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2 Fonemas palatales

Cano describe este sector del sistema consonántico medieval como una tríada
de fonemas formada por /š/, /ž/ y /ĉ/ con oposiciones mutuas en casi todos los
entornos. El primer par de fonemas, /š/ y /ž/, es fricativo y se distinguen entre sí por el
rasgo de sonoridad. A la vez, el fonema restante, /ĉ/, se diferencia de los anteriores
por su modo de articulación africado. Si bien esta descripción resulta útil por su
simpleza y claridad, el autor advierte que está dejando de lado al fonema palatal
sonoro representado por la grafía y. El motivo aducido para esta exclusión es la falta
de consenso acerca de si su realización era consonántica o de algún tipo vocálico. Por
otra parte, según este autor, aunque se lo tomase como consonante, tampoco está del
todo claro cuáles serían los rasgos distintivos que lo diferenciarían de /ž/, lo que
dificulta su inserción en el subsistema palatal.

Fricativa sorda /š/ - Grafía X

Según Cuervo, la coexistencia de estos sonidos palatales en lenguas


extranjeras proporciona testimonios comparativos que brindan datos más claros sobre
su naturaleza e historia:
Desde las transcripciones de voces arábigas en los libros de astronomía de
Alfonso X, donde se utiliza la grafía x como equivalente de ‫( ﺵ‬šīn), su valor fonético
es el de una fricativa palatal sorda [š]. Confirma esta correspondencia con el árabe, la
obra concebida como herramienta de conversión de moros al cristianismo que
compusiera el padre Pedro de Alcalá, tras la conquista del Reino de Granada, en
1505. Por otra parte, refuerzan esta identidad fonética la comparación con el dígrafo
italiano sc:
Gramática de la lengua vulgar de España (1559): « En esta Vulgar de España es
[la x] letra tomada de los Aravigos, i suena como... en Italiano el scia, sce, sci,
scio, sciu; como sciagurato, scelerato, sciocco, sciuto, desta mesma manera
dezimos nosotros xabon, axedreɀ, coxo, xuxa, y todos los demás. » (Cuervo I, p.
53)

Así como también la comparación con la ch francesa:


Gramática de la lengua vulgar de España (1559): « Suena [la x] como en Francia
la ch, como quando dizen cheualier, chiche, charbonnier. » (Cuervo I, p.53)

y el sch del alemán:


en su Comentario Avila y Çúñiga (1549): «la Montaña negra que los Alemanes
llaman Xuareɀbalt » (Schwarzwald), fol. 10; Sebastian Xertel (Schärtlin), fols. 22,
61, etc.; Xeneiberg (Schneeberg), fol. 73; «llamauase este lugar de donde el
Emperador salió Xefemecer (schermesser ?) que en Español quiere dezir nauaja
», fol. 75 vo. (Cuervo I, p.54)
Fricativa sonora - /ž/ - Grafías G, I, J

Para el valor fonético de la grafía g, Cuervo recurre inicialmente a la Gramática


y Ortografía de Nebrija donde esta representa dos sonidos: uno cuando le siguen las
vocales a, o, u y otro cuando le siguen e, i. Del segundo de estos sonidos, Nebrija
dice que es propio del castellano ya que, salvo los moriscos, ni judíos, ni griegos, ni
latinos lo sienten como propio. La información sobre este sonido particular se
complementa cuando el gramático renacentista describe la letra i, ya que esta suena
diferente según se la use como vocal o como consonante. En su uso consonántico, el
sonido de la i es como el de la g ante vocal palatal:
«La .i. tiene dos officios: uno proprio cuando usamos della como de vocal: como
en las primeras letras destas diciones .ira.igual, otro común con la .g. porque
cuando usamos della como de consonante: ponemosla siguiéndose .a.o.u. e
ponemos la .g. si se siguen .e.i. la cual pronunciación como diximos de la .g. es
propria nuestra e del morisco de donde nosotros la pudimos recebir.» (Cuervo I,
p.54)

De este modo, tendríamos para la grafía g un sonido [g] ante las vocales a, o, u
y otro sonido, de origen morisco al parecer de Nebrija, que aparece ante vocal palatal.
Este sonido, propio del castellano, ante las demás vocales se representa con la letra i
utilizada como consonante: ia, ge, gi, io, iu. Sin embargo, la respuesta a cómo sería
este sonido castellano-morisco, Cuervo no la encuentra en Nebrija sino en el autor de
la primera gramática del árabe utilizado en España:

Danos la respuesta el P. Alcalá representando con j, ó con g antes de e, i, la ‫ج‬


que se pronuncia como la g italiana en giardino y giorno; (Cuervo I, p.54)

La grafía ‫ ج‬corresponde a la letra árabe ǧīm cuyo sonido es africado [ẑ]


(aunque en la variedad de árabe levantino, su sonido es fricativo [ž]). Algo similar
ocurre con la g italiana aludida: si bien el sonido estándar de esta consonante, cuando
se escribe gia, ge, gi, gio, giu, es africado [ẑ], el toscano utiliza la fricativa [ž]. De aquí,
tal vez, el planteo de Cuervo cuando duda acerca de si el sonido de g, j (i) debiera
identificarse con el del gi italiano [ẑ] o con el del je francés [ž]. Esta sospecha sobre un
primitivo modo africado, que posibilitaría ubicarlo junto a /ĉ/ equilibrando
simétricamente el sistema, también es mencionada por Cano.
Más allá de la duda sobre si inicialmente se trataba de una africada o una
fricativa, el sonido de g, j (i), según Cuervo, terminó por inclinarse hacia el de una j
francesa [ž] y se mantuvo teóricamente diferenciado del de x [š] hasta mediados del
siglo XVI, momento en que los gramáticos comienzan a advertir sobre la confusión
entre ambos sonidos:
El valenciano Juan Martín Cordero (1556) afirma que la j es son diverso de la x, y
que « no se dice hixo sino hijo. » (Las quexas y llanto de Pompeyo, Amberes, fol.
113.)

Torquemada (antes de 1574) : « Estas tres letras (G, J, X) traen en gran baraja y
discordia la buena ortografia, porque en parecer tan diferentes en sí, tienen tanta
semejanza en la pronunciación, que muchas veces se ponen la una por la otra; y
esto cáusanlo los que inadvertidamente escriben sin querer mirar lo que hacen. »
(Cuervo I, p.56)
Para el final del siglo, esta tendencia se habría hecho general, como recoge esta otra
cita recopilada por Cuervo:
«Algunos consonantes se escriben con diferentes letras, que en la común
pronunciación hazen casi un mismo sonido, como Hija y fixa, Braua y coba, Iniquo
y chico, Pathmo y Cadmo, y Josapliat y mirad. Dudase si estos y otros semejantes
causan verdadera consonancia, porque por una parte no se guarda entre ellos la
semejanza de todas las letras que diximos ser necessaria, y por otra el sonido
parece el mismo que fuera si las letras estuuieran todas vniformes.» (Rengifo,
1592. Arte poética, silva de consonantes, cap. III.)

Ya durante el siglo XVII, los reclamos y advertencias sobre la diferenciación y


correcta ortografía entre x por un lado y g, i, j, (ante e,i) por otro, es general, lo que
demostraría un estado de igualación total entre ambos sonidos. Sin embargo, en el
inicio de ese mismo siglo, ya hay gramáticos que comienzan a registrar un fenómeno
posterior: la velarización de x [š] (igualado con [ž]) que terminará en su sonido actual
[x]. El registro más antiguo de este último cambio fonético, Cuervo lo encuentra en las
Institutiones in linguam hispanicam (1614) del gramático e hispanista alemán Heinrich
Doergangk, apoyado por el relato de Gaspar Schopp, quien pasara tiempo en la corte
española durante 1614 y registrara en su Grammatica philosophica (1628) que el
supuesto origen de esta velarización habría sido una pronunciación propia de las
mujeres de la corte. Si bien la anécdota sobre la pronunciación femenina puede
descartarse por mera fábula, como apunta Cuervo, ambos autores germanos
coinciden en que la pronunciación de la x castellana [š], que anteriormente se
comparaba con la grafía germana sch, ahora debía compararse con ch [x]. A partir de
una recopilación de citas que van desde fines del XVI hasta mediados del XVII, Cuervo
plantea que el cambio fonético se debe a un paulatino retroceso del punto de
articulación.
palatal sonora /y/ - Grafía Y

La grafía y no tiene un apartado especial en el artículo de Cuervo que estamos


siguiendo. La razón principal es que para el criterio fonético de la ortografía de Nebrija
—autor del que parte el filólogo colombiano— la y griega no representa un sonido por
sí misma, sino que tiene el mismo valor vocálico de la i latina:
La. y. griega tan poco io no veo de que sirve: pues que no tiene otra fuerza ni
sonido que la. i. latina: salvo si queremos usar della en los lugares donde podría
venir en duda si la. i. es vocal o consonante. Como escriviendo raya ayo yunta: si
pusiessemos. i. latina diría otra cosa mui diversa. raia. aio. iunta. (Fol.9 r.)

Es más, la reforma ortográfica propuesta por el autor de la primera gramática


castellana llama a eliminar la grafía y de la siguiente manera:
La g tiene dos oficios: una propio, & otro prestado. Esso mesmo la i tiene otros
dos: uno, cuando es vocal; & otro, cuando es consonante, el cual concurre con la
g, cuando después della se siguen e, i. Assí que, dexando la g, i, en sus propias
fuerças, con una figura que añadamos para representar lo que agora escrivimos
con g, i, cuando les damos ageno oficio, queda hecho todo lo que buscamos,
dándoles todavía a las letras el son de su pronunciación. Ésta podría ser la y
griega, sino que está en uso de ser siempre vocal; mas sea la j luenga, por que no
seamos autores de tanta novedad, & entonces quedará sin oficio la y griega. (G.
Neb. Folio 11 r. p. 121 - 122 (123))

Es decir, que a la fricativa palatal sonora [ž] representada por las grafías i o g, según el
contexto vocálico (ia, ge, gi, io, iu), se la pase a representar con j como única grafía
(ja, je, ji, jo, ju). De esta manera, se podrían diferenciar raia, aio, iunta de raja, ajo,
junta sin necesidad de conservar la y griega. Sin embargo, esta postura está lejos de
ser la única.
En su Diálogo de la lengua1, Juan de Valdés, en cuanto a ortografía y correcta
pronunciación del castellano, desconoce la autoridad de las obras que Nebrija
publicara unos cuarenta años antes. Tal desacreditación es repetidamente sostenida a
partir de la condición de andaluz del autor del Vocabulario español-latino (1494):
VALDÉS. ¿Por qué queréis que me contente? ¿vos no veis, que aunque Lebrija
era mui docto en la lengua latina, (que esto nadie se lo puede quitar) al fin no se
puede negar, que era Andaluz, i no Castellano? i que escribió aquel su
vocabulario, con tan poco cuidado, que pareze haberlo escrito por burla? Si ya no
queréis decir que hombres invidiosos, por afrentar al Autor, han gastado el libro.
(Valdés p. 10)

Desde su condición de castellano, que lo haría portador de una lengua más pura, y
una vida social ligada a los círculos de la corte, modelo prestigioso del uso de la
lengua, dice sobre la y:
VALDÉS. En ésta hai mayor dificultad; pero habéis de saber, que la y griega, tiene
dos lugares á donde nezesariamente se pone, i donde ninguna de las otras estará
bien; i uno, donde se pone impropiamente. El uno de los dos es, cuando la y es
consonante: el otro, cuando es conjunzion. El impropio, es cuando se pone en fin
de la parte: en todos los otros lugares creedme que no está bien. (Valdés pp. 63-
64)

De este modo, con algunas excepciones, para Valdés, la y griega es una consonante.
1
Valdés 1860 [ca 1533]
No obstante, la disputa respecto de la naturaleza de la y griega no concluye
con estas dos posiciones antagónicas. Por la época en que Valdés escribía su Diálogo
de la lengua en Nápoles, Alejo Venegas, Maestro de Gramática en la Real Universidad
de Toledo, publica un Tratado de ortografía2 en el que se describe la y con un sonido
que podría ser semivocálico o semiconsonántico:
La .y. que llamamos .y. griega: sirve en latín para algunas diciones que vienen de griego .como
hymnus. y en castellano es medianera entre la .i. vocal. y la .y. consonante. assí como en: mía:
que es vocal: y en raja: que es la .i. consonante: media: raya: que ni del todo es vocal: ni del
todo es consonante: assí decimos: ayo. ajo. sayo. sajo. (Venegas cap 1 8vo presupuesto p. 20)

Estas tres posiciones pueden encontrarse en distintos autores, tanto


contemporáneos como algo posteriores, junto con variadas reglas de uso de la grafía
(más allá de su sonido). Este tipo de divergencias normativas, que, en el mejor de los
casos, habían sido construidas sobre el criterio fonético particular de cada autor es
uno de los fundamentos que esgrime la Real Academia Española para erguirse como
autoridad ortográfica. Luego de argumentar que no todas las palabras se pronuncian
de igual manera en todas las regiones de España y que por lo tanto no hay
uniformidad en el uso de la lengua, tilda de regla común y vulgar al mandamiento de
Quintiliano de “escribir como se pronuncia”. Por consiguiente, descarta la fonética
como criterio para establecer una ortografía y declara:
(…) siendo sumamente incierto, como queda mostrado, que por sola manera de
hablar se pueda regular y formar la Orthographía: el medio seguro y cierto para
fijarla en el modo posible, es recurrir a los orígenes de las palabras, y examinar
sus etymologías, atendiendo a las modificaciones con que el tiempo ha ido
suavizando y templando el rigor que en lo antiguo se practicaba, y observando el
estilo con que el uso ha ido sentando y estableciendo el modo de reducir al papel
no pocos términos y palabras, diferentemente de lo que antes se hacía.
(Autoridades V. I p. LXX)

A partir de este abordaje ortográfico etimológico, actualizado por las voces


utilizadas por los autores “más clásicos y juiciosos”, desde sus orígenes y hasta la
actualidad, la academia ha reconocido en la grafía y un uso vocálico y otro
consonántico:
De las cinco vocáles Latinas la I, y la U, además de su oficio própio, tienen el de
passar à ser consonantes: (…). La causa de esta variación y mudanza procede, de
que en muchas dicciones no se pronúncian como vocáles, sino como
consonantes, porque hieren a la vocál que se les sigue: como en estas palabras
Ayuda, Ayer, Ayuno, Yace, Yerro, Arroyo, (…). El medio para separar en lo escrito
entrambos oficios es usar de la regla yá comúnmente recibida de substituir,
quando son consonantes, en lugar de la I la Y (…) (Autoridades v.I p. LXXI)

El valor vocálico de y queda reservado para cuando es conjunción copulativa


(justificada por el uso y en correspondencia con el et latino), la escritura de voces de
origen griego, y en los sustantivos cuyo plural llevan y con valor consonántico (como
rey, reyes). En la actualidad, solo se mantiene intacta la primera de estas reglas, ya
que los vocablos de origen griego se escriben con i latina y las palabras como rey
mantienen la grafía por tratarse de una /i/ átona final de palabra formando parte de

2
Tractado de orthographía y accentos en las tres lenguas principales, (Toledo, 1531) f.
18
diptongo. En cuanto al uso consonántico, la normativa de 1726 dicta que la vocal /i/ es
consonante cuando la sucede otra vocal. Por su parte, la gramática actual dice:
El fonema /y/ cuenta con un solo modo de representación gráfica para la minoría
de hispanohablantes cuyo sistema fonológico incluye, además, el fonema /ll/. Así,
para los hablantes que distinguen en la pronunciación los fonemas /y/ y /ll/, el
fonema /y/ se corresponde siempre en la escritura con la letra y, puesto que el
dígrafo ll representa para ellos el fonema /ll/ (RAE 2010 (183))

De este modo, no deja dudas de que el grafema y puede representar en algunos


casos al fonema vocálico /i/ y, mayoritariamente, al fonema consonántico /y/, definido
por sus rasgos distintivos como: consonante, obstruyente, palatal, sonoro.

Aparición en el texto de la grafía y en uso consonántico

ya (L.: 13, 18)

En posición inicial, Cano ofrece como uno de los orígenes de la palatal el


refuerzo de la J- latina inicial, es decir, de la I- consonante en esa posición:
IAM > ya
yo (L.:9)

Otra posibilidad ofrecida por Cano para el origen de y en posición inicial es el


refuerzo de la semiconsonante del diptongo /ie/. Aunque no incluye al pronombre entre
los ejemplos, la evolución fonética sería:
31 43

ĔGO > e'o > *yeo > yo

Sobre la reducción ye > y, Pidal nos dice:


También ié se reduce a i cuando está en hiato, probablemente por simplificación
del triptongo (…): Dĕus, ant. dialectal Dieos, cast. Dios, mĕu, leon. occid. mieo,
cast. mío; (Pidal §102, p. 57)

Por otra parte, al hablar de la consonante y nos dice que esta se diferencia de
la vocal por la forma alargada de la estrechez formada por el dorso de la lengua y la
zona prepalatal, ya que, en la vocal, esta estrechez tendrá forma redondeada.
Además, cuando se pronuncia de forma enérgica, la estrechez de la y puede llegar a
la oclusión dando como resultado una africada sonora [ŷ] que se manifiesta tras otra
oclusiva, como en cónyuge [konŷuxe], o en posición inicial absoluta como en el
pronombre que estamos analizando: yo [ŷó]. Sin embargo, no se terminan aquí las
posibilidades ya que la y puede adelantar su punto de articulación y convertirse en [ž],
como era común en el español rioplatense de nuestro país y gran parte del sur de
España, para pronunciarse mayo [mažo], ayer [ažer], yo [žo]3 (para la Argentina, a esta
posibilidad debemos sumarle la variante sorda [š] que actualmente es mayoritaria).
En otro orden, la reticencia de Cano por incluir entre sus ejemplos una palabra
tan utilizada, quizás, esté ligada a la existencia de otras propuestas. Corominas, por
ejemplo, distingue, a partir de la evolución del vulgar EO, entre lenguas que utilizaron
formas procedentes del uso tónico del pronombre (port. eu, oc. ieu, sardo eo) y formas

3
Pidal §356c, pp. 108-109
derivadas del uso proclítico (fr. ant. jo, gasc. jou, cast. yo). En el uso proclítico (y por lo
tanto átono), una pronunciación vulgar y relajada hacen que EO evolucione como IO ‘ >
jo. Por otro lado, también existen casos en que las tendencias quedaron mezcladas,
como sucede en el caso del italiano que hace eo > io (variante resultante del uso
proclítico) y allí, un cambio hacia la variante tónica deja como resultado la acentuación
ío.

Aparición en el texto de la grafía y en uso vocálico

cuydaron (L.: 21) / cuydó (L.: 17)

Ambas palabras pertenecen a la conjugación del verbo cuidar, cuyo origen


latino es CŌGITĀRE. De acuerdo con Pidal, la caída de la fricativa intervocálica -G-
produce una yod por síncopa que inflexiona la vocal precedente:
La yod por síncopa inflexiona también la ọ: cōgĭtat > co(y)itat, § 431 > antic. cuida,
cuda, cueda, cueida, mod. cuida; (Pidal §142d, p. 66)

Corominas nos informa que la primera documentación de esta palabra se


encuentra en el Cid y allí, en el sexto verso del primer folio conservado en el
manuscrito VITR/7/17 de la BNE, podemos observar que está escrita con y griega:
Sospiró mýo çid, ca mucho auie grādes cuydados.

Lo mismo sucede en el manuscrito MSS/6376 —también de la BNE y fuente de la


edición de El conde Lucanor que utilizamos en este trabajo—. En el folio 161r, puede
observarse que la utilización de la grafía y coincide plenamente con la de las palabras
que estamos analizando.
Ahora bien, como se ha reseñado anteriormente, tanto Nebrija como Valdés y
la RAE rechazan el uso de la y griega en esta posición, por tal motivo recurriremos a la
normativa ortográfica de otras dos obras del siglo XVI. La primera de ellas es la
Gramática Castellana de Cristóbal de Villalón, impresa en Amberes en 1558. Al hablar
de los diptongos, el catedrático humanista nacido en la zona castellana de Valladolid
utiliza la y griega cuando /i/ es el segundo elemento vocálico:
En imitatiçon de los Latinos es de notar que la lēgua Castellana tiene doze
díphtongos en su común hablar: los quales son los que se siguen con sus
exemplos. El primero es la A, cō la, i, como se ofreçe en bayle y frayle. Haze
díphtongo también la, a, con la, u, como en causa. Hazele la, e, con la, i, como en
ley y pleyto. Hazele la, e, con la, u, como en deudor y reuma. Hazele la, i, cō la,
a,como en iustiçia.Hazele la, i, con la, e, como en miedo. Hazele la, i, con la, o,
como en dios y preçio. Hazele la, i, con la, u, como en çiudad. Hazele la, o, cō la, i,
como en doy, soy. Hazele la, u, con la, a, como en agua y cuanto.Hazele la, u, con
la, e, como en cuerpo y muerto.Hazele la, u, con la, i, como en cuydado. (Villalón
p.65)

La segunda obra consultada, Honra de Escriuanos, publicada en Valencia en 1565,


ofrece una regla mucho más general. En el capítulo 12 de la Ortografía “del uso de las
vocales y griega & jota”, Pedro de Madariaga dice:
Sea pues la primera regla general q despues de vocal siempre succede y, como
layco, ley, Aloy, arguyr, menjuy. (Madariaga p. 88 r)

En el plano semántico, los vocablos del texto coinciden con la apreciación de


Corominas de que durante toda la edad media, y aún en el Siglo de Oro, cuidar
mantuvo su significado original de ‘pensar’. Las acepciones más comunes en la
actualidad ‘prestar atención (a algo o a alguien)’, ‘asistir (a alguien)’, anteriormente
tendrían origen en el sustantivo cuidado con significado de ‘preocupación’ como se ha
visto en el sexto verso del Cid. Por otra parte, antes de esta evolución semántica del
verbo cuidar, las acepciones actuales estaban ligadas al verbo sinónimo pensar.
muy (L.: 6, 8, 39)

El adverbio muy, al igual que el adjetivo mucho, tiene su origen en el adjetivo


latino MULTUS, -A, -UM:
3 10 74 / 41 71 77
MULTUM > multu' > moltu > mujtu > muĉu > muĉo

De acuerdo con Corominas, la forma portuguesa muito fue común en el


castellano preliterario. En el uso proclítico, la -o final se sincopaba y si la palabra
siguiente comenzaba en consonante, la yod no podía palatalizar la -t, como en el caso
de muit bueno; pero, si tras la síncopa seguía una vocal, la yod podía continuar con su
evolución hacia la consonante africada: much alto. La -t final del semicultismo se
pierde rápidamente y la filiación cercana entre ambas palabras produce cierta
vacilación en el uso de una por otra.
En Autoridades, la RAE la escribe con i latina, ya que no se trata de una
palabra en la que haya que “salvar de la deformación” a su plural con consonante y
(ley, leyes; rey, reyes, etc.). Covarrubias, por su parte, la escribe con y griega. Como
vimos anteriormente, esta última ortografía estaría en consonancia con la de Villalón o
Madariaga. Actualmente, la normativa de la RAE acepta este uso vocálico de y por
tratarse de una /i/ átona final de palabra formando parte de diptongo.
yjadas (L.: 27) / yr (L.17) / ystoria (L.: 56)

La y griega en estas tres palabras responde a reglas que podemos encontrar


en las obras del siglo XVI de Villalón y Madariaga. El primero de ellos, al enumerar las
vocales castellanas, dice:
Las vocales son çinco, A, e, i, o, u. Y ay otra, y, que llaman los Griegos ypsilon:
que nosotros podremos llamar y mayor: de la qual vsamos en prinçipio de parte.
(Villalón, p. 63)

Por su parte, entre otras reglas enunciadas por Madariaga para el uso de la y griega
con valor vocálico encontramos:
En principio de dicion se pone mejor y, como yglesia, yronía, ydolatría, Ybañez.

En principio de diciones peregrinas, la i, se convierte en y, como Hippocrates en


Latin, Ypocrates en vulgar. (Madariaga, p. 88 r)

Este uso de la y griega al inicio de palabra o en “diciones peregrinas” como


historia ya no se encuentra en Covarrubias o Autoridades, cuyas entradas registran las
formas modernas ijadas, ir, historia. Para esta última, Corominas advierte que el uso
más frecuente en la edad media es la variante popular estoria. En El conde Lucanor, la
palabra aparece al final de cada exemplo con un sentido abierto al debate. Tras el
cierre del primero de ellos, en nota a pie de página, José Manuel Blecua discrepa con
la opinión de María Rosa Lida de Malkiel acerca del significado de esta palabra 4. Para
4
Blecua p. 60
la medievalista argentina la fórmula “Et la estoria deste exiemplo es esta que se sigue”
sirve como separador entre los exemplos, sus viessos y el marco narrativo (estoria).
Esta explicación resulta poco clara para Blecua, pues cree que “la estoria deste
exiemplo” claramente refiere a lo narrado en el exemplo que acaba de concluir. Por
otra parte, propone por interpretar estoria con la acepción de ‘pintura o dibujo’
(significado que se incluye tanto en Covarrubias como en Autoridades) dado que en el
manuscrito, entre cuento y cuento, luego de la fórmula de cierre se ha dejado un
espacio en blanco que podría haberse reservado para copiar una miniatura que sí se
hallaba en el original. Más allá de esta posible pérdida, el copista varía en el empleo
de estoria / ystoria, inclinándose mayoritariamente por la segunda opción.
ý (L.: 23)

roýdo (L.: 17)


Autoridades (I – 1726; II – 1729; III – 1732; IV – 1734; V – 1737; VI - 1739)
Letra G
Su pronunciación es en la garganta, y segun los Antiguos, el fin de ella
tocando la lengua al paladar, porque con todas las vocáles la pronunciaban suave;
pero el día de oy se pronuncia guturalmente con la e y la i : como en Genio,
Gigante, &c. y si estas sylabas se quieren suavizar, se pone una u despues de la
G: como en Guerra, Guitarra, &c. (Autoridades, IV, p. 1)

Muger (IV, 626)


Homenage (IV, 170)
Hospedage (IV, 181)
Letra I
Es la misma I de los latinos, la que suele hacerse consonante cuando
hiere a otras vocales; pero en el castellano usamos para esto de la J cuando se ha
de pronunciar guturalmente, y de la Y cuando con suavidad pues aunque muchos
usan siempre de la i para este caso, por no apartarse del méthodo Latino, es mas
natural excusarlo, para evitar la confusión, por las razones que se han dicho en el
tratado de la Orthographía , que la Académia ha establecido.

Lo mismo sucede quando la I sirve de conjuncion, en cuyo caso se ha


resuelto también usar de la Y. (Autoridades, IV, p. 201)

Iglesia
Ijada (IV, 209)
Ir (IV, 305)

Letra J
aunque algunos la confunden con la I, debe distinguirse , porque la J sirve
siempre de consonante, y su pronunciacion es siempre guturál, como la própria y
natural de la X: por cuyo motivo irán puestas en esta letra solamente las voces que
no tienen x por su origen, conforme a lo dispuesto en el tratado de Orthographía.
(Autoridades, IV, p. 315)

Ojear (V, 26)


Letra Y
(…) tomada de el [alfabeto] de los Griegos,en el qual se llama Ypsilon, y
los Latinos la usaron como letra vocal en las palabras tomadas del Griego: y
nosotros seguimos lo mismo: como en Tyrano, Mysterio: y tambien nos sirve de
letra consonante, quando ha de herir a la vocal siguiente : como en Yermo, y
Mayo. (…).

Usase tambien esta letra como vocal , y sirve de partícula conjuntiva en


lugar de la e antigua correfpondiente al & Latino (…)

Se ufaba en lo antiguo como adverbio de lugar, y significaba lo mismo que


Allí. Lat.illic. (Autoridades VI, p. 541)

(…) de ordinário está entre dos consonantes, como se manifiesta en las


referidas Symbolo, Mysterio, &c. y como esto no sucede en las palabras
Castellanas, respecto de que ò precede à vocál como: Yace, Yerro, Yantar, ò está
entre dos vocáles como: Ayuda, Ayer, Arroyo, es clara la diferéncia para poder
usar de ella seguramente como consonante. (Autoridades I, p. LXXII)

Historia (IV, 162)


Mui (IV, 627)
Rey (V, 615)
Buey (I, 706)
ya
yacer
yantar
yegua
yelmo
yo

Letra X
Es semivocal, y tomada de los Latinos, entre los quales tenia el valor de
dos consonantes: y unas veces fuerza de c, y s, y otras de g, y s. En Castellano
conservamos el fonido de la c, y s: como en Examen, Exótico; pero el de la g, y s
le convertimos en otro mucho mas fuerte, y gutural, tanto que no la distinguimos
de la j, ó g fuerte, como en Xamugas , Exército. (Autoridades VI, p. 531)
Nebrija
Sorda fuerte
Sonora media / floja

Letra G
2. El grafema g tiene dos valores: uno, propio: g + a, o, u, otro prestado: g + e,
i. La letra i también tiene dos valores: uno propio, como vocal, y otro que coincide con
el prestado de g: i + a, o, u. Nebrija propone: para el valor de /g/, g y para el del
africado o fricativo palatal, valores prestados de g, i, la i consonante o i luenga: j.
(…)
7. El grafema x tenía en latín el valor de cs, pero en el sistema fonológico de
Nebrija representa /š/, por lo que conviene señalarlo con «x + tilde», según el
gramático andaluz.
El grafema y se elimina por ser ocioso.
(G. Neb. p. 55 (57))
La y griega tan poco io no veo de qué sirve, pues que no tiene otra fuerça ni
sonido que la i latina, salvo si queremos usar della en los lugares donde podría venir
en duda, si la i es vocal o consonante; como escriviendo raya, ayo, yunta, si
pusiésemos i latina, diría otra cosa mui diversa: raia, aio, iunta. (G. Neb. p. 117 (119))
La. y. griega tan poco io no veo de que sirve: pues que no tiene otra fuerza ni
sonido que la. i. latina: salvo si queremos usar della en los lugares donde podría venir
en duda si la. i. es vocal o consonante. Como escriviendo raya ayo yunta: si
pusiessemos. i. latina diría otra cosa mui diversa. raia. aio. iunta. (Fol.9 r.)

La g tiene dos oficios: una proprio, & otro prestado. Esso mesmo la i tiene otros
dos: uno, cuando es vocal; & otro, cuando es consonante, el cual concurre con la g,
cuando después della se siguen e, i. Assí que, dexando la g, i, en sus propias fuerças,
con una figura que añadamos para representar lo que agora escrivimos con g, i,
cuando les damos ageno oficio, queda hecho todo lo que buscamos, dándoles todavía
a las letras el son de su pronunciación. Ésta podría ser la y griega, sino que está en
uso de ser siempre vocal; mas sea la j luenga, por que no seamos autores de tanta
novedad, & entonces quedará sin oficio la y griega. (G. Neb. Folio 11 r. p. 121 - 122
(123))

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