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Escuchar es comprender el mensaje, obtener información con expectativas concretas

sobre lo que se escucha.

Cuando se habla de la capacidad de escuchar, se está haciendo referencia inequívoca


al uso del sentido auditivo. En sus modos más básicos, el acto de escuchar un sonido,
se realiza a través de la percepción de la vibración de los mismos, vibraciones que son
luego reconocidas e interpretadas por nuestro cerebro. El oído y la capacidad de
escuchar es en la mayoría de los casos involuntaria y espontánea, aunque pueden
darse situaciones en las cuales, a través de la concentración, se logren oír sonidos
que no serían normalmente captados con facilidad.

La capacidad de escuchar puede verse impedida en numerosas situaciones. Una de


las más comunes es cuando se presentan a nuestros oídos gran cantidad de ruidos y
sonidos que no podemos procesar y que, por tanto, nos aturden en gran modo. Al
mismo tiempo, nuestra capacidad auditiva se ve altamente reducida bajo el agua,
como también se genera la misma situación cuando hay de por medio distancias más
o menos extensas.

El término escuchar puede aplicarse a un nivel social también. Es en este sentido que
debemos hablar de la capacidad y la sensibilidad de un individuo para escuchar a otro
que le comunica sus angustias, sus preocupaciones o sus vivencias. Contar con una
capacidad de escuchar y respetar el espacio del otro es sin dudas uno de los mejores
valores que un individuo puede mostrar ya que implica dedicar tiempo a servir de
apoyo a quien lo necesita.

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