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-------------· ·~ ...

Mezclando observación de campo, datos estadísticos y


análisis histórico, Loic Wacquant, sociólogo y discípulo de
l
Bourd\eu, (ntroduce al lector en el seno del gueto de Chicaqo
y en el de un barrio de un suburbio Industrial de París. Allí
descubrimos que la marginalidad urbana no lleva el mismo
ropaje todas partes. La comparación revela, sin einbargo,
que las estructuras y las políticas estatales juegan un papel
determinante en la articulación de las desigualdades (de
clase, de lugar y de origen) de ambos lados del Atlántico.

Lejos de la mirada exotizante de los discursos mediático


y político, es posible v~r que la implosión del corazón negro
de la metrópoli estadounidense se explica ante todo por
la doble retracción de la economía salarial y del Estado de
bienestar y por las políticas Públicas de segregación y - ,}
abandono urbano. La proliferación de "barrios problema" - .,'
alrededor de las ciudades europeas, por su parte, traduce
la descomposición de territorios obreros por el efecto con·
junto de la desindustrialización, la precarización del trabajo
y la mezcla étnica de poblaciones hasta aquí fuertemente
LOS CONDENADOS
tu·:·
compartimentadas.

LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD pone en evidencia la


cristalización de un nuevo régimen de "marginalidad avan-
DE LA CIUDAD
zada" allrhentada por la inestabilidad estructural del traba-
jo asalariado, el retroceso del estado social y la concentra- Gueto, periferias y Estado
ción, en distritos desprestigiados, de sectores desprovistos
de una lengua compartida que les permita forjar una iden-
tidad común y afirmar reivindicaciones colectivas.

Al arrojar nueva luz sobre la explosiva mezcla de opulen-


cia, miseria y violencia en las metrópolis del primer mundo,
el autor ofrece herramientas preciosas para agitar el deba*
te público sobre las desigualdades sociales y la ciudadanía
Lorc Wacquant
>y L ¡.:'
.· . !'(.il'l ¡f
en el comienzo de un siglo nuevo.

j .•
>;L
.;'É:l~\}'
[''~,· i < >)l(I
'• .·• slg!f)'\Íeintluno editores
Siglo veintiuno editores Argentina s.a.
l
TUCUliAÁN 1621 7' N {C1()50AAG), BUENOS AIRES, f!EPÚ9UCAARGENTINA

Siglo veintiuno editores, s.a. de c.v.


. CERRO OS..AGUA248, OElEGAClÓN COYOACÁN, 04310, MéXICO, Q_ F.

Siglo veintiuno de España editores, s.a.


CJMENéNDEZ PIOAI.., 3 BIS (211006) MADRID
A mi madre, por haberme enseñado
el sentido de la justicia social.

Wacquant, Lok
Los condenados de la ciudad. Gueto, periferias y Estado.
¡ • ed. Buenos Aires: Siglo XXI Editoi:e• Argentina, 2007.
37& p. ; 21l<14 cm (Sodología y Política)

Traducción de Marcos Ma}'llr

ISBN 9'78-9S7-1221J.\IS-4

1. Sodologia. 2. Clases Marginadas. L Marros Mayer, trad.


llTirulo.

CDD305.56

Título original: Parias w-bains. GhettD, ban!Mues, Etat; publicado por


Éditions La Déc:.:ouverte en 2006

Portada de Peter Tjebbei;


Imagen de tapa: Camilo Vergua; Mnm Lawn.dale on Ckú:ago's We.st Súk, 1988

© 2007, Siglo XXI Editores Argentina S.A.

ISBN 97&-987-122-0-984

Impreso en Artes Gráficas De!sur


Almirante Soler 24MI, Avdlaneda,
en el mes de julio de 2007

lkcho el dep6'lto que marca la ley 11. 723


lmpr<'SQ en Argentina -Made in Argentin<1
Índice

Introducción 13
Gueto, banlieue, favela, etcétera: instrumentos para repensar
la marginalid:¡;i.d urbana 13
Gueto, banlieues, Estado 14
Para una sociología comparada de la marginalidad urbana 19

PRÓLOGO'
UNVIEJO PROBLEMA EN UN MUNDO NUEVO

l. El retorno de lo reprimido: revueltas, etoicidad


y dualizadón en tres sociedades awmadas 29
La violencia de abajo: ¿levantamientos raciales o revueltas
intestinas? 33
La violencia de arriba: desproletarización, relegación
y estigmatización 40
La alienación política y los dilemas de la penalización 48
Conclusión: un desafio para la ciudadanía 54

l. DEL GUETO COMUNITARIO AL IIlPERGUETO

2. Declinación y destino del gueto negro en el fin de siglo 59


De los disturbios raciales a las explosiones silenciosas 60
El adiós al "gueto eterno" 63
nes precisiones preliminares 66
Del "gueto comunitario" de los años cincuenta
al "hipergueto" de los noventa 69
Descalabro y peligro en el núcleo de la metrópoli 71
Despoblamiento, desproletarización y naufragio
organizacional 77
WS CONDENADOS DE LA CIUDAD
10 ÍNDICE 11

El "ingenio~ y la supervivencia cotidiana en la economía "La gente te desprecia por completo" 206
83
informal . .• De la estigmatización espacial a la ~desorganización" social 209
Las raíces económicas y políticas de la hiperguet12~:1on . 90
Visión y divisiones sociales en el gueto y en las banlieues
Desinversión, crecimiento polarizado y segmentac1on racial obreras 215
del salario no calificado 91
Apartheid norteamericano y fractura de la conciencia racial 215
Segregación racial, política de la vivienda y concentración Los jóvenes de las citéscontra el resto del mundo 219
de la miseria de los negros 97
Mezcla de categorías, trayectorias colectivas y tensiones
La retirada abrupta de un Estado de Bienestar estancado 104
"étnicas" 222
La marginalidad política y el ~estrechamiento planificado" Conclusión: las estructuras mentales de la marginalidad 227
107
del gueto . .,
Conclusión: reconfiguraciones de la dom1nac1on 114
7. Lugares peligrosos: la violencia, el aislamiento y el Estado 229
117 Comparar las "trincheras" urbanas 231
3. El precio de la exclusión racial y social en Bronzeville
Delincuencia, violencia callejera y contracción del espacio
Desindustrialización e hiperguetización 121 público 236
El precio de la vida en el hipergueto . . 130 Delincuencia juvenil y sensación de inseguridad en las cités
Conclusión: estructuración social de la marginalidad 144 del cinturón rojo 236
La violencia callejera y la extinción del espacio público en
4. West Side Story: un barrio de gran inseguridad el South Side de Chicago 242
en el gueto de Chicago 147 Aislamiento institucional contra deserti:ficación organizacional 247
148 Densidad organizacional y aislamiento institucional en la cité
Miseria de Estado y capitalismo de calle
154 de Quatre mille 247
La macabra lotería de los homicidios
159 Decadencia del sector público y desertificación organizacional
"Seis pies bajo tierra o la cárcel"
del gueto 252
Conclusión: reafirmar las obligaciones del Estado 259
Il. CINTURÓN NEGRO, CINTURÓN ROJO
lli. LA MARGINALIDAD URBANA EN EL HORIZONTE
5. Banlümes obreras francesas y gueto negro norteamericano:
165 DEL SIGLO XXI
de la amalgama a la comparación
El pánico moral de las "cités-gueto" 168 8. El advenimiento de la marginalidad avanzada:
Las banlieues no son guetos a la norteamericana 176 características e implicaciones 265
Conclusión: et "gueto francés": lUl contrasentido sociológico 192
Undertlassy banlieue figuras de la marginalidad 265
Seis propiedades distintivas del nuevo régimen de
6~ Estigma y división: del corazón de Cbicago a los
195 marginalidad 269
tnárgenes de París Implicaciones para la sociología urbana 286
"norteamericanización" de la pobreza en las ciudades Hacia una revolución de las políticas públicas 291
. '·Unaeuropeas? . 196
, La estigmatización territorial: su experiencia y sus efectos 201 9. Las lógicas de la polarización urbana por abajo 295
, "Se diria que aquí hay una peste" 201
Los síntomas de la marginalidad avanzada en la ciudad 298
LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD

301 Introducción
l0• gi· Cas estructurales alimentan la nueva pobreza
Cuatro ctro de la convergencia •
transau·anuca
· exorciza
· do 312
_1
;r:~f: a la marginalidad avanzada: el giro hacia el Estado
316
_ penal

321
posfacio a la edición francesa
327 Gueto, banlieue, favela, etcétera: instnunentos para
Agradecimientos y fuentes
repensar la marginalidad urbana1
331
BibHografia
Gueto en los Estados Unidos, banlieueen Francia, quartieri perife-
rici (o degradah) en Italia, problmrwmrddeen Suecia, Javela en Brasil,
villa miseri.q en la Argentina, rancho en Venezuela: las sociedades
de N orte<ll}!§,tif?,.~-~\lJ9P'!; _9f,~~f!~l!~~ YJ,-a~~o~m~fi~~-4úPiJl~. ~~~
. SU. repert~.?- top_()gr@c5) _4~_!1P:.~égn_~l}Q _~sp~cífi.<:o.. P~~~- ~~:~ig~_ar
·aeSOslUgares estigmatizados y si~~ados_ e:n lo más baj_o del sistema
-1eráf(¡i.iicO ae los -_Si~iO§ 'qi¡te_-_COf!1p9µen u11;i m~t~Óp_olis. Eü"eSos
OiStiftOS de aura demoníaca se acumulan y agravan las dificultades,
allí viven los parias urbanos del cambio de siglo. Esto les sirve para
concitar una atención desproporcionada y desproporcionadamen-
te negativa de parte de los medios, de los dirigentes políticos y
de los funcionarios estatales. Se los conoce internamente y desde
,-~;e,--~-°'~-? _ :~~. ~-~~-~ _d.e._ ~?-:i!~~e~~--~C?~~-·"'.1?S-se~~~i~~:e_n- ~.r?hI_~­
_, -~as~~lE~-~!_i.2!:P.t:?,1:!,i_bA4.Q!>.: .'?, .'.'ajyf!.ie~:. !:l~-~---c;!~~~! co~o .!!?.rTi~.
_torios de privación y abandono a los que se debe temer, de los
):--que h~X~-~~~_!i~i~: y-~~--~ii.~-~-~·~ª-~~2. ~~-~r p~~-~-~nStit_~yen :~ºc?~--~e._
; !vtoleñcia, yi_9c.s_y_ ~i~olttci_Óll sot;i?-1_;.ésta es al menos su reputación
.;-pue·s-;"én' este terreno, la percepción contribuye, y en mucho, a
fabricar la realidad. Como consecuencia del halo de peligro y de
pavor que los rodea y del desprecio que afecta a sus habitantes
-un agregado abigarrado de viviendas desprovistas de casi todo,
de minorías deshonradas y de inmigrantes indeseables-, se los

1 Se mantendrá la palabra banlie'Ue -que también se puede traduéir por


"suburbio"- cada vez que el autor la utilice para referirse a los barrios obreros
de la periferia urbana francesa. El mismo criterio se usará para inmr-cíiy, en el caso
anglosajón, y para cité. [T.]
LOS CONDENADOS DE 1.A CIUDAD INTRODUCCIÓN 15
14

uele describir, desde arriba y con mucha distancia, en tonos som- de una manera que, en lugar de oponerlos como es habitual, haga
~ríos y monocromáticos. Y en su interior, la vida social parece converge¡: los pap~les de_l rn,eyr::ado_ de trabajo, las r:e_lací9ne_s é1;:nica_s
sieffipre la misma: desnuda, caótica y brutal. y el :EStado._ El segundo se propone destacar las diferencias y simi-
, Al romper con el sesgo actual del discurso mediático así como litlldes que presentan el ''hipergueto» norteamericano y la banlieue
con las aproximaciones semiacadémicas de las investigaciones francesa a partir de los elementos de una perspectiva sociológica de
habituales, este libro traslada al lector hacia el corazón de estos la margj,nalidad avanzo.da, es decir, del nuevo régimen de relegación
territorios de relegación en dos países desarrollados, a saber, el socioespacial y de cerrazón excluyentes (en el sentido señalado por
gueto negro estadounidense y la banlieue obrera francesa, con el Max Weber) 3 que se ha cristalizado en la ciudad posfordista como
objetivo de mostrar que no es eso lo que ocurre: la marginalidad efecto del_~_:~~?l~o- de_síg_~<!!_ ~~< 1<1:5_ ~~o;n9np_as _(:~pita)is~_y 5f_e_ 1a_
urbana no está en todos lados tejida con las mismas fibras y, si se lo desarticu~<J.ció~_ d.~J. ~Si¡i(:j_o .t:lY .~i_er¡_~star, según modalidades que
piensa bien, no es algo sorprendente. Los mecanismos genéricos que ·van:a·n en función de la forma en que estas dos fuerzas pesan sobre
ta producen, así como las formas especificas que reviste, se vuelven la clase obrera y las categorías etnorraciales que pueblan las zonas
plenamente inteligibles cuando uno se toma el trabajo d~~':"~~~- inferiores del espacio social y del espacio fisico.
i~ las- en la matriz histórica -característica de cada sociedad en una Luego de diagnosticar el resurgimiento inesperado de las rea-
)f'tpoca d.3.da:...:..: ·dé _13:s ie'tacio_nes entre las -~!ases, el, ~~ta~() Y.~1 espa- lidades reprimidas de la violencia colectiva, la indigencia mate-
i! cio. Es decir, debemos ocuparnos de desarrollar 1magenes más rial y las divisiones étnicas en las metrópolis del Primer Mundo a
\f'COi:nplejas y más diferenciadas de los "condenados de la ciudad" si lo largo de las últimas tres décadas, la primera parte del libro se
pretendemos comprender correctamente su situación y elucidar ocupa de la interrelación entre la dominación racial, Ja inequidad
su destino colectivo en los diferentes contextos nacionales. 2 entre clases y la acción del Estado en el corazón segregado de Ja ·~~"­
metrópolis estadounidense. Dejando de lado el lugar común de ;\
la "desorganización" que, a partir de los primeros trabajos de la - ,:--
Gueto, banlieues, &tado Escuela de Chicago, domina las investigaciones convencionales "-
sobre la pobreza en los Estados Unidos, se desarrolla aquí una
Los capítulos que componen este libro disectan y comparan los ; conce~_ció? ins_titucí_onalis_ta . <le~ &tteto com9 cc;.nc.~t~-~~~Jéi~ clej; :·.--
grandes cambios de la posguerra y la organización contemporánea : mecan1smo_;;_9-;~ . ~ontroJ ~tn<?1T'1cf!~· fuµda9-a e~_ la _~1~~i:ia_ y_rna!e-j 1 ~S...
del "cinturón negro" estadounidense junto con la estructura, la :l'íaiillráif"é"n la geogrqña de Ja: ciu_dad. 4 Recorremos la transición j ; '\3'
-dinámica y la experiencia de la desposesión urbana dentro del "cin-
turón rojo" francés en fase de desindustrialización. La ambición
· desde
. el gueto comunitario de mediados del siglo xx, formación:' : - .
empírica inmediata y el objetivo analítico ulterior que los animan
3 Por cerrazón (SchliesraniJ, Weber (1971"1995, tomo 2: 55) designa al con-
están estrechamente vinculados. La primera trata de describir y
explicar la tr':"nsf{)fflU1,cWn ins.titucionalque h~ C?~<?cidl)_el gtie~9 _afri;.- junto de procesos a través de los cuales un colectivo restringe "e! acceso a las posi-
bilidades (sociales o económicas) que exísten en un dominio dado": sus miembros
americanó 1uegoae·1a ola de dis1:Urb.íos de la década de _l?~_OJ__<:_Q_ll­ "usan como argumento ciertas características reales o virtuales de sus adversarios
-sefüffiCfü. ae-1a ·re·orgallizáC.ión del régimi:_ri de ao·~-~~~§!1 _rnc;ia,l,__ para tratar de exclulrlos de la competencia. Esas características pueden ser la raza,
J'ef~COhoinía éapittlisia y las potítlCáSpiI5llciSen i?~ ~~~os U~dos _ la lengua, el credo, el lugar de origen o la extracción social, la ascendencia, el
domicilio, etcétera". Se encontrará una descripción sucinta pero eficaz sobre este
enfoque de la estratificación social y espacial en Mackett (2004). .
4 Para una discrnióu sintética del sesgo perenne y de los límites característicos
~Tunbién se podrá ~ampliar elhoriionte de nuestr'J. mirada" sobre los barrios
relegados de las metrópolis del Primer Mundo ubicánd<Jlos dentro de la gama de de la corriente dominante en la investigación sobre la intersección entre división
las variadas frlrmas que revisten las constelaciones citadinas de los desheredados racial y pobreza urbana en los Estados Unidoo, remito a Wacquant (1997 y 2002,
atrapados ~enrre la guena -y la ciudad" en los países del Sur (Agier, 1999: 6-8). en lo que se ocupa del aspecto etnográfico).
16 LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD INTRODUCCIÓN 17

sociOespacial compacta y claramente circunscripta en la cual los ·--~-1-~~!li~~- del_ South Side de Chicago y de la periferia parisina en
negros de todas las clases sociales se hallaban consignados y ligados sus respectivas metrópolis. Pone de relieve los efectos antisolida-
entre sí por una amplia gama de instituciones propias del grupo y rios de la -~.s!!g~;_i.ti_za~i_c?n -~erritofia_l en las estructuras sociales y
de su espacio reservado, hasta el hipergueto de fin de siglo, nueva las estrategias locales, y actualiza los principios sociales de visión
configuración espacial y organizacional descentralizada, carac~ y división que organizan la conciencia y las prácticas de sus resi-
terizada por la doble segregación de raza y clase en el contexto dentes, atados a la oposición negros/blancos, del lado norteame-
del doble abandono del cinturón negro histórico por parte del ricano, y ~jóvenes de los barrios contra el resto del mundo", del
lnercado de trabajo y el Estado de Bienestar, retirada que exige _lado francés. Este análisis muestra que la banlieue en decadencia
y suscita en compensación e.I ~e.spliegue ~~ UJl .aparato p~Iicial y -del h~ágon~ y el f?Ueto·afroamericano constituyen ~Jarmar:i_O-:
penal intru.sivo y om.nipresente. Me apoyo en una variada gama de ,nes.~oaoe_spact~.~--diferentes, nacidas de lógicas institucionales de
''ciát.QS"effipíi:icos oh.tenidos de encuestas cuantitativas, entrevistas segreg'ación y de agregación distintas, que se traducen en niveles
en profundidad con sus habitantes y observaciones etnográficas incomparablemente más altos de degradación, aislamiento y dis-
realizadas en el South Side de Chicago entre 1988 y 1992, para locaciones en el caso del gueto norteamericano.
deshilar el tejido de la vida cotidiana en el gueto contemporáneo La cerrazón social y la relegación espacial en el cinturón negro
y delimitar los factores políticos y económicos que han dominado operan prioritariamente sobre la base de la pertenencia racial,
su evolución reciente, cuyo lugar principal está ocupado por la modulada por la posición de clase previa a la ruptura de los años
P!e~arización e_conómica y la_ ~~~P!9~~-as:_if~9_, J.!1-.PE~~-!~n¡:~-<1:~ sesenta, y ~~as están sumadas y agravadas por las_J?_!!tic~~--p~l?,li:
una rigida Yenvolvente segregació~_soc_ial, la erosic)n _d~ u11 Estado cas d~ ~_elecc~gµ y aba1:1dono urbanos. Un tanto a la ifiversa ocuITe
·soCiaI-e"il-retrOceso, y las medid.is de "estrechamiento planificado" --en-"el cinturón rojo, doride li"i:üafginalización es, en principio,
~féI'sector pÜblico. FinaIID'ente se trata Cte1 ñau}rafJi,o de las i~$tituclo­ pro?ucto de una lógica de clase, en parte aumentada por el origen
ntS 'piib!iCaS"como ;esultado de las políticas estatales de abandono nacional y en parte atenuada por la acción del Estado. De esto se
urbano yde contención punitiva del (sub)proletariado negro que si~e que el hipergueto norteamericano es un universo étnica y
surge como la causa más poderosa y más evidente de la persisten- s~c~mente lwrrwgéneo, caracterizado por una débil densidad orga-
cia de la marginalidad en la metrópolis estadounidense:'i n1zac1onal y una menor penetración del Estado en sus componen-
La segunda parte del libro elabora una comparación de la tes sociales y, por lo tanto, por una inseguridad fisica y social mlly
estructura, de las experiencias vividas y de los fundamentos polí- fuerte, mientras que la periferia urbana francesa se caracteriza, en
tico-económicos de la marginalidad en los Estados Unidos y en cambio, por una población profundamente heterogénea según la
Francia, a partir de un estudio empírico centrado en el barrio procedencia etnonacional (y por la posición de clase) cuyo aisla-
de Quatre mille en La Courneuve. Traza la morfología social, la miento resulta mitigado por una fuerte presencia de las institucio-
textura organizacional y las funciones que cumplen los _"barrio_s__ nes públicas. Esta heterogeneidad interna está reforzada, además.
por la heterogeneidad interna de las banlieues obreras francesas
entre ellas, que contrasta fuertemente ~on la monotonía social y
5 La invención de la política de penalización de la inseguridad soCial en los espacial exhibida por los guetos de las grandes ciudades estadO-
Estados Unidos, que se traduce en el hipe:rencarcelaroiento de subproletarios unidenses. Por esto hablaremos, en la medida en que sea posible,
negros (un afroamericano de cada tres está hoy en manos de la justicia, dos negros del gueto en singular y de las banlieues en plural ·
no calificados de cada tres purgan una pena de reclusión en algún momento de
su vida), es analizada en Punir as pebres. A no-va gestM da miM'ia nos Estadru Unidos
El balance de las similitudes y diferencias entre la "nueva
{Wacquant,_200la, traducción francesa aumentada a ediiarse en 2007 bajo el titu- pobreza" establecida en la periferia obrera francesa y su equivalen-
lo Punir ks pmium. Le nouveau gcuvernement de l'imécurité sr.lciak), y su intemacio- te estructural en los Estados Unidos pone en evidencia la dimensión
nalización en ús Pnsom dt la mis.lre (Wacquant, 1999). específicamente racial de la exclusión urbana en la metrópolis nor-
,.
·~

LOS CONDENADOS DE U CIUDAD INTRODUCCIÓN


18 19

i .
teamencana. Queda absolutamente- refutada
.. -· · -la- _tesis,_
· que1 don:i:ina
, al crecientes de la relación salarial, que está cada vez más desconec-
._ .em Os -de una convergencia transatlánttca_ que l evar18:_ tada de las fluctuaciones cíclicas de la economía nacional y tiende
:_'·-.t: estos tJ P ' --- - -- - ·e · __d e Jasc1_·udades
"Sür"'·mientod~"guC::tos"en1apener1a -.- eu•ope""
• ·6 a concentrarse en los territorios despreciados y aislados donde la
l: :
¡:; AY se con rma
-· ---~ ""' -fi· · que las est:ructuras y las pohticas estataks juegan un papel
._ . · ·. Ida"· "· ¡ erosión deja ~~nsación de un "lug~ en _común" (como_~.\
d:'i 1 _,_ · •
'.,.,,ctsivo
n la articulación diferencial de las des1gua ':""s.w:: e.ase, ~ue reffiíte "'ilavez·a- una-posiCiOi:l'"O'tijetiV·a compartida y al/: _.
_\·,.1, ·.1 ,.·:;µ ._, -'-"¡". - e- '"'<le'ú rígen
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_ . ,.
·
o etnonac1ona l) , yes to se ve_nfica
,,, •. sentimieirtü-Subjetn;O de diSpOñei de-un--sltlO~ 'üñ "enire-·n.oSJ"yi-~''\,,
.IH ff_ ;·;;;;~ iadoS ~l Atlántico. A contramano de las ideologtas po11ucas raa;::¡-rencia· ae·un TdiOmaMse-~ül~-d·e-- ~eiti¿dká~ión;- éXaceroan·ia: ;,;¡,
'¡' \ tOs.discursos académicos que se ponen de acuerdo en_ sub rara: el
(· '\ ·expeñeñcíliy·1os erec:tas d€»r;d~sp;o1erarimfón y1a íll'digencta. · ¡_:.,,/
·: ~&' =··
yd bili"".......;ento del Estado con el objetivo de que funcione mejor,
e ld [ .. \\, r ------:Arabrrrse--üíi·nuevo s1g¡·c;,-1a~iiiCapacidi'd"Cfe-10~ gObferllos Cie.-.; -
~" \~ los países avanzados ~es decir el rechazo o la reticencia de sus
,e
~~ se consta
,
1

· ¡¡ ''Z1
· ta qu e el Leviatán sigue siendo
. . el vector pnnc1pa ad e , a
(:) ~ génesis y la trayectoria de la margi~al1dad. avanzada en e a pa1s. - '\t i clases dominantes convertidas al neoliberalismo- para detener
.? :Z Incluso donde parece ausente a pnmera vista, aunque se ~uestre _.."¡! la,ª-~~~laf:~?~._,s.'?~_i_al_y_ ~s,E~tj_¡,tl_ ~..l_<!;§..~.ifi..rult¡),q~_s !".f9_n,§.w!~f~1_ Ia
'i:-:tasivo 0 espasmódico, sigue siendo el Estado, por medio de su --; descomposición social y el desprecio cultural dentro de los encla- '·'
:i.: ~ ;Cción multiforme, el que determina la forma ~e los mer~~os ves obreros r etnorraciales desheredados de la_ 1ll~!;I'§p~1_i_s siuatk~~,:1 ,F
il:' i;:·. de la vivienda, del trabajo y de los títulos educatlVQS Y tamb1en la zada, amenaza con engendrar problemas crónicos y plantea un -\.C
t ,;; distribución de bienes y servicios de base, y el que, ?e es~e modo, teñrible desafio para la institución de la ciudadanía. Esa es una de \ \
l gobierna Ja conversión del espacio social en espac_10 fis1c"o apro-
i;¡i,~.,\E ¡.r las causas fundamentales de la~sf.~':1-l~,r,~:;e~~? ,Y~~~! ~~~!-1~
'ado Tunto en los Estados Unidos como en Francia. los efectos ~-~, !: re:_i_~,~~~.~~,-1?~)-~ R2J!µff':~. ~?1-~.~taj~_s_y _}?~tl.~l~s).j,~e__ ti_(;r:i,~Il, co_m9_
~
: :~-~!_:::_i_!?p"~~~~~t~?.()~-~:~~~-~- <t~.JQS . ~~-~~?~~, l¿~~c.1~º~- ~.la
. ·¡ •
··~ de lugar" (Bourdieu, 1993a) demuestran ser esencia mente eJectos
(~' del Estado prr.ryectados sobre la ciudad.
·::::: F"nalmente la comparación metódica entre el gueto negro
-,~;_ ---_.~~~~ºf~:~~¿d1~9~Y:t~J~~¡~~~tz::.;;~~~~~1~t!~~- --
¡' '\5 nort:aroerican~ y l~ banli.eues obreras francesas permite dif~re~- un impacto significativo, las políticas sociales que pretendan com~
1 ~ cial- las principales características que distinguen a la m~~aj~~ batir la marginalidad avanzada deberán salir del estrecho períme~
tro del empleo asalariado para esforzarse por crear.!;!!!, dt.!e<;h.,9_~J ¡.;1
'¡ii! ~i"~e~~º~~ ~:-~~~~]~b;:~:;:~;r;~~ª~~~?~¡futl~~
J~ ~' a }a guetra:-:E1 análisis de la polariza,~ión por abaJO, presentado
la sub§~ti,ttnci\l,.por.fuera.de .la tute:!~, c!~J,IJ1~,c_adQ, valiéndose de tal ! -,
"¿-·¿.¡;¡~¡variante del "ingreso básico,; ('van Parijs, 1995).
1
::·. ~ñTa re-rceTa parte, destaca,.._i!!te;,,~~~~"t"et ~echo de que Ja po~eza
posfordista se alimentaba de li ·1nestabil1dad y la heterogeneidad
Para una sociología comparada de la marginalidad urbana

5 Esta tesis se basa en un c-0mpleto c-0ntrasentid-0 sociológico so?re lo q':e Al especificar la dinámica causal, las modalidades sociales y las
constituye Wl gueto, contrasentido generado y perpetuado por: 1) ~1gnoran~1a formas experienciales distintivas que conforman la relegación en
de las realidade:i hii;tódcas de la ciudad norteamencana (cuyo estudio empí~co la metrópolis de los Estados Unidos y Francia, este libro se propo-
ha sido ampliamente reemplazado por clichés tranquilizadores que, oom~rudos ne forjar los instrumentos necesarios para repensar la marginali-
pcr el periodismo sensacionalista, la trastienda política y los sectores mas mun·
dad urbana en el seno de las sociedades avanzadas. De este modo,
danoo de la investigación, terminan por parecer fu.ndado~ en l~ h:_chos), Y. 2)
Una persistente confusión conceptual entre guetizac1ón y d1fer~~cracion esp~oal, 'pretende contribuir a iniciar una sodo0ff,!,_a com'f!ara_!f!1.~!f!J!E!.(f!]E.,.!f:);
segregación residencial, pauperización.~conómic_a'. conce~tr.1c10~ de_ ~tranjer~s - ,' ción soci__Cf!i en principio para las ciudades del Primer Mundo pero¡/
o inmigrantes, enclave físico, degradaoon de la vivienda, violencia cnm1nal, etce- -. ''también-para los países del Segundo Mundo, como la Argentina,
tera (tomado in seratimo bien por tramos). - Sudáfrica y Turquía, y en los Estados-nación surgidos. de las ruinas
- ~ ' . l• •
• o i :-. '1-J 11· ,, - ¡..,¡•",: 1i()
\',.v¡ ""' o'•-'·-•
LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD INTRODUCCIÓN 21
{;
del imperio soviético, donde la expansión y la intensificación de \" 2,1 En segun~o luga~j-º-~!lJi--?-!?!~ !:~J.:!.bii;;;;!._r -~l-~-~~-º y_~}- <,l_~_sti._- :' );
7
la miseria urbana en el período reciente son aún más evidentes. J.!!?. ~.~_un barno__(~-~~ _a_l}'.>t?.~!.3-~~'? 9..9-~~~I,e_º%d9,_p.9Qls;_o__infame) ;
De esta comparación, provisoria y en revisión, entre gueto norte- -en la sir}"i: !J"iq-Crór!-ica _d.e. !gs tratisforrJl.rµ;io~ h4i&icas_rlt: Jas_cÚ~eS es'.
americano y periferias obreras francesas en el final del siglo xx, -~Pi.~-~i_§.º .º-1~~9ª1 1 ~.n.s_f.orn:i~~i_one_s qu~j~~s _h~~~-s~ ·_fu~tit.e_ ~ :,
surgen cinco principios que pueden ser de utilidad para orientar y su prin_c_i.piq__ e_~--~t seno del_Qarrio en cuestión. Ningún "corte --
próximas investigaciones. ~·traUS~~rsal" de la meÜ-ój)ó'1i; se comP~~~d'e' sin~ -c~mo precipitado·
Q En primer lugar, res~ta ~~R~!:.~-~V<?_!_s_ta9Iecer U!1:_I cl~a _sep~- sincrónico, fijado artificialmente por el análisis, de las tendencias
1 ¡ ración entr:~ ... p9r_.:!J-O.-. _laQ.(), l()s __!=On~ep_to~ -~ativos utilizados p_or "longitudinales" de larga duración que trabajan el espacio social
!c'J ~ ! 10SfüllCl0Uari()!..~~~~-les 1 loi; _di_rigc;l'l.tes de las ciu_dades y lo_s pro- y determinan su proyección en el espacio físico apropiado. Así, la
!\
~2 piOS'-fiá:bi~á~~~ ?":ra__de_sign,ar a los barrtOs -d~ exil.io y, ~or otr_o, impWsión brutal del gueto negro, como consecuencia de las sUble-

tó\_!~0~~~~~~r~~~t~;~iaq~~d~~:~~;:::i~i~~ Ía _~:~~~~~~j;- 0 1

l \~E.\'1-Jl._t@fi@. __~~e~a y de·su posict?~. -~e_Ii!J:O §e__ la e_stru~tur3:


vaciones urbanas de la década de 1960, fue determinada desde el
exterior por la confluencia del descentramiento del sistema polí·
tico nacional, la profundización del sistema de castas, la reestruc-
U \ \-s_9_<:;i9.J?.~P.ª~i_?:l._y. el_ ?!'_d_eii_~~~~~O~i~_?"ª~-~l~ ~-~:?'~polj_s. Esto impli~a turación del capitalismo urbano y la política de regresión social
1 otorgar una atenc1on especial ál examen cnuco de las categorias del Estado federal sobre el fondo de un proceso perman~nte de
y los discursos (incluso los cienúficos) que, con una pretensión ostracismo de los afroamericanos, Lo mismo ocurre con la lenta
descriptiva, contribuyen a delinear la marginalidad organizando -~:__ descomposición de los territorios obre~s de la periferia urbana fran- 1:-
su percepción colectiva y su tratamiento político. Como corolario, ,, cesa (y de modo más general, europea) de la era posfordista que, a
;;;: , semejanza de su consolidación durante el período 1920-1980, esl:á --;,
hay que desconfiar especialmente de la circulación internacional ·
de conceptos verdaderos-falsos -como el de undercla.sr- que no l
.:::. J sobredeterminada por las rc:!_aci2Q_~~}rj;!_ºgllJ?t-r-~~ _!';n_J:r:~,e_I,E_s~Q, _, ,-::
-~ ·, L-las f]~§.Y-~--~!9-9:~- Olvidar que el espacio urbano es una cons· -:
sólo resultan inadecuados para sus contextos de importación sino_.
1 ~ · trucción histórica y p;iitica, en el sentido fuerte de la expresión, es__ ·
que también se han apoderado de las realidades urbanas de sus
paises de exportación (Wacquant, 1996a). Y hay que cuidarse de la r exponerse a quedar atrapado por lo~~Lde_"l?~i?:..que noj;
apelación difusa y confusa a nociones, como la de ugueto", que son más que la retraducción espacial de las diferencias económi- --
funcionan como simples metáforas que apelan a una imaginería
_ casysociales.9 ·:::..L.
emotiva que oculta las diferencias estructurales y funcionales fun- . t'?:) , La tercera de las recomendaciones corresponde al plano ~'
damentales, y que, en consecuencia, detienen la investigación pre- ~:' .._,: metodológico,:.-~s~-~!~ilJ4J¡pensableJaºp{l~!!_d4,!!-_~Pl':.?g!4J'.iJJ!_,_,,~,O. .
cisamente allí donde debería comenzar.8 _:-- ~ prin~~9.ú'.~_r} ,~?_:!~~ .~~}'.~}()... ct.1;!_~9-~_di~µrs_!?_~Jf.~)Il~_nd~!Jl..S~.ª~.~.~--
-"""'' ca de los territorios de perdición urbana que 'bloquean la inves-
tigaCiOñ'e~ :eI--penmetro·-s-esgad~ d€i ¿hj~·to precon1i'fuiído, -p·ara_
7 Cf~- 1a extensión del vínculo entre pobreza y etniddad en las sociedades --·· ' ruego pOd~i:_compiender las_retacíonesy taS'slgúificaCiolleS-Vivicias
·~:--...- --·--''''-»"-' ._. -- ' ---- - - - _, -' - ' --- -
postsoviéticas del Este (Emigh y &zelényi, 2001; Ladanyi y Szelényi, 200-0), el '
;

resurgimiento del debate sobre la marginalidad en las ciudades latinoamericanas


(Auyero, 2000; González de la Rocha el al, 2004; Lago, 2005) y el florecimiento de 9 Como lo recuerda con énfasis Pierre Bourdieu (1993a: 250, 256), "no se
trabajos acerca de la e:s.dusión urbana en Sudáfrica despues del apartheid (R-Obin- puede romper con las fabas evidencias y con los errores inscriptos en el penSa-
son, 1996; Gervais-Larnbony et al, 1999) y en Turquía en la fase de integración a miento sustancialista de lm; lugares, si no se procede a un análi!ds riguroso c;le las
Europa (Erder, 1997; Keyder, 2005). El debate adquiere una intensa actualidad en relaciones entre las estructuras del espacio social y la~ estructuras del espacio
China (Wu, 2-004). fisico", relaciones que son el producto hi-'ltórico de ~luchas por-la apropiación
8 Esto Se tratará de desmontar en Les D.rnx Visages du ghetto, la obra que slgue del espacio'', en las cuales el Estado juega un papel doblemente decisivo como
a ésta, en la cual abordaré frontahnente la polémica cuestión del gueto. territorio de conflicto y protagonista interesado.
INTRODUCCIÓN 23
LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD
22
para dejar de lado los falsos problemas impuestos por la actuali-
que son constitutivas de la ciudadanía mar~n-;1 en lo co~~iano. dad política y su enfoque administrativo, para luego contrastar
Pero', con el riesgo de condenarnos a la m1op1a monografica, la la visión desde abajo y desde lo alto con los datos económicos y
investigación de campo no puede prescindir por un momento del demográficos en ciertas zonas pauperizadas de la banlieue parisi-
análisis institucional y viceversa, aun cuando uno y el otro sean na. Es posible obtener frutos de las teorizaciones más abstractas
puestos-éñSOrdfñi-eii algún momento de la investigación y de su -como la depuración analítica de la ''marginalidad avanzada" a la
explicación. Debe estar guiada a cada paso por el conocimiento que llega esta investigación- cuando se las hace convivir con una
metódico, debe ser ella misma constantemente revisada y enrique- aprehensión carnal de la experiencia histórica de la que se supone
cida por el estudio directo de situaciones concretas, de determi- r- han de dar cuenta. y razón. 11
nantes macroestructurales que, aunque ostensiblemente ausentes
del barrio, siguen gobernando las prácticas y las representaciones
\0: En cuarto lugar, resulta útil establecer una mínima d!§Q!:).s~i~ ;
entre la condi~_n social característica de una zoria de relegación ¡ :,
de sus habitantes porque están inscriptas en la distribución mate- ·y___§_§aI~iOO<li:rueiitóS_i¡.üé_,imPXi.c_f~ ·~e a ia (~~~~~,~-.E.!:1~:ª-~-- !)
rial de recursos y de ayudas sociales posibles, en tanto que depo- -cristalizar bajo la forma de una cultura local ):' _u_na panoplia de ;:- :
sitados en los cuerpos bajo la forma de categorías de percepción --estrate·gias-·rrpiC'iS~dr:·Bóiirg0ís;·199-5)~· Sü'fioSici6n en -ü·na éS-fu'iC~-:: -
y-de acción (Bourdieu, 1980) :._N~-~~- tf~fa- a~~Í, <lC: :e~?Pi~a: ~()~ -fiirajefii:ct_ü.í~~~4~Jµg;µ:~~' I,11~-c!i~a _al mísffió'iifiriipO en ~O-iñá:teriil ·;
¡ datos "fresc,ru¡'.:g}~-~ ~i_r-:,~ d~ tj~.!E:P.~?-~ -·~e_n~s '-~~--~~-s~-~'.~~~~: ~i fó -~!}!M_li~-9.i~Y.Jª= Jk.~~r?!i,,9,u~ _~ii!it_?It;·.~-~11:'tf2.S~~[_aj._s~I,11-ª--~Y.~?- i
\ c:!?SJu~~ _9,~JJn. CO_nJaCt~ .1urad_e_!?.~~~f! la reaii~?-11-~?_sa.~c_a, __Sil}O P.Olitano .f.:~ ..l'll.<'.º}~junto. Algunos de estos distritos sirven como:-
]·de:u~_I~--? ~~~-1_1".1.cl,órt ~tnográfi~a. com_()"·!-~S-t!~.D:ien_~? _Y i:n_o~e~to yacimientos activos y dúl-áderos de mano de obra poco calificada,:,
\'necesarios de la con_str:tl-ccióp teor1ca.. otros son simples depósitos para poblaciones supernumerarias
' " A-U~ 'CuáíidO este libro no pertenece al género establecido del que ya no tienen utilidad económica o política identificable en el
estudio etnográfico, la etnografia juega en él un rol esencial, pues nuevo capitalismo polarizado; otros sirven, finalmente, de conte-
la observación del campo, el análisis estructural y la construcción nedores espaciales para el ostra<::ismo de categorías sociales y de
teórica pueden avanzar de acuerdo y se refuerzan mutuamente,10 actividades indeseables. Esto vale para los "barrios bajos" de dife--
en lugar de oponerse en un estéril conflicto de prioridades. Sin las rentes países o incluso dentro del mismo país o en una metrópolis
informaciones directas obtenidas por la participación personal en dada. En Brasil, por ejemplo, la etiquetafavelafunde y confunde a,.
las escenas habituales del gueto de la South Side de Chicago, no los distritos obreros estables que siguen ofreciendo sólidos puer-
habría podido validar mi intuición inicial sobre el carácter inco- tos de integra<::ión proletaria a la ciudad, las zonas en que las víc-
herente e inverosímil de la leyenda académica de la underclass y timas de la "desindutrialización regresiva" son abandonadas a su
rearticular la cuestión de las relaciones entre raza, clase y Estado suerte en una economía callejera informal dominada por las acti-
en el espacio de la inner city (el eufemismo geogrfa.:fico por_ip.edi_()_ vidades criminales y la violencia en trópica que éstas generan, y los
del cual la cienci~'éOi'lv-enciOUat ·é~ajp_\¡jt_¡~~~~~ designa al gue_~? enclaves de margi,nais definidos por la experiencia de un estigma
ñegro par;, juStani:eñte;·ñ;;n-om,;;;;ki). Del mismOñiúdO:lOS dátos
..OoteiiíclOS de'"prtmerá mano mediante la encuesta realizada en La
Courneve y en los servicios municipales y ministeriales encargados
l l Esta aprehensión se puede incluso tematizar gracirus a la etnografía oom- ·
de la política de la ciudad, entre 1989 y 1991, resultaron vitales parada, bai1ada en un trabajo de campo paralelo en dos sitios elegidos para escla-
recer !as invariantes y las variables teóricamente pertinentes, por oposición' al
trab~jo de "campo multilocaliiado" hoy de moda, que resulta, a menudo, una
lU Se puede encontrar un modelo de integración s.inérgica entre estos tres excusa cómoda para escapar a las obligaciones prácticas de la etnografía, no esta-
elementos en el libro de Pereira (2005), Clas:w e culturas de dasse dasfamf/ias Pln'- bleciendo el campo en ninguna parte,
tuenses (especialmente la tercera parte: "Cida<le e Territorio~, pp. 479-767).
LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD INTRODUCCIÓN 25
24

de grupo y una decadencia co lecuva. · 12un m1~mo· b arno


· ~ue d e debe prestar una atención muy particular a la policía. Organismo
cumplir sucesivamente una u otra de estas func1~nes (º.' seg~n los del "frente" y rostro ceñudos del Estado dirigido en exclusiva a las
ectoreS varias de ellas simultáneamente), segun dos1ficac1ones categorias precarias y marginales,_ ~-p_ol~cia..experiment.a en toe!~~
~etermi~adas por la historia de su composición y de su posición partes ~El~.~risis PI'?!Unda de lei!.t4P.id;id, fi,ln,ciÓn"Yi·.ei::liiÜm!e.Q.~9
en la jerarquía objetiva y subjetiva de los lugares que componen .-que-eT.feciente giro gerérlCia{.no puede contener r¡_i e.IJ.m,~arar,
r,h} ciudad. pues tiene su origen en la reconfiguración general del Estado, la

\2/trac~!~ª=~~~~ii~~~J;~~~~!s!!1%~~~;Y~i ~~;~~f;i~l~~~~.
erosión- del i:nonOpolio' público en .los sistemas de vigilancia y de
sanción de las -~-()n~av.eri_ciones,_y una sensación de inseguridad
¡--~cam.bi.iütf- ~y a 1:11e!l~4o corin:-a9i<:_tQria~ qu~)Jj_arltie_nen sus }iabi:__ 'Si5Mlatñpliairiente extendida a la que los dirigentes políticos han
'¡ ~té,S _cc)n 'io~-distin~os fun~io~aríos y oficinas pú?licas, e_s~elas y elegido responder con la politización a ultranza de la inseguridad
·liOspitales, agenc_~as _de aloJamiento _HL~ 3 y de ayuda social, 103:_ criminal lo que desencadena un incremento en las expectativas que
¡ -b,~~~~i~~--y-~l __t[?!!SP_<.>rte_ públi<:?.!_ .!?_s _~IJ~?:~~~ _y l_as" ~~r~as. del._ las fuerzas del orden no pueden sino terminar por traicionar.
'?!~!::!1:·.No se puede suponer que es~ relacion sea es~tica, un~or­ Sin embargo, mientras se derrumban los fundamentos polí-
1,-m_é, unívoca o adecuadamente descripta por la expresión multluso ticos del ''fetichismo policial" -la ilusión ideológica que querría
de "clientelismo" o por las figuras familiares del conflicto y de la_ hacer de él la "solución" al "problema del crimen" (Reiner, 1997:
qutja. En efecto., aun cuando los citadinos pobres no ~ogran revertir 1003)-, la policía tiene a su cargo no sólo mantener el orden
los "rituales de marginalidad" que los vinculan a las eh tes gobernan- público sino también -en un sentido muy concreto que la remite
tes, su acción colectiva engendra permanentemente nuevas signifi- a su misión histórica de origen- afirmar el nuevo orden social
caciones e intercambios multiformes que abren un espacio posible a compuesto de vertiginosas desigualdades y enfrentar las turbulen-
la reivindicación y a la crítica sociales (Vélez-Ibáñez, 1983). Por otra cias nacidas de la explosiva conjunción de una miseria aterradora y
parte, existe un abismo entre las políticas públicas "en el papel:. de una riqueza insolente engendrada por el capitalismo neo liberal
decididas y articuladas por los centros de poder estatal, y las prácti- en las ciudades de los países avanzados o hipócritamente llamados
cas habituales de las street-lcvel bu'fl!aucraci.es (Lipski, 1980) que asegu- en vías de desarrollo.15 Y si el poner bajo presión policial a los
ran (o no) los servicios públicos siempre de manera diferenciada, barrios populares en barbecho económico y social se ha vuelto
según las categorias y los lugares, abismo que únicamente el análisis recientemente tan popular entre los gobernantes, es porque hacer-·
14
empíric<> de casos precisos y prosaicos puede pennitir superar. lo permite a las altas jerarquías del Estado disfrutar del sentimiento
Entre las instituciones que dejan su sello en la :vida cotidiana reconfortante de que responden a las expectativas del "pueblo'',
de las poblaciones y el clima de los barrios "con problemas~, se desprendiéndose de la responsabilidad histórica que les corres-
ponde en la fabricación de los parias urbanos del nuevo siglo.

12 Para convencerse alcanza con contrastar a Ribeiro {1996) con Pamuk y Berkeley y París, marzo de 2006.
Cavalieri (1998); Pino (1997) con Goldstein (20-03) y, en una perspectiva histórica
y biográfica, los trabajos recopilados por Zaluary Alvito (1998). Se padria realizai-
la misma demostración a propósito del Probkmquartier en Alemania, del bairro
degradado en Portugal y del pueblo joven en el Perú, y así de otros.
15 HafJitationa loger modért viviendas wciales de renta controlada mediante
subsidio del Estado. [T.]
14 Para un estudio afondo de "la regulación de las tensiones y de la produc-
ción de consenso" por parte de los administradores del Estado encargados del 15 Sobre esta cuestión, (.onsúltese Chevigny (1995). Palidda (2000), Jobard
tratamiento ordinario de la mi11eria urbana (d05 casos de subsidios familiares en (2002) y Binder (2004), respectivamente, sobre las Amérk:as, Italia, Francia y la
dos ciudades francesas), véase Dubois (1999). Argentina.
PRÓLOGO:
UN VIEJO PROBLEMA
EN UN MUNDO NUEVO
l. El retorno de lo reprimido:
revueltas, etnicidad y dualización
en tres sociedades avanzadas

Las décadas de expansión que siguieron a los grandes impac-


tos de la Gran Crisis de 1929 y de la Segunda Guerra Mundial han
llevado a los países capitalistas occidentales a considerarse socieda-
des pacíficas, cohesionadas e igualitarias -en una palabra, civili-
zadas, según la acepción habitual del término, es decir, en camino
hacia las formas más acabadas de la cultura y la vida humanas-,
pero también -en el sentido de Norbert Elias (1978)- socieda-
des embarcadas en un largo proceso histórico de reconfiguración
que implica la ampliación de las cadenas de interdependencia, la
multiplicación de las organizaciones y la pacificación de los inter-
cambios sociales por medio de la monopolización de la violencia
física por un Estado burocrático unificado.
Los Estado,s.nación avanzados, como los Estados Unidos, Fran-
cia y Gran Bretaña, están igualmente convencidos de que son cada
vez más democráticos, según la acepción tocquevilliana del término,
es decir, en marcha hacia una reducción ineluctable de las desi~
gualdades de condición y, sobre todo, de las desigualdades deriva-
das de las posiciones e identidades llamadas "adscriptivas".
· De hecho, uno de los r<¡.sgos centrales de la imagen que esas
sociedades construyeron de sí mismas durante la inmediata po,s.
guerra consistía en que esos estatus heredados, Como la pertenen-
cia de clase, el origen étnico o la "raza~, eran cada vez menos
pertinentes para acceder a posiciones sociales valorizadas y a las
posibilidades de vida que las acompañan. 1 El consumo masivo, el
supuesto aburguesamiento de la clase obrera, el papel creciente de

1Este cuadro de trazos gruesoo no permite discernir las variaciones significa-


tivas entre las diversas sociedades agrupadas bajo la· etiqueta de "Primer Mundo".
Para una presentación de las diferencias en la construcción sociopolítica de las
desigualdades y de la pobreza en Francia, Gran Bretaña y los Estadoo Unidos,
vea.se Silver (1983, sobre todo pp. 342-348).
LOS CONDENADOS DE'. LJ\ CIUDAD PRÓLOGO 31
30

Jos títulos educativos en la distribución de los individuos en el seno era, en todo caso, un fenómeno destinado a retroceder y luego a
de una estructura socioprofesional refinadamente diferenciada, la desaparecer con la plena "modernización" de la nación.3
expansión del individualismo liberal, todos estos factores pare<:Ían Así, en vísperas de la década de 1960, el economistajohn K.en-
anunciar el advenimiento de una era de bienestar material y de neth Galbraith (1958) caracterizaba la miseria como una "anomalía"
armonía social. Dos libros publicados simultáneamente en 1960, típica, "casos especiales" o "islotes". Por cierto, los llamados ''islotes"
en los Estados Unidos, se pueden considerar proyecciones emble- estaban bien poblados pues seguía habiendo diez millones de pobres
. mát:icas de esta visión emergente de las sociedades avanzadas, tal en los Estados Unidos, pero eso no duraría mucho tiempo; cuando
como lo indican sus títulos: Las etapas del crecimiento no económico. el presidente Lyndon B.Johnson lanzó en 1964 el programa titulado
Un manifiesto no comunista, de Walt W. Rostow (1971), y El fin de la "guerra a la pobreza", anunció con orgullo que la miseria sería erra-
ideología, de Daniel Bell (1960). La sociología dio una expresión clicada antes de 1976, de manera que la celebración del bicentenario
académica a esta creencia al elaborar la noción de ~meritocra­ de los Estados Unidos marcarla también el nacimiento de la primera
cia~. En los Estados Unidos, toda una escuela investigatíva sobre y verdadera "sociedad de abundancia" de la historia (Castel, 1978).
la estratificación (con base en la Universidad de Wisconsin, en En esa época, en Francia, Ja misma promesa del horizoUte radiante
Madison) se ocupa de formalizar esta visión de una estructura de de la "nueva sociedad" corría por cuenta del partido gaullista, por
clases cada vez más fluida y porosa utilizando la noción de status entonces hegemónico bajo la dirección deJacques Chaban-Delmas,
attainment como el armazón conceptual de innumerables estudios antes de ser reactualizada bajo el nombre de "sociedad liberal avan-
sobre la apportuniry. 2 zada~ por Valery Giscard d'Estaing, uno de cuyos ministros había
Al mismo tiempo, se extendía la idea según la cual las formas logrado un notable éxito de librerías con un texto que proclama-
más extremas de desigualdad estaban en vías de ser superadas, ba que se podía "vencer a la pobreza en los países ricos" (Stoléru,
es decir, erradicadas, gracias a la distribución más amplia de bie- 1974). Como lo señala Sinfield, a fines de la década de 1970 Francia
nes públicos como la educa<::ión, la salud y la vivienda a cargo del no conocía "debate nacional, movilización política ni política oficial
Estado de Bienestar, en el caso de Europa occidental, o por el alguna de lucha contra !a pobreza" (Sinfield, 1980: 93). ·
"efecto de derrame" (trickle down) de una floreciente economfa El carácter obsoleto adjudicado a la división en clases preten-
de mercado, en el caso de los Estados Unidos. Fortalecidas por la día extenderse también a las divisiones étnicas y de "raza" (o pos-
consolidación de su aparato industrial y por la aparición continua coloniales) .4 En diversos grados, las sociedades del Primer Mundo
de nuevos sectores de servicios, las sociedades del Primer Mundo
llegaron a considerar a la pobreza como un simple residuo de 3
Castel (1978) ofrece un cuadro histórico de esta problemática en el caso
désigualdades y de supervivencias de un pasado superado, o un de los Estados Unidos; Wilson y Aponte (19B5) registran la "desaparición"}> el
producto de deficiencias individuales susceptibles de remediar; "redescubrimiento" cíclico de la cuestión de la pobreza en los Estados Unidos a
fines del siglo XX. Sobre los matices del debate francés equivalente (alredeclor del
tema de la "exclusión" a partir de fines de la década de 1980), consúltese Paugam
2 La propia terminología resulta reveladora de las premisas ideológicas de {1993); sobre la diS<:usión británica, Morris (1994).
4
estas investigaciones. Knoterrus (1987) disecciona la imagen de la sociedad que Se ha puesto la palabra "raza" entre comillas para recordar: 1) la identidad
subyace a los trabajos sobre el s!alw" attainmentrealizados sobre todo por los miem- a la que se llama racial no es sino un caso particular de la etnicidad (se cree y se
i
bros de la eocuela de WiS<:onsin, Se podría demostrar que la ideología de la meri-
tocracia .rodal (encarnada, entre otros, por los trabajos de Talcott Parsom, Peter
asume como fundada sobre la herencia biológica), es decir, un principio histórica-
mente construido de clasificación social; 2) el haz de relaciones sociales y simbóli-
i
Blau yOtis Dudley Duncan, por el lado norteamericano, y RaymondAron y Henrl cas designadas por la "raza" (o el "color") varía fuertemente según las sociedades
Mendras, por el lado francés} ha cumplido en las sociedadeseuroamericanas una y las coyunturas históricas, y de acuerdo con los mecanismos de {re) producción 1
función idmil.ar a la del mito nacional de la "democracia racial» en Brasil, tal oomo del raci~mo oomo modo de dominación que apela a la naturaleza como principio
la formuló Gilberto Freyre (1946). de legitimación. 1
1
LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD PRÓLOGO 33
32
· 'deraban sociedades "no étnicas" cada vez más homogéneas una estructura de clases a escala mundial debería borrar Ja etni-
secons1 . d . " . . .,
'fi atlas a medida que las relaciones e tipo comunrtano cidad, e incluso culminar, en la visión propuesta por Wallerstein
yun1c la¡··· ¡ ¡ (1983), con la transición a un ~orden mundial socialista~. Diversas
( ·nschaftliche) fundadas en la sangre, re 1gion y a cu tura
'bgemetiendo reemplazadas por filiaciones de tipo instrumental fun· variantes de la teoría del posindustrialismo comparten estas pre-
i ans . ,, · al ¡ ·
dadas en el interés, la especialización soc1opro1es1on y os 1m~e· misas y consideran a las divisiones etnorraciales no como bases
rativos funcionales de una economía tecnológicamente compleja. perennes de estructuración social dotadas de su dinámica propia,
El lema de moda era la asimilación para todos (Gordon, 1961), Yla sino como principios de agrupamiento esencialmente reactivos,
adopción de patrones culturales nacionales era el único camino atrasados o derivativos, en todo caso como obstáculos en el cami-
posible para los grupos que vivían al margen o que entraban por no natural de la sociedad moderna hacia un universalismo mayor
primera vez en esas sociedades (Hirschman, 1983). (Kumar, 1995). 6
Descartando de esa manera la cuestión de la emicidad, los
ideólogos de la sociedad avanzada no hicieron más que seguir el
surco trazado por la sociología, tanto la clásica ~omo la conte~­
La violencia de abajo: ¿levantamientos raciales o revueltas
poránea. ¿No estab~ ~e acuerd~ Ka~l Marx y Emile Durk~e1m
intestinas? 7
en pensar que el cap1tahsmo term1nana por reemplazar los vtnc~­
los sociales tradicionales por formas impersonales de pertenencia
enraizados en relaciones comerciales e ideales cívicos abstractos? A partir de las últimas dos décadas, esta imagen de sí misma
Del mismo modo, los dos paradigmas que dominaron la sociología elaborada por las sociedades del Primer Mundo ha estallado en
del cambio social en la posguerra, el funcionalismo estructural pedazos ante la aparición de las protestas públicas, las crecientes
(y la t~oría de la modernización que se deriva de él) y el marxis- tensiones étnicas y el aumento de las privaciones y la desesperan-
mo desarrollisla (encamado en la teoría del sistema-mundo y los za en el corazón de las grandes ciudades. Lejos de que la mise-
trabajos de los dependentistas latinoamericanos), postulaban que ria fuera reduciéndose y las identidades étnicas disolviéndose, las
las divisiones étnicas estaban destinadas a debilitarse antes de des- naciones avanzadas han quedado afectadas por la expansión de
aparecer. Así, para militantes de la ~modernizació~" como Da~d la "nueva pobreza", simultáneamente con la aparición -o el cre-
McLelland, Alex Inkeles y Daniel Lerner (1966), el fin de l~ socie- cimiento- de ideologías racistas acompañadas, a menudo, por
dad tradicional" implicaba por lógica la disolución de los vinculas conflictos violentos que implican directamente a los jóvenes de los
estatutarios y de las identidades "adscriptivas" (o heredadas) el y barrios populares (Wilson, 1987; Mingione, 1993). Tres ejemplos
concomitante despliegue del individuo libre, emprendedor, onen-
tado hacia el achUvement (o sea el éxito, conseguido por mérito
6 Florestan Fernandes (1978) ofrece una expresión concisa de esta opinión
propio) junto con el crecimiento de la educación~ la tecnologí~ y
ampliamente compartida en su evaluación acerca de la naturaleza y el destino de
los medios masivos.5 Según los defensores de las diferentes teonas
las divisiones étnicas surgidas del esclavismo en la !iOdedad brasileña: ~El dilema
marxistas de la transformación social, de Gunder Frank YFernan- racial brasileño constituye un fenómeno soda! patológico' que no se puede corre-
do Enrique Cardoso a Immanuel Wallerstein, la cristalización de gir más que por medio de procesos capaces de suprimir esta obstrucción al orden
social competitivo que representan las desigualdades raciales". Esta posición es 1
más antigua: recordamos que ya el "ciclo de las relaciones raciales" de la primera
_ 5 La oposición entre ascriptimi {el estaros heredado) y achi.trJement_ {la posici~n Escuela de Chicago, con su progresión ordenada del conflicto y la competep.cia 1
lograda por el mérito) es una de las oposiciones fundadoras de la te-Ona del funcio- hasta el acomodamiento y la asimilaci6n, apuntaba a la reabsorción de las divisio-
nalismo estructural elaborada por TalcottParsous (1971) , que considerab3: a los Esta- nes etnorraciales.
dos Unidos la encamación histórica del ideal supuestamente universal de una socie- 1 Juego de palabras intraducible: émeutes significa a la vez revuelta social y

dad meritocrática. Para una aguda crítica de esta teoría, véase Bourclieu (1975). p{oblemas digestivos. [T.]

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LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD PRÓLOGO
34 35

de "desórdenes urbanos" en Francia, Inglaterra y los Estados Uni- zas del orden intentaron contraatacar, fueron recibidas por una
dos, entre muchos otros, ejemplifican este fenómeno. 8 lluvia de ladrillos y piedras, de bolas de acero, material en llamas y
Octubre de 1990 en Vaux-en-Velin, tranquila comuna obrera cocteles Molotov. El tumulto se expandió y transformó al barrio de
de la periferia de Lyon hasta allí sin historia: varios centenares un kilómetro cuadrado en una verdadera zona de guerrilla urbana
de jóvenes, de los cuales un buen número provenía de familias que requirió el envío de quinientos policías antimotines. Durante
inmigrantes del Maghreb, salieron a la calle para enfrentarse a la ese verano, otros barrios del cinturón industrial de las Midlands
policía luego de que un adolescente del barrio encontró la muerte conocieron incidentes simílares: Coventry, Manchester, Salford,
en un accidente de moto provocado por un auto policial. Durante Blackburn y Birmigham.10
tres días y tres noches se enfrentaron a las fuerzas del orden y a Los Ángeles, abril de 1992: la absolución de cuatro policías blan-
los grupos republicanos de seguridad enviados de urgencia por cos implicados en la paliza a Rodney King -filmada por un cama-
el gobierno, rompiendo los vehículos de la policía, saqueando rógrafo amateur-, un conductor negro indefenso arrestado como
Jos negocios e incendiando 200 automóviles. Cuando regresó la resultado de una persecución automovilística, provocó una explo-
cahna, los heridos ascendían a decenas y los daños fueron estima- sión popular de una violencia inédita para los Estados Unidos del
dos en más de 700 millones de francos (o sea, alrededor de 120 siglo xx. En el gueto de South Centra~ decenas de blancos fueron
millones de euros). El país se encontraba cünmocionado. La ira arrancados de sus vehículos y golpeados, negocios saqueados, móvi-
reprimida por mucho tiempo en las banlieues populares en deca- les policiales derribados e incendiados. Los comercios, propiedad
dencia, con fuerte concentración de viviendas sociales, se vio cata- en su mayoría de coreanos, licorerías, depósitos de mercaderías de
pultada al centro de las preocupaciones políticas y logró dominar segunda mano y autoservicios fueron el blanco de una campaña de
el debate público durante años. 9 saqueo sistemático. La erupción de la violencia fue tan brutal que ni
Julio de 1992, en Bristol, Inglaterra: un escenario casi idéntico los bomberos ni la policía pudieron impedir que las llamas destru-
encendió la hoguera en el barrio de Hartcliff, una zona pobre yeran miles de viviendas. Los disturbios se extendieron rápidamen-
situada en un sector industrial en decadencia al sur de la ciudad. te y las escenas de pillaje de masas se multiplicaron. Se proclamó el
Allí también la violencia estalló luego de que dos adolescentes que estado de emergencia, se movilizaron y desplegaron 7.000 policías,
conducían una moto de policía robada fueron muertos en un cho- además de 1.200 marines. Los tiros de rifles y los intercambios de
que con un auto policial camuflado. Al caer la noche, un centenar disparos entre los manifestantes, la policía y los propietarios que
de jóvenes saqueó el centro comercial cercano y, cuando las fuer- defendían sus comercios arma en mano elevaron la cifra de muer-
tos a 45. Al final del tercer día de revuelta, los heridos ascendían a
2.400, decenas de millares de personas habían sido <rrrestadas, unas
&No se puede dar aquí má!! que un breve relato de esos incidentes. Para una mi~ familias habían perdido su vivienda y 20.000 más su empleo. Los
crónica del surgimiento de la violencia colectiva y de las tensiones de tono etno- danos superaron la cifra de 1.000 millones de dólares.
r:racial en los conjuntos HLM de la periferia urbana francesa, véasejawuli (1992);
No se trata más que de tres episodios de violencia colectiva
para un estudio de caso ejemplar en los Estados Unidos, el análisis de Porter y
Dunn (1984) de las revueltas de Miami en 1980; para un análisis detallado de los entre una extensa serie de perturbaciones urbanas que sería largo
disturbios británicos de principios de la década de 1980, el informe Scannan y sus enumerar. 11 La mayor parte de los desórdenes, grandes y peque-
derivados (Benyon, 1984).
9 Los dlsmrbios se repitieron durante todo el verano de 1991, obligando al
gobierno a extender y eternizar diversos programas de ~prevención de proble- lO En 198-0, 1981 y 1985 habían estallarlo importantes clisturbioi en las inner
mas~, sobre todo durante las largas vacaciones (a través de las ~operaciones del cities<le Bristol, Londres, Liverpool, Birmigham y de numerosos municipios Óbre-
calor"). Similares explosiones de violencia cole.;;tivase produjeron peri6dicanien- ros en decadencia.
11
te a todo lo largo de la década siguiente, para culminar con la ola de disturbios Habría que agregar, a los distw"bios franceses, ingleses y norteamericanos,
en noviembre de 2005. la reciente ola cle agresiones colectivas contra lo~ extranjeros y los asilados en
LOS CONDENADOS DE lA CIUDAD PRÓLOGO 37

ños, que han asolado a las banlíeues obreras francesas, los centr~s­ demuestran la escalada de crimenes racistas, el temor generaliza-
barrios degradados del Reino Unido así como a los guetos y barrios do a los hombres negros en el espacio público, la multiplicación
de los Estados Unidos, ha implicado, en primer lugar, a los jóve- de incidentes en los campus o incluso la explotación abierta del
nes de las zonas pauperizadas, segregadas y en decadencia,}' pare- sentimiento antinegro durante las campañas electoi:ales locales y
ce haber sido alimentada por la creciente tensión étnica dentro y nacionales (l<"'ranklin, 1991). Ymientras Europa se sentía asediada
alrededor de esas zonas. La interpretación dominante que se les por el espectro de una "guetización" al estilo norteamericano, los
ha dado en los medios y en el debate político los presenta corno Estados Unidos se hallaban obnubilados por la visión pesadillesca
"estallidos raciales" en reacción a la animosidad de que son objeto de una supuesta underclass, grupo decadente y amenazante pre-
"las minorías" étnicas o inmigrantes que habitan los países (Cross suntamente aparecido en el corazón de las metrópolis segregadas
yKeith, 1993; Gooding-Williarns, 1993). y que concentra sobre sí todas las patologías urbanas norteame-
En una primera instancia,. esta explicación suena plausible. ricanas.13
La Europa de la década de 1980 ha estado inundada por una ola En esos tres países, entonces, la opinión pública considera que
de xenofobia, en la esfera pública cuando no en la vida cotidiana, la violencia y los desórdenes colectivos en la ciudad·están estre-
que nada parece poder detener. 12 En Francia, la hostilidad hasta chamente asociados -es decir, identificados- con cuestiones de
entonces mantenida en sordina respecto de los "árabes" ha esta- etnicidad y de inmigración. En los Estados Unidos esta asociación
llado con enorme fuerza (Silverman, 1990) y alimentado la mul- es bastante antigua, pues se remonta a la época de la urbaniza-
tiplicación de las agresiones de signo racista. Ha encontrado una ción de los negros posterior a su emancipación y se la reactiva
expresión política estridente en el populismo xenófobo del Frente periódicamente durante los períodos de contracción económica y
Nacional (Husbands, 1991), que ha estimulado como respuesta conflicto social. En Europa, esta conexión es más reciente aunque
el nacimiento de un movimiento antirracista simbolizado por la se ha mostrado ideológicamente pujante durante la fase de crisis
irrupción en la escena pública de la organización SOS-Racismo socíoeconómica abierta desde mediados de la década de 1970.
(incubada bajo el ala del Partido Socialista). En Gran Bretaña, De todos modos, varios elementos sugieren que la calificación de
los antagonismos entre negros del Caribe, asiáticos y blancos se "disturbios raciales" es equívoca y esconde otro fenómeno más
han expresado en enfrentamientos callejeros cuya proliferación profundo que se mezcla con ellos en diferentes proporciones.
estuvo acompañada por la "racialización" de los debates sobre la Los desórdenes colectivos urbanos de los años 1980 y 1990 n'o
delincuencia y la brutalidad policíaca, de manera que los desór- son una simple prolongación de las revueltas racistas tradicionales
denes y las violencias públicas son percibidos y tratados cada vez como las conocieron los Estados Unidos a lo largo del último siglo
más abiertamente como "problemas negros" (Solomos, 1988). En (Young, 1970). Contrariarriente a los discursos del periodismo y
el mismo momento, en los Estados Unidos, la puesta en.cuestión
de los logros de las luchas pof las igualdades cívicas de las "mino- 13 Mezcla heteróclita de ciencias sociales, periodismo y sentido común,
rias" (afroamericanas, pero también hispanas, además de grupos
annado con análisis empíricos y preconceptos ordinarios, el mito burocrático-
de origen amerindio y asiático) de la década de 1960 se tradu~ universitario de la u.ndmlass ha ftusionado y resucitado prejuicios seculares con-
jo en un claro deterioro de las relaciones interétnicas, como lo tra los afroamericanos, los pobres y la intervención del Estado, al demonizar al
subproletariado urbano negro (Wacquant, 1992b). Su invención participa de una
reconfiguración más general del mapa ideológico de la "razan en los Estados Uni-
Alemania y los repetidos incidentes que implican a los inmigrantes norafricanos dos, con el nrismo estatuto que la leyenda de lo~ asiáti<:os como "minoría mode.
en el sur de Italia y en España. lo'', la unificación simbólica de flujos diversos de poblaci(lnes de odgen <:entro
12 Sobre la aparición (o el resurgimiento) del racismo a escala ei.rropea y sus y sudamericano bajo la categoría de «latinos" y el aumento de las exigencias de
diversas manifestaciones nacionales, véanse Allen y Macey (1990), Miles (1992) reconocimiento oficial de los autoproclamados representantes de las personas
y Holznr.r (1993), llamadas «multirraciales".

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LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD PRÓLOGO 39
38

de cierta sociología mediática en la que se inspira, no asistimos los jóvenes de medios populares son en todas partes las mismas y
a una "nortearnericanización" de la pobreza y de las revueltas no tienen nada de específicamente "étnico": empleos decentes,
urbanas ni a una mutación del régimen de marginalidad urbana escuelas adecuadas, viviendas accesibles o mejores, acceso a los
que augure una convergencia histórica entre Europa y los Estados servicios públicos y un tratamiento justo por parte de la policía y
Unidos (Wacquant, l 992a). Como se lo demostrará en la segunda otros organismos del Estado (Jazouli, 1992).
parte del libro, el ex.amen en profundidad de su anatomía sugiere Del mismo modo, cuando se produjeron las revueltas de Sou ch
que estos problemas urbanos creados por los jóvenes de las clases Central en Los Ángeles, las miles de personas que saquearon los
populares han combinado, según proporciones variables de un supermercados y los centros comerciales incendiados no eran
país a otro, dos lógicas que sería erróneo oponer pues se hallan negras en su totalidad, lejos de ello: más de la mitad de los 5.000
vinculadas en la realidad: por una parte, una lógica de la protesta primeros arrestos afectaron a hispanos y el 10% de ellos a blancos
contra la injusticia étnica, enraizada en la experiencia de la discri~ llamados "anglos". Esos disturbios no fueron sólo el grito de revuel-
minación --de una casi casta estigmatizada en los Estados Unidos ta de la población negra contra la flagrante discriminación racial
y los "árabes" y otros inmigrantes de color llegados de las antiguas perpetrada cotidianamente por la policía y confirmada por una
colonias francesas e inglesas-, y uri.a lógica de clase que lleva a escandalosa decisión judicial (la absolución de todos los policías
los sectores pauperizados de la clase obrera a rebelarse contra las responsables de la salvaje golpiza a Rodney King). Fue también una
privaciones económicas y las crecientes desigualdades sociales por ''revuelta de los mendigos" contra la miseria cotidiana y el deterio-
medio del arma más eficaz de que disponen, a saber, enfrentarse ro de las condiciones de vida causados por la recesión económica y
a las autoridades y alterar por la fuerza el curso normal de la acti- la reducción de los presupuestos sociales, como lo comprueban las
vidad social. 14 imágenes televisivas que muestran a hispanos y también a asiáticos
Período de reestructuración neoliberal que sigue a las angus- y blancos revolviendo entre los restos calcinados de las tiendas en
tias de la estanflación, los años ochenta podrían llegar a revelarse busca de productos para rescatar. Como lo señala ese advertido
como la década de la lenta maduración de revueltas mixtas, tanto observador de la escena de Los Ángeles, ~el primer disturbio mul-
por la nlación de su dinámica y ofyetivos como en virtud de su com· tirracial del país ha sido tanto el grito de los vientres hambrientos y
posición multiétnica. Pues, contrariamente a la representación. de los corazones quebrantados como un aullido de protesta conu;a
que nos ofrecen los medios, las banlieues populares francesas, así los bastones policiales y la paliza a Rodney King". 15
como los centros urbanos de las metrópolis británicas, no están
pobladas de manera exclusiva y ni siquiera mayoritaria por inmi-
grantes, y los participantes de las revueltas pertenecen a horizon-
tes nacionales diversos y variados. Aunque los jóvenes surgidos de 15 Mike Davis, üln L.A., Burning All Illusions", en Hazen (1992); para los
la inmigración magrebí o antillana figuraban a la vanguardia de elementos complementarios, consúltense la e.iu;elente selección de artículos de
las confrontaciones urbanas que asolaron a Francia e Inglaterra la prensa compilados por el Institute for Altemative Journalism (Hazen, 1992)
en ese periodo, actuaron de acuerdo y con la participación acti- y algunos de los en~ayos reunidos por Gooding-Wi!liams (1993) y Baldass:are
(1994). Esta interpretación es validada por Pastor (1995), quien muestra que la
va de los hijos de hogares autóctonos que vivían en esos barrios partídpación activa de los latinos y la pobreza fueron variables centrales en_ el
antes industriales empobrecidos. Además, las reivindicaciones de desencadenamiento y expansión de los disturbios, y por Muty el al (1994), quie-
nes informan, a partir de entrevístm; callejeras con 227 habitantes y asalmiiados
del South Central, que los participante~ en las sublevaciones se percibían corno
14 Sobre la lógica y!as condiciones sociales de la eficacia política de las disrnp- ~combatientes de la libertad" ante las cuestiones de la pobreza, el desempleo, la
ciones populares, véase la obra de Piven y Cloward (197'1}, PoM People's Movemmts, brntalidad policial y la discriminación racial, una me-tela de motiVO'l que coincide
muy actual en la fase de recentramiento de los partidos politicoo progresistas. con la confluencia de fuex-tas estructurales que determinaron la crisis.
LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD PRÓLOGO 41
40

La violencia de arriba: desprolet.arización, relegación y la marginalidad social. 16 Esta violencia "desde arriba" tiene tres
y estigmatización componentes fundamentales:

Es tent.ador considerar esta violencia de abajo como el sínto- 1) El desempleo masivo, crónico y persistente que, para todo
ma de una crisis moral, de una patologia de las clases inferiores, un sector de la clase obrera, se traduce en la desproleta-
incluso como una serie de signos que anuncian un naufragio rización y la expansión de la precariedad, que acarrea un
0
generalizado del orden público. Así, la reacción típica ~e las ~uto­ cortejo de privaciones materiales, dificultades familiares y
ridades frente a la ola de incidentes violentos que asolo las ciuda- consecuencias personales.
des de los Midlands durante el verano de 1992 fue deplorar las 2) La relegación a los barrios desposeídos dentro de los cuales los
conductas desviadas y la inmoralidad de las franjas inferiores de la recursos públicos y privados disminuyen en el momento
clase obrera. Tras los disturbios de Bristol, los políticos rivalizaban mismo en que la caída social de las familias obreras y la
en su rapidez para denunciar el ~gamberrismo imbé:il~ pr?vo.c~do instalación de las poblaciones inmigrantes intensifican la
por el alcohol, aun cuando los habitantes de Hartcliffe co1nctd1an competencia por el acceso a los bienes colectivos.
en afirmar que la hostilidad entre los jóvenes y la policía venía de 3) La estigmatización creciente en la vida cotidiana y en el dis-
meses atrás, que ningún gamberro (hooligan) había sido localizado curso público, cada vez más estrechamente asociada no
0 arrestado durante los disturbios y que el consumo de alcohol en
sólo al orígen social y étnico sino también al hecho de vivir
esos días no había sido superior a la media. De la misma manera, en barrios degradados y degradantes.
en los Estados Unidos, la espantosa leyenda urbana de la underclass
ha provisto una pseudoexplicación bien preparada, de consumo Estas fuerzas revelan ser aún más nocivas cuando se combinan
previsible y despolitizada para dar cuenta del crecimiento perma- con un fondo de ampliación generalizada de las desigualdades.
nente de la violeni;:ia dentro del gueto y en sus alrededores luego Lejos de ser el producto menor de una «tercermundialización" de
de los levantamientos de los años sesenta. De hecho, esta violencia los países ricos o la expresión de una regresión hacia formas atávi-
ha sido percibida durante mucho tiempo como la prueba categó- cas del conflicto sociopolítico, el retorno al corazón de las ciuda-
rica de la existencia de este grupo definido justamente por sus des del Primer Mundo de las realidades reprimidas de la miseria,
conductas antisociales. la violencia colectiva y las divisiones etnorraciales provenientes de
De todos modos, un análisis detallado del desencadenamien- la historia colonial se debe comprender como el resultado del
to, el desarrollo y la composición de los desórdenes colectivos cau- desaIToUo desigual de los sectores más avanzados de las sociedades
sados por los jóvenes desheredados de las ciudades de Europa y capitalistas, cuyas manifestaciones no son, por lo tanto, st1scepti-
los Estados Unidos durante los q~nce años anteriores, muestra bles de ceder (como se lo destacará en la tercera parte del libro).
que, lejos de ser la expresión irracional de una incivilidad impe- A diferencia de períodos anteriores de crecimiento económi-
nitente o de un atavismo patológico, estos desórdenes constitu- co, la expansión de los años ochenta -en los países que experi-
yen una reacción (socio)lógica a una vialencia estructural masiva mentaron esa expansión- no benefició a todos, sino que, en rea-
desencadenada por una serie de transformaciones económicas y lidad, amplió la brecha entre ricos y pobres, y entre aquellos q_ue
políticas que se refuerzan mutuamente. Estos cambios se traducen
en una polarización de la estructura de clases que, combinada 16 Sobre la complejidad y la dinámica de este proceso de dualización, véanse
con la segregación étnica, ha culminado en una impresionante Mollenkopfy Castells (1991), y Fainstein, Gordon y Harloe (1992); para un llama-
dualizacióii de las metr6polis que abarca a amplios sectores de mano do a la prudencia analítica ~obre este punto, Marcuse (1989). Se regresará a e$tas
de obra· no calificada, sumergidos en la obsolescencia económica lógícas de la polarización urbana ''por lo bajo" en el capítulo 9.

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LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD
42 PRÓLOGO

detentan un empleo estable en los sectores protegidos y califica- policiales y a los relatos sobre la sombría suerte de los rmistas (indi-
dos de la economía y todos aquellos -cuyo primer lugar ocupan gesto neologismo que expresa la nueva realidad de la expulsión
los jóvenes de los barrios relegados-que se encuentran atrapados casi permanente de la esfera del asalariado). En Gran Bretaña, la
en los empleos precarios de los sectores mal remunerados de la política de desregulación a ultranza y los cortes presupuestarios
industria y los servicios. 17 En los Estados Unidos, esa brecha es que afectan a los servicios públicos y las ayudas sociales han dis-
tan amplia que resulta fisicamente palpable en el espacio públi- tribuido fuertemente la riqueza hacia arríba, ampliando de modo
co de las metrópolis donde los mendigos e indigentes han inva- continuo las diferencias de nivel de vida entre clases populares y
dido incluso las zonas de negocios, y donde el lujo relumbrante clases burguesas, así como entre provincias. Las regiones del norte
y la indigencia extrema, la alta sociedad y el gueto desheredado del país _han pasado por un empobrecimiento dramático luego del
han florecido y decaído de costa a costa. Así, mientras la parte de naufragio de las economías regionales de los centros industriales
la riqueza nacional_detentada por el 1 % de los norteamericanos como Manchester, Liverpool y Glasgow. El dualismo nacional es
más ricos se ha duplicado en una década, pasando del 17 ,6% en tal que un buen número de observadores comparan las,provincias
1976 al 36,3% en 1989, el número de norteamericanos que vive del norte británico con el Mezwgiorno italiano.
por debajo de la línea oficial de pobreza alcanzó la cifra récord de El desequilibrio del mercado de trabajo de la industria hacia
26 millones {entre los cuales uno de cada tres hogares es negro o los servicios con importantes incorporaciones de empleos cali-
hispano) en 1992. ficados, por un lado, y generadores de "pequeñas changas" des-
En Francia se han ampliado las desigualdades de los ingresos calificadas, por otro, el impacto de las tecnologías electrónicas e
por primera vez después de la posguerra, a pesar de un conjunto informáticas y la automatización en las fábricas y los sectores ter-
de medidas sociales destinadas a las categorías más desposeídas y ciarios como la seguridad y las finanzas, la caída de los sindicatos
puestas en marcha por loi sucesivos gobiernos de izquierda, Las d~ protección social, todos estos factores se han combinado para
filas de go'lden bays se abarrotan ante el palacio Brongniart, llevados alimentar la destrucción, la precari.zación y la degradación del tra-
por la cotización sin precedentes de los valores bursátiles e inmo- bajo ofrecido a los jóvenes de los barrios desheredados de las ciu-
biliarios, junto con la fila de los desocupados, los "sin techo" y los dades. Para estos últimos, la reesnucturación económica no se tra-
indigentes, Según las estimaciones oficiales publicadas habitual- duce sólo en una pérdida de ingresos y en una actividad asalariada
mente por los medios, más de tres millones de franceses viven en errática, sino también en un proceso de desproletarización. Asi, la
la pobreza, 300.000 carecen de domicilio fijo y medio millón reci- mayoría de los países europeos occidentales han experimentado
be el salario mínimo de inserción (RMI), instituido a las apuradas un aumento continuo no sólo del nivel de desempleo -la tasa
en 1988 para intentar detener el crecimiento de la miseria, En el promedio en .la Comunidad Europea ha pasado del 2,9% en 1974
debate público, el idioma de la "exclusión" ha ido reemplazando, al 11%en1987-sino, de manera más significativa, de las cifras de
de a poco, el discurso de clase que oponía "patrones" y "trabajado- los desempleados de larga duración, que provienen esencialmente
de los sectores populares. A comienzos de la década de 1990, la
res". En los noticieros de la televisión, los informes sobre los asa-
proporción de desempleados con más de un año excedía los tres
lariados y los sindicatos que se lanzaban a la huelga para defender
cuartos en Bélgica, la mitad en los Países Bajos y el 45% en Francia
remuneraciones y coberturas sociales dejan lugar a los incidentes 1
y en el Reino Unido. La cifra del 8% para los Estados Unidos es
engañosa pues su medición es diferente y oculta las enormes varia- .[
17 Se hallarán los datos estadísdco~ sobre el aumenlo de la desigualdad en ciones que existen según los grupos y los lugares: en muchas zonas
las remuneraciones para este período en Inglaterra, Francia y los Estados Unidos, del corazón de las metrópolis, la tasa real de desempleo entre los
respectivamente, en Townsend (1993), Centre d'Etude des Revenues et des Coíits adultos asciende a más del 50% y para muchos la exclusión del
(1989), y Danziger y Gottschalk (1993).
empleo se extiende por años cuando no por décadas. La supervi- 1
1
LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD PRÓLOGO

vencia basada en una me:lcla de trabajo informal, ayuda social y colo~ias o de países situados en la zona de influencia económica y
actividades ilegales se impone sobre la participación regular en el política de los Estados Unidos. Tienden a gravitar hacia los barriüs
mundo de los asalariados. 18 · m~ p~bres de las aglomeraciones urbanas, aquellos en los que el
La exclusión duradera cuando no definitiva del salario de una alo~~1ento es más barato y donde pueden encontrar con mayor
parte de la clase obrera y el crecimiento correlativo de la econ°" faoh;Iad un punto de entrada en la economía informal y cuenta-
mía informal en los barrios populares son dos índices convergen- prop1sta, y donde los recursos de ingreso sobre la base etnonacio-
tes de la constitución, en el corazón de las ciudades del Primer nal aportan una ayuda decisiva para su adaptación a la vida en los
Mundo, de lo que Fernando Henrique Cardoso y Enzo Faletto países de destino (Portes y Rumbaut, 1990; Castles, 1993).
(1979) llamaban ''un ejército de trabajo subnumerario'', para el Poco importa si la llegada de estos nuevos inmigrantes ha ace-.
cual los progresos de la economía se traducen en una regresión lerado o no el proceso de desproletarizaci6n parcial de las cla-
de las condiciones y las posibilidades de vida. Como prueba del ses obreras autóc~nas al ofrecer a los empleadores un acopio de
aumento del hambre y la desnutrición (lo que ilustra el auge de roano de obra susututa a buen precio y bien dispuesta. Es cierto
las ollas populares), está el resurgimiento, en los distritos pobres que su concentración en las zonas populares más degradadas ha
de Nueva York, París y Londres, de enfermedades contagiosas de acentuado la pülarización espacial y social de las ciudades al com-
otras épocas, como la ruberculosis. b!?arse. con la ~a de las. clases medias de Jos distritos de pohla-
En el momento justo en que sus economías eran golpeadas c10~ :r_nixta, h~1a los barrios protegidos para beneficiarse allí de
por la desindustrialización y la internacionalización, las sociedades ser;ric1os pubhcos ?e mejor calidad (en el caso de Francia), para
avanzadas debieron enfrentarse a la llegada (o a la instalación defi- sat1sfac~r las ne~es1dades de su hogar recurriendo a un sector pri-
nitiva) de una nueva ola de inmigrantes provenientes del Tercer vado mas atraco.vo (en los Estados Unidos), o por las dos razones
Mundo y que se concentraba generalmente en los barrios donde a la vez (en Gran Bretaña).
las posibilidades de vida y los recursos colectivos estaban en dismi- La segregación espacial intensifica las dificultades encontradas
nución.19 La formación de un espacio mundial de circulación de al acumular en los enclaves urbanos aislados a familias de clase
capital se ha duplicado desde entonces por el establecimiento de ?br~ra autóctonas· ~n m~vilidad descendente y a las poblaciones
redes transnacionales de circulación de mano de obra que remo- inmigrantes .de nac1onahdades heterogéneas, jóvenes, económi-
delan la población y alimentan continuamente a las grandes ciu- cam~n~ frági.~es y desprovistas también por completo de compe..
dades de Europa y Norteamérica con trabajadores libres (Fassrnan tenc1as inmediatamente negociables en los sectores dinámicos de
y Münz, 1996; Portes, 1999). Esos "nuevos inmigrantes" -como la nueva economía. Así, más de la mitad de los 45.000 habitan-
se los llama a menudo para distinguirlos de las olas migratorias tes ~e Vaulx-en-Velin vivían, en 1990,'en desapacibles y enormes
transatlánticas que conectaron al Viejo y al Nuevo Mundo hasta co;iJuntos HLM, y uno de cada cuatro era de origen extranjero,
la mitad del siglo XX- provienen principahnente de las antiguas mas del 40% tenía menos de 20 años y más de un tercio de los
adultos se encontraba sin trabajo. Los disp0sitivos públicos de fOr-
ma~~ón y de ayuda. para la búsqueda de empleo no permiten a
l$ En el núcleo histórico rlelgueto de Chicago, por ejemplo, en 1988, cerca de los JOVenes hacer pie en un mercado de rrabajo en retracción y
seis adultos sobre diez sobrevivían gracias a los magros ingresos de la ayuda social, fr.agmentación, y ~as actividades culturales y deportivas no pueden
y más del 80% de quienes los recibían esperaban seguir percibiendo la ayuda diStrfl,erlos para siempre de su destino. Del mismo modo, la ta.Sa
piiblica por más de un año (vease capítulo 3, in_fra, pp. 104-105 y 116-119).
19 Sobre las causas y el papel de las migraciones internacionales en la amplia- de desempleo entre los habitantes de South Bristol que tenían de
ción de \as transformaciones sociales dentro de las sociedades avanzadas, véanse 16 a 25 años de edad, en la época de los disturbios, alcanzaba el
el excelente resumen conceptual de Zollberg (1999) -y los anális.is ernpírioos de ~9%, y ha ~umentado en consonancia con el porcentaje de fami-
Sassen (1989), Tarrius (1992) y Castles (1993). has extranjeras. La fuerte escasez de equipamientos colectivos y
w-
f

. LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD PRÓLOGO 47

programas recreativos capaces de entr~te1:er ~ los adolescei:ites los nuevos "condenados de la ciudad" (Wacquant, 1993b). En pri-
del barrio no pesa poco en la tasa de crrm1nabdad de Hartchffe, mer lugar, el sentimiento personal de indignidad que acarrea es
que se cuenta entre las más elevadas de Inglaterra. En C?anto a los una dimensión importante de la vida cotidiana que afecta nega-
Estados Unidos, entre 1978 y 1990, el condado de Los Angeles ha tivamente las relaciones interpersonales y amputa gravemente las
;¡ perdido 200.000 empleos, de los cuales la mayoría correspondía a posibilidades de éxito escolar y profesional. En segundo lugar, se
puestos sindicalizados en la industria que ofrecían salarios eleva- percibe una fuerte correlación entre la degradación simbólica y
dos, aun cuando la ciudad recibía un flujo de cerca de un millón el deterioro ñsico de los barrios populares: las zonas consideradas
de inmigrantes. Un buen número de esos puestos fue perdido como ~depósitos de pobres", desviados y desajustados son evitadas
por miembros de las minorías del distrito de South Central en el por las personas del exterior; los bancos y el sector inmobiliario
momento mismo en que las inversiones y los programas públicos las ponen en cuarentena, las cadenas comerciales vacilan a la hora
que les estaban destinados eran fuertemente reducidos (Johnson de instalarse allí y los responsables políticos se pueden desinte-
et aL, 1992). Como consecuencia, en 1992 el desempleo superaba resar de ellos sin mayores costos -salvo, justamente, cuando se
el 60% entre los jóvenes negros y latinos de South Central Los convierten en teatros de problemas y enfrentamientos públicos-.
Ángeles y la economía ilegal de la droga era, con mucho, la fuente La estigmatización territorial estimula también, en los habitantes,
de empleo más segura. estrategias sociófugas de evitamiento mutuo y puesta a distancia
Esa aCumulación de males sociales y la clausura del horizon- que exacerban los procesos de fisión social, alimentan la descon-
te económico explican la atmósfera apagada, de aburrimiento y fianza interpersonal y minan el sentido de destino necesario de la
de desesperación que reina en los barrios pobres de las grandes comunidad para emprender acciones colectivas.
ciudades occidentales, y el clima opresivo de temor e inseguri- Finalmente, hay que agregar la maldición de ser pobre dentro
dad que envenena la vida cotidiana en el gueto norteamericano de una sociedad rica en la cual la participación en la esfera del
{Wacquant, 1992b, y capítulos 2 y 4 infra). Los habitantes de esos consumo se ha convertido en la condición síne qua non del acceso
barrios experimentan la sensación de que ellos mismos y sus hijos a la dignidad social, es decir, el pasaporte a la ciudadanía (sobre
no tienen la menor posibilidad de conocer un porvenir que no todo entre los más desposeídos, que nada tienen para demostrar su
sea la rriiseria y la exclusión a las que se enfrentan actualmente. A ~ertenenci~). Como se puede ver en la multiplicación de las agre..
esa sensación de encierro social se agrega hoy la ira experimenta- stones call~eras, muggins en la inncr city británica, depouille (despO:.
da por los jóvenes citadinos desocupados ante la denigración de jos) en las banlieues antiguamente obreras de Francia, arrebatos de
su barrio en el discurso público como terreno de las "patologías joyas y tráfico de drogas a plena luz en el gueto norteamericano,
sociales". Los jóvenes de origen magrebí de los suburbios del norte la violencia y la criminalidad son, a ·menudo, los únicos medios de
de Marsella, sus homólogos de extracción jamaiquina o paquistaní que disponen los jóvenes de origen proletario sin perspectivas de
en Brixton y los negros del South Side de Chicago no sufren sólo empleo para adquirir el dinero y los bienes de consumo indispen·
por la indigencia material -indigencia que comparten, en los sables para acceder a una existencia socialmente reconocida. 20
barrios étnicamente heterogéneos, con sus vecinos de ascendencia
europea- y por la hostilidad etnorracial o etnonacional circun"
dante, deben soportar también el peso del desprecio público que
tiene como objeto, en todas partes, a los lugares etiquetados como
~o Para tjeroplos en el conteXt<:i estadounidense, véanse Taylor (1989) y Padi-
nQoogo-areas, barrios "que dan miedo~. o "zonas sin ley" donde sólo
lla (1982). Existen innumerables razones para wspechar que existe una !Ógica
tolerarlan vivir los desechos de la sociedad. similar, mutatis mutandi, en las temibles irrupciones de Jos fatikers durante el fin
Como se verá en el capítulo 6, no se debe subestimar la fuerza de semana en las playa.s lujosas y blancas. de lpanema y Copacabana en ruo de
y el impacto del estigma territorial que pesa hace tiempo sobre Janeiro.
LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD PRÓLOGO 49
48
La alienación política y los dilemas de la penalización para construir un subniarino nuclear, ¿por qué no hay dinero
para las inner cities? Si pelearse con la policía es la única solu-
Si las formas directas y espontáneas de la protesta infrapolíti- ción para hacerse escuchar, entonces vamos a pelearnos con
ellos.2 1
po r medio de desórdenes públicos, de arrebato de bienes y
-
destrucción de propiedades se han expandido por los sub urb1os
obres de las sociedades avanzadas, es también porque las formas La fosa que se cava entre pobres y ricos, el encierro sobre sí cada
~rganizadas de presión sobre el Estad~ ~an decaí~o junto con vez más marcado de las elites políticas, la distancia creciente entre
la desregulación luego de la descompos1c1ón de los instrumentos las clases populares y las instituciones dominantes, todo esto suma
tradicionales de representación política de las clases populares. al desarrollo de la desconfianza y del desafío al orden existente y
En Francia, la caída del Partido Comunista y el giro centrista mina la legitimidad de la institución que simboliza la incapacidad
tomado por los sucesivos gobiernos socialistas han hundido a la de este orden del nuevo régimen económico y social, a saber, la
clase obrera en un profundo desarraigo que el Frente Nacional de policía. Dado el vacío creado por la ausencia de mediaciones entre
Jean-Marie Le Pen ha sabido explota_>, por m~dio ~e una ideología las poblaciones urbanas marginales y el Estado por el cual se sien-
que hace de los inmigran~s los chivo~ exp1ator.1os Y que, a falta ten rechazadas, no resulta nada sorprendente que las relaciones
de otra cosa y en oposicion a los partido~ dom1nantes, pose~ la con la policía se hayan vuelto en todas partes altamente sensibles y
virtud de ofrecer una visión clara de la sociedad francesa, un diag- beligerantes, y que los incidentes con las "fuerzas del orden" sean
nóstico simple de sus principales males y un remedio radical ~ara invariablemente el detonador de las violencias colectivas que han
dotar a los obreros de dignidad en tanto ciudadanos (redefinidos asolado a las barriadas pobres a lo largo de las dos últimas décadas
como "nacionales"). En Gran Bretaña, una década y media de tha- (Cashmore y McLaughlin, I 992; Cul.tures et conflits, 1992). 22
tcherismo prolongado por la política neoliberal de Tony Blair ha En las banfieues populares del hexágono, los jóvenes de las ciu·
acelerado la declinación duradera de los sindicatos y remodelado dades HML consideran cada vez más a la policía como un cuerpo
al Partido Laborista, mientras que la descomposición de las comu- indeseable, cuyo principal objetivo es intimidarlos y hostigarlos,
nidades obreras minó la capacidad local de movilización de sus y la casi totalidad de los casos de desórdenes públicos de la déca·
organizaciones de base. En los Estados Unidos, donde las cla;ies da pasada tuvieron como punto de partida un incidente que los
populares raramente tuvieron vocación política, el éxodo masivo enfrentó a las fuerzas de la ley. No es casualidad que la policía haya
de los blancos y de las clases medias hacia la periferia ur~ana, inventado durante aquellos años la categoría burocrática de "vio-
la nacionalización de las campañas políticas y la decadencia de lencias urbanas", basada en· una escala pseudocientífica de grados
las "máquinas electorales" municipales, en fin, la fragm~ntación de agresión (¡de la que el "agrupamiento de jóvenes en la esca·
administrativa de las metrópolis han terminado de marginar a los lera" significa el primer escalón!), para poder despolitizar mejor
pobres en el campo político (Weir, 1993). . .
Privados de instrumentos institucionales para formular reivin~
dicaciones colectivas en un lenguaje comprensible para los fun- 21 Citado en Tlu Guardian, 20 de julio de 1992, en una nota posterior a los
cionarios del Estado, ¿qué pueden hacer los jóvenes de los barrios disturbios de Bi-istol.
~La otra institución dominante percibida cada vez más como un vector de
relegados sino bajar a la calle? Un joven manifestante de Bristol
intrusión y de imposición de las autoridades, aunque en un registro totalmen'te
habla en nombre de sus pares del East Harlem, el cinturón rojo distinto, es la escuela, consecuencia de la univenalización tardía del acce59 a la
parisino o de Lyon y de Toxteth en I.iverpool cuando exclama: enseñanza secundaria_ Bal= y Sayad (199 l) exploran el abanico de las reacciones
a !a violencia simbólica de la enseñanza pUblica en Ja banlieuede Vaulx-en-Velin,
No tengo trabajo ni lo tendré jamás. Nadie quiere ayud:unos como las <:onductas rudas (rebautizadas como ~incivilizadas•' por el idioma de Ja
a salir de esta mierda. Si el Estado puede gastar tanto d1nero ctiminalidad ofi<:ial), el vandalismo, la evasión y la violencia.
LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD PRÓWGO 51
50
tamientos y volverlos susceptibles de un tratamiento ataque contra los sospechosos (incluidos pequeños delincuentes y
estos enfren ¡ d. b. menores, de los cuales algunos ya habían estado detenidos) que ya
· nte penal El informe Scarman acerca de os istur 1os
estnctame · 1980
se habían rendido y no representaban ninguna amenaza.
1 que sacudieron las ciudades inglesas a comienzos de · los · b ·
':r (Beny, on 1984: 126) señalaba ya que los jóvenes de. • . n~
la znnercity Para los jóvenes sin porvenir de las zonas urbanas en deca-
u ..~ ·ca son "hostiles y vengativos respecto de 1a po1ic1a y no nenen dencia, entonces, la policía constituye el último ''tope" entre ellos
~-¡ -m d d. . las
;, la menor confianza en ella", Pero no se pue e 1scut1r que, ~n . y una sociedad que los rechaza, de allí el hecho de que se la con-
as segregadas negras e hispánicas del núcleo de las metropollS sidere como el "enemigo" número uno, una presencia intrusiva
zotnadounidenses, el antagonismo con la policía es el más frontal en un territorio en cuyo seno esa autoridad está abiertamente
., . d .. d t
ás áspero. Los habitantes de esos barrios se tVl en en re cuestionada y suscita una desconfianza y una hostilidad que pu~
y e lnecesidad
m · · ¡·d d d'
de ser protegidos de la cr1m1na l a en em1ca que ·
den llegar hasta la agresión verbal y fisica, como lo muestra la
su . 1 ¡·- lt
los amenaza y el temor a que la intervención de a po 1c1a re~u e polémica canción del rapero Ice T., "Cop Killer". En los países
peor que el mal que se supon~ debe combatir, dada la brutalidad avanzados, allí donde la policía se ha transformado en un cuerpo
y las conductas discriminatorias de las fuerzas del orden. En las extranjero respecto de la población a la que se supone debe pro-
zonas desoladas del gueto de Los Ángeles, la policía se comporta teger, no puede cumplir sino un rol represivo, lo que no hace más
como un verdadero ejército de ocupación que lleva adelante una que agravar la violencia y los desórdenes cuya misión es·controlar
guerra de trincheras (Davis, 1992). En junio de 1992, Amnesty (Wacquant, 1993b).
International publicó un informe que acumulaba las. pruebas ~e La respuesta de los poderes públicos al retorno de la pobreza
las violencias policiales habituales contra los afroamericanos e h1s. y la violencia colectiva ha variado de un país a otro en función de
panos pobres de Los Ángeles, coi:net.idas d~rante años co.n una sus instituciones, la ideología nacional de la ciudadanía y la coyun-
impunidad casi absoluta y ante la indiferencia de las autoridades tura politica. Describen un continuo que va de la criminalización
locales y federales. 23 • • de la miseria y de las poblaciones precarizadas, en un extremo, a la
El informe de sesenta páginas detalla tremendos lnc1dentes de
politización del problema por intermedio de la renegociación de los '
uso excesivo de la fuerza, a menudo "equivalente a la tortura u otros
derechos sociales y econórnicoS, por el otro. Estas dos tendencias,
tratamientos crueles, inhumanos y degradantes~, que implican el
1

simbolizadas por la prisión y la urna, se observan simultáneamente


uso injustificado de armas de fuego ''.en ~olación de. las normas
en cada uno los tres países considerados aquí, aunque en pro-
internacionales", las quemaduras de c1garrillos o los disparos con-
tra sospechosos pacíficos o incluso transeúntes inocentes, el abuso porciones diferentes y teniendo como bl.anco a grupos distintos,
según cttá1 sea la fracción de Su clase dominante que logre dirigir
permanente de las pistoletas eléctricas tazer, 24 y el soltar perros de
la respuesta del Estado en un sentido u otro. 25 Ningún país ha
eludido por completo el recurrir cada vez más al sistema penal y
2S Es particularmente recomendable la }ecturacomple~ del infonne titulado todos han debido revisar ciertos derechos vinculados a la ciudada-
Polia Brutality in Los Angeles, Crilifurnia, United Stritts (Jj Ammca. (Anmesty lnterna- nía y los servicios sociales, ya sea para restringirlos o para ampliar-
tional, 1992). El hecho de que un informe con tantas acusaciones ~o ~nere ~a
los de manera selectiva. No faltó mucho para que, para simplificar,
menor reacción de las autoridades locales y nacionales demues~a la md~erencia
frente a los endémicos y rutinarios abusos policiales en los barrios marg:i~os. a mediados de la década de 1990 la cuestión resultara más plena-
24 Una taur gun es un arma de mano que permite al~ policias ~eutral1?1r ~
un asaltante real o potencial enviándole a distancia una fuerte ca.mente ele~tn­
ca. Puede ser utilizada de manera abusiva pues no deja marcas n1 rastros fis:i:os 15 Se ha demostrado en otra parte que, durante la dé rada que ha seguido a
externos. Su empleo por parte de los policías esta.douni~em;es es muy pol~;n1co: este diagnóstico inicial, la solución que consiste en penalizar la precariedad por
muchos estudioo han demootrado que la descarga eléctrica supuestamente segu- la glorificación y amplificación de las misiones del Esta.do penal se ha expandido
ra" ha causado la muerte de decenas de personas. y generalizado en el Primer Mundo e incluso en el Segundo (Wacquant, 1999).

L
_L._
LOS CONDENADOS DE lA CIUDAD PRÓLOGO 53
52

mente politizOOa en Francia y más absolutamen:e despolitizada "política de la ciudad" puede sin dudas aliviar los síntomas; nada
en Jos Estados Unidos, mientras que Gran Bretana ocupaba una hace para extirpar las causas.
posición intermedia entre ambas tendencias. 26 La reacción del gobierno estadounidense a los "acontecimien·
Luego de una década de problemas urbanos, el gobierno fran- tos" del South Central Los Ángeles se ubicó en las antípodas: una
cés instauró una garantía de sostén mínimo (el RMI) para las per- vez controlados los disturbios gracias a la instauración inmedia-
sonas caídas a través de las redes del empleo y la protección social; ta del estado de emergencia y a una presencia militar masiva, la
extendió el seguro de desempleo y los dispositivos de formación prioridad fundamental de la administración Bush fue enviar un
para los jóvenes sin calificación, estableció un mecanismo (muy equipo especial de fiscales y aumentar los fondos disponibles para
limitado) de transferencia de los ingresos fiscales de las ciudades hacer caer todo el peso de la ley penal sobre los miles de personas
ricas a las ciudades pobres y desplegó un vasto programa de reha- arrestadas durante los disturbios. 28 Al contrario de las catástrofes
biUcación urbana concebido oficialmente para mejorar las condi- naturales (como los huracanes y las inundaciones que suelen aso-
ciones de vida en cuatrocientos "barrios sensibles" a todo lo largo lar periódicamente las costas del sur o las llanuras del Midwest)
del país. 27 Ese rebrote de actividad estatal quedó oficializado con a las que el Estado federal responde aportando a las victimas (es
el nombramiento a finales de 1990 de un ministro de la Ciudad decir, principalmente a los propietarios de clase media) una ayuda
{con el rango de ministro de Estado, el más alto dentro de lajerar· material y financiera rápida y generosa, Washington se ha confor-
quía administrativa francesa) y el compromiso político del presi· mado con coordinar las operaciones de caridad y estimular los 1

dente y el primer ministro de ganar la batalla de la "renovación esfuerzos privados de reconstrucción y reinversión. Y aunque los .1
urbana". A pesar de esto, durante los años siguientes continuaron disturbios hayan estallado en mitad de la campaña presidencial ~ 1

los problemas urbanos, aunque de manera más sorda, y subsisten de 1992, la suerte de los citadinos pobres no recibió la menor
Jos fermentos de la agitación, como lo demuestran los incidentes mención por parte de ninguno de los tres candidatos principa-
en las ciudades HLM en decadencia de Argenteuil, Sartrouville y les a la Casa Blanca. El rechazo obstinado a reconocer el anclaje
Mantes·la:Jolie en el cinturón rojo parisino a lo largo de 1994. El estructural y la significación política de la sublevación sirve como
"tratamiento social" de la marginalidad urbana por medio de. la garantía para la reconducción de la política de negligencia del
Estado que ha contribuido a su desencadenamiento (Johnson et.
al., 1993). Garantiza que el alcance de los daños humanos-en
26 La caracterización que se desprende de los modos de reacción de las auto-
términos de criminalidad, encarcelación, temor y excesiva mor·
ridades frente a la marginahdad y los desórdenes urbanos en las sociedades l:IV'<lfr-
:i:adas, es la de que existe una tendencia que exagera la hom-0geneidad y la cohe- talidad- generados por la marginación urbana seguirá con su
rencia de las respuestas del Estado en cada país. Se podría poder distinguir en crecimiento inexorable.
cada ca:;o entre los difereotes niveles (central y local) y entre terrenos de n:acción
(ideológico, legislativo, judicial, social, etc.), del mismo modo que entre diferen-
tes puntos de intervención (por tjempl-0, el vagabundeo o las violencias colecti- 28 Un esfuerzo altamente mediatizado {e igualmente infructuoso) fue dedica-
vas) y entre los diversos grupos escogidos (extranjeros o nacionales, etc.). Siendo do a identificar y arrestar a las personas sospechosas de haber cometido crímenes
los Estados maquinarias organízacionales altamente diferenciadas e imperfecta- y saqueos a partir de los centenares de horas de video amateur grabadas durante
mente coordinadas, suelen poner en práctica políticas que resultan incoherentes los disturbios. Étitos son otros indicadores de la opci6n estadounidense por la
o que operan en sentidos opuestos. Más aún, existe una brecha importante entre represi6n abierta de las revueltas de los parias urbanos; más de dos tercios de los ·
Jos objetivos proclamad.os y las funciones efectivas de una política dada. su puesta 12.000 millones de dólares invertidos anualmente por el Estado federal en 1992
en práctica burocrática y sus efectos "sobre el terreno". para su tan publicitada "Guerra a las drogas" fueron destinados a operaciones
27 Se encontrará un análisis de Ja pieza flllldamental de esta política, a saber, policiales, mientras que los programas de educación y de desintoxicación langui-
la creación de un programa nacional que instaurara un "ingreso mínimo garanti· decían penosamente por falta de financiamiento. Como resultado, la población
zado», sus fundamentos políticos, sus fracasos y su impacto efectivo en el libro de carcelaria ~e duplicó durante la década sin que haya tenido un efecto importante
Serge Paugam, La Sccietq franfaise et ses pauvros ( 1993}. sobre el comercio callejero y el consumo de estupefacientes.

' 1'
r
54 LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD PRÓLOGO
55
1

El Reino Unido se ubica a mitad de camino entre estos polos detrimento de la protección social.29 Las clases dominantes y los
de la politización y la criminalizacíón. La tendencia a atribuir los gobiernos de las naciones ricas se han mostrado, en grados diver-
desórdenes a una "minoría criminal negra" sigue siendo siempre sos, incapaces o poco dispuestos a controlar el crecimiento de las
muy fuerte, pero incluso los gobiernos orgullosamente favorables desigualdades, Y han fracasado en influir sobre la acumulación
a la política del laissez faire de Margaret Thatcher y de John Major social y espacial de las dificultades, de la marginalidad social y de
i han debido restablecer una dosis de control estatal sobre los pro-
cesos de zonificación urbana y sobre las políticas de mejora de la
la estigmatización en los barrtos obreros desposeídos de la ciudad
dualizada. La combinación de las divisiones étnicas (reales 0 imagi-
vivienda. A nivel local, numerosas ciudades británicas han optado nadas) y la desproletarización dentro de los enclaves en deterioro
por un doble enfoque, al elaborar por una parte técnicas policia- de la m~trópolis, desprovistos de las capacidades organizacionales
1 les de mantenimiento del orden más eficaces para poder retomar necesarias para forjarse una identidad y formular reivindicaciones
rápidamente el control de las calles ante el estallido de revueltas colectivas en el espacio político, prometen suscitar muchos más
y comprometiéndose, por otra parte, en una campaña destinada "desórdenes" y presentan un desaño inédito a la institución de la
a restaurar la confianza en la policía y a reforzar sus lazos con ciudadanía en las décadas por venir.
las poblaciones locales (bajo la égida del wmmunity policing). Por La ciudadanía, según la célebre fórmula de T. H. Marshall
ejemplo, tras los disturbios de Handworth, la policía de Birmig- (1964), sirve esencialmente como reparo institucional que ate-
ham ha puesto en práctica una serie de indicadores de tensión núa las divisiones de clase generadas por el mercado: es su exten-
destinados a prevenir el estallido de la violencia colectiva y se ha sión ?e la esfera política a un dominio socioeconómico lo que ..ha
mostrado capaz, en colaboración con los líderes de las asociacio- modificado la estructura de las desigualdades sociales"y contribu-
nes del barrio, de mantener a los jóvenes lejos de las calles. Pero ye a~ surgimiento de sociedades relativamente pacíficas y demo-
30
podríamos preguntarnos durante cuánto tiempo podrán acallar a crát.1.cas. Durante los años de expansión regular y protegida de
los descontentos esas políticas de enmascaramiento del crecimien- la pos?°erra, los Estados-nación soberanos y bien circunscriptos
to de las fracturas sociales, sobre todo cuando la política estatal de del Primer Mundo estaban en condiciones de establecer una clara
:1 "regeneración urbana'', que favorece los mecanismos de mercado, separación entre sus miembros y no miembros, y de asegurar una
1\
agrava las desigualdades tanto dentro de las ciudades como entre
¡*"
i,,
ellas (Le Gales y Parkinson, 1994). 2\l ?orno lo muestran MollenkoPfyCastells (1991; 404) en el caso de los Esta-
dos Unidos, "el sector público no ha jugado un papel redistributivo ni correctivo·
:i' por el c~~trario, ~a ampliado las tendencias a la desigualdad de los ingresos, ¡~
segregac1on espacial y la falta de servicios adecuados para grandes $ectores de
Conclusión: un desafio para la ciudadanía la_p~blació.n:. ~sta observación~ aplica en lo esencial al caso de las políticas '
Los desórdenes populares y las sublevaciones urbanas que
publicas brttii.n1cas durante el penodo considerado, a pesar de un ro! inicial más
pro~ctor de lo~ programas estatales. El balance de Francia es más equilibrado en
i
e~e frente, con diferentes dominios de intervención que evolucionan en direc- 1
han asolado a las sociedades avanzadas del Occidente capitalista ctones apuestas.
durante las dos últimas décadas del siglo xx encuentran sus raíces 3-0 Turner (1986). d~muestra la importancia del papel de Ja ciudadanía par-a
en la transformación histórica de sus economías (desregulación co.n.tener las.oontrad1cc1ones de las sociedades avanzadas y ofrece una exégesiS
de los mercados financieros, desocialización del asalariado, flexi- cntica ~e la 1n~uyente tesis de Marshall. Para. una reconceptualización histórica
bilización del empleo), la polarización social de sus ciudades y las de la audadan1a com? '"~roceso instituido" inspirada en Polanyi, véase Somers
(19_93). Para ~n estu.d10 .ejemplar de las variaciones nacionales de los esquemas
º
Políticas estatales que han promovido más menos abiertamen- de mcorporac16n de 1nrrugrantes debidas a las diferencias de definición polftica de
te los intereses de las grandes empresas y la mercantili.zación en la ciudadania, véase Brubaker (1992).
LOS CONDENADOS DE 1A CIUDAD
56
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cierta coherencia entre las diversas dimensiones de la ciudada-
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nía. Hoy esa capacidad y esa coherencia están fuertemente ero-
sionadas, de manera que quedan a la luz las fracturas ocultas del
espacio de la ciudadanía. A medida que las fronteras externas y la
: i•
!.-\: homogeneidad interna (reales o imaginarias) de las sociedades
avanzadas se van erosionando, por lo alto como efecto de los flujos
de capital a enorme velocidad y por lo bajo a causa de la confluen-
cia entre la descomposición de la clase obrera y el aumento de l.
las corrientes migratorias, parecería que la ciudadanía no es un DEL GUETO COMUNITARIO
estatus adquirido u otorgado a todos y de una vez para siempre
sino un uproceso instituido" (para usar la expresión de Karl Polan- AL HIPERGUETO
yi), conflictivo y desigual cuya conquista requiere una lucha y una
vigilancia que deben renovarse permanentemente.
La cuestión a la que se encuentran enfrentados los países del
Primer Mundo en los albores del nuevo siglo es saber si sus siste-
mas políticos son capaces de frenar la tendencia a la contracción
y la fragmentación de la esfera de la ciudadanía, y cuáles son las
nuevas instancias de mediación que deberán inventar para dar
acceso y estimular la participación de sus miembros. Sin esto, se
asistirá no sólo a la perpetuación de los desórdenes urbanos, de la
violencia colectiva y de los conflictos étnicos (o percibidos como
tales) en el corazón de las sociedades avanzadas, sino también a un
proceso duradero de fisión social y propagación de las desigualdaA
des e inseguridad que apuntan a una verdadera "brasilerizaCión"
de las metrópolis de Europa y los Estados Unidos.
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2. Declinación y destino del gueto negro
en el f"m de siglo

Tryin' to survive, tryin' to stay ali ve


The ghetto, talAin' 'lmut the ghetto
Even tlwugh the streets are bumpy, lights !mrnt out
Düpe ftiends die with a pipe in their mouth
OU sclwol buddies not doin' it right
Every day-it's the same and it's the same roery night
JWOV..ldn't shoot you bro' but l'd shoot that foal
Ifhe played me clrue and tried to test my cool
Every day l wonder jusi how I'll die
The only thing I know is Jww to survive.

(Tratar de sobrevivir, tratar de seguir con vida


El gueto, te hablo del gueto
Aunque las calles estén derruidas, y las luces estén apagadas
Los amigos drogones mueren con Wla pipa [crack] en la boca
Tus viejos compañeros del colegio que andan mal
Todos los días es lo mismo, y lo mismo todas las noches
No te dispararía a ti, hermano, pero sí a ese imbécil
Si se me acercara demasiado y si me tomara por idiota
Todos los días me pregunto cómo voy a morir
Lo único que sé es c6mo sobrevivir.)
¡_
Too Short, ''The Ghetto"
(del álbum ShMtDog's in theHouse, 1990, Zomba Recording Corp.)1

1
'Tue Ghetto", por Leroy Hudson, Donna Hathaway, Al Eaton y Todd Shaw,
1990, Don Pow Mu.sic; distribuido por Peer International Music Corporation,
todos los derechos reservados. 1
1
LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD DEL GUETO COMUNITARIO AL HIPERGUETO 61
60

Veinte años después de los levantamientos que, de Watts a un componente nuevo de la población pobre y negra, caracteriza-
Detroit, incendiaron con el fuego de la ira los barrios neg~os de do por las deficiencias de su conducta y su desvío cultural (Auletta,
las metrópolis estadounidenses, el gueto ha regresado a la primera 1982; Sawhill, 1989). Esta amenazante hidra urbana se encama en
fila de los problemas nacionales. Pero, esta vez, las espectaculares el miembro provocador y agresivo de la pandilla, por un lado, y
revueltas que habían destruido los barrios afroamericanos de las en la madre adolescente "asistida" a la vez viciosa y pasiva, por
ciudades del Norte desafiando al poder blanco han dado lugar a el otro, dos figuras gemelas cuyas conductas (auto)destructivas
los "disturbios de baja intensidad" (Curtis, 1985) que constituyen la constituyen supuestamente una amenaza ñsica en el primer caso
criminalidad endémica, el fracaso escolar masivo, el omnipresente y una agresión moral contra la integridad de los valores y de la vida
:, '
tráfico de drogas y la delicuescencia social.2 En los noticieros, el nacionales, en el segundo.
espectáculo de los policías blancos descargando la vi:>~en~ia del El surgimiento de los movimientos sociales que acompañaron
Estado sobre los pacíficos manifestantes negros que re1vmd1caban la movilización de la comunidad negra y contribuyeron a ampliar
el reconocimientO de sus derechos elementales ha sido reempla- sus expectativas durante la década de 1960 (Morris, 1984; McA·
zado por informes sensacionalistas sobre tiroteos desde los autos, dam, 1981) ha retrocedido y con ellos el compromiso dél país para
'
la "d\::pendencia" de la ayuda social y la "crisis de las madres, ~do­ ' combatir las desigualdades raciales. Ese retroceso se refleja con
lescentes~. Los líderes religiosos negros, los responsables pohttcos claridad en el cambio de los términos del debate público sobre
y las familias siguen llevando adelante c~mpañas y organizando el gueto. La "Guerra contra la pobreza" de Lyndon Johnson fue
manifestaciones a nivel local. pero hace uempo que sus reclamos sustituida por la "Guerra contra el Estado de Bienestar" de Ronald
y sus marchas se dirigen menos al gobierno que.ª los traficantes Reagan (Katz, 1989), y la cuestión de las relaciones entre la domi-
y a las pandillas que han transformado a los barnos del gueto en nación racial, las desigualdades de clase y la pobreza a escala de
escenarios de terror y muerte. la sociedad se ha visto reformulada en términos de las motivacio-
nes personales, las normas familiares y los valores colectivos de
los habitantes de la inner city, con la ayuda social ( weifare) en el
De los disturbios raciales a las explosiones silenciosas papel de principal acusado. Los objetivos declarados por las polí-
ticas públicas también fueron puestos en revisión: más que buscar
La visión de los saqueadores negro.i y de los militantes del erradicar la miseria -el enorme objetivo que se suponía debíá
Black Power que exigían con vehemencia el control del destino de alcanzar en 1976 el programa de la "Gran Sociedad" para celebrar
su comunidad (Boskin, 1970), impulsados por una ola de orgullo mejor el bicentenario de la república- y reducir las desigualda-
racial y de autoafirmación, ha sido reemplazada por la des~recia­ des raciales, el Estado se coriforma con presidir la circunscripción
ble imagen de una vil underclass, término que se supone designa a de la primera en el perímetro de los enclaves urbanos en ruinas
reservados a los negros (y en las prisiones constntidas a un ritmo
espeluznante durante los años ochenta para absorber a los más
i Estas lineas fueron escritas antes de los disturbios del South Central de Los
conflictivos) y la instrumentación de una política de "indiferencia
Ángeles en abril de 1992. Pero la desaparición de loo disturbios del debate pú,blico
estadounidense al término de apenas unall pocas sem:mas no lleva a modificar benigna" (benign neglect) en el caso de las segundas. 3 En el mismo
esta introducción. En rea!ídad, esta explosión de violencia colectiva ha quedado
enteramente asimilada a las imágenes y los discursos preexistentes sobre el gueto
3 Contra las recomendaciones de la comisión Kf:mer (1968), que preconiza-
{al punto de volverlo irreconocible al ocultar su composición multii:tnica y su
dimensión de clase) y no tiene prácticamente ningún impacto sobre el debate ba una intervención masiva del Estado para terminar con !a estructura de las des-
político y científico acerca de los vínculos entre raza, clase y Estado dentro de la igualdades raciales surgidas de la época de la segregación legal, el subsecretario
ciudad norteamericana, como si no se tratara más que de un ual#y sfww, apenas de Trabajo de Nixon, Daniel Patrick Moynihan (1969: 8·9), llamó a un "período
un poco roás sensacionalista y sorprendente que lo habitual. de indiferencia benigna" ante el problema racial con el pretexto de que la década

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LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD
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62 DEL GUETO COMUNITARIO AL HIPERGUETO
63
movimiento, el punto focal de las investigaciones en ciencias socia- la segregación de loo negros desfavorecidos y con ingresos escasos
les se ha desplazado de la línea urbana de demarcación racial a dentro de los guetos de las mayores ciudades norteamericanas"
los defectos individuales de los negros pobres, del gueto como (Kei:ier Commission, 1968; 1988: 396, 389). Mientras que la clase
mecanismo de dominación racial y opresión económica (Clark, media afroamericana ha experimentado un aumento y ha tenido
1965; Liebow, 1967; Blauner, 1972), y los obstáculos políticos y avances reales aunque frágiles, pues se basan principalmente en
económicos que entorpecen la plena participación de los proleta- los aportes del Estado y en la acentuación de la presión jurídi-
rios de las ciudades en la comunidad nacional, a las "patologías" ca sobre las grandes empresas (Collíns, 1983; Landry, 1987; Son
de la underclass que supuestamente hace estragos en su seno, Y a et ~l., 1989), la pobreza de los citadínos negros es más intensa,
las medidas punitivas que deben tomarse con urgencia a fin de ~as tenaz y está más concentrada hoy de lo que estaba en Jos
minimizar su apelación abusiva a los recursos colectivos y ubicar an~s sesenta (Wilson, 1987). Asimismo, la diferencia económica,
mejor a sus miembros reticentes en los márgen:~s de un ~ercado social y cultural en~re~ l~s habitantes encerrados dentro de lo que
de trabajo con salarios bajos en plena e.xpanston (por ejemplo, queda del gueto h1stór1co y el resto de la sociedad ha alcanzado
Ricketts y Sawhill, 1988; Mead, 1989). 4 una amplitud sin precedentes en la historia de los Estados Unidos
Pero esta deriva en la proyección simbólica y el tratamiento y desconocida para las demás sociedades avanzadas. '
del gueto no podñan borrar el hecho de que la sombña adver-
tencia en forma de presagio lanzada por la Comisión Nacional
Consultora sobre desórdenes civiles, encargada de sacar lecciones El adiós al "gueto eterno"
de la ola de disturbios urbanos de mediados de los años sesenta, se
ha tornado en realidad: "El país se ha dividido en dos sociedades, ¿Es decir, para parafrasear al historiador Gilbert Osofsky (1968:
separadas y desiguales" como consecuencia de la "aceleración de ;44): que "una uniformidad trágica y eterna" marca para siempre
la vida de los negros de las metrópolis", la de un "gueto eterno"
que se perpetuaría por décadas y décadas igual a sí mismo sin ser
de 1960 había marcado un ~avan<:e" y que "en términos cuantitativos, que son afectado por tende~ci~s societales ni fuerzas políticas tan pode-
confiables, el negro norteamericano está haciendo progresos extraordlnarios".
rosas ~~mo el adven1m1ento de una economía posindustrial, o la
Aunque rechazada de inmediato por los investigadores {Cook, 1970), est:1 tesis
sirvió de principio directriz para las políticas federales durante las dos décadas adopc1on de una serie de medidas que funcionen como garantíá
siguientes. _ de los der~chos civiles y que instauren programas de promoción
~Así, las investigaciones sobre la "pobreza urbana" de la dé<:ada. de 1980 se preferencial ( affirmative action), y la reorganización del espacio
centraron en la familia, la ayuda social y el desvío {sobre todo se=al y criminal), urbano ~jo '.~doble presión de la desconcentración suburbana y
al pre<:io de dejar de lado, es dedr, ocultar, el aumento de las d.esigualda¿es de la gentr1ficac1on del centro de la ciudad? Más bien, lo contrarío
clai>C y la persistencia de la división racial ei:- la sociedad estadounidense, asi como
la evolución de las relaciones de fuerza polítl<:as que ha \levado a la puesta en mar" ;,- pues más allá de la persistencia de la subordinación económica;
cha de medidas (en materia de educación, vivienda social, salud pública, desarrO" de la. clausura racial, el gueto de los años ochenta y noventa difiere
llo urbano, justicia penal, etc.) que han restringido seriamente las posibilidades cons.tderablemente de su predecesor de mediados del siglo xx. El
de vldade loo habitantes del gueto. Los problemas de estn1ctw:afamiliar, de r:aia Y gu~ c:miunitario de la inmediata posguerra, compacto, claramente
de pobreza han sido fundidos y confundid-Os al punto de volverse sinónimos unos dehm1tado, y que acogía a todo el abanico de las clases sociales
de otros (Zinn, 1989), <:omo si estuvier<1n vinculados entre ellos por alguna cau-
salidad <:ongénita. Del mismo modo, la decadencia del centro de las metrópolis y
negras vinculadas entre ellas por una conciencia colectiva unific~­
la división racial han sido o~eto de una amalgama talque el término "urbano" se ~' una división social del trabajo prácticamente completa y-con
ha convertido en un eufemismo pa.ra referirse a los negros pobres y a las demás tnstrumentos de movilización y representación que gozaban de
categorías etnorraciales dominadas que ocupan posiciones vecinas en el espacio una ampli~ base social, ha sido suplantado por lo que puede lla-
social y fisico de la ciudad {Franklin, 1991, capitulo 4). marse el hipergueto de finales del siglo xx (Wacquant, 1989), cuya

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LOS CONDENADOS DE lA CIUDAD DEL GUETO COMUNITARIO AL HlPERGUETO
64 65

configuración espacial, composición institucional y demográfica, que .~ª monopolizado la escena del debate que renace en la inter-
posición estructural y función en la sociedad urbana son comple- secc1on entre ra~a y pobreza en la ciudad (Fainstein, 1993) y, en su
tamente nuevas. Es más, la separación entre el gueto y el resto de lugar, reconstruir los vínculos dinámicos entre la transformación
la sociedad estadounidense no es más que aparente: tiene que de la vida cotidiana y las relaciones sociales en el corazón segre-
ver con la esfera del «mundo vivido" y no de! «sistema", para reto- gado de la metrópolis, por una parte, y la reestructuración del
mar una distinción conceptual elaborada por Habermas (1984). sistema de fuerzas económicas, sociales y políticas que dan cuenta
Remite a las experiencias y a las relaciones concretas de sus habi- de la c~nfiguración particu~ar de casta y de clase que se materializa
tantes, pero no a las relaciones subyacentes qt1e los atan firme- en el ht~rgueto, por ot.r~. Esta es la razón por la cual este capítulo
mente al conjunto metropolitano, aunque se trata sin dudas de un reservara un lugar especial a los factores externos que han remode-
modo excluyente. En efecto, este capítulo demostrará que existen Iado el territorio social y simbólica dentro del cual los habitantes
conexiones causales y funcionales profundas entre la transforma- del gueto se (re)definen y definen la colectividad que integran y
ción del gueto y los cambios estructurales que han remodelado no se tratará .más que incidentalmente de la producción interna de
el espacio social y el campo de poder estadounidenses luego del su orden social y su conciencia específicas. Esta decisión no obede-
reflujo de los movimientos progresist.as de los años sesenta. ce a la idea de que las determinaciones esnucturales constituyan el
El análisis de las fuerzas económicas y políticas que se combi- alfa Yomega de la formación de la identidad, y está lejos de hacer-
naron para constituir verdaderos bolsones interiores revela que los lo. Se bas~ en dos premisas, una teórica y ot.ra práctica.
guetos no son constelaciones sociales autónomas que contendrían ' La primera es que la elucidación de las condiciones objetivas
en ellas el principio de su evolución histórica. Del mismo modo se en las cu~es viene a co1:5tru!rse la identidad, afirmada y refutada en
demuestra que el estado desastroso del gueto a finales de siglo no el ~~r.azon de la metropohs, es un prerrequisito sociológico del
es simplemente resultado mecánico de la desindust.rialización y los anabs1s del LebensweU del gueto y de las formas que adquieren las
cambios demográficos, de una inadecuación de las competencias p~cti~as.y las signi~c~iones que le son adjudicadas. Es en el espa-
o un desajuste espacial entre la oferta y la demanda de trabajo cio º?Jetlvo de posic1~nes y recursos materiales y simbólicos que
gobernado por procesos ecológicos, y aún menos producto del se ubican las estrategias desplegadas por los habitantes del gueto
surgimiento de una "nueva underclass~ in stat:u nascendi o ya "cris-- P.ara determinar lo que son ylo que pueden llegar a ser.Aunque es
talizada" como componente permanente del paisaje urbano esta- cierto que este análisis resulta incompleto en la medida en que no-
dounidense (Loewenstein, 1985; Chicago 11ibune, 1986; Nathan, se prolonga en una puesta en "perspectiva nativa~ -a la manera
1987; Mark.s, 1991), que se definiría por sus actitudes, su nivel de de Aldon Monis ( 1984)- de las complejidades de la iOrmación de
ingreso, su cultura o su aislamiento social, sino el producto de una l~ identidad "por abajo" (o, para ser más precisos, desde el inte-
transformación de la articulación política de las fracturas raciales, rior), no resulta menos comprobable que la celebración populista
de las desigttaldades de clase y del espacio urbano en el discurso del ·~~l?r ,,de la negritud" y de la riqueza de la "cultura negra de
dominante así como en la realidad objetiva. oposicion (Hooks, 1992: 17) no provee ni un sustituto adecuado
, El gueto como instrumento de exclusión está siempre allá, ni un p':nto de partida viable para evaluar con rigor la decadencia
pero se trata de un gueto de tipo diferente: su estructura interna Y el destino del gueto a finales de la era fordista
ha cambiad.o junto con su contexto y con el proceso institucional La segunda premisa de este capítulo es que la realidad del gueto
que lo encadenan al resto de la sociedad norteamericana asegu~ como lugar fisico, social y simbólico de la sociedad estadounidense:
rándole una posición dependiente y marginal. Para comprender está ampliamente delineada-en realidad, impuesta- desde afue-
;;
estas diferencias y tener en claro qué es el gueto y lo que significa, i ra. como consecuencia de que sus habitantes están cada vez más
tanto para los que viven allí como para los que lo perciben desde el 1 ~~-~~ !08 ~~~i?!.P.':l~~,P~~2-!~~r,-~1:1 E!PR!~\!~~~~~d indi-
exterior, hay que dejar de lado la fábula académica de la undcrclass r' vtdE.~ty .<:.?,l~~t~~·tl"esulta revelador poder contrastar aquí-breve:
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66 LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD
DEL GUETO COMUNtTARIO AL H!PERGUETO 67
mente la proveniencia, los usos y la carga semántica diametralmen-
te opuestas de los vocabularios del souly de la underclass. La idea de un territorio reservado en cuyo seno dicha población desarrolla
soul que adquirió una gran popularidad durante las sublevaciones un conjunto de instituciones propias que operan a, la vez como
de la década de 1960, era una "concepción nativa por medio de un sustituto funcional y como un tope protector de la sociedad
la cual el cita.dino negro de las clases inferiores definía su propio _circundante (Wacquant, 1991). El hecho de que la mayoría de los
'carácter nacional"' (Hannerz, 1968: 54). Producto interno para el guetos hayan sido históricamente lugares de miseria no implica
consumo propio y por éste, servia como símbolo de solidaridad y de ninguna manera que un gueto sea necesariamente pobre-la
como insignia de orgullo personal y colectivo. Por contraste, el con- "Bronzeville" de los años 1940 (como la llamaban los habitantes
cepto de urukrclass es asignado desde afuera (y desde arriba); se les del gueto negro de Chicago en esa época) era bastante más pr(>s..
ha impuesto a sus supuestos "miembros" por parte de los especiafu.. pera que la gran mayoría de las comunidades negras del sur del
tas en producción simbólica -periodistas, dirigentes políticos, uni- país-, ni que deba ser unifQrmemente desheredada!> Esto signifi-
versitarios y expertos del Estado- con fines de control y disciplina ca que el gueto no es un monolito social: a pesar de su descalabro
(en el sentido de Foucault), y esto sin tomar en cuenta en lo más extremo, numerosos barrios de la inner city negra en¡;ierran aún
: 1

núnimo sus propias percepciones. Mientras que el concepto nativo un mínimo de diversidad socioprofesional y familiar, y que no está
i de sou~ como elemento integral de un "diálogo interno del gueto" ;.' completami::nte desertificado: en medio de la desolación general
! que busca una revalorización de la identidad negra (Keil, 1966) era
positivo y laudatorio, el vocabulario de la undercla.ss es una etiqueta
persisten los islotes dispersos de relativa estabilidad económica y
social, que ofrecen rampas de lanzamiento frágiles pero cruciales
peyorativa, una identidad degradante que nadie se adjudica salvo para las estrategias de adaptación y de fuga de sus residentes, sin
para hablar de otro. El hecho de que incluso intelectuales negros contar que se desarrollan continuamente nuevas funnas sociales y
"insurgentes" como Cornel West (1994) puedan llegar a adoptar el cultur--ales en las grietas de un sistema que se derrumba.
.,., '
vocabulario de la underclass revela hasta qué punto el gueto se ha Luego, hay que resistir la tentación de tratar al gueto como
!
convertido en un objeto extraño y extranjero en el paisaje social y un espacio alienado (en el doble sentido de extraño y extranjero),
simbólico de los Estados Unidos. de no ver en él más que lo que se separa de la norma externa, en
resumen, de exotizarlo, como es costumbre entre los partidarios
del mito académico de la underclass con sus relatos espantosas de
Tres precisiones preliminares "conductas antisociales" que suenan tan bien en los artículos perio-
dísticos (en los que suelen basarse) y con los prejuicios habituales
Antes de trazar un retrato de las condiciones sociales y de la
contra los negros pobres. De hecho, una sociología rudimentaria
vida cotidiana en el gueto negro de Chicago a finales del siglo
de la sociología demostrarla que la mayoría de las descripciones de
xx, son necesarias tres precisiones. En principio se debe señalar
que el gueto no es una simple efitidad topográfica o una suma
de familias y de individuos pobres, sino una forma institucional, ~De modo inverso, no todas htli zonas de pobreza son guetos, por más extre-
es decir, una concatenación particular, anclada en el espacio, de maque sea su indigencia. Es el <:aso de !a~ ciudades obreras blancas del Midwest
mecanismos de clausura y control etnorracial. Para resumir, un en fu.se de desindustrializad6n, como Pontiac (en Michigan), los C<Jndados rurales
del delta del Missfasippi, las reservas amerindias o sectores enteros de los Estados
gueto puede ser caracterizado de manera convencional como
Unidos durante la crisis social de 1930. Calificar de "gueto»a teda zona que miÍes-
una constelación socioespacial limitada, racial y culturalmente tre tasas de pobreza elevadas es no sólo arbitrario (¿a partir de qué umbral se mide
uniforme, fundada sobre la relegación forzosa de una población Ysegún qué criterio?), es dajara un lado el sentido histórico del término y vaciarlo
estigmatizada, como los judíos en la Europa del Renacimiento y de todo contenido sociol6gico, lo que no puede sino dificultar la búsqueda de
los afroamericanos en los Estados Unidos de la era fordista, en los mecanismos y criterios a través de los cuales se opera la e:s:dusión de la que es
producto (Wacquant, 2002b).
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68 LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD DEL GUETO COMUNITARIO AL 1-IIPERGUETO 69

la underclass dicen más wbre la rRlacWn del analista con _la realidad Estados Unidos, que el gueto no sufre de "desorganización social",
y sobre sus prejuicios, miedos y fantasías raciales y de clase que otro .con~epto ~oralizante que merecería estar prohibido para
sobre su supuesto objeto, y que las representaciones de las "áreas Ia.s c1enc1as soc1al~s (Wacquant, 1997a). Simplemente está ürga-
underclasi' arrastran la marca distintiva de la mirada ostensible- mza~o de manera diferen.te, en respuesta a la urgencia permanente
mente "neutra" (es decir, dominante) dirigida a distancia sobre qu~ imponen la apremiante necesidad económica, la inseguridad
aquéllos por analistas que muy a menudo ni siquiera han asomado 8?~1al ~e°:eraliza~, la hostilidad :acial sin respiro y ta estigmatiza-
la nariz por allí. 6 A pesar de las apariencias reforzadas por la per- c1on pubhca. El h1pergueto constituye un tipo particular de orden
cepción selectiva y sesgada de los medios y de cierta sociología de social adosado a una rígida cesura racial "organizada alrededor de
inspiración periodística, los habitantes-del gueto no forman una una competencia intensa y de un conflicto por los recursos escasos"
especie distinta de hombres y mujeres que precise una denomina- qu~ im~reg~an un entorno en el que pululan los "depredadores
ción especial; se trata de personas comunes que tratan de constnrir sociales (Sanc.he~:Jankowski, 1991: 22, 183-192) y que está polítiM
su vida y de mejorar su suerte como pueden, en las circunstancias camente constituido como inferior e inferiorizante. Finalmente,
excepcionalmente opresivas que les son impuestas. Ysi sus códigos se tendrá siempre presente el hecho de que los habitantes del
culturales y sus parrones de conducta pueden aparecer ante los gueto no constituyen un grupo separado, recortado del resto de
ojos de un observador lejano como curiosos, quiméricos o incluso la socie~ad ~encerrado en sí mismo, como querrlan hacerlo creer
"aberrantes" (un adjetivo que reaparece con tanta frecuencia en los los partidarios de la tesis de la underclass. Pertenecen sobre todo
a las fracciones económicamente poco calificadas y socialmente
discursos sobre el hipergueto que se ha vuelto casi un pleonasmo),
descalificadas de la clase obrera negra, por su posición inestable
la observación metódica y cercana demuestra que obedecen a una
en cuanto al salario y sus múltiples vínculos de alianza, parentes-
racionalidad social que tiene en cuenta las experiencias pasadas y
co, sociabilidad y cultura compartida que los conectan con otros
que se ha adaptado sutilmente a las dificultades y posibilidades de
componentes de la comunidad afroamericana (Aschenbrenner,
su contexto socioeconómico inmediato. 7 1975; Coliins, 1983: 370; Pétonnet, 1985).ª
La tercera reserva consiste en destacar, contra la suposición
central de la investigación convencional sobre la pobreza en los
Del "gueto comunitario" de los años cincuenta
al "hipergueto" de los noventa
6 Resulta sin dudas neces:ario, para produdr esa extraña forma<:i6n diS<:ur-
siva armada con lecciones de moral y de prestidigitaciones pUblicas cubiertas de
oropeles empíricos cuya función principal es aíslar y proteger a Ja mainstream El proceso de guetizaciÓn de los negros -desde el confina-
society de la amenaza y la mácula de la que son portadores los negroo pobres, miento espacial en un perímetro reservado bajo amenaza violenta,
extirpándoloo simbólicamente <le! cuerpo naciona~ que los defensores del mito
académico de la underdass se mantengan cuidadosamente a distancia del gueto,
de manera. de puedan "teorizarlo" mejor desde arriba y desde lejos a través del a En un estudio injustamente ignorado sobre la base del análisis de las redes
obsenratorlo pr()tegido de su aparato de investigación burocritico. Un indicio, Melvin Olíver (1988) ofrece un retrato de la comunidad afroamericana como raci~
entre otros, de esta distancia: sobre los veintisiete autores que contribuyeron a la mos de vínculos interpersonales que desmienten su representación habitual como
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obra canónica Tlu Urbu:n Underclm~ (Jencks y Peterson, 1991) y que resumen su
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crisol de desafiliación y patologías sociales. Sobre todo, muestra que los residentes.
intervención a un gran coloquio sobre el tema, que se beneficiaba de un generoso del ~neto histórico de Watts en Los Ángeles y los del barrio segregado de las clases 1
financiamiento y de una amplia cobertura mediática, sólo uno realizó una investi- medias negra& de Crenshaw-Ba\dwin Hills presentan estructuras sociales bMtante
gaci()n en profundidad y recolectó datos de primera mano dentro del gueto. similares (en el plano de la envergadura, el contexto relacional, la distribución
7 He tratado de demostrarlo en otras partes al analizar la mirada y las estrate-
espacial, la densidad y el grado de fuena de las relaciones interpersonales) y que 1
giall de supervivencia de un husllerprofe.sional que trabaja en las calles de la South los vínculos familiares que se establecían por fuera del barrio eran tan frecuentes
Side de Chicag() (Wacquant, I992d), en un lugar como en el otro. ' 1
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DEL GU:ETO COMUNITARIO AL HIPERGUETO 71
WS CONDENADOS DE LA CIUDAD
70
de la vivienda para extenderse a otros sectores institucionales de
el amontonamiento y luego la expansión c~mo consecuencia de la base, de la escuela y el empleo a los servicios públicos pasando
fuga de tos blancos, seguido por l~ formación d~ una red paralela por la representación política y la esfera de los contactos íntimos,
· tituciones que rodeaba la vida de sus habitantes a la mane- lo que los determinó a desarrollar una completa estructura social
d e tns , ¡· .,
ra de un escudo pero también de una nasa, que tmp 1ca a su v paralela sin equivalente entre los "blancos étnicos".
el aumento del desempleo, la criminalidad, el f~acaso escolar Y Lo que distingue al proceso actual de marginación de los negros
otras dislocaciones sociales- es antiguo y está bien do:u~en_~- es, para empezar, que el gueto se ha descentrado espacialmente y
. e remonta a la formación inicial del gueto como institucion difere:nciado institucionalmente, de manera que hoy se encuentra,
d o. s . 9s
de exclusión racial en las primeras décadas del siglo xx. e conoce
menos el hecho de que los negros son el único grupo que fu~'~u~
.
e
en cierta manera, entre el corazón subproletario de la ciudad que
se deteriora al extenderse, por un lado, y los barrios obreros y bur-
;-
tizado en la sociedad estadounidense. Los blancos llamados . etn1- gueses del contorno interior de las ciudades y los suburbios segre-
" (es decir de origen etnonacional fuera de los anglosajones gados (a menudo contiguos al cinturón negro histórico), por otro.
cos ' 1 •ct•
fundadores del país: italianos, irlandeses, polacos, es avos, JU tos, !"
La segunda particularidad de la guetización negra en los Estados
etcétera) vivieron al principio, al menos una parte ?e ellos, en .los
heterogéneos barrios étnicos que .. ~un cuando ?ud1eran ser .m1se-
bles eran lugares de aclimatac1on temporarios y voluntanos en
t Unidos posfordistas es su amplitud y la "intensidad del desastre
en el centro del gueto", sin olvidarse del hecho de que "el ciclo
sigue operando dos décadas después de la puesta en marcha de las
:~ ca~ino de integración a una sociedad blanca variada. Lo que -\-
'
leyes contra la discriminación en la vivienda" (Orfield, 1985: 163).
le disgustaba a Louis Wirth (1927) no eran los gu~~s salvo e~ un De hecho, fue durante el período en que aparecieron las refor-
sentido puramente impresionista. Allí, la segregac1on era parcial Y mas jurídicas que se suponía habrían de llevar a su mejoria, que
fundada en una mezcla de pertenencias de clase, afin~dad e.tnona- el núcleo del cinturón negro de las metrópolis estadounidenses
cional y ciudadanía. El encierro de los negros. era (y -:igue sien~~) quedó afectado por la degradación física, la violencia y la inseguri·
único, pues sólo los afroamericanos se.han visto o~l1gados ª.Vtvtr dad endémicas y por niveles de exclusión económica y dificultades
en zonas "donde la segregación era casi total, esencialmente invo- sociales sólo comparables a los peores años de la Gran Crisis.
10
luntaria y también permanente" (Philpott, 1978: xv1). Por o~
parte, la separación obligada de los negros desborda el espacio Descalabro y peligro en el núcleo de la metrópoli

9 Véanse Spear (1968), Philpott (1978) y Dr*e y Cayton (1945, 1993) para
Si uno se pasea por la calle 63 en Woodlawn, en el South Side
el caso del gueto de Chicago. y Kusmer (1986) y Franklin (1980) para ui:ia pers· de Chícago, a un par de pasos del próspero campus de la universí·
pectiva histórica más abarcadora sobre la inserció~ de los ne~os ~ l'.18.ªudades dad de Chicago, a lo largo de la que alguna vez fue una de las arte-
del norte industrial. No es posible ocuparse aqui de las ra1ces histoncas de la rias comerciales más animadas de la ciudad, se descubrirá allí un
trayectoria del gueto negro en toda la extensión de su existen<:~ Nos .c~nforma­ paisaje lunar que se repite con una monotonia siniestra en todos
remos ron señalar que, aun cuando las causas de su tr.1nsformac1.ón se situan fuera
los guetos negros de Norteamérica; desde Harlem y Brownsville
de él, como en cualquier otra formación social, esta rran&formac1ón se lleva a cabo
con la mediación de su estructura interna, aunque para resolver por completo la en Nueva York, hasta Camden en New Jersey, sobre el East Side de
cuestión de su evolución reciente se necesitaría realmente comenzar con el estado Cleveland y de Delroit, e incluso en Roxbury en Boston y en Para-
de su incubación un siglo atrás. . dise Valley en Pittsburg. 11 Edificios abandonados, terrenos ba.ldíos
lO Por ejemplo, en 1930, mientras que el gu~to del Souti:- S1de, por e~tero
negro, reunía ya el 90% de la población afro~encana ~e ~.c¡udad, ~1 bai:no de
Ja "Pequeña Irlanda" de Chícago era un mosa;co de ve1nuc1nco I_lª~º":alidades 11 Salvo indica<::ión en contrario. las observaciones y citas de entrevistas que
compuesta de apenas un tercio de irlandeses y que albergaba a un !ITISOnO 3% de vendrán a continuación pertenecen al tr.1bajo de campo realizado en el South
los habitantes de la ciudad de ascendencia irlandesa (Philpott, 1978: 141-142) ·
'r
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~;-,.
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72
LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD DEL GUETO COMUNITARIO AL HIPERGUETO

t~!Vi·,:t-;- b. tos de desperdicios y basura, calles deterioradas,. fachad:


cu ier os reli iosos destruidas y escombros carbonizados e
Hoy, el apodo de Ja calle ha adquirido un matiz irónico, pues
es un verdadero milagro que alguno de los comercios logre sub-
11\,·<: de tem~l lg e n pQr '·ilómetros y kilómetros en esas zonas sistir. Ni un cine ni un banco ni un club de jazz o de blues ni un
h' · merc1os se a tn a :r-. d
:r:_:>: co d das ue las autoridades han dejado para que se pu ran negocio de reparaciones ha sobrevivido a la década de 1970. Los
-lÍ~- i desh=~~ los irandes disturbios de los años sesenta. Luego d~ la depósitos de madera, imprentas, estacionamientos, estaciones de
¡, i ~:;,nda Guer<a Mundial, la calle 63 fue reb;~';:~~~~~:u~;:
ele Míle por los cornercíantes loca1es que nva a
servicio y empresas de mecánica e industria ligera que poblaban el

1:
;:_,--:
-ir;
ºdad l2 El
se del espacio y de una parte de la torta de la pros~e~l . .
barrio han desaparecido, todos. Quedan menos de noventa esta-
bleciniientos comerciales, de los cuales la mayoría son pequeños
b rrio contaba con alrededor de 800 comercios y n1 s1qu1era ~n locales de reparaciones, almacenes protegidos por grandes rejas
a d socupado en un rectángulo orientado de Este a Oeste e
1
:.sa: ~o cuadras de largo y cuatro de ancho. Woodlawn desbor~
d~~~~e animación y los visitantes que iban a dive:tirse allí, desde
de hierro, salones de belleza y lavanderías de bajo costo, peluque-
ros y locales de ropa y muebles de segunda mano, sin olvidar los
omnipresentes currency exchanges y los despachos de alcohol que
los cuatro rincones de la ciudad, formaban multitudes tan enor~ funcionan también como lugares de venta de lotería, que emplean
mes en las horas pico que, al llegar en el ~en aéreo, las personas cada uno apenas un puñado de trabajadores. is
l'1 teralmente alzadas y transportadas sin tocar el suelo hasta la De todos modos, lo que más afecta la vida cotidiana en el
=~a de la estaeión. Los grandes restaurantes estaban ~barrotados gueto, a finales del siglo xx, es la extraordinaria importancia
a cualquier hora del día o de la noche; no menos ~e cinco bancos
del miedo físico y la aguda sensación de inseguridad que reina en sus
seis hoteles se repartían las dos principales avenidas cer~anas ~ ''
~ce de Cottage Grove, y los cines, albergues y salas de baile p~re
1 t calles. 14 Entre 1980 y 1985, la criminalidad violenta registrada por
cían no vaciarse jamás. He aquí la descripción que me entrego e
único comerciante blanco que queda de aquella época, .en .agos~o lS Un currmcy exchangt es un local de servicios bancarios para pobres: suple
de 1991, con una mirada amargada que atravesaba la vidnera e la ausencia de instituciones financieras en los bmrios desheredados, permitien-
do que sus habitantes transfonnen cheques en efectivo, que paguen sus facturas
su establecimiento. (agua, electricidad, gas y teléfono) con cupones y que hagan transferencias de
Se podría decir Berlín luego de la guerra, algo muy triste. La dinero a terceros, pero también se ocupan de obtener servicios públicos que 'la
calle parece como bombardeada, en ~nas. El 7~~ de los administración local transfiere al sector privado (como la certificación de docu·
mentos, la renovación de los registros de conductor o el pago de la patente auto-
espacios está sin ocupar. Es una desgracia, pero se dir1a que lo motriz). Todas estas operaciones son facmradas a tasas prohibitivas que pueden
único que funciona por aquí son los despacho~ de al:ohol. y alcanzar el 10% de la suma convertida o transferida, lo que aumenta aUn más el
no aportan nada bueno al barrio: es todo (vo~ifera) ¡to~~r, oosto de vida para las familias pobres (el 40% de los hogares norteamericanoi que
tomar tomar!". Muy deprimente ... [largo susprro]. Es un sino declaraba ingresos anuales inferiores a 12.000 dólares, en 1991, no poseía una
sin es~eranzas, un lugar sin inversiones. Las personas ya no cuenta bancaria). Como loo paum.;hops (cMas de empeño), los currency 8xchanges
han tenido una expansión explosiva durante las dos décadas pasadas (C:askey,
vienen a Woodlawn. 1994) como consecuencia del desmoronamiento del bienestar económico de la
clase obren1 y del precio creciente del acceso a los sen'icios bancarios (todas las
operaciones bancarias tienen un precio en los Estados Unidos, salvo para los clien-
Sick de Chicago entre 1988 y 1991, en el marco de un esmdio etnográfico sobre tes que mantienen sumas importantes en sus cuentas).
14 La violencia es un aspocto complejo de la vida en el gueto que es dificil de
la cultura y la economía del boxeo. . . b
12 El nombre de Miracle Mile hace alusión a Magnificent Mlie, n~m re abordar sin reactivar sórdidos (y. a menudo, groseramente engañosos) clichés,
del tramo norte de la Michlgan Avenue, frente al lago en el centr<J de Ch1cago, propagado$ por los medios acerca del crimen y la inmoralidad que aportan la
importante lugar turistico donde se concentran los negocios más elegantes de la materia prima de los discursos polit.icos e Intelectuales sobre la undm/a$s. Sin
embargo, el trabajo etnográfico realizado en el South Side de Chlcago me ha
ciudad.

l
1
1
DEL GUETO COMUNITARIO AL HIPERGUETO 75
LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD
74
arma, es lo primero que harás, no piensas en tratados de paz ni
la policía de Chicago se ha multiplicado por cuan-o hasta ale~ la en dejar que esos dos tipos se golpeen y arreglen sus asuntos
impresionante tasa de 1.300 incidentes por ~d~ ~.000 ~ab1tantes. como verdaderos hombres.
"~· ás del 70% de las 849 víctimas de hom1c1d10 registradas en Hoy da miedo porque ahora esos dos tipos no tienen. [su tono
~1,m 'd l
la ciudad durante 1990, eran jóvenes afroamericanos ca1 os en os se eleva en un acceso de indignación], quiero decir, para ellos
barrios desheredados y exclusivamente negros. !.a vida no tiene verdaderamente ningún valor.
Dada la circulación generalizada de armas de fuego Y de dro-
gas, la mortalidad en el corazón de las princi~ales c~~dades ~el Las_ viviendas son apenas un poco más seguras que las calles.
país ha alcanzado ~tasas que justifican una cons1derac1on especial Las ventanas y las puertas de los departamentos y de las casas sue-
análoga a la que se otorga a las zonas 'de catástrofe natur:il': l~s len estar defendidas detrás de pesados candados metálicos y barro-
hombres de Bangladesh tienen una probabilidad de supervivencia tes contra los asaltantes. Lo mismo ocurre con las propiedades y
después de los 35 años superior a la de sus homólogos de Harlem" lugares públicos. Los veteranos del gueto evocan con nostalgia la
(McCord yFreeman, 1990: 174). Se ha alcanzado un ~unto en el época en que podían irse a dormir en los parques municipales
que algunos analistas de la escena urbana hab~an ab1er~~?~ durante el v_erano, metidos bajo un mosquitero para protegerse
de los jóvenes negros como ~una especie en v1as de exttnc1?~ de los insectos o bien sobre los techos y balcones para escapar al
(Gibbs, 1998). La disponibilidad de armas blanc~s, la exclus1on calor nocturno. En nuestros días, los parques son "zonas prohibi-
duradera del salario y la omnipresencia del comercto de las drogas das" ( no-go amas) sobre todo cuando cae la noche; algunos resultan
se han combinado para alterar las reglas de la desaparici~n .del inaccesibles incluso para los jóvenes que viven cerca de ellos pues
hombre de la calle. Un viejo líder de los Black Gangster Disciples entran en el territorio de una pandilla rival, de manera que ir a
explica con nostalgia: ' jugar allí supone poner en riesgo su vida. Los omnibuses de la Chi-
~-
cago Thansit Authority que atraviesan toda la extensión del South
Bien, puedes ver que en esa época si dos miembros de pandi- L Side, viniendo desde Loop (el centro de la ciudad), son escoltados
llas querían batirse, se dejaba que los dos pelearan u;io contra '' por escuadrones de la policía motorizada cuya misión es disuadir a
uno. Pero hoy lo que más sucede es; si quieres batirte con- f: los agresores, lo que no impide que se registren varios centenares
migo, lo primero que haré salir es el anua y hacerte. escapar, r de incidentes violentos cada mes. Una media docena de estacio~·
r
¿entiendes lo que digo? Desde el momento que tienes un r· nes de metro aéreo, situadas en la línea que atraviesaJackson Park
¡
r. de norte a sur, tienen la entrada clat1surada con la intención de

conven<:ido de que <:;ualquier descripción del gueto debe come~i:ar por esta vio-
lencia, p-0r Ja forma aguda en que es percibida y sus reverberac1_ones sobre todo
!t limítar la criminalidad, pese a los inconvenientes que esto causa a
los habitantes que pueden bajarse del transporte pero no subirse a
él. La inseguridad es tan evidente que encontrar un camino en el
el tejido social y sobre el devenir individual de todo_s los que :s~n afectados por
ella. Al mismo tiempo debo insistir, aunque sea a tltulo proleptlco, en e~ hecho l.r espacio público es un dilema importantísimo en la vida cotidia-
de que esta violencia es, tanto en sus fonnas como en s~s efectos, muy diferente na de los habitantes del gueto, como lo demuestra esta declaración
de la que muestra el periodismo, es menos grave en oerto~ aspe~tos Y~or ei:i
otros, dado su carácter rutinario y en trópico. En consecuencia, la vi.olenc1~ fratn-
cida "de abajo" no es la expresión de "una patología" insensata d:_ los habitantes
del hipergueto sino que está en función del grado de penetrac1on Ydel modo
'~r
r
de un veterano ciudadano del South Side durante un día soleado de
fines de junio:

Oh, me produce pánico que llegue el calor. Quiero decir, me . -¡


de regulación de ese territorio por partl': del Estado: es una respues_ta raz~nable
gusta el calor, pero lo que detesto es a las personas que hace ..,.
(en el doble sentido de réplica y de eco} a \as diversas formas de vtolenCJ.a qi;e
pr<Jceden "de arriba~ y un subproducto de la política de abandono del corazon salir: los pequeños asaltantes y los drogadictos, los ves salir de
jr
de la5 metrópolis por parte de las instituciones públicas (este punto se desarrolla
.mis adelante, en el capítulo 4}.
1 las casas, para invadir las calles. No es nada agradable.
11

l
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·1

.

1
LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD DEL GUETO COMUNITAR10 AL HIPERGUETO 77
76

Los establecimientos escolares no son una excepción a la La frecuencia de los crímenes en el gueto está exacerbada
regla. Concebidos y equipados como fortalezas militares, con sus por la clausura racial del espacio en las ciudades estadouniden-
ventanas tapiadas y sus puertas blindadas, son muchas las escuelas ses. Si hay. tanta ~olencia de ~~os negros sobre los negros" (black
públicas del gueto de Chicago que organizan .milicias de padres on black c:nme, segun la expres1on consagrada por Los .medios), no
0 que contratan a policías fuera de su horario para re~orzar la es sólo com? co~s,ecuen~ia de la obsolescencia económica y la
seguridad, y suelen utilizar detectores de metales para intentar profunda ahenacion social que golpean a los habitantes de los
limitar el número de revólveres y otras anuas que circulan en-el barri~s en decadencia situados en el corazón de las metrópolis.
establecimiento. En un colegio del South Side sobre la 55, calle También sucede que se suele percibir a los negros anónimos como
que ocupó brevemente los titulares de los diarios cuando en el la encarnación viviente de la violencia criminal y el peligro urba-
invierno de 1990 fueron abatidos allí cinco niños en un solo año ~o~ ,(Anderson, .1~0, capítulo 6). En consecuencia, ante la impo-
en un perímetro de pocas cuadras, se descubrió que sus alum- s1b1hdad de exhibir una matriz exterior de la cultura de las clases
1
nos vivían aterrorizados por la violencia de las pandillas que los ~e~ías, les está prohibido el acceso a los barrios blancos con que
esperaban afuera y los perseguían hasta el interior mismo de las t hm1ta el gueto, donde su color de piel hace que inmediatamente
aulas. Los niños "dicen que temen por su vida cuando se dirigen ~e los considere criminales o fuentes potenciales de problemas:
a la escuela'', admite un docente. "Se diría que todos los años hay No puedes entrar en los barrios blancos, porque cuando te ven
'
algún niño que pierde la vida y no puede superar el 4º grado", se t'' ' allí, te arrestan porque eres sospechoso de antemano. Entonces
lamenta una madre. Ylo que resulta más triste es que los encarga- no_ te queda otra que seguir en tu propio territorio porque allí te
dos de seguridad de la escuela no pueden seguir garantizando su senalan menos. ¡Hay que robarle a tu propia gentel" (citado en
1
protección una vez que los alumnos abandonan el peñmetro del Blauner, 1989: 223).
1 establecimiento ( Chicago Tiil.rune, 1990).
Decididamente, el gueto contemporáneo no es "un lugar que
beneficie a los niños", como lo enuncia el útulo de un libro que Despoblamiento, desproletarlzación
compara al gueto de Chicago con los campos de refugiados de la y naufragio organizacional
Camboya arrasada por la guerra (Garbarino et al., 1991). Los jóve-
nes que se crían en ese contexto de violencia pandémica sufren
.
i;' . Sin embargo, la ininterrumpida decadencia material y comer-
cial, ~a creciente violencia en las calles y la inseguridad multiforme

¡
graves daños emocionales y son víctimas de desórdenes nerviosos
postraumáticos similares a los que afectan a los ex combatientes. qu~ impregnan e~ gueto no son por si mismas más que manifes-
Un habitante de una ciudad HLM del South Side comparte esta taciones superficiales de una transformación más profunda de
perspectiva: Chicago ''no es un lugar para criar una familia. Este
lugar parece una leonera cuando hace calor. Todo el tiempo hay
¡ su tejido socioeconómico e institucional. Mientras que el gueto
comunitario de los años cincuenta estaba superpoblado como con-
peleas. A veces tenemos que reunir a todos los chicos que están 1 secuencia del flujo masivo de inmigrantes negros provenientes del
l.
tirados en el piso, mientras se escuchan disparos en la esquina" 11 Sur, d~sen~~denado p~r el boom económico de la posguerra y la
(citado por Brune y Camacho, 1983: 13). Desde los cinco años, f. mecanizac1on de la agricultura en esa región atrasada del país, el
prácticamente todos los niños que víven en los grandes mono- f gueto contemporáneo ha conocido un despoblamiento continuo
blocks han sido testigos directos de balaceras o asesinatos. Son r con las familias más acomodadas migrando en busca de un mod~
muchas las madres que prefieren envtar a sus hijos a que vivan d~ "!~ menos desagradable en los barrios que bordean al gueto
con su familia en algún suburbio tranquilo lejos de la ciudad o 1 hist~nco, que ~ su vez han .sido abandonados por los blancos que
en los estados del Sur para protegerlos de la brutalidad cotidiana partieron por oentos de miles a refugiarse en los suburbios. Entre
del barrio. 1950y 1980, por tjemplo, el corazón del South Side de Chícago ha

'!
78

p
LOS CONDENADOS DEI.A ClUDAD

erdido casi la mitad de sus habitantes: la población de Oak.land,


r
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1

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DEL GUETO COMUNflARJ:O AL HIPERCUETO

Antes había toneladas de profesionales que vivían aquí, pero


79
l 1'

G rnn d Boulevard y Washington Park bajó de 200.000 a 102.000


'do, elnume~
'
hoy en día se escapan, todo el mundo se va [ ... ] Échale una
antes de caer a 63.500 en 1990. Durante ese per10 qjeada al barrio, Louie, todo se derrumba: ya no hay perso-
ro d e viviendas se redujo en un tercio como consecuencia. de los
. nas en las esquinas. Ya no hay profesionales en la calle, allí en
incendios voluntarios (generalmente perpetrados por prop1etanos la Maryland Street, ya no queda ninguno, ¿entiendes lo que
ávidos de hacerse con el dinero del seguro, luego de deducir de digo? Todos los que saben hacer algo se van. Si esa gente se
sus impuestos Ja depreciación de las ruinas que quedaron)" y de las quedara y tratara de hacer carrera, lo lograrían. Como los
demoliciones realizadas en el marco de los programas de renova~ profesionales, la policía, los bomberos, los comerciantes,
ción urbana" ( urban renewah rebautizado como rwgro removalpor la todos son responsables: todo el mundo nos abandona. Y se llevan
:'1· comunidad negra) que terminaron con más inmuebles de los que el dinero con ellos.
se construyeron, de manera que la sobrepoblación y las viviendas
"' insuficientes siguen siendo un mal endémico en el c~razón del ¿Cómo ha podido producirse semejante naufragio de la estrucM
gueto, a pesar de la construcción, en ese período, de gigantescos tura de clases? Al final de la guerra, todos los negros, cualquiera fuera
conjuntos de viviendas sociales. ~ . su estatus social, eran instalados por la fuerza en el mismo enclave
Pero el cambio más decisivo en la demograf1a del gueto sigue físico comprimido y no tenían otra opción sino convivir. Luego,
siendo la decadencia dramática de la población empleada, co- a medida que los blancos huían en masa del centro de las metró-
mo resultado de dos tendencias que se refuerzan mutuamente: polis para ubicarse en los suburbios con la bendición y el apoyo
el éxodo continuo de familias negras en ascenso social y el cre- del Estado federal, las zonas adyacentes al gueto se abrieron a las
ciente desempleo que golpea a quienes se quedaron en el lugar. familias (pequeño) burguesas negras y de los sectores más altos de
En 1950, más de la mitad de los adultos que vivían en el corazón la clase obrera, que se mudaron para fundar allí nuevos barrios
del cinturón negro del South Side tenía un empleo remunerado, aunque también exclusivamente negros. En compensación, la diS*
con una tasa de ocupación equivalente al promedio municipal. persión espacial de la comunidad afroamericana ha debilitado las
Chicago era entonces un centro industrial dominante en el pl~no instituciones estables del gueto y aumentado su diferenciación de
nacional y la mitad de los salarios entre los negros correspon·d1a;i clase. 15 Al mismo tiempo, a causa de una política sistemática y
a obreros. En 1980, el número de residentes con empleo babia deliberada destinada a mantener las estructuras existentes de la
caído un 77%, de manera que tres de cada cuatro personas de 16 segregación racial, la ciudad se aseguraba que todas las nuevas
años y más estaban desocupadas. En treinta años, el número.de viviendas sociales fueran construidas dentro del perímetro históriM
obreros industriales y mano de obra en el centro del South Stde co del gueto (Hirsch, 1983), donde sólo aceptaban vivir los secto-
ha caído de 25.808 a 4.963; el de los artesanos se hundió de 6.564 res más desheredados de la comunidad negra. Así, desde los años
a 1.338, mientras que los trabajadores domésticos y de servicios se
desmoronaba de 25.181 a 5.203. Y, en tanto la clase media negra
15 Estmi diferenciaciones de clase existían de forma atenuada desde los oríge-
veía que sus componentes se multipl~caban por cinco a escal_a d~ ¡,'
nes del cinturón negro, que no fuejamiis la constelación compacta y gemeinschajl¡..
la metrópoli entre 1950 y 1980, el numero de empleados, tecn1M
cos, ejecutivos y profesionales liberales que residían dentro del
che invocada a veces por analistas nostálgicos de una "edad de oro" del gueto que
nunca existió. A pesar de su rigidez, la división de casta impuesta por los blancos ,
'
1

gueto histórico disminuía a la mitad, pasando de 15.341 a 7.394. no borró jamás las fracturas de clase (que recortan las diferencias finas según el
Un habitante de larga data de Woodland (quien irónicamente se color de la piel) entre los afroamericanos, como se puede ver, por ejemplo, eón j
ha mudado hace poco al norte de la ciudad para proteger a sus la difusió11 de las stíJrtI;:fhmt church.t rivales de las iglesias bautistas y metodístas '¡,
durante los aií.os veinte (Spear, 1967, capítulo 9), o incluso en la divergen cía entre r¡
hijos de las violencias callejeras) se queja del éxodo de las familias elj()()k aontinu:um y el "complejo comercial urbano" en el terreno de la danza y el
estables de su barrio natal en el South Side: e11tretenimiento (l-Iazard--Cordon, 1991). 1 1
' 1
'
1

so LOS CONDENADOS DE lA CIUDAD DEL GUETO COMUNITARIO AL HIPERGUETO
81

setenta, la frontera urbana entre negros y blancos ya había sido poc.o~ ~ninguno'', comparado con el 21 % de las zonas negras
rediseñada como una fractura de clase por iniciativa del Estadc y per1fericas que abarca~ una m:zcla de familias subproletarias,
el corazón del cinturón negro era ocupado por concentracione!!I obreras Y de clase media. La mitad, una proporción importan-
desmesuradas de desocupados y personas que dependían de la ~e, d~cl~a que el porcenr:je de hombres con empleo estable ha
ayuda social mientras que el grueso de la clase media y las frac~ ido d1sm1nuyendo en los ultimas años. Un adulto de cada cuatro
ciones establecidas de las clases populares residían en los barrios pertene.ce a un hogar sin teléfono que funcione (contra sólo uno
segregados alrededor del gueto. , entre diez en los barrios negros periféricos) y el 86% pertenece
1
1 Este triple movimiento-la emigración de familias afroameri~ a una familia que alquila su vivienda (contra alrededor del 50%
1i canas que disponen de empleos estables, posibilitada por la huida enu:e los negros de los disi:itos del contorno del gueto), y casi un
1¡ de los blancos hacia los suburbios, subvencionada por el gobierno tercio de .los encuestados viven en los inmuebles HLM manejados
!i-
r federal; la acumulación de viviendas sociales en las zonas negras por la ?htcago Housing Authority (CHA), aun cuando ésta apenas
I¡, ya degradadas, y la desproletarización de los habitantes instalados superv:tsa el 4% del parque de viviendas de la ciudad.
" en el corazón del gueto-, ha tenido como consecuencia un cre- Que.da claro Jque los ves~ios del gueto histórico de ,Chicago ya
cimiento exponencial y endémico de la pobreza. En Grand Boule- no conuenen mas que fracciones desheredadas del subproletaria-
vard, un sector del South Side que alberga alrededor de 50.000 do negro que no pueden escapar a su decadencia. De poder elegir,
personas, el 64% de la población vivía bajo la línea de pobreza en n:ienos de un cuarto de los residentes del South Side y el West
1990 (contra el 37% de veinte años atrás) y tres de cada cuatro Stde permanecería en su barrio, contra cuatro sobre diez en los
,¡ hogares estaban a cargo de una madre sola con sus hijos. Con un barrios negros periféricos. Apenas el 18% considera que su barrio
ingreso promedio por f'affiilia menor a 8.500 dólares anuales (infe- es un lugar en el que "se vive bien o muy bien'', contra el 42%
11 rior al tercio del promedio municipal), la mayoría de los hogares ~n las zonas qegras del perímetro del gueto, y cerca de la mitad
I'd 1nf?rma '!.ue el estado de su entorno ha empeorado en estos diez
no llegaba siquiera a la mitad del "límite de pobreza" oficial. Seis de
1i cada diez habitantes debían recurrir a una forma u otra de ayuda últl~o~ anos. No sorpren~e, cuando la actividad de las pandillas
' pública para poder subsisúr. 16 es mas intensa en el corazon del gueto: la mitad de sus habitantes
Sus habitantes no escapan a la desolación económica y social considera a ~ pandillas como un "problema serio~ en su sector,
del gueto contemporáneo, como lo demuestran los datos de la en comparación con menos de un tercio en las circunscripciones
1 encuesta realizada por la UrbanFamily IJife Project. 11 Cuando se ave- ne_gras menos pobres. En cuanto al futuro,' cerca de un tercio de
l
·:1 los .encuestados d~l South Side y del West Side no prevé ningulla
rigua cuántos hombres tienen un empleo estable en su barrio, el
'' mejora en su barrio y el 30% espera que la decadencia continúe.
55% de los residentes del cinturón negro tradicional de Chicago
. ~í, los habitantes del gueto de finales de siglo no sólo son
(que comprende el South Side y el West Side) responden ~muy
indtmdualm.ente más pobres que sus homólogos de hace treinta años ''
en el sentido de que han sufrido una reducción absoluta de s~
16 El perfil estadístico del bru:rio de Grand Boulevard se encuentra en el nivel de vida y la distancia que los separa del r·esto de la sociedad
cuadro 1 del capítulo 3 infrtt.
17 Esta encuesta por cuestionario ha sido rea\iiada entre 1986y1987 (bajo la
se. ha am~liado -el umbral federal de pobreza representaba la
mitad del ingreso familiar promedio en 1960 contra sólo un tercio
dirección de WilliamJu!i,<S Wilson) a partir de una muestra aleatoria de habitan·
tes de los barrios pobres de Chicago (se trata de unidades de empadronamiento en 1980 (Beeghley, 1984: 355)-. También son considerablemente
que implican al menos el 2-0% de personas que vivían por debajo de la linea de más pobres coúctivamente y en muchos aspectos. Primero, forffian
pobreza fedt'ral en 1980, el promedio para la ciudad). El estudio abarcó a 1.184 ~arte de ~na población en su gran mayoría desposeída y en movi-
negros, de los cuales un tercio residía en el South Side y el West Side, para una hdad 5?ctal descendente (o paralizada), de manera que tienden a ':'
't·
tasa de respuestas confiables del 81.%. estar aislados de otros componentes de la comunidad afroameri-
LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD DEL GUETO COMUNITARIO AL HIPERGUETO 83
82

cana: la clase media negra huyó de la Bronzeville histórica luego otros tiempos a la ciudad (Mithun, 1973). Por otra parte, mientras
de los años sesenta pero, sobre todo, se desarrolló y se reprodujo que en el contexto del pleno empleo y de la prosperidad industrial
fuera de su perímetro. 18 En segundo lugar, ya no pueden seguir aportadas por la guerra de Corea "la estructura institucional de
apoyándose en. la densa red de instituciones que conferían al to~ Bronzevi~le [satisfacía] en lo esencial las 'expectativas razona-
gueto de antaño su coherencia y su cohesión internas. La Black bles compartidas por los habitantes que pertenecían a diferentes
Metropoli5 de mediados del siglo xx, minuciosamente descripta por clases" (Dra.ke y Cayton, 1945; 1993: XLIII), el predominio de la
St. Clair Drake y Horace Cayton (1945; 1993: 17) era una "ciudad d~socup~ció1_1 y el vacío organizacional del hipergueto contempo- .
aparte dentro de la ciudid" que mostraba una amplia división del r~eo le unp1den asegurar las necesidades más elementales de sus
trabajo social y un completo abanico de las clases negras. La "pro- residentes.
liferación de instituciones" que hacía de Bronzeville la ~capital de Por más opresivo que fuera, el gueto tradicional formaba "un
ta Norteamérica negra" le permitía reproducir (aunque a un nivel med_io dentro del cual los negros norteamericanos podían dar
incompleto e inferior) la estructura organizacional de la sociedad sentl.do a su exis1;e,ncia" (Drake y Cayton, 1945; 1993: XLVI) y que
blanca que la rodeaba y ofrecía caminos limitados pero concretos provocaba .adhes1on y orgttllo. Por el contrario, el hipergueto de
de movilidad dentro de su propio orden. finales de s~glo es un lugar despreciado y vergonzoso del que todos
Por el contrario, el hipergueto de finales del siglo xx ha sufri- buscan ~utr .desesper.adamente, "un lugar de esperanzas aborta-
do una decadencia institucional tal que ya no exhibe una división das Yasp1rac1ones exanguidas, una ciudad de límites en la cual Ja
avanzada del trabajo ni la gama de las clases sociales ni los duplica-- única ambición realista es la de sobrevivir" (Monroe y Goldman
1988, 251). '
dos funcionales de las instituciones centrales de la sociedad urbana
de la que sus miembros están excluidos. La infraestructura orga-
t
(

nizacional -la prensa y las iglesias negras, las logias masónicas y t


los clubes privados negros, los profesionales liberales y los comer- ¡' El "ingenio" y la supervivencia cotidiana
en la econonúa in.formal
i!
ii'
11
cios negros y el sistema ilegal de lotería callejera conocido bajo el
nombre de policy raiket (o number games)-que otorgaba al gueto
de los años cincuenta su carácter y su fuerza comunitarias, y que
¡ La desocupación masiva y el subempleo crónico dentro del
,\
1' hipergueto ~bligau, a s~s habitantes a recurrir a la ayuda social.

¡
servía de instrumento de solidaridad y movilización colectivas, se
ha estrechado y empobrecido, a diferencia de las redes de ingreso La flagrante 1nsufic1enc1a de este subsidio los lleva a buscar activi~
y cooperación heredadas del gueto comunitario y que lo unían eri dades que les puedan aportar un complemento de ingresos que
no pueden o no quieren deClarar (Scharf, 1987: 20). La mayoría
'
18 El hecho de que un número creciente de citadinosnegroo de clase media y
clase medla alta no hayan conocido jamás personalmente la vida dentro del gueto
no puede !lino tener efectos sobre el proceso de furmación de la identidad negra
! de los residentes del gueto se encuentra, por lo tanto, en la nece-
sidad de trabajar en negro, de ocuparse de diversas "combinacio-
ne_s"' (h~stlini) o de de~icarse a transacciones ilegales (incluida la
mas pehgrosa Y potencialmente más lucrativa entre ellas la venta
minor~ta. de dr~as) para poder "hacer plata" (make th~t dollar).
(aun cuando los citadinos están familiarizados con las prácticas discriminatorias
y otras manifiestaciones del racismo ordinario, pues la mayoría de ellos vive en
zonas fuertemente segregadas y por completo negras). Las significaciones que El crecimiento sin frenos de la economía informal y criminal que
los negros burgueses asignan a los idiomai; simbólicos característicos del gueto se observa en el corazón de las grandes ciudades norteamericanas,·
(el hexis corporal y lingüístico, los estilos musicales, loo cortes de cabello y los desde quince años atrás, se explica directamente por la combina· 1
códigos de la vestimenta) pueden llegar a evolucionar en la medida en que no ción de!ª de?_ilidad e~ la demanda 'de trabajo no calificado, de
están expuesto.s a ellos salvo por la mediación del "buen decir» o por fuentes
secundarias como el sistema de enseñanza y los medios, antes que a través de la
la desernficac1on orgaruzacional del gueto y las insuficiencias de la
vida familiar. ayuda social (sobre la que regresaremos en la próxima sección).

.i
84
LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD
r
f'
'
DEL GUETO COMUNITARIO AL HIPERGUETO 85

Las estrategías de supervivencia en el gueto varían en función muchos los que suelen recurrir a las prendas (joyas, ropa, instru-
de los recursos sociales, económicos y culturales, así como de la mentos musicales, electrodomésticos) en las casas de empeño
composición de los hogares pobres y precari<_>~· Una de las estra- ¡ (pawnshop); otros incluso tienen pensionistas, revenden los bonos
tegias más usadas por las mujeres solas con n1nos que se encuen- de alimentos recibidos de la oficina de ayuda social (por la mitad de
tran sin dinero, como es el caso de las beneficiarias de la ayuda su valor nominal) o rebuscan en sus magros ahorros, cuando los
social cuyo ingreso mensual suele desvanec~rse en meno,s ~e dos tienen. Más del 82% de los adultos del gueto de Chicago no tenía
emanas consiste en pedir prestadas peque nas sumas (de cinco a cuenta de ahorro al comienzo de los ochenta y apenas uno sobre
'
cuarenta' dólares) a sus padres, compañeros o amigos cercanos. . diez contaba con los medios para mantener una cuenta corriente
Las redes femeninas de parentesco son con mucho la fuente ~e , en un banco (como se Jo verá en el próximo capítulo). Las c:urrcncy
sostén financiero más segura, sino la única, en caso de urgencia exchanges y las casas de empeño funcionan como sustitutos usura-
(Stack, 1970), Una madre desempleada del WestSide que s~bsiste rios de los inexistentes bancos (que rechazan a los habitantes del
gracias al subsidio AFDC (.Aid to Families with Dependmt Chtldren) gueto cuando siguen operando allí), como lo indica esta madre de
con sus cuatro hijos explica: 19 tres hijos sin empleo que vive en pleno South Side:

Si no tengo un dólar, puedo ir a ver a mamá, y ella me ayuda Deposito mis alianzas de matrlmonio en la casa de empeño
un poco. No puede hacer gran cosa, pero ella dice que con tal y eso me da un poco de dinero y, luego, cuando tengo algo 11

de que mis hijos no se mueran de hambre me ayuda _un poco. de plata, regreso y las recupero. Pero ahora fueron vendidas.
¡ Entonces cada tanto ... me alivia por unos pocos d1as. Pero,
si la cosa se pone muy dura ... le digo ... le dtgo ... "Bueno, no
Podría haberlas recuperado pero me olvidé por completo.
Las empeño tan a menudo, todos los tneses ... El tipo de la
1!

·1

1 hay nada por aquí". Entonces ella trata de darme algo. casa de empeño me ve llegar y me saluda. ¡Ya me conoce! Ya 1

il hace unos cuantos años que hago lo mismo y ya sabe por anti-
I!."
11
Otra opción común consiste en conse~i: el ali~en~ en una cipado lo que le voy a llevar y empieza a escribir (en el regis-

l
¡).
I"
1
pantry (establecimiento de caridad aliment1_c1a d~l upo comedo-
res populares"), una igle~ia o algún organ1smo gu~emame~~·
En 1970 más del 70% de los adultos entre 18 y 40 anos que Vlvtan
en el ci~turón negro histórico debieron recurrir a a~~una ayuda
tro) incluso antes de que llegue a su escritorio. Y las recupero
todos los meses y todos los meses las vuelvo a prendar en la
casa de empeño.
Es poco. 'Veinticinco dólares. No más. Me pago los cigarri-
¡
externa de este tipo para alimentarse, ellos y su fan:ut1a, dur~nte llos cuando necesito, mi vicio. Me ayuda mucho, realmente
el año anterior. La desnutrición crónica es una realidad tangible mucho.
dentro del gueto en cuanto uno mire con atención •. a pesar de los
programas públicos que distribuyen cupones de altment':s Y que De todos modos, la base de subsistencia cotidiana está com-
proceden periódicamente a la entrega de productos agr1colas Y puesta por pequeños trabajos y por comercios marginales que flo-
lácteos que no pueden ser comercializados.. Las ollas po~ulares recieron en el gueto durante las dos décadas pasadas. Asf, muchos
mantenidas por las iglesias del South Side no pueden satlsfacer habitantes hacen de baby sitters para los niños de los vecinos o los
la demanda y suelen negar la entrada a familias necesitadas. Son llevan al colegio a cambio de alimentos; cortan o tiñen el cabello;,
reparan aparatos eléctricos o barren la nieve durante el invierno;
recuperan los envases de gaseosas por pequeñas sumas de dinero
19 Loo extractos de entrevísta$citados provienen de loo datos producidos en el
o recogen los desechos que hay en las callejuelas que separan los
marro de fa Urba11Famüiy Lije Project, sobre todo de una serie de 48 en~evistas en
profundidad fealizadas en su domicilio con los habi'.<'n~s de la West .S1de Y de la
inmuebles para revenderlos a los más desafortunados que ellos.
South Side como prolongación de la encuesta cuantitativa (v~ase nota 17 supra). Otros hacen mandados o se convierten en revendedores callejeros
86
LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD
r
%,
k
'
DEL GUET() COMUNITARIO AL HIPER GUETO 87

ocasionales (Tones, 1988) yendo a comprar vestimen~ y perfu· celar: la prisión de la ciudad es violenta y punitiva pero ofrece un
mes, alimentos o productos de higiene personal a precios mayo- techo, una cama, tres comidas al día, cuidados médicos elementa-
ristas en la Maxwell Street, que tratan de vender al menudeo; otros les y a veces incluso una actividad remunerada, todas cosas que los
incluso venden su sangre a los organismos que recolectan plasma o subproletarios del gueto tienen dificultad para conseguir afuera.
resentan en las oficinas de reclutamiento de mano de obra con En ese entorno marcado por una incertidumbre económica
re P . ·u "-
la esperanza de obtener cualquier e~p~eo r:ovisorto. n~ m~we interminable, los niños constituyen recursos vitales y sufren una
soltera del West Side, desocupada cron1ca, dtce de sus vecinos. presión constante para ganar dinero desde antes de la adolescen-
cia. Así, en los peores momentos del invierno, se puede ver a cual-
Van aHandy Andy (una agencia de trabajo por día]. Escomo quier hora del día o de la noche en las estaciones de servicio del
un empleo, pues es subir a los barrios del norte y ganarte South Side de Chicago a niños de ocho a diez años que se ofrecen
veinte dólares al día por ocho horas de trabajo o algo así. Es para cargar el tanque o limpiar el parabrisas de los autos a cambio
lo que yo hacía antes, pero no vale el esfuerzo, es un truco de unas pocas monedas, o que esperan a los clientes a la salida de
temporario para distraerte. los supermercados para cargarles los paquetes por algo de dinero
o alimento.
A los 31 años, Robert, que vive con su madre en un gran con- Las estrategias de supervivencia de último recurso describen
junto en decadencia del Near West Side, no ha conocido jamás una amplia gama de actividades ilegales que van desde el juego y
otra cosa que esos trabajos pasajeros y mal pagos: "Trabajo para las agresiones callejeras a la reventa de mercancías robadas o arre-
JustJobs, te mandan a diferentes sitios, casi todos los días, bueno, batadas a los transeúntes, los atracos, los incendios para cobrar el
cuando encuentran un trabajo~. para lavar platos en un restau- seguro, la prostitución y el tráfico de estupefacientes. Un emplea-
rante, en una cadena de montaje de una fábrica, en el manteni- do a cargo del embalaje en una empresa de correos, a quien le
miento de un galpón de productos químicos o en la Hn_ipieza de pregunté qué hacia la gente de su barrio de Grand Boulevard para
una obra en construcción luego de que se hayan terminado los sóbrevivir en el día a día, me contestó:
principales trabajos, Le gustaría ser obrero de mantenimiento Y
sueña con tener un empleo en el que ganar ocho dólares la hora
¡
pero, sin educación --abandonó la escuela a causa de las peleas
mortales entre las pandillas de la zona-, se debe confonn~ con
¡ Robar, engatusar a las viejitas para arrebatarles el cheque de
la pensión. Como en la estación del metro aéreo, sobre todo
¡' cuando cobran sus cheques de la pensión. Se plantan allí a
pequeños trabajos intermitentes en los que gana unos tres dolares esperarlas, luego les arrebatan el monedero y todo lo demás.
por hora. ,
Aquellos que no quieren pennanecer en los margenes de la
economía salarial pueden trabajar. en un garito ilegal o en un ~ar
1
¡
Hay montón de trncos como ése, que se usan por aquí.

Una madre soltera de 28 años, desempleada, del barrio vecino


l
¡
informal {after Murs club) abierto en su casa luego de los hora:1os de Washington Park, agrega con candor:
autorizados conducir un taxi sin licencia (gipsy cab), convertirse
en albañil ~ mecánico en negro (jack-leg machiwi), vender comida ¡Carajo! Inventan engaños, revenden drogas, objetos roba-
y remeras de fabricación casera, o inspirarse en es,os "~stafadores dos, montones de trucos ... lo que sea. Pero cuidado: no todo
de seguro" que provocan accidentes de autos o de omn1bus (sobre el mundo es ladrón, de acuerdo, pero todo y no importa qué.
todo cuando las condiciones meteorológicas son tremendas) en En mi caso, yo vendí marihuana. No soy dealer, pero he tra-·
los cuales se hacen lastimar a propósito para poder sacarle al con-
ductor irivolucrado alguna indemnización monetaria. Los más
1 tado de reunir los dos extremos.,. Hago lo que sea para que
siempre haya de comer en casa: tengo dos bebés.
duros no vacilan en cometer pequeños delitos para hacerse encar-

l
LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD Dl'L GUETO COMUNITARIO AL HIPER GUETO 89
88
1
Para aquellos que son regularmente rechazados por el mer- El tipo ~e dijo: te haces 250 dólares por semana, okay -en
cado o que rehúsan conformarse con los ~trabajos esclavos" de la este barrio hay ~uchos que trabajan para él por 250 dólares
economía de servicios que atentan contra su dignidad al forzar- a la semana-y s1 eres lo bastante buena, puedes llegar a 400
1 por semana.
los a ocuparse de tareas subalternas miserablemente pagadas, sin
i protección social ni médica ni vacaciones, la economía callejera
1 ofrece numerosas posibilidades de empleo de tiempo completo. No hace falta decir que el impacto global de la economía de
1- La criminalidad depredadora constituye una forma de pequeño la droga sobre los barrios del gueto es absolutamente d-~·t d
L' N 'l '-V""' a or.
\: emprendimiento en la cual pueden poner a prueba sus últimos ,, o es so o que esta
.economía
. mina la voluntad de traba'o ~eos
d l
!:'. JOVen~s por sa1arios bajos al ofrecerles perspectivas económicas
progresos, sus capacidades físicas y el conocimiento práctico del
;¡ atractivas aunque riesgosas (un dealer de barrio bien situado en
mundo de la calle (Wacquant, 1992d). La atracción que tienen
J las pandillas para los jóvenes subproletarios del gueto se debe E~t Ha~lem «puede ~obr:r sumas semanales cercanas a los 100.000
precisamente al hecho de que son, entre otras cosas, empresas dolares, ~n mensajero que actúa en el South Side de Chica o
comerciales que aumentan sus posibilidades de producir ganan- gana habitualmente varios miles de dólares por semana), sino q~e
cias en efectivo y les ofrecen así una doais de seguridad financiera crea un entorn~ de alta morbidez y constituye un factor impor-
(Sánchez-:Jankowski, 1991: 40-41). Frente al vacío creado por el ~nte ~e mo~tahdad .precoz.21 Somete las relaciones familiares a
retiro de las empresas legales, las actividades ilegales como el robo distorsiones insostenibles y debilita la cohesión social local E fi
I 'd .nn,
y la reventa de mercancías robadas, el tráfico de documentos, el e c~merc10 e .estupe~acientes engendra una violencia endémica
"desarmado" de coches, el bandidaje callejero y particularmente que mstala una msegundad permanente en el barrio (Johnson et al
el tráfico de drogas pueden desarrollar estructuras organizaciona- 19?0). Esta inseguridad acelera la retracción del mercado de tr~~
les complejas que funcionan casi como réplicas de las compañías baJO asalartado Y altja un poco más de la economía y la sociedad
que operan en la economía oficial. Por otra parte, el tráfico de legales a los habitantes del gueto.
estupefacientes suele ser la única clase de empresa que conocen ~l crecimiento explosivo de una economía criminal dominada por
'
¡' los adolescentes del gueto, y que posee la enorme virtud de ofre-
cer empleos en los cuales no son discriminados (Williams, 1989;
el tr~co de drogas ªru<!,ª
a comprender mejor la cristalización
de la cultu~ del ter:~r que impregna las calles del hipergue-.
Sullivan, 1989, capítulo 7). Finalmente, a diferencia de muchas to. E.l ai:itropologo Ph1hppe Bourgois ha demostrado que, en este
empresas del sector de servicios donde se trabaja duro por sala- comercio frau~ulento: las demostraciones rutinarias de violencia
rios de hambre y con posibilidades de promoción prácticamente
son una necesidad practica insoslayable; sirven para establecer y
nulas, el empleo en el comercio de drogas ofrece retribuciones para p~eservar su credibilidad en el mercado; permiten evitar ser
inmediatas a aquellos que dan prueba de una sólida ética de tra-
absorbido por los rivales o expulsado por intrusos, clientes 0 poÚ-
baja.20 Una mujer de 34 años, que comparte un departamento del
South Side con su hermano obrero de mantenimiento, considera
esta posibilidad de empleo por esta misma razón; 2l p . 1
. . ero 1nc uso estos empleos de bajos salarios son con mucha frecuencia
1nacces1bles: a la inversa tle la economía salarial, Ja economía informal 0 ile al
de la Calle ?frece perm~enteroente op.ortunidades de üacción" e ingresos (so:re
~ªpartir del comen::10 de drogas al por menor vinculado a la introducción del
2(1 Se sigue de esto que el nivel económico y el estatus social de los habitantes «a en Chica.go en.1991}. De manera que el contraste habitual entre estos dos
desproletadiado.s del gueto que viven de la economía informal (y ampliamente ~;~s se.1:11 invertJ.do: los empleos oficiales son irregulares y precarios rnienÍras
ilegal). de la calle pueden resultar superiores a los de los trabajadores no cal.i- q a~n:idades subterráneas, tomadas colectivamente, son confiables y abun-
licados del sector formal, como en las metrópolis de América Latina antes del dantes. { Si~pmpuedesrecnperar algo en un basural y arreglártelas para hacerte
periodo tle expansión industrial {Peattie, 1958). un poco de dinero en la calle, Louie, siempre~.}

i'
~'
,. LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD DEL GUETO COMUNITARIO AL HIPERGUETO 91
90

cías (entre los cuales hay algunos que no son los últimos en t_omar amontonamiento deliberado de las viviendas sociales en las zonas
arte del tráfico). En un universo vaciado, de recursos básicos Y negras, las más desheredadas de las grandes ciudades, lo que
~on una alta densidad de predadores sociales, la confia11:za no termina por instaurar un apartheid urbano de hecho. En tercer
, ra nada asegurada de manera que todos deben cuidarse lugar se encuentra la retirada brutal de un Estado de Bienestar de
esta pa ' ¡· al d ella por sí subdesarrollado que, Con las crisis cíclicas de la economía
de la violencia al mismo tiempo que estar istos a v erse e
naciona~ ha acabado por garantizar el crecimiento continuo de la
en cualquier momento.
miseria en el cinturón negro a partir de los años setenta. El cuarto
La violencia en el espacio público de la inner city no se !~mita y último factor importante es la retracción de las políticas urbanas
'l a los vendedores de drogas o a los .criminales. callejeros;
roo nacionales y locales durante las dos décadas pasadas, retracción
en cierta medida toda persona del bamo qu~ ~u_iera c?~ser­ que se ha traducido en el "retroceso planificado" de las institucio-
var un mínimo de autonomía [ ... ] encontrara util participar, nes y servicios públicos en los barrios negros históricos.
al menos pasi~amente, de ciertos aspectos de la cultura del Para que quede más claro, hemos de abordar estos cuatro fac-
terror (Bourgois, 1989: 647}. tores in seriatim, aun cuando no se pueda evaluar el pleno impacto
de cada uno de ellos más que tomando en cuenta los efectos de
interacción que surgen de su articulación sincrónica y diacróni-
Las raíces económicas y políticas de la biperguetización ca.22 Concluiremos sosteniendo que, evaluados todos los facto~
res, no son tanto los mecanismos interpersonales de las fuerzas
¿Por qué el descalabro fisico y la violencia _inte;p~rsonal del roacroeconómicas y demográficas como la voluntad política de
an alcanzado niveles tales que el espacio pubhco ha des- las elites de la ciudad y del país, es decir, su decisión de abandonar el
guero h . ~
aparecido prácticamente? ¿Por qué hay tantos ad'_lltos sin anc_ ~e '[ gueto a esas fuerzas (que no están compuestas políticamente), lo
en la economía regular y están forzados a recurnr a una ~ezcla '[ que da completa cuenta de la implosión del cinturón negro en los
de actividades subterráneas y dañinas y al ins'_lfic~ent~ Y est1~m~­ ¡ años ochenta y las siniestras perspectivas ofrecidas a sus habitantes
tizante apoyo de la ayuda social? ¿Por qué las mstttuc1ones publi- en el umbral del nuevo siglo.
cas y privadas han sufrido una decadencia tan espectacular ~n el f
corazón segregado de las metrópolis estadounidens~s? ¿Y como
explicar la concentración de los negros más despose1dos en esos Desinversión, crecimiento polarizado y segmentación racial
enclaves en deterioro permanente? . . del salario no calificado
Las causas de la "hiperguetización" de la inner aiy rerr_i1°'.n a
una concatenación compleja y dinámica de factores ecoi:omtcos Hacia mediados de la década de 1960, la economía estadO·
y políticos que se despliegan sobre todo durante el periodo de unidense se encontró atrapada por la saturación de los merca-
la posguerra, que refuta la explicación simplista y ata~a al. corto dos internos y la intensificación de la competencia internacional.
plazo ofrecida por la leyenda de la underclass. El mas evidente Entró, entonces, en una fase de transición hacia una nueva forma
-pero no necesariamente el más importante- de estos_ facto- de organización capitalista caracterizada por la movilidad ver·
res es la transición de la economía estadounidense de un sistema
cerrado, fuertemente integrado y centrado en la industria pe~a~a,
22 Por ejemplo, la segregación racial, aunque globalmente <:onstante durante
hacia un sistema abierto, descentralizado y basado en los servicios.
el periodo de posguerra, funciona, en diferente medida, a la vez <:orno un "ace"
Un segundo factor, demasiado a menudo ignorado al pun~o de lerador" que amplif1<:a los efei;tos de los cambios económicos externos sobre el
dárselo por supuesto en el debate nacional, es la pers~stenoa de gueto y como una <:audición poHtii;a previa a la reducción de los ~ervicios públicos
la rígida segregación racial que golpea a los afroamericanos, Y el en el corazón de la metrópolis.

1
1
92
LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD
T
r: DEL CUETO COMVNITARJO AL HIPERGUETO 93

tiginosa del capital, la autonomización del sector financierü, la et al., 1987: 28) estima que los dos tercios de los 203.700 empleos
"especialización flexible" y la reducción generaliza~a de la pro- perdidos por el Gran Chicago entre 1977 y 1981, como conse-
¡, tección de los asalariados (Scott y Storper, 1986; Ptore Y Sabel, cuencia del cierre de grandes empresas o de las- "reducciones" de
¡! 1987; Bluestone y Hanison, 1988). El antiguo régimen económi~ personal, estuvieron ligados a las decisiones de desinversión de
!: co basado en la producción industrial estandarizada, el consumo las firmas deseosas de transferir sus actividades a los sitios donde el
t' m~sivo, sindicatos fuertes y un "contrato social" entre las grandes precio del terreno era más bajo, la fuerza de trabajo menos costosa
empresas y su mano de obra estable, fue siendo reemplaza~o poco
i a poco por un nuevo régimen fundado en la predom~na~c1a de ~os
y las tasas de sindicalización más bajas, como los estados del Sur
o los_ países in~~strializados del Segundo Mundo, como México y
empleos de servicios, la sumisión creciente del capital 1ndustnal Brasil. Las pohticas federales de desregula.:::ión (en sectores como
al capital financiero, la erosión de las economías regionales y una los transportes y las comunicaciones), las elevadas tasas de interés
reorganización radical de los mercados de empleo y de la escala y la filosofia favorable al laisser faire del National Labor Relations
1 ¡' Board han contribuido a esta reorganización de la mano de obra
de los salarios.
!,
Durante ese período, una demanda de trabajo polarizada, '
í.
¡
al facilitar la decadencia de los sindicatos y debilitar la protección
f!
¡:''
caracterizada por un abismo cada vez más profundo entre los pues-
tos que requieren alta calificación y proporcionan remuneraciones
elevadas, por un lado, y los empleos rutinarios y mal remunerados,
¡ de los salarios periféricos {Rosenberg, 1983). Dichas políticas han
abierto el camino al crecimiento explosivo del empleo precario y
"contingente'', así como al maltrato y al regreso al trabajo domi-
que ofrecen una escasa o ninguna cobertura social y ninguna segu- ''
f: ciliario y los talleres de explotación en la industria ligera. Estos
ridad, por el otro, se ha convertido en un rasgo estructural de la
nueva economía estadounidense (Thurow, 1987; Sassen, 199la). '' cambios tuvieron consecuencias particularmente onerosas para los
asalariados que pertenecen a las minorías étnicas, cuya condición
Así, sobre 23 millones de puestos creados entre 1970 y 1984, 22 social depende históricamente más de las protecciones aseguradas
millones se registraron en el sector de los servicios de manera que, por el Estado que de las tendencias del mercado.
en 1990, tres cuartas partes del empleo total correspondían a ese Entre las fuerzas que han rediseñado el mapa de los merca-
sector. Pero cerca de un tercio de todos los empleos creados en la dos de trabajo urbanos durante los treinta últimos años, tres son
década de 1980 eran puestos de tiempo parcial, de los cuales un particularmente pertinentes para comprender la suerte del gueto
75% era ocupado por asalariados que hubieran preferido trabajar porque su confluencia ha eliminado la función de reservorio de l
a tiempo completo. Por otra parte, el pago para la mayoria de esos mano de obra industrial no calificada y de bajo costo que cumplía
empleos de servicios era de entre 4 y 6 dólares la hor~, ~ se~, muy durante el estado anterior de la división racial del trabajo. En pri-
lejos de los 12 a 15 dólares habituales en los sectores s1n~cahzados mer lugar, la transición sectorial hacia el empleo de los servicios se
de la industria yde los bienes duraderos. De hecho, la mitad de los tradujo en recortes masivos en las categorías de empleos tradicio~
empleos creados en los Estados Unidos entre 1970 y 1983 impli- nahnente más accesibles a los negros y a los pobres. A diferencia
caba menos de 8.000 dólares anuales (US Bureau of the Census, de otras grandes ciudades del Norte, como Nueva York, Detroit,
1985, cuadro 40), o sea, menos que el umbral oficial de pobreza Filadelfia y Baltimore, Chicago vio que su industria se reducía a
para una familia de tres personas. , la mitad entre los cincuenta y comienzos de los ochenta, En 1947,
Este cambio de la estructura de los mercados de trabaJO no es la ciudad abrigaba cerca de 670.000 empleos de operarios (o sea,
resultado de tendencias tecnológicas ineluctables sino producto el 70% del total de la región); en 1982, esa cifra había caído a
de las decisiones de las grandes firmas norteamericanas de privi- 277.000, representando apenas un tercio del total metropolitaOo
legiar las estrategias de ganancias a corto plazo, que hacen de su (Wacquant y Wilson, l 989b). El retroceso del empleo industrial en
masa salarial una variable de ajuste y exigen una reducción con~ Chicago se aceleró a lo largo de las décadas, pasando de 52.000
tinua de los costos de funcionamiento. Así, un estudio (Squires empleos perdidos entre 1947 y 1954 a 169.000 para el período
.
94 LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD

1967-1982. Dado que los negros del gueto estaban escasamente


T¡,-
DEL GUETO COMUNITARIO AL HlPERGUETO

y de mantenimiento de un vehículo excede sus ingresos. Pero ta


95

representados entre los trabajadores industriales hasta mediados 1 red de trenes y autobuses municipales, subfinanciados y subdesa-
de la década de 1970, y dado que estaban igualmente suberoplea- 1 rr~llados, está configurada de tal forma que aísla a los suburbios
dos en los puestos industriales más bajos y en las firmas menos pro- prosperos del gueto, lo que significa que "en términos prácticos
tegidas de los-sectores en decadencia (Stearns y Coleman, 1990), 1 los empleos dentro de las zonas urbanas no son accesibles a lo'
'
1 transportes comunitarios desde las zonas con altas tas d d s


fueron desproporcionadamente golpeados por este recambio
industrial. Ysiguen siendo la categoría que paga el precio más alto
¡¡; pleo" (Orfield, 1985: 179). as e esem-
por la desindustriali.zación de Chicago: más del 43% de los habi- 'i . En ter~er lugar, el desplazamiento de la estructura socioprofe-
tantes de Bronzeville consultados por el UrbanFamily Lije Project, stonal haaa Ws puestas de caüijicaci6n más elevada ha red uc1'do severa-
en 1987, declaraba que la mayoría de sus amigos habfa conocido el mente~ posibilidades de los habitantes del gueto en el mercado
desempleo como consecuencia del cierre de una fábrica (contra el de trabajo, dada la incapacidad de las instituciones públicas -1
31 % en los barrios negros periféricos). Una madre de tres niños, escu.~las, pero también los programas locales y federales de ro3:-
de 32 años, despedida diez años antes de su empleo como obre- ' mac1on Y empleo- para prepararlos para ese cambio. En Grand
1
ra de la línea de montaje, y que habita hoy en un HML degradado Boul_evard, en el corazón del South Side, el 65% de los adultos de
¡:¡
i''I
de la South Sirle, señala: "Es que no hay suficientes [trabajos].
Antes era... teníamos la industria metalúrgica y todo eso. Pero han
í¡ 25 anos Y más n.o ha at:anzado el nivel de la secundaria y menos
del 3% ha seguido algun curso universitario. Apenas el 16% de
1' cerrado. Reagan la cerró y la envió a otros estados". una cohor~e de alumn~s que entran a cuarto en los colegios públi~
)¡ En segundo lugar, la redistribución espacial de los empleos corre- cos de la ciudad se recibe cuatro años más <
tarde hab'ten d o a1can-
'
'h• lativa a la "desacumulación" de la economía urbana ha reducido zado o sobrepasado el nivel nacional promedio de lectura. Sin
,: también el abanico de elecciones de los negros sin calificación emba~o, entre 1~70 y 1980, el número de empleos ocupados por
1Ji'
dentro del mercado de trabajo, mientras las empresas abandonan asalar1ad~s de C~1cago que no hubieran terminado sus estudios
las ciudades en busca de ventajas fiscales y una mano de obra a secundarios cay? el 42% y el .número de puestos ocupados por
menor costo. Sólo durante la década de 1970, mientras que sus empleados de nivel secundario se redujo una quinta parte. Por
sectores privilegiados aumentaban las ganancias en todas las cate- contraste, el volumen de los puestos que exigían estudios superio-
gorías socioprofesionales, Ja ciudad de Chicago mostraba una pér- r~s ha aumentado el 44% y aquellos para los que se requiere un
dida neta de 119.000 puestos de obreros yde 90.000 empleos en la diploma universitario, un 56% (Kasarda, 1989).
administración y el comercio. Las únicas categorías en las que la lJ_n ~uarto factor crucial para dar cuenta de la marginación
ciudad registraba un aumento del empleo eran las de los ejecuti- econo~~ca de !os habitantes del gueto es la persistencia de la seg-
vos, profesionales liberales y personal de apoyo técnico y adminis- mentac1~n racial d~ la mano de obra de bajos salarios (Fainstein~
trativo, es decir, los empleos que requerían como mínimo un nivel 1986; Ba1ley YWaldinger, 1991). Tanto en los sectores industriales .i
de educación terciario (Kasarda, 1989: 29) y, en consecuencia, co~o .en los de se~cios, la mayoría de los negros está empleada
fuera del alcance de los habitantes del gueto con una ntlla o mala
formación a causa de un sistema de enseñanza público en rui-
en ntc~os profesionales' específicos que reúnen grandes con-
1

centraciones de afroamericanos y suelen estar excluidos de otras


"1

nas. El desplazamiento del empleo hacia los suburbios próximos rede~ profesionales reservadas a los blancos 0 a otras minorías 1

(suburbs) o lejanos (exurbs) ha tenido también un impacto despro- c~ns1deradas c~mo más_ d~ciles (sobre todo los hispanos prove- ·
porcionado sobre los habitantes del gueto como consecuencia de n1entes de ~éx1co, Repubhca Dominicana o de Centroamérica).
las graves carencias de la red de transporte público. En Chicago, En l?s .amplios conjuntos de servicios que han tenido un fuerte
los negros tienen el doble de posibilidades que los blancos de uti- c7ec1m1e.nto .de su mano de obra, como las reparaciones, Jos servi-
lizar los transportes comunitarios dado que el costo de adquisición cios de 11mp1eza y la entrega a domicilio, los negros tienden a ser
LOS CONDENADOS DE lA. CIUDAD DEL GUETO COMUNITARIO AL HIPERGUF.TO 97
96

-r dos hacia los puestos menos atractivos, que carecen de pesada desventaja suplementaria para los negros pobres en busca
cana.i1za "d d ¡ guetos dota-
l de promoción. Es más, los res1 entes e os de empleo. "Pienso que si tienes un domicilio respetable, eso
~~:;; un bajo nivel de educación y calificación Yq~e muestr~ ayuda mucho, sí. Es corno cuando te presentas a un empleo, al
erfiles discontinuos de empleo han sido colocados ir;-cluso mas menos ven que no vives en el medio mismo del gueto~', suspira una
fe·os en la "lista de espera" de los em~leo~ por.la creciente_ coro- madre desempleada de 37 años que vive en un vetusto pabellón
~ tencia de las mujeres y de la nueva tnm1grac16n, legal ~ ilegal, en el South Side. 23
pe ha ·nundado el corazón de las metrópolis estadounidenses Unos dentro de los otros, la polarización de la estructura socio-
~~: un~ mano de obra abundante, de bajo costo y disponible tras profesional y salarial, el desclasamiento de los empleos poco califi- .
la aprobación de las leyes de inmigración de_~ 965 (Sassen, ,1989a). cados y el endurecimiento de Ja segmentación de mercado laboral
Una madre divorciada de 38 años, con dos n1nos, que trabaja como no calificado han entorpecido las posibilidades de empleo de los
cajera en un hotel del South Side, se queja: habitantes del gueto y redirigido a un número creciente de negros
sin calificación hacia el único sector al que tienen seguro acceso:
Deinasiada gente, demasiado pocos empleos. Un millar de la economía informa! e ilegal de la calle.
personas se presentan para un centenar de empleos. Las
máquinas y las computadoras reemplazan las tareas de los
empleados. Segregación racial, política de la vivienda y concentración
Así al pie del nuevo orden posindustrial, el crecimiento del de la miseria de los negros

emple~ en los servicios no calificados y en los sectores manufac· . I!
tureros desclasificados ha dejado largamente de lado a los negros Pero las transformaciones del aparato productivo no alcanzan '
del gueto y los empleadores se han volcado a .º~as fuentes de para dar cuenta de la acumulación de dislocaciones que ha des- !
mano de obra maleable y menos dispuesta a resistirse o protestar estabilizado al gueto. La segregación racial es la variable interme-
contra condicioneS de trabajo inestables y degradan~es. dia crucial que permite explicar que los negros se encuentren al
y dado que el gueto contemporáneo aparece s~ei;:ipr~ estre- margen de nuevas posibilidades de empleo en la economía de
chamente asociado, en la opinión pública, con la. ~m1nal1dad, ~a servicios descentralizada, y que se les haya impedido recurrir a la:
depravación y ta anarquía, el simple hecho de residir en un b~o movilidad espacial como medio de movilidad social. La persisten-
del cinturón negro histórico se ha convertido en una desventa]ª
suplementaria, un índice que ciertos empleadores us.an para dis· 23 Los dos estigmas que afectan a !os habitantes del gueto en el mercado
tinguir entre los ''buenos negros" (educados y proveniente~ de las laboral, ligados a la •raza» y la residencia en un Jugar vergonzante, considera-
clases medias) y los "malos negros", y excluir así a los habitantes do públicamente el crisol de todas las "patologías sociales», están estrecliamente 'í
del gueto del repertorio de postulantes a un empleo. Una enfer· ligados. Pero no comparten la misma naturaleia y sus efectos no son idénticos. 11
1
mera de 41 años, del West Side, da su testimonio:
1 Si la mayoría de los afroamericanos disimula o pone de lado con mu.:ha dificultad
las marcas de la raza, su significación al menos puede ser invertida y revaloriza-
da internamente (según la fórmula "Black is beautifal"). Uno puede deshacerse
'I
!
He estado buscando trabajo, tengo amigos que se han PºS:-
tulado para varios empleos, y se les ha preguntado de que con mayor facilidad de la mancha asoeiada al domiejlio empleando tCcnicas de
"gestión de apariencias". Pero disimular el lug-.ar de residencia ante las personas
barrio (venían). y cuando ven tu dirección, dicen: "¡Ouahl
de afuera (sobre todo los funcionarios de las instituciones dominantes como las
¿Vives en esa zona?". En fin, es así. empresas, las escuelas y la administración públicas), que suelen disponer de los
medi()S para descubrir esta información, reactiva permanentemente la sensación
Como se mostrará en el capítulo 6, el estigma a¿ju~icado al de indignidad social. Y resulta imposible revertir la valencia simbólica de la resi-
hecho de vivir en el corazón degradado de la metropohs es una dencia en el gueto (afirmando ~lilling in the ghettc is beautifar'). ¡,I1
'1
Ji

1:
LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD
. ··1·• . DEL GUETO COMUNITARIO AL HIPERGUETO 99

98
r'
. d 1aislamiento residencial de los negros pobres en los bar~ios
el.a; e
ni1nosos d
su d ecadencia
el corazón del gueto histórico juega un pa~l centra en
l h .da de los blancos (seguidos, en estos
_ pues con a uide clase media) a los suburb'1os, esta,
'f'
' ' comprende apenas el 4,5% de blancos (aun cuando estos últimos
constituyen casi la mitad de la población municipal) mientras que
el edificio del habitante blanco tipo acoge una proporción irriso-
ria de negros del 2,6%. En el plano residencial, los afroamerica-
, ltlmos anos por 1os negros l d nos están tan separados de otros grupos -incluidos los hispanos,
u , d ' a distribución de las oportunidades de emi;:t eo, e
en la ra1z e un . · 'ble y de la 1nfluen- cuyos barrios tienden a funcionar a la manera de "zonas tapón"
osibilidades escolares, de la nqueza unpont .
l~ P lítica ue los priva de todos los apoyos requendos para pre- entre el sector blanco y el negro {Squires et al., 1987: 111)-como
cia Po ~ ondición económica y social (Orfield, 1985). si·vivieran bajo un régimen de apartheid legal. En fin, los negros
servar o mejorar su c. de un "coeficiente mul- son el único grupo étnico que sufre una separación tan intensa,
~l a.islami~nt~ee~~~~!~r~e:~:!::~ae~:s dificultades dentr~ del presentando las familias de origen hispánico o asiático niveles com-
a~l1cadorroq Los recientes debates acerca del destino de la inner parativos de segregación moderados o leves: en las treinta mayores
h~p~gu: ·d ñado el peso de la segregación racial, al punto tal metrópolis del país, los latinos y asiáticos tienen mayores posibili-
aty an ~s e como cuando se utiliza el término ~gueto" para dades de tener como vecinos a blancos que a familias de su propio
vez d~ ecl1ptosrucd~a~ona de gran pobreza sin la menor referencia a la grupo, mientras que el contacto entre blancos y negros a nivel de
refenrse a . . ( · mplo Jar- la residencia supera rara vez el 5% (Massey y Dentan, 1987) .26
de su población y sus inst1tuc1ones por eje '
esu-u~tur; 1991) 24 Sin embargo, la perpetuación del gueto es Es importante seííalar que el aislamiento residencial excep-
gows YY ane, . , · ,,....eta de la demarcación racial en la ciudad. cional de los afroamericanos no es la expresión de una afinidad o una
ante todo la e,;presion WJ.,,,, \982 Ch·
¡ ·do un alcalde afroamericano en ' i~ elección étnicas pues, tanto a nivel de sus declaraciones como de
Aunque h aya e egi r , fuertemen~
o oza del triste privilegio de ser la metr6po is_ m~s su conducta, los negros prefieren por una abrumadora mayoría
cag g dad 1 Estados Unidos en el plano etn1co. En 1980, vivir en barrios mixtos (Fartley et al, 1978; Streitwiser y Goodman,
te segr~;ados :rc~~s de los 1,2 millones de negros de ~a c~udad 1983). Su segregación ya no se debe más a diferencias de clase entre
cer~a en barrios ue eran negros en más del 95 %. El in¿1ce ?e familias negras y blancas. Si ese fuera el caso, la expansión soste*
habttaba~ó ha di!iinuido prácticamente desde los anos c1n- nida de la clase media negra después de la década de 1960 estaría
segrega~1 nl no ha aumentado de 89 a 92 entre 1970y1980 (sobre acompañada de una clara disminución de la separación racial eri
cuenta; me uso ., leta) 25
un máximo de 100 que indica una separac1on comp . . el espacio. O, si la población afroamericana se distribuyera según
. . .. 6 ,, otro instrumento usado hab1tual-
El "índice de expos1c1 n , , . un mercado de vivienda daltónico, estrictamente organizado de
edir las segregación revela que la persona negra upt~ acuerdo con la escala de ingresos, el porcentaje de los negros por
mente param ' d'fi . ( de casas) que
ca dentro de la ciudad vive en un e 1 ao o grup 0 circunscripción del censo en Chicago oscilaría entre el 10% y el

24 ara una crítica metódica de las incoherencias de esta redefinici61,1 del


25 Las poblaciones no son homogéneas en este aspecto. La categciiia adminis-
gueto (~e moda en la investiga~~ó~h~~r~!ti,c~~ r=~c:cae:~:~~~:r~~=~)n tr.1.tiw. de "híspano" (inventada por Ja oficina de censos por necesidades propias),
que vacía al concepto de su sentluu 15 OI'l por ejemplo, agrupa artificialmente diferentes grup<»; migratorios de orígenes
(slum), vé3se Wacquant (20~~) · a cuando dos grupos étnicos están com- nacionales diversos cuyos miembros gozan de condiciones de ingreso e incorpo-
100
2~ El índice de segregad.o~ 11ega cuando todos los barrios son raciahnente t: ración al espacio fisíco y social estadounidense muy variables. Los niveles de inte-
pletamente separa~~t~ e~::~l~ÜO% blancos) Ya Ocuando cada barrio mues- , r._, gradón de cubanos, mexicanos y puertorriqueños divergen claramente, siendo la
homog~neos, 0 sea . . g ra,' ciudad en su conjunto. Otros indicadores mues- situación de e5tos últimos similar a la de los afroamericanos en ra.;ón de la fuerte
tra la misma compoSJ.oón que fi los afroamericanos son el úníco hostilidad que encuentran a causa del color de su piel (aunque la comunidad
tran resultados convergentes que co.~ irman que , n diversas dimensiones; disi- puertorriqueña no sea unifonne en este aspecto, como lo muestra el cuadro «Chi-
grupo al que 3e inflige una segr.ega~~on extrema seg.~ e Den ton, 1989), cago puertorriqueño" armado por Padilla, 1987).
milaridad, alslamíento, centralizac1on y concentraoon (Mass y Y

.11
1
1
. 1
1

100
LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD
T! DEL GUETO COMUNITARIO AL HIPERGUETO 101
1

27
3 en lugar del 90% que es lo habitual en sus barrios (Berry,
1979: 9). Contrariamenteª· lo que se observa respecto de. otros
s étnicos de la sociedad estadounidense como los. mex1~anos
! de que el deterioro del glleto a finales del siglo xx no es más que
el último término de la larga espiral descendente desatada cinco
décadas antes por las políticas de vivienda impulsadas por Was-
gru~
amerlcanos
(M ·•ey y Mulan 1984) el ostracismo res1dencJal de
a~ ' ' 1.. hington. 28 En su obra clásica sobre la historia de la "suburbaniza-
ción" norteamericana, Kenneth Jackson ha establecido que, desde
los afroamericanos no disminuye en nada cuando ascienden en los
escalones de la jerarquía de clases. .
''t la Wagner.Steagall Act de 1937, que estipula las obligaciones legales
La frontera de color que divide la ciudad resulta, en prtmer l;' del Estado federal en materia de ayuda a la vivienda de alquiler
l r de la dualb..aciün infaxibk del mercado de viviendas sabre una moderado, hasta nuestros días,
~::acial (Foley, 1973; Berry, 1979; Tobin, 1987) '.El "pilotaje for- [... J el resultado, si no la intención de las viviendas públicas
zado" según la pertenencia étnica al que se dedican lo~ agent~s en los Estados Unidos (ha sido) segregar las razas, concentrar
inmobiliarios, tanto en el alquiler corno en la ~n~ la d1ferenc1a a las personas desfavorecidas en las inner cities y reforzar la
el financiamiento de préstamos y la obstrucc1on informal de los imagen del suburbio como un lugar de refugio contra pro-
~~ancos en busca de alojamientos -todas prácticas avaladas ?ºr
el rechazo del Congreso y del gobierno federal a hacer aph~ar
las leyes contra la discriminación en la vivienda v_otadas en varias
oportunidades desde 1968- siguen estando en vigor en ~ gran-
des ciudades (Schlay, 1987; Yinger, 1997). Los negros que intentan
¡
¡
blemas tal.es como los conflictos raciales, la criminalidad y la
miseria (Jack.son, 1985: 219).

El enfoque adoptado por el Estado para resolver las tensiones


generadas por las luchas de clase y de raza para acceder al espa-
escapar del perímetro que les está asignado de hecho enc~~ntran cio y los recursos escasos en la ciudad de la posguerra implica
malestar y reticencia, cuando no generan una franca hostilt~ad Y
¡'
t
dos componentes, Por un lado, en lo alto de la jerarqW:a urbana,
una resistencia violenta. Aun cuando una importa~te mayona de el gobierno federal ha subvencionado masivamente la instalación
blancos se declara en principio de acuerdo con la idea de que las 1t . de las clases medias y superiores en kis nuevos suburbios por la instau-
personas tienen derecho a vivir donde les plazca, en los h~chos ración de una gama de deducciones fiscales, la garantía federal '
siguen reservándose ese derecho a ellos mismos: ma~or1a de!ª de los préstamos federales y la construcci6n de vastas redes de
los blancos se rehusaría a vivir en un barrio que ~COJ~ a m~ de un autorrutas periurbanas, mientras que a nivel local las ordenanzas · Ji
leve porcentaje de negros y sólo una peq?~ña mmon_a sos~ene ~as del catastro y las restricciones raciales impuestas o toleradas por
ordenanzas municipales destinadas a facthtar la convivencia ?ctal la Federal Housing Agency (FHA) garantizaban que s6lo los blancos
(Massey, 1991). 27 Una segunda causa fundament_a~ de la pe:~1sten­ podrían mudarse fuera de las ciudades. Así, hasta 1949, la política
cia de la segregación se debe buscar en las pol1ttcas de vi;ienda oficial de la FHA era más asegurar cualquier vivienda poniendo 1,!
y de renovación urbana puestas en marcha por las autondades en cuestión la homogeneidad racial del barrio y, desde 1962, este ,

1
federales y municipales durante la segunda posguerra, que han organismo de Estado no exigía compromisos de no discriminar a 1

11
encerrado conscientemente a los negros pobres en la tra~pa de ¡ los candidatos a un préstamo.29 1,,
las zonas completamente negras más desheredadas de la ciudad.
La miopía hist6rica del debate sobre la unbrclass esconde el hecho

2il La mayoria de las teorías de la underclass no se l'etnOnta a antes de 1970 y ·
se asume esta década como la de su emergencia supuesta, por la simple nu:6n de
27 Una gran encuesta por cuestionario realizada e11 Detroit a mediados de lo3 que los datos del cen.so no incluyen la§ tasas locales de pobreza antes de esa fecha
años setenta había establecido que el 42% de los blancos se senti~a incómodo en yvuelven imposible la "me<lici6n" del grup-0.
un barrio que alojara un quinto de negros y una importaJJte mitad se rehu~ba
frrmeroente a instalarse allí (Farley el aL, 1978). Estas tendencias no han cambiado
29 Los út1.1los de propiedad pueden llegar a contener cláusulas (llamadas m"
trictives cawnanls) que estipulan la interdicción de alquilar o de vender la vivienda
'
en cuestión a negros (o a judíos).
demasiadc desde entonces (Meyer, 2-000).

1
¡
1
102
LOS CONDENADOS DE LA ClUDA.D
r
l
¡
DEL GUETO COMUNITARIO AL HIPERCUETO 103

Hoy en día, la legislación que supue~tame~te debe declarar


r favoreció la construcción de inmensos inmuebles de pobre factura
ilegal la discriminación en la vivienda (jair hüusing), v:itad~ ?ºr el
Congreso en 1968, no siempre ha contado con un dispos1~0 d€
aplicación eficaz. Cada año, el Ministerio Federal de Justtc1a no
lleva más que un puñado de casos ante tribunales de todo el país y,
t
,,t
en los barrios más golpeados por la pobreza, lo que terminó por
convertir a la vivienda social en "barrios bajos construidos y soste-
nidos por el Estado federal" (Hirsch, 1983: 226).
Las consecuencias de esta política pública racial y socialmente
bajo los gobiernos de Reagan y Bush (padre), ~ncluso .~ªreducido ,.& inequitativa no eran difíciles de prever. De hecho, desde 1968, la
las demandas de indemnización en casos de 1nfracc1on compro· !• Comisión Kerner (1968; 1988: 474) señalaba que
bada. Por otro lado, en lo bajo de la jerarquía urbana, el Estado '
[ ... ] los programas federales de vivienda concentran a los
se lanzó también a un vasto programa de apoyo a la vivienda con sectores más empobrecidos y dependientes de la población
vocación social, pero dos diferencias fundamentales separan a este en los guetos del centro de las ciudades donde existe ya una
programa de la asistencia a la construcc~ón. d.estinado a la bu;g~e­ brecha entre las necesidades de la población y los recursos
sía en los suburbios acomodados. En pr1nctp10, la ayuda al hab1tat públicos movilizados para hacerles frente.
de los pobres se ha revelado particularmente .débil: entr~ !937 Y
1968 han florecido 10 millones de nuevas unidades de vtvtendas Esta brecha no ha hecho sino incrementarse en el curso de las
privadas para las clases medias y altas gracias al ~poyo de la Fed~ral
Housing Agency, contra menos de 800.000 unidades construidas
'f dos décadas siguientes. Los presupuestos destinados a la vivienda
social se han agotado luego de las turbulencias de los años sesenta,
¡·.
de apuro en el sector social (Kerner Commissío~, 1968; 1988.: ~74): r y la ciudad de Chicago ha dejado de construir e incluso de man-

~r
En segundo lugar, el Estado federal ha ~oncedtd~ ~las mun1c1pal~­ tene: lo~ e~ific.i?s de ~a CHA tras ~aber sido encontrada culpable
1 dades el poder discrecional de construir (o no) vivtendas de alqui- de discnm1nac1on racial por los tribunales y haber recibido la ins-
ler bajo y de decidir su implantación, de manera que l~~ pro~ectos trucción legal de construir pequeños conjuntos de viviendas sociales
federales han reforzado invariablemente la segregac1on existen- dispersos en los barrios étnicamente mixtos. Hoy en día, los Estados
te. En efecto, las ciudades blancas de la periferia metropolitana ! Unidos siguen siendo el único país posindu.strial donde el Estado
se han rehusado a crear servicios de vivienda social y los barrios no sostiene de manera significativa la vivienda destinada a hogares
1
\··, blancos dentro de las ciudades han opuesto una feroz resistencia de escasos ingresos, por más que esté comprobado que en ningún.
'
al ingreso de los negros en su perímetro. En Chicago, la violen- lugar las empresas privadas construyen para los hogares pobres; en
cia blanca por lo bajo y la manipulación política por lo alto han 1980, el parque de viviendas administrado por los poderes públicos
convergido para canalizar la implantación de las viviendas d~ l~ representaba apenas el 1% del parque de viviendas estadounidenses,
Chicago Housing Authority (CHA) exclusivamente dentro de los limi: contra el 46% en Inglaterra y el 37% en Francia (Harloe, 1985).
tes establecidos del gueto histórico, "fijando e institucionalizando asi Los Estados Unidos son también la única nación desarrollada
sus fronteras como nunca antes~ (Hirsch, 1983: 409). Es así que la que tiene un "gueto vertical" mantenido por el Estado y doble-
casi totalidad de las viviendas sociales construidas durante las déca- mente segregado sobre la base de la pertenencia racial y de clase. 30
das de 1950y1960 fueron localizadas directame.nte en el interior
y luego en el contorno inmediato de los dos cinturones negros 50
tradicionales del South Side y del West Side. Como resultado, en En razón de la reducción masiva de los financiamientos federales -sin
hablar del saqueo desvergonzado de los fundos p(1blicos por parte de los altos'
1985, el 95 o/o de todos los apartamentos administrados por la CHA esta~ funcionarios de los HLM a nivel !ocal y federal-, la mayoría de las grandes ciu-
ocupada pur n~. En lugar de construir viviendas de escasa denst· ~a~es es fin~deramente i~~apaz de a.~egurar el mantenimiento de $U parque. de
dad en los terrenos menos onerosos y menos congestionados fuera Vlviendas sociales y loo serv1c1os encargados de asegurar la supenisión han perdi-
de las zonas centrales, como lo hicieron las ciudades de Europa do, a menudo, todo control sobre su gestión cotidiana. El colmo de esta política
occidental durante el mismo período, el gobierno estadounidense de abandono fue proponer (a iniciativa de Jack Kemp, ministro de Vivienda y

l_ .
.
.

·~·.

LOS CONDENADOS DE lA CIUDAD


-{
DEL GUETO COMUNITARIO AL HIPERGUETO 105
16' ¡
t
El F' b ·erno federal y los poderes públicos locales
, , son, por lo
tt '1 cipal programa de apoyo a los pobres) se han vuelto cada vez más
oblemente responsables de la extraord1nar1a concen a- insuficientes, por no haber sido ajustados a la inflación y por no
tan t o, d 1 h'
ción social y espacial del subproletariado negro en e 1pergu~
to

de finales de siglo xx. En principio, han aportado su_ ~p~yo ac~vo


a la rígida segmentación racial del mercado i;Ilm?b1l1ar10 a n1v~l
¡' haber sido financiados de acuerdo con las necesidades: los cré-
ditos otorgados a este programa han alcanzado un máximo del
1,6% del presupuesto federal en 1973 y han caído sin pausa desde
de la metrópolis, luego perpetuaron su contlnu1dad por medio entonces. No sólo se ha racionado el acceso a la ayuda social por
1
¡· de políticas de vivienda que han encerrado a lo~ i:egros pobres medio de restricciones jurídicas y burocráticas (Susser y Kresnike,
1 en el perímetro derruido del cinturón negro al ehmtnar toda otra 1987;Axinn y Stern, 1988), sino que el poder de compra del subsi-
opción en el parque social, y au~entaron el ~osto del acceso a la dio medio también quedó sustancialmente reducido: su valor real
1 propiedad y al alquiler en los barrios afroamericanos del contorno en el estado de Illinois ha caído a la mitad entre 1970 y 1990; en
de la ciudad. En segundo lugar, tanto a nivel federal como local, ~l 1994, una familia con tres niños que recibía el AFDC percibía 645
Estado ha producido un volumen insuficiente de viviendas. de cali- dólares por mes en el mejor de los casos (contabilizando el valor
dad execrable destinadas a hogares pobres, a l~s que .ha tmplan- de mercado de los cupones de alimentos) alcanzando apenas a·
tado deliberadamente sólo en el corazón de la inner ª"'.·
En resu- igualar el alquiler mensual de un apartamento de dos cuartos en
men, la configuración física y demográfica del purgator1.~ urb~o Chicago. A partir de un análisis detallado de las tasas de ~eficacia"
que constituye el hipergueto estadounidense es una cwacion pól~tica de los programas sociales, es decir, de su capacidad para ubicar a
1 delEstadóy no el producto de una dinámica "ecoló~ica" o de hbre sus beneficiarios por encima de la línea oficial de pobreza, Axinn
1 elección, de la cultura o de las actitudes de sus habitantes. y Stem (1988: 102) revelan que "la explosión de la miseria en las
ciudades es mucho más producto de la caída en la eficacia de los
programas públicos que de la crisis económica''. De hecho, en las
La retirada abrupta de un Estado de Bienestar estancado grandes ciudades esa tasa muestra sus valores más bajos y se veri-
fica un menor aumento a ]o largo de los años: en 1983, el 30% de
La retirada abrupta del Estado de Bienestar a mediado~ de las familias de las ciudades del país eran pobres antes de las trans-
la década de 1970 es otra de las causas principales del deterioro ferencias sociales contra el 18,4% posterior a ellas, para una tasa
1 continuo de las condiciones y posibilidades de vida de los subpr~ de eficacia del 38% comparada con una del 50% en 1973 (cuando
1 !etarios urbanos en los Estados Unidos. Contrariamente a la queja los niveles de pobreza correspondientes eran de 27% y 14%). Si los
neoconservadora de moda luego de la llegada de R~agan a la e.asa programas públicos hubieran conservado la eficacia de la década
Blanca (Murray, 1984), el cuarto de siglo transcumdo no ~a s~do de 1970, habrían amortiguado los efectos de la desindustrializa-
un período de expansión y generosidad para la ayuda s.o~tal smo ción y el crecimiento económico polarizado, de manera que las
í.' más bien una era de retracción generalizada. Los subs1d1os a las tasas nacionales de pobreza hubieran crecido sólo un punto, del
madres sin sustento (Aid toFamilies withDeperulent Children, el prin- 14 al 15% (en lugar de alcanzar el 18%). Las carencias de las polí-
ticas sociales estadounidenses son aún más flagrantes cuando se
las contrasta con las de Canadá, que está lejos de ser un líder por
Desarrollo Urbano con George Bush, padre) que los locatarios se convi~tie.ran la generosidad de su sistema de protección social. Las economistas
en propietarios de viviendas tan derruidas y peligrosas q~e los po~er~~ pubhcos Rebecca Blank y Maria Hanratty {1991) han demostrado que, si
no lograban hacerse respetar allí, sino valiéndose de maniobras cast milrtare.s que
arrasaban los derechos civiles de Jos inquilinos (como fue el caso de Ch1cago
los Estados Unidos adoptaran el sistema de transferencias anti.Po-
durante el invierno de 1992, cuando se lanzó una vasta operaci.ón po1icial orga- breza de Canadá, la tasa de pobreza entre las familias monoparen-
nlzada a inslancias de los medios en respuesta a una ola de asesinatos en el gran t.ales caería de un 47% a un nivel que estaría entre el 2% y el 16%
conjunto empobrecido de Cabrini Green). según las hipótesis formuladas sobre las cifras de participación y
LOS CONDENADOS DELA CIUDAD DEL GUETO COMUNITARIO AL HIPERGUETO 107
106

oferta de trabajo. Es decir, una política social digna de ese nombre por los impuestos que pagan al Estado. Tras Kentucky, Illinoís hace
eliminaría la pobreza entre los hogares mantenidos por mujeres pesar sobre s~s ciudadanos más desheredados la carga combina-
solas, que constituyen hoy la mayoría de lüs pobres del gueto. da de tasas e impuestos locales más pesada del país: el 20% de
Los citadinos expulsados del mercado de trabajo también están los hogares más pobres pierde el 11 % de sus ingresos anuales en
fuertemente penalizados por las carencias crecientes de la cobertura deducciones impositivas, o sea, dos veces el porcentaje aplicado
social. En teoría, el programa de seguro de desempleo está canee-. a los hogares más ricos. Todos estos datos confirman claramente
bido para responder a las necesidades cíclicas al proveer veintiséis que la actit'-:d ~e "negligencia maligna" de los poderes públicos,
semanas de cobertura por un monto equivalente al 40% del últi~ y no el surg1m1ento de una underclass, explica el aumento de la
mo salario. Pero, bajo el efecto del desempleo masivo persistente miseria y 1~ exclusión en el corazón segregado de la metrópolis
desde mediados de la década de 1970, el frágil edificio de este norteamericana.
seguro se ha resquebrajado por todas partes. La presión patronal y
la voluntad política de reducir los gastos públicos han llevado a un
claro endurecimiento de los criterios de selección y a la multipli- La marginalidad política y el "estrechamiento planificado"
cación de obstáculos administrativos para entregar las ayudas. En de] gueto -
consecuencia, el porcentaje de asalariados cubiertos por el seguro
de desempleo ha caído del 50% al 30% del promedio nacional El ~eterioro del gueto orquestado por los poderes públicos
entre 19'75 y 198.5. Una vez más, esa caída ha sido particularmente no se hmita a la ayuda social sino que afecta la gama completa
pronunciada en las metrópolis y se ha mostrado especialmente de los servicios destinados a las poblaciones urbanas. Durante las
perjudicial para los habitantes de las zonas segregadas del centro décadas de 1950 y 1960, la expansión regular de la economía y
de la ciudad quienes, al estar confinados en los segmentos más la explosión espectacular de los jóvenes habían creado un con-
bajos del mercado de trabajo secundario, corren mayores riesgos texto ~ropicio a la emergencia de movimientos de oposición y a
de tener períodos de empleo cortos e intermitentes y de pasar por la presión de los negros por una distribución menos desigual de
frecuentes cambios de trabajo. los recursos públicos en las ciudades, lo que condujo a la expan-
¡- De hecho, la mayoría de los habitantes del gueto, asalariada sión de los programas federales y locales (Katz, 1989; Quadagno,
por períodos intermitentes, no está cubierta por las cajas de jubila-
¡ ción ni por los subsidios al desempleo cuando pierde su trabajo.
1994). El reflujo económico de los años setenta, caracterizado por
el estallido conjunto del desempleo y la inflación, y el crecimiento
En síntesis, las políticas fiscalRs del Estado nacional y de los gobier- entrecortado y polarizado de los años ochenta, favorecieron un
nos locales han acentuado las dificultades de los habitantes del brutal retorno de la dureza política y presupuestaria.31
gueto. Los efectos negativos sobre los pobres provocados por las
reducciones masivas de impuestos, iniciadas a nivel federal por
A nivel federal, tras la reelección triunfal de Nixon en 1972,
el Estado operó un brusco retorno de las políticas urbanas que anuló,
1
1
Ronald Reagan, están bien documentados, pues esta reducción
de ingresos fiscales ha sido compensada por la reducción de los
presupuestos de los principales programas destinados a los.norte- 31
Habríaq:ue hacer aq:uí un análisis completo de eser-egreso de la dureza, sus
americanos desposeídos. Se conoce no menos de una treintena raí~ .sociales y su imaginería rada!, sus mediaciones políticas y su impacto sobre.
de estados que han realizado reformas fiscales similares a su nivel, los diferentes programas y administraciones píiblicas que supervisan los diversos
Co~ponentes de la población del gueto. Para un estudio de caso$, remitimo$ al
que se tradujeron en una aguda fragilización de las familias con

..
fascinante relato que ofrece George Lipsitz (1989, capítulo 8) sobre su impacto
escasos recursos. Según las cifras compiladas por la asociación en:~ ~neto de la ci~dad d~- St. Lo;i~s, y a Edsall y Edsall (1991), para un sugerente
Voices for Illinois Children, cerca de tul millón de hogares desposeí~ anahs1s sobre la artlculacion pohtica entre "raza, derechos e impue~tos" a nivel
dos de Illinois han visto sus ingresos sustancialmente recortados nacional.

l .
LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD DEL GUETO COMUNITARIO AL HlPERGUETO 109
108

luego de invertirlas, las ~dqui~iciones de la "Guerra contra la pobre- bibliotecas, los hospitales y las clínicas, las comisarias y los cuarte-
za" lanzada bajo la pres1denc1a de Lyndon]ohnson en r.espuesta a les de bomberos, las líneas de ómnibus y las estaciones de metro,
los movimientos de movilización negra. Los fondos destinados a la con el objeto de estimular a los hogares desposeídos a abandonar
vivienda social fueron congelados antes de ser reemplazados po_r el corazón de la metrópolis y a liberar los fondos públicos para el
subsidios indirectos (federal sharing grants) controlados por l.as eh· "redesarrollo" de sus barrios así desertificados (o de otros mejor
tes locales, que los readjudicaron para beneficio del sector in~o­ situados) para beneficio de las empresas y las clases medias cuya
biliarío privado. Toda una serie de progra~as co~pensator1os presencia condiciona la salud fiscal de la ciudad. 32 Así, en Chica-
destinados a sostener las instituciones de la inner city, puestos en go, desde mediados de la década de 1970, la localización de las
): marcha bajo la égida de la Great Society, fueron recorta~os y luego infraestructuras y los equipamientos públicos, las decisiones de
abandonados. La caída del financiamiento federal desunado a las arrasar los edificios y limpiar las parcelas abandonadas, así como
ciudades se aceleró bajo las presidencias de Reagan y Bush padre, las exoneraciones fiscales, han servido para atraer a los capitales
1 y se prolongó con la supresión del programa nacional de fo~a­ privados y para estimular el desarrollo de un nuevo centro de la
ción para el empleo {CETA, Comprehensive Emp~rJW.nt and Training ciudad dedicado a las finanzas, a los servicios a las emPresas y sus
Act) el dispositivo de distribución de los financ1am1entos urbanos empleados de alto rango. Ese desvío de los recursos municipales
(General Revenue Sharing) y los presupuestos adjudicados al desa- de los hogares a las firmas, y de lo bajo a lo alto de la estructura de
1
; ' rrollo de las ciudades {Urban Development Grants). El esquema de clases, ha tenido como efecto evaporar las inversiones públicas en
'I'
!-"
las subvenciones cruzadas entre los cuatro niveles del campo buro-
crático (gobierno federal, estados, conda~os ~ muni<:.ipali?ades),
los barrios del West Side y el South Side {Squires et aL, 1970), lo
que terminó de condenarlos a la parálisis y la decadencia.
i que había paliado las dificultades de los c1tad1nos mas alla de las Pocas organizaciones muestran mejor que el sistema de edu-
fronteras de las circunscripciones políticas, empezó a fallar com~ cación el grado de abandono institucional que sufre el hiper-
consecuencia del debilitan:liento de las "máquinas políticas~ muni- gueto de Chicago. En efecto, las escuelas públicas han quedado
cipales de las metrópolis y de. los ~artidos 1:~líticos en :1 nuevo reducidas al estado de establecimientos de vigilancia, más que de
espacio político nacional. El aislam1en~o poht1c~ de las ciudades, enseñanza, que buscan almacenar a los pobres antes que abrirles
por su parte, reforzó su perfil empresano en detnmento del papel alguna oportunidad. Los establecimientos escolares de la ciudad
de prestatarias de servicios sociales, con el efecto de fragmentar
están rígidamente estratificados según la pertenencia étnica y los
más aún la base fiscal sobre la que reposa el financiamiento de las
ingresos, sobre un fondo de persistencia de la segregación racial
instituciones públicas {Weir, 1993). y de incremento de la segregación de clase a partir de los años
A nivel local, una coalición de intereses industriales, banca·
sesenta. Los niños del cinturón negro histórico están escolarizados
rios y comerciales ha usado como prete~to la crisis fiscal de las 1

ciudades para impulsar el desman.telam1ento de los programas


sociales que permitían reproducirse a los residentes del gueto Y 22 La expresión "planned skrinlmge" se hizo famosa por Roger Stau-ex direc· 1

a sus barrios. Fueron articulados por los responsables del Esta· tor de vivienda social en la ciudad de Nueva York, convertido en Henry Luce, ',1
do local, quienes veían en la retracción metódica de los servicios profesor de Valores Urbanos en Ja New York University- al eS<.:ribir Ull polémico
municipales el modo de reducir los presupuestos públicos y sacar artículo publicado en el Ntw Yark Tim&S bajo el titulo "Making New York Smaller"
(14 de noviembre de 1996). Sobre todo, Starr proponia allí "utilizar las rubveh·
a los pobres a las zonas en decadencia o destinadas a proyect~s de cione~ federales para la vivienda a fin de estimular el éxodo fuera de las zonas
"revitalización". Esta visión se concretó en lo que los urbanistas en decadencia. Las áreas de los edificios vacantes p()dtían entonces demÓlerse
llamaron la política de estrechamiento p!.anificaáo o de "selección" de y suprimirse los servicios municipales, cerrru-se las estaciones de subterráneo y
los barrios desheredados (Beauregard, 1993: 224234, Y Marcuse dejar el terreno baldío hasta que un cambio de clima económico y de tendencias
et al., 1982): la contracción o clausura selectiva de las escuelas Y demográficas hicieran que los inmuebles fuer.m nuevamente utilizables•.
T
~

110 WS CONDENADOS DE lA CIUDAD DEL GUETO COMUNITARIO AL HIPERC-UETO 111

en establecimientos en los cuales el 100% de los alumnos proviene


de minorías (negros y latinos) y rnás del 80% de las familias vive
por debajo de la línea de pobreza. Cursan sus estudios en edificios
vetustos y superpoblados, en medio de aulas sobrecargadas diri-
!1 entrada en un establecimiento postsecundario que exija un nivel
escolar mínimo, la enseñanza superior está fuera del dominio de
lo posible para la masa de adolescentes del South Side y el West
Side de Chicago. Es decir que, para citar las conclusiones del poli-
gidas por docentes desmotivados, formados en las universidades tólogo Gary Orfield (1985: 176), especialista en la cuestión escolar
menos exigentes, y con un personal con escasa formación peda- en las metrópolis, los jóvenes del gueto están enfrentados a una
gógica e inferior a la de los asignados a las escuelas de los subur- estructura de oportunidades educativas separada y desigual que se
bios acomodados o a los establecimientos privados de la ciudad.
Por ejemplo, sobre 601 niños que seguían sus estudios en la Julia
Lathrop School en el West Side de Chicago en 1985, todos eran
1 mantiene a todo lo largo de su vida escolar. De hecho, se podría
sostener con certeza que sus experiencias escolares no están desti-
nadas a prepararlos y que no pueden ayudarlos a funcionar dentro
.1
negros y 592 eran beneficiarios del programa gratuito de distribu- la misma sociedad y en la misma economía en las que se desen-
ción de alimentos reservado a las familias indigentes. La escuela vuelven los demás jóvenes de la ciudad.
no tenía biblioteca desde hacía dos décadas (los libros rescatados En la medida en que ocupan y perjudican a una' población
se pudrían tranquilamente en la humedad de la cantina) y no a la que los_ responsables políticos consideran como carente de
existía asociación de padres de alumnos. La mayoría de las ven~ valor electoral (dado que, prácticamente, los pobres no votan), las
tanas estaba clausurada o rota, y sus paredes exteriores cubiertas escuelas del gueto están también en primer lugar a la hora de los
de pintadas; las canchas de básquet no tenían piso y el patio de cortes presupuestarios impuestos periódicamente por una admi-
recreo estaba sembrado de vidrios rotos. Los docentes provenían nistración municipal en perpetua escasez de fondos.
en su totalidad de otros barrios y se aventuraban poco fuera de la Durante el verano de 1991, el director de escuelas de Chicago
escuela, dada la criminalidad endémica. Además, es dificil reclutar anunció el cierre inmediato de diecisiéis escuelas a fin de cubrir
profesores suplentes luego de que descubren el emplazamiento un agujero presupuestario imprevisto de 200 millones de dóla-
del establecimiento y su decadencia: "Cuando ven el estado del res: catorce de los dieciséis establecimientos condenados estaban
edificio y del barrio", exclama el director, "siguen su camino sin 1 situados en los barrios negros pobres ( Chicago Tribune, 5 de julio
detenerse. Ni siquiera se puede conseguir un taxi que quiera lle-
gar hasta aquí" ( Chícago Tribune, 1986: 151-152).
' de 1991). En cuanto a las escuelas confesionales, ya no están en
condiciones de cubrir la tremenda brecha abierta por el naufragiO
Los colegios públicos segregados de la ciudad alimentan una de la enseñanza pública: el año anterior, la diócesis de Chicago
red pública de community colleges que se definen también por la había hecho público su propio plan de cierre de diecisiete estable-
doble segregación étnica y_de clase de sus estudiantes. 33 Con tasas cimientos en razón de graves dificultades financieras, de los cuales
de deserción escolar que sobrepasan de lejos la barrera del 50% once estaban instalados en el cinturón negro histórico.
(comparada con el 2,5% en los suburbios acomodados), y dado La miseria de las escuelas sólo se iguala con la de los estable-
'' que tres escuelas sobre cuatro no ofrecen cursos que permitan la cimientos públicos sanitarios. En 1990, el director de los servicios
médicos de la ciudad reconoció que el sistema de salud pública
de Chicago "es un no sistema[ ... ] que ha fracasado en su misión
3
~ Los rommunity wli'1gn (o junior colleges} son establecimientos de enseñanza (jailing short) y que está al borde de la bancarrota (jailing aparf)"
postsecnndarios frecuentados, sobre todo, porjóvenesde clases populare$ y de las (Chicago Tribune, 16 de enero de 1990). Una quincena de hoS-
minorias étnicas. Se supone que abren e( acceso a los escalafones superiores pero
pitales y clínicas de la ínner city entró en quiebra en el curso de
sirven, en realidad, de cursos de recuperacíón del nivel del colegio y entregan un
diploma devaluado {associa/e degr~) al cabo de dos o tres años {para un análisis la década de 1980 a causa del insuficiente nivel de reembolso
histórico y sociológico de su papel en el campa académico y en la sociedad n-0rte- de los gastos por parte del programa Medicaid (que tiene a su
; ¡·. amerlcana, véase Brint y Karabel, 1989). cargo los costos de salud de los indigentes) y de las demoras
'
LOS CONOENADOS DE LA CiUOAD DEL GUETO COMUNITARIO AL HIPERCUETO
112 113

interminables que exige. En 1987, el Provident 1-lospital, el más y el deterioro sanitario y social de los barrios del gueto, por una
antiguo de los hospitales negros d~l país, fundado _cerca ~e _un pa~te, y la .reducción de servicios municipales como la prevención
siglo antes, cerrab~ s~s puertas, ~eJan.do al So~th Stde practlca- de incendios, la protección policial y el equipamiento médico por
mente sin establec1m1entos hosp1talar1os accestbles a los pobres. debajo de los niveles requeridos para mantener una alta densidad
Seis años más tarde, los poderes públicos no habían aún cumpli- de población, por la otra (Wallace y Wallace, 1970). Allí donde
do su promesa solemne de recuperarlo par~ el servicio. Dajando los servicios públicos fueron reducidos o suprimidos, las tasas de
de lado el gigantesco Cook Country Hospital, ya sobrecargado morbilidad Yde desorden social han dado saltos, desencadenando
en exceso (Lewis, 1995), ningún establecimiento sanitario del un ciclo autoalimentado de descalabro urbano y violencia mor-
gran Chicago ofrece cuidados prenatales accesibles para futuras tífera que ha lanzado a barrios enteros a una espiral mortal de
madres que nQ tengan asistencia médica privada. Así se ha difun- deterioro.
dido la práctica del dumping peri natal de las pacientes del gueto: La oficina de ayuda social agrava las condiciones de vida de
las mujeres pobres sin cobertura médica susceptibles de tener los habitantes del gueto y contribuye indirectamente a la prolife-
embarazos de alto riesgo son normalmente rechazadas por los ración de viviendas insalubres y decadentes al insistir en trasladar
hospitales privados, que no vacilan en enviarlas al Cook County las subvenciones a la vivienda al sector privado y, directamente, a
Hospital, incluso en pleno parto (en violación a la ley) a fin de los propietarios. Los propietarios de barrios bajos -cuya mayoría
desembarazarse de "clientas" que implican el riesgo de resultar cor.responde a la CHA, la administración a cargo de la vivienda
demasiado costosas (Chicago Trib·une, 1989). social- saben que sus inquilinos constituyen una clientela cautiva,
Los habitantes del gueto reclaman a gritos no sólo terapías sin vías de salida ni medios de presión, Pueden, por lo tanto, impo-
de alta tecnología sino los cuidados más básicos: vacunas para los
niños, exámenes ginecológicos para las mujeres, medición de la
presión arterial y del colesterol,. así como más enferme_ros para
que visiten a los pacientes demasiado pobres o en demasiado mal
estado como para desplazarse o perder días enteros en esperar los
J¡ ner alquileres elevados y descuidar el mantenimiento de sus edi-
ficios, pues recibirán siempre el pago completo de los inquilinos
por sus departamentos, que sólo los subsidiarios del welfaretoleran
ocupar (Susser y Kresnike, 1987: 57). Así, en Chicago, la mayoría
de las ciudades HLM literalmente se derrumba en pie y está en
servicios de urgencia del hospital para recibir allí los cuidados de
rutina. Como consecuencia de esta situación de medica! gridlock o
¡ permanente infracción al código municipal de viviendas. Los edifi-
cios están invadidos por las cucarachas, las ratas y las termitas. Los ,
bloqueo de los servicios de salud pública, la mortalida~ infa~ti! de grandes conjuntos, como el Henry Horner Homes sobre el West
los negros del Estado de lllinois se elevó al 21,4 por mil nacimien- Side o el Cabrini Green sobre el Near North Side, ya no tienen
tos en 1985, contra 9,3 por mil entre los blancos ( StatisticalAbstract pasillos de entrada ni guardias a cargo de la seguridad: sus ascen-
of tke United States, cuadro 16). En importantes sectores del gueto sores están descompuestos, sus paredes recubiertas de pintadas y
esta tasa sobrepasa el 3%, es decir, una cifra comparable con la de sus escaleras desprovistas de luces e inundadas de mares de orina
países del Tercer Mundo como Ecuador o Malí. Cada año, ;nás de y de excrementos humanos y animales. Los departamentos de la
un millar de madres primerizas muere en el gueto de Ch1cago Y planta baja y del primer piso están casi siempre abandonados y
3.000 bebés nacen con daños cerebrales y otras afecciones neuro- condenados a la ayuda de barrotes pues son candidatos a ser roba-
lógicas graves. dos. La mayoría de las viviendas de la ciudad de Henry Horner.
Una serie de estudios de ecología urbana y médica realizados Homes no ha visto una mano de pintura desde 1972, y está en
en Nueva York sobre el aumento correlativo de las desigualdades en un estado de destrucción tal que, en junio de 1991, la Asociación
el acceso a ta salud, de la mortalidad violenta y la incidencia de la de Madres de Henry Horner ha impuesto un proceso contra la
indigencia, de la expansión del sida y el uso de drogas, ha estable- Chicago Housing por haber operado una "demolición de hecho"
cido un lazo de causalidad directa entre la desertificación urbana de su lugar de vivienda: la mitad de los 1.760 departamentos del
LOS CONDENADOS DE LA. CIUDAD DEL GUETO COMUNITARIO AL HIPERGUETO 115
114

leio estaba por entonces vacía, por falta de fondos para reno- 2) Su esencialismo que, al invitar a cambiar de lo sustantivo a
¡ P 0 para limpiarlos a fin de volver a a lqui
com"' " larlos. la sustancia, de la medición a la realidad, lleva a confundir
var : hundimiento de las instituciones públicas d~~ corazón de un artefacto estadístico con un grupo concreto.
las ciudades y la marginalidad perenne de la poblac1on del gu':to 3) Sus connotaciones morales altamente negativas.
se muestran como el producto de políticas estatales ~ue, a~o~n­ 4) Su halo falsamente "derracializado" que permite a quienes
dose sobre la división racial, han fragment~do la esfera p~bh~a, lo emplean hablar de raza con medias palabras que disi-
d bilitado la capacidad política de la comunidad negra (Fainste1n mulen su verdadero tema. Nos conformaremos con des-
y;ainstein, 1989) y estimulado la fuga generalizada haci~ el sector tacar aquí, a manera de coda, su propensión intrínseca a
rivado de todos aquellos en condiciones de escapar, dejando qu~ desconectar el gueto de las macroestructuras sociopolíticas
P,lo las fracciones más desheredadas de la clase obrera afromer1-
~ana se pudran en el purgatorio social del hipergueto. [ de la dominación de casta y de clase de la que es a la vez
producto e instrumento.34

.¡' Conclusión: reconfiguraciones de la dominación .,..• Al reavivar y modernizar la idea multisecular según la cual la
pobreza urbana seria el resultado de vicios personales y patologías
En un célebre artículo sobre los barrios pobres de América colectivas de los pobres (Boyer, 1978), la retórica de la underclass ha

1 Latina, Alejandro Portes señalaba que ~el grave error de l~ .teo- otorgado un barniz de legitimidad científica a los miedos que las
l¡. clases medias y altas alimentan respecto del subproletariado negro.
'
1
1
rías [de la marginalidad urbana} ha sido transformar las condi'!O?US
sociológicas en rasgos psicológicos e imputar a las víctimas las propieda- Dicha retórica ha parasitado y paralizado un análisis riguroso e his-
des deformadas de sus verdugos" (Portes, 1972: 286; el destacado tóricamente fundado de la cambiante articulación política entre
es mío). Ésta es una caracterización pertinente del d~bate sobre la segregación racial, las desigualdades de clase y el abandono del i
Estado en la metrópolis norteamericana. Ha desviado la atención de

1
el gueto negro qu.e ha resurgido en los Estados Unidos en los
años ochenta, tanto en el campo político y periodístico co_mo ~n las configuraciones institucionales en los dominios de la educación
la vivienda, la ayuda social, los transportes, la salud, los servicios ~
1
el universitario. Y al focalizarse estrechamente en las defic1~nc1~ ,,
de conducta y culturales supuestas de los residentes de la inner city
0
sobre el impacto global de la consolidación de un orden econó-
mico posindustrial, sin prestar la atención necesaria a las es~ctu­
1,
las poblaciones vulnerables, la policía y el sistemajudicial que pro-,',
ducen y perpetúan la concentración de los afroamericanos precari-
zados o desproletarizados en los escombros del gueto histórico. Al
¡
J
ras históricas de la dominación racial, las desigualdades de clase, omitir, así, informar sobre el estado del gueto durante el naufragio 1
la separación espacial y la (in)acción del Estado, que refractan Y del sector público y frente a las políticas de "deslastre~ organizado 1ji
amplían su impacto, la temática de l~- u~der~lass .ha enmascarado de las categorías marginales, la leyenda de la underclass oculta y, por (!
¡¡
las raíces políticas de la transformac1~n :nstttuc10.nal ~el gueto y lo tanto, absuelve las elecciones regresivas en materia de urbanismo,
ha contribuido a acentuar la estigmauzac1ón y el aislamiento poh- 1:
trabajo, protección social y educación operadas por los gobiernos ti
tico de sus habitantes. . nacionales y locales (sin importar el color político de sus funciona-
Resta abordar aquí las múltiples incoherencias an:'1ittcas, ~ra­ rios) en el camino del retroceso político de los años setenta. 11

casos empíricos y peligros políticos del concepto semiacadémtco


de la underclass, entre los cuales se encuentran:
M Veanse Wacquant (1992b) para un sucinto análisis de las funciones ~ue
1) Su inestabilidad y heterogeneidad internas, que permiten a cumple este mito acadérrriw en la intersecCión de los campos universitario, políti-
sus partidarios rediseñar a voluntad sus fronteras para res- co y periodístico en los Estados Unidos y las razones (extracientificas) de su éxito,
ponder mejor a los imperativos ideológicos del momento. yGans (1991} para una inten.sa discusión de sus abusos políti<:os.
LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD
116

Sin embargo, esta política de abandono y encauzamiento p~ni­ 3. El precio de la exclusión racial y social
1
tivo de los negros pobres explica claramente que, cerca de un siglo en Bronzeville
des ués de su creación y más de dos décadas luego de ~ue fue~
1 b p tada la dtµiosamente bautizada "Guerra a la pobreza an.uncta-
1 ~aº;or el gobierno federal, el gueto estadou~idense. sigue siendo,
ara us;IT una frase premonitoria del prefacio del informe de la
~o~isión Kemer (Kerner Commission, 1968; 1988: xx), enc~rga­
d de examinar las causas e implicaciones de los gr~ndes d1stur-
b~os raciales de 1964-1968, ~la encarnación de la verguenza.~e esta Tras un largo eclipse, el gueto tuvo un regreso espectacular
nación, de su fracaso más profundo, y de su mayor desafio · a la escena política y la conciencia colectiva norteamerican<!-S de
mediados de la década de 1980. Hay que remontarse, en efecto,
a las postrimerías de los disturbios de los ''veranos calientes~ de
1964 a 1968 (Fogelson, 1971) para ver que los negros uamen tanto
la atención conjunta de los medios, de los universitarios y de los
responsables políticos. 1
El aumento de la pobreza duradera (sobre todo entre las muje-
res y los niños) y de la criminalidad, la desagregación de la familia
patriarcal, el deterioro sin fin de la vivienda social y de las escue-
las públicas, la erosión súbita del equilibrio fiscal de las ciuda-
des afectadas por vastos guetos y los dilemas de la gentri:ficación,
las desilusiones de las fuerzas progresistas respecto del Estado de
Bienestar y la ofensiva política en todas direcciones de la nueva
derecha, todos estos factores han convergido para reubicar a los
residentes del corazón segregado de las grandes ciudades en el
centro del debate público (Wilson, 1987). Pero, a raíz de la hege-
monía creciente de la ideología neoconservadora en los Estados
Unidos, las discusiones sobre la funesta suerte de los negros del
gueto han sido reformuladas en términos individualistas y mora-
lizantes: los pobres son presentados como un agregado informe
de casos patológicos, cada uno con su lógica y sus causas propias,
como las criaturas de una cultura étnica nociva, o incluso como
los beneficiarios de un Estado de Bienestar dispendioso, que man-

l Por ejemplo, Kornblum (1984), Holdt (1985), Danziger y Weinberg (1986),


Chir:agtJ Thbune (1986), Brewer (1987), Harris y Wilkiru¡ (1988), y Wilson (1\;189). ''
Gephart y Pearson (1988) revisan las invesúgacionessurgidas por laremodeladón 1

del gueto y de su población a cargo del Social Research Coundl, en prepara- I¡¡
c:ión de un nuevo progr.i.ma de investigacíones sobre la undercla.1.1, que marcará ,,
la década de 1990, '"I
11
¡~

1
r
.
..
LOS CONDENADOS DE U. CIUDAD DEL GUETO COMUNITARIO AL HIPERGUETO 119
118

tiene ta miseria que se supone debe combatir, al recompensar la


pereza y el vicio. 2
f' sociográfico, el argumento central de este capítulo es que el vago
y moralnlente pernicioso neologismo de la underclass esconde, en
Desconectadas de los cambios estructurales y de las luchas ' realidad, un fenómeno de orden macroestructural: el gueto pasó
colectivas que las han determinado, las dislocaciones sociales que por una "crisis" no porque las microestnlcturas de la familia y de
asolan el gueto son descriptas como un fenómeno espontáneo, las conductas individuales se hubieran derrumbado de repente,
autoinfligido yautomantenido. Esta visión marginalista de la mar- o porque un "ethos del asistencialismo" (welfare ethos) se hubiera
ginalidad urbana ha encontrado su expresión más acabada en _los apoderado misteriosamente de sus habitantes, sino porque el des-
retratos escabrosos del subproletariado negro que han florecido empleo y la exclusión económica, al alcanzar niveles muy agudos
en las páginas de las revistas populares, las audiencias ~ar.lamenta­ sobre el fondo de una rigida segregación racial, desencadenaron
rias y los programas de televisión consagrados ~l seguimiento del un proceso de ~hiperguetización", en el sentido de exacerbación
surgimiento de una supuesta underclrus, caractenzada por sus~ com- de la lógica excluyente del gueto. 4·
portamientos antisocia~es y que vendría ~~do el co:az~n de En efecto, los sectores precarizados del proletariado negro de
la metrópolis estadounidense. s Las descnpoones y exphcac1ones las ciudades de hoy difieren de sus homólogos de épocas anterio-
del impasse en que se encuentra atrapado este grupo insisten sobre res y de los blancos pobres en que están cada vez más concentra-
Jos atributos individuales de sus presuntos miembros y sobre la. dos en los decadentes enclaves territoriales que son el receptáculo
influencia supuesta de ''una cultura de la pobreza", reactualizada y la concreción paroXística de la marginación racial y socioeconó-
bajo el término de "pobreza moral" o de "cultura de la dependen- mica. Así, en Chicago, la proporción de negros pobres que reside
cia" (Himmelfarb, 1994). en zonas de extrema pobreza (o sea en las circunscripciones del
En oposición a esta visión moralista e individualista, es~ capí- censo en las cuales la población incluye más de un 40% de hoga-
tulo desmenuza los rasgos específicos de la estructura soaal rela,- res que vive por debajo de la línea oficial de pobreza) ha subido
donada dentro de la· cual evolucionan y se esfuerzan los habitan-
tes del gueto, a pesar de la acumulación de los obstáculos, por
(sobre)vivir y, en la medida de lo posible, escap~ a la t~~nble 4 En las postrimerías de las revueltas de Los Ángeles en mayo de 1992, el vice-
miseria y a la degradación personal que son su desuno cotidtano. presidente de los Estados Unidos, Dan Quayle, declaró en un discurso que resultó
célebre (fustigaba a la serie televisiva "M•rrphy Brown ~reprochándole presentar
Para lograr esto, se trazará el perfil sociológic~ de l~s negro.s
bajo una mirada favorable el hecho de ser madre soltera, causa de todos los males
que viven dentro del peri metro despreciado de la i~n~ ciry d~ Ch1- de la época): "La anarquia soda! y criminal a la que hemos asistido está vinculada
' cago o, para ser más precisos, se analizará la condtc1on ~c1al de a una decadencia de la estructura familiar, de la responsabilidad personal y del
los habitantes del corazón del gueto histórico del South S1de y el orden soci:.1.I en demasiados sectores de nuestra sociedad. Para los pobres, la situa-
1 West Side (formado en los años 1920-1940), y la de los residentes ción resulta exacerbada por un ethos del asistencialisroo (welfareethrn) que impide
l a lo5 individuos elevarse en la sociedad y que limita su capacidad para aprove-
1 de los barrios negros inmediatamente limítrofes (que se de~rro­
charlas oportunidades que ofrecen a todos los Estados Unidos. [ ... ] Durante
llaron durante la posguerra y luego fueron reforzados por el influ-
t jo del movimiento por los derechos civiles). Más allá de su aporte
el periodo de progreso (después de las revueltas de los años 1960), hemos desa-
rrollado también una cultura de la pobreza -algunos la !laman también una
uMerdasJ- que es mucho más vintlenta y de la cual es muy duro salir pues hay
allí una generación. [ ... ] La pobreza intergeneraciona! que nos preocupa tanto
2 Se errcontrará un excelente panorama de conjunto de los recursos, pará- hoy es principalmente una pobreza de valores. Nuestras inner dlÚ!s están repletas
metroo y límites del debate que renoci6 alrededor de Ja pobrez_a, la asistencia de niños, de personas que no son capaces de sacar provecho de las posibilidades
social y la división racial en la década de 1980, en Katz ( I 989, capitulo ~) · . educativas, de personas intoxíeadas por los esrupefacientes y por la droga del UJd,.
3 Véanse Wilson (1988), para una disección de los retratos sensac1onahstas /are.» Este galimatías de falsas ideas sobre la nueva pobreza urbana se encuentra,
de esta nueva Categoría tremendista en los medíos masivos, y Wacquant (1996), con algunas pocas variantes. en las notas periodísticas, los trabajos universitarios y
para una critica teórica y empírica. los debates sobre política pública de mediados de la década de 1980.

1
1
i
120
LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD T DEL GUETO COMUNITARIO AL HIPERGUETO 121

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ente pasando del 24% en 1970 al 47% en 1980, Para
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esa fecha, el 38% de todos los negros pobres, que vivtan en as 1ez
ma ores ciudades del país, ocupaba zonas de extrema pobreza,
coJtra el 22% de una década a~tes y menos del 6% de blancos
l la ciudad, muestran que los habitantes del hipergueto contem-
poráneo se deben enfrentar a obstáculos únicos a causa de las
características de la estructura social próxima que integran.6 Sin
embargo, como precaución, conviene trazar el trasfondo histórico
presentando un esbozo de la degradación acelerada del gueto de
pobres (excluidos los hispanos). .
Esta creciente concentración espacial y social de la pobreza 1 Chicago, que revela la acumulación de las dislocaciones sociales
en el South Side y el West Side con los sacudones de la economía
extrema crea un entramado inédito de dificultades y ~stáculos de la ciudad durante las tres décadas que siguieron al final de la
para los centros de la ciudad en ba~carrot~. Como habra de v~rse~ Segunda Guerra Mundial.
la estructura social del gueto pos1ndustr1al ha quedado radical
mente recompuesta por la destrucción masiva de los empleos
obreros y por el éxodo de los hogares asalariados, tanto cor:io Desindustrialización e hiperguetización
por el rápido deterioro de la vivienda, las es.cue~as, el comerc~o,
los equipamientos para el ocio y otras organ12ac1on~s del barrio. Las condiciones sociales en los guetos de las metrópolis del ¡
Este proceso involutivo ha sido fuertemente am~hfica~o .Y exa-
éerbado por las políticas gubernamentales de lazssez /aire. indus-
trial y urbano que han canalizado una parte despro~orc1onada
de los recursos federales, estat.ales y municipales hac1a las clases
noreste y del Midwest de los Estados Unidos no fueron jamás envi-
diables (Clark, 1965; Rainwater, 1970), pero hoy alcanzan enormes
picos de privación y sufrimiento. El estado del corazón segregado
de Chicago resulta emblemático de los cambios sociales que han
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y los barrios más acomodados (Squires et al., 1987) ·El "tapón"
económico y social aportado por la presencia de una clase o~rera
1 sembrado la marginalidad y la desesperación en esos barrios. Como
lo indica el cuadro 1, las dificultades sociales golpean a las comu-
negra estable y por una clase media visible (aunque reducida), nidades afroamericanas del South Side y el West Side de la ciudad
e amortizaban el impacto de los ciclos económicos recesivos Y con una intensidad sin precedentes. En la línea de los disturbios
~~culaban a los residentes del gueto al mundo del tr~bajo d'?'an- 1 raciales que sacudieron a la capital del Midwest (y cuyo punto
te las décadas de fordismo triunfante, ha desaparecido casi por más alto se alcanzó tras el anuncio del asesinato de Martin Luther.
completo. y al igual que el tejido de las instituciones locale~, las King en 1968), estos enclaves raciales han conocido un aumento
redes sociales de parientes, amigos y vecinos se han resquebrajado vertiginoso del número y del porcencaje de familias pobres, una
y vaciado de recursos. Al final, los habitantes del gueto contempo- emigración masiva de los hogares de clase obrera estable y clase
ráneo se encuentran ante una estructura de oportunUiades cerrada,
desprovistos del apoyo de las instituciones que suelen asegurar la 5 Los datos utiliza.dos en este capítulo provienen de una encuesta por cuestio-
estabilidad y la movilidad sociales. nario realizada entre 2.40-0 adultos que habitan en los barrios pobres de Chicago
El objetivo de este capítulo es arrojar algun~~ luz sobre es~ por el National Opinion Research Center entre 1986 y 1987 par.i. el Urban Family

¡
dimensión propiamente sociológica de la evoluc1on de la ~arg1~
nalidad en el corazón histórico del cinturón negro de Ch1cago.
Lije Prl'Jjtd de la Universidad de Chicago (dirigida por Wllliamju!ius W1lson). La
muestra de las encuestas a negros fue obtenida al azar entre los residentes de 377
1
;1
circunscripciones {tracts) del censo en las cuales las tasas de pobreza eran de al.
¡ Los datos de una investigación basada en una extensa muestra
aleatoria estratificada de los residentes de los barrios pobres de
menos el 20% (la media municipal durante el censo de 1980). Estuvo estratificada '·,¡'l
1 por estatus parental e incluyó 1.184 encuestas, de las cuales el 35% residía en cir-
cunscripciones de menor pobreza (es deeir, zonas en las que las tasas de pobreza
se situaban entre el 20% y el 29,9%), el 31 % en zonas de gran pobreui (30-39,9%) !.
5 Un análisis detallado de las tendencias de la economía, de la morfologí~ y el 30% habitaba en zonas de extrema pobreza (el 10% de las drcunscripdones, ¡:
social y de la Pobre'la y de su concentración en esas diez ciudades SG encontrara con tasas de pobreza su~riores al 50%). _'¿

en WacquantyWilson (1989).
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LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD DEL GUETO COMUNITARIO AL HIPERGUETO 123
122
i edia un estancamiento (en realidad, una verdadera regresión)
l :e tos ingresos, y niveles récord de desempleo. Según el censo de
de 1960 y 1970 para minar los fundamentos materiales del gueto,
privándolo de su papel tradicional de reservorio de mano de obra
1990, Ja desocupación sobrepasaba el 27% en North _Lawndale e no calificada. 7
East Garfield Park, y se acercaba a un tercio en Washington Park Entre los cambios estructurales aparecen la reubicación de
Grand Boulevard, con un pico del 45% en Oakland. La tasa de las fábricas (comenzada en la Primera Guerra Mundial pero
~abreza rozaba el 50% en el West Side y excedía habitualmente el que conoció una brusca aceleración luego de 1950) y la fuga de
60% en el South Side; dos tercios de la.s familias que vivían en esas empleos industriales hacia el exterior, hacia los estados del Sunbelt
dos zonas devastadas tenían como jefa de hogar a una mujer sola. o a suburbios próximos o lejanos, mientras que los negros seguían
Más de la mitad de sus poblaciones dependía de la aytida pública, emigrando en masa a las ciudades-.-centro del Rustbelt; la descon-
estando la mayoría de los adultos sin trabajo, y sólo una minúscula centración de las economías metropolitanas y su transición hacia
minoría de ellos (alrededor del 3% en la mayoría de los sectores) los sectores y los empleos terciarios, estimuladas por la separación
había cursado estudios superiores. creciente entre la banca y la industria; el crecimiento,del sector
financiero y el surgimiento de formas postayloristas de organi-
Cuadro 1; Algunas caracteristl~as de los barrios zación de la producción; en fin, la ofensiva generalizada de las
del gueto de Chicago. 1970-1990 grandes empresas contra los sindicatos (que se tradujo, entre otras
Familia bajo Tasa Hog~ Ingreso Residente cosas, en despidos masivos, fuertes recortes salariales y expansión
monoparental clunlverslt
la linea de
" 'º' de sistemas de remuneración y evaluación en dos etapas), que ha

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Sector pobreza(%) desemplao mujer(%) familia" compl.(%) 1
intensificado la competencia por los empleos y provocado una
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" " 10 10 10 explosión de trabajo subremunerado y de tiempo parcial. Se sigue

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de esto que incluso formas relativamente moderadas (en conso-
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N...,W,.i:Siile SS 52
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nancia con la historia de la ciudad) de discriminación etnorracial
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tuvieron un impacto más fuerte sobre aquellos que se hallaban
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!0,9 17.l''" '2 atrapados en lo baj9 de las estructuras urbanas de clase. Dado el
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""',. " S7
" ' " " contexto de una superabundancia de mano de obra en las décadas
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pasadas, el debilitamiento de los sindicatos y el abandono de las
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polfticas de reducción de desigualdades raciales han endurecido la
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" "" "' " " segmentación del mercado de trabajo no calificado según criterios
Washingtoo Por\:
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9 étnicos (véanse, por ejemplo, Wintermute, 1983; Fainstein, 1987;
N.. rSoolli Sid<:
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En miles de dólares anU•les.
7
" " " 75
'" Williams, 1987), que marcan a un número creciente de negros
""Alimentado a <:ausa de la geiitrifoc~d6n de algunos sect0r..s. con el sello de la obsolescencia económica.
Fu;mii: Qikago Fact B=k Consortium, Local Commu~i!y F<!ct Book Chicagi> MetroJ»"Wll Ale<! (Chlcago
R.evlew Pres•• !994). e idem, L<X<ll Communily l'<la Book:Chictlg<> Metmpolit<mAtea ¡ 990 (ib•d., 1995).
7 No tenemos lugar para hacer más que una rápida mención de las princi-
1 pales transformaciones de la economía e$tadounidense que pesan sobre la com-
' El vector más fuerte de la pauperización económica y la margi-
nación social de enormes segmentos de la población instalada en
posición y la trayectoria del guew. Se pueden consultar análisis en profundidad
de la desorganización sistemática de las economías y de los Estados capitalistas
avanzados, y del impacto, real o potencial, de las tendencias «posindwit.ri,ales"
el corazón segregado de Chicago es un conjunto de transforma- y de la ~especialización flexible" en las ciudades y sus mercados de trabajo. en
ciones espaciales e industriales mutuamente reforzadas en la eco- Lash y Urry (1987), Offe (1985), Block (1987), Hicks (1985), Bluestone y Hanison
nomía política y urbana del país, que convergieron en las décadas (1988), y Piare y Sabel (1984).
1
124 LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD DEL GUETO COMUNITARIO AL H!PERGUETO
125
En 1954, Chicago aún se hallaba cercano al apogeo de su negro no puede encontrar trabajo en el sector mercantil· en con~
poder industrial. Más de 10.000 establecimientos fabriles opera- se~u~ncia, debe recun:i~ a la ari:-da social y participar de Ía econo--
ban en el perimetro de la ciudad, y empleaban a no menos de m1a informal o de actividades Ilegales para poder sobrevivir. En
616.000 asalariados, de los cuales casi medio millón eran obreros 1980, dos personas sobre tres no tenían empleo en los barrios de
de producción. En 1982, el número de fábricas había caído a la East Garfield Park y de Washington Park en el corazón del gueto·
mitad y no ofrecía más que 270.000 empleos, de los cuales menos en Grand Boulevard y Oakland tres adultos de cada cuatro care:
de 162.000 eran para operarios (una pérdida del 63% en claro cían de empleo.1º
contraste con el crecimiento global del empleo industrial en el . A rr.iedida que la economía de la metrópolis se quedaba sin
país, que sumó casi un millón de empleos productivos en el cuarto tndustnas y se desplegaba fuera de Chicago, vaciando al cinturón
de siglo iniciado en 1958). Cinco años más tarde, la ciudad sólo negro de lo más importante de sus empleos manufactureros y de
contaba con 4.377 fábricas para 135.000 obreros de producción. 8 sus .r,esidentes asalari~?s, la brecha entre el gueto y la ciudad se
Este resquebrajamiento de la base industrial estuvo acompañado abr10 de manera verug1nosa, sin hablar de la que lo separaba de
de cortes sustanciales en el empleo del comercio, pues se supri~ las zonas y suburbios blancos.
mieron 120,000 puestos en negocios minoristas y mayoristas entre
1963 y 1982. La expansión moderada de los servicios (que crearon
57.000 puestos suplementarios durante ese período, fuera de los Cuadro 2: Aumento de las cífras de excluidos del mercado laboral en los barrios
sectores de la salud, las finanzas y los servicios sociales) ha estado del gueto de Chicago -Adultos sln empleo 1950-1980 (en porcentajes)
lejos de compensar esta desaparición de la generación de empleos 1950 J970 1980
poco calificados en Chicago, Ciudad de Chicago 43,4 41,5 44,8
.; ¡ Dado que, históricamente, los negros de las ciudades siempre \%st Slde
fueron muy tributarios del empleo manufacturero y obrero para Near 'Ylk~t Side
su subsistencia económica, esos cambios estructurales se traduje- East Garfleld Park ,.,
49' 51,2
51,9
64,8
67,2
ron para los habitantes del gueto en un aumento brutal y exponencial Non:h Lawndale 43,7 56,0 62,2
Sout~
de su exclusión del mercado laboral 9 Luego del final de la Segunda Side

Guerra Mundial, los residentes de Bronzeville -de esta manera Oakland 49,I 64,3 76,0
Grand Boulevard 47,S
llamaban entonces sus habitantes al gueto negro- mostraban la 58,2 74,4
Washington Park 45,3 52,0
misma tasa de empleo que el promedio en Chicago, con alrededor 67,l
de seis adultos sobre diez con trabajo (véase cuadro 2). Mientras Nota: La exc1u.;6n del mercado laboral está medida por el porceotaje de adultos sin empleo.de 16 0 mas
~ños para 1970 y de 14 y mas .~os para 1950.
que esas tasas no cambiaron a escala de la ciudad durante las tres
f~o: Datos <akuladcs •partir de Philip M. Hl.!Jser y E""ly~ M. Kftagawa.WwJ Communiey- Faa Book fr>r
décadas siguientes, hoy la mayoría de los habitantes del cinturón Chit:cgo. 1950 (U..ivllnity el Oilo:ago. Cficago CooTJ1uoity five~t:ory, l 953);Clicago fac:t Book Ccnsortlum
l.«CI/ Community ftJa &ok CMi:oga Meuopoliwn ke.l, J980 (Academy Cfik:i.go Publioílers, 19~). •

8
Estas cifras se obtuvieron en informes periódio:;is del US Bureau of the
Census., Country and City Data Book (Washington, Government Printing Office,
1955, 1983y1988).
9 En 1950, más del 60% de los hombres negi-os y del 43% de las mujeres 10
Las tasas de desocupación han aumentado a un ritmo mucho más rápido
negras de Chicago que tenian un empleo ocupaban puestos obreros (caüficados dentro del gueto _que entre los negros en su conjunto. ParJ. datos comparativos
o no), o:;imparados con el 48% y 28%, respectivamente, de-los hombi-es y mujeres sobre la decadenoaen el largo plazo de la participación de !os afroamericanos en
blancos (véase "Black Metrópolis, 1961, Appendll,;", en Drake y Cayton, 1993: el mercado de trabajo, sobre todo entre los hombres, véanse Farleyy Allen (1987)
807-825). yBradburyyBrown (1986).
12'
LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD

En 1980, el ingreso promedio por familia había caído en el


South Side y en el West Side, respectivamente, a un tercio y a la
f
.
.
.
.
DEL GUETO COMUNITARIO AL HIPERGUETO

inmensos tran1os en ruinas, cubiertos de malezas, de ladrillos


y botellas rotas.
127

mitad de la media del municipio, mientras que había alcanzado


dos tercios en un caso, y una casi paridad en el otro, treinta años . Dun~ c_uenta que la. desaparición de los negocips y la pérdi-
antes. En el intervalo, ciertos barrios blancos y burgueses de la ciu- da de al0Ja~1~ntos han estimulado el flujo de las drogas y de las
dad y de los suburbios acomodados mostraban más del doble de la empresas cnmtnales que, en compensación, han minado el fuerte
cifra municipal. Así, en 1980, la mitad de las familias de Oakland sen~miento de solidaridad que reinaba en otros tiempos en el
debían arreglárselas para vivir con menos de 5.500 dólares anuales b~1?: Dado que no q~eda ya ninguna actividad ni ninguna orga-
mientras la mitad de las familias de Highland Park (en la periferia nuaoon capaz de reunirlos y representarlos como colectivo, tras el
norte de la ciudad) gozaba de ingresos superiores a los 43.000 éxodo de la mitad de la población en quince años, los habitantes
dólares por año. que quedan, de los cuales algunos se refieren a North Kenwood
Un estudio etnográfico sobre los cambios sociales que afectaron como el "Salva~e Oeste", parecen estar embarcados en una perpe-
a K.enwood, uno de los sectores más desheredados del South Side, tua bellum amnium contra omnes por la simple supervivencia cotidia-
daba menta con precisión del acelerado descalabro fisico y social del na. Un informante lo expresa de modo sucinto:
gueto, y vale la pena citarlo en extenso (Duncan, 1987: 18 y ss.):
Se ha vuelto mucho peor. Han demolido todos los edificios,
En los años sesenta, la calle 47 seguía siendo el centro de la destroz_ado el barrio. Todos los muchachos debieron irse.
vida social de la comunidad negra del South Side. Los ojos Te separan de tus 1111Jllah.s (amigos cercanos). Ya no es más un
de Sue se iluminan cuando cuenta que, para esa época, la barrio, par decirlo así (citado por Duncan, 1987: 21; el desta-
calle estaba repleta de negocios, de cines y locales nocturnos cado es mío).
donde podían escucharse grupos de jazz hasta muy tarde por
la noche. Sue recuerda la calle como algo "pleno de espíritu" El futuro del sector se muestra muy comprometido, dada la
{sou!ful). Hoy se la describiría en cambio como desprovista de amenaza permanente de la gentrificación. En efecto, una buena
alma (saulless). Un puñado de negocios y de currency exchanges parte de Kenwood está compuesta de parcelas de primera selección
y algunos bares y despachos de alcohol sobreviven a lo largo abandonadas al borde del lago Michigan que rendirían beneficios
de la arteria. Pero, cuando uno se pasea por ella, lo que sacu- importantes en caso de poder convertirse en áreas de construcción
de es la muerte antes que la vida de la calle. La destrucción de inmuebles de copropiedad y en complejos de departamentos de
literal de la vida humana es algo frecuente en la calle 47. Por lujo destinad~ a la cli~ntela adinerada del barrio limítrofe de Hyde
lo que queda de los edificios, por los numerosos comercios Park.. Un antiguo habitante explica:
abandonados o protegidos con chapas. Ciertas construcciones
presentan cortinas metálicas y están cerradas al público, pero Quieren amontonar a todos los negros en los HLM (sobre
no se hallan vacías; son usadas, de modo un tanto discreto, la State Street, un gigantesco complejo de viviendas sociales
por los habitantes que se dedican a actividades ilegales. Otros degradadas en pleno corazón del gueto, muy cerca de allí) .11
largos tramos de la calle se han transformado en terrenos bal· Quieren construir todo para los ricos aquí y nada para noso~
dios. Todos los edificios construidos allí hace tiempo que no tros, los pobres. Tratan de que todos nos vayamos. Dentro
existen. Ya nadie construye en la calle 47. ( ... ] A lo largo de
los años, los inmuebles de apartamentos fueron condenados
unos tras otros y demolidos por la ciudad. Hoy numerosas 11
Para una descripción detallada de la historía, la economía informal y Ja
zonas de casas muestran la apariencia de Berlín bombardeada vida cotidiana en el gran conglomerado de Robert Taylor Homes eo. los anos
luego de la Segunda Guerra. Kenwood está desfigurado por noventa, véase Venkatesh (2000). .)'

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128 LOS CONDENADOS DE lA CIUDAD DEL GUETO COMUNlTAJUO AL HJPERGUETO i
129

de cuatro o cinco años todos nos habremos ido (citado por este esquema, la hiperguetización del período posindustrial se
Duncan, 1987: 28). puede entender, en parte, como una regresión al gueto ftsico, que se
traduce en una intensificación de la exclusión pues asocia desde
Los sacudones de la organización de la economía capitalista ahora la fractura racial y la segmentación de clase sobre un fondo
avanzada de los Estados Unidos han desencadenado irresistibles de desproletarización que ya no es compensado por abanico deun
presiones centrifugas que se combinaron con el movimiento de los
derechos civiles para resquebrajar la estructura social tradicional 1 instituciones comunitarias fuertes. Si el gueto "organizado" (o ins·
titucional) de mediados del siglo xx, descripto con entusiasmo
del gueto y desencadenar un proceso de hiperr;ueti.zación. Al intro- y preci~ión por St. Clair Drake y Horace Cayton ([1945] 1993),
ducir este nuevo término, lo que se quiere indicar es que al perder 1mpon1a un costo colosal a los negros como colectividad, el gueto
su función económica de "reservorio" de mano de obra industrial "desorganizado" o el hipergueto de finales de siglo implica un
también se ha quedado sin su capacidad organizacional para con- precio aún más elevado. 13 Desde entonces, no sólo están some-
tener y proteger a sus habitantes: las iglesias y la prensa, que for- tidos sus residentes, como en otros tiempos, a las decisiones de
maban la armadura simbólica de la Bronzeville de mediados del las fuerzas externas que dominan el campo del poder (la elite
siglo xx, siglo en el cual, según Drake yCayton (1945), se derrum- económica y política blanca, los bancos y agentes inmobiliarios,
baron como agentes de unificación y acción colectivas. La vida los responsables de la burocracia estatal de control social), sino
cotidiana ya no se encuentra estnlcturada dentro de un espacio ( que su posibilidad de control sobre los senricios públicos e insti-
social paralelo y relativamente autónomo que imite, aun a un nivel t ruciones privadas es ampliamente inferior a la de la sociedad glo-
inferior, la estructura institucional de la sociedad global y provea a ¡ bal, pese a que dependen estrechamente de ellas en el dia a día.
sus habitantes de los recursos necesarios para desplegar sus estra-
tegias de reproducción o de movilidad social (aunque sea dentro
de una estructura trunca de clases negras). Y los males sociales
1 Los habitantes del hipergueto contemporáneo componen casi en
exclusividad los sectores más vulnerables y más marginados de la
comunidad negra. Habiendo perdido sus cimientos económicos y
tradicionalmente asociados a la pobreza segregada de los Estados lo esencial de la armazón de organizaciones y de actividades colee-
Unidos -la criminalidad violenta, el tráfico y consumo de drogas,
las áreas de vivienda convertidas en ~barrios bajos", la dislocación !
crecimiento de la población negra se han combinado para crear el gueto físico en
de las familias, el fracaso escolar y el deterioro del tejido asociativo el Sou~ S'.de ..Luego, la respUe:¡ta de los dirigentes de la comunidad negra creó el
y comercial- han alcanzado proporciones cualitativamente dife- gueto 1nstttuc1onal. Entre 1900 y 1915, los líderes negro& de Chkago generaron
rentes y se han articulado en una nueva configuración que dota a ~.complejo de organizaciones comunitarias, de asociaciones y de empresas que
cada uno de ellos de un impacto más devastador que antes. hu::1eron del South Side no sólo una simple zona de concentración negra sino una
ciudad dentro de la ciudad" (Spear, 1968: 91). ;¡
El historiador Alan Spear (1968) ha incorporado una útil 13
Subrayemos que el contraste analítico entre el gueto "comunitario" o tradi- i1
distinción entre lo que llama el "gueto físico", simpJe estructura cional Y el "hipergueto" contemporáneo no implica juicio alguno de valor moral
material de exclusión nacida de la hostilidad de los blancos y que ni una celebración nootálgica del gueto de antaií.o. Si ·este último estaba estructu-
'
·!I
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mantiene a los negros separados en un espacio cerrado y reser· ralmente integrado, no era a causa de una libre elec.:;ión sino bajo el yugo de una i11
subordinación total de los negros y bajo la amenaza permanente de violencias I'
vado, y el "gueto institucional'', o sea la red de formas organiza·
tivas y culturales elaboradas por los afroamericanos urbanos en
r.aciales, directas y abiertas. El "gueto organiiado" surgió amw una 'lU!cesidad, bajo !'I
el ef~~to de la presión, como CU:ª respuesta creativa pero limitada ala implacable·
reacción al violento ostracismo causado por los blancos. 12 Según hosbhdad de los blancos. A la inversa de los ''barrios étnicos" transitorios en los
cuales ".1vían los inmigrantes de origen europeo, el separatismo de los negÍ-os
~un ca fue una elección voluntaria sino una protección contra las inflexibles pre. ·
l2 "El surgimiento de una nueva elite de clase media está estrechamente liga.. s1ones del exterior, como lo muestra bien Spear (1968) en su historia de Ja génesis
do al desarrollo del gueto negro de Chicago. La hostilidad de los blancos y el del gueto primitivo de Chicago.

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130 LOS CONDENADOS DE lA CIUDAD
DEL GUETO COMUNITARIO AL HIPERCUETQ 131
tivas que permitieron a las generaciones precedentes de citadinos
de barrio, revela un contraste sistemático y pronunciado entre el
negros sostener a sus familias y (re)producirse como colectividad
hipergueto y los barrios negros adyacentes (donde se refugió la
frente a las dificultades económicas y a una subordinación racial burguesía afroamericana) .15
inflexible, la Bronzeville de finales del siglo es producto de una
Señalemos que esta distinción entre barrios del corazón y del
radical exclusión racial y de clase. La segunda parte de este capítulo
contorno del gueto, o de pobreza extrema y pobreza moderada,
está dedicada a trazar una sociografía de esta exclusión.
no es una simple distinción analítica o estadística, sino que apre-
hende claramente las diferencias percibidas por los propios agen-
El precio de la vida en el hipergueto tes so~ales. En principio, la categoría nativa de "gueto" designa,
en Ch1cago, al South Side y el West Side, y no solamente a toda
Para comprender mejor el medio cercano en el cual evolucio- zona de población negra dentro de la aglomeración. Los usos
nan los habitantes del hipergueto contemporáneo, procederemos habituales del término en la vida y la cultura cotidianas de 13: ciu-
a comparar la estructura social de los barrios del corazón histórico dad implican claramente un referente sociohistórico y espacial
de la Bronzeville de Chicago, solidificada durante el período 1910- que sobrepasa la dimensión estrictamente racial. En consecuen-
1930, con la de las zonas de población negra que se ampliaron a lo cia, los habitantes de la Bronzeville histórica tienen una opinión
largo de su contorno luego de las sublevaciones de los años sesen- sobre su barrio muy diferente -y claramente más negativa- de
ta. Se percibe que esta distinción se acerca a la que existe entre la de los residentes de las zonas negras que la rodean. Apenas el
los harrias negros de extrema po&rez.a, o sea, los sectores de la ciudad 16% de sus habitantes considera que su sector del corazón del
en donde más del 40% de los habitantes vive debajo de la línea gueto es un lugar "bueno" o "muy bueno" para vivir, comparado
de pobreza, y los barrios negros de pobreza moderada, que compren- con el 41 % entre los habitantes de zonas de menor pobreza; en el
den entre el 20% y el 30% de personas pobres, representativos corazón del gueto, casi un encuestado de Cada cuatro juzga que
del barrio negro medio de Chicago, pues la tasa de pobreza de la su barrio es "malo" o "muy malo", contra uno de cada diez entre
comunidad afroamericana de la ciudad se eleva a un tercio. 14 De sus homólogos del contorno del gueto. En resumen, la oposición
hecho, casi la totalidad (97%) de los encuestados de esta segunda entre las zonas de pobreza extrema de la Bronzevi.Ue histórica y las
categoría reside fuera del perímetro histórico del cinturón negro demás, donde la pobreza sigue siendo moderada, es socialmente
mientras que más del 82% de los encuestados de zonas de extrema significativa para sus habitantes.
pobreza habita en el West Side y el South Side de la ciudad, y otro
13% vive en los sectores inmediatamente adyacentes. Así, cuan-
do nos detenemos en las zonas de extrema pobreza y aquellas de La estructura de clases en el rorm.;ón y el oont<Trno del gueto
menor pobreza, se puede comparar bien el corazón histórico del
gueto, nacido en la era industrial, con su entorno posindustrial. La primera diferencia importante entre el corazón histórico
Aunque esta comparación se basa en un espectro trunco de tipos del gueto y sus márgenes se debe a su esuuctura de clase (véase
figura 1). Una amplía mayoría de los habitantes de las zonas peri-
féricas del cinturón negro está integrada a la economía salarial 1
H No existen barrios blancos de extrema p-0breia en Chkago ni en ninguna
de las grandes ciudades estadounidenses. La miseria urbana intensa es un fen6· 1
'J
meno que afecta en ex<:lusiva a los afroamericanos (y, en segunda instancia, a los 15
Dado que el procedimiento de muescra excluye las zonas de censo que
puertorriqueños que representan un fenotipo cercano), prneba de que las formas
muestran tasas de pobreza inferiores al 20%, la encuesta deja de lado a los barrios
particulares alcanzadas por la marginalidad urbana en los Estados Unidos son
negros burgueses que reforzarían aún más el contraste entre el corazón histórico
indisociable;; de la división etnorracial específica de esa sociedad.
del gueto y la nueva clase media negra.
LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD DEL GUETO COMUNITARIO AL HIPE.RGUE.1-0 133
'! 132
l 1
. dos tercios cuentan con un empleo, de los cuales el 11 % tercio tiene un puesto obrero y apenas el 6% goza de un estatu-
!' regu lar. . m fi . d to de clase media. Así, para aquellos que residen entre los vesti-
corresponde a profesiones de clase media. y el 5510 a o ~io ~ e
tipo obrero, mientras existe apenas un tercio que no trabaja.
1 gios de Bronzeville, la desproletarización es de lejos la situación más
común y el hecho de tener un trabajo en la economía salarial es
la excepción. El examen de las diferencias entre sexos no afec-
Figura 1: Estructura de clases negras en el corazón y en el contorno ta este contraste pero pone en evidencia la mayor vulnerabilidad
del gueto de Chlcago
económica de las mujeres, que duplican el número de hombres
sin empleo. Los hombres de las dos clases de barrios presentan
Clase media una distribución de clase más favorable a causa de su mejor tasa
global de empleo (78% en el con tomo del gueto y 66% en el cora-
zón). Aunque a menudo las mujeres están menos empleadas (42%
y 69%, respectivamente, no trabajan), su acceso en conjunto es
Coraz6n del gueto comparable-es decir, severamente limitado-al estatuto de clase
Contorno del gueto
media. En los dos tipos de barrio, sólo alrededor del 10% de ellas
O Prnpordón de periooas que no hlm t...-mir1ado sus estudios secundarios posee empleos asalariados que requieren un diploma terciario.
Estos datos nada tienen de sorprendente. Nos recuerdan con
FuENTf: Urbon FamiJy /.JTe Prcje<:!, Universio:y of C~icaga, i 988. brutalidad que el desempleo y la miseria son dos caras de Ja misma
realidad en la ciudad estadounidense. Cuanto más pobre es el
barrio, más expandido está el desempleo y más baja es la distri-
Estas proporciones son exactamente las inversas en el corazón bución de clase de sus residentes. Pero estos resultados ievelan,
del gueto, donde más del 61 % de los adultos está sin empleo, un también, que el grado de exclusión observada en el gueto durante
el periodo de recesión de fines de los años setenta se ha acentuado
16 Las categorías de clase se han definido rápidamente sobre la ba~ de la una década después, a pesar de un período de expansión econó-
profesíón actual del/la encuestado/a de la siguiente manera: la clase me~Jll ~om­ mica de los más intensos de la historia reciente del país.
prende Jos directivoo, los administrativos, loo profesionales liberales y los i:cn1cos; Como era de esperarse, existe una estrecha asociación entre la
Ja clase obrera incluye a la vez a los operarim; (artesanos y obreros cahficados, posición de clase y los títulos educativos: casi todos los miembros
obreros especializados y manufactureros) y a los admi~i~trativos no diplo~dos de la clase media (9.3%) han terminado sus estudios secundarios;
(empleados del comercio, la administración y los sernc1os); en la categona de
desocupados caen todos aquellos que no tuvieran empleo al :nomento de la entre.
cerca de los dos tercios de los negros de clase obrera también i'
vista (cualquiera fuera su profesi6n habitual, si es que ten1~ alguna). Ni.:estra obtuvieron su diploma al término del colegio; pero menos de la
1:
línea de divisi6n entre Ja clase media y la clase obrera, que dtvide las profeSJ.ones mitad (44%) de los desocupados terminó sus estudios secunda- 1
de "cuello blanco" está de acuerdo con las recienws teorias e investigaciones acel"' rios. Tomando como punto de partida el nivel educativo, se mues-
ca de las clases so~iales (por ejemplo, Abercrombie y Urry, 1983; Wrig~t, 1985) Y traque el 15% de nuestros encuestados instruidos (es decir que
'
1
con las percepciones contemporáneas de las clases dentro de la comunidad negra
(Vanneman y Can non Weber, 1987, capítulo 10). La categorla de ~sin empleo" es
al menos hayan terminado el colegio) ha alcanzado la línea de la
muy heterogénea, la identidad de los individuos sin posici6n socioprofesic:nal es clase media asalariada. Por comparación, las personas cuyo nivel
ambigua y está mal definida en la realidad misma. Incluye a .personas en ~usque­ de estudios es inferior al terminal se distribuyen de la siguien-
da activa de un empleo (la mitad de los hombres y una mUJ<:r de cada <hez), las te manera: 2% en la clase media, .38% en la clase obrera, y úna
personas en el hogar (13% de los homb~s y 61 'f'.' de las muj.eres), Yun grupo de enorme mayoría del 60,5% en la indefinida categoría de los sin
encuestados que siguen un curso educauvo de nempo parcial o co~pleto (16%
de los hombres, 14% de las mujeres). Una minoría de encuestados SJ.Il e'.11pleo se
empleo. En otros términos, para los negros de Chicago un diplo-
declaró físicamente no apta para el trabajo (6% de hombres, 3% de mujeres). ma de estudios secnndarios es un título indispensable para entrar

11
i
!
--------
134
LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD
T1
.. ·
.

DEL GUETO COMUNITARIO AL HlPERGUETO 135

en el mundo del trabajo, sin hablar del empleo estable general- Clase, sexo y trayectoria de asistencia en el corazón
mente reservado a la clase media. No terminar los estudios sec~n~ y las orillas de B-rom.eville
¡. darlos es sinónimo de obsolescencia económica y abre el camino
i
''! a la desproletarización. ~ . , Aunque es mayor la cantidad de los que se han criado en un
En conjunto, los residentes del corazon del c1~turon negro hogar que recibió ayuda social durante su infancia, los habitantes
han cursado menos años de estudio que los habitantes de los d~ Bronzeville tienen muchas más posibilidades de haber depen-
barrios situados en su contorno, lo que es efecto, en parte, de su dido o de depender actualmente de la asistencia a los desposeí-
composición de clase rnás obrera, pero también del nivel escolar dos. Las diferencias de clase, género y barrio se acumulan en cada
mucho más modesto de los desempleados; menos de cuatro per- esquina de la "trayectoria de asistencia" para producir niveles cla-
sonas sin empleo de caada diez en el South Side y el West Side ha~ ramente más altos de recursos entre la población del corazón del
terminado sus estudios secundarios, comparados con cerca de seis gueto (cuadro 3) .
sobre diez en los márgenes del gueto. Se señalará al pasar que la En las zonas periféricas de menor pobreza, apenas un residen-
educación es uno de los escasos terrenos en donde las mujeres no te de cada cuatro recibía ayuda pública al momento de la encues-
quedan peor paradas que los hombres; tienen las .mismas posibili- ta, :U~entras -que cerca de la mitad de los habitantes jamás había
dades de obtener un diploma escolar en Bronzeville (50%) y esas_ recibido personalmente asistencia alguna. Por contraste, en el
posibilidades son mayores en la zona de pobreza moderada (69% corazón del gueto, más de la mitad de sus habitantes son benefi~
contra 62o/o). ciarios actuales de la ayuda social y cuatro de cada cinco recibie-
Por otra parte, los habitantes del corazón del cinturón negro ron subsidios en el pasado. Estas diferencias se corresponden con
tienen orígenes de clase globalmente inferiores, sj se toma en lo que se sabe gracias a los censos y otros estudios empíricos: desde
cuenta el patrimonio económico de su familia de origen y el nivel 1980, cerca de la mitad de los hogares de la mayoría de los barrios
de estudios de sus padres (sólo un 36% de los residentes del cora- del Sou.th Side y del West Side recibía ayuda social, mientras que
zón del gueto tiene un padre que tenga al menos el nivel terminal, los barrios negros obreros y burgueses situados más lejos al sur de
comparado con el 43% de los que viven a su alrededor). Menos la ciudad, como South Shore, Chatham o Roseland, mostraban
de cuatro residentes de Bronzeville de cada diez provienen de una ~as de apelat..ión a la protección social que iban del 20 al 25 por
familia qu~ era propietaria de su vivienda y seis de cada ~iez tienen ciento.
padres que no poseían nada (ni domicilio ni empres~ n1 terreo~); . Ninguno de los encuestados de clase media que vivían en las
En las zonas periféricas del gueto, el 55% de los habitantes crec10 crrcunscripciones de la periferia del gueto estaba inscripto en la
dentro de familias propietarias de su casa y sólo el 40% carecía de ayuda social al momento de la entrevista, y sólo uno sobre cinco
patrimonio alguno e:ri la generación precedente. había recibido ese subsidio en el pasado. Entre los habitantes per-
Tanto en el centro como en el contorno del gueto son menos tenecientes a la clase obrera, sólo el 7% depende actualmente de
las mujeres que provienen de una familia que poseía vivienda o la ayuda social y más de la mitad jamás recibió welfart. La misma
cualquier otro bien (46% y 37%, respectivamente). Esta ~iferencia relación entre la posición de clase y el recurso a la ayuda social se
en el origen de clase se registra también en ~ tasas desigu~es de encuentra entre los residentes del corazón del gueto histórico,
participación en los programas de ayuda social dW:a~te la infan- pero con niveles de participación claramente más elevados para
cia: la proporción de encuestados cuyos padres rec1b1eron ayuda todas las clases: el 12% de los habitantes que pertenecen a la clase
social durante su infancia es del 30% en los barrios de alrededor /'
_;-
obrera se encuentra actualmente en los registros de ayuda social y
del gueto contra el 41 % en su centro. Las mujeres de las zonas .~e el 39% recibió subsidios en el pasado; no llega al 9% el porcentaje
la Bronzeville histórica son las que más provienen de una famiha de negros de clase media que recibe allí una ayuda pública y ape-
que ha recurrido a la ayuda social. nas un tercio alguna vez recibió subsidios, contra los tres cuartos
:1
11

j
""
LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD DEL GUETO COMUNITAlUO AL HIPERCUETO 137
136

ue lo han hecho dentro de las zonas periféricas del gueto. Pero la Las diferencias entre barrios en la incidencia del recurso a la
~"~
u.uerenc1·a-'•
,......., fuerte se da entre los desempleados del corazón
. Y
ayuda se mantenían entre los dos sexos, presentando las mujeres
el contorno de Bronzeville: más del 86% de las personas que viven tasas claramente más elevadas que los hombres en las dos zonas
l peñmetro del gueto histórico depende actualmente de la y para todas las clases. 17 Es más numeroso el grupo de mujeres
en eda social y apenas el 7% no recurrió jamás a ella, comparados i negras de clase media que reside en el corazón del gueto y que


ayu el 62% y 20%, respectivamente, entre quienes
con · ·
viven en los declara haber recibido una ayuda mayor en el pasado, si se lo com-
para con sus homólogos masculinos (nn tercio contra un décimo).
alrededores. Entre los obreros encuestados, los niveles actuales del recurso a
'
la asistencia son similares para ambos sexos (5% y 8,5%, respec-
Cuadro 3: lnciden<:la de la apelación a !a ayuda social y a la asistencia alimentaria tivamente), mientras que la frecuencia del recurso en el pasado
entre \os residentes del corazón y el c::.ontorno del gueto confirma una vez más la mayor vulnerabilidad económica de las
en Chicago (en pcreenmjes) mujeres (una de cada dos ha recibido una ayuda anteriormente,
contra un hombre sobre cinco). Esta diferencia de género resulta

•l. ''
C-oo
Todos los
enc:uest:ulos
Corazim
Hombr~

Collt<lfllO Coraz,ún
Mujeres
Contorna Cor.m\n
un poco atenuada en la Bronzeville histórica por el predominio
generalizado de la dependencia de la ayuda social, dado que dos
tercios de los hombres se encuentran desocupados y nueve des-
, i l\ecibíó ayuda
duranw la infancia 41.4 30,S 36,4 26,l 43,8 33,5 empleados de cada diez recibían algún subsidio al momento de
la encuesta.
;'\ Recibe ayuda La elevada insistencia y la fuerte persistencia del desempleo y
1- '· 31,8 13,4 68,'J 32,4
57,6 2~.2
actualmente la apelación a la ayuda social dentro del hipergueto, que refleja la
jaiOOs recibió ayuda desaparición de opciones viables en el mercado de trabajo, hacen
44,5 '68,6 ll,9 31,3
social 22,0 45,9 pagar un alto precio a los beneficiarios del weifa:re, al amputar de
Se espera que siga manera significativa su esperanza subjetiva de encontrar un camino
recibiendo ayudo*: hacia la autosuficiencia económica. Mientras una leve mayoría de
56,6 75,0 25,0 46,I
menos de un año 29,5 52,9 los subsidiados sociales que viven en los barrios de menor pobreza,
13,0 5,0 22,0 !O,B en los márgenes de Bronzeville, espera poder atender sus necesida-
más de cinco a/íos 21,I 9,4

Recibe cupones de des de aquí a un año, y sólo una pequeña minoría prevé tener que
39,l 22,2 70,0 '40,4 recurrir a la ayuda social por más de cinco años, en los barrios des-
alimentos 60.2 33,5

Recibe al menos
heredados del gueto, por contraste, menos de un beneficiario de la
una entre clneo asistencia pública de cada tres cuenta con no tener que apelar a ella
formas de a:;istenda en el año siguiente y uno de cada cinco estima que tendrá nece-
allmenurla** 71,1 S!,I 45,0 37,B

~ Pregoota plameada Unitamente a beneficiarios actuales de la ayuda públita.


85,2 59,6
' sidad de ayuda durante más de cinco años. Esta diferencia en el

*"'Las ·neo formas ruferidu son: esuibleclmiento de caridad alimentarla (panrry) u olla• populires:
c1 r · · d uda social·
programas públicos de diocrlbución de superproducd6n agrkola: cupones a 1 m~""os e ey ral (WIC}'. 17 Este desfase traduce el desvío "maternalista" del sector asistencial del Esta-
programa especial de .suplemento alimentarlo para la< mujeres. nifios de pecho Y nmo• en gene • do norteamericano (Gordon, 1940): los principales programas de ayuda. a los
refaccion<• gratuitas o a pr&Gios reducidos ofrecidas por las es<:<Jelas. pobres están destinados a las madres con niños pequeños (es el caso de Aid W
R.lsN"T<: UriJlm fcmlly !jfe Project, Universlty of Chicago, 1988.
Families withDependrnt Childnm, el subsidio más habitual hasta su abolición, luego
de la "reforma" de la ayuda socia! avalada. por Clinton en 1996}, con el objetivo de
reproducir la estructura establecida de las relaciones familiares y de género.

, ,,,
,, .Y- ,
138 LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD DEL GUETO COMUNITARIO AL HIPERGUETO 139

perfil de los logros aumenta entre los desocupad.os de ambos sexos: sos semejantes, con un 52% que declara más de 20.000 dólares
por ejemplo, las mujeres sin emp.leo d~l corazón del gueto son do.s anuales. Por contraste, quienes residen en el corazón del gueto
veces más numerosas que las mujeres sin empleo de las zonas pen- no disponen más que de una parte de ese monto: la mitad de
féricas que piensan que seguirán dependiendo de la ayuda por más los encuestados de Bronzeville vive en hogares que disponen de
de cinco años, y dos veces menos numerosas en anticipar su salida menos de 7.500 dólares anuales, contra un cuarto de los residentes
del sistema de asistencia en el curso de ese año. de los barrios del contorno del cinturón negro que se encuentran
Así, si la probabilidad de estar inscripto en la ayuda social en la misma situación. Las mujeres sitúan a sus hogares en franjas
aumenta claramente cuando se atraviesa la frontera entre emplea- de ingresos claramente diferentes en ambas zonas, pues menos de
dos y desocupados, se ve que, a cada nivel de la estructura de cla- lllla de cada tres en los márgenes, y una de cada diez en el corazón
ses, la apelación a la asistencia es claramente más frecuente en los del gueto gozan de más de 25.000 dólares anuales. Incluso quie·
barrios del corazón del gueto histórico que en su con tomo, Yesta nes trabajan declaran ingresos sensiblemente inferiores dentro de
diferencia resulta particularmente marcada entre los encuestados Bronzeville: la proporción de hogares de clase obrera y media que
sin empleo y entre las mujeres. Aquélla es una brecha confirmada caen bajo la línea de los 7.500 dólares en el South Side y el West
por los datos acerca de la frecuencia del recurso a la asistencia Sirle (respectivamente, 12,5% y 6,5%) es del doble que la de los
alimentaria presentados en el cuadro 3 y sugiere que aquellos que, demás barrios negros, mientras que una importante mitad de los
en los márgenes del gueto, no logran obtener un empleo, dispo- encuestados sin profesión en las zonas de extrema pobreza no
nen de medios económicos y sociales que les permitan evitar caer alcanza el límite inferior de los 5.000 dólares. Entonces, no sor~
a la línea de los asistidos, un apoyo del que carecen sus homólogos prende que los habitantes del gueto declaren con menor frecuen~
del corazón del gueto, a causa de que esoos últimos están rodeados cia que la situación financiera de su hogar haya mejorado en los
¡;, por subproletarios desprovistos de recurso alguno. El primero de últimos años, estando las mujeres en la posición menos envidiable.
estos apoyos es el patrimonio económico y financiero. Las c~fras reflejan también claras diferencias de clase: el 42% de
1
los encuestados negros de clase media y el 36% de clase obrera
1' registran mejoras financieras, contra el 13% de los desocupados.
Diferencias de capital econ6mico y financiero Dado lo frágil e irregular de sus ingresos, los negros pobres .
se ven privados del acceso a los servicios bancarios y financieros
1
1 Un sobrevuelo por el estado del patrimonio económico y que la mayoría de los norteamericanos disfruta. Apenas un tercio
¡' ' financiero de los residentes de los barrios negros pobres de Chi- de los residentes del contorno del gueto dispone de una cuen~
cago (cuadro 4) revela el increíble grado de privación y preca~ ta corriente personal (que implica siempre gastos de funciona-
ir' riedad económicas a las que se enfrentan día a día. 18 El cuadro miento); sólo uno de cada nueve puede decir lo mismo dentro
1 resulta siniestro en las zonas periféricas del gueto; dentro de Bron- del gueto, donde casi tres personas de cada cuatro no declaran
zeville, la situación roza la desposesÍón total. En 1986, el ingreso ,'i
1 ningún bien ni valor financiero en una lista de seis alternativas ¡,
r' _ anual promedio de las familias negras a nivel nacional se elevaba a posibles, y sólo el 8% posee al menos tres de esos seis productos il
.:¡
18.000 dólares contra 31.000 entre las familias blancas. Los boga~ (véase el cuadro 4). Aquí también, las fronteras de clase y de barrio ;¡
res negros que viven alrededor del gueto histórico tienen ingre- están ciar.amente trazadas: en las zonas de menor pobreza de las . '
1
1, fronteras de Bronzeville, el 10% de los desocupados y el 48% de
los negros de clase obrera poseen una cuenta corriente, contra ·et
lS Destaquemos una vez más que nuestra comparación excluye por definición
a los barrios de clase media y alta afroamericanos que florecieron en Chicago
3% y el 37%, respectivamente, dentro del gueto histórico, pero la
luego de que se suavizaran las relaciones raciales durante los años sesenta. Bart proporción para los miembros de la clase media es similar (63%)
Landry (1987) i-ecapitula el.desarrollo de esta ~nueva clase media~ negra. en las dos zonas. 1
11

'1
LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD
DEL GUETO COMUNITARIO AL HIPERGUETO 141
140
media y el 62% de los negros de clase obrera tienen un automóvil
Cuadro 4: Patrimonio económico y financiero de los habitante$ del corazón
y del contomo del gueto (en porcentajes)
en su hogar, contrastando con apenas el 28% de los desocupa-
dos. Pero, dentro de Bronzeville, sólo el 18% de los desempleados
Todos los tiene acceso doméstico a un vehículo {34% para los hombres y
encuestados Hombres Mujeres
13% para las mujeres).
COlltomo ConizOO
"~-
o.moo Contorno Cor.nón
Nunca se insistirá demasiado en las consecuencias sociales de
Ingreso onual <kf hogar
Menos de 7.500 U$S 27,2 51,I
,., 33,6 34,5 59,0
la indigencia de los ingresos y los patrimonios de los negros del
gueto. Pero, del mismo modo que la carencia de reservas financie-
ras o el hecho de no poseer vivienda propia representan una des--
Más de 15.00Q U$S
Mejora las finanzas
34,1
32,3
14,3
21.I
41,4
35.7
22,7
23.4
29,8
30,4 '°'
20,1 ventaja crucial cuando no se logran encontrar más que empleos
precarios y mal pagos o cuando se ha perdido el trabajo, la ausen-
Patrimonio ~11<.lnciero cia de bienes y reservas económicas fuerza literalmente a los más
Una cuenta ~orrlente 3'1,8 12,2 33,3 17,6 36,4
33,! "'
14,I
desposeídos a recurrir a la ayuda social. De la misma manera, el
Una caja de ahorro
Ninguno de los seis
35,4 17,8 40,4
'"' 52,6 73,l
hecho de no poseer vehículo restringe severamente sus posibilida-
des de postularse a los empleos disponibles que no están próximos
48,2 73,6 40,7 63,I
productos financiero>* o que resultan poco accesibles con el transporte público.
Al menos tres de los seis
13,5 21,3 5,8 Entre los recursos a los que puede apelar cualquier individuo
23,3 8,3 26,8
productos ilnancieros"'
98,0
para llevar a la práctica sus estrategias de reproducción y de movi-
78,7 96,6 75,6 93,7 80,5
lidad sociales figuran aquellas potencialmente aportadas por su
,,.
Ninguno**
Brene.1 materiales def ~ogar partja, su familia, sus vecinos y sus amigos, así como por los con-
49,7 41.S 7,8
Propietario de vlvienda 44,7 11.S tactos desarrollados en las asociaciones formales a las que perte-
33,9 75,9 51.4 57,7 25,7 nece; en suma, los recursos a los que tiene acceso en virtud de
Posee un vehiculo 64,8
.
+Los sell productos enumerados sor>: cuenta <Omoote ¡>erS0<1•'"'
¡ ja ,j.e af>orros, cu""'ta indWidw.I de
_ I"
su integración social a grupos, redes u organizaciones solidarias,
retiro [indt;i<ltJal retirement occQuntj, plan d~ ahorro de ret..-0. acdones Y obl!pcoones, Y sepe P'""?ll&<>·
'º lo que Pierre Bourdieu (1986) llama "capital social". 19 Los datos
*>V;vienda, comerdo o terreno. de nuestra encuesta indican que no sólo los residentes del cara':..
fulit'{n' IJrba~ Mmily u¡e Proje<t. University of C~tcag<>, 19ea. zón del gueto tienen vínculos sociales menos densos y más laxos,
sino que tienden a mantener relaciones de menor valor social, tal
como se mide en el estatus socioprofesional de sus parejas, padres,
hermanos, hermanas y mejores amigos, por ejemplo. En resumen,
El "sueño americano" de la vivienda propia sigue siendo casi
los negros de Bronzeville poseen volúmenes de capital social bas-
imposible para Ja gran mayor.ía de nuestros encuestados negros,
tante más exiguos.
particularmente los del corazón del gueto, dor:de ~penas una de
Vivir en el hipergueto implica un mayor aislamiento social:
cada diez personas pertenece a un hogar prop~etarlo con~a cua-
cerca de la mitad de los residentes de Bronzeville carecía de "pare-
tro de cada diez en los alrededores de Bronzevi.Ue, Yesta difere_n-
cia sigue tan pronunciada cuando se considera el sexo. El .sueno
mucho más modesto de poseer un automóvil tarda tam.bt~n en rn Caro! Stac):;. (1974) describe el crucial papel social jugado por los p34res,
materializarse para los residentes del gueto, de los cuales sol~ 1;1Il amigos y parejas en las estrategias de $Upervi:vencia cotidiana dentro de la clase
tercio vive en hogares que disponen de un vehículo en condiao- obrera negra urbana. Sobre la gestión de las relaciones personales y la influencia
de los amigos en el gueto más especificamente, véanse Llebow {1967), Hannerz
nes. Una vez más, esta cifra resulta de una acumulación de fuertes
(1969), Anderson (1978) y William y Komblum (1985).
diferencias de clase y de barrio: el 79% de los encuestados de clase
LOS CONDENADOS DE lA CIUDAD DEL GUETO COMUNITARIO AL H!PERGUETO 143
142

·a" al momento de la encuesta (definida como una persona con Cuadro 5: Capital social de los negros que viven en el corazón y el contorno
Jla que están casados, en concub'inato o con la que mantienen
. una ! del gueto en Chicago (en porc:entajes)
relación amorosa duradera) y uno de cada cinco acepta no tener
a alguien a quien consideren como su "mejor amigo", contra el 1' Todtls los
eneu@stados Htlmbres - Mujeres
32% y el 12%, respectivamente, en los barrios limítrofes con el C<>11torno Corazón CarazOn
ContOl'llo C....atón C<>11tW"110
gueto. Esto significa también que los matrimonios perdurables son '' >--'
---- Pareja actual
bastante menos numerosos (cuadro 5). Son bastante menos los ' ;,.-

hombres desocupados que tienen alguna compañía en cada una


de ambas zonas ( 62% en los barrios de menor pobreza y 44% en
1
'
' ;:-
{'
' No ciene pareja
Está ca~dola*
32,4
35,2
42,0
18,6
23,3
-40,9
39,1
27,0
38,0
31.2
-43,1
1-4,9

f
el perímetro de extrema pobreza). Hay mayores oportunidades de El/la pareja tiene
:\\· que las mujeres negras tengan un compañero, y ese hombre tie~e, ' . estudios secundarlos
·--: completos 83,8 83,0
a su vez, mayores posibilidades de haber terminado sus estudios 80,9 72,1 88.4 71,5
secundarios y de disponer de un trabajo regular si vive en la peri- El/la pareja tiene un
feria del gueto histórico. Hay que decir que residir en Bronzeville so.o

.
empleo estable _ 69,0 5-4,3 34,8 83,8 62,2
influye fuertemente sobre el estatus de clase de esos hombres: son El/la pareja re<:ibe
menos las parrjas de las mujeres que viven en el corazón del gueto
y tienen un empleo estable que aquellos encuestados de la peri-
asistencia públka
Mejor amigo(a)
20,4 34,2 38,6 45,5
''" ,
feria (el 62% trabaja regularmente en el primer caso, comparado No tiene mejor amigo/a 12,2 19,0 l-4,3 21,1 10,7 18,l
con el 84% en el segundo). El me¡or amigola tiene
Los amigos juegan un papel crucial en la vida de todos al apor- estudios secundarios
tar un sostén moral y material, al participar de la construcción completrn; "7,4 7M 83,7 76,3 87,2 76,3
de la identidad y al brindar acceso a oportunidades que no se El mejor amigo/a ciene
concretarían sin ellos, sobre todo en el dominio del empleo. Se
ha comprobado que son más los habitantes de Bronzeville des-
empleo estable
El mejor amigo/a recibe
72,3
"·' 77,2
"'' 65,6 54,8

provistos de amigos cercanos que los demás negros de Chicago.


Por otra parte, para aquellos que tienen alguno, es menos proba-
ayuda social 14,0 28,6
'·º 13,6 20,5 35,3

ble que su "mejor amigo~ disponga de un empleo y haya cursado *Y no 5"parado/a <le $U esposo/a.
estudios prolongados y hay el doble de posibilidades de que él o fveNTE: Urb<lll fam/lt !ffe />rojea, University of Chicago, 1988.
ella hayan recurrido a la ayuda social. Dado que las amistades tien-
den a desarrollarse sobre todo en el ámbito de cada sexo, y que
las mujeres presentan tasas claramente más elevadas de exclusión En los diferentes perfiles de participación en las asociaciones
económica, son muchas más las encuestadas, en comparación con se encuentra la marca de estas diferencias de capital social. Aunque
los hombres, que tienen una mejor amiga que no trabaja y recibe formar parte de una organización formal (como un club de barrio
alguna ayuda estatal. A su turno, estas dos características tienden o una asociación comunitaria, un partido político, una agrupación
a ser más frecuentes entre las mujeres que residen en el corazón escolar, deportiva, fraternal o social) sea raro en reglas generalés 1
del gueto. -con la notable excepción de los negros de clase media, de los 1
cuales dos tercios pertenecen al menos a una organización de este
tipo-, son más los residentes del gueto histórico (64% contra 1!
50% en las zonas periféricas), sobre todo entre las mujeres (64%
1
'
144 LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD DEL GUETO COMUNITARJO AL lHPERGUETO 145

contra 46%), que no forman parte de ninguna organización. En Se impone la conclusión de que los analistas de las relacio·
cuanto a la frecuentación de alguna iglesia, la escasa minoría que nes entre división racial y pobreza ttrbana en los Estados Unidos
declara no tener "oído musical para la religión", según la expre- deben prestar una mayor atención a los niveles extremos de priva-
sión de Max Weber, es dos veces más importante en el corazón del ción económica y marginación social revelados en este capítulo,
gueto que en su contorno (12% contra 5%). Entre aquellos que en lugar de resucitar y difundir las así llamadas "teorías" sobre
declaran tener una religión, residir en Bronzeville hace disminuir el imperio de una "cultura de la pobreza" en el gueto que jamás
ligeramente la frecuentación de la iglesia o el templo (29% contra se basaro~ en la menor prueba empírica.2 1 Los investigadores y
37% asisten a los oficios al menos una vez por semana), aun cuan- comentaristas que se han ocupado de aportar explicaciones mora-
do las mujeres participan con mayor regularidad que los hombres les, culturales, individualistas y conductistas para las dislocaciones
en ambas zonas. En fin, son menos los negros que habitan en el sociales. que han asolado los barrios del cinturón negro a fina-
gueto histórico que conocen a la mayoría de sus vecinos, si se los les de s1glo, han creado una división fisiológica ficticia entre los
compara con sus homólogos de las zonas de menor pobreza. En cita.dinos afroamericanos que, aunque se demostrara fundada (lo
este entramado, la concentración de la pobreza en el corazón del que jamás se ha establecido empíricamente), no podría dejar de
gueto se traduce con claridad en una devaluación generalizada del parecer ridícula ante la fractura estructural objetiva que separa a
capital de quienes viven allL los re~identes del gueto de la sociedad global y de las presiones
matenales que pesan sobre ellos. 22 AJ contrario de los gritos de
Conclusión: estructuración social de la marginalidad los pol.íticos, los periodistas y universitarios que han ofrendado al
gusto de moda el discurso victoriano que envilece a los "pobres sin
Los extraordinarios niveles de privaciones económicas y difi- mérito", no es un ~ethos del asistencialismo" sino una marginación
cultades sociales que castigaron al cinturón negro histórico de socioeconómica forzada lo que resulta del juego dinámico entre
Chicago en los años setenta no descendieron a lo largo de la déca- la desigualdad de clases, la segregación racial y las diferencias de
da siguiente, más bien lo contrario. Queda claro que Bronzeville género que, con el trasfondo de las perturbaciones del capitalis-
no ha obtenido el menor beneficio del crecimiento de finales de mo :stadouniden~e y de las políticas urbanas y sociales regresivas,
la década de 1980. Las condiciones materiales de sus habitantes explican el calvano de los negros del gueto de fin de siglo.
' han seguido empeorando, prueba de un vínculo de causalidad
"'' asimétrica entre la economía y la pobreza dentro del gueto, que
'"' demuestra la necesidad urgente de estudiar las estructuras sociales
' que refractan su relación. w Las diferencias significativas y sistemáticas 21
Estas tesis no son más que una traducción bajo formas académicas del sen-
que hemos actualizado entre el corazón y el contorno del gueto de tido romún nacional según el cual la pobreza tiene sus raíces en las deficiencias
Chícago son en lo esencial un reflejo de sus divergentes composi- morales y psicológicas de las persrmas pólnn. Robert Castel (1978) ofrece un mor·
daz ar:álisis crítico e histórico de las concepciones de la pobreza en el imaginario
ciones de clase y del predominio de la exclusión económica en el colectivo y lM políticas sociales de los Estados Uniclos.
perímetro histórico del cinturón negro. 22
No sugerimos aquí que las cliferencias entre los pobres del gueto y los
pobres de otros barrios se explican por su lugar de residencia. En la medida en que
los procesos que disuibuyen los hogares en el espacio son ellos mismos altamente
W Se quiere indicar con esto que las condicíones materiales en el gueto sel~<:tivos en lo social, no puede esperarse separar los "efectos de barrio" (aquí,
empeoran fuertemente cu.ando la economía entra en un ciclo recesivo, pero que el impacto específico del lugar de residencia dentro de la Bronzeville lústórica}
no regresan al statu qu11cuando mejora la situación macroeconómica. Como resul· de las fuerzas sociales que operan en co:qjunto o separadamente de estos últimos
tado, las fluctuaciones cíclicas de la economía condu<:en a un aumento en el nivel por medio de controles estadísticos simples como los usados aquí con un fin des-
de las dislocaciones sociales en el cinturón negro (retomaremos este punto en el
capítulo 8).
aiptivo. Sobre los arduos problemas metodológicos y teóricos planteados por esos
efe<:tos socialmente selectivos, véase Lieberson (1985: 14-43 ~t passim).

T 4. West Side Story: un barrio de gran
1 inseguridad en el gueto de Chicago
J
\:' En estas condiciones no existe lugar para la industria, pues sus
frutos son inciertos; y, en ronsecuencia, [... ]no hay medida del
Tiempo, no eldsten el Arte ni las Letras, tampoco la Sociedad; y, ki
r pwr de todo, el temen- permanente y el riesgo de una muerte viobm-
la. Y !.a vida del hombre es solitaria, indigente, vil, brutal y úreve.

HOBBES, Leviatán (1651).

Los Estados Unidos son, sin dudas, la primera sociedad de insegu-


ridad avanzada de la historia. No es sólo que genera -y tolera-
tasas de criminalidad incomparablemente más altas que las de las
demás naciones posindustriales (la frecuencia de los homicidios
es diez veces más elevada que en los países de la Unión Europea y
la tasa de encarcelamiento de seis a doce veces superior), sino que
ha erigido a la inseguridad en principio de organización de la vida
colectiva y en modo de regulación de los intercambios socioeco-
nómicos y las conductas individuales.
A todos los niveles del edificio social y en todos los sectores de
la existencia, se trate del trabajo, la educación, la vivienda, lafami-·
l_. ' Iia o la salud, lo omnipresente es la precariedad, y la decadencia
profesional, material y moral se perfila ya sea como una condición
común considerada lógica, sea como la sanción inminente infligi-
da a quienes caen en la maldición sin fin del "sueño americano". 1
El verdadero privilegio hoy en los Estados Unidos es disfrutar de
una posición social al margen (es decir, por encima) de ese vasto

1
Es sorprendente que Jos norteamericanos de clase media y dirigente que '
.1
pasan por !a amarga experiencia de la movilidad descendente luego de un despi-
do se consideren de manera invariable como personalmente responsables de su
caída, Podemos percibir la miseria moral generada por sus tribulaciones al leer la
'._ obra de Katherine Newman (1988), Fallingfrom Gmce. Sobre la persistencia de la
,•;··
'\' mitología nacional del ~sueño americano" del progreso social como resultaOO del
esfuerzo individual en lo más bajo de lajerarqi.úa étnica y de ~e, véase Hoclls-
child (1995, capítulo 5). ·
1
1
148
LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD DEL GUETO COMUNITARIO AL HIPERGUETO 149

sistema de inseguridad social que produce continuamente una sector del gueto. Los esqueletos de las storefront churches (pequeñas
angustia difusa y alimenta una especie de huida hacia delante, iglesias independientes creadas por decenas como consecuencia
desenfrenada (y a menudo temible) a la cual la única que escapa de las dos grandes migraciones afroamericanas de las décadas de
2
es la alta aristocracia de las empresas y del Estado. 1920 y 1940) 3 se swnan a las fábricas cerradas y a los hangares
Pero en las ruinas del gueto negro, ese enclave segregado y condenados por la desindustrialización que ha golpeado de lleno
degradado de la metrópolis urbana, es donde la inseguridad que a la clase obrera negra de la ciudad. Western Electric, Island Stub,
impregna y atrapa a la sociedad estadounidense llega a su ~aro­ Sunbeam, Zenith, AJex Paper Box, tantos grandes nombres de la
xismo y donde se concentran y se pueden leer, como a traves de industria norteamericana que han cambiado Chicago por los esta-
una lente de aumento, sus formas y efectos sociales caracterís- dos del sur y por los países del Tercer Mundo, en busca de una
ticos. Este capítulo prolonga los dos anteriores ofreciendo una mano de obra más barata y menos exigente. 4 El centro de distribu-
percepción de la textura de la vid~ ~otidian~ e~ un barrio de alta ción de la cadena de grandes comercios Sears, Roebuck and Co.,
inseguridad de esta inmensa plan1c1e de m1ser1a que e~ el gueto empleaba a 10.000 asalariados en 1970. En 1985, esa cifra había
del West Side de Chicago, uno de los mayores y más tristemente bajado a la mitad y, en 1989, Sears cerraba sus puertas ¡)ara trasla-
célebres del país. darse a un suburbio blanco acomodado, en respuesta a la cesión
gratuita de terrenos, el acceso a una mano de obra calificada y ven-
Miseria de Estado y capitalismo de calle
tajas fiscales que harian tentar al ejecutivo más exigente. El North
Lawndale económico no es siquiera la sombra de lo que fue: un
Al oeste del parque Douglas, entre Ogden Avenue YR~sel­ desierto en el que los raros oasis están compuestos de empleos sin
vet Avenue, a unos escasos seis kilómetros de las torres futunstas calificación y mal pagos en los servicios, o bien en la economía
y opulentas del centro de la ciudad, se extiende una especie de criminal por cuyo control luchan las tres principales bandas del
trapecio de diez kilómetros cuadrados, delimitado en tres de sus barrio, los Vice Lords, los Latin Kings y los Disciples.
lados por líneas férreas que albergan a 52.000 per~nas, el 98% El deterioro del nivel de vida no es menos espectacular. Un
de ellas afroamericanas, de las cuales una buena mitad no llega tercio de las 16.000 viviendas con que cuenta el barrio está catalo-
a los 20 años. Es el barrio de North Lawndale, sobre el West Side gado como vetusto o insalubre por los servicios municípales. Más_
de Chicago, uno de los dos "cinturones negros" históricos de la de-12.000 edificios datan de antes de la Segunda Guerra Mundial
y otros 2.000 han quedado destruidos por el fuego o arrasados
capital del Midwest. , .
No es un descubrimiento que la pobreza es endemica en North durante la década de 1980. En el cruce de la Hamlim Street y la
Lawndale y que la vida allí es dura y precaria. Basta con transitar
a lo largo de las avenidas en ruinas rodeadas de terrenos baldíos 3 Sobre las raíces sociales, el lugar cultural y papel pollvalente de los esta-
llenos de basura y de edificios calcinados o derrumbados para blecimientos religiosos en el gueto negro en su apogeo, véase el estudio clásico
poder medir de visu la extensión de lo siniestro que golpea a ese de Arthur Fauset, Black Gods ef the Metrt;polii (1947), que da una idea de la vertigi-
nosa decadencia de las iglesias en el cinturón negro luego de la Segunda Guerra
Mundial.
2 Durante el período 1985·1995 se intensificaron, al mismo tiempo, la movi- 4 Según un detallado estudio econométrico, 106.000 de los 152.000 empleos
lidad del capital, la dirección de la lógica financier.i. y la inseguridad <le! empleo industrial.es perdidos por Chicago en el curso de la déc:a<la de 1980 fueron con·
(Harrison, 1994). La precarie<la<l salw-ial se «democratizó" -~e.lativamente-. a secuencia del ''cierre de fábrica$ y de despidos en masa de las firmas de Chioago
medida que los despidos en masa y la degradación de las cond1~1ones de trabajo en manos de las multinacionales" (Ranney, 1993: 91-93). Esos 106.000 empleos
golpeaban a los sectores administrativos y a los mandos .medios, como .conse· perdidos han afectado el ingreso total de la ciudad en 3,2 mil millones de dólares.
cuencia, sobre todo, de las fusiones de empresas y las maniobras burocráucas de Durante ese período, el estado de Illinois perdió 67.000 empleos transferidos sólo
sus directivos (Wacquant, 1996b). a la'! maquilad oras de la frontera mexicana.
150 LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD DEL GUETO COMUNITARIO AL HIP~:RCUETO
151

16, do ndeMartinLutherK.ingfue,enenerode1966,aalqui~
c lla e . ¡··¡ North Lawndale ya no abarca sino a las fracciones más marginales
1ar un F3 p ara llamar la atención de los medios
r
sobre e cnm1na del proletariado negro de la ciudad. Todos los que pudieron aban-
deterioro del parque inmobiliario de la epoca y lanzar u_na cam~ donaron ese territorio maldito para tratar de escapar de la insegu-
paña de movilización contra el encierro del gueto (Lewis, .19'.0; ridad multiforme que reina allL Así, el barrio ha perdido un tercio
315), no queda más que un terreno baldío sembrado de vidnos de su población entre 1970 y 1980, un cuarto a lo largo de la déca-
rotos y desperdicios. . . da siguiente y, pese a esto, el número de indigentes ha seguido
Los comercios son escasos y abundan los ed1fic1os abando- siendo el mismo. Cuarenta y cuatro por ciento de los habitantes
nados. Hay un único supermercado en North Lawndale, un solo vivía por debajo de la "línea de pobreza" en 1990 (o sea, alrededor
banco y apenas un hospita~ contra cincuenta y dos puestos de de 12.500 dólares anuales para una familia de cuatro personas)
venta de lotería y otro tanto de currency exchanges, esos locales ~~e, dado el astronómico desempleo. En 1980, la tasa oficial de des-
manejando comisiones usurarias, ofrecen a los pobres la_s servicios ocupación superaba el 20% luego de haberse duplicado durante
financieros y administrativos de base a los que no tendnan acceso la década anterior. El miniboom de finales de los años ochenta no
de otro modo. También existe no menos de un centenar ~e des~a­ ha tenido prácticamente ninguna consecuencia en ese sector del
chos de alcohol. Los negocios de licores son en s:-i ma~ona propie- gueto, pues el desempleo subió allí al 27% en 1990, pero en reali~
dad de inmigrantes llegados de países del Med10 Onente (sobre dad wn casi siete adultos de cada diez los que carecen de empleo.
todo palestinos, libaneses y sirios, genéricamente catalogados por Sólo durante la década de 1970, el barrio perdió 7.519 puestos de
los negros como "árabes") o del sudeste asiático (so~re todo corea~ trabajo manual, o sea el 80% de su base industrial de partida. En
nos pero también filipinos). Despachan mercader1as de segunda el mismo período, el número de empleos del comercio, sumados
clas~ -por rjemplo, frutas y legumbres desclasificadas y los tro- minorista y mayorista, caía a la mitad, mientras que el sector de
zos despreciados por las carnicerías de los barrios bur~eses de la servicios perdía más de 1.000 salarios ( ChicagoFact Book Consmtium,
¡ 995, 107).
· dad- a precios claramente por encima de lo habitual. 5 Apar-
~~u de sus ofertas de alimento, cada semana el Fadi's Food Ma_:t La brutal retracción del mercado laboral aceleró la erosión
de la Ogden Avenue y la Homan Street vende billetes de lotena de la familia patriarcal y obligó a una buena mitad de los habi-
or 3.000 dólares. Ylas tres cuartas partes de lo que se mueve allí tantes de North Lawndale a recurrir a la ayuda social. En 1980, ..
~rovienen de transacciones realizadas por medio de cupones de
el 42% de los 17.185 hogares censados tenía como cabeza a una
mujer sola; en 1990, ese porcentaje alcanzaba el 60% y casi todos
ayuda social ( Chicago Tribune, 1987: 29, 52) ·
estaban obligados a subsistir con los magros subsidios que les
Si el comercio de la suerte y del alcohol (sin hablar del de las
otorga el "semiEstado de Bienestar" norteamericano, para reto~
drogas) es el sector más sólido de la economía local, es porque
mar la ácida expresión del historiador Michael Katz (1986). Para
aquellos que lograron abrirse un camino a través de la maquina-
~La demo$traCión de David Caplowitz (1967), según la cual los negocios del ria administrativa que limita su acceso a ella, la ayuda social, cuyo
eto sobrefacturan sistemáticamente sus mercaderías a su clientela, aun cuando valor ha disminuido con regularidad a lo largo de los años (no
;;1an de calidad inferior, sigue vigente. Las causas son las mismas, un cuarto de está indexada por la inflación), ascendía en el mejor de los casos
siglo después: debilidad de la competencia, sobrecosto ~orlos seguros de robo, a 385 dólares mensuales para una familia de cuatro personas en .
no exhibición de los precios, venta a crédito a tasas abusivas Yroárgene~ ~e bene-
ficio muy elevados. E.n el intervalo, sobre el traSfondo de la desre~lac:on, se ha
1990, a lo que podrían agregarse 219 dólares de cupones alimen-
desarrollado una verdadera industria especializada en l~ explotacton hnanc1era ticios y 18 dólares en crédito para energía (para pagar las factu-
de loo hogares pobres bajo la forma de wjetas de crédito para ~1 consumo, de ras de gas o electricidad). Poco con qué sobrevivir, entonces: el
préstamoo inmobiliarios y para automóviles y de préstamos educativos que llega a alquiler mensual promedio en Chicago ascendía a 400 dólares y
los 200.000 millones de dólares (Hudson, 1996). la factura mensual de calefacción podía llegar a los 100 dólares
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LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD DEL GUETO COMUNITARIO AL HIPERCUETO 153
152

durante el invierno. Según los cálculos expertos y cínicos de los los bienes personales y los de los demás; las mercaderías robadas
servicios sociales del Estado de Illinois, el "paquete estándar~ de que llegan en valijas completas del aeropuerto internacional de
las ayudas es un 16% inferior a la "línea de supervivencia". Chicago-O'Hare, a unos 20 kilómetros de allí, desaparecen en una
Lo anterior equivale a decir que los beneficiarios de alguna hora. De pañales a material fotográfico, pasando por magnetosco-
1
ayuda social -a los que les está prohibido trabajar so pena de pios, ropa, alcohol, armas, autorradios, alimentos, joyas, cosméti-
que se les retire ese miserable apoyo financier°-:- están d':ra~era­ cos y medicamentos: todo está disponible a precios que desafían
mente condenados a la míseria del Estado. En el mismo mOVJ.m1ento
están obligados, lo quieran o no, a entregarse a la economía infor-
mal, legal e ilegal, que ha conocido recientemente un progreso ·. cualquier competencia para quien da pruebas de paciencia en el
supermercado callejero.
Todo el mundo trata de manejar sus talentos y virtudes como
i:
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espectacular. 6 Todo se vende y todo se compra en las calles. de
North Lawndale, al igual que en el resto del gueto, y no existe
ganancia demasiado pequeña, comercio demasiado mezqui~o o
demasiado peligroso ni transacción disparatada cuando esta en
I
. '
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puede, y transformarse en nodriza o jardinero, peluquero o mecá-
nico, plomero o chofer de taxi, albañil o cuidador de enfermos
guardaespaldas o mujer pública. Las casas de prostitución y lo~
garitos compiten duramente por el dinero, limpio o sucio, que
juego la subsistencia del día a día. Los cupones alimentarios, las circula por el barrio, lo mismo que los bares sin habilitación y los
falsas credenciales de ayuda médica y los vales para el transpor· lugares nocturnos ilegales (llamados ajter hours clubs), donde se
te público distribuidos por la oficina de ayuda social son objeto puede beber hasta reventar y conseguir estupefacientes y favores
de un tráfico incesante. No se trata sólo de pasajes de ómnibus sexuales de cualquier clase.8 Todo está bien cuando se trata de
utilizables para un viaje que se venden a 50 centavos (o sea, dos hacerse de ese dólar que hace tanta falta o que produce tanta envi·
veces su valor nominal pero menos de la mitad de su precio ofi· dia. Pero la punta de lanza de la nueva economía de las calles es
cial). Se ha desatado toda una economía paralela centrada en la sin duda alguna el comercio minorista de la droga. Con la inven·
recuperación y el reciclado de envases, de papel y de la basura, a ción del crack, el mercado de los estupefacientes entró con pie
imagen de lo que se puede observar en las zonas más pobres de firme en la era democrática: incluso los más desheredados entre
América Latina (Lomnitz, 1977; Cross, 1988): se recolectan enva· los desheredados pueden conseguirse su línea de mala cocaína, a
ses de gaseosa hechos de aluminio que son comprados por kilo falta de un "bastón de Karachi", de grageas de PCP o de un gramo
por DMS Metal en la Fairfield Avenue, ladrillos de los edificios de Angel Dust. En los tres años que siguieron a su introducción
demolidos ( 40 centavos la unidad) y el metal de las cañerías o en Chicago, a finales de 1989, el precio del sobrecito de crack,
incluso los adoquines arrancados de las calles (se consiguen hasta conocido con el nombre de ready rock, cayó de 20 a 5 dólares. Los
5 dólares por pieza en alguna constructora). Se vende la fuerza prostituidos por el "roe" de cocaína, conocidos con el término
de trabajo en las oficinas de empleo como jornalero para quien peyorativo de skeezer, ofrecen los servicios sexuales más variados y
quiera y para los trabajos más viles; también se ofertan el· tiemp~ los más osados a cambio de unos rnuy pocos dólares: el precio del
y la sangre (los bancos de plasma hacen su agosto en el gueto); intercambio está indexado por el de la dosis de crack.9

8
6 El crecimiento del sector informal en las graudes ciudades de las aocieda- El papel de esos clubes y establecimientos nocturnos ilegales en Ja historia de ¡¡~
des avanzadas no es un fenómeuo coyuntural, ligado sólo a la desindmtrializacíón, diáspora negra norteamericana está esrudiado por Hazz:ard.cordon (1991) · su socia-
sino una caracteristica estructural de las economías que se afirma en relación bilidad y sus funciones específicas están descriptas en Roebuck y Freese (1976) ..
directa con el crecimiento de los sectores más avaniadoo (Sassen y Portes, 1987). g Para un retrato de la muy particular ecouomia de los servicios sexuales
7 Los subproletarios de las grandes ciudade$ son los principales proveedores vinculados al crack, véanse Raitner (1987) yBourgois (1995, capítulo 7); para una
de uua floreciente industria de la recolección comercial de plasma sanguíneo perspoctiva más amplia de las estrategias de "supervivencia" de las mujeres en las
destiuado a lo$ hospitales y a la investigación médica (Show y Anderson, 1994) · calles del gueto de Mi!waukee, Miller (1987).

'f/-
LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD DEL GUETO COMUNITARIO AL HIPERGUETO 155
154

La droga está en todos lados, dentro y fuera, en los alrededore.s veinticuatro veces más crímenes violentos que los segundos, aun-
de North Lawndale así como en su núcleo. Se la compra a los veci- que cuenten con el doble de efectivos policiales que los asignados
nos 0 en la calle, o incluso en esos negocios en ruina de los cuales a sus homólogos blancos. La tasa de homicidios en North Lawn-
sólo subsiste la fachada, en aquel establecimiento religioso aban- dale es cinco veces superior a la media nacional, la frecuencia de
donado, en alguna sala de videojuegos o en una tintorería donde los crímenes sexuales es allí seis veces mayor y la incidencia de las
nadie limpia nada. Yjunto a las drogas se expande un cortejo de agresiones violentas ha aumentado diez veces. La muerte violenta
epidemias y enfermedades mortales, de las cuales la hepatitis C, la es algo banal, una especie de lotería macabra, como lo demuestra
tuberculosis y el sida son apenas las más visibles (Walker y Small, este .extracto del regis~~ de asesinatos llevado por la policía del
1991; Chitwood et aL, 1995). Desde ahora, todo el mundo, o casi, b~o e?tre ag?Sto y d1c1embre de 1983 (y publicado por el perió-
dentro del gueto negro está más o menos directamente afectado dico Chicago Tn:bunedurante el otoño de 1985):
por la economía de la droga, en tanto consumidor o vendedor,
empleador o empleado, padre, compañero o amigo de un dealer 13 de agosto: Fredjones, 42 años, apuñalado a la 1:40 de la
o de un crackhead, o incluso como vecino y victima de los conflictos madrugada en su departamento en South Albany Av~nue.
y la violencia cotidiana que este capitalismo salvaje de los pobres 13 de agosto: K.eith Perkins, 21 años, muerto por disparos en
siembra a su paso (Harrell y Peterson, 1992; Adler, 1':!95). el hall de entrada de su edificio en South Albany 4300.
1
15 de agosto: EdgarThomas, 19 años, muerto por disparos a
1
las 23:20 en el número 32 de la calle 16.
La macabra lotería de los homicidios
24 de agosto: CharlesJackson, 36 años, inválido, las dos pier·
La ''informatización" de la economía lograda por el comercio nas amputadas, muerto con su propia silla de ruedas a las
minorista de la droga y el debilitamiento (si no el naufragio) de 3:20 de la madrugada en un terreno baldío situado en South
las instituciones públicas, de la escuela a la salud pasando por la K.edzie Avenue 1500.
vivienda social y los' servicios municipales más básicos, agregados 3 de septiembre: Elvis Allen, 25 años, muerto por disparos
a la penuria crónica y al desastre material de las familias, hacen alrededor de medianoche en su departamento de South
que la inseguridad física haya extendido su influencia hasta los Tripp Avenue.
más ínfimos rincones de North Lawndale, imponiéndose casi 10 de septiembre: Graylin Moses, 21 años, muerto por dispa-
en todas partes bajo sus formas más intensas. Empujada por la ros a la 1:30 de la madrugada en West Ogden Avenue 2600.
enorme marginalidad, la violencia tiende a concentrarse en los 11 de septiembre:Joyce Partridge, 31 años, muerta por dis-
barrios afroamericanos de la metrópolis estadounidense. 10 Así, los paros a las 3:30 de la madrugada como consecuencia de un
habitantes de los cinco distritos policiales afroamericanos de Chi- intento de robo mientras se hallaba junto a su novio en el
cago {cuatro en el South Side y el último que cubre el West Side, automóvil de este último estacionado en South Millard Ave-
que abarca 550.000 personas, de las cuales el 96% son negros) nue 1400.
muestran once veces más posibilidades de ser víctimas de crímenes 12 de septiembre: Timothy Chapple, 27 años, muerto por dis-
violentos que los 404.000 habitantes de dos distritos blancos (con paros a las 6 de la mañana en West Grenshaw Avenue. .
el 91 %) que corresponden a los sectores norte y sudoeste de la 23 de septiembre: Allen Bates, 23 años, hallado apuñalado
ciudad. Relacionados con su superficie, los primeros registran alrededor de las 6 de la mañana en un terreno baldío al 1500 ·
de South Lawndale Avenue.
to Las estadísticas que siguen están calculadas a partir de cifras sobre la crimi- 29 de septiembre: Charles 1-Iouse, 20 años, muerto por dispa-
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nalidad registradas en cada "distrito" por Ja policía de Chicago en 1985. '/ ros a las 2:20 de la tarde en South Homan Alley 1600.

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WS CONDENADOS DE LA CIUDAD . DEL GUETO COMUNITARIO AL HIPERGUETO 157
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' depredación del barrio. 11 El resultado es una especie de free for
3 de octubre: Kenneth Price, 20 años, muerto por disparos
alrededor de las 21 en South Avers Avenue 2200. al.l, miniguerra larvada y permanente de los pobres entre si en la
1
' 5 de octubre: Kevin Foster, 21 años, muerto por disparos en f
L. .
cual, como decía Thomas Hobbes respecto del estado de natura-
leza -es decir, del estado de la cultura y las relaciones sociales
la esquina de South Homan y la calle 16.

!
1 características de la sociedad inglesa del siglo XVII afectada por
t 15 de octubre: Lionel Janes, 34 años, hallado muerto como ;:,'
. el surgimiento del capitalismo mercantil (MacPherson, 1964)-,
consecuencia de heridas causadas por disparos a las 21 en un . ·.
f' "las nociones de justicia e injusticia no tienen lugar", dado que
terreno baldío situado en West 16th Street 3300. "no existe poder común ni ley". 'Y; como en la guerra, "la fuerza y
22 de octubre: Gloria Mitchell, 24 años, apuñalada al~ededor el fraude son las virtudes cardinales 1' de la vida cotidiana. A pesar
de las 2 de la mañana frente a su casa en South Spnngfield de los horarios desgastantes (trabaja 66 horas por semana en tiem-
1100.
pos normales, pero suele superar las 90 horas), Ike se alegra de
13 de noviembre: Raul Muggia, 23 años, muerto por disparos haber encontrado un empleo de sereno en el Sutherland Hotel,
un pequeño establecimiento en las afueras del gueto, pues su
en West Douglas 3300.
puesto de vigilancia de medio tiempo en un comercio del barrio
4 de diciembre: Marie Stevens, 34 años, de Calumet Park, implicaba muchos riesgos.
apuñalada a las 10 de la mañana en su auto en West 19th
Street 3900. He visto cantidad de asesinatos. Piensa que además me apun-
;' 18 de diciembre: James Collins, 50 años, muerto por disparos taron con el caño de un revólver dos, no, tres veces. Los tipos
alrededor de la medianoche en un bar de West Ogden 3700. que trataban de forzarme y otro que trataba de que entrara
20de diciembre:Jay Jackson, 46 años, encontrado apuñalado a su pandilla. Y había dos tipos, no sé si de una banda rival,
a las 21:30 en su departamento de South Springñeld 1600. los habían agarrado y les habían metido un par de balazos en
la cabeza, allí abajo, al lado de las vías del tren, sobre Avers
28 de diciembre: Dorsey Dickson, 19 años, muerto por dis- Avenue cerca de Archer. Es lo que te decía: bien me podría
paros a las 20:40 en un salón de billares en West Roosevelt haber pasado a mí, montones de veces. Tú ves, estás en lo mismo,
4200. podrías salir a la calle y alguno te dispara.

Segundo hijo de una familia obrera llegada C:e Missis~i~pi El cruce entre la Kedzie Avenue y la calle 16 es el epicentro de
durante la generación anterior, 'Jazzy" Ike, de 27 anos, ha. VIVldo una zona que la policía bautizó con un nombre revelador, Bucket
toda su vida en North Lawndale. Ha deambulado entre diversos of Blood (balde de sangre) dada la frecuencia de las agresiones y
grupos de edificios de mala fama de la Chicago Aven~~· Central muertes que se producen allí. El conductor del ómnibus munici-
Park y Lexington Boulevard. Durante su juventud participó, como pal que recorre la avenida Ogden lleva siempre un revólver bajo el
tantos otros en el barrio, en las pandillas ilegales Y tuvo sus expe- uniforme; algunos comerciantes del barrio no vacilan en ostentar
riencias a lo largo de la Ogden Avenue. Pero despué~ la calle. caro~ un arma enfundada en su cintura a fin de desalentar a eventuales
bió mucho y los riesgos se volvieron demasi~do serio~. El dinero asaltantes. Otros atienden a sus clientes detrás de cortinas metáli-
en juego es hoy demasiado jast y ya no funcionan mas las.reglas cas o de vidrios antibalas, con el cañón del rifle apoyado sobre el
masculinas del honor que antes gobernaban los enfr~ntam~entos,
pues las peleas han pasado. de individuales a colecttv:W e involu~ ll La lógi<:;a de la lucha por la apropiación de esto.s territorios y el control
eran a las pandillas o facciones rivales de una pandilla ( cr~s Y de la economía de depredación que $e desarrolla allí es desentnunada por Vigil
posses) que luchan por apropiarse del control de la econom1a de {1988), Sánchez:Jankowski (1991) y Venkatesh (1997).

'''
f,; '
1:: DEL GUETO COMUNITARIO AL HIPERGUETO 159
h' LOS CONDENADO.<; DE LA CIUDAD
158
unos tipos que están por vender drogas", "las venden en ese
mostra d or. ~oda
.t•
el mundo se cuida en la medida de lo posible de negocio", no los detienen.
·ia lu<r<>res públicos como parques y estaciones de tren o de bus, LW: ~Ypor qué?
eviro- ··¡· ·¡
para no tentar al diablo. Todos ejerc~n una Vlgt anc1a es.pecta en Porque no tienen efectivos y porque reciben su parte.
los fines y los principios de mes, penodos de ~d? pel1~0 pues LW: ¿Entonces, qué? ·
1 Omento en que los beneficiarios de subs1d1os reciben su Los políticos, la policía, todos, pueden incluso untarle la
esem ~dlbº
cheque y llevan efectivo a la exhausta econom1a e ari:o· , . mano al consejero municipal, el consejero municipal le unta
La presencia de la policía no es más que una protección m~nt· la mano al comisario del barrio y así en más. No es algo lindo
ma en semejante contexto social de sospecha .Y temor generaliza. de ver ( ugly-ass scene out thm).
dos. Peor aún: la policía también produce miedo, no por .r~pre~
sentar el brazo secular de la ley sino porqu~ ~s un factor adtc1onal
de violencia e inseguridad. "He visto a pohc1as corruptos ( crooked "Seis pies bajo tierra o la cárcel"
poliM) que negociaban droga", cuenta Ike. A medida que la violencia y el miedo se desparraman y se inten·
sifican por el gueto, las relaciones sociales se debilitan, se reducen
He visto policías bajándose a tipos, así como así, sin motivo, ~e
los gestos de sociabilidad y las instituciones identificadas con la
visto policías golpeando tipos que se encontraron en el ~r, sin
ciudadanía se convienen en cáscaras vacías de contenido y sentido
ninguna razón. Y así son las cosas [ ... J no hay gra~des diferen~
o, peor aún, en instrumentos suplementarios de marginación.
cias entre que el policía sea blanco o negro, es lo mismo. La ~?h
hace lo suyo, siguen sus instrucciones. Y después, ellos_ tamb1en En North Lawndale, los niños (y más aún los docentes) tienen
tienen su vida, también tienen que defenderse, se~n como miedo de ir a la escuela, donde las peleas en el patio de recreo y
vean la situación. No importa quién W haga [ser el pnmero _en las palizas ala salida de las aulas amenazan en todo momento con
disparar en caso de amenaza], incluso el deakrde ~droga; Sl lo terminar en ceremonias fúnebres. Un buen número de jóvenes
molestas en su negocio, se encargará de que alguien se ocupe abandona sus estudios, pues ya que hay que arriesgar la vida, es
de ti. O si no, él mismo se ocupa o le paga a alguien para que Jo mismo hacerlo "trabajando la calle" para aportar su cuota al
haga el trabajo. presupuesto familiar o abrirse las puertas de la cultura del consu~_
mo adolescente. Las personas mayores ya no se atreven a salir a la
Un informante del barrio vecino de Austin (exc~usivament~ calle ni siquiera a plena luz del día -sobre todo el día, conocido
negro y tan pobre como North Lawndale), que trabaja como cui- por todos, en que deben recibir su cheque de pensión, lo que las
dador en un club de gimnasia de la YMCA local, agrega: convierte en presas escogidas-y por esto no pueden sacar prove-
cho de los pocos servicios sociales a los que tienen derecho. Los
·Por qué se va a deslomar un tipo para ganarse 300 a la serna· servicios de salud están al borde de la extinción: la mitad de los
~a cuando se puede hacer de 300 o 400 diarios vendiendo 25.000 pacientes tratados por la sala de urgencias del Mount Sinai
droga? ¡Ylo va a hacert [habla con_ton~ serio]'! como lo veo, Hospital en 1985 eran heridos graves (categorizados como "con
no es i/.egal v~nder droga, es ilegal solo s1 no quieres cooperar traumas") como consecuencia de violencias físicas voluntarias en
[con la policía], . la gran mayoría de los casos y el 60% de las urgencias debió ser.
Mira, ayer estaba con una banda de muchachos, todos poh· cubierto (a regañadientes y con gran demora) por la asistencia
cías y decían lo mismo. Porque está en todos lados. Y_ te lo médica gratuita, dejando una cuenta impaga de 1,6 millones de
dirán cuando llamen [al puesto de policía luego de una inter- dólares. Con sólo el 2% de la población de Chi.cago, North Lawn·
vención], no se mandan refuerzos. Yme decían esto: a los que dale suma el 10% de los llamados a las ambulancias del servicio
arrestan es a los que no quieren cooperar. [... ]Todo el mundo de bomberos de la ciudad, que no está en condiciones de en:fren·
vende droga. La gente llama al puesto de policía, "Eh, hay
160 LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD
DEL GUETO COMUNITARIO AL HIPERGUETO
161
tar esa demanda. De la misma manera, ¿cómo hacer retroceder
el flujo de la droga cuando los policías toman parte activa en su , para llegar a 24.600 (Hartner, 1988 ) , cuya a bruma do-
cuadruplicó
1
ra ~aJ'.°r ¡ provenía de los barrios devastados del South Side el
comercialización (algunos agentes conservan la totalidad o parte
de la droga capturada durante los arrestos de dealers, para su con-
2
West ~1de. El costo anual de un detenido común en el Mid~est
sumo personal o para revenderla por su propia cuenta), y cuando ~e estimaba ~n cerca de 22.000 dólares, ¡o sea el equivalente del
la justicia es incapaz de proteger la vida de aquellos que tendrían ingreso medio anual de una familia negra norteamericana! Pod
el coraje de atestiguar contra los traficantes? mos preguntarnos hasta qué punto se elevará el tributo de . , .e--
de violenc· de d" mtsena,
Queda claro que las diferentes formas de inseguridad, econó- ta ~ inero que la sociedad estadounidense está dis-
mica y física, civil y social, que se manifiestan en grados distintos pue~ta .ª sacrificar en el altar de la inseguridad. Sea cual fue 1
pero pocas veces leves en los diversos segmentos de la sociedad optimismo de 1avo1unt ad" d e que nos armemo• por P · . .re e
difi ·1 " rmc1p10 es
norteamericana, y de las que el gueto contemporáneo es como su c1 no entregarse al "pesimismo de la inteligencia" ( ta ,
mar la exp · ' d R · Pª reto-
encarnación exacerbada, están estrechamente vinculadas entre res1~n e. oma1n Rolland que Gramsci hizo célebre)
ellas y resultan aún más fuertemente imbricadas cuando se ejercen cua~do uno s~ imagina el porvenir que promete esa inseguridad
a través del doble prisma de la segregación racial y las desigualdades a quienes creoeron con ella día a día dentro del hiperg to Qu
de clase, ambas particulannente pronunciadas en las grandes ciuda- sean tantos los jóvenes del West Side que se encuentran ~~~ad e
des abandonadas por el Estado. Es también evidente que desde que en la .econ?mía ;Je la droga y de la depredación violenta, que l~:
[, margi~a. aun n:as pues los conduce hacia un fin más prematuro
..
•" alcanza las proporciones extremas a las que llega en el West Side de
Chicago, la inseguridad se convierte en un verdadero grillete social que trag1co, deja a Ike perplejo e incluso francamente irritado:
y financiero para la ciudad y, en general, para el conjunto del país,
por su desastre humano y el sufrimiento insoldable (y políticamenv ¡Es el tripl_ No lo sé, lo digo: "¡Heyl ¡Pero, compañero éste no
¡,i_
.!. te censurado) que impone a quienes la viven día a día. es el camino a seguir!" y te responden [en un tono 'defensi-
. La supervisión policial de North Lawndale, asegurada por un vo pero finne, como para indicar por sentido contrario que
no pued~n equivocarse después de todo]: "¿Qué quieres que
contingente de 150 agentes, y que busca sobre todo limitar el des-
1 borde de violencia fuera de su perímetro, costaba sólo ella a la haga, dejar la boca abierta y que no sea nada?" Les d' .
"P · · 1go.
ciudad más de 40.000 dólares diarios, aun cuando la tasa de robos ero ya no eres nada de todos modos pocque sólo p d
toma d · , ue es
r os caminos: seis pies bajo tierra 0 la cárcel".
sea allí apenas superior al promedio municipal ( Chicago Tribune,
.i
LW: ¿Lo saben ellos, lo aceptan?
1986: 47). Todos los días, el estado de Illinois entrega al barrio
• l~e: Sí, sf, lo saben: Pero dicen que jamás aceptarán que no
una "subvención" de 247 .000 dólares en concepto de ayuda social,
~en en nada ~n la vida. Par~ un joven del gueto es muy duro,
o sea cuatro veces el importe medio por cabeza en el estado, a lo uy duro. ~i, ser negro, s1 no tienes un título, te dedicas a
que se agregan 13.400 dólares en cuidados médicos gratuitos (o vagar y no tienes adónde ir.
sea cinco veces la media para Illinoi.S). En 1987, Chicago gastaba
cerca de 500 millones de dólares para mantener el orden y 300
millones en gastos de funcionamiento del tribunal penal del conv
rn .
dado. Un habitante de la Windy City consagraba como promedio . .~ 2001, la mnad de las 15.500 personas ptiestas en libertad po- 1- -" ·
600 dólares a su protección personal contra el crimen, mientras n1$ua<:1on ""nlte · · d llli · • .,_ =rru-
.rv nc1ana e nois,trashaberpurgadosupena prove, d Ch"
que el estado de Illinois destinaba un presupuesto de 400 millones ~ago. North Lawndale figuraba ~ la cabeza de los seis distrim's desh~;;da~os l-
egregados--sobre los setenta y stete que componen Ja ciudad- q- • -•iy
de dólares para la construcción de nuevas prisiones. Entre 1980 y ellos al te ' d ,¡,_,acogen.., o
rclo e per~nas con antecedentes que entra en la capital del M" dw
1995, la población carcelaria del estado pasó de 12.500 a 37.000 Otros tres eran los distritos lJ~íu-o~"es y contiguos de Austin, East Garfiel~ p:;~
reclusos, pero el número de condenados negros tras las rejas se y Humboldt Park en la West S1de, Slendo !os dos restantes los barrios vecinos de
Eng!ewood Yde West Englewood en la South Side (La Vigne 81 aL, 200!)).
II.
CINTURÓN NEGRO,
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1
CINTURÓN ROJO

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1
5. Banlieues obreras francesas y gueto negro
norteamericano: de la amalgama
a la comparación

El objeto de este capítulo es aportar algunos elementos de


sociología comparada de las estructuras y los mecanismos de la
marginación urbana en Francia y los Estados Unidos. En función
de ello, se examinará no la sustancia sino el sustrato de los racis..
mos que se manifiestan con aguda virulencia en estas dos socie-
dades desde hace muchos años, el terreno sociológico alrededor
del cual se desarrolla con un vigor particular en uno de los casos,
y en el cual está secularmente enraizado en el otro, es decir, en
las ciudades de la banlieue hexagonal y en el gueto negro de las
grandes metrópolis estadounidenses. De allí que más allá de apa-
rentes similitudes, a nivel de las experiencias vividas día a día por
sus habitantes, y de ciertas tendencias recientes de la economía y
de las estructuras demográficas, la realidad de la discriminación y
la exclusión urbanas muestra alcances y pr-0cesos profundamente
diferentes de un lad-0 y otro del Atlántico.
Para anticipar nuestra tesis: la banlieue, o más bien las hanlieues
consideradas desfavorecidas (en tanto que este término designa
un ente sociológicamente significativo más que un objeto del sen-
tido común, ordinario o político mediático) no son guetos en el
sentido que recubre a esta noción en el contexto norteamerica-
no.1 Por una parte, la incidencia acumulada de la segregación,
la miseria, el aislamiento y la violencia alcanza una amplitud muy
diferente en los Estados Unidos. Por otra, y es lo más importante,
ciudad y gueto son los legados de trayectorias urbanas y muestran

l Señalemos de entrada que aunque es una característica predominante


en las ba:nlimes francesas, lo más importante es su extrema heterogeneidad en el
plano del tejido w-bano y de las actividades económicas antes que su población
y $U composición socioprofe!ional, como !o muestra Soulignac (1993) en el caso
de "la" l>anlit!Uiparisina. Las zonas desheredadas a las que apunta la política de la
ciudad son muy diversas y están muy dispersas.
lDS CONDENADOS DE LA CIUDAD CINTURÓN NEGRO, CINTURÓN ROJO
166 167

criterios de clasificación y formas de "selección" social diver~en­ monografías urbanas disponibles, completadas con entrevistas con
tes: algo que se concreta prioritariamente sobre la b~ ~el origen los expertos gubernamentales y los responsables de la política de la
de clase (matizado por la pertenencia o el aspecto etn1c~) ;~el ciudad de la región parisina, el desentrañamiento de documentos
primer caso, de la pertenencia ~t~?rracial a un grupo h1stor1ca- administrativos, así como una encuesta de campo piloto realizada
mente paria (indiferente a la poslcton de clase) ~n el segundo. En en la ~~licue parisina cercana de La Courneuve entre 1989 y 1991.
resumen, banlieue obrera y gueto negro son Objetos de construc- Su Objettvo no es cerrar el debate sobre la "norteamericanización"
ciones políticas y manejos burocráticos diametralmente opue~tos. de la pobreza en Europa ni sobre los vínculos, estructurales 0
Las brechas que separan a estas dos constelaciones socioespactales co~nturale~, ~ue ma~tiene c~n el aumento del racismo y la xeno-
no surgen sólo del orden cuantitativo sin? m~ ~rofuud~m~nte fobia en el Viejo Contmente, sino, con mayor modestia, contribuir
del mden soci.ohistórico e institucional. Este d1agnosnco no significa a plantear mejor la cuestión de la "guetización" esclareciendo las
en modo alguno que la situación decadente de t.os barrios .obreros principales zonas en común entre Francia y los Estados Unidos. Al
de la periferia urbana francesa no se haya detenorado sen~ente ofrecer los esbozos de un esquema comparativo provisorio y a revi-
luego del cambio posindustrial, al punto de convocar a ~a inter- sar, querríamos ante todo invitar a la mayor de las prudencias en
vención multiforme de poderes públicos mucho más vigorosa Y la transferencia transatlántica de conceptos y teorías relacionados
coherente que la que, ante todo mediática y reactiva, h~- suscitado con la articulación entre dominación racial, relaciones de clase
hasta ahora, 2 ni que se excluya que, a falta ~e una .acc1~~ correc- y estructuración del espacio, y de este modo, ayudar a prevenir
tora sostenida, evolucione en su monwnio hacia una s1tuac1on que se los errores de política pública que podrían generarse en errores
acerque en ciertos aspectos al modelo norteamericano. Simplemen- analí~cos favorecidos por la envoltura político-mediática de que
te, el paralelo con la situación estadounidense, sobre todo cu.~­ es objeto este tema tan confuso como polémico. 3
do toma la forma de amalgama emotiva más que de comparaoo~ En el presente capítulo se establecerá el marco de un análisis
razonada, habrá de oscurecer, en el estado actual de los dos uni- riguroso de las similitudes estructurales y las diferencias funcionales
versos y del conocimiento empírico que se tiene de sus funciones entre el gueto negro norteamericano y las banlieues obreras deca-
y de su funcionamiento, las transform:cio.nes sociales ~e las cuales dentes d~ F~cia, antes de abordar en los dos capítulos siguientes
los márgenes y el corazón de la metropohs norteamencana son, a cuatro d1mens1ones sobresalientes de la vida cotidiana en esos dos
la vez, el lugar, el producto y el símbolo. espacios de exilio: la experiencia de la indignidad territorial, las.
El análisis que sigue se apoya principal.mente, del lado n~rte­ fracturas que organizan las percepciones y las relaciones, la delin-
americano, en una serie de encuest.as reabzadas con una var1a~a cuencia y la violencia, y el rol de las instituciones formales y de
panoplia de métodos (cuestionari?s cuantitativ~s a una amplia las burocracias públicas. Esta comparación término a término nos
muestra representativa de los habitantes, entrevistas en profun- pennitirá reformular en la tercera parte del libro la cuestión de la
didad con una submuestra de residentes y empleadores locales, marginalidad urbana en las orillas del nuevo siglo y exorcizar, de
análisis de las estadísticas oficiales, observación participante Y una vez por todas, el espectro de la "norteamericanización" de la
etnografia del barrio) en el gueto negro de Chic~go e~~e 1987 Y ciudad europea.
1992; por el lado francés se apoya en una lectura s1stemat1ca de las

3
2 La misma decadencia estructural ha golpeado a los barrios obreros de las Los mismos errores de diagnóstico sobre la naruraleza del gueto negro,
ciudades industriales de otroo países de Europa Qacquier, 1991), corno el Reino ad~más de una relación de fuerzas políticas desfavorable, han llevado a equivo-
Unido, Holanda y Alemania, tras el aumento súbito del desempleo de tai:?º plazo cac1ones groseras y, por lo tanto, al fracaso estrepitoso de las políticas urbanas
y sus efectos destrnctivos en el tejido urbano a partir de finales de la decada de destinadas a mejorar la suerte de su.s habitantes h1ego de las sublevaciones de los
1970 (Cross, 1992; E.nghersen et al., 1993; Kronauer et al., 1993). años sesenta (Harris y Wilkins, 1988).

flr,
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.
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168 LOS CONDENADOS DE U,. CIUDAD CINTURÓN NEGRO, CINTURÓN ROJO
169

El pánico moral de las "cités-gueto" 1 de una imaginería de origen presuntamente norteamericano {Chi-
cago, Harler_n, el Bronx, «gangs ", etc.) para sugerir, de manera más
Desde hace alguno& años se asiste en Francia al crecimiento de o ~enos a~n~ulada, que la condición de los habitantes de los com-
aquello que el sociólogo sudafricano Stanley Cohen (1972) llama plejos de viviendas sociales alejados se parecía cada vez más a los
un pánico rrwrol respecto de las banlieues.4 Hasta hacía muy púCO no abando~a¿os centros de la ciudad de los Estados Unidos.
interesaba en el gran mundo, tanto en el microcosmos de la política . I_nsp;randose en los trabajos recientes de la escuela "construc~
como en el de los medios, el universo banal y gris de las zonas des- c1on1sta norteamericana, que han hecho mucho para hacer avan-
'' heredadas de la periferia urbana, y menos aún en el terreno de la zar la_ comprensión de la lógica específica de producción de esia
1
investigación. En el lapso de una breve década, sin embargo, a causa especie de artef<;;ctos fundados en la realidad (cumjundamenta in
ra) qu~ son los pr~ble~s de la sociedad", habría que analizar
i del cambio de clima político provocado por el avance del Frente
Nacional y de una Serie de episodios y acontecimientos de natu- los proce~os de fabr1c~1ón de la banüeue como problema social,7
1 raleza y gravedad diversas como peleas entre jóvenes, agresiones, <i,ue ~onc1tan la atención de los especialistas -administrativos 0
k racistas o no, tensiones entre familias de orígenes diferentes que ctennficos- y convocan la intervención concreta o virtual de los
).!
viven en los grandes barrios, esca.ramuzru; o enfrentamientos abier- responsa?le~ políticos; por qué ha llegado este objeto de contor-
tos entre bandas locales y la policía, manifestaciones contra el dete- nos desdibujados y de geometría variable, que está bien armado
1 rioro continuo de las viviendas y los equipamientos colectivos de los para abarcar l~ intereses ideológicos contradictorios a que apela,
1 complejos HLM construidos con apuro en los años sesenta, movili- a o_cupar la primera fila en la "arena de los problemas sociales"
zación de los jóvenes beuri', etc.; alas cuales, por razones que les son !H1lgartner y Bosk, 1988); cuáles son los agentes que han traba-
¡ en parte propias, los medios dieron una amplia cobertura, las cités jado para que se la reconozca como tal y con qué objetivos; qué
se convirtieron en uno de los principales temas de preocupación estratagemas y estr~tegias retóricas se han desplegado y con qué
de periodistas, políticos y especialistas en cuestiones urbanas. Este efectos, deseados ~ inesperados, positivos o perversos; y quién, al
súbito ascenso de la banlieue en la jerarquía de los acontecimientos final de este trabajo de producción colectiva siempre reiniciado
considerados de actualidad estuvo acompañado por la promoción- puede a~pirar a la "propiedad" del problema.a Nos conformare~
descubrimiento del tema del gueto 6 y, con esto, del florecimiento mos aqu1 con esbozar, con trazos gruesos y sin pretensión de ser

~ "Surge una condición, un episodio, una persona o un grupo, que se ven nuevo corno po_dría parecer en un prtncipio, como Jo muestran Christian Bach·
definldos corno una amenaza para los valores y los intereses de la sociedad. Su mann YLuc ~er (1989) en su análisis de la c.:onstrucción mediática de la ciudad
naturaleza es presentada bajo una forma estilizada y estereotipada. Editorlalis- de Q.latre ~1Ue en La Courneuve. Pero, en ténninoo cuantitativos, el contraste en
tas, obispos, políticos y otras personas bienpensantes arman barricadas morales. la frecuencia de su uso en los medios domínantes entre comienzos de la déc da
Expertos oficialmente autorizados enuncian sus diagnósticos y soluciones. Se ela-
boran y {lo más frecuente} se despliegan formas de baeerles frente. Luego la
categoría en cuestión se desdibuja, se hunde o se deteriora y se vuelve más visible"
de i;so_ y 1990 es amplio y está muy expandido.
.
par-4 una vanada gama de estudios sobre casos ilustrativos
ª
Veans~ Spe<.:tor Y Kitsuse {1987), para un panorama teórico, y Best (1989), l

(Cohen, 1972: 9). Tres características definen un pánico moral: la rapidez y la
8
Joseph Gusfield (1981) muestra, a partir del eje~plo del alcoholismo '
desproporción de la reacción pública al fenómeno; la elección de un ~demonio al volante, que el pro~eso de producción de un "problema de sociedad" suele
popular~, es decir, una categorla considerada respon~able del mal colectivo en acabar en el otorgamiento de una especie de derecho de «propiedad" que se
cuestión, y el aumento de la hostilidad hacia esa categoría culpable. Se encontrará reparte entre los agentes en competencia que lograron definir con autoridad su
una reseña teórica y empirica de las principales investigaciones inspiradas por esta ~~~raleza y sus remedios. En el caso de las banlieues ~en crisistt, el predo~jnio
1 1
idea en Goode y Ben-\l.>huda (1994), n 0.al acordado ª.los urbanólogos, educadores y especiali.'ltasen lo social fue muy
~ NombI"e que se da a las personas de origen árabe. [T.] pronto resquebrajado por el discurso policial y la cristalización de una industria
6 Haltría que matizar: el tema de la "guetización" de las hanlieues no es tan floreciente de los consultores privados en "seguridad urbana~.
..,,f>
170
WS CONPENAOOS DE LA. C.JUDAD 'i[ CINTURÓN NECRO, ClNTURÓN ROJO 171

l•
1
exhaustivos, su imagen en el reciente debate público, detenién~o­ süciales, que consiste sobre todo en que, apoyándose unos a otros
nos en algunos ejemplos sobre.;;alientes dentro del discurso per10-. ' > y adheridos a las ideas de la doxa política del momento que com-
dístico, político-administrativo e intelectual. , . .
El núcleo de esta nebulosa discursiva mixta esta constttu1do
por aquello que ha alcanzado características de verdadera ca~pa­
¡ parten con los responsables de los partidos establecidos y de los
altos niveles de la función pública, cada órgano de información
"encuadra" sus notas sobre las de sus competidores y deposita allí
ña, agitada por las revistas y los diarios, alreded~r de la ~rec~ente
amenaza que plantearían las banlieues y su corteJO de pr1va~1oi:es

:.
·.
una parte de sus materiales y de sus esquemas interpretativos. De
allí la convergencia de los "análisis" periodísticos del fenómeno y
y vicios, de desesperación y desesperanza, para el orden pu~l1co \ de su concomitante aparición sobre la escena de la "actualidad",
r
y la integridad de la sociedad nacional. ?ausa consec~encta de destinadas a producir un fuerte "efecto de objetividad», io al punto
este envase mediático, está muy extendida la tdea segun la cual que el gobierno se sintió obligado, durante la primavera de 1991,
las cités obreras en decadencia están al borde del estallido per~
manente y nadan en la anomia a causa de una combin~c.ión sin f
1
a tomar una serie de medidas urgentes en previsión y prevención
de un ''verano caliente". ¿No le dedicaba Le Nouvel Observateursu
precedentes de aislamiento geográfico, deterioro ~e la vivienda y ! valiosa tapa del 20-26 de junio de 1991 a un "Especial banlieues:
concentración de "inmigrantes". Fundada o no, la idea de que ya. antes del incendio ... "? Esto antes de que se pusiera a discusión
son "guetos étnicos~ (versión dura) o en camino a se.rlo (versión una "ley antigueto" cuya aplicación sería explicada como poco
blanda) parece ser compartida, con unos pocos manees, por ~os menos que un "plan Marshall para los suburbios".
grandes órganos de información, los dirigentes de las: burocracias Las citas podrían multiplicarse al infinito. "Llamemos a la tra-
encargadas de la gestión cotidiana de esos complejo~ urbanos, gedia de Vaulx-en-Velin por su nombre", escribe L'Express en un
ciertos representantes de las poblaciones afectadas e incluso un arcículo titulado "La pudrición de las banlieues" (11 de octubre de
buen número de investigadores. 1990, el destacado es mío): "una revuelta urbana a la norteamerica-
La prueba de ello se encuentra en la epidemia de artículos
na, la revuelta de un gueto social que reúne a un 50% de jóvenes,
con títulos alarmantes y alarmistas, del estilo "Historias del gueto",
20% de desocupados sobre 45.000 habitantes". Algunos meses
"Viva el gueto", ''Estas banlieues donde lo peor es posib,~e", in~:
9

antes de ese episodio, Politis (8 de febrero de 1990) se inquietaba


ciada a comienzos de la década de 1980 con los famosos rodeos
ya por una "evolución a la norteamericana" que llevaba directo''
del barrio de Minguetes en Vénissieux y la muerte del peq~e~o
a la instauración, en los suburbios del hexágono, de un "apar-
Toufik en la zona de las Quatre mille en La Courneuve, en JUho
theid blando". Incluso una publicación tan cuidadosa como Le
de 1983; tal epidemia se aceleró y amplificó bruscamente ln_ego
Monde entró en la variante. En el número de febrero de 1991 de
de los incidentes de Vaux-en-Velin durante octubre de 1990, diver-
sus Dossiers et Mcuments consagrado a ~La ciudad y sus suburbios",
samente calificados por la prensa cümo "disturbios", "revuelta",
"sublevación" (como se dice de una población sometida) e incluso el diario de la me des ltaliens se inquietaba a causa de una "inmi-
i ''verdadera guerrilla urbana". Luego, los profe~s de la catástr?fe gración mal manejada que toma la forma de 'guetos étnicos' y de
no han cesado de multiplicarse, según una lógica muy conoc1da bandas de jóvenes organizadas 'a la imagen de los adolescentes
1
k por los analistas de la construcción mediática de los problemas de Los Ángeles o de Harlem que los fascinaron en películas de
culto como Warrior.s o Calor.s~' (Le Mande, 1991). Y el ministro del.

9 En L'EWnement d-ujlrndi,, 10-16 de mayo de 1990; Politis, 8 de febrero de


10 E~te proceso de autoentrenamiento es analizado por Joel Brest (1990)
1990, y ú FigQ;TQ, 9 de octubre de 1990, respectivamente. Se podria citar u~a
buena cantidad de artículos y demostrar que l-0s temas, imágenes y advertenaas a propósito del "problema" de los "niños víctimas" en loo Estados Unidos, y por
Jamadas por unos y otros son n-0tablemente homogéneos a través de revistas Y Craig Reinennan y Harry Levine (1997) respecto del pánico en torno del "crack";
diarios identificados con la derecha y la izquierda. véame igualmente los anális.is de Patrick Champagne (l 993).

'i·
LOS CONDENADOS DE lA CIUDAD CINTURÓN NEGRO, CINTURÓN ROJO 173
172
ya se dijo que.estaba en ellas (Bourdieu, 1982: 157-161) uede
poderoso en el e··~ d e po bl'aciones
Interior se ocupó en persona de tranquilizar a lo que seguimos lla-
revelarsed particularmente
' P.
mando la opinión pública al declarar, con gran estruendo y poco a..:>U

costo, que su gobierno no permitiría la eclosión del "Bronx" en que, a emas de s~ marginación, sufren por estar rivadas del
control de su propia representación pública. P
las cités francesas. 11 En fin, al i~a_J que para la inmigración (Noiriel, 1988: 124)
Para evitar cualquier ambigüedad, precisemos que no se trata
de ninguna manera de reducir el "problema" de las zonas peri- 1estamos en cond1c1ones
b nlieues - de pensar que la mayor VISI "b'l'd d
t 1 a actual de
'
as a as1 como su menor legibilidad se ex lican en
del. número y de la dispe~·,
.... • n d e 1osp agentes
0
féricas sólo a la construcción simbólica de éste, que efectúan la
el
· aumento
- ' que
parte, por
tiene
prensa y la televisión. No e:xiste duda alguna de que la realidad
objetiva de las desigualdades urbanas y su distribución en el espa- tnteres profe~1o~al en su existencia y en su problematización. n
cio han cambiado de manera significativa luego de la ruptura his- . Este crec1m1ento debe, a su vez, ponerse en relación con una
tórica de mediados de los años setenta, y que la miseria social y el sene de transformaciones culturales y políticas entre las 1
hallan: ' cua es se
malestar cotidiano de los habitantes de los barrios populares des-
heredados han ganado en profundidad y en intensidad, aunque 1) El lu.gar predo:ninante que ocupa hoy la escuela dentro
más no sea por el crecimiento inexorable de la desocupación y de del s1st~ma de instrumentos de reproducción o de movili-
las diversas formas de subempleo ligadas a la "flexibilizacíón" del dad social de los grupos que estaban hasta hace mu oco
mercado laboral (Boyer, 1986) a lo largo de una década que estu- muy s~gregados,y sobre todo los niños de las frac~i~nes
vo marcada, adicionalmente, por una celebración sin precedentes precarizadas de las clases populares que justamente están
de los valores monetarios y del "éxito" individual, y además bajo la concentradas en distritos de mala fama.
dirección de gobiernos socialistas. Se trata en principio de cues. 2) La ~~l~plicación de los medios y canales de comunicación
tionar la apurada ecuación entre transformaciones del discurso y me~1atlca c~~ ~a aparición de nuevas cadenas privadas de
transformaciones de lo real, y subrayar la enorme separación que ~d~o y teleVISton y la proliferación de publicaciones espe-
puede existir entre un fenómeno social y su proyección mediá- c1al:zad~s, todas orientadas a la búsqueda de la áx.
tica. 12 Hay que recordar que lejos de reflejar, aunque sea bajo audiencia. m tma
la forma de un espejo deformante, Jos movimientos de la socie- 3) La descentralización de la administración
h t ·d pu, bl'ica que ·
dad, las representaciones que circulan en el campo periodístico a en1 o como efecto otorgar a una cantidad de nuevos
contribuyen a dibujar la realidad, en la medida -que nunca es agentes una .parcela de autoridad a negociar en relación
mínima-- en que influyen sobre la manera en que es percibida, con las cuestiones urbanas.13
manejada yvivida tanto por los responsables de la administ.rflción
de los "problemas sociales" como por aquellos que son loS des- ¿No s~rá.La temática de las ~ciudades.gueto" más que uli discur-
.,, '
:? de pf:e~~dtstas p~a periodistas que permite generar sensaciona~
tinatarios de sus intervenciones. El 'efecto bien conocido de la >·
'
,1¡
ismo, a nc:rr a baJO costo un exotismo local para vender ejem la~
.J. profecía autocumplida que se observa cada vez que un discurso es
investido del poder de hacer suceder en las cosas eso mismo que res? No es solo esto, pues los políticos y parap~líticos
(miemtros

13 Bo~ieu (1991: 84-94) brinda una visión "desde adentro" del entram d .
11 Declaración publicada en París Match, de fecha 15 de junio de 1991, y
de la relac1on de competencia y . ªo
convertida en titulo de tapa. desde la burocracia en t1na ciuda:~~~:t:,;;;i::eep:;e. entre q uienes intervierien
12 Es recomendable la lectura del análisis paradigmático de Martín Sánchez- I" d ,_ . sma en e1 mru-co de la nueva
po !ti.Ca e"" ciudad. Bachean y Le Guennec (1996) trazan el am .
Jankowski (199'4) del caso de las pandillas de las grandes metrópolis norteameri-
canas, donde se estudia además cómo se importaron luego a Francia (Wacquant, ~¡~:~:~lazado burocráticos de los dispositivos puestos en march~~~s~m~~:i~ ¡:
1994). '"1
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LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD CINTURÓN NEGRO, CINTURÓN ROJO
174 175

de los grandes cuerpos del Estad-O, gerentes de las administracio~ afirmar ---sin que se se~a demasiado bien en qué criterios se apoya
nes, dirigentes y animadores de asociaciones y grupos de presión para hacerlo- que existen en el territorio nacional no menos de
interesados en cuestiones relcu:ionadas con la ciudad) retoman ese "600 guetos_" ;iue a1bergan a "dos millones de personas que viven
discurso como propio y lo alimentan con sus propios aportes. Nos en la exclus10~ total y a entre 5 y 6 millones de 'frágiles"' que, a
conformaremos con tres ejemplos significativos. El primer balance causa de su misma vulnerabilidad, están a punto de abismarse en
del programa de Desarrollo Social de los barrios, publicado por La la "guerra civil" de la cual la ''Francia-banlieue" estaría preñada.15
Documentation Fran\'.aise en 1988, asigna a ese vasto emprendi- Tampóco se quedan por fuera los investigadores de las ciencias
miento urbano el objetivo de poner un coto a los "fenómenos de sociales -refuerzo coherente con el proceso de oficialización del
guetos y (a los) riesgos de explosión a los que induce" (Lenoir et problema, a la vez e? su con~nido y en sus efectos, y que sirve para
al 1989: 31).1 4 Éste es un punto de vista compartido por algunos qu~ ~a ~epres.entac1ón mediático-política pueda adjudicarse una
representantes (reales o presuntos) de las poblaciones afectadas, leg1tun1dad científica-, quienes contribuyen a inflar este discur-
como Farid Afchoune quien resume esa vasta temática en su libro, so es~mulando la analogía salvaje con los Estados Unidos. Así el
generosamente salpicado de argot, Nés en banlieue, de la siguiente de,~ografo Hervé Le-Bras ( 1989) pone en guardia a Eufopa contra
manera: la .tr~pa norteamericana" que representa la formación, según él
ya 1n1~1ada en ~uchos países del continente, de "guetos" étnicos.
Lo peor todavía no ha llegado; no es sólo la violencia sino el
El soc1ól°?_? Alam Touraine se muestra aún más asertivo y urgido
riesgo de una ola de constituci6n de "guetos" a la norteameri~
cana -largo tiempo denunciada- lo que amenaza a Francia. en su alus1on a lo que llama el "síndrome norteamericano":
La tentación del Islam como refugio y el fenómeno de las
bandas son sus signos precursores (Afchoune, 1991: 173). Nos deslizamos velozmente hacia el modelo norteamericano
[... ]Vamos h~i~ la fonna más dura de segregación, el gueto
De la misma manera, ya no tomamos en cuenta a los alcal- [... ] Dada la log1ca general de incremento de la segregación,
des que se empeñan en invocar el espectro de los ~barrioo-gueto" podemos esperar que nuestras grandes ciudades tomen el
camino de Chicago.16
ya sea para poder justificar ex post una política de organización
urbana emprendida por razones muy diferentes o, a la inversa,
para disfrazar con una intencl6n falsamente generosa el rechazo
a la implantación de viviendas sociales en su comuna, o bien para 15
. _ En una entrevista incluida en el dossier a color titulado "Racismo: investi-
reclamar la instauración de una policía municipal que refuerce gac¡on sobre la segregación en Francia" aparecido en LeNr:!U1Jlll Obseroatntr. 22-28
la vigilancia de las poblaciones confinadas en las zonas con pro~ de marzo de 1990. '

I' .De todos ~odos, Alaín Touraine parece revisar esta oPiní6n en un artí~lo
15
blemas. Pero el premio mayor le corresponde, sin dudas, al arqui-
tecto Roland Castro, fundador y mascarón de proa de la misión postenor aparecido en Le Monde (1991) bajo el título de "·Ha peo:fd F · ¡
cab ,. do d 'be " ~ i o rano.a a
eza,, , n e escn : Prácticamente no hay guetos en Francia -a excepción
Banlieu.cs 89, lanzada por el Elysée en 1983 para dirigir la recupera~
d:, los caa:ip~ de f~a de los harkis- sino zonas con fuerte pre~ de pobla-
ci6n del hábitat popular en los contornos de la capital y construir cion de d1s11n~s ongenes extranjeros, lo que es muy diferente". Pero en ocasión
¡·,,,··.·

"banlieues tan hermosos como las ciudades". Castro no vacila en de. un.a entrevisla o.torgada a la revista Sciences Humaines ese mismo año. vuelve al
latiguillo de la denva ~stadounidense: "Vivimos en una sociedad que ya no está ,I·'
es~turada por relaaones de producción, en una sociedad a la norteamericana
14 Otro ejemplo sobre este frente: la Ley de Orientación de la ciudad vota- d~n1da por el consumo, por oposición a una sociedad estructurada por él con-
da por el Congreso en 1991 se conoció paralelamente como '1ey antigueto~; se flicto de c~es [ ... ] El ~ema de la exclusión o la integración ha reemplazado al de 1
suponía que el énfasis del nombre daba la idea de una fuerte determinación de la clase so~. Ya no. existe una visión piramidal de la sociedad. La discontinuidad ,'
la repre11entación nacional para detener el incendio. con la realidad nos impone la idea de gueto" (Touraine, 1991: 13).
•I

",,'
176 LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD CINTURÓN NEGRO, Cll'.TURÓN ROJO
177

y todo sin recurrir nunca al menor estudio empírico o dato gen no europeo) y su descendencia del lado francés- y se trata
estadístico, pues la unanimidad entre periodistas, políticos y res- de enclaves que son considerados claramente como tales, tanto
ponsables administrativos q~e apelan al términ~, alcanza desde por quienes viven en ellos como por aquellos que huyen de ellos
ahora para establecer la realidad de esta segregac1on. Se verá que o les_ temen. Se sabe que la concentracíón de extranjeros en las
semejante asimilación es engañosa de muchas maneras, o sea, peli- banlieues de la región parisina tiende a reforzarse (Leray, 1989:
grosa. Parte al mismo tiempo de un desconocimiento del gueto 94-98). Así, el porcentaje de no nacionales en la población de La
negro norteamericano y de su trayectoria (sobre todo durante el Courneuve se ha duplicado desde la década de 1960, pasando del
período posterior a la revolución de los derechos civiles y a las gran- 11% en 1968 al 25% en el censo de 1990. Los afroamericanos
des revueltas de los años 1964-1968) y de un diagnóstico incomple- detei:itan desde el origen un monopolio exclusivo en el perímetro
f to y erróneo de la "crisis" de las banlieuesobreras francesas. del cinturón n~~ro, y los sectores limítrofes al gueto acogen cada
,¡ vez menos fam1has blancas a medida que se consolidan las "zonas
'
F
tapón" pobladas principalmente por familias de origen llamado
l Las banlieues no son guetos a la norteru:nericana hispano (puertorriqueños, mexicanos y otros latinoamericanos).
¡;,. De un lado y otro del Atlántico, eités y guetos han conocido
¡·<
La comparación empírica entre el gueto de Chicago y las citis una clara despoblación a lo largo de las últimas décadas. Así, el
1 complejo habitacional de Quatre mille en La Corneuve ha perdi-
de los suburbios parisinos, tal como se los puede caracterizar a
f¡\ través del sitio "ejemplar" de La Courneve, 17 deja aparecer cierto do cerca del 15% de sus habitantes entre 1975 y 1982, mientras
r:·-' número de paralelos que parecen a primera vista apoyar la tesis que la población de la comuna disminuía un quinto entre 1968 y
1988. Se observan fenómenos de amplitud comparable en muchas
de la convergencia. Los agruparemos para tacilitar su exposición
bajo dos criterios, el de la morfología social y el de la experiencia
!
¡ zon~s obreras del cinturón rojo parisino o en las antiguas ciuda~
vivida junto a las representaciones de sus habitantes. des industriales de provincia. Del mismo modo, el corazón de los
guetos norteamericanos ha visto desmoronarse sus poblaciones
aun cuando se extendieran sus fronteras. Luego de que su pobla-
Las similitudes aparentes en 'la evolución morjológi,ca ción se hubiera más que duplicado entre 1930y1950, al punto de
y 'la vivencia de las poblaciones..• alcanzar un tasa de sobreocupación de viviendas digna del Tercer
Mundo, después de la guerra (Hirsch, 1983), el centro histórico
Primera semejanza, la de las tendencias recientes de las estruc- del South Side de Chicago se vació de habitantes en el curso de las
turas demográficas y económicas. Es innegable que se observan tres décadas siguientes: eran cerca de 200.000 en 1950 en los tres
muchos desarrollos comunes a nivel de la composícián, de la distribución distritos de Grand Boulevard, Oakland y Fuller Park, contra sólo
{ ' y de la dinámica de las poblaciones afectadas. En principio, banlieue 100.000 treinta años más tarde y menos de 70.000 en 1990.
y gueto tienen en común ser enclaves con fuerte correen tración Las estructuras por edad y la composición de los hogares de
de "minorías» -negros del lado norteamericano, inmigrantes (es las banlieues ?breras del hexágono y del gueto estadounidense pre- :¡
decir, inmigrantes fenotípicamente identificables como de orí- sentan un cierto número de distorsiones que no tienen relación '
con su entorno urbano inmediato. La lectura de las pirámides por :i'
11La C..ourneuve es una especie de tipo ideal concreto del ~territorio obrero"
edad del South Side de Chicago muestra una brecha pronunciada li
tradicional en descomposición que presenta bajo una forma acentuada la mayoria en las categorías intermedias: se cuentan allí al mismo tiempo .rpás
de las caracteristii:as de la banlii:ueen problemas. Para una sociología comparativa jóvenes (cerca de la mitad de los habitantes tiene menos de 20
más detallada del barrio de Woodlawn en el gueto de Chicago y de la ciudad de años) y más personas ancianas que en el conjunto de ta población
Qautre rmlle, véase Wacquant (1995a), negra de la zona. Lo mismo ocurre en Quatre mille en La Cour-
178
LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD
T.
...

CINTURÓN NEGRO, Cll\'TURÓN ROJO 179

neuve, d onde los ¡"óvenes representan el 46% de los pobladores


(contra el 20% para toda la ciudad). Además d~ ~n numero e e-
,

vado de niños por hogar, la estructura de las fam1has muestra una


fuerte sobrerrepresentación de familias monoparentales a un lado
y otro del Atlántico. .
Si estos barrios sufrieron semejante hemorragia demografica
,
l

l
..

¡
muy fuerte asociado al hecho de residir en un espacio considerado
como un lugar de relegación y convertido en sinónimo público
de fracaso, miseria y delincuencia. Los habitantes de La Courneve
están dispuestos a compartir las representaciones mediáticas que
describen a Quatre mille como la "ciudad del miedo'', "el basurero
de París", una 'Jaula de locos~ o una "reserva" (Avery, 1987: 13).
se debe en principio a que fueron despojados de sus actividades Para muchos jóvenes en particular, la urbanización es un univer-
económicas y a que les tocó sufrir la subida acele~ del desem~ so vergonzoso (el adjetivo que usan con mayor frecuencia para
pteo ligado a la desindustrialización de las economlas avanzadas. describirlo es el de "podrido") que hace pesar sobre toda su exis-
Entre 1968 y 1984, La Coumeuve perdió más de ~0.000 d': sus
18.000 puestos obreros mientras que durante el mismo per~~do
!! tencia una especie de fatalidad que no es tacil ignorar, dado lo
omnipresente y tenaz que resulta el desprecio que rodea a todo el
el número de empleos industriales en el conglomerado pans1no banio. Un joven que ha abandonado hace poco los edificios bara-
disminuía en 280.000 (o sea menos del 20% entre 1968 Y 1982). ' tos de Quatre mille da vía libre a su cólera cuando se le pregunta
l El anciguo feudo de Waldeck-Rochet posee desde hace va~ios años si aceptaría regresar y vivir luego de la renovación en curso:
1 una de las tasas de demanda de empleo más altas del pa1s: sobre-

lt pasaba el 16% en 1986, o sea casi dos veces la media de la re~ión


Ile-de-France, fecha en la cual se acercaba al 30% en q.uatre m1lle,
Del mismo modo, se ha visto en los capítulos anteriores q:1e el
porcentaje oficial de desocupados en el South Side de Chtcago
Para nosotros, regresar allí es sufrir un insulto más. Las Qua-
tre mille son el insulto. Se lo toma como una bofetada en la
cara. Y luego está la miseria, por lo menos puedes elegir tu
miseria. Hay más o menos miserables. Es odioso y vergonzoso.
1
oscilaba en 1990 entre el 25% y el 45% según los sectores, o sea de Para mucha gente, las Quatre mille son una vergüenza. La
cinco a nueve veces la media municipal. La tercerización de la eco- vergüenza (Euvremer y Euvremer, 1985: 4).
' nomía y la reubicac.ión de las actividades indu.stri.a;es (e~ la .P~ri­
[ feria urbana, los Estados del sur donde la legislacton social hm1~
severamente los derechos sindicales, y en el extranjero, en los pru.-
Esta visión no es unánime: muchos residentes de los suburbios
permanecen apegados a su barrio, sobre todo los de mayor edad.
ses con mano de obra barata) golpearon a Chicago aún con más y aquellos para quienes el acceso al HML implica una mejoria
fuerza que el fenómeno equivalente en la región parisina, pues de su alojamiento, por lo que buscan defenderlo contra la visión
ta capital del Midwest registró una pérdida de 269.000 empleos despreciativa del exterior. 18 Pero todos coinciden en reconocer
industriales y de 110.000 puestos en el sector de la distribuc~ó~­ el desastre que golpea a los habitantes de los grandes barrios en
entre 1963 y 1982 (Wacquant y Wilson, 1989). Estos cortes drasu- decadencia.
cos en el tejido industrial se tradujeron en un desastre del empleo Se encuentra este mismo sentimiento de inferioridad y de
en el sector secundario dentro del gueto: de 36.000 en 1950, el indignidad colectivas dentro del gueto estadounidense, algo que
número de obreros del cinturón negro del South Side cayó a 5.000 aumentó luego del éxodo de las familias de clase media y obreras
en 1980. Gueto y banlieueson, entonces, dos territorios devastados estables que se fueron a poblar los barrios limítrofes abandonados
por la desindustrialización donde tienden a concentrarse po~la­
ciones étnicamente marcadas y a acumularse desempleo Y bajos
ingresos, por lo tanto pobreza y dislocaciones sociales._ 18 Este apego se revela 8obre todo durante los operativos de destrucción de
barreras y de perimetrO.'l realizados para "recalificar" lo.s barrios degradados. Los
Segundo punto en común importante eni:re banlieue Y_?~eto residentes expresan entonces una viva noslalgia, un lamento teñido de amargura,
(sobre el cual se regresará con mayor profundidad en el prox.1mo de perder así los edificios que file ron también nudos de solidaridad ye! .soporte de
capítulo): la atmósfera espesa y opresiva que reina en ellos y el estigma su his«:>ria individual y colettiva.
180 LOS CONDENADOS DE 1A CIUDAD CINTURÓN NEGRO, CINTURÓN ROJO 181

por los blancos. No viven en el corazón del cinturón negro más no vacilan en exiliar a sus hijos en casas de parientes que residen
i que los sectores más desposeídos de la comunidad afroamericana en los suburbios o en las zonas rurales del sur para protegerlos de
:- (Wilson, 1987). Se ha señalado en el capítulo 3 que más del 80% los peligros cotidianos de la calle.
); de los residentes del South Side y el West Side de Chicago consi- La similitud entre las reacciones de los habitantes de los barrios
fi deraba a su barrio como "malo o muy malo" y que las tres cuartas alejados y del gueto en decadencia a este respecto se explica por
partes de ellos deseaban mudarse lo antes posible. El gueto se ha el hecho de que pertenecen a categorías dominadas, relegadas a
11 convertido en un lugar vergonzoso cuya simple mención sirve para
P- territorios penalizados y penalizantes situados en lo más bajo de
I,., evocar imágenes de droga, violencia y disolución moral y social. El la jerarquía simbólica de los barrios y cargados con un estigma
sentido de apego ambivalente ligado al orgullo de tener un territo- residencial que resulta aún más fuerte al aumentarse y expandirse
1
i rio e instituciones propias que ofrecen protección y posibilidades el discurso vituperante sobre las "ciudadeirgueto" del lado francés
1! de ascenso en la jerarquía interna del gueto, que se expresaba en y la retórica degradante de la underclass, del lado norteamericano
1: los años cuarenta con el apogeo de Bronzeville (Drake y Cayton, (Bachmann y Basier, 1989; Kornblum, 1984; Waccjuant, 1992a).
'.-¡' 1945; 1993: 383-397) ha desaparecido para dar lugar al rechazo y De la homología entre las posiciones que ocupa cada uno en el
a un amargo distanciamiento. 19 Éste es el modo en que un joven espacio social y físico de sus países respectivos se desprende la
de Woodlawn describe la principal avenida de su barrio, duran- homología de sus puntos de vista, pues son opiniones tomadas a
te mucho tiempo una de las arterias comerciales más activas del partir de lugares similarmente situados en la estructura de esos
South Side, reducida hoy a un corredor de construcciones rotas espacios (Bourd.ieu, 1987).
o abandonadas:
Tienes putas, tienes pandillas, tienes vendedores de droga, ... que enmascaran profimila.s diferencia.s de escala, estructura
quiero decir están en todos los barrios, digo que están aquí, y función
pero mira con todo lo que te encuentras en la esquina. Yhace
temer por los chiquillos del barrio porque todos los modelos Pero estas dos agrupaciones de puntos comunes esconden dife-
que tienen para admirar son esos. Tipos como aquellos que se rencias estructurales yfuncionales tales que no. tenernos derecho a_
pasan el tiempo en eso, ésos son sus modelos[ ... ]. Ves cómo
pensar que existe en esto una simple convergencia de apariencias,,
esos tipos en la esquina han desperdiciado sus vidas y no les
y que estamos a punto de comparar dos ejemplares urbanos de
importa nada saber para dónde va su vida. ( ... ]La gente que
no conoce esa esquina viene aquí, ve eso y lo primero que especies diferentes. Señalaremos aquí brevemente cinco de esas
dice es [frunciendo el cejo] 'Wow! No me bajo del coche, no diferencias que, en conjunto, prueban que aunque las deshere-
me bajo del coche. No quiero que mis hijos queden expuestos dadas banlieues y el gueto negro estad~unidense son ambos ~agru­
a esto", !oves. pamientos obligatorios" (Pétonnet, 1982: 126) que acumulan des-
ventajas económicas, dislocaciones sociales y una imagen etnizada
Hoy, el primer indicio y símbolo del éxito en el gueto es aban- y desvalorizada, el modo de (re) producción de esos agrupamien-
donarlo y el deseo más caro para las madres de familia del South tos, su composición y el tipo de presión de laque son resultado no
">,- son ni de la misma naturaleza ni de la misma escala.
Side es ver que sus hijos escapan lo más rápido posible. Algunos
, , \',

l. ECOLOGÍAS ORGANlZAClONALES DIFERENTES


, ,•{·"
19 Esta amargura encuentra una expresión patente en las canciones de rape- ,¡-,,,,
ros como Nigger With An Attirude yPublic Enemy Number One (y sus rivales del Desde la perspectiva del tamaño, asimilar gueto negro norte-
habitualmente llamado gangsta rap) cuyos nombres artísticos dicen tanto como los americano y ciudades hpcagonales equivale a equiparar peras con
textos sobre la fuerza de la e<;uación :Joven del gueto"'peligro"). manzanas. Hay que saber que, r10 obstante su empobrecimiento,
LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD CINTURÓN NEGRO, CIN1'URÓN ROJO 183
182

el gueto de Chicago cuenta hoy con alrededor de 400.000 habi- fóbica de su HLM.~ 0 No han desarrollado una red de instituciones
tantes y se extiende por varios kilómetros cuadrados; los de Nueva paralelas que les sean propias y que les permitan suplantar la caren-
York (en los sectores de Harlem, en East New York y Brownsville cia de esas instituciones externas de las que est.án alejadas.
en Brooklyn, y del South Bronx) albergan cerca, de un millón de Por el contrario, el gueto norteamericano no es una simple
negros y los de South Central y Watts en.Los A:ngeles (e inclu- concentración residencial de familias pobres relegadas a un hábi-
so Cornpton en el sur) a varios centenares de miles de personas, tat vetusto y aislado, sino un continente en el que se encuentra
sin contar a los latinos y otros inmigrantes de color, cada vez más una división social del trabajo propia y una (relativa) autonomía
numerosos, fuertemente segregados en sus barrios étnicos y cuya institucional que lo hace funcionar por sí mismo. A la manera de
condición social suele ser también muy precaria. Medidas desde una verdadera ~ciudad negra dentro de la ciudad", 21 el South Side
esta perspectiva, las cités francesas más masivas, las de la pequeña de Chícago contiene toda una red de organizaciones propias del
corona parisina, de la periferia de Lyon o de los barrios del norte grupo segregado-comercios y oficinas de crédito, escuelas e igle-
de Marsella, poco pueden hacer. En 1982, Quatre mille albergaba sias, medios de comunicaciones y asociaciones de ayuda mutua,
a 13.000 personas que ocupaban unos 348.000 metros cuadrados; establecimientos médicos, organizaciones políticas, etc.- parale-
los alrededores de Minguetes en Vénissieux, algunos de los que las a aqt1ellas de las que han sido históricamente excluidos los
tienen mayor densidad de alojamientos HLM del país, contaban negros. Aunque muy inferiores a las de la sociedad blanca que las
con 35.000 habitantes. Ninguna dtéde Francia alcanza la décima rodea y en fase terminal de descomposición para algunos, estas
parte del tamaño de uno de los guetos norteamericanos con los instituciones hacen que el gueto contenga dentro de sus redes lo
que la identifica el discurso de las ~citéS"guetos". esencial de las actividades de sus habitantes. La mayoría de entre
Se objetará que esta diferencia de tamaño no hace sino traducir ellos no tiene más que unos pocos contactos con el exterior pues
la diferencia de escala entre las ciudades francesas y las megalópo- sus relaciones se despliegan esencialmente dentro.del espacio
lis estadounidenses: ¿los Estados Unidos no son un país-continente social homogéneo del gueto, sobre todo en lo que tiene que ver
donde todo apunta al gigantismo? No solamente, porque son tam- con el "aprovisionamiento" y con la "circulación~ .22 Esta condición
bién y en principio la expresión de profundas diferencias juncicmales explica que amplios sectores de la juventud del South Sirle de Chi-
y ecol/Jgicas entre banlieuesy gueto. Por enclavadas que estén, las ~Ms cago vivan en un completo aislamiento étnico y social: no sólo no_,
hexagonales no son conjuntos multifuncionales en los que funcio- conocen a ningún blanco sino que jamás salen de su barrio y no
na una división del trabajo que les permita reproducirse sin inter- mantienen sino contactos lejanos y episódicos con las institucio--
,,
1 cambios permanentes con su entorno. Lejos de ser centros de pro-
ducción económica y cultural autónomos, son islotes residenciales, i:
¡' bosquecillos de viviendas públicas salpicados en la periferia de un
variado paisaje urbano e industrial con el cual mantienen necesa-
20 Es, además, una de las actividades favoritas de los jóvenes, como lo mues--
tran Ca!ogirou (1989) y Avery (1987). Una de las quejas frecuentes de los jóvenes
'
I¡,,'
f riamente. relaciones funcionales regulares y que. tienden a mezclar
contra la policía es justamente que las fuerzas del orden tienden a frenar esta i
movllidad con sus repetidos y abusivos controles de identidad en el perimetro de i¡
los usos sociales del espacio y, por lo tanto, a relacionar las poblacio- la ciudad y en los mediOll de tr.i.nsporte que llegan allí. :1
:¡ nes, de allí las fricciones entre ellas y sobre todo los conflictos que 21 Para retomar el titulo de la obra fundadora de St. Clair Drake y Hor-.u:e '
se desatan en la frontera entre pabellones y gran conglomerado. Cayton (1945; 19.93), BWck Metropofis, que resume la estructura social y la cultura_
1
La mayoría de los habitantes de Quatre mille trabajan y consumen del gueto negro de Chicago a mediados de siglo. 'i
fuera de la cité', tienen por vecinos inmediatos a los propietarios de •• 22 El antropólogo UlfHannerz (1980: 102*106) distingue cinco dominios
que, en su conjunto, constituyen la panoplia de roles de la vida urbana modema:
pabellones obreros o pequeñoburgueses y les alcanza con salir a pie hogar y paternidad, aprovisionamiento {~las relaciones asimétricas que gobiel"
para entrar' en contacto con otros sectores de la población y para na¡¡ el acceso de las personas a los reeursos materiales") distracciones, vecindad
escapar, aunque sea momentáneamente, de la atmósfera claustro- y circulaci6n. ,,
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184 LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD
CIN11JRÓN NEGRO, CINTURÓN ROJO
185
nes dominantes, con excepción de los agentes de control social
{ayuda social, policía, justicia y prisión). En ese plano, u~a de las características más impactantes de
La clausura espacial y la homogeneidad racial del gueto negro los. grandes co~plejos de la periferia urbana francesa, que los
ub1c~ en las antipodas del gueto norteamericano, es justamente

¡
se refuerzan por la rígida endogamia que regula las estrategias
matrimoniales dentro de la comunidad afroamericana: casi la la flu1~~z y la sorprendente diversidad de su composición étnica
totalidad (97%) de las mujeres negras se casa con negros (Farley, Parado11camente, uno de los efe<:tos del discurso del pánico ante
1996: 265), a la inversa de los inmigrantes de Francia, donde la la "gue~zaci~~" ha sid? ocultar el hecho d~ que, con muy raras
mayoría elige su pareja fuera del grupo (Tribalat, 1995: 126). e~epc1ones, las banlieues muestran una composición etnona<ional
1 e incluso social heterogénea. En la gran corona parisina, a partir de
2. ENCIERRO Y UNIFORMIDAD RACIAL CONTRA DlSPERSlÓN
la década de 1980, un tercio de las viviendas HLM estaba todavía
Y HETEROGENEIDAD ÉTNICA
ocupado ~or una fumilia cuyo jefe de hogar estaba empleado, con-
Por su parte, el gueto presenta la propiedad altamente dife- tra un quinto del conjunto de viviendas de la zona; en la pequeña
renciadora de ser entera y exclusivamente negro. Mientras que los corona, los empleados ocupaban el 22% del parque total y el 28%
suburbios populares del hexágono son zonas totalmente pluriét- del pa~qui: H~M (Barr.ou, 1992; 108-109). Es decir que a pesar
nicas donde se codea.n--{;On las fricciones que se conocen- una de la d1sm1nuc1ón continua del reclutamiento de clase del hábi-
multiplicidad de nacionalidades, el gueto estadounidense es total- ta~ ~cial, que la ha convertido tardíamente en adecuada para su
1!Wnte homogéneo en /,o racial, pues el criterio principal de rechazo m1s1on luego del éxodo de las clases medias y de las familias obre-
al territorio maldito del cinturón negro, la barrera que lo separa ras estables hacia el hábitat de los pabellones y de la afluencia de
del exterior y que impide bajo pena de violencia (física o eco- familias extr~jeras fav?recida por las políticas estatales de "ayuda
nómica) a sus habitantes fundirse con el resto de la sociedad, es a ~a persona , los barrios de los márgenes de las ciudades están
la descendencia de un linaje de esclavos, marcado por ese signo lejos de ser uniformemente proletarios.
exterior que es el color de la piel (Davis, 1991). Legado históri- En el plano étnico, las concentraciones de los grandes comple-
co de la era esclavista y producto de la inscripción en el espacio jos de la peri.feria de ~as ciud~des fra:icesas son aún más heterogé-
físico de la división Ítindadora del espacio social norteamericano, neas. Es habitual regtstrar alh de qutnce a treinta nacionalidades
la que existe entre "blancos" y "negros" (Myrdal, 1944; Horsman, aun cuando desde el punto de vista demográfico, a comienzo;
1986; Fields, 1990), el gueto es ante todo un mecanismo de encierro de los años noventa, los inmigrantes recién llegados de las anti-
racial un dispositivo destinado a separar a un grupo estigmatizado guas c<:>lonias africanas de Francia tendían a predominar entre los
en un espacio físico y social reservado que le impedirá mezclarse extranjeros. Pero sobre todo, con trariarnente a la visión estereo ti-
con los demás y, por lo tanto, "contaminarlos". De allí su ambición
de abarcar a la totalidad del grupo dominado y la separación casi 1
1
total de las "comunidades~ ficticianlente configuradas como filia· en e\ caso de una separación absoluta de los grupos y a cero <:uando todos los J
ciones sanguíneas mutuamente excluyentes, cercana a la que se "bl:::'ques" tienen la misma composición emorra.cial que la aglomeracíón, En 1980 ¡¡
el 1nd1ce de disimilaridad de los negros respecto de los blancos en Ja~ treinta
encontraría bajo un régimen de apartheid legal, en Chicago, pues mayo~~~ ciudades de los Estados Unidos era de 75, el de los hispanos de 49 ye! de i'
el índice de segregación llega allí al 91 (sobre un máximo de 100) l~s asi.at1cos ~e 3'.1 (M:wsey y Den ton, 1987). En contr.iste, los índices de disímila-
y no se ha modificado prácticamente en medio siglo. 23 ndad de los inmigrantes más segregados en las viviendas sociales del continente
e.uropeo alcanzan raramente la cuarentena, tasa <¡ue las investigaciones norteam~
ncar: corn;ider.m como una marca de mixtura (Hutman, 1991), .
2
~ El índíce de segregación (o de "disimilaridad») mide el porcentaje de la Entr~ los c~ales se hallan, entre otros, los de Marsella y Toubaux, vincu-
población que debería cambiar de barrio para que los habitantes de diverscis orí· lados,ª paruculandades locales de la hist-Oria industrial que exigen un análisis
genes estén uniformemente repartidos a través de toda la dudad. Llega a 100 especifico y que no podrlan servir de guía para describir la evolución de otr:;ui
zonas urbanas populares. ·
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LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD CINTURÓN NEGRO, CINTURÓN ROJO 187
186

pada que ofrecen los medios, las banlieues desheredadas no están ausencia de barrios de clase media de tonalidad magrebí o negra
monopolizadas -y están l~jos de serlo- por familias extranjeras. en territorio francés.
En La Courneuve, casi el 80% de los habitantes de los HLM son de
3· TASAS Y NIVELES DE POBREZA DIVERGENTES
nacionalidad francesa; incluso en Quatre mille sur, donde se regis-
tra un 40% de familias extranjeras, los hogares de nacionalidad El carácter racial de la exclusión que sufren, reforzado por
francesa detentan la mayoría, como sucede en la mayor parte de la estrechez de la cobertura social proporcionada por el "semi-
los grandes complejos habitualmente percibidos como "guetos Estado de bienestar" norteamericano, 25 explica que los habitantes
de inmigrantes", como el de Minguettes en el suburbio de Lyon: del gueto conozcan tasas de pobreza y grados de indigencia sin
en 1982, contaba con 25.000 habitantes de los cuales el 60% era equivalentes en Francia. Si se relaciona a la población activa con
francés y un 20% eran extranjeros provenientes del Maghreb. En la población total, se constata que, a pesar del crecimiento conti-
realidad, dejando de lado unos pocos bolsones de gran densidad nuo de la desocupación, cerca de la mitad de los habitantes de La
muy localizados, centrados en algunos edificios de algún complejo Courneuve tenían un empleo a comienzos de los años noventa; en
í HLM, no hay lugar en el territorio francés que esté ocupado por el complejo de Quatre mi!le, la tasa de empleo era del 48% en la
una comunidad étnica nacional o extranjera. urbanización -norte y rozaba el 40% en el complejo Quatre mille
1 Esto se debe a tres razones. Primero, como señalan Lapeyron- sur. La mayoría de las familias participa entonces en la vida econó-
nie y Frybes (1990: 145 y 154), al hecho de que en "las grandes mica y social, lo que está lejos de ser el caso en los Estados Unidos,
aglomeraciones francesas, pero también en las pequeñas ciudades, como se lo ha podido comprobar en el capítulo 3.
las poblaciones de origen extranjero están en verdad dispersas en En el barrio de Grand Boulevard, en el corazón del gueto de
los suburbios, y a menudo, dentro de ellos", de manera que "en Chicago, apenas el 16% de los 50.000 residentes dispone de un
conjunto, las concentraciones de extranjeros son allí relativamen- empleo remunerado. Cerca de la mitad de los hogares vive por
te escasas". Segundo, el hecho de que los funcionarios HLM se debajo de la línea de pobreza (o sea unos 12.500 dólares anuales
hayan esforzado, con eficacia variable y no sin suscitar controver- para un hogar de cuatro personas en 1989}, y el ingreso fami-
sias y desviaciones, por prevenir la constitución de esos "guetos liar promedio alcanza apenas la mitad de la media municipal. En
de inmigrantes" tan mentados, valiéndose de una gestión cuida- 1987, este ingreso se situaba alrededor de los 7.000 dólares, muy
dosa, descendiendo al nivel de las escaleras, visitando al azar a los por debajo del ingreso medio nacional de 31.000 dólares para una
inquilinos extranjeros y a las familias consideradas peligrosas. En familia blanca Si se considera el conjunto de la población adulta
fin, y sobre todo, la concentración de inmigrantes en las ciudades del South Side y del West Side, se observa que el 57% vive princi-
degradadas de la banlieue no se corresponde con una segmenta- palmente de la asistencia pública y que el 60% debe recurrir a los
ción comunitaria del mercado de la vivienda. Esto se debe prin- cupones de alimentos del Estado (food stamps) para atender a su
cipalmente a su sobrerrepresentación en las fracciones más bajas familia. Sólo un 12% posee una cuenta corriente yel 17% una caja
de la clase obrera y al hecho de que las mejoras en su hábitat no
de ahorros; un hogar de cada diez es propietario de su vivienda y
se concretan sino a través del acceso al parque social (Barrou,
dos de cada tres no tienen vehículo a pesar de las terribles caren·
1992: 117-118). Por el contrario, el encierro de los negros en el
cias del transporte público, y miles de familias -entre ellas un
gueto es la expresión de un dualismo racial que atraviesa todas las
número creciente de madres solas con niños pequeños- carecen·
instituciones de la sociedad estadounidense y que no cede cuando
se asciende en la escala de clases. En el espacio urbano francés, la
discriminación étnica en el acceso a la vivienda es muy real pero 25 Para im análfais sintético de las diferencias entre los sistemas de protec-
se atenúa cuando los miembros de las familias llamadas de color --; ción soda\ francés y estadounidense, véanse Esping-Anden¡en (1990) y Me Fate,
mejoran su capital económico y cultural, como lo demuestra la Lawson y Wilson (1995).

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1
LOS CONDENADOS DE. LA CIUDAD CINTURÓN NEGRO, CINTURÓN ROJO 189
188

de domicilio fijo aunque el parque HLM de la ciudad rebosa de (Mauger y Fossé-Polliak, 1983: 49-57). La sensación de inseguridad
apartamentos vacíos. que reina en Quatre mille, por ejemplo, se nutre ante todo del
Dos estadísticas resumen bien el impacto de la ausencia de aislamiento de los habitantes, de la degradada ecología del barrio
protección social y médica sobre los habitantes del gueto estado- y de esa pequeña delincuencia que convierte a los jóvenes en chi~
unidense y el abismo que separa su situación de la de los residen- vos expiatorios de todos los males de la zona. Los robos a mano
tes de la banlítue francesa, la de las familias sin padre y la de la armada son raros (alrededor de una veintena para todo el barrio
mortalidad infantil. Se registra un 6% de familias monoparentales en un año normal) y los crímenes más graves no desembocan más
en La Coumeuve contra el 60% o el 80% según los sectores en el que por excepción en el asesinato. En realidad, la tasa de crimina-
gueto de Chicago, cuya impactante mayoría vive muy por deba- lidad de La Courneuve es apenas más alta que la media nacional
jo de la línea federal de pobreza. La mortalidad infantil en los y la frecuencia de los atracos es allí bastante menor que en París
barrios de la pequeña corona es apenas superior a la de la región (Avery. 1987, capítulo 7, "Inseguridad").
Íle-de-France (8 por míl) y su tasa ha disminuido a la mitad en En el gueto norteamericano, la violencia física es una realidad
veinte años. En el South Side de Chicago, esta tasa está en alza y que se percibe de inmediato dado que altera todos los aspectos
supera hoy el 30 por mil, o sea tres veces la cifra registrada para de la vida cotidiana. 26 Es inimaginable tomar el subterráneo y
los niños blancos del Estado de Illinois. pasearse libremente por el South Side de Chicago para charlar
4. CRIMINALIDAD Y PELIGROSIDAD allí con la gente como sí puede hacerse en La Courneuve o en
1 cualquiera de los barrios del suburbio parisino, pues la frecuencia
Según quienes adhieren a la tesis de la "guetización" de las de los homicidios, las violaciones, robos y agresiones es allí tan
banlieues, la inseguridad que reina en los barrios sería un índice grande que ha generado la casi desaparición del espacio público.
importante de su convergencia con la inner city norteamericana. Así, los habitantes del gueto organizan su rutina diaria para poder
De creer en ciertos medios de comunicación, los grandes comple- evitar en la medida de lo posible salir de allí, tomar transportes
jos obreros decadentes serían nidos de vicio y violencia, "crisoles públicos o atravesar lugares públicos. Pesadas rejas de metal pro-
de delincuentes" que escapan de facto al orden legal republicano,
,\ al punto de constimir una amenaza para el país civil. L'E:xpreSs titu-
tegen las ventanas y puertas de sus viviendas, al igual que las de
los comercios (que emplean casi todos policías privados para con-
laba así el número de noviembre de 1990: "Provocadores: la deri-
trolar a su clientela). En el corazón del South Si de, los incesantes
va de los guetos". Allí también, la observación empírica muestra
enfrentamientos entre pandillas y traficantes de droga dan lugar a
que hay gran distancia entre la realidad cotidiana de los barrios y
una verdadera guerrilla urbana tremendamente mortal a causa de
su representación mediática, sin hablar de la situación del gueto
negro norteamericano donde la criminalidad violenta ha alcanza- la abundancia de armas de fuego; pistolas, revólveres automáticos,
fusiles de repetición y ametralladoras Uzi son moneda corriente
do niveles de pandemia dignos de una guerra civil larvada que no,
tienen paralelo alguno en el continente europeo. en las calles del gueto. En 1990, la frecuencia de los homicidios
Eso que los medios describen apresuradamente como la vio- superaba la cifra astronómica de 100 por cada 100.00 habitantes,
lencia pública en las banlieues desheredadas remite en lo esencial a o sea diez veces la media nacional y setenta y Cinco veces Ja tasa
conductas agresivas al margen de la ley, robos (a los choferes y de de Francia. El homicidio voluntario es la primera causa de mor-
autos o motos primero, luego de teléfonos celulares a medida que
los delitos se van expandiendo), depredaciones en los edificios, 26 Para mayores detalles, además de los capitu!os 4 y '1 de este libro, se renÍ.ite
tráficos ilícitos en algunos grupos de viviendas y peleas entre ado- al lector a Wacquant (1992b) y Ad!er (1995); sobre las raíces históricas de lo que
lescentes que participan de formas de sociabilidad obreras maS('.u- puede parecer como una "cultura de la violencia~ en el gueto negro norteameri-
linas que no se tarda demasiado en asimilar a prácticas delictivas cano, véase Lane (1986). 1
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190 LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD CINTURÓN NEGRO, CINTURÓN ROJO 191

talidad entre los jóvenes citadinos negros; en Harlem, la expecta. consagrados por el Estado federal para las mejoras y el desarro-
tiva media de vida de un negro es de 35 años, inferior a Ja de un llo urbanos no han dejado de disminuir (Slessarev, 1977). Hoy,
habitante de Bangladesh. En los grandes complejos, los tiroteos la gran mayoria de los programas de ayuda al gueto, instaurados
son tan comnnes que los niños aprenden desde temprana edad bajo la égida de la·Great Society de Lyndon]ohnson, h_an quedado
¡ a tirarse al piso para evitar los disparos. Las escuelas públicas no
se quedan al margen, la instalación de detectores de metales en
vaciados de sustancia o fU.eron directclmente suprimidos.
La formación de esos desiertos urbanos, que llevan al resurgi-
L la entrada de los establecimientos, la práctica del cacheo al pasar miento de paisajes "campestres" en plena aglomeración urbana,
1',, entre los edificios y las patrullas policiales en los pasillos no logran resulta impensable en Francia donde la gestión del espacio y de
¡· acabar con la violencia: cada año varias decenas de niños mueren las poblaciones desposeídas es objeto de un encuadre político-
en el patio o en los alrededores de su escuela. administrativo estrecho (por momentos, sofocante) que moviliza
5· POLÍTICAS URBANAS Y DEGRADACIÓN DE LAS CONDICIONES una densa red de actores locales, regionales y nacionales. Por Otra
DE VIDA parte, desde comienzos de la década de 1980, los suburbios obre-
ros degradados, rebautizados como "islotes sensibles", son objeto
Último e impactante contraste entre gueto y banlieue. el esta- de un plan concertado de renovación bajo el útulo de "Desarrollo
do de descalabro del parque de viviendas, de las infraestructuras social de los barrios" (DSQ) que ha comenzado a hacer retroceder
públicas y de las condiciones de vida. El tejido urbano de la inner el hábitat insalubre y que incluso logra, en algunos sitios, inte-
city norteamericana está incomparablemente más deteriorado que rrumpir el flttjo de sectores medios fuera de los HLM (Lenoir et
en la banlieue más desposeída del hexágono, al punto que resulta aL, 1989). En La Cournueve ha comenzado en 1983 un ambicioso
dificil, visto desde Francia, hacerse una idea exacta del proceso plan de recuperación de Quatre mille con el objetivo de mejorar
multiforme de casi desertificacíón urbana del cual es producto el la situación material del barrio. Por cierto, estos cambios en el
gueto negro del final del siglo xx. hábitat y los espacios externos, así como las múltiples actividades
Veinticinco años después de los grandes disturbios raciales de impulsadas por la municipalidad como formas de animación del
1964-1968, los barrios pobres afroamericanos de Nueva York, Chi- barrio (taller informático, lugares de encuentro para mujeres,
cago, Baltimore o Detroit parecen "zonas de guerra" -es el tér- club de música, refugio para jóvenes inmigrantes, etc.), no consti-
mino que usan sus habitantes- que hubieran sufrido un intenso tuyen más que paliativos, en la medida en que no atacan la raíz del
bombardeo: millares de viviendas abandonadas o destruidas, ruinas malestar que sufren los habitantes de Quatre mille: el desempleo
de negocios quemados, fábricas que apenas se mantienen en pie crónico y la precariedad generalizada. Pero, además del mérito de
y casas derruidas bordean kilómetros de calles interrumpidos por interrumpir el proceso de marginación social de una parte de los
terrenos baldíos cubiertos de basura y escombros, bordeados por residentes, estas intervenciones dan cuenta de una voluntad y de
aceras destrozadas, miserablemente iluminadas por las noches una responsabilidad colectivas que son lo opuesto de la actitud de "'I
y sin signos de vida. Rutas, puentes, túneles, alcantarillas, líneas benign negkct típica de los poderes públicos norteamericanos. Sean 1
1

ferroviarias pero también cuarteles de bomberos, de policía, hos- cuales sean sus insuficiencias y torpezas, el programa de DSQ y la 1
1,
pitales y escuelas suelen estar en un mismo estado de decadencia instauración del ingreso mínimo de inserción (RMI), que es su
avanzada, cuando no están directamente abandonados como con~ contrapartida "social", no pueden sino contradecirse fuertemente
secuencia de la política de planned shrinkage, inaugurada a media- con la política de abandono urbano de Washington (Kleínberg,
dos de los años setenta en respuesta a la crisis fiscal de las grandes 1994, capítulos 6 y 7) que, combinada con la persistencia de ·una
ciudades, que ha hecho soportar al gueto una parte despropor- rígida segregación racial, constituye una de las causas principa-
cionada de los cortes presupuestarios. Todo eso sin contar que, les de la acumulación de dislocaciones sociales dentro del gueto
tras la reacción conservadora de la década de 1970, Jos fondos negro.
1
1
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CINTURÓN NEGRO, CINTURÓN ROJO 193
LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD
192
su prolongación en las estrategias sociales y los progranias estata-
Conclusión: el "gueto francés", un contrasentido les racialmente polarizados y polarizantes. Es por lo tanto borrar
sociológico todas las diferencias entre Francia y los Estados Unidos, legadas
por la historia y continuamente reactivadas por las estructuras
El análisis comparado de la ecología, la estructura organizacio- administrativas y las políticas públicas profundamente dispares de
nal, el poblamiento y la vida cotidiana en esos ~rritorios de relega- los dos países. Es, en fin, amalgamar indebidamente inmigración y
ción que son el gueto estadounidense y la banlieuepopular francesa dislocación de los barrios, mientras que todo indica que estos dos
sugiere que nos hallamos ante dos formas socio espaciales de factura ~problemas" obedecen a lógicas sociales que, si bien no pueden
y funciones diferentes, aunque en ciertos aspectos concretos rela- separarse, no deben ser confundidas (Wacquant, I995b).
tivamente próximos. A pesar de que el uno y la otra son, cada uno Ludwig Wittgenstein (2002: 14-15) recomienda, en sus Ver-
en su orden nacional, zonas desfavorecidas donde se superponen mischU Bemerkungen, ~desconfiar del poder que tiene el lenguaje
distintas formas de desigualdad y donde se acumulan desventajas para hacer que todo se parezca". Nos parece que esta advertencia
sociales y dificultades personales, los mecanismos de agregación Y se aplica con una pertinencia particular al término "gueto~, cuyo
de segregación que determinan su cons~tución y lleva"? a la mar- uso descontrolado -científicamente fraudulento y políticamente
ginación de sus habitantes no son los mismos. Contrar1amente al iiresponsable- en el debate francés sobre la ciudad ha tenido
gueto negro norteamericano, la banlieuett:atlcesa no es una ~arma· hasta ahora como efecto principal oscurecer el proceso de des-
ción social homogénea, dotada de una tdentidad cultural unitana, que composición de los territorios obreros y reforzar la espiral de la
goce de una auwnomía y de una duplicación institucion.al avanzadas, estigmatización que tiende a hacer de las banlieues otros tantos
fundada sobre un clivaje diwtómico entre razas (es dec1r, entre cate· guetos simbólicos.
garlas étnicas ficticiamente biologizadas) ofici~lme~te mc[f}W~da o
toleriula por el Estado. Los barrios populares del c1nturon de las c1ud¡t.
des no han tenido jamás ni tienen hoy la vocación de encerrar a un
grupo particular, a la inversa deL cinturón ~egro de la metrópolis
estadounidense, que fue siempre tma espeoe de contenedor urba·
no reservado a una categoría despreciada antes de ser una resei:va
de mano de obra o un depósito de desperdicios sociales.
Hablar de "'gueto" en Francia, a favor del contrabando de
conceptos norteamericanos muy expandidos pero muy poco com-
prendidos, no hace sino volver más dificil un diagnóstico ~iguroso
de la situación de la comunidad negra de los Estados Unidos y de
la trayectoria de las poblaciones marginales de las zonas urbanas
periféricas del hexágono. En principio, es desconocer que la ~spe­
cificidad histórica de la división racial de la sociedad estadoun1den-
se, una fractura con varios siglos de antigüedad que la ha inscripto
tanto en el espacio como en lo más profundo de las instituciones Y persona que tenga "una gota de sangre negra" la identidad de negro, la categoi:fa
27
de las mentes, y que no admíte términos intermedios, encuentra de "mes.tizo" no tiene existencia social recono<.ida en la sociedad estadounidense,
a pesar del mestizaje biológico casi universal de la "comunidad negra" (las tres
cuartas partes de los afroamericanos tienen ancestros no negros), caso práctica-
27 Como consecuencia de.la aplicación rígida de la regla de la llamada hípo- mente único en el mundo, según F. James Davís (1991).
descendencia, este instrumento de sociogénesis de la esclavitud que asigna a toda
6. Estigma y división: del corazón
de Chicago a los márgenes de París

Dos tendencias estrechamente imbricadas han rediseñado el


aspecto de las ciudades de Europa Occidental durante las dos
décadas pasadas. La primera es el resurgimiento de múltiples
desigualdades y la cristalización de nuevas formas de m_arginali-
dad socioeconómica, de las cuales algunas parecen ser afectadas
por un coeficiente propiamente ~étnico" y nutrirse de procesos
de segregación espacial y de desórdenes públicos (a los que ali-
mentan a su vez). La segunda es la irrupción y la expansión de
ideologías racjstas y de tensiones xenófobas correlativas con el
aumento incesante del desempleo, mientras se instalan poblacio-
nes de inmigrantes considerados hasta entonces simples "trabaja-
dores de paso" sin vocación de establecerse en el territorio de la
sociedad de destino (Castles, 1984).
Las estructuras de esta "nueva pobreza" (Marklund, 1990)
están lejos de haber sido elucidadas, pero sus manifestaciones
empíricas presentan con claridad un cierto número de propieda-

i
des comunes, más allá de las fronteras nacionales. El desempleo
de larga duración y la proliferación de puestos de trabajo pre-
cariOs y mal pagos, la acumulación de privaciones dentro de los
f
mismos hogares y lo~ mismos barrios populares, el retroceso de las.
1
' redes interpersonales y el debilitamiento de los vínculos sociales,
./ en fin, la dificultad para remediar o detener el sufrimiento y el
aislamiento, todos estos fenómenos pueden observarse, en grados
diversos, en el conjunto de las sociedades avanzadas.1 Del mismo
· f. modo, se expresa hoy sobre todo el continente una preocupación
'(
' 1
Para una visión de conjunto de los debates alrededor de la "nueva pobre-
za" en Inglaterra, Francia, Italia y los Países Bajos, respectivamente, Townsend el
aL (1987), Paugam (1991), Mingione y Morlicchio (1993), y Engbersen (1989);
para un panorama continental respecto de esto, Commi:ision Européenne, Room
(1990). 'I


1
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196 LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD CINTURÓN NEGRO, CINTURÓN ROJO 197

creciente respecoo del "racismo europeo", lo que ha suscitado un barrios populares sobre el régimen de ciudadanía.3 Esos présta-
impulso de teorizar sobre sus vínculos históricos y funcionales con mos conceptuales reposan sin embargo sobre dudosos cimientos
la inmigración, la crisis del orden nacional y diversos aspectos analíticos, en la medida en que presuponen precisamente aquello
de la transición posfordista en curso (por ejemplo, Bovenverk et que se trata de demostrar aquí: que el idioma conceptual estado-
al., 1990; Balibar, 1991; W1eviorka, 1993). uniden~e de las "relaciones sociales" ha tomado como propias a
las realidades urbanas europeas, y esto sin siquiera cuestionar la
pertinencia analítica de las categorías estadounidenses tradicio-
¿Una "norteamericanizaclón" de la pobreza en las nales (o de nociones más recientes, como el mito académico de
ciudades europeas? la underclass).
La mejor manera de responder a esta cuestión, o al menos de
La coincidencia de las nuevas formas de exclusión urbana con :eformularla de modo productivo, es efectuar una comparación
el crecimiento aparente de la segregación y los conflictos etnorra~ internacional sistemática y empíricamente fundada de las formas
ciales ha hecho plausible en una primera instancia la idea según la contemporáneas de la desigualdad urbana y de la exclusión étnica
cual la pobreza europea estaría en vías de "norteamericanización". y de clase, según un esquema· que:
Es así que la mayor(a de los comentaristas y analistas europeos (no
todos) miran hacia los Estados Unidos en busca de apoyo analíticó i) no presuponga que el aparato analítico forjado en un
en su trabajo de desciframiento del deterioro de las condiciones y continente debe trasponerse en bloque al otro y que esté
relaciones urbanas en sus países respectivos. De allí la expansión at~to ~ hech~ de que todas las herramientas conceptua-
transatlántica de conceptos, modelos y, a veces, teorias tomados erí les nacionales acarrean presupuestos sociales, políticos y
préstamo ala reciente (y menos reciente) ciencia social estadouni~ morales particulares que reflejan la historia específica de
dense. 2 Esta importación intelectual resulta especialmente visible la sociedad y del Estado del país considerado;
en el inquieto y confuso debate público que se ha desarrollado en ii) se ~sfu erce por tomar plenamente en cuenta las signifi-
Francia -y en varios otros países vecinos como Bélgica, Alemania caciones y las experiencias vividas de la inmovilidad y la
e Italia- alrededor de la formación supuesta de "guetos" de inmi- ;' marginación sociales, y .-
grantes dentro de los barrios obreros decadentes que albergan a iii) se dedique a "encastrar" sólidamente las estrategias indi-
grandes conjuntos habitacionales destinados a hogares de ingre· . viduales y las trayectorias colectivas en la estructura social
sos modestos, conocidos en Francia bajo el nombre de dtés. Del local así como en el marco nacional más abarcador del
mismo modo, se encuentran los rastros de la,noción de undercl.ass mercado y del Estado. '
en Gran Bretaña y en su paso de contrabando a los Pajses Bajos
¡-'
al ocuparse de la presión que ejerce la convergencia creciente Este capítulo contribuye a esa sociología comparada a través
de la desocupación, la discriminación étnica y el deterioro de los "'io' del análisis de las estructuras sociales y mentales de la exclusión
urb_ana dentro del "cinturón negro~ estadounidense y el "cintu·
2 Por ejemplo, en Francia la primera escuela de Chicago (que data de la déca·
da de 1920) se ha puesto muy de moda en ciertos sectores del campo intelectual ~.se ha ofrecido un esbozo del intenso debate alrededor de los "guetos" e~
(como lo demuestra la publicación y traducción del libro de Louis W!Tth sobre el Francia en el capitulo anterior y una critica minuciosa del mito de las "d~eto"
gueto y de una antología de los escritos de los fundadores de la ecolGgía urbana), en Wacquant (1992a). La discusión alrededor de la unden:lass en Gran Bretaña
aunque este paradigma esté ampliamente desacreditado en los Estados Unidos, es focalizada por Da!lrendorf (1989) y WeiJtergaard (1992); y en los Países Bajos
como consecuencia de las críticas acumuladas en las dos 11ltimas décadas {por (lugar donde el ténnino alcanza un significado diferente del que implica en los
ejemplo, Gottdiener y Feagin, 1988; Walton, 1990). Estados Unidos) por Enghersen et al. (1993).

_.i
198 LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD CINTURÓN NEGRO, CINTURÓN ROJO
199
rón rojo" francés. El término cinturón negro es usado aquí para dor de 4.000 departamentos con que contaba al principio). La
designar las ruinas del dark ghetta histórico (Clark, 1965) de las Courneuve es ~na vieja aldea al noreste de París, dirigida por un
grandes metrópolis del noreste y del Midwest de los Estados Uni- alca.lde com~n1sta, que alberga a una población de unos 36.000
dos, aquellos derruidos enclaves sociales que han dominado los habira:1tes, s1tuada a medio camino entre la capital y el aeropuerto
recientes debates científicos y políticos sobre las relaciones entre de Ro1ssr-:Charles de-Gaulle, en mitad de un paisaje industrial en
división racial y pobreza en ese país (Wilson, 1987). 4 La expre- decadencia y de densa urbanización. Por el lado norteamericano
síón "cinturón rojo" se refiere no sólo a las municipalidades de el análisis se concentra en el gueto del South Side de Chicago'
la gran corona parisina que conformaron el bastión histórico d?nde desarrollé un trabajo de campo entre 1987 y 1992. El South
del Partido Comunista francés en el apogeo de la er,a industrial, S1de e~ una zona desolada y tentacular que alberga una población
sino, más generalmente, al modo de organización tradicional de exclus~vain~n~ negra que se acerca a los 130.000 habitantes, cuya
las "ciudades obreras" en Francia (M.agri y Topalov, 1989). Este mayona esta sin empleo y vive bajo la línea federal de pobreza.
modo está anclado en el empleo industrial masculino, una cultu- ~e. presentado en otra parte una sociografia detallada de esos
ra resueltamente obrera y una conciencia de clase solidaria, y se d_os sinos que pone de relieve cierto número de rasgos morfoló-
caracteriza por la incorporación de poblaciones a través de densos gicos y de evolución paralelos. 6 En resumen, se ha comprobado
lazos de organizaciones sindicales y municipales que ligan estre- que estos dos territorios
chamente entre ellos los universos del trabajo, el hogar y la vida ,
pública. Es en los barrios obreros periféricos que se cristalizan las i) albergan una población que disminuye en número,
desigualdades y desórdenes urbanos que hicieron del problema ii) presentan una estructura de clases y por edad deformada
de las banlieues la cuestión cívica más urgente de la Francia de los que se caracteriza por el predominio de los jóvenes los
años 1980y1990.5 tra~jadores manuales y los empleados en puestos Poco
í,, El análisis que sigue se apoya en datos obtenidos de un amplio calificados de los servicios;
',, abanico de fuentes primarias y secundarias y combina datos obte- iii) ab arcan fuertes concentraciones de "minorías" (inmigran-
' nidos en censos, encuestas estadísticas y observaciones de campo tes poscOloniales y sus descendientes por un lado, negros
por el otro), y ·
en el gueto estadounidense y las banlieues obreras francesas. Del
lado francés, está centrado en el barrio de La Courneuve, situado iv) muestran tasas de desempleo anormalmente elevadas como"
';:'
en el cinturón rojo parisino y su tristemente célebre concentra~ '\, '/ consecuencia de la desindustrialización y de los sacudones
ción de viviendas públicas llamada Quatre mille (por los alrede- ,;', en el mercado de trabajo correlativos con la reestructura-
ción del capitalismo nacional e internacional durante ese
período.
1 Dejo aquí de lado la espinosa cuestión de saber si (o en qué sentido)

los barrios segregados poblados por familias de la aristocracia obrera y de clases : )i-
medias y altas negru situados fuera del perímetro tradicional de la Bronieville de Esta comparación ha hecho surgir las diferencias estructura-
Chicago forman parte de un gueto o de un hipergueto reconfigurado, espacial- les, funcionales y ecológicas que sugieren que las banlieues obreras
mente descentrado y difurenciaOO. Se hablará de esto en un libro posterior (que francesas en decadencia y el gueto estadounidense constituyen
aparecerá bajo el título de W Deux V'l.lages du ghetto). dos formaciones socioespaciales diferentes, generadas por lógicas,
~Se leerá la excelente monografía de Tyler StovaU (1990) sobre la forma-
ción histórica del cinturón rojo, y Dubet y Lapeyronnie (1992) sobre su descom-
posición. Jazouli (1992) recapib.lla el surgimiento de la banlicue como cuestión & Remito a Wacquant (1995a) para una presentación máiJ detallada de ¡00
pública. Breton (1983) ofrece un estado de situación nativo de la atmósfera y de ~t?s, de la c~mparabi!idad de las fuentes y un cierto número de constjos metodo-
la cultura claramente obrerista en ese barrio ti pico del cinturón rojo que es La log:¡cosy te6ncos, y al capítulo 3 supra para los elementos de ~odografia del South
Coi.u:neuve. Side de Chicago.
.
200 LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD
T' .
..

CINTURÓN NEGRO, UNTURÓN ROJO


201
institucionales de segregación y agregación distintas, que produ-
cen niveles de descalabro, de pobreza y de dificultades de toda
clase que son claramente más elevados en el guero.
Para simplificar: la exclusión se sostiene en la pertenencia
l ., -
.·.

'!':--'
los p~incipios de visión y división que organizan la vida cotidiana y
que .sirven de marco a los conflictos que atraviesan los barrios estig-
roatlzados ~onde se concentra la miseria urbana en Francia y los
Estados Unidos, e identifica los principales factores que explican
etnorracial reforzada por la clase social y por el Estado dentro del la ~ébil intensidad social de la fractura etnorracial en el cinturón
cinturón negro, mientras que opera prioritariamente sobre la base rOJO a pesar de su proliferación discursiva en la esfera pública.
social y resulta parcialmente atenuada por el Estado en el cinturón
rojo (Wacquant, 1995a), y la primera resulta en un universo racial
y culturalmente homogéneo caracterizado por una baja densidad La estigmatización territorial: su experiencia y sus efedos
organizacional y una débil penetración del Estado social, mientras
que la segunda es fundamentalmente heterogénea en el plano Toda sociología comparada de la "nueva" pobreza urbana en
de su composición etnonacional y su estructura de clase, con una las socie.dades ava~zadas debe comenzar por el análisis del pode-
fuerte presencia de las instituciones públicas. roso esugma asociado a la residencia en los espacios limitados y
El objetivo de este capítulo es comprender algunas de las inva- separ~dos, esos "barrios de exilio" en los cuales las poblaciones
riantes y de las variaciones de las estructuras socioorganizacionales marg1n~das .~ conden~as a la obsolescencia económica por la
y cognitivas de la exclusión urbana, al contrastar dos dimensiones reorganizac1on posford1sta de la economía y la reconstrucción
de la vida cotidiana que sobresalen tanto en las banlieues obreras poskeynesiana del Estado están separadas de hecho.ª Tal aná-
francesas como dentro del gueto negro norteamericano, aunque lisis resulta necesario no sólo porque se trata sin la menor duda
con inflexiones, grados de urgencia y djnámicas sociopolíticas del r~o más saliente en la experiencia subjetiva de aquellos que
divergentes. 7 La primera parte del capítulo se ocupa del fuerte son asignados a esas zonas, donde se encuentran encerrados sino
i estigma territorial asociado al hecho de residir en una zona públi-
camente reconocida como un "depósito" de pobres, de familias
porque ese estigma contribuye a explicar ciertas similitudes sus
estrategias de adaptación o de fuga y, por lo tanto, una cantidad de
:n
1
obreras con movilidad descendente y otras categorías contamina- punt~ comunes que, en primera instancia, han hecho plausible
'
1 das. Se suele asimilar demasiado (y erróneamente) la pobreza a la teSlS de una convergencia transatlántica de los regímenes de-
la simple desposesión material y a la insuficiencia en los ingre- pobreza en Europa y Estados Unidos.
1
L sos, pero además de estar privado de las condiciones y medios de
i,;
vida adecuados, ser pobre en una sociedad rica implica también
soportar el estatuto de anomalía social y quedar desprovisto del "Se diría que aquí hay una peste"
11
!' control de la propia representación y de la propia identidad colec- 'i
r' tiva (Simme~ 1908; 1965): el análisis de la difamación pública del Da?~ que co~stituyen el nivel más bajo del parque nacional
de la vrvtenda social, que han conocido una decadencia material
"'i
1 gueto estadounidense y la periferia urbana francesa lleva a subra- 1¡
Y demográfica continua desde su erección a comienzos de los
'i' yar el peso de la desposesión simbólica que hace de sus habitantes
1 verdaderos parias urbanos. La segunda parte del capítulo explora 1

l B~tomar e~ p.réstamo el tí tu~ del estudio sobre las banli!?Uesrealizado po;


Frano;o~s-Dubet YD1dier Lapeymnn1e (1992: 114), quiene~ escriben: "El mundo
' 7 El siguiente capítulo completará e5te análisis comparando la densidad y
de las citt.s [ •.. ] está dominado por una sensación de exclusión (que) se manifiesta :_1
la diversidad organizacional del cinwrón rojo y del cinturón negro y examinando
an~ todo en el tema de la reputación y del desprecio. Las diversas dtés se jerar-

,,t
el impacto diferencial de Ja delincuencia y la violencia callejera sobre el espacio
quizan según u?a escala de la infamia que afecta en todos los aspectoo a [ ... J cada
públíco y las relaciones sociales dentro de estos dos grandes complejos urbanos. uno de sus habitantes. Existe un verdadero estigma de las cités".
1

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202 LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD CINTURÓN NEGRO, CINTURÓN ROJO
203

años sesenta y recibieron una importante afluencia de familias sutilmente diferenciado de "microlugares" cenaados en los edi~
extranjeras desde mediados de los años setenta (Barrou, 1992), ficios (llamados barras) e incluso en las escaleras. En particular,
las cités de la periferia urbana francesa están afectadas por una las. personas del .sector norte del gran complejo quieren distin~
imagen negativa que las asocia instantáneamente con la miseria, la gu1rse de sus vecrnos del sector sur, a los que consideran mcailks
inmigración y la inseguridad endémicas, de modo que se las suele ,~chusma) ---::' ca:ilkrasen la jerga local de los jóvenes- y viceversa.
bautizar "Petit Chicago", tanto por sus habitantes como desde el Para los residentes de Quatre mille, cambiar de barra es tal vez
exterior.9 Se usan mucho otras dos etiquetas para denotar la cambiar de vida" (Bachmann y Basier, 1989: 46; véase tam'bién
desolación y la supuesta peligrosidad de las citis francesas: "Har- Dulong.y_P~perman, 1992). Sobra decir que todos los habitantes
lem" y "'el Brorn:". Vivir en un gran complejo HLM del cinturón de las ates nenen una viva conciencia de estar ~exiliados" en un
rojo es encontrarse confinado dentro de un espacio marcado, un espacio degradado y degradante que los descalifica colectivamente
entorno marchito y vivido como una "trampa" (Pialoux, 1979: 19- (Pétonnet, 197?; 211; Paugam, 1991). Rachid, un antiguo habitan-
20; Bachman y Basier, 1987). Así, al igual que los medios masivos, te de Quatre mtlle ofrece una expresión virulenta de esa sensación
Jos propios habitantes de Quatre mille suelen calificar a su barrio de indignidad cuando se le pregunta si piensa reinstalarse en la
como un "depósito", como el "basurero de París" o incluso como cité:. "Para nosotros, regresar aUí sería como volver a hacerse insul-
una "reserva" (Avery, 1987: 13), aunque muy lejos del eufemismo tar. Las Q~atre mille son un insulto ... Mucha gente siente que las
burocrático de "barrios sensibles" usado por los funcionarios a Quatre Mdle son una vergüenza". Cuando el encuestador lo con-
cargo del programa de renovación urbana. Estos últimos años, la sulta sobre la posibilidad de rescatar a la cité HLM renovándola, su
presión del estigma se ha intensificado claramente con la explo- respuesta no es menos tajante:
sión de los discursos sobre la formación supuesta de presuntas
~enovar es.participa: en la vergüenza. Si aceptas jugar ese
cit&guetos pintadas (erróneamente) como bolsones crecientes de juego, en cierto senndo apruebas la vergüenza. Hemos n~
pobreza y de desórdenes "magrebíes" sintomáticos de una "etnici- gacio a un pwito sin retomo en el que no hay otra solución que
zación" naciente del espacio urbano francés. arrasar con todo. Todo el mundo está de acuerdo con que
Hay que señalar de entrada que la cité de Quatre mille no exis- hay una única solución: "Hacer saltar todo". ¿Les vas a pre-
te en tanto tal en la percepción ordinaria de sus habitantes. En guntar?
efecto, las taxonomías nativas empleadas por estos últimos para [... ] Cuando no te sientes bien adentro, cuando no te sientes
organizar la rutina diaria distinguen numerosas subdivisiones .bien afuera, no tieneS un trabajo, no tienes nada que sea tuyo,
dentro del gran complejo que carece de unidad administrativa ·entonces rompes las cosas, es así. Todo lo que hacen para
y simbólica, aun cuando las consecuencias de esta designación trata.r de reparar el basural y el hall de entrada, la pintura,
1i
sean bien reales. Lo que aparece desde afuera como una enti- no sirve para nada; lo van a romper enseguida. Así no va.
dad monolítica es percibido por sus miembros como un montaje El problema es todo. Hay que arrasar con todo (citado por
Euvremer y Euvremer, 1985: 8).

9 Por ejemplo, Dubet (1987: 75), Laé y Mw:ard {1985: 7-8), y Dubet y Lape- P~a ~ali, otro joven de Quatre mille de origen magrebí, la cité
yronnie (1992: 115). Bachmann y Basier (1989: 86, 97} abren su estudio de la rep- es un 'universo monstruoso" al que sus habitantes perciben como .
resentru:ión de La Courneuve en el imaginario público con un capítulo titulado
un ~nstrumento de encierro social: ~Es una prisión. Ellos [los
"Chkago, Varsovia, Nueva De!hi, La Courneuve". Señalan que, desde 1971, el anti-
guo propietario del que era entonces el único cine del barrio causó i.m escándalo habitantes de segunda generación] están en prisión, se cuida.Íl,
al comparar públicamente a La Cow:neuve con Chicagc. En 1983, los policías de en~nces cuando se_ r:únen practican karate contra los buzones y
la ciudad consideraron necesario recordar explícitamente a los periodistas que revt~ntan tod?; Es facil ~e entender" (Euvremer y Euvremer, 1985:
"La Courneuve no es Chicago, no hay que exagerar». 9; vease t.amb1en Bourd1eu, 199lb: 12-13). La violencia verbal de

!
2-04 LOS CONDENADOS DE. LA CIUDAD CINTURÓN NEGRO, CINTURÓN ROJO !05

esos jóvenes, como el vandalismo al que aluden, se puede interpre- La discriminación por el domicilio complica la búsqueda de
¡ tar como una respuesta a la violencia socioecon6mica y simbólica empleo y contribuye a enraizar la desocupación local, pues los
¡,- a la que están sometidos al encontrarse ubicados en un lugar de~ habitantes de Quatre mille encuentran una desconfianza y una
'
1
carnada y difamado. No resulta nada sorprendente constatar que
sienten una gran desconfianza y una fuerte amargura en cuanto
reticencia suplementarias entre los empleadores cuando mencio-
nan su lugar de residencia. Un obrero de mantenimiento de la
a la capacidad de las instituciones politicas y a la voluntad de los cité cuenta un incidente típico en el curso del cual fue en ayuda
dirigentes locales de resolver sus problemas cotidianos (Aíchoune,
199l;]"'oul' 1992).
Es de hecho imposible, para los habitantes de la cité, ignorar el
desprecio del que son objeto en la medida en que la indignidad

,, '
-~- ­
de unos nuevos inquilinos para contactar empresas por teléfono.
Cuando decía de dónde llamaba, la respuesta infaltable era que
ya no quedaban empleos disponibles. "Se diría que aquí hay una
pes~", ~ice en~jado (en Bachmann y Basier, 1989: 54).12 La estig-
social adjudicada al hecho de vivir en tm complejo HLM cuyo nom~ -
mattzactón temtorial afecta no sólo Ja interacción con los emplea-
bre se ha convertido en sinónimo de miseria, delincuencia y <legra~ •-> -
dores sino también con la policía, la juscicia y las agencias locales
dación moral afecta todos los aspectos de la existencia, se trate de
de la ANPE y de la ayuda social, que se muestran particularmente
buscar un empleo, de tener relaciones amorosas, de enfrentarse a
dispuestas a modificar su conducta a partir de la residencia en
los agentes de control social como la policía o los asistentes socia-
les, o simplemente de sostener una conversación con su entorno. una cité degradada. "Todos los jóvenes hablan de los cambios de
Los inquilinos de Quatre mille no dejan de imputar los males de su actitud de la policía, que se fija en su domicilio para los controles
-vida al hecho de estar "atascados" en un enorme complejo "podri- de identidad'' (Dubet, 1987: 75), pues el sólo hecho de provenir
do" al que perciben según una serie de oposiciones (cité/ciudad, de una cité difamada genera una :sospecha automática de trasgre-
nosotros/ellos, interior/exterior, salvaje/civilizado) que reprodu- sión, es decir de culpabilidad. Un estudiante secundario cuenta
cen y confirman los juicios desvaloriza.Jites emitidos por la gente de haber sido interpelado por guardias en el subterráneo: "Me hicie-
°
afuera. 1 Cuando se les pregunta dónde viven, muchos de "quienes ron darles la cédula de identidad. Cuando vieron que era de las
Quatre mille, ¡te juro!, se pusieron como locos. ¡Estaban verdes!"
trabajan en París dicen vagamente que están en los suburbios del
norte" (Avery, 1987: 22) antes de revelar su domicilio en La Cour- (Bachmann y Basier, l 989: 65). ·
neuve. Algunos se trasladan hasta la comisaría más próxima desde
donde llaman un taxi a fin de evitar la humillación de ser recogidos
decimos que vivimos en una cité mejor ... Les dices: 'vivo en la Roseraie' ... se van.
por el vehículo en la puerta de su edificio. Los padres advierten a Es por eso, no está bien. Estamos obligados a engañar". Su amigo agrega: "Nos
sus hijas sobre salir con los "chicos de Quatre milte". 11 toman por delincuentes".
12
Este proceso de discriminación no es un fenómeno de los ochenta; es más
o menos coexteruivo a la existencia de cités, como lo muestra C-0!ette Pétonnet 1
iO "¿Por qué vamos a la cárcel? Por culpa de la cili; uno se siente inferior a (1982: 147) en su trabaj-0 de campo realizado a comienzos de la década de 1970: 1
los demás, uno n-0 es com-0 los demás; l-0s demás tienen sus amig-0s en la ciudad,
el baile, su casa propia d-0nde, si se hace cualquier cosa, el agua no entra, las
"Los comerciantes y los empleadores se muestran reticentes ante la residencia de
una población cuya reputación se expande, cargada de un contenido miserable
!
paredes no se resquebrajan. Enseguida se carga con una reputación al venir de la o vil. Los jóvenes se quejan: 'No se puede encontrar trabajo. ¡Cuand-0 decimos ''
cité. Mientras la peni-0na n<J sabe de dónde vienes, la oosa funciona, pero una vez dónde vivimos, se acabó! El patrón responde: le vamos a escribir'~. Pialoux (1979:
que se lo dices, uno se siente avergonzado, ya no nos atrevemos a hablar" (citado 23) pudo constatar lo mismo en otro barrio del cinturón rojo a finales de la d&:a·
por Pialoux, p. 22). da de 1970: "Los jóvenes de la citi estamos aparte, es como para el trabajo. A T. les
11 Dentro de cualquier banliruc popular existe una sutil graduación jerár-
hablas de la cité, se hacen los distraídos. Yo ya no digo más Cité de C., dig-0 nÚ?Í"lero
qui;;a del deshonor entre las diversas r;ités, cuya manipulación requiere un hábil 70, avenida S. Meme en Parfs, ya conocen la Cité de C.". Pero la estigrnatización
manejo del estigma. Un joven de un gran complejo del norte de Francia informa de las z-0na~ degradadas se ha acentuado mucho en estas últimas décadas y, con
{Bourdieu,, 1991b: 11): "Y luego resulta raro cuand-0 les mentimos a las chicas y les ella, sus efectos descalificadores.
LOS CONDENADOS DE J..A CIUDAD
CINTURÓN NEGRO. CTNTURÓN ROJO
207
'"La gente te desprecia por completo"
y detestado. 14 Un estudiante secundario expresa de esta manera la
sensación de estar aislado y ser rechazado por la sociedad como si
En los Estados Unidos, el gueto negro es sin dudas el símbolo
nacional de la "patología" urbana y la acelerada involución que
ha sufrido desde los levantamientos raciales de mediados de la
l
L
1
se tratara de un desperdicio humano:

La gen.~ te desprecia por completo por de dónde vienes y


década de 1960 es considerada la prueba concreta. de la disolución por quten eres. La gente no quiere tener nada que ver conti-
moral, la depravación cultural y las deformaciones en la conducta go .... Eso se ve enseguida no importa adónde vayas, la gente
de sus habitantes. 13 Las personas de afuera "perciben al gueto te mira como si fueras un idiota o algo así (citado en Duncan,
como un sitio misterioso e insondable donde proliferan la droga, 1987, 63).
la criminalidad, la prostitución, las madres solteras, la ignorancia y
las enfermedades mentales" (Anderson, 1990: 167). Para los ''blan~ 1 . En principio, la difamación del gueto está inscripta en la rea-
cos étnicos" del barrio de Canarsie en Brook!yn, el gueto vecino es lidad concreta de su derrumbe físico. Luego se manifiesta en el
una realidad opaca y perjudicial de la que hay que huir, una carácter separado y en la inferioridad flagrante de sus ihstitucio-
nes. especí~~as, se tr_ai:e de escuelas públicas, oficinas de ayuda
[ ... ]jungla infestada de uanimales" de piel negra, en donde sooal, servicios mun1c1pales, asociaciones barriales, o incluso de
la sexualidad desenfrenada y las familias descompuestas desa- l~s escasos esta~lecimientos financieros y comerciales que sobre-
fían toda idea de conducta civilizada( ... ] Son bandidos, no viven en su penmetro (Orfield, 1985; Monroe y Goldman, 1988).
tienen valores [ ... ] es la manera en que viven. Viven como Por 6ltimo, resulta constantemente reafirmada por las actitudes
animales (citado por Rieder, 1985: 25,26). desconfiadas y despreciativas de las personas del esterior: los ban-
cos, las co~p~ñías .de segu:o, los taxis, los camiones de entrega
Las notas periodísticas y las (pseudo) teorias universitarias que y otros servicios evitan el cinturón negro o no se aventuran aUí
han proliferado para dar cuenta del supuesto surgimiento de una sin reticencia y precauciones, mientras parientes y amigos reta-
underclass, cuya cuna seria el corazón segregado de las grandes ciu- cean sus visitas. "Tus amigos de otros barrios quieren realmen-
dades, han acentuado la demonización del (sub)proletariado al sepa- te venir aqui. Pero no querrías invitar a que alguien inteligente
rarlo simbólicamente de la clase obrera "meritoria" y al ocultar las venga a~uí: todo está roto, hay inscripciones en todas las paredes, ·
políticas públicas de abandono urbano y de contención punitiva e~ !1ornble,.no falta nada", dice una madre desocupada con tres
que, como se ha mostrado en el capítulo 2, están en la raíz de su nin?s que.vive en un HLM del WestSide de Chicago. Los niños y
hundimiento (véanse también Wacquant 1992a; Katz, 1989; Gans, 1'.1UJeres ~tsladas que habitan las viviendas sociales de la inner dty
1992). ttenen dificultades para establecer vínculos personales con gente
Hoy en día, vivir en los vestigios del cinturón negro históri- de otros barrios pues éstos los evitan cuando se enteran dónde
co de Chicago acarrea una automática presunción de demérito viven (Kotlowitz, 1991: 52).
I! Desmond Avery (1987: 29), quien ha vivido sucesivamente en
social y de inferioridad moral, que se traduce entre aquellos que
viven allí en una aguda conciencia de la degradación simbólica el gr~ complejo de Cabrini Green en Chicago y en la cité de Qua-
asociada al hecho de estar confinados en un universo vergonzoso tre mdle, senala que la discriminación residencial es al menos tan

14
13 Para versiones académicas más o menos eufemísticas de esta visión, véanse, . . Este fenómeno no es específico del gueto de Chicago, como lo demues~a

. j •'"'"
entre otros, Banfield (1970), Jencks y Petenon (1991, :;obre todo pp. 3, 96, 155-
;t Wlikinson (1992: 77.--88) en su estudio etnográfico de la estigmatizaci6n territorial
: ~; · en un gran compl~o HLM poblado por negros y puertorriqueños situado en el
156) y Mead (1992).
ddloxbu<y <n Bo><on.

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.. ..;}' ·.~.
LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD CINTURÓN NEGRO, CINTURÓN ROJO
208

habitual en la 'capital del Midwest como en la gran corona parisi~ estrés psíquico que tiende a "hundirnos" y a "usarnos". Un hom-
na. Los habitantes del gueto están perfectamente al tanto de que bre de 31 años que sobr~ve gracias a pequeños trabajos ofrecidos
vivir en un distrito estigmatizado de la ciudad los penaliza en el por Just Jobs, una agencia de trabajo por día, vive en la casa de su
mercado laboral: "Tu domicilio, eso es lo que deja una impresión madre en un banio destruido del West Side donde la-criminalidad
cuando buscas un trabajo". Habitar en el South Side o, peor, un violenta es endémica:
gran complejo de viviendas HLM cuyo nombre se ha convertido
prácticamente en sinónimo de "violencia y depravación" (como Ben, ~ste es un barrio peligroso. Escuchas disparos todo el día,
hay nrotec;s todos los días, o casi todas las noches. Porque es
los barrios Robert Taylor Holmes, Cabrini Green o State Way Gar-
como te digo, sobre todo en las esquinas. Debo decir que eso
dens) es un obstáculo adicional en la búsqueda de un empleo.
te hunde ( drag you ~wn) bueno, porque cuando los tipos se
Una mujer desocupada que vive en los edificios de sombria repu~
desa~ eso te deprime. Van a robarte, tratarán de golpearte.
tación de Cabrini Green señala: No quieren trabajar, lo ves, prefieren que trabajes tú y después
Se supone que se trata de discriminación, pero igual lo hacen, esperan para, bah, hacerse con tu paga, para robarte.
tú sabes. Sí, es importante el lugar donde vives. Los empleado-
res lo hacen notar, hacen notar tu dirección cuando el formu- Es así que la vida cotidiana en el cinturón negro está inmersa
lario para pedir empleo pasa por la oficina de personal, ven en un .s~~timiento de tristeza siniestra y de fatalidad que oscurece
ese domicilio: (con tono inquieto) "¿Ah, usted es de allí?". toda VlSlon del porvenir y parece condenar a sus habitantes a una
existencia de fracasos y rechazos permanentes (Monroey Goldman,
Más allá de la mirada despreciativa de las personas de afuera y 1988: 158-159, 273; Kotlowitz, 1991; Wacquant, 1992d: 56-58).
del hecho concreto de ser mantenido al margen de las institucio-
nes regulares de la sociedad nacional, el vaciamiento avanzado de
la ecología y la economia locales ejerce un efecto difuso de desmora- De la estigmatización espacial a la "desorganización"
lización sobre los habitantes del gueto. De hecho, las expresiones sociaJ15
"deprimente~ y"desalentador'' aparecen sin cesar en las descripcio-
nes que hacen de sus condiciones de vida. Se ha visto que los dos ~ar~dójicamente, la experiencia vivida de la estigmatizació,n
tercios de los habitantes del South Side y el West Side de Chlcago terr1torial pesa con más fuerza sobre los habitantes de las banl.ieues
creen que su barrio permanecerá en el mismo estado de desastre ¡':
ol:ireras france~as en decadencia que sobre sus homólogos del
o que se seguirá deteriorando en el futuro. La única manera de gu~to es~doun1dense, aunque el gueto negro constituye un terri-
mejorar su situación es mudarse, que es a lo que casi todos aspi- torio hab1.tado considerablemente más desolado y opresivo (como
ran. Pero la posibilidad de concretar la acumulación primitiva de se lo ha vtsto en el capítulo anterior). Tres factores explican esta
recursos que permita el ascenso social está también afectada por aparente disyunción entre las condiciones objetivas y la toleran-
Ja factura predadora de las relaciones entre los habitantes y por la
i presión de la uniformidad social que pesa sobre todos aquellos
15 Las comillas pretenden señalar que el ténnino "desorgan.i:i:ación" designa
1 que intentan elevarse por encima del nivel de pobreza común a
ii: la mayoría de quienes viven en su zona: "No te dejan progresar.- aq-:r la.ten~encia soci?fuga y autogenerada de la<; estrategias sociales y sus ef«tos
1 Quieren robarte todo, van a atacarte y desvalijarte y así siempre~,
anti~hdarios, yno la idea de que las banlieuesfrancesas y el gueto estadounidense
lil se lamenta un maquinista del extremo sur de la ciudad. Dada la
sufrinan de "desorganización social" en el sentido en que se ~a esta noción en
1 la escuela de Ch~cago (por ejemplo, Wirth, 1964·. 44-49) y que ha sido retomada
frecuencia desmesurada de la criminalidad violenta (reflejada en ~u ego .por_los sociólogos de la pobreza como premisa indiscutible de su terreno dé

,,;' los capítulos 2 y 4), vivir en un barrio del gueto implica también lnvestlgac1ones (para una crítica de la teoría de la desorganización social aplicada
al gueto, remito a Wacquant, 1997a).
\i'" riesgos físicos significativos que tienen como corolario un nivel de
"
1i
li
LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD CfNTURÓN NEGRO, CINTURÓN ROJO 211
210

cia 0 intolerancia subjetiva de aquellos que están sometidos a los segundo lugar, los habitantes del gueto se inclinan mucho más a
condicionamientos que determina esta situación. En principio, la abrazar una ideología altamente individualista del éxito social que
idea misma de relegación en un espacio separado de inferioridad e lo que lo hacen sus homólogos de los barrios populares del hexá-
inmovilidad sociales institucionalizadas constituye una violación fla- gono. Como la gran mayoría de los norteamericanos, la parte más
grante de la ideología francesa de una ciudadanía unificada y una importante de ellos adhiere a la visión darwinista social según la
participación sin barreras en la comunidad nacional. Esta ideolo- cual la posición en la escala económica y social de cada uno refleja
gía, profundamente interiorizada, es invocada con fuer.-:a por los en una última instancia su valor moral y sus esfuerzos personales,
jóvenes del cinturón rojo, y era un leitnwtiv entre los hijos de los de manera que nadie, al fin de cuentas, podría ser castigado por
inmigrantes llegados del Maghreb durante sus movilizaciones de
los años 1980 (jazouli, 1992). Esto se debe a:
·--;:,-¡·.
- --- mucho tiempo a causa de su lugar de residencia.''
Una tercera diferencia, aún más importante, enrre cinturón
_,
___ ,' - rojo y cinturón negro tiene que ver con la naturaleza del estigma
i) su asimilación cultural rápida a la sociedad francesa; que soportan: ese estigma es esencialmente residencial en el pri-
ii) la ausencia de cualquier discurso creíble de la etnicidad mer caso, pero inseparablemente espacial y racial en el segundo. El
en el repertorio discursivo del campo político nacional, y suburbio francés es una entidad territorial que alberga una pobla-
última ironía (o revancha de la historia) ción mixta y multiétnica; a los habitantes de Quarre mille o de cual·
iii) la persistente fe que tienen las familias recientemente lle- quier otra dt.éles alcanza con esconder su domicilio para hacer des--
gadas del antiguo imperio en la capacidad universalista de aparecer ese estatuto y pasar desapercibidos en la sociedad, salvo
"civilización" propia del sistema escolar, una herencia de cuando se les nota el "desgano~. El estigma residencial no está vincu·
la época colonial. lado de manera unívoca a un marcador físico o cultural inmediata·
mente perceptible que los catalogaría de modo automático como
Por contraste, la línea de demarcación racial de la cual el
miembros del cinturón rojo, y el uso de técnicas simples de "gestión
gueto estadounidense es la concreción física e institucional más
visible está tan profundamente enraizada en la estructura del pai~ de las impresiones" (Goffman, 1963) les permite deshacerse del
estigma, aunque sea temporalmente. Así, a los adolescentes de los
saje urbano y mental norteamericano que forma parte del orden
de las cosas. La oposición dicotómica negros/blancos es un marco barrios populares parisinos les gusta "entrenarse" en las zonas aco-
modadas o en los centros comerciales de la capital para escapar al
constitutivo de la organización de la economía y del espacio de las
metrópolis tanto como de la sociedad y la política del país desde
hace más de tres siglos. Inscripta en las mentes y las cosas, es algo South Central Los Ángeles en abril de 1992) revela hasta qué punto se considera
que va de suyo para cualquier norteamericano socializado. 16 En inexorable la segmentación racial de la dudad.
17
Esta visión se adecua a la creenda dominante en los Estadus Unidos res-
pectu de las desigualdades y las oportunidades (Kluegel y Smith, 1986, cap. 3).
16 Varias teorias académica~ (comenzando por el paradigma ecológico de la Duncan (1987: 89) informa que los habitantes del barrio de Kenwood en el South
primera escuela de Chicago, suplantado luego por la corriente estructural fun- Side de Chicagu consideran sus éxitos y :ó:acasos casi exclusivamente en términos
cionalísta, tras los trabajos de Ods Dudley Duncan y de Amos Harvey) han apun· pe.rwnalei. Uno de mis informantes de Woodlawn ofrece una formulación hiper·
taladu esia visión al presentar la formación y la persistencia de barrios segregados bólica de esta opinión tau extendida: ~Ben, todo el mundo puede sobrevivir en
etnorracialmente y claramente delimita.dos como el producto ~natural" de un este país. En todos lados hay alimentos. Siempre puedes comer algo en el bote cte
~ciclo de relaciones raciales" y de otras dinámicai> urbanas supuestamente univer- basura o si no irte a un restalrrante y pedir las sobras. Si alguún se mum rk hambre en
¡::
.\· sales que son en verdad específicas <le la sociedad estadounidense. El pedido de tste pais, quiere deáY que clgo 11.!lti mal con él Tal vez sea débil y no merezca sobrevivir".
¡! "reconstrucción" (rtl.n>iláing> de la itt.ner city-antes que de su disolución- por Las encuestas de opinión no han drjado de mostrar que "los prejuicios de la clase
~: parte de los políticos progresist.as y los dirigentes de las comunidades minoritarias media respecto de las motivaciones de !os pobres suelen ser compartidos por los
luego de cada tumulto urbano importante (como después de la sublevación del mismo~ pobres" (Williamson, 1974: 634),

l -_ ;-

¡:
:IÍ
LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD CINTURÓN NEGRO, CINTURÓN ROJO 213
212

hastío de su barrio y experimentar un poco de exc~tación. Al atra~ negativo adjudicado al color de la piel y al hecho de estar asigna-
vesar espacios que a la vez simbolizan y albergan la vida de las clases dos a un territorio cerrado, reservado e interior, desvalorizado por
altas (como Jos Champs-Élysées o el Forum des Hal!:s) pu~den,
durante unas horas, vivir la experiencia de la inclus1on social de
l su doble estatuto de reserva racial y de galpón para' los residuos
humanos de los sectores más bajos de la sociedad. Se comprende
un modo fantaseado y participar de la sociedad glob~, aun cua~~o que, como ciudadanos de un país atravesado por una división étni-
sea por procuración (Calogirou, 1989: 64-69). Es,ta. conmutac1on ca racializada donde todas las esferas de la vida están afectadas por
de conciencia" ( CQn$dousness switch) vuelve aún mas insoportable la la dicotomía negro/blanco (los demás grupos étnicos se ubican en
perspectiva de una marginación permanente y el estatuto de parias relación con este dualismo), y vista la escasa probabilidad objetiva
asociados al hecho de estar integrados a una cité degradad~ de escapar a su universo de origen, los jóvenes del gueto hagan de
Los habitantes del cinrurón negro estadounidense no tienen el la necesidad virtud y se acomoden como puedan a un estigma que
beneficio de ese "contexto de conciencia dual" (Glaser YStrauss, sigue siendo ilegítimo para los jóvenes de las clases populares que
1965), pues el gueto no es simplemente una entid~d es~acial o viven en las cítésdesheredadas del cinturón rojo.
un agregado de familias pobres atrapadas en lo mas _bajo de !ª Aunque la estigmatización tenitorial difiere en sus fundamen·
estructura de clases: es una JormacWn específicamente racial que teje tos y su naturaleza, su principal efecto no es menos similar a ambos
a escala de toda la sociedad una red de asociaciones materiales Y lados del Atlántico: exacerbar las prácticas de diferenciación y dis-
simbólicas entre color de piel, lugar geográfico y toda una serie de tanciamiento sociales internos que contribuyen a disminuir la con-
propiedades sociales connotadas negativamente (Pettigrew, 1971: fianza interpersonal y a minar la solidaridad local. Para adquirir
91-92 179-182). El hecho de que la ''raza" sea un marcador de la un poco de autoestima y reafirmar la legitimidad de su estatus a
identÍdad colectiva y un principio de visión y división inmediat~­ los ojos de la sociedad, lüs residentes de los barrios obreros y los de
i mente disponible a la interpretación y al uso tanto en el ~spac1? los guetos ponen claramente por encima su dignidad moral como
! público como en las interacciones que se generan ~ partir de el individuos o como buenos padres (madres, hijos o hijas) de fami-
(Feagin, 1991), hace que sea prácticamente im?os1ble ~ara los lia. Suman entusiastas su voz al coro del discurso dominante de
habitantes del corazón segregado de la metrópohs despojarse del denuncia de las categorias desviadas ydelincttentes, como aquellas
estigma asociado al hecho de residir en el gueto. 18 Por ejemplo, que "se aprOvechan" indebidamente de los programas de asistencia.
no pueden atravesar con tranquilidad la frontera que los separa social, "falsos pobres" y otros "estafadores del welfar?. Todo ocurre
de los barrios blancos adyacentes pues, en estos últimos, ~la visión como si no pudieran (re)encontrar su valor más que desvalorizan-
de un joven negro evoca la imagen de alguien peligroso, destruc- do Un poco más a su barrio y a sus vecinos. Con la misma lógica,
tivo o desviado" (Monroe y Goldman: 27, y Anderson, 1990, sobre los residentes de los cinturones rojo y negro despliegan toda una
todo: 163-167), de manera que serán rápidamente detecta~os e serie de estrategias de repliegue y distinción social que convergen
interpelados por la policía. Los negros del gueto norteamenc~no para afectar la cohesión de su barrio. Estas estrategias toman tres
sufren por la combinaci.ón de estigmatizaciones: acumulan el capital formas principales: el evitamiento mutuo, la reconstitución y ela-
boración de "infradiferencias" o de microjerarquías, y el traslado
del oprobio público a chivos expiatorios como las "familias con
!S Más generalmente, a menos que compensen su estatuto_ de casta inf~or
por un hábil armado de los simbo!os culturales de la clase media (blanca), siem- problemas" conocidas o los hogares extranjeros, los revendedores·
pre :;e presume que los negros son ex dejimtil)fjis habitantes del gueto de clase de drogas o las madres solteras. 19 En los barrios obreros franceses,·
popular. Como escribe Lewis Killian (199-0: 10): "Para la mayoría de. los ~lanoos, el
hecho de aceptar a los negros como residentes de su barrio parece unphcar que, a
los pocos días, aterrizarán a sus puertas las hordas de desvalidos sociales repletos 19 Véase Paugam (1991: 193-295) para una discusión en profundidad de
de drogas que llegan del gueto~. estas estrategias en una citi popular en los suburbios de Brest. Se podría aludir

"
1
214 LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD CINTURÓN Nl!.GRO, CINTURÓN ROJO 215

tos inquilinos suelen insistir en el hecho de que han atenizado allí vergüenza.pública y la deshonra colectiva terminan por producir
''por accidente" y que sólo están "de paso", y fustigan con ardor el aquello mismo que pretenden registrar. la atomización social, la
derroche de recursos públicos adjudicados a quienes, "a diferen~ "desorganización" comunitaria y la anomia cultural.
cia de ellos~, no tienen una verdadera necesidad de ayuda. Del
mismo modo, en el gueto de Chicago, los habitantes desmienten
pertenecer al banio como red de interconocimiento y de ingreso, Visión y divisiones sociales en el gueto y en las banlieues
y se esfuerzan por marcar la distancia con lo que saben que es un obreras
lugar y una población de mala reputación. Una enfermera de 41
años del barrio de North Lawndale en el West Side de Chicago, Hemos visto que el vínculo orgánico entre estigmatización
uno de los rnás abandonados de la ciudad, habla en nombre de territorial, inseguridad fisica y abandono estatal, cimentado por el
muchos de sus pares, tanto del cinturón negro como del rojo, aislamiento racial infligido a los negros en los Estados Unidos dis-
cuando dice: tingue fuertemente al cinturón negro. Este aislamiento encu~ntra
su ~xpresi?~ en la fractura y la conciencia de casta que estructuran
¡Diablos! No sé nada de lo que hace la gente [por aquí]. Más la vida coud1~n~ d~ntro del gueto, donde la división entre negros
bien me mantengo al margen, no frecuento a la gente del y blancos se ins1nua en todos los ámbitos de la existencia, Por el
barrio. Quiero decir, les hablo, pero en cuanto a saber lo que contrario, en el cinturón rojo parisino, la oposición dominante no
traman, no tengo idea. enfrenta a los franceses "'de abolengo" contra los inmigrantes sino
a los jóvenes de la cité contra todos los demás. Aunque la concen-
En resumen, los habitantes de las cités populares de Francia y tración de extranjeros, y sobre todo de familias de origen nora~
del gueto estadounidense componen cada uno a su manera una fricano, ha crecido en los grandes complejos del cinturón rojo
comunidad imposible, constantemente dividida contra sí misma, luego del fin de la inmigración ilegal en 1974, las banlieues obreras
cuyos miembros no pueden sino rehusarse a reconocer la natu· francesas son nniversos altamente heterogéneos en los cuales las
raleza colectiva de su maldición y están, en realidad, dispuestos categorías etnorraciales gozan de una eficacia social limitada.
a desarrollar estrategias de distanciamiento y de huida que tien-
den a distender y deshacer loS vínculos sociales y validar así las
percepciones externas negativas respecto del barrio. Represen- Apartheid norteamericano y clivaje de la conciencia racial
taciones negativas y prácticas sociófugas se articulan para poner
1 en movimiento una funesta profecía autocumplida por la cual la Producto de la experiencia histórica de dos siglos y medio de
esclavitud seguidos de un siglo de rígida separación racial soste-·
1 nida por múltiples formas de discriminación y violencia, de las
aqui a numerosa$ citas. Alcanzará con una- sola: "En este mundo de homoge. cuales muchas sobreviven hasta hoy, los afroamericanos han elabo-
neidad social negativa, la manipulación del chisme busca establecer un proceso
de suhclasificación o autodesclasamiento de lm demM [ ... ] Segtln un discurso
~o una rica cultura expresiva que les brinda una paleta distintiva
dominante, el exti:anjero es responsable de la degradación de las condiciones de de prácticas, de idiomas y de signos que les permiten construir-
vida, de Ja delincuencia [ ... ],de la falta de empleo (y de) la desvalorización y la se y dar sentido al mundo que los rodea (Levine, 1977; Jones,
estigmatización de la cit~ [ ... ] La negación fantasmática de las relaciones de vecin- 1985; Abrahams, 1970). 20 Los Estados Unidos son también una
dad se convierte en una necesidad" asi oomo "la estigmatizadón de los den1ás Por'
sus déficits educativos y el destacar las proPias capacidades educativas. Importa
mostrar una ~hesión a las normas dominantes" (Calogirou, 1989: 17, 21-22, 41). •
20
El hecho de que la cultura afroamericana, mezcla de elementos prove-
Sobre este punto, véanse también Pétonnet (1979: 220-234), Gwaltney (1981: 121~ ?1entes de África y de América, haya quedado hace largo tiempo "históricamente
126),Kotlowitz (1991) yWtlkinson (1992). infonnada por los investigadores" (Levine, 1977: IX) y slga siendo ampliamente
1
1

216 LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD CINTURÓN NEGRO, CINTURÓN ROJO 217

sociedad excepcional que ha instituido un ..sistema de clasifica~ que Alfred Schut.z (1970) llama la "actitud natural~ de la vida coti-
ción racial" según el cual "cualquiera que no sea c-0mpletamente diana.21 En el cinturón negro, las categorías raciales tienen una
blanco y posea el menor rastro de origen negro es considerado inmediatez y una persistencia que las hacen herramientas cogniti-
negro" (Patterson, 1972: 28). La estricta aplicación de esta regla vas y evaluativas inevitables. Por ejemplo, la primera característica
de "hipodescendencia" hace abortar el surgimiento de una categQ... que alguien busca y transmite, aunque sea implícitamente, en las
ría intermedia o mestiza socialmente reconocida como tal, a pesar conversaciones habituales (en persona o por teléfono) es el hecho
de la amplia mezcla genética entre las poblaciones de origen euro. de ser o no un "l>rothd' o una "sister". La mayoría de los habitantes
peo y africano, con el resultado del establecimiento de una rígida del gueto no suelen tener oportunidad de entrar en relación per-
oposición racial entre blancos y negros. Por lo tanto, no sorpren. sonal con los blancos (y cada vez menos con negros de clase media
de que la "raza" (comprendida como la pertenencia a un linaje y alta), lo que contribuye a acrecentar la omnipresencia perceptiva
cuyos ancestros fueron o no sometidos a la esclavitud) forme el eje del color de piel. Kotlowitz (1991: 161) cuenta la historia de un
central alrededor del cual gira la matriz cultural afroamericana. niño que vivía en un HLM del West Side de Chicago quien, a los
La absoluta frontera de color que los blancos han impuesto a los 10 años, comenzó a preguntarse en voz alta qué quería decir ser
negros a través de toda la sociedad, que se manifiesta sobre todo negro: "¿Es que todos los qegros viven en complejos (projects)?",
en la persistente disyunción espacial entre las comunidades y por le preguntó a su madre. "¿Es que todos los negros son pobres?"
las tasas extremadamente bajas de matrimonios mixtos (menos del Soy el único amigo blanco que hayan jamás tenido los jóvenes
3% de las mujeres negras se casa con alguien fuera de su grupo), (casi todos negros) con los que me topé durante mis tres años de
encuentra su expresión en las formas de conciencia ancladas por estudios etnográficos en el barrio de Woodlawn.
una oposición rigida del tipo "nosotros/ ellos" entre negros y blan- No resulta en absoluto sorprendente que los habitantes del
cos que refleja las relaciones objetivas de casta que han dominado cinturón negro consideren la línea de demarcación racial como
históricamente ambas categorías (Franklin, 1993). algo dado, pues su existencia está casi enteramente encerrada en
La pertenencia racial está inscripta en todo lugar del gueto:_ los límites del mundo racialmente Wliforme del gueto y, para un
en la objetividad del espacio físico y en las instituciones aparta. buen número de ellos, en uno de sus subsectores reducidos; su
das e inferiores que encierran a su población a la manera de una calle, su grupo de casas, o su "recorrido" habitual (stompinground)
nasa, pero también en la subjetividad de las categorías de percep- e.u el vecindario inmediato. El mundo blanco de "allí abajo" sigue
ción y de juicio que adoptan sus habitantes en sus actitudes más siendo completamente desconocido, pues resulta virtualmen-
comunes. De hecho, la conciencia del color es tan omnipresente te inaccesible, de no ser a través de los medios masivos y de las
agencias de control social como la policía y los servicios sociales. 22
e invasora en el cinturón negro que es algo que se acepta como
Entre los subproletarios del South Side de Chicago,
dado. Puede pasar desapercibida incluso para los observadores
más atentos precisamente por estar profundamente inserta en lo [se] dice que The Man (es decir, el blanco) posee todo lo ¡,
que vale la pena tener y que no deja que los negros se icer- ¡'

incomprendida (cuando no se la niega po:r completo) por los analistas con tempo·
ráneos que adhieren a la venerable concepción funcionalista de la cultura como 21
La ubicuidad de la conciencia racial entre los afroamericanos está amplia- . li
conjunto unitario de "normas y valores compartidos" o de "adaptaciones" mecáni- mente documentada en el "autorretrato de la Norteamé:rica negra" compilado
casa las condiciones objetivas, o incluso a modos de razonamiento positivistas que por el antropólogo John Lansgron Gwaltney (1981) y en la encuesta de Gregory
1

reducen la cultura a una "variable" (a la que habría que aislar y suponer su efecto (1998) sobre la cla&e media de un barrio negro de Queens en Nueva York. .1
~Para muchos de los jóvenes de Horner", un gr-J.n complejo de vivienda!
-con p:referencia valiéndose de herramientas estadísticas- para compararla con 22

las de "raza" o de "espacio", también consideradas factores independientes y uni- sociales en el gueto de la West Side, "e! único contacto con el mundo e¡:terior
tarios) no le impide existir y ejercer su p:ropia influencia. alejado de su entorno inmediato es el tribunal criminal" (Kotlowitz, 1991: 226).

1:
11
218 LOS CONDENADOS DE lA CIUDAD CINTURÓN NEGRO, CJNTURÓN ROJO 219

quen a ello. Pero ellos no ven casi nunca Un rostro blanco, Los jóvenes de las cités contra el resto del mundo
salvo en la televisión, y las calles tranquilas de Jos suburbios
acomodados que muestran allí [ ... ] están tan alejadas de su Si existe un antagonismo predominante que atraviesa a dia-
existencia como lo está Marte de la Tierra. Su paisaje urbano rio las cités del cinturón rojo y que deja su marca en la visión del
cotidiano es completamente negro, con la excepción de un mundo de sus habitantes, no es, contrariamente a las representa-
puñado de funcionarios, maestros y policías y es muy raro que ciones mediáticas más difundidas, el que opondría a los inmigran~
salgan. Para la mayoría de ellos, un viaje al Loop (el corazón tes (sobre todo los "árabes") y las familias francesas autóctonas,
geográfico, administrativo y comercial de Chicago) es una sino la fractura que opone a los ".jóvenes" -nacionales y extran-
verdadera expedición. La calle 39, ese es tu mundo. [ ... )El jeros- a todas las demás categorías sociales. Los habitantes más
resto es su mundo, un mundo blanco con códigos diferentes antiguos y las autoridades administrativas y políticas de La Cour-
para el lenguaje, la ropa y las actitudes (Monroe y Goldman, neuve suelen considerar a los jóvenes como la principal causa del
1988, 100). vandalismo, la delincuencia y la inseguridad, y se cree públicamen-
te que son los responsables del empeoramiento de la situación y la
El prisma racial a través del cual los habitantes del gueto perci- reputación de las banlieues. Avery (1987: 112) afirma que
1
ben y construyen su mundo cotidiano es tan poderoso que los que
11 logran subir en la estructura de clases y escapar del cinturón negro ( ... ] los grupos de jóvenes que se forman en el rellano de las
~i
suelen ser considerados por los habitantes del barrio como "trai~ escaleras (de Quatre mille) son uno de los temas favoritos de
¡.: dores" a su comunidad que ambicionan "convertirse en blancos", conversación. "Rompen las bombillas para que no se pueda
". aunque todos estén trasplantados a otros barrios exclusivamente ver lo que hacen", dice uno; ~se dan la gran vida"; "se sientan
' negros, en los márgenes del gueto o en los suburbios también allí, hablan fuerte y fuman porros toda la noche"; "orinan en
' las escaleras"; "no me gusta cruzánnelos por la noche, somos
segregados (Massey et al., 1994), Las diferencias de clase entre los
negros quedan así reformuladas en el idioma de la división racial. prisioneros en nuestro apartamento" [ ... ]
Un joven desempleado de Woodlawn maldice en estos términos
contra los docentes, los comerciantes y los policías que dejaron el Al mezclar hechos e impresiones, este tipo de acusacton
barrio luego de su adolescencia: encuentra un fundamento objetivo en la realidad demográfica:
los jóvenes son los que predominan dentro de la población de los
Todos tratan de ser blancos, de hacer la carrera de un blan· grandes complejos como Quatre mille y acaparan las calles y los
co [get behind a white person], de mudarse a un barrio blanco: escasos espacios públicos a disposición de los habitantes, entre
"¡Soy el único negro que vive en mi barrio!" -[incrédulo] y los cuales se hallan las entradas y corredores de los edificios, lo
se vanaglorian, pero es algo grav¡;!- [sarcástico] "S(Jj el único que suscita entre los adultos la indignada sensación de que los
negro en la esquina~. Le dije, pero hombre, qué dices, estás jóvenes desvían un bien colectivo para sus usos personales, adeH
enfermo, Se decoloran la piel, pero qué dices, mi amigo. Un tipo más de los daños que ocasionan esos desvíos para la comunidad
normal que busca !,o anarmal eso es lo que es, (ruidos, basura, circulación, incidentes, tráficos, etc.). 23 Sean o

También hace mucho tiempo que persisten las esnucturas resi-


~$ "Finahnente, lo que se les reprocha a los jóvenes es ocupar lugares, sentarse
denciales e interactivas del "apartheid norteamericano" (Massey,
en loo bancos o en las e~al.all [ ... ],quedarse discutiendo, re irse, hacer alboro-
1990), y hay muchísimas razones para que la oposición dicotómica o·/ to." Por su parte, los jóvenes ven la calle como "un lugar simple, de bienestar. Un
que existe entre blancos y negros en la realidad objetiva tenga su ' ;i.- lugar neutro en el cual pueden dejar una mar<:a» (Calogirou, 1989: 26-37; sobre
réplica en la conciencia colectiva. este punto, véase también Bourdíeu, 1991b: 12). Para un excelente análisis de la

_J_
220 LOS CONDENADOS DE lA CIUDAD ONTURÓN NEGRO, CINTURÓN ROJO 221

no fundadas, estas quejas describen invariablemente a los jóvenes en La Courneuve [ ... ] situaciones de intolerancia racial abierta,
como la fuente de diversos problemas o como problematizados de flagrante desprecio colectivo" del tipo de las que se registran
ellos mismos. Bachmann y Basier (1989: 100) señalan que en La en el West Side de Chicago o en un barrio obrero británico donde
Courneuve, "en cada altercado, los jóvenes, a la vez causa y vícti- había vivido antes. Aunque el 14,5% del electorado de La Cour-
mas de la violencia, ocupan el primer plano de la escena~. ne?ve haya vota~o ~or el Frente Nacional en las elecciones legis-
En cuanto a los jóvenes estigmatizados del cinturón rojo, tie- lativas de 1986, insiste sobre el hecho de que "no suele existir
nen la sensación de estar sometidos a un dispositivo generaliza- aquí. un ~lima racis~. Por el contrario, descubro respeto mutuo
do de discriminación antijóvenes que domina tanto dentro como y so!1dandad en la vida cotidiana de la dti'' (Avery, 1987: 21-22).
fuera de su cité. Se quejan de que los poderes públicos los ignoran, David Lepoutre confirma esta observación una década después en
rechazan sus reivindicaciones y no prestan atención a sus aportes su. etnograña de la cultura de la calle entre los jóvenes de Quatre
a la vida del barrio, e incluso de que los programas públicos pro- nulle: ~Las relaciones de sociabilidad entre adolescentes no están
meten mucho pero finalmente no aportan gran cosa que pueda determinadas principalmente por la pertenencia étnica de ori-
mejorar concretamente su vida cotidiana; que la policía los somete gen. Las amistades atraviesan con facilidad las barreras-culturales"
a una agresiva vigilancia, sospechosa e injustificada, y, más general- (Lepoutre, 1997: 80) porque los jóvenes están mezclados entre
,, mente, que los adultos siguen ciegos a su suerte y sordos a sus pre- ellos en la escuela y en su hábitat y están ampliamente asimilados
:¡ ocupaciones. Pero, sobre todo, esos jóvenes sienten que ninguna a la cultura nacional.
11
de e5a5 categorías les brinda el reconocimiento y el respeto a los que En un complejo obrero HLM del oeste de París, Calogirou
consideran tener tanto derecho como cualquiera. ''No existimos, ~~scubre for~as s_ensiblemente más "etnicizada.<1" en la percep-
no se nos ve", "Se nos toma por rataS" (Lapeyronnie, 1992: 11). c1~n ~el es~acto: diferentes sectores de la cité, al igual que algunos
,' la tremenda rabia que sienten muchos ante el hecho de estar edt:fiao~, .~enden a se~ identificados o señalados por la presunta
compos1c1on etnorracial o etnonacional de sus ocupantes más vi si~
Í, duraderamente marginados del mundo del trabajo y la negación
de la dignidad individual que acompaña a la imposibilidad de todci bles. De todos modos, "la tolerancia es la actitud más habitual" y
forma de autosuficiencia económica encuentra su salida en un son "raros quienes mantienen alguna restricción nacional o reli-
discurso nihilista que glorifica la depredación y la violencia como giosa en su red de amigos" (Calogirou, 1989: 144) .2-i Para losado-
medios para acceder al consumo y que, ante la falta de un poder lescentes de esas cités, las cualidades personales se imponen sobre
que tenga un rostro por detrás de los mecanismos impersonales la pertenencia "étnica" y suelen apelar al humor para desviar la
que los marginan, encuentra en la policía el blanco de esa hostili- connotación peyorativa de los insultos racistas; por ejemplo, inser-
i! dad (Dubet, 1987: 80-89;Jazouli, 1992: 148-149). tando esos términos en formas lúdicas de apelación de sus juegos
verbales.
Dado que las observaciones de los investigadores que han estu-
diado de cerca las tensiones dentro de los grandes complejos de
1'
los suburbios obreros en decadencia están en flagrante desacuer-
do con la visión que domina hace tiempo el debate mediático y
político, vale la pena citarlas con cierta extensión: Avery (1987: 24
En r.ealidad, Calogirou (1989: 93, 96, 98, 101, 115, 131) muestra que es4'1s
21), por ejemplo, señala no haber "observado durante [mis] años
•ed~s atraVle~n de manera s.isternáúca fas fronteras étnicas y los agrupamient-Os
nacionales. Petonnet (1979: 24) señala en el mismo sentido que "en la cité no
existe una jerarquía étnica Las únicas jerarquías que hay son interperronales~.
manera en que la mezcla de poblaciones de distintos origenes e intereses alimenta Sobre el rechazo a la dicotomía ·~nmigrantes/autóctonos" en las prácticas yrepré-
los conflictos alrededor del uso de los recursos colectivos en las viviendas HLM de sentaciones habituales de los jóvenes de una cité al norte de Francia, véase también
Francia, véase Pin,;on {1982). Bourdieu (1991b).
CINTURÓN NEGRO, CINTURÓN ROJO 223
LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD
222
docenas de nacionalidades diferentes e incluso más; esa mezcla
Mezcla de categorías, trayectorias colectivas y tensiones
varía fuertemente a lo largo del tiempo y de un sector geográfico
"étnicas" a otro. Por cjerto, los residentes de origen extranjero están des--
¡
1 proporcionadamente representados en Quatre mill_e en relación
¿Cómo explicar el carácter atenuado de la conciencia étnica con su peso regional o nacional (alrededor de 30% contra 11 %
en tos barrios populares del cinturón rojo pese a la creciente con- y 7%, respectivamente), pero esta sobrerrepresentación surge
1
centración de familias inmigrantes en los complejos más deterio- principalmente de su trunca estructura de clase y no de una seg~
1 rados de la periferia urbana -recordemos que su representación
r mentación etnorracial del mercado de la vivienda. Como en Gran
en La Courneuve se ha duplicado entre 1968 y 1990 hasta superar Bretaña o en Alemania, las concentraciones étnicas que aparecen
el 25% de la población- y el lugar mayor ocupado por el tema aquí y allá en las banlieues populares francesas están esencialmente
del racismo en la esfera pública a fines de los ochenta? Se pueden "en función de la posición social de las poblaciones implicadas"
invocar aquí tres razones. 2 ~ (Lapeyronnie y Frybes, 1991: 154), es decir que son un subpro-
En principio, como se lo mostró antes, las dtés del cinturón ducto de la distribución muy baja de las familias inmigrantes en la
rojo son conjuntos heterogéneos desde el punto de vista de su estructura de clase. Del mismo modo, la cartografía de los barrios
'.1
composición etnorracial Ninguna banlieuces "el territorio" exclu- más desheredados del cinturón rojo no separa a aquellas cités que
1 sivo y ni siquiera predominante de un grupo en particular, pues el albergan las proporciones más fuertes de extranjeros, como lo
espacio urbano en Francia no está organizado según el pri~cipi~ '' pretende la tesis de la "guetización".
de ta "segmentación ordenada" que prevalece en las metropohs Esta mezcla de poblaciones resulta decisiva para explicar la
norteamericanas (Suttles, 1968) y las familias inmigrantes están importante similitud entre las experiencias y estrategias de los
ampliamente diseminadas a través de los barrios, con exc~pción jóvenes del cinturón rojo de origen francés y sus pares provenien-
de los suburbios y distritos acomodados que son monopohzados tes del norte de África, como lo señala Dubet (1987: 326; véase
por los nacionales de clase alta. también Bourdieu, 1991b: 8).
Repitámoslo: las ci,tés de la periferia urbana del hexágono no En ninguno de esos grupos se ha incorporado la inmigración
son guetos, si por eso se entiende una formación socioespacial como una fractura fundamental de las relaciones entre jóvenes de
uniforme fundada sobre la relegación forzosa de una población un mismo barrio.Jamás en las citis a las que hemos ido han habla..
negativamente tipificada en un territorio reservado donde desa~ do los jóvenes inmigrantes de "nosotros", y los jóvenes franceses
rrolla instituciones que le son específicas (Wacquant, 1992c). Su de "ellos", más bien lo contrario. Las relaciones y las amistades
composición suele comprender una mayoría de familias francesas :.{:·: son pluriétnicas. Esto no surge necesariamente de convicciones
autóctonas y una mezcla de hogares provenientes de dos a tres ,} ¡, ' antirracistas sino más bien de una situación de hecho: desde su
:: \::-, infancia, los jóvenes viven la misma experiencia en las cités que no
son guetos raciales. Van a las mismas escuelas, tienen los mismos
25 Estos tres factores no brindan una explicación exhaustiva de la eficacia Y pasatiempos y hacen las mismas ''tonterias~. No se forman bandas
la intensidad sociales limita.das de las divisiones etnorraciales en el cinturón rojo ' .;: de jóvenes inmigrantes y jóvenes franceses; nada comparable con
francés {a las que hay que diferenciar bien de su presencia, es decir, del grado los skinheads ingleses o los spanish cobras de Chicago.
al que llegan en el paisaje de las percepciones ordinarias). Simplemente, son los
que las separan con mayor claridad del gueto estadounidense contemporáneo.
En segundo lugar, y pese al reciente crecimiento electoral de
Un análisis más completo precisaría una sociología histórica de las bases Yefectos Jean-Marie Le Pen y la correspondiente expansión de temas xen,ó-
del trabajo de imposición de la clase como principio social de visión y división fobos en el debate público, las diferencias étnicas no constituyen
efectuado por el movimiento sindical y las organizaciones de izquierda qu~ han principios kgitimos de construcción de la realidad social en la tradi-
"fusionado" tradicionalmente a loo inmigrantes con la sociedad francesa al incor- ción francesa de la nacionalidad. La institucionalización histórica
porarlos a una clase obrera unificada y étnicamente daltónica (Tripier, 1990).
LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD CINTURÓN NEGRO, C[NTURÓN ROJO 225
224

1 de Ja ciudadanía francesa como comunidad territorial definida


por la relación con los principios cívicos e~camados _Pº~ _el Estado
fundándose habitualmente sobre el espacio del que se han apro-
piado antes que a partir del origen étnico y nacional. 27
republicano, por oposición a una comunidad de ~bac1on .que se No sólo la mayoría de los "árabes" llamados de "segunda
manifiesta en términos culturales, como en Alemanra por ejemplo generación" se integra rápidamente en el esquema nacional en
(Brubaker, 1990), ha impedido hasta h?Y ~ue las categorías ~tno­ el plano cultural; una batería de indicadores empíricos apunta
rraciales funcionen como marco organ1zat:tvo de las percepciones también hacia una mejoria general de su posición social yde sus
y de las relaciones sociales, frenando su ~o como base de r_no~li­ condiciones de vida, a pesar de su tasa de desempleo claramente
zación colectiva y de reivindicación polítlca en la esfera pubbca. más elevada y de sus ingresos muy inferiores a los de los hogares
La tímida iniciativa destinada a enrolar a los beurs como "grupo franceses de origen. Asimismo, pese a la inflación del discurso
de presión" electoral diferenci~do durante la.campaña ~egislativa sobre la segregación, ningún dato estadístico global indica que
de 1986 se estrelló contra el dique que consutuyen el sistema de haya aumentado la separación espacial de los así llamados ára-
partidos y un régimen electoral concebido para eliminar las afilia- bes. En realidad sucede lo contrario: la creciente presencia de
ciones "intermedias".26 norafricanos y otros inmigrantes poscoloniales en las dtés HUA
1 La tercera razón es la más determinante: los hijos de las fami- no se traduce en una caída estatutaria en el mercado de la vivien-
lias inmigrantes llegadas del Maghreb durante las décadas de 1960 da, sino que representa. un progreso de su situación material en
1
l
y 1970, sobre los cuales se ha centrado el reciente pánic~ i_noral relación con una situación anterior de gran segregación en los
frente a la ~integración~, están, en contra de todas las op1n1ones, ~hogares de trabajadores inmigrantes", en infames cuchitriles
,,i¡: en fase de rápida asimilación a la sociedad francesa. Han adoptado manejados por el servicio especial de alojamiento de la Sonaco-
li por completo los modelos cultur~les y de_ con~u~~ establecid~s, '! tra, y en sitios ilegales que estaban mucho más aislados y deterio-
han fracasado en establecer una 'comunidad diferente const1.tu1- ra.dos que los grandes complejos de los suburbios actuales (Sayad,
da alrededor de su propia herencia cultural (Lapeyronnie, 1987; 1975; Barrou, 1992).28
Jazouli, 1992). De hecho, al igual que los dirigentes de sus asocia- Las encuestas sobre empleo, familia y escolaridad realizadas
ciones ~rechazan con fuerza todo lenguaje de la especificidad Y periódicamente por el INSEE y el INED indican que el perfil de la
afirm~ el carácter francés y social de los problemas que plantean" población recientemente inmigrada se acerca de forma constante
(Dubet y Lapeyronnie, 1992: 143). Las poblaciones que provienen al de la población autóctona en la distribución socioprofesional,
del Maghreb son de origenes diversos y sus recorridos de integra- el tamaño de la familia y otras características demográficas como
ción son dispersos. Su organización comunitaria es débil y se halla la fertilidad, la morbilidad y la mortalidad (Tribalat, 1995). Las
minada por conflictos de todo tipo entre nacionalidades, gene- tasas de matrimonios mixtos con los autóctonos aumentan regu~
raciones, orientaciones religiosas o políticas, etc., a pesar de los
apoyos materiales y administrativos otorgados por el Estado pa~ 27 "Compuestas por jóvenes altamente asimilados", las asociaciones norafrica-
estructurar esas poblaciones y dotarlas de interlocutores reconoet-
nas son "escasamente homogéneas y no se fundan .'!Obre una base étnica. Son en
dos. Se sigue de esto que la identidad pan étnica que aparece ei:itre principio la expresión de un barrio o de tina dti!' y su ex~tencia "no desemboca
ellos sigue siendo muy defensiva y se inclina hacia la adaptación, en una acción política~ (Dubet y Lapeyronnie, 1992: 98, 100).
28 En 1989, el 74% de las familias de nacionalidad norafricana tuvo acce-
oo a la vivíenda social, contra un 45% una década después (Barrou, 1992: 128).
26 A:ii, mientras que el Islam, con alrededor de cuatro millones de cre~:_ntes, La segregación está más marcada dentro del parque HLM por el hecho de que
ha conocido una espectacular expansión en la sociedad francesa, su expres:ion ha las familia¡; extranjeras tienden a verse a.signadas a los grandes complejos de la
quedado limitada ala esfera privada, donde funciona como un mar~ cultural de periferia más aislados y más deteriorados, abandonados por las familias france-
protección o reconstrucción de la identidad per.'lOnal, según modabdades abso- sas en ascenso social. por oposición a las cilis en mejor estado del centro de la.I
lutamente compatibles con la integr.!ción social (Kepel, 1987}. ciudades.

.·,¡
226 LOS CONDENADOS DE lA CIUDAD CINTURÓN NEGRO, CINTURÓN ROJO 227

larmente, sobre todo las muchachas de origen norafricano que tie- una crisis social provocada por el desempleo de larga duración y
nen posibilidades de ascenso social más elevadas por medio de la el persistente subempleo, así como por la conjunción espacial de
escuela que los muchachos de su grupo. Del mismo modo, las des. la exclusión escolar, el deterioro urbano y la pobreza en las zonas
igualdades escolares entre los grupos etnonacionales presentes en donde familias autóctonas e inmigrantes compiten por el acceso
Francia han disminuido luego de los años setenta, con la amplia- a los recursos colectivos que están en disminución, sobre el fondo
ción generalizada de la escolaridad secundaria, y los alumnos de de la descomposición de los mecanismos perennes que alguna vez
origen extranjero han aumentado su representación en todos los tuvieron por función traducir esos conflictos en reivindicaciones
niveles del sistema educativo. Por otra parte, dentro de la misma de clase en la esfera política, tanto a nivel de la empresa como
clase, cuanto más ascienden en la jerarquía mejores son sus resul- frente al Estado.
tados comparados con los niños autóctonos, y las diferencias en >:
el éxito escolar entre nacionales y extranjeros son insignificantes
entre los jóvenes provenientes del medio obrero (Bastide, 1982). Conclusión: las estructuras mentales de la marginalidad
No se trata aquí de minimizar y tampoco de negar la cruel
realidad del desempleo, las discriminaciones y los prejuicios que El objetivo de este capítulo fue esclarecer algunas de las simi-
golpean de manera rutinaria a un número creciente de jóvenes litudes y diferencias entre la "nueva pobreza" urbana en Francia y
citadinos de ascendencia (nor)africana; tampoco se trata de ocul- en los Estados Unidos tal como se estructura y es vivida localmente
tar la adopción bastante generalizada de expresiones envenena~ por aquellos a los que remite el término (o sus equivalentes) en
das de animosidad racial que encuentran un eco ruidoso en la ambos países. En lugar de comparar las estadísticas agregadas a
escena política nacional. Pero importa subrayar que, a la inversa nivel nacional sobre el ingreso, el nivel de vida o los perfiles de
de los Estados Unidos, donde la hostilidad y la violencia se alimen- consumo, que no suelen medir más que las categorías de la buro-
tan de la ampliación del cisma espacial y social entre los negros cracia y los procedimientos de encuesta que las generan y que no
pobres (y los sectores precarios de otras minorías) y el resto de tienen en cuenta la especificidad de los Estados de Bienestar y del
la sociedad (Wilson, 1987), los problemas urbanos de la periferia entorno socioespacial relacionado dentro del cual evolucionan
francesa son alimentados por la mezcla de categorías etnorraciales individuos y grupos en cada sociedad, se ha procedido al examen
-sobre todo en la vivienda y la escuela- y por el acortamiento , contextualizado de dos aspectos centrales de la vida cotidiana en
de la distancia económica, social y cultural entre los inmigran- un barrio de relegación donde se concentra la miseria: la indigni-
tes y las fracciones estancadas o en declinación de la clase obrera dad territorial y su impacto corrosivo sobre la forma y la textura
'
1
1
autóctona encerrada en las banlieues desheredadas. Se sigue de
esto que, contrariamente al (sub) proletariado negro de las metró-
de la estructura social local, y las principales fracturas que organi-
zan la conciencia y las relaciones de sus habitantes entre sí. !¡
1

1
polis estadounidenses, las familias de extracción norafricana de la
periferia urbana francesa no están en una situación uniforme de
Disectar el dispositivo organizacional y cognitivo de la existen-
cia común en el cinturón rojo parisino y en el cinturón negro de
'
¡!
¡:' estancamiento o decadencia colectiva en las regiQnes inferiores Chicago, la manera en que los habitantes de esas zonas simbóli- il
i" del espacio social. Contrariamente a las afirmaciones de James
Hollifield (1991: 141), no están a punto de formar una "underclass
camente siniestradas negocian y experimentan la inmovilidad y
el ostracismo sociales en el "gueto" -como mito mediático en el
"
musulmana" diferenciada, sea cual sea el sentido que quiera darle primer caso y persistente realidad histórica en el segundo- nos
a esta expresión. ~ejos de presagiar la cristalización de clivajes )!_- ha permitido aclarar la dimensión específicamente racial de lá
propiamente étnicos en las ciudades francesas, la animosidad apá~ ,; ¡'-;-._-,,' pobreza urbana en los Estados Unidos, y señalar la incertidumbre
rentemente "racial~ y la tensión burbujeante que han incubado en que pesa sobre el proceso de formación de la identidad colectiva
las banlie:ues durante las dos últimas décadas son la expresión de en el cinturón rojo como consecuencia de Ja decadencia de las ins-
LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD
228
,>.,
tituciones tradicionales de formación de la clase obrer~. lnderen- 7. Lugares peligrosos: la violencia,
dientemente de que Francia y Estados Unidos conve~J:n o s~gan el aislamiento y el Estado
difiriendo en cuanto a la relación de la esl:nlcturac1on social y
ia1 de las desigualdades en la ciudad, no hay dudas de que la
espac /' l al'dad b'
separación racial, allí donde funciona, radica iza a re t o ~e-
tiva y subjetiva de la exclusión urbana. Y el apoyo ( ~ la_toleranoa)
que el Estado otorga a la segregación y al reconoc1m1e°;:O de las
divisiones étnicas no hace sino intensificar la acumulac1on de la
desposesión y exacerbar las consecuencias deso::uctivas de la ~ar-· Una de las mayores carencias del debate acerca de las rela-
ginalidad, no sólo para aqu~los que ~tán someudos as~ tropismo ciones entre "'raza", clase y marginalidad en la metrópolis que ha
y a sus barrios reservados, sino t.ambten para toda la sociedad. resurgido en los Estados Unidos a finales de la década de 1980 es
la flagrante ausencia de toda perspectiva comparativa. 1 Las dis-
cusiones sobre la situación y el destino de los citadinos pobres,
¡.
:1 suscitadas por el "descubrimiento" (o, para ser más precisos, la
reinvención) de una underclass, han permanecido notablemente
'1
americanocéntricas, tanto por las categorías desplegadas como
por los problemas planteados o cuidadosamente evitados. Han
procedido sobre la base de una universalización inconsciente y no
controlada del esquema establecido de los vínculos entre el Esta-
do, la economía y la ciudad en los Estados Unidos, y se centraron
en ~paradojas" como la del aumento inexorable de la míseria en
el corazón de la metrópolis después de la campaña de "Guerra a la
pobreza~ de los años sesenta (Peterson, 1991) que parecen curio-
sas, cuando no estrafalarias, desde el punto de vista de otros países
avanzados, en tanto estas paradojas reflejan los puntos de anclaje
de la ideología nacional más que una nueva realidad urbana. 2

1 Otras importantes carencias de este debate son un'a falta de profundidad


y sensibilidad históricas y su completa desconexión de las corrientes contempo-
ráneas de la sociología y la teoría urbanas. Michael Katz (1993) ha esboza.do una
arqueología de este problema y Jacqueline Jones (1992) ha traiado un panora-
ma histórico de la evolución de las fonnas de la pobreza en los Estados Unidos. i
Reunidas, estas dos obras invHlidan las premisas de las que parten las recientes 1
especulaciones acerca de la underclass, pero fueron prolijamente ignoradas por
los protagonistas del debate. Para un intento de puesta en perspectiva teórica y
comparativa del problema, a la vez raro y sugestivo, véase Heisler (1991). ·
2 El fracaso de la política de reducción de la miseria urbana nada tiene de
paradójico, pues el Estado federal se confonn6 con anunciar una #Guerra a la
pobreza" que jamás emprendió, y esto por dos motivos: Ja guerra de Vietnam des-
vió el gasto público del frente intemo al externo, y los blancos ~e opusieron con

' ' (

'-:.,:<
230 WS CONDENADOS DE LA CIUDAD CINTURÓN NEGRO, c1m·uRÓN ROJO
231

Es así como se ha desperdiciado una considerable energía ~trapados por el pánico moral alrededor de la "guetización" de los
1 en torno de la cuestión de la "dependencia respecto a la ayuda i~m1grantes en sus zonas periféricas, se dedica a estudiar con aten-
¡:
social" (welfare dependency, término sobrecargado de connotacio- ción los modelos y políticas públicas estadounidenses procurando
nes morales negativas en una sociedad que sacraliza la autono- atenuar el aumento de los dualismos urbanos,4
1 mía individual) y que se han emprendido amplias investigaciones
i para detectar los efectos supuestamente deletéreos de la asistencia Comparar las "trincheras" urbanas
1 sobre la formación de familias pobres o sobre la participación de
1 sus miembros en el mercado laboral, aun cuando la comparación
. , La ausencia de un punto de referencia internacional en rela-
internacional más elemental establece que
c1on. co? el cual evaluar la trayectoria de la inner city no sólo ha
restri~gido. de ~anera importante los términos y la envergadura
i) los Estados Unidos no han desarrollado aún un Estado de
de la 1nves~g~c1on'. obstaculizando, por lo tanto, la elaboració:O. de
Bienestar digno de ese nombre, y mod~los teoncos ngurosos; también ha estimulado a los analistas a
ii) los países postindustriales que ofrecen derechos sociales considerar como dada la configuración muy particular de las "tri _
considerablemente más extendidos y disponen de sistemas c.heras urbanas" es~ounidenses (Katznelson, 1981). Esta perspe~
de protección contra los riesgos de la vida salarial (des-- ti~, en consecuencia, los ha llevado a ignorar uno de los rasgos
ocupación, retiro, enfermedad) bastante más generosos, mas flagrantes de la pobreza en Ja metrópolis norteamericana, a
muestran tasas inferiores de pobreza y propórciones supe-. _: },' ~a~r,. el hecho de que se trata ante todo de una poórez.a racializada,
riores de hogares "intactos" entre los pobres, y por otra 1nfl1g1da a los negros (y, cada vez más, a las demás "minorías" q
parte ignoran la pauperización y el deterioro extremo que ocu .. ue
pan poslc1ones cercanas) en razón del lugar subaltern
(i, asolan el corazón de las grandes ciudades de los Estados ocu '!' oque
pan estos u timos en la estructura de las relaciones étnicas y de
Unidos (McFate et al., 1995). clase de] paí~, tal como lo demuestran su duradera segregación,
su tasa prác?camente nula de matrimonios mixtos y su trunco
Sólo en los Estados Unidos, donde es particularmente débil acceso a los instrumentos de reproducción y movilidad sociales. 5
--ésta es, sí, una verdadera paradoja~, se frresum.e que la ayuda La perenne pobreza de los citadinos afroamericanos tiene su '
social es la causa de los males urbanos antes que su solución, a en este mecanismo históricamente específico de encierro excluy:~
partir de la confluencia de los estigmas de "raza" y de "<lepen- , que es el ?ueto,. como forma socioespacíal de control etnorracial,
dencia" que afectan a los habitantes del gueto. 3 Este desinterés cuya persistencia, más allá de las transformaciones estructurales
demostrado por la comparación es aún más impactante cuando en q~~ han marcado el siglo, demuestra la constancia histórica del
el mismo momento la mayoría de los países de Europa occidentali reg:ime~ de castas en los Estados Unidos (como se lo ha probado
en la primera parte de este libro).

fuerza a los políticas sociales necesarias para enfrentar las desigualdades racialei¡ "
,- 4
hastahacerlasdesa~er (Quadagno, 1994). ;- ,,>- Véanse ADRI (1992} para un panorama de conjunto a nivel euro o
a El verdadero truco (político) que se esconde detrás de esta "pregunta de "/ i;:_" ?rowley (199~}, Delabarre y Le Priol (1992), así como el capítulo 5 supra ~a {
investigación~ aparentemente neutra es, sin dudas, completamente diferente: -' ;;- caw de Francra. .e
,,., -'.' 5
como en los períodos anteriores de reestructuración económica y social {Piven ___
Una notable excepción a esta miopía acaderoi<:a es la obra maestra -de
y Cloward, 1972) se trata de inventar los modos de limJtar las demandas de lús -! " -
-"fu'.' i~uglas ~a~y_ y :-iancy Denton (1993), aparecida en Francia bajo el títuio de
pobres a11te el Estado y, particulru:mente, las de los pobres surgidos de las mino: fartki~ amenroin,_ q~ :nuestra el papel fundamental que juega la rígida segrc-
rias, para poder imponerles rnejúr la disciplina del nuevo asalariado precario y g•dcsón :ac
1n ustr1a 1.
tal en la dinam1ca de la pauperilaci6n del gueto negro en Ja era post-
mal pago.
LOS CONDENADOS DE lA CIUDAD CINTURÓN NEGRO, CINTURÓN ROJO 233
232

Este capítulo busca ampliar el estudio de los la,zos entre divi- ma.s dentro de las cuales "la consecución de valores de cambio está
sión racial, desigualdad de clases y Estado en el espacio urbano por cam por complet? en manos de agentes e:xtemos" (Logan y Molotch,
medio de una comparación de estructuras económicas, sociopolí- 1989: 132). A ra1z de las diferencias nacionales en la construcción
ticas y mentales de los barrios de relegación en Francia y los Esta- y l~ .apropiación sociales de la vivienda (o sea, de manera esque-
dos Unidos. El contraSte empírico entre las "trincheras urbanas" mat1ca, los modos divergentes de regulación estatal del desarrollo
del South Side de Chicago y de las cités obreras en decadencia de 'e - urbano combinados con las cronologías y las diferentes trayectorias
la periferia parisina echará luz sobre dos rasgos que distinguen cla- d~ ~ormación de~ Estado y de las clases sociales, reforzadas por las
ramente al gueto negro norteamericano de los enclaves de pobre- distintas concepciones culturales de la ciudad), los Estados Unidos
za de las demás sociedades avanzadas: la violencia pandémica que, Yla. Europa continental han desarrollado configuraciones espacia-
combinada con la privación material y la indignidad simbólica agu- l~~ inversas y simétri_cas. En l~s Estados Unidos y desde su importa-
das, explica la tonalidad opresiva de la vida cotidiana en el cinturón oon .de Gran Bretana a comienzos del siglo xx, los suburbios han
negro, y la destrucción de las instituciones públicas que subyace al funcionado coi:no el refugio casi exclusivo de las clases medias y
debilitamiento organizacional y el aislamiento social creciente de los altas ~lancas (Ftshmar:, 1987), mientras que las zonas segregadas y
residentes del gueto. La primera dimensión de la que nos ocupare- detenoradas del corazon de la metrópolis jugaban el papel de "con-
mos aquí, que se relaciona con la criminalidad y la inseguridad, es tenedor" urbano para los negros y las demás categorias dominadas
crucial no sólo en tanto es una determinación muy importante de la {~ard, 1989). Por el ~ontrario, en Francia y la mayoría de los demás
calidad de vida en los barrios pobres, sino también porque alimenta p~t~es europeos contlnentales, el centro de las ciudades ha sido tra·
la espiral de la estlgmatización territorial y obstaculiza el desarrollo ~1c1onalmente monopolizado por las elites, mientras que los traba-
local de la economía y la vivienda. La segunda dimensión, relativa a jadores Y. los grupos marginados eran empujados hacia la periferia
la densidad y a la diversidad de las organizaciones, tiene que ver con (Pré~ece11le, 197~). Así, aunque estén situados en el polo opuesto
el "aprovisionamiento" (HannerL, 1980: 103-104), definido como la del sistem~ espaoal urbano, las banlieues populares de Francia resul-
satisfacción de las necesidades materiales, sociales y culturales de los tan el equival~nte estructural de la inner cüy de los Estados Unidos.
habitantes, e influye directamente sobre su grado y su sensación de En fin, al igual que el gueto estadounidense, los barrios degra-
inclusión en la sociedad. Estas dos dimensiones están estrechamen- dados de los suburbios obreros como los que componen el cintu~
te .imbricadas: la ecología y la capacidad organizacional de un barrio rón rojo histórico de París (Stovall, 1990) se ven estrechamente
pobre contribuyen a determinar los tipos y niveles de inseguridad asocia~os a la violencia, el racismo y la dislocación de estos últi-
objetiva y subjetiva: la violencia de la calle, real o supuesta, afecta mos anos. ~e hecho, ~as una década de explosiones periódicas de
como contrapartida la viabilidad de las organizac_iones locales y, por enfrent~~ent~s ~allejeros con las autoridades, las banlieues popu-
lo tanto, las condiciones de vida de aquellos que dependen de ellas. _ lares son perc1b1das como la conjunción del desorden geográ-
Las banlieues, esos espacios "sociológicamente amorfos" que se fico Y del desorden social" (Mayo!, 1992: 66) y, del mismo modo
extienden en la periferia de la ciudad francesa (Pétonnet, 1979: 17)
que el gueto negro en los Estados Unidos, son el punto focal de
y que han servido de "vertedero" para las fracciones inferiores de la
\· un ~i;multuoso deb_ate sobre los vinculas entre desempleo, segre-
clase obrera desde los años sesenta, brindan un contrapunto parti-
gac1on y deteri~r~ de los .barrios. 6 En resumen, el cinturón rojo
culannente pertinente para la comparación. Al igual que el gueto
francés y los vestJgios del cinturón negro histórico norteamericanO
norteamericano, son territorios separados y estigmatizados, situados
en lo más bajo del sistema estratificado de los lugares que compo-
nen el orden espacial de la metrópolis (como se lo ha señalado en ¡¡:-Sí,
~os años ochenta en Francia han sido bautizados simultáneamente
el capítulo anterior). Tanto uno como otras son también, en grados coro? la decada de la nueva pobreza" (Le Puill y Le Puill, 1990) y como ~100 años
variables, formaciones "institucionalmente incompletas" y heteróno- banlieue" uuouli,1992)'
CINTURÓN NEGRO, CINTURÓN ROJO 235
LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD
234
ciones (véanse los capítulos 5 y 6 supra, y Wacquant, 1995a, para
se han convertido, cada uno en su propio orden nacional, en las una caracterización más detallada). Dicha diferencia se debe, en
encarnaciones emblemáticas del nuevo "peligro urbano", en el principio, a la protección social extendida ofrecida por el Estado
sentido de decadencia social e inseguridad física, pero también de Bienestar francés y la regulación política más firme que ejerce
con el significado políticamente cargado de que amenazarían con sobre los mercados del trabajo y la vivienda, 8 de modo que los
deshacer el tejido de la sociedad urbana in toto. niveles de pobreza, de desempleo y de dificultades materiales en
El siguiente retrato de Chicago se apoya en encuestas estadís- las peores banlieues del cinturón rojo se sitúan muy por debajo
ticas, entrevistas cara a cara y observaciones de campo realizadas del promedio en el gueto negro norteamericano. Así, a pesar del
en el marco del Urban Family Project de la Universidad de Chicago aumento continuo de la desocupación, cerca de dos tercios de los
entre 1987 y 1990, y en datos en profundidad sobre el barrio de adultos de La Courneuve disponen de un empleo remunerado
Woodlawn recogidos en el curso de una investigación etnográfi- mientras que el 70% de sus homólogos del South Side de Chicago
ca de tres años en un gimnasio de boxeo y sus relaciones con la ha quedado fuera de la esfera del salario. Una importante mayoría
economía y la cultura de la calle. Para el caso francés, me apoyo . de los hogares del South Side (entre dos tercios y tres cuartos)
en las recientes monografías que se ocupan de la decadencia de debe recurrir a la ayuda social ( welfare) como modo principal de
los barrios del cinturón rojo así como en un abanico de datos subsistencia, mientras que sólo una minoría de las familias de La
i
1
primarios y secundarios relativos a la zo~a de La Coumeuvill~, un ..
i .;-
Courneuve recibe ayuda pública (con la excepción de las transfe-
~ :
antiguo centro industrial de los suburbios del norte de Parts en rencias sociales de carácter universal). En segundo lugar, la rígida
donde hice varios recorridos de campo en el otoño de 1990 Yla segmentación racial que consigna a los negros a zonas separadas y
primavera de 1991. Esta orgullosa comunidad obrera de 32.000 clausuradas de la ciudad en los Esta.dos Unidos es desconocida en
habitantes, dirigida por el Partido Comunista desde la Segunda Francia, donde las pocas y limitadas concentraciones residenciales
11 Guerra Mundial, ha sufrido duramente por el paso a un régimen de inmigrantes que existen resultan sobre todo un efecto de dife-
de producción posfordidsta centrado en los servicios y por el cie-. rencias de clase en el acceso a la vivienda. De allí se sigue que el
rre de fábricas que siguió a la reconversión industrial. Entre 1975 gueto estadounidense presenta una composición racial monocro-
y 1990, su población disminuyó en un quinto, el porcentaje de ma y un reclutanúentQ de clase cada vez más uniforme, mientras
jóvenes (de menos de 20 años) y de extranjeros ha aumenta.do que la población de los asentamientos del cinturón rojo sigile sieri-
hasta alcanzar respectivamente un tercio y un quinto; su tasa de do muy diversa en su composición social y etnorracial. Así, aunque
desempleo superaba el 17% en 1990 para el conjunto de la juris- sean muchos los que consideren a la cité de Quatre mille como un
dicción, y era entonces una de las más altas del país. Dentro de La "gueto árabe", sus residentes integran más de veinte nacionalida-
Courneuve, me concentro en la dtéde Quatre mille, un importan- des y hay una mayoría de "blancos" autóctonos que disponen de
te complejo HLM que acumula los males urbanos y sociales típicos un empleo. Se verá que estas diferencias morfológicas se prolon-
de la "crisis~ de las banlíeuesobreras francesas. gan en el plano de los niveles y formas de la violencia callejera y
Recordemos que, aunque el cinturón negro de Chicago Yel de la ecología organizacional de ambos territorios.
cinturón rojo de París ocupan fXJsit;iones homólogas en sus órdec
nes metropolitanos respectivos, 7 difieren mucho en el plano de 8 Esta protección comprende la cobertura médica automática para los asa-
la organización morfológica y en la condi.dón social de sus pobla· lariados, los subsidios familiares, la ayuda para la vivienda, así como programas
de formación profesionales y de empleo público para los jóvenes, pero tarribién
un marco administrativo para el trabajo de tiempo parcial y para los despidos
7 Esta homología brinda una justificación teórica a su comparación. A pro- colectivos. Esto se <:ompleta con el ingreso mínimo de reinserción (RMI), que
pósito de la lógica de selección de casos en la invesúgación comparativa, véanse supuestamente tiene como contrapartida la búsqueda activa de una "inserciónH.
las útiles ~ugerencias de Margaret Archer (1978),
r-
:r
236
LOS CONDENADOS DE lA CIUDAD
-,,-
1'., ,
J~--
ClNTURÓN NEGRO, CtNTURÓN RQ!O 237

Delincuencia, violencia callejera y contracción del espacio Es verdad que los jóvenes del gran complejo se suelen entre-
gar al vandalismo y a las refriegas callejeras, que las peleas son
público
allí frecuentes y tensas las relaciones con las autoridades, y que
Las cités obreras en decadencia y el gueto negro no~teameri~ Ja apelación a la violencia física resulta mucho mayor en las rela-
''enen en común el hecho de que se las suele considerar en ciones internas de la cité que en la sociabilidad típica. de las clases
canou · ¡·· l
sus sociedades como lugares peligrosos donde reinan e vic.10 Y a medias. 10 Sin embargo, esto no implica que se corran riesgos al
criminalidad descontroladas, donde la ley se bur~ todo el uempo pasearse por Quatre mille, en especial al caer la noche, donde se
a las que hay que evitar tanto como se pueda. Stn em~argo, aun~ puede circular libremente alrededor de los edificios que albergan
~ue su imagen pública sea similar, estas dos constelac~ones urba~ y atraen una rica vida colectiva. Esto se explica por el hecho de
nas difieren claramente por la intensidad, la_ frecuenc1~, e.l grado que la cité de Quatre mille se halla en constante intercambio con el
de inserción social y la naturaleza de las actividades cnm1nales e paisaje urbano que la rodea, pues la gran mayoría de los residen-
ilegales que albefgan, así como por el impacto que esas formas tes trabaja, consume y se distrae fuera de su perímetro.
de violencia callejera tienen sobre el manejo y el desarrollo de las La presencia permanente en las esquinas, las área.S de juego
rutinas cotidianas. Como adelanto: en La Co~neuve, el probl~a. y las calles que vinculan los edificios, por parte de los habitantes
· o"pal es una sensación de inseguridad denvada de la ecologia Y y sobre todo de los jóvenes, contribuye a tranquilizar al visitante.
prin -dr ·
la demografía del barrio y alimentada por la pequena e ~ncuen~ra En el parque departamental adyacente a la cité (un área rectan-
de los jóvenes; en el South Side de Chicago, un a~do peligro fislco gular de cuatro kilómetros por dos sembrada de césped, arbustos
· da la vida cotidiana y genera un clima opres1vo de terror que y flores) se puede ver en primavera a familias haciendo picnic, a
ha provocado la desaparición casi comp¡eta d e¡ espacio
mun · pu'bfco
t • ciclistas y gimnastas en pleno esfuerzo, a adolescentes jugando
un partido de fútbol en una cancha, a niños que remontan sus
Delincuencia juvenil y sensación de inseguridad en las cités cometas y a parejas que pasean a su perro al comenzar la tarde. l 1
del cinturón rojo Las personas que trabajan en el vecindario atraviesan con regu-
laridad la cité para llegar a la estación de subterráneo próxima,
Como consecuencia de una serie de incidentes cubiertos ab?n~
dan temen te por los medios, y al igual que muchos de sus hon:-olo-
gas de la periferia o de las barriadas º?~~ras de Lyoi;-~ Mars:1Ue Y (1992} pw:a un estudio de la producción y los efectos de los "discursos sobre la
Toulouse, la ci'té de Quatre mille ad.quino la rep;i~c1on de zon~ inseguridad• que giran alrededor de las banHeues obreras en decadencia.
.: ¡/- JO Mauger y Fossé-Poliak (1983} han mostrado que los modelos de conducta
prohibidan, asolada por una criroinalidad pandem1ca, donde rei- , \' fundados sobre la afirmación franca de una masculinidad "áspera" (que se exhibe
naría la ley de las pandillas de jóvenes descontrolad~s y truhanes : ,i;' en el hecho de beber en público, en el uso ostentoso de un lenguaje gro~o yen
sin piedad. La gente del exterior_ identifica espontaneamente al las peleas callejeras} son la expresión de valores y de la sociabHidad públicas de las
gran complejo como un purgatorio urbano en el ~~e se cor.ren clases populares, pero que estas conductas suelen ser malinterpretadas como peli-
grandes riesgos al entrar. Hay rumores de que la pobcta no ~were grosas y delictivas por ohservadores externos (de clase media). A menudo se han
despreciado los mismos esquemas culturales como componentes de una ~cultura
ingresar allí, y algunos inquilinos de los HLM locales sosue~~n específica del gueto" (por ejemplo, Hannerz, 19'74, y Wilson, 1987) mientras que
que su en tomo es duro y riesgoso ("da miedo"~. Pero es;a !amtltar prevalecen entre los adolescentes de las clases populares blancas o hispánicas en
imagen mediática no mantiene más que un vinculo débd con la Inglaterra tanto como en los Estados Unidos {Willis, 1981; Fo ley, 1990; Mac Leod,
realidad cotidiana de la cité. 9 199.'í), yya figuraban dos décadas antes en el registro de Ja "cultura de la pobre~a·
de OocarLewis (1961).
11 Los datos provistos por la encuesta de Amart (1987) sobre la frecuenta-
~Véanse Bachman y ~ier (1989} para un análisis detallado de Ja construc- ción de este parque no muestran ninguna diferencia significativa con el público
ción periodística de Jairoagen de la dtide las Quarre roil\e, yDulong YPapennan de los parques en las municipalidades vecinas.
238 LOS COND:ENADOS DE LA CIUDAD CINTURÓN NEGRO, CINTURÓN ROJO 239

que está repleta de personas que regresan a París en los horarios Las tensiones entre la policía y los jóvenes de la cité son per-
pico. Quienes tienen un empleo dentro de Quatre mille expresan ceptibles de inmediato cuando se encuentran y estallan refriegas
exasperación e incredulidad ante la idea de que corren un riesgo regularmente durante o después de los bailes públicos y de otras
particular por ser ése su lugar de trabajo. actividades colectivas al aire libre. Pero esos incidentes ocurren en
Los robos al voleo, los asaltos y los robos de autos y bicicletas, los los barrios populares de casi todo el país en fiestas como I~ del 14
atracos menores y el tráfico de estupefacientes son las infracciones de julio o de San Juan. "No hay escalada de violencia porque las
visibles más habituales en La Courneuve. En el curso de un año asociaciones están bastante bien insertas en la cité, manejan eso
típico, la ciudad no registra un solo asesinato. Por ejemplo, en 1983 muy bien", declara un responsable municipal que trabaja dentro de
y 1984, los incidentes criminales más serios registrados por la policía Quatre mille. Las episódicas erupciones de violencia que atraen la
fueron dieciocho robos con violencia (ninguno de los cuales impli- atención desproporcionada de los medios nacionales suelen estar
có muerte o heridas graves). La ciudad dispone de una fuerza de bien circunsoiptas y detectadas: se dirigen a la policía o los vigilan-
policía de 150 agentes pues la frecuencia de los hechos criminales tes privados a manera de represalias por lo que los jóvenes conside-
se sitúa allí apenas por encima de la media nacional. En algunos ran un tratamiento injusto, brutal o humillante de su parte.
crímenes y delitos, resulta incluso inferior a las tasas de la ciudad Y sin embargo, reina entre los residentes de ese gran complejo
que gozan de un gran reconocimiento: la frecuencia de Jos asaltos en decadencia, como en muchas otras cith de la periferia urbana
alcanza al 10,8 por mil habitantes en La Courneuve contra 25,6 en francesa, una sensación de inseguridad y de desconfianza sorda y
París. Cuando se preguntó en la cité por este tema (octubre de 1991) profundamente enraizada (Avery, 1987: 110; Dulongy Paperman:
no se mencionó ningún incidente importante de violencia étnica o 58), suscitada principalmente por una creciente pequeña delin-
racista luego de la muerte del niño Toufik Ouanes enjulio de 1983, cuencia y por el entorno deprimente y despersonalizador de las
que sigue siendo recordada; el hecho mismo de que este incidente condiciones de vida donde poblaciones heterogéneas y fragilizadas
trágico haya ocupado grandes titulares en la prensa nacional y haya entran en contacto cotidiano. 14 Esta sensación hace que numero--
marcado duraderamente la memoria colectiva habla claramente de sos habitantes de La Courneuve equipen sus casas, autos y nego-
que se trata de una anomalía.1 2 La práctica del "despojo" (robo de cios con puertas blindadas y otros sistemas de alanna; algunos resi-
buzos, zapatns y walkrnen con amenazas) se ha difundido durante la dentes más antiguos llevan incluso gases lacrimógenos (parecen
última década, pero se practica sobre todo entre adolescentes del ser aún una minoría). Desde el punto de vista de las autoridades,
barrio y no implica el uso de amias salvo unas pocas excepciones. el pr~blema número uno de la seguridad pública en Quatre mille
Lo mismo ocurre con los enfrentamientos colectivos que están fuer~ tiene 'que ver con laS drogas y no con los ataques a las personas.
temente ritualizados y regulados por los lazos de las relaciones de Los sótanos de la mayoría de los edificios han sido clausurados 'i'

interconocimiento y de intercambio entre los protagonistas. 13 , para impedir que los jóvenes se escondan en ellos para hacer sus ;¡
transacciones y consumir sustancias ilegales; no es nada dificil ver i:i
'i-'
12 La noche del 14 de julio, un residente insomne harto por el barullo de los ¡
niños salió con !SU fusil, disparó hacia un grupo de jóvenes y abatió por accidente - reglas precisas de acuerdo con el momento, el lugar, el motivo y el doble ímpera- ;¡
al pequeño Toufik, de 9 años, hijo de un inmigrante norafri<:ano. El aconteci- tivo de la publicidad (entre los pares) y la clandestinidad (ante las auroridades).
4
miento ocupó la primera plana de los rnediOll nacionales y prod~jo la solemne t Es una de las características distintivas de los barrios HLM franceses: "La
visita del presidente Miuerand, quien fue hasta el lugar par"- condenar este asesi- pequeña delincuencia es un componente de la sensación de inseguridad: temor
nato y anunciar la aceleración de las políticas de renovación urbana emprendidas de ser asaltado, temor de que le roben el auro, temoi- de ser agredido en la calle,
por el Estado. el estacionamiento o el subterráneo. Se ha expandido la amalgama joven-delin-
rn Lepoutre (1997: 195-28) se refiere a la "inserción" social y cultural de ,- ¡;" cuencia-inmigrantes-delincuencia" (Calogirou, 1989: 39). Tumbién se destaca este
las peleas callejeras en Quatre mille mostrando que obedecen a lln conjunro de punto en Pin\;on {1989) y Dubet y Lapeyronnie (1992).
>f:
-~ 1; '.

_A_
LOS CONDENADOS DE 1A CIUDAD CJNTIJRÓN NEGRO, CINTURÓN ROJO 241
240

a los pequeños dealers que van y vienen por los alrededores de los que la venta ostentosa de cocaína, anfetaminas, polvo de ángel y
autoservicios de Quatre mille norte. Pero el tráfico de estupefa- karachi en las esquinas, a cara descubierta, que he podido observar
cientes en La Courneuve resulta pálido en intensidad, volumen y en numerosas zonas del South Side de Chicago. Las raterias menu-
ofisticación cuando se lo compara con su equivalente en Chica- das, el uso de drogas, el tráfico de objetos robados, el vandalismo
' .
go. Allí la distribución callejera es intermitente y ~barca esencial- y el alcoholismo son las formas más habituales de delincuencia
mente a los opiáceos y a la marihuana, mucho mas que a drogas visible en las cítés degradadas del cinturón rojo. Lo esencial de esta
"duras" como la heroína y los derivados de la cocaína (aun cuando delincuencia reviste un carácter oportunista y presenta una dimen-
estos últimos están lejos de ser desconocidos). Es que lo~ jóven~s sión altamente liídica y expresiva: su objetivo principal no es tanto
de las banlieues populares de París establecen una clara d1fe~e:icra generar dinero como producir ~acción" o incluso ofrecer el medio
entre fumar "hierba", cuyo consumo perciben como una acuvidad de superar el enojo generado por el hecho de estar atrapado en un
recreativa, similar al del alcohol, y el "polvo", considerado fuer- universo sin salida ni esperanza tangible de mejora.
temente adictivo, destructivo y símbolo de patología. Aunque se Entre las actividades delictivas más populares de los adoleg..
haya desarrollado mucho en los últimos años con el increm~nto <:entes se encuentran tomar el tren a Paris sin pagar, entrar con
del desempleo de larga duración entre los habitan~e~ del barn~, el engaños a las salas de cine, robar en negocios (Calogirou, 1989:
comercio de estupefacientes sigue siendo una acavidad marginal 120) o en las escuelas y otros establecimientos piíblicos, come-
que atrae sobre todo a los jóvenes sin empleo, q~e suelen ser ellos ter atracos en la calle (las dos ruedas son un blanco favorito) , y
mismos consumidores y cuya motivación principal es generar los los actos menores de vandalismo como la inscripción de "tajos" o
ingresos necesarios para satisfacer su propio co~sumo. la destrucción de buzones o equipos colectivos. En los casos más
·¡ A pesar de su expansión reciente, el comercio de drogas en La extremos, se incendian autos estacionados, en una especie de pot-
Courneuve no se parece en nada a la economía .paralela, autóno- latch invertido, que lleva a incinerar el instrumento de esta movili-
ma y altamente diferenciada que genera benefioos de decenas de dad geográfica y social de la que uno está privado. Est.a delincuen-
millones de dólares y sostiene carreras duraderas en el mercado cia muestra más "una manera de vivir y pasarla bien" destinada a
de trabajo ilegal, que se ha desarrollado en el gueto negro norte- superar el abunimiento cotidiano que la entrada en una carrera
americano durante la década de 1980. Dado su escaso volumen, criminal (Dubet y Lapeyronnie, 1992: 126).
no ha dado nacimiento a una "cultura" específica o a redes densas ,·¡ ,_
Hecho notable, la gente de Quatre mille establece una distin~
y extendidas de usuarios y revendedores vinculados entre sí (Wil- ·_' ~: ción entre las raterías cometidas dentro de la cité y los robos (a
.·. liams, 1992), y menos aún a empresas organizadas cuya estrucUU:ª•
;[.
personal y ventas se parezcan a las de verdaderas firmas c~m~rcia­
';/ cara descubierta o a escondidas) cometidos afuera. Los ladrones
·.J<' que asaltan a los ~suyos", es decir, a los vecinos y ocupantes de los
les.15 En Quatre mille, las drogas son sinónimo. de retra1m1~nto edificios próximos, suelen ser reprendidos o excluidos de las redes
social y no de búsqueda individual_ de satisfacciones sen~or1ales de reciprocidad. I6 Del mismo modo, en las cités estudiadas por
o de progreso económico. La especie de "supermercado de las
drogas a cielo abierto descripta por Bourgois ~1992) e? East Har- ·. f
lem resulta impensable para el contexto frances, del mISmo modo.. -' ¡.- 16 En una citi de tránsito de Rouen, estudiada por Laé y Murard (1985:
15-16), loo deeesos prematuros (debidos a enfermedades u otros problemas de
salud) son moneda corriente y «[toman] el aspecto de una fatalidad [ ... ) La
15 Adler (1995) rastrea el modo en que los hermanos Chamhers constru- perspectiva de una desaparición precoz.pone en cuestión las fases de la vida.[ ... ]
:te
yeron un "imperio del crack" en el gueto de Detr<iit, que generab~ un_a ~ifr~ La escasez de empleos, cruelmente experimentada, coincide con esta visión de
neg<:icios estimada por las autoridades (en e! momento de su aud;enc1a JU~u:1al un ciclo de trabajo que se extiende por veinte años como máximo". Pero aun
en 1991) en 55 millones de dólares por año en su apogeo, lo que la converua en entonces la muerte violenta es algo poco común y la criminalidad más grave
la primera <:mpresa de la dudad. implica el robo con amenazas y los cortes y heridas, no los homicidios. Los hurtos
LOS CONDENADOS OE LA CIUDAD CINTURÓN NEGRO, CINTURÓN ROJO 243
242

Dubet (1987), los residentes toleraban bastante poco el robo den- 1987: 2). Así, la flagrante mayoría de los 849 asesinatos registrados
tro del barrio. Esta situación contrasta fuertemente con las prác- sólo en la ciudad de Chicago en 1990 (comparada con los 1.355
ticas criminales dentro del gueto negro, como ya se ha insinuado para toda Francia en ese mismo año) ha tenido lugar en el gueto:
en los capítulos 2 y 4, donde .la depredación interna es endémica según el informe anual sobre criminalidad del FBI: "La víctima
y toma formas mucho más virulentas y destructivas. habitual de asesinato en 1990 es un hombre negro menor de trein-
ta años, por disparos de balas en un barrio que figura entre los más
pobres~ de una gran ciudad ( Chicago Pribune, 1991). En el distrito
La violencia callejera y la extinción del espacio público de poliáa de Wentworth, que abarca el cinturón negro histórico
en el South Side de Cbicago del ~outh Side, se han denunciado 96 homicidios este año, para
una impactante tasa que roza las cien muertes por 100.000 residen-
La inseguridad física que reina en el cinturón negro de la metró- tes, o sea. veinte veces la tasa de los barrios burgueses blancos del
_\·
polis estadounidense no tiene comparación alguna con la de las norte de la ciudad como Líncoln Park o Lakeview. Un oficial de la
i citis de la periferia urbana francesa, o la de las iniur dties británicas brigada anticriminal del distrito se queja: "Todos los días tenemos
1 y los barrios de relegación de otros países de la Europa continen- asesinatos que no son mencionados en las noticias. Nadie lo sabe
í tal. Aunque el impacto de la delincuencia sobre la vida cotidiana y a nadie le preocupa~.is La policía se queja también del hecho de
' en La Courneuve se hace sentir sobre todo a nivel de las represen- que los criminales suelen emplear armas de grueso calibre, como.
taciones y de tas sensaciones colectivas, la violencia bajo sus formas
·1···... ametralladoras y revólveres de asalto: "Antes, los muchachos usaban
más brutales --extorsiones, agresiones, homicidios, violaciones y bates de béisbol o cuchillos. Ahora están equipados con armas de
ajusticiamientos-- es tan intensa en el gueto de Chicago que ha ·¡· fuego más poderosas que las nuestras" ( Chicago Tribum, 1991: 14).
obligado a una reorganización completa de las relaciones y las :; Dubrow y Garbarino (1989: 5) comparan el vecindario de los
actividades de la vida cotidiana. 17 grandes complejos del South Side de Chicago con "una zona de
Según las encuestas epidemiológicas dirigidas por el Center guerra donde los no combatientes huyen del frente". Los peligros
ofDisease Control de Atlanta, a comienzos de los años noventa, el mis graves aludidos por las madres que viven allí son, en orden
homicidio se ha transformado en la primera causa de mortalidad decreciente, los tiroteos, las pandillas y la oscuridad; por contras-
entre los residentes del gueto. Esta violencia mortífera es tal que te, las madres que viven en barrios de demografia comparable
la probabilidad de muerte violenta de los jóvenes negros es mayor de la banlieue mencionan el secuestro de niñoo, los accidentes de
si recorren las calles del corazón segregado de las ciudades que si tránsito y las drogas. En el barrio de Woodlawn, como en el resto
estuvieran en la peor parte del frente en Vietnam. La incendiaria del cinturón negro de la ciudad, los habitantes se atrincheran en
tasa de homicidios es tal que algunos observadores han ]legado sus apartamentos detrás de los pórticos, los cerrojos y las rejas de
a alarmarse por un "genocidio de los jóvenes negros" (Staples, hierro forjado; adecuan su rutina cotidiana para limitar al núni-
mo sus salidas y evitar tanto como se pueda los lugares públicos, y

y los robos de vehículos son los actos delictivos más comunes en Blanchard, y son
tolerados en la medida en que se cometen principalmente fuera de la cité, pues rns eg.' n vanos
. .1n1.ormantes,
, una parte desconocida pero no desprecia_ble
esta pequeña delincuencia acarrea hacia el interior de la zona recurS<ls comple- de ~o~ aseSlnatos comeudos dentro del gt1eto jamás se denuncia (ni siquiera a la
mentarios que entran muy pronto en los circuitos de intercambio. pohcia) porque no se encuentran los cuerpos o porque los residentes no infor-
17 Para rm cuadro más completo de la violencia criminal y un análisis de su man a las autoridades del deceso por temor a las represalias o simplemente por
impacto sobre la vida cotidiana y las estructuras sodalesdel gueto, véanse Sullivan desidia, Un joven de South Shore (cerca de Woodlawn) al que interrogué sobre
(1989), Anderson (1990), Bourgois (1995), Adler (1995), Pinderhughes (1997) este asunto resumía así la rea<::ción habimal cuando se asiste a una balacera en su
yMcCord (1997). barrio: "Giro la cabeza y no miro" (para no traerse problemas).
LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD Cll'ITURÓN NEGRO, CINTURÓN ROJO
244

buscan regresar para protegerse en su casa cuando. cae la noche: La muerte violenta es una realidad banal del paisaje cotidiano,
"No, nunca voy a Washington Park por las noches, si lo hago llevo al punto que el simple hecho de alcanzar la edad adulta es con-
mi revólver. ¿Por qué? Si uno de esos punks se me ap~rece va a siderado, por muchos, un logro digno de reconocimiento públi-
sentir mi pistola'', refunfuña un informante sexagenarto. Duran- co.20 Cuando se les pregunta a los jóvenes del gueto qué paso con
te el verano de 1991, el alcalde de Chicago, interpelado por los sus amigos de infancia, las respuestas más frecuentes giran inva-
habitantes del South Side que se indignaban porque no se podía riablemente alrededor de un tríptico macabro: en prisión, dealer
a pasear sin arriesgarse a morir en los parques públicos, incluso o drogadicto, muerto y enterrado. Un obrero de mantenimiento
~plena luz del día, aceptó sin darse cuenta que son las i:'andillas y en un McDonald's de Woodlawn lo expresa sí:
tos traficantes de drogas, y no los poderes públicos, quienes con-
trolan ese sector de la ciudad, cuando, atrapado por la exaspera- He visto tipos hacerse hundir. He visto tipos hacerse matar. He
ción, se puso a comparar a Chicago con Bogotá (en ese ,momen- visto a alguien caer, totalmente muerto, que estaba justo al lado
to el cartel de Medellín aterrorizaba la capital colomb1ana con mío y supe, bueno, que podría haber sido yo y, hum, lo mejor
atentados y asesinatos espectaculares). En muchas zonas ~e~ South que me quedaba por hacer era cambiar de compañía.
Side los teléfonos públicos fueron puestos fuera de servicto para
evitar que sean utilizados por los revendedores de estupefacientes, En el barrio de Kenwood, situado a tres kilómetros al norte,'
y se ha cerrado la entrada a las estaciones del metr? aéreo en una a lo largo del lago Michigan, los homicidios eran tan frecuen-
tentativa desesperada por limitar la criminalidad violenta. tes, a mediados de los ochenta, que los muchachos interrogados
Dada la circulación generalizada de armas de fuego Y de dro- por Duncan (1987; 34) se ponían "a discutir seriamente para
gas, la calle se ha transformado en una especie de teatro gro~esco saber si era posible vivir más allá de los 30 años~. Lo duro de las
de masculinidad agresiva sobre cuyo escenario el enfrent.anuento condiciones de vida, la banalidad de la muerte repentina y las
violento sirve de medida del honor y donde el menor pretexto tasas astronómicas de encarcelamientos -cerca de la mitad de
-un empujón involuntario, una mirada atravesada, una go~ mal los negros de la ciudad de 18 a 35 está bajo el manto de Ja justi-
ladeada o una camisa del color equivocado- puede convertir un cia- explican que se perciba la prisión como un anexo del gueto
encuentro banal en una demostración de brutalidad letal. "En el y el encierro penal como una Variante de la vida cotidiana en el
gueto, todo el mundo se siente frustrado", explica un ex ~iemhro cinturón negro. 21
de una pandilla de Woodlawn, "entonces, cuando empujas a un
tipo [con un grito feroz y exagerado]: '¡Eh, negro, te voy a perfo-
rar la piel!'. Hablo en serio, eso es frustración~. Y continúa: te mente condenado a ocho años de prisión). Trataba de consolarse diciendo que
ese encarcelamiento sería bueno para él: al menoo no andaría por las calles, lo
Hay que hacerse fuerte y aprender a sobrevivir. Cuando e~tás que lo alejarla de la droga y loo tiroteos. De estar libre tendría aún mayores pro-
blemas" que en prisión,
allí afuera en la calle los tipos quieren atacarte por <letras Y 2
romperte la cabeza por nada. Debes saber cómo protegerte, ~ De 1m grupo de amigo$ que han crecido juntos en el corazón del cintu·
rón negro del South Side, escriben Monroe y Goldman (1988; 269, el dest.acado
cómo sobrevivir. Siempre miro para atrás y mataría para pro- es mío): "Todos habían tenido éxito a su manera, vencedcres por tl rimple lwr:ht> de
tegerme y para proteger mi derecho a vivir. Hay que ser un estar vi'l!Oscon un poco de dinero en el bollllllo y una sonrisa para el mañana que
hombre, es la única solución. Mierda. Me digo dos veces que asoma~.

estaba mejor en la cárcel; hoy afuera se está peor. L9 21


"Cumplir con su pena, eso no afectaba a Honk. No es peor que vivir en el
! barrio, como preso al menos uno se ;ilimenta gratis, a diferencia de la calle. [... ]
1 Aparte de esto, el gueto y el Graybar Hotel (o sea, la prisión) son más o menoo la
r' misma cosa" (Monro.e y Goldman, 1988: 123, 154; véase también Kotlowitz, 1991:
19 Kotlowitz (1991: 236) de&eribe a una madre de cuatro hijos que vive en

"'
~
. un HLM del West Side quien "no dejaba de pensar en ($U hijo) Terence (rocien- ll2y236).
¡
:
j
LOS CONDENADOS DE. LA CIUDAD CINTURÓN NEGRO, CINTURÓN ROJO 247
2'6

Philippe Bourgois (1992), quien ha real_izado un estudio de Aislamiento institucional contra desertificación
organizacional
camposObre e l comercio del crack en el barrio de East Harlem. en
Nueva York durante cinco años, sugiere que las calles del hipergue-
an convertido en el crisol de una verdadera cultura del terror Una importante característica de los enclaves de pobreza per-
to se h . l tráfi d
ha desarrollado en una relación funcional con e co e sistente a los cuales están relegados los parias urbanos de final del
quese - b á siglo xx, es el grado en el que albergan instimciones capaces de
drogas en público, tráfico que domina la econonua su terr nea
len o boom dentro del corazón de las ciudades. En esta econo- satisfacer las necesidades básicas de sus habitantes e incorporarlos
en p ··".d. bl a la sociedad global. Aquí también, a nivel de la experiencia vivida,
· las demostraciones regulares de violencia son 1n ispensa es
m1a, . "dd
el cinturón rojo y el cinturón negro se muestran bastante cerca-
ra mantener la credibilidad y para prevenir las trap1son as e
~~legas, clientes o intrusos~. Reinterpretada con la lógica _de la nos: ambos son percibidos como deficientes en el plano organiza-
conomía criminal, esa violencia es "una forma sensata de inver- cional y las poblaciones que residen allí se quejan de la escasez de
:ión a largo plazo ~n relaciones públicas, publicidad Ydesarrollo instituciones necesarias para el buen funcionamiento y el bienes-
del 'capital humano'", La necesi~a~ d~ :mantener. esta cult~ra del tar de la colectividad que integran. Pero la comparación objetiva
terror -para generar ingresos, 1nttm1dar a los rivales, o simple- revela también un fuerte contraste transatlántico: las citésobreras
mente conservar una dosis de autonomía personal o proteger la francesas cuentan con una buena cantidad de instituciones de la
propia integrídad fisica- se extiende mucho más allá de quienes administración pública y de servicios de proximidad, a raíz sobre
participan directamente del comercio de las drogas, de mane:a todo de la recuperación de la intervención del Estado,22 mientras
1 ue "envenena las relaciones interpersonales en todo el hamo que el gueto norteamericano ha sufrido un proceso acelerado de
1 ~\legitimar la violencia y volver imprescindible la desconfianza" desertificación institucional inducido directamente por la abdica-
I' ción del Estado (Wacquant 1992b: 109-111), Para ser más precisos,
(Bourgois, 1989: 631-632, 635).
l' En la cité obrera francesa, la delincuencia es una fu_ente ~e los grandes complejos de La Courneuve sufren de una salm!pene-
l.
reocupación antes que un peligro omnipresente; la v1olenc1a tración de organizaciones estatales que tiende a atomizar y aislar a
pública está limitada y permanece imbricada en la trama de las sus usuarios, mientras que el South Side de Chicago ha soportado
~edes locales de intercambio y de estatuto: es ~una forma de regu- el retiro y el naufragio de las instituciones públicas.
lación aplicada a prácticas sociales intensivas, un momento de
sociabilidad en el cual se afirma la fuerza física [. · .1 como funda-
mento de la reputación" (Laé y Mura:d, 198~: ~O). En el~ ~eto \,
Densidad organizacional y aislamiento institucional
estadounidense, la criminalidad es mas economtca que ludtca_y en la cité de Quatre mille
la violencia resulta pandémica por el predominio de la ~~onom1a
informal sobre el sector asalariado y por la desagreg~cton de las A los ojos de sus habitantes (como a los de los responsables de
instituciones públicas y privadas. Como una y otra, estan. muy des- -,.,, la política de la ciudad), Quatre mille es un lugar "vacío» donde
coneCtadas de las relaciones sociales locales, con exceP.c1ón ~e. las i;- los equipamientos colectivos de base y los servicios públicos están
que mantienen con la pandilla co~o depreda~or social ca& in: ' i;'
cruelmente ausentes. Sin embargo, las instituciones dominantes
titucionalizado o como trabajador informal (Saochez:Jankowsk.i, están lejos de hallarse ausentes de la dti. Doce de los diez jardi-
1991· Paditla 1992). Esas formas y tasas de violencia claramente
dive;gentes ;emiten a contextos organizacionales distinto~ de la 22 Más generalmente, las asociaciones solidarias se han multiplicado en la
citi obrera francesa y del gueto negro norteamericano y a dif~ren- - sociedad francesa en el curso de las años ochenta (Mendras, 1994). Las asociacío-
tes tipos y.niveles de control social del cual ambas constelaciones nes de inmigrantes, en particular, han proliferado luego de que fueran abolidas
urbanas son el soporte. !as leyes que restringían su creación por el nuevo gobierno socialista en 1981.
248 LOS COJ\'DENADOS DE LA CIUDAD CINTURÓN NEGRO, CINTURÓN ROJO

nes de infantes y las trece escuelas primarias con que cuenta la "l~s estructuras sociales de comunicación abundan" en Quatre
ciudad están localizados en su perímetro, y dos de los seis liceos m1lle. Ade.má~ de la multiplicidad de clubes y asociaciones, hay
de La Coumeuve están instalados no muy lejos del gran comple- a~ches Y dibujo~ en la mayoría de las paredes y graffitís e inscrip-
jo. También los servicios médicos y sociales están adecuadamente ciones en verlan "recubren la mayoría de los edificios.
representados dentro de Quatre mille; equipamientos importan- A ~esar de esto, .existe una grave escasez de equipamientos
tes como la administración de la salud pública, el centro de ser- deport1vos Y re~reat.1vos para la amplia población adolescente
vicios sociales y seis guarderías financiadas por el departamento -ce_:ca de la mitad de los habitantes de la cité tiene menos de
de Seine.Saint-Denis se encuentran al alcance de los residentes. 20 ~~os- y un alto nivel de desocupación, que impide a muchas
Por otra parte, ocho organismos administrativos importantes se famdias toda distracción que implique gastos. Los adolescentes
encuentran situados en el entorno del gran complejo, entre los ~ru:ece~ de lugar donde reunirse y pasar el tiempo juntos. El
cuales se hallan la dirección regional de la seguridad social, un un1c~ cine del g_ran complejo cerró sus puertas en 1973 porque
centro de impuestos, una oficina de infonnación sobre los dere- per~a mucho dinero y sufría constantes daños. Numerosas tien-
chos de las mujeres y la sede de la oficina local de los HLM. das, incluidos el único centro de arreglos urgentes de la cité y el
La lista de equipamientos culturales situados dentro de Quatre te:tro Turo, entraron en quiebra y cerraron a comienzos de la
mille no es menos completa.2$ Entre ellos, se registra el Centro de cada de 1980, en parte a causa de la pequeña delincuencia y del
Cultural Houdremont (inaugurado en 1977) que alberga el con- vandalismo ~ersistentes que aumentaban el costo de los seguros.
servatorio regional así como talleres de música y danza populares; La decadenc.1a comercial de ~tre mille se explica también por
el Centro de Artes Dramáticas y su escuela de teatro, con un audi- la d~spoblac1ón, que ha restringido el potencial de consumo del
torio para 800 espectadores; una Casa de la Juventud y una biblio- barrio, Y por el hecho de que los habitantes que quedaron han
teca pública; un club para jóvenes que ofrece actividades depor- adoptado. la cost.umbre de hacer sus compras en los supermer-
tivas, artesanales y culturales, así como programas educativos; un cados mejor surUdos de las zonas vecinas. No quedan en Quatre
taller informático subvencionado por el Estado (contaba con cien mille más que dos bares, que buscan cerrar temprano para evitar
miembros y veintidós ordenadores en 1987} y una asociación de problemas. El ce~tro comercial de la torre principal, que ocupa el
prevención de la delincuencia organizada por la municipalidad. sector .su~ ~e la ctté, contaba con veintisiete locales en 1986, pero
Numerosos centros de recreación mantienen a unos 2.000 alum- sólo d1ec1s1ete de ellos siguen aún en actividad cinco años des.-
nos ocupados el miércoles, cuando cierran las escuelas, y luego de p~é~. Con excepci¿n de ~a panadería, la tabaquería, el quiosco de
clases, así como durante las vacaciones escolares. Finalmente, hay d1ar1os Yla farmacia, la ctfra de negocios de los comercios locales
tres establecimientos religiosos -una iglesia católica, un templo está .e~tancada o en .baja. La atmósfera del Viniprix, el último auto-
protestante y una sinagoga- situados en los alrededores del gran ser~c10 todavía ª?i~rto en ~atre mille sur, está cargada de esa
'i ansiedad caracter1st1ca del clima del barrio y sus administradores
complejo, donde un pequeño grupci de testigos de jehová recluta
activamente a sus seguidores. 24 Como lo señala Avery (1987: 31), se muestran desalentados por las perspectivas comerciales.
~~se a la fuerte densidad de las organizaciones formales en
la cite, los responsables locales y nacionales se preocupan abier-
23 Este Tegistro parcial se ha efecmado a partir de documentos administrati-
vos provistos por la municipalidad así como de observaciones de campo realizadas
1
en octubre de 1990 y en mayo-junio de 1991. Avery (1987: 52,54 y 56) ofrece una misas Y 1~ niños en las clases de catecismo. En cuanto al templo judío, re.cibia i
!fata más detallada de las asociaciones presentes en La Coumeuve a mediados de tod?s los días 60 ~eyentes sobre loo 1.200 que se estima habitan en la ciudad. Los
los ochenta. test1~s dcjehova eran alrededor de 120 (Avery, 1987; 53).
24 En 1987, la mezquita (que había abierto sus puertas en 1982) albergaba a
, Verlan es una forma del argot parisino que consiste en invertir el orden de
30 per:sonas todos los días. La iglesia contaba con un promedio de 50 fieles en !fllS las silabas en las palabras. [T.J
LOS CONDENADOS DE LA L1UDAD CINTURÓN NEGRO, CINTURÓN ROJO 2!H
250

tamente por la ineficiencia y la indiferencia de las insti~uciones y servicios, una idea que inspira pasividad y apatía entre los más
públicas en los grandes complejos como el. de Quatre mille. Esta desheredados. 27 En un último análisis, la incapacidad estructural
carencia de servicios se debe en parte al estigma que pesa sobre el de estos programas, y sobre todo de las escuelas locales, para con-
personal que resulta asignado a una zona del cinturón roj'! y sus trarrestar el deterioro de los instrumentos tradicionales de repro-
cités vergonzantes. Un responsable de la prefect~ra de la Ile-de- ducción y de representación de la clase obrera y para conseguirles
France admite sin ambages: "No es la mayor gloria ser nombrado a los habitantes de la ci'téaquello que les importa más-un empleo
en Seine-Saint-Denis: para un funcionario que se lo envíe allí es seguro y la estabilidad que lo acompaña- alimenta el descon-
como un castigo, es como dejarlo de lado". Más aún, los organis- tento y transforma a esos programas en mecanismos suplemen-
mos actuales están mejor adaptados a las necesidades y valores de tarios de exclusión a los ojos de las personas del lugar (Balazs y
clase media de quienes los administran que a las necesidades del Sayad, 1991 ) . Así, la dependencia y la insatisjauitm con /.as instituciones
público popular a los que se supone deben servir, y en muchos públicas se refuerzan mutuamente.. El predominio de los organismos
sectores, no muestran la menor capacidad para responder a las del sector público, y sobre todo de los servicios de ayuda social,
demandas a raíz de la fuerte concentración de familias social y acentúa también la imagen negativa de los lugares, alimentando la
económicamente frágiles que requieren formas múltiples de asis-- espiral de estigm<i.tización y las estrategias sociófugas que minan la
tencia (Simon, 1982).26 Esta disyunción se traduce en un mal fun- integración social y agravan los disensos internos, a tal punto que
cionamiento perenne de los servicios públicos, lo que hace que los varias grandes ciudades se han rehusado a participar del progra-
residentes de Quatre mille pierdan una buena parte de su tiempo ma de desarrollo social de los barrios para que sus sectores des-
en las salas de espera y maniobrando entre los meandros de las heredados no queden públicamente etiquetados como «barrios
burocracias locales, lo que, como contrapartida, convierte a la dté
sensibles". 28
en lo que Desmond Avery .(1987: 175-176) describe como Paradójicamente, entonces, la sobrerrepresentación de los
organismos y los equipamientos públicos en la cité del cinturón
[ ... ] una zona de imposibilidad donde todo se vuelve extra-
ñamente engorroso y complejo, aun con los servicios que
comúnmente no tendrían nada que ver con los servicios 27 "La instalación d=adera y la permanencia de la ayuda pública lleva a !as_
sociales: una oficina de correos, un banco, un supermercado, ·poblaciones objetivo· a considerarlas como un flujo incesante, como algo que
allí donde se hace lúgubremente la cola y donde todo parece se les debe" (Lac y Murard, 1985: 61). Véanse también Jazouli (1992: 121-122),
ir en cámara lenta, tanto el personal como la clientela que sobre los efectos simílares de la ayuda al empleo para jóvenes, y Paugam (1991:
muestran una expresión que los hace parecer mártires. Lo 107-116), sobre la carrera m<Jral de los beneficiarios habituales de la ayuda social.
Este proceso de "instalación~ está obstaculizado en el gueto negro norteamerica-
que no era al principio más que un problema específico se llü, donde ningún beneficiario de ayuda pública tiene la certeza de conservar su
transforma en un ambiente general. estatut<J, dada la or¡,ranización represiva de las oficinas de asistencia y la aplicación
rutinaria de procedimientos administrativos concebidos para blüquear el acceso
La falta de eficacia y de coordinación entre la miríada de orga- o reducir las demandas de quienes tienen derecho a subsidios (Kotlowitt, 1991:
nismos públicos y semipúblicos implantados en el sector de Qua- 80, 103), Lo anterior sin tener en cuenta que las prestaciones de asistencia social
en lüs Estados Unidos son lo bastante insuficientes como para asegurar la super-
tre mille y sus alrededores se agrava por la idea que terminan por
vivencia de un hogar (Edin, 1991).
darse sus usuarios habituales, según la cual se les "debe" asistencia 2a Para dos evaluaciones de los efectos Rperversos" de los principales dispositi-
vos de la política de la ciudad puesta en marcha por el gobierno socialista a finales
de los ochenta, véanse Jawuli (1992: 115-135) y Bonetti, Conan y Allen (1991);
26 Del mismo modo, la distribución de infraestructuras y equipamientos para un análisis sugerente de la "mala fe institucional" que guía a Ja inteivención
públicos en los conglomeradüs parisinos refleja la fuerte segregación espacial de bur<Jcrática del Estado francés en los grandes romplejos ell decadencia, véase
las clases en esta región (PinJ;on-Charlot, Préteceille y Rendu, 1986). Bordieu d al (1993: 245"247),

¡I
1\.
252 LOS CONDENADOS DE IA CIUDAD CINTURÓN NEGRO, C'JN1'URÓN ROJO 253

rojo, en relación con otras organizaciones formales, contribuye a llo emprendidas por la ciudad han sido roorientadas para poder
difamar más al barrio y a agudizar la sensación de aislamiento y de apoyar a los inversores privados, ampliar y enriquecer la paleta de
descontento que prevalece entre sus habitantes. servicios ofrecidos a las grandes empresas y atraer (o retener) a
Sin embargo, en el mismo movimiento con que se quejan de los hogares blancos de las clases superiores al centro y al norte de
la interferencia incesante del Estado en su vida, le reclaman cons- la ciudad, al precio del abandono de los guetos del West Side y el
tantemente más, sobre todo bajo la forma de una lucha más activa South Side a su interminable delicuescencia. 29
contra la delincuellcia (incluso un endurecimiento de la represión A raíz de la penuria masiva de medios financieros y humanos
a los criminales) y de una expansión de los programas sociales y de destinados al gueto, los poderes públicos no están en condiciones
asistencia pública (Dubet, 1987: 249 y 260-66). El Estado francés de garantizar allí un nivel mínimo de seguridad física, una básica
se encuentra así preso de una situación inextricable donde cuanto protección legal, o de conseguir los servicios municipales elemen-
más interviene para impedir los desórdenes públicos, en el día a tales que los habitantes de los barrios externos al cinturón negro
día en la banlieue en decadencia, se revela mayor su incapacidad consideran dados, En el South Side de Chicago, la policía se mue&>
para poner remedio a la marginación económica subyacente y más tra totalmente incapaz de cumplir con su misión, pues carece de
se exige a sus representantes que ofrezcan compensaciones socia· los medios para responder a todas las demandas de intervención.
les, lo que no hace sino alimentar la espiral de las recriminaciones Los agentes de la brigada anticriminal que patrullan el distrito de
y los rechazos. Wentworth responden a las llamadas de urgencia permanentes
desde el momento en que comienza su jornada de trabajo hasta
que termina. Pese a esto, el distrito carece de vehículos para inter-
Decadencia del sector público y desertificación venir y debe transferir una parte de los pedidos de socorro a otros
organizaclonal del gueto distritos, con la esperanza de que algún grupo externo pueda dar
una respuesta. 30 El sistema judicial está también sobrepasado y
Desde los años setenta, los guetos de Chicago y de otras metrc).. desbordado por el crecimiento astronómico de episodios crimina-
polis de los Estados Unidos no sólo han quedado desestabiliza- les generados por el despliegue agresivo de las fuerzas policiales
dos por el incremento súbito de la desocupación y de la pobreza para contener los desórdenes sociales dentro del gueto. El núme-
correlativo a la reestructuración de la economía urbana (Wilson, ro de causas llevadas a los tribunales penales pasó de 13.000 e~
1987). A diferencia de los suburbios desheredados de Francia, ha 1982 a 18.000 en 1987, obligando al condado a desviar una parte
debido enfrentar también el retiro masivo y generalizado del sec· de las demandas a cuatro tribunales en los suburbios. En cuanto a
tor social del Estado. Los evidentes recortes en los presupuestos la prisión municipal, está de tal modo superpoblada que debieron
federales destinados al desarrollo urbano, la continua reducción
de los subsidios a la ayuda social ( weifare), la disminución cons- 29 "Las zonas comerciales, las viviendas y las infraestructuras ali;jadas (situa-
tante de la cobertura médica, las reformas fiscales regresivas, así
das en los barrios pobres) de Chicago sufren desde hace mucho tiempo de una
como la política federal y municipal de "estrechamiento planifi· despreocupación cuy.t amplitud es tal que sirve hoy para justificar la desatencíón
cado" (planne<l shrinkage) se combinaron para deshacer el abani· continua de los poderes públicos al respecto" (Squires ti al. 1987: 158).
30 Las observaciones realizadas en Harlem hace Y"' treinta aiios por Kenne~h
co de programas que sostenían a los habitantes del corazón de
la metrópolis (es decir, los sectores pauperizados de las minorías Clark (1965: 86) siguen vigentes hoy: La aceptación tácita -ya veces explicita-
d e los altos nivele~ de violencia, considerados normales por las poblaciones del
étnicas) desde la época de la Gran Sociedad de Lyndon Johnson.
gueto, está asociada a una disminución de la vigilancia yde la eficacia de la policía
El resultado ha sido un deterioro espectacular de los equipamien- cuando las víctimas pertenecen a las clases populares. Es otro ejemplo de la nega.
tos públicos que quedaban y una descomposición acelerada del ción de un servicio público -el derecho a una protección adecuada- infligida
tejido organizacional del gueto. Además, las acciones de desarro~ al gueto impotente".
LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD CIN'fURÓN NEGRO, CJNTURÓN ROJO 255
254

ser liberados 25.000 acusados durante el año 1988 con el simple En el barrio de Woodlawn no existe casi ninguna construc-
compromiso verbal de presentarse cuando fueran llamados a com- ción nueva o reconstrucción alguna desde la década de 1950, aun
parecer, a raíz de la falta de celdas. No sorprende, entonces, que cuando la mitad del parque inmobiliario ha quedado destruido
tantos habitantes hayan perdido la confianza en la capacidad del por incendios voluntarios en el curso de los último,s treinta años
Estado para hacer respetar la ley y prefirieran hacer justicia ellos (Wacqttant, 1995a). La mayoría de las iglesias, que formaban el
mismos (Kotlowitz, 1991: 47, 225, 233). armado organizacional de Bronzeville en el momento de su apo-
Lo mismo ocurre en materia de salud. La mayoría de los hoir geo (Drake y Cayton, 1945; 1993), ha cerrado sus puertas hoy. Las
pitales y clínicas públicas del South Side cerró sus puertas durante que sobreviven son en su gran mayoria congregaciones débiles
la década de 1980. Como una media docena de otros estableci- que cuentan con unos pocos miembros que se reúnen en vetustos
mientos, el Woodlawn Community Hospital, situado en la calle 61, y estrechos locales, cuando no se trata de simples storefront chur-
quebró de hecho en 1987 a causa de la insuficiencia de recursos ches, esas minúsculas dependencias religiosas independientes cuya
y las demoras repetidas en los reembolsos de Medicaid (el segu- existencia descansa por completo en la incansable actividad de sus
ro médico para los indigentes) y de la inadecuada (o inexisten- fundadores. Las iglesias se esfuerzan por compensar como pueden
te) cobertura sanitaria de sus usuarios habituales. Desde que el la penuria de los servicios públicos organizando ollas populares,
hospital de la Universidad de Chicago (establecimiento privado instalando albergues destinados a la creciente población sin techo
fundado por la familia Rockefeller) se retiró de la red munici- y administrando programas de ayuda a toxicómanos, "bolsas de
pal de cuidados de urgencia en 1990 para aumentar su rentabili- trabajo" que centralizan las escasas ofertas laborales y operaciones
dad, las víctimas de traumatismos y heridas graves que no pueden de apoyo escolar y de limpieza de las calles, o incluso reuniones de
presentar pruebas de poseer una cobertura médica privada son carácter social. Pero hoy su misión más importante es sobrevivir a
transportados en ambulancia hasta el hospital de Cook County, un la disminución de parroquianos y de los recursos que aportan} 1
!. gigantesco, deteriorado y superpoblado establecimiento público Ninguna institución encarna mejor el grado de debilitamiento
situado a unos 20 kilómetros de allí. En 1991, el South Side no dis- organizacional y abandono político que afecta al gueto estadouni-
ponía de ningún servicio sanitario que asegurara el seguimiento dense que la escuela pública (Kozol, 1991: 40-82; Chicago 'I'ribune).
prenatal de las embarazadas sin cobertura médica privada, ni de En principio, el sistema público de enseñanza de Chicago se ha
ningún centro de desintoxicación en condición de recibir a los convertido en una verdadera reserva escolarpara las minorías pobres
toxicómanQS que no pudieran hacerse cargo de su tratamiento. a medida que las familias blancas de clase media y alta partían para
El estado calamitoso de las viviendas en el cinturón negro refugiarse en el sector privado o en las afueras de la ciudad: más de
~sin hablar de las calles, puentes, vías férreas y alcantarillas-- siete alumnos de cada diez provienen de alguna familia que vive
dice mucho sobre el abandono en el cual fue dejado luego de por debajo de la línea federal de pobreza y nueve de cada diez son
las revueltas de la década de 1960. Mientras que en La Courneu- negros o hispanos. En segundo lugar, los niños del gueto pasan
ve, y en otras cites del cinturón rojo, las ciudades y el Estado han por enormes dificultades para seguir sus estudios en establecimien-
emprendido un vasto programa de recuperación destinado a
mejorar la vida y a impedir el retroceso de los servicios públicos
31 Un ejemplo; la misa de Navidad en la iglesia de Santa Clara en Woodfm.m
¡:¡ en los grandes complejos, el South Side ha quedado irreconocible
en 1989 atrajo a menos de veinte personas (contando los invitados de afuera y
por los miles de edificios abandonados, quemados o derruidos,
¡, mientras otros tantos se hallan deteriorados, están mal calefaccio-
un puñado de visitantes extranjeros}, o sea menos de una décima parte de las
porciones servidas en la "olla popular" semanal. En el barrio vecino de Kenwood
nados y resultan insalubres, y se los consideraría inadecuados para resulta un éxito que una iglesia reúna entre veinte y treinta parroquianos (Dnn·
el uso humano si la ciudad usara los medios para hacer respetar su can, 1987: 8). La decadencia del rol de las instituciones religiosas es también muy
código de urbanismo. perceptible en el West Side de Chicago (Kotlowitz, 1991: 143).
. _, ,;,-
LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD ', CINTURÓN NEGRO, CINTURÓN ROJO
2!6

tos vetustos y superpoblados, con docentes poco calificados y mal recer la huida hacia el sectt.rr privado de todos aquellos que todavía
pagos, y equipo escolar claramente escaso y absolutamente deterio- pueden abandonar ese navío urbano en pleno naufragio que es
rado. Los colegios y liceos del cinturón negro carecen cruehnente el hipergueto y sus equipamientos segregados e inferiores. Así,
de personal, escritorios y sillas, pizarrones e incluso de libros. Muy los responsables de la ciudad y los dirigentes del Estado de Illi-
a menudo la biblioteca ya no existe ni hay fotocopiadoras que fun- nois se unieron a las organizaciones patronales para oponerse
cionen, ni tampoco material de laboratorio ni productos químicos con una enorme constancia al aumento de los impuestos necesa-
para los trabajos prácticos; los manuales escolares, para aquellos rio para mejorar el sistema educativo. El ministro de Educación
que tienen la suerte de poseer uno, suelen ser textos viejos recogi- de Ronald Reagan llegó a denunciar públicamente a las escuelas
dos en las escuelas de los suburbios ricos: en 1990, los estudiantes públicas de Chicago como "las peores de los Estados Unidos",
del gueto del West Sirle usaban en su curso de historia un manual luego de rechazar las demanda de aumento de los recursos acor-
según el cual el presidente en ejercicio era Richard Nixon. dados por el gobierno federal a las escuelas de las metrópolis y
No existe prácticamente una orientación pedagógica para los a los programas sociales. 32 Como consecuencia de su equilibrio
estudiantes -el liceo DuSable, ubicado en el corazón del South fiscal, el sistema de educación pública de la ciudad recibe 90.000
Side, sólo tiene un consejero para 420 alumnos, comparado con dólares menos por alumno, tomando en cuenta toda su escola-
un promedio de uno por cada veinticinco en los establecimientos ridad, que el sistema de educación -también público- de los
públicos de los suburbios prósperos---, y no existe ningún progra- suburbios ricos y blancos del norte de Chicago. Luego de haber
ma que les permita superar la brecha entre la escuela y el mercado sido interpelado a propósito de la negativa del Estado de Illinois a
laboral. Resulta difícil para los adolescentes del gueto imaginar acordar una ampliación presupuestaria requerida por las escuelas
que puedan ir a la universidad dado que la mayoría de los estable- públicas de Chicago para salvar esa brecha abismal, el gobernador
cimientos que frecuentan no provee los cursos que preparan para Thompson declaró en 1988 que "hay que dejar de tirar el dinero
la enseñanza superior, y el grueso de los alumnos se inclina por las en un agujero negro", una frase cuyas connotaciones raciales no
carreras cortas. En fin, una buena parte de las energías del perso- se le escapan a nadie. Es remarcable que ninguno de los últimos
nal se debe desviar a tareas que nada tienen que ver con el apren- cinco alcaldes de Chicago haya enviado a sus hijos a la escuela
dizaje escolar. En la escuela primaria Fiske de Woodlawn, situada pública y que menos de la mitad de los docentes que enseñan
a menos de 200 metros de la business school de la Universidad de en el ámbito público haya inscripto allí a sus niños (y cuando lo
Chicago (pero justo fuera del perímetro de ronda de la abundante hacen, es en establecimientos especiales como las magnet schools).
policía privada contratada por este establecimiento), la prioridad Como lo señaló un consejero municipal con desconcertante can-
cotidiana es alimentar a los niños para evitar que se duerman en
dor: "Nadie en su sano juicio enviaría a (sus) hijos a la escuela
el curso o que se vuelvan muy agresivos por estar con el estómago
pública" (citado en Kozol, 1991: 53).
vacío. Luego, hay que asegurar la segurj.dad fisica de los escolares
La política de retirada del gueto seguida por los poderes
y del personal por medio de una milicia de padres que patrullan
públicos es a la vez un componente esencial y una causa impor-
dentro y alrededor del establecimiento armados con bates de béis--
tantísima del proceso más amplio de desertificad6n organizacional
bol durante toda la jornada. Para completar el cuadro, Woodlawn
que ha prácticamente vaciado el cinturón negro de sus institu-
carece de liceo; museos, cines o algún centro cultural de cualquier
tipo y la única biblioteca local, a la vez subutilizada y subequipada,
está sostenida por un miserable presupuesto que no te permite ~2 Sobre la erosión del financiarrúento federal y las inocultables desigtÍal-
responder a las expectativas de la gente del barrio. dades en el financiamiento local de las escuela.s públicas de la ciudad, así como
Todo sucede como si las politicas del Estado y de la ciudad tuvie- sobre SU5 efecto~ sobre las posibilidades educativas de las minorías pobres, véanse
ran como objetivo desvaloriw:r las instituciones públicas para poder favcr CantoryBreni.el (1993) yWalters (1995).

- Í;,
258 LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD
CINTURÓN NEGRO. CINTURÓN ROJO
259
ciones formales. Se ha mostrado en el capítulo 2 que el número
el cintu~ón negro de .la c.iud~d norteamericana, el naufragio de
de comercios en actividad en Woodlawn ha caído de 700 en 1950
la aut?r1dad ~ de las 1nstituc1ones públicas es la principal causa
a un escaso centenar en 1990. Mientras que, en los años sesenta,
de la ins~.gur1dad ~sic~ y social y de la descomposición avanza~
el barrio albergaba bancos, hoteles y grandes comercios, cines,
da del teJtdo organ1zac1onal de los barrías. Est.a descomposición
clubes nocturnos y talleres industriales, hoy en día no hay prác- favorece las estrategias individuales de depredación interna 0 de
ticamente nada más que despachos de alcohol y bares sospecho- éxodo familiar, que aceleran como contrapartida la decade~cia
sos, lavanderías desiertas y pequeños negocios de productos de involutiva del gueto.
belleza, establecimientos de composturas rápidas, un puñado de
cummcy exchangesy una serie de negocios de ropa y de muebles de
ocasión, cuya mayoría es manejada por familias de origen asiático Conclusión: reafirmar las obligaciones de] Estado
o del Oriente Medio. 33 No es exagerado afirmar que, en grandes
espacios del cinturón negro, la economía salarial regular ha sido ~e 1'.15. escuelas a los organismos de ayuda social y de la vivienda
suplantada por la economía irregular e ilegal de la calle. Esa retira- a la JUSttc1a, pasando por la salud y las irúraestructuraS las institu.
da conjunta del Estado y del mercado explica la indigencia social y clones públicas del gueto estadounidense han quedad¿ abandona-
el clima de tensión sorda que reínan dentro del gueto, semejantes das a ~ ~s?íral de de~radación, al punto que, lejos de acrecentar
al que caracteriza la vida cotidiana en un país que pasa por nna las p0Slb1hdades de vida y favorecer la integración de sus habitan.
i guerra civil (Wacquant 1992b), pues han terminado por minar tes en .1~ vida ~acio~al, agra~ su estigmatización y afirman su
' los canales tOrmales e informales de control social a través de los ex.clus1?n. El atslam1en~o s~c1al en el corazón de la metrópolis,
cuales se regula la mayoría de las conducras criminales (Sullivan, ~nt~nd~do como el relajamiento de los vínculos con los núcleos
1989) y que, agregados a la presencia de los organismos públicos, 1nstttuc1onales de la sociedad global, no es un estado determina-
suelen ayudar a impedir el ~desorden urbano" (Skogan, 1988). do por el comportamiento individual o la constitución moral de
1 A manera de un'a lente de aumento, la comparación entre el aquellos que están relegados allí, tampoco es una propiedad de
i'' cinturón rojo y el negro revela cuál es el papel de las estructu~ su c~ltura ~de sus redes sociales, contrariamente a lo que afirma
! ras estatales que marcan a estaS dos constelaciones determinando Wtlham Ju~1us Wilson (1991). El aislamiento de los parias urbanos
la articulación institucional entre "raza", clase y espacio a cada n.orteamericanos es producto de un proceso activo de desidia institu-
lado del Atlántico. En el suburbio obrero francés, las instituciones cional y de segregación (recordemos que segregare significa "dejar
públicas particularmente sobresalientes tejen una red de protec~ a'un lado") favorecido por el hundimiento y Ja descomposición
ción vital y contribuyen de manera significativa a incrementar el avanzada del sector público. Se sigue de esto que sus fuentes no
control social. Pero el desorden y las incoherencias burocráticas son sólo económicas, ligadas a la reestructuración posfordista del
que genera su fuerte presencia provócan también la apatía de la ~ercado la~~¡ metropolitano; son también, y sobre todo, pro-
población y azuzan las frustraciones colectivas. La réceptividad piamente pohttcas, an~ladas en el abandono del gueto por parte
del sistema político en el corto término electoral parece incluso del Estado, hecho poSlble por la marginación del subproletaria·
estimular los movimientos de protesta urbana. Por contraste, en do urbano en los campos políticos local y nacional.
La contracción y la delicuescencia de un sector ya empobreci-
do son la clave que permite comprender los efectos devastadores
~s Un currew:y e;a;hange es un local privado de sen<icios bancarios destinados de la expansión de la obsolescencia económica dentro del gúeto.
a los pobres (véase nota explicativa 13, capítulo 2 supra, p. 73}. Su pre$enda es Como lo muestra Simon (1992: 64) en el caso de la banlieueobrera
un excelente indicio vi:!•1al de que uno está dentro o muy cerca de un barrio
francesa, en tanto las instituciones públicas tengan Ja capacidad de
desheredado.
asegurar correctamente sus servicios, la concentración de pobres
260 LOS CONDENAD05" DE LA CIUDAD CWfURÓN NEGRO, CINTURÓN ROJO
261

en enclaves urbanos aislados no se traduce necesariamente en un que un medio o un producto derivado de las nuevas formas de
agravamiento de su situación, Por el contrario, puede facilitar la empre~,dimiento en la economía informal. Es también, en paru, la
acumulación de capital social y el entrelazado de las redes de socia~ expres1on groseramente deformada de una fonna primitiva ( lum-
bilidad y reciprocidad que son una base esencial de las estrategias pe.n) de protesta de aquellos que cometen estas violencias contra
de subsistencia del (sub) proletariado. 34 No es la concentración de un orden institucional que los rechaza, una respuesta protopolíti-
la pobreza en sí, sino su concentración muy particular en el con- ca a la escalada de violencia política y económica sin precedentes
texto estadounidense que combina segregación, estigmatización desencadenada por la maquinaria impersonal del Estado neoli-
y abandono político, lo que explica el deterioro brutal del gueto beral Y del mercado, y una respuesta que tomaría una fuerza más
negro y los sufrimientos sin fin que impone a sus habitantes. El directamente política en un contexto diferente como el marco
análisis comparativo del peligro y del aislamiento en el cinturón jaco~ino centralizado de Francia, 36 Eso es lo qu: sugiere un anti-
rojo francés y el cinturón negro en los Estados Unidos indica con guo Jefe .de los Black. Gangster Disciples, que hoy alquila su fuerza
claridad que la retirada del Estado, que tiene lugar por acción y de trabajo en las oficinas de empleo transitorio de la ciudad, cuan-
por omisión, por retracción súbita y generalizada o por una lenta do alude al carácter trágicamente autocentrado y autodestructivo
erosión, multiplica las consecuencias destructivas de la dualización de la criminalidad dentro del gueto:
social para las clases populares y juega un papel determinante en
la intensificación de su desposesión. Porque, lo ves, el blanco se excede [ The Man downtüWnJ pero
En tanto concreción institucional de las múltiples formas de no pueden hacerle nada. Y entonces descargan sus frustracio-
imposición material y simbólica ejercidas sobre los norteamerica- nes sobre el primer tipo que pasa por la calle, el tipo que vive
nos de ascendencia africana, el gueto ha sido siempre un lugar enfrente de ellos. En lugar de ser astutos e ir a ver a Daley, el
saturado de peligros y de una vertiginosa violencia. 35 Desde su alcalde, o al gobernador Edwards o algún figurón así. Tu frus-
nacimiento a comienzos del siglo xx, cuando se rehusaba a los tración la descargarías con ellos: ve a ver a Bush [padre], vete
negroes el derecho a residir fuera de su perímetro reservado, el a ver ~ R~na~d Reagan. No ~vengas a joderme a mí, porque yo
no te JOdt. Tienes un monton de tipos, es la frustración, están
acceso a los empleos industriales y la participación en el poder frustrados, hombre, con su vida.
político, el gueto ha albergado por necesidad un sector desmesu-
radamente desarrollado de actividades ilegales propicias para una
Al observar el gueto desde ltjos y desde arriba, en la comodi-
criminalidad elevada (Lane, 1986). De todos modos, no se podría
dad de sus oficinas armadas en los apacibles campus de las uni-
comprender la rutinización de la violencia que ha hecho pedazos
~rsidades pri~as y de los think tanks conservadores, los partida-
el tejido de la vida cotidiana en el corazón segregado de las ciu-
rios del paternahsmo del Estado --como el politólogo Lawrence
dades estadounidenses a finales del siglo xx, si no se ve allí más
Mead (1992):-- llaman a la instauración de nna disciplina punitiva
capaz ~e obhgar a los negros pobres a cumplir "las obligaciones
S4 Las monografías de Michael YOung y Meter Willxnont (1954; 1966), Ida de la audadanía" supuestamente exigidas a todo norteamerica-
37
Susser (1982) y Mercedes González de la Rocha (1994) lo demuestran en los no. Queda por ver si estas virtuosas empresas de moral pública
cal!Os, respectivamente, de los obreros cwknq.s de East End en los suburbios de
Londres durante los año$ cincuenta, los habitantes del barrio popular xnultiétnico
'
de Greenpoint (Brooklyn) en Nueva York en la década de 1970, y las familias de
'
'
::,·
.%
37
Este punto está desarro!lado en el capitulo l, 5Ufrra, pp. 51-53.
un barrio desheredado de Cuadalajara, M<lxico, entre 1982 y 198& Para Mead (1986), la "crisis del Est.ado de BienestarM que golpea a las socie-
MAlcanza para convencerse de esto, con leer la primera encuesta sociológica ·f
dades avanzadas es moral antes que fiscal o política. El defecto cardinal de los pro-
del cinturón negro norteamericano realizada por W. E. Du Bois ([1899] 1996) gramas de ayuda social en los Estados Unidos serla su "permisividad": canonizan
durante el nacimiento del gueto de Filadelfia. los "derechos estatutarios" {mtitlements) de loo pobres en detrimento de la sana

•,' fr'
262 WS CONDENADOS DE LA CIUDA.D

muestran el mismo celo cuando llegue la hora de exigir que el


Estado sea también enfrentado a su obligación de brindar todos
los bienes públicos básicos y de asegurar los derechos fundamen-
tales de ciudadanía que la mayoría de los norteimericanos tienen ,,f'
garantizados, mientras que se los niega cotidianamente a aquellos
de entre ellos que viven encarcelados en la indignidad y la insegu-
ridad permanentes del hipergueto.

111.
lA MARGINALIDAD URBANA
EN EL HORIZONTE
DEL SIGLO XXI

afirmación de sus ~obligaciones" con la comunidad y, primus inter pams, la obliga-


ción de someterse al salario precarizado para poder disfrutar de las virtudes mora-
lizan tes del trabajo. Curiosamente, Mead omite ocuparse de las obligaciones de la
clase media y la clase alta, que son las principales beneficiarias de los programas
de transferencia social en los Estados Unidos por medio de kis impuestoo regresi-
vos y las subvenciones otorgadas a las grandes empresas por e! gobierno federal 1
Según los economistas y fiscalistas del Cato Institute (un think tank de clara incli·
nación derechista, por lo tanto poco sospechable de exageración), Washington
distribuyó 85.000 mHlones en concepto de subsidios a sus firmas en 1995, o sea 1.

tres veces lo adjudicado a los principales progf',unas de ayuda social (AFDC) ese
mismo año (Moore y Stanset, 1995).
1
8. El advenimiento de la marginalidad
avanzada: caracteristicas e implicaciones

• Se ha mostrado en el primer capítulo que, en las dos últimas


décadas, la imagen de sí que se habían forjado las sociedades capi-
talistas avanzadas de la posguerra como colectividades cada vez más
pacíficas, homogéneas e igualitarias ~~democráticas" en el sentido
de Tocqueville, "civilizadas" en la terminología de EliaS- ha esta-
llado en pedazos bajo el efecto de la virulenta irrupción de los des-
órdenes públicos que han acompañado el resurginúento flagrante
de las desigualdades en las grandes ciudades occidentales". Es así
como se han desarrollado paralelamente en los Estados Unidos y
en Europa dos debates en los que confluyen lás cuestiones de la
pobreza, la división "racial" o la inmigración poscolonial y la deca-
dencia urbana mientras que el persistente desempleo, las dificulta-
des sociales y las tensiones étnicas (reales o percibidas como tales)
escandidas por estallidos de violencia colectiva se amplificaron
simultáneamente en las metrópolis de ambas orillas del Atlántico.

Underdassy b<Ullieiw. figuras de la marginalidad

Frente a la dislocación y a la degradación aceleradas de los


centros segregados de las ciudades de su país, sociólogos y exper-
tos estadounidenses en políticas públicas están alarmados por el
surgimiento y la expansión de una supuesta undercla.s$ negra des--
cripta como encerrada en las inner cities en descomposición, incli~
nada a conductas antisociales y cada vez más aislada de la sociedad
nacional.1 En Francia, asi como en muchos países vecinos, se ha

1 Entre los esmdios destacados sobre este tema, se pueden señalar a Glas·
gow (1981), Wtlson (1987 y 1993),Jencks y Peterson (1991), Massey y Denton
(1993), Moa.re y Pinderhnghes (1993) y Katz (1995). Para una descripción de la
r-~. LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD LA MARC:INAUOAD URBANA EN EL HORIZONI'E DEL SICLO XXI 267

¡·.:: declarado un verdadero pánico moral alrededor del aumento de el propuesto en este libro sugiere que los regímenes europeos de
1-- la exclusión y de la segregación en la banlieue, encarnado por la pobreza urbana no están en vías de "norteamericani.zación ". Sea lo
I:' · consolidación de las "cités-gueto" a las que se adjudica hacer pesar ·, '.:'. que sea que digan los medios y los íntelectuales presionados por
una amenaza mortal sobre el "modelo de integración" y el orden ·, '•:: dar un lustre experto a los problemas prefabricados de la discu-
público republicano, mientras que los barrios obreros establecidos sión política, las prQfundas transformaciones que han conocido
en la periferia urbana entran en una espiral de deterioro en el los barrios populares de las metrópolis continentales no muestran
momento en que los antiguos trabajadores inmigrantes Ysus hijos un proceso de guetización. No han desencadenado o terminado
' se afirman como un componente en crecimiento permanente de en la formación de espacios cerrados étnicamente homogéneos
' su población. 2 A ambos lados del Atlántico, el tem~ de la duali· dentro de los cuales una categoría ~negativamente privilegiada"
zación --o de la polarización- de la ciudad se ha impuesto en (para decirlo con palabras de Ma:x Weber) está obligada a desarro-
los sectores más avanzados de la investigación y Ja teoría urbanas, llar sus propias instituciones en reacción al rechazo de la sociedad
mientras que los extremos de la "alta sociedad" y del dark ghetto, de dominante, como fue el caso de los afroamericanos durante las
la opulencia y la indigencia, de la burguesía cosmopolita y de los décadas de consolidación industrial del siglo xx.
parias urbanos, florecen de un lado a otro. 3 Tomadas en conjunto, La comparación metódica entre las zonas de relegación del
estas tendencias parecen participar de un giro histórico marcado cinturón negro de Chicago y del cinturón rojo de París, presenta-
por la convergencia transatlántica de esquemas de marginalidad da en los capítulos 5-7, nos ha permitido demostrar que, a pesar
urbana y por la etnicización de la ciudad europea que sigue el de las similitudes entre las tendencias morfológicas y de experien-
modelo norteamericano.4- Pero un análisis en profundidad de cias vividas, la periferia obrera francesa y el gueto afroamericano
la ecología, la posición estructural, la composición y el dispositi~ "i.. siguen siendo dos const;elo,cümes socioespaciaks cl.a:ra:mente diferentes, y
vo organizacional de los territorios de relegación establecidos o hay razones para esto; son legados de diferentes historias urbanas
recientemente aparecidos en el Antiguo y el Nuevo Mundo como y de modos de "selección" de poblaciones, y siguen estando inser-
tas en articulaciones divergentes entre el Estado de Bienestar, el
invención de este mito académico y de sus funciones en el campo intelectual y
mercado y el espacio fisico adecuado, de donde surgen los niveles
periodístico, véanse Wacquant (1996a) y, para una dbcusi6n nativa de los límites de miseria, aislamiento y desamparo en el gueto estadounidense '
científicos y políticos de esta idea, respectivamente, Marks (1991) y Gans (1991). que no tienen equivalentes en las ciudades europeas.
2Véanse, entre varias obras grupales robre el mismo período, Paugam (1991), Para decirlo rápidamente -pues regresaremos sobre esta cues-
jazoulí (1992), Dubet y Lapeyronnie (1992), Wthtol de Wenden y Daoud (1994)
tión en el capítulo siguiente-, la relegación socioespacial en el cin-
y Vieillard-Baron (1994). Se ha recorrido en el capítulo 5 la expansión de los
díscursos alarrnístas sobre las "ritbgueto" en Francia. turón negro norteamericano es resultad.o de una "clausura exclu-
3 Esta muestra lo testimonia: O,;stells (1989), MollenkopfyCastells (1991), Sa5- yente" (como laconceptualizan Weber y luego Parkin, 1978: 44-73)
sen (1991b), Fainlltein et al. (1992), Martinotti (1993), Waldinger (1995), Mingione que opera sobre una base ''racial" anclada en un oposición dicotó-
(1996), Friedrichs y O'Loughlin (1996) y HiuBerrnann (1998); véase Marcuse mica envolvente entre "negros" y ..blancos". 5 Esta clausura se sostie-
(1993), para una invitación a manejar con precaución la noción de dualización.
~«Con la nortearuericanización de Europa occidental [ ... ] la cuestión de las
relaciones entre democracia, división racial, cultura y solidaridad sotial que plan- 5
Esta oposición dual, instituida por la aplicación estricta del principio de ·
teaba Gunnar Myrdal en An AmrTioan dikmma hace medio siglo están por reapa- "hipodescendencia» para resolver la contradicción entre la e5clavitud y la demo-
recer bajo nuevas ÍOtmall que exigen respuestas morales y políticas no sólo de los cracia, no admite ningún término mediador y es virtualmente única en el mundo
Estados Unidos síno, de manera también muy urgente, de la Unión Europea, que
por su rigidez y su persistencia (O avis, 1991). La división negro/blanco oonstimye
aspira a ser los Estados Unidos de Europa" (Schierup, 1995: 359-360). Se formula
el marco binario en el cual se define la pooición de los demás grupos étnicos
un tópico similar en el debate francés por Godard (1993) y estadounidense por
oficialmente reconocidos (hispánicos, asiáticoo, amerindios, personas de origen
Hein (1997).
mixto, etc,), estén racialiJ:ados o no .
. t.
.. . L,..
'
208 LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD LA MARGINAL!DAD URBANA EN EL HORIZONTE DEL SIGLO XXI 269

ne en el plano material y en el simbólico por la estructura y las poli~ o el estancamiento económico sino, muy por el contrario, como
ticas del Estado y se amplifica por las divisiones de clase luego del consecuencia de la mutación de los sectores más avanzados de las
surgimiento del M<Wimiento por los Derechos Civiles, que dio lugar sociedades y economías occidentales, tal como se imprimen sobre
al hundimiento del gueto comunitario de la era fordista y a su reem~ las fracciones inferiores de la clase obrera en recomposición y so-
plazo por un hipergueto fundado sobre "un doble rechazo de clase bre las categorías étnicas dominadas, así como sobre los territorios
yde raza~ (Clark, 1965: 21). No sucede lo mismo en el cinturón rojo que ocupan en las ciudades sometidas al tropismo de la dualiza-
francés: en Francia, la relegación en un barrio degradado procede ción (Sassen, 199lb; Mingione, 1991; Castells, 1996).
ante todo de la posición de clase, luego, se exacerba por el origen El calificativo "avanzado" busca indicar que esas formas de
étnico (pos)colonial (él mismo fuertemente correlativo al perfil de marginalidad no se sitúan detrás nuestro: no son ni cíclicas ni tran-
clase) pero es parcialmente frenada por la acción protectora y com- sitorias, tampoco están en vías de reabsorción progresiva por la
1
¡·: pensadora del Estado (central y local), sin la cual una fracción más expansión del "mercado libre" (por tjemplo, la mercantilización
' numerosa aún del proletariado urbano quedaria marginada. Un creciente de la vida social, comenzando por los bienes y servicios
1 corte transversal de estas dos formas urbanas encuentra y confirma. p~b.lico~) o por ~a ~ción del Estado de Bienestar (protectora o dis-
1 las dinámicas que las han generado: el hípergueto estadounidense c1phnana). Se di buJan delante nuestro: están inscriptas en el devenir
¡;:. de finales de siglo es un microcosmos cenado, racialmente mono.. d~ las ~<:iedades cont~mporáneas. Por lo tanto, resulta urgente un
f i corde y culturalmente unificado que se caracteriza por una escasa dtagnostlco que pernuta obtener los medios que se necesitan para

densidad organizacional y una penetración limitada y decrecien- trazaz: nue;os caminos de intervención pública capaces de detener
I•' te del Estado de Bienestar, mientras que su homólogo esnuctural -o red1recc1onar las fuerzas estJUcturales que las generan, entre las
del lado francés es básicamente heterogéneo en su reclutamiento cu~~es están el crecimiento ecoriómico polarizado y la fragmen-
emonacional e incluso social, todo esto agregado a una presencia tac1on del mercado de trabajo, la precarización del empleo y la
comparatitva fuerte de las instituciones públicas. autonomización de la economía informal en las zonas urbanas en
Estas combinaciones diferenciadas de divisiones de clase, de decadencia, la desocupación masiva que induce a la desproleta-
lugar y de origen {étnico o nacional) de ambos lados del Atlántico rización de los sectores más vulnerables de la clase obrera (sobre
no excluyen, sin embargo, que los recientes cambios del gueto esta- todo entre los jóvenes que carecen de capital cultural), en fin,
dounidense, las banlieuesobreras francesas y los barrios degradados las políticas de retroceso social y de desinversión urbana. Si no se·
de los centros de la ciudad y de las periferias urbanas de Inglaterra, ponen a punto y en marcha nuevos mecanismos de incorporación
Alemania u Holanda presagien la cristalización de un nuevo régimen social Ypolítica que reincorporen a la población desechada en esos
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de marginalidad urbana aún embrionario pero distinto, porque se territorios de abandono, puede esperarse que esa marginalidad
'" :
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' separarla a la vez del gueto tradicional norteamericano y del "espa- urbana siga creciendo y extendiéndose y con ella la violencia en
cio obrero" europeo del siglo xx (Wilmott, 1953; Verte, 1979; Bag- las calles, la alienación política, la desertificación organizacional
i
nasco, 1986). Visto bajo este ángulo, el regreso de las realidades y la informatización de la economía que afectan a los barrios de
"negadas" de la pobreza extrema y de la decadencia social, de las relegación de las grandes ciudades en las sociedades avanzadas.
·'-'
divisiones etnorraciales y de la violencia pública y su acumulación '
dentro de las propias zonas desheredadas, sugieren que las ciuda- Seis propiedades distintivas del nuevo régimen de
des del Primer Mundo se encuentran hoy enfrentadas a algo que marginalidad
se podría denominar marginali.dad avanzada. Esas nuevas formas de
clausura excluyente, que se traducen en una expulsión al margen Se puede esbozar una caracterización ideal típica provisoria
del espacio social y ñsico, han surgido -o se han intensificado-- de esta nueva marginalidad in statu nascendi contrastándola con
·.· ;'_'
en las metrópolis posfordistas no bajo el efecto de la inadaptación un cuadro selectivo de los rasgos de la pobreza urbana é.aracteris-
270 WS CONDENADOS DE LA CIUDAD LA MARGINALIDAD URBANA EN EL HORIZONTE DEL SIGLO XXI 271

ti ca de las décadas de crecimiento y prosperidad "fordistas» (1945- mas planteados por la marginalidad urbana, es evidente que, bajo
1975). Recordemos para empezar, con Max Weber (1965: 171- el nuevo régimen en consolidación, se la debe considerar (tam-
: i 174), que un tipo ideal no es una simple "construcción sintética~ bién) parte del dilema a resolver.
' ofrecida a los fines del análisis sino una abstracción sociohistórica Al volverse inestable y heterogéneo, diferenciado y diferencia-
fundada sobre las manifestaciones concretas de un fenómeno. Los dor, el trabajo asalariado se ha convertido en fuente de fragmen-
conceptos típicos ideales nos ayudan a formular hipótesis y luego tación y precariedad sociales más que de homogeneidad, solida-
a confrontarlas con la realidad empírica: nos ofrecen una base de ridad y seguridad para aquellos que se hallan confinados en las
comparación y una línea directriz para identificar las variaciones zonas fronterizas o interiores de la esfera del empleo (Lebaude,
significativas y sus causas posibles. De todos modos, en tanto dis- 1994; Osterman, 1999; Vosko, 2000; Barbier y Nadel, 2002) .8
positivos heurísticos, no se ajustan a los criterios de verdad y false- Dan cuenta de esto, entre otros índices, la proliferación de
dad, simplemente resultan fructíferos o no para la investigación. 6 puestos "flexibles", de tiempo parcial o de horarios variables; los
Es con algunas reservas que ofrecemos aquí esta caracteriza- contratos de duración predeterminada y que implican una cober-
ción compacta de la "marginalidad avanzada", sabiendo bien que, tura social y médica reducida (o inexistente), cuya extensión y
como nos ha advertido alguna vez Wittgenstein (2002: 121), "los condiciones -de elegibilidad son negociables (o pagas); las escalas
conceptos jmllden aliviar o agravar un mal, favorecerlo o impedir- salariales diseñadas según el rendimiento y la fecha de contrata-
lo". Las oposiciones binarias del tipo de aquellas que favorece este ción (por oposición a la duración de la contratación); la reducción
ejercicio conceptual son adecuadas para exagerar las diferencias, de la duración media de los empleos (job tenure) y el aumento
confundir descripción y prescripción y postular dualismos tajantes correlativo de la tasa de rotación de los asalariados; la naturaliza-
que borran las continuidades, minimizan la contingencia histórica ción del maltrato y las diversas tácticas adoptadas por las empresas
y sobrestiman la coherencia interna de las formas sociales. Tenien- para hacer pesar sobre sus empleados los riesgos de la actividad
do presente esta advertencia, pueden aislarse seis rasgos distintivos económica y sustraerse a los efectos homogeneizadores de la regu-
de la marginalidad avanzada con el fin de un análisis de mayor lación estatal del trabajo (por ejemplo, con la multiplicación de
profundidad.7 los empleos subvencionados o con cargas reducidas, o incluso la
tentativa abortada de crear un salario mínimo rebajado para los
1. El asalariado como vector de la inestabilidad jóvenes sin calificación en Francia bajo la administración Ballado-
y tk la inseguridad social.es ur en la primavera de 1995 y luego en el gobierno Galouzeau de
Villepin en 2006).
Mientras que durante las décadas de expansión fordista o en el
apogeo del "capitalismo organizado" (Lash y Urry, 1987; CrouCh y 8 Y para un número creciente de asalariados ubicados en sus sectores pro-
Streeck, 1997), la relación salarial ofrecía una solución a los dile- tegidos. "Desde 1985 [señala Paul Hirsch (1993; 144-145, 154-155)], los mercados 1

laborales internos fundados sobre compromisos recíprocos de largo plazo, un :¡'Í


perfil de carrera dentro de una misma empresa, salarios atractivoo y seguridad '
6 Para juzgar el valor del "cuadro de pensamiento" ( Gedattkenbild¡ que cons- en el empleo" han ~sufrido ataques por parte de los líderes de opinión a la vez
tiruye el tipo ideal, "no exi$te otro criterio que el de la eficacia para el conoci- del mundo universitario y de la prensa de negocios". Con la decadencia de ews
miento de las relaciones entre los fenómenos concretos de la cultura, para el de mercados internos como consecuencia de la "reducción~ de las grandes empresas
su condicionalidad causal y de su significación" (Weber, 1965: 175). (el downsizing, recientemente rebautizado como Tighhirinfj), incluso el contexto de
1 E~ adrede que se m~clan entre estas características tendencias, procesos
empleo "de los ejecutivos comienza a parecerse más al de los obreros". Y "cuan-
y consecuencias así como causas y factores favorables. Sería pre.maturo en esta do las clases gerenciales se perciben como simples proveedores de trabajo antes
etapa separarlas demasiado tajantemente. Como le gustaba decir a RobertMerton que como personal con derecho al capital, la polarización de la sociedad puede
(1983), hay que "especificar el fenómeno~ antes de intentar explicarlo. aumentar".
LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD LA MARGINALlDAD URBANA EN EL HORIZONTE DEL SIGLO XXI 273

El resurgimiento de talleres de explotación dignos del siglo XJx, 2. La desconexión fitncUmal de las tendencias macroeoonómicas
el retorno del trabajo por piezas y el empleo a domicilio, el desa-
rrollo del teletrabajo y de escalas salariales de dos velocidades, la La marginalidad avanzada se halla cada vez más desconectada
e:xtern:alización del personal y la individualización de los planes de de las fluctuaciones cíclicas y de las tendencias globales de la eco-
remuneración y de promoción, sin hablar de la multiplicación de nomía, aun cuando las fases de expansión nacional del empleo
situaciones de empleo ficticio o fáctico (como la actividad forzosa y de los ingresos tengan algunos pocos efectos duraderos sobre
rebautizada como workfareen los Estados Unidos o las prestaciones ellas. Las condiciones sociales y las posibilidades de vida en los
y "trabajos de utilidad pública" en Francia) impuestos como condi- barrios de relegación en Europa y los Estados Unidos no han sido
ción para recibir una ayuda social: todas estas evoluciones diseñan afectadas en nada por los años de prosperidad de la década de
una desocialización insidWsa del trabajo asalariado. El derecho al traba- 1980 y de la segunda mitad de la de 1990, sino que han empeo-
jo y la fragmentación del derecho social avalan esta diversificación rado sensiblemente con las fases de descenso y recesión (Wtlson,
desigual de los rasgos estatutarios y jurídicos del empleo.9 1996; Kesteloot, 2000).
Ypor debajo de la erosión de la capacidad integradora de la Así, la desocupación de los jóvenes, que golpea con una fuer-
relación salarial, cada uno de los elementos de seguridad estipula- za particular a los descendientes de las clases populares (entre
los que se hallan aquellos provenientes de la inmigración posco-
..·• dos por el contrato social fordista-keynesiano (Standing, 1993) ha
quedado erosionado o convertido en objeto de ataques frontales: lonial) ha aumentado sin cesar en los suburbios desheredados
la seguridad del empleo (vía las acciones del Estado destinadas a de Francia bajo todos los gobiernos, de derecha o de izquierda,
asegurar el pleno empleo), la seguridad en los ingresos (a través incluidos los de Michel Rocard y de Lionel Jospin cuando un fuer-
de las prestaciones sociales, el seguro de desempleo y la incorpora- te impulso del crecimiento hizo retroceder momentáneamente el
ción a los sindicatos) y la seguridad del trabajo (por la reducción desempleo a nivel nacional. Entre 1990 y 1999, el desempleo de
de prerrogativas de las empresas en materia de reclutamiento y las personas de 15 a 24 años pasó del 20% al 26% en el país, pero
despidos). En suma, las raíces estructurales de la incertidumbre para los jóvenes de 750 "zonas urbanas sensibles" determinadas
económica y de la precariedad social se han ramificado y extendi" por el pacto de reactivación de la política de la ciudad de 1996,
do tanto en la superficie como en lo profundo. Con inflexiones esos porcentajes fueron respectivamente del 28% y del 40%. Por
según el país, han afectado en todas partes de manera despropor- otra parte, las cifras de trabajadores precarios en el país ---que'
cionada a los hogares y a los jóvenes de las clases populares, a las reúne los contratos de duración determinada, las suplencias, los
mujeres sin diploma y a las categorías étnicas estigmatizadas. Así, empleos subsidiados y las pasantías- subieron de 1,98 millones
resulta lógico que en el plano espacial los efectos desestabilizado" (o sea, un activo sobre once) en 1990 a 3,3 millones en 1999
res de la diversificación del deterioro de la condición salarial se (un activo sobre siete). Pero, entre los 4,7 millones de habitantes
hayan acumulado en las zonas urbanas en las que están concentra- de las "zonas sensibles", el peso de los asalariados precarios ha
dos los sectores inestables del nuevo proletariado posindustrial.10 trepado del 13% al 20% para terminar ubicando al 60% de los
jóvenes en situación de desempleo o de trabajo precario a fin
de la década (Le Toqueux y Moreau, 2000) pese a la expansión
9 Sobre la "desorganización" del trabajo asalariado, véanse Boyer (1988),
Burtless (1990), Freeman y Katz (1994) y Regini (1995). McLeod (1995) traza un
vívido retrato, basado en un estudio etnográfico, de la desorientación esu-uctural dramática todos los problemas que resultan de la degradación de la condición
y del desánimo que golpea a los jóvenes en el nuevo mercado del empleo no cali- salarial-tasaelevadade desempleo, instalación en la precariedad, ruptura dé las
ficado en una ciudad del noreste de los Estados Unidos. Véanse también Munger solidaridades de clase y debilidad de los modos de transmisión familiar, educativo
{2002) y McDonald (1997). y cultural, ausencia de perspectivas y de proyecto para controlar el futuro, etc."
10 "En determinados sitios se cristalizan de una manera particularmente (Castel, 1995: 427).

"!
274 LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD IA MARGINALlDAD URBANA EN EL HORIZONTE DEL SIGW XXI 275

recuperada y la creación de "empleos jóvenes". En Chicago, se ha amontonan a su alrededor, tanto "por lo bajo", en las interaccio-
mostrado en el capítulo 3 que el 80% de los habitantes del gueto nes habituales de la vida cotidiana, como ~desde lo alto", en el
daba muestras de un deterioro de su situación financiera tras campo periodístico, político y burocrático (y también en el cien~
cuatro años de crecimiento económico sostenido bajo el segundo tífico) . 11 Una canta minación de lugar se superpone con .los estig-
mandato de Ronald Reagan, y la mayoría esperaba que su barrio mas ya operantes tradicionalmente adjudicados a la pobreza y a la
siguiera degradándose, una expectativa que se verificó plenamen- pertenencia étnica o al estatuto del inmigrante poscolonial, a los
te pues las tasas de pobreza en los barrios desheredados de las que dicha contaminación no se reduce aun cuando estén estrecha-
metrópolis estadounidenses no se han modificado prácticamente mente ligados. Es importante a este respecto que Erving Goffman
durante la década siguiente. (1963) no mencione el lugar de residencia entre las "desventajas"
Teniendo en cuenta esta relación asimétrica entre el nivel del que pueden "descalificar al individuo" y privarlo de la "acepta-
desempleo y las tendencias del mercado laboral a nivel nacional e ción completa de los demás". Sin embargo, la infamia territorial
incluso regional, por una parte, y la situación material a nivel del presenta propiedades familiares con aquellos estigmas ct;irpora-
barrio, por la otra, y dada la pendiente actual de los beneficios de les, morales y tribales, y plantea dilemas similares de gestión de la
la productividad y la aparición de una especie de "crecimiento sin información, de la identidad y de las relaciones sociales aun cuan-
empleo" (Dunkerley, 1996), se precisaría que las economías avan-
do muestre propiedades distintivas. De Jos tres grandes tipos de
zadas alcanzaran tasas espectaculares de expansión para poder
estigma catalogados por Goffman (1963: 4-5), las "'deformidades
reabsorber en el mercado de trabajo a todos aquellos que han per-
del cuerpo", las "fallas en el carácter" y las marcas de "raza, nación
manecido desplazados de él por tanto tiempo. Lo anterior implica
que, al no poder compartirse el trabajo disponible o garantizar
y religión", es al tercero al que se parece el estigma territorial,
pues "puede transmitirse por medio del linaje y contamina por
una actividad o un ingreso recortado del salario, es muy posible
igual a todos los miembros de Ja familia". Pero a la inversa de estos
que las políticas que buscan extender la esfera del empleo sean a
últimos, puede ser fácilmente disimulado o atenuado (es decir,
la vez costosas e ineficaces, pues sus efectos no repercutirán sobre
los nuevos parias urbanos salvo en proceso de propagación descen- anulado) por la movilidad geográfica.
dente ( trickle down) luego de que todas las demás categorías menos En toda metrópolis del Primer Mundo, uno o varios distritos,
desfavorecidas se hubieran beneficiado con esta ampliación. barriadas o concentraciones de viviendas sociales son públicamen-
te conocidos y reconocidos como esos infiernos urbanos en los
que e_l peligro, el vicio y el desorden están a la orden del día. Inclu~
3. Fijación y estigmat&.ación terriWriaks so algunos adquieren el estatus de sinónimo nacional de todos
los males y peligros que afligen a la ciudad dualizada: 12 así las
En lugar de estar diseminada en el _conjunto de las zonas del
hábitat obrero, la marginalidad avanzada tiende a concentrarse en 11 Los investigadores de las ciencias sociales no han contribuido poco a
territorios aislados y claramente circunscriptos, cada vez más per- aumentar el lastre de la lnfamia urbana al tramar las nociones pseudoacadémi-
cibidos, desde afuera y desde adentro, como lugares de perdición, cas que disfrazan los prejuicios habituales de clase y de raza con un lenguaje de
a la manera de páramos urbanos o de ~corte de los milagros" de tonalidad analítica. Se puede pensar, por ejemplo, en la categoría de undmia.ss
la ciudad posindustrial a la que sólo frecuentarian los desviados y propuesta por Erroll Ricketts e Isabel Sawhill (1988) para caracterizar (de manera
los desechos de la sociedad. ahsolutamente drcular) Jos barrios donde habita la undrm:lrus, definida por una.
batería cuantificada de "patologías sociales~.
Cuando esos "espacios penalizados" (Pétonnet, 1982) son 12 Algunos ~lugares importantes" de perdición urbana, como el Bronx:,
o amenazan con convertirse en componentes permanentes del alcanzan un e~ta.tus similar a nivel internacional, como lo indica Auyero (1990)
paisaje urbano, los discursos de denigración se amplifican y se en su estudio sobre un barrio pobre del Gran Buenos Aires.
r
!: 276 LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD lA M.ARGINAUDAD URBANA EN EL HORIZONTE DEL SIGLO XX1 277

Minguettes y La Courneuve o la cité de Mirail en Toulouse para tades pero no soy de allí, nada tengo que ver con !os que viven allí".
Francia; South Central Los Ángeles y el gran complejo de Cabrini Otro invita al etnólogo a no confundir la citicon un barrio ''porque
Green en Chicago para los Estados Unidos; Duisburg-Marxloh y en un barrio está todo el mundo [ ... ] mientras que aquí lo único
Berlín-Neuk.Olln para Alemania; los barrios de Toxteh en Liverpool- que hay es mierda" (Pétonnet, 1982: 149). Del mismo modo, se ha
y de Meadow Well en Newcastle para Inglaterra, y los de Bijlmer visto que los habitantes del gueto de Chicago niegan pertenecer
y Westelijke Tuinsteden en Amsterdam, en el caso de los Países a la microsociedad del barrio y se empeñan en tomar y marcar
Bajos. Incluso las sociedades que han resistido mejor el aumento distancia con un lugar y una población que saben universalmente
de la marginalidad avanzada, como los países escandinavos, están despreciada y de la cual los medios, los discursos políticos y cierta
afectadas por este fenómeno de estigmatización territorial vincula- producción académica dan sin cesar una imagen envilecida
do a la emergencia de zonas reservadas a los parias urbanos: El agudo sentido de indignidad social que envuelve a los barrios
No importa adónde viaje (a través de las provincias suecas). de relegación no se puede atenuar sino transfiriendo su estigma
En todos lados me hacen la misma pregunta cuando la gente sobre un otro demonizado y sin rostro: los vecinos de abajo, la
familia inmigrante que vive en un inmueble medianera por rriedio,
1 con la que me encuentro quiere saber de dónde vengo:
"¿Usted vive en Tensta? ¿Pero cómo puede vivir allí? ¿Cómo los jóvenes del otro lado de la calle de quienes se dice que se "dro-
llegó a vivir en un gueto?" (Pred, 2000: 123) .13 gan" o que hacen "negocios~, o incluso los habitantes del bosque-
cillo de edificios de enfrente, de quienes se sospecha que fi.ngen
Que esos lugares estén o no deteriorados, sean o no peligrosos estar desempleados para recibir algún otro subsidio. Esta lógica de
:; y que su población esté o no compuesta sobre todo de pobres, de la denigración lateral y del distanciamiento mutuo, que tiende a desha-
! minorías y de extranjeros importa realmente poco: la creencia cer un poco más los ya debilitados colectivos de las zonas urbanas
:¡ prejuiciosa de que sí lo son alcanza para desencadenar consecuen- desheredadas, es dificil de contrarrestar en la medida en que
cias socialmente deletéreas. [ ... ] el barrio estigmatizado degrada simbólicamente a quie-
Esto es cierto a nivel de la estructura y de la textura de las rela- nes lo habitan y quienes, como contrapartida, lo degradan
ciones sociales en el día a día. Se ha señalado en el capítulo 6 que simbólicamente, pues, estando privados de todas las ventajas
vivir en un gran complejo (sub) proletario de la periferia de Pari~ necesarias para participar de los diferentes juegos sociales,
genera un "sordo sentimiento de culpabilidad y de vergüenza, cuya no tienen nada en común salvo su común excomunión. El
presión subyacente falsea el contacto" (Pétonnet, 1982: 148). Es_ parecido con el lugar de una población homogénea en la des-
habitual que las personas disimulen su domicilio, eviten al máximo P0sesión tiene también por efecto redoblar esa desposesi6n
que su familia o sus amigos los visiten y se sientan obligados a di_s.. (Bourdieu, 1993a: 261).
culparse por vivir en nn sitio difamado que mancha la imagen que
tienen de sí mismos. "No, yo no soy de la citl', insiste una joven de Los efectos de la estigmatización territorial se hacen sentir
Vitry-sur-Seine, "vivo allí porque paso por un momento de dificul- también a nivel de las políticas públicas. Desde que un lugar es
públicamente calificado como una "zona de no derecho" o una
"cité fuera de la ley~ y fuera de la norma, 14 resulta f.icil para las
rn Tensta es un barrio del suburbio norte de Estocolmo con una fuerte con-
centración de inmigrantes y desocupados. En la Suecia de finales de siglo, los
''barrios con problemas" (problemcmráde), como Rinkeby en Estocolmo y Rosen- 14 Se podría citar aquí una cantidad de obras sobre las ban/imespopulares que
gárd en Malmó, son habitual y abiertamente designados con el casi sinónimo de han inundado las librerías francesas estos últimos añ~, donde el racismo de clase
"barrios con fuerte densidad de inmigrantes" (invandrartiila omraden). Un eufe- pelea un lugar con el fantasma del peligro extranjero. Se citará uno solo, cuyo
mismo casi siniilar se emplea en Holanda para designar las zonas de relegación título resume bien la visión: Cith hl)l'S /a Wi. Un auire monde, unejeunesse qui impQse
urbana: achtmttmdswijken y roncenl:ratiebt<urten (Uitermark, 2003). ses Mi (Henni y Marinet, 2002) [ Cith fuera de la ley. Otro mundo, una juventud

):-
278 LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD I.AMARGINALIDAD URBANA EN EL HORIZONTE DEL SICLO XXI 279

autoridades justificar medidas especiales, contrarias al derecho y a tamizado, con el que se identifiquen las poblaciones urbanas mar-
las costumbres, que pueden tener como efecto -si no como obje- ginadas y dentro del cual se sientan "entre sí" y en relativa seguri-
tivo- desestabilizar y marginar más aún a sus habitantes, some- dad. Las teorias del posfordismo sugieren que la reconfiguración
terlos a los dictados del mercado de trabajo desregulado, hacerlos en curso del capitalismo implica no sólo una vasta reorganización
invisibles o expulsarlos de un espacio codiciado. 15 de las empresas y de los flujos económicos, de los empleos y de las
Así, como consecuencia de una serie de informes sensaciona- personas en el espacio, sino también una reformulación comple-
listas de la televisión, el barrio de Slo Joiio de Deus, un sector "de ta de la organización y la experiencia del propio espacio (véanse
barrios bajos" de Oporto con fuerte presencia de gitanos y de per- sobre todo Harvey, 1989; Soja, 1989; Shields, 1991). Estas teorías
sonas provenientes.de Cabo Verde, es hoy conocido en todo Por- son coherentes con las transformaciones radicales del gueto negro
tugal como la infernal encarnación del "bairrosocial degradado". norteamericano y de las banlieues obreras francesas luego de la
El alcalde de Oporto se valió de su reputación de "hipermercado década de 1970, pues de ''lugares" (places) comunitarios repletos
das drogas" para lanzar una operación de "renovación urbana~ de emociones compartidas y de significaciones comunes, sopor-
que, con enormes refuerzos de musculosos policías, busca esen- tes de prácticas y de instituciones de reciprocidad, se han visto
!
,, rebajados al rango de simples "espacios" (spaces) indiferentes de

l
cialmente expulsar y dispersar a los drogados, squatters, desocupa-
dos y otros desechos locales a fin de reinsertar a ese barrio en el competencia y de lucha por la vida.
'li!
mercado inmobiliario de la ciudad, sin preocuparse por la suerte Se puede formular la diferencia entre estas dos concepcio-
il de los miles de habitantes así desplazados. 16 nes o estos dos modos de aproximación al entorno próximo de
l la siguiente manera: los "lugares" son arenas estables, "plenas" y
"fijas" mientras que los "espacios" son "vacíos potenciales", ''posi-
il" 4. La alienacWn espacial y la disolución del "lugar" bles amenazas, zonas a las que hay que temer, resguardarse o huir"
,,p" (Smith, 1987: 297). El pasaje de una política del lugar a una políti-
¡\ La otra cara de este proceso de estigmatización territorial es la ca del espacio, agrega Dermis Smith, está estimulado por el debili-
;;; disolución del "lugar" (en el sentido de sitio), es decir, la pérdida
" tamiento de los vínculos fundados sobre una comunidad territorial
de un marco humanizado, culturalmente familiar y socialmente dentro de la ciudad. Se alimenta también de la tendencia de los
individuos a retirarse a la esfera privada del hogar y del reforza-
que impone sus leyes]; Martinetes un periodista de France 2, uno de los medios
miento de la sensación de vulnerabilidad que acompaña la bús-
creadores del mito mediático de la explosión de "problemas" en los suburbios, queda de realización personal o de seguridad, o del debilitamiento
Con el pretexto del análisis y la alerta cívica, estos libros participan del discurso generalizado de los colectivos. 17 Conviene precaverse aquí de no
de desprecio dirigido hacia los barrios de exilio y abogan por- la deportación de ''novelar" la situación de los barrios obreros y los enclaves segrega-
sus habitantea..
dos de antaño: jamás existió una "edad de oro" en la cual la vida
15 Habrla que estudiar desde esta óptica el modo en que la leyenda demo-
niaca de la underdass (paradójicamente promovida también por los investigadores
en el gueto estadounidense y en la banUeue popular francesa haya
progresistas) ha contribuido a legitimar, por un lado, la ~reforma" de la ayuda sido agradable y las relaciones sociales armoniosas y florecientes.
social que instauró la workfareen los Estados Unidos en 1996 y, por otro, la política
de destrucción masiva de los grandes complejos del gueto con el pretexto de los
7
supuestos beneficios de la dispersión espa<:ial para los pobres oficializada por la 1 Para un análisis minucioso del «priva.tismo defensivo y retraído~ tradicional
Qµ.aiity Hqusing and WO'Tk &spt!nsibility Ad de 1998 (Crump, 2003). de Ja clase obre.ra y su acentua<:ión bajo el efe<:to de la descomposición del grupo;i
16 Agradezco a Luis Fernandes (de la Univen;idad de Oporto) por e$ta infor- en una ciudad minera del norte, véase Schwart:¡: (1985). Para una descrip<:ión de
mación, y remito a su análisis de la estigmatización espa<:ial des<:argada sobre la destrucción de las formas de sociabilidad y de solidaridad entre vecinos dentro
los "territorios psicotrópicos" de la ciudad portuguesa (Fer-nandes, 1998: 68-79. de los guetos del West Si de y el South Side de Chicago bajo la presión de Ja miseria
151-154 y 169-174). y la violencia, véanse Kotlowitt (1987) yJanes y Newman (1997).

1 i

LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD LA MARGINALIDAD URBANA EN EL HORIZONTE DEL SlGW XXl 281

Lo que sucede es que la experiencia de la relegación urbana ha iii) los organismos de vigilancia y de control del Estado encar-
cambiado en ese plano de una manera que la vuelve hoy claramen- gados de contener la violencia y el desorden dentro del
te más dificil y alienante. perímetro del corazón de la metrópolis racializada, tra-
Un breve ejemplo; hasta los años sesenta, el gueto negro nor- bajadores sociales, policía, tribunales, agentes de libertad
teamericano era aún un '1ugar" en el sentido de place, un entrama~ condicional, etc., y
do colectivo, un paisaje urbano humanizado-aun siendo el pro- iv) los depredadores institucionales del exterior (en particu-
ducto de una opresión brutal e inflexible- respecto del cual los lar los promotores inmobiliarios) para los cuales la recon-
negros experimentaban un fuerte sentimiento de identificación, versión de franjas del cinturón negro en beneficio de las
li
¡
1
tal como lo expresaba el idioma del soul y sobre el cual deseaban:
establecer un control colectivo; ése era el objetivo prioritario del
clases medias y la clase alta que reinvierten en la ciudad
puede generar beneficios impresionantes. 19
movimiento del Black Power (Van De Burg, 1992). Hoy, el hipe:Í-~
1 gueto es un espacio (en el sentido de space), y este espacio desierto
1,, ya no es un recurso común que los afroamericanos podrían movi- 5. La pérdida de un país interno
¡;
i: lizar y desplegar para protegerse de la dominación blanca. Por el
contrario, se ha transformado en un vector de división intracomu- A la erosión del lugar se agrega la desaparición de un pafs
1
' nitaria y en instrumento de encierro del subproletariado negro, interno (hinterland) o de una base interna viable. En las fases
1
un territorio despreciado y vergonzoso del cual, como lo formula anteriúres de crisis y reestructuración, los trabajadores tempora-
sumariamente un informante del South Side de Chicago, ''todo el riamente rechazados fuera del mercado laboral podían replegarse
mundo trata de huir".lS en la economía social de su colectividad de origen, se tratara de un
Lejos de ofrecer un escudo de protección contra la inseguri- distrito obrero funcional, del gueto cúmunitario o de una aldea en
¡ dad y las presiones del mundo exterior, se ha visto en los capítulos la campiña de origen o en la zona de inmigración (Young y Will-
¡
2 y 4 que el espacio del hipergueto se parece a un campo de bata- mott [1957] 1994; Kornblum, 1974; Piare, 979; Sayad, 1991). 2 º
1 lla entrópico y peligroso dentro del cual se da una competencia Cuando eran despedidos de los talleres y las fundiciones, de las
11 entre cuatro protagonistas en la que se enfrentan fábricas o los escacionamientos de Chicago donde trabajaban como
11 consecuencia del regreso cíclico de la economía industrial, los resi-
' i) los dep,edadme. callejeros independientes u organizados
dentes de Bronzeville de mediados del siglo xx podían contar con
el apoyo de sus parientes, sus amigos y su iglesia. La mayoría de
(hustkrs y pandillas) que buscan arrebatar las pocas rique-
los habitantes de su banio seguían siendo asalariados y una densa
zas que aún circulan allí;
ii) los habitanles y sus organizaciones de base (como MAD1
Motheni Against Drugs, en el West Side de Chicago, o tas l9 Véanse Venkatesh (2000), para un relato contextualizado de las luchas de
asociaciones de inquilinos o propietarios de inmuebles y los años noventa entre los inquilinos de Robert Taylor Homes, la administración
de comercios, allí donde han sobrevivido) que se esfuerzan de los HLM de Chicago, las pandillas y las distintas autoridades admilili;trativas de
la ciudad, y Abu-Lughod et al. (1994) y Mele (1994), sobre las batallas alrededor
por preservar los valores de uso y de cambio de su barrio; de la gentrificadón de los barrios populares en que reinvertía la burguesía de
Nueva Turk.
2~ Sobre este tema se puede releer el clásico análisis de Larissa L<Jmmiµ;
16
Los esfuerzos (parcialmente infructuosos) de la clase media negra del (1977) sobre ~el sistema de seguridad social de reemplazo" compuesto por amigos
South Side de Chicago para distanciarse espacial y socialmente del corazón y vecinos de los habitantes de los barrios carenciado.s de México, y la monogra-
derruido del gueto y de las amenazas que suscita son estudiados oon agudeza por fia de Caro! Stack sobre las redes femeninas de ingreso en un gueto negro del
Pattillo-McCoy (1999).
Midwest.
282 LOS CONDENADOS DE LA. CIUDAD LA MARGINALIDAD URBANA EN EL HOIUZONTE DEL SIGLO XXI 283

y sólida red de organizaciones de vecinos ayudaba a amortiguar el 6. Fragmentación social y estallido simbólico
golpe de las dificultades económicas. Por otra parce, las "empre- o la génesis inacabada del "precariad0 »
sas sospechosas" (shady bussiness) de la economía callejera, cuyas
ramificaciones atravesaban toda la estructura de las clases negras, La marginalidad avanzada difiere además de las fo_rmas ante-
los proveían de valiosos empleos de reparación (Drake y Cayton riores de pobreza urbana en que se desarrolla en un contexto de
[1945] 1993: 524-525). Por contraste, la mayoría de los habitantes descomposición de clase (Azémar, 1992; Dulley, 1994) más que de
del South Side de los años noventa está privada de empleo; el cora- consolidación de clase, bajo la presión de una doble tendencia a la
zón del cinturón negro se ha vaciado de sus medios de subsistencia precarización y a la desproletarización en lugar de la homogeneiza-
colectiva; los puentes hacia el empleo asalariado externo han que- -r_ ción prole~ en las regiones inferiores del espacio social y urbano
dado cortados por la desproletarización de amplios sectores de la (Kromauer et ai, 1993; Wilson, 1996). Aquellos que están sometidos
población local: hermanas y hermanos, tíos y amigos(as) no están a su tropismo y atrapados en sus remolinos se encuentran por- lo
en condiciones de ayudar a encontrar un trabajo cuando ellos mis- tanto desconectados de las herramientas tradicionales de moviliza-
mos sufren el desempleo crónico (Sullivan, 1989; Wilson, 1996). ción y de representación. de los grupos constituidos y, correlativa-
En nuestros días, los individuos duraderamente excluidos de me~te, desprovistos de un lenguaje, de un repertorio de imágenes y
un empleo remunerado en los barrios de relegación no gozan de SJgnos compartidos a través del cual concebir un destino colecti-
ya en su conjunto de un apoyo colectivo informal mientras espe-, vo e imaginar futuros alternativos (Stedman Jones, 1983).
ran un nuevo trabajo que, además, podría no llegar nunca. Para Obreros industriales que envejecen y empleados de oficina de
sobrevivir, deben recurrir a estrategias individuales de ~autoapro­ lo bajo de la escala "obrerizados" o transformados en obsoletos por
visionamiento ",de trabajo en negro, de comercio subterráneo, la innovación tecnológica y la redistribución de las actividades pro-
de actividades criminales y de ~deterioro" casi institucionalizado ductivas; trabajadores precarios e interinos de los servicios; apren-
(Gershuny, 1983; Pahl, 1987; Wacquant, 1992d; Engbersen, 1996), dices, pasantes y titulares de un contrato a término fijo; desem-
que no contribuyen en nada a sacarlos de la precariedad pues "las pleados y desempleadas sin derechos y que reciben la ayuda social
consecuencias distributivas del esquema de trabajo informal en núnima; subsidiados de larga data y sin techo crónicos; mendigos,
las sociedades industriales tienden a reforzar y no a reducir las delincuentes e "ilegales" que viven de la economía del juego y de
estructuras contemporáneas de desigualdad" (Pahl, 1989: 249). las rapiñas callejeras; desechos humanos de los servicios sociales y
En muchas ciudades, las características de la economía informal sani~rios, y clientes habituales del sistema de justicia penal; jóve-
también han cambiado. Está cada vez más autonomizada y sepa- nes desencantados de los sectores en decadencia de la clase obrera
rada del sector oficial del empleo asalariado, cuando no está por autóctona que se enfrenta a la competencia inesperada de los des-
completo dominada por las actividades criminales (Barthélémy et cendientes de las comunidades étnicamente estigmatizadas y de
al, 1990; Leonard, 1998). Se sigue de estoque sus circuitos ofrecen los nuevos flujos de inmigrantes en los mercados de los empleos y
cada vez menos puntos de ingreso al mundo del trabajo "regular" de los títulos educativos: ¿cómo forjarse la sensación de una situa-
aunque los jóvenes que se involucran en la economía subterránea ción compartida y plantearse objetivos comunes de acción cuando
tienen enormes posibilidades de quedar duraderamente margina- - la urgencia y la necesidad económicas se combinan según configu~
q !
dos (Bourgois, 1995). Si los barrios pobres de comienzos de la era raciones fenoménicamente diferentes? ¿Cómo unificar categorías
¡'

fordista eran ~barrios bajos de la esperanza", su descendencia de que, si bien comparten momentánea o duraderamente posiciones'
.1 la era del capitalismo desregulado se parece más a los "suburbios
de la desesperación" de la periferia urbana latinoamericana, para
cercanas en la estructura del espacio social y urbano en un corte
sincrónico, siguen trayectorias distintas o muestran disposiciones
·1I retomar la expresión de Susan Eckstein (1990). y orientaciones divergentes hacia el futuro? y; ¿cómo, más allá
de las solidaridades por vecindad, establecer vínculos tangibles y
1
284 LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD lA MARGINALIDAD URBANA EN EL HORIWNTE DEL SIGLO XXI 285

efectivos con la gama de asalariados sin calificación y desestabili- como el Partido Socialista francés- para, por un lado, compren-
zados por la desocialización del trabajo en todas las instancias de der la naturaleza y el alcance de los sacudones que dan forma a
la estructura socioprofesional? (Perrin, 2004) los barrios de relegación y, por el otro, crear y llevar a la práctica
La proliferación misma de etiquetas que se supone designan a las políticas públicas necesarias para detener la espiral de la mar~
las poblaciones dispersas y dispares prisioneras del estado de mar- ginación avanzada. 22
ginación social y espacial -''nuevos pobres'', zonards, ~excluidos", La dificultad misma para nombrar los fragmentos, escorias y
underclass, 'Jóvenes de los suburbios" y la trinidad de los "sin" (sin esquirlas de la sociedad de mercado dualizada, que se amontonan
trabajo, sin techo, sin documentos)- habla claramente de la des- en las zonas desheredadas de la metrópolis, prueba el hecho de
regulación simbólUa en la cual se encuentran las franjas y las fisuras que el precariado -si se puede llamar así a las franjas precarias
de la estructura social y urbana. del proletariado- no ha accedido aún al estatuto de "clase objeto"
La ausencia de un idioma común alrededor y por medio del (Bourdieu, 1977: 4), "obligada a formar su subjetividad a partir de
cual podrían unificarse acentúa la fragmentación objetiva de los su objetivación" por parte de los demás. Permanece en estado de
citadinos pobres de hoy. El instrumento organízacional tradicional simple aglomeración compuesta, {;()]kctio personarium pluríum inte-
de expresión y de reivindicación del proletariado urbano, a saber, grado por individuos y categorías heterogéneas entre sl y definidas
los sindicatos de trabajadores manuales, se muestra poco apto para negativamente por la privación social, las carencias materiales y el
lidiar con problemas que surgen fuera de la esfera convencional déficit simbólico. Sólo un inmenso trabajo estrictamente político
del salario regulado, y sus tácticas defensivas a menudo no hacen de agregación y de representación (en el triple sentido cognitivo,
sino agravar los dilemas a los que se enfrentan y las múltiples fisu- iconográfico y dramatúrgico) puede esperar hacer acceder a ese
ras que los separan de los nuevos {sub)proletarios del margen. 2 1 conglomerado a la existencia y por lo tanto a la acción colectiva.
Las nacientes organizaciones de los desprovistos de toda especie, Pero este trabajo está afectado por una contradicción insoslayable
como los sindicatos de desocupados, los grupos de ayuda a los sin e insoluble pues se genera en las tendencias fisíparas que le son
techo y a los indocumentados, y las asociaciones que se mueven en constitutivas: el precariado es una especie de grupo nacido muer-
los múltiples frentes de la "exclusión", allí donde aparecen, resul- to, cuya gestación es necesariamente inacabada pues no se puede
tan demasiado frágiles y deben todavía ganar un reconocimiento obrar para consolidarlo salvo ayudando a sus miembros a huir,
social en la escena política para poder esperar ejercer más que sea recuperando un anclaje en el salario estable, sea fugándose
una presión puntual e intermitente {Siméant, 1998; Demaziere fuera del mundo del trabajo (por medio de la redistribución y la
y Pignoni, 1999), En cuanto a los partidOs de izquierda, a quie- protección sociales). A la inversa del proletariado en la visión mar-
nes corresponde tradicionalmente la tarea de representar en la xista de la historia, que está llamado a abolirse en el largo plazo
escena política a las categorías desposeídas de capital económico por medio de su unificación y universalización, el precariado no
y cultural, están demasiado ocupados con sus luchas intestinas y puede constituirse más que para deshacerse de inmediato.23
encerrados en lógicas de aparatos y golpes mediáticos -cuando
no se centran de manera franca en las clases medias educadas,
22 Olivier Maschet (2003) ha mostrado, a partir de un estudio en profundi-
dad en un municipio comunista del suburbio parisino, que la marginación social
y, 21 Es lo que ocurre cuando los sindicatos renuncian a los derechos colecti- y espacial se acompaña de una marginación de los "militante:i de dtl' en el campo
vos ;;onql.lÍl!tados con duras luchas para evitar las deslocalizaciones y los despidos político local.
't masivos, o cuando aceptan la instauración de una escala de remuneraciones Yde ~s Para un conjunto de textos, documentos y !!amados a la movilización
i protección social de distintas categorias como medio de limitar la caída de sus europea del "precaríado" {término lanzado por la asociación Droits Devant,
1 cifras (como sucede en los Estados Unidos en un importante número de sectores véase "Globalisation du précariat, mondialisation des résistances", ÉcoRiro, mayo
como la industria automotriz, la telefonía y el transporte aéreo). de 2005), remitimo:i al sitio multilingüe <http:/ /republicart.net/disc/precariat/
286 LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD lA MARGINALIDAD URBANA EN EL HORIZONTE DEL SIGLO XXI 287

Implicaciones para la sociología urbana 1991; Engbersen et al., 1993)? ¿Es la estigmatización territorial
una modalidad más sutil y disimulada de la discriminación étnica,
Aunque haya en curso de incubación una forma de margina- o bien se puede apelar a datos que demuestren que ejerce sus
lidad avanzada del "tercer tipo" en los barrios de relegación de efectos reales -y nocivos- de manera independiente y más allá
las ciudades posindustriales, que se parece a las formas estable.. de las distinciones etnorraciales y etnonacionales dentro i:l.e un
cidas encamadas por el cinturón negro histórico de los Estados mismo grupo (Auyero, 1999; Tilly et al, 2001)? ¿Es la pérdida de
Unidos y por el cinturón rojo tradicional de Francia, de los que un sentido vivido y compartido del "lugar" dentro de los territo-
surge para diferenciarse de ellos, se plantean dos desafíos, uno rios de deportación urbana tm artefacto de observación distante
intelectual y otro político, que llaman a una m;isión radical de las y de la mirada nostálgica de los informantes, o es una realidad
tTWdos tradicionales de análisis social y de acción pública relativos a profundamente experimentada y, en este caso, en qué difiere de
las desigualdades urbanas. la experiencia del desarraigo característico de fases anteriores de
Para la investigación en ciencias sociales, cada uno de los la formación y la transformación de la clase obrera (Thrift. y Willia-
seis rasgos típicos ideales de la marginalidad avanzada especifl. ms, 1987; Sayad y Dupuy, 1995)? ¿Qué lenguajes toman en présta-
cados más arriba ofrece un tema de estudio empírico. 24 ¿Bajo mo o inventan ·los nuevos (sub) proletarios de la ciudad polarizada
qué dimensiones ha cambiado la textura de la relación salarial y para otorgar sentido a su situación y (re)articular una identidad
cuáles son los efectos, que derivan, a corto y largo plazo, de esos colectiva, un idioma que los acerque a la clase obrera de antaño
cambios sobre las estrategias de vida de las diversas categorías de de donde provienen, que les haga enfrentar al Estado como otros
asalariados o candidatos al salario presos en la zona inferior de rebeldes callejeros, o incluso que los incite a ponerse unos frente
la estructura espacial (Castel, 1995; Shulman, 2003)? ¿Qué pro- a otros, es decir, contra sí mismos (Bourclieu et al, 1993; Young,
cesos vinculan la erosión de la figura del "trabajador colectivo" a 2004)? ¿Cuál es el impacto de las estructuras estatales, las políticas
la diversificación interna de las categorlas desprovistas de títulos públicas y las ideologías hegemónicas dentro _de la clase dominante
y calificaciones y a la distribución de la obsolescencia socioeco- sobre las transformaciones sociales, espaciales y simbólicas cuyo
nómica a través de los grupos y las zonas urbanas (Cross, 1992; precipitado son los barrios de relegación?
Uwe, 2003)? ¿Cómo remodelan concretamente las tendencias Una de las principales tareas de los esrudios en curso y a rea-
macroeconómicas del empleo, la flexibilidad y la productividad lizar sobre la marginalidad avanzada es establecer que cada una
del trabajo, de los salarios y de las prestaciones sociales, los merca- de estas seis propiedades se especifica en diferentes paises y/ o
dos laborales a los que se enfrentan los habitantes de los barrios diversos tipos de contextos urbanos, en función de la historia y
carenciados (McDonald, 1997; Roulleau-Berger y Gautier, 2001; política de la cual la ciudad y sus divisiones son el escenario y el
Munger, 2002)? ¿Está comprobado que el crecimiento económico
producto.25 Subrayemos que estas cuestiones tienen una pertinen-
no tiene hoy una menor repercusión en los territorios de relega~
cia inmediata en términos de políticas públicas, en tanto resulta
ción y que las mejoras del mercado laboral, cuando se producen,
dificil luchar contra tal o cual manifestación conf.Ieta de la nueva
no "reproletarizan" duraderamente a sus habitantes (Osterman,
marginalidad sin, en principio, elaborar empíricamente sus ras-
gos distintivos y sin elucidar analíticamente el modo en que esos
index.htm>. Para un análisis de! aumento de la inestabilidad del trabajo y de las
nuevai: formas de movilización que suS<:ita en los márgenes del salario regulado,
véase Perrin {2004). 20 Es lo que hace Jan et Perlman en un libro de próxima aparición sobre la
~ 4 Las referencias selectivas que siguen se han ínsertado para señalar los tra- trawJformación de las favelas de Río dejaneiro entre 1969 y 2-005, titulado Margi-
bajos existente$que proveen modelos, materiales o pistas posibles para un análisis nality: From Myth to Reality, que revisita treinta años después su clásioo, TM. Mylh o[
más detenido o incluso indicaciones para Ja oomparac:ión y la critica. Marginalify (Perlman, 1976).

1
l
r
' 288 LOS CONDENADOS DE lA CIUDAD LA MARGINALIDAD URBANA EN EL HORIZONTE DEL SIGW XXJ 289

rasgos pueden facilitar o contrarrestar la aplicación de soluciones está en plena agonía y en vías de desaparición bajo la forma hist6rica
convencionales al punto de hacerlas inoperantes, es decir, contra- particular en que la hemos considerado durante el siglo pasado
producentes (Engbersen, 2001). A este respecto, será importante (Mann, 1996)? ¿Se sitúan al margen del (sub)proletariado de los
prestar una particular atención a los discursos y categorías elabo- servicios dentro de una clase completamente nueva? ¿O acaso los
radas por Jos profesionales de la representación del mundo social habitantes de los barrios de relegación se encuentran francamen-
-políticos, periodistas, grandes funcionarios del Estado, expertos. te "fuera" de la estructura de clases, como caídos en una zona de
de Jos sectores público y privado, líderes civiles y religiosos, inves- liminalidad social dentro de la cual opera un tropismo específico
tigadores, militantes, etc.- y a los efectos de realidad que ejercen que los aislaría de las categorías vecinas (Wilson, 1987)? Los terri-
(Bourdieu, 1982) en la medida en que logran imponer su visión torios estigmatizados de rechazo urbano ofrecen aquí un espacio
de la ciudad y definir con autoridad los uproblemas" que se acu- propicio para reformular "por abajo" el debate que mantienen
mulan en los barrios desheredados como surgidos de unos u otros los partidarios de la recomposición de la estructura de clases con
registros: económico (desocupación, precariedad, pobreza), social quienes sostienen la "muerte de las clases" (Marshall, 1997; Wrig-
(desigualdad, desafiliación, exclusión), étnico (discriminación, ht, 1997; Pakulski y Waters, 1996).
segregación), cultural (individualismo y "multiculturalismo"), Al no poder entrar de lleno en este debate, señalemos que
moral (responsabilidad individual y ética del trabajo), espacial la comparación entre la marginalidad urbana en el gueto negro
(degradación y ubicación de la vivienda), criminal (delincuencia norteamericano y la de las banlieues obreras francesas propuesta
y violencia), o estrictamente político (responsabilidad estatal, soli~ en este libro sugiere la necesidad de revisar -pero no de archi-
daridad, ciudadanía), 26 var- el análisis en términos de clases para poder tomar mejor en
Para los sociólogos que pretenden (re) construir una teoría glo- cuenta las relaciones mutuamente estructurantes entre la clase,
bal de las sociedades contemporáneas, los dualismos urbanos de el espacio y ese principio rival de visión y división que es la etnia
este cambio de siglo constituyen una prueba crucial y plantean con (negada o no como "raza").
urgencia la cuestión de la adecuación de los marcos conceptuales y Del mismo modo, ¿no se ha considerado a las categorías de
de los enfoques analíticos heredados de una era de la organización ''raza", de "minoría" étnica y de ''inmigrantes" que juegan un papel
capitalista hoy transformada. ¿Se deben considerar las categorías determinante en la génesis social y en el tratamiento político de
amalgamadas bajo los términos imprecisos de "excluidos" en Fran- los barrios de relegación como problemáticas, o sea, obsoletas en
cia y de underclass en los Estados Unidos--<.:uyos referentes empí· su conformación habitua~ por el hecho de que sus contenidos empí-
ricos son a la vez inestables e incoherentes--27como si todavía for- ricos se han vuelto fuertemente diferenciados, inestables y disper-
maran parte de una "clase obrera" o popular aun cuando esta clase sos en el plano interno y porque se refieren a sistemas de clasi-
ficación, a trayectorias sociales y experiencias diferentes dentro
de una misma sociedad (Koser y Lutz, 1999; Rumbaut et Portes,
25 Es particularmente importante reconstruir las teorías nativas que las alta$
2001), así como entre las sociedades y las épocas? Para evitar que
jerarquías de! Estado y las elites de la ciudad desarrollan para describir, explicar
y manejar la relegación y las de aquellos que soportan su peso (Bourdieu et al., el lector confunda estos planteas con un llamado "posmoderno"
1993: 219-247, 261-269, 927-939). Los estudios recientes sobre la marginalidad a rechazar los instrumentos indispensables de una ciencia "con-
producidos por las dos corrientes dominantes del empirismo cuantitativo y la creta de la realidad empírica" (Weber) y con ello a descartar las
etnografía urbana no son de mucha utilidad a este re~pecto pues se concentran armas intelectuales menos imperfectas de que disponemos para
casi en exclwiva. sobre los pobres. comprender y eventualmente cambiar el mundo, precisemos que
'itl Estas nociones semiacadémialS son lo que Kenneth Burke llama "pantallas
terminológicasn (terministic Jcnens): ocultan más de lo que revelan y constituyen reconocer que los conceptos de raza y de claSe deben ser repensa-
' ~
un obstáculo suplementario a la comprensión adecuada de la reconfiguración de dos y modificados, e incluso revisados a fondo a fin de aumentar
la marginalidad en la ciudad posfordista. su eficacia retórica no implica decir:
290 LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD LA MARGINALIDAD URBANA EN EL HORIZONTE DEL SIGLO XXI 291

i) que carecen de valor; públicas, sin por eso caer en el mar.ismo conceptual de la "socie-
ii) que las divisiones objetivas de clase y los cismas etnorracia~ dad civil" (esa noción informe que demasiado a menudo detiene
les se han evaporado de repente, o el análisis allí mismo donde debería iniciarse).
iii) que no existen salvo bajo la forma de concreciones udis-.
cursivas", locales y fugaces, infinitamente maleables y en
cambio perpetuo, como lo pretenderían ciertos enfoques Hacia una revc:-Iución de las políticas públicas
radicalmente constructivistas (o deconstructivistas).
A nivel político, la aparición y la amplitud de la marginalidad
En fin, si la ciudadanía (nacional, subnacional o posnacional) avanzada plantean innegables problemas y reclaman un cuestio-
es, con el mismo derecho que la clase, la pertenencia étnica (racia- narniento radical de los modos tradicionales de acción estatal.
Hzada o no) o el sexo, un eje central de la "clausura excluyente" No podemos ilusionamos pensando que con hacer volver a los
y del acceso a los bienes y servicios distribuidos en nombre de la- cita.dinos desposeídos al mercado laboral se va reducir de modo
colectividad en los márgenes de la ciudad, entonces es urgente duradero la pobreza en las ciudades, como lo indica cl:iraroente
desarrollar una teoría sociológica afinada sobre esta institución el aumento ininterrumpido de los rangos de los woiking poar en
central de la modernidad capitalista aunque todavía marginal en los Estados Unidos y su aparición en Europa occidental, mientras
el estudio de las transformaciones urbanas, pese a la explosión de que el empleo total alcanza niveles récord e incluye una oferta
los citiunship studies durante la década pasada (pero véase Holston, creciente de puestos no calificados, pues la relación salarial se
1999). Los modelos del nuevo orden socioespacial de la metró- ha convertido ella misma en vector de inseguridad económica y
polis polarizada ganaron al apoyarse en las investigaciones que de inestabilidad social Frente a la expansión del asalariado deso-
han procedido a revisar el modelo heredado de T. H. Marshall cializado y su establecimiento en los barrios de relegación, los
por ser demasiado evolucionista, optimista y consensual, y a tomar enfoques keynesianos o "socialdemócratas" de intervención estatal
en cuenta las múltiples fracturas de la ciudadanía, su creciente están condenados a trabarse, decepcionar y por fin perder toda
desconexión de lo nacional y su ''pluralización" a través y dentro credibilidad.29
del espacio urbano. 28 En compensación, repensar los mecanismos Aunque sea verdad que los vínculos funcionales entre creci~
que vinculan la pertenencia a un grupo con la marginalidad preci- miento y empleo y entre empleo y estrategias de subsistencia de
sará examinar de cerca cuáles son las ''instituciones de mediación" individuos y familias por medio del "ingreso familiar" están fuer~
(Lamphere, 1992) que falta inventar para "resolidarizar" la ciudad temente distendidos, es decir rotos, las políticas sociales destina-
y configurar, por medio de las instituciones públicas, la integra~ das a combatir la marginalidad avanzada deberán, para llegar a
ción social que resultaba antes de la incorporación a una clase soluciones eficaces, ir "más allá del empl.eo" asalariado y desplegarse
o a una comunidad etnorracial compacta. Todo esto sugiere la fuera del paradigma del mercado que lo sostiene (Offe y tleinz, 1992).
urgente necesidad de superar el rudimentario paradigma centra- A causa de las presiones cada vez más intensas inducidas por la
do en la pareja "Estado/mercado" que sostiene implícitamente lo
esencial de la reflexión actual en las ciencias sociales y las políticas 29 No nos detendremos aquí en las políticas conservadoras del tipo "dejar
hacer y dejar pasar" pues difidlmente puede pensarse que son un remedio para·
las cau.sas de la marginalidad avanzada. El análisis comparativo muestra que estas
28 Entre los trabajos que participan del notable florecimiento de los dij,.
políticas han producido en todas partes mayor pobreza e inestabilidad (Esping-
unship stu.dies orientados hacía el frente de las desigualdades wbanas, citemos Andersen y Regí.ni, 2000). No es institucionalizando la precariedad por medio
Bouamama (1992), Morris (1994), Soysal (1994), Roche y Van Berkel (1997) y de dispositivos del tipo "Contrato de primer trabajo" que se puede esperar redu,.
Crouch et al. (2001). cirla.

," ' ;.·


292 LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD LA MARGINALIDAD URBANA EN EL HORIZONTE DEL SIGLO XXI 293

interdependencia regional y mundial, la rea<:tivación económica Si el mercado de trabajo no puede garantizar la seguridad
se sitúa hoy fuera del alcance de un solo país y los programas del ingreso, como se lo había supuesto en la fundación del
de creación de empleo son claramente insuficientes para hacer consenso social de la posguerra, entonces, para permitir que
más que disminuir el desempleo estructural y disfrazado (como lo el "mercado laboral" funcione con eficacia, las política!J._socia-
enseña la experiencia francesa de finales de las décadas de 1980 les deberían sepa:rar la seguridad del ingreso del acaso al mercado
y 1990). La vía del desarrollo abundante de empleos precarios en. laboral (Standing, 1993: 57).
los servicios seguida por los Estados Unidos promete únicamente
difundir la pobreza y generalizar la inseguridad (Freeman, 1993; Este objetivo puede alcanzarse pronto si se instituye un ingreso
Ostennan, 1999), del mismo modo que lo hace la solución que mínimo garantizado o un "subsidio universal" del ciudadano, es
consiste en flexibilizar de cualquier modo el trabajo preconizada decir, otorgando a todos los miembros de una sociedad dada sobre
i una base individual, sin condiciones de recursos ni exigencias en
! por los empleadores en todo el mundo por razones evidentes. No
li parece quedar más que una única solución viable: a corto plazo, materia de trabajo, los medios adecuados para subsistir y partici-
par de la vida social. Las sociedades capitalistas más ricas de este
restablecer y/ o ampliar los servicios del Estado de manera que
1: garanticen una distribución equitativa de los bienes públicos en cambio de siglo disponen de los medios para hacerlo, no falta sino
todas las zonas urbanas y atenúen de inmediato las dificultades que desarrollen la voluntad política y la inteligencia colectiva para
1
generadas por la desinversión social causada por el retiro parcial concretarlos. w
(en la Europa continental) o completo (en los Estados Unidos) de Ya sea que se incorpore de manera progresiva por medio de
las instituciones públicas en los territorios de relegación a lo largo la extensión gradual de los programas de subsidios existentes y de
de las dos últimas décadas del siglo xx. A mediano y largo plazo, los mínimos sociales, o a través de la creación completa y ex nihil.o
relajar el imperativo de participación en el trabajo asalariado y de un nuevo conjunto de medidas protectoras y redistributivas,
ampliar la redistribución social de manera que se consiga la institución de un "ingreso del ciudadano" es una tarea funda-
mental que exige una revisión completa de nuestras concepciones
i) reducir la oferta de trabajo, y tradicionales del trabajo, el dinero, el tiempo, la utilidad, el bien
ii) reestabilizar y reestructurar el sistema de las estrategias de colectivo y la justicia social. Philippe van Parijs (1992: 7) ve allí con
reproducción y de movilidad de los hogares bloqueados razón "una reforma profunda de la misma importancia que la abo-
en lo bajo de la estructura dualizada de las clases y los lición de la esclavitud o la incorporación del sufragio universal".
lugares. Por lo tanto, por más inconveniente, costosa o irreal que pueda
parecernos esta medida hoy, hay algo cierto: si la marginalidad
'
Ya llegó el tiempo de abandonar la insostenible hipótesis aguda y persistente del tipo de la que ha golpeado a las ciudades
según la cual la mayo ria de los adultos.de las sociedades avanzadas estadounidenses y europeas durante las dos décadas pasadas sigue
1
puede o podrá satisfacer sus necesidades esenciales gracias a un en aumento, las estrategias del "gobierno de la miseria" (Procacci,

¡- emple-0 formal (o por el empleo de los miembros de su familia en


el sector mercantil). Es decir que las políticas públicas destinadas 30 La excelente recopilación de ensayos reuní dos por Van Parijs (1995) pre·
a revertir la marginalidad avanzada deben trabajar para facilitar senta los argumentos a favor (y en contra) del ingreso de existencia en función
y organizar la desconexión entre subsistencia y trabajo, ingreso y de los criterios de libertad, igualdad, eficacia económica y creación de vínculos
empleo remunerado, participación social y participación en el sociales. Véame también Brittan yWebb (1990), Fitzpatrick (1997) y Van Parijs
1 salario, que ya está funcionando de hecho de una manera ciega, (2001), así como las investiga<:íones y análisis de experiencias políticas acumu·
ladas por la red BIEN (Basic Income European Network, on line en <www.etes.
parcial y selectiva: ucl.ac.be/BIEN>) en Europa y la red BIG (Basic In come Guarantee, <www.usbig.
net>) en los Estados Unidos,
LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD

1993) deberán reorganizarse según esquemas draconianos que no 9. Las lógicas de la polarización urbana
podemos prever hoy. por abajo
Antes de la Revolución Francesa, la idea misma de reempla-
zar a la monarquía era totalmente impensable: en efecto, ¿cómo
podría un pueblo-niño vivir y prosperar sin Ja tutela de su paterna\ .Todos lw fenómenos sociaks son, en cierta medida, obra t.k la vol:untad
rey-protector (Hunt, 1992)? Y; sin embargo, sobrevino 1789 y lo colectiva, y quien dice voluntad humana dice elección entre diferen-
hizo como un tornado. La institucionalización del derecho del tes opciones posibles. [... ]El dominio de lo social es el dominio de la
ciudadano a la subsistencia y al bienestar fuera del yugo del mer- modalidad.
cado podría muy bien ser la Bastilla del nuevo milenio. MARCEL M.Auss, "Les civilisations. Éléments et formes"' (1929).

A manera de conclusión, este capítulo profundiza el análisis de


las modalidadés del surgimiento y la expansión de nuevas formas
de desigualdad y marginalidad urbanas en las sociedades avanza-
das del Occidente capitalista a finales del siglo :xx. Estas formas
alimentan lo que puede describirse de manera sintética como un
proceso de polari:wci6n "por abajo", que multiplica las posiciones
sociales inestables y mantiene a las poblaciones vulnerables a una
distancia creciente de las instancias intermedias y superiores de la
estructura de clases y lugares. En el otro extremo del espacio social
y fisico se opera un proceso complementario de polarizaci.6n ''por
arriba" que tiende a concentrar y unificar (tanto dentro de una ciu-
dad yde un país como a través de sus fronteras) los poderes deten-
tados por los propietarios y administradores de las grandes firmas,
los profesionales del derecho y la cultura, las altas jerarquías del
Esta'do y los funcionarios y expertos de los organismos interna-
cionales que componen la nueva clase dominante trasnacional
(Sklair, 2001; Dezalay y Garth, 2002; Bourdieu, 1989). Aunque
analíticamente distintos, estos dos procesos están estrechamente
ligados en lo empírico, y se combinan para redefinir la estructura
social y espacial de las ciudades, a la que se abordará aquí por su
polo inferior. 1 El argumento se desarrolla en dos etapas.

1 Un análisis más extenso que no es posible desarrollar aquí lograría distinguir


tre~modalidades de polarización urbana: 1) la ampliación de la separaci6no~etiva
entre posiciones diametralmente opuestas, medida por la distancia social y espa-
cial que las separa (arquitectura); 2) el aumento de la desigualdad en el aa-esua las
.·1
\
'! 296 LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD LA MARGINALIDAD URBANA EN EL HORIZONTE DEL SIGW XX! 297

En la primera, esbozo una caracterización compacta de lo que cité popular del "suburbio rojo" de París presentada en la segunda
considero como un nuevo régimen de marginalidad urbana. Este régi- parte de este libro, sostengo que no es éste el caso, contrariamen-
men ha ganado fuerza durante las tres últimas décadas, o sea desde te a los superficiales retratos periodísticos y a las declaraciones
el fin de la era fordista definida por la producción industrial estan- precipitadas de investigadores inspirados por el humor político
darizada, el consumo masivo y el contrato social keynesiano que del momento más que por un sólido trabajo empírico. Aunque
ligaba a una con otro bajo la tutela del Estado de Bienestar (Ainin, esté alimentada por fuerzas estructurales comunes, la relegación
1994; Boyer y Durand, 1998). Por lo tanto, como lo he señalado urbana obedece a dinámicas sociales y espaciales diferentes en los
en el capítulo anterior, el impacto pleno de este régimen aún está dos continentes, cada uno con configuraciones estatales, modos
por suceder, pues su advenimiento está vinculado al desarrollo de de incorporación cívica y legados urbanos diferentes en el Viejo y
los sectores más avanzados de las economías capitalistas; es por eso el Nuevo Mundo.
que le doy el nombre de marginalidad avanzada. No se trata de un Confundir estas dinámicas diferentes bajo la expresión gene-
vestigio del pasado o de un fenómeno transitorio, como lo que- ralizada de "norteamericanización" -o algunos de sus derivados,
r¡ rrían los teóricos de la desindustrialización, de la inadecuación de como etnícización, guetización o multiculturalismo, tal como lo
I(\
las competencias (skills mismatdi) o de un desajuste espacial entre ha hecho una cantidad de comentaristas de la actualidad urba-
la oferta y la demanda de trabajo ( spatial mismatch) y ni siquiera na- no es empíricamente esclarecedor ni analíticamente correc-
' de la tesis de una ausencia de ~espíritu de empresa" dentro de los to. El resurgimiento de las desigualdades y la recuperación de
barrios pobres (Teitz y Chapple, 1998), sino de un signo premo- hegemonía de conceptos de origen estadounidense en el mundo
nitorio del futuro. Identificar las propiedades distintivas de este entero (Bourdieu y Wacquant, 1998) no deben cegarnos ante las
régimen de marginalidad urbana nos ayuda a especificar mejor lo persistentes divergencias con que las sociedades producen, orga-
que es verdaderamente "nuevo" en la "nueva pobreza" de la cual nizan y caracterizan la marginalidad y reaccionan ante la polari·
la metrópolis es el escenario y la fuente, y a comprender mejor las zación urbana, aun cuando sus fuentes esfructurales sean similams de
razones por las cuales los remedios elegidos no son los adecuados una sociedad a la otra. La descomposición de Ws teniúYrios obreros como
para enfrentar el problema, aunque preconizan un mayor creci- espacio fisico y social de inserción y de despliegue de estrategias
miento económico y la ampliación de la esfera de los asalariados, de reproducción del proletariado urbano, por un lado, y la implo- .
sea por medio de las desregulación de los segmentos inferiores sión del gueto negro como mecanismo de explotación económica y
del mercado laboral, los empleos subvencionados, la rebaja de de ostracismo social de un grupo étnico despreciado, por el otro,
los costos de la mano de obra no calificada o los dispositivos de no Son procesos homólogos, aun cuando produzcan síntomas
reinserción forzada del tipo workfare. similares (privación material, inestabilidad familiar, degradación
Luego me ocupo de la cuestión que da forma implícitamente de las condiciones de vida, violencia callejera, etc.), y percepcio---
u orienta de modo explícito los debates europeos sobre el resut'- nes paralelas como la experiencia de la indignidad, la estigmati-
gimiento de la miseria, las divisiones y las tensiones en la ciudad: zación del lugar y el miedo colectivo. Pero la misma persistencia
de las diferencias ancladas históricamente entre los barrios de
a saber, ¿se observa una convergencia histórica de los mgímenes de pobre-
relegación estadounidenses y europeos es un fenómeno histórico
za urbana a ambas orillas del Atlántico? Al lado de la comparación
y por lo tanto hist.áricamenW reuersibl.e, lo que implica que las elites .
metódica del gueto negro norteamericano de Chicago y de una
de los países europeos deben tener cuidado de no emprender o
amplificar políticas públicas, inspiradas por el neo liberalismo, qúe
posiciones dominan les o dominadas (movilidad), y 3) las variaciones del número de reduplican la fuerza de los mecanismos del mercado y los sesgos
agentes que las ocupan (morfología). Una estructura metropolitana dada puede discriminatorios en la adjudicación del espacio, los empleos, los
polarizar~e segUn uno u otro de estos esquemas, o bien combinarlos. bienes públicos y las personas. Al contribuir a desestabilizar y a
298 LOS CONDENADOS DEI.A CIUDAD LA MARGINALIDAD URBANA EN EL HORIZONTE O:EL SICLO XXI 299

aislar ciertas zonas urbanas, estas políticas impulsan a sus poblacio- teras nacionales porosas), y la aparición de nuevas industrias de
nes a seguir estrategias de vida diferentes -a veces opuestas-que alta intensidad de conocimientos fundadas sobre las tecnologías
pueden generar círculos viciosos de involución social y clausura de la información y que generan una estructura socioprofesional
cultural que se parezcan a los que marcan al gueto en los Estados dual (Castells, 1989; Fligstein, 1997), estuvo acompañada de lo
Unidos. que podría llamarse la modernización de la miseria: el ascenso de
Se trata entonces de diagnosticar las fuerzas y las formas socia. un nuevo régimen de desigualdad y marginalidad urbanas que
les de las que están preñados los dilemas y los problemas urbanos contrasta fuertemente con el que ha prevalecido durante las tres
del momento y que prometen diseñar la metrópolis del mañana décadas de la posguerra (como se lo ha demostrado en el capítulo
-a menos que ejerzamos nuestra "voluntad colectiva'', como lo anterior).3
predicaba Marcel Mauss (1929; 1974) y que actuemos de mane- Mientras que en otros tiempos la pobreza en las metrópolis
ra que podamos detener los mecanismos y redirigir las fuerzas occidentales era un fenómeno esencialmente residual o cíclico
actuales por otro camino, Este capítulo subraya el hecho de que, inserto en las comunidades obreras, geográficamente difuso y con-
pese a los discursos sobre el renacimiento urbano y el recuperado siderado como solucionable por la expansión continua de la forma
crecimiento que acompañó la celebración milenarista en el año mercancía, en nuestros días aparece como persistente, es decir
2000, para aquellos que están atrapados en las instancias inferiores permanente, desconectada de las tendencias macroeconómicas y
de una estmctura de clases dualizada y en los barrios populares en fijada en los barrios de relegación rodeados de un aura demo-
decadencia de las antiguas zonas industriales donde se hallan con- níaca, dentro de los cuales el aislamiento y la alienación social
se alimentan mutuamente mientras que se profundiza el abismo
signados, la prosperidad de la "nueva economía~ se hace esperar
que separa del resto de la sociedad a los que son asignados allí.
y la promesa dorada de la "era de la información" se convierte en
La consolidación de este nuevo régimen de marginalidad urba-
un amargo cuento de hadas. 2
na emprende diferentes caminos y toma distintas formas en los
diversos países del Primer Mundo, de acuerdo con la variedad de
modalidades nacionales de organización del capitalismo (Crouch
Los síntomas de la marginalidad avanzada en Ja ciudad
y Streek, 1997). En los Estados Unidos y en el Reino Unido ha
estado ampliamente facilitada por la agresiva campaña de desin-
El fin del siglo xx habría sido el teatro de un cambio radical de
dicaliza_ción llevada adelante por las patronales y por la política
las causas, la fisonomía y las consecuencias de la pobreza urbana
de merCantilización y de retirada generalizada del Estado, concre-
en las sociedades occidentales. La "modernización" de las econo-
tada durante las dos últimas décadas tanto por los partidos con-
mías avanzadas, o sea la aceleración del proceso de racionalización
servadores como por los llamados progresistas (neodemócratas y
capitalista generado por la reestructuración planetaria del sistema
neolaboristas) luego de su aggicrnamiento neoliberal. El esquema
de producción y de disnibución mercantil bajo la égida del "valor norteamericano es también muy particular dado que el rígido y
accionario", la cristalización de una nueva división internacional
del trabajo (alimentada por la velocidad frenética de los flujos
financieros y de la reubicación del factor trabajo a través de fron- ~ Se puede ver una validación de este análisis obtenido de la comparación
internacional en el hecho de que Robert Castel (1995: 402) llega al mismo díag-
nóstico por la vía histórica: llU reconstrucción de la génesis de la ~sociedad salarial"
2 Manuel Castells {1998: 128·152} ha visto bien que la aparición de un lo lleva a concluir que "la precarización del empleo y la desocupación se han
"modo de producción informativo~ globalizado tenla como corolario la creación inscripto en la dinámica actual de la modernización. Son consecuencía necesaria
de vastos "agujeros negros" no sólo a nivel internacional sino también en el cora- de nuevos modos de estructuración del empleo, la oscuridad aportada por las
zón y la periferia de las ciudades del Primer Mundo. reestructuraciones industriales y la lucha por la competencia".
LA MARGINALIDAD URBANA EN EL HORIZONTE DEL SIGLO XXI 301
""º LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD

persistente ostracismo socioespacial impuesto a los negros en las obsoletos la desindustrialización y la evolución tecnológica, o las
metrópolis ha marcado con fuerza, concentrado y exacerbado el estrategias de "externalización ~ de la mano de obra adoptadas por
aumento de la marginalidad (Massey y Den ton, 1992). En otras las empresas; el sentimiento de decadencia, indignidad e inseguri-
naciones en las que existe un sólido Estado de Bienestar de tipo dad que envuelve los barrios desheredados atrapados en una espi-
corporativo, católico o socialdemócrata y con ciudades claramente ral de deterioro que parece no tener freno ni fin, y el aumento
menos segregadas, como en el norte de Europa y Escandinavia, el de la violencia pública, la abierta xenofobia y la hostilidad hacia
aumento de la marginalidad avanzada ha sido parcialmente con~ y entre los pobres, que se traduce en, entre otras cosas, la prolife-
tenido, pero no se lo ha eliminado, y de a poco se ha mezclado ración de medidas legales y tácticas policiales destinadas a limpiar
1 en todas partes con la candente cuestión de la "integración" de la calle reprimiendo el vagabundeo, la mendicidad y otras "con·
los extranjeros poscoloniales y los refugiados del Tercer Mundo, <lucras protocriminales" impulsadas por una "criminología de la
1 como lo refleja la angustia pública en torno de la cristalización de intolerancia" (Young, 1999: 121~140).
"guetos" de inmigrantes que ha invadido el continente de Marsella En todas partes, los responsables del Estado y los expertos en
a Malmó y de Madrid a Münich (véanse, por ejemplo, Martiniello, políticas públicas se muestran inquietos y decididos a prevenir o
1995; Hadjimichalís y Sadler, 1995; Pred, 1997). encauzar los "desórdenes" que fermentan dentro o alrededor de
Independientemente de las etiquetas utilizadas para designar- los enclaves urbanos de relegación. De allí el florecimiento de las
la ~underdass en Norteamérica e Inglaterra, ~nueva pobreza" en investigaciones sobre la indigencia y el deterioro de los barrios
los Países Bajos, Alemania e Italia del norte, "exclusión" en Fran- pobres, sostenidas por diversos organismos nacionales e inter-
cia, Bélgica, España y ciertos países nórdicos-, los signos exterio- nacionales, entre ellos la Comisión Europea (con su programa
res de la marginalidad avanzada resultan familiares de inmediato, socioeconómico centrado en la exclusión y la integración, por
incluso para el observador distraído de las ciudades occidentales: ejemplo), la OCDE e incluso la OTAN del lado europeo, y por
hombres y familias enteras en la calle que se debaten en vano por las grandes fundaciones científicas y filantrópicas (Ford, Rockefe·
encontrar un techo y volver a hacer pie en la existencia ordinaria; Her, MacArthur, Urban Institute, Social Science Research Council,
mendigos que interpretan un tema musical, cuentan historias que etc.), del lado norteamericano.
rompen el corazón en los transportes públicos o se arrodillan en
las aceras para pedir una moneda, armados de una pancarta de
cartón que muestra un lacónico ~tengo hambre"; ollas populares Cuatro lógicas estructurales alimentan la nueva pobreza
1
que hormiguean no sólo de vagabundos y desechos humanos sino
' también de desocupados y asalariados en situación de subempleo Pero las propiedades estructurales distintivas de la "miseria
:¡ crónico; 4 el flujo continuo de crímenes de depredación y la inso- modernizada" en la ciudad son bastante menos evidentes que sus
1
lente prosperidad de las economías paralelas (y a menudo ilega· manifestaciones concretas. En el capítulo anterior hemos separa-
'
'
1
!i les) generadas por el tráfico de estupefacientes; el abatimiento y la do por medio de un corte transversal seis propiedades distintivas
,. rabia mezclados de los jóvenes desplazados del empleo asalariado, del naciente régimen de marginalidad, que se observan en casi
y la amargura de los trabajadores veteranos a los que volvieron todos los países avanzados, con distintas inflexiones nacionales.
1[ Puestas en perspectiva longitudinal, estas propiedades pueden ser
¡, 4 Para un retrato caleídoscópico de la vida de loo rechazados seiciales y !aru:a-
comprendidas como el producto de cuatro lógicas que se combi·

!'¡ dos a la calle en Europa y Estados Unidos vísto desde abajo, y una muestra de las
tácticas de supervivencia material yde reconodmient:Q mutuo que les son propios,
véanse Laé y Murard (1985}, Snowy Anderson (1995), Lanzarini (2ú00), y Hagan
nan para re modelar los rasgos de la pobreza urbana en las socieda-
des ricas y para favorecer la multiplicación de las posiciones situa·
das en lo más bajo de la jerarquía social y espacial. Estas lógicas
y McCarthy (1997). de fin de siglo contrastan claramente con las que gobernaban la


:f,'
_,
302 LOS CONDENADOS DEI.A CIUDAD LA MARGINALIDAD URBANA EN EL HORIZONTE DEL SIGLO XXI 303

composición y la distribución de la marginalidad urbana durante al capitalismo de este cambio de siglo, tienden a escindir la mano
el período de expansión fordista de finales de la Segunda Guerra de obra y a polarizar el acceso al empleo duradero y a las retribu-
Mundial hasta mediados de los años setenta. ciones que éste implica. La modernización posfordista se traduce,
por un lado, en la ntultiplicación de puestos altamente_ calificados
y remunerados para un personal profesional y técnico surgido de
Dinámica macrosocietal: duaüzación saciopr<fesimwl la universidad y, por el otro, en la no calificación y la eliminación
y resurgi.miento de las desigualdades pura y simple de millones de empleos para los trabajadores sin for-
mación (Sassen 199lb; Carnoy et al., 1993; Gregory et al., 2000). La
La miseria en la metrópolis del comienzo del siglo xx1 no creciente concentración de la riqueza, tanto en ingresos como en
resulta del estancamiento, el debilitamiento o la decadencia eco- patrimonio, en lo alto de la estructura de clases, ha llevado incluso
nómicas sino de la separación de /,a escala de las desigualdades en un a hacer nacer una fuerte demanda de una especie posindustrial
contexw general de prosperidad y progreso de la economía. De hecho, de empleos domésticos urbanos, esencialmente provista por una
el atributo sin dudas más enigmático de la nueva marginalidad es mano de obra inmigrante (y mayoritariamente femenina) de bajo
que se ha expandido y endurecido en una época de crecimiento costo que atiende la gama completa de las necesidades hogareñas
económico caprichoso pero sólido que se traduce en una elevaw de la nueva aristocracia empresaria: llevar a los niños a la escuela y
ción generalizada del nivel de vida y en una mejora espectacular a sus actividades recreativas, pasear y cuidar a las mascotas, prepa-
de la situación de los miembros más privilegiados de las socieda~ rar la comida, limpiar la casa y hacer las compras, cumplir con las
des del Primer Mundo. A pesar del discurso ritual de los políti~ tareas domésticas y cuidar la seguridad de las personas. Lo que se
cos acerca de la "crisis» a lo largo de las décadas, los principales da más hoy en un buen número de sectores económicos es la pro-
países capitalistas han visto aumentar significativamente su rique- ducción y el crecimiento sin creación de empleos: ya no se trata
za colectiva desde los ''problemas petroleros" de los años setenta de posibilidades teóricas sino de una dura realidad (Dunkerley,
(Therbom, 1996, cap. 7). A precios constantes, el producto bruto 1996). De esto da testimonio la casi desertificación del puerto de
interno de los Estados Unidos ha crecido un 130% entre 1975 y Rotterdam, el más moderno del mundo y uno de los que más ha
2000, y el de Francia, el Reino Unido y Alemania de 75% a 80%. contribuido al aumento del desempleo por encima del límite del
Pero el enriquecimiento medio no ha impedido la ampliación de 20% en esta ciudad holandesa a mediados de los noventa.
las separaciones: la opulencia y la indigencia, el lujo y las penurias, Cuanto más avanza la economía capitalista recompuesta, más
la abundancia y la necesidad han florecido al mismo tiempo e se amplía y profundiza la impronta de la nueva marginalidad y
incluso simultáneamente. Así, la ciudad de Hamburgo, que según más se desarrollan los contingentes de aquellos que se encuentran
ciertos indicadores es la más rica de Europa, muestra a la vez la sumergidos en las angustias de la miseria y la inseguridad material
tasa de millonarios más alta y la mayor incidencia de beneficiarios sin tregua y sin pausa, aun cuando la tasa oficial de desempleo
de ayuda social de Alemania. Nueva YOrk y Los Ángeles albergan retroceda y aumente el ingreso nacional del país. En 1994, la Ofi-
las fracciones más adineradas de la clase alta del planeta pero tam- cina del Censo anunciaba que la tasa de pobreza en los Estados
bién el ejército más vasto de los sin techo e indigentes del hemisfe- Unidos había alcanzado su nivel más alto luego de una década con
rio occidental (Mollenkopfy Castells, 1991; Scott y Soja, 1996). el 15,l % (correspondiente a una cifra de 40 millones de pobres
Los dos fenómenos, aunque en apariencia contradictorios, en la sociedad más rica del planeta), aun cuando había conocidó
están en realidad estrechamente ligados. En efecto, las nuevas dos años de fuerte expansión económica. Cinco años más tarde,
vías de búsqueda de rentabilidad y de ganancias dentro de las la tasa de pobreza en las grandes ciudades apenas había descendiw
industrias con alta tecnología, el sector manufacturero, los servi- do a pesar de la fase de crecimiento más fulgurante de la historia
cios a las empresas, los seguros y las finanzas, que hacen avanzar nacional y de las tasas oficiales de desempleo más bajas luego de
304 LOS CONDENADOS DE lA CIUDAD LA MARGINALIDAD URBANA EN EL f{OR1ZONTE DEL SIGLO XXI 305

tres décadas (en 2004, se contaban aún 37 millones de pobres a la clase obrera, convertir en caduco su modo de reproducción y
para una tasa del 13% mientras que supuestamente la economía alimentar el proceso de polarización por lo bajo.
estaba próxima al "'pleno empleo"). En ese mismo momento, la Luego de la época en que Friedrich Engels (1845; 1987) escri-
Unión Europea, compuesta por quince países, registraba una cifra bió su obra clásica sobre la condición de la clase obrera_en las fábri-
récord de 52 millones de pobres, 17 millones de desocupados y cas de Manchester, hasta la crisis de las grandes regiones industria-
3 millones de indigentes, todos números en alza, aun cuando el les del capitalismo euroamericano un siglo y medio más tarde, se
continente había retomado el crecimiento económico y mejorado podría suponer con razón que la expansión del asalariado proveía
su competitividad en la escena mundial. En el momento en que una solución viable y eficaz al problema de la pobreza urbana.
grandes firmas multinacionales como Renault, Michelin y Total Bajo el nuevo régimen económico, este presupuesto resulta en el
en Francia mostraban ganancias sin precedentes y veían elevarse mejor de los casos dudoso y en el peor totalmente equivocado, y
su cotización bursátil, también crecía su apelación al maltrato y se en ambos casos muy costoso en lo social. En principio, una fraccWn
destruían empleos por millares. importante de la clase olrrera ha sido t:ransfüi'YrUlda en supt:ljluae integra
Dicho de otro mDdo, la marginalidad avanzada se ha "despren- una "sobrepoblación absoluta" que sin dudas jamás encontrará
dido~ de las fluctuaciones cíclicas de la economía nacional, con trabajo estable. Esto es particularmente cierto para los viejos obre-
la consecuencia de que las fases de expansión del ingreso y del ros fabriles despedidos como consecuencia del cierre de fábricas
empleo macroeconómicos tienen escasos o ningún efecto benéfi- y las deslocalizaciones: es muy improbable que hayan adquirido
co sobre las condiciones y las posibilidades de vida en los barrios o que adquieran las competencias y los contactos necesarios para
de relegación de Europa y los Estados Unidos, mientras que las reconvertirse en trabajadores flexibles en los servicios, aun en fase
fases de recesión generan allí un aumento de las dificultades y la de prosperidad (Dudley, 1994). Es también el caso de los jóvenes
miseria. A menos que se solucione esta desconexión por medio de salidos muy pronto del sistema educativo y sin calificación ni expe-
políticas sociales y fiscales que reduzcan la escala de las desigualda- riencia en el universo de la empresa, pues su aspecto fisico (color
des, el aumento del crecimiento promete producir aún más dislo- de piel) y su manera de hablar y de comportarse ponen en "fila de
caciones y desaliento entre las poblaciones que se hallan inmersas espera" a los postulantes a un empleo (Petersen y Mortimer, 1994;
y atrapadas al pie del orden urbano emergente. McDonald, 1997). En todo caso, visto el relajamiento del vínculo
funcional entre la actividad macroeconómica y las condiciones
Dinámica económica: la fragmenmd-6n del asalariado sociales en los enclaves desheredados de las metrópolis del Primer
Mundo, y teniendo en cuenta el aumento de productividad favore-
La nueva marginalidad urbana es el producto derivado, por cido por la automatización, la informatización y las estrategias de
decirlo así filtrado a través de las estructuras espaciales y políticas externalización de la mano de obra por parte de las grandes fir-
que modelan a la clase obrera, de tma doble transformación de la mas, ni siquiera tasas de crecimiento milagrosas podrian alcanzar
esfera del trabajo. La primera es cuantitativa y remite a la desapa- para reabsorber dentro de la población activa a todos aquellos que
rición de millones de empleos de escasa calificación bajo la pre- han sido desproletariwdos, es decir expulsados de manera duradeÍ'a
sión conjunta de la automatización, la competencia de la mano.de del mercado de trabajo asalariado para ser reemplazados por una
obra barata de los países del sur y el desplazamiento del centro de combinación de máquinas, mano de obra barata no calificada y
gravedad económica hacia los servicios a las personas y las empre- trabajadores inmigrantes o extranjeros (Rilkin, 1995). ·
sas. La segunda es cualitativa e implica el deterioro y la dispersión En segundo lugar, y de manera más crucial, es la propia natu-
de las condiciones de empleo, remuneración y protección social raleza de la relación salarial lo que ha cambiado en el curso de
para todos los asalariados, salvo aquellos de los sectores protegi- las dos últimas décadas de manera que el empleo ya no ofrece
dos. Estas dos transformaciones se han sumado para desestabilizar una garantía sólida de protección contra la amenaza de la pobre-
306
LOS CONDENADOS DE 1A C[UDAD

za, incluso para aquellos que acceden a él. Con el desarrollo en


todas direcciones del empleo llamado "contingente", del empleo
de tiempo parcial, los horarios rotativos y "flexibles" y los trabajos
l lA MARGINALIDAD URBANA EN EL HORIZONTE DEL SIGLO XXI

ción adecuada (Barker y Christensen, 1989; Osterman, 1999), En


resumen, mientras que en otros tiempos el crecimiento económi-
co y la expansión correlativa del asalariado ofrecían una solución
307

temporarios, de duración determinada o interinos, asociados a universal a la pobreza, hoy son parte integrante del problema.
una disminución de los derechos y de la cobertura social y rnédi-
ca,5 la erosión de la protección sindical, la expansión de escalas Düuímica polfti.ca., o la reronfiguraci6n del EstaiW social
salariales de dos velocidades, el resurgimiento de los talleres de
explotación intensiva (sweatshops), el trabajo por partes y los sala- La fragmentación y la desocialización del asalariado no son los
rios de miseria, y la privatización creciente de bienes sociales como únicos factores que alimentan el aumento de la nueva pobreza, pues
la atención sanitaria, el propio contrato de trabajo se ha transfor- f.os l!,Stados de Bienestar producen y detmninan la /arma de las desigualda-
mado en una fuente de fragmentación social y de precariedad, des y la marginalidad urbanas, con !,a misma participación que las fuerzas
en lugar de ayudar a la homogeneidad social y a la seguridad de del mercado. En efecto, los Estados no se conforman con poner en
aquellos que se ven adjudicados a los sectores periféricos de la marcha políticas destinadas a "enjuagar" ( mop up) las conSecuencias
esfera del empleo (véanse Mabit y Boissonat, 1995; MacDonald y más visibles de los sacudones económicos, o a amortiguar (o ·no) su
Siríanni, 1996; Leonard, 1998). impacto social y espacial. Contribuyen también a determinar desde
En la edad de oro del fordismo, el salario homogeneizaba a arriba quién se quedará relegado, cómo, dónde y durante cuánto
la mano de obra creando una comunidad de destino forjada a lo tiempo. Los Estados son los motores principales de la estratificación
largo de un ciclo de vida arraigado al esquema "40-50-60": cuaren- (Esping-Andersen, 1990) y en ningún lugar con tanto poder como
ta horas de trabajo semanales por alrededor de cincuenta sema- en lo más bajo del orden socioespacial: abren o cierran el acceso a
nas anuales hasta el momento del retiro hacia los 60 años (para una educación y a una formación profesional adecuadas; fijan las
usar un promedio internacional). Con el advenimiento del salario condiciones de entrada o de salida del mercado laboral por medio
dcsocialízaM, el empleo ya no ofrece un marco temporal y social de las reglas de empleo, de despido o de jubilación; estipulan las
común, pues los términos del contrato de trabajo son cada vez más condiciones de trabajo y los criterios de consumo; distribuyen (o no
volátiles e individualizados, los empleos inestables y de corta dura- logran proveer) los bienes básicos de subsistencia como la vivien-
ción, y un número creciente de puestos de trabajo no incluye un da, la salud e ingresos complementarios por medio de subsidios,-
mecanismo colectivo de protección contra la indigencia material, transferencias sociales o serVicios públicos; sostienen activamente
o por el contrario obstaculizan ciertas configuraciones familiares
¡¡' ' la enfermedad o la desocupación, para no hablar de una jubila~
y domésticas, y codeterminan a la vez la intensidad material y la
exclusividad y la densidad geográficas de la miseria a través de una
!
5 Recordemos que en los Estados Unidoo la legislación no jmpone ninguna multitud de dispositivos administrativos y fiscales que afectan el uso
obligación a los empleadores en materia de cobertura soda! y médica y tampoco del espacio (Newman y Thornley, 1996; Cullingworth, 1997).
en cuanto a la~ vacaciones pagas {o no pagas) y los procedimientos de despido
La retraccWn y la desarticulm:i6n del Estado de Bienestarson dos cau~
(que, para la mayoría del penonal poco calificado, pueden resolverse sin motivo,
preaviso e indemnización). La existencia de bmefits, otorgados p-0r la empre~a sas fundamentales en el deterioro material y la indigencia social
segUn cada caso, suele depender de la calificación del puesto y/o de la presencia que se acumulan en los barrios de relegación de las metrópolis de,
sindical (una parte de estas ventajas a veces se trasladan al sindkato, que funciona las sociedades avanzadas. Esto es particularmente flagrante en los
entonces como una caja de retiro a nivel de la fuma o de Ja industria local), Por lo Estados Unidos, donde las cifras de la población cubierta por tos
tnnto, la vasta mayoría de los empleos no calificados no sólo resulta precaria y mal
organismos de seguridad social se han derrumbado en el curso de
paga sino que otorga cada vez menos derecho a una cobertura: en 1993, el 65% de
los asalariados que no habían terminado sus estudios secundarios no tenía seguro
' ' \ las dos últimas décadas (menos del tercio de los asalariados despe-
de salud y el 79% no tenía aportes jubilatorios (Freeman, 1998). didos está cubierto por el seguro de desempleo) mientras que los
·1

308 LOS CONDENADOS DE 1A CIUDAD LA MARGINALIDAD URBANA EN EL flORIZONTE OELSICW XXI 309
1

programas de asistencia pública destinados a los más desposeídos la conversación intelectual en cualquier lugar del mundo. En nues-
sufrieron feroces recortes y se fueron transformando en forma tros días está de moda en los círculos dirigentes lamentarse de la
gradual en instrumentos de vigilancia y control. La "reforma del incapacidad de las instituciones políticas centrales para enfrentar
welfaré' decidida por el Congreso republicano y rubricada por el el incremento de las dislocaciones sociales resultantes de_ la rees-
presidente Clinton en el verano de 1996 es emblemática de esta tructuración mundial del capitalismo. Pero las brechas masivas y
lógica (Wacquant, l 996b). Ha reemplazado el derecho a la asis- persistentes en las tasas y flujos de movilidad ascendente y deseen"
tencia pública por la obligación de trabajar, tan necesaria en los dente, en la incidencia y la duración de la pobreza y en los grados
subempleos públicos precarios y por salarios esclavistas, impuesta de aislamiento social de los desocupados y de los citadinos pobres
a todas las personas en condiciones, incluidas las madres jóvenes en los diferentes países, sugieren que el anuncio de la muerte del
con bebés a su cuidado. Ha amputado los fondos destinados a la Estado de Bienestar es por lo menos prematuro (Themborn, 1996;
asistencia e instaurado un techo que limita a cinco años la ayuda Gallie y Paugam, 2000; Pierson, 2001). Así, alrededor de los años
social recibida a lo largo de una vida. En fin, ha transferido la res- noventa, los programas de impuestos y transferencias sociales ele-
ponsabilidad administrativa del gobierno federal a los cincuenta vaban a la mayoría de los hogares pobres a un nivel cercano al
Estados y a sus 3.034 condados, agravando así la disparidad en el ingreso nacional promedio en los Países Bajos (62%) y en Fran-
acceso a la protección social y acelerando la privatización rastrera cia (52%); en Alemania Occidental, sólo un tercio de las familias
de las políticas sociales (Katz, 1996: 312-321). pobres (que disponían de un ingreso anual inferior a la mitad del
Una lógica similar de retirada y delegación descentralizada ingreso promedio nacional) escapaba de la pobreza gracias a una
(llamada en inglés devolution) ha presidido este desbarajuste o las ayuda del Estado y, en los Estados Unidos, prácticamente ninguna.
modificaciones aporcadas golpe por golpe a los sistemas de pro- La indigencia extrema ha sido erradicada entre los niños de los
tección y de transferencias sociales en el Reino Unido, Alemania, países escandinavos mientras que afecta a un niño de cada seis (y a
Italia y Francia. Incluso los Países Bajos y los países escandinavos la mitad de los niños negros) en los Estados Unidos (McFate et al.,
han puesto en marcha me<fidas pensadas para reducir el acceso 1995). Se observa también que el tipo de protección social ( univer"
a la ayuda pública y detener el crecimiento de los presupuestos 1
, salista, centrado sobre el empleo o liberal) tiene un impacto deci-
sociales (Leibfried y Pierson, 1995). En todas partes, la letanía de sivo sobre los desocupados de los países europeos: hacia 1995, el
la "mundialización" y de las presiones presupuestari.as impuestas 67% de los desocupados daneses vivía bajo la línea de pobreza antes
por el tratado de Maastricht (y los posteriores en el mismo senti- de las transferencias sociales, contra sólo el 7% después de ·las trans-
do) ha servido para justificar estas medidas y dar excusas por la ferencias; esas tasas fueron del 61 % y 51 % para el Reino Unido y
desinversión en las zonas antes obreras fuertemente dependientes del 49% y 23% para Francia. Dicho de otro modo, los programas
de la provisiones de bienes públicos por parte del Estado. Es así estatales "salvaron~ de la pobreza al 83% de los desocupados dane-
que las carencias cada vez más agudas de los regímenes nacionales ses pero sólo al 38% de sus homólogos franceses ya menos del 10%
de ayuda social han llevado a las autoridades regionales y munici- de sus colegas británicos (Nolan et al, 2000: 92-95).
pales a instituir sus propios organismos de ayuda a fin de paliar Ja En síntesis, los Estados nacionales han ejercido siempre, y lo
urgencia (y sobre todo amortiguar las consecuencias locales del siguen haciendo, una influencia decisiva sobre la naturaleza y la
aumento del número de desoéupados de larga duración y de los amplitud de las desigualdades y sobre la distribución social y espa"
sin techo), lo que a su vez ha aumentado la complejidad adminis- cial de la pobreza, y siguen siendo perfectamente capaces de ase-
trativa, la heterogeneidad y las desigualdades dentro de la protec" gurar altos niveles de salario y protección social, y de contrarrestar·
ción social (Bagnasco y Le Cales, 1997). la acumulación de dificultades dentro de las mismas poblaciones y
Las referencias a la obsolescencia y, por lo tanto, a la impoten- los mismos espacios, por poco que tengan los dirigentes la volun~
cia del "Estado nacional~ se han convertido en un lugar común de tad de hacerlo (Gregory et al., 2000; Hubery Stephens, 2001). En
310 LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD LA MARGINALIDAD URBANA EN EL HORIZONTE DEL SIGLO XXI 311

consecuencia, es imperativo volver a ubicar al Estado en el epicen. La estigmatización territorial está acompañada de una fuerte
tro de la sociología comparativa de la marginalidad urbana como disminución del sentimiento de identificación y de apego a una
una institución generadora y no sólo curativa de los problemas de comunidad de destino que caracterizaba a los antiguos barrios y
los cuales los barrios de relegación son a la vez el receptáculo, el sectores obreros, salvo entre los jóvenes, entre quienes esta iden-
crisol y el emblema. tificación con el lugar de residencia puede adquirir una forma
exacerbada que refleja la clausura del universo vivido (Lepoutre,
1997).
Dinámica espacial: conceITTración y estigmati:wción Hace un tiempo, el barrio ya no ofrece protección contra las
inseguridades o las presiones del mundo exterior: ya no es más ese
Durante el período de expansión industrial de las décadas de paisaje familiar, unificado por una cultura común, que aseguraba
posguerra, la pobreza de las ciudades estaba ampliamente disemi- y reafirmaba a los habitantes en sus significaciones colectivas y sus
nada a través de los barrios obreros y afectaba al abanico completo relaciones mutuas. Se ha transformado en un espacio_ de compe-
de los as¡¡.lariados sin calificación. Por contraste, la marginalidad tencia y de conflictos, un campo de batalla repleto de peligros
avanzada se distingue por su tendencia a aglomerarse y a concen- donde reina una dura lucha cotidiana por la supervivencia, los
trarse alrededor de los "núcleos duros" o de los ~barrios prohibi- recursos colectivos escasos (como el uso de Jos espacios públicos)
dos" que están claramente identificados -tanto por sus habitantes y, por encima de todo, por encontrar los medios para escapar de
como por la gente de afuera- como purgatorios urbanos donde allí. Este debilitamiento de los vínculos sociales fundados sobre el
se juntan la indigencia, la inmoralidad, la ilegalidad y la violencia territorio, es decir, su mutación en capital social y simbólico negativo,
y donde sólo los parias de la sociedad toleran vivir. alimenta como contrapartida una retirad.a a la esfera del consumo
El South Side de Chicago y el South Bronx de Nueva York, privatizado y estimula las estrategias de distanciamiento ("no soy
Moss Side en Manchester y Brixton en Londres, Regent Park en uno de ellos") que minan aún un poco más las solidaridades loca-
Toronto y Sáo Joáo de Deus en Oporto, Gutleutviertel en Ham- les y confirman las percepciones despreciativas del barrio.7
burgo y Niewe Westen en Rotterdam, Rinkieby en las afueras de Por cierto, esta dinámica de concentración podría bien resul-
Estocolomo y Porta Palazzo en el corazón de Tuñn, las Minguettes tar un fenómeno transitorio (o cíclico) que conduciría, en su
en el suburbio de Lyon y Cliché-sous-Bois en la periferia parisina: momento, a la diseminación de la marginalidad en el espacio. Pero
estos barrios marcados por la miseria se han "hecho un nombre" todo indica que el estigma territorial adjudicado a esos barrios
como sinónimos de todos los males urbanos de la época, como cte perdición urbana sobrevivirá duraderamente a una hipotética
lugares a evitar, temer y despreciar. Poco importa que los discur- disgregación de las poblaciones pobres, y para aquellos que están
sos de demonización que han proliferado a su alrededor no sue- hoy consignados a lo bajo del sistema jerárquico de los lugares que
lan tener vínculos verdaderos con la realidad de la vida cotidiana constituye el nuevo orden geográfico de la ciudad, el porvenir ya
, en su seno. Un estigma territorial persistente y tenaz se adhiere a los ha llegado. En fin, conviene recordar que esas zonas de relega~
habitantes de esas zonas de exilio socioecon6mico y simbólico,
que agrega su peso propio a la deshonra de la pobreza y al resur-
Pred (2000) pMa las banlieucs con fuene presencia inmigrante de Estocolrno. y
gimiento de los prejuicios respecto de las minorías etnorraciales y Malmi:i.
de los inmigrantes. 6 ? Olivier Schwartz (199()) rastrea este proceso de repliegue sobre la esfera
familiar y privada en el caso de los obreros de una ciudad minera de Nord·Pas-
de Calaís. Charlesworth (2000) describe la desaparición de la cultura obrera y la
6 Séan Damer (1989) ofrece un análisis preciso de este proceso de difama· destrucción de las solidaridades locales en el caso de los proletarios precari2ados
ción pública en el caso de Glasgow, Aleti (1998) para el ooraz6n de Milán, y Allan de una pequeña ciudad de Yorshire en Inglaterra.
312 LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD LA MARGINALIDAD URBANA EN EL HORlZONTE DEL SICLO XXI 313

ción habitualmente vergonzantes son ante todo creaciones de las concertado de políticos, periodistas e intelectuales mediáticos el
políticas de Estado en materia de vivienda, de trazado urbano y de cambio en las estructuras sociales y espaciales de los márgenes'de
desarrollo regional. A fin de cuentas, su posible dispersión o repa- las metrópolis continentales no ha desencadenado un proceso de
ración, como la de su aparición o consolidación, son cuestiones guetización. Se lo ha demostrado en la segunda parte d_e este libro
eminentemente políticas. con respecto al caso del cinturón rojo de París: la transformación
de las zonas o barrios obreros de la ciudad europea no ha dado
nacimiento a conjuntos socioespaciales culturalmente uniformes,
El espectro de la convergencia transatlántica exorcizado fundados en la relegación forzosa de poblaciones estigmatizadas
en enclaves dentro de los cuales desarrollarían organizaciones
Hay una pregunta en todos los espíritus respecto 'del deterio- específicas que sustituirían el marco institucional nacional (aun-
ro de las condiciones y las posibilidades de vida en los "barrios que a un nivel inferior e incompleto).
bajos" de las metrópolis del Primer Mundo: ¿es la aparición de La demostración en el caso de la periferia parisina vale para
esta nueva marginalidad el signo de una cercanía estructural entre otras ciudades de Europa: no existe un gueto turco en Berlín,
'f Europa y los Estados Unidos, a imagen de estos últimos (por ejem- tampoco un gueto árabe en Marsella, un gueto surinamés en Ams-
plo, Cross, 1992; Musterd, 1994; Van Kempen y Marcase, 1998)? terdam o un gueto antillano en LiverpooL Los conjuntos residen-
Formulada en términos simples y binarios, la pregunta no admite 1 ciales o comerciales fundados sobre la afinidad étnica y la presión
una respuesta analíticamente rigurosa, pues los regímenes de mar- económica existen en todas esas ciudades. Los prejuicios, la dis-
ginalidad urbana son animales complejos y caprichosos; se compo- criminación por las facciones y los apellidos, y la violencia con-
nen de conjuntos articulados de modo imperfecto y compuestos tra los inmigrantes (o quienes son considerados como tales) son
por categorías de percepción y mecanismos institucionales que también realidades brutas y brutales de la vida cotidiana en todos
se basan en la economía, el Estado, el espacio y la sociedad (con- los centros urbanos de Europa (Wrench y Solomos, 1993; Witte,
cebida como haz histórico de relaciones materiales y simbólicas), 1998). Combinada con su composición de clase muy fuertemente
que no evolucionan al unísono y que, además, difieren significati- popular y con sus elevadas tasas de desempleo, por un lado, y con
vamente de un país a otro en función de las concepciones y de las las políticas estatales en materia de vivienda que han facilitado
instituciones nacionales de la ciudadanía. Es por lo canto indispen- la huida de las clases medias y de la aristocracia obrera hacia los
sable reformular esta pregunta antes de poder esperar darle una barrios de chalets y el abandono de los grandes complejos (Bach-
respuesta razonada y empíricamente fundada. Se puede así darle man y Le Guennec, 1996), por el otro, esta discriminación explica
tres sentidos diferentes, del más concentrado al más diluido. la repr~sentación desproporcionada de las poblaciones de origen
extranjero en los territorios de exilio urbano. Pero discriminación
l. Si por convergencia se entiende la "norteamericanización" en y segregación no deben confandir$e con guetización. Son tres formas
bloque de las formas socioespaciales de exclusión en las ciudades de la dominación etnorracial que aunque encajen estrechamente
europeas, que conduce a una guetización que sigue el modelo de -la discriminación produce la segregación que a su vez sirve de
encierro impuesto a los afroamericanos luego de que se incorpo- soporte posible a la guetización como inserción en una red insti-
raran a las ciudades industriales a comienzos del siglo xx (es decir, tucional paralela- no son menos diferentes una respecto de la
que implica la constitución de una formación socioespacial cerrada otra (Wacquant, 1997c). ·
y paralela que sirve a la doble función de explotación económica y Las concentraciones de inmigrantes que aparecen aquí y allá
de ostracismo social de una categoría difamada), entonces la res- en Europa no son producto del encierro organizacional de un
puesta es claramente negativa. Contrariamente a las impresiones grupo fundado sobre un confinamiento socioespacial rígido,
rápidas y a las eXplicaciones superficiales alimentadas por el tamiz como lo prueban, entre otros indicadores, los niveles muy mode-
314 WS CONDENADOS DE LA CIUDAD

rados de segregación, las tasas crecientes de matrimonios mixtos


y ta expansión en el espacio de los inmigrantes y sus descendien-
tes cuando su nivel de educación y su posición de clase se elevan
1 LA MARGINALIDAD URBANA EN EL HORIZONTE DEL SIGLO XXI

existe la menor duda de que la capacidad de los Estados europeos


para gobernar los territorios de relegación que ellos mis1Jl()s han
díseñado, como consecuencia de sus políticas económicas, sociales
315

(Huttman et al., 1991; Tribalat, 1995), De hecho, si hay una carac- y urbanas, se encuentra bajo una dura prueba y podría mostrarse
terística distintiva de los barrios de relegación que han aparecido insuficiente si siguen sin detenerse las tendencias recientes que
a través del continente europeo tras el estancamiento y posterior van en el sentido de una concentración espacial del desempleo
retroceso de los mecanismos de reproducción de la clase obrera de larga duración (Engbersen, 1997). Pero es un asunto de volun-
fordista y sus territorios, es claramente su extrema heterogeneidad tad política y de estrategia estatal y no una tendencia inexorable
étnica así como su incapacidad institucional para satisfacer las nece- inscripta en la necesidad de una supuesta convergencia transcon-
sidades elementales de sus habitantes y para envolver el circuito de tinental.
su vida cotidiana, dos propiedades, entre otras, que los convierten
en anti.guetos (Wacquant, 2005). 3. Pero la noción de "norteamericanización" puede servir, más
modestamente, para destacar la creciente importancia de la$ divisiones
2. Si por convergencia entre Europa y Norteamérica se entien~ y tensiones etn(ff1'acial.es en las metrópolis europeas. En ese caso, la
den los ciclos autosostenidos de deterioro de las condiciones de respuesta es un sí parcial y provisorio. En principio, la pertinencia
vida, de privación material y de violencia que desembocan en la de la etnicidad en la experiencia urbana no ímplica de manera
desertificación espacial y el abandono institucionales que se han automática que esté en curso un proceso de "racialización" obje-
desencadenado desde hace un tiempo en el viejo continente, ta: tiva del espacio ni que las sociedades del Viejo Mundo asistan a la
respuesta sigue siendo negativa, pues las zonas europeas de exilio formación de "minarlas" en el seno de comunidades movilizadas y
urbano siguen estando profundamente penetradas por el Estado, reconocidas como tales en la esfera pública. En efecto, un proceso
con unas pocas excepciones como las ciudades del sur de Italia de etnogénesis no surge prioritariamente de la dinámica urbana
y con reservas para el caso británico. El tipo de "selección" y de sino de luchas internas en el campo político: no son los barrios
deserción deliberada de las zonas urbanas que ha remodelado el los que segregan a las "minorías" sino el Estado con su trabajo
rostro de las metrópolis norteamericanas con el ot1etivo de "eco- de nominación oficial y clasificación eficiente, y las fuerzas que
nomizar" en servicios públicos es inimaginable en el contexto polf~ se enfrentan en el campo burocrático para modificar su acción
tico europeo donde el control burocrático del territorio nacional (Nagel, 1986; Bourdieu, 1993c; Weiss, 2001).9
extiende siempre y por todas partes su red densa y persistente Luego, los conflictos de dimensión étnica no son un fenóme·
(H:iuGermann, 1998; Hall, 2002: capítulos 6y 7), y donde el Esta~ no nuevo en las ciudades europeas: han conocido altos y bajos
do continúa siendo garante de un sostén mínimo incompresible todo a lo largo del siglo xx, en relación con:
no reducible a las categorías marginales. 8 Al mismo tiempo, no -!
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s Una reorienta.ción radical de las acciones del Esta.do de Bienestar central y por proteger a sus poblaciones de !os rigores de la competencia económica y de
local pensada para reforzar el atractivo económico de las duda.des en detrimento mantener tanto como se pueda las prestaciones ligadas al Esta.do de Bienestar,
de los sen'icios destinados a las catt:gorías vulnerables, del tipo de la que se efec- sobre todo a nivel nacional. En ese sentido las ciudades suelen estar asociadas al
tuó en los &itados Unidos en los años setenta, no resulta políticamente viable en Estado en lugar de oponerse a él" (Les Ga!~s, 1996: 563).
el continente europeo. Con excepción de Gran Bretaña, que se alineó con los 9 A este nivel, no .se puede dar una respuesta global para Europa pues los
Estados Unidos al importar del otro lado del Atlántico sus políticas económicas, paises de la Unión divergen fuertemente en su tratamiento jurídico y político de
sociales y penales, el ~sombrío pronóstico~ de la convergencia transatlántica de las las man::as de origen y de las diferencias culturales, sean nacionales, regionales,
políticas urbanas ~no parece encajar con las ciudades europeas, que se preocupan lingüísticas o generadas por el pasado colonial.
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1~
LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD LA MARGINAL!DAD URBANA EN EL HORIZONTE DEL S[GLO XXI 317
316

i) las luchas entre el Estado central y las culturas regionales, La primera opción, que representa una especie de vía inter-
ii) las corrientes de migración internas y externas, media, consiste en rearmar y redesplegar kis pragramas existente.s del
iii) los ciclos de movilización de clase en los períodos de rápi- Estado de Bienestar que busquen sostener o volver a ayudar a las
da reestructuración económica y social (Noiriel, 1992; poblaciones marginales, por ejemplo extendiendo la cobertura
Macdonald, 1993).10 médica, reforzando los dispositivos de urgencia como el SAM:U
social, "activando" los programas de ayuda social que sirvan de
Lo anterior significa claramente que no hay nada allí de "nor~ trampolín al empleo o a la formación, o incluso autorizando a
teamericano". En fin, a la inversa del escenario estadounidense, las los beneficiarios de la ayuda social a acumular temporalmente un
divisiones y tensiones de carácter étnico o "racial" en las metrópolis trabajo y un subsidio, sin olvidar la movilización de redes asociati-
del Viejo Mundo son alimentadas no por la ampliación de la brecha vas. Resulta claro que esta respuesta es insuficiente, sin lo cual los
que separa a inmigrantes (poscoloniales) de nacionales (de origen problemas planteados hoy por la marginalidad avanzada no serian
europeo) sino por su proximúlad cmdenteen el espacio social y físico. tan apremiantes y su acumulación en los bolsones desheredados
Más que una conversión ideológica a un registro racista (o racialis- de las ciudades habría sido detenido, es decir revertido. También
ta) que marcaría una ruptura histórica en el proceso de formación tenemos derecho a pensar que, desprovistas de una filosofia clara y
de los colectivos en el continente, el exclusivismo etnonacional es que opere a una escala cada vez más subnacional (regional, muni-
en principio una reacción "nativista" a la movilidad descendente, cipal o barrial), estas respuestas a las perturbaciones generadas
individual y colectiva, que han conocido las familias de la clase por la polarización urbana por lo bajo pueden, en lo concreto y a
obrera autóctona. Sean cuales hayan sido los cantos de la "mundia- corto plazo, contribuir a perpetuarlas al reforzar la confusión pro-
lización de la raza" (Winant, 1994, capítulo 8), que confunden ale- gramática y la ineficacia burocrática del Estado, lo que en algún
gremente la diseminación planetaria del discurso est.a.dounidense momento no puede sino terminar por afectar la legitimidad del
sobre la división racial con la revelación universal de esa fractura en tratamiento social de la pobreza.
la objetividad de las estructuras sociales y mentales, la pertinencia y La segunda solución, regresiva y represiva, consiste en crimi-
el peso creciente de la et.Oicidad en el discurso público europeo así nalhar la polmza por medio de la "contención punitiva" de !.ns pobres
como en la vida cotidiana del continente dan cuenta tanto de una en los barrios decadentes cada vez más aislados y estigmatizados
política de clase "chauvinista~ como de una política de la identidad donde están recluidos, por una parte, y en los lugares de deten~
(Patterson, 1977). ción y las prisiones que les sirven de hecho de depósito, por la
otra. Es el camino emprendido_ por los Estados Unidos en respues-
Frente a la marginalidad avanzada: el giro hacia el Estado ta a las sublevaciones de los guetos negros de los años sesenta y a
penal la generalización de la inseguridad social durante las dos décadas
siguientes (Tonry, 1992; Wacquant, 1999 y 200lb). No es casuali-
Enfrentados a la necesidad de reaccionar ante las formas dad que la expansión prodigiosa del sector carcelario del Estado '
1
emergentes de la relegación urbana, aunque sea para contener norteamericano -la población encerrada se ha cuadruplicado 1
1
los efectos perturbadores y las reverberaciones políticas, los Esta- en veinticinco años y las administraciones penitenciarias se han '
dos-Nación pueden elegir entre tres estrategias posibles. convertido en el tercer empleador del país, mientras que el nivel.
de la criminalidad permanecía constante grosso modo para luego
declinar fuertemente durante este período- se emprendió en el
10 El recorte de las dinámicas etnorregionales y etnonac.:ionales en la cons-
momento en que se expandían la desocupación y el subempleo,
trucción de la identidad francesa queda bien demostrado en el estudio de caoo
de Lawrence et al.. {2001), en la Moselle, F1andes y los Alpes marítimos de la o la ayuda social entraba en caída libre antes de ser "reformada"
entreguerra. en un sistema de empleo forzado ( workfare), y cuando el gueto.
318 LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD lA MARGINALIDAD URBANA EN EL HORIZONTE DEL SICLO XXI 319

implotaba bajo el efecto combinado de la movilización negra, la Francia, Italia y Austria (mientras que no pasaban del 2%
desindustrialización y las políticas públicas de abandono urbano. al 8% de las poblaciones de estos países).
En efecto, la atrofia del Estado social y la hipertrofia del Estado 3) La superpoblación de los establecimientos penitenciarios,
penal en Norteamérica son dos transformaciones correlativas y que reduce el encierro a su función brutal de _almacena-
complementarias que participan de un nuevo gobierno de la mise- miento de las categorías indeseables. En 1997, más de un
ria, cuya misión es precisamente imponer el asalariado desocia-· tercio de los lugares de detención y condena de Francia y
lizado como norma de ciudadanía para proveer así un sustituto Bélgica y la mitad de las prisiones de Italia y Francia esta-
funcional del gueto como mecanismo de control racial. ban en situación de "superpoblación crítica" (con cifras
Aunque los Estados Unidos sean efectivamente excepcionales superiores al 20% de su capacidad de ocupación). La satu-
por el celo con el cual han adoptado esta "solución" a la polariza- ración de los establecimientos se traduce en la reducción
ción social y por la escala ala que la aplican, 11 la tentación de apo- del espacio vital y de la intimidad, el deterioro de las nor·
yarse en las instituciones policiales y penitenciarias para detener mas sanitarias y el estado médico, el aumento de la violen-
los efectos de la inseguridad social generada por la expansión del cia y de los suicidios, y en la insuficiencia de los ejercicios
trabajo precario y el retroceso de la protección social está presente y los programas de educación, formación y preparación
en todos los lugares de Europa. Se lo puede constatar señalan- para reinsertarse.
do cuatro tendencias importantes de la evolución carcelaria en el 4) El endurecimiento generalizado de las políticas penales,
continente: más abiertamente dirigidas a la neutralización a expensas
de la rehabilitación, y tácitamente guiadas por el princi·
1) El fuerte aumento de las tasas de encarcelamiento en la pio de "lesser eligibi.lity", aunque esto vaya en contra de la
mayoría de los países de la Unión en las dos últimas déca- reducción de la reincidencia ulterior. 13
das: entre 1983 y 2000, esa tasa ha pasado de 70 a 95 dete-
nidos por cada 100.000 habitantes en Francia, de 73 a 93 Las recientes inflexiones del discurso público sobre los desór-
en Italia, de 87 a 124 en Inglaterra, de 28 a 90 en Holanda denes urbanos muestran una misma deriva hacia el tratamiento
y de 37 a 114 en España 12 penal de la pobreza y de las dislocaciones que, paradójicamente,
2) La sobrerrepresentación masiva, dentro de la población encuentran su origen en la amputación de la capacidad de inter-
carcelaria, de inmigrantes no europeos y personas de color, vención social y económica del Estado. Se puede entonces prede-
así como de revendedores y consumidores de drogas, sin cir que un alineamiento "por abajo~ de la Unión Europea sobre
techo, enfermos mentales y otros desplazados del mercado el frente social, que implique una acentuación de la desregula·
laboral. Así, en 1997, los extranjeros integraban más de ción del mercado laboral y un debilitamiento de los sistemas de
un tercio de las personas que se encontraban tras las rejas protección social que no pueden sino amplificar la expansión de
en Alemania, Bélgica y Holanda, y cerca de un cuarto en la marginalidad avanzada, se traducirá ineluctablemente en una
adecuación penal "por arriba'', que alimente un nuevo estallido de
inflación carcelaria en todo el continente (Wacquant, 1999).
11 Con 710 detenidos por cada 100.000 habitantes en 2000, los Esudos Uni-
dos se han convertido en el líder mundial de la encarcelación. Encarcelan cinco a
doce veces má:! que los principales países de la Unión Europea aunque muestran U El criterio bentha.miano de kasl elegil;ili!y (inicialmente introducido du~an­
una tasa de criminalidad comparable (con la exclusión de los homicidios). te la hambruna irlandesa de 1840 para las personas que ped.fan que se les ?Wr-
l2 Estas estadisticas y las de los tres párrafos siguientes .::stán extraídas de gara alguna ayuda) estipula que la situación del detenido más favorecido debe
las ediciones de la .SW.iistique ptnak annuellt du Oinseil de l'A'urope, publicadas en ser menos deseable que la del trabajador "libre" menoo favorecido, bajo pena de
Estrasburgo por el Consejo de Europa para los años correspondientes. incitar a cometer un crimen para mejorar su condición haciéndose apresar.
320 LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD

A pesar de los colosales costos sociales y fiscales del confina- Posfacio a la edición francesa (abril 2006)
miento de masa de las poblaciones pobres e indisciplinadas, la pri-
sión sigue siendo un seductor ocultador de miseria o un paliativo
del aumento de las dislocaciones urbanas, aun en las sociedades
más tolerantes e igualitarias como los países nórdicos (Christie,
1999). Pero, además de los fuertes frenos políticos y culturales a la
penalización a ultranza de la pobreza inscriptos tanto en las pro-
pias constituciones de los Estados socialdemócratas o demócratas
cristianos de Europa como en el ethos nacional de sus poblacio- Este libro presenta el balance de una década (1987-1997) de
nes, la contención punitiva deja intactas las causas profundas de investigaciones en sociologia comparada de la marginalidad urba-
la nueva marginalidad urbana. Es decir que su puesta en práctica na en los Estados Unidos y en Europa occidental. Encuentra su ori-
no puede sino llevar al fracaso y a apuntar en su momento a una gen en una triple deflagración. La primera es el impacto, insepara~
tercera respuesta, progresista, a la polarización urbana por lo bajo: ble~ente emocional e intelectual, experimentado ante los paisajes
una reconstrucción activa del Estado social que pondría su estructura casi lunares del gueto negro que se aparecían ante la ventana de mi
y sus políticas en consonancia con las nuevas condiciones econó- departamento de la calle 61, en las afueras del campus de la Univer-
micas, la transformación de las formas familiares y las relaciones sidad de Chicago, adonde había llegado para cursar un doctorado
entre los sexos, y las nuevas normas sociales de participación en la e.n sociología .<que debería tratar sobre la construcción y la crisis del
vida colectiva {Esping-Andersen, 2002). sistema colonial en Nueva Caledonia). Al residir en la linea de frac-
Para ampliar la esfera de los derechos sociales y detener los tura s.ociorracial que asola Norteamérica, y teniendo que aprender
efectos deletéreos de la mutación del asalariado (Van Parijs, 1995), de prnnera mano las recetas prácticas con las que negros (pobres)
son necesarias innovaciones radicales, como la instauración de un · y blancos (ricos) desanudan y niegan dia a día el nudo gordiano
salario del ciudadano (o sea un subsidio básico que provea sin con- entre clase, raza y espacio en la metrópolis, me era imposible no
diciones a todos de un salario) que separaría la subsistencia del tomar como objeto de estudio una constelación urbana tan insólita
trabajo, el acceso gratuito a la enseñanza y a la formación durante Yque me cuestionaba duramente en mi vida cotidiana.
toda la vida, y la garanúa universal de gozar de esos bienes públi- . La segunda deflagración es mi encuentro con Wtlliam Julius
cos esenciales que son la vivienda. la salud y el transporte. Al fin de Wtlson: era demasiado dificil no quedar atrapado por la irrefre-
cuentas, esta tercera opción es la única respuesta viable al desafio nable passio scimdi de este investigador excepcional por la suerte
histórico que plantea la marginalidad avanzada a las sociedades del gúeto afroamericano y sus habitantes, y no tomar al vuelo su
democráticas que atraviesan el umbral del nuevo milenio. invitación a colaborar con él en el análisis de las transformaciones
contemporáneas de ese South Side de Chicago, convertido en mi
territorio de adopción y mi campo de investigación. l La tercera

1
Aun ~uando n:ie sep~.e del enfoque de Williamjulius Wilson y difiera de
sus conclusiones, mis análisis siguen en deuda con él. Wiugenestein ~eñala en
De la certilu.deque "las pi:eguntas que nos planteamos y nuestras dudas descansan
en esto: ~lgunas proposiciones son sustraídas a la dudi¡, <:omo los goznes sobre .
los que giran esas preguntas y dudas~. La obra de Wibon y sobre todo su obra
mae~tra, .TM Dtdi_ning Sigitifi.cance rif Race: Blu.cb ami Changing American Inslitutiims
(Un1vers1ty ofCh1cago Press, Chicago. 1980, 2' ed., aumentada), es el gozne sobre
LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD
322 POSFACIO A LA EDICIÓN FRANCESA

es la explosión y luego la expansión en Francia y en los países el del comentario mediático y la acción pública, y que la ciencia
vecinos de un discurso de pánico ante la súbita proliferación de social tiene como tarea no dejarse llevar por el flujo cambiante de
"guetos inmigrantes~, la así llamada "crisis de la integración" y la los acontecimientos corrientes, sino dimensionar los mecanismos
supuesta "norteamericanización" de la ciudad europea. Este dis- duraderos e invisibles que los producen. La velocidad discursiva
curso, que no ha hecho sino agrandarse desde comienzos de la en crecimiento permanente del periodismo y de la política, debi--
década de 1990, me interpelaba de manera doble: no dejaba de
da a su interconexión mutua cada vez más estrecha y facilitada por
equivocarse y se valía para esto del gueto negro norteamericano
iE -y, singularmente, del de Chicago-y me parecía repetir, o sea
su correlativa desconexión de la realidad social, tiende a crear la
ilusión de que las prácticas y las representaciones urbanas fluc-
i'' agravar, un cierto número de tropiezos analíticos y errores políti-
túan y se renuevan continuamente. En verdad, las estructuras socia·
cos del debate estadounidense por entonces renaciente aA:erca de
les y mentales características de una sociedad, de una ciudad o
la pobreza, el mercado y el Estado. Así, el estudio comparativo
de un tipo de barrio en una época dada no son efusiones fugaces
,' de las posiciones, estrategias y experiencias sociales variadas de
que aparecen, mutan y desaparecen en algunos meses o en algu-
,
'-1
j',
los sectores precarizados y estigmatizados del nuevo proletariado
urbano en formación en las sociedades avanzadas de ambos lados nos años luego de la irrupción de tal o cual ~incidente", por más
'i: del Atlántico luego del desmantelamiento del contrato social for· espectacular que sea y aunque haya sido convertido en "hecho de
dista·keynesiano, se me impuso sin que me diera cuenta como una sociedad" por la lente presentista y doxosófica del periodismo. De

'
i
1
í
especie de deber a la vez científico y cívico.
Versión retomada y ampliada de una recopilación de artículos
inicialmente preparada a pedido de colegas de América Latina
(de la Argentina y Brasil), la presente obra profundiza, clarifica
hecho, un rasgo impactante del debate público sobre los citadinos
pobres de nuestra época es la persistencia de la mirada que los
exotiza y de la disposición a proclamar como radicalmente nuevas
tendencias de largo plazo, fenómenos cíclicos o hechos eminen·

iI' y precisa los análisis formulados entre 1989 y 1997, sin alterar su
tono y su intensidad,2 por dos razones. En principio, una cuestión
temente banales que deben parecer inéditos por el simple hecho
de que son comprendidos desde lejos y desde arriba (como per·
"
;>
de método: todo análisis sociológico está necesariamente fechado mi te observar el auge de la temática, tan vacía como imprecisa, de
y situado, en tanto se funda empíricamente. El que se ofrece aquí la ''ultraviolencia" de los jóvenes de los barrios populares que ha
versa sobre el gueto estadounidense y la banlieueobrera francesa en invadido recientemente la prensa hex:agonal).3
decadencia a inicios de la última década del siglo xx. Señala que La segunda razón que nos ha mantenido en la decisión de
los barrios de relegación son entidades históricas que no hay que fijar no (:ambiar en profundidad los capítulos de este libro es que la
artificialmente en tipologías est.a.dísticas. Traza un "estado de los década que transcurrió luego del final de ese programa de tra-
lugares" de la marginalidad urbana, que contribuye a una sociolo- bajo ha conftrma<lo largamente sus principales resultados y validado el
gía histórica del presente y ofrece una base conceptual y empírica
para descifrar tal o cual evolución observada o calculada luego.
3 Se cons.idera como prueba de esto la sorprendente resurrección de expre-
Al lector que lamente no disponer de una radiografia más
siones y acciones surgidas de la era colonial entre la elité política e intelectual
"actual'', se le recordará que el tiempo de la investigación no es francesa en reacción a la ola de disturbios de noviembre de 2005, que va de la
exhumación de una ley que data de la guerra de Argelia para proclamar el estado
de emergencia, que asimilaba de hecho a los jóvenes de los suburbios subleva- ·
i
el que gira t<Jdainvestigación sobre la intersección entre división rada! y desigual- dos con los ''indígenas" en estado de insurgencia, a los delirios rad.J:ltas de algu- 1
dad de clases en los Estad<Js Unid<Js. nos mini~tros y acadtmicos sobre la poligamia africana como fuente de proble-
2 Nos hemos esforzado por minimizar las repeticiones conservando la inte-
mas, pasando por las digestiones nauseabundas de un filósofo de revista sobre
gridad y la autonomía de eada eapítulo, de manera que e! lector pueda recorrerlos el "pogrom antirrepublicano" de carácter "émico-religioso" alimentado por el 1
por separado o en el orden que responda mejor a sus intereses. ~odio" de los "negros y árabes" de Francia contra Occidente.
1
. /-f
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¡-. !
I'
324 LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD
POSFACIO A lA EDICIÓN FRANC!i'.SA 32&
estudio analítico dil nuevo régimen de marginalidad en que ha termi-
nado. A propósito del retorno perenne de la violencia colectiva: una demanda de reconocimiento en tanto tales. Muy por el con-
el diagnóstico propuesto en 1993, que veía en la explosión en las trario, las reivindicaciones de sus habitantes son profundamente
l sociales, y su rasgo principal no pasa por la diferencia o la "diver-
cités periféricas ocurridas a finales de los años ochenta "revueltas
mixtas" tanto en su composición como en sus motivaciones, ha l sidad" (último latiguillo de los sectores mundanos del campo
quedado verificado por los estallidos que asolaron a las banlieues
obreras del país en noviembre de 2005. Las mismas causas -des-
proletarización, relegación y estigmatización- han producido los
l intelectual) sino por la igualdad frente a la policía, la escuela, la
vivienda, la salud y sobre todo el empleo. Se vinculan con la esfera
de la ciudadanía y no wn la de la etnicidad (ya sea que se defina sobre
mismos efectos, pero sobre una escala geográfica más vasta y a una base nacional, lingüística o confesional).
un ritmo acelerado como consecuencia de la intervención de tres Del mismo modo, la evolución de las estructuras sociales y
factores agravantes: la profundización de la precariedad salarial y espaciales del corazón segregado de la metrópolis estadounidense
la inseguridad social en las zonas urbanas desheredadas a lo largo y los márgenes de la ciudad europea luego de su formulación ini-
de los últimos quince años; la política estatal de circunscripción cial (en 1993) me parece que ha validado el esquema de la "mar-
policial de los barrios desposeídos, lanzada por Jean-Pierre Che- ginalidad avanzada" propuesto en la tercera parte del libro, y ha
v€nernent bajo el gobierno Jospin y amplificada luego por Nicolas agudizado la alternativa política que plantea la consolidación de
Sarkozy bajo los gobiernos Rafffarin y Galouzeau de Villepin; la este nuevo régimen de pobreza entre la penalización de la mise-
increíble ceguera de los responsables del Estado y el persistente ria y la (re)construcción agresiva de un Estado social capaz de
autismo del personal político ante las realidades y las demandas cortar el vínculo umbilical entre subsistencia y trabajo asalariado
sociaks de los habitantes de los distritos de indigencia, exacerbadas heredado de la era industrial. En todas las sociedades avanzadas,
por la competencia feroz, en lo más alto de un ejecutivo desacre- el crecimiento fulgurante de las ganancias y de la fragmentación
ditado, entre un primer ministro desesperado por posicionarse salarial van juntos. No es casualidad que, en la primavera de 2006,
como presidenciable y un ministro del Interior obnubilado por su los beneficios acumulados por las empresas del CAC 40 hayan bati-
imagen de hombre fuerte_4 do todos los récords (con 87 .000 millones de euros en un año)
La década pasada ha confirmado también que la desagrega~ mientras que las cifras de los smicards y los beneficiarios del RMI
ción de los territorios obreros de Europa no desemboca en la alcanzaban picos inéditos (con 2,5 millones de asalariados equi~
cristalización de guetos a la norteamericana sino en formaciones valentes al 17% de la población empleada fuera de los interinatos
abigarradas y dependientes que se parecen más bien a antiguetos. y el trabajo rural, de los cuales casi la mitad trabaja a tiempo par~
Los barrios de relegación en Francia (Alemania, Italia, Bélgica, cial, y 1,2 millones de rmistas), en el mismo momento en que el
Holanda, etc.) se caracterizan por su falta de coherencia demo- último gobierno dirigido porJacques Chirac intentaba normalizar
gráfica y de unidad cultural, la muy débil capacidad abarcativa la precariedad entre los jóvenes imponiendo por la fuerza el Con-
y estructurante de sus organizaciones específicas y, por lo tanto, trato de primer empleo (CPE). En todas partes, la desconexión
la ausencia de paralelismo institucional. No son incubadoras de funcional entre la evolución de la economía capitalista nacional y
"comunidades" étnicas homogéneas que traigan al espacio público mundial y la de los barrios de relegación se ha vuelto inocultable.
En todas partes, se han reforzado la estigmatización y la alienación
espaciales de las fracciones vulnerables del proletariado urbano y,
~ Para un análisis en profundidad de los disturbios de noviembre de 2005 con ellas, la sensación de caída colectiva y la puesta en cuarentena
que despliega el marco analítico desarrollado en este libro, véase Loic Wacquant, simbólica de las categorías que lo componen.
"Bum Baby Burn, French Style? Roots of the Riots in the French City" (de próxi·
ma aparición, disponible en forma oral en video en http://sociology.berkeley. En fin, a partir de la comparación metódica entre la implo-
edu/faculty/wacquant/). sión del gueto negro norteamericano y la descomposición de los
territorios obreros de Francia y de Europa occidental a finales del

' ¡;,
326 LOS CONDENADOS DE. LA CIUDAD l
siglo xx, se ve el papel central Juga~o p?r el Estado en la .estruc- Agradecimientos y fuentes
turación social y mental de la marginalidad urbana. El discurso
fatalista, rumiado sin cesar por los dirigentes económ~cos y polí-
ticos de los países avanzados desde mediados de los anos setenta
(el latiguillo sobre la "crisis del Estado de Bienestar" ha cedido su
lugar a la invocación mántrica de la ~mundialización "), destinado
a sostener la idea de que los Estados nacionales ya no tienen capa-
cidad para actuar, queda directamente desmentid~ por I~ persis-.
tencia, durante la década pasada, de muy fuertes d1ferenc1as en la 1 Se precisaría un capítulo aparte para agradecer como corres-
suerte del "precariado" en las distintas sociedades posindustriales
según el tipo de Estado y las políticas sociales, fiscales y económi-
cas puestas en práctíca.5
! ponde a todos los colegas, estudiantes, funcionarios, amigos y
parientes que han contribuido a lo largo de los años a facilitar,
corregir y enriquecer las investigaciones -de las cuales este libro
El análisis sociológico desemboca aquí no en una constata- presenta una síntesis- por medio de sus preguntas, sus críticas y
ción de impotencia que conduce a la sumisión estúpida o resigna- su apoyo de iodo tipo.
da a las fuerzas del mundo, sino en la reafirmación razonada de
la primacía de lo político como capacidad de ar~c~lar y concretar
las elecciones colectivas realizadas con conoc1m1ento de causa.
t Pierre Bourdieu y Bill Wtlson merecen una mención especial
pues han sido a la vez los mentores incomparables y los modelos
vivientes de rigor ciencífico y compromiso cívico. Del lado esta-
La intensificación simultánea de los ~problemas" públicos en los dounidense, mi reconocimiento va a Janet Abu-Lughod, Javier
suburbios desheredados y la movilización contra la precariedad Auyero, Philippe Bourgois, Rogers Brubaker, Craig Calhoun, Alex
del empleo de las que Francia ha sido escenario entre_ novie:m:bre Portes y Eric Wanner, así como a mis colegas de Berkeley, Manuel
de 2005 y abril de 2006 abren a este respecto perspecuvas or1g1na- Castells, Claude Fischer, Mártin Sánchezjankowski, Nancy Sche-
les. Al romper el velo ideológico de las temáticas espacial, étnica per-Hughes, Cl.han Tugal y Allan Pred.. Mis camaradas de la sala
y de seguridad, han actualizado el vínculo de causalidad entre el de boxeo del Woodlawn Boys Club y nuestro entrenador DeeDee
destino de los parias urbanos y la cuestión social del nuevo siglo: Amour me han ofrecido colectivamente el mejor seminario de-
la desocialización del asalariado y sus reverberaciones en lo bajo iniciación a las realidades prosaicas del gueto con las que jamás
de la estructura de clases y de lugares. Está sólo en nosotros sacar hubiera podido soñar un joven sociólogo.
partido de este esclarecimiento en el análisis y la acción.
i
1
Del lado europeo, estoy particularmente agradecido a los
miembros del Centre de Sociologie Européenne y del Centre de
Sociologie Urbaine, especialmente a J.Vette Delsaut, Remi Lenoir,
1 Monique Pin~on, Charlot y Michel Pincon, Louis Pinto, Franck
Poupeau y el recordado Abdelmalek Sayad, así como a Colette
Pétonnet (París), Rosemary Crompton (Leicester), Godfried
"Sobre este punto, véanse Duncan Gallie (dír.), Reris!ing MarginalizatUm: Engbersen (Leyden, luego Rotterdam), Enzo Mingione (Milán)
UnempWjmenl &pe'1ÚJna! and Social Polícy in the European Union (Oxford, Oxford y Hartmut Hiiu.Bermann (Berlín). Por la encuesta sobre Quatre
University Press, 2004); Alberto Alesina y Edward L. Glaeser, Fighting Pooerty in lhe mille y la política de la ciudad en Seine-Saint-Denis, agradezc9 il
US andEurope: A World efDiffermce (Nueva York, Oxford University Press, 2004), Y
personal de la ciudad de La Courneuve (sobre todo a Mme. Dela-
Serge Paugam, Les FIJ'Nl!tS él.émenlairt'S de la pauvreli (París, PUF, 2005). Linda Weiss
también ha demostrado que la integración exitosa a la economía mundializada haye y al Service de Documentation Municipal), Nicole Tabard
depende directamente de las capacidade6 del Estado nacional, en Tfw Myth oftlw (INSEE), Claire Guignard (Haut Commissariat a l'Intégration),
Powerless State (lthaca, Cornell Univer~ity Press, 1998). Nicole Smadja (Préfecture de la Région Íle-de-France), M. Gali-
1

1 1

~i 329
328 LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD AGRADEO:MlENTOS YFUENTES
1:,,
1
"' bourg (Direction Départementale de l'Équipement a Bobigny), y Capítulo 2: ''The New Urban Color Line: The State and Fate
:1 Sonia Serkoff (Commissariat au Plan). of the Ghetto in Postfordist America", en CraigJ. Calhoun (dir.),

l
Las investigaciones presentadas aquí y su publicación fueron Social Theary and the Politics of Idmtity, Basil Blackwell, Cambrid-
posibles gracias al apoyo material del Urban Family Life Project ~e, 1994, pp. 231-276 (presentado bajo el título "Gaste, classe et
1
de la Universidad de Chicago, del Joint Center for Political and Etat: élément.s de sociologie du ghetto no ir américain '', Centre de
Economic Studies, de la Russell Sage Foundation, del Center on Sociologie Urbaine, CNRS, París, 3 de febrero de 1993, y como
lnstitutions and Govemance de la Universidad de California~Ber~ GJohus Lecture, CUNY - Baruch College, Nueva York, 20 de abril
keley, de la Maison des Sciences de l 'Homme y del College de
1 de 1993).
1
France. Asimismo, han sido facilitadas por la Century Fellowship ¡ Capítulo 3 (firmado con Williamjulius Wilson): "The Costof
de la Universidad de Chicago, una beca Tocqueville de Fondation 1 Racial and Class Exclusion in the Inner City", The Annals of the
Francoaméricaine, y la beca Lavoisíer del Ministerio de Relacio-

l
American Academy of Political and Soci.al Sci.ence, nº 501, enero de
nes Exteriores, luego por la Society ofFellows de la Universidad 1989, pp. 8-25.
de Harvard. La ayuda administrativa de Angie Pérez en Chica-
go, Diana Morse en Harvard, y Rosine Christin y Marie-Christine Capítulo 4: 'West Side Story a Chicago", Projet, n 52 238 (núrne·
Rivif:re en París ha resultado preciosa, lo mismo que la hospitali- ro especial sobre "Les Frontif:res de l'Insécurité~), primavera de
dad de la Maison Suger y de mi tío André y mi tía Odile en mis 1994, pp. 53-61.
estadías parisinas.
La traducción sociológica es un verdadero trabajo científico
que, en el estado de división de tareas y de estatus intelectuales,
no recibe lamentablemente el reconocimiento y las recompensas
l Capítulo 5: "Banlieues fran{aises et ghetto noir américain: de
l'amalgame a la comparaison ", FrenchPolitics and Society, vol. 10, ni!
4, otoño de 1992, pp. 81-103.
Capítulo 6: '1Jrban Outcast.s: Stigma and Division in the Black
que se merece. Sébastien Chavin y Étienne Ollon han jugado un
American Ghetto and the French Urban Periphery", lnternational
papel fundamental no sólo en la producción del texto francés sino
journal of Urban and Regional Research, vol. 17, n ~ 3, septiembre de
también en sus sucesivas revisiones, por sus atinadas criticas y sus 1993, pp. 366-383 {comunicación a la conferencia de la lnternatio-
sugerencias tanto teóricas como estilísticas. La eficacia de Hugues naJ Sociological Association sobre "Compara~ve Trends in Urban
JaJion y la paciencia de Megan Comfort han sido decisivas en las Inequality", Universidad de California - Los Angeles, 17 de abril
últimas etapas. de 1992).
Los capítulos de este libro se apoyan en los textos publicados
a medida que avanzaba la investigación. Las referencias de origen Capítulo 7: fue redactado con la intención de formar parte
son las siguientes: de una obra colectiva del Urban Famibj Life Pm.fect de Chicago que
nunca apareció. Una parte fue retomada en "Red Belt, Black

¡
Capítulo 1: "O Retorno do recalcado: violéncia urbana, 'rac;a' Belt: Racial Division, Class InequaJity, and the State in the French
e dualizacio em trés sociedades avancadas", &vista Brasile:ira de Urban Periphery and the American Ghetto", en Enzo Mingione
Ciincias Sociais, n 2 24, febrero de 1995, pp. 16-30 (conferencia ple- ( dir.), Urban Poverty and the 'Underclass': A Reader, Oxford, Basil
naria presentada en el 17° encuentro de la ANPOCS en Caxambu, Blackwell, 1996, pp. 234-274. ·
Brasil, el 24 de octubre de 1993), y ''The Return of the Repreg... Capítulo 8: se basa en un informe encomendado por la Orga-
sed: Violence, .'Race', and Dualization in Three Advanced Socie· nisation de Coopération et de Développement Économiques y
ties~, RSF Working Paper 24, Nueva York, Russell Sage Foundation, presentado ante el Meeting ofExpert.s on Distressed UrbanAreas,
1993. OCDE, París, 21-22 de marzo de 1994, y publicado en parte bajo el

J
l1
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título "The Rise of Advanced Marginality: Notes on Its Nature and Bibliografia
Implications", Acta Sociologi,ca, vol. 39, n 2 2, 1996, pp. 121-139.
1
Capítulo 9: es una versión desarrollada de la conferencia ple-
naria pronunciada durante los encuentros de la Nordic Sociologi- 1
cal Association el 15 de junio de 1997 y publicada en danés con el
título ffMarginalitet 1 Storbyerne i det Kommende ertusind'', Sodal
Kritik, ng 52-53, noviembre de 1997 (número especial sobre "Mon-
dia1isation, société civile et démocracie"), pp. 40-49, así como en
inglés bajo el título "Urban Marginality in the New Millenium'', Abercrombie, Nicolas y Urry,John (1983), Capital, Labour and the
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