dios en la nueva creación: acontecimiento de la confesión; en el estado se mantiene por la
he aquí el ministerio de la iglesia. conservación del orden comunitario. Y de nuevo vemos cómo el
El reino de Dios se configura en el estado en la medida en que éste estado, con su limitado obrar, apunta al último milagro de Dios, a la
reconoce y preserva el orden del mantenimiento de la vida, en la resurrección; y cómo la iglesia, con su pleno testimonio de superación
medida en que se sabe responsable de guardar este mundo de su del mundo, apunta al mandamiento del orden en el mundo de la
desgarramiento, y de convertir su autoridad en garantía contra la maldición.
aniquilación de la vida. Su ministerio no consiste en la creación de [3d]
nueva vida, sino en el mantenimiento de la que ya existe. El reino de Dios se configura en la iglesia en la medida en que el
Así, pues, el poder de la muerte se deshace en la iglesia por obra poder de la sed es transformado por el testimonio del milagro de Dios.
del pleno testimonio del milagro de la resurrección, y se conserva en el La sed del hombre que se halla exclusivamente orientado a sí mismo,
estado a través del orden de la conservación de la vida. El estado, con es sentenciada, aniquilada y destruida en la proclamación de la cruz y
toda su autoridad, con la que se sabe responsable del orden de la vida, de la resurrección de Cristo. Nuestra sed es orientada hacia el cuerpo
apunta al testimonio de la iglesia sobre la superación de la ley de crucificado de Cristo. Pero es simultáneamente transfigurada y

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