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CELEBRACION DREI

11 de Enero del 2016

MONICIÓN DE ENTRADA
Con esta fiesta del Bautismo del Señor, damos por terminado el tiempo de Navidad y la Epifanía. Jesucristo, encarnado,
nacido en el pesebre de Belén y manifestado a los pastores y a los magos, comienza ahora, con su vida adulta, a
anunciar y realizar el Reino de Dios, hoy nos reúne y por él resuena en nosotros la voz del Padre que también nos dice
que somos sus hijos amados. Con el corazón agradecido porque el Hijo de Dios se ha hecho uno de nosotros,
cantemos…
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios nos alegramos por el amor que nos tiene el Padre al llamarnos hijos
suyos, pues, en verdad, ¡lo somos!
Que la paz y la misericordia de Dios, manifestadas en su Hijo Amado Jesucristo, estén con todos ustedes.

SALMO PARA COMENZAR EL DIA

Al tocar la luz del día mis ojos, Señor, Oye mi voz, Señor, tú que eres bueno y compasivo
mi corazón se levanta hacia ti en busca de tu mirada. y alienta mi vida que busca en ti luz y calor.
Escucha las palabras de quien siente la vida de nuevo,
Guíame, Señor, tú que eres bueno y santo;
y estate atento, Señor; sé cercano a mi mano abierta. guíame hacia la luz y que camine como hijo de la luz;
Da respuesta a mi pregunta; ayúdame en mi inquietud, guíame y allana mi camino para que sea fiel a tu Ley.
tú que eres mi Señor y mi Dios, en quien yo confío.
Que tu camino, Señor, sea hoy la pasión de mi corazón
A ti abro mi ser, mis ganas de vivir, mi despertar: joven,
de mañana, en tus manos pongo mis miedos y mis y que tu Espíritu Santo me ayude en cada paso.
ilusiones; Que mi boca, Señor, sea hoy la expresión de mi interior;
de mañana, en tus ojos pongo la pureza y sinceridad que mis palabras arranquen de lo profundo y sean
de mi búsqueda; verdaderas.
de mañana, en tu camino quiero dirigir mis pasos. Amén

ACTO PENITENCIAL.:
Cuando las tinieblas parecían envolver la totalidad de nuestras vidas, la luz de Cristo irrumpió en nuestra historia y nos
renovó en la esperanza. Confiémonos, pues, a la misericordia de Aquel que sabemos que nos ama.
– Tú, el Hijo Amado del Padre, quien recibimos la gracia de ser hijos por adopción: Señor, ten piedad.
– Tú, el que viniste a traernos un bautismo por medio del fuego del Espíritu: Cristo, ten piedad.
– Tú, por quien se nos abrieron las puertas del cielo con tu entrega en la cruz: Señor, ten piedad.

EVANGELIO LC 3, 15-16. 21-22


El bautismo de Jesús señala el comienzo de su ministerio público. Hasta ese momento, Jesús había llevado la vida
anónima de un hombre de Nazaret. El bautismo es la manifestación de la gloria divina: nos presenta a la Santísima
Trinidad y señala el momento a partir del cual Jesús comenzará a manifestarse como el Ungido que viene a realizar la
salvación y a evangelizar a los pobres.

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.

Como el pueblo estaba a la expectativa y todos se preguntaban si Juan Bautista no sería el Mesías, él tomó la palabra y
les dijo: “Yo los bautizo con agua, pero viene uno que es más poderoso que yo, y yo ni siquiera soy digno de desatar la
correa de sus sandalias; él los bautizará en el Espíritu Santo y en el fuego”. Todo el pueblo se hacía bautizar, y también
fue bautizado Jesús. Y mientras estaba orando, se abrió el cielo y el Espíritu Santo descendió sobre él en forma
corporal, como una paloma. Se oyó entonces una voz del cielo: “Tú eres mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta
toda mi predilección”.
Palabra del Señor.

REFLEXIÓN
Sin duda que la fiesta del Bautismo del Señor se encuadra en el tiempo de la Epifanía, por ser un relato en el que se nos
manifiesta la identidad de Aquel que, esperando en la fila de los pecadores para recibir el bautismo de Juan, sin
embargo es, en verdad, el Hijo amado de Dios: “Jesús también se bautizó. Y, mientras oraba, se abrió el cielo, bajó el
Espíritu Santo sobre él en forma de paloma, y vino una voz del cielo: -«Tú eres mi Hijo, el amado, el predilecto».” Ya
desde antiguo, según el profeta Isaías, se anunció la presencia del Mesías: “Mirad a mi siervo, a quien sostengo; mi
elegido, a quien prefiero” (Is).
El bautismo es el sacramento que nos introduce en la corriente del amor de Dios. Gracias al bautismo, somos hijos de
Dios, por adopción, y no es pretencioso sentirnos amados por Él.
Cuando uno siente que le ama otra persona, se mueve a reciprocidad. Quizá hemos reducido el bautismo a un rito, más
que a una acogida del ofrecimiento que nos hace Jesucristo de unirnos a Él, de hacernos miembros de su familia, y así
poder invocar a Dios como Él lo hizo: “Padre”, entrar en comunión con los méritos de todos los santos, convertirnos en
piedras vivas de la Iglesia, poder celebrar la certeza de estar habitados por el Espíritu divino, y de alimentarnos con el
Pan de la Eucaristía y la Copa de Salvación.
Una posibilidad actual de reavivar el bautismo es celebrar la misericordia del Señor. Precisamente, este Año de la
Misericordia, el papa Francisco ha abierto las puertas del perdón, de los tesoros de gracia acumulados en la Iglesia por
los méritos de Jesucristo y de todos los santos.
Tenemos la posibilidad de renacer por el agua y el Espíritu, por la entrañable misericordia de nuestro Dios. No dejes
pasar la oportunidad de la gracia.

ORACIÓN
¡Señor, nuestro Dios y nuestro Padre! Te pedimos el conocimiento del misterio del bautismo de tu Hijo. Concédenos
comprenderlo como lo comprendió el evangelista Lucas: como lo comprendieron los primeros cristianos. Concédenos
Padre, contemplar el misterio de la identidad de Jesús como lo has revelado en el momento de su bautismo en las aguas
del Jordán y que está presente en nuestro bautismo.
¡Señor Jesús! Enséñanos en esta escucha de tu palabra qué cosa signifique ser hijos, en Tí y contigo. Tú eres el
verdadero Cristo porque nos enseña ser hijos de Dios como tú. Danos una profunda conciencia de la acción del Espíritu
que nos invita a una escucha dócil y atenta de tu palabra. ¡Espíritu Santo! Te pedimos que calmes nuestras angustias, los
temores, los miedos para ser más libres, sencillos y mansos en la escucha de la voz de Dios que se manifiesta en la
palabra de Cristo Jesús, nuestro hermano y redentor. ¡Amén!

PETICIONES:
Queridos hermanos, dirijamos nuestra súplica al Padre del Cielo, por nuestras necesidades y las del mundo entero.
1. Por los pastores de nuestra Iglesia; para que siguiendo las huellas del Maestro Divino, anuncien a tiempo y a
destiempo la eterna novedad del amor de Dios y la llegada de su reino, especialmente a los más pobres y
desamparados. Oremos…
2. Por nuestras naciones; para que escuchen el grito de paz que tantos hombres y mujeres lanzan, víctimas de las
injusticias y la violencia. Oremos…
3. Por los que sufren enfermedades o la opresión; para que no pierdan la fe y sean reanimados en la esperanza, por
medio de la caridad de todos. Oremos…
4. Por las vocaciones a la vida sacerdotal y religiosa, de manera especial por los que trabajan en territorios de misión
en países de conflictos; para que escuchando la voz del Padre se animen a darlo todo por el Evangelio. Oremos…
5. Por nosotros, llamados a escuchar la voz del Padre; para que reconozcamos que todos los hombres son amados por
él y así busquemos una mejor convivencia entre hermanos. Oremos…
Padre Santo, escucha la oración que a ti hemos elevado, confiados en tu infinita misericordia y providencia, manifestada
en tu Hijo Jesucristo. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

Confiando en el Señor que hizo obras grandes en María, pidamos al Padre que nos escuche a través de ella
ORACIÓN A LA MADRE DE LA INFINITA MISERICORDIA

¡Oh Madre Purísima de la Infinita Misericordia!, Que Vuestro Santísimo Corazón


que Te dignaste venir del Supremo Cielo renazca en nuestros corazones.
en nuestro auxilio, Que Tu Bondadosa mirada de Madre
ayúdanos a ser libres de nosotros mismos. guíe el camino interior que debemos recorrer.
Fortalece nuestra fe Que Tus benditas manos bendigan
para que podamos cumplir la Misión Mayor que debemos cumplir.
con el Sagrado Propósito. ¡Oh Madre de la Infinita Misericordia!,
Protege día y noche que Tu Corazón nos una
el caminar de nuestros pasos. al Corazón Glorificado de Cristo
Libéranos de las amarras del mal. y que nada nos separe de Tí,
¡Oh Sagrada Madre de la Infinita Misericordia!, para que en el día del Gran Retorno del Redentor
que revelaste el Poder de Tu Faz Glorifiquemos por siempre la Gracia de Dios.
sobre los Sagrados suelos de Aurora. Amén

DESPEDIDA Y BENDICIÓN FINAL


Monición: En el día de nuestro bautismo fuimos llamados a la fe y el Padre nos hizo hijos amados suyos. Que esta
convicción inunde nuestras realidades y podamos hacer vida lo que celebramos.
Bendición final
Envío: Que en lo cotidiano de nuestras vidas sintamos la compañía del Espíritu de Dios. Vayamos en paz

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