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Febrero de 2014
«Engullimos de un sorbo la mentira que nos adula y bebemos gota a gota la verdad que
nos amarga».
Diderot
Introducción
En la fábula «El rey desnudo», Hans Christian Andersen descubre un comportamiento
cotidiano: la dificultad que a veces tenemos para decir a los demás lo que realmente vemos
en ellos. Además, esta dificultad se acentúa cuando media una relación jerárquica.
Recibir retroalimentación (feedback) sobre las conductas es un aspecto esencial del desarrollo
humano; basta para ello recordar la frecuencia con que repetimos esta conducta cuando se
trata de educar a niños pequeños. ¿Hacemos bien en abandonar esa disposición cuando
se trata de relacionarnos entre adultos en entornos profesionales?
Ese papel lo ejercen las personas con responsabilidad jerárquica y de supervisión directa en la
empresa, por medio de las correcciones diarias y de las evaluaciones periódicas del desempeño,
normalmente referidas a objetivos predefinidos.
Nota técnica preparada por Eduardo Rábago, PDG 2009, y el profesor Guido Stein, con la colaboración de Marta Cuadrado,
asistente de investigación. Enero de 2014. Todo el material, ya sea en el grueso del texto o en los anexos, es de elaboración
propia a no ser que se indique lo contrario.
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Según estudios recientes1, en torno al 86% de las compañías norteamericanas sondeadas están
insatisfechas con sus sistemas de evaluación del desempeño. En ellas, 8 de cada 10 directivos
del área de personas piensan que la evaluación del desempeño no contribuye a una mejora en
el rendimiento de sus empleados, y tan sólo un 14% de los miembros del comité de dirección
encuestados opina que sus sistemas de evaluación del desempeño son correctos y no necesitan
cambios.
¿En qué sentido necesitan cambios los sistemas de evaluación del desempeño?
Probablemente, el reto principal es lograr mejoras en la forma en que son percibidos, pero no
tanto desde la óptica de las campañas de comunicación como en la percepción de utilidad de
los mismos, algo mucho más complejo y dilatado en el tiempo. Dicha percepción de utilidad
depende de las creencias que se tengan sobre la propia capacidad humana de transformarse y
desarrollarse. Remontándonos al debate sobre si la persona «nace o se hace», la forma en que
nos posicionamos ante el feedback recibido en una evaluación de desempeño depende de la
primacía del «cómo somos» o del «cómo nos desarrollamos».
De acuerdo con Carol Dweck 2 , hay dos puntos de partida que conviene tener en cuenta,
independientemente de que una postura pudiese resultar algo más cierta que la otra: en
primer lugar, que tener la creencia de que las personas «nacen» limita extraordinariamente las
posibilidades de mejorarse; y, en segundo lugar, según evidencias recogidas, que las personas
somos influenciables por el entorno en el que nos desenvolvemos en cada momento. Este
doble hallazgo nos lleva a la conclusión de que los entornos que fomentan la idea de que
«somos como somos» perjudican notablemente el desarrollo, porque orientan a las personas
hacia un camino limitador, y lo hacen con eficacia.
Pero ¿en qué sentido podemos decir que tener en sí la idea de que las personas «nacen» más
que «se hacen» puede dificultar las posibilidades de desarrollo? Esto es así básicamente
porque de esa idea previa nace una respuesta reactiva o proactiva a las circunstancias que
afrontamos.
Veamos para ello una tabla comparativa de las creencias (y respuestas) que subyacen en
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ambas posturas.
Tabla 1
«Se nace» frente a «se hace»
El feedback es peligroso, porque te retrata en tus El feedback es una oportunidad para aprender, te
limitaciones. dice lo que estás haciendo bien y mal.
Los retos son arriesgados, pueden ser insalvables Los retos son un estímulo que fomentan mejores
para tus capacidades. capacidades.
La motivación es fundamentalmente extrínseca, y La motivación es fundamentalmente intrínseca, y
proviene de que se reconozcan los éxitos y se proviene de aprender de los éxitos y los fracasos.
castiguen los fracasos.
La necesidad de esfuerzo es una señal de falta de El esfuerzo mejora las capacidades involucradas
talento. en el propio esfuerzo.
El éxito de los demás es una amenaza; evidencia El éxito de los demás muestra ejemplos para el
que «son mejores que tú». aprendizaje.
Si atendemos a cómo se fijan objetivos, cómo se realiza el feedback y cómo se miden los
resultados, los sistemas de evaluación del desempeño precisamente promueven la idea de que
las personas «nacen». Veamos por qué.
mejorado en ventas los tres últimos trimestres» o «Tu nivel de competencia en iniciativa este
año ha pasado de dos a tres».
En el ámbito empresarial privado, las primeras iniciativas conocidas que se pueden calificar
como «evaluaciones multifuente» tuvieron lugar en la década de los cincuenta, en la
multinacional petrolífera Esso. No obstante, en el plano empresarial, su uso más conocido
llegó treinta años después, en los ochenta, cuando Jack Welch popularizó su uso. Nombrado
nuevo CEO de General Electric, Welch afrontaba un escenario de pérdida de cuota de
mercado, descenso progresivo en los márgenes, y sobredimensionamiento de la plantilla que
iba acompañado de una cultura de acomodación al cargo.
Jack Welch se hizo famoso por la espectacular mejora en los resultados de la compañía,
conseguida, entre otras cosas, con drásticas reducciones de plantilla para las que se utilizó
el feedback 360°. A pesar de la difusión de aquellos éxitos, el uso de este feedback ha tenido
que esperar hasta el nuevo milenio para generalizarse, probablemente por una conjunción de
motivos:
Mayor uso de tecnologías informáticas que facilitan el proceso (si el paso de los
cuestionarios manuscritos al uso de las máquinas de escribir ya fue un avance en
términos de anonimato, el uso de herramientas online supone un avance también
en términos de tratamiento de datos).
Mayor foco en aspectos de desarrollo profesional y humano, tanto desde una perspectiva
organizativa como individual. Se pasa del concepto de empleo al de empleabilidad.
Aumento de los sistemas de gestión por competencias, resultando cada vez más
comunes las definiciones de comportamientos deseados.
Ligado a lo anterior, hay un progresivo interés por cómo se alcanzan los objetivos, más
allá de la mera constatación de los resultados logrados.
En este nuevo entorno crece el uso de este tipo de herramientas; hoy en día, más del 90% de
las empresas de mayor prestigio en Estados Unidos las utilizan.
Conceptos generales
Por feedback entendemos la posibilidad de obtener información de comportamientos concretos
que han ocurrido. Para ser mejor aceptada y facilitar su tratamiento posterior, la información
ha de ser lo más objetiva posible y estar liberada, idealmente, de la interpretación y la opinión.
Pongamos un ejemplo. Supongamos que se trata de reportar feedback a un directivo que tiene
la costumbre de atender su teléfono móvil y escribir mensajes mientras está reunido con su
equipo. Lo indicado en primer lugar será reportarle que repite habitualmente esa conducta,
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sin entrar a enjuiciar si eso es una falta de respeto, si esa persona está desbordada de trabajo,
o cualquier otra interpretación posible.
En este punto, es importante discernir que los informantes dan lugar a reflexiones posteriores
con sus observaciones, pero no se ocupan de hacer dichas reflexiones. Esto es así porque si se
abre en este punto la puerta a la opinión, el feedback deja de ser información no sujeta
a discusión para convertirse en debate.
Por 360° entendemos que las personas que proveen información a un interesado ocupan,
respecto del mismo, posiciones jerárquicas de superioridad, igualdad o subordinación.
Significa esto que el propio jefe, el equipo gestionado y otros iguales en la organización
conforman una esfera informativa en cuyo centro se sitúa la persona receptora del feedback.
Para ser idealmente más completa, la esfera informativa puede abarcar otros ámbitos
externos a la empresa (clientes y proveedores, por ejemplo) e incluso salirse del ámbito
profesional (amistades y familia).
Por lo general, las empresas circunscriben sus procesos de feedback 360° a los informadores
antes citados: superiores, equipo e iguales, y a veces, incluso, sólo a uno o dos de estos
colectivos. Ello no impide que normalmente se llame «feedback 360°» a procesos que en
puridad serían de feedback 180° o feedback 270°, al no preguntar a todas las partes.
3 Aunque la traducción correcta es retroalimentación, a menudo en la vida empresarial se identifica con el resultado de una
evaluación, y por extensión con ella.
Descubrimiento de zonas «ciegas»: información que implica novedad y que nos desvela
aspectos que desconocíamos sobre cómo nos perciben, normalmente asociados a
conductas de las que somos poco conscientes. Sin el conocimiento de esta zona
es imposible tomar el control sobre aspectos en los que se puede desear un cambio,
porque es imposible el primer requisito, el de aceptación y expresión de la voluntad por
cambiar.
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Hay una gran diferencia entre que los evaluadores estén designados por la dirección o por los
evaluados. En cualquier caso, conviene usar como evaluadores a los que estén cerca del
evaluado, y evaluarles sobre aquello con lo que estén familiarizados. La consecuencia es que
se suelen diseñar cuestionarios estándar para todos los participantes, sean del colectivo
que sean, y a veces un evaluador recibe preguntas sobre las que no tiene una opinión tan
formada (por ejemplo, alguien en el rol de cliente interno respecto al evaluado ha de
valorarle en aspectos relativos a la gestión de equipo, la cual no ha podido conocer bien). Por
este motivo, y desde el punto de vista del evaluado, es interesante observar qué cosas dicen
ciertos colectivos a determinados puntos, y ponderar las respuestas.
Además de los evaluadores que se puedan encontrar entre iguales, clientes internos y equipos
al cargo, conviene que se incluyan apartados con valoraciones de superiores (o superior) y
autoevaluaciones. Con respecto al superior, estos ejercicios dan, a menudo, la oportunidad
para empezar a tratar constructivamente aspectos sobre los que no había una puesta en
común suficiente. En relación con las autoevaluaciones, a menudo son una valiosa
información sobre aspectos de autoexigencia. Disponer de una autovaloración previa a la
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lectura del informe debe ayudar a contrastar la propia visión con la de otros.
Voluntariedad y seguimiento del participante evaluado. Las compañías ponen en sus propios
directivos cada vez más responsabilidad de autodesarrollo. Ya no se promete empleo para
toda la vida, sino empleabilidad, y cada cual ha de responsabilizarse de procurársela a sí
mismo lo mejor posible.
El anonimato. Éste es un factor crítico de las evaluaciones 360°, que a veces se olvida por
querer mejorar la información obtenida. Los riesgos típicamente derivados en cuanto al
anonimato son los siguientes:
Solicitar informaciones «cualitativas» para mejorar las observaciones. Está muy extendida
la práctica de acompañar los ratings tipo test con preguntas adicionales que
«enriquezcan» la información. Los proveedores de estas respuestas son, por lo general,
identificados por los evaluados (según cuestiones de estilo de escritura y de temática), y a
veces traen consecuencias no deseadas. Salvo una cultura con perfiles muy abiertos
a recibir observaciones críticas, parece preferible buscar riqueza cualitativa por medio de
puntuaciones a una lista de sugerencias de acción futura que dejarla a la propia
redacción de los evaluadores.
Sin embargo, y una vez que tenemos esos informes en «sobre cerrado», no parece que su mera
entrega sea la mejor vía para comunicar datos tan sensibles, y, si queremos ir más allá de la
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mera entrega, resulta que no es factible por la confidencialidad. Este obstáculo se puede salvar
con la contratación de consultores externos que faciliten el acompañamiento, la interpretación
y el balance de conclusiones para la reorientación de caminos de desarrollo. Según cada caso,
con estos profesionales convendrá levantar muros de confidencialidad respecto de la propia
empresa contratante.
Definición de los objetivos para los que se realiza. La implicación y la respuesta de los
involucrados son clave, y serán muy diferentes según los propósitos marcados.
Conviene, además, analizar si se está eligiendo el momento adecuado.
Elección de los participantes.
Diseño del cuestionario. Si no se dispone del diccionario de competencias o en la
práctica no se usa, conviene acotar qué es lo que se quiere sondear. Habrá entonces
que crear una lista de conductas que provengan de aspectos clave para el éxito de la
empresa (cooperación, foco en clientes, etc.).
Comunicación del proceso. Conviene explicar los propósitos perseguidos y vincularlos
con otros más generales de la empresa; ratificar el apoyo de la dirección, y ahondar en
detalles del proceso relativos a intervinientes, fechas, aplicación de cuestionarios, etc. En
Fase 2. Aplicar filtros. Conviene pararse a reflexionar sobre nuestros propósitos para el
futuro y contrastar si los posibles puntos débiles son realmente un obstáculo del que
preocuparse. Veamos un ejemplo sencillo para explicarlo: pensemos en dos investigadores de
un laboratorio que obtienen el mismo feedback; son muy tenaces y constantes en su tarea
pero no se relacionan adecuadamente con otras personas. Probablemente los dos sientan que
deben mejorar su habilidad social tras recibir el feedback. ¿Significa eso que ambos deberían
fijarse el mismo plan de desarrollo? La respuesta es «no». Lo que deberían hacer es, en primer
lugar, preguntarse por su propósito de desarrollo de carrera para luego actuar en
consecuencia. Si un investigador tiene deseos de ser algún día el director del laboratorio, más
vale que entienda que le conviene mejorar su capacidad social y que busque formas para
mejorar en ese sentido; pero si el otro investigador está comprometido con una investigación
determinada que requiere aislamiento por su parte, la mejora social ha de quedar en segundo
plano, y su foco debe seguir siendo la persistencia en su investigación.
Fase 3. Identificar hábitos. Decía Aristóteles que somos lo que hacemos repetidamente y que
la excelencia, por tanto, no debe ser entendida como un acto, sino como un hábito. Si se
comparte esta visión, lo que habrá que hacer a continuación será identificar hábitos
relacionados con el cambio deseado. Normalmente lo hacemos en términos de incorporación
de registros de conducta que no hacíamos antes y que ahora creemos convenientes. Para
completar la identificación de hábitos es conveniente que pensemos qué debemos empezar a
dejar de hacer y qué debemos seguir haciendo.
Fase 4. Automatizar hábitos. Se trata de pasar a la acción después de las tres fases
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Los defensores de un uso con fines de desarrollo suelen decir que el valor de estas informaciones
está en que sean honestas, y sólo podrán serlo si la recogida de datos es altamente confidencial y
anónima y no existen posibles consecuencias negativas para nadie en el proceso. Sostienen que,
si la información facilitada por los participantes con sus respuestas puede implicar decisiones
importantes hacia otros colegas, se aumentarán las respuestas interesadas, dirigidas a lograr un
efecto, ya sea éste positivo o negativo para la persona valorada.
Por otro lado, esta postura también defiende que la franqueza de la respuesta no es lo mismo
que su grado de acierto. Las informaciones no son «la verdad», sino las percepciones
manifestadas sobre un tema, que pueden o no coincidir con la realidad.
En el polo opuesto, los defensores del uso de la evaluación 360° para decisiones ejecutivas
opinan que haríamos un empleo muy limitado si sólo nos circunscribiéramos a aspectos de
desarrollo personal. Defienden que las organizaciones en las que triunfa la evaluación 360°
se caracterizan por el respaldo directivo a la acción, la alta participación y la disponibilidad
de modelos competenciales maduros. Sostienen que ésos son los secretos del éxito.
Si se realizan este tipo de sondeos pero luego se limita la acción directiva a las impresiones
que se tienen desde una visión «descendente», renunciando a la información que dan los
iguales y los equipos de un mando, se puede acabar cometiendo una irresponsabilidad,
además de seguir alimentando una visión jerárquica vertical de lo que debe ser la gestión.
Otro argumento a favor de que las evaluaciones 360° tengan «consecuencias» es que así
impactan en el comportamiento. La fuerza del castigo o el premio externo (bonus retributivo,
promoción, despido, etc.) no se debe menospreciar a la hora de provocar la consecución de
los objetivos buscados.
Como se observa, en el fondo del debate sobre su adecuado uso subyacen otros relativos a la
visión de las personas. Los defensores del uso exclusivo para el desarrollo se inclinan a pensar
que la propia motivación de crecimiento es muy poderosa, y los de la postura ejecutiva se
inclinan a dar valor a motivaciones extrínsecas como el dinero o el estatus. También subyacen
visiones encontradas sobre las personas: la tendencia proactiva a la superación continua y al
cambio, nacida como impulso interior, o la adaptación reactiva a lo que demanda el entorno
en cada momento puntual, con más insistencia en aspectos de efectividad profesional inmediata.
promoción jerárquica, y en el horizonte no se ven motivos por los que el momento sea
inadecuado, las ventajas del enfoque ejecutivo son innegables. Pero si la empresa no está tan
preparada o la elección del momento no es la acertada, las consecuencias negativas de dar un
feedback con enfoque ejecutivo pueden ser muy significativas, y vale la pena ahorrarse
el propósito de sacar todo el partido posible a la herramienta.
En cualquier caso, un propósito a perseguir en cualquier tipo de empresa que realice estos
procesos es lograr que las informaciones sean lo más francas y honestas posible. Para ello,
resulta útil lo siguiente:
No sentirnos culpables de que la persona sobre la que informamos se desanime por
nuestra culpa.
Evitar el temor a que nuestras relaciones profesionales se enrarezcan, el clima se
dificulte o suframos consecuencias negativas en respuesta a la información dada; con
más motivo si se trata de un superior.
Impedir sentirnos responsables por las decisiones negativas que la empresa pueda
adoptar hacia algún colega sobre el que hemos informado.
Tabla 3
Tabla comparativa de usos para decisiones ejecutivas y para planes de desarrollo del
feedback 360°
Pero ¿cómo realizar una simbiosis efectiva entre sistemas de gestión del desempeño y
feedback 360°? Históricamente, los sistemas de gestión del desempeño nacen de la necesidad
de cuantificar los resultados que las personas están obteniendo y dar una respuesta a los
logros, a menudo en términos retributivos. Con estos sistemas se trata de medir «qué» se
logra. Las evaluaciones 360° inicialmente se circunscribieron más al «cómo» se logran las
cosas, y ese «cómo» se quitaba de consideraciones evaluativas expresamente para convertirse
en observaciones de desarrollo.
Siguiendo el sistema pionero diseñado por Pepsico en 2001, cada vez son más las compañías
que se abonan a modelos que aúnan la medición de los resultados del negocio con la
medición de los resultados del personal. Ambos son modelos que suelen convivir y que
tardan varios años en madurar.
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La experiencia en estos casos arroja una serie de beneficios que conviene destacar:
Conclusión
En definitiva, la evaluación 360° es una herramienta de gestión de personas cada vez más
asentada, que puede tener un impacto directo no sólo en mejorar y desarrollar el talento de
las personas individualmente, sino también en mejorar los sistemas de evaluación
del desempeño. Puede, además, servir para aunar dos valoraciones necesarias pero diversas
en toda organización: evaluación del desempeño pasado y estimación del potencial futuro.
Anexo 1
Ejemplo de cuestionario 360°
Por favor, valora en una escala de 1 a 4 las siguientes conductas, siendo 4 la valoración más alta.
Competencia: Gestión de equipos Casi nunca A veces A menudo Casi siempre
Está disponible ante problemas y dudas del equipo.
Crea y favorece un buen clima de trabajo.
Aprovecha lo mejor de cada cual.
Centra adecuadamente los objetivos.
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