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MITO: “Me voy a asfixiar o ahogar”. Es frecuente que uno respire más rápido de manera más
profunda cuando está muy ansioso. Esto es normal, forma parte también de la respuesta de
emergencia, ya que nuestro cuerpo necesita más oxígeno para luchar o huir del peligro. Pero si no
se lleva acabo la lucha o la huida lo que ocurre es que entramos un estado de hiperventilación o
sobrerrespiración, es decir, respiramos un volumen de aire mayor del que necesita nuestro
organismo. Como consecuencia, se produce una disminución del dióxido de carbono en la sangre
que a su vez, reduce la actividad del centro del reflejo respiratorio en el cerebro que hace
que descienda la frecuencia respiratoria porque entiende que hay mucho oxígeno, ¿para qué
más?. De este modo, surge el efecto paradójico de falta de aire y sensación de ahogo.
MITO: “Me volveré loco/a”. La creencia de que uno puede volverse loco por un ataque de pánico
o a consecuencia del mismo descansa en ciertos síntomas que sufren las personas durante los
ataques tales como la sensación de irrealidad, la visión borrosa, el ver lucecitas o puntitos blancos,
confusión mental, etc.
MITO: “Voy a perder el control” . Algunas personas creen que van a perder el control durante los
ataques de pánico. El significado de “perder el control” tiene una lectura distinta para cada
persona: puede ser hacer cosas extrañas o ridículas, correr sin rumbo, gritar, proferir
obscenidades, romper cosas, quedarse totalmente paralizado y no ser capaz de moverse, hacerse
daño a sí mismo (tirarse por la ventana) o a otros, etc.
MITO: “Voy a desmayarme”. Nuevamente esta creencia va en función de los síntomas que
experimentas. Las personas que experimentan mareo, vértigo o sensación de inestabilidad
durante los ataques de pánico pueden tener miedo a desmayarse o perder el conocimiento.
REALIDAD: Para que tenga lugar un desmayo debe haber un descenso del ritmo cardíaco y una
bajada notable de la presión arterial. Pero debes de saber que cuando se experimenta una fuerte
ansiedad o pánico, ocurre todo lo contrario: el ritmo cardíaco y la presión sanguínea
aumentan. ¿Cómo se explica entonces la sensación de mareo? Nuevamente como parte de la
reacción de emergencia ante el peligro, la distribución sanguínea cambia, el corazón envía más
sangre hacia los músculos (para poder correr o luchar) y relativamente menos al cerebro. Esto
significa que hay una pequeña caída de oxígeno en el cerebro (inofensiva) y esta es la razón de que
uno pueda sentirse mareado. Sin embargo, esta sensación no significa que uno se va a desmayar,
ya que la presión sanguínea global es alta, no baja.
Muchas personas que tienen esta creencia es porque han sufrido desmayos
anteriormente, pero cuando analizamos lo que ocurrió, por lo general no se encontraban
ansiosas en el momento de los desmayos. Estos fueron debidos probablemente a cambios
hormonales, virus, hipoglucemia, hipotensión arterial, visión de sangre/heridas, etc., El
problema es que no fueron conscientes del verdadero motivo y posteriormente interpretaron
su sensación de mareo al estar ansiosos como evidencia de que se iban a desmayar. Esta
interpretación errónea favorece asimismo la ansiedad y la sensación de mareo, la aumenta.
La fobia a la sangre y/o a las heridas es el único trastorno de ansiedad en el que puede
ocurrir que la persona se desmaye, esto se debe a que se produce una bajada del ritmo
cardíaco y la presión sanguínea tras una leve subida inicial. Si se sufre de esta fobia y a su vez
de trastorno de pánico, el desmayo sólo es probable ocurra ante la sangre y/o heridas.
MITO: “Me va a dar un colapso nervioso” . Algunas personas creen que durante un ataque de
pánico sus nervios pueden llegar a agotarse, como una subida de tensión eléctrica. Creen que
esto les puede llevar a un estado de postración extrema o de desmayo.