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Cristo Es Tu Vida
Cristo Es Tu Vida
CRISTO ES TU VIDA
Pablo nos dice: “Habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios.
Cuando Cristo, que es nuestra vida, aparezca, vosotros apareceréis con él en gloria.”
(Col. 3:3,4) Aquí vemos que Pablo equipara tu vida con Cristo. Estás vivo ahora, así que
¿qué quiere decir Pablo cuando afirma que has muerto? Todas las cartas de Pablo
equiparan la muerte con un sueño tan profundo que el pasado es olvidado. Es del sueño
de la muerte del que él te insta a levantarte diciendo: “Despierta Oh durmiente y resucita
de los muertos.”
El sólo y único Cristo es tu vida. Ahora dormido en la humanidad, este poder cree él
mismo ser tú. Y cuando despierta y resucita en ti, eres tú el que resucita como Cristo. El
poder y la sabiduría de Dios están dormidos en ti como tu propia vida. ¡Dios es amor!
Cuando Dios murió os dio a vosotros, sus hijos, vuestra herencia. No fue un hogar o
alguna tierra fabulosa, ¡sino el poder de su amor! El poder de crear cada deseo de vuestro
corazón.
“Creyendo que imaginar crea la realidad y que ahí no hay ficción, yo parto de una premisa
que no tiene nada en el mundo externo que la apoye; pero en medio de mi proyecto me
desvío, pues yo no puedo influir en estos hombres. Ahora me pregunto si tal vez éste es
también su deseo oculto y ellos no me quieren en él. Tú dices que cuando estoy
ejerciendo amorosamente mi imaginación en nombre de otro, estoy haciendo de mediador
de Dios con ese otro. Sé que lo que imagino beneficiará a todos; sin embargo debido a mi
duda en cuanto a su deseo de ser implicados, ¿debería yo continuar haciéndolo?”
Yo le diría, toma sólo el objetivo. Tal vez debido a sus talentos tú los has escogido como
compañeros, pero si ellos se fueran ¿todavía tendrías el deseo? Si es así, entonces ellos
no son esenciales.
Si te pones en el final regocijándote en el cumplimiento del objetivo, los que son igual de
talentosos – y tal vez más – vendrán a buscarte; permaneciendo en el final, atraerás a las
personas necesarias para jugar el papel que ellos deben jugar para ayudar al nacimiento
de lo que tú estás haciendo.
Ahora, tú preguntaste si todas las cosas trabajan para bien. El capítulo 8 de Romanos nos
dice que lo hacen. Esta verdad es dramatizada para nosotros en el capítulo 50 del Libro
del Génesis. Es la historia de José, uno de los doce hijos de Jacob. José tenía la
capacidad de soñar vívidamente. Sus visiones eran ciertas y él podía interpretarlas. Sus
hermanos, volviéndose envidiosos, conspiraron para matarlo, pero Judá intercedió,
instándoles a venderlo en su lugar.
José fue vendido como esclavo, y cuando nadie podía interpretar los sueños del Faraón,
José fue llevado ante él. Él interpretó los sueños tan precisamente, que el Faraón lo hizo
igual a sí mismo, y todo lo que dijera José era instantáneamente ejecutado. Él predijo la
hambruna que iba a venir, y cuando sus hermanos llegaron en busca de comida, José –
ahora sentado en el trono – los reconoció, y dijo: “No temáis, vosotros pensásteis hacer
mal contra mí, pero Dios lo encaminó para bien.” Así que todo trabaja para bien cuando
hay tiempo para reflexionar sobre el acto.
Podría regresar a mi propia pequeña familia. Llegó un momento en nuestra vida en que
parecía que el mundo había llegado a su fin. Los socios de mi padre, deseando tomar el
control del pequeño capital que él tenía en el negocio, tuvieron éxito y nuestro mundo se
derrumbó. No teníamos nada, e incluso nuestros amigos se hicieron escasos.
Pero lo que parecía ser una cosa mala resultó ser una bendición, pues al separarnos de
esta asociación – que era pequeña, en el sentido de que no podían pensar en grande – mi
padre empezó por su cuenta con los hijos que podían imaginar. La familia ha convertido
ahora nuestro negocio en una gran empresa de muchos tipos de negocios sin
asociaciones de fuera, dejando pequeño todo lo que habíamos creído posible hace
cuarenta años cuando sucedió. Ha tomado tiempo y reflexión, pero ahora podemos ver
que – aunque los socios de mi padre intentaron un mal contra él – Dios lo encaminó para
bien.
Ahora, un amigo tuvo un sueño en el que recibía una carta con el boletín de calificaciones
de su hijo dentro, indicando que debe mostrar una notable mejoría en cuatro materias,
una de las cuales era el álgebra. Dado que su hijo siempre ha sido primero en
matemáticas, él se enojó e instantáneamente revisó el boletín de calificaciones. De
pronto, enfadado consigo mismo, dijo: “Estoy cansado de la responsabilidad de este
poder y de las muchas necesidades de revisión de la vida. Mi hijo es un chico mayor ya,
que lo haga él mismo,” y se despertó.
Pedro hizo la pregunta: “Señor, si mi hermano peca contra mí, ¿con qué frecuencia tengo
que perdonarle, siete veces?” Y el Señor contestó: “Yo no dije siete, sino setenta veces
siete.” Esto no quiere decir cuatrocientas noventa veces. Setenta es el valor numérico de
la letra hebrea Ayin, cuyo símbolo es un ojo. Siete es el valor numérico de la letra hebrea
Zayin, cuyo símbolo es una espada.
Aquí se nos está diciendo que imaginemos hasta que el ojo sea fijado como clavado con
una espada. Puede suceder la primera vez o puede tomar un millar de veces convencerte
a tí mismo de que las cosas son como tú deseas que sean, y no como parecen ser. Pero,
en la medida en que tú estés auto-convencido de que lo has hecho en tu imaginación, el
mundo exterior reflejará su armonía.
Eso está en la Biblia. En el Libro del Génesis se nos muestra en forma de historia cómo
las actitudes internas producen estados externos. Conociendo el momento en que los
animales estarían listos para el acto de creación y el abrevadero al que ellos vendrían,
Jacob hizo un trato con su suegro, de que – a pesar de que todos los animales eran o
negros o marrones, si hubiera alguna descendencia de rayas o con manchas sería suya.
Así que esta lección nos fue dada en el principio. Lo que quiera que estés contemplando
en el ojo de tu mente, lo producirás en tu mundo externo. Es tan simple como eso. Espero
que estés contemplando tu deseo cumplido en el ojo de tu mente, pues las Escrituras te
dicen que: “Todo lo que desees, cree que lo has recibido y lo habrás hecho.” Esto te está
diciendo que, en la medida en que estés auto-convencido, te convertirás en lo que has
asumido que eres.
Cada cosa formada ahora y llamada un hecho fue una vez sólo una imagen en la mente
de alguien que persistió en esa imagen y la proyectó en la pantalla del espacio. Así que
no renuncies a la responsabilidad de la revisión, y – en cuanto a influir a los demás –
¿puedo decirte que tú no puedes evitarlo? Cuando caminas por la calle, involuntariamente
influyes en la gente ahí. Simplemente no puedes evitarlo.
Otro punto que quiero plantear es este: Los profetas que escribieron el Antiguo
Testamento eran siervos del Señor. Ellos recogieron lo que vieron u oyeron, pero ellos no
lo entendían. La visión de cada verdadero profeta está esbozada. Viendo como presente
lo que es futuro: “Los profetas profetizaron sobre la gracia que iba a ser tuya. Buscaron y
preguntaron en cuanto a qué persona o tiempo fue indicado por el Espíritu de Cristo
dentro de ellos cuando predijeron los sufrimientos de Cristo y la posterior gloria. Les fue
revelado que estaban sirviendo, no a ellos mismos sino a tí, en las cosas que ahora están
siendo reveladas.”
Esto me lleva a otra cuestión que ha intrigado a mi amigo. Cuando hablo de Dios, o el
Señor, Jesús o Cristo, estoy hablando de la imaginación humana. Cuando se le pidió que
nombrara el más grande de todos los mandamientos, él no nombró uno de los diez, sino
la confesión de fe de Israel, diciendo: “Escucha Oh Israel, el Señor nuestro Dios, el Señor
es uno.” La palabra “Señor” es JOD HE VAV HE [pron. “YOD HEY VAV HEY”] que significa
“Yo soy”. La palabra “Dios” es “Elohim” [pron. “e-lo-HEEM”], que es una unidad compuesta
de uno hecho de muchos. En el capítulo 44 de Ezequiel, el Señor Dios dijo: “Ellos no
tendrán herencia; YO SOY su herencia. No darles ninguna posesión; YO SOY su
posesión.” Estudia este pasaje cuidadosamente y descubrirás que, en lugar de heredar de
Dios, nosotros heredamos a Dios.
Ningún hombre tiene mayor amor que este: que de su vida por su amigo. No simulando,
sino abandonándose voluntariamente a sí mismo por los que amaba, Dios murió para que
pudiéramos heredarle. ¿Qué es lo que nosotros heredamos?
Él nos dijo “YO SOY la luz del mundo.” Un día heredaréis la experiencia de ser la luz del
universo. No habrá estrellas, ni sol, ni luna, ni circunferencia – sólo infinita luz viva
palpitante, la cual tú sabes que eres tú mismo. Tú heredarás a Dios como amor infinito.
Todo lo que Dios fue antes de que se individualizara, lo experimentarás como tú mismo.
Un día ese hijo elegirá revelársete y tú verás – no a un David, sino al David de la fama
bíblica. Y no habrá incertidumbre en cuanto a la relación entre tú y el hijo de Dios, David.
Cuando él te llame padre, sabrás que tú eres Dios.
Cuando heredes a Dios, heredarás su infinito pasado, y desde ese momento verás las
Escrituras de manera diferente. Reconocerás los acontecimientos en la vida de Jesús
como signos de la iniciativa de Dios en la redención del hombre. Entenderás cómo Dios
se da él mismo al hombre.
Juan recoge ocho signos de la iniciativa de Dios en la redención del hombre. Muchos
estudiosos han puesto el primero y el último juntos, el segundo y el séptimo, el tercero y el
sexto y el cuarto con el quinto, haciendo cuatro signos mayores. Cuando estos signos
comiencen a desarrollarse en ti, cuenta los días y descubrirás que hay 1.260 días entre la
primera visión y la última, cuando heredes a Dios.
Tú no eres alguna cosita que Dios anima, da vida y posee. Dios se entregó a tí en el
sentido último de la palabra, así que no tendrás herencia, pues YO SOY tu herencia. No
tendrás posesión en Israel, pues YO SOY tu posesión. ¡Si tú posees a Dios, todo lo que Él
es, tú debes serlo!
Acabo de citar el capítulo 44 de Ezequiel. Léelo con cuidado. Hazte consciente de poseer
a Dios, y ya no serás el pequeño pigmeo que te enseñaron que eras. No reacciones a las
tonterías que leas en los periódicos. Ellos registran los acontecimientos de la mente
superficial. Lo que le sucede a un hombre entre la cuna y la tumba no debería interesarte.
Sea un cocinero o un millonario, el hombre (o la mujer) mejor vestido del año, o el más
altamente publicitado – todo eso es relevante para este mundo y no tiene nada que ver
con el Cristo en ti, quien – como tu vida – despertará un día y resucitará.
Cuando Cristo despertó en mí yo fui tan sorprendido que no me di cuenta de que había
estado dormido. Cada mañana me había despertado a un nuevo día y retirado esa noche,
tal como tú has hecho a lo largo de los años. De la cuna a la tumba, has caído dormido de
noche y despertado por la mañana. Con el tiempo has muerto, sólo para ser devuelto a la
vida a continuar el mismo largo viaje. Pero un día te despertarás en la tumba donde la
conciencia fue colocada en el comienzo. Para tu asombro ni siquiera vas a recordar
haberte quedado dormido, y nunca ni por un segundo pensado que tu cráneo fue la tumba
donde ellos colocaron a Jesucristo.
Sólo Cristo ha descendido, así que cuando tú asciendes tú debes ser Cristo. Esta es la
esperanza que se hace sabiduría para soportar el sufrimiento de esta larga noche oscura
del tiempo. ¡Habita en esa esperanza que es la gracia que está viniendo a ti en el
desvelamiento de Cristo en ti, como tú! ¡Nunca hubo otro y nunca habrá otro, pues Cristo
es tu vida!
Recuerda: todo lo que ves, aunque parezca estar en el exterior está dentro de ti. No
tienes que preocuparte por influir en las personas si construyes objetivos. Si quieres una
gran cantidad de dinero, ve el dinero dentro de tí. ¡Luego proclama que es tuyo!
Hoy un hombre muy rico está recibiendo una gran cantidad de publicidad debido a su
matrimonio. Nacido como un chico pobre en Turquía, de padres griegos, fue llevado a
Argentina cuando tenía dieciséis años, donde comenzó a importar tabaco, empezando su
negocio con sesenta dólares. Él ha olvidado completamente esos días, y con la que se
casaría – por ambición de grandeza en el nombre – te haría olvidar sus humildes
comienzos. Shakespeare tenía una frase para ello: “Él niega la escalera por la cual
ascendió.” Empezando con sesenta dólares, este hombre comenzó a soñar y hoy es un
multimillonario. Yo no le preguntaría cómo lo robó. Hasta ahora él se ha salido con la suya
y es considerado suyo, pero cualquiera con mil millones de dólares debe haberlos robado.
No importa sin embargo, ya que todas las cosas trabajan para bien al final.
No debería importar lo que un hombre hace con su vida entre la cuna y la tumba. Lo
importante es lo que está sucediendo dentro del hombre. ¿La vida que anima ese cuerpo
ha sido removida? ¿Está empezando a resucitar en él? Debe resucitar a fin de heredar a
Dios, pues sólo Cristo hereda a Dios. Cristo es tu vida, que debe resucitar en ti, y cuando
lo hace tú heredas a Dios Padre.
En cuanto a mí, ya he resucitado. Yo soy del mundo, no estoy en él. Mis sueños y
experiencias de noche no están relacionados con este mundo, así que llevo una doble
vida. Mientras yo esté aquí hay trabajo que hacer para continuar alentando a todo el
mundo contando la verdadera historia de la redención.
Recuerda lo que he dicho. ¡Olvida la influencia! Asume objetivos. Concibe una escena que
implicaría el cumplimiento de tu deseo y sueña sueños nobles, ¡pues nada es imposible
para Cristo, y Cristo es tu vida!
http://nevilleenespanol.blogspot.com.es/