Está en la página 1de 4

Hospital Municipal

Seis meses después de terminar la cuarentena y haberse solucionado la pandemia del Coronavirus
gracias a la vacuna que se había desarrollado en Alemania, el Intendente Municipal le ofreció la
Dirección del Hospital de Aguas Claras a Diego Rodríguez, quien aceptó el desafío. Se le pedía
organizar y acotar el grado de conflictividad del Hospital, en tanto durante el último año y luego de que
se jubilara el anterior Director, las quejas de la comunidad se incrementaron producto de la deficiente
prestación del servicio de salud. A Diego, con sus 43 años y 18 de médico, lo motivaba iniciar un nuevo
recorrido profesional en un ámbito nuevo para él. Sus trabajos anteriores habían sido siempre en
empresas privadas y su trabajo más reciente fue como Director de un sanatorio privado en la ciudad
vecina.

Sabía que el buen desempeño alcanzado al frente del nosocomio privado era la razón por la cual lo
convocó el Intendente. Entendía también que no podía extrapolar ni aplicar en el ámbito público, todos
los saberes adquiridos en la gestión privada. No obstante, tenía confianza en sí mismo y en su equipo
de trabajo, que estaba integrado por un Psicólogo y un Licenciado en Administración (ambos trabajan
en el Hospital desde hace 5 años). Conformó el equipo para que actúen como analistas
organizacionales y elaboren informes de intervención para la mejora de la gestión.

A continuación, se describen los primeros pasos del flamante Director y su equipo por el Hospital Aguas
Claras.

Al llegar al Hospital, muy temprano por la mañana, fue necesario estacionar muy lejos de la puerta de
entrada, ya que la playa de estacionamiento no estaba demarcada en zonas de exclusividad ni
prioridad médica, por lo que los vehículos estaban estacionados sin orden alguno.

Recorrieron los pasillos del viejo hospital durante varios minutos, tratando de encontrar la oficina del
administrador. La señalización está tan deteriorada que varios de los carteles son ilegibles. El Lic.
Mario Roig es el Administrador del Hospital desde hace varios años y ha quedado a cargo al jubilarse
el anterior Director. Si bien está muy interesado en conversar con ellos, se le hace prácticamente
imposible en tanto a cada instante tocan la puerta, entra y sale gente de la oficina para hacerle diversas
consultas: ¿Dónde está determinado material?, ¿si tiene las estadísticas que solicita el Ministerio?, ¿si
encontró la solución al reclamo de las enfermeras que se quejan por tener que deben atender muchos
pacientes en simultáneo?, etc. Por una combinación de costumbre y figura “docente”, siempre todos
recurren a él. Hace muchos años que está en el hospital y ha formado a todas las personas que hoy
trabajan con él. Ellos lo ven como un referente, sobre todo porque mantiene el hospital a flote desde
que se jubiló el director anterior.

Entre otros de los temas que atiende, están los familiares que le golpeaban la puerta para formular
reclamos o simplemente consultar por la salud de sus parientes. Roig hace tiempo que insiste en que
ésta era una tarea que debe realizarse desde el sector de Informes, derivando al sector pertinente.
Hasta escribió y repartió un instructivo para que todos sepan cuáles eran sus tareas y cómo resolver
las consultas de los familiares, pero solo lo leyeron y nada cambió.

Como pudo, Mario les contó que el anterior Director había estado al frente del Hospital durante muchos
años y si bien hace ya un tiempo que se jubiló, en general el Hospital continúa operando bajo las
modalidades y procesos de trabajo que él impusiera en casi 20 años de gestión. En referencia a esto
último, haciendo una mueca de desaprobación les dijo: “La verdad, para mí es impensable que sigamos
trabajando con procedimientos, circuitos y costumbres establecidos hace más de 20 años. El mundo
cambió, la gestión de la salud cambió y nosotros así no podemos responder a las necesidades que
nos llegan. Hay que cambiar “el chip”! Además, imagínense que algunos de los procedimientos hablan
de “la impresora de matriz de punto”, los chicos más jóvenes, los “millennials” no saben ni lo que son!”-
decía indignado.

Sin embargo, Mario les comenta que se propuso “garantizar la continuidad funcional del Hospital, sin
introducir cambios significativos para no confrontar con grupos internos. “Acá hay un montón de
`tribus`”, dijo. “No se imaginan lo difícil que es poder contentar a todos”. Además, sentía que como el
Intendente no lo había nombrado como el nuevo Director, no contaba con su apoyo como para
desarrollar un proyecto de gestión. Cree que la llegada del nuevo Director supone el inicio de algo
nuevo y confía en que puedan redireccionar el rumbo perdido del Hospital e iniciar su transformación
rumbo a la modernización, si bien esto parecía una utopía tratándose de un hospital público. “Acá todo
es complicado, sobre todo por los recursos. Lograr obtenerlos es una lucha, realmente. Como habrán
visto, por todo el hospital hay signos de esta carencia”. Pero el problema no sólo eran los recursos
económicos, tenían serios problemas para la circulación de la información. Les comentó que se había
enterado de su llegada apenas algunos días antes y que, de hecho, sólo podía suponer el para qué de
la visita, ya que el Intendente no se lo había comunicado. Menos aún estaba informado el resto del
personal del Hospital.

Continuando el recorrido, llegaron a la guardia atiborrada de gente. Desde horas muy tempranas, la
gente hace cola para recibir los 30 números diarios de atención en consultorios externos. Uno de los
conflictos de ese año es que los médicos decidieron poner un límite a la cantidad de pacientes que
atienden por día. Aducen estar desbordados y agobiados frente a tanta demanda. Como es de esperar,
la gente, al no conseguir número para ser atendido, recurre a la guardia, donde los residentes hacen
enormes esfuerzos por atender a un número de gente aún mayor que los atendidos en los consultorios.
Conversando con el Jefe de Residentes, les comenta que, pese al esfuerzo y ciertas limitaciones
instrumentales, la mayoría de los residentes se encuentran muy contentos por tener la posibilidad de
aprender y hacer su experiencia hospitalaria. Si bien por momentos se cansan, saben que de allí salen
formados y preparados para afrontar diversos desafíos profesionales. Además, todos sabían desde el
momento de entrar, cómo eran las condiciones para el trabajo de los residentes. Con los médicos no
se pudieron reunir ya que eran las 08,30 hs de la mañana y el primer turno está previsto para las 09
hs. Por comentarios posteriores de una enfermera se enteran de que lo habitual es que lleguen 09,30
o 09,45 hs. Son los únicos que parecen exceptuados de cumplir el horario de forma estricta, lo que no
agrada a muchos de los otros empleados del hospital.

Justamente por esos días, las enfermeras estaban a punto de ir de paro. De conversar con algunas de
ellas, pudieron relevar que sus principales reclamos giran en torno a dos cosas: el acotado número de
personal designado (lo cual suponía muchos más pacientes por enfermera de lo aconsejable), y la
reciente circular que desde el Ministerio de Salud había llegado. En la misma se estipula que a partir
del 2022, todo el personal de enfermería debe estar profesionalizado. Esto supone contar con un título
habilitante, el cual actualmente sólo tiene el 20% del personal. En verdad, dicha circular se refiere a
futuras incorporaciones y no afecta a las/los enfermeros/as que ya estaban desempeñando tareas en
los Hospitales, no obstante la falta de información y el temor a perder los empleos, había caldeado el
ánimo. Entre quienes promueven comenzar una huelga, se encuentra Olga, delegada sindical de
SITRE (Sindicato de Trabajadores de Enfermería), muy respetada entre sus compañeros/as y con una
antigüedad de 30 años en el Hospital.

Por otra parte, la Farmacia estaba bien provista de medicamentos, pero mal organizada. El encargado
es un hombre de mediana edad, sin formación específica, que fuera designado en forma interina luego
de la renuncia del anterior encargado quien se fue al poco de jubilarse el Director anterior.
Aparentemente, el Ministerio no tenía previsto designar en dicho espacio a un profesional, por lo cual
el salario destinado era el de un administrativo de la escala más baja. El anterior Director reforzaba el
salario del farmacéutico con horas extras, las cuales se le retiraron (no estaba muy claro a quién le
fueron asignadas), lo que derivó en la renuncia del profesional.
El Administrador designó a un administrativo, Joaquín, que con buena voluntad, pero sin mucho criterio,
intentaba desempeñar su tarea. Como no siempre lograba su cometido, era objeto de críticas e incluso
burlas por parte del resto del personal. Pero él decía que no le importaba, porque no estaba ahí para
hacer amigos, este trabajo le servía para poder ocupar su día, ya que de otra forma no tendría nada
que hacer. Por mencionar un dato claramente observable, pese a contar con una PC y un software
específico para administrar el stock de medicamentos, prefiere recurrir a un libro de notas: “No me
gusta toda esa cosa de las computadoras. Yo en mi libretita me entiendo y además es más seguro", lo
citaba Mario acompañando el relato con alguna risa.

En la parte de atención al público, se encuentra el resto del personal administrativo. Dos empleadas
responden a las consultas de la gente. Una de ellas, una señora mayor, Elba, lo hace como un
autómata. Era evidente su hartazgo y total falta de predisposición, como si no le importara el trabajo
que está realizando. En cuanto puede, se retira detrás del biombo donde cuatro empleados llena
planillas de obras sociales y conversan amenamente mientras comparten un mate. Comenta Mario,
“Ellos creen que yo no sé lo que hacen, pero ¡es que hasta lo han instaurado como rutina! Si quiere,
pase todos los días tipo 10hs, los va a encontrar a todos ahí”, decía indignado”. Ese problema lo
tenemos con mucho de los empleados que están por jubilarse, porque ya se quieren ir, pero sin
embargo hay otros en la misma situación que no responden así, como por ejemplo Juana, de la cocina.
Si pueden, vayan a hablar con ella. Es la que conoce el verdadero corazón de este hospital”.

Cruzaron un par de palabras con la gente mientras hacían la cola y le preguntaron qué era lo mejor y
lo peor del Hospital. En general, reconocen que pueden encontrar especialistas de diversas áreas:
pediatría, traumatología, cirugía, oftalmología, etc. Lo peor es recurrente en todas las respuestas: el
tiempo que pierden y cierta desorganización que hace que en muchas ocasiones la información que
se les brinda es inexacta. Parece que hay muchas cuestiones donde no existen acuerdos entre los
jefes, y los empleados tienen que recorrer todo el hospital para poder tener una orden clara y no
siempre lo logran. En otras ocasiones, como no hay indicaciones preestablecidas y conocidas por
todos, cada empleado aplica su propio criterio y así terminan todos por hacer las cosas de distinta
manera.

Para el área de internaciones, el Intendente le prometió al nuevo Director ampliar el espacio y las
camas destinadas para tal fin. No obstante, eso depende de las partidas presupuestarias de Provincia
y las mismas estaban retrasadas. “Pero la gestión pública es así, el problema es que cuando estás en
salud y ves que salvarle la vida a alguien se retrasa por un expediente o porque decidieron poner la
plata en otro lado, te parte el corazón”, les confesó Mario. Justamente el escaso número de camas,
supone la necesidad de derivar pacientes a otros hospitales de la zona, lo cual no siempre es
aconsejable dado el estado de salud del paciente.

Finalmente llegaron a la cocina donde se encuentra Juana, quien trabaja en el Hospital hace ya 28
años. Ella se encarga de cocinarle a los pacientes. Muy amena y simpática, dijo amar lo que hace y
está contenta de poder jubilarse allí. “Saber que dediqué mi vida laboral a ayudar en este hospital, me
llena de satisfacción. Además, si bien yo sólo cocino y no salvo ninguna vida, siento que con mis platos
puedo hacer la estadía de los pacientes un poquito más grata”, decía muy orgullosa. Sin embargo,
encuentra muy injusto que los médicos casi todos los días le pidan que les diera de comer, dado que
andan a mil de un trabajo al otro. Le parece injusto porque ni los residentes ni los enfermeros tienen
ese beneficio. Les contó que disfruta mucho del hecho de conversar y enterarse de todo lo que ocurre
en el hospital. Además, como es una de las empleadas con mayor antigüedad, siempre le terminan
mandando a los nuevos para que “los pongan al tanto del hospital”. “A mí me encanta, porque soy
como la mamá de todos. ¡Como la abuela!”, y se reía.

Por ella se enteraron que, si bien hay una sola ambulancia, hay cuatro choferes nombrados. Se rotan
en turnos de mañana y tarde, lo cual garantiza que siempre haya uno, pero al mismo tiempo significa
que otros directamente no concurren a trabajar. Todos en el hospital lo saben, pero como entienden
que no es culpa de ellos, no se lo recriminan… “¿para qué van a venir si no tienen nada que hacer?”.

Ya un poco cansados de la visita, pretenden encontrar la oficina del Director para instalarse, pero
terminaron conversando en el buffet. Desde que se jubiló el anterior Director, el que era su despacho
se ha convertido en la sala de descanso y reunión de los médicos que, por otra parte, no dejan que
entre ningún residente ni auxiliares.

Diego Rodríguez sabe que hay mucho por hacer, y cuenta con el aporte de su equipo.

También podría gustarte