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Gómez había previsto que Julián Muñoz ocupara una posición de ejecutivo.
Para poder desempeñar una función como ésta, en la opinión de Gómez, eran
Aylin castro
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necesarios, no sólo los conocimientos técnicos, sino también conocimientos de
economía de empresa y del área de la conducta humana. No obstante, estos
dos últimos aspectos le interesaban poco a Julián Muñoz. El siguiente
incidente ilustra esta orientación unilateral de Julián Muñoz:
El Departamento de Desarrollo de nuevos productos había propuesto un nuevo
engranaje helicoidal de regulación que presentaba ventajas especiales. Pero el
jefe de administración financiera se oponía a su construcción con las siguientes
objeciones:
* La producción de un engranaje de este tipo haría necesarias inversiones
que sobrepasaban el volumen de inversión planificado para los siguientes tres
años.
* Las posibilidades de vender este engranaje no eran excesivamente
favorables.
Algunas semanas antes del final del tiempo de adjuntía de Julián Muñoz,
Germán Gómez habló con su hermano Víctor:
“¿Sabes, Víctor?, el joven Julián Muñoz me ha vuelto a hablar la última
semana. Quería saber dónde le vamos a enviar después. Julián Muñoz es un
técnico extraordinario que, desgraciadamente, no tiene la más mínima idea de
las cuestiones de economía de empresa y que, además, debe aprender todavía
a tratar con personas. Yo creo que es conveniente que le encomendemos una
tarea difícil, que sea un desafío para él. Ya que queríamos unir fabricación y
laboratorio de desarrollo de engranajes, ¿qué pasaría si nombráramos a Julián
¿Muñoz jefe de esta nueva unidad?, ¿qué piensas tú de ello?”.
El sucesor de Juan Ríos se había formado, mientras tanto, de forma que éste
tenía ahora suficiente tiempo para dedicarse a los problemas administrativos en
el grupo de “fabricación y laboratorio de ruedas dentadas”, y lo hacía con gran
interés e iniciativa. No obstante, cuando quería demostrar a Julián Muñoz algún
proceso o procedimiento, éste se excusaba diciendo: “no tengo tiempo, Ríos,
me debo ocupar de la fabricación”.
Dado que Julián Muñoz seguía sin mostrar ninguna disposición por ocuparse
de cosas administrativas, Ríos se dirigió a los hermanos Gómez, quienes le
aconsejaron apoyar a Julián Muñoz de la mejor forma que pudiera. Tarde o
temprano encontrarían un sistema para que Julián Muñoz se interesara
también por las cuestiones económicas.
A esto replicó uno de los jefes del subgrupo dirigiéndose a Julián Muñoz:
“Julián, pienso que debemos tomarnos el problema en serio. Hace años que
esta parte de la empresa está en números rojos. Hasta ahora no se había
concedido atención al problema; el señor Ríos es el primero que se preocupa
en buscar la solución. El plan de Ríos me parece la única solución sensata”.
Ríos apuntó: “Además, hemos hablado de este plan ya con nuestro
departamento de métodos y con el jefe de control financiero. Los hermanos
Gómez han sido informados, y no tienen nada que cambiar del plan”.
Por la tarde de ese mismo día habló Julián Muñoz con el jefe del subgrupo que
había apoyado el plan de Ríos:
“Lo que no puedo entender es por qué has apoyado el plan de Ríos. ¿No
hubieras podido hablar conmigo de ello? El jefe de subgrupo respondió:
“Mira, no he pensado en ello en absoluto. El señor Ríos resuelve los
problemas económicos, ¿no es verdad? ¿Acaso se había puesto de acuerdo
contigo? Mi intención no era en absoluto, como bien sabes, obrar a tus
espaldas. Pero date cuenta, el plan de Ríos es efectivamente la mejor
solución...”
Julián Muñoz estaba enfadado. Habló primero con Germán y luego lo hizo
también con Víctor Gómez. Ambos encontraron el plan de Ríos
extraordinariamente bueno y aconsejaron a Julián Muñoz no opusiera ninguna
resistencia al mismo. Una vez que el departamento de métodos hubo apoyado
el plan, llamó por fin a Ríos y le comunicó que estaba de acuerdo con la
realización del mismo.
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Poco después Víctor Gómez y Ríos mantuvieron una conversación
confidencial. En el curso de la misma Ríos declaró:
“Julián Muñoz no entiende todavía hoy nada en absoluto de hojas de
liquidación, de cuestiones de presupuesto o de propuestas de proyectos. ¡Es
una lástima! Por una parte, tiene miedo de que le discuta su posición directiva;
por otra, debe confiar en mí porque domino estos asuntos administrativos. No
se toma la menor molestia por aprender; por el contrario, cada vez se encierra
más en sus problemas técnicos. Sin duda alguna, es un técnico excelente y en
esta área no le sobrepasa nadie. Todos le respetan como superior técnico; sin
embargo, acuden a mí cuando se trata de cuestiones financieras o de otro tipo.
Me parece que este estado es insostenible. Tengo la sensación de que mi
presencia en el grupo ha estropeado más cosas que arreglarlas”.
Reflexiones:
1. ¿De qué manera podría estimularse el liderazgo de alto rendimiento
para todos los líderes que aparecen en el caso práctico?