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Noberto Galasso, investigador riguroso, Se permite un recreo al presentarnos un trabajo en el que juega con el imaginario de la clase media argentina y construye un relato sobre Tnocencio Esquilmao. Este personaje nos pone frente a un espejo jauretchiano que nos devuelve los tics y manias que nos hacen portefiosamente previsibles. La Argentina de los tiltimos aftos transcurre iil Hii) en la pluma del autor con trazos de humor, SE ironfa y estadisticas, hasta llegar al 19 y 20 de diciembre de 2001, cuando tal vez comenz6 un futuro mejor. el NORBERTO GALASSO / DEL TELEVISOR A LA CACEROLA INO) cess WMO er VS nal eleViSOr ala cacero il | | | Desventuras y replanteos| de un hombre de la clase media de Buenos Aires| a Po o Norberto Galasso, historiador y ensayista, naci6 en Buenos Aires en 1936. Egres6 de la Facultad de Ciencias _ Econémicas de la Universidad de Buenos Aires, en 1961. Ha publicado alrededor de 40 ‘obras, entre ellas, numerosas biografias con investigacion sobte archivos personales: Vida de Scalabrini Ortiz; Jauretche y su época; Manwel Ugarte, Juan José Hernandez Arregui: del peronismo al socialismo; Discépolo y su época; Atahualpa Yupangui: el encanto de Ia patria profunda, y otros estudios sobre historia argentina del siglo xx. Sus diltimos trabajos son: Seamas libres y lo demés no importa nada. Vida de San Martin, 2000; Socialismo y cuestién nacional, 2001; De la Banca Baring al FMI. Historia de la deuda externa argentina, 2002. El gobierno de la provincia de Buenos Aires ha dectarado su obra “de interés provincial”, como “singular aporte para la cultura nacional’, ‘NORBERTO GALASSO Dei televisor @ la cacerola esventurs rplantoor de un hombre de ta clase media de Buenas Aires NORBERTO GALASSO Del televisor a la cacerola Desventuras y replanteos de un hombre de la clase media de Buenos Aires © Notherto Galasso: 2008 © Do esta edicdn: Astraib, 2003, Agrelo 3923 (C1224ABQ) Buenos ices astralb@hotmail.com ISBIV 997-20926-6-2 Hecho el depésito que indica la ley 11.723, Impreso en la Argentina, Printed fe Argentina dma 9 vei Fete Cubes - Gest MacRae Ager Comercial: qe Gate Mig! Aug! wis Mari tepersiours «cop Mowe Diet de erin Martel Beat bier inter Mara tel Bo Cones Toga Nee ale Rasnaty tacos os derecho ese Ea publiacin no puede 5 ‘produit en todo nen pate rnLzegtada en warm por unssiam de copes de ‘fornia, en ninguna Sin aiporrinie verbena, {oteguimica, etre, magica, decree, poe tocopia 0 eualia oto sn orien previo presented eid, Agradezco @ os campaiieres del Centro Cultural "Enrique Santos Discépoto”el permanente aliento con que estimuilaron estas paginas y especialmente a los amigos Eduardo Vaianella y Marcelo Soubie, ‘que las entiquecieram con sugerencias 1y valiosos apories. Al peligrar su status econémico, la clase media cexperimenta el sentimiento temeroso de su aislamiento, entre la clase alta a cuyo ideal de vida aspira y ta clase baja a Ja aque teme descender [J Duda entonces de las tradiciones cultwrales de ta clase dirigente en Ia que ha sido educada, percibe ute las instituciones sociales que le parectan —a través de la etucacién recibida— lo mds sétido de la wida colectica, no responden a sus representaciones mentale, ni a sus intereses especificos de clase intermedia E..] El enemtigo de la clase media no es el movimiento obrero organized, sino ella misma, por su falsa idea de a Jevarquia social, por su incomprensin de su real ubicactén en ‘os cuadros de la sociedad dividida en clases y por su funcion conserzadora del antiguo orden, del cual es wna ofctinia asaleriada y por ende, sin libertad ética y cultural, aunque con camisa planchada. Juan José Hemwanpez Arrecut La formacién de la conciencia nacional. Buenos Aires, 1960. CAPITULO L El dolor de ya no ser ayon llamo Inocencio Esquilmao. ~Asi dijo y empez6 a contarme su historia, aquella tarde en que trabamos telacién, en un bar de Emilio Mitre y Asamblea, Debia ser octubre o noviembre del 2000, porque de alguna manera asocio aquel encuentro con fa renuncia del “Chacho” Alva- rez ala vicepresidencia de la Reptiblica. -Naci en Buenos Aires, en 1944, Mis padres son argen- tinos, pero mis abuelos eran inmigrantes por ambas ramas ~continud su presentacién-. Pertenezco a la clase media, lo mejar de este pais Soy un hombre culto, gcomprende? Me formé en la es- cuela primaria de Sarmiento, en el secundario de Levene y en la prestigiosa Universidad de Buenos Aires. Puedo dar le nombres de rios de Europa y tna larga lista de empera- dores tomanos 0 de dioses mitol6gicos griegos. Conazeo profundamente la literatura europea y Ia historia del cine orteamericano. Y, por supuesto, amo a Borges. Alguna gente se burla de mf porque conozco dénde florecen las orqutideas y cémo son las costumbres de los canguros. No ‘se me escapan los sucesos importantes de la historia mun- ial, ni guiénes son los més importantes escritores de esta Poca, aunque reconozco que ignoro hechos menores y Pensadores “de segunda” comespondientes a estas tierras de América latina. La cultura sélo puede ser universal y yo mismo me considero un cittdadano del mundo. Lamenta- blemente, no pude culminar mis estudios universitarios, 1o que hubiera sido la gloria para mis padres, Pero siempre he it a mantenido estrecho contacto con la cultura y ne quiero jactarme, pero dificilmente se me ha escapado algiin best seller de las tiltimas décadas. Si habré pasado noches, en mi juventud, absorto en La ciudadela, de Cronin, Cuterpos y almas, de Van det Meerchs 0 Sinhuié, ef egipcio, de Mika ‘Waltati, En tiempos cercanos, he nutrido mi espirita con Iho agodesas y ensefianzas profunclas de rin Marens Agni- nis, un Tomés Eloy Martinez, o un Juan José Sebreli Atiendo un pequefio comercio minorista desde hace muchos aiios, tengo automévil y un departamento en la costa, comprado en la 6poca de“las vacas gordas”. Por su- puesto, poseo tarjeta de crédito y teléfono celular. Ademas, por sobte todo, tengo una conducta, sf, sefior, una ética, ame comprende?, lo cual me coloca a gran distancia de mucha gente, en este pats de la avivada y la corrupcin. Por estas razones, hasta no hace mucho, yo era un hombre satisfecho de mi mismo, ejemplo para mis dos hi- jos, prestigiado en el Club de Leanes de Caballito, alguien que preservaba los valores éticos y culturales del viejo pais, aquel que ocupaba un lugar de privilegia en “el concierto de las naciones del mundo”. Y muy esperanzado zsabe?, ‘con mucha confianza en la Argentina, especialmente des- de que echamrios a“la matia”y el gobierno pasé a manos de gente decente, Sin embargo, le voy a confesar a usted que ditimamente me encuentro abrumado por dudas. Muchas cosas en las que he crefto, parecen fracasar. Hombres en los que he confiado no dan respuestas. {Qué quiere que le diga? Siento como que cl piso se esté moviendo bajo mis pies.Yo he vivido siempre muy seguro, muy sélido. Le di- fa que solamente me han intranquilizado las 6pocas desor- bitadas, con retumbar de bombos y ostentaci6n de vinchas amenazantes. Usted comprendera a donde apunto. Yo soy “medio socialista”y quiero que al obrera se le pague lo que le corresponda. Pero que trabaje, eso si. Porque con“ne- {gt08" vagos no vamos a iradelante, Mi viejo laburaba vein- te horas por dfa y & me educé a mi, me dio una conducta, gsabe? Porque una cosa es libertad y otra libertinaje, como dijo el general Aramburu. Una cosa es que tengan sus de- rechos. gAcaso alguien pretende negarles derechos a los breroa? Pero otra cosa es el desborde, la prepotencia, Pot ejemplo, custed se fijé, por televisién, la cara que tienen algunos sindicalistas? Qué quiere que le diga: a mi no me sian nada... A veces, me acuerdo de cuando mi padre me hababa de aquellos viejos socialistas, gente que propi- Gaba reformas, pora cenesias, can eriterin, gente rome tino. Daban gusto! gNunca ley6 un discutso de Nicols, Repetto? ;Magistral! Por ejemplo, mi padre siempre recor daba cuando Repetto se opuso a la jubilacién de los ferro- viarios porque era una exageracién o cuando dijo que si nosotros éramos neutrales en la guerra, Inglaterra y Fran- a hacian bion si nos aplicaban tepresalias al terminar el conflicto. Era la sensatez, gno es cierto? En esos discursos estan las ideas madres, la guia pata el futuro. Mire, yo creo gue hay que hacer la s{ntesis: responsabilidad, criterio gusto por lo nuevo, peto gradual. Si, por eso leo La Nacién durante la semana pero sdbados y domingos leo los stiple- mentos culturales de Clarin y Pégina/12. En éstos, usted encuentra la tiltima novedad del pensamiento muncial Fensadores que no son conocidos ni por los estudiantes de la Facultad de Filosofia y Letras. Antes me molestaba por- que yo me decia: jQué ignorante soy que no los conozco! Pero, ahora, al revés, me aprendo algiin apeltido de memo- Hla y de repente, lo largo en una reuni6n del Club de Leo- nes y dejo a todos con la boca abierta, Le confieso que a ‘veces trampeo y no sé de qué tratan, pero los cito To mis- mo... y asombro, Le diré que en economia soy liberal. Rechazo total- mente los precios méximos, los subsidios, los aranceles aduaneros. Creo que es necesaria una libertad total que permnita actuar a “la mano invisible del mercado”, todo se autortegula autométicamente. Se lo he escuchado tantas veces a todos los economistas que pasan por los progra- ‘mas televisivos, que ya me lo sé de memoria, Tanto estatis- ‘mo, tanto intervencionismo, nos ha hundido en esta crisis econémica tremenda. Parece mentira, con la tiqueza que tiene la Argentina, con esta tierra extraondinaria que usted 3 Norberio Galasso _ tira una semilla y ya le crece el fruto... Sin embargo, le confieso, en mi comercio las cosas no andan bien... A ve~ ces escuicho que eso se debe a que todavia “el ajuste” no se profundiz6 del todo, que las reformas no se han apli- cado hasta las dltimas consecuencias. Usted me cae bien y por eso le cuento estas cosas, estas dudas mias de los “limos tiempos. Se imagina que yo no vaya estar canta el modelo”, ni voy a cuestionar las privatizaciones, ni voy a arengar contra la deuda externa, Pero, lo cierto es que estoy perdiendo mis convicciones, mis certezas... Al- guna raz6n debe existit pata que mi negocio se esté hun- diendo, para que no me alcanee el dinero para pagar la factura de Edesur. Me estén pasando cosas muy raras, gentiende? Y la gente no me ayuda. Bl otto dia le comenté algunos de es- tos problemas a un jubilado del barioy gsabe lo que me di- jo%:“Inovencio, Inocencio, usted va a terminar volviéndose revolucionario 0 convirtiéndose en fascista’. ¢Qué le pare~ ce? Otro dia la seguimos. Buenas tardes. Ha sido un placer, Recuerde mi nombre: yo me llamo Inocencio Esquilmeo. CAPITULO IE {Cémo no confiar en aquella muchacha gue se parecta tanto a mama? uando cumplf seis afios, mis padres me explicaron C que habia legado el momento de concurrir a fa es- ‘cucla primaria. Alli podria aprender a leer y a escribir, a su- mary a restar,y alif me pondtia en contacto con la cultura, todo Io cual me permitirfa crecer intelectualmente, com- prender el mundo y triunfar en él, para na ser un pobre Esquilmao como eran mis padres, mis abuelos y otros pa- rientes venidos de Europa en décadas pasadas, con una mano adelante y otra attds, y que todavia seguian sin te- ner de dénde agarrarse. Obedeci, aunque no de muy buena gana. Afios des- pués, intenté fundamentar mi resistencia a la vida escolar en la opinién de George Bernard Shaw: “Me eduqué en mis primeros afios y mi instruccién se detuvo cuando in- gresé en la escuela primaria”. Lo ciertoes que concurrs. Al, la maestra la mujer més cercana después de mamd y por lo tanto, enamorable, co- mo después aprenderia en algiin texto de divulgacién de Freud- me conté la historia del pafs, segiin la habian es- sitio los “grandes préceres”, entre los cuales se hallaba un famosisimo maestro cuyo retrato se multiplicaba en las aredes del colegio y las paginas de los libros de lectura. De ese relato resultaba que los nativos del pais eran ra~ Sialmente inferiores, muy brutos y muy abiilicos, producto de una mezcla barbara de indios, negros y espaftoles y que Sus costumbres, leyendas y modos de actuar se identifica- ban con el atraso y la rutina, Por esa razén, las mayorias orberto Galasso populares -expresadas politicamente por caudillos des- péticos y sanguinarios- se negaban obstinadamente a *civilizarse’, es decir, a tomar las ideas, costumbres, ins- tituciones, valores de los grandes paises cultos, especial- mente de Tos anglosajones. “Bl progreso, nifios ~dlecia esa maestra de ojos tan her- mosos ¥-voz tan dulce~ viene de Europa y de los Estados Unidos. Debemos importarlo, Y tomar ejemplo de todos aquellos préceres que han sido amigos, discipulos, agentes y-socios de ese mundo civilizado, como Rivadavia, Mitre... y tantos attos.” Confié. ;Cémo no confiar en esa muchacha que se pa- recfa tanto a mama? Claro, ahora usted me plantea una in- quietud que a mi nunca se me ocurrié: que los educadores han sido, a su vez, educados; que la maestra no podia pro- bar lo que afirmaba porque no lo habia investigado, sino que ella depositaba su fe en libros, programas, directivas, que Je sefalaba “alguien”, “otros” que estaban alld arriba, en el Poder. Con este planteo me descoloca, pero, gquién podria sospechar siguiera que los gobernantes se preacupasen por Io que se ensefiaba en aquella modesta escuelita adonde concurrian hijos de otros descendientes de inmi- sgrantes, quiz tan Esquilmaos como mi propia familia? Ahora recuerdo que a esa escuela también asistfan al- gunos descendientes de los viejos criollos, como ese com- pajierito de sexto grado que sostenia que los caudillos eran Jos amigos del pueblo, segiin le habla contado su bisabue- 1a jujefia, quien tenfa muy buenos recuerdos de Giiemes y de Felipe Varela. A mi me fastidiaba porque no podfa con- tradecirlo en ese terreno, pues mi abuela sdlo me contaba mentorias de la Vieja Europa y no de la Argentina, que des- conocia. Fero, zcémo podia yo dar crédito a la opinién de ese comparerito -para colmo“oscuramente pigmentado”— frente a la opiniGn cientifica de la maestra? Porque ~y de esto estaba convencido- las ideas expresadas por la maes- tra eran “la Ciencia”, la tinica verdad, indiscutible, la verdad neutta, ajena a los partidismos politicos y las idealogias que andan disputando por el mundo. :Acaso podia pasar por iethora lnssceiol mni cabeza que alguien ~";Qué dios, detrés de dios mueve ja pieza?”, como interroga Borges en”Ajedrez”~ tuviese el malsano propésito de engafarme? Clato, cuando fui ere endo, en el secundario y en mis pocos afios de Universi- Gad, también escuché el mismo relate y ello me conduja a ciertas conclusiones: “civilizar” es imponer lo importado, »progresat” es tracr ideas, instituciones, productos, técni- cas, flosofias, desde los grandes paises ¢ instalarlos aqui. ‘Al mismo tiempo, es eliminat“la barbarie” nativa, es decir, las costumbres, la misica, los bails, las ereencias, los va~ lores, la memoria colectiva de dias de jubilo y de Tanto, en definitive, arrasar con la cultura propia. Fero, gy la gente? ¢'Civilizar” significaba también aniguilar al indio, al gau- Cho, al negro, a todo ser humano oriundo de estas tierras? Claro que si. El gran maestro de los retratos multiplicados asilo habia aconsejado, Una tarde “luego recordaria siem- pre esa escena~ cuando estaba enredado en estas disqui- siciones con mi compaferito “oscuramente pigmentado”, éste me dijo:“Pero, Inocencio, entonces, civilizar” equiva- le a europeizar o yanquizar. O lo que es lo mismo, signifi- ca desnacionalizar”. Recuerdo que mne quedé perplejo, Por primera vez en mi vida, me parecié entender que me exi- ian ~con la promesa de convertirme en alguien- que de- jara de ser yo mismo; con el proyecto del progreso, que sbandonara toda iniciativa; con la ilusin de tener acceso a la civilizacién, que me limitase a copiar.Y esta duda sha- Kespeareana constituy6 desde entonces tuna de mis gran- des desventuras. v7 CAPITULO It Tecnologia privada para un consumidor privado. de todo ‘on Inocencio Esquilmao, tomamos la costumbre de Eo Perle periddicamente en el café de la esquina de su negocio. Era un bar como tantos, “con esa mezcla milagrosa de sabihondos y suicidas” y “esas mesas que nunca preguntan”, como tan bien lo dijo Diseépolo. Alli recalaba tanto el hombre de portafolios que consumfa su cartado de apuro, como el parroquiano que estiraba las ho- ras, con Ja mirada petdida y el faso por tinico compaftero. Asi también convivian la conversacién intrascendente so- be la jugacia confusa en el drea de Boca, el domingo mo o la tragedia de aquel piloto de aviacién, sobreviviente de uma catdstrofe, quien vanamente esperaba la convoca- toria, sentado en un rinedn del bar:”Entendido, sefior. Soy el comandante Gonzalez. Atento al llamado del proximo vvuelo. Ya es mi turno, entendido”. Como en todos los érde- nos de la vida, en aquel café circulaban, junto al suceso in- trascendente y la palabra fit), reflexiones de experiencias importantes, amasadas en historias pletoricas de dolor, de amor, de esperanza, Disentiamos a menudo en esos encuentros, pero en general evitébamos discusiones frontales. Sin embargo, quella vez Inocencio ensayé una defensa tan certada de Jas privatizaciones, que estallé la polémica. Me parece oirlo, arrebatado por el entusiasmo:”Duran- te muchos aftos, cuande funcionaba Entel, solicité telefono, Pero no habia forma de conseguitlo. Al poco tiempo que se instal6 Teleféniea, quedé conectado. Qué me dice?” Norberto G Asi hablaba Inocencio Esquilmao, mientras me miraba triunfalmente. Y agregé: “Después, vinieron los chiches, las, diltimas novedades teenolégicas: llamadas en espera, tarjeta conital, contestador automatico, teléfonos celulares, ina \imbricos, Internet, ete. 2Ve? Es0s son los progresos de la Globatizacién, del Mercado, gcomprende?”. Asi me dij. Intent explicarle lo que ma habia expuasto pocos di atrds un viejo obrero telefénico: en la época en que laem= presa era privada (primero inglesa y luego, yanqui), apenas habia 350,000 aparatos instalados (1943) y que con Entel, doce aios después, en 1955, habia 1100.000, es decir, tres veces més. Ie jugué una apuesta, pregtintele a su madre sien la década del treinta sus familiares o amigos tenfan teléfono. Verd lo que le dice y corroborard lo que le estoy afirmando. Y comprenderd que su tesis de que la empresa estatal es ineficiente y cara, mientras la privada es eficiente y-barala, es un cuento del tio que vendieron Grondona y Neustadt, mieniras los grandes consorcios pagaban la pu- blicidad de sus programas. Me eché una mirada extraiia, entre desconfiada y s0- bradora, y me dijo: “Z¥ los locutorios? ;Quién puso los locutorios?”, Me armé de paciencia: “Usted debe com prendez, Inocencio, que Entel, con tarifas bajas y sin fi- nanciamiento, ten‘a las dificultades propias de cualquier empresa pata expandirse y no podia importar chiches tecnolégicos, ni multiplicar las reds con facilidad, Si En- tel hubiese tenido tatifas caras (con el precio del pulso aumentado ocho veces, como se lo dieron a Telefénica) habria podido capitalizarse y con una buena reorganiza- cin, habria alcanzada los mejores resultados, pero usted sabe que el aumento previo de tarifas fue la condicién de la privatizacién, gracias a los buenos oficios de Maria ju- lia Alsogatay y su asesor, amigo de multinacionales, Ri cardo Zinn, ¢O se ha olvidado?* Bastante fastidiado, Inocencio prosiguid: ~Antes, resultaba muy dificil llamar al exterior y ahora es una pavada ~{Usted tlama al exterior, Inocencio? -No, yo no, Pero ¢s muy importante para la gente que hhace negocios. -Si, comprendo, Inocencio, estamos en la“aldea glo- bal”. Pero quiero recordatle también que las inversiones que pudieran haber hecho los capitales privados estén mas que justificadas con el bajo precio de la compra, que, camaro al.sistema de“ capitalizaciin de la denda extema”. signified quedarse con Ta empresa, aportando, a plazos, la mitad de su valor. ¥ que la alta tarifa redundé ganancias tan altas que, en dos o tres afios, recuperaron el capital in- vertido. Reflexione: altas tarifas, despido de trabajadores, mercado cautivo, exencién de impuestos y de aportes. En esas condiciones, hasta nosotros dos podriamos haber he- cho una sociedad y comprado Entel. Se levanté y dijo: Bueno, tengo que itme, Otro dia analizaremos el te- ma més profundamente. De acuerdo, Inocencio, Pero siempre se olvida de dar- me el mimero de teléfono de su negocio o el celular... Ast, io llamo y combinamos otro encuentro. Noté que empali- decia, Se encorvé como quien recibe un” directo” al higado ¥ xespondié: Aqui, el martes, 14 horas. -No -le dije-. No puedo acordar ahora. Deme el nti- mero que yo lo llamo... Bueno, entonces yo me comunico con usted uno de estos dias y arreglamos dia y hora del encuentro. Se dio cuenta de que mé molestaba su negativa a faci- litame el neimero telefGnico, Entonces, se acered, derrota- do, y con voz entrecortada me dijo: -BI celular lo devolyi porque era muy caro. A modo de discuilpa, agtegé-: No se Sorprenda. En todas las esquinas de la ciudad, se repar- ten volantitos de empresas que compran los apatatos de quienes nos dimos de baja del sistema. el teléfono, bue- no, me lo cortaron la semana pasada... Ahora, cuando Quiero avisarle a mi hermana que proyecto visitarla, voy a la terraza, quemo papeles y como ella vive a veinte cua- Aras, se entera por el humé... a1 Norberto Galasso Caminé hacia la puerta. A los pocos pasos, se dio wuelta y me dijo, como despedida: “Hscriba esta historia, si quiere, Es una de las tantas desventuras de Inocencio Esquilmao”, CAPITULO IV El universo nes observa... no lo puede creer sa vez, nos quedamios largo rato en el café con Ino- Eomncie yun personaje del barrio, el”pibe Fontén’. El mazo, callorda y gallego, de pocas lecturas y mucha vida, amigo de quinieleros y fildsofos de esquina, nos larga, de pronto: "Esto de que no hay trabajo, viene bien, geh? Antes, en aquel viejo pais del treinta, cuentan que todos venian al café y chatlaban. Nadie estaba apurado. Des- pués, vino el pléno empleo, el‘disarrollo’, que le dicen, y se inventé el’copetin al paso’, porque nadie tenia tiempo, con os trabajos y compras de aquf y de allé.. Ahora, estamos como antes: no van al trabajo, no se quecian en casa porque ‘molestan a la patrona que esté haciendo la limpieza y se instalan en el café.."Ijual’ que antes, uno pide un café y los otros dicen: ‘Después le pedimos, mozo... Y se quedan todos, zNo les parece maravilloso?”. Inmediatamente, toma la palabra el“pibe Fontin”. Es lun septuagenario gordote, a quien siguen llamando “el pibe”, como en sus mocedades tangueras, Tiene una mi- Atiscula jubilacion y alquila, con su adorada viejita que ya pica largos los noventa, un modesto departamentito de asillo, a dos cuadras del Parque Chacabuco. Fontén es“cl Ulésofo” del café, donde transcure horas reflexionando Sobre los temas més diversos, para quien esté dispuesto a escucharlo, Desde la vida sexual de los caracoles hasta la aturaleza expoliadora del capitalismo, desde los celos hasta la profesionalizacién del fitbol, pasando por las cteencias budistas, los més diversos asuntos integran sus 24 reflexiones. Pero su tema preferido es el viejo Partido So- cialista, de donde ha sido expulsado, hace muchos afios, por “indisciplina, bohemia y vicios acendrados” (entre atros, las minas, el vinito y el cigarrillo), Entonces, al en- contrarnos a Inocencio y a mi -una audiencia nueva para Gl no pierde oportunidad de contar aquella historia que seguiramente conace toda el hatrio “En aquella época —telata “el pibe"— yo trabajaba en. tuna delegacién de Obras Sanitarias, cercana a la casa del dirigente sociatista, bah, de derecha, Nicolés Repetto. Por supuesto, lo habia tratado en un ateneo del Partido. Y un dia en que yo andaba muy mal, porque no habia cobrado el sueldo y habia tenido que comprar al fiado los remedios para“mi vieja”, un dia que tenfa hambre; justedes saben Jo que es tener hambre, en serio, en esta crucl y egoista so- ciedad capitalista?; bueno, paso por la casa del compaiie~ 10 Repetto, a eso del mediodia, El me recibe, conversamos un rato hasta que se escucha desde el comedor: ‘Nicolés, es hota del almuerzo’. Entonces, ustedes no lo van a creer, ‘me hace pasar, me offece sentarme frente a él y se pone a almorzar, solo. Imaginense mi bronca, mi desesperacisn. Al concluir el almuerzo, me saluda y a la calle. No les quiero contar mi indignacién en el camino de regreso. Después, ya més tranquilo, me dije: Voy a volver manana, a la misma hora, a ver como se conduce.Y asi lo hice. Otra vyez lo mismo: ‘Nicolés, es la hora’...”Pase, Fontan, pase... Y nuevamente cumplo el rol de mirarlo, mientras él se en- gulle una tortilla de zapallitos y luego, una rebosante so- pa que hubiera calmado mi hambruna de dias, Entonces, ya no pude més y le dije: Pero, compaiiero, zusted es so- Cialista 0 qué2’. Se puso de pie, evidentemente molesto, ‘me mité fifamente y me contest6:’Mire, mocito, yo entrego muchas horas de mi vida al Partido, desde hace muchos afios y nadie puede poner en duda mis esfuerzos para que se termine, en la Argentina, con la politica criolla, se produz~ ca.um adecentamiento general de las costumbres yun pro- ‘gteso razonable, de a poco, evolutivamente. Soy un socialis~ ta convencido pero, ala hora de comer, no say sacialista...” Del televior a la eacerola Fl mozo, cumpliendo tun viejo ritual, se acerca y nos esta ol diario de la mafana:"Una atencion de la casa... pa~ fe que fengan tema.” ‘ocencio lee:”Un organismo de las Naciones Unidas jnforma que el 20% de los habitantes de la Terra se queda con el 86% de Ja riqueza producida anualmente en el pla- neta y guc el 80% restante de Is poblacién recibe lo que queda: el 14% de esa riqueza’. Fontan comenta que ante esta situacién atin hay gen- te de alma tan exquisita que séla piensa en el country, en cambiar el auto o viajar a Canciin, asf como hay intelectua- Jes que, en vez de testimoniar sobre la realidad, se ocupan de los platos voladores. Inocencio toma al vuelo, como corresponde, es0 de los platos voladores y recuerda que, en su juventud, cuando rmilito un tiempo en una agrupacién de izquierda, alguien sostuvo, en una reunién de célula, que los matcianos se- guremente se encontraban mas adelantados que nosotros y eran capaces de invadimos con sus platos. Y otto dijo: “Entonces, si estén més adelantados, seguramente deben ser socialistas...”.Y alli estallé uma gran polémica que con- tinud varios dias. Unos argumentaban: "Si os marcianos, siendo socialistas, nos invaden, hay que dejatse dominar porque asf lograremos que se implante el socialismo en la Tierra”. Pero otzos, argitian:”No, compafieros, aunque sean Socialistas no dejan de ser marcianos, de modo que exis- te una cuestién nacional terréquea y habrd que enfrentar al imperialismo marciano, aunque ello nos obligue, ten Poratiamente, a un frente tinico con los terréqueos bur- gueses”, La polémica tardé en definirse y durante mucho tiempo, chocaron los pro-marcianos con los del frente antiimperiatista terréqueo, discusién de la cual, por su- Puesto, no son responsables ni Marx ni Trotsky, ni el autén- tico socialismo, En ese momento, se incorpora a la mesa un notable ersonaje del barrio: “el petiso Plantabaja”, un tipo muy uerible por su corazén grandote, tan necesario para to- 05 los que lo conocemos y hemos aprendido a acomo- damos a su cardcter especial. Hiperkinético, verborragico, siempre dispuesto a concretar cosas, es alma y vida de un. centro cultural de la zona. Y, por sobre todo, un polemista, Uno se lo cruza al empezar la mafiana y lo saluda con un, “Buenos dias" él ya desenvaina la espada -No crea, esté amunciado lluvia, Buen, se ln sie como expresién de deccoo, nada més. otra vez retraca: ~Parece que sus deseos se reduicen a que no llueva, con todos los problemas que tenemos en la Argentina, Uno trata de explicarle: -No, vea, sucede que... -Pero es imposible porque él sigue ~Sucede que hay que comprometerse para que el pais cambie. Al decir “buenos dias”, usted esté idealizando la realidad, enmascarando una situacién horrible e insopor- table: por otro lado, esté evidenciando su profunda resig- naci6n, porque, es claro, el clima no es posible cambiarlo. Siempre dijimos “Buenos dias” y hace mucho tiempo que los dias son peores. ~"El petiso’ pertenece a esa clase de ti- pos a los cuales hay que acampafiarlos a hacer la revolu- cidn... o hay que acagotarlos Yen cuanto se suma a la reunién, “Plantabaja” se considera obligado a explicar también lo suyo, sobre ex- traterrestres, Segiin él, los marcianos se hallan perplejos por fo que ocurre en Ia Tierra. Dice que un marciano co- nect6 su transmisor y dirigiéndolo a nuestro planeta, in- tenté la comunicacién en estos términos:“Planeta Tierra. Aqui, desde Marte, hablo, Conteste. Quiero saber si hay vidacalli, ¢Hay vida alli? {Hay vida alli? Por favor, jcon- teste... Insistié una y otra vee”. Al fin, logré receptar la respuesta que venia desde una villa miseria:“Si, un po- co, los domingos” Los cuatro nos quedamos en silencio, angustiados por el humor negro, El mozo, callorda y gallego, con kiléme- ‘ros recortidos de”Marche un café... Que sean dos", se planta junto ala mesa y nos quiere dar énimo:”Mucha- chos, a ver si encienden la topia’ porque si siguen asi, ni Del teleisor a Ia eacerola - 7 sto del inal les va sali’, Un poco mis de entusiasmo f conversen hasta tarde. Apravechen..”. Yen vor baja, 4 rege: “Aprovechen akora, muchachos, ‘e} tronpa’ dice aaeentro de diez dias, baja la cortina’’ que den CAPITULOV Cuidado, Inocencio! No abra la puerta! cucha sonar incesantemente el timbre de su casa, por favor, jno abra la puertal... Tenga cuidado, (mucho cuidado! ‘Asi le dije una vez, mientras él escuchaba sorprendido. {Mucho euidado, Inocencio! Pero no crea que lo prevenga de un asalto a mano armada, tan a la orden del dia. No. Se trata, es cierto, de un asalto, pero de guante blanco, no de los comunes que muestra” Crénica TV". Es el asalto de ladeuda externa, Si tocan el timbre, pueden ser los cobra- dotes de los intereses que vienen 2 exigitle $261, Por eso le aconsejo, Inocencio. No abra. Haga como sino estuvie~ tao se hubiera mudado. No soy alarmista. Simplemente, quiero protegerlo. Sé que su tienda vende muy poco, que los gastos lo acarralan y encima, jesos intereses! Mire, la cuenta es muy sencilla. La deuda externa al- canza hoy ~2001- aproximadamente a 140 mil millones de délates, Sila dividimos por 36 millones de argentinos, significa que cada uno debe u$53.889. Pues, bien, eso. es 10 ue usted solito le debe a los acreedores internacionales. Tero también debe su esposa. Y sus dos hijos. Y también Su cuRada que esté embarazada —porque en toda familia siempre hay una cufiada embarazada- y también, jpo- brecitol, ese ser que desde 1a panza esté empezando a Pujar, por abritse al aire y al sol, sin saber lo que le espe- £2 Sl tambien debe us3.889.Y también la abuela, que la- "6 toda su vida y nunca vio un dolar. Tota... Son siete. jake caso, Inocencio. Si al llegar a fin de mes, es- 30 Novbertn Galasso Es decir, su familia debe u$s27.223. Esta deuda, al 115% anual, significa un interés que cae sabre toda su familia de 1uSs3.130 al aio, o sea, 261 dolares por mes Por eso, le decimos: jNo abra la puerta! Porque, si son ellos, usted, Inocencio, con ese criteria de que las deudas hay que pagatlas, con ese argumento de que“es- té el honor del pais de por medio”, con ese verso de que “si no pagamos, nos bloquean, que es peor”, y"el riesgo pais”y todo, usted, Ihocencio, concluird desangréndose: ante ios banqueros. Sin embargo, no se asuste, Ellos no tienen tantos empleados como para mandar cobradores a timbrear, asa por casa, en Santiago de Chile, Nueva Delhi, El Sal- vador, Buenos Aires y tantos ottos lugares. En cambio, han inventado un sistema més practico: designan al mi- nistro de Econamfa de cada pats, 0 “lo compran” 0 “lo convencen”y éste aplica un plan econémico que permi- te la recaudacién de esos fondos. En Ia importantisima masa de délares que la Argenti- na envia anualmente al exterior (y en el monto en que’ agranda su deuda porque no puede pagar més), estan los’ intereses que le comesponden a usted, a mi, y al resto de’ su fainilia, inctuido el sobrinito por nacer. Como el em= pleado-cobrador no aparece todos los meses a reclamarle 1 pago, el saqueo mensual no se aprecia tan claramente, Pero, ésta es la desgraciada realidad. Y se hace evidente, cuando advertimos que ese ministro de Economfa impone: tun"modelo” (para pagar esos intereses) que provoca deso- cupacién, que achica nuestra vida dia a dia porque reduce el poder adquisitivo de nuestro sueldo y nos hace cuidat el gasto de luz, viajar menos, comer merios, ete. ete. Es de~ cit, a usted, a la abuela, a todos, nos roban dia a dfa. Por~ que ninguno de nosotros recibié jamas un préstamo, nt nunca negocié nada con Ja Banca mundial, como para que abora nos acogoten con estos intereses. Nos roban, pues, no a revélver, sino con“versos”, con faibulas, Usted, Inocencio, tiene que saber, entonces, que si es- tamos mal y vamos cada vez peor, no es porque la Argen= Del telovisor ata cacerola tina sea pobre 0 se encuentre en quiebra, sino porque los sobernantes aplican las érdenes que recihen desde el ex- Brior y esas“érdenes" van dirigidas a sacarnas, mes ames, Ja mayor parte de lo que logramas con nuestro esfuerzo y trabajo diatios. No mandan al cobrador a tocar el timbre Mandan a ministros y legisladores vendidos para que go: bicmen contra todos nosotros y a favar de ellor, aef camo de sus socios, que son los potentados nativos. De este modo, ellos se aseguran estar en el Primer Mundo y nosotros, nos vamos al“otro mundo”. Sin co- pradores. A través de la llamada “mano invisible del mercado”, la apertura, la convertibilidad, en fin, la Glo- balizacion, que es el nuevo nombre dado al saqueo efec- tuado par viejos piratas. Por eso, Inocencio, quiero alertarlo acerca del discur- 80 del ministro de Economia y de los grandes diarios, so- bre eso delhonor argentino”, que para ellos consiste en pagar varias veces la misma deuda externa y eterna, co- mo dijo alguien mientras que el honor”, para nosotres, ‘sdlo puede significar la defensa de lo nuestra y no vivir co- mo esclavos. Por eso, debemos empezar a organizarnos para defender nuestros derechos, Mientras tanto, no abra la puerta. Igualmente, convie~ ne precaverse, No vaya a resultar que adem de aplicar“el modelo”, le manden también ef cobrador para exprimirlo todavia mas con alguna diferencia por deterioro de los tér- tinos del intercambio 0 por el“riesgo pais’ ‘No abra, Inocencio. © si lo prefiere, entreabra la puer- tay digales con vox. tonante:“Aqui no vive ningdn Inocen- cio Esquilmao. Aquf vive un argentino”, 31 CAPITULO AEJP: “Aseguramos Futuros Jubilados Pobres” nocencio, en razén de su formacién cultural, tiende a dejarse deslumbrar por las explicaciones dificiles. Le molestan las grandes verdades presentadas facilmente, porgue, entonces, gpara qué cuemnos é1 curs6. parcial- mente la Universidad y leyé tantos libros, si termina coincidionda con la opinién de la empleada doméstica 0 “el canilla” de la esquina? Entonees, frente a una explica- cién abonada por el razonamiento comtin, se fastidia y contesta:”No simplifiquemos”. Luego, lanza su perorata: “Usied no se da cuenta de que la vida es mucho mas, compleja y rica que suis conclusiones tan féciles”.Y esta- lla prepotente:” (Usted cree, acaso, que es posible enten- der ese problema, sin haber profundizado en los grandes, filosofos que brillan en este momento en Europa y los Estados Unidos? Por esta razén, cuando pretendo sefalarle modesta~ mente que el déficit del presupuesto estatal se explica,sim- Plemente, relacionando egresos e ingresos, se enoja. {Para Qué él ha escuchado mil veces a Domingo Cavallo, Ro- ‘© Alemann, Ricardo Lépez Murphy y tantos otros? 8 qué él hojea los suplementos econdmicos de los do- mingos de Clarin y Pagina/12? ¢Para que vengan ahora a Ssumir cuestiones tan complejas en una paparruchada, "tna cuenta de suma y resta, propia de sexto grado? Entonces, levado por su furia, arguye:“El deficit del *supuesto obedece a que existe mucha burocracia, re- ticiones en exceso, loquis en todas partes... que los 34 Norberto Galasso “Del telovisor a la-eacerola politicos se lo llevan todo, pot la gran corrupcin que hayes Porque éste, gsabe?, es un pais de ladrones, nadie quicra trabajar y todos raban”. Por supuesto, todos, menos él. No existe maneta de tranquilizarlo, Le digo: “Mire, Inocencio, més alld de Ios intereses de la deudl externa, de licitaciones fraudulentas, sobreprecios o malvers saciones proveniantes de la gean declinarién de mnnstra dirigencia politica, un factor importante del déticit se en, cuentraa la vista en los datas que informa el propio gobier no y aunque a usted le moleste, es muy simple. El diarig Clarin, del 12/12/2000, informa que"En cinco afos, la A ses dej6 de recaudar 46,000 millones de pesos”, debido a ke eteaci6n de las AFIP, a la rebaja de los aportes patronales ‘empresarios y a la exencién de aportes a las empresas exe tranjeras prestadoras de servicios piiblicos, Ese déficit de la Anses debié cuibrirlo el Estado y junto con los intereses d la deuda externa constituye la razén del tan mentado dé fict fiscal, que tramposamente se pretende adjudicar a lo sueldos de la administracion publica, Tnocencio se mantiene en silencio. Desconfia de la ing formacién o no quiere admitir la verdad. Sea como Fuerey no disimula su enojo. Entonces, intento convencerlo d esta manera: —Un sistema jubilatorio funciona porque los aportes de todos los empleados y auténomos en actividad (asi co las contribuciones de sus patrones) retinen una ciffa fa que permite cubrir el total de erogaciones por haberes ju bilatorios de toda la clase pasiva. Es como una gran pileta Inocencio, con una manguera (aportes y contribucions que le surte agua y un desagote, que son los pagos de A 808 a los fubilados, Entonces, si alguien, algdin Cavallo, pal ejemplo, decide un dia que algunos emptesatios no pas guen contribuciones, disminuye el chorro de la manguel abastecedora.Y si también decide ~algdn Cavallo- reducil el porcentaje que comesponde a los patrones, también $4 reduce el caudal de agua que ingresa. Pero, si ademés, al gain Cavallo organiza un sistema de jubilacién privada poF el cual la mayor parte de los aportes y contribuciones d sjenes estén en actividad no va ala Anses sino a las nue- we empresas privadas (AFJP), entonces, en la pileta entra penas un chorcito de agua (este"chorrito”, como se ima- Jna, es hijo pulativo de los grandes"chorros” que conoce- ros). Por ello, para mantener el mismo nivel de agua (de hraberes jubilatorios misérrimos), el gobierno debe echar paldazo buts Laldaze, agua que proviene de Rentas Genera Jes le desequilibra el presupuesto (ademds de los intere- ses de la deuda externa, que otro dia analizaremos). Inocencio se queda perplejo, con indignacién reprimi- da porque, como he sefialado, esas explicaciones faciles lo jnritan. Luego, dice, sosteniendo su posici6n en retirada: =Fero, se esta llenando otra pileta, Ja de las AFIP.-Y me ‘mira, con cierto aire desafiante. Le contesto, con paciencia: ~Asf és, Inocencio. Gran parie de los aportes y contri- buciones (€stos, disminuidos) ingresan, podriamos decir, a un camidn cisterna, pero reducidos en un 30% que las AFIP toman para sf en concepto de comisisn y seguro. En sniimeros, para el afto 2001, las AFIP recibiran $4.000 mi- ones, de los cuales retienen para si (admitamos, por ahora, ues reclaman aumento de la comistén) el 30%, quedan- do $2.80 millones que agregaran a los $20 mil millones ‘que han acumulado en estes tiltimos afos para pagarle, algiin dia, a los nuevos jubilados de su sistema. —Algo in- uieto, Inocencio tartamudea: ~Poro, gserd efectivamente asi, algin dia...? El sabe que nadie, en la Argentina, puede asegurar lo Que ocuzrird maffana. En el silencio suyo y mio, las dudas Ccupan todo el escenatio. ¢Por qué lugares del mundo circularé, dentro de unos afios, el camién cisterna que se leva el agua de los aportes y contribuciones de quienes "rabajan hay en la Argentina? ;Quién puede saberlo? Lo {HE Sabemos es que esas empresas de jubilacién privada © prestan hay al gobierno argentino, cobrindole, por su- Puesto, un interés elevado porque somos un pafs de“alto ‘esgo". Si mafiana invierten mal o gran parte de esa ma- quan se ciltye en honorarios a los directors, 0 ‘ebran, dirin seguramente que son los riesgos propios Norberto Galasso del capitalismo, que Iégicamente los ejecutivos lament: pero suften menos, porque no es dinero propio sino los trabajadores. Inocencio, de pronto, rompe el silencio y con una mix rada ya no tan inocente, pregunta:” Lo que usted quié decir es que si maiiana acabamos con las AFJP y retornas luvs esus fundus al Estadu y si, ademdés, restablecem los porcentajes de aportes patronales empresarios que fueron disminuides, saneamos nuestras finanzas, es di «ir, disminuimos o climinamos el déficit fiscal y por tan: to se detiene el incremento de la deuda externa e inclu se pueden aumentar los haberes jubilatorios?” Con mirada cémplice, le aprieto la mano, al despedi- nos. El se queda en. profunda introspeccién, pero cal asegurar que parece un hombre distinto. Ya no es tan In cencio, ni seguramente serd tan Esquilmao. CAPITULO VIE Una extratia luvia que no moja Fix neti tnocenci estaba conten. Mintrasataca- tba una milanesa con fritas en el boliche de la esquina, ‘mantenia desplegado el periédico sobre una silla, en una pagina ocupada, en su mayor parte, por un grafico zelativo a cuestiones econdmicas, —Venga, siéntese ~me llam-. Esto es para usted, espe- calmente para usted, No bien me acomodé, me sefial6 el grafico: Lea, mire, observe y después, retrtiqueme, si puede... El cuadro seftalaba que a partir de 1991, la Argentina habia tenido algunos afios de crecimiento que rondaban el 8% del Producto Bruto Interne. Mientras yo observaba los datos, 61 me espiaba, al tiempo que enguilia las papas fri- #85 con fruicidn, a la espera de mi comentario. Altato, rompfel silencio: ~iQué quiere decirme, Inocencio? Son datos macroe- conémicos que se han publicado muchas veces, ~cAcaso usted no cree en las estadisticas? ~me interro- 86 itGnicamente. Si, Inocencio. Las estadistieas demuestran que, en Promedio, una laguna tiene un metro de profundidad, Peto si usted no sabe nadar; le aconsejo no arrojarse por- Cy buede caer en la parte mas honda e ise camino a la carita, ~No me embrome, Usted sabe lo que yo quiero decir. pas mina cece, cece, y ego ese crecimiento lena la co- © desborda, enriqueciéndonos a todos.. 38 _Norberto Galasso Asf reflexionaba Inocencio, en el mejot estilo de los economistas que concurren al programa de Mariano! Grondona. Me acordé de Manuel Ortiz Pereyra, aquel Ju- chador tan silenciado, que alld por 1930 decia lo siguiente: “En la Argentina llueve tiqueza, pero estamos todos’secos’. ZA quése debe esto? La razén reside en que Argentina es- {4 techada y que ese techo tiene canaletas de desagote que van a Londres y a NuevaYork, entregando alli toda la tique- za. Por esa no nos mojamos... Bse techo se llama imperia- lismo. Recordé también de qué manera Arturo Jauretche completaba, aftos después, esa ensehanza: "El peronismo, entre 1945 y 1955, no logré sacar el techo, pero le hizo un agujero bétbaro y nos empezamos a moja." Entonces, se me ocurris preguntarle:“ {Usted sabe d= mo se distribuye esa riqueza?”. Su silencio indicé que des~ conocia las estadisticas. Ello me dio la oportunidad de re- latarle una conversacién que habia presenciado tiempo atrés en la oficina del suplemento econémico del diario Clarfn. Alli, un economista joven del campo nacional le ofrecia estos datos a los periodistas: entre los afios 1950 y 1952, segiin los datos del Indec, no cuestionados hasta ahora por ningtin politico ni economista, el sector Traba- jo recibia del 52 al 54% del total (alcanzaba al 56% si se to- maban en cuenta los aportes empresarios a las Cajas de’ Jubilacién). Hoy, esa participacién alcanza sdlo al 17%. Si tomamos un PB L estimado actualmente en 300 mil mi- llones de pesos y aplicamos los distintos porcentajes, ob- tenemos el siguiente resultado: Participacién actual: 17% sobre $300 mil millones, $51 mil millones, articipacién aplicando fa tasa de los afios cincuenta: 56% sobre $300 mil millones: $168 mil millones, Diferencia: $117 mil millones. Es decit, una enorme transferencia de riqueza en per~ juicio del campo popular (casi el 40% del total del Ingreso’ Nacional, que ha pasado del sector Trabajo al sector Capi- tal). Asimismo, este joven sorprendié a los periodistas con’ esta pregunta:”;Dénde figura en los etiadros de distribu cién del ingreso la suma que sale del pais en concepto de intereses de la deuda externa, utilidades de empresas ex- ranjeras, primas de seguros, fletes y fuga de capitales?”. Los redactores del suplemento adimitieron que todo eso esta incluido en el rubro Capital, pero sin desglosar, y que comesponderia hacerlo dada su importancia, Esto prueba gue la cuestiOn ny weside sulanerte est el voluuen del PBI, nen el monto alcanzado por las exportaciones. Una economfa orgenizada para exportar —que compensa en exceso la sobrevaloracién de la moneda con el deteriora del salario teal puede alcanzar altos indices de PBI y de exportaciones en exctusivo beneficio de 5 6 6 grandes consorcios, coexistiendo con un mercado interno en per manente achicamiento, la destruccién del aparato produc vo nacional, el endeudamiento y la desocupacién con su efecto inmediato: la caida del salario real Sibien Inocencio patecis entender esta explicacién, no se dio por vencido e insistié:”Yo soy optimista y creo que aunque usted tenga raz6n en algunas cosas, esta economia liberal, a largo plazo, derramard riqueza hacia la gente, 0 como usted dice, la Ilnvia comenzard a mojamnos”. Su sumisiGn al discurso econémico oficial, tan ajeno @ la realidad, me indigné, especialmente porque, pocos dias antes, el mismo Inocencio se quejaba de que no le aleanzaba el dinero para pagar la factura de luz. ¥ le dije: “Ya veo, Inocencio, que usted progresa increfblemente, veo que dia a dia su negocio flotece. Lo felicito. Pero a mi ho me ocurre lo mismo y no puedo esperar hasta ese in- Sierto largo plazo porque, como decia el economista Key- nes, “a largo plazo, estamos todos muertos”. Entonces, me levanté y con un tono no muy amable, recuerdo que |e dije:"Y aqui se va'a desbordar, sf, pero no la copa de la bumdancia sino la paciencia del pueblo...”. __ Sospecho que mis palabras no favorecieron una diges- ‘6m plécida de la milanesa con fritas. 39 cariTuLowin El peligro de seguir los consejos de"los economistas prestigiosos” nocencio siempre ha sido un fanatico admirador de los ] eronontees erates eietteapo stable” que rota per- manentemente en los programas televisivos, con idénti- co discurso. Pero aquella nocke 1o hallé muy amargado y me conté lo que le habia ocurrido a su amigo Candido por confiar en es08“economistas prestigiosos’” Resulta que Candido tenia algunas deudas y la usura lo estaba consumiendo. Entonces, le recomendaron que tomara consejo de Domingo Cavallo. Fue a verlo y “el Mingo” le dijo: “Mite, Céndido, usted tiene una familia muy grande, que provoca demasiados gastos. Hay que achicarla. A su hija, eésela con el primero que se le cruce. ‘Asu hijo, méndelo a vivir solo y que se las rebusque como pueda. Su mujer... Usted sabe que es muy gastadora, Lo me- jor que puede hacer es divorciarse. Quédese en su casa, sélo con la abuela. A usted Ie voy'a conseguir un trabajo imuy bueno, en algin supermercada, por doscientos pesos al mes, doce horas diarias, de lunes a viernes y los fines de semana, nada ms que 9 horas, Fendmeno, no es cierto? 4 laabuela, cufdela porque es la duefia de la casa y ahi es- ‘6 su futuro”. Candido le hizo caso. Poco después, se habia desenten- ido de su mujer y sus hijos, quedandose con la exclusiva ‘compaiiia de la abuela... Trabajaba cada vez més horas, pe- *0 su situacién empeoraba. Las deudas lo acorralaban y &xprimian, Entonces, lo enteevist6 a Machinea y éste lo re %6:Pero, Candido, usted debe plata y quiere mantener la 2 Norberto Galasio propiedad, la heladera, la cocina, el moblaje del comedor, todo. Eso no puede ser. Las deudas estén para pagatlas. ‘Venda, venda todo. Fijese qué bien le fue a la Argentina vendiendo las joyas de la abuela’. Ahi estd su solucién.” Céndido vendid. Con gran esfuetzo, puda convencer- Jaa laabuela: vendieron Ta propiedad y alquilaron un de~ partamentito cereano. También vendid la heladera, los ‘muebles, hasta aquel jarrén antiguo que era un recuerdo de familia. Solo quedé a salvo el televisor porque era el entretenimiento de la anciana... Al principio, con los recur- sos obtenidos, su situacién se tamé desahogada y pudo cumplir sus compromisos financietos. Peto, al poco tiempo, las dificultades volvieron: los intereses de la deuda subfan y lo acogotaban. Tiempo después, en el supermercado le bajaron el sueldo y fa situacién se tomé angustiosa, peor que nunca. Entonces, decidié obtener consejo de Miguel Angel Broda. Le casté lograr la entrevista, pero finalmente qued6 frente a frente con él. Broda lo mird fijo, con sus ojos sats nicos ¥ mientras ensayaba una sontisa siniestra, Ie dijo:"Pe- 10, amigo, en su situacién, usted piensa que la abuela to- davia tiene derecho a divertirse mirando el programa de Tinelli? Hay que ser realista, Si se puede, muy bien y sino se puede, a joderse, No hay otra. No, sefior. Venda ese tele visor. Y ademas, olvidese de los prineipios morales, Exjale a la abuela que salga a“hacer la calle’ y que cada madruga- da le traiga sus buenas’latas’. Asf ya a remontar su crisis y al fin, legaré su época de erecimiento...”. Nunca Candido se sintié tan mal. El depaztamento estaba vacio, Sin embargo, ya no habfa espacio para la dignidad. Entonces, pintarrajed a la vieja y a las dos de ta mafiana, la mand6 a la“zona roja”. Culposo porla acti- tud adoptada, se recosté en el suelo, sobre unos diatios, intentando dormitar mientras le daba vueltas en la cabeza Ja imagen de la pobre vieja lanzada a la busqueda de clien- tes, Inmediatamente, se quedé dormido y sofé que la abuela regresaba a la mafiana siguiente, exangtie, arras- tudndose... y que con un hilo de voz, le decia: “Tomé, Cin- Dal televisor ata cacerola ido”, y colocaba un puftado de monedas junto a su im- provisada cama. Eran, en total, jveintidos pesos con cin- cuenta centavos! Candido se indigné ante cl importe desparejoy grité con furia:"Pero, gquién fue el hijo de pu- ig que te pagé cincuenta centavos?”, Ya agonizante, la abuela susurré: "Todos, Candido, todos... Se desperté de golpe de aquella pecadilla, trancpirando, angustiado. Cuando torné a la realidad, comprendié que le habia que- ado grabada una escena de tina pelicula del”Negto” Ol- modo, donde ocurtfa algo parecido y suspiré aliviado. Miré el reloj. Sélo habian pasado cuarenta minutos. En ese mo- mento, lo sobresalté un timbrazo, insélito para esa hora, Minutos después, abtid la puerta y se encontré con la vie- ja, acompahada por un poliefa amigo de la seccional veeina, Este, con tono paternal, le explicé: “Aqui se la traigo, don Cindido. Me la encontré a pocas cuadras de aqui, muy eon fundida, Primero la reté, porque usted estarfa muy preo- cupado buseéndola, a estas horas, Protesté, peto ya se ha calmado y por eso, se Ja traigo...”. Después, acercdndose a Candido, le susurré:“Pobrecita, debe set la arteroescleto- sis, seguramente, Fijese que se metié en la ‘zona roja’, a competir nada menos que con unas centroamericanas que han Negado tiltimamente, y cuando la tomé de un btazo y 1a fui retirando, no hacta mas que echar improperios con- tra Broda, segtin ella el culpable de todo lo que le pasaba y responsable, asimismo, de que ella no pudiera trabajar ipobrecital- debido a la apertura econémica”. El pobre Inocencio Horaba cuando me contaba la des- sracia de su amigo, Después, dejé de verlo par unos dias. En varias aportunidades, pasé por el café: Inocencio no estaba. Pero ayer observé que cruzaba la calle, muy meti- do en sf mismo, como hablando solo... quizd todavia echando rayos y centellas contra las economistas presti- ‘giosos que habfan asesorado a su amigo. Lo seguf un tre- cho y observé que, de tanto en tanto, artojaba papelitos atrugados, al borde de la acera. Sin que me viera, me acer- 0é a recogerlos y cuando los lei, me puse contento: en \uno, apareefan declaraciones de Teresa T. Minassian, la re- 43

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