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L~ desaparición del guión
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) Libro: "LA PELICULA QUE
) NO SE VE"
) de Jean-Claude Carriere
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Editorial

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J A veces se oye a un actor decir: « Voy a hacer esta película. El
guión no vale mucho, pero mi papel es muy bueno». Nunca he enten-
) dido -yo, que escribo guiones- lo que significan frases como ésta.
Ni siquiera cuando un amigo me dice, creyendo halagarme: «Me ha
J gustado mucho tu guión, y los diálogos me han parecido maravillosos, ·
> pero la película no era gran cosa». En estos casos, mi reacción es la
perplejidad.
)
No entiendo cómo puede disociarse un guión de una película,
j apre3arfos.por separado. Personalmente, soy incapaz de hacerlo con.
) ',, las películas de los demás. Puede que admire tal o cual encuadre ·o,
por el cqntrario, que me disguste la interpretación de un determina-
}
do actor, pero las películas me gustan o no me gustan de una mane-
ra global. No me cabe en la cabeza una película bien dirigida y mal
) escrita (o viceversa): en resumidas cuentas, un monstruo, un híbrido
casi inimagim .tile. Una película es siempre una sola cosa, un todo
)
más o menos conseguido, con partes mejores que otras. A veces una
· ) puesta en escena inventiva y sutil puede insuflar vida a una historie-
ta de lo más banal. Es posible. A la inversa, un director mediocre o
J
arrogante puede sabotear abominablemente una bonita historia, y
) ejemplos de ello no faltan. Pero, en este caso, el guión original ha 11
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112 LA PELÍCULA QUE NO SE VE ·,.I ':_ ·: LA DESAPARICIÓN DEL GUIÓN 113

desaparecido, ha sido asesinado, ya no existe: ¿cómo se puede decir, del modo que sea -aunque sólo se trate de escribir un libro a partir de
entonces, que es bueno? una película- hay que saber primero cómo se hace, hay que ponerse
Un buen guión es, en realidad, aquel que da lugar a un buen fil- en contacto con la técnica. De nada sirve pretender ignorar, con el des-
me. Cuando el filme nace a la vida, el guión ya no existe. En la pelí- dén típico de algunos hombres de letras, todas esas máquinas y ese
cula ya terminad!éi_e!s1 _sil}_c!uda, aquello que .se ve ~enos, esa prime~ quehacer artesanal. ·
ra fornia 'aparentemente completa_qu·e , sin embargo, está destinada a Muy al contrario, hay que acercarse mucho, tocarlo, vivir con ello.
transformarse, a desparecer, a confundirse con otra forma, que será Ese día, Suzanne Baron me llevó a una sala de montaje, situada en
la definitiva. el mismo inmueble. Me hizo entrar en aquella pequeña y sombría ha-
Cuando yo tenía veinticinco años y acababa de publicar mi prime- bitación y me instaló ante una misteriosa máquina que respondía al
ra novela, mi editor, Robert Laffont, me· propuso -sabiendo lo mu- nombre de Moritone. Cogió la primera bobina de Las vacaciones del
cho que me atraía el cine- participar en un extraño concurso. Acaba- señor Hulot y la puso en la máquina. Luego, en alguna parte, se en-
ba de firmar un contrato con Jacques Tati para publicar dos libros cendió una boinbilla. Las imágenes empezaron a aparecer en la pe-
inspirados en dos de sus películas, Las vacaciones del señor Hulot queña pantalla y Suzanne me mostró cómo podía hacer avanzar y
(Les vacances de Monsieur Huiot, 1951) y Mi tío (Man ancle, 1958), retroceder el filme, cómo podía congelar la imagen, acelerar el movi-
entonces en pleno rodaje. Tati propuso a Laffont que dijera a algunos miento, ralentizarlo, volver al punto de partida, todo ello mediante
de sus más jóvenes autores que escribieran un capítulo de Las vaca- una pequeña palanca metálica. Una palanca mágica que me permitió
ciones del señor Hulot. Después, él escogería al novelista definitivo. jugar por primera vez con el tiempo. · - -- ·· · ·· - · · -
Acepté y gané, lo cual, sin que yo lo supiera entonces, decidió mi Cuando toda la parte mecánica estuvo en marcha, Suzanne puso a
vida. Jacques Tati escogió mi capítulo. Un capítulo que yo había escri- mi lado un ejemplar del guión del filme y me dijo algo que nunca ol-
to en primera persona cediendo la palabra a uno de los personajes del vidaré y que constituyó mi segunda gran lección de aquel día, aunque ·
filme: un viejecito muy pulido que se pasea siempre con su mujer, con no me diera cuenta de ello hasta mucho más tarde.
las manos a la espalda, aburriéndose cada año durante tres o cuatro se- Puso la mano sobre el guión, luego sobre la bobina de ia película,
manas, y al que el señor Hulot, claro está, estropea las vacaciones. · y me dijo:
Tati me citó en su oficina, cerca de los Campos Elíseos, y yo me -El problema consiste en pasar de esto a esto.
presenté allí con el corazón latiéndome apresuradamente. Por primera El problema. Es muy fácil de decir. Se trata de una frase que, si no
vez en mi vida iba a entrar en una productora. Aquel hombre, al que se le presta mucha atención, podría pasar por una observación más
yo admiraba tanto, me recibió ens_eguida. Hablaba poco, y miraba a la bien vulgar, incluso banal. Pero, en realidad, incluye en sí misma el
gente de una manera extraña pero minuciosa. Primero me preguntó gran secreto de la transformación. Indica claramente lo esencial, es
qué sabía yo del mundo del cine. Yo le respondí que era lo que más decir, que el rodaje de un filme es una operación verdaderamente al-
me gustaba en el mundo, que iba a la Cinématheque tres veces a la sea química, que consiste en transformar papel en película, pasar «de esto
mana, que ... a _esto». Una transmutación en la que es la propia materia la que ~e
Me interrumpió con un gesto de su mano: transforma.
-No es eso .. Lo que quiero saber es qué sabe usted exactamente Es bien sabido que, al final de un rodaje, el guión suele tirarse a
del mundo del cine, de la manera en que se hace una película. la basura: Es rechazado, abandonado, destruido, ya no existe, porque
Le respondí, sinceramente, que muy poco, casi nada. se ha convertido en otra cosa. Con bastante frecuencia, he comparado
-¿Nenca ha hecho cine? esta inevitable metamorfosis con la oruga que se convierte en.maripo-
-No, señor. sa. El cuerpo de la oruga contiene ya todas las células, todos los colo-
Llamé, a su montadora, Suzanne Baron (con la que después yo res de la mariposa, es su virtualidad. Pero aún no puede volar.
mismo trabajaría varias veces, en El tambor de hojalata [Die Blech- La esencia misma de su sustancia la destina al vuelo y, sin embar-
trommel, 1979], de Volker Schlondorff, por ejemplo), y le dijo: go, se agarra torpemente a la rama de un árbol, a merced de los ex-
-Suzanne, muéstrele a este joven lo que es el cine. . pectantes pájaros.
12 En tres o cuatro mfrmtos, con instinto infalible, Tati acababa de
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Cuando llega el momento y se transforma, cuando adquiere su for-
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114 LA PELÍCULA QUE NO SE VE LA DESAPARICIÓN DEL GUIÓN 115

cia sólo queda la piel, que el viento arranca finalmente de la rama. Así da, como la piel de la oruga. En el camino, hay que poder redirigir
) también el guión, olvidado como una oruga. · nuestro amor, nuestros sentimien_tos, hacia el filme, pues, cuando fi-
) Por eso, en contra de lo que se suele pensar, el guión no es la últi- nalmente exista, todos nuestros esfuerzos e investigaciones desapare-
ma fase de una aventura literaria, sino la primera fase de una película. cerán como por arte de magia. Y así, ~l último día, podremos salir del
) Jacques Tati y Suzanne Baron me lo demostraron en muy pocos mi- estudio sin tener que mirar con amargura las papeleras.
) nutos, hace treinta y cinco años, y cada día que pasa la experiencia me
)
lo confirma. El guionista es más cineasta que novelista. Evidentemen-
te, nunca le perjudicará saber escribir (incluso puede resultarle muy Pe1manecí más de diez días en aquella oscura habitación a la que
) útil, y no sólo en el mundo del cine), pero eso que denominamos «es- yo llamo mi caverna iniciática. Me enseñaron campos y contracam-
' )
J
critura cinematográfica» es un ejercicio específico y muy difícil que
no se parece a ningún otro. Se trata de una escritura que se debe re-
cordar a cada instante a sí misma, con insistencia casi obsesiva, que
pos, planos generales, diferentes encuadres, buenos y malos raccords.
Primeros balbuceos de un lenguaje completamente nuevo para mí. Me
hablaron de ritmo e incluso de estilo. Un joven delgado y nervioso, de
¡
) está destinada a desaparecer, a una inevitable metamorlosis. grandes y brillantes ojos, ayudante de Tati pero también gagman, mú-
'J De todos los objetos relacionados con la literatura·, el guión es sico e ilusionista, venía a verme a menudo. Se llamaba Pierre Etaix.
aquel que cuenta con menos lectores: como mucho un centenar. Y to- Con él, algunos años más tarde, compartiría mis inicios en el mundo 1
) dos buscan en él únicamente su interés particular y profesional. A me- del cine. Y desde entonces no nos hemos separado.
· ) nudo los actores sólo se fijan en su papel (lo que se llama una «lectu- _P_i~qe_se sentaba a mi lado e intentaba responder a mis ingenuas 1
)
)
ra egoísta»), los productores y distribuidores en las posibilidades de
éxito, el director de. producción en los figurantes y los rodajes noc-
preguntas. ¿Por qué ese plano no es, en la película, tal y como se des-
cribe en el guión? Por múltiples razones, me decía Pierre, que ha sido l
turnos, el ingeniero de sonido oirá ya el filme sólo con volver las pá- imposible prever: un malecón demasiado corto, un actor poco hábil a
) ginas y el director de fotografía imaginará su luz, etcétera. Todo un
abanico de lecturas individuales. Una herramienta que se lee, se ano-
la hora de encadenar sus gestos (algo que exige una gran precisión en
1
> ta, se disecciona... y se abandona. Sé que ciertos coleccionistas los
una película cómica), el mal tiempo, un perro caprichoso, los azares
del rodaje, en fin, o bien el hecho de darse cuenta, de repente, de que f¡
J conservan y que a véces incluso se publican, aunque sólo si el filme aquello que parecía muy divertido sobre el papel se convierte en algo ti
) funciona: entonces sobreviven a sí mismos.
De todas las formas éI~ escritura, la cinematográfica me parece la
más bien pesado, o inverosímil, o previsible, cuando se intenta darle
forma y vida ante la cámara. ¡
) más difícil; pues para ponerla en práctica son necesarias unas cuantas Son los inevitables accidentes de la transformación. Sean cuales
) cualidades que raramente se encuentran reunidas. Hace falta talento, fueren las precauciones que se tomen, y a pesar del trabajo previo, de
) por supuesto, como para todo, pero también inventiva, emotividad,
tenacidad. Es necesario un mínimo de capacidad literaria e incluso de
las improvisaciones, de las correcciones y de las repeticiones, existen
ciertos momentos (no sé decirlo de otro modo, no encuentro otra pala- 1
habilidad. También un sentido especial del diálogo, que debe parecer bra para ello) que se resisten a convertirse en tal o cual parte del filme.
J real sin serlo, y un buen bagaje técnico.-Como decía Tati, hace falta
saber cómo se hace una película. Qe lo contrario, estaremos escri-
Se puede tratar de obligarlos a ello, hacerlos encajar por la fuerza, pero
entonces se someterán de mala gana, dejando siempre tras de sí una
1
¡
biendo sobre el absoluto, sobre-utopías, y nuestras frases, por elegan- cierta insati_sfacción, tanto por nuestra parte como por la de los espec-
) tes que sean, permanecerán irrealizables, aunque sólo sea por razones tadores.
) de presupuesto. ¿PÓr qué lo que parece adecuado y verosímil cuando se lee, e in-
,) Hay que saber cuánto cuesta lo que se escribe. cluso cuando se lee en voz alta, se convierte en falso y forzado cuan-
A estas obligaciones, a este paso inevitable por los actores y los do se ve en una pantaila? ¿Es por el paso de nuestra subjetividad de
) técnicos, hay que añadir una cualidad singular muy difícil de canse- lectores, cuyas iormas imaginadas quedan siempre indefinidas, a la
.J guir y mantener: una cierta humildad. Y no sólo porque, en la mayor implacable objetividad de la cámara, cuyo ojo y cuyo corazón son tan
parte de los casos, el filme acabará perteneciendo al director, cuyo distintos de los nuestros? ¿Se trata de un problema irresoluble?
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nombre será el único en ser glorificado (o maldecido), sino también Todos los directores se han enfrentado a esta resistencia, a este
) porque la obra escrita, sucia y arrugada. acabará finalmente desecha- rechazo. Pnerle rler.irsP. P.ntonrp ~ n n P l <i P <' l'Pn<l ,... nn ,;¡,,.,,,.rm;n-,rl,-.
116 LA PELÍCULA QUE NO SE VE LA DESAPARICIÓN DEL GUIÓN U:7

momento de la escena, resopla como una mnla tozuda. A pesar de Después de algunas semanas empezaron a preguntarse: pero, en el
todos nuestros intentos, este maldito momento no formará parte del fondo, ¿por qué ambientar esta hermosa historia en la antigüedad?
filme. ¿No podríamos acercarla un poco más a nuestros días, situarla en el si-
.Es algo que los actores, por instinto, reconocen a menudo: «Tengo glo xvu, por ejemplo? ¿Y por qué no en la actualidad?
un problema con esto», suelen decir. No pueden definirlo muy bien En efecto, hoy en día ya no hay santos que hagan milagros, por lo
pero, cada vez que intentan abordar la escena, fracasan. No se sienten menos en Europa. ¿Y si situáramos la historia en la India, África o
cómodos, sino como si estuvieran falseándolo todo. · Améiica del Sur? Entonces intervino el productor, con los argumen-
Para el director atento, se trata de una señal de alarma. Cuidado: tos de siempre. Ni hablar de rodar en África o la India. Al público no
hay algo que no funciona. Y entonces se le plantea el problema de le interesan los personajes exóticos. No, hay que rodar en Europa o,
siempre: ¿debe obligar al actor a vencer esa resistencia -y a encon- de lo contrario, no habrá película (es así: nunca se puede escoger en-
trar, quizá, más allá de sus vínculos, uria segunda verdad-·- o es pre- tre esta película y otra que podría ser mejor, sino sólo entre ésta o
ciso cambiar, incluso eliminar cuanto antes esa escena? ninguna).
Cualqu~er metamorfosis de un guión o, dicho de otro modo, cual- Bien. ¿Dónde encontrar un santo en la Europa de los años 60? Las
quier filmación de situaciones imaginarias, van acompañadas, de este discusiones se prolongaron durante mucho tiempo, casi un año. Y la
modo, de toda una serie de concesiones, que siempre se desean lo más conclusión fue ésta: el equivalente más adecuado de un santo en nues-
leves posible. Un guión es el sueño de un filme. Nos imaginamos los tra época es el detective privado, sin ninguna duda. El productor, el
mejores actores, los más bellos decorados, ríos de dólares, imágenes guionista y el director estuvieron de acuerdo. Así pues, a esa idea ori-
verdaderamente nuevas. ginal- que-muchos consideraban extravagante (¡un santo!, ¿a quién se
Cuando llega el día del rodaje, que es el primer momento de la ver- le ocurre hacer una película sobre un santo?), se añadía ahora el re-
dad (el otro será el estreno), nos contentamos con lo que hay. Empie- curso, blando y tranquilizador, al más manido de todos los tópicos ci-
zan las concesiones, aunque podría decirse que ya han empezado du- nematográficos . .
rante la preparación: Fulano no está libre, no hay dinero suficiente Y el filme se rodó. Una película policíaca que transcurría en Ma-
para rodar la escena del barco, no podemos trasladar a un equipo a tal drid, con Eddie Constantine en el papel protagonista. Debo decir que
o cual país tras los últimos acontecimientos y, como siempre, el tiem- aquel director que, un año antes, había tenido la extravagante idea del
po apremia. Durante el rodaje de Les enfants du Paradis en los estu- santo, se desmarcó del proyecto en el último minuto. Otro realizador
dios de la Victorine, en Niza, se cuenta que Marcel Carné gritaba de se encargó de la película. Una película mediocre, que no tuvo ningún
cólera contra los aviones de guerra norteamericanos que estaban apo- éxito. _
yando el desembarco aliado en la Provenza: «¡No podéis hacer esto!
¿Novéis que estamos haciendo una_película?».
Sin duda, y en cierto sentido, tenía razón. Es mejor hacer una pelí- Algunos días después de nue~tro primer encuentro, Jacques Tati
cula que hacer la guerra. De acuerdo, pero entonces se trataba de libe- me llevó a un estudio de sonido. El mismo se estaba ocupando de las
rar a Europa de un monstmo. mezclas de lvli tío . Aquella tarde, se trataba del ruido de un vaso que
Por no hablar de los imprevistos, como en este caso, las concesio- se rompe al caer al suelo de una cocina moderna. Tati se había rodea-
nes se agolpan ante nuestras puertas desde el inicio mismo de la pre- do, como hombre meticuloso que era, de una treintena de cajas de va-
paración. A menudo me digo que uno de los grandes talentos del di- sos distintos y, durante varias horas, los estuvo dejando caer uno tras
. rector de cine es el de saber escoger: lo que puede consentir, lo que otro sobre diferentes tipos de suelo -piedra, madera, cemento, bal-
debe discutir y lo que tiene que rechazar. dosa, incluso metal- con imperturbable seriedad. Yo le miraba sor-
A veces la :metamorfosis puede llegar hasta el absurdo. Recuerdo prendido y .,ne preguntaba: ¿así que esto es el cine, esta labor aburrida
que, en los años 60, un amigo decidió hacer una película sobre la vida y oscura? Seguía a Tati por todas partes, casi siempre junto a Etaix, y
de un eremita del desierto, uno de esos santos de los primeros siglos de asistía a proyecciones seguidas de largos y agitados debates («¿Se ve
. la cristiandad cuyas leyendas están llenas de prodigios. Este director bien la cola del perro que pasa junto a la alarma electrónica y que hace
convenció a un productor, que a su vez contrató a un guionista. Y se que se cierre la puerta del garaje? ¿Sí? ¿De verdad? ¿Estáis seguros de
.-14,_ pusieron a trabajar. que el público la verá?»). Tati, sin duda, había decidido que, antes
) 118 LA PELÍCULA QUE NO SE VE LA DESAPARICIÓN DEL GUIÓN 119
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de dejarme escribir el libro, debía mostrarqie el máximo de cosas po- desprecia todo aquello que no le conduzca a la más viva expresión de
.. ) sible. De ahí la importancia que siempre. he otorgado a los conoci- su pensamiento».
) mientos técnicos, a las herramientas de filmar, a los sonidos, a las lu- Tampoco en el caso de un guión hay que fiarse por completo de la
) ces, a los ejercicios de montaje. Durante años, en el curso de mi técnica, que casi siempre acaba convirtiéndose en facilidad. Hay que ir
trabajo, yo, que no tengo ningún tipo de formación literaria, he inten- siempre más allá, hacia la «emoción verdadera». En compañía de Tati
) tado pasar el mayor tiempo posible en los platós, en los auditorios, en y de Etaix, muy pronto pude darme cuenta de que una gran parte de
'. ) los laboratorios. En la primera película de Pierre Etaix, El pretendien- este trabajo al que se denomina «escritura» consiste precisamente en
te (Le soupirant, 1963) fui encargado de atrezzo y microfonista. Dis- no escribir nada. El propio acto de escribir es peligroso, pues sobre él
' ) poníamos de pocos medios y rodábamos con un equipo reducido. pesa una especie de antiguo prestigio que muchas veces le sirve de jus-
' ) Grabar el sonido durante un rodaje, deslizar el micrófono en me- tificación. Si está escrito, debe de ser verdad, así que no voy a tocar
'
dio de las luces sin que provoque sombras, privileg'iar este o aquel so-
1
> nido, esta o aquella voz - aunque sean tenues- ~obre cualquier otro:
nada. Muchos realizadores llaman «biblias» a los guiones terminados,
como si contuvieran una verdad eterna procedente de un lejano Sinaí.
, )
todo forma parte de la obra general. Nada resulta inútil para la escri- A menudo he dicho, en el curso de algún ensayo teatral, por ejem-
1) tura. Aún hoy en día, tan a menudo como puedo, paso horas enteras en plo, que si a un actor se le proporciona una frase oralmente, sin escri-
los talleres de investigación, estudiando las imágenes de síntesis, los birla en ningún sitio, la tratará con desenvoltura, con una libertad a
.,)
hologramas y todas esas nuevas articulaciones del lenguaje cinemato- menudo fecunda. Si se escribe la misma frase sobre un pedazo de pa-
'') gráfico. pel o, con más razón, si se pasa a máquina, el actor la respetará mucho
') Todos los métodos técnicos - incluso los digitales- guardan un más. Incluso puede que llegue a paralizarle.
/) antiguo secreto. Cualquier aprendizaje consiste en una formación to-
tal, que no sólo·,cambia nuestros gestos y nuestras miradas, sino tam-
Tati, a la salida de los estudios, me hizo sentar en la terraza de un
café, y desde allí empezamos a observar a los paseantes. La mayoría
~1 ) bién todo nuestro ser. Un artesano competente raras veces-tendrá ideas de ellos no atraían nuestra atención, pero, de vez en cuando, siempre
!: )
extravagantes, pues su seguridad y su calma le acompañarán incluso había alguno que nos parecía interesante, ya fuera por su apariencia•
·TI cuando no esté trabajando. El verdadero peligro -como se comprue- general, alguna particularidad de su manera de vestir o incluso su físi-
'.~) ba a menudo--~~onsiste en creer que la técnica es suficiente y que el co. Retomo a las fuentes. Había que observar, ver, y luego imaginar,
.l¡' virtuosismo puede suplantar a la idea.
Por el contrario, cuanto más envejezco más admiro a los artistas
evitar las actitudes ·pasivas, identificar a cada uno con una historia,
aunque fuera apresurada, con un gag, con un contratiempo, con un ac-
!1) que saben disimular todas sus habilidades - Renoir, Buñuel, Ozu- , que cidente que pareciera apropiado para él. Toda la calle, la ciudad y, por
) evitan cuidadosamente los golpes de efecto, que huyen de los subra- qué no, el mundo entero, todos los habitantes del planeta, nos pare-
li ) yados. No hay ninguna duda de que son capaces de cualquier virtuo- cían estar allí sólo para servir de pretexto a un inmenso filme cómico
¡:) sismo. Pero me gusta que sus investigaciones vayan por otro lado: el que nosotros debíamos descubrir.
'· misterio, ·1a concentración, la intensidad vital, cualidades menos es- Durante mucho tiempo continué realizando este «trabajo» en sus
i) pectaculares pero a la vez menos frecuentes. más diversas formas, ya fuera con Pierre Etaix, con Luis Buñuel, con
!) No me siento atraído por los pintores exhibicionistas, esos que me Milos Forman o con Peter Brook. ·cada uno, claro está, sólo veía aque-
i) muestran sus habilidades a cada paso que dan y luego sólo saben llo que correspondía a sus gustos o inclinaciones personales. Un hom-
repetirse, aun cuando alcancen obscenos récords en las subastas pú- bre que cojea puede parecer divertido o patético, según la mirada que se
!)
! blicas. pose sobre él. Recuerdo a Milos Forman observando, desde la terraza de
J Me gusta mucho aquello que decía Delacroix: «Si viviera ciento un café, las idas y venidas de los paseantes y las prostitutas, en una ca-
) veinte años, seguro que al final me quedaría con Tiziano. No es un lle de Pigalle, y murmurando desanimado: «Sólo Dios podría dirigir
pintor para la juv~ntud. Es el menos amanerado y, por consiguiente, el esto». Lo más esencial es no perder nunca el contacto con la vida en be-
) más variado de los pintores ... El talento menos amanerado es siempre neficio de las construcciones mentales, descubrir y explorar todo lo que
•J el más variado: a cada instante obedece a una emoción real y distinta, nos rodea, domes ticarlo antes de tranformarlo, antes de aplicar a lo
)
una emoción a la que debe rendirse. No le preocupa el boato, ni tam- real las perversiones y desviaciones que sean necesarias. _
poco demostrar su facilidad ni su seguridad en el trazo. Al contrario, En 1968, Forman decidió hacer una película en Nueva York. Co- -5"
)
120 LA PELÍCULA QUE NO SE VE LA DESAPARICIÓN DEL GUIÓN ,121

mo personaje principal escogió a una jovep. fugitivÍ, una dropping- La escritura siempre debe entrar en escena al final del proceso,
out. Por aquel entonces había un gran número de estos run-away kids, 2 cuando ya nos hemos enfrentado a lo esencial. Lo más tarde posible. ·
que un buen día abandonaban a su respetable familia para unirse, en
la_s c~lle~ del East Village, a los abigarrados, trashumantes grupos de
hzppzes, rntentando cambiar de vida. Los Beatles acababan de escribir El segundo fenómeno, siempre acompañado de una cierta sorpre-
una bella canción sobre el tema: «She's Leaving Home». sa que va adquiriendo distintos matices a lo largo de los años -aun-
'·•· .:.
Milos pidió mi colaboración y me reuní con él en Nueva York. ¡ que sin dejar nunca de ser una sorpresa-, se basa en la libertad de la
Cuando se pisan los Estados Unidos por primera vez, la impresión es imaginación. De hecho se trata de un músculo que, como la memoria, ·
siempre la misma: «Ya conozco este país». Hemos visto -y amado- hay que fortalecer mediante el entrenamiento. Pero, a diferencia de la
tantas películas norteamericanas desde nuestra infancia que conocemos memoria, que se cree --0 que se creía, hasta una fecha reciente- lo-
a la perfección los rascacielos, el Colorado, los taxis amarillos de calizada en.alguna parte del cerebro, no sabemos muy bien dónde se
Nueva York e incluso los coches de la policía. Nuestros primeros via- aloja la imaginación. Sin duda en la cabeza, pero también en el cuer-
jes a Norteamélica los hemos hecho gracias al cine. po, en los sentidos, en los nervios y en los reflejos. Está allí -más o
El viaje real, sin embargo, supone algunas diferencias. Y Nueva menos viva, según las edades y los in.di vidu os- presta para abrirse al
York, en 1968, resultaba sorprendente. Poco iniciados en las nuevas mundo, liberarse, expandirse. Habita en nosotros bajo las más miste-
modas, éramos como dos extranjeros en tierra extraña. Para superar riosas formas, invade nuestros sueños, es el viento que sopla sobre
esto, en lugar de encerrarnos en la habitación de un hotel y escribir nuestras velas y que transforma nuestras vidas.
a9uella película que acabaría titulándose Juv.entud sin esperanza (Ta- Todos somos vulnerables a la imaginación, pues sin ella nuestra
.. ~g Off, 197 1)_, nos fuimos a vivir al Village, entre nuestros persona- existencia sería demasiado real. Cuando la excitación de nuestra vida
J~s,_ Y nos dedicamos a recorrerlo todo , llamando a las puertas y diaria empieza a remitir, aunque sólo sea durante unos pocos minutos,
d1c1endo, con nuestros inconfundibles acentos: «Somos cineastas eu- nos encontramos con este compañero secreto: nuestra imaginación
ropeos y queremos hacer una película sobre Já"3uventud norteamerica- toma el mando, se desliza en nuestro interior con seguridad y suavi-
na. ¿Tieñe usted hijos?». dad, y se aprovecha de esos momentos de inacción, de regreso a no-
Nadie nos cerró la puerta en las narices. Hubo incluso una familia sotros mismos, para levantar un telón invisible. Entonces nos trans-
que prácticamente nos obligó a compartir su comida. Y la puerta de po1ta al escenario, vemos a un actor que somos nosotros mismos y
nu~stro pequeño apartamento, situado en Leroy Street, estaba siempre todo acaba confundiéndose. A partir de elementos de la realidad, de
ab1~rta para todos aquellos que quisieran entrar. Por nuestra parte, nos aquello con lo que nos enfrentamos día a día, de nuestros amigos y
ded1.camos a escuchar atentamente sus relatos, que al principio casi no de las mujeres a las que deseamos, entramos en otro mundo.
entendíamos a causa del lenguaje utilizado, un argot tribal que sólo Como quien no quiere la cosa, algunos de nosotros vamos un poco
pueden comprender los miembros del grupo (hasta el punto de que en más lejos e intentamos compartir con los demás nuestras imágenes,
Inglaterra tuvieron que subtitular varias escenas). nuestros sonidos y nuestras historias. Nos llamamos a nosotros mis-
El guión empezó a tomar forma más tarde, después de haber estado mos narradores profesionales y, recurriendo voluntariamente a la ima-
en contacto con la realidad durante mucho tiempo. La mayor parte de ginación, la parte más soñadora y errática de nosotros mismos,.la obli-
las escenas eran ficticias, como aquella que presenta una Asociación gamos a tra~ajar sin ningún escrúpulo, a horas fijas, manipulándola y
de Padres de Jóvenes Desaparecidos tan verosímii sin embaroo que torturándola. Un tratamiento que ella detesta y adora a la vez.
' ' o '
los productores recibieron montones de cartas preguntando por la direc- A medida que se suceden las experiencias, vamos conociendo más
ción de este organismo .. Era una ficción emanada de la reaJidad. No y mejor a ese misterioso inquilino. Con inusual rapidez -primera ra-
hubiera existido sin la atmósfera excepcional que nos rodeaba, que in- zón de nuestra sorpresa-, empezamos a creer que sus posibilidades
. v_adía nuestros corazones y nuestras almas, y tampoco sin nuestras per~ de e:~f'loración son ilimitadas. Su tenitorio es prodigiosamente amplio
s1stentes investigaciones, más bien propias de unos antropólogos. y cada día se ensancha más y más. J,.as situaciones que es capaz de
concebir en su incontinencia pueden llegar hasta el infinito. Detalles,
l. En inglés en el original: alguien que se va de casa. (N. del t.) miradas, gestos, palabras: no hay límites. Durante el siglo XJX, había
2. En inglés en el original: «muchachos ftigitivos». (N. del t.) gente que creía que las situaciones dramáticas eran limitadas. A lo
.)
¡.)
1 '
122 LA PELÍCULA QUE NO SE VE

1
sumo unas cuantas decenas. Nada más falsq que esta visión estrecha-
LA DESAPARJCIÓN D EL GUIÓN

Naturalmente, a veces tiene miedo, pues las amenazas son cons-


123

. )
)
mente aritmética de nues.tro mundo imaginario. Todo puede ser dra-
maturgia, todo puede ser acción, relato, historia, a condición de que el
· ·•·-
(-;-:
. ··-· . .

tantes. Se desconfía de ella porque es capaz de imaginarlo todo, de po-
ner el mundo patas arriba, de sentar al mendigo en el trono y lanzar al
interés se mantenga, que aquellos que nos escuchan permanezcan sen- rey a la fosa común, de soñar incluso el Apocalipsis, el fin de todo, la
)
tados, con los ojos bien abiertos, completamente inmóviles. nada soberana. Se la maltrata y se la encarcela. Siempre rechazada, a
) En este sentido, las semillas se vienen plantando desde hace ya menudo se retracta de todo. En el caso de ciertas personas -basta con
i'. ) mucho tiempo. Los narradores africanos, indios o persas son realmen.te mirar a nuestro alrededor- parece incluso haber desaparecido, asesi-
inagotables. Pero, de vez en cuando, sobre todo entre nosotros, aparecen nada por la rutina y la estupidez. Y entonces esos individuos se encie-
)
ciertos tiranos reductores que afirman, con el hacha levantada: hay que rran para siempre en una vida rígida, en un pensamiento clausurado.
) escribir así. De esta manera y no de otra. En Francia, durante el si- El gran peligro, sin duda, tanto en nuestro terreno como en los de-
glo XVII, muchos poetas fueron enviados a la hoguera: el orden clásico,
:>
1
al mismo ritmo que la monarquía absoluta, se estaba abatiendo sin pie-
más, es creer que basta con lo que ya sabemos, cuando en realidad hay
que provocar, irritar, y abordar cada película como si fuera la p~~e-
!) dad sobre la deliciosa, preciosa, mística y obscena exuberancia barroca ra: Sin olvidar nunca que nuestro trabajo, en el curso de esta alquimia,.

,
) del primer tercio de siglo. Esos poetas se llamaban Chausson o Le Petit.
Acabemos, decían los tiranos, con todo ese calamitoso desorden.
Ahora hay que respetar las reglas y expresarse con claridad. Sólo
está condenado a desaparecer.

) cuenta el decoro. De nuevo se imponía una prohibición poniendo Buñuel leía el periódico cada día. Sin duda para enterarse de las
.> .. como excusa el buen gusto: El resultado fue que, durante todo el siglo noticias del mundo, por las que sentía un gran interés, pero también
¡) siguiente, el XVIII, no se escribió en Francia un solo poema. Muchos
versos, sí, pero ningún poema.
por motivos profesionales. La lectura y el comentario de la prensa for-
maban parte, para él, de la elaboración del guión. No sin irritación, y
1·) _ Este peligro, siempre el mismo bajo formas renovadas, está per- a veces incluso pánico. Un día leímos que había explotado una bom-
) i manentemente al acecho. Sea cual fuere nuestra ocupación, nos senti- ba en la basílica del Sacré-Coeur, en París, información que nos in-
! ; mos fuertemente atraídos por las clasificaciones, los archivos y las eti- quietó, pues en esa época - la de Ese oscuro objeto del deseo- ~-a-
l> ¡ quetas. Nos entusiasman los callejones sin salida, tan confortables, tan

bíamos imaginado a un grupo terrorista que actuaba en nombre del Nmo
J protegic:los, tan fáciles de inspeccionar. Amamos las formas estableci- Jesús.
) das, aquellas que gustamos de llamar clásicas. Aún no hemos dicho i A la mañana siguiente, llenos de ansiedad, abrimos el periódico
nada y ya empezamos a repetimos. Hacemos muchas películas pero no l para ver cómo iba la investigación.'Ni una palabra. Otras informacio-
)
hacemos cine. Hemos perdido la capacidad de invención, el espíritu de l1
nes sustituían a la del Sacré-Coeur. Cuando es la prensa la que nos
> la aventura. Cuando nos amenaza un vago reproche, casi siempre pro-
¡ acerca a la realidad, el resultado es ·siempre decepcionante. La mayor
) cedente de nuestras zonas más oscuras, nos justificamos con una sola parte de aquellas noticias no tenía ningún interés para nosotros y,
palabra: fidelidad. Nos llamamos, nos creemos fieles a nosotros mis- . .•
l
1 en cambio, la única que nos fascinaba desaparecía de repente y para
·) mos. Y, sin embargo, fidelidad es una palabra, como tantas otras, que l siempre. _ _ _ ., .
·) no quiere decir absolutamente nada, por lo menos cuando se emplea No basta con la realidad. Es necesano que la 1magmac1on se mser-
sola. Permaneciendo fieles a la forma, a menudo traicionamos ' º esen- ! te en ella y la pervierta, o por lo menos le dé una nueva forma. _
cial. Y la propia forma muere, más tarde, vacía ya de toda sustancia. i Recúerdo otra mañana en la que vi llegar a Buñuel muy pálido,
·) Para evitar el olvido sólo disponemos de la imaginación. Es -el caba- 1
con aspecto inquieto. Le pregunté qué ocurría y me dijo: «El mundo
) llo que nos lanzai~rl:1acia-aoefaiite y nos sacaraoeratolllfdero. Sin que está fatal. No vale la pena continuar trabajando. El fin del mundo está
nos demos cuenta, sierµpre presente, vuelve incesantemente a la carga
.. . 1
) muy cerca: puede ser mañana mismo». Le pedí que me dijera las ra-
con renovadas energías. ¿Cómo dejar de imaginar? Nos lleva, sin es- . .·: 1
.........,=;

zones de ese súbito terror y me respondió:


) fuerzo alguno, al otro lado de todos los espejos, nos atrae como el canto · ..•..;.._. 't
! -¿Es que no has leído la prensa? ¡Dos banqueros suizos se han
·) de las sirenas. Está ahí para ayudarnos, a cada instante, a escapar de la :.;_r:r: 1 suicidado el mismo día!
monotonía, de lo ya visto, de lo ya 9ído, del savoirjaire, de la siempre Sin embargo, el mundo no se acabó, ni al día siguiente ni al otro,
' )
p_eligrosa experiencia. Nos abre imprevisibles caminos entre la maleza. lo cual no sé si le decepcionó. -1 .::;2.
')
124 LA PELÍCULA QUE NO SE VE -··• . LA DESAPARICIÓN DEL GUIÓN 125

Otra parte de nuestro trabajo consistía e~ contam Js nuestros res- trágica o burlesca, o consistir simplemente en un detalle o un gag. Al
pectivos sueños cada mañana. Si los habíam'o s olvidado los inventá~ término de la operación nos reuníamos en el bar y nos contábamos
bamos, o por lo menos eso es lo que hacía yo, recordando la frase de nuestros hallazgos, que podían estar o no estar relacionados con el
André Breton acerca de un tipo al que no tenía en mucha estima: «Es guión en el que estábamos trabajando: eso no tenía ninguna importan-
un cerdo. No sueña nunca». cia. Lo esencial era mantener la imaginación alerta, forzarla a desper-
Periódicos y sueños: la cotidianeidad. A todo ello venían a añadirse tarse cada día precisamente a esa hora --el final del día- en la que ya
ª·lo larg_o del día, la reflexión, la improvisación y la invención propia; empieza a adormilarse .
. mente dichas, a las que nos veíamos obligados por contrato. Búsqueda Al entrar en el bar, yo ya podía leer en el rostro de Luis si süs ha-
errabunda e indefinible que podía finalizar en unos recuerdos de infan- llazgos le habían dejado satisfecho o, por el contrario, le parecían me-
cia, en anécdotas sobre un amigo común o en imágenes y lecturas, todo diocres. Y viceversa, sin duda, pues todo rostro humano queda ilumi-
ello separado por largos silencios durante los cuales cada uno de noso- nado tras el paso de una buena idea. ·
t;ros, como si se tratara de un cuento de Edgar Allan Poe, podía leer el A veces, en una fase anterior, cuando nos encontrábamos atasca-
pensamiento del otro. O bien podíamos acabar estallando en carcajadas, dos en una escena que parecía irresoluble, me decía:
mcluso enzarzados en una pelea absurda, para que al final, súbitamente, -Quizá esta noche, con la ayuda de la ginebra.
una escena surgiera de no se sabía muy bien dónde. Entonces la acogía- No a todo el mundo que esté buscando una idea se le puede decir:
mos, le dábamos forma, apartábamos la mesa y las sillas, incluso las vete a un bar confortable y tranquilo -sobre todo sin música-, bé-
luces, y, en un torpe remedo de puesta en escena, comenzábamos a in- bete lentamente un dry martini y espera. En el caso de algunos, esto
~erpretar, a improvisar, volviendo a empezar tres, seis, diez veces si era no funcionará nunca. Pero para Buñuel se trataba, sin duda alguna, de
necesario. En cada ocasión corregíamos frases y gestos, y algo empeza- i
- - - .l un terreno propicio. Mientras los lentos vapores del alcohol le subían
ba a nacer en el interior de ese movimiento irregular. Rápidamente to- a la cabeza, según decía, empezaba a ver cómo se movía el aire, a per-
maba notas para no olvidar esas expresiones y posturas que nacen de.la cibir imágenes fugitivas, incluso a ver personajes que se deslizaban si-
· improvisación y que luego se intenta recordar en vano. lenciosamente de un sitio a otro.
A veces este camino no conducía a ninguna parte. Todo volvía al De la terraza del café en la que se sentaba Jacques Tati al oscuro
silencio y a la desolación. La espera recomenzaba. Estábamos con- bar en el que me esperaba Buñuel, hay mil lugares, mil atmósferas fa-
vencidos de que nunca encontraríamos nada válido, nada que nos de- vorables. He escrito escenas de Mahabharata en un embotellamiento
jara satisfechos a uno y a otro. Llamábamos al camarero del hotel y en Madrás, incluso en un aeropuerto de provincias, en la India, mien-
pedíamos otro café. Volvíamos a leer los periódicos, a recordar viejas tras esperaba, al lado de Peter Brook, un avión confusamente anun-
historias que nos habíamos contado ya innumerables veces. Mirába- ciado. Ciertas imaginaciones son, por el contrario, caprichosas e in-
mos el paisaj e -siempre el mismo- que dejaba entrever la ventana, cluso obsesivas, y exigen, por ejemplo, el color rojo, o una música de
como dos insectos que intentaran salir de un tarro: seguro que había flauta, o un calor excesivo, o el sonido cercano del mar. Al leer los de-
una salida secreta que, a su vez, nos conduciría a la inmensidad de las siderata de los escritores, y entre ellos los de los guionistas, a veces es
grandes praderas, pero, ¿cómo encontrarla? como si estuviéramos hojeando un catálogo de perversiones. Conocí a
Era una agitación incesantemente salpicada por el aburrimiento. uno que no podía soportar el canto de los pájaros, hasta el punto que,
Una actividad extraña, muy difícil de explicar. de oírlo, caía súbitamente en una repentina crisis. ¿Fetichismo7 ¿Pe-
En lo que se refiere al entrenamiento del músculo de la imagina- reza disfrazada? ¿Pánico ante el inicio de la labor? ¿Un recuerdo leja-
ción, que es el único capaz de encontrar esas salidas, practicábamos no, como sucede con algunos traumas?
diariamente un ejercicio que exigía mucha disciplina. Durante una No se sabe, pues estas cosas apenas se estudian. Felizmente.
media hora, al finalizar las sesiones de trabajo, yo me quedaba solo en Lo que parece cierto es que el campo es ilimitado. Se puede, evi-
mi habitación mientras Buñuel se iba al bar-lugar sacrosanto, y pre- dentemente, poner barreras, o pasear sin rumbo fijo hasta perderse.
ferentemente sumido en las sombras, que la inspiración suele atrave- ··:~, Todos los métodos son buenos para cultivar el campo. Pero sólo hay
sar de una manera casi fa tal- a por su aperitivo nocturno. una certidumbre : el cultivo es indispensable. Somos libres de soñar
Físicamente alejados, así, flOS obligábamos a inventar una historia, con una película ·n acida de un erial, pero no deberemos sorprendemos
!B en media hora, que podía ser corta o larga, en presente o en pasado," si, en ese caso, los visitantes acaban evitándolo prudentemente.
126 LA PELÍCULA QUE NO SE YE LA DESAPARICIÓN DEL GUIÓN 127

El cultivo, pero también el abandono,, el barbecto. Se puede aban- tos a la acción y a la reacción. Es inevitable: nunca dejarán ·q ue el cer-
donar una historia durante semanas, meses e incluso años. No impor-. do escriba solo el guión.
ta: su vida no tiene por qué detenerse. Sin nosotros saberlo, empieza a
ser objeto de una ebullición invisible. Hay que dejarle existir, conce-
derse momentos de descanso, de inactividad absoluta, tanto física Una película está terminada cuando el guión ha desaparecido. La
como mental. Una parte de ·nosotros permanece despierta. Un día u estructura se ha vuelto invisible, ya no se siente. La inteligencia_y la
otro, si todo va bien, recogeremos los frutos. · sensibilidad del espectador deben dirigirse ahora hacia el propio fil-
me, y no hacia la manera en que está hecho. A menos que la película,
como dice a veces Godard, sea «una película que se está haciendo», en
El trabajo en este oscuro dominio permite ~escubrir también que cuya elaboración se supone que podemos ayudar y participar (sin em-
nuestra imaginación es perfectamente inocente, y que no debemos de- bargo, el cine no es algo inmediato, como el teatro, por lo que sólo
jar de luchar contra nuestras propias prohibiciones. Contrariamente a puede tratarse de otra forma de ilusión), todo el trabajo quedará bo-
lo que nos han repetido durante siglos 1-a s religiones menos permisi- rrado, todas las articulaciones e informaciones que hayan ido apare-
vas, no hay «malos pensamientos», ni «pecados de intención». Muy al ciendo -necesariamente- serán asimiladas por la propia acción. La
contrario? debemos intentar cualquier cosa, imaginarlo todo. EI°guio- organización se ha desvanecido.
nista tiene el derecho y probablemente el deber de ser --cuando in- Ahora cada imagen, cada palabra nos sorprende. De repente todo
venta- un personaje vulgar, odioso, racista y egoísta, un infecto cri- es inesperado. Y, no obstante, vemos esa acción como inevitable.
. minal en potencia. Debe, varias veces al día, matar a su padre, violar Todo conducía- hacia ella. Es aquello que deseábamos en -secreto·:··E n
a su madre, vender a su hermana y a su patria. A través de la disolu- estos momentos privilegiados, sorprendentes e indispensables, la pe-
ción de todas· las barreras, u obligándose a llevar una máscara desa-. lícula encama y concreta nuestro deseo, le aporta una satisfacción tan-
gradable o ridícula, debe buscar al criminal que hay en su interior, al to más intensa cuanto que no la esperaba, no osaba esperarla. . .
hombre de rné_tl gusto, ése al que tanto detesta, ése en el que no quema En la esperanza de llegar a ese momento, a menudo decepcionada
convertirse bajo ningún pretexto. pero siempre viva, hay que aprender a liberarse suavemente -volva-
Y que se tranquilice: lo encontrará. mos a Delacroix y a Tiziano- de nuestro bagaje, de todo lo que nos
Al igual que, al inicio de cualquier trabajo, toda actitud heroica o han enseñado, de lo que Buñuel llamaba «el ingenio». Un hallazgo de-
demostrativa puede ocultar una trampa fatal (nada más fácil que la masiado brillante, y expuesto con demasiada brillantez, puede romper
teoría, pero tampoco nada más paralizador), también toda censura nuestra relación mtima con la película, puede incluso distanciamos,
personal, toda retirada temerosa, todo rechazo a contemplamos en como el actor de teatro que entra en escena con un vestuario demasia-
nuestra integridad pueden acabar suponiendo una castración, un pe- do--•oóriito, o como ese decorado exuberantemente iluminado que nos
cado, un atentado contra la imaginación que tarde o temprano habrá arranca un suspiro de admiración.
que pagar. Es la belleza y únicamente la belleza de esa imagen que admira-
Y además, el guionista --en el momento del trabajo- no sólo mos, arrancada al filme, lo que nos distancia de este último sin que
debe aprend_er a mirar en sus propias tinieblas, sino también osar des- apenas nos demos cuenta; la belleza de la imagen o la intensidad de
nudarse ante su partenaire. Debe atreverse a proponer una idea deter- las palabr~s, sobre todo de las palabras de un «autor», ésas que espe-
minada afirmando obstinadamente que es buena, incluso cuando crea ramos minuto a minuto, olvidándonos mientras tanto de la carne del
que puede ser peligrosa, grosera o repugnante. Debe abandonarse a un filme. Hay innumerables réplicas, la mayoría de ellas absolutamente
ejercicio constante de impudicia con el fin de liberarse de lo que ex- amorfas, que parecen estar ahí sólo para preparar la llegada de la pa-=--
trañamente se denomina el respeto, esa actitud de reserva qajo la que · labra, como un nadador perdido en medio del mar que aún pudiera .
1
se esconde el veneno del temor. respirar de vez en cuando.
Pues no se trabaja jamás solo, ni-"siquiera en los momentos en que Peter Brook cuenta que un actor de teatro inglés, bastante popular,
no hay nadie ante nosotros. Siempre somos una personalidad múlti- solía levantar y agitar el brazo para prevenir al público de que iba a
. ple. Puede que baya un cerdo en nuestro interior, más b menos en- soltar una de sus réplicas: atención, ahora veréis, ésEa es buena. Mu-
mascarado, pero también habrá un asceta y una paloma blanca, pres-
. ....•
-~ 1
chas cineastas hacen lo mismo, a su manera. Y la mayor parte del _,,,,... ,
128 ' LA PELÍCULA .QUE NO SE VE LA DESAPARICIÓN DEL GUIÓN 129 ,.

.
tiempo . d arse cuenta. Lo que yo 11amo «la carne del ffilme» se sitúa
sm provocán la desaparición de las copias más raras, o bien en esos inex-·
más allá de las palabras y de las imágenes, en él terreno indefinible del plicables fenómenos de corrosión, de putrefacción, que destruyen la
sentimiento, de las relaciones entre los seres, de ese alimento secreto película incluso en el interior de sus propios estuches.
y maravilloso cuya ausencia siempre nos deja hambrientos. La película que no se ve, o que ya no se ve, es, en principio, la que
En el caso de un guión, la deseada desaparición de las articulacio- ya no existe. No se puede decir gran cosa de ella, pero hay que salu-
nes de la historia, la eliminación de los efectos más visibles, sólo tie- darla a su paso: esa película desconocida, desaparecida, de la que sólo
nen un objetivo: transforinar la invención en apariencia de realidad. quedan dos o tres fotografías a partir de las cuales se puede intentar re-
Dar vida y verdad a lo que ha nacido de la arbitrariedad y de una len- construir el guión, como se reconstruyen los animales de la prehisto-
.- ta domesticación. La imaginación debe hacer su trabajo y metamor- ria a partir de uno de sus dientes.
fo,searse, abandonar su propia brillantez, su arrogancia personal: hacer En ese movimiento que va de la virtualidad a la realidad, del fiÍme-
como si ya no estuviera ahí, como si ya hubiera cedido su sitio a la rea- sueño, o el filme-niño, al filme adulto y consciente, el guionista apren-
lidad. Volver a la oscuridad de su caverna, a la espera de su próxima de a retirarse de la aventura. Durante los primeros meses es el dueño.
salida. La película, en ese momento, le pertenece. Cono~e todos sus detalles:
Así pues, su triunfo es su desaparición. Por eso el guión, probable- es el único que la ve.
mente, es el ·elemento menos visibie de un filme. Es como una mate- Pero entonces llega el momento, cuando se decide el inicio del ro-
ria prima qu_e se disipara en el aire. Siempre presente, pero impalpa- daje, en el que debe ceder el poder. El proyecto se le escapa. Para exis-
ble. Sin duda éste es el punto más secreto del mecanismo, aquel del tir, debe pasar a otras manos.
que casi nada puede decirse. Una transición azarosa. Para evitar la ruptuqi., el _cambio de tono
De este modo asistimos al triunfo, generahp.ente modesto -y con radical y herético, es mejor que el director permanezca cerca del guio-
razón-, de aquello que no se ve. Lo que cuenta es, evidentemente, lo nista desde el principio, trabaje con él hasta que el filme sea suyo; sea
que vemos, pero más aún lo que hemos suprimido: un esfuerzo que, también suyo, como así constará, de todas maneras, en los créditos y
siñ énibargo, aún está ahí, tras el filme o a su alrededor, como los años en las historias del cine. Así la transición será más natural, sin golpes
de complejo entrenamiento que dan lugar a los más sencillos movi- ni tropiezos. Nos habremos acostumbrado juntos a ese niño que va a
mientos de un atleta. Cuando la búsqueda termina, incluso ella misma nacer.
desaparece. Viva el trabajo aniquilado. Juntos, sin damos cuenta, habremos inventado imágenes, habre-
mos oído frases y sonidos. Y esa primera apariencia del filme nos per-
tenecerá a ambos.
El guión no es sólo el sueño de un filme, sino también su infancia. Cuando trabajaba con Buñuel, éste me pedía a menudo que le dibu-
jara las escenas del filme, y yo solía hacerlo por las noches, en la so- ....
Atraviesa un primer período lleno de titubeos y balbuceos, descu-
briendo poco a poco todo lo que hay en su interior (o lo que no ·hay, ledad de mi habitación. A la mañana siguiente, antes de mostrarle mis
pues es bastante frecuente que se abandone una historia a medio ca- dibujos, procedíamos a una rápida ve1ificación. Yo le preguntaba, por
mino, por falta de ideas o de dinero, y acabe oxidándose en la estante- ejemplo:
ría, como las piezas de los viejos camiones en el desierto), y luego -En la escena de los paracaidistas, ¿dónde está la puerta? ..
gana seguridad en sí mismo, lo que nos recuerda la imagen en la nie- Y él me respondía:
bla de Peter Brook, que se concreta y fortalece día a día. - A. la izquíerda.
Puede suceder también que un filme envejezca y se vea acorralado -¿Y la dueña de la casa?
por la muerte. Una muerte natural, pues simplemente ha dejado de in- -A la derecha, cerca del sofá.
teresar, nuestra memoria lo rechaza, ya no quiere verlo, por lo que de- Y así sucesivamente, casi siempre sin errores. Lo constatamos ..
cimos, y con toda la razón, que se ha convertido en invisible. Ocurre centenares de veces. Aunque estábamos sentados cara a cara -su de-
incluso que algunas películas nacen muertas, son invisibles desde su recha era mi izquierda y viceversa- teníamos la misma visión de la
nacimiento y para siempre. , disposición general del decorado, del lugar y de los personajes. A me-
Igualmente, también está la muerte accidental, en terremotos o in- dida que avanzaba nuestro diálogo, nuestras improvisacjones, una es-
2.0 cendios (como el de la Filmoteca de México en 1982) que siempre pecie de forma interior iba instalándose en nosotros, como un inquili-
) 130 LA- PELÍCULA QUE-NO SE YE
) LA DESAPARICIÓN DEL GUIÓN
131
) no secreto, una forma finalmente más fuerte q\1e la disposición geo-
gráfica de la habitación de hotel en la que trabajábamos. Habíamos rigían exclusivamente al autor y a algunos de sus acólitos. Lo esencial
) entrado en la película. --el contacto con los otros- se había perdido.
) , ~or supu_esto, a_traído por la cada vez más poderosa televisión, el
) p~bhco huyo ~or piernas de estas peliculitas, que terminaron amonto-
En los años 50, y con algunas excepciones notables (Bresson, Tati, nand?~e unas Ju;1to a otras en las estanterías, y a finales de los años 70
)
)
Renoir, Becker), el cine francés estaba en manos de los guionistas. A
menudo la puesta en escena se reducía a una puesta en imágenes, una
:1 ?mon empezo a _recuperar su buen nombre. Rápido, rápido, que al-
o?,1en nos_ cuente h~stonas, s~ pedía con urgencia. Y entonces reapare-
) formalidad técnica, la mayoría de las veces muy cuidadosa. Los mis- c10 el pehgro -mas que evidente hoy en día, tanto en el cine francés
mos estudios, los mismos exteriores, los mismos movimientos de cá- com~ en_ la mafor parte de las películas norteamericanas- de un cine
) mara, los mismos découpages llamados «clásicos»'. Todas las pelícu- d~ g?iomstas_, bien_ «construido» y engrasado, pero sin sorpresas, sin atre-
) las se parecían entre sí. Las únicas diferencias se encontraban en _las vrrruentos, srn estilo.
}
historias que nos contaban. . Todos los ~quilibrios son difíciles, pues sólo se producen una vez.
Las formas parecían estar fijadas para siempre, tanto en el cine ~ada nuevo _di~ vuelve a cuestionarlo todo. El viaje que emprenden
} francés como en los demás. Juntos el gmomsta y el director se parece mucho a una historia de
) Ese enemigo seductor (que nos dice: «Respetad las reglas del arte amor. ~ay que obrar un poco a ciegas, buscar un territorio común,
y seréis artistas») se llama «formalismo». Consiste en situar la forma descubro l_o que nos gusta y lo que no no_s gusta. Cuando Buñuel y yo
)
por encima de todo y contemplarlo todo desde su punto de vista. Ei- nos ~qnocfllo~, _en el cu~~o de una comida, la primera pregunta que
) senstein lo denunci9 vivamente ... y algunas veces sucumbió a él. me planteo, mirandome f1Jamente a los ojos -y entonces supe que se
La nouvelle vague, a finales de los años 50, cargó contra el for- trataba de una pregunta importante, profunda, que podía decidir nues-
malismo y la monotonía. Los nuevos cineastas afirmaban que, ante tros futuros - fue:
) todo, la película debía llevar la marca de su autor, que ese autor debía -¿Le gusta el vino?
) ser necesariamente-el director y que, en consecuencia, lo más impor- ~uando le resp?ndí af~ativament~, añadiendo que incluso pro-
) tante debía sucede(durante el rodaje. Esta llamada se oyó milagrosa- cedi~ de una familia de vrnateros, su rostro se iluminó, me sonrió y
mente en el mundo· entero, y el resultado fue una gran diversidad de llamo_ al camarero. _Por lo menos compartíamos una pasión. Más tar-
) estilos, géneros e incluso condiciones técnicas de rodaje, aparecidos de, fmmos descubn endo muchas más.
) en el mismo momento en que la televisión, el nuevo monstruo, po- . Cuando con~zc_o a u~ director con el que voy a tener que pasar va-
) nía en duda insidiosamente la supremacía de las salas de cine, esos nos mese_s de m1 vida, siempre me pregunto: ¿qué película quiere ha-
palacios populares que se creía indestructibles. cer? ¿Qmere hacerla realmente? Y más vale adivinarlo con rapidez,
). Este nuevo punto de vista, claro· está, mandaba a los guionistas a p~esto que de todas maneras la hará. A veces ni siquiera él lo sabe, y
) las mazmorras. Ya no eran necesarios. El realizador, como demiurgo solo ve formas vagas, que en ese caso deberemos concretar juntos.
único, como único «autor», estaba invadiendo el territorio sin inten-
ción de compartirlo. Y el guionista se estaba convirtiendo -lo re-
.S: va formando así una pareja, con sus primeras dudas, los descu-
bnmientos,' las falsas confidencias, los momentos de placer y los ac-
) cuerdo con claridad, aunque, por mi parte, no lo padeciera- en un cesos de c~le~a, con celos y malentendidos, un poco de aburrimiento y
) personaje sospechoso, un ser probablemente nocivo, una especie de m~cho _P..~sun1s1?º· Lo que hay que evitar -creo yo: como en toda pa-
subescritor, de nov.elista fracasado, que no hacía otra cosa que aplicar r~J~ que ~e precie- es saber quién va a dominar a quién. Eso no tiene
)
incansablemente sus recetas, obligatoriamente mediocres. nrngu~a importancia. No se trata de un combate, y además al público
) Nos vimos ·entonces sumidos en una temible avalancha de obras no le importa en absoluto.
) intimistas y narcisistas, obsesionadas por los recuerdos y las fantas- . Las pequeñas victorias personales ( «Le he obligado a aceptar mi
magorías, llenas de consideraciones poéticas y de citas prestas para ta- idea: ¡he ganado!») no suelen tener ningún sentido. Pueden incluso su-
) par agujeros, que siempre acababan mostrándonos al director frente a poner una derrota para el filme, que es lo único que importa.
) las angustias de la creación. A menos que el guionista esté profunda y sinceramente convenci-
Filmes impracticables, en su mayoría, filmes invisibles, pues se di- do _de que su idea es la buena, de que vale la pena luchar por ella. Pero,
J ¡_como estar se!TJlrns rlf' n11P <'Amnc, ,.;n~o~~~ - -- -·-- - - - : _ . . . , 21
, -·· t¡ .• : •-·

132 LA PELICULA QUE NO SE VE LA DESAPARICIÓN DEL GUIÓN 133

que no se está interponiendo ningún tipo de amor propio? ¿Al precio mucho al trabajo del actor, a la labor de aventurarse en un papel. ¿Qué
de qué esfuerzo, de qué ascesis? Estamos -cada uno de nosotros- va ª. encontrar allí? ~o tiene ni idea. Una obra -de Shakespeare, de
absolutamente convencidos de que nuestros gustos y nuestros juicios CheJov- propone siempre una totalidad vibrante, indefinible irre-
son los mejores der mundo: ¿cómo vencer esa prerrogativa interior ductible incluso al análisis más enconado. Es imposible abo~darla
que nos hace preferir nuestras ideas a las ajenas? como _r;presentación mental, .pues eso sería ahogarla, estrangularla,
¿Cómo: pensar únicamente en la obra que estamos haciendo? tentac10n permamente de los directores más elementales, que intentan
¿Cómo colmar nuestra ansia de gloria, de dinero y de poder? reconducir siempre hacia sus estrechos senderos todo aquello que les
Buñuel decía a menudo que las películas deberían ser como las ca- sobrepasa. · ..
tedrales: habría que borrar todos los nombres de los créditos. Sólo
. ;
Durante los ensayos de una de sus obras, una actriz neurótica se.di-
quedarían unas bobinas anónimas, puras, sin ninguna marca de autor. rigió a Pirandello y le dijo:
Y entonces se contemplarían como se entra en una catedral, ignoran- -.Pe~done, maestro, pero no lo entiendo. En la página 27 mi ~er~
do los nombres de quienes la construyeron, incluido el del maestro de sonaJe dice una cosa y en la 54 todo lo contrario. Teniendo en cuenta
obras. todo lo que le ha pasado, sus motivaciones y su psicología, ¿cómo es
El camino que ha escogido el cine -y las demás formas de expre- posible que haya cambiado hasta ese punto? Y además ... ,
sión- es exactamente el contrario. Agobiado por la crítica, perdido Pirandello la escuchó pacientemente (era un hombre muy bien '
en un bosque de historiadores puntillosos, el autor aparece cada vez educado). Ella habló durante mucho tiempo, planteando las cuestio-
más en primer plano e incluso -y esto resulta evidente en el caso de nes habituales en este tipo de situaciones. Cuando hubo terminado él
Van Gogh- a menudo importa más que su propia obra, que tiende a · le respondió, corno si se _tratara de una evidencia (y es una respue's ta
···-¡
desaparecer en beneficio de su creador. Lo primero que miramos de que siempre me ha parecido extraordinariamente justa):
un cuadro es la firma. Los tiempos así lo quieren: la «mediatización» -Pero, ¿por qué me pregunta eso? Yo sólo soy el autor.
de los grandes autores. · Yes justa, pese a la aparente paradoja, porque un verdadero autor
El trabajo de guionista tiene que enfrentarse a esto. Tiene que nunca sabe lo que ha querido decir. Ya es mucho que sepa lo que ha
aceptar que la opinión pública otorga al director ciertas ideas e inten- · dicho. Es lo que Víctor Hugo llamaba la «boca de las sombras». Las
ciones que a menudo son nuestras. En el fondo lo sabemos bien: es · palabras pasan a través de él escapando casi siempre a su control. Pro-
algo que tiene más que ver con la vanagloria que con la gloria propia- ceden de un territorio oscuro, tanto más amplio cuanto más ricos y
mente dicha, ese concepto de origen romántico ya olvidado, incluso profundos sean los conocimientos del autor. Un territorio que com-
un poco sospechoso para los tiempos que corren. parte con otros, en el caso de los más grandes con la humanidad ente.:
Cada uno se consuela como puede. Y no pasa nada. ra, de la que se convierte en voz. ·
¿Qué ocurre entre dos personas -o más- que trabajan juntas? ·Me permitiré incluir aquí unas cuantas frases de Martin Buber:
No hay nadie que pueda decirlo con seguridad. Ni siquiera sabemos lo «Hay que perder el sentido de uno mismo. Hay que escuchar única-
que sucede en nosotros mismos mientras estamos trabajando. Adver- mente al Verbo, que vierte sus palabras en el interior de todos noso-
timos la presencia de un pequeño teatro interior en el que somos a la tros. Y cuando empiece a oírse su voz, hay que callarse».
vez actores y espectadores, y por el que sentimos una especie de in- Evidentemente, estamos muy lejos del filme de autor.
dulgencia natural. Tendemos a probar todo lo que nos propone, y a Per?_la respuesta de Pirandello es también justa porque es una ma-
menudo nos seduce de antemano, a menos que, por el contrario, nues- nera elegante de decirle a la actriz: ése, querida amiga, es su trabajo:
tro espíritu critico sea tan feroz que nos obligue a denostar todo aque- Se-le paga para que descubra el camino que conduce de la página 27 a
llo que sale de nuestra imaginación. Ciertos autores parecen siempre la 54. Usted se ha comprometido a encontrarlo. Y además dispone de
contentos con los productos de su invención, mientras que otros están un director para que le guíe.
siempre insatisfechos. Actitudes ambas tan paralizadoras como no- No obstante, durante los primeros ensayos, algunas cosas tienen
civas. .• que estar ya claras. Si el actor no quiere confiarse únicamente al azar,
Este descubrimiento progresivo de un tema, de una historia, de un es necesario un mínimo de comprensión. «De nada sirve gritar antes
estilo --descubrimiento que se realiza según el más irregular de los ~e comprender», acostumbra a decir Peter Brook a los actores amena-
2.2 ritmos, con largos apagones y repentinas iluminaciones- , se parece zados por la histeria. Una aproximación tranquila, una lectura lúcida y
134 LA PELÍCULA"QU.irNo SE VE LA DESAPARICIÓN DEL GUIÓN
) .· · 135
) -.~~
reflexiva siempre son convenientes, aunque sólo,sea para dejar en evi- ::.: \ Es n~ces~o, e:1 ciertos momentos, escapar de él. Hay que aban-
) dencia las indefiniciones, las contradicciones, todo aquello que puede donar la mteligencia y todas s us acrobacias. Tanto en el caso del áutor
) plantear dificultades. com~ ~n.el del actor, hay que explorar otras zonas, aquellas en las que .
Pero la ilusión más grave y perniciosa -y aquí se encuentran el el a_nalls1s no puede penetrar, ni delimitar, allí donde se ocultan la os-
) cundad y el verdadero misterio. · .
camino del actor y el del autor, tanto en el cine como en el teatro-
) consiste en convencernos a nosotros mismos de que esta aproxima- L_a comprensión se detiene, debe detenerse en una cierta fase. Por
) ción intel~ctual es suficiente, de que en ambos casos basta con el aná- de?aJo de ella (o p~r encima, o alrededor: estas nociones espaciales,
lisis, de que un autor debe saber lo que quiere decir, trazar un plan pre- evidentemente, n_o_tienen ningú_n sentido), hay que dejar vivir, hay que
) preservar la fertilidad de la mebla, pues la verdadera vida, la vida
ciso y definir sus estructuras, y que el resto le vendrá como por
) añadidura, de la misma manera en que la interpretación del actor sólo compl~ta está ahí, en ese continuo ir y venir entre la luz y la oscuridad,
) consistiría en poner gestos y voces a una idea prevjamente moldeada e? esa Jungl~ descono~ida e ilimitada que sólo se puede explorar me-
por la inteligencia. diante la acción y mediante el juego.
) Esta il~sión intelectual -puedo saberlo todo, comprenderlo todo, Todos los buenos actores lo saben: llega un momento en el que
) analizarlo e inventarlo todo- se basa únicamente en el propio inte- hay 9ue lanzarse, como las mariposas atraídas por la llama, en l o
) lecto. Y sus efectos son tan temibles y refinados porque proceden de las que bien puede ser t:n ~iaje sin retomo. E l conocimiento del personaje,
herramientas ordinarias de esa búsqueda intelectual -el pensamien- el. verda?ero conocmuento, sólo se da al precio de este riesgo. Ese
) to, la reflexión y la introspección-, que trabajan únicamente sobre sí rrusmo nesgo que puede proporcionar al autor, al guionista por ejem-
) mismas. El pensamiento segrega así ininterrumpidamente su propia plo, un momento de verdadera vida situado en un conjunto coherente.
ilusión, que consiste en creer que piensa, y en consecuencia que co- Ir y venir entre la exploración y la reflexión, entre la luz y la som-
) bra, entre el erial y el cultivo.
noce («Conozco México, conozco a Rabelais»: ilusiones ordinarias),
) igual que la conciencia, por emplear otra terminología, se convence a Así, el trabajo de elaboración de un guión -ese trabajo que desa-
) sí misma de que está-despierta, atenta y libre. parecerá con la película-obedece a menudo a una sucesión de fases.-
Más exactament~: el pensamiento -el del autor, el del actor, el de La_s primeras corresponden a la exploración. Abrimos todas las puer-
) tas
no importa quién-jmagina que se puede diferenciar de sí mismo y . y. procedemos
.,,.
a. buscar sin descanso, sin cerrarnos ninoún camino ,
) examinarse desde el exterior como si se tratara de un objeto aparte, sm mte_rrupc1on, sm pausas. La imaginación se pone en pie de guerra
) inmóvil, mientras que se trata precisamente ·de lo contrario: insepara- y se de~a llevar. Todo esto puede ir muy lejos; hasta lo vulgar y lo ab-
ble, móvil e indefinido. surdo, rncluso hasta lo grotesco, al mismísimo olvido del tema.
) Desde el momento en que hoy en día creemos saber - los neuró- Después de esto --como a menudo sucede con el actor- viene
) logos, en cualquier caso, así lo afirman- que nuestro cerebro, prodi- otra fase, que opera en sentido inverso. Es la retirada, el retomo a lo
) gioso organismo, es también una cosa enorme y perezosa que gusta de razonable, a lo esencial, a la famosa pregunta: ¿por qué estarnos es-
las simplificaciones y las reducciones;-uha maravilla adormilada dis- cribiendo esta historia y no.otra? O dicho de una manera más sencillá:
) puesta a creerse a pies juntillas cualquier pal.abra mímimanente hábil ¿qué nos interesa de ella? .
) --0 chillona, según los casos- que se le ponga delante, son múltiples En ese momento, como la actriz neurótica de Pirandello, examina- r
) las trampas que pueden presentarse a lo largo de nuestra aventura, tan- m?~ tanto el camino que han seguido los personajes como la verosi-
to en el caso del autor como en el del actor. Nuestro cerebro gusta de mihtud,--Ia construcción, el interés, el grado de comprensión que pue-
fascinarse a sí mismo, de jugar consigo mismo, como un ilusionista da a!canzar el espectador. Volvemos atrás, a nuestro punto de partida,
que se sorprendiera de su propio arte y se creyera sinceramente un ha- y mientras tanto, por el camino, abandonamos la mayor parte de nues-
cedor de milagros, aplaudiéndose incluso con entusiasmo al final de tras apreciadas conquistas, por no decir todas. Volvemos a las preo-
su número. , cupaciones más elef!lentales, en ocasiones incluso banales y mezqui-
) Nuestro cerebro - nuestro intelecto, si se prefiere-·- a menudo se nas, pero que _nos ayudan a centramos: en esta nuestra aventura, ¿no
) arrodilla ante sí mismo. Venera todo lo que procede de él. Y no se da habremos olvidado nuestras cajas de víveres, nuestra agua potable,
cuenta de que es, al mismo tiempo, el adorador y el adorado, la herra- nuestro mapa?
mienta a la vez que el obstáculo. Pocos son los autores que pueden permitirse por sí mismos ese ir v
)
136 ·. LA PELÍCULA QUJñm SE VE LA DESAPARICIÓN DEL GUIÓN 137
•l
venir equilibrado e imparciaqun guión que se lanzara totalment~ .a la pidamente ante nosotrós, sensaciones de calor y de frío, a veces inclu-
aventura es inimaginable. Al füenos hay que tener en cuenta la dura- so fatiga (si, por ejemplo, estamos subiendo una calle ascendente car-
.( ción del filme y el presupuesto disponible. Igualme_nte, en to?o mo- gados con muchos paquetes).
mento debemos saber dónde estamos: los personaJes, por ejemplo, Y cada una de estas sensaciones puede tener mayor o menor im-
van por delante o por detrás de los espectadores? No vale la pena pre- portancia según los individuos, los humores y los momentos.
parar meticulosamente una sorpresa si el públi~~ ya _l? sab~ ._to~o. Y Escribir una historia, un guión, es introducir orden en el desorden;
hay que tener en cuenta que su capacidad de ad1v~ac10~ es ihm!tª?ª· .-;:__"[:,.
escoger sonidos, acciones y palabras; eliminar gran parte de lo previa-
¿Dónde se encuentra, en ese momento de nuestra h1stona, ese publico mente seleccionado; realzar y reforzar el material escogido. Es violar
inasible e hipotético? ¿Aún está interesado por lo que le c?ntamos, o la realidad -o por lo menos lo que percibimos de ella- para recons-
ya ha abandonado la sala, o quizá está practica:1-do el zappzng? ¿Que- truirla de otra manera, limitando la imagen a un marco determinado,
da esta escena lo bastante clara sin perder su hger~za? ¿Conoce todo seleccionando lo real, las voces, las emociones y a veces las ideas.
el mundo el significado de esta palabra? ¿Reconoceremos l_uego ese Incluso en el caso de que esta elección -indispensable- se reali-
decorado que sólo hemos visto una vez, de noche? ¿ ~o~seguuem?s el ce únicamente en el momento del·montaje, es precisamente aquí don-
permiso para rodar en la Torre Eiffel? ¿No _es_ ~sta replica de?;as_iado de interviene el artificio, no importa lo·que se haga para combatirlo o
laraa o demasiado eniamática? Chejov escnb10 una observac10n mol- negarlo . Mejor reconocerlo, aceptarlo, y dedicarse a dar forma a esta
vidable: «Lo mejor es°evitar las descripciones de estados de foimo. segunda realidad, a menudo más densa y afilada que aquella que per-
Hay que intentar explicarlas a trávés de las acciones d~ los persona- cibimos al azar en las calles. .,
jes». ¿Somos siempre estrictamente fieles a este ideal'.0-
- ~~-· Por otro lado, un guión que se contenta~a con re~ponder a estas .. !

cuestiones estaría más cerca de la burocracia que de· otra cosa. Las A la inversa, es necesario un último desafío - tanto para el autor
brechas practicadas por la imaginación -por la impro~isación, en el como para el actor- con respecto a ciertos estados generalmente juz-
caso del actor- llegan siempre a tiempo para subvertir el estado de gados como superiores y a los que se denomina inspiración, pasión,
cosas: para incendiar, para exaltar, para inventar.
• i . ;,
entusiasmo e incluso locura. De hecho, en la mayor parte de los casos,
Una búsqueda que no tiene fin . Por momentos, tanto el actor_como estos estados llamados «poéticos» proceden, no de una liberación,
el autor tienen la impresión de que lll,s dos fas~s se han con~:rt1do en sino de un repliegue: son testigos de una ceguera voluntaria. En la rea-
una. Se ha producido una aparición. Se ha realizado una _umon. . lidad cotidiana de nuestro trabajo, no hay nada que los justifique. Y,
A menudo este encuentro, tan fulgurante como pasajero, produce en lugar de sucumbir, de dejamos llevar, es necesario, a la inversa,
al actor,una especie de estupefacción a la hora de salir a escena., . desconfiar de ellos como de una droga estimulante que nos llevara a
También el autor cuando le sucede esto, se queda como atomto. idolatrar todo aquello que pudiera salir de nosotros . · · .
También él se ha co~vertido en doble, en triple, a veces en múltiple. Recordemos a esos miles de poetas que, durante los años 1968-
Su trabajo es una alianza, un ensamblaje entre distintos niveles~ Y ~o 1970, se fumaban un buen porro, o tomaban hachís, y luego escribían
una separación, una división. En cada instante ?ªY una conc~e~cia
·•. ·:;.•"!•'•

durante toda la noche llenos de excitación, absolutamente convenci-


y una inconciencia, un orden y un azar. Hay una mcesante mov1hd_ad dos de su genio. Luego, a la mañana siguiente, cuando nos obligaban
que puede parecer aberrante e incluso gratuita, una búsque~a, una m- ·-·t •:' a leer sus obras, todo parecía tristemente vulgar. E incluso ellos mis-
certidumbre que, en ciertos momentos, debe tomar una pnmera for- mos eÚaban de acuerdo, a pesar de la jaqueca. Lo mismo sucede con
ma, antes de que el rodaje fije para siempre ese desorden. la· cocaína. Lo difícil es encontrar por uno mismo la verdadera exci-
tación, perder el juicio únicamente en algunos momentos muy _deter-
minados.
De ordinario, la vida tal y como la percibimos resulta confusa e in- Espontaneidad, sinceridad, interioridad: más palabras que no quie-
cluso incoherente. Caminamos por una calle, oímos fragmentos ~e ren decir nada. Sólo se aplican a supuestas cualidades, a veces incluso
conversaciones vemos a o-ente -de la que no sabemos nada- reali- con un trasfondo moral (está bien ser sincero y espontáneo, está mal ser
zar acciones indeterminadéls que se nos_escapan por completo. Perc~- calculador). Sólo una prolongada práctica y una actitud intelectual muy
2.4 bimos ruidos sin escucharlos, y también olores, colores que pasan ra- particular -sin ningún tipo de pudor vergonzante, sin reservas, pero
) ...,._
138 LA PELÍCULA QUE NO SE YE LA DESAPARICIÓN DEL GUIÓN 139
)
) también sin exhibicionismo-- permiten que las escenas aparezcan por Atrapado en un amplio abanico de limitaciones técnicas y necesi~
sí mismas, vivirlas, improvisarlas, dejarse' poseer momentáneamente dades comerciales, obligado a trabajar en un proyecto que luego se
)
por un elemento desconocido, dar libertad al cuerpo y a la boca sin per- verá metamorfoseado por una larga serie de manipulaciones, forzado
) der el necesario control.· En los mejores momentos -muy escasos y en la mayor parte de las ocasiones a describir a los personajes desde el
) siempre inesperados- todo ello se produce conjuntamente, de una exterior, sin poder recurrir a la confortable introspección de los nove-
manera absolutamente inseparable, de modo que los contrarios se fun- listas, sabiendo que la totalidad de su trabajo está condenado a desa-
)
den el uno en el otro. Ya no se trata de un ir y venir, sino de un ir-venir. parecer, el guionista se suele plantear, a lo largo de toda su vida, la
) La rapidez de los milagros. misma pregunta: ¿cómo expresarme a mí mismo? ¿Cómo hacer oír mi
) voz a la manera de otros artistas, cuya individualidad se reconoce mu-
cho más que la mía, cuya gloria es siempre más resplandeciente?
J Los ejercicios practicados por el guionista son muy.difíciles. Y los Flaubert, sin embargo, intentaba conseguir justamente-lo contra-
> obstáculos, a veces, nos parecen insuperables. Veinte, treinta veces rio, la desaparición total del autor. Admiraba sin reservas la existencia
) volvemos a la misma escena para encontramos con el mismo bloqueo. objetiva de la obra de Shakespeare, en la que ni el corazón ni la mano
Entonces estamos convencidos de que no vamos a pasar de ahí, de que del artista parecen estar presentes.
} En efecto, se puede estudiar a Shakespeare durante toda una vida
no finalizaremos nuestra búsqueda, y muy a menudo así es. La pelí-
J cula se detiene ahí. Nadie .la verá jamás. Objeto inacabado y aún in- y el hombre que hay detrás de las ·ofüás"-seguirá escurriéndose entre
) forme, va a parar al cementerio de los armazones vacíos. nuestros dedos. Su obra nos lo dice todo y, sin embargo, no sabemos
- -- - En estos casos, cuando nuestra historia se atasca, cuando nuestros nada de él. ¿Era de derechas o de izquierdas? ¿Hablaba mucho o era
) personajes nos parecen inútiles y falsos, cuando monumentales difi- más bien callado? ¿Le gustaba más el campo o la ciudad? ¿Las muje-
J cultades de producción vienen a añadirse al desastre, es como si a res o los hombres? No hay respuestas.
nuestro alrededor dos murallas empezaran a juntarse hasta convertirse _. El incomparable autor se ocultó detrás de sus personajes, a los cua-
)
en una. Y, sin embargo, a veces repentinamente, casi como una sonri- les dio lo mejor de sí mismo y que, a su vez, se convirtieron en ex-
sa, aparece una grieta en la sólida piedra, y a través de ella una luz, por presión de todos los sentimientos humanos. He aquí la verdadera, la _
) la que nos deslizamo_s;y salimos al otro lado. Exactamente como el ac- más gloriosa «boca de la sombra» . El triunfo de lo invisible. La cum-
tor, otro experimentado fugitivo de las murallas. bre de la gloria - ¡oh, sorpresa!- es el anonimato. Y la más personal
,)
Lo que se nos escapa es la adaptación suprema. Procede, sin duda, de las voces es la voz de cada cual.
) de un largo y oscuro trabajo, de una disposición particular del inte- El guionista, una pieza más de la maquinaria cinematográfica, se
) ·1ecto, pero, en el momento en el que se produce, es más bien una bre- cree amordazado, aniquilado, incluso a veces traicionado. Y, por si
cha provocada por el instinto. Sólo se puede hablar de ella por alusión fuera poco, se le pregunta incesantemente, hasta provocar su irrita-
) ción: ¿por qué no escribe una obra personal?
Y por aproximación. Para calificar e_l camino real, el comportamiento
_¡ ideal, Gurdjieff dijo: «El camino del hombre astuto». Como si las palabras obra personal poseyeran una especie de fuer-
) . En su indescifrable misterio, la expresión me parece bastante apro- za superior, un nivel de existencia más elevado; como si fuera más im-
piada en lo que se refiere a nuestro trabajo. En muchas tr~diciones, la p01tante ser personal que ser útil; como si, una vez más, por no se sabe
astucia es la cualidad más importante de un hombre: la astucia de Uli- muy bien qué extraña perversión, sólo contara el autor, y no la obra.
ses o de Krishna. En nuestro caso, se trata de una doble astucia, astu- '. _El -,gúionista es, no obstante, el primero en saber, en adivinar, en
\
.} cia con respecto al otro y con respecto a uno mismo, la más audaz y todo caso (y en algunas ocasiones), que esta noción de obra rabiosa-
sutil de las astucias. Sabemos que hay algo que debemos preservar-la mente personal ha fracasado desde hace ya mucho tiempo, que un li-
) penumbra, la profundidad de la que surgirá lo inesperado- y algo qu~ bro o una película no pueden existir si no se dirigen a los demás, que
) debemos controlar, que conduce a nuevas acciones, las cuales deben un autor que sólo trabaje para dar lustre a su mísera torre de mmfil --o
) parecemos inevitables. para engrosar su cuenta ban~a_r ia- se agotará mucho más rápidamen-
Lo inesperado, lo inevitable. Ambos a un tiempo. Sólo la astucia te que todos los demás.
J puede conseguir su unión. Y contar esta unión secreta en términos . Nuestra única misión consiste en transmitir ciertas emociones. Si-
) concretos es- algo imposible, pues las palabras no tienen acceso a ello. guiendo una vieja tradición, somos los narrado~es de hoy en día, con 25
140 ,
LA PELICULA QUE NO SE VE ····1
.,. 1 ,,.¡. . ,

los medios de hoy en día. El berebere que habla y canta en la plaza de -¡

Marrakech tiene el mismo oficio que yo. Y los relatos que encadena ]

uno tras otro son algo necesario para quienes le escuchan. «Hay que :
escuchar historias», se dice en el Mahabharata, «pues resulta agrada-
ble, y a veces nos hace sentir mejor.» Como esos gusanos que fertili-
zan la tierra de los jardines, las historias van de una persona a otra e
incluso a veces de un pueblo a otro. El camino que sigueri es imprevi-
sible, pero su bagaje es siempre precioso. Y lo que dicen sólo les per-
tenece a ellas.
Una antigua alegoría árabe representa al narrador como a un hom-
bre de pie sobre una roca y mirando el océano. Entre historia e histo-
ria, apenas se toma el tiempo necesario para beber un vaso de agua. El
mar le escucha, fascinado. Y la,s historias se siguen unas a otras inter-
minablemente.
La alegoiía añade:
-Si un día el narrador callara, o se le hiciera callar, quié.n sabe lo
que haría el océano.

·.: ¡

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