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Fuente: http://laeradehobsbawm.wordpress.com/
- Marxismo y evolucionismo.
Carta de Marx a Lasalle de 16 de enero de 1861:
“La obra de Darwin es muy importante y para mí es apta como base en las ciencias
naturales de la historia de la lucha de clases. Naturalmente, hay que dejar de lado la
tosca manera inglesa de exposición. A pesar de todos sus defectos, no sólo se da aquí
por primera vez el golpe de gracia a la «teleología» en la ciencia de la naturaleza, sino
que también se explica empíricamente el significado racional de esta misma ciencia”.
-Carta de Darwin (en respuesta al envió de la segunda edición del primer libro de
El Capital por parte de Marx) del 1 de octubre de 1873:
“Muy distinguido señor
Le doy las gracias por el honor que me hace al enviarme su gran obra sobre «El
Capital»”; pienso sinceramente que merecería en mayor medida su obsequio si yo
entendiera algo más de ese profundo e importante problema de economía política.
Aunque nuestros estudios sean tan distintos, crea que ambos deseamos ardientemente la
difusión del saber y que a la larga servirá, con toda seguridad, para aumentar la felicidad
del género humano. Queda, muy distinguido señor, suyo afectísimo
Charles Darwin”.
Los esfuerzos decisivos comenzaron realmente sólo a partir del año 1881, con el
mensaje imperial en el que S.M. Guillermo I dijo: «Ya en febrero de este año hemos
manifestado nuestra convicción de que la curación del malestar social no puede ser
realizada exclusivamente a través de la represión de los excesos de los
socialdemócratas, sino ciertamente mediante una promoción efectiva del bienestar de
los trabajadores».
De acuerdo con esto, lo primero de todo fue aprobar una ley de seguros de accidentes
[ ... ].
El plan de reforma al que estamos comprometidos por el deseo del emperador y de los
aliados del gobierno no puede ser llevado a cabo en poco tiempo; se precisan varios
años para su cumplimiento. Nos hemos impuesto mejorar la posición del trabajador en
tres direcciones.
En primer lugar, dando los pasos necesarios para proteger el trabajo en su propio país
frente a la competencia; en otras palabras, hemos introducido tarifas proteccionistas
para defender el trabajo nacional.
Un segundo plan, que está ya en el pensamiento del gobierno, es la mejora de los
impuestos.
El tercer plan de reformas, por el que estamos luchando, contiene un apoyo directo a los
trabajadores. La cuestión de la jornada de trabajo y del incremento de los salarios es
extraordinariamente difícil de resolver a través de la intervención del Estado [ ... ]. El
problema real de los trabajadores es la inseguridad de su vida; no está seguro de tener
siempre trabajo; ni lo está de estar siempre sano; y prevé que algún día será viejo e
incapaz de trabajar: Pero incluso si cae en la pobreza como resultado de una larga
enfermedad, estará completamente desasistido con sus propias fuerzas, y hasta ahora la
sociedad no contrae más obligaciones con él que la de prestarle el elemental auxilio de
pobreza, incluso si ha trabajado antes leal y con diligencia. Pero el auxilio social deja
mucho que desear, especialmente en las grandes ciudades [ ... ].
Naturalmente, debo decir que mantenemos el derecho a que esta ley excepcional sea una
derivación de las obligaciones y del cumplimiento del deber de la legislación cristiana.
Desde el lado progresista, podéis llamarla «legislación socialista»; yo prefiero el
término «cristiana». En el tiempo de los Apóstoles, el socialismo fue todavía mucho
más lejos. Si por casualidad leéis nuevamente la Biblia, encontraréis varios pasajes
sobre esto en los Hechos de los Apóstoles. No vamos más lejos en nuestro tiempo [ ... ]
Discurso de Bismarck en el Reichstag, 10 de marzo de 1884 .
- Preludio del Imperialismo británico. Las “guerras del opio” entre Inglaterra y
China.
La Vía del Cielo es la equidad para con todos: no soporta que perjudiquemos a los
demás en beneficio nuestro. En este aspecto, todos los hombres son semejantes en el
mundo entero: aman la vida y odian todo lo que pueda poner en peligro a esta misma
vida. Vuestro país se halla a veinte mil leguas, pero a pesar de ello, la Vía del Cielo se
aplica a todos vosotros como a nosotros, y vuestros instintos no son distintos de los
nuestros, ya que en ninguna parte los hombres son tan ciegos como para no distinguir
entre lo que trae la vida y lo que acarrea la muerte, entre lo que es ventajoso y lo que
resulta perjudicial. Nuestra Corte Celeste trata a todos los que viven entre los cuatro
mares como miembros de una gran familia. La bondad de nuestro gran Emperador es
como el Cielo que cubre todas las cosas. No existe región, por salvaje o alejada que
esté, que él no aprecie o vigile. Siempre, desde que se abrió el puerto de Cantón, ha
prosperado el comercio. Desde hace unos ciento veinte o ciento treinta años, los nativos
del lugar han disfrutado de relaciones pacíficas y provechosas con los barcos que venían
del extranjero. El ruibarbo, el té y la seda son todos productos de gran valor de nuestro
país y sin los cuales los extranjeros no podrían vivir. La Corte Celeste, extendiendo su
benevolencia a todos por igual, autoriza su venta y su transporte a través de los mares,
hacia imperios lejanos, sin lamentarlo siquiera, y su bondad iguala la bondad del Cielo y
de la Tierra.
Pero existe una categoría de extranjeros malhechores que fabrican opio y lo traen a
nuestro país para venderlo, incitando a los necios a destruirse a sí mismos, simplemente
con el fin de sacar provecho. Anteriormente, el número de fumadores de opio era
reducido; pero ahora el vicio se ha extendido por todas partes y el veneno va penetrando
cada vez más profundamente. Si existe gente tan estúpida como para ceder a esta
necesidad en detrimento propio, son ellos los que causan su propia ruina y, en un país
tan poblado y floreciente, podemos prescindir de ellos. Pero nuestro gran Imperio
Manchú unificado se considera responsable de los usos y costumbres de sus súbditos y
no puede sentirse satisfecho al verles víctimas de un veneno mortal. Por este motivo,
hemos decidido castigar con penas muy severas a los mercaderes y a los fumadores de
opio, con el fin de poner término definitivamente a la propagación de este vicio. Parece
ser que esta mercancía envenenada se fabrica por algunas personas diabólicas en lugares
sometidos a vuestra ley. Como es natural, no se vende siguiendo órdenes vuestras.
Tampoco se produce en todos los países sobre los que vos reináis, sino únicamente en
algunos de ellos. He oído decir que en vuestro país está prohibido, bajo penas muy
severas, fumar opio. Ello significa que no ignoráis hasta qué punto resulta nocivo. Pero
en lugar de prohibir el consumo del opio, valdría más que prohibierais su venta o, mejor
aún, su producción, ya que éste sería el único medio de purificar la contaminación y su
fuente. Mientras no toméis esta medida y sigáis fabricando opio e incitando al pueblo de
China a que lo compre, demostraréis que os preocupáis de la vida de vuestros propios
súbditos y os despreocupáis de la vida de los otros hombres indiferentes ante el mal que
causáis a los demás en vuestra avidez de ganancias. Esta conducta repugna al
sentimiento humano y está en desacuerdo con la Vía del Cielo [ ... ].
Las leyes que prohíben el consumo del opio son actualmente tan severas en China, que
si seguís fabricándolo descubriréis que nadie lo comprará y que nadie hará fortuna
gracias al opio. En lugar de derrochar vuestros esfuerzos en una empresa desesperada,
¿por qué no pensáis en alguna otra forma de comercio? Todo el opio que se descubre en
China se echa en aceite hirviendo y se destruye. En lo sucesivo, todo barco extranjero
que llegue con un cargamento de opio a bordo será incendiado, con lo cual se quemarán
también inevitablemente todos los otros bienes que transporte. Entonces, no sólo no
obtendréis ningún beneficio de nosotros, sino que os arruinaréis en el negocio. Después
de pretender perjudicar al prójimo resultará que sois vos la primera que sufrirá por ello.
Nuestra Corte Celeste no habría conseguido la fidelidad de muchos países si no
ejerciera un poder sobrehumano. No digáis luego que no se os avisó a tiempo. Al recibir
esta carta, Su Majestad será lo suficientemente buena como para comunicarme
inmediatamente las medidas que se habrán tomado en cada uno de sus puertos.
Carta de Lin Ze-xu a la reina Victoria, 1839.
- Kropotkin: la moral anarquista.
“Esta moral no impondrá mandatos. Rechazará de una vez por todas, la idea de modelar a
los individuos de acuerdo con una idea abstracta, lo mismo que rechazará mutilarlos con la
religión, la ley o el gobierno. Dejará al hombre individual plena y perfecta libertad. Será
sólo un simple registro de datos y hechos, una ciencia. Y esta ciencia dirá al hombre: si no
eres consciente de la fuerza que hay dentro de ti, si tus energías sólo son las suficientes
para mantener una vida incolora y gris, sin impresiones fuertes, sin alegrías profundas,
pero también sin profundos pesares, entonces, atente a los simples principios de una justa
igualdad. En las relaciones de igualdad hallarás probablemente el máximo de felicidad
posible para tus débiles impulsos.
Pero si sientes en tu interior el vigor juvenil, si quieres vivir, si quieres gozar de una vida
plena, perfecta y desbordante, es decir, conocer el supremo gozo que puede desear un ser
vivo, sé fuerte, sé grande, sé vigoroso en todo cuanto hagas.
Siembra vida a tu alrededor. Ten en cuenta que si engañas, si mientes, si intrigas, si estafas
y defraudas, te rebajarás a tí mismo, te degradarás, confesarás de antemano tu propia
flaqueza, jugarás el papel del esclavo del harén que se siente inferior a su amo. Haz esto si
quieres, pero has de saber que la humanidad te considerará mezquino, despreciable y débil
y te tratará como tal. Sin pruebas de tu fuerza, actuará contigo como si fueses un ser digno
de lástima. No acuses a la humanidad si tú mismo, por tu propia decisión, paralizas tus
energías. Sé por el contrario fuerte, y cuando veas la injusticia y la hayas identificado
como tal (desigualdad en la vida, una mentira en la ciencia, un sufrimiento causado por
otro) rebélate contra lo mismo, lo falso y lo injusto.
¡Lucha! Luchar es vivir y cuanto más encarnizada la lucha, más intensa la vida. Entonces
habrás vivido; y unas horas de esa vida valen años gastados vegetando.
Lucha para que todo pueda vivir esa vida rica y desbordante. Y no dudes de que en esta
lucha hallarás un gozo superior al que pueda proporcionarte cualquier otra cosa.
Eso es cuanto puede decirte la ciencia de la moral. La elección es tuya”.