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INTRODUCCIÓN
La evolución es la teoría unificadora que explica el origen de las diversas formas
de vida como resultado de cambios en su composición genética. La teoría de la
evolución postula que los organismos modernos son modificaciones de formas de
vida preexistentes. Como señaló el biólogo Theodosius Dobzhansky: “Nada tiene
sentido en biología, si no es a la luz de la evolución”. ¿Por qué las serpientes no
tienen patas?, ¿por qué hay fósiles de dinosaurios y no dinosaurios vivos?, ¿qué
relación hay entre las formas de vida que se observan durante un paseo por el
Centro Ecológico de Sonora?, ¿por qué en Australia se encuentran marsupiales?,
¿por qué ciertas especies solo se encuentran en un lugar específico? Las
respuestas a estas preguntas y miles más, están en los procesos de la evolución.
En promedio, los organismos que mejor enfrentan los retos de su ambiente son los
que dejan más progenie (dinastía). Los descendientes heredan los genes que
permitieron tener éxito a sus progenitores. Así, la selección natural preserva los
genes que ayudan a los organismos a prosperar en su ambiente. Por ejemplo, un
gen mutado que contiene instrucciones para que los castores tengan dientes más
grandes se pasaría de padres a hijos. Estos hijos podrían cortar árboles de forma
más eficiente, construir represas y guaridas más grandes, así como alimentarse
de más corteza que los castores ordinarios. Puesto que esos castores dientones
obtendrían más alimentos y mejor abrigo que sus parientes de dientes más
pequeños, probablemente criarían más hijos. Los hijos heredarían los genes de
dientes grandes de los padres. Con el tiempo los castores de dientes más
pequeños, menos exitosos, se volverían cada vez más escasos; después de
muchas generaciones, todos los castores tendrían dientes grandes.
2. Adaptación.
3. ¿Cómo se explica la permanencia genética sin cambios significativos, como
en el caso de los tiburones?
Teorías De La Evolución
A principios del siglo XIX, se divulgó que los fósiles eran especies que vivieron en
el pasado y ya no existen en la Tierra. Se suscitó un gran debate entre dos formas
de interpretar el origen de la diversidad de especies, incluido el ser humano: frente
a la consideración de un planeta inmutable en el tiempo (fijismo) surgió la idea de
un planeta cambiante (transformismo).
Teorías fijistas. Los planteamientos de estas teorías sugerían que: “Las especies
se han mantenido fijas e inmutables tal y como las conocemos ahora”.
Georges Cuvier afirmaba que los restos fósiles pertenecen a especies que han
desaparecido como consecuencia de grandes catástrofes que ocurrieron en el
planeta. Basaba esta creencia en la observación de que los seres vivos, al
reproducirse, originan seres semejantes a ellos (de su misma especie), no
especies diferentes.
Los años de observar los hábitos de los animales y las plantas permitieron a
Darwin ver por sí mismo la lucha por la existencia descrita por Malthus. Se le
ocurrió a Darwin que, en esta lucha, las variaciones heredadas, favorables para la
supervivencia tenderían a preservarse, mientras que las desfavorables se
eliminarían. El resultado de esto sería la adaptación (modificación evolutiva que
mejora las oportunidades de supervivencia y de éxito reproductivo de la población)
al ambiente; con el tiempo, la acumulación de modificaciones podría dar por
resultado nuevas especies. Tiempo era todo lo que se requería para el origen de
nuevas especies (y los geólogos de la época), incluyendo a Lyell, habían aportado
pruebas acerca de la antigüedad de la Tierra por lo cual, se contaba con el tiempo
necesario para este proceso.
Darwin había formulado por fin un mecanismo funcional de la evolución: el de la
selección natural, en el cual, los organismos mejor adaptados tienen mayor
probabilidad de sobrevivir y convertirse en los progenitores de la generación
siguiente. Como resultado de la selección natural, la población cambia en el
tiempo; la frecuencia de rasgos favorables aumenta en generaciones sucesivas,
mientras que los rasgos menos favorables disminuyen o desaparecen. Darwin
pasó los siguientes 20 años formulando los argumentos a favor de la selección
natural y sosteniendo correspondencia con otros científicos, acumulando así un
extraordinario conjunto de hechos que respaldaran su teoría.
Sobreproducción.
Cada especie tiene la capacidad de producir más descendientes de los que
sobrevivirán hasta la madurez. A través de la reproducción, las poblaciones
naturales pueden aumentar geométricamente con el tiempo. Por ejemplo, si cada
pareja de elefantes adultos produce seis descendientes en su lapso de vida de 90
años, en 750 años sólo una pareja de elefantes habrá dado origen a una población
de 19 millones de elefantes. Y, sin embargo, estos animales no han sobrepoblado
el planeta.
Variación.
Los individuos de una población presentan variación. Cada individuo tiene una
combinación única de rasgos, como la talla, color y capacidad de tolerar
condiciones ambientales adversas. Algunos de estos rasgos incrementan las
probabilidades de supervivencia del individuo y su éxito reproductivo; pero otros,
no. Es importante recordar que la variación necesaria para la evolución por
selección natural debe ser heredable (susceptible de ser transmitida a la
descendencia). Aunque Darwin reconoció la importancia de la variación heredada,
no conocía el mecanismo de la herencia.